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Trotski (Liev Davídovich

Bronstein) (1879-1940)
fue un teórico del
marxismo y uno de los
principales dirigentes del
gobierno soviético hasta
que fue expulsado y
forzado al exilio por su
rival, Iósiv Stalin.
Se inició en política en
1896, integrándose en
los círculos del
populismo (movimiento
partidario del socialismo
agrario), pero no tardó
en adherirse al
marxismo.

En 1897 fundó en Mykolayiv la Unión de Obreros del Sur


de Rusia, cuyas actividades contra el régimen autocrático
zarista harían que fuera detenido, encarcelado y
posteriormente desterrado a Siberia, aunque finalmente, en
1902, consigue escapar y se traslada a Europa.
En Londres conoce a Lenin, a L. Mártov
y a Georgi Plejánov, principales
dirigentes del Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso (POSDR), y
empieza a colaborar en el periódico que
ellos editaban, Iskra (La Chispa). En esta
época adopta el seudónimo de Trotski,
nombre de uno de sus carceleros en
Liberia.

No tardó en ascender en el partido gracias a su brillante


oratoria y a sus dotes dialécticas. No llega a enmarcarse en
ninguna de las dos corrientes dentro del partido: las facciones
bolchevique y menchevique, que intentó en vano reconciliar.
Finalmente, durante el
segundo congreso del
POSDR, celebrado en
Londres en 1903,
Trotski se opuso a las
teorías de Lenin y los
bolcheviques y se unió
a los mencheviques,
aunque no llegó a
establecer fuertes
vínculos con esta
facción, dado su
talante independiente.
Ya apartado de los
principales dirigentes del
partido, se apresuró a
regresar a Rusia para
participar en la revolución
de 1905, en la que adquirió
experiencia política gracias
a su actuación como
presidente del Soviet de
San Petersburgo.
En su cargo proclamó la jornada laboral de ocho horas, la
negativa a pagar los impuestos e incluso había puesto en
peligro la existencia misma del Imperio. Fracasada la
revolución, fue encarcelado y deportado a Siberia
posteriormente.
Tras huir de Siberia en 1907,
dedicó la siguiente década a
defender sus ideas viéndose
implicado en frecuentes
disputas ideológicas. El
estallido de la Revolución rusa
en marzo de 1917 (febrero,
según el calendario juliano por
el que se rigió Rusia hasta
1918) le sorprendió en Nueva
York, ciudad en la que se
había establecido tras
refugiarse en Viena, París y
Berlín, y donde colaboraba
para un periódico ruso.
Llegó a Rusia en el mes de
mayo; una vez allí, asumió la
jefatura de la organización
socialdemócrata interdistrital y
se unió al Soviet de Petrogrado
(nuevo nombre de la ciudad de
San Petersburgo).

Al cabo de varias semanas ya había adquirido gran


popularidad debido a ser uno de los dirigentes de la
izquierda soviética de mayor elocuencia. En julio ingresó
en el partido bolchevique y fue elegido miembro de su
Comité Central.
Fue nombrado presidente del Soviet de Petrogrado en el
mes de septiembre. Coincidió con Lenin acerca de la
necesidad de derrocar al Gobierno Provisional surgido de la
Revolución de febrero y encabezado en ese momento por
el eserista Alexander Kerenski, de ideología moderada. Así,
sus esfuerzos se dirigirán a recabar apoyos para el
levantamiento armado de los bolcheviques.
Dado que Lenin se vio obligado a ocultarse, Trotski pasó
a presidir el Comité Militar Revolucionario bolchevique,
desde el cual guió con éxito la Revolución de octubre.

Así, fue el principal


responsable de la
toma del Palacio de
Invierno por los
bolcheviques, que
instauraron el
régimen comunista
en Rusia.
Trotski se convierte en
hombre de confianza de
Lenin, y éste le encomendará
varias misiones. Ocupó el
cargo de Comisario del
Pueblo de Negocios
extranjeros en el gobierno
soviético que se constituyó a
continuación, y fue el
encargado de firmar con los
alemanes el tratado de Brest-
Litovsk, que supuso el
abandono de Rusia de la I
Guerra Mundial y una
pérdida considerable de su
territorio.
Posteriormente, actuó con
decisión como comisario de
la Guerra y a él se debe la
fundación, promoción y
dirección del Ejército Rojo.
En condiciones muy difíciles,
este ejército derrotó en una
larga Guerra Civil (1918-
1920) al denominado Ejército
Blanco, compuesto por
contrarrevolucionarios y sus
aliados occidentales. Su labor
fue, por tanto, crucial para la
supervivencia del recién
constituido Estado.
Trotski no pudo competir desde una oposición de
izquierdas con la máquina burocrática del partido
creada por Stalin. Incluso fue acusado de cometer
serias violaciones a la disciplina del partido, con el
objetivo de debilitar sus organizaciones. En
consecuencia es primero destituido como comisario
de Guerra, y posteriormente es deportado a
Kazajstán y finalmente es desterrado de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1929.

Lenin le señaló como su sucesor antes de morir en 1924; pero la


ambición de Stalin, que contaba con fuertes apoyos en el aparato del
partido, le impidió acceder al poder. Trotski defendía la idea de la
«revolución permanente» como vía de realización de los ideales
marxista-leninistas (extendiendo gradualmente la Revolución a
Alemania y a otros países); mientras que Stalin le opuso la concepción
más conservadora de consolidar el «socialismo en un solo país».
Desde entonces, los
ideólogos oficiales del
régimen se encargaron de
revisar la figura de Trotski,
haciéndolo aparecer como
un traidor. Incluso se
llegaron a truncar
fotografías originales con el
fin de hacerle desaparecer,
por ejemplo, del lugar que
ocupaba junto a Lenin
mientras éste pronunciaba
un discurso, para que su
papel en la Revolución rusa
no pareciese tan relevante.
Por otra parte, Trotski pasó el resto de su vida
buscando un lugar seguro desde donde hacer públicas
sus críticas al estalinismo. Vivió en Turquía, Francia y
Noruega para instalarse definitivamente en México en
1937, invitado por el general Lázaro Cárdenas,
presidente del país. Escribió numerosos ensayos, una
autobiografía y artículos sobre los principales temas de
la actualidad de su época.
Stalin había dado orden
de asesinarlo, y Kótov, un
agente soviético que desde
México dirigía las
operaciones contra él,
ordenó al español Ramón
Mercader, que había
logrado infiltrarse en su
casa, que acabase con su
vida. Mercader atacó a
Trotski el 20 de agosto de
1940, y falleció un día
después.
Trotski, por tanto, nunca
llegó a ser un destacado
político, por lo que perdió en
su enfrentamiento con
Stalin. Sin embargo, destaca
por haber sido quien ayudó a
construir y, sobre todo, a
salvar a la Unión Soviética
durante su Guerra Civil, y
por haber dejado un
pensamiento propio,
conocido como trotskismo,
de una relevancia
internacional considerable.
Raquel Vázquez Díaz
1ºE Nº21

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