Está en la página 1de 154

ESCRITURAS ANDINAS

DE AYER y DE HOY

Fernando Garcés V.
Escrituras andinas de ayer y de hoy

© Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo Arqueológico de la


Universidad Mayor de San Simón (INIAM-UMSS)

INIAM-UMSS
Jordán E-199, esq. Nataniel Aguirre
Telefax: (591-4) 4250010
Casilla: 992
Email: iniam@umss.edu.bo
Website: www.museo.umss.edu.bo
Cochabamba – Bolivia

Primera edición, 2017


D.L.: 2-1-216-17
ISBN: 978-99974-72-48-9

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático, sin
autorización del titular del Copyright, bajo las sanciones previstas por las leyes.

Escrituras andinas de ayer y de hoy se publica gracias a la cooperación de la Agencia Sueca


para el Desarrollo Internacional, ASDI.

Prohibida su venta

Diseño de tapa: Marco Bustamante R.


Diagramación: Manuel J. Zambrana Flores (GEK)

Impresión: Talleres Gráficos “Kipus”, telfs.: 4237448 - 4582716, Cochabamba


Al parecer,
la intención de los inventores del sistema
era que nadie notara que los dibujos
encerraban un mensaje,
dando la impresión de que se trataba
de meros dibujos infantiles hechos al azar
(Arthur Conan Doyle,
Las Aventuras de Sherlock Holmes,
“Los bailarines”, 1903).
Índice
Presentación ........................................................................................................................ 7
Introducción ........................................................................................................................ 9
Capítulo 1: Hacia una nueva concepción de escritura ........................................ 13
1.1. Culturas orales y culturas escritas .............................................................................. 13
1.2. Conceptualizar la escritura ......................................................................................... 16
Capítulo 2: Las escrituras logográficas: algunos ejemplos ................................ 29
2.1. Escrituras logográficas y escrituras fonográficas .................................................... 29
2.2. Ejemplos de escrituras logográficas ........................................................................ 30
2.2.1. La pintura rupestre ....................................................................................... 30
2.2.2. La escritura china ..........................................................................................32
2.2.3. La escritura kuna .......................................................................................... 33
2.2.4. La escritura de los pueblos indios de Norteamérica ..................................... 34
2.2.5. La escritura Rapa Nui ................................................................................... 38
2.2.6. La escritura náhuatl ...................................................................................... 40
Capítulo 3: La escritura andina: una revisión histórica ..................................... 45
3.1. ¿Hubo escritura? ...................................................................................................... 45
3.2. Varios subsistemas expresivos ................................................................................. 46
Capítulo 4: La escritura católica andina ................................................................ 57
4.1. Una reflexión previa: la relación oralidad y escritura ............................................. 57
4.2. Antecedentes ............................................................................................................ 60
4.3. Las colecciones y materiales ................................................................................... 64
4.4 Las prácticas actuales .............................................................................................. 65
4.5. El aprendizaje en contextos no escolarizados y el aprendizaje de los rezos ........... 75
4.5.1. El aprendizaje en contextos no escolarizados .............................................. 75
4.5.2. El aprendizaje de los rezos ........................................................................... 81
4.6. Las posibles aplicaciones......................................................................................... 83
4.7. Las articulaciones de lo alfabético y lo no alfabético .............................................. 86
4.8. Escritura alfabética y escritura logográfica: las letrimágenes de la memoria ......... 93
4.9. La “marginalidad” agencial ..................................................................................... 97
4.10. El trabajo comparativo........................................................................................... 100
4.10.1. El Inini ........................................................................................................ 100
4.10.2. El Yayayku .................................................................................................. 108
4.11. ¿Podemos hablar de una escritura andina? ............................................................ 118
Capítulo 5: Las escrituras andinas del presente y del futuro .......................... 123
5.1. La escritura alfabética quechua ............................................................................. 123
5.2. Lo alfabético y lo no alfabético en el Facebook .................................................... 124
5.3. El uso de los recursos logográficos en las redes sociales ...................................... 128
Conclusiones .................................................................................................................. 134
Bibliografía ................................................................................................................... 135
Anexo: Colecciones accesibles de escritura católica andina ..................................... 148

6
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Presentación

“Escrituras andinas de ayer y de hoy” cierra un nuevo ciclo a una pregunta de investigación
que es parte de la historia académica del actual Instituto de Investigaciones Antropológicas y
Museo Arqueológico (INIAM): ¿existió un sistema escriturario en los Andes? Esta pregunta
se halla ya presente en los primeros textos del fundador de este instituto, Dick Edgar Ibarra
Grasso, en un texto titulado Una antigua escritura de la región andina (1942) el mismo que
será ampliado con una gran cantidad de información —con el hallazgos de materiales en
cuero, papel y barro—, en una obra monumental publicada en 1953: La escritura indígena
andina. En 1967, estos hallazgos (provenientes del siglo XIX y siglo XX) serán contrastados
con rastros prehispánicos en una publicación enciclopédica titulada Argentina indígena y
prehistoria americana donde dedica un acápite denominado Las formas de escribir de los
indígenas.
Habrían de pasar varios años (2000), cuando otros investigadores del INIAM, Ramón
Sanzetenea y Walter Sánchez volvieran a retomar la temática con la publicación de un
pequeño Boletín llamado Rogativas andinas en el que presentan 12 “rezos” colectados por
Osvaldo Sánchez Terrazas, de Rafael Esposo, un campesino de la comunidad de San Lucas-
Chuquisaca. El Boletín aparecía como acompañante de una exposición temporal realizada
en el INIAM en el que se exhiben los materiales recogidos por Dick Edgar Ibarra Grasso, la
colección Sánchez T. y un cuaderno de anotaciones etnográficas sobre el significado de las
ideografías y los momentos del calendario campesino en los que eran usados esos “rezos”.
La inicial pregunta de investigación volvió a aparecer en un nuevo proyecto de investigación
del INIAM el año 2013 coordinado por Fernando Garcés e integrado por Walter Sánchez
C., a la que muy pronto se integrarían dos jóvenes investigadoras: Daniela Castro y Angélica
García. Los resultados iniciales fueron la publicación (2014) de la totalidad de las colecciones
de “escrituras” del INIAM llamada: Escritura andina: pictografía e ideografía en cuero,
barro y papel (re-edición ampliada el año 2015) y, luego, de una importante cantidad de
artículos, conversatorios, simposios, exposiciones temporales y un video. Paralelo a todo este
avance investigativo, las labores de conservación-preservación de estos valiosos materiales
fueron una labor de Marco Bustamante R. (Puede señalarse, en esta línea, que el INIAM
posee la más importante colección sobre “escrituras ideográficas andinas”).
Si este último proyecto se asentó en todos estos materiales escriturarios, muy pronto comenzó
a notarse que se articulaban a otros sistemas culturales: el cantar, los rituales, los cajones
religiosos, los calendarios agrícolas-ganaderos, el “arte rupestre”, los textiles, las “mesas”,
los mast´akus, el paisaje. Las puertas fueron abiertas para que otros investigadores sigan
esos otros rumbos articulados.
Un problema no resuelto y que guarda fidelidad con las iniciales postulaciones de Ibarra
Grasso es: ¿tienen estas “escrituras” antecedentes prehispánicos? Una postura académica
actual es aquella que concibe a las sociedades indígenas coloniales, republicanas y actuales

7
FERNANDO GARCÉS V.

dentro de una suerte de continuidad. No obstante, hay que reconocer que las sociedades
indígenas prehispánicas deben ser entendidas como otras sociedades producto de un
propio proceso de creación; por lo tanto inaprehensibles ya que no conocemos esas propias
constituciones. En tal línea, la sociedad colonial, la republicana y actual serían auto-
instituyentes e instituidoras de otras sociedades; en ellas no existirán más las sociedades
prehispánicas y la gente (indígena y no indígena) no podrá pensarse fuera de sus propios
encierros socio-históricos. Por lo tanto, la noción de escritura, tal como es concebida por
estas sociedades, instaurará nuevos preceptos que no será del orden imaginario de las
sociedades prehispánicas. Si esto es así, habrá que comenzar a comprender los sistemas de
significación imaginaria de las sociedades andinas antes de la llegada de los conquistadores
hispanos desde nuevas interrogantes. ¿Cuál fue el orden imaginal de estas sociedades y que se
materializó en instituciones (ritos, calendarios, jerarquías, bienes materiales, etc.)? ¿Cuáles
fueron las significaciones imaginarias que estas sociedades le dieron a sus inscripciones y
que les servían para ordenar y dar sentido a ese mundo propio? ¿Cómo eran esos mundos
propios y cómo establecían sus vínculos imaginales?
El presente libro de Fernando Garcés V. cierra también otros ciclos —dentro del INIAM: el de
los fecundos debates, reflexiones, provocaciones y acciones en torno a varias problemáticas
que toca a distintas disciplinas: la lingüística, la antropología, la educación, la visualidad,
la museología, la arqueología, y aquel que hace a ese dispositivo de lo inaprehensible: la
palabra (escrita, dibujada, cantada, imaginada, no dicha).

Walter Sánchez Canedo


Director INIAM

8
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Introducción

El primer empujón. El año 2011, durante una de nuestras conversaciones matutinas al iniciar
el trabajo diario, Walter Sánchez me mostró varios cueros con “dibujos” que Rafael Esposo
había pintado para su padre, Osvaldo Sánchez, en 1984. Había visto ya esos dibujos en una
de las vitrinas del INIAM.
Estaba terminando de editar los Elementos de Gramática Qheshua de José David Berríos y
años atrás había investigado el tema de la escritura (alfabética) del quechua boliviano en mis
tesis de maestría y doctorado. Esto era otra cosa y otra cosa de la que no sabía ni imaginaba
nada. En una de esas nuestras conversaciones Walter me dijo: “¿Y por qué no trabajas sobre
estas escrituras?”. Fotocopié el libro La escritura indígena andina de Dick Edgar Ibarra
Grasso y así, casi sin proponérmelo, empecé este viaje extraordinario. Yo, el más inútil de los
dibujantes; el más “letrado” de mi familia; el menos “visual” de mis colegas, me ví envuelto
en este camino fascinante de cueros, papeles y barros.
Hubo que ordenar las colecciones, catalogar las que don Osvaldo donó al Museo, comenzar
a escribir pequeños borradores que permitieran ir ordenando la información, etc. Los años
2012 y 2013 fueron de acercamiento al tema a partir de las colecciones del INIAM. Hasta
ahí, se trataba de un estudio prácticamente histórico.
El segundo. Durante una de las reuniones del Seminario Permanente que se realizaba en
el INIAM durante el 2012, se me invitó a presentar un resumen de mi tesis doctoral. Al
finalizar, Vincent Hirtzel hizo el comentario de lo interesante que resultaba ver la escritura
como inscripción del discurso oral pero que lo trabajado seguía siendo el reflejo de la noción
de escritura construida desde “occidente”. Y preguntó si yo me había acercado a una suerte
de “escritura andina propia”. Mi respuesta dio rodeos evasivos, por supuesto.
El tercero. Una conversación aparentemente intrascendente con doña Nelly Valverde me
hizo sospechar que había personas en San Lucas que probablemente recordaban algo de
las “tortas” y que la elaboración de las mismas tenía que ver con los actos religiosos de la
Semana Santa. En abril del 2014, Soledad Guzmán y yo viajamos a San Lucas para ver si
“había algo”. Era lunes y el conductor del viejo micro que nos había recogido de Tiraj Hoyo
era de agradable conversación. Estábamos pasando por una comunidad llamada Ocurí y
vimos una capilla con sus puertas abiertas. Le preguntamos al señor si creía que estuvieran
rezando. Detuvo el micro y nos dijo que podía esperar mientras íbamos a ver. Soledad corrió
a la capilla y yo me quedé junto al micro esperando que me hiciera señas para ver si nos
quedábamos y le pagaba al conductor. Sus manos desesperadas indicándome que vaya y que
me apurara ya decían que algo estaba ocurriendo. Cuando entré a la capilla, Don Santos y
Gabriel estaban haciendo una torta. ¡Entonces, no era una cosa del pasado! Pedimos permiso
para entrar, nos presentamos, pedimos permiso a las autoridades… y vino lo demás: un
camino de aprendizajes y enriquecimientos mutuos.

9
FERNANDO GARCÉS V.

Lo que era solo una idea cuando trataba de entender la escritura del Periódico Conosur
Ñawpaqman de pronto se convirtió en un universo de formas, colores, siluetas, figuras.
La letra y la lingüística resultaron insuficientes, no prescindibles pero insuficientes. Me vi
proyectado a mirar y pensar desde la práctica de una semiosis histórica y social que construía
significaciones en el tiempo y en la interacción ritual y cotidiana. El centro de atención ya no
estaba en la macro política y en las sesudas reflexiones de los intelectuales críticos; estaba en
gente común y corriente que desde la cotidianidad elaboraba otros discursos y hacía presente
su propio accionar.
Así, el presente documento es un esfuerzo de sistematización de los principales hallazgos
realizados durante el proyecto de investigación Escrituras Andinas: ayer y hoy, desarrollado
en el Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo de la UMSS, entre los años 2012
y 2016. El proyecto tuvo como objetivo conocer los distintos tipos de escritura ideográfica
andina prehispánica y colonial, su refuncionalización y continuidades históricas hasta el
presente. De alguna manera es el resultado de la invitación que me hiciera Walter; es el
intento de respuesta a la pregunta que me hiciera Vincent; es fruto del aprendizaje de varias
horas conversando con don Isidoro y repitiendo los “rezos” que me enseñaba, “porque tienes
que aprender a rezar pues Don Fernando. No solo vas a mirar y a grabar”.
Fueron parte explícita del proyecto Walter Sánchez C., Daniela Castro, Angélica García y
Marco Bustamante; éste último como curador del INIAM y de las colecciones que reposan
en el mismo. Gracias a sus colaboraciones individuales y a los debates colectivos que hemos
tenido a lo largo de estos años el Proyecto se consolidó en el ámbito académico local y
externo.
Además, la investigación se nutrió de intercambios, comentarios, sugerencias, aportes y
apoyos de distinto tipo por parte de colegas y amigos. Entre ellos quisiera mencionar y
agradecer a Adelio López, Alan Durston, Alber Quispe, Alejandra Arévalo, Anna Meiser,
Antonio Vargas, Brigitte Willame, Bruce Mannheim, Carlos Noya, Claudia Rivera, Denise
Arnold, Edmundo Salinas, Edna Otondo, Eduardo Córdova, Efraín Gutiérrez, Elvira Espejo,
Emmanuel Germond, Fernando Galindo, Fernando Prada, Franco Godinez, Frank Salomon,
Gabriela Bernal, Genaro Huarita, Gerardo Fernández, Guenaelle de Meeûs, Henry Valdivia,
José Juncosa, Kurmi Soto, Lena Muders, Mario Soto, Mariusz Ziólkowski, Mauricio
Sánchez, Miguel Ángel Barrientos, Miguel Plaza, Nelly Valverde Vda. de Aillón, Patricia
Alandia, Paula Martínez, Paulina López, Pierre Déléage, Rafael Esposo, Ramón Sanzetenea,
René Machado, Silvia Muñoz, Soledad Guzmán, Sylvain Camilleri, Vera Chapiro, Vincent
Nicolas.
Un agradecimiento especial merecen las comunidades de Yapusiri, Kirpini, Ocurí, Ventilla,
Tiraj Hojo y Padcoyo en San Lucas. Especialmente a los maestros doctrineros Santos
Condori e Isidoro Flores; así mismo, debo mucho a la confianza y amistad de don Eugenio
Clemente, don Damián Moscoso y René Moscoso.
De igual forma quiero expresar mi agradecimiento a la Dirección de Investigación Científica
y Tecnológica de la UMSS, representada por el Ing. Julio Medina.

10
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Agradezco también la invalorable colaboración de Guillermo Bazoberry, Lilian Aguilar,


Milena García, Ruth Antezana, Sergio Claure, Susana Lemaitre y Virginia Vargas. Sin su
colaboración no hubieran sido posibles los viajes, las publicaciones, las exposiciones y todo
lo que significó el proyecto.
El documento está organizado en cinco capítulos. En el primero, se trabaja una
reconceptualización de escritura. En el segundo, se busca ubicar las escrituras logográficas
en un contexto más amplio a través de la muestra de otras escrituras similares. Luego, en el
tercer capítulo, se hace una revisión histórica de los distintos tipos de escritura del mundo
andino y sus continuidades en el presente. En el cuarto capítulo se habla específicamente
de la escritura católica andina, tanto en sus colecciones como a partir del trabajo de campo
realizado en San Lucas. Finalmente, en el último capítulo se hace una aproximación de las
aplicaciones de las escrituras logográficas en el contexto contemporáneo marcado por otras
formas expresivas que van más allá de la escritura alfabética.
Varias secciones del texto han sido rearticuladas a partir de lo aparecido en publicaciones
previas (Garcés 2014, 2015; Garcés y Bustamante 2015; Garcés y Sánchez 2014, 2016) o de
lo que se presentó como ponencias en congresos y eventos académicos realizados en Arica,
Cochabamba, Freiburg, La Paz, Puno, Querétaro, Sucre. Así mismo, se han enriquecido de
los trabajos de los otros miembros del equipo de investigación, sobre todo de los que se
encuentran en Garcés y Sánchez (2015).
Este libro está dedicado a tres personas: a un gran dibujante, a un gran lector y a un gran
pintor. Los tres comparten conmigo la casa en la que vivimos y cada día remueven y renuevan
mi manera de ver el mundo.

11
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Capítulo 1
Hacia una nueva concepción de escritura

En el presente capítulo damos cuenta de la manera como se ha estructurado un sistema


clasificatorio de los grupos humanos sobre la base de un mayor o menor manejo de la
escritura, asociándolos con estados de civilización o barbarie. De igual forma, intentamos
avanzar en una conceptualización más compleja y rica del fenómeno escriturario desde una
vertiente semiótica y antropológica, criticando la visión según la cual la escritura alfabética
sería la escritura por excelencia, mientras todas las demás se aproximarían a ella en calidad
de pre o proto escritura.
1.1. Culturas orales y culturas escritas
Desde la antropología clásica, el surgimiento y desarrollo de la escritura fue leído en clave
evolucionista. Para Morgan, por ejemplo, la invención de la escritura señala el comienzo
del estadio de civilización, el cual se considera “desde la invención de un alfabeto fonético
y el empleo de la escritura, hasta el tiempo presente” (Morgan 1877: 85). Sobre esta base,
se construyó un sistema evolutivo que conecta los sistemas representacionales con los
“estadios” de las sociedades (Cardona 1991). Así, Rousseau decía:
La primera manera de escribir no consiste en pintar los sonidos sino los objetos
mismos, ya sea directamente, como hacían los mexicanos, ya sea por medio de
figuras alegóricas, como hicieron los egipcios de antaño. […] La segunda manera es
representar las palabras y las proposiciones por medio de caracteres convencionales
[…]. La tercera consiste en descomponer al voz hablada en cierto número de partes
elementales, ora vocales, ora articuladas, con que poder formar todas las palabras y
sílabas imaginables. […] Estas tres maneras de escribir responden con harta exactitud
a los tres diversos estados bajo los que se puede considerar a los hombres agrupados
en naciones. La pintura de los objetos conviene a los pueblos salvajes bárbaros, y el
alfabeto a los pueblos civilizados (Rousseau 1781: 24).
En base al esquema rousseauniano se ha llegado a hablar de una suerte de progresión en la
historia escrituraria que va de la pictografía a la fonografía, pasando por la ideografía.
Lo curioso es que desde el propio ámbito americano y casi 200 años antes tenemos la misma
percepción descrita por un misionero jesuita:
De manera que escritura y letras solamente las usan los que con ellas significan
vocablos, y si inmediatamente significan las mismas cosas, no son ya letras ni
escritura, sino pintura y cifras. De aquí se sacan dos cosas bien notables: la una es que
la memoria de historias y antigüedad puede permanecer en los hombres por una de
tres maneras: o por letras y escritura, como lo usan los latinos, y griegos y hebreos, y
otras muchas naciones, por pintura, como cuasi en todo el mundo se ha usado, pues

13
FERNANDO GARCÉS V.

como se dice en el Concilio Niceno segundo, la pintura es libro para los idiotas que no
saben leer, o por cifras o caracteres como el guarismo (Acosta 1590: 378).
Desde la lingüística, Saussure eleva el rango de la lengua oral (objeto de estudio de la
lingüística) tomando distancia de la escritura pero lo hace en el contexto de una naciente
tendencia al academicismo letrado (Saussure 1916). De manera que el lingüista, aunque
estudia la lengua oral requiere de algún tipo de inscripción gráfica para su análisis (por
ejemplo, el Alfabeto Fonético Internacional), tal como los primeros lingüistas de inicios del
s. XIX analizaban los cambios fonéticos y fonológicos desde la lógica de los “cambios de
letras” (Cardona 1991: 20; Garcés 1997).
Esto está relacionado con la vinculación entre escritura alfabética y análisis científico, bajo
el supuesto de que la escritura (alfabética) contribuye a aumentar los niveles de cognición
y racionalidad (ver Zavala 2002; Cardona 1991; Garcés 2005; 2009). Los etnógrafos de la
escritura reportan casos a partir de los cuales se rompe la creencia de que el discurso oral está
asociado con la expresión personal, el sentimiento y la subjetividad, mientras la escritura
lo estaría al distanciamiento, la objetividad y el discurso científico (Street y Street 2004;
Besnier 1988). Las habilidades de abstracción, metacognición y conciencia metalingüística
no tendrían base en la escritura en sí mismo sino en el tipo de escritura que enseña la
institucionalidad escolar (Vich y Zavala 2004).
Al respecto, Denny dice que
Existe la creencia generalizada de que el pensamiento occidental, al que coadyuva
la cultura escrita, es más reflexivo, más abstracto, más complejo y más lógico que el
pensamiento predominante en las sociedades ágrafas de agricultores y de cazadores-
recolectores. Las investigaciones con que contamos, sin embargo, muestran que esa
creencia es falsa y que el pensamiento occidental tiene una sola propiedad distintiva
que lo separa del pensamiento existente tanto en las sociedades de agricultores como
en las de cazadores-recolectores: la descontextualización (1991: 95).
Pero además, para este autor, la cultura escrita no es la única causa de pensamiento
descontextualizado, ya que lo que ella hace es intensificarlo. La causa de la descontextualización
es el crecimiento de las sociedades; cuando éstas ya no comparten un fondo común de
información fruto de la principal interacción cara a cara. Cuando la interacción implica
relaciones con extraños que no comparten la misma información, el individuo debe incluir
en su mensaje toda la información pertinente que permita la comprensión del enunciado sin
estar presente. “Este es el impulso original que lleva al pensamiento descontextualizado:
el de suministrar información que es ajena a las personas que llevan vidas diferentes a
las de uno, dentro de sociedades más grandes que los grupos de cazadores y recolectores
aborígenes” (Denny 1991: 104).
De cualquier manera, lo que suele hacerse es especificar características esenciales a los
desempeños orales (Ong 1982: 38-80) y escritos (Street 1984: 19-65). Así, la antropología
y la lingüística han contribuido a clasificar las sociedades en alfabéticas y ágrafas como

14
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

entidades puras y separadas.1 Los antropólogos se han preocupado de las escrituras de los
“primitivos”, mientras los lingüistas se ocuparon de la escritura como tal (es decir, alfabética).
De manera que cuando se habla de pueblos o civilizaciones orales o sin escritura se tiene
como telón de fondo “una división etnocéntrica entre alfabetizados y no alfabetizados”
(Cardona 1991: 130).
Si nos atenemos al modelo ideológico planteado por Street (1984: 95-125),2 ponemos atención
a la escritura en el juego de interrelaciones sociales e institucionales de un determinada
sociocultura. En este sentido se concibe la escritura “como un sistema simbólico arraigado
en la práctica social y, por tanto, inevitablemente conectado con una diversidad de valores
sociales” (Zavala 2002: 33).
Desde esta perspectiva, las habilidades y conceptos que acompañan la adquisición de
escritura no se deben a las características intrínsecas de la misma sino que son parte de las
ideologías construidas socialmente y por tanto varían los modos distintos de significar y
vivenciar la experiencia de escritura, según los procesos de adquisición de la misma. Estos
procesos están relacionados con diferentes convenciones sociales, culturales e ideológicas
en contextos específicos (Street 1984: 1-3). Como señala el mismo autor,
Those who subscribe to this model concentrate on the specific social practices of
reading and writing. They recognise the ideological and therefore culturally embedded
nature of such practices. The model stresses the significance of the socialisation
process in the construction of the meaning of literacy for participants and is therefore
concerned with the general social institutions through wich this process takes place
and no just the explicit “educational” ones (Street 1984: 2-3).
El paradigma ideológico evita polarizar sociedades orales y letradas: la “gran división” a
la que se refiere Goody en uno de sus clásicos textos (Goody 1977). La mayoría de los
pueblos y culturas del mundo no se encuentra en uno de estos dos estados de manera pura;
las llamadas culturas orales se interrelacionan, desde hace un buen tiempo, con otras culturas
influenciadas por la escritura y reciben la influencia de la presencia de individuos letrados
(Lindenberg 1996).
El análisis de sentido de la escritura y de su proceso de adquisición dependerá del estudio de
los procesos sociales e institucionales en los que se basó la adquisición de la misma en una
determinada comunidad. Es el proceso de adquisición el que le confiere sentido a la escritura
y a la lectura tal como es percibida por los usuarios que las practican en forma particular
(Street 1984: 95-96).

1
Al respecto, puede ser interesante vincular estas nociones de pureza ontológica con la manera como se
construyó la imagen de mestizo, asociado a la impureza, el desorden y la transgresión del orden político
desde la Colonia hasta tiempos presentes (De la Cadena 2008).
2
Aunque Street hace sus planteamientos desde el horizonte de la escritura alfabética, nos parece útil su
propuesta de modelo ideológico.

15
FERNANDO GARCÉS V.

De manera que es necesario, en principio, replantear la división entre culturas orales y


escritas. La división entre culturas orales y cultura escrituraria alfabética omite la existencia
de escrituras “otras” y las continuidades presentes entre los extremos tipo.
1.2. Conceptualizar la escritura
Las concepciones clásicas de escritura están marcadas por establecer la distinción entre lo que
es verdaderamente escritura y lo que serían versiones incompletas, parciales o prefijaciones
de lo escrito. El punto de partida para establecer la distinción es la canonización de quienes
usan la escritura alfabética como modelo para definición de la escritura (Cardona 1991).
¿En base a qué criterio o criterios se podría definir la escritura? O más bien, ¿en base a qué
criterios se lo ha hecho? Enumero algunos:
1) El lenguaje oral como distintivo entre lo animal y lo humano. Lo que nos diferenciaría de
los animales es el lenguaje oral y la escritura basada en el lenguaje oral sería la mejor de
todas porque correlativamente es signo de “humanidad” (Goody y Watt 1968; Sampson
1997).
2) La vinculación entre lengua oral y escritura se relacionaría con el desarrollo de funciones
intelectuales. La escritura alfabética permitiría desarrollos cognitivos e incremento de
la capacidad de acumulación de información, lo que facilitaría que nos dediquemos a
actividades analíticas antes que mnemónicas (Goody y Watt 1968; Olson 1994; Ong
1982). Como dice Olson, “la escritura es en gran parte responsable de que seamos
conscientes del lenguaje” (1994: 18).
3) La vinculación de la escritura alfabética con requerimientos comerciales (contabilidad),
estatales (fijación de aparato legal y burocracia) y religiosos (preservación y transmisión
de textos sagrados) (Bowman y Woolf 1994).
4) La exactitud comunicacional: la escritura alfabética permitiría expresar exactamente lo
que se quiere decir sin dar lugar a ambigüedades, como sí ocurriría con las escrituras
logográficas (DeFrancis 1989).
5) Los rezagos evolucionistas que consideran al ser humano contemporáneo como superior
de las “fases anteriores” de desarrollo. En términos escriturarios se establece la secuencia
escritura pictórica → escritura ideográfica → escritura alfabética. Así, se instituye lo
humano actual como punto de llegada y se ve a los contemporáneos distintos como no
coetáneos (Morgan 1877; Rousseau 1781; Gelb 1952). Dice Tylor: “La invención de la
escritura fue un gran adelanto, merced al cual el género humano se elevó de la barbarie a
la civilización” (1888: 202); “Con razón puede trazarse la línea divisoria entre la barbarie
y la civilización donde aparece la escritura, pues ella da fijeza a la historia, a la ciencia y
a la ley” (1888: 203).
Lo interesante en todas estas exposiciones es que, como dice Harris (1995), se hacen tales
afirmaciones al margen de la elaboración de una teoría de la escritura y de la comunicación

16
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

escrita. Una teoría de tal naturaleza es la que permitiría establecer un criterio de definición.
¿Cuál es o puede ser el punto de partida de una elaboración teórica de la escritura en
cualquiera de sus “versiones”? El nivel más básico y a la vez fundamental es su categoría de
signo (Harris 1995). En este sentido, es la semiótica la que podría ayudarnos a establecer los
alcances y limitaciones de cualquier hecho y proceso escriturario. Y ello porque “no todos
los fenómenos co-/municativos pueden ser explicados por medio de categorías lingüísticas”
(Eco 1968: 217-218).
Desde una perspectiva semiótica (Harris 1995) y antropológica (Cardona 1991), entonces,
podemos pensar una teoría de la escritura tanto desde al ámbito receptivo como productivo;
tanto desde el punto de vista de la producción del sentido como desde la perspectiva de las
mediaciones que permiten la liberación de posibilidades de significación (Eco 1976); tanto
desde la perspectiva de una performance individual como desde la perspectiva de una suerte
de atmósfera social o “cultura alfabética” (Goody y Watt 1968); tanto desde sus implicaciones
biomecánicas como desde sus activaciones cognitivas (Harris 1995); tanto desde los ámbitos
de expresión como desde los soportes y medios de la materialidad que utiliza (Ong 1982);
tanto desde su especificidad como desde sus vínculos con otras actividades manuales (Ingold
2007).
Como se ve, son múltiples las posibles entradas para analizar el fenómeno escriturario. A
continuación quiero presentar algunos de los posicionamientos de lo escriturario a fin de
ubicar la contribución que pretende establecer el presente trabajo.
Calvet (1996) cuestiona la idea de que la escritura naciera del deseo de dotar de transcripción
a la lengua, de subordinar la escritura a la lengua. Su punto de vista parte de situar la escritura
en los dos grandes modelos de expresión que el ser humano ha usado desde sus orígenes: lo
pictórico y lo gestual.
Y es que el hombre ha utilizado y sigue sirviéndose todavía de múltiples medios de
expresión (por supuesto, de la palabra, pero también del gesto, la danza, las señales
de humo, el lenguaje de los tambores, los pictogramas, los tatuajes, las pintu-/ras
parietales prehistóricas, el maquillaje, las formas de vestir, etc.) que pueden englobarse
dentro de dos grandes grupos: el de la gestualidad, que comprende aquellos sistemas
por definición fugaces, y el de lo pictórico, compuesto por aquellos otros sistemas
con cierta capacidad de perduración, de resistencia al tiempo o capaces de salvar el
espacio. Es decir, que lo pictórico está vinculado a una función particular, incorporado
a la función de expresión o de comunicación (y pudiendo en ocasiones elevarse por
encima de ellas): asegurar la conservación o la perennidad del mensaje. Lo gestual
tiene sentido en el aquí y el ahora, en el instante, y lo pictórico encuentra su sentido en
lo relativo a la distancia o a la duración, puesto que deja alguna huella (Calvet 1996:
23-24).
Lo pictórico supone una forma que puede encarnarse en objetos semantizados, significados.
Tales signos pueden nombrarse mediante la lengua, pero sin importar qué lengua. No hay

17
FERNANDO GARCÉS V.

vínculo directo entre marca pictórica y lengua. Hay, sin embargo, una historia de vinculación,
de encuentro entre lo pictórico y lo gestual: esto se da justamente cuando lo pictórico expresa
mecanismos de reproducción gestual mediante la lengua.3 De esta manera, según Calvet,
habría surgido lo propiamente escriturario (Calvet 1996).
Otros autores plantean distinciones que se formulan bajo la idea de sistemas completos o
integrales vs. sistemas defectivos, parciales o restringidos.
Así, para DeFrancis (1989: 6) habría dos tipos de comunicación: una parcial y una total.
La comunicación parcial contempla los ámbitos de lo vocal (exclamaciones, gruñidos,
chillidos), lo táctil (caricias, golpes), lo gestual (señalamientos, mímica), lo material
(wampums, quipus) y lo gráfico (divorciado de lo escriturario, como las pinturas rupestres
y las pictografías amerindias; o vinculado a lo gráfico, como las notaciones científicas y
los códigos especiales). Lo gráfico puede ser compartido por la comunicación basada en
el habla, que él llama full language. La comunicación basada en el lenguaje hablado (que
es full language) tendría como componentes el lenguaje escrito, el lenguaje de signos y el
lenguaje táctil. Para este autor, la comunicación plena está basada en el lenguaje hablado:
“Full communication starts with spoken language” (DeFrancis 1989: 6).
Por el lado de la escritura, habría dos principales escuelas de pensamiento cuyos adherentes
podrían ser etiquetados como inclusivistas o exclusivistas. Para la primera, la escritura
incluye cualquier sistema de símbolos gráficos que sea usado para expresar algunas ideas;
para la segunda, la escritura incluye sólo aquellos sistemas de símbolos gráficos que pueden
ser usados para expresar cualquier y todo tipo de pensamiento o idea. De tal manera que
se podría distinguir entre un sistema parcial de escritura (partial writing system) y un
sistema pleno de escritura (full writing system). El primero se considera parte del segundo.
(DeFrancis 1989: 4-5).
The inclusivist definition of writing includes such limited systems as mathematical
notation and chemical formulas. It also includes petroglyphs, Amerindian pictographs,
and international symbols such as those for ‘No Parking’ and ‘No Smoking’. The
exclusivist definition of writing excludes these symbols on the grounds that while they
permit partial expression of thought, they are far too limited and cannot be expanded
into complete systems that would enable us to write a poem or a philosophical treatise
or a manual on how to operate a word processor. Exclusivist point out that not all the
sounds we produce are music, and not all the motions we make are dance. So why / the
must all the marks we make be considered writing? (DeFrancis 1989: 4-5).4

3
Este parece ser el sentido de la definición de escritura que proporcionan Arnold y Yapita (2000) cuando
definen la escritura como base de vocalización para producir sentido, es decir, en la interacción entre los
templetes diversos y la voz a fin de producir sentido (Arnold y Yapita 2000: 36).
4
Habría que preguntarle a DeFrancis si es posible describir, con una escritura plena como la alfabética,
una obra como la quinta sinfonía de Beethoven o si un pintor podría recrear el cuadro de Las meninas,
sin conocerlo, a partir de la descripción que Foucault (1968: 13-25) hace del mismo.

18
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Con respecto a la escritura llamada pictográfica añade el haberse conferido un poder


exagerado a las imágenes bajo el cliché de que una imagen tiene más valor que mil palabras.
Para DeFrancis las imágenes son frecuentemente ambiguas, especialmente sin contexto, y
no son intrínsecamente obvias o transparentes en su significado (DeFrancis 1989: 44).
Déléage (2013a), por su parte, replantea el debate sobre la oposición escritura logográfica
vs. escritura fonográfica. Partiendo del hecho que el chino es considerado una lengua logo-
silábica, es decir, que la mayoría de sus signos articulan tanto logogramas como fonogramas,
propone más bien pensar las escrituras como integrales y selectivas. Las escrituras integrales
serían aquellas que permiten inscribir gráficamente la integridad de cualquier discurso; por
el contrario, las escrituras selectivas codifican sólo algunas partes específicas del discurso
(Déléage 2013a: 8-11). El caso de la escritura china, considerada ideográfica, es importante
porque muestra que funciona como una escritura integral. Como veremos en el siguiente
capítulo, a diferencia de la china, la mayoría de las escrituras logográficas funcionan como
escrituras selectivas, aunque con mayor o menor amplitud tipológica de discurso.
Desde el lado de la antropología, Goody (1968: 21-30) explicita una visión similar a la
de DeFrancis en cuanto a la escritura parcial en términos de cultura escrita restringida.
Menciona como factores para que se dé tal situación la tendencia a mantener el secreto, la
preservación del monopolio de la escritura, la mediación de un maestro como intérprete del
conocimiento sagrado, los materiales empleados para preservar la comunicación y el hecho
de que una sociedad puede tener escritura (incluso alfabética) pero no cultura escrita en el
sentido de los griegos.
Su visión, sin embargo, mantiene la ligazón con la base lingüística de la escritura:
La importancia de la escritura radica en que crea un nuevo medio de comunicación
entre los hombres. Su servicio esencial es objetivar el habla, suministrarle al lenguaje
un correlato material, un conjunto de signos visibles. De este modo, el habla puede
transmitirse a través del espacio y preservarse a través del tiempo; lo que la gente dice
y piensa puede rescatarse de la transitoriedad de la comunicación oral (Goody 1968:
12).
Para Sampson (1997: 50), “La dimensión ‘completo’ versus ‘incompleto/defectivo’ […] se
refiere al grado en que una escritura (sea logográfica o fonográfica) provee representaciones
para todo el espectro de unidades relevantes en la lengua en cuestión”, con lo que no deja de
tener como punto de referencia a la lengua hablada tal como vimos en DeFrancis.
Cardona, por su parte, plantea que “se tendrá escritura cuando se esté frente al uso de un
sistema de signos gráficos” (1991: 25). Basándose en la perspectiva lingüística de Hjelmslev
afirma, preliminarmente, que expresión y contenido “contraen una función sígnica y de esta
relación nace la unidad: el signo” (1991: 25). El contenido necesita del sentido que es el
pensamiento mismo, aunque todavía no organizado: la materia del contenido. La materia,
amorfa en sí misma, adquiere forma gracias a la intención semiótica. En el plano del
contenido podemos tener la representación conceptual de ‘perro’; en el plano de la expresión

19
FERNANDO GARCÉS V.

tenemos varias posibilidades, con la voz como materia ([kane, dog, perro, alqu]) o con el
papel y la tinta como materia <perro, PERRO, perro>. Sin embargo, el problema se presenta
cuando una representación gráfica no se corresponde con una lengua particular:
En este caso, la representación gráfica puede corresponderse, en el plano
de la expresión, con las formas que vimos antes ([dog] <perro>]). Desde
la perspectiva semiótica, por contrapartida, “Un signo gráfico
estará, pues, dado por la relación entre contenido y expresión
en el plano gráfico” (Cardona 1991: 27); no obstante, es claro
que “un solo signo gráfico no es todavía escritura; para que lo
sea son necesarios más signos relacionados en un sistema de
oposiciones” (Cardona 1991: 27).
Así llegamos a la noción de escritura que propone Cardona:
Será pues un sistema gráfico todo conjunto (finito y enumerable) de signos en el
que a los elementos gráficos se asocian significados distintos y explicitables
lingüísticamente por la comunidad. El ele-/mento gráfico es naturalmente todavía
una unidad abstracta y se hará perceptible por obra de grafismos trazados de alguna
manera sobre un soporte, grafismos que deberán ser distintos y estar tipificados, es
decir, repetibles en formas cada vez reconocibles (Cardona 1991: 27-28).
Desde esta perspectiva, el número de signos y la gama de combinaciones posibles no son
elementos definitorios del sistema gráfico. Por ello,
El criterio que considera escritura aquello que está en correspondencia biunívoca con
la lengua es un despropósito en términos semiológicos: si la escritura y la lengua son
dos sistemas semióticos, siempre será posible codificar completamente el primero en
el segundo, porque la lengua es el más vigoroso de los sistemas semióticos, en tanto
que lo inverso no es posible: la lengua nunca puede ser completamente codificada en
otro sistema, y la escritura no es una excepción (Cardona 1991: 29).
A este punto conviene entonces introducir el debate de si debe considerarse escritura sólo
aquellas formas gráficas basadas en la lengua oral. Esto es lo que plantea la mayoría de los
autores (Goody 1968; Ong 1982; Gelb 1952; Sampson 1997), tal como hemos adelantado.
Sólo podría considerarse escritura aquello que es expresión del lenguaje oral. Los demás
serían pre, proto o lo que sea escritura pero no escritura en sentido verdadero o completo
(como hemos visto en el caso de DeFrancis y Sampson).
La distinción entre escritura sin base oral y escritura con base oral suele llamarse
semasiografía y fonografía. Así, Gelb (1952: 11) afirma que el estado semasiográfico de
la escritura es aquel que expresa “meanings and notions loosely connected with speech”;
similar a la concepción de Sampson para quien los sistemas semasiográficos “indican las
ideas directamente” (1997: 42).

20
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Frente a ello, el estado fonográfico de la escritura, por el contrario, sería aquel que expresa el
habla (Gelb 1952: 11). En sentido amplio, es lo que Sampson denomina sistema glotográfico,
es decir, aquel que proporciona “representaciones visibles de los enunciados de la lengua
oral” (Sampson 1997: 42).
Esta división, que cuestionaremos en su momento, no deja de tener una sutil carga etnocéntrica
y evolucionista; así, si bien es cierto que “writing in the widest sense cannot be in all stages
identified with speech” (Gelb 1952: 10), también se considera que el alfabeto es “the most
developed form of writing” (Gelb 1952: 15).
En este contexto puede ser interesante discutir el vínculo de la escritura, de cualquier tipo,
con el desempeño oral de los individuos y de los colectivos humanos. Este tipo de análisis
ha sido desarrollado desde la filosofía deconstruccionista de Derrida (1967a y 1967b). Este
autor postula la necesidad de pasar de un pensamiento logocéntrico a un pensamiento
gramatológico mediante la decentrición del sujeto, el cuestionamiento a los valores
considerados universales y a la unidimensionalidad de la racionalidad del hombre moderno
(Estermann 1988: 24). Derrida ubica como problema de fondo la relación entre signo y
sentido, entre las palabras y las ideas, entre el lenguaje y su fundamento. Frente a la clásica
valoración de un sentido-idea-fundamento verdadero y estático, el autor reivindica el valor
autónomo de los signos, dando primacía al fenómeno, a la manifestación. El modo ejemplar
de este fenómeno-manifestación es la palabra. En la tradición filosófica la palabra-signo ha
estado siempre vinculada a un sistema comunicativo que buscaba expresar o indicar algo,
por lo que el sentido (el algo) precedía como fundamento al signo. Este algo, en la historia
de la filosofía, ha asumido los nombres de logos, ser, idea, lo que ha constituido a la tradición
occidental como logocéntrica; en ella, el signo ha tenido siempre una función subsidiaria, es
decir, remitida siempre a un logos, a un significado que sitúa en el ser su fundamento último.
Es el ser, entonces, el que aparece como garantía de sentido.
En esta perspectiva, el signo será subsidiario y accesorio a la verdad, el lenguaje al ser, la
palabra al pensamiento y la escritura a la palabra. Este logocentrismo, además, va de la mano
con un fonocentrismo o reconocimiento de la palabra como signo por excelencia. Aquí, la
palabra no es casi signo, sino casi presencia; ella está cerca del logos en cuanto se desvanece
apenas pronunciada y, por tanto, resulta ser la menos oculta y menos alejada del ser como
presencia (Derrida 1967a: 11-35).
Pero de otro lado tenemos que la escritura es una operación originaria que disocia, objetiva,
distancia y aleja al signo de la presencia o atadura al ser. La escritura, entonces, adquiere
independencia, se autonomiza, es poder de olvido del ser, del logos, de la presencia (Maceiras
1994: 93). Así, en el programa de Derrida se trata de saber encontrar el valor del lenguaje,
no por su referencia por el algo que expresa, sino por las diferencias que constituyen la
entidad de cada signo y del sistema en su conjunto.
Al introducir este autor el término diferencia recurre frecuentemente a un juego lingüístico
en francés: différence es reinterpretado como différance, entendiendo por ello el efecto o

21
FERNANDO GARCÉS V.

resultado producido por el conjunto de las relaciones entre los signos (Maceiras 1994: 93).
Para Derrida los significados de un signo sólo se pueden obtener mediante la relación con
otros significantes. En tal sentido, no se puede hablar de un origen de la significación, de
una significación trascendental, ya que los signos son referenciales en la relación con otros
signos. Así, différance quiere decir simultáneamente ‘diferenciar’ y ‘diferir’. Todos los
signos llevan las huellas de otros signos y toda significación es una archiescritura ya que
oralidad y escritura dependen de la ausencia, no de la presencia.
En efecto, siendo la lengua un sistema en el que cada elemento se caracteriza negativamente,
en virtud de su relación con los demás –cada uno es lo que no es el otro– el resultado viene
a ser un campo dinámico de diferencias o inter-ferencias, en el que los signos no están
nunca dotados de un significado definitivo. Por ello, considera el signo como un núcleo con
significado no idéntico y de ahí que la variabilidad de significados provenga de los lectores.
El texto, en tal sentido, es para Derrida el ámbito donde el lector encuentra sólo el juego
de las diferencias que se le brindan como posibilidad de sentidos múltiples. A ello hay que
añadir que cada lector está vinculado a condiciones variables de lectura que hacen imposible
otorgar un significado único a cada signo. El signo es sólo ocasión para significados diversos
dependientes de la diversidad de lecturas. Por eso el significado será siempre provisional,
puesto que una nueva lectura hará brotar otro distinto (1967a: 65). Y desde aquí el lenguaje
será dicha différance o ámbito de interrelaciones de signos que se produce permanentemente
cuando alguien lee.
Los argumentos de Derrida pueden servirnos para poner sobre el tapete el tema de las
escrituras sin palabras (Hill y Mignolo 1994; Hill 1994) desarrollado por Salomon (2004).
Este autor analiza el lenguaje desplegado por las varas de Tupicocha. Se trata de una serie
de inscripciones realizadas en las varas de transmisión de mando que se realiza cada año
en esta y otras comunidades andinas. A través de rayas, aspas y peañas se da cuenta de la
organización de la vida política de la comunidad en sus tres órbitas o jurisdicciones: central,
periférica y nacional. Mediante las varas se articula un sistema de cargos difásico que se
mueve entre el orden jurisdiccional de la comunidad y del Estado. Al respecto dice Salomon:
It is not that staff signs record information which could be expressed in words but is
not. It is rather, that they encode information which Tupicochanos organize through
means other than speech. The graphic act involved is not a translation from spoken
language, but an act of wordless inscription (Salomon 2004: 87).
Se trata entonces, siguiendo Harris, a quien comentaremos en breve, de un tipo de código
integracional antes que telementacional, es decir, “it does not serve to make ideas explicit
and shareable, but to coordinate actions” (Salomon 2004: 103).
Desde esta perspectiva, “staffs are more radically distanced from speech than Old World
insignia” (Salomon 2004: 93). Con ello se refiere en específico a la heráldica, en la que un
código visual como un escudo de armas puede ser verbalizado por la blasonería.

22
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Desde otra perspectiva, la concepción de pseudoescritura y escritura basada en la división de


lo semasiográfico versus lo gloto o fonográfico también puede ser criticada desde su unidad
básica de elaboración, es decir, la línea. Es la ruta de trabajo desarrollada por Ingold (2007).
Él busca desarrollar una antropología comparada de la línea y, para lo que nos compete,
encontrar los vínculos entre dibujo y escritura. Ingold plantea que la historia de la escritura
debe inscribirse en una historia comprehensiva de la notación. Para ello, realiza su trabajo en
confrontación permanente con la modernidad desde dos ámbitos de crítica, uno espacial, a
través de una antropología etnográfica comparada, y otro temporal, a través de la revisión del
trabajo lineal premoderno europeo. Desde esta perspectiva muestra los múltiples vínculos
de la escritura con el habla, la canción, el dibujo y la gestualidad.
En debate con el clásico texto de Ong (1982), Ingold argumenta que fue la técnica del
grabado, y luego la imprenta, la que rompió el vínculo entre el gesto y su rastro. De manera
que no habría sido la escritura como tal la que cosificó la palabra sino la desconexión entre
el gesto y la inscripción gráfica (Ingold 2007: 139). De igual forma, cuestiona las ideas de
que la escritura habría sido una invención precursora de la actual escritura alfabética y de
que tal invención constituyó desde sus inicios un desarrollo tecnológico gracias al uso de
determinadas herramientas y soportes.
En cuanto a considerar la escritura alfabética como invención, Ingold se pregunta quiénes
fueron esos inventores. Hay pocos datos que ofrezcan información al respecto procedente
de distintos tiempos y latitudes. DeFrancis afirma que habría sido un habitante de Jemdet
Nasr a quien se le ocurrió “the completely novel idea of using a pictographic symbol for its
phonetic value” (DeFrancis 1989: 74). Y más adelante afirma: “The real inventor of what
became the full system of Sumerian writing appears to have been someone from Jemdet
Nasr, who around the year 3000 b.c. first thought to use a pictograph as a phonetic symbol”
(DeFrancis 1989: 75). Este paso de lo pictográfico a lo fonético se habría dado con el
mecanismo del rebus, es decir, un procedimiento mediante el cual un pictograma se habría
usado para representar no un objeto sino el sonido de la palabra que sirve para nombrar
el objeto. Este principio rebus, como lo llama DeFrancis, habría sido “one of the greatest
inventions in human history” (1989: 50). Y ello porque “Pictographs used as pictographs
lead nowhere. Pictographs used as phonetic symbols lead to full writing. All inventions of
full writing originated from pictographs. Not all pictographs lead to writing” (DeFrancis
1989: 50).
Sobre lo dicho, Ingold afirma:
Of one thing, I think, we can be relatively sure. Those nameless individuals credited
by modern scholars with having invented the earliest scripts –and there seem to have
been several, who hit on the same idea quite independently– did not first conceive in
the abstract, and then proceed to construct, full-blown, purpose-built writing systems.
They did not even imagine the possibility of writing as we would think of it now. All
they did was to find expedient solutions to the very specific, local difficulties involved
in such tasks as keeping accounts, recording proper names, registering ownership or

23
FERNANDO GARCÉS V.

divining fortunes. In each case, the solution lay in pressing well-known and readily
identifiable icons into service for the new purpose of standing for speech sounds.
What modern historians rather grandly call ‘writing systems’ undoubtedly developed
as accumulations of expediencies of this kind (Ingold 2007: 142).
En cuanto a considerar la escritura como una tecnología, y como una tecnología que
reestructura el intelecto, tal como lo ha afirmado Ong (1982, 1986), dice este autor que la
escritura alfabética, en particular, “constituye una tecnología que necesita herramientas y
otro equipo: estilos, pinceles o plumas; superficies cuidadosamente preparadas, como el
papel, pieles de animales, tablas de madera; así como tintas o pinturas, y mucho más” (Ong
1982: 84). Al respecto dice Ingold: “Ong’s claim that writing is a technology because it
involves the use of tools appears even less credible when we take into account the possibility
that writing requires no instruments beyond what the body provides, nor even any artificial
materials” (Ingold 2007: 146). Afirmación que puede ser ratificada con los casos presentados
por Cardona a propósito de lo que él llama “escrituras efímeras” (Cardona 1991: 52-55).
Ingold concluye:
What then remains of our initial proposition, that writing is a technology? Very little.
Was writing invented? No. What was invented was the rebus, a device that has been
exploited in some but not all writing systems to facilitate the depiction of speech
sounds. Does writing use tools? Usually yes, but not / necessarily. And anyway, the
use of tools does not imply the operation of a technology. Is writing artificial? No. Nor
is it natural. It is a product of development. If there is one thing, however, of which we
can be reasonably sure, it is that line-making of one sort or another is as old as speech.
For as long as people have been talking to one another, they have surely also been
gesturing with their hands, and of these gesture a proportion will have left traces on
surfaces of various kinds. Probably the vast majority of these traces would have been
quickly erased, either to make way for new ones, or simply through normal processes
of erosion. Thus only a small sample actually survive for any length of time. But if
we are interested in the history of the line, these are the ones we have to work with
(Ingold 2007: 148-149).
Finalmente, es importante pasar revista a la propuesta de Harris (1995), quien pretende
ofrecer los elementos fundamentales de una teoría de la escritura.
Su punto de partida es una crítica a la concepción evolucionista de escritura proporcionada
por Ignace Gelb (1952). En efecto, con su trabajo, este autor decía que “The aim of this study
is to lay a foundation for a new science of writing which might be called grammatology”
(Gelb 1952: v). Y añadía que “the new science attempts to establish general principles
governing the use and evolution of writing on a comparative-typological basis (Gelb 1952:
v). En tal sentido, al inicio del capítulo dedicado a la evolución de la escritura este autor
afirmaba: “I shall try in the following to sketch the history of writing in its evolution from
the earliest stages of semasiography, in which pictures convey the desired meaning, to the
later stage of phonography, in which writing expresses language” (Gelb 1952: 190).

24
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Harris comenta los pasajes citados diciendo que Gelb dio por sentado que la escritura había
evolucionado a formas “mejores”.
No debe sorprender, pues, que su estudio de los sistemas de escritura presentara la
historia de las experiencias humanas en el campo de la comunicación escrita como
un lento progreso desde forma ‘primitivas’ hasta formas más avanzadas, comenzando
por la tosca pictografía y culminando finalmente en el tipo de escritura al que los
académico europeos están más habituados, es decir, la alfabética. Tampoco vaciló
en asociar las formas ‘primitivas’ de escritura con los pueblos ‘primitivos’, e incluso
insistió en este último término (Harris 1995: 12).
Concediendo el valor del trabajo de Gelb en el contexto de los años 50 del siglo pasado, en
el que varios factores limitaron su mirada, Harris considera que en la actualidad
ya no es posible tomar como punto de partida el ambicioso y pionero trabajo de Gelb.
Lo que una teoría general de la escritura requiere en la actualidad es un marco que,
ante todo, no prejuzgue las relaciones entre escritura y otras formas de comunicación;
debe ser un marco que abra estas relaciones a la investigación empírica, sin dejar de
ofrecer fundamentos coherentes, esenciales para tal indagación (Harris 1995: 14).
Así, la propuesta de construcción de una teoría de la escritura en Harris, se bosqueja en tres
ámbitos específicos: 1) explicitar el tipo de concepción de comunicación que se adopta y en
la cual se inserta la escritura; 2) hacer explícitas las restricciones de la comunicación humana
dentro de las cuales se puede identificar la escritura como una forma de comunicación; y, 3)
dar cuenta de las formas de escritura reales y posibles en el marco de la combinación de los
factores y restricciones expuestos (Harris 1995).
Para el primer ámbito, Harris asume una concepción integracional, no telemental, de la
comunicación humana. “Esto significa que la comunicación no es concebida como un
proceso de transferencia de pensamientos o mensajes de una mente individual a otra, sino
como la integración contextualizada de actividades humanas por medio de signos” (Harris
1995: 15). Añade que “Optar por el enfoque integracional abre las posibilidades de una
tipología de los sistemas de escritura que supera por completo la división tradicional entre
escritura glótica y no glótica, y se centra más bien en las similitudes y diferencias entre los
modos en que diversos tipos de escritura utilizan el espacio disponible” (Harris 1995: 91).
Con respecto a las restricciones pertinentes sobre la comunicación humana, identifica tres:
biomecánicas, macrosociales y circunstanciales. “Los factores biomecánicos se relacionan
con las capacidades fisiológicas y psicológicas del organismo humano. Los factores
macrosociales se relacionan con las prácticas culturales y las instituciones establecidas en
una comunidad determinada. Los factores circunstanciales se relacionan con el contexto de
comunicación y las actividades reales involucradas” (Harris 1995: 15).
Finalmente, la variación de estos factores o parámetros se corresponde con formas
características de escritura (glótica, matemática, musical, etc.) y con diferentes maneras de

25
FERNANDO GARCÉS V.

organización textual (Harris 1995: 15). Para Harris (1995: 25) la escritura glótica se refiere
a las “formas de escritura relacionadas específicamente con la lengua oral”.
Esta propuesta, como ya adelantamos, se enmarcaría en un tipo de estudio que se puede
llamar semiológico. Y es que no se trataría de ofrecer una definición específica del término
escritura porque ello no contribuye a la comprensión del tema sino a crear una laguna teórica
que, en realidad, la semiología estaría en condiciones de llenar debido a que
la escritura requiere la creación y el uso de ciertos tipo de signos. La diferencia es que
mientras que los científicos de otras disciplinas dan por sentada la existencia del signo
escrito y luego se centran en determinados aspectos o ejemplos según su conveniencia,
el semiólogo debe investigar las consecuencias teóricas de esa existencia y situarla en
relación con la existencia de otros tipos de signos (Harris 1995: 33).
En tal sentido,
lo que aquí se propone es tratar la escritura como una función de la versátil capacidad
humana para hacer signos. Este estudio apunta a analizar los principios básicos
que resultan operativos en esta singularmente compleja forma de comunicación sin
tener en cuenta si el texto producido es un soneto de Shakespeare, la partitura de la
Quinta Sinfonía de Beethoven, una firma en un cheque o la etiqueta de un artículo de
supermercado (Harris 1995: 15).
Esta perspectiva nos llevaría a hablar de una semiología de la escritura, la cual debería
distinguir entre una teoría de la comunicación escrita, una teoría del signo escrito y una teoría
de los sistemas de escritura; elementos que a su vez deberían considerarse componentes
nucleares de una teoría semiológica de la escritura (Harris 1995: 44).
Resumamos lo desarrollado hasta aquí:
En cuanto a los sistemas clasificatorios de culturas orales y culturas escritas hemos visto
cómo la escritura ha sido homologada con la escritura alfabética, además de ser valorada en
clave evolucionista, asociándola con la civilización. Primero se pintan los objetos, luego se
representan las ideas por medio de signos convencionales y luego se representan sonidos.
Cada forma de escritura se corresponde con los estadios de civilización. En esta perspectiva
la escritura ha servido para desplegar sistemas etnocéntricos de clasificación. Un asunto
interesante aquí es la idea expresada por Acosta según la cual la escritura “por pintura”
habría sido la más extendida en el conjunto de los grupos humanos.
Por el lado de las conceptualizaciones de escritura queda claro que éstas generalmente se
basan comparativamente en los desarrollos contemporáneos de la escritura alfabética. Para
ello, históricamente se ha echado mano de diversos criterios definitorios: la distinción entre
lo animal y lo humano; 2) la creencia de que la escritura facilita el desarrollo de determinadas
funciones intelectuales; los requerimientos comerciales, estatales y religiosos como factores
de desarrollo de la escritura; la necesidad de nexos comunicacionales más exactos.

26
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Entre las distintas formas de conceptualizar la escritura predomina aquella en la que para ser
tal ella debe tener una base lingüística. Sin embargo, ha quedado claro que no hay un vínculo
directo entre marca pictórica y lengua, aunque sí una relación histórica entre lo pictórico y
lo gestual. El caso de la escritura sin palabras de Tupicocha da cuenta de la manera en que
se organiza la vida política de una comunidad en un código no traducible verbalmente. Los
estudiosos del fenómeno escriturario persisten en establecer sistemas clasificatorios basados
en totalidad o integralidad vs. parcialidad, selectividad, restricción.
Desde la filosofía deconstructivista la escritura no está asociada al ser y al logos sino que
se constituye en la différance, en el juego de la interrelación sígnica y la imposibilidad de
otorgar un significado definitivo a sus expresiones.
Por otro lado, pensar la escritura desde la línea como unidad básica de elaboración nos
llevaría a la necesidad de reescribir su historia en clave de historia de la notación. Habrían
sido el grabado y la imprenta las que habrían roto el vínculo entre el gesto y el rastro y, por
tanto, las que que han cosificado la palabra. Esto descalifica a Ong y sus postulados en el
sentido de que la escritura consistiría en una invención especial y en una tecnología que
reestructura el intelecto gracias al uso de herramientas. Y ello porque la escritura es tan
antigua como el habla.
Desde la propuesta de Harris hemos desplegado la crítica a una concepción evolucionista
de escritura, tal como la propusiera Gelb. Hoy se requiere de un marco comprensivo que
no prejuzgue lo que se puede considerar escritura sino que ofrezca fundamentos coherentes
a partir de la investigación empírica. En tal sentido, ante la ausencia de una teoría de la
escritura y de la comunicación escrita se requiere volver al nivel más básico y fundamental
de su producción, es decir, trabajar desde su categoría de signo. Se propone, entonces, un
estudio semiótico de la escritura a partir de la noción de signo. Es la semiótica la que tendría
que ayudarnos a establecer los alcances y limitaciones de los hechos y procesos escriturarios.
Esto nos exigiría dejar de concebir la escritura de manera telemental para comprenderla en
términos integracionales.
Es en este conjunto de reflexiones que se puede comprender el trabajo que presentaremos
en los capítulos siguientes a propósito de lo que denominamos escritura andina. Se trata
de las múltiples formas, mecanismos y ámbitos que han encontrado y encuentran rutas de
expresión en las prácticas escriturarias contemporáneas.

27
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Capítulo 2
Las escrituras logográficas: algunos ejemplos

En el presente capítulo se presentan distintas experiencias de escritura logográfica ubicadas


en una pluralidad de tiempos y lugares. Para ello, inicialmente se hace la distinción entre
escritura logográfica y escritura fonográfica; luego, con el propósito de ubicar en un contexto
más amplio la escritura logográfica andina, se muestran características escriturarias propias
de la pintura rupestre y de las escrituras china, kuna, rapa nui, azteca y de varios pueblos
indios de Norteamérica.
2.1. Escrituras logográficas y escrituras fonográficas
Siguiendo los patrones clásicos, la escritura fonográfica se define como aquella que surge
de la necesidad de emitir palabras y sonidos que no pueden expresarse adecuadamente
por representaciones figurativas o simbólicas. El procedimiento “inicial” parece ser el
mecanismo de rebus; es decir, el uso de una logografía que permita recordar un sonido
similar al de origen. Así, Gelb ilustra el caso con el siguiente ejemplo: “The procedure
involved may result in a full phonetic transfer, as in a drawing of knees to express the name
‘Neil’ (from ‘kneel’), of the sun for the word ‘son’, or even together in a drawing of knees
plus the sun to express the personal name ‘Neilson’” (Gelb 1952: 67).
En el caso de la escritura católica andina, se da el mismo mecanismo: se usa el logograma
de un charango para evocar la palabra chayraykutaq ‘por eso’ (INIAM 2015a). La escritura
fonográfica puede ser silábica, como en el caso de varios códices aztecas (Mariño 1988), o
alfabética tal como se la conoce en los idiomas romances.
La escritura logográfica o semasiográfica está orientada a expresar el contenido, el
significado de las palabras (Haarmann 1991: 157; Gelb 1952: 11) y puede incluir tanto lo que
tradicionalmente se denominaba pictografía como ideografía. En las definiciones clásicas
“La pictografía es la escritura a través de dibujos realistas, es decir, figuras que describen e
imitan la realidad” (Mariño 1988: 91), mientras “Dos son las características básicas que nos
definirán ideografía: la primera, que sus signos representativos no se encuentran ligados a
los sonidos; es decir, no dibujan sonidos; y la segunda, que es la representación de una idea”
(Mariño 1988: 139). Ejemplos de escritura pictográfica los encontramos entre los dakota
(Norteamérica), los kuna (Panamá), el arte quiteño (Ecuador) y las pinturas de Solentiname
(Nicaragua) o de Tigua (Ecuador). De otro lado, la escritura china se muestra como la
escritura ideográfica por antonomasia, aunque posee signos de carácter fonético; de igual
forma, la notación matemática se considera escritura ideográfica debido a que los signos
numéricos son convencionales y no representan ni una imagen ni un sonido.
Se suele atribuir al menos cuatro funciones a la escritura logográfica: mnemónica, figurativa,
contable-estadística y religiosa-ritual.

29
FERNANDO GARCÉS V.

La función mnemónica es propia de los sistemas escriturarios en los que el objetivo principal
es recordar fórmulas rituales, canciones, proverbios, etc. (Haarmann 1991; Mariño, 1988).
En cambio, mediante la función figurativa se ofrece información valiosa sobre hábitos de
vida, eventos, historia, mitos, etc. (Haarmann 1991); aquí, además, habría que incluir la
representación geométrica de la realidad ya que, por ejemplo, la representación de un triángulo
constituye por sí misma un triángulo. La función contable-estadística está ampliamente
atestiguada en la escritura egipcia y sumeria, además de ser la función principal de los khipus
andinos (Gelb 1952; Haarmann 1991; Mariño 1988, Salomon 2004). Por último, en varios
de los ejemplos presentados por Mariño (códices aztecas, pintura quiteña, cantos cuna, etc.)
la escritura logográfica está relacionada con aspectos religiosos o rituales (Mariño 1988;
Severi 2010; Garcés y Sánchez 2016).
2.2. Ejemplos de escrituras logográficas
2.2.1. La pintura rupestre
Mariño prefiere hablar de pintura rupestre antes que de arte rupestre debido a que ella expresa
finalidades mágicas o rituales antes que estéticas (Mariño 1988: 95). En términos históricos,
se trata de una tradición que empezó en el paleolítico, sea en cuevas o en rocas al aire libre.
Los ejemplos más conocidos son los de las cuevas de Altamira en España y las de Lascaux
en Francia.
Está fuera de duda que las pinturas de las cuevas no eran algo así como embellecimientos
decorativos de las viviendas, pues los hombres no vivían en las cámaras situadas en
la profundidad de las cuevas, sino en sus entradas. Hay numerosos indicios de que las
cuevas pintadas eran lugares de culto, que servían a diversos fines. En algunas cuevas
se celebraban ritos de iniciación, es decir, ritos cuyo motivo era la adopción de los
jóvenes en el mundo de los adultos. Otras cuevas eran lugares en los que se asistía a
rituales de caza (Haarmann 1991: 23).
Las recurrentes imágenes que se encuentran en la pintura rupestre están impregnadas de un
sentido animista en el que la imagen es equivalente a la cosa representada. Así, la imagen de
un animal pintado en la pared de una cueva “significaba que sometía al animal representado
a un conjuro, y de este modo el animal quedaba en poder del hombre” (Haarmann 1991: 23)
(Fig. 1). De manera que la cueva se convertía en una suerte de “cacería ritual”, es decir, una
manera de matar al animal mediante la imagen (Haarmann 1991: 23; Moorhouse 1953).

30
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 1. Pintura rupestre. Cueva de Lascaux. Detalle del techo pintado. Fuente: Vialou (2012: 23).

Un aspecto importante de la pictografía rupestre es su pervivencia en distintos períodos


históricos; es decir, no se trata de un hecho del pasado paleolítico. En Escandinavia, hasta
la Alta Edad Media se echaba mano de técnicas narrativas que gozaban de mucho aprecio
durante la época vikinga. Se esculpían o cincelaban leyendas, mitos y narraciones en rocas,
losas sueltas o piedra, reflejando la continuidad de la vieja tradición oral nórdica (Haarmann
1991: 31).
Hasta el presente en varios lugares se sigue creando pinturas rupestres, tal como está
reportado entre los bosquimanos de Namibia, en Sudáfrica y en algunos grupos australianos
(Haarmann 1991: 31).
Mariño, por su parte y en referencia a Colombia, dice que las Marcas Guajiras de las piedras
de Aarash y Mapaa son un caso especial de grabados rupestres “puesto que a diferencia de la
mayoría, que ya eran cosa del pasado cuando llegaron los Españoles (Siglo XVI), sus dibujos
son utilizados hoy en día por los grupos Guajiros para marcar el ganado, cumpliendo así una
función de identidad social muy importante” (Mariño 1988: 94) (Fig. 2). Los motivos de la
pintura rupestre sirven de modelo hoy para la elaboración de mochilas y para la inscripción
de imágenes en el cuerpo humano; así mismo, los diseños de Mapaa suelen representarse en
la cerámica, en los tejidos guajiros y en las pinturas faciales que se usan para la celebración
femenina de danzas espirituales (Mariño 1988: 106).

31
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 2. Piedra de Aarash. Fuente: Mariño (1988: 105).

2.2.2. La escritura china


Los más antiguos documentos con escritura china datan de los siglos XII y XI a.C. Antes,
durante los siglos XV a XIII a.C., se escribían pictogramas sobre huesos de animales y
caparazones de tortuga; la finalidad era expresar los oráculos y cultos religiosos. Entre los
siglos XII y VIII a.C. se inscribieron una considerable variedad de caracteres sobre vasijas
de bronce; fueron tallados o forjados en el metal. Entre los siglos IX y VIII a.C. se formalizó
la escritura de sello grande. Hacia el siglo III a.C. se creó la escritura de sello pequeño, una
forma simplificada de la de sello grande. También durante este período se desarrolló un
estilo administrativo de escritura debido a la necesidad de registrar rápidamente el ingente
volumen de documentos oficiales. Durante los últimos 2000 años se han desarrollado otras
escrituras como la estándar, la cursiva y la rápida (Pan 2005: 446-449).
En el tiempo corto, entre 1956 y 1964 la República Popular China implementó una reforma
de la escritura con el fin de simplificar el sistema de aprendizaje y manejo. Este sistema,
hasta el día de hoy, tiene defensores y opositores (Pan 2005).
Se distinguen seis métodos o categorías diferentes de composición y uso de los caracteres:
1) pictogramas; 2) ideogramas; 3) ideogramas compuestos; 4) compuestos fonéticos; 5)
extensión etimológica; y, 6) préstamo falso (Pan 2005: 450-452).
Por la especificidad de este trabajo me detendré en las tres primeras categorías.
Pan explica las categorías referentes a pictogramas e ideogramas chinos bajo el formato
de las definiciones clásicas; esto es, “Los caracteres pictográficos son representaciones
estilizadas de objetos concretos, con rasgos fijos” (Pan 2005: 450). Mientras que “Los
ideogramas son representaciones gráficas de conceptos abstractos; es decir, para aquellos
conceptos que no poseen una forma física susceptible de ser representada mediante líneas, se
crea una presentación simbólica con carácter abstracto” (Pan 2005: 450) (Fig. 3). En cuanto
a los ideogramas compuestos, afirma que “son representaciones gráfico-simbólicas de los

32
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

objetos o de conceptos más elaborados, y surgen cuando se


combinan dos o más caracteres para formar uno nuevo” (Pan
2005: 451).
Es importante recordar que la lengua china pertenece
a la tipología de las lenguas aislantes (principalmente
monosilábica) y, por tanto, su oralidad se articula bien con la
escritura logográfica. Al respecto, dice Mariño:
En efecto, en una lengua monosilábica como lo /
era el chino antiguo, los rasgos distintivos que se
hallan agrupados en una sola emisión de voz son
necesariamente más numerosos que en las sílabas de
una lengua polisilábica, hasta el punto de que cada
signo de escritura no puede en la práctica servir más
que para la notación de una sola palabra, salvo en
los casos relativamente limitados de homofonía. La
escritura refleja, pues, el estado de la lengua: Cada
palabra-sílaba tiene generalmente una pronunciación
que le es particular y no puede, en teoría, ser denotada
más que por un signo que se aplica únicamente a ella,
con exclusión de todas las demás. Así, el carácter
sintético de la palabra-sílaba desde el punto de vista
fonético responde al carácter sintético del signo desde
el punto de vista gráfico (Mariño 1988: 165-166).
2.2.3. La escritura kuna
La escritura logográfica kuna es bastante conocida por su
función mnemónica; de hecho, su principal función es servir
como soporte de la memoria (Severi 1997). Se trata de usar
pictografías para recordar los cantos que permiten curar a los
enfermos. Tales cantos son fórmulas sumamente extensas
que requieren ser recordados por los oficiantes de la sanación Fig 3. Inscripción de una campana
(Mariño 1988: 109-120). de bronce atribuida a Meng de
Chu bajo el reino del monarca
Según los kuna, las pictografías les fueron enseñadas por You (781-771 a.C.). Fuente:
Ibeorgun, el más notable de los héroes culturales kunas. Los Vandermeersch (2012: 79).
neles eran los médicos locales que podían enfermar o curar a
otros mediante la enunciación de largos cantos:
Como la mayoría de las enfermedades son atribuidas a espíritus malignos que arrebatan
el alma del paciente, para curarlo hay que obligar al ladrón sobrenatural a soltar su
presa, recitando largos encantamientos. Un buen Nele debe conocer numerosos cantos
pues los malos espíritus abundan. Para aliviar la carga de memoria, tales cantos –

33
FERNANDO GARCÉS V.

fórmulas– son transcritos mediante dibujos (de imágenes rea-/listas o símbolos). Los
cantos – fórmulas deben ser ‘dibujados’ pues son extensísimos y además, han de
repetirse en un orden determinado (Mariño 1988: 109-110).
Aunque los kunas, hasta el día de hoy, usan los pictogramas para transcribir los largos textos
de sanación no constituyen de ningún modo una representación de los sonidos del lenguaje.
Sin embargo, el uso de los pictogramas establece una fuerte vinculación entre oralidad,
escritura logográfica y memoria (Severi 1997). Con respecto a la extensión de los textos, hay
que anotar que un canto sencillo puede ser transcrito en 570 líneas.
En la escritura pictográfica kuna se encuentran relatos relacionados con el origen de ciertos
seres míticos asociados con el sol o la luna, invocaciones a los espíritus de las serpientes o
aves, cantos funerarios, chamanísticos o vinculados a la iniciación ritual que requieren horas
de recitación y que son recordados por la larga secuencia de signos pictográficos (Severi
1997) (Fig. 4).
Los pictogramas son usados, además, como herramienta didáctica. El discípulo del
chamán, del jefe o de otro especialista aprende, durante varios años, y en largas jornadas, la
performance oral y escrita de los cantos (Severi 1997).

Fig. 4. Pictografía kuna del Canto del Demonio. Fuente: Severi (2010: 190).

2.2.4. La escritura de los pueblos indios de Norteamérica


Presentaré dos casos de escritura de pueblos indios de Norteamérica: la de los ojibwa y la de
los dakota / lakota.
Los ojibwa constituyen uno de los grupos nativos más grandes de Norteamérica. Viven
en Canadá y EEUU (Wisconsin y Minnesota). Realizan dibujos de carácter mnemónico
en la corteza de abedul, mediante incisiones o trazos con carbón, formando colecciones

34
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

importantes de rollos sagrados. La escritura tiene la función principal de recordar canciones


relacionadas con ceremonias religiosas, principalmente en la iniciación de los neófitos de las
órdenes religiosas secretas. Se trata de una escritura chamánica; sin embargo, mediante ella
también se pueden consignar historias, notificaciones, censos, mapas, cálculos matemáticos
y notaciones geométricas (Gelb 1952; Déléage 2013a; DeFrancis 1989).
Los dakota / lakota habitan la pradera central de EEUU. Se dividían en dos grandes grupos:
los dakota eran mayoritariamente agricultores, mientras que los lakota se hicieron cazadores
y pasaron a dominar una extensa zona de la pradera, sobre todo desde la llegada del caballo,
introducido por los europeos en el continente americano. Su dominio se fue diluyendo a
medida que la frontera de los Estados Unidos avanzaba hacia el oeste e iba eliminando los
bisontes, fuente de la subsistencia de este pueblo.
Los dakota usaban métodos para registrar el tiempo por medio de la cuenta de los inviernos
(DeFrancis 1989: 35-37). “The Dakota Indians use a method of recording time by means of
winter counts named after an important event in the previous year in a manner identical with
that the ancient Sumerians and Babylonians, who also named their years after outstanding
events” (Gelb 1952: 41) (Fig. 5).
Severi informa que se pintaba sobre cuero de bisonte y que no se trataba de una cualidad
especial individual, de artistas profesionales o de especialistas, sino de toda una tradición
gráfica compartida por los indios de la Gran Planicie: “le dessin était une partie de la vie
quotidienne” (Severi 2007: 130).

Fig. 5. La cuenta de inviernos Dakota. Fuente: Mariño (1988: 108).

El mismo autor presenta el caso ocurrido entre 1872-1873 en una aldea de la región de las
Grandes Lagos: un jefe sioux elaboró una serie de 57 dibujos en la que aparece un lakota del
grupo teton-sioux a caballo, combinando otras imágenes en las que también aparece solo el
caballo o un alce, un antílope y un ciervo. Fueron recogidos por Walter James Hoffman y
enviados al embajador alemán en Washington para que los donara a los museos etnográficos
de Berlín (Severi 2010: 141-147) (Fig. 6).

35
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 6. Caballo de la Biblia Dakota de Berlín. Fuente: Severi (2010: 144).

Dice Severi:
Apenas veinte años después de haber sido realizados, estos documentos del arte de
los indígenas de América ya entraban en un museo ilustre. El trabajo del anónimo
guerrero que los había dibujado recibía un reconocimiento digno de su valor. Sin
embargo, no era ni siquiera la belleza de los dibujos la que motivaba el envío. Se
trataba también de un fenómeno curioso y, como se dijo, de una importante reliquia;
tal vez, hasta de un caso único. De hecho, esos dibujos tan bellos no estaban trazados
sobre fondo blanco ni sobre el soporte neutro destinado habitualmente para el dibujo.
El autor, aunque muy cuidadoso y detallista, parecía haber ignorado completamente
la naturaleza del soporte sobre el cual trabajaba, y los había dibujado casi todos sobre
las páginas impresas de un pequeño libro. Se trata de una Biblia publicada en lengua
Dakota por la Biblical Society norteamericana en 1866 (Severi 2010: 146).
La Biblia Dakota, entonces, se trata de una serie de dibujos muy similares que muestran la
historia de vida de un guerrero a caballo. Los dibujos hablan de un ritual funerario. Contiene
el testamento espiritual de un jefe indio que se depositará en su tumba para protegerlo. Se
trata del testimonio de una historia pictórica con carácter ritual (Severi 2007).
Un caso similar al reportado por Severi, y más cercano a nuestro contexto, lo encontramos
en la llamada “Hoja de Oroncota” (Ibarra 1953: 257-262). En 1943 el investigador Dick
Ibarra estuvo en Orocota (Potosí). Ahí, una mujer escribió, a pedido de Ibarra, cinco rezos
(Inini, Apu Yaya, Bendito, Los Mandamientos de la Iglesia y Ñuqa Juchasapa) en una hoja
del Diario La Razón de La Paz (Fig. 7 y 8). Dice el investigador que

36
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

la autora escribió sus signos sobre las letras, sin hacer caso de las mismas. La hoja
fue doblada por su mitad, al largo, y sobre cada lado se escribieron cuatro líneas de
jeroglíficos; la escritura sigue un orden boustrophédico hacia arriba, comenzando por
abajo a la izquierda. Los signos tienen de 3 a 4 centímetros de tamaño, y han sido
hechos con anilina en los colores: verde, marrón, y ocre fuerte (Ibarra 1953: 257).

Fig. 7 y 8. Hoja de Oroncota. Fuente: Ibarra (1953: 261-262).

Por otro lado, entre los ejemplares recogidos por el mismo Ibarra en Sampaya (Lago Titicaca),
en 1954, que se encuentran en el Museo de la UMSS, tenemos un cuaderno rústico hecho
con hojas de papel de pólizas de aduana procedente de Puno y fechado en 1889, de 33 x 22
cm. y con escritura ideográfica de un solo lado. De las cinco hojas con escritura ideográfica
que componen este cuadernillo, tres están flanqueadas por rúbricas consignadas en el cuarto
superior izquierdo de la página (INIAM-UMSS 2015a: 52-53, Códigos 1354b, c y d). El
folio codificado como 1354e (INIAM-UMSS 2015a: 54), por el contrario, tiene 10 líneas
de escritura ideográfica inscrita sobre lo que parece ser una lista de productos o inventario
manuscrito y firmado por un tal Saavedra (Fig. 9).

37
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 9. Hoja de papel de póliza de aduana, procedente de Sampaya – Copacabana (La Paz, 1954).
Fuente: INIAM-UMSS 2015a: 54).

Como se ve, hay aquí un dato interesante de escritura ideográfica que funciona de manera
independiente frente a soportes con escritura alfabética inscrita.
2.2.5. La escritura Rapa Nui
Rapa Nui, nombre local de la denominada Isla de Pascua, es una isla polinésica ubicada a
3700 km de Chile. Es conocida por las enormes estatuas moái.
Según Faccetti, la escritura logográfica Rapa Nui es un caso ejemplar de una escritura no
conocida en una lengua conocida; es decir, que los habitantes actuales del lugar no la pueden
leer (descifrar) aunque esté escrita en su lengua. Se sabe, sin embargo, que se trata de una
escritura en boustrophedon y en la que hay que dar la vuelta a la madera (o tablilla) en la que
se encuentra el texto (Faccetti 2002: 199).5
Debido a su cercanía a los grupos polinésicos, históricamente se ha debatido sobre la
originalidad de la escritura Rapa Nui. Haarmann (1991: 203) afirma que se trata de una
“escritura original autóctona”. En ella se pueden distinguir tres clases de textos: los kohau
t’au («bastones del año»), los kohau mama («bastones del levantamiento del tabú») y los

5
En la colección de la escritura católica andina (ver infra) se cuenta con ejemplares en papel que son
leídos de la misma forma. Además, Ibarra (1953) reporta que a mediados del siglo pasado encontró un
caso similar en piedra.

38
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

kohau rongorongo («bastones de la recitación»). Poco se ha conservado de los dos primeros.


En cambio, se cuenta con 21 tablillas de madera de textos rongorongo. En la tablilla de
mayor tamaño “hay un total de 1547 signos grabados, alineados en ocho hileras en cada
cara” (Haarmann 1991: 2013)6 y, recalcando lo dicho por Faccetti, “Cada dos líneas los
signos están cabeza abajo, así que hay que girar la tabilla 180° cada vez que se lee una línea,
para mantener la secuencia gráfica correcta” (Haarmann 1991: 204).
Las tablillas eran usadas para recitar textos rituales. “Los últimos maestros recitadores
murieron en el siglo XIX y se llevaron a la tumba el misterio de la escritura de la isla de
Pascua” (Haarmann 1991: 204).
El sistema escriturario parece ser fundamentalmente ideográfico, es decir, sin representación
fonográfica. Dice Barthel que
Están completamente ausentes las partículas —tan importantes en la lengua hablada—
como indicadores de sujeto o de atributo, afijos verbales, también los pronombres.
Por consiguiente los textos rongorongo están «desgramaticalizados», si hacemos
abstracción de que, gracias al orden de sucesión de los signos rongorongo, al menos
se ha preservado un retazo de sintaxis. Las inscripciones se caracterizan por un «estilo
telegráfico» en grupos de “palabras clave” (Barthel, en Haarmann 1991: 204).
Se ha podido definir unos 120 componentes básicos; de ellos, 80 tienen formas abstractas-
geométricas y el resto perfil pictográfico. A partir de este inventario básico ha sido posible
identificar entre 1500 y 2000 combinaciones de signos (Haarmann 1991: 205) (Fig. 10).

Fig. 10. Tablilla rongorongo. Tomado de: http://www.linguasport.com/languages/alphabets/


Rongorongo.htm, consulta del 23/06/16.

6
Dice Haarmann que “La tablilla de mayor tamaño es la del Museo de Braine-le-Comte en Bélgica,
con una longitud de 90 centímetros y una anchura de 10. En ella hay un total de 1547 signos grabados,
alineados en ocho hileras en cada cara (Haarmann 1991: il. 98)”. Durante nuestra estancia en Bélgica
tratamos de encontrar el Museo y la tablilla respectiva. Gracias a las gestiones de Brigitte Willame, a
quien estamos agradecidos, pudimos saber que la tablilla ya no se encuentra en Braine-le-Comte sino en
el Musée de l’Homme en París.

39
FERNANDO GARCÉS V.

2.2.6. La escritura náhuatl (azteca)


La escritura náhuatl es bastante conocida por la existencia de los códices escritos por
especialistas (tlacuilos) e interpretados por otros tantos igualmente especialistas (tlamatinis).
Los códices fueron elaborados con amate o papel indígena, a partir de la corteza de un árbol
(Mariño 1988: 141).7 La mayoría de los códices fueron destruidos por los españoles. Según
Haarmann (1991: 46) “hoy sólo se conservan catorce códices precolombinos, la mayoría
de los cuales se encuentran en museos o bibliotecas europeos”. Entre los códices que se
conservan, los mixtecas son los considerados como los de mayor valor estético.
En los códices se puede encontrar abundante información sobre las costumbres y la historia de
las culturas mesoamericanas (Haarmann 1991: 50). Johansson (2001: 80-88) ha detallado el
tipo de géneros expresivos encontrados en los distintos códices o libros: libro de los destinos
(Tonalamatl); libro de las fiestas (ilhuiuhamatl); matrículas de tributos; genealogías; libros
de costumbres; libro de los sueños para practicar oniromancia (Temicamatl); libros de los
años o anales históricos (Xiuhamatl); textos pictóricos con carácter diegético; mapas como
el de Sigüenza;8 códices que narran eventos históricos, algunos de ellos con información
geográfica específica. Según Domínguez (2004) los códices pueden ser clasificados en:
calendáricos rituales, históricos, genealógicos, cartográficos, económicos, etnográficos, de
litigios y de historia natural.
Roskamp (2016), por su parte, enfatiza que los títulos primordiales ocupan un lugar
importante en el conjunto de códices mexicanos. “Se trata de visiones locales del pasado
plasmadas en textos alfabéticos y pictográficos que explican la fundación de los pueblos
de indios y el otorgamiento de sus posesiones territoriales hacia finales de la época pre-
hispánica o inicios de la era colonial” (Roskamp 2016: 311). Sin embargo, gran parte de
esta documentación fue elaborada durante el siglo XVIII y hacen referencia al pacto entre
indígenas y la Corona: “los títulos parecen haber servido como instrumentos del gobierno
indígena local, no solamente para reclamar y defender sus tierras y aguas, sino también para
expresar y salvaguardar su estatus e identidad” (Roskamp 2016: 311). De manera que los
indígenas se declaran vasallos del rey y ofrecen pagarle tributo; a cambio, piden protección
y acceso a tierras.
En cuanto a los signos de los códices, éstos podían ser de índole: pictográfica, sin mediación
simbólica alguna más que la simplificación gráfica del hecho por representar; pictográfica
con reducción metonímica de imagen; ideográfica, uniendo así directamente la idea con
el significante icónico sin mediación verbal; fonética; híbrida, de pictogramas y signos
fonéticos (Johansson 2001: 110-112; Escalante 2010: 18; Domínguez 2004) (Fig. 11).
Haarmann, ejemplifica el funcionamiento de la técnica logográfica, llamada por él figurativa:

7
Luego, en la adaptación de la escritura náhuatl a la catequesis hispana, se incorporarán como soportes
los lienzos o telas (Mariño 1988: 41).
8
Véase el caso del Mapa de Otumba para los primeros momentos coloniales (Castañeda 2014).

40
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

En los libros plegables clásicos, no dependientes de estructuras lingüísticas, la técnica


figurativa alcanza su forma perfecta. Muchos motivos tienen significado simbólico.
En las narraciones figurativas […], conceptos como «viaje» o «migración» se
expresan por medio de una serie de huellas de pies. La dirección del movimiento
podía señalarse, además de a través del trazado de las líneas de huellas, por medio
de un motivo con forma de soga. Con ayuda de tal significado traslaticio de motivos
figurativos concretos se podían expresar una gran variedad de relaciones abstractas
(Haarmann 1991: 51-52).
La escritura náhuatl vivió un proceso profundo de transformación a partir de la presencia
europea en la región.
conquistadores y frailes destruyeron códices durante la guerra de ocupación y en las
primeras jornadas evangelizadoras; los indios procedieron a ocultar los libros antiguos
que se habían salvado y aquellos que seguramente se seguían pintando en esos años.
Sin embargo, a fines de los años treinta, en el centro de México y en la Huaxteca […],
y a principios de los sesenta, en Yucatán, hubo una nueva destrucción de códices que
formó parte de un firme ataque de los religiosos, particularmente de los franciscanos,
a la idolatría indígena (Escalante 2010: 110).
No obstante, la práctica escrituraria pervivió:
Aunque la mayor parte de los libros plegables precolombinos habían sido quemados,
la tradición de confeccionarlos pervivió. Durante la época colonial española, y más
concretamente hasta el siglo XVIII, surgieron más de 400 códices y otros documentos
con imágenes. Pero en ellos ya no nos encontramos una genuina técnica figurativa,
sino que, por influencia europea, las imágenes y motivos se han transformado en
ideogramas, signos silábicos y alfabéticos, vinculados por tanto a estructuras
lingüísticas (Haarmann 1991: 51-52).9

9
Thouvenot afirma que “Actuellement sont conservés, dispersés dans un grand nombre de bibliothèques
du monde, environ trois cents documents pictographiques” (2012: 188).

41
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 11. Códice Borbónico, fol. 34. Fuente: Thouvenot (2012: 192).

Como decíamos, estos textos servían para referir tasación de tributos, registros genealógicos,
inventarios de bienes; otros, en cambio, tenían carácter ritual.
Luego de un primer momento en que los códices fueron vistos como elementos vinculados
a las idolatrías de los indios, y por tanto destruidos, los españoles se dieron cuentan que
las “pinturas” eran un recurso útil para su propio proyecto de conquista y evangelización
(Escalante 2010; Domínguez 2004).
En este contexto, los evangelizadores católicos echaron mano de las prácticas escriturarias
náhuatl para adoctrinar a los indios (Burkhart 2014; Franco 1984; Rodríguez 1999). Así, en
la Relación particular y descripción de toda la Provincia del Santo Evangelio … de 1569
se dice que
Algunos Religiosos han tenido la costumbre de enseñar la doctrina a los indios y
predicársela por pinturas, conforme al uso que ellos antiguamente tenían y tienen, que
por falta de las letras, de que carecían, comunicaban y trataban y daban a entender
todas las cosas que querían, por pinturas, las cuales les servían de libros, y lo mismo
hacen el día de hoy, aunque no con la curiosidad que solían (En Franco 1984: 119).
Así, tenemos noticia del uso de la imagen como recurso e instrumento de evangelización
desde, por lo menos, Pedro de Gante, quien, entre 1525 y 1528, elaboró un catecismo
pictográfico. Se trata de un pequeño libro de 83 páginas, de 5.5 x 7.7 cm, que contiene 1162
pictogramas y que toma como base la escritura ideográfica azteca para evangelizar a los
neófitos (Cárceles 1990; Cordiviola 2010).10 Contiene las oraciones Padre Nuestro y Ave
10
Véase http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/dms/mecd/cultura-mecd/areas-cultura/libro/mc/expo_
bei/portada/BEI_18.pdf, consulta del 15/12/16).

42
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

María, además del Credo, los Mandamientos, los Sacramentos y las Obras de Misericordia.
La base de elaboración de estos catecismos era la tradición de los Ars memorandi medievales.11
Del mismo tipo es bastante conocida, a este respecto, la escritura testeriana, atribuida a
fray Jacobo de Testera, franciscano que llegó a México en 1529 (Gaillemin 2013).12 Para
1535, este religioso ya usaba imágenes pintadas en pergaminos y lienzos para explicar a los
indígenas los misterios, entidades y ritos cristianos (Bonilla s.f.: 2) (Fig. 12).
La escritura testeriana es un sistema escritural ideográfico-pictórico, presentado en libros
pequeños de dibujos, que se usaba para enseñar la doctrina cristiana a los pueblos de México,
que no estaban familiarizados con la escritura alfabética. Se lee estos textos línea por línea, con
una palabra para cada imagen, y se usa un número limitado de símbolos (Arnold 2015a: 151).

Fig. 12. Página de catecismo testeriano.


Fuente: https://gramaticasytextosdelasgrandesculturas.wordpress.com/2015/12/16/los-catecismos-
indigenas-codices-testerianos/, consulta del 13/12/16.

11 Véase al respecto el Ars memorandi per figuras evangelistarum (ca. 1470) en https://bildsuche.digitale-
sammlungen.de/index.html?c=viewer&bandnummer=bsb00039965&pimage=7&v=100&nav=&l=en,
consulta del 15/12/16.
12
En realidad, todo estos textos de evangelización “pictográfica” se denominan “escritura testeriana”,
incluyendo el catecismo de Pedro de Gante (Cordiviola 2010; Bonilla s.f.; Domínguez 2004).

43
FERNANDO GARCÉS V.

Esta idea común sobre los códices testerianos es cuestionada por Gaillemin (2016). Esta
autora dice que “se debe cuestionar el contexto de creación y de uso efectivo de estos
documentos” (2016: 285). Durante mucho tiempo se pensó que estos textos se habían creado
durante los primeros años post-conquista; hoy se valoran como mucho más recientes debido
a que las referencias a este método son mencionadas a partir de las fuentes de fines del s.
XVI (por ejemplo, Acosta 1590). Así mismo, “las filigranas de la mayoría de los cuadernos
indican un periodo de creación ubicado durante los siglos XVII y XVIII” (Gaillemin 2016:
286).
Con respecto al uso y función de los cuadernos testerianos, el estudio de Gaillemin propone
que se trataría de documentos que irían más allá del de catequización. A partir del análisis
de un manuscrito conservado en la Bibliothèque nationale de Francia, la autora afirma que
Al principio pudo servir como un memorándum para los indígenas analfabetos. Pero
luego, propongo que cambió de función, de usuarios y de destinatarios. Supongo que
el manuscrito se convirtió en una prueba de apoyo en las reclamaciones de privilegios
que presentaba una persona educada y alfabetizada ante las instituciones jurídicas
españolas. La mayoría de los indicios que permiten formular esta hipótesis son ciertas
inscripciones agregadas sobre el catecismo inicial (Gaillemin 2016: 286).
El manuscrito analizado muestra cómo, a través de este texto, el poseedor habría reivindicado
su ascendencia indígena y su lealtad a la Corona, su participación en la guerra y su
contribución a la conversión de los indios. Estas acreditaciones le habrían proporcionado el
derecho a acceder a determinados privilegios.
***
En las páginas precedentes hemos establecido la distinción entre escritura logográfica y
fonográfica, intentando enfatizar la diferencia entre la representación de la realidad misma o
de las ideas, en el caso de la primera, y la reproducción de sonidos, en el caso de la segunda.
Destacan las funciones mnemónicas, figurativa, contable y ritual para el sistema logográfico.
En la pintura rupestre es posible ver la función ritual que se le atribuye a la escritura en
el contexto de la caza; así mismo, importa la comprensión de tratarse de una práctica que
pervive hasta la actualidad. Por otro lado, tanto la escritura kuna como las escrituras ojibwa
y dakota desplegaron una importante función mnemónica; en los tres casos se trata de
inscripciones con usos rituales. La escritura dakota merece destacarse, además, por el uso de
la escritura alfabética como parte del soporte sobre el que se asienta la escritura logográfica.
Al igual que en el caso de la escritura azteca, la de los objiwa cumple varias funciones.
Mención aparte merece la escritura rapa nui; nos encontramos aquí ante un caso ejemplar de
escritura desconocida en una lengua conocida. Finalmente, escritura china y escritura azteca
resultan relevantes debido a la articulación, tanto de signos logográficos como fonográficos.
En el caso del náhuatl, además, es importante la similitud con el uso andino en cuanto a su
utilización como medio de evangelización. Y no solo ello. También es sugerente la idea de
que los catecismos testerianos se habrían usado para reclamar privlegios ante la Corona.

44
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Capítulo 3
La escritura andina: una revisión histórica

El presente capítulo trata de mostrar una perspectiva histórica de la escritura andina. Para
ello, se contrasta el modelo de surgimiento de la escritura alfabética vinculada al nacimiento
de los llamados “Estados prístinos” frente a la variedad de subsistemas expresivos que
habrían existido en los Andes. A partir de los datos que podemos obtener de algunas crónicas,
sabemos que piedras, tablones, qirus, textiles, tablones, etc. funcionarían como mecanismos
de registros de distintos tipo. Destaca el ejercicio performativo de la escritura logográfica
desplegada por Guamán Poma de Ayala, sobre todo en su vinculación con la reproducción
de formas textiles y tocapus andinos.
3.1 ¿Hubo escritura?
Existe un amplio debate en el mundo académico sobre si hubo o no una escritura andina
(Szemiński 2010; Jaye y Michel 1999). El debate es importe debido a que se plantea que
en un espacio sociogeográfico que albergó grandes civilizaciones y Estados (Tiahuanacota
e Inca), debió existir mecanismos de registros contables, al menos, cuando no históricos o
normativos.
Como se sabe, el surgimiento de la escritura (alfabética) se suele asociar con el desarrollo
de los estados. Hace 5500 años, en las llanuras de los ríos Eufrates y Tigris (actual Irak)
nacieron las primeras ciudades y con ellas una nueva forma de organización política, ya
no estructurada según redes de parentesco sino bajo una nueva burocracia administrativa
permanente que exigía lealtades por encima del linaje o del clan. En este contexto, los jefes
locales cedieron gran parte de su autoridad en favor de una clase dirigente que tenía el poder
de acumular un excedente agrícola y movilizar mano de obra para llevar a cabo proyectos
de irrigación a gran escala y arquitectura monumental. En ciudades como Ur y Uruk, con
más de 40.000 personas, aparece una casta profesional de sacerdotes que se responsabiliza
de la compleja religión de santuarios, al tiempo que también surgen especialistas artesanos
que manufacturan cuchillos de obsidiana y estatuillas de oro y plata y se establecen redes
comerciales (Lewellen 2003).
De esta manera habría surgido el Estado. En su versión inicial, encontramos esta nueva
forma de organización política en Mesopotamia como fruto de un proceso de adaptaciones
a un hábitat particular y a un conjunto específico de problemas sociales. Este proceso
también se dio en otros lugares y tiempos, conformando los llamados Estados “prístinos”,
generalmente ubicados en valles o en zonas mesopotámicas (entre ríos): Sumeria (entre el
Tigris y el Eufrates), Egipto (Valle del Nilo), India (Valle del Indo), China (Valle del Río
Amarillo), Mesoamérica (Olmeca, Teotihuacán) y los Andes (Chavín, Tiahuanaco). Estos
estados prístinos surgieron de manera independiente a pesar de su distancia geográfica y
temporal (Lewellen 2003).

45
FERNANDO GARCÉS V.

Por otro lado, se considera que los desarrollos escriturarios más importantes se habrían
efectuado hacia el 3000 a.C., como hemos visto que postula DeFrancis (1989). Winand
(2013) vincula estos desarrollos con Mesopotamia, Egipto, China, Mesoamérica, India y la
Isla de Pascua:
Dans l’histoire mondiale, l’ecriture apparaît pour la pemière fois dans quatre foyers:
en Mésopotamie et en Égypte, aux environs de 3300, en Chine à la fin du IIe millénaire
et en Amérique centrale au milieu du Ier millénaire av. J.C. (Winand 2013: 4)
Á cela, il faut peut-être ajouter les écritures de l’Indus et de l’Île de Pâques (rongorongo)
(Winand 2013: 4).
Pareciera, entonces, que habría una vinculación casi directa entre surgimiento de estados y
desarrollo escriturario. Es decir, los procesos de urbanización que dieron lugar a aquellas
aproximadamente 13 ciudades-Estado de Sumeria (Lewellen 2003: 69) habrían creado la
necesidad de registro para el control estatal.
La distinción con los llamados grupos tribales es clara. Las sociedades llamadas tribales no
tienen sistema de escritura, no forman estados y no tienen una religión institucionalizada
universalista y proselitista basada en el libro. En cambio, las sociedades estatales tienen
un sistema de registro (escritura) que les permite controlar los recursos (administración),
los grupos de poder (política) y la ideología (religión). Por eso manejan una religión
institucionalizada basada en el dogma y en el libro. El esquema sería entonces que el Estado
necesita controlar: a) los recursos (por medio de la administración y la contabilidad); b) los
grupos de poder (por medio de las leyes); y, c) la ideología (por medio de la religión). Y
todos estos tres ámbitos se vehiculan por la escritura (Garcés 2005).13
El problema es que los Andes no calzan en este modelo.
3.2. Varios subsistemas expresivos
En el ámbito andino, los esfuerzos de encontrar una escritura de similitud con la alfabética
han sido desarrollados entre otros, por Jara (1975) y Burns (1981). Sus propuestas de
ver morfemas o grupos silábicos en los tocapus incaicos no han tenido acogida entre los
investigadores, recibiendo incluso críticas de parte de los lingüistas del área andina.
En las últimas décadas se ha desplegado un esfuerzo importante por investigar formas de
inscripción de información y de memoria en distintos soportes y mecanismos (Bouysse-
Cassagne 2000). Así, se cuenta con investigaciones sobre piedras y granos de maíz (Curatola
y Puente 2013), qirus (Martínez y otras 2014), textiles y talegas (Arnold 2012; Cereceda
2010), varas de mando (Salomon 2004), cerámica (Bray 2004), khipus (Urton 1998), tocapus
(De Rojas 2008), producciones visuales rupestres (Cruz 2016), etc. Por otro lado, se han
realizado análisis de las informaciones proporcionadas por las crónicas, especialmente las de

13
Sobre las vinculaciones de la escritura con los aparatos religiosos, políticos y administrativos de los
sistemas dominantes, véase Goody (1968: 11-16). También Landaburu (1998: 82).

46
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Sarmiento de Gamboa (1572), Acosta (1590), Molina (c. 1575), Murúa (c. 1615), Pachacuti
Yamqui (c. 1613), Guamán Poma (1615). En ellas se ha hurgado tanto en la forma en que se
consignaba la información (Acosta, Sarmiento de Gamboa y Molina) como en los propios
performances escriturarios (Guamán Poma, Murúa y Pachacuti).
Hoy en día estamos en condiciones de afirmar que en el ámbito andino se contaba con
distintas escrituras selectivas (Déléage 2013a) que funcionaban de manera discrecional,
sobre distintos templetes, y que servían para expresar distintos ámbitos de la realidad social
(Garcés y Sánchez 2016).
Así, Arnold (2012) afirma que los textiles podían ser leídos como repositorio documental
para el ámbito tributario; los qiru parecen narrar historias oficiales incaicas (Ziólkowski
et al. 2008); las varas de Tupicocha funcionan como escritura sin palabras para organizar
las relaciones sociales de la comunidad y el Estado (Salomon 2004); los khipu, cuando
menos, funcionan como recursos contables y mnemotécnicos (Chirinos 2010); y, los textos
logográficos habrían desarrollado temas explícitamente religiosos (Ibarra 1953).
Estaríamos, por lo menos a nivel de hipótesis, ante formas de inscripción diferenciada que,
entre otros aspectos, nos obligarían a repensar los vínculos entre desarrollo escriturario y
formaciones estatales.
Desde esta perspectiva, revisemos lo que encontramos en algunas de las crónicas del ámbito
andino.
El instrumento más conocido y estudiado como medio de comunicación no presencial es el
quipu (Urton 1998; Salomon 2004). Hoy en día se sabe que el quipu servía para registrar
datos cuantitativos estatales en relación a producción, población, tributos; pero también
como base material para la realización de ceremonias, la resolución de asuntos de paz y
de guerra, para la recitación de historias. Con el quipu podían escribirse leyes, cuentas de
negocios, de tierras, de ganado, etc. (Chirinos 2010; López 1998; Salomon 2004).
José de Acosta, en 1590 y en referencia a los quipus, dirá que “Los indios del Pirú, antes
de venir los españoles, ningún género de escritura tuvieron, ni por letras ni por caracteres,
o cifras o figurillas, como los de la China y los de México; más no por eso conservaron
menos la memoria de sus antiguallas, ni tuvieron menos su cuenta para los negocios de
paz, y guerra y gobierno” (Acosta 1590: 385). Como se ve, el quipu fue considerado por
Acosta un instrumento válido para recordar pero no equivalente a la escritura debido a que
no consideraba letras, caracteres o figuras. La definición de escritura de Acosta, entonces,
presuponía que un signo gráfico debe estar inscrito en una superficie sólida. Cuando Acosta
describe qué es el quipu y cómo se usa, hace una perfecta analogía entre escritura con letras y
escritura con cuerdas, colores y nudos. Dice Acosta: “Son quipos unos memoriales o registros
hechos de ramales, en que diversos ñudos y diversas [sic] colores, significan diversas cosas”
(Acosta 1590: 385). Dice también: “los libros pueden decir historias, y leyes y ceremonias,
y cuentas de negocios, todo eso suplen los quipos tan puntualmente que admira” (ibíd.). Es

47
FERNANDO GARCÉS V.

decir, para Acosta los khipus no son escritura ni libros pero funcionan como la escritura y los
libros. Así establece la analogía:
Y en cada manojo de éstos, tantos ñudos y ñudicos, y hilillos atados; unos colorados,
otros verdes, otros azules, otros blancos, finalmente tantas diferencias que así como
nosotros de veinte y cuatro letras guisándolas en diferentes maneras sacamos tantas
infinidad de vocablos, así estos de sus ñudos y colores, sacaban innumerables
significaciones de cosas (Acosta 1590: 386).
De esta manera, Acosta muestra la dificultad de los españoles de interpretar los quipus como
escritura debido a su asociación directa con el dibujo de signos gráficos sobre superficies
sólidas, es decir, con algún tipo de “rasguño” (Mignolo 1995: 120).
Acosta también hace referencia a la preservación de la memoria mediante los quipus y
mediante pinturas: “Fuera de esta diligencia, suplían la falta de escritura y letras, parte con
pinturas como los de México, aunque las del Pirú eran muy groseras y toscas, parte a lo más
con quipus” (Acosta 1590: 385).
Sin embargo, también sabemos de la existencia de otras formas de registro; así, en la Historia
de los Incas de Pedro Sarmiento de Gamboa (1572) se atribuye a Pachacuti Inga Yupanqui
el haber construido una suerte de historia oficial sobre tablones pintados:
Allegóse a esto la grandísima diligencia del Pachacuti Inga Yupangui, noveno inga, el
cual hizo llamamiento general de todos los viejos historiadores de todas las provincias
quél sujetó, y aun de otros muchos más de todos estos reinos, y túvolos en la ciudad
del Cuzco mucho tiempo examinándolos sobre las antigüedades de sus historias,
hízolo todo pintar por su orden en tablones grandes, y deputó en las Casas del Sol una
gran sala, adonde las tales / tablas, que guarnescidos de oro estaban, estuviesen como
nuestras librerías, y constituyó doctores que supiesen entenderlas y declararlas. Y no
podían entrar, donde estas tablas estaban, sino el inga o los historiadores, sin expresa
licencia del inga (Sarmiento de Gamboa [1572] 1942: 46-47).
Luego [Pachacuti Inga Yupangui] hizo ayuntamiento general en los más antiguos y
sabios del Cuzco y de otras partes, y con mucha diligencia escrudriñó y averiguó las
historias de las antigüedades desta tierra, principalmente de los ingas, sus mayores, y
mandólo pintar, y mandó que se conservasen por la orden que dije cuando hablé del
modo que hube en el examen desta historia (Sarmiento de Gamboa [1572] 1942: 94).
De la misma forma, en la Relación de las fabvlas i ritos de los Ingas de Cristóbal de Molina,
el Cuzqueño (c. 1575) se afirma que
para entender donde tuuieron origen sus ydolatrias porque es assi q[ue] estos no usaron
de escritura y tenian en vna casa de el Sol Llamada Poquen Cancha q[ue] es Junto
aL Cuzco la uida de cada vno de los yngas y de las tierras q[ue] conquisto pintado
por sus figuras en vnas tablas, y q[ue] origen tuuieron, y entre Las dichas pinturas
tenian asimismo pintada La fabula sig/[uiente] En La uida de mango capac que ffue El

48
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

primer ynca de donde enpeçaron A jatarse y llamarse Hijos del sol y a tener principio
La ydolatria y adoracion Del Sol (Molina c. 1575: ff. 1r.-1v.).
Estas formas de registro de la memoria serán pronto sancionadas y asignadas al rubro de
la “antigua idolatría” india, razón por la que el Virrey Toledo la penará “en sus personas y
bienes” o, caso contrario, promoverá su sustitución con simbología cristiana.
Item, porque de la costumbre envejecida que los indios tienen de pintar ídolos y figuras
de demonios y animales a quien solían mochar en sus duhos, tianas, vasos, báculos,
paredes y edificios, mantas, camisetas, lampas y casi en todas cuantas cosas les son
necesarias, parece que en alguna manera conservan su antigua idolatría, proveeréis,
en entrando en cada repartimiento, que ningún oficial de aquí adelante, labre ni pinte
las tales figuras, so graves penas, las cuales ejecutaréis en sus personas y bienes lo
contrario haciendo. Y las pinturas y figuras que tuvieren en sus casas y edificios, y
en los demás instrumentos que buenamente y sin mucho daño se pudieren quitar y
señalaréis que pongan cruces y otras insignias de cristianos en sus casas y edificios
(Toledo 1569-1570: 39).
De igual forma, el dominico Meléndez ratifica el mandato de erradicar las mencionadas
manifestaciones de la memoria:
y assi se tiene mandado, que no solo en las Yglesias, sino en ninguna parte, ni publica,
ni secreta de los pueblos de Yndios, se pinte el Sol, la Luna, ni las Estrellas; […] por
quitarles la ocasion de boluer (como esta dicho) à sus antiguos delirios, y disparates
(Meléndez 1681: 62)
En este contexto, bajo el despliegue de la Conquista y teniendo como base los recursos
de memoria citados, la población andina habría refuncionalizado su sistema religioso
y cosmológico a partir de las normas religiosas católicas, conservando las formas de
continuidad a través de un sistema escriturario tridimensional, tal como lo menciona Acosta:
Fuera de estos quipos de hilo, tienen otros de pedrezuelas, por donde puntualmente
aprenden las palabras que quieren tomar de memoria. Y es cosa de ver a viejos ya
caducos con una rueda hecha de pedrezuelas, aprender el Padre nuestro, y con otra el
Ave María, y con otra el Credo, y saber cuál piedra es que fue concebido de Espíritu
Santo, y cuál que padeció debajo del poder de Poncio Pilato, y no hay más que verlos
enmendar cuando yerran, y toda la enmienda consiste en mirar sus pedrezuelas
(Acosta 1590: 386).
No obstante, hay que añadir que la concepción reduccionista de escritura también ha
sido influenciada por la propia visión colonial, que a su vez tiene más largas tradiciones
históricas.14 El jesuita Acosta enfatiza que

14
Por ello, en los Andes, la enseñanza colonial de la escritura también pasaba por los libros de
oración; ella estaba destinada a los hijos de los caciques (Íñiguez y Guerrero 1993; Lienhard 1990;
Rodríguez 1999).

49
FERNANDO GARCÉS V.

Las letras se inventaron para referir y significar inmediatamente las palabras que
pronunciamos, así las mismas palabras y vocablos, según el filósofo, son señales
inmediatamente de los conceptos y pensamientos de los hombres. Y lo uno y lo otro
(digo las letras y las voces), se ordenaron para dar a entender las cosas: las voces a los
presentes; las letras a los ausentes y futuros (Acosta 1590: 378).
Por el contrario,
Las señales que no se ordenan de próximo a significar palabras sino cosas, no se
llaman ni son en realidad de verdad letras, aunque estén escritas, así como una imagen
del sol pintada no se puede decir que es escritura o letras del sol, sino pintura. Ni más
ni menos otras señales que no tienen semejanza con la cosa, sino solamente sirven
para memoria, porque el que las inventó no las ordenó para significar palabras, sino
para denotar aquella cosa, estas tales señales no se dicen ni son propriamente letras ni
escritura, sino cifras o memoriales.
[…]
De manera que escritura y letras solamente las usan los que con ellas significan
vocablos, y si inmediatamente significan las mismas cosas, no son ya letras ni escritura,
sino pintura y cifras. De aquí se
sacan dos cosas bien notables: la
una es que la memoria de historias y
antigüedad puede permanecer en los
hombres por una de tres maneras: o
por letras y escritura, como lo usan
los latinos, y griegos y hebreos, y
otras muchas naciones, por pintura,
como cuasi en todo el mundo se
ha usado, pues como se dice en el
Concilio Niceno segundo, la pintura
es libro para los idiotas que no saben
leer, o por cifras o caracteres como
el guarismo (Acosta 1590: 378).
En cuanto a la crónica de Guamán Poma
de Ayala, un dato interesante es que al
referirse el autor a los indios de entre 18
y 20 años que fungirían de mensajeros,
muestra la imagen de un joven que tiene en
su mano un khipu y un recuadro en la parte
superior que dice “carta” (Guamán Poma
1615: fol. 204), dando cuenta de la función
comunicacional que cumplía dicho objeto
(Fig. 13).
Fig 13. “Quinto calle Saiapaiac”
(Guamán Poma 1615, fol. 204).

50
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Otro dato a resaltar es el folio en que se


muestra al Inca hablando con las huacas;
el texto dice: “Con todas las uacas habla el
Ynga”. En este caso, el Inca les pide cuentas
sobre fenómenos atmosféricos como la
lluvia, el granizo y la helada. El texto citado
está inserto en un dibujo en el que se ve una
suerte de maqueta circular con las huacas en
el piso, bajo el cerro uanacauri uaca (1615:
fol. 203) (Fig. 14).
La crónica de Felipe Guamán Poma de Ayala
(1615) resulta particularmente interesante
no solo por lo que explícitamente dice sobre
la escritura (cf. Quispe-Agnoli 2006), sino
por lo performativo de su propia escritura.
En efecto, la obra de Guamán Poma es un
extenso testimonio de las articulaciones
entre escritura alfabética y no alfabética en
los tempranos tiempos de la Colonia.15 Lo
propio puede decirse algunas páginas de la
Relación de Santa Cruz Pachacuti (c. 1613:
fols. 8v, 13v, 14, 34) (Fig. 15).
Fig. 14. “Capítulo de los ídolos, Vaca Billca
Incap” (Guamán Poma 1615, fol. 263).

Fig. 15. Escritura alfabética


y escrituras ideográfica y
pictográfica (Pachacuti 1613,
fols. 8v, 13v).

15
Rolena Adorno (1986: 109-157) ha estudiado la manera en que Guamán Poma usa la pictografía como
forma de expresión del ordenamiento espacial andino. Véase, además, el trabajo de Quispe-Agnoli (2006).

51
FERNANDO GARCÉS V.

Lo que poco se ha comentado es la lógica


inversa de la relación entre escritura
logográfica y escritura alfabética en la obra
de Guamán Poma; es decir, la construcción
de diseños logográficos a partir de la letras.
Quispe-Agnoli (2005, 2006, 2008) es la
excepción. La autora muestra ejemplos de
las páginas en las que el autor de la Nueva
Coronica usa la escritura como mecanismo
de construcción de diseños ideográficos,
analizando, específicamente, el folio 923 en el
que se diseña un tocapu con letras:
Además, hace referencia a la secuencia
encontrada entre los folios 197-236, donde 20
páginas de la crónica se encuentran escritas
según se muestra en la Fig. 16.
Si comparamos las imágenes anteriores,
construidas con letras, con los siguientes
tocapus incaicos, en unku y en ch’uspa, veremos
la similitud morfológica (Fig. 17 y 18):
Fig. 16. “Tercero vecita”
(Guamán Poma 1615: fol. 201).

Fig. 17. Unku ajedrezado con tocapu. Museo de Fig. 18. Ch’uspa inca. Museo de Antropología,
Antropología, Arqueología e Historia del Perú. Arqueología e Historia del Perú. Tomado de De
Tomado de De Rojas (2008: 20). Rojas (2008: 47).

52
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Sin embargo, sospechamos que el uso picto e ideográfico de la escritura alfabética, en la obra
de Guamán Poma, va mucho más allá de los mostrado.16 En 443 páginas (37%) de las 1189
que componen la Nueva Coronica se puede encontrar un uso de la escritura alfabética que
rompe la normalidad formal de la misma. Más aún, si manipulamos los folios mencionados
y los mostramos en una dirección diferente a la que normalmente recurrimos para “leer”,
encontraremos similitudes sorprendentes en cuanto a la elaboración de listas y bandas
textiles (Fig. 19-22):17

"

Fig. 19 y 20: A la izquierda: fragmento de página “textil” de la Nueva Coronica de Guamán Poma
de Ayala (1615: fol. 935). A la derecha: ch’uspa. Estilo Yura. Horizonte Medio. Colección INIAM-
UMSS. Cod.: 330 – INIAM (Catálogo INIAM) / Yura 43.

16
La sección siguiente sobre la escritura “textil” de Guamán Poma ha sido elaborada de manera conjunta
con Elvira Espejo y es una pequeña muestra de lo que esperamos se convierta en un trabajo futuro más
sistemático.
17
Otros ejemplos de esta escritura textil de Guamán Poma pueden verse en Garcés (2014: 140-143).

53
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 21 y 22: A la izquierda: página “textil” de la Nueva Coronica de Guamán Poma de Ayala
(1615: fol. 603). A la derecha: Textil que reposa en The Metropolitan Museum of Art. Tomado de la
web, consulta del 03/02/14.18

Al igual que en Guamán Poma y Pachacuti, la crónica de Martín de Murúa de cuenta de


manera performativa del uso de recursos expresivos gráficos en el mundo andino, aunque
con una mucho menor imbricación entre lo logográfico y lo fonográfico (Fig. 23).
No obstante, también es necesario resaltar, como aspecto divergente, que la crónica del
mercedario no muestra la escritura “textil” que se encuentra en Guamán Poma (Fig. 24).

18
Dirección electrónica: https://www.google.com.bo/search?q=Textiles&rlz=1C1GGGE_es-
BO444BO444&espv=210&es_sm=122&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=itfvUreYPI-
7okAf84YC4Bw&ved=0CAkQ_AUoAQ#q=Textiles+andinos&tbm=isch&facrc=_&img-
dii=_&imgrc=9vyrdFivEVgVfM%253A%3BoDyT3_dO-_E-XM%3Bhttp%253A%252F%252F4.
bp.blogspot.com%252F-MTqAravFrSU%252FTkdXRDHZtOI%-
252FAAAAAAAAAd0%252FK6JJPY5mNo0%252Fs1600%252FAndean%25252BTunic%25252B
11%25252B-%25252BJuly%25252B2011.PNG%3Bhttp%253A%252F%252Fsylvialandenotes.blog-
spot.com%252F2011_08_01_archive.html%3B645%3B595.

54
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 23. Figura al natural de Cinchiroca ya


Inga y Señor primero (Murúa c. 1615: fol.
24v, p. 50).

Fig. 24. Folio de la crónica de Martín de Murúa (c.


1615: fol. 29r, p. 59).

55
FERNANDO GARCÉS V.

***
En las páginas precedentes hemos confrontado el surgimiento de la escritura con la formación
de Estados a fin de intentar comprender la particularidad que presenta el mundo andino.
Las grandes formaciones estatales andinas no habrían desarrollado un modelo único de
inscripción sino una variedad de subsistemas que permitían a distintos “géneros discursivos”
(Bajtín 2011) plasmarse en otros tantos formatos y soportes. No deja de ser importante notar
cómo dichos mecanismos de registro, al ser confrontados por los conquistadores con la
escritura alfabética, recibieron la sanción que los ubicaba como formas idolátricas a ser
penadas o reemplazadas por simbología cristiana.
El caso de Guamán Poma resulta particularmente interesante, no solo por la apropiación de
la escritura alfabética y por la articulación de ésta con expresiones logográficas sino por el
uso caligramático según el cual usaba la propia escritura alafabética para diseñar formas
textiles.

56
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Capítulo 4
La escritura católica andina

El presente capítulo da cuenta de los principales hallazgos fruto del trabajo de investigación
sobre la escritura católica andina. Para ello, se parte de la reflexión previa de la relación entre
oralidad y escritura; luego, se muestra el contexto escriturario del siglo XIX y las primeras
informaciones explícitas sobre esta escritura, junto a los materiales y colecciones de los que
disponemos hoy en día. Gracias al trabajo con las comunidades de San Lucas presentamos
los datos contemporáneos de las prácticas de elaboración, participación comunitaria y
aprendizaje de los “rezos” plasmados en discos de barro o llut’asqas.19
Mostramos también la manera en que se articulan las distintas escrituras, tanto alfabéticas
como logográficas. Después de ello, a manera de ejemplo, dos casos de trabajo comparativo
a partir de rezos bastante conocidos en San Lucas: el Inini y el Yayayku. El capítulo termina
con reflexiones que intentan responder a la pregunta de si se puede hablar de una escritura
andina a partir del caso estudiado.
4.1. Una reflexión previa: la relación oralidad y escritura
Los estudios contemporáneos sobre oralidad han quedado marcados, en buena medida, por
el trabajo de Walter Ong (1982). Este autor ha intentado caracterizar el discurso oral frente
a la escritura, en los términos de lo que él llama “psicodinámica de la oralidad” (Ong 1982:
38-80). Estas características se pueden resumir como sigue:
- En las culturas orales la palabra es un modo de acción antes que una expresión
propiamente dicha del pensamiento. Las palabras y el lenguaje están cargados de
poder.
- Las culturas orales desarrollan especiales recursos mnemotécnicos, entre los que se
puede considerar: el ritmo, las repeticiones, el uso de antítesis, calificativos, proverbios
y fórmulas.
- La lengua oral posee una gramática acumulativa y paratáctica antes que subordinada.
- En los discursos orales es frecuente el uso de fórmulas como mecanismo de práctica
de la memoria; es decir, se trabaja sobre todo con grupos de entidades (oraciones
paralelas o antitéticas, epítetos).
- Los narradores orales generalmente recurren a un estilo redundante o copioso.
- Las culturales orales son conservadoras con respecto al manejo del lenguaje. Con ello
se quiere decir que buscan cuidar los nuevos conocimientos ante la ausencia de un
recipiente que los guarde (i.e. la escritura).

19
Del quechua llut’ay, ‘revocar, cubrir una superficie con barro’.

57
FERNANDO GARCÉS V.

- El lenguaje oral se encuentra permanentemente cerca del mundo humano vital.


Por esto mismo, se trata de formas verbales empáticas y participantes antes que
objetivamente apartadas de la realidad; y por ello mismo son también situacionales
antes que abstractas.
- Las culturas orales son homeostáticas; es decir, viven intensamente un presente que
guarda equilibrio con el pasado: se conservan los recuerdos que tienen pertinencia
actual. Los narradores orales actualizan permanentemente el pasado. En tal sentido,
ya Goody y Watt (1968) hablaban de una memoria generativa antes que de palabra a
palabra.
- Finalmente, en las culturas orales hay una alta valoración del contexto de interacción
personal.20
Desde el ámbito andino, y a partir de su trabajo etnográfico en Umaca, Zavala (2002)
reflexiona críticamente la caracterización de Ong. Ella plantea que las adivinanzas y los
relatos son formas orales de transmitir el conocimiento “ya que comunican consejos y
reflexiones sobre lo que significa ser bueno o malo” (Zavala 2002: 138). Es decir, no se trata
de pensar en la oralidad como un simple modo de acción sino como formas de conocimiento
reales. En segundo lugar, afirma que así como no se debe entender la escrituralidad bajo
la imagen de una experiencia uniforme, de la misma manera enfatiza que la oralidad no
debe ser vista como un fenómeno estable y homogéneo ya que se trata de una experiencia
que varía de sociedad a sociedad. A pesar de esto, la oralidad ha pasado a ser vista como
una condición homogénea (Martínez 2008). Esta creencia influye en teóricos como Ong y
Goody, quienes atribuyen a toda cultura “oral” propiedades como el estilo discursivo de los
poetas trovadores o las extensas representaciones épicas. Para ellos, toda la “oralidad” está
caracterizada por estructuras formulistas y repetitivas (Zavala 2002: 139), desconociendo
la amplia variedad de géneros discursivos existentes en los grupos humanos (Bajtín 2011).
En estos esfuerzos de caracterización de la oralidad, nos parece más pertinente el enfoque
ofrecido por Gerald Taylor:
la oralidad sugiere una serie de circunstancias únicas: un ambiente específico,
una relación directa establecida entre el narrador y el público, un contexto
temporal que corresponde a un calendario ritual o a un período de descanso
y de recreo que también corresponde a fechas fijas. Así, cada narración es
irrepetible y es precisamente la realización de la narración lo que confiere su
valor y originalidad de obra de arte “literaria” (Taylor, en Espino 1999: 18).21
Mostacero, por su parte, propone que

20
Esta mirada sobre la oralidad planteada por Ong ha sido refrendada por los trabajos de Goody (1977) y
Olson (1994).
21
La cita de Taylor evoca el carácter realizativo de, en este caso, el rito-mito. Parafraseando a Austin
podríamos decir que lo importante es lo que hace el rito-mito, su performance total (Austin, 1995).

58
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

La oralidad consiste en un sistema triplemente integrado, constituido por varios


componentes verbales (emisión sonora, decodificación semántica, combinatoria
sintagmática, elementos paraverbales, entre otros), por un repertorio kinésico y
proxémico y por un sistema semiótico concomitante (dimensión cultural). Por
eso mismo, pertenece a un triple plano: un plano verbal o lingüístico, un plano
paralingüístico y un plano semiótico-cultural (Mostacero 2004: 54).
Por otro lado, los estudios lingüísticos de la oralidad han estado marcados por el supuesto
de su objeto de estudio tal cual lo definió Saussure (1916). Ello ha privilegiado, en el caso
de las lenguas indígenas en general y del quechua en particular, el estudio gramatical tanto a
nivel morfológico como sintáctico (Calvo 2005; Cerrón-Palomino 1987; Cusihuamán 2001;
Godenzzi y Vengoa 1994; Gómez 2000; Lastra 1968; Quiroz 2000)22 o, en el mejor de los
casos, pragmático (Calvo 1993; Hurtado 2002). En estos estudios se privilegian los análisis
en el nivel de la palabra o la oración/enunciado.
Desde hace por lo menos tres décadas se ha prestado atención al estudio de las narrativas
orales andinas en general (Godenzzi 1999; Howard-Malverde 1999) o quechuas en particular
(Calvo 1999; Hornberger 1999; Howard-Malverde 1984, 1986, 1988; Mannheim 1999).
Además, se cuenta también con varias recopilaciones de expresiones orales quechuas (Itier
2007; Lara 1993; Taylor 1996; Torres 1986; Valderrama y Escalante 1992, 1997). Por otro
lado, hay que resaltar la larga tradición de registro alfabético de la oralidad desde tiempos
coloniales (Quispe-Agnoli 2002, 2007; Salomon y Urioste 1991; Taylor 1999).
En todos los casos mencionados se piensa desde la categoría de “oralidad” (Zavala 2002).
Pensar desde la perspectiva de distintas oralidades nos ayuda a tener una mirada menos
homogenizadora y a contemplar también aquellas expresiones en las que es el conjunto de
la performance ritual el que cobra sentido social (Martínez 2008). Así mismo, los estudios
sobre oralidad quechua se han hecho a partir de la oralidad comunicacional cotidiana. Poco
o nada se ha estudiado la oralidad quechua en ámbitos rituales.
Para el ámbito mesoamericano, la tesis de Franco ofrece una caracterización de la oralidad
en el caso del ritual matrimonial de los amuzgos (Oaxaca) (Franco 2004: 46-54). De su
trabajo se desprende que:
- Las palabras rituales son el ritual mismo.
- El modelo ritual requiere la presencia de varios oradores expertos cultivadores de un
habla especial.
- La audiencia es parte complementaria del desempeño del orador.
- El ritual implica un control mnemotécnico de parte de los oradores, lo cual conlleva
ejecutar largas cadenas de enunciados pronunciados en las distintas fases del ritual.
Esta mnemotecnia se da en el marco normas y valores consuetudinarios que gobiernan
el grupo social.

22
Sobre el análisis sintáctico de la lengua oral, véase Domínguez (2003).

59
FERNANDO GARCÉS V.

- Se impone un ritmo en el habla que hace posible recordar las palabras y procedimientos
que debe seguir el ritual. “En el ritmo se conjunta el mensaje ritual global, y no frases
aisladas” (Franco 2004: 50). El ritmo implica una velocidad mayor que la de una
conversación. “El problema central para un pedidor es construir una secuencia sonora
rítmica con el efecto de continuidad y sobriedad estilísticas” (Franco 2004: 50).
- Hay frases de difícil traducción y pocas con contenido ornamental o metafórico.
Algunas de estas frases aluden a sentidos arcaicos a las que los mismos pedidores no
les atribuyen más significado que su propia función o uso.
- Las fórmulas se perciben rápidamente por sus repeticiones.
Como dice Saville (2005: 51) “Las rutinas lingüísticas son emisiones o secuencias de
emisiones fijas que deben considerarse unidades indivisibles porque no puede derivarse
significado de la consideración de ningún segmento aislado del todo. La rutina misma
satisface la función comunicativa, y en este respecto es realizativa por naturaleza”.
La escritura católica andina se encuentra estrechamente relacionada con desempeños orales
rituales y esta es la razón por la que nos ha interesado esta mirada previa sobre la relación
entre oralidad y escritura.
4.2. Antecedentes
El período de 1825 a 1880 es denominado caudillista por los historiadores. Aquí hubo un
momento importante de participación chola e india a propósito de su vinculación con el
gobierno populista de Belzu; y, luego, unos años más adelante, apoyando la revolución de
Agustín Morales que destituye a Melgarejo (Mendieta 2006).
Desde una perspectiva económica, resulta interesante notar que durante los primeros
cincuenta años de vida republicana varias comunidades altiplánicas se encontraban
plenamente articuladas a actividades de libre comercio. Langer arguye que esta situación
debe tomarse en cuenta al momento de comprender la dinámica de construcción nacional
para el caso andino (Langer 2009).
Las tensiones entre continuidad colonial y construcción republicana, según Larson (2002:
147), se basaron en el hecho que los incipientes valores burgueses no podían reemplazar los
hábitos coloniales. Apenas hacia 1860-1870 los criollos, acostumbrados a vivir del trabajo
indígena servil, se abrieron a una suerte de “proyecto moderno”. Es interesante notar que la
misma situación de continuidad colonial se puede observar tanto para el Ecuador como para
el Perú. Más allá de sus particularidades, las nacientes repúblicas andinas, supuestamente
forjadas bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad, reproducían el mecanismo
de jerarquización racial y clasista impuesto en la Colonia (Guerrero 2010; Thurner 1997).
Entre 1860 y 1870 se da un proceso de recuperación de la minería de la plata. Ello hizo que
un pequeño grupo de reformistas liberares ingresaran al escenario político y económico. Así,
se promovieron ideas librecambistas, de desregulación gubernamental de la minería y de

60
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

promoción de la construcción de ferrocarriles que dieran acceso al mercado mundial. Ello


hizo que se coloque el “problema indígena” en el centro de debate del grupo elitario:
Para comienzos de la década de 1860, los reformistas liberales iban armando un
consenso entre ellos, según el cual las bases jurídicas de las comunidades indígenas
debían ser destruidas de una vez y para siempre. Sus argumentos eran tanto filosóficos
(la incompatibilidad ideológica entre casta y ciudadanía, comunismo y propiedad
privada, etc.) como pragmáticos (la necesidad de desplazar la base fiscal del tributo
indígena al impuesto universal sobre la propiedad, de elevar la renta inmediata
procedente de la venta de títulos de tierras, y de promover la agricultura comercial en
los campos recién privatizados, etc.) (Larson 2002: 150).
En este contexto, durante la década de 1860 se dieron dos intentos importantes de reforma
agraria: el decreto de José María Achá de 1863 y la Ley de Comunidades de Mariano
Melgarejo de 1866. Aunque ambas medidas no pudieron ser implementadas son importantes
porque contienen la visión de las élites sobre lo que debía ser la Bolivia moderna (Larson
2002).
Al igual que en las más tempranas reformas agrarias de Ecuador y Perú, Achá
propugnaba la subdivisión de las tierras comunales y su redistribución entre las
unidades domésticas indígenas. Según su plan, los indios comprarían o venderían
las tierras a voluntad. Motivados por los incentivos del mercado, ellos mejorarían la
producción agrícola y eventualmente pasarían a ser prósperos agricultores y artesanos.
[…] En todo caso, si bien el decreto de 1863 fue abrogado ese mismo año, éste
cristalizó la visión “campesinista” de los reformadores liberales (Larson 2002: 151).
En el caso de Melgarejo, su normativa declaró al Estado dueño de las propiedades comunales.
Los indígenas estaban obligados a adquirir títulos individuales en un plazo no mayor a dos
meses. Estos títulos les permitirían tener la tierra por el plazo de cinco años para, luego, tener
que volver a comprarla. El Estado confiscaría los terrenos de quienes no pudieses adquirirlos
para ser subastados al mejor postor (Larson 2002; Rivera 1984).
La posterior alianza entre indígenas y liberales buscaba reeditar la experiencia exitosa de
1871. En ésta, las comunidades aymaras, a través de los apoderados, se unieron a las fuerzas
opuestas a Melgarejo, apoyando de manera exitosa a Agustín Morales. Del otro lado, “Por
primera vez en la historia republicana, los miembros de la facción en pugna, conscientes
del malestar que existía en el campo y de la necesidad de contar con una fuerza de choque
recurrieron como estrategia bélica a la ayuda de las comunidades” (Mendieta 2006: 767).
La facción elitaria que se oponía a Melgarejo ofreció a los indígenas la devolución de sus
tierras (usurpadas con el decreto de Melgarejo). Los indígenas apoyaron la revuelta bajo
el liderazgo de Luciano Willka, conocido apoderado de la zona de Huaycho y nombrado
Comandante General de Indios: “el poder que logra Luciano Willka fue tan grande que en
enero de 1871 sus huestes cercaron la ciudad de La Paz en defensa de los revolucionarios.

61
FERNANDO GARCÉS V.

Pese a ello Melgarejo logró salvar la vida huyendo en medio de turbas indígenas enfurecidas
a través del altiplano” (Mendieta 2006: 768).
En el período de Tomás Frías, y aunque no fue implementada hasta la década de 1880, la
Ley de Exvinculación de 1874 “sentó los términos fundamentales del derecho indígena a
la tenencia de la tierra desde ese momento y hasta mediados del siglo XX” (Larson 2002:
155). En lo fundamental, la ley concedía a los indígenas el derecho a la propiedad individual
de la tierra; sin embargo, lo que se encontraba como telón de fondo era la anulación de la
jurisdicción territorial que había logrado sobrevivir a los embates, no sólo coloniales, sino de
la temprana república tributaria. De igual forma, se eliminó el rol de intermediarios que las
autoridades tradicionales de las comunidades habían tenido hasta ese momento (Klein 2001).
A partir de ese momento, “los indios serían sujetos jurídicos bajo la ley civil, sometidos
directamente a la autoridad de los agentes blancos y mestizos, y al asedio de mercado de
tierras” (Larson 2002: 155; véase también Rivera 1984: 71).
De tal forma que Melgarejo “realizó un primer intento de destruir las fronteras defensivas
de comunidades y ayllus, poniendo sus tierras en subasta pública mediante un Decreto del
20 de marzo de 1866” (Rivera 1984: 70). En cambio, mediante la Ley de Exvinculación
“se declaraba jurídicamente extinguida la comunidad india y se prescribía la parcelación
individualizada de las tierras comunales y la reforma del sistema tributario con el objeto de
aplicar un impuesto universal a la propiedad en sustitución de la ‘contribución indigenal’”
(Rivera 1984: 71).
En el momento en que empieza la ofensiva de una ideología liberal (la ley de comunidades
de Melgarejo de 1866 y la ley de Exvinculación de Tomás Frías de 1874), las comunidades
indígenas también echan mano de la memoria colonial con el fin de recuperar los espacios
que les ofrecía el Pacto de Reciprocidad con el Estado (Platt 1982, 1987).
Para ello despliegan múltiples tácticas para restaurar las jurisdicciones territoriales y políticas
que habían adquirido en el sistema de castas colonial; una de ellas y de suma importancia
mediante la creación de los caciques-apoderados, una figura que recuperaba el espacio de
intermediación con el Estado desde el control comunal. Ellos fueron los encargados de
desempolvar (en unos casos) o de exhumar de los archivos coloniales de Sucre, Buenos Aires
y Lima los títulos comunitarios conseguidos en la época colonial; ello con el fin de defender
sus tierras comunitarias en proceso de desintegración a partir de las leyes mencionadas
(Larson 2002; Mendieta 2006; Rivera 1991): “Para defender sus tierras, los apoderados
sacaron a relucir sus títulos coloniales, resaltando la importancia de la prestación de sus
servicios al Estado y el pago del tributo al mismo” (Mendieta 2006: 765).
La lucha legal se desarrolló, por un lado, teniendo como base la memoria oral, la cual
funcionó como legitimadora de acciones al ser fuente consulta permanente al pasado; por
otro lado, el rescate de los títulos coloniales y republicanos “resaltaba el carácter legal de las
comunidades andinas, que habían cumplido con la contribución económica ante la Corona y
por tanto estaban exentos de cumplir cualquier otra carga fiscal” (Ticona 2003: 101).

62
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Desde otra perspectiva, hacia mediados del siglo XIX, Bolivia estaba constituida como
una sociedad eminentemente rural: el 89% de la población, iletrada y predominantemente
monolingüe en quechua y/o aimara, vivía fuera de las ciudades. Para 1900, contamos con
un 73% de población rural (Klein 2001). En este contexto, en la segunda mitad de siglo,
nos encontramos con nuevas formas de expresión religiosa popular e indígena. Durante la
primera mitad del XIX, según Klein, la iglesia se tornó “menos tolerante del catolicismo
popular, más tímida en cuanto a su aceptación de los estilos artísticos indígena y mestizo”
(Klein 2001: 199). Sin embargo unas décadas más tarde se habría dado un giro en la política
eclesial: las costumbres indígenas-campesinas que antes eran combatidas por su asociación
con la herejía o con expresiones diabólicas pasan a ser toleradas como supersticiones, lo
cual, a su vez, habría permitido el florecimiento de “sincretismos”.23 Así, cajones religiosos,
pinturas en planchas de metal y en piedra, de pequeño formato y de uso ritual familiar y
gremial, se extienden por todos los Andes (Sánchez 2015). De igual forma, en el mismo
siglo, en zonas predominantemente aimaras y quechuas, se usaban soportes en barro, cuero,
papel y piedra, para recordar distintas fórmulas de la doctrina católica (Hartmann 1989;
Ibarra 1953; Jaye y Mitchel 1999; Mitchel y Jaye 1996).
En el contexto previo de lucha por el territorio, es legítimo preguntarse si estos nuevos
mecanismos expresivos estaban vinculados exclusivamente a temas religiosos o abarcaban
otros géneros discursivos. Como ha quedado claro, las comunidades buscan responder a
la legalidad del Estado en su lenguaje, el de la ciudad letrada (Rama 1984), más allá de la
incomunicación de castas a la que alude Rivera (1991). Sin embargo, no sería raro que se
haya echado mano de distintos recursos tal como ha sido atestiguado para la Provincia de
Yauyos en el siglo XVI (cf. Taylor 2000: 89-104). De hecho, en un documento fechado en
1864 se puede ver, junto al trabajo técnico del agrimensor, un escudo en el que el apoderado
Francisco Apaza ocupa el lugar del timbre. En su mano derecha se encuentra un documento
que da cuenta de su vinculación con la lucha legal por el territorio del ayllu Kirkiawi y de las
formas de inscripción comunal de la memoria.24
Veamos ahora los antecedentes explícitos de la escritura logográfica en el área andina.
Tschudi vio en el museo de La Paz un cuero con pictogramas, antes de 1869, y otro similar
en Copacabana (un pequeño catecismo aimara). Se le informó que un viejo indio, analfabeto,
había inventado el método de escritura y se lo había enseñado a los niños para que puedan
leerlo. Cuando Tschudi llegó ahí sólo había un experto en la elaboración de estos catecismos;
se llamaba Juan de Dios Apasa (von Tschudi 1869). Luego, Wiener (1880), encontró varios
cueros y papeles escritos procedentes de Sicasica (Bolivia) y Paucartambo (Perú) los cuales,
sin embargo, no se molestó en descifrar por considerarlos de manufactura reciente (Ibarra
1953).

23
Vincent Nicolas, comunicación escrita, 31/01/17.
24
Documental Nuqayku Kayku, https://www.youtube.com/watch?v=t0dKsZUMfyQ, descarga del
01/02/17. Véase también el croquis o dibujo elaborado por Santacruz Rojas, en 1965, para dar cuenta de
las faenas realizadas para mejorar el canal en Tupicocha (Salomon 2011: 105).

63
FERNANDO GARCÉS V.

El salto cualitativo se dio a partir de 1911. Franz Tamayo decodificó un cuero encontrado
por Vicente Ballivián en 1910 y procedente del Lago Titicaca;25 lo hizo utilizando un manual
de escritura de traducción de textos aztecas post-conquista.26 Según Tamayo se trata de una
escritura aimara sobre piel de oveja posterior a 1730 y representa Los Mandamientos, Las
obras de misericordia y Los Sacramentos de la Iglesia Católica.
El sueco Erland Nordenskiöld reporta, con respecto a la “escritura-dibujada”, lo siguiente:
These Indians have also in post-Columbian times invented a picture script. It is said to
have been composed by an Indian of Sampaya, on Lake Titicaca. This picture writing
depicts the Commandments, the Sacraments, etc. This Indian was unable to read
or write ordinary script. He did not employ our letters or figures, but pure picture-
writing which he must entirely have composed himself. It cannot but be supposed
that he received the idea of the whole thing from seeing the white men’s script and its
use. This genial invention appears to have lived on in that locality for the space of a
generation or two and then forgotten (Nordenskiöld 1930: 107)
Posnansky (1945) le dedicó un capítulo a las “pictografías ideográficas”; sin embargo, su
trabajo no presenta nada nuevo ya que reproduce prácticamente la traducción de Franz
Tamayo.
A Dick Ibarra Grasso le debemos el estudio más extenso sobre lo que él denominó Escritura
Indígena Andina. En 1953 publicó el resultado de sus pesquisas sobre esta escritura, siendo
el motivo que lo trajo a Bolivia en la década del 40. Ibarra conocía la información previa de
Wiener y Nordenskiöld y recorrió diversos departamentos del país, encontrando quechuas27
y aimaras28, que leían y escribían rezos católicos en papel y cuero. Además encontró la
novedad de figuras modeladas como muñecos e insertadas en discos de barro (Ibarra 1953,
1967).
4.3. Las colecciones y materiales
En la segunda mitad del siglo pasado varios estudios contribuyeron al conocimiento de esta
escritura religiosa y de los “rezos” que transmitían.
La colección más importante de escritura andina logográfica y tridimensional se encuentra
en el INIAM-UMSS, tal como consta en el catálogo publicado por esta institución (INIAM-
UMSS 2015a). Ahí se da cuenta de tres subcolecciones: la de Ibarra Grasso (8 cueros y 22
folios de papel), la de Osvaldo Sánchez (63 piezas que corresponden a 12 series de rezos
en cuero y papel) y la de discos de barro (2 provenientes de Puqui, Oruro, de la década del

25
La traducción del cuero, realizada por Tamayo, se publicó en El Diario de La Paz, el 23 de junio, el 29
y 31 de agosto y el 1 y 3 de septiembre de 1911, bajo el título de “Un dermatograma aymara”.
26
Tamayo utilizó un tratado de Eduardo Seler de 1893 sobre pictografías mexicanas (cf. Seler 1904).
27
Específicamente en Chuquisaca (San Lucas, Ocurí) y Potosí (Vitichi, Vichacla, Carma, Oroncota).
28
En La Paz (Lago Titicaca) y Oruro (Puqui).

64
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

60 del siglo pasado, y 6 actuales de San Lucas). Adicionalmente, durante el año 2016, el
maestro Isidoro Flores donó al INIAM otros cinco discos de barro.29
En otros museos como el Antropológico de la Universidad San Francisco Xavier de
Chuquisaca, en Sucre, el Nacional “Eduardo López Rivas” de la ciudad de Oruro, el de
la Casa de la Moneda, el Franciscano de Tarija, se encuentran varios ejemplares en cuero
y barro. Así mismo, tenemos noticias de la existencia de ejemplares en cuero y barro en
museos de Alemania, específicamente en Bonn y Berlín.30 De otros ejemplares tenemos
información gracias a fotografías proporcionadas por distintos colegas.31
Aparte de estas colecciones, en diversos artículos se han publicado materiales y se han
adelantado análisis de los mismos. En ese sentido es importante consultar los trabajos de
Arnold (2007); Castro (2015a y 2015b); Garcés (2014, 2015) Garcés y Bustamante (2015);
Garcés y Sánchez (2014, 2016); García (2015); Hartmann (1989); Holmer, Miranda y
Rydén (1951); Ibarra (1942, 1953, 1967); INIAM-UMSS (2014, 2015a); Jaye y Mitchel,
eds. (1999); Jaye y Mitchel (1999); Miranda (1988); Miranda (1958); Mitchel y Jaye (1996);
Nordenskiöld (1930); Posnansky (1945); Sánchez y Sanzetenea (2000); Szemiński (2010);
Urteaga (1913); von Tschudi (1869); Wiener (1880). Así, mismo se cuenta con videos que
han registrado el performance de los rezos: ACLO (2010), Déléage (2013b, 2013c), INIAM-
UMSS (2015b).
4.4. Las prácticas actuales
San Lucas es la capital de la segunda sección municipal de la Provincia Nor Cinti de
Chuquisaca, a 3047 m de altitud promedio, denominada “capital del choclo y del durazno”
(Garcés y Bustamante 2015). Se ubica al Sudoeste de la capital, Sucre. Limita al Este con
la provincia Azurduy, al Oeste y al Norte con la provincia J. M. Linares (Potosí), al Sur con
Camargo e Inca Wasi (Otondo 2008: 98).
La zona corresponde a las cabeceras de los valles del Sur, y tiene una precipitacion de 500 mm
año, siendo su vegetación, en su mayoria, un monte espinoso seco semiárido. Las temperaturas
promedio se encuentran en 12°C en invierno y 23°C en verano, en las cabeceras de valle. Las
principales actividades desde tiempos precolombinos son la agricultura y la mineria, esto
debido a sus fértiles tierras y a las formaciones geológicas que rodean estos valles y que son
ricas en minerales como el cobre, el oro, la plata, el plomo, el zinc y el antimonio (Garcés

29
El incremento de la colección de discos de barro no hubiera sido posible sin la contribución generosa de
los Maestros Doctrineros Santos Condori de Ocurí e Isidoro Flores de Ventilla.
30
A fines del 2016 circuló la noticia de que una librería especializada de Bilbao ponía en venta materiales
logográficos en cuero provenientes del lago Titicaca, recogidos en la zona durante la segunda mitad
del s. XIX y que pertenecerían a la familia Novia de Salcedo. Véase https://www.iberlibro.com/
coleccionismo/catecismo-novia/index.shtml?cm_mmc=nl-_-nl-_-E161202-h00-cnoviaAG-341422xx-
_-01cta&abersp=1, consulta del 13/12/16; también: http://www.paginasiete.bo/cultura/2017/1/5/vende-
espana-serie-manuscritos-aymaras-siglo-122666.html, consulta del 05/05/17.
31
Agradecemos la información proporcionada por Angélica García, Edmundo Salinas, Lena Muders,
Mariusz Ziólkowski, Marco Bustamante, Victoria Rivera y Walter Sánchez. Ver cuadro en anexo.

65
FERNANDO GARCÉS V.

y Bustamante 2015; Rivera 2008, 2014). A partir del relieve topográfico, la geomorfología
y la vegetación, Rivera (2014: 72-74) ha establecido cinco microambientes para San Lucas
(base de valle; piedemonte y serranía este; piedemonte oeste; colinas y quebradas; serranía
alta oeste) y dos para Palacio Tambo (cuencas altas y serranías altas) (Fig. 25).

Fig. 25. Mapa de San Lucas y principales poblaciones aledañas. Elaboración: Marco Bustamante.

Según el Censo del 2001, para este año San Lucas contaba con una población de 32.109
habitantes. El 53% de la población es monolingüe quechua y el 37% bilingüe quechua-
castellano. El 95% de la población se autoidentifica como quechua (INE y PNUD 2005).
San Lucas es conocido por la histórica presencia de un tipo de elaboración escrituraria
logográfica y tridimensional reportada desde hace, por lo menos, siete décadas. En su obra
La escritura indígena andina (1953), Ibarra Grasso da cuenta de tal “hallazgo” en la década
del 40 del siglo pasado. En el plano ideográfico dice que “se pintan sobre papel común,
libretas y cuadernos comprados en el comercio, cuando no papeles de deshecho; en otros
lugares en donde hemos estado, o hemos tenido noticias, se utilizan todavía los cueros, sobre
cuyo lado interno se pintan los signos” (Ibarra 1953: 14); de este tipo de material presenta y
analiza un cuaderno perteneciente a Julián Herrera,32 un cuaderno procedente de Ocurí y un
cuero elaborado por Porfirio Miranda (Fig. 26).

32 En el libro de Ibarra se habla del cuaderno de Julián Guerrero. En realidad se trata de Julián Herrera,
comunario de Yapusiri, quien falleció el año 2000. De él se dice que no conocía la escritura de letra y
tomaba apuntes “con dibujos”.

66
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 26. Página del cuaderno de Ocurí. Fuente: Ibarra (1953: 200).

La descripción de los discos de barro realizada por Ibarra es la siguiente:


El hecho nuevo más importante que apareció con nuestra visita a San Lucas fue el
de las escrituras en arcilla, las cuales presentan un aspecto tan extraordinario que
podemos decir que es algo absolutamente único en el mundo. Estas escrituras consisten
en lo siguiente: los signos o figuras son modelados, cada uno independientemente, en
arcilla, formando una especie de muñequito de unos seis centímetros de alto, y son
pegados en posición vertical sobre un disco o tablón, también de arcilla, y haciéndose
uso generalmente de un palito para que queden con una sólida estabilidad.
Todos estos muñequitos, en los discos, son dispuestos siguiendo una rigurosa línea
espiral hacia adentro, es decir, que la lectura del mismo comienza por la parte exterior
(Ibarra 1953: 13).

Fig. 27. Disco de barro actual elaborado por Isidoro Flores. Foto: Fernando Garcés, 2014.

Como hemos visto, las “tortas”, “discos” o “pizzas” de barro (llut’asqas en la denominación
local) tienen una larga historia y hasta el día de hoy se las elabora para plasmar en ellos

67
FERNANDO GARCÉS V.

elementos diversos de la doctrina cristiana que, en su procedencia remota, fueron traducidos


al quechua en el siglo XVI (Fig. 27). Las llut’asqas eran consideradas hechos del pasado
reciente; sin embargo, tienen plena vigencia en San Lucas, por lo menos en las comunidades
de Tambo Muqu, Kumuni, Kirpini, Padcoyo, Ocurí, Condoriri, Tirajhoyo, Japo, Palacio
Tambo, Ventilla (Garcés y Bustamante 2015).
El proceso de elaborar los rezos en discos de barro (llut’asqas), está a cargo de una autoridad
electa por la comunidad y denominada “Maestro Doctrinero”. Inicia con la fabricacion del
soporte o torta de barro a partir de una mezcla de arcilla y paja, como si fuese un adobe
circular (Fig. 28).

Fig. 28. Don Santos, Maestro doctrinero de Ocurí – San Lucas, elaborando el rezo Mama Santa
Iglesia, con la ayuda de Gabriel (2014). Foto: Soledad Guzmán.

Luego, el Maestro elabora las figurillas que complementan el rezo, recolectando un tipo de
arcilla de consistencia más fina que se encuentra cerca de los charcos o cerca de los ríos,
donde es abundante. Con esta arcilla y con la humedad adecuada, el Maestro procede a
modelar las figurillas que formarán parte del rezo (Fig. 29).

68
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 29. Don Isidoro Flores moldeando las piezas de las llut’asqas. Ventilla, 2015.
Foto: Marco Bustamante.

El Maestro elabora las figuras humanas, de animales y cosas que formarán parte del rezo o
llut’asqa. Utilizará arcilla para modelarlas y las complementará con ramitas, plumas, lana
de colores, vidrios, semillas, huesos, flores, palos, papel, hierbas, telas, piedras, espinas de
plantas de la zona, etc.

69
FERNANDO GARCÉS V.

Mas tarde, recitando los rezos, colocara las figuras sobre la torta de barro en el orden que
corresponde. Las tortas actuales miden entre 20 y 40 cm (pero pueden llegar a ser mucho
mas grandes segun afirman los maestros).33
La direccionalidad de la escritura es múltiple; es decir, se podían leer los textos de manera
horizontal, vertical y circular (Ibarra 1953). Hasta mediados del siglo pasado la forma
privilegiada era la escritura en boustrophedon, es decir, mediante la redacción alternativa de
izquierda a derecha y de derecha a izquierda cada renglón (Ibarra 1953).34 Hoy, por lo menos
en el área quechua de San Lucas, se usa de manera exclusiva la forma circular.35
La secuencia del rezo se realiza con un palo tomado de la mano del maestro; ésta va
conectando las figuras de la “torta” con la vocalización o el canto del rezo,36 separando el
mismo en unidades segmentadas; por ejemplo, el Padre Nuestro se segmenta de la siguiente
manera:
Yayayku / Janajpachapi / Kaq, sutiyki / Much’asqa kachun / Qhapaqkayniyki
/ Ñuqaykuman / Jamuchun / Munayniyki / Ruwasqakachun / Imaynachus /
Janajpachapipis / Jinallatajmi / Kaypachapipis / Sapa p’unchay / T’antaykuta /
Kunan qupuwayku / Ama ñuqaykuman / Juchallikunata / Amataq / Kachariwaykuchu
/ Watiqkayman / Urmayta / Astawan llapantin / Mana allinmanta / Llallinraq /
Qhispichiwayku / Amen Jesus / Maria Jose (Observación de campo, 15/04/14).
Cada una de estas unidades se encuentra representada en el disco de arcilla. Se van señalando
las partes correspondientes con un “palito” que sirve de regulación rítmica para el maestro/a
haga repetir a los demás participantes. En otros casos, los “rezos” se cantan, separando sus
partes con una suerte de glissando37 entre cada unidad (Fig. 30).

33
Los maestros dicen que el rezo “Churuwillas” puede tener un metro de diámetro. No hemos tenido la
oportunidad de verlo en elaboración tridimensional pero se trata con seguridad del “Catecismo breve
para los rudos y occupados” que se encuentra en el Catecismo del Tercer Concilio Limense (1584: 13-
19), el cual empieza con la frase Churi villahuay… (Miranda 1958).
34
Esta escritura en boustrophedon, aunque también conocida en otras inscripciones arcaicas, especialmente
griegas, en el caso de los Andes reproducía la direccionalidad textil de la faz de urdimbre (Arnold y
Espejo 2013: 194).
35
La forma circular de elaboración de los rezos y de su lectura está relacionada con la forma circular en
que se elaboran las mesas rituales aimaras a fin de cerrar el convite para que ”ningún indeseable se
introduzca en el círculo de invitados; así mismo, “para garantizar su hermetismo y cierre respecto al
exterior” (Fernández 1995: 266)
36
En un documento de 1603 se dice que “Estan todo el dia aprendiendo, haziendo con unas piedresitas
memoria bocal de lo que se les dize y luego con unos punteros senalando las piedras y repitiendolo,
como si estuvieran leyendo en un libro (Carta Anua de Cabredo a Acquaviva, en Bouysse-Cassagne
2000: 81).
37
El glissando, en música, se entiende como un efecto sonoro que consiste en pasar de un sonido a otro
más agudo o más grave haciendo que se escuchen todos los intermedios posibles.

70
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 30. Niños y niñas de Ocurí cantando los rezos en el cerro. Jueves Santo (2014).
Foto: Soledad Guzmán

Además, la secuencia del rezo se hace desde fuera hacia dentro y contra las manecillas
del reloj, de la misma manera como se encuentran reportados por Ibarra Grasso (1953)
y plasmados en la Subcolección Sánchez del INIAM-UMSS (2015a). Ya no se reza,
actualmente, en cueros. Al parecer se trata de una costumbre antigua que el padre de Rafael
Esposo38 se la transmitió a él cuando era niño.
Los maestros doctrineros son nombrados por las comunidades, para este cargo, por el
período de un año, aunque las tortas se realizan durante el período que va del Domingo de
Tentación, es decir, el domingo siguiente a carnaval, al Jueves Santo. Una vez terminado el
ciclo de rezos, que puede durar toda la Cuaresma o la Semana Santa,39 se rompen o deshacen
las tortas.40
El/la maestro/a doctrinero/a convoca a la comunidad a rezar. Él/ella, junto al Fiscal,41 explica
la finalidad de la reunión: “cumplir” con la doctrina. El/la doctrinero/a invita a que las
personas participantes se ubiquen alrededor del disco de barro. Luego de escoger el “rezo”
que se realizará, el maestro/a guía la recitación respectiva tal como se mostró previamente.

38
Rafael Esposo es un comunario de Sarakaya, San Lucas. Él pintó en cuero y papel un conjunto de 12
rezos para Osvaldo Sánchez Terrazas en 1984. Éste donó su colección privada al INIAM-UMSS poco
antes de morir, el año 2012.
39
A todo el período de Cuaresma y Semana Santa, en San Lucas se lo denomina el tiempo de Doctrina.
40
En Vitichi se cantan los rezos desde el Lunes de Tentación, es decir, desde el lunes siguiente al miércoles
de ceniza, hasta el martes de semana santa (ACLO 2010).
41
El Fiscal es una persona de la comunidad nominada para mantener el orden durante los rezos; es el
encargado de que los niños no se distraigan mientras se reza y de que los convocados se reúnan para
rezar.

71
FERNANDO GARCÉS V.

Las comunidades pueden rezar entre 5 y 10 rezos durante cada jornada de la doctrina. Al
finalizar la jornada de rezos, el/la maestro/a y el fiscal agradecen la participación de los
miembros de la comunidad e invitan para la siguiente jornada.
Aunque la vinculación de los rezos a las tortas se da especialmente en Cuaresma o Semana Santa,
en las familias se practica los rezos en una suerte de calendarización relacionada con eventos
climáticos o con actividades socio-familiares, tal como se muestra en el siguiente cuadro:
Cuadro N° 1: Relación de los rezos de la Subcolección Sánchez (INIAM-UMSS) con
las actividades agrícolas y sociofamilares de San Lucas

Significación en
Actividad Temática Rezo en quechua
castellano
Agrícola Rezos para pedir Diosllawanña Dios Mío
lluvia Dios Apunchej Dios Nuestro
Jesús Lazariño Jesús Nazareno
Diosninchipa (se reza en romería) Diez Mandamientos
Rezo para alejar las Ñoqa Juchasapa Yo pecador
tormentas
Rezo para que no P’unchayninchej Nuestro día
existan heladas
Socio- Rezo para viaje Bendicionta Churarqamuy Dame tu bendición
familiar Rezo para curación o Iñini Credo
para alejar todo mal
Rezo para la casa Wasiykimanta (para que no se Desde tu casa
pierda nada en la casa)
Iñinanchej Creemos
Rezo ante la muerte Apuyaya Señor Jesucristo
Religiosa Padre Nuestro Yayayku Padre Nuestro
Fuente: Sánchez y Sanzetenea (2000: 3).

Como dice don Pedro de Radio PREC (Padcoyo), “loco para mana kananpaqchu, rezananchik
tiyan; loco para chakraman mana chayananpaqchu qhaparinanchik tiyan” [Para que no
haya lluvia torrencial hay que rezar; para que la lluvia torrencial no llegue a las chacras hay
que gritar].42
42
El Fiscal de Vitichi del año 2010, Tomás Cruz Gonzales, dice que si no llueve, o si hay granizada,
el fiscal y la maestra hacen rezar: “Mana paraqtin, ima sajra para kaqtin, chay fiscal maestrawan
rezachinku; chay pata puntapi, may calvario kan, chaypi” [Si no llueve, para que no haya
nada malo, el fiscal y la maestra hacen rezar; en la cumbre del cerro, donde está el calvario,
ahí]. Lo propio relata la maestra Beatriz Ocampo Puma: “Mana paramuqtin, papas t’ikarichkan,
chakras q’awiykuchkan; mana paramujtin, autoridades lomaman maestra lluqsinan tiyan,

72
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Espacialmente, las tortas y los rezos se realizan en lugares marginales de la oficialidad


eclesial;43 así, por ejemplo, en Padcoyo, se hacen en la capilla antigua; en Ocurí y en el
mismo Padcoyo se elaboran las tortas y se reza al fondo de la capilla; en Tirahoyo en otro
ambiente separado de la Iglesia principal (Fig. 31).44

Fig. 31. Rezos en discos de


barro. Tirajhoyo – San Lucas
(2014). Foto: Soledad Guzmán.

lomapi rezachimunan tiyan” (ACLO 2010). [Si no llueve las papas florecen, las chacras se están
marchitando; si no llueve las autoridades hacen salir a la loma a la maestra y en la loma tiene que
hacer rezar]. Aparte de lo dicho, habría que pensar en la vinculación existente entre el calendario
de sonidos/instrumentos musicales, el calendario agrícola y el calendario climatológico por la
similitud que muestran. Para que llueva se usan pinqillus; para que deje de llover se usan tarqas
(Walter Sánchez, comunicación escrita, 09/06/14).
43
En realidad se trata de una marginalidad desde la Iglesia Católica; desde los propios comunarios
podríamos pensar en “otra centralidad” fuera de la oficialidad católica (Diálogo con Walter Sánchez,
09/06/14).
44
En el caso de Vitichi, la maestra y las “luterneras” (rezadoras), cantan los rezos fuera de la capilla, de
pie, apoyadas en el muro exterior de ella (ACLO 2010).

73
FERNANDO GARCÉS V.

En cuanto a la articulación entre esta práctica comunal y la Iglesia Católica local, algunos
maestros van a la parroquia a pedir al sacerdote un nombramiento que los oficialice. Sin
embargo, por lo que nos relataron varios, ésta sería una práctica no generalizada. En realidad
se trata de un mundo semi paralelo al de la Iglesia Católica. La iglesia oficial sabe de su
existencia y de alguna manera estas expresiones religiosas están vinculadas a ella pero no
gobernadas o controladas por ella.
En lo que toca a las tortas como canal expresivo y lingüístico hay mucho que decir; nos
limitamos a señalar, por ahora, que las tortas y los rezos forman parte de un sistema mayor
de articulación entre oralidad, visualidad, motricidad, sonoridad y memoria.45 Y como tal
está inscrito en los amplios debates de la antropología andina sobre formas escriturarias
no alfabéticas logográficas (Szeminski 2010) encontradas en tejidos (Arnold 2012), qirus
(Ziólkowski y otros 2008) y en los propios textos alfabéticos coloniales (Garcés y Sánchez
2014).
Por otra parte, a la par de tratarse de un mecanismo exitoso de preservación de la memoria,
que prácticamente reproduce lo consignado en la Doctrina del Tercer Concilio Limense
(1584), en otros casos encontramos una transformación lingüística profunda. Así, en el rezo
Mama Santa Iglesia, el recurso de memoria de lo que los especialistas llaman rebus (la
evocación de un concepto a través de un sonido similar), ha terminado fosilizándose en una
suerte de fórmula religiosa en la que ya no tiene importancia el significado específico de
cada palabra sino el contexto total del rezo (Fig. 32).

Fig. 32: Rezo Mama Santa Iglesia. Colección INIAM-UMSS. Foto: Marco Bustamante, 2014.

45
Un detalle importante es la vinculación entre la emisión verbal del “rezo” y una actividad motriz
específica; además de lo visto con el caso particular de las “tortas”, tenemos el testimonio de Carlos
Noya quien relata cómo, en 1963, entre los Chipayas se rezaba tocando un khipu a manera de rosario
(comunicación personal, 21/03/12; cf. Gisbert y otros 1988: 28, figs. 40 y 41). Lo propio puede decirse
de la manera como la maestra de Vitichi dirige los “rezos”: puskhando [hilando] (ACLO 2010).

74
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Cuadro N° 2: Rezo Mama Santa Iglesia.

Vocalización quechua Representación visual Significado


Mamanchik Figura de mujer Nuestra Madre
Santa María Figura de mujer La Santa (María)
Inlesya Figura de Iglesia con su torre Iglesia
Saksakaran Figura humana con “andrajos” (saksa) Sacramentos
Figura de mujer que representa a Carmen
Sutiyuq Un “palito” con lana verde Se llaman
Qanchis ñawpaqinpi Siete palitos Son siete: el primero
Bautista Figura humana frente a una “pila bautismal” Bautismo
Iskaykayqa Dos palitos Segundo
Konfirmasyon Figura humana en posición “firme” Confirmación
Kimsakayqa Tres palitos Tercero
Penitensya Figura humana antecedida de un peine Penitencia
Tawakayqa Cuatro palitos Cuarto
Kuminus Pequeña muesca con especias: comino Comunión
Phisqakayqa Cinco palitos Quinto
Estermasyon Figura humana con una “estera” Extremaunción
Suqtakayqa Seis palitos Sexto
Urtis sasirutaron Figura humana con una “casulla” y una pepa Orden sacerdotal
de durazno para significar “urqu”.
Qanchiskayqa Siete palitos Séptimo
Waterminu Figura humana con una bandera que se “bate” Matrimonio
Amen Jesus María Jusis Dos palitos con una figura humana. Amén Jesús María y José
Fuente: Elaboración propia a partir de rezo realizado por Santos Condori (2014).

Como vemos, el performance quechua es referencial de cara al significado específico del


rezo, razón por la que en realidad se trata de una suerte de enunciación mítica fosilizada que,
sin embargo, sólo tiene sentido en el conjunto del contexto de emisión.
4.5. El aprendizaje en contextos no escolarizados y el aprendizaje de los rezos
4.5.1. El aprendizaje en contextos no escolarizados
Intentamos ahora sintetizar una serie de trabajos etnográficos que han registrado la manera
como se aprende en contextos indígenas no escolarizados.46 El objetivo de esta indagación es

46
Mayor detalle de lo referente a esta sección se puede encontrar en Garcés (2014).

75
FERNANDO GARCÉS V.

utilizarla como base interpretativa de la manera como se aprenden las escrituras logográficas
y tridimensionales en el contexto andino, según se verá más adelante.
En los procesos de socialización, tanto la familia como el medio social y comunitario juegan
un rol clave como educadores primarios. Es en estos contextos donde los niños aprenden a
organizar el tiempo, el espacio, el medio físico y social (Garcés y Guzmán 2003). Por otro
lado, el modelo de sociedad de cada pueblo o grupo cultural configura modelos específicos
de aprendizaje. En el caso de muchos pueblos indígenas se considera que los conocimientos
son de “propiedad” colectiva, es decir, que el grupo es el que posee los conocimientos
(Sánchez-Parga 1988). Así, en el ámbito andino, el concepto de inteligencia está asociado
a una dimensión integral de la persona que no se reduce a lo cognitivo; se trata de una
inteligencia estrechamente vinculada a las prácticas sociales y a las concepciones éticas
comunitarias: ser inteligente –ser ch’iki– es saber comportarse socialmente al interior del
grupo cultural. Por el contrario, ser saqra o wak’a significa poseer aptitudes cognitivas del
tipo “astuto”, e incluso “malvado”, pero nunca inteligente (Romero 1994).
Así mismo, el mundo individual y el mundo social son aspectos inseparables en los procesos
de aprendizaje (Rogoff 1993; Garcés y Guzmán 2003), de tal manera que no es posible
pensar en modelos que unilateralmente apuestan por una concepción individualista del
aprendizaje. El aprendizaje es una actividad humana y ésta está siempre enraizada en un
contexto específico. Simultáneamente hay que decir que el contexto es necesario entenderlo
no como una serie de estímulos externos sino como una red de relaciones que proporcionan
una estructura de significado (Rogoff 1993).
Las instancias educativas de cada sociedad dependen del modo en que se organizan los
conocimientos y la forma en que estructuran sus interacciones sociales entre agentes
socializadores y los que se socializan. La relación entre niños y adultos depende del concepto
específico que tenga la sociedad sobre la niñez. Así, las sociedades interesadas en anticipar
el desarrollo oral de sus niños dialogan permanentemente con ellos, los involucran en sus
conversaciones y enfocan la socialización en la formación de su identidad (Nanda 1994: 115-
130); estas sociedades se llaman egocéntricas. En cambio, en otras, el objetivo es que los
niños sean independientes y sepan cómo hablar en el contexto de la familia y la comunidad;
el habla no se centra en el niño sino en la familia o en la comunidad; aquí se trata de que
construyan sus conocimientos mediante la observación y la imitación; estas sociedades se
llaman sociocéntricas, pues no enfocan sus acciones formativas en los niños sino en todo
el grupo y socializan a los niños a partir de su incorporación en las actividades cotidianas
(Zambrana 2008).
En varios trabajos etnográficos queda claro que el aprendizaje en comunidades indígenas
se produce mediante la participación en eventos sociales propiciados por la familia y la
misma comunidad (Aikman 2003; Cartes 2001; Castillo 2005; García 2005; Taish 2001).
Los niños aprenden participando en las actividades cotidianas y productivas, en los eventos
sociales de los adultos (García 2005, Regalsky 1996); están presentes en las conversaciones
de los adultos y éstos conversan como si los pequeños no estuvieran presentes. Ellos –los

76
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

adultos– consideran natural que los niños escuchen todo; se espera que éstos estén presentes
sin hablar ni molestar la interacción de los adultos (García 2005: 89). En realidad, en
muchos contextos indígenas los niños aprenden como si fueran adultos incompletos, pero en
formación (Aikman 2003: 143).
Este contexto familiar y comunal es el que posibilita una de las características del aprendizaje
no escolarizado: la presencia de guías expertos. En efecto, el estudio de Rogoff (1993)
enfatiza que el aprendizaje tiene lugar a través de la participación guiada en la actividad
social del grupo cultural, con adultos o pares generacionales que apoyan y estimulan el
desarrollo de las destrezas. Lo propio se encuentra confirmado en las etnografías citadas
(Aikman 2003; Cartes 2001; Castillo 2005; García 2005; Taish 2001), en la cuales también
tienen cabida otros niños pero con mayor experticia que el aprendiz. Esta mediación de
aprendizaje, sin embargo, no se da de manera planificada (Garcés y Guzmán 2003). Es lo
que dice Aikman, en referencia a su contexto de estudio: “Es imposible encontrar dentro de
la sociedad arakmbut un solo caso en que una madre se ponga a enseñar deliberadamente a
su hija a tejer una estera” (Aikman 2003: 170).
Así, el aprendizaje familiar y comunal no supone una enseñanza intencionada o explícita
por parte de las personas más hábiles en el conocimiento; tampoco supone instituciones o
contextos específicos de enseñanza. Y es que el aprendizaje se produce, fundamentalmente,
a través de la participación y observación cotidianas al interior de una cultura o de un grupo
social (Rogoff 1993).
Con los elementos previos podemos, ahora, explicitar las características específicas de
este aprendizaje no escolarizado. En los contextos comunales y familiares se aprende
progresivamente, por fases o etapas mediante la observación, la imitación y el juego.
Detengámonos en estos elementos.
En Aucará, en la zona de Ayacucho (Perú), los pobladores hablan de aprender en el sentido
del proceso de socialización. Por ello, los mismos comuneros tienen conciencia que el hecho
de participar de las actividades de los adultos, hace que los niños tengan oportunidades de
observar, ayudar, escuchar, jugar e imitar. Así, en esta comunidad los niños imitan a otros
niños que ya son expertos en algo: lavado de ropa, baile, etc. (García 2005).
En el aprendizaje del arte cerámico mapuche, los niños/as observan a un maestro que les
demuestra cómo hacer las cosas; el aprendiz mira e imita, siguiendo el ejemplo o el modelo
realizado por el/la experto/a (Cartes 2001). De igual forma, Taish (2001), en referencia al
mundo awajún, afirma que “la única forma de aprender cualquier oficio es a través de las
observaciones” (Taish 2001: 82).
Un detalle importante de lo explicitado por los autores citados es que en todos los casos se
trata de una imitación de la técnica pero no de la forma o el estilo; es decir, el aprendiz pone
su propio sello en la actividad que realiza. Otro dato importante, mostrado sobre todo por
Cartes (2001), es que no hay propiamente correcciones frente a una actividad que pudiera
parecer “errada”. En el caso de Piusilla, reportado por Zambrana (2008), se puede encontrar

77
FERNANDO GARCÉS V.

alguna que otra “corrección” en las acciones y aprendizajes técnicos de los niños durante el
aprendizaje del ciclo productivo de la papa.
De manera colateral, encontramos también que el lenguaje verbal tiene poca centralidad
en el proceso de aprendizaje mencionado: los expertos muestran lo que hacen pero no
hablan o hablan poco, de manera que ambos (experto y aprendiz) trabajan en silencio
(Cartes 2001). Lo mismo ocurre tanto en contexto awajún, donde el silencio de maestro y
aprendiz es importante para que se concentren y logren obtener el resultado buscado (Taish
2001), como en el contexto arakmbut, donde la interacción de las niñas con sus “maestras”
de tejido es no verbal (Aikman 2003). Obviamente, la interacción verbal funciona como
fuente de aprendizaje de roles institucionales y de la pragmática social de uso del lenguaje
(modos de hablar) (Zambrana 2008). No obstante, García (2005) enfatiza que incluso en el
ámbito del aprendizaje de las normas lingüísticas definidas culturalmente se echa mano del
lenguaje no verbal: mediante una serie de gestos los adultos logran que los niños tengan un
comportamiento discreto durante las conversaciones de los adultos (García 2005).
Ello no quiere decir que un aprendizaje poco verbalizado y muy “práctico” impliquen
una negación de la expresión y del pensamiento abstractos. En el ámbito andino, las
adivinanzas y los relatos (Zavala 2002), el brindar y el ch’allar (Arnold y Yapita 2000) y
varios elementos del mismo léxico quechua (Garcés 1997, 2005, 2009) son evidencia de un
pensamiento abstracto, por un lado, y de una particular y profusa producción oral desplegada
en determinados contextos.
En la misma ruta, entre los awajún la palabra tiene el sentido de vinculación del arte del
tejido con el mito, no como indicación de la técnica (Taish 2001), mientras entre los quechua-
aimara de Piusilla, el lenguaje verbal puede activar discursos sobre sucesos comunitarios con
el fin de transmitir conocimientos referentes a la territorialidad y la historia o la enseñanza
de valores éticos (Zambrana 2008).
Por otra parte, como ya adelantamos, el aprendizaje familiar y comunal se da por etapas
o fases en tiempos relativamente largos (Cartes 2001). Como dice Aikman, en referencia
al aprendizaje del tejido arakmbut, “la técnica es dominada después de muchos años de
observación y de participación gradual en las diferentes etapas de la fabricación, y después
de conocer la ubicación (la orilla del río y el pueblo), los materiales (bambú o corteza) y la
secuencia de la actividades en sí” (Aikman 2003: 170). De igual forma, Zambrana afirma
que “el trabajo que los niños emprenden es metódico (con una duración / prolongada) y
equilibrado (con una distribución de las tareas según la capacidad y la fuerza de cada uno de
los componentes del grupo)” (Zambrana 2008: 120-121).
Uno de los espacios sociales privilegiados para imitar las actividades de los adultos
es el juego. Éste es parte del proceso de socialización. Mediante él los niños participan
activamente de rutinas comunitarias e interactúan con miembros experimentados (adultos,
jóvenes o niños de su misma edad) adoptando los roles preferidos (Zambrana 2008). Así,
Biondi y Zapata (2006: 392) afirman que en el mundo andino la lengua es permanentemente

78
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

instrumento de negociación. Y esto se da en los juegos de los niños que, simultáneamente,


son juegos de roles.
De manera que los juegos son imitaciones de las actividades de los adultos, las cuales pueden
referir a la construcción de chozas provisionales, el encendido de pequeñas hogueras para
cocinar, el tejido de fibras y mochilas, etc. (Aikman 2003: 143).
De igual forma hay que decir que las actividades lúdicas están vinculadas a las actividades
productivas de la economía doméstica (Zambrana 2008). Por ello, los agentes socializadores
obsequian herramientas de labranza a los niños; ellas son fabricadas por los mismos herreros
que hacen las de los adultos y son de la misma calidad (Nanda 1994; Zambrana 2008).
Todas estas características mencionadas –y otras– han sido recogidas y sistematizadas por
Zambrana en su trabajo de campo en Piusilla. El identifica nueve estrategias metodológicas
durante el proceso de socialización a través de la producción de papa: 1) el aprendizaje
junto a pares expertos; 2) el aprendizaje a través del juego; 3) el aprendizaje mediante la
asignación y asunción de responsabilidades; 4) la enseñanza no verbal; 5) la enseñanza
verbal; 6) la interacción verbal; 7) la enseñanza por recomendaciones; 8) las instrucciones y
guías cortas; y 9) los thamis47 o chacras infantiles (Zambrana 2008: 193-194).
Esta suerte de tipología compartida del aprendizaje familiar y comunitario tiene un sujeto
responsable central: el aprendiz. Regalsky nos recuerda que aprender se relaciona con
aprendizaje y esta palabra implica el hecho de ser aprendiz:
El que aprende no necesita que le enseñen, el aprendiz de carpintero, el niño que está
en la familia labrando la tierra, el aprendiz de mecánico y muchos otros aprendices no
aprenden porque se sientan en una silla y viene otro y les dice ‘vas a hacer’, ‘te voy a
demostrar esto y el otro’, sino aprende haciendo, el aprendizaje viene de hacer cosas.
Y esto es el saber hacer cosas, ese gran saber es el que tiene la comunidad (Regalsky
1996: 80).
De igual manera, el estudio de García, en el que trata de comprender el significado de yachay
en Aucará, muestra que la responsabilidad del aprender, por lo menos en el mundo andino,
recae en el aprendiz: “Los aprendizajes son considerados responsabilidad personal de los
aprendices, quienes cuentan con diversas ayudas o guías de los miembros más expertos y
maduros” (García 2005: 80). Sin embargo estos guías no tienen el mismo peso social que
tienen los propios aprendices.
Lo dicho viene de la mano con la propia concepción de yachay. En el quechua, este término
indica que el concepto de aprender se concibe como un evento a cargo un sujeto consciente,
con control relativo del evento y que, por tanto, es responsable de la realización del mismo.
En cambio el enseñar (yacha-chi-) es concebido como una acción a cargo de un sujeto
47
“El thami es una chacra de unos treinta metros cuadrados aproximadamente ubicada en terrenos que
generalmente no son cultivados mediante el arado. Esta pequeña chacra tienen la función de ser el
espacio en el cual los niños son entrenados en la práctica de producción de papa” (Zambrana 2008: 109).

79
FERNANDO GARCÉS V.

deliberado y responsable de hacer que otra persona logre el aprendizaje (García 2005). Las
habilidades sociales, en Aucará, se aprenden por la responsabilidad del aprendiz. Se aprenden
para satisfacer las necesidades personales y familiares (tejido) o se aprenden artes que son
valoradas socialmente (danzas); para esto, en algún momento debe “nacerle el arte” (García
2005). Similar a lo reportado por Castillo en cuanto al aprendizaje del tejido en Kharacha
y Aymaya (Norte de Potosí): los padres esperan el momento en que la iniciativa surja de la
wawa porque esta debe “aprender con el corazón” (Castillo 2005). El tejido, en este contexto
quechua-aimara, se logra en la interacción entre corazón, manos y ojos: “Según manifiestan
los tejedores de Kharacha y Aymaya, el tejido vive en el corazón de las personas. Cuando
uno quiere manifestarlo, no hace otra cosa que develarlo a través de la acción dialógica del
corazón, las manos y los ojos” (Castillo 2005: 75). De manera que hay una predisposición
en la acción de tejer, su aprendizaje y su conocimiento.
¿Cuál es el rol de los agentes socializadores, especialmente padres/madres, en el proceso de
aprendizaje no escolarizado? Podemos enumerar algunas funciones a partir del conjunto de
etnografías revisadas:
- Los niños tienen la opción de aprender de las actividades culturales organizadas y
dirigidas por los agentes socializadores; la responsabilidad de los padres estriba en
proporcionarles el tiempo y los recursos materiales (Zambrana 2008).
- En el aprendizaje no hay que esperar que otros exijan el aprender sino que los padres
motivan para que por propia iniciativa se aprenda (Taish 2001).
- No se necesita forzar a los niños para que participen en la vida económica y social de
la comunidad; la motivación es intrínseca; se recibe estímulo extrínseco secundario
por parte del grupo de compañeros (Aikman 2003).
- Los expertos revisan el trabajo de los niños/as pero no lo comentan o valoran. Por eso
los niños/as no hacen un esfuerzo por obtener aprobación (Aikman 2003).
- Los padres no imponen sus deseos sobre la actividad del niño; esperan el momento
en que la iniciativa surja del niño/a; tampoco delimitan qué debe o no debe aprender
(Castillo 2005).
- Los conocimientos que tienen que aprender los niños dependen en primer lugar de
la decisión de ellos mismos. Los padres no tienen influencia negativa. Los padres
esperan la oportunidad en que los niños se inicien en alguna actividad para apoyarlos
(Castillo 2005).
- El experto no dirige ni dice qué hacer; el experto demuestra cómo hacer (Cartes 2001).
Según lo señalado, entonces, el aprendizaje pertenece al ámbito familiar y comunitario
mientras la enseñanza corresponde a una tarea que debe desarrollar la escuela, la educación
formal. Ésta se convierte en un acuerdo planificado sobre lo que el otro/a debe saber,
convirtiendo la enseñanza en un recurso arbitrario, convencional (Regalsky 1996). En la
concepción comunitaria de los aprendizajes de conocimientos escolares se identifica al

80
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

maestro “como el principal responsable del aprendizaje de sus estudiantes” (Zambrana


2008: 190). Y esto también queda claro en la investigación realizada en Aucará:
cuando los entrevistados hablan de la escuela, mayormente usan la noción de “enseñar”
y casi no hablan del aprendizaje. Esto confirmaría que los pobladores de Aucará
espontáneamente relacionan la noción de “aprender”, ya sea hablando en quechua o
en castellano, con el ámbito de la socialización. La noción de “enseñar”, en las dos
lenguas, pareciera una acción más propia de la escuela (García 2005: 103).
4.5.2. El aprendizaje de los rezos
En San Lucas, la familia es la principal transmisora de los rezos, junto a la comunidad.
Los cuadernos con los dibujos que sirven de base para la elaboración de las tortas son
“heredados” familiarmente, de la misma forma que las técnicas de elaboración; los rezos
mismos se transmiten de padres/madres a hijos/as y durante la doctrina participan los hijos/
as y sobrinos de los maestros/as (Fig. 33).

Fig. 33. Cuaderno de Don Santos, Maestro Doctrinero de Ocurí – San Lucas (2014). Foto: Soledad
Guzmán.

La comunidad es la principal reguladora social de los rezos: el nombramiento de maestro/a


doctrinero/a es rotativo y tiene el nivel de un cargo comunal. El maestro/a anota en un
cuaderno la asistencia de los miembros de la comunidad que vienen a rezar. La propia
elaboración de la torta de barro debe contar con la presencia de las autoridades comunales;
mientras éstas no lleguen no se puede dar inicio a su manufactura.
Las comunidades tienen establecido un sistema de sanciones comunales para el maestro/a, si
éste no hace las tortas o no hace rezar a las personas de la comunidad. De igual forma, existe
un sistema de sanciones comunales si las personas no acuden a la convocatoria para rezar.
La figura del “fiscal” es importante porque es el que evita que se distraigan los “luterneros”
(ACLO 2010).

81
FERNANDO GARCÉS V.

Los niños/as aprenden participando de la doctrina. Acuden en las noches junto con los
adultos a rezar o, en el caso de Ocurí, los maestros de la unidad educativa los mandan en la
tarde para que recen con el maestro doctrinero.48
El maestro doctrinero es el que hace de guía experto. El contexto temporal tiene un momento
concentrado y otro difuso: el concentrado es el tiempo de la doctrina; el difuso durante
el año, según el calendario climatológico y sociofamiliar que hemos visto. En cuanto al
aprendizaje por fases, en Ocurí vimos que durante un día se dio el esfuerzo de aprender un
solo rezo: el Mama Santa Iglesia; de manera que no todo se aprende el mismo año sino en
una sucesión temporal (Fig. 34).

Fig. 34: Niñas de Ocurí aprendiendo uno de los rezos (2014). Fotos: Soledad Guzmán.

Aunque la práctica de los rezos se encuentra muy extendida en la zona, al parecer, el


conocimiento de elaboración de las tortas es más restringido y cada vez hay menos personas
que lo poseen. El aprendizaje de los rezos empieza desde una edad muy temprana, 6 ó 7
años, y se puede ser maestro/a doctrinero/a desde muy joven, aproximadamente desde los
14 años. Si bien se puede ser maestro/a muy joven, el aprendizaje es un proceso discontinuo
marcado por la anualidad.
Los niños/as aprenden mediante la observación y la imitación. En el proceso de aprendizaje
del rezo Mama Santa Iglesia de Ocurí, el maestro les “enseñó” pero no de una manera
segmentada sino unitaria: repitió muchas veces el mismo rezo y cada vez más las/os
aprendices iban aprehendiendo la totalidad de la destreza: vocalización, señalización,
entonación, etc.49 En el momento de aprendizaje no hay correcciones por parte del maestro

48
Véase Arnold y Yapita (2000: 318-328) donde se describe el aprendizaje en aimara de los rezos andinos
en Qaqachaka hacia la década del 80 del siglo pasado.
49
A diferencia del momento formal de ejecución del rezo con el resto de la comunidad, en el que, como
se vio, la segmentación en unidades permite que los rezadores vayan repitiendo según lo que va
proponiendo el maestro/a. Aquí, habría que tomar en cuenta una suerte de sistema andino propio de la
música y el canto. Así, la ejecución de instrumentos musicales se da bajo la fórmula de hoquetus: es
decir, uno que toca y el otro que le sigue. Este sistema también funciona con el arca/ira, el que “guía”

82
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

doctrinero pero sí consultas por parte de las/os aprendices. Las/os aprendices encontraban
dificultades en dos o tres lugares del rezo y le preguntaban a don Santos (¿imamí?). Este
respondía con paciencia cuantas veces le preguntaran; pero también se ayudaban entre ellas/
os, como pares expertos, a recordar.
Dado que se trata de un aprendizaje verbal pero formulaico, la vocalización es importante
pero no como explicitación de lo que se aprende sino como acción de aprendizaje. Los rezos
se pueden hacer “hablando” o “cantando” durante el momento de enseñanza a los niños/as;50
sin embargo, cuando se trata del momento “formal” de ejecución del rezo en colectivo, éstos
se hacen “gritando”. De hecho, la palabra que usan los maestros para animar a los niños no
es takiychik ‘canten’ o rezaychik ‘recen’, como se esperaría, sino qhaparichik ‘griten’.51 Hay,
además, una fuerte conexión entre verbalización y motricidad.
Al ser un aprendizaje colectivo, el juego es parte del contexto mayor de aprendizaje. Sin
embargo, a los/as aprendices, se les asigna y ellos mismos asumen responsabilidades de hacer
rezar en la procesión del Jueves Santo. De manera que, efectivamente, la responsabilidad del
aprendizaje está en los niños/as, no en el maestro.
4.6. Las posibles aplicaciones
Como hemos dicho, los rezos andinos se inscriben en lo que parece ser una distribución
especializada de mensajes plasmada en textiles, qiru y una variedad de soportes para la
expresión religiosa (piedra, madera, cuero, arcilla). Así, Arnold afirma que los textiles
podían ser leídos como repositorio documental sobre el ámbito tributario (2012); los qiru
parecen narrar historias oficiales incaicas; y, los rezos, como hemos visto, reproducen

y el que “sigue”. El formato, al parecer, servía también para aprender a contar historias. Donde hay
uno, el “guía”/arca, es el que “sabe” y los demás “aprenden” (Walter Sánchez, comunicación escrita,
09/06/14). Este sistema también funciona en cantos colectivos como el haylli: “Hayllita: Cantar cuando
aran o dançan, o lleuan muchos vna viga &c. diciendo uno, y respondiendo otros” (Bertonio 1612). Pero
además, como dicen Arnold y Yapita (2000: 42) la base del discurso andino “es un diálogo entre dos
personas, por lo menos”.
50
En el caso de Ocurí, el maestro doctrinero rezaba cantando, mientras en Tirahoyo, era una simple
vocalización. Al respecto, Acosta dice que “lo más ordi-/nario es en voz, cantar todos, yendo uno o dos
diciendo sus poesías y acudiendo los demás a responder con el pie de copla. Algunos de estos romances
eran muy artificiosos, y contenían historia; otros eran llenos de superstición; otros eran puros disparates.
Los nuestros, que andan entre ellos, han probado ponelles las cosas de nuestra santa fe en su modo de
canto, y es cosa grande el provecho que se halla, porque con el gusto del canto y tonada, están días
enteros oyendo y repitiendo sin cansarse” (Acosta 1590: 415-416].
51
Doña Beatriz Ocampo del Muncipio Vitichi (Potosí) dice que cuando era niña pasaban todo el viernes en
la noche rezando, sin dormir. Desde la puerta las autoridades miraban y decían: “rezaychik, rezakuychik,
Diosninchik unqusqa kachkan, Diosninchikta paqarichisunchik, yanapananchik tiyan” [Recen. Dios
está enfermo. Despertaremos a Dios; tenemos que ayudarlo]. Y aclara: “De wawa pensaba, ‘si Dios no
despierta, no va a amanecer. Por eso se reza gritando, para que despierte’” (ACLO 2010). En la zona de
Qaqachaka, las jóvenes también rezaban toda la noche del Viernes Santo; al amanecer se apuraba el rezo
y se rezaba fuerte, pues “quién rezaba en voz alta era bien alabada y deseada como esposa” (Arnold y
Yapita 2000: 321).

83
FERNANDO GARCÉS V.

temas explícitamente religiosos. No obstante, ha habido esfuerzos de aplicar la tecnología


escrituraria religiosa católica a otros ámbitos temáticos.
Dick Ibarra afirma que, en San Lucas, “fue fácil encontrar a los indígenas escritores, los
cuales no tuvieron inconveniente alguno en leer y escribir en nuestra presencia, incluso textos
que ellos no conocían y para los cuales les fue preciso inventar signos especiales” (Ibarra
1953: 13). Mostramos a continuación tres ejemplos de lo dicho: el Himno a la Argentina, un
“Canto al eqeqo” y el Himno a Chuquisaca.
El Himno a la Argentina fue encargado por el P. Porfirio Miranda a un escritor de San Lucas,
en la década del 40 (Ibarra 1953, 1967) (Fig. 35).52
El Padre Miranda es un estudioso digno del mayor elogio, y en lo que respecta a estas
escrituras ya tenía una colección de ellas cuando nuestra visita a San Lucas, aunque
no había publicado nada sobre ellas. Posteriormente a nuestra relación ha seguido
reuniendo materiales y ha hecho escribir a los indígenas textos distintos de los rezos,
con objeto de ver la amplitud de desarrollo a que la misma puede / alcanzar. De esta
forma posee escritos el Himno Nacional Boliviano, el Argentino, etc. De este último
nos enviado el texto jeroglífico y la versión quichua, aunque sin la identificación
exacta de cada uno de los signos (Ibarra 1953: 124-125).

Fig. 35. Himno Nacional Argentino. Fuente: Ibarra 1953: Lámina XX.

El “Canto al Eqeqo” se trata de un canto escolar que el Director de la Escuela Indigenal de


San Lucas dictó a un indígena escritor, cosa que –dice Ibarra (1953: 25)– “hizo sin dificultad,
escribiendo casi con la misma rapidéz [sic] con que nosotros podemos hacerlo con nuestras
letras” (Fig. 36).

52
Porfirio Miranda fue párroco en San Lucas entre 1940 y 1942, según consta en los Libros de bautizos de
esa parroquia.

84
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 36. Canto al eqeqo. Fuente: Ibarra 1953: 196.

Estos dos ejemplos muestran la innovación de escribir más allá de los rezos establecidos en
el área andina y han sido producidos en el plano bidimensional. En el plano tridimensional
tenemos el Himno a Chuquisaca que se encuentra en exposición en el Museo del Instituto
de Investigación Antropológica y Arqueológica de la Universidad San Francisco Xavier de
Chuquisaca (Fig. 37).

Fig. 37. Himno a Chuquisaca. Instituto de Investigación Antropológica y Arqueológica


U.M.R.P.S.F.X.CH. Foto: Edmundo Salinas.

Por otro lado, conviene anotar la relación que existe entre esta escritura tridimensional y
los chiwchi recados; es decir, el conjunto de figuritas de plomo en miniaturas que usan los
kallawayas en sus rituales de curación. Las figuras evocan conjuros que permiten obtener
beneficios como viajes prósperos, atracción de dinero y clientela, seguridad familiar, cosechas
abundantes, etc. (Oblitas 1963). En el Cuzco, los chiwchi recados se añaden a las ofrendas a
la Pachamama o a los Apus que se venden en los mercados (Szemiński 2010) (Fig. 38).

85
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 38. Chiwchi Recado kallawaya (Oblitas 1963: 229).


Como hemos podido ver en todo este apartado, los rezos andinos forman parte de un sistema
de transmisión de la memoria y de la información inscrita en los marcos del aprendizaje
no escolarizado, estableciendo estrechas articulaciones entre formas orales y formas
escriturarias, como veremos en breve; es decir, en distintas situaciones y condiciones se
puede echar mano de la escritura alfabética (escribiendo los rezos en papelógrafos),53
de los ideogramas plasmados en papel para recordar la elaboración de la torta, del canto
acompañado de glissandos nasales y de la propia torta.
De manera que no encontramos frente a un sistema complejo de notación que articula
vocalización, escritura alfabética y escritura no alfabética. Esta interacción entre escritura
alfabética y no alfabética no es nueva en los Andes, tal como hemos visto en los casos de
Guamán Poma, Pachacuti y Murúa, y nos parece importante dar cuenta de ella a continuación.
4.7. Las articulaciones de lo alfabético y lo no alfabético
Actualmente, en San Lucas, se maneja, aparte de la alfabética, una escritura logográfica y
tridimensional en distintos soportes: papel y arcilla, principalmente, pero también cartón
y yeso. Los textos expresan diversos elementos de la catequesis y la ritualidad católica
(rezos, fórmulas, elementos de doctrina, etc.) pero no se ciñen a su funcionalidad; así, el
Diosninchikpa, que se corresponde con los Diez Mandamientos de la Iglesia Católica, se reza
en San Lucas en romería para pedir lluvia en época de sequía.54 De manera que funcionan
más como conjuros que como oraciones o doctrina (Karlovich 2004). En los casos en que se
ha ido perdiendo la correspondencia de los rezos con sus beneficios, se echa mano de los más
conocidos, especialmente el Padre Nuestro y el Ave María. Don Eugenio, por ejemplo, narró

53
Como de hecho vimos en Palacios. Ahí, maestro y ayudante esperaban la llegada de las autoridades para
iniciar la elaboración de los discos. En varios lugares de la capilla se encontraban los rezos escritos en
papelógrafos. Una nota interesante es que estaban escritos de forma que guiones separaban las unidades
de vocalización.
54
Una descripción de los discos actuales de San Lucas y sus usos se puede encontrar en Garcés (2014). La
correspondencia de los rezos con los beneficios que se esperan se pueden ver en Sánchez y Sanzetenea (2000).

86
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

que hace muchos años estaba con su sobrino y no llovía. Le dijo “rezaremos para que llueva”
y su sobrino se había reído porque no le creía; entonces se han puesto a rezar el Padre Nuestro
y el Ave María mientras agarraban agua y la echaban a la tierra repetidas veces, y como que
burbujeaba el agua. Dice Don Eugenio: “al inicio parecía que no iba a llover y después hemos
venido a la casa y hemos llegado hechos sopa porque ese rato se ha echado a llover”.
Tenemos conocimiento de 19 “rezos” existentes en la zona. Los que hemos podido registrar
a partir de nuestra propia observación y en compulsa con diversas fuentes son:
Cuadro N° 3 Rezos quechua de la zona de San Lucas (Chuquisaca)55

Rezo en quechua Significación en castellano


*Apu Yaya Señor Jesucristo (Acto de Contrición)
Bendicionta Churaykuway Dame tu bendición
Dios Apunchej Dios Nuestro
Diosllawanña ~ Dios sumaj sach’a Dios Mío
*Diosninchipa Diez Mandamientos
*Iñinanchej Creemos
*Iñini Credo
Jesús Lazariño Jesús Nazareno
*Llapa jucha Pecados capitales
*Mamanchik Santa María Iglesia Los sacramentos de la Iglesia
*Napaykuyki María Ave María
*(Napaykuyki) Sapay Qoya Dios te Salve Reina
*Ñoqa Juchasapa Yo pecador
P’unchayninchej Nuestro día
Riyanpacha ¿?
Runa mashinchik Nuestro semejante
*Santa Iglesia Mamanchikpa kamachikusqa simi Los mandamientos de la iglesia
Wasiykimanta Desde tu casa
*Yayayku Padre Nuestro
Fuente: Elaboración propia en base a Ibarra (1953); Subcolección Sánchez (INIAM-UMSS 2015a),
Miranda (1988) y Trabajo de Campo (2014-2016).
55
Los rezos con asterisco se encuentran consignados en el catecismo del Tercer Concilio Limense (1584).
87
FERNANDO GARCÉS V.

Estos textos logográficos y tridimensionales


funcionan como artefactos de la memoria que
dan cuenta del impacto que históricamente tuvo
el adoctrinamiento eclesial sobre el mundo
andino rural. De hecho, como ya se adelantó,
la mayoría de los rezos son pervivencias
remodeladas en mayor o menor grado de lo
consignado en el Catecismo del Tercer Concilio
Limense (Fig. 39). Como también se habrá visto,
varios “rezos”, sin embargo, parecen ser fruto de
una elaboración más “local”.

Fig. 39. Ave María del Tercer Concilio


Limense (1584: 2)

En un pasado cercano, representantes de la


Iglesia Católica se interesaron por los rezos.
En el caso de Porfirio Miranda, de quien
nos referimos previamente, seleccionaba
maestros doctrineros para que elaboren las
tortas y las recen.
De otro lado, Juan Miranda, también párroco
de San Lucas en la década del 80, elaboró un
catecismo ideográfico hasta hoy ampliamente
difundido en la zona (Miranda 1988) (Fig.
40). Varios maestros doctrineros actuales
lo siguen como base para la elaboración Fig. 40. Sección del rezo Napaykuyku Sapay Qoya
de sus llut’asqas, aunque también hay que elaborado por Juan Miranda.
Fuente: Miranda (1988: 21).
decir que hay un cierto consenso crítico en

88
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

el sentido de afirmar que no refleja la realidad de los rezos “tal cual son” y ser hasta cierto
punto incomprensible. Así, Don Santos nos dijo que los rezos que él tenía en su cuaderno son
antiguos y que son distintos de los rezos que el padre Juan había puesto en el catecismo. Que
él alguna vez había intentado rezar del libro del P. Juan Miranda pero que le había parecido
muy difícil y complicado; que no se entendía. Dijo que algunas partes coincidían pero otras no.
Por otro lado, la performance misma de los rezos
informa sobre la centralidad que adquiere el
contexto ritual en el cual se ponen en acto (cf.
Severi 2010; Garcés y Sánchez 2016), dando lugar
a fórmulas fosilizadas de oralidad quechua.56 En
ellas, como ya he dicho (Garcés 2014), se articulan
complejamente oralidad, musicalidad, kinestesia,
representación gráfica y maquetería. En esta
oralidad ritual fosilizada, los/as que ya se saben el
rezo lo repiten de forma rápida sin preocuparse del
contenido, casi se diría que priorizando el ritmo.57
Cuando se detienen, tienen que empezar de nuevo
porque no saben cómo seguir.
El ritmo es importante y para ello se echa mano de
recursos gráficos, visuales o auditivos: se marcan con Fig. 41. Rezo Jesús Lazariño con
puntos en los cueros58, con guiones en el papel o con puntos de separación. Fuente: Colección
glissandos en el canto, tal como ya vimos (Fig. 41). INIAM-UMSS. Foto: Archivo INIAM-
UMSS
Como se adelantó, en Palacios encontramos
varios rezos consignados en pliegos de
cartulina. Cada frase del rezo estaba
separada por un guión (-), marcando las
unidades frasales de los textos ideográficos
que en los cueros se señalan por puntos
(Fig. 42).

Fig. 42. Rezo Yayayku escrito


alfabéticamente. Palacios, 2014. Foto:
Soledad Guzmán

56
Como también ocurre con los rezos aimaras de Pascua en Qaqachaka (Arnold 2007).
57
Havelock (1991) enfatiza el carácter rítmico de la oralidad como vehículo de almacenamiento de la
información en confrontación con la escritura basada en la prosa.
58
Hoy en día, en San Lucas, ya no se elaboran los rezos en cuero; sin embargo, en el INIAM se cuenta con
la colección donada por Osvaldo Sánchez.

89
FERNANDO GARCÉS V.

Algunos rezos se conocen más que otros. El Padre Nuestro, el Ave María, el Inini y el
Diosninchikpa se reconocen al primer golpe de vista, tanto en versión logográfica como
tridimensional.59
Aparte de lo mencionado, los espacios escriturarios alfabéticos los marcan la escuela, la
iglesia, el Estado y el comercio de articulación nacional y global.
La Escuela es, al igual que otros lugares del territorio nacional, el lugar por excelencia de
aprendizaje alfabético (Arnold y Yapita 2000). En el caso de San Lucas, la escuela de Yapusiri,
a 4 km del centro poblado, cuenta con la tradición de ser la segunda escuela indigenal del
país, fundada en 1937. Como es de esperar, el paisaje escriturario en el territorio escolar está
impregnado de alfabeticidad, incluso en macro soportes como el cerro aledaño (Fig. 43 y 44).

Fig. 43. Frontis edificio de la escuela antigua de Yapusiri. Foto: Fernando Garcés, 2015

Fig. 44. Escritura alfabética en cerro. Foto: Fernando Garcés, Yapusiri, 2015.

59
Haciendo de códigos iconográficos, según la clasificación de Eco (1968: 269-272).

90
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

El espacio oficial de la iglesia, es decir, el propio edificio emplazado en el corazón mismo


de San Lucas, tiene el monopolio de la letra sagrada. Se oficia la misa los domingos y
festividades especiales. También ella tiene las marcas de la alfabeticidad (avisos de no usar
celular y la palabra escrita de Dios) aunque en competencia con el mundo de las imágenes,
tal como podremos ver en breve.
El Estado, con múltiples presencias, a través de la misma escuela pero también del Centro
de Salud y sobre todo de la Alcaldía, también constituye un espacio privilegiado de la letra
con su burocracia, legalidad y su escenificación en el ámbito público (Goody 1968), sobre
todo mediante carteles, anuncios y disposiciones desplegados en todo el circuito urbanizado
de San Lucas (Fig. 45).

Fig. 45. Letrero en la plaza principal de San Lucas. Foto: Fernando Garcés, 2014.

Finalmente, las instituciones comerciales y mercantiles (bancos, cooperativas, casa de cambio)


complementan la presencia alfabética y el paisaje letrado del ámbito urbano (Fig. 46).

Fig. 46. Paisaje letrado en la plaza principal de San Lucas. Foto: Fernando Garcés, 2014.

91
FERNANDO GARCÉS V.

La escritura alfabética está fuertemente relacionada con lo legal, burocrático, estatal. La


posibilidad de tener mejores ingresos u obtener reconocimientos de distinto tipo viene de
la escritura alfabética. Don Eugenio, por ejemplo, estaba muy preocupado por unos papeles
de constancia de trabajo que había dejado en Argentina y que le permitirían tramitar su
jubilación. De igual forma, con mucho orgullo me mostró una solicitud que había realizado
la Escuela de Yapusiri en 1996, pidiendo al gobierno ser reconocida y condecorada como la
segunda escuela indigenal de país.
Como ya dijimos, algunos maestros le piden al párroco un nombramiento como maestros
doctrineros. Aquí la letra tiene esa vinculación con la legalidad, con la oficialidad, en este
caso eclesial. La comunidad los elige pero requieren ser avalados por el poder oficial de la
Iglesia. Para algunos maestros el nombramiento es importante (porque no todos lo piden)
pero para el párroco del lugar no; él no lleva un registro de a quiénes se los da; sólo tiene un
formato para agilizar la elaboración del nombramiento.
A pesar de tener una fuerte representación en el centro del poblado, la presencia alfabética no
es exclusiva de dicho espacio; las comunidades también despliegan escenografías alfabéticas
privadas y públicas, sociales y familiares inscritas en paredes, casas, cuadernos, capillas, piedras,
etc., incluyendo las propias de momentos electorales y de campañas políticas (Fig. 47).60

Fig. 47. Paisaje alfabético en el ámbito rural. Foto: Fernando Garcés, 2015.

En una oportunidad, la familia Moscoso me pidió que les cuente en qué otros lugares se
hacían las llut’asqas o los cueros y desde cuándo existía tal práctica. Cuando empecé a
darles información sobre la historia, los lugares, los soportes, las similitudes y diferencias
ésta fue anotada cuidadosamente por René en un cuaderno, en escritura alfabética, pero bajo
la supervisión de su padre, quien además lo instruía sobre qué debía anotar.

60
Otros ejemplos de estos “paisajes letrados” en el ámbito rural peruano pueden encontrarse en Salomon
(2011).

92
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Sin embargo, también hay que decir que la escritura alfabética está sujeta al escrutinio de los
comunarios bajo el valor tradicional del respeto. Así, don Eugenio de Kirpini afirma que los
jóvenes de hoy no tienen respeto y que “más aprenden a leer y se vuelven como animales”.
En algunas comunidades hay una fuerte tendencia a abandonar la escritura logográfica
y tridimensional como base de memoria. Se acude a la escritura alfabética para recordar
los rezos, sea mediante los catecismos que distribuye la Iglesia, sea mediante cuadernos
familiares. De igual forma, los niños más experimentados en el manejo de los rezos, si tienen
a posibilidad de confrontar las tortas con la versión alfabética lo hacen. En algún momento,
Lisbet y otra niña no podían recordar el rezo Apu Yaya mientras lo aprendían. Yo tenía los
rezos de Rafael Esposo a la mano61 y me puse a leerlos en voz alta. Uno de los señores
mayores presentes en la capilla de Padcoyo trataba de seguir lo que yo leía con el palito que se
usa para tal ocasión; las niñas se desesperaron solicitándome el rezo correspondiente. Luego,
otros niños me pidieron los demás rezos que se correspondían con los que se encontraban en
las tortas: José agarró el Diosninchikpa, Andrés me pidió el Yayayku y varios me pidieron
el Napaykuyki María y el Napaykuyki Sapa Qulla. Una vez que llegó don Isidoro, maestro
doctrinero de ese lugar y año, los niños me fueron devolviendo los rezos, ya que él funcionó
como “fuente de consulta” más autorizada que mis rezos en el papel.
De manera que es posible que estemos en una suerte de estadio intermedio similar a lo que
ya ha ocurrido en Vitichi, donde la gente reza-canta los rezos pero basados en la escritura
alfabética, mientras los cueros son reliquias del pasado (Angélica García, comunicación
personal, abril 2015).
Como hemos visto, en el caso del rezo Mamanchik Santa Iglesia, reproducido por don
Santos, maestro doctrinero de Ocurí el año 2014, los términos relacionados con sacramentos,
extremaunción, orden sacerdotal, matrimonio y comunión se realizan como saksakaran,
estermasyon, urtis sawsiritarun, waterminu y kuminus, respectivamente. Aquí no estamos
ante un simple caso de adaptación fonética sino de un cambio radical del léxico español
que requiere ser analizado a la luz del modelo de fórmulas religiosas, donde ya no tiene
importancia el significado específico de cada palabra sino el contexto total del rezo (Arnold
2007). El caso recuerda la manera como hasta hace pocas décadas muchos comunarios del
área rural solían “recitar” la misa en latín aunque sin manejar significados explícitos.
4.8. Escritura alfabética y escritura logográfica: las letrimágenes de la memoria
Las múltiples expresiones escriturarias (no alfabéticas y alfabéticas) no funcionan como
estancos separados sino, antes bien, en una compleja interacción en la que se articulan los
diversos tipos expresivos y donde, pese al primado de la escritura alfabética, la imagen tiene
profunda importancia.
En el contexto ya mencionado de minusvaloración de la imagen, en el cual ella sirve, en el
mejor de los casos, como adorno o complemento (Garcés 2014; Sánchez y Mamani 2015),

61
Publicados en INIAM-UMSS (2015a).

93
FERNANDO GARCÉS V.

un conjunto de instituciones con sede en San Lucas echan mano de la articulación entre lo
alfabético y lo no alfabético.
Así, la iglesia de San Lucas es un lugar de imágenes y de escritura. El púlpito, reliquia del
tiempo en que desde ahí catequizaban los sacerdotes, es una suerte de poliedro octogonal
que predica el valor de la palabra también en imágenes: uno de los lados está pegado a
la pared, por otro subía y entraba el sacerdote predicador; de los otros seis lados, en el
primero y en el sexto, se encuentra un Corazón de Jesús; en los otros cuatro se pueden ver
imágenes de santos, cada uno acompañado por una paloma, un toro, una oveja y un ángel,
respectivamente. Cada uno de los santos tiene en sus manos un libro o un cuaderno con
inscripciones alfabéticas (Fig. 48).

Fig. 48. Una de las caras del púlpito de la iglesia de San Lucas. Foto: Marco Bustamante, 2015.

Lo propio ocurre en los márgenes de la oficialidad, es decir, en la centralidad de las


comunidades. Las capillas locales revelan un paisaje marcado por la presencia de posters,

94
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

cartulinas e imágenes en paredes que contienen iconografía religiosa “oficial”. La escritura


logográfica y la escritura tridimensional interactúan dinámicamente con la escritura
alfabética en múltiples soportes y ámbitos de expresión. Los cuadernos en los que los
maestros “dibujan” los rezos suelen ir acompañados de complementaciones alfabéticas, por
ejemplo, en el título del rezo o en el amén final (Fig. 49).

Fig. 49. Rezo Ñuqa juchasapa en escritura logográfica y alfabética. Foto: Soledad Guzmán, 2014.

Pero también ocurre lo contrario. Aunque Don Isidoro de Ventilla, al igual que don Santos de
Ocurí, tiene un cuaderno con ideografías que le sirve como base para la elaboración de las
llut’asqas, a diferencia del cuaderno de éste, él mismo ha hecho los dibujos y no contienen
ni una sola palabra. Don Isidoro no lo consulta para hacer las tortas porque dice que ya se
los sabe; sin embargo, para hacer el Apu Yaya lo tuvo siempre a la vista e hizo consultas
esporádicas para hacer más rápido la torta.
Los “rezos” pueden estar inscritos alfabéticamente en papelógrafos, cuadernos y documentos
oficiales de la iglesia; ideográficamente en cuadernos; y, tridimensionalmente en las
llut’asqas. Pero los soportes desbordan esta descripción inicial. La capilla de Padcoyo
es un lugar de interacción escrituraria donde se conjugan imágenes tridimensionales,
ideográficas y alfabéticas. Durante el “tiempo de doctrina” del 2015, se podían apreciar
tres planos escriturarios: el de la inscripción en los travesaños del techo, el de las paredes
y el de las llut’asqas en el piso. En las vigas de la parte superior de la capilla se inscribían
alfabéticamente los sectores de Padcoyo que habían contribuido en la renovación del techo
con la consignación del año (1983). En las paredes había muchas figuras, cartulinas, dibujos
religiosos, con imágenes de Cristo y otros de la simbología católica, pero era fácil notar que
tenían mucho tiempo ahí, en una suerte de presencia muda. En el piso, las llut’asqas de los
10 rezos elaborados para ese año (Fig. 50).

95
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 50. Paisaje escriturario en la capilla de Padcoyo. Foto: Fernando Garcés, 2015.

La Escuela juega también con el paisaje logográfico y alfabético, tanto en los espacios intra
como extra aula (Fig. 51).

Fig. 51. Pintura en una pared de la escuela de Yapusiri. Foto: Fernando Garcés, 2015.

96
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Lo que es claro es que en San Lucas las escrituras no funcionan como ámbitos claramente
diferenciados sino como una suerte de articulación enmarañada de artefactos de memoria.
4.9. La “marginalidad” agencial
La gama de artefactos de memoria que no se corresponden con la escritura alfabética pura
funcionan en San Lucas en medio del desinterés y la desidia del Estado, la Iglesia y la Escuela.
El hijo joven de un maestro doctrinero ha insistido recurrentemente en instancias del
Municipio para desplegar acciones que permitan fortalecer y difundir la práctica de la
elaboración y aprendizaje de los rezos tridimensionales. Al parecer se trata de un asunto
menor frente a urgencias más políticas.
El actual representante de la Iglesia tiene información vaga sobre la escritura tridimensional
y no pasa de ser, para él, una “interesante” práctica de religiosidad popular.62 Por otro lado,
es interesante notar que mientras se elaboran los rezos y al final de la jornada de los mismos,
los adultos toman alcohol (singani) y ch’allan. También pijchean a la manera del trabajo
agrícola: antes de empezar el trabajo de elaboración de las tortas o entre la manufactura de
una y otra. Y esto lo hacen al interior del espacio “oficial” religioso católico: la capilla o
iglesia.
En el caso de la Escuela, un profesor me dijo explícitamente que “Antes se hacían hartas tortas
porque los niños no sabían leer. Ahora como ya saben leer no se le da mucha importancia”.
El esquema evolucionista según el cual la escritura alfabética es superior o mejor que otras
formas escriturarias sigue funcionando desde la oficialidad del poder. Y no solo en tanto
“técnica” escrituraria sino también en cuanto a la marginalidad que hoy adquiere el tema
de la funcionalidad de la escritura logográfica o tridimensional; es decir, no solo se trata de
escritura no alfabética sino que además está vinculada a lo religioso. Y a lo religioso menos
atrayente: los rezos y la doctrina católica medieval y colonial.
El estudio de una memoria local confrontada con el poder y la historia oficial es atractivo,
novedoso e importante (Rappaport 2000). Mucho menos interesante y estético resulta
acercarse a la memoria de la reproducción colonial.
El debate sobre lo (de)colonial ha tomado fuerza en los últimos años a propósito de las
políticas gubernamentales del Proceso de Cambio. El discurso del campo semántico, en las
últimas décadas y en el escenario boliviano, tiene varios escenarios de producción.
Ya en el Manifiesto de Tiawanaku los pueblos indígenas decían: “Somos como extranjeros
en nuestro propio país”. Luego, al calor de la memoria de los 500 años y en el contexto de
la convocatoria a la Asamblea de Nacionalidades, el discurso de la colonización económica,

62
De una conversación realizada entre don Isidoro y don Leonardo quedó claro que en el caso de la Iglesia
Evangélica no sólo no le interesan las llut’asqas sino que las proscriben.

97
FERNANDO GARCÉS V.

religiosa y política en la que viven los pueblos indígenas se hace más explícito.63 Ello está
estrechamente articulado a la propuesta de autodeterminación que desde aquellos años
plantean las organizaciones campesinas originarias, principalmente la CSUTCB (1991).
Autodeterminación, lucha por la recuperación de la tierra y el territorio y mecanismos de
participación desde la construcción de una herramienta política propia es la trilogía de las
luchas del movimiento indígena de los últimos 20 ó 25 años.
Desde el lado de la intelectualidad y la academia, teniendo como base las propias propuestas
del movimiento campesino, indígena y originario y siguiendo o dialogando de cerca con los
debates sobre el colonialismo interno (González Casanova 1971; Rivera 2015), se planteó
el concepto de vivir en dos bolivias (Reinaga 1970), con la idea de una sociedad organizada
pigmentocráticamente bajo la modalidad política del liberalismo y bajo las formas modernas
de gestión de la exclusión (Rivera 2000).
En el ámbito andino y “latinoamericano” el discurso académico de los últimos años ha
recibido la fuerte influencia de la categoría colonialidad del poder elaborada por Quijano
desde la década de los 90 (Escobar 2003; Mignolo 2000; Walsh 2007). Ahí se comenzó a
difundir la idea de que nuestras sociedades han quedado estructuradas bajo mecanismos de
clasificación racial y de organización de la fuerza de trabajo, cruzando raza-clase-género
como forma de dominación “colonial” (Quijano 1999; 2000a; 2000b).
Finalmente el discurso sobre descolonización también ha estado vinculado a la posición
de la izquierda de matriz más urbana (aunque, en algunos casos, en estrecha articulación
con los espacios rurales), enfatizando los mecanismos de sujeción económica transnacional
bajo la idea de encontrarnos en países dependientes articulados a formas de recolonización
económica y política orquestados por los centros imperiales (EEUU, G8, etc.) (Welmovick
2001).
Es en este contexto de producción discursiva que el gobierno de Evo Morales inicia su
administración estatal bajo el lema de “descolonizar el Estado”. En el primer momento
encuentra fuerte asidero, sobre todo, pero no únicamente, en el entonces Ministro de
Educación, Félix Patzi, quien parte del principio de que efectivamente la sociedad boliviana
está organizada socioracialmente de manera que la jerarquización poblacional viene dada
por la ubicación como indígena o no en la pirámide social, lo que a su vez ubica su posición
de clase (Garcés 2008).
Uno de los legados coloniales más fuertes del área andina está relacionado con el ámbito
religioso. En efecto, el eje ideológico desde donde se articuló la conquista territorial,
económica, lingüística, cultural, etc. fue la religión. La Corona española fue tolerante en
muchos aspectos menos en el religioso. De ello da cuenta el proceso de extirpación de
idolatrías y los formatos de dominación que se movían entre la coerción y la seducción. Los

63
Véase los números 45 (1991) y 46 a 50 (1992) del Periódico bilingüe Conosur Ñawpaqman que el
Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA) publica en el Departamento de Cochabamba
(Garcés 2005).

98
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

misioneros peninsulares, por ejemplo, aprendían y difundían las lenguas indígenas, pero
con el objetivo de evangelizar en ellas (Durston 2007). También ocurría lo propio desde el
otro lado: los llamados indios se apropiaban de los santos y sus fechas conmemorativas para
seguir invocando sus huacas (Garcés 2009).
Una de las ideas fundamentales de lo colonial es que se trata de un fenómeno histórico
concreto pero que perdura en la estructura social e interrelacional de las sociedades
latinoamericanas, especialmente andinas. Lo fundamental de la Colonia es que estableció un
tipo de jerarquización esencializada de los grupos humanos bajo la categoría de raza. Este
elemento, combinado a lo largo de la historia con otros como la clase y el género, moldearon
el espectro de relaciones y de instituciones tanto sociales como estatales.
Las marcas coloniales se han rearticulado con múltiples variables que complejizan la mirada
de lo que son elementos culturales autónomos, apropiados, enajenados o impuestos (Bonfil
1982; 1985). De manera que establecer políticas públicas descolonizadoras no está exento
del peligro de construcción de nuevas inquisiciones extirpadoras de idolatrías que, esta vez,
erradiquen lo foráneo, no autóctono o propio por tener origen colonial. Paradójicamente así
se construyen nuevos esencialismos coloniales.
Por otro lado, las ciencias sociales han desplegado un notable esfuerzo por desesencializar
categorías excluyentes o rígidas bajo las cuales se crearon marcos interpretativos en décadas
pasadas. Así, el concepto de subalternidad ha cobrado gran vigor y potencialidad en los
últimos años. Se usa mucho porque ayuda de mejor manera a dar cuenta de las dinámicas de
dominación, que funcionan a distintos niveles y en diferentes formas y agentes en estos tiempos
de globalización y exclusión diferenciada (Garcés 2006). El concepto de subalternidad es
mucho más rico que su reducida versión marxista de “proletariado”. Le debemos a Gramsci
(1929-1935) el término; sin embargo, en perspectiva de estudios poscoloniales, fue Guha
quien lo definió como “denominación del atributo general de subordinación [...] ya sea que
esté expresado en términos de clase, casta, edad, género, ocupación o en cualquier otra
forma” (Guha 1982a: 23).64 En este sentido la figura de la subalternidad se muestra como
dinámica, flexible y hasta ambigua, por un lado (Mallon 2001), y relacional y relativa, por
otro (Coronil 2000).
Sin embargo, el concepto de subalternidad da cuenta sólo de las condiciones de dominación
–bajo cualquiera de sus términos– dejando de lado la forma como esos grupos “sub-alternos”
despliegan sus propios diferenciales de poder (Elías 1982). Esto implicaría la posibilidad
de proponer una alteridad en relaciones de similitud diferenciada y de manejo de propios y
distintos diferenciales de poder.
De manera que proponemos un marco más complejo de análisis en el que pensemos estas
prácticas religiosas desde la articulación de distintos horizontes (lingüísticos, religiosos,
sociales, familiares, estatales, etc.) marcados por ejercicios de poder diferenciados y en

64
Véase también Guha (1982b: 31-32), donde establece las distinciones entre “élite”, “pueblo” y
“subalterno”.

99
FERNANDO GARCÉS V.

distintas escalas (Elías 1982). Los Maestros Doctrineros hacen mucho más que reproducir
pasiva y “colonialmente” la doctrina católica y despliegan estrategias de control de un
sistema religioso andino que articula enmarañadamente pasados y presentes, foraneidades
y propiedades, centralidades y marginalidades. Y en estos “lugares” dan cuenta de una
creatividad social y cultural poco fácilmente aprehensible.
4.10. El trabajo comparativo
Como ya adelantamos se han realizado diversos estudios sobre los “rezos”, principalmente
los provenientes de la zona de San Lucas. En términos metodológicos se han realizado
pocos trabajos comparativos que hoy, gracias al acceso a diversos materiales, se comienzan
a realizar.65 En esta perspectiva presentamos algunos avances realizados por el proyecto de
investigación “Escrituras Andinas: ayer y hoy”.
La tesis de Daniela Castro (2015a) examina con detenimiento la subcolección Osvaldo
Sánchez del INIAM-UMSS y la colección privada de Walter Sánchez. Clasifica los materiales
según el soporte (cuero y papel), la funcionalidad y el tipo de codificación realizada. Bajo
este último criterio analiza la variedad direccional de la escritura. Los 12 rezos analizados
los clasifica en aquellos que expresan principios y normas católicas y los que serían de
elaboración local. Sobre un corpus de 231 signogramas, en formato de iconogramas,
simbologramas y fonogramas, los agrupa en simples monosémicos y polisémicos, por un lado,
y compuestos monosémicos y polisémicos, por otro. Así mismo, estudia la morfología de los
diseños gráficos, encontrando figuras antropomorfas, zoomorfas, fitomorfas, fenoménicas
climáticas, cultural católica y andina. Su trabajo cierra con un glosario signográfico del
corpus estudiado, material insoslayable para el estudio de la escritura logográfica andina.
En otro trabajo la misma autora estudia la manera en que tres de los rezos que sirven para
pedir lluvia articulan elementos andinos y católicos. En su trabajo concluye que “los cultos
prehispánicos de petición de lluvia, a pesar del contacto o intromisión católica, son parte
de una prolongación que sobrevive los tiempos con modificaciones pero manteniendo
elementos que hacen la solicitud de lluvias a las deidades asociadas a los contextos locales
andinos” (Castro 2015b: 120).
Como se ve, nos encontramos aquí ante otro tipo de estudios de corte comparativo. En la
siguiente sección quisiera explorar distintas inscripciones del Inini (Credo) y del Yayayku
(Padre Nuestro), tanto en sus versiones orales/alfabéticas como logográficas.
4.10.1. El Inini
En la secuencia de elaboración de los discos y de aprendizaje el Inini es el tercero que sigue,
luego del Yayayku y del Napaykuyki María. La mayoría de los comunarios de San Lucas, al
ver el Credo en versión bi o tridimensional lo reconocen a primer golpe de vista. El disco

65
Desde esta perspectiva también resulta excepcional el trabajo realizado por Dick Ibarra (1953).

100
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

que se elabora a partir de este rezo es parte de los más grandes: puede medir entre 40 y 50
cm de diámetro.
Según Sánchez y Sanzetenea (2000: 3) el Inini se usa para curarse de enfermedades y para
alejar todo mal. En varios lugares de habla quechua el susto se cura con café pero en algunas
áreas rurales el café se prepara en agua de molle. El molle sirve además para curar diversas
enfermedades. Para liberarse de los males que otras personas le endilgan al individuo se usa
el terebinto, también llamado santo tormento. En cualquiera de estos casos, mientras se baña
a la persona afectada por una enfermedad, susto o mal, se reza el Credo. “Cuando te entra
supay o qhincha tienes que bañarte con santo tormento y siempre, siempre, se reza el credo”
(René Machado, comunicación personal, abril 2016).
A continuación presento diversas versiones del Credo. Inicialmente presento versiones
alfabéticas, de las cuales las tres primeras son versiones escritas y las tres últimas
transcripciones de performances orales. Las versiones escritas proceden: 1) del Catecismo
del Tercer Concilio Limense (1584), 2) del cuaderno de Julián Herrera (1942, en Ibarra
1953: 176-178), y 3) de los rezos de Rafael Esposo (1984). Las versiones “orales” han
sido tomadas de ACLO (2010) y del registro efectuado por Pierre Déléage66. Para estas
últimas hemos realizado una trascripción aproximadamente fonética para evitar tecnicismos
de inscripción gráfica.

66
La performance de María Moscoso se encuentra en https://pierredeleage.wordpress.com/2013/11/08/
padcoyo-12/, consulta de mayo 2015. La de Isidoro Flores en https://pierredeleage.wordpress.
com/2013/11/08/tira-hoyo-22/, consulta de mayo 2015.

101
FERNANDO GARCÉS V.

Cuadro N° 4: Distintas versiones del Credo


Tercer Concilio Julián Beatriz
Rafael Esposo María Moscoso Isidoro Flores
Limense Herrera Ocampo
Yñinim Inini Iñini Iñini Inini Iñini
Dios yaya Dius yaya Dios Yaya Dius Yaya Dius Yaya Dius Yaya
llapa atipacmã, llapa atipaj Llapatipi llapatipa llapatij Llapatipi
hanacpachap, Janajpachaj Janaqpacha janajpacha janajpacha janajpacha
caypachap cai pacha Kay pacha kay pacha kaypacha kaypacha
ruraquẽman ruraquenpi. Ruwaqin ruraqen. ruraqín. ruraqin.
Inini Iñini Inini Inini
Apunchej Apunchik Apunchis Apunchij
Iesu Christo Jesu Cristo Jesucristo Jesucristu Jesucristu Jesucristo
paypa çapay yaya sapan Sapay churi paypa sapay Dios sapay churi yaya sapay
churin churin churi churi
apunchicmãpas
Caymi Spiritu caimin Paymin paymi Espiritu paymi Espiritu paymi espíritu
sanctomanta Espíritu Santo Espiritu Santosantoman Santo santu
canchainin- K’anchaynin- K’anchaynin- k’anchaynin-
manta manta manta manta
runa tucurcan runa tucorca Runa tukurqa runa tukurqa runaman tukurqa runa tukurqa
Virgensancta collana Qullana Maria qullana wirjen Qollana Maria qollana maría
Mariamanta Maria Wisanmanta Santa María wisanmanta wisanmanta
huisanmanta wisanmanta
pacarimurcan pacarimoj Jisu Paqarin Jesus paqarimurqa paqarimorqa paqarimorqa
Põcio Pilatop Poncio Pilatoj Poncio Pilato Konshú Pilatu Konsio Pilato Konsio Pilato
siminmantam siminmanta Simimanta Siminmanta siminpi siminpi
muchurcan Muchorca Muchurqa muchurqa muchurqa muchorqa
Cruzpi cha- cruspi cha- Cruzpi cruspi cruspi cruspi
catasca carcan, catasca Chakatasqa chakatasqa chakataskarqa chakataskarqa
karqa karqa
Huañurcã, Huañorka Wañusqa karqa wañurqa wañuskarqa wañuskarqa
wañusqan-
manta
pampascatac pampasca P’ampasqa p’ampasqata p’ampaskar-qa pampaskarqa
carcan. carca karqa karqa
p’ampasqa-
manta
Vcupachacu- llimpunisca Llimphunis ripuy nirqa llimphunirqa
namã vray- pacha urai- pachaman pachallanman pachallaman
curcã. camorca Uraykamarqa urayamporqa urayanpurqa

102
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Quimçañequẽ Quimsapun- Kimsa p’un- kimsa p’un- kimsa p’unchay kimsa


pũchaupim chai chay chaymanta p’unchay
huañuc Huañuscai- Wañusqamanta wañusqanmanta wañusqan-
cunamãta manta manta
cauçarimpurcã Causarimporca Kawsarimurqa Kawsarinporqa Kawsariporqa Kawsarinporqa
maiman rirca
Hanacpach- Janajpacha- Janaq pacha- Janajpacha- Janajpacha- Janajpacha-
acu-namã man man man man man
vichayripurcan Huichariporca Wicharimurqa wichariporqa wichariporqa wichariporqa
Chaupi Chaypi chaypi chaypi chaypi
Dios yaya Dius Yaya kikin Dios Ush yaya Dius Yaya Dius Yaya
Yaya
llapa atipacpa, llapa atipaj llapati karqa llapatipi llapatipi
Pañañequem- Paña nequempi Paña makinpi pañañiqiman paña maqinpi paña makinpi
pim tiaycũ, tiaicaporca Tiyasqan karqa tiyaykaporqa tiyasqanpiqa tiyasqa kajan
chaymantã chaymanta Chaymanta chaymanta chaymanta chaymanta
cana cauçac caiman huañuj kayman Wañuq kayman wañu- kayman kawsaq kayman
runa cunacta, runacunata runakunata jrunakunapa runata wañus kawsaq
huañuc cun- causaj runacu- Kawsaq runa- runata runakunata
actahuãpas nata kunata wañuj
runakunata
taripac hãpũca. taripaj cuti- Taripaq taripaj taripamonqa tar(i)paj
morqa. jamurqa jamurqa jamporqa.
Spiritu sancto- Inini Espiritu Iñini Espiritu iñinitajmi iñinitawanpis Iñinitawanpis
mã yñinim. Santo Espiritu Santota- Espiritu San-
wan-pis tutawanpis
Scta yglesia Santa Iglesia Santa Iglesia Santa Inlesya Santa Iglesia Santa Inlesya
catholicacta. catulica Catolica Katuleqa Catolico Catolica
Sanctocunap Santoncuna Santukunaq Santunkuna santonkuna santonkuna
hucllach- ujllacainin Aklla kaynin jujyachakuy- ujllakaynin ujllakaynin
acuy-ninta. ninta
Huchacunap juchacuna Juchakunaq juchakuna juchankuna juchankuna
pãpachayninta. pampachainin Pampachaynin pampachay- pampachaynin pampachaynin
ninta
Aychap cauça- ayacuna Ayakunaq aycha kawsa- ayakuna kawsa- ayankuna
rimpuyninta. causarimpui- Kawsariynin ripuyninta rinpuynin kawsarinpuni
nin
Viñay cauçayta- huiñai huiñai Wiñay Wiñay wiñay kawsa- wiñay wiñay wiñay wiñay
huãpas causaita- Kawsayta- ytawanpis kawsayta- kawsayta-
yñinitacmi. huampis. wanpis iñinitajmi. wanpis. wanpis.
Amen. Amen Jesus Amen Jesus Amen. Amen.
Maria y Jose.

103
FERNANDO GARCÉS V.

Como se puede observar en el cuadro, hay una cierta estructura común característica del
hecho de tratarse de un texto inicialmente normatizado hace más de cuatro siglos. Sin
embargo, el carácter de fórmula no ha impedido que se cree una nueva textualidad en la que
ya no importa el sentido exacto de las palabras sino el conjunto mismo textual. La mayor
variabilidad se encuentra en el inventario morfémico de las distintas versiones, sin dejar de
estar presente en las bases lexicales.
Sin pretensiones de exhaustividad, resaltamos algunos cambios importantes de la performance
alfabética/oral del Inini. En términos fonéticos destaca la realización del nombre propio Poncio:
Poncio > Konsyo ~ Konshu. A nivel morfo-lexical destacan dos procesos contraccionales: el
primero a nivel de construcción verbal (chakatasqa karqa > chakataskarqa) y el segundo
en la construcción frasal (llapa ati- > llapati-); en el nivel morfológico se siente la ausencia
del validador –m / –mi, mientras en el ámbito estrictamente lexical destaca la sustitución del
hispanismo Virgen por Qullana y, sobre todo, la sustitución de ukhupacha por llimphu (<
limbo). Estos ejemplos dan cuenta, por un lado, del carácter formulaico que han adquirido los
rezos y, por otro, la tarea acomodaticia realizada por los hablantes.
De otra parte, la escritura bi y tridimensional que se encuentra en San Lucas incorpora
mecanismos expresivos propios a través de la agencia de los materiales que se usan y a
través de los recursos signográficos que se incluyen.
Presento a continuación siete versiones visuales del Credo: las primeras tres se presentan en
plano bidimensional y proceden del cuaderno de Julián Herrera ya mencionado (Ibarra 1953:
190), de un cuaderno de Ocurí (Ibarra 1953: 201) y de la colección pintada por Rafael Esposo
(INIAM-UMSS 2015a: 98) (Fig. 52-54). Las versiones 4 y 6 (Fig. 55 y 57) pertenecen a los
cuadernos personales de Santos Condori e Isidoro Flores; cada uno de ellos va acompañado
de la versión tridimensional del mismo rezo elaborados durante la doctrina timpu de 2014 y
2015, respectivamente (Figs. 56 y 58).

Fig. 52. El Credo en el cuaderno de Julián Herrera (Ibarra 1953: 190)

104
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 53. El Credo según el cuaderno de Ocurí (Ibarra 1953: 201).

Fig. 54. El Credo según Rafael Esposo (INIAM-UMSS 2015a: 98).

105
FERNANDO GARCÉS V.

Fig. 55 y 56. El Credo según Santos Condori. Fotos: Soledad Guzmán.

106
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Fig. 57 y 58. El Credo según Isidoro Flores. Fotos: Marco Bustamante.

107
FERNANDO GARCÉS V.

Dejando de lado, por ahora, los soportes tridimensionales, los ejemplares bidimensionales
muestran una serie de signogramas comunes tal como se muestra en la siguiente tabla:
Cuadro N° 5: Signogramas comunes en distintas versiones del Credo

Herrera Ocurí Esposo Santos Flores

Inini

Yaya

Llapa (<
Mühlenbergia
peruviana)

Janaq pacha

Kuna

Jucha

Punto final

Fuente: Elaboración propia.

En el cuadro precedente se puede observar la convencionalidad de ciertos signos, más allá


de los alógrafos bajos los cuales se presentan. Al mismo tiempo podemos encontrar una serie
de rasgos particulares vinculados con la creatividad de los escritores y sus posibilidades de
enunciación.
4.10.2. El Yayayku
De igual forma hemos trabajado una perspectiva comparativa del Yayayku. Primero
ofrecemos una comparación lingüística para luego ofrecer la comparación logográfica. Las
versiones alfabéticas proceden del Tercer Concilio Limense (1584), del Cuaderno de Julián
Herrera (1942, en Ibarra 1953), de Rafael Esposo (1984, en INIAM-UMSS 2014) y de Juan
Miranda (1988). La versión de Santos Condori es una transcripción de su desempeño oral
en Ocurí (2014).

108
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Cuadro N° 6: Comparación lingüística yayayku

Yayayku del Yayayku de Yayayku de Yayayku de Yayayku de San-


Catecismo del Julián Herrera Rafael Esposo Juan Miranda tos Condori
Tercer Concilio M.
Limense
Yayaycu, Yayaicu Yayayku Yayayku Yayayku
hanacpachacu- Janajpacha cuna- Janajpachapi janajpacha- janajpachakunapi
napicac. pi kaj kunapi kaj kaj
Kay pachapi
Sutijquimuchas- Sutiyki sutiyki sutiyki sutiyki
cacachũ. muchaska Much’asqa much’asqa much’asqata
cachun kachun kachun kachun
Capac caynijqui Rurainiyki Qhapaj Qhapaq qhapaqkayniyki
ñocaycumã ñokaicuman kayniypi kayniyki nuqaykuman
hamuchun. jamuchun Ñoqaykuman ñoqaykuman jamuchun
jamuchun jamuchun
Munaynijqui, Munainyqui ru- Munayniyki munayniyki ru- munayniyki ru-
rurasca cachun: ascata cachun Ruasqa kachun wasqa kachun wasqata kachun
ymanã Cai pachapipis Imaynachus ymayna janaj imaynachus
hanacpacha- janajpachapipis Janajpachapipis pachapi jinataj janajpachapipis
pi hinatac cay jinallatajman Kay pachapipis kaypachapipis. chinallatajmi
pachapipas. Jinallatajnin kaypachapipis
Punchaunincuna Sapa punchai Sapa p’unchay Sapa p’unchay sapa p’unchay
tãtaycucta, cunã ttantaycuta cu- T’antaykuta t’antaykuta t’antaykuta
coaycu. nan copuaycu Kunan Qopu- kunan qhopu- kunan qupuway-
wayku wayku ku
Huchaycuctari Juchaycutari Juchaykuta juchaykutari ama nuqayku-
pampachapuay- pampachapuaicu Pampachay- panpachapu- man juchalliku-
cu, ymanam Imaina ñocay- rayku waykutaj nata
ñocaycupas, cupis imaina imaynachus
ñocaycuman juchallicuna- ñoqaykupis
huchallicuccun- man jina pam- ñoqaykuman
acta, pampachay- pachapuycu juchalliku-
cu hina. jkunata pan-
pachaykutaj
jina
Amatac cacha- Amataj huatej- Amataj Kacha- amataj saqe- amataj kacha-
rihuaycuchu, caimin urmajta riwaykuchu waykuchu riwaykuchu
huatecayman saquehuaycuta- Watenqaymin watejqayman watenqayman
vrmancaycupac. jchu Urmayta urmajta urmajta

109
FERNANDO GARCÉS V.

Yallinrac, mana Allinmanta jinari Llallinraj Lla- astawan sajra- astawan llapantin
allí manta mana allinmanta phantinpi Mana mantari qhes- mana allinmanta
quispichihuaycu. quespichihuaycu allinmanta pichiwaykutaj llallinraj qhis-
Qhespichiway- pichiwayku
ku
Amen Iesus. Amén. Amén Amen Jesus Ma-
ria y José

El texto se muestra mucho más coherente y estable que en el caso del Inini, donde las
mayores variantes se encuentran en las construcciones sintácticas. Resulta interesante la
sustitución de qhapaq kayniyki (‘tu reino’) por rurainiyki en la versión de Herrera. En la
realización logográfica encontramos datos mucho más interesantes. Presento las versiones
de Herrera, Esposo y Miranda, y dado que cada uno de ellos ha consignado el significado de
los logogramas los muestro así para luego realizar la comparación.

110
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Cuadro N° 7. Yayayku Julian Herrera (1942)

1 Yayaicu 13 -ascata

14 Cachun
2 Janajpacha

15 Cai pachapipis

3 Cunapi
16 Janajpachapipis

4 Kaj
17 Jinallatajman

5 Sutiyki
18 Sapa

6 Muchaska 19 Punchai

7 Cachun 20 Ttantaycuta

21 Cunan
8 Rurainiyki

22 Copuaycu
9 Ñokaicuman

23 Juchaycu-
10 Jamuchun

24 Tari
11 Munainy-

25 Pampachapuaicu
12 -qui ru-

111
FERNANDO GARCÉS V.

26 Imaina 36 (complemento del


anterior)

27 Ñocaycupis
37 Allin-

28 Imaina
38 -manta

29 Juchalli cunaman
39 Jinari

30 Jina
40 Mana

31 Pampachapuycu
41 Allin-

32 Amataj
42 -manta

33 Huatejcaimin 43 Quespichihuaycu

34 Urmajta
44 (Punto final)

35 Saquehuaycutajchu

112
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Cuadro N° 8. Yayayku Rafael Esposo (1984)


1 Yayayku 15 Sapa p’unchay

16 T’antaykuta
2 Janajpachapi
17 Kunan
3 Kay pachapi
18 Qopuwayku
4 Kay sutiyki
19 Juchaykuta
5 Much’asqa kachun
20 Pampachayrayku
6 Qhapaq kayniypi
21 Amataj

7 Ñoqaykuman
22 Kachariwaykuchu

8 Jamuchun
23 Watenqaymin

9 Munayniyki
24 Urmayta

10 Ruasqa kachun
25 Llallinraj

11 Imaynachus
26 Llaphantinpi

12 Janajpachapipis
27 Mana allinmanta

13 Kay pachapipis 28 Qhespichiwayku

14 Jinallatajnin 29 Amén

113
FERNANDO GARCÉS V.

Cuadro N° 9. Yayayku Porfirio Miranda (1988)

1 Yayayku 13 kachun

2 janajpachakunapi 14 imayna

3 kaj
15 janaj

4 sutiyki
16 pachapi

5 Much’asqa
17 jinataj

6 kachun 18 kay

7 qhapaj 19 pachapipis

8 kayniyki 20 sapa

21 P’unchay
9 ñoqaykuman

22 T’antaykuta
10 jamuchun

23 kunan
11 munayniyki
24 qhopuwayku

12 ruwaska
25 juchaykutari

114
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

26 panpachapuwaykutaj 34 saqewaykuchu

27 imaynachus 35 watejqayman

28 ñoqaykupis 36 urmajta

37 astawan
29 ñoqaykuman

38 sajramantari
30 juchallikujkunata
39 qhespichiwaykutaj
31 panpachaykutaj
40 Amén

32 jina

33 amataj

En el Yayayku de Julián Herrera resulta interesante la descomposición silábica que se obtiene


a partir de la construcción logográfica: Munayniyki ruwasqata kachun se organiza como
Munainy/qui ru/ascata/cachun para obtener la siguiente secuencia:

Muña Diente (quiru) Hombre con Hombre mascando


rueca (ruascata) (khachuy ‘morder’)
Munainy- -qui ru- -ascata cachun

115
FERNANDO GARCÉS V.

Cuadro N° 10. Ideogramas de significado estable

Herrera Esposo Juan Miranda


Yayayku

Janaq pacha

Kuna / kunan <


qhuna ‘mortero’

Kay / kaj

Pacha < p’acha

Manta

Much’a-

Ñuqayku < lluq’ay


‘subir’

116
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Muna- < muña

T’anta

Qupu-(wayku)

jucha

P’ampacha-

Ama

Urma-

Alli / Llalli- <


gallina

Qhispichi- < espiga

Amen

117
FERNANDO GARCÉS V.

Como se ve, en la asociación de rebus que se establece a través de los logogramas, los
escritores no tienen ningún problema en echar mano de términos provenientes del castellano,
tal como aparece en caja (> kaj, kay), gallina (> allí, llalli-), espiga (> qhespi-).
Por otro lado, al igual que en el caso del Inini nos encontramos ya aquí con una serie de
signos convencionales que nos permitiría hablar de, por lo menos, un incipiente sistema, tal
como nos sugería Cardona; ello sin dejar de lado la compleja relación entre cierto nivel de
normatización y la agencialidad/creatividad de los escritores.
4.11. ¿Podemos hablar de una escritura andina?
Lo presentado hasta aquí nos plantea dos tipos de problemas a enfrentar: en primer lugar,
dilucidar si es posible hablar de una auténtica escritura en referencia a la escritura logográfica
mostrada; en segundo, si estas logografías constituyen algún tipo de evidencia sobre una
posible tradición prehispánica.
Sobre el primer aspecto, los editores del Catecismo de Huntington (Mitchel y Jaye 1996;
Jaye y Mitchel 1999), insisten que este tipo de “rezos” con escritura ideográfica aluden a
mecanismos mnemónicos que no reproducen sonidos. Así, es “a mnemonic aid rather tan
phonetic writing” (Jaye y Mitchel 1999: 5); “Unfortunately, careful analysis reveals that
the pictographic catechisms are also mnemonic aids rather than phonetic writing” (Jaye y
Mitchel 1999: 9). El argumento fundamental se basa en que la escritura obedece a principios
decodificadores universales y no idiosincráticos:
In a writing system or ‘visible speech’ the written signs are universal; that is, they
can be read by anyone trained in the system. If you are literate in English, you can
read this text without any special preparation. The pictographic catechisms, however,
are idiosyncratic. Although they draw on common iconographical traditions, they
were developed by particular people to help themselves or the people they taught
to remember particular texts. That is why the signs vary considerably from place to
place and why it would be impossible to decipher the signs if they were not describing
well-known standard texts. The pictographs are mnemonic signs that help people
remember a text known through oral tradition (Jaye y Mitchel 1999: 9).
En la misma línea, Szemiński afirma:
El modo de usar la notación le otorga ciertos rasgos. En este caso particular la notación
no sirve para anotar y conservar informaciones nuevas, todavía fuera del conocimiento
general, sino para facilitar y ayudar a recordar textos aprendidos por todos, que todos
deben saber de memoria y usualmente los saben, ya que los aprendieron de niños,
durante la catequesis básica. Los que les enseñan o enseñaron los saben y sabían de
memoria, de otro modo no podrían cumplir con su deber de catequistas (Szeminski
2010: 142).

118
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

La posición de Jaye y Mitchel sobre el carácter universal de la escritura se contradice con


las etnografías de la escritura (Vich y Zavala 2004; Zavala 2002) y el modelo ideológico de
comprensión de la misma propuesto por los llamados “nuevos estudios de la literacidad”
(Street 1984; Street y Street 2004). En ellos se muestra la manera como las comunidades
humanas despliegan estrategias de uso de la escritura alfabética que rompen el paradigma
“autónomo” según el cual las funciones de la misma vendrían dadas de antemano. Es
decir, en el ámbito de la misma escritura alfabética los usos son variados y complejos de
manera que no es posible hacer afirmaciones universalistas que, a la larga, resultan también
esencialistas.
Lo curioso es que según estudios varios la escritura alfabética también se lee ideográficamente.
Así lo afirma Mariño:
Cuando tenemos una duda ortográfica, para resolverla, lo que hacemos es escribir la
palabra y mirarla; si su silueta no nos ‘choca’, entonces está correctamente escrita.
Esa es una sencilla y contundente prueba de que nosotros leemos ideográficamente, es
decir, no leemos sílaba por sílaba sino el contorno de la palabra total, como lo hacen
los chinos. De ninguna otra forma sería posible leer a alta velocidad.
Como producto de la práctica hemos aprendido de memoria miles de siluetas de
símbolos que representan ideas. De esta manera hasta los analfabetos logran leer los
avisos de los buses, por ejemplo (Mariño 1988: 365).
Hemos de reconocer, entonces, nuestro manejo de una noción estrecha de escritura que se
restringe al intento de reproducción de los sonidos de la lengua. Por ello tampoco debe
extrañarnos la ausencia de otros sistemas escriturarios no alfabéticos en los tratados de
historia de la escritura (Mariño 1988), siendo catalogados, en el mejor de los casos, como
protoescritura (Salomon 2004). Por ello, Quispe-Agnoli afirma que “Uno de los problemas
para la mente occidental es concebir sistemas tangibles y gráficos de comunicación
cualitativamente diferentes de la escritura alfabética” (Quispe-Agnoli 2005: 292).
De tal manera que lo que está en cuestionamiento es la propia noción de escritura basada
en criterios lingüísticos. Por ello, sea como marca gráfica con fines comunicativos (Quispe-
Agnoli 2008: 136), sea como ciframiento del pensamiento (Mariño 1988: 27) se descubre el
esfuerzo de varios autores para poner un énfasis más semiótico y contextual del fenómeno
escriturario.
Ello es importante sobre todo hoy, cuando asistimos a una revolución no sólo tecnológica y
comunicacional sino perceptiva en relación al mundo de la escritura. Hay una nueva forma
de pensar, sobre todo en las generaciones recientes. El computador ha dejado de funcionar
como un simple instrumento, produciendo más bien una nueva alianza entre cerebro e
información. La lógica letrada secuencial da paso, cada vez con mayor fuerza, a la lógica visual
simbólica en la que se desarrollan nuevas formas de percibir, sentir, conocer, re-conocerse
y juntarse. Nos encontramos en un momento en que el libro ha perdido su hegemonía y
entran en competencia nuevas formas de leer relatos, textos, escrituras (visuales, musicales,

119
FERNANDO GARCÉS V.

audiovisuales, telemáticas). Estamos ante la necesidad de articular el palimpsesto (texto en


el que un pasado emerge tenazmente, aunque borroso, en las entrelíneas de lo que se escribe
en el presente) con el hipertexto (escritura no secuencial; montaje de conexiones en red que
al permitir y exigir multiplicidad de recorridos, transforma la lectura en escritura) (Martín-
Barbero 2000).
Curiosamente, entonces, encontramos una conexión entre aquellos imaginarios que piensan
lo indígena como el ámbito de lo oral-visual premoderno y los énfasis visuales posmodernos;
aquí encontramos otra lógica comunicacional que rompe el monopolio de la escritura
alfabética.
Con respecto al segundo aspecto, tomemos nuevamente como punto de partida el Catecismo
Huntington. Los editores ubican su texto, tomando en cuenta el papel, la caligrafía de los
títulos y los detalles de la vestimenta en las pictografías, hacia fines del siglo XIX (Jaye y
Mitchel 1999: 6-7). Desde esta perspectiva, los “rezos” son evidencia de un origen post-
colonial y arraigados en la iconografía europea.
Jaye y Mitchel (1999) opinan que los varios sistemas mnemónicos usados como registro, tal
es el caso de los khipus, habrían sido tan eficientes que disuadieron a los grupos prehispánicos
andinos de desarrollar una escritura fonética. La convicción de los investigadores del siglo
XX y XXI de que los habitantes de los Andes Centrales no conocían la escritura antes de la
conquista española, habría sido el factor determinante de su desidia en el estudio de otras
formas de anotar y preservar información (Szemiński 2010). Como insinuábamos al inicio
de esta comunicación, el khipu se constituyó en el, prácticamente, único material que recibió
la atención de los españoles del siglo XVI.
De tal forma que, con respecto a una posible escritura prehispánica en los Andes las dos
tendencias se proponen así:
Los que opinan que en Tawantin Suyu no existía la escritura tienen mucha razón
al indicar la ausencia de transcripciones conservadas hasta nuestros tiempos. / Los
partidarios de una escritura andina opinan que tales inscripciones se conservan
en forma de signos en tejidos y en qirus. Los signos rectangulares complicados y
abstractos se llaman t’uqapu (Szeminski 2010: 131-132).
En las páginas precedentes hemos querido mostrar que en los Andes existía un tipo de
escritura que no es equiparable a la alfabética sino de otro tipo. Pensamos que se trata de un
sistema complejo con múltiples formas y varios templetes de registro (qirus, textiles, música,
paisaje, etc.) que, a pesar de los esfuerzos que ya varios investigadores han desplegado, aún
se encuentra en un estado incipiente de conocimiento.
Esta escritura interactuaba dinámica y complejamente con la escritura alfabética, ya en
tiempos coloniales; en muchos casos se usaba como mecanismo de representación visual,
tal como hemos visto en el caso de Guamán Poma de Ayala; es decir, mediante la escritura
alfabética se pone en escena dos sistemas de escritura: el propiamente alfabético y el visual.

120
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Por los antecedentes prehispánicos ofrecidos y por la conexión con la vida agrícola y familiar,
es muy probable que la escritura ideográfica que aún hoy se usa en el altiplano y los valles
bolivianos tenga origen prehispánico y preincaico. Como ya decía Ibarra Grasso en 1953,
se habría tratado de un recurso no usado por las élites sino por indígenas del “común” (Cruz
2016). Se habría usado para temas religiosos y por esa razón se articuló fácilmente con el
sistema expresivo católico; curiosamente ésta sería también la razón por la que no se le ha
prestado la debida atención. Se trata, aún hoy, de una escritura vigente, aunque funciona de
manera semiclandestina, escondida de antropólogos y lingüistas.
***
En el presente capítulo hemos partido de una revisión del debate sobre oralidad y escritura
por su importancia para el caso de la escritura católica andina. Como se habrá visto, ésta va
estrechamente ligada a los desempeños orales del contexto ritual en el que se expresan los
“rezos”. Luego, se muestra el contexto social y político de las comunidades indígenas del
siglo XIX a fin de ubicar el espacio de producción escrituraria, tanto en el despliegue de las
luchas por el territorio como en el desarrollo de nuevas formas de expresión religiosa.
Se da cuenta de las primeras noticias sobre la escritura católica andina reportadas por viajeros
como von Tschudi, Wiener y Nordenskiöld y el trabajo pionero de Franz Tamayo. Sobre la
base de esta información Dick Ibarra Grasso elaboró el más importante estudio, tanto por la
amplitud como por la novedad de su enfoque, en la década del 50 del siglo pasado.
Hoy contamos con un significativo número de materiales y colecciones que permiten estudiar
estos mecanismos de inscripción de la memoria. Y no solo como materiales históricos sino a
partir de sus performances contemporáneos. Por ello hemos tratado de dar cuenta del proceso
de elaboración y la vinculación de los rezos con el ámbito comunal, junto a las formas
de aprendizaje comunitario que se practican en San Lucas y los ensayos de ampliación de
funciones de esta escritura.
A partir de la etnografía y del trabajo colaborativo en la zona se pueden visualizar las complejas
articulaciones de lo alfabético con lo logográfico, lo que nos ofrece otra mirada que supera
los clásicos binarismos esencialistas que construye ficticias comunidades puramente orales o
escritas. De igual manera, hemos tratado de avanzar en detectar la signografía convencional
a partir del trabajo comparativo de Yayayku y del Inini; gracias a ello podemos tomar nota
tanto del señalado carácter formulaico de los rezos como de la agencialidad/creatividad de
los maestros.
El capítulo finaliza con un par de reflexiones sobre la pertinencia de pensar y hablar de una
escritura andina, por un lado, y sobre las posibilidades de que la escritura católica andina
muestre relictos de una tradición prehispánica.

121
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Capítulo 5
Las escrituras andinas del presente y del futuro

En este último capítulo exploramos las posibilidades de desarrollo escriturario a partir de


las nuevas tecnologías cada vez más expandidas no solo en el ámbito urbano sino también
rural.
5.1. La escritura alfabética quechua
La escrituralidad alfabética quechua tiene una historia tan larga como la presencia colonial en
tierras andinas. Apenas 30 años después de la presencia misionera en los Andes el dominico
Domingo de Santo Tomás (1560) publica la primera gramática quechua y unos años después
el Tercer Concilio Limense establece una auténtica política escrituraria para el quechua y el
aimara (Durston 2007).
A partir de ahí, las lenguas andinas comienzan a inscribirse alfabéticamente tanto para
formalizar los mecanismos de aprendizaje lingüístico como para socializar el ordenamiento
gramatical y lexical necesarios para la evangelización de los indios (Garcés 2005, 2009,
2011). De igual forma, se utilizará la escritura alfabética con el fin de registrar los elementos
“idolátricos” (Taylor 1999) y suplantarlos por la doctrina de la “verdadera fe” (Tercer
Concilio Limense 1584).
A pesar de la relativa escasez se cuenta con un corpus significativo de textos alfabéticos
quechuas no religiosos en los siglos XVI y XVII, principalmente para resolver asuntos
legales. Durston (2003) sugiere que la producción “civil” (no religiosa) en quechua
habría sido mucho más significativa de lo que se conoce, tanto en los ámbitos legales y
administrativos como en el privado.
En las últimas décadas se ha desplegado un esfuerzo importante por normalizar y normatizar
las lenguas indígenas como parte de una política lingüísticas de desarrollo y revitalización
(Cerrón-Palomino 1993, 1998; Choque 1992; Laime 1998; Plaza 1995; Quiroz 2000). En
estos esfuerzos se ha partido del principio de que por su condición histórica tales lenguas
no han podido tener un desarrollo “normal” de adecuación a las expresiones del mundo
moderno en consonancia con las nuevas realidades sociales y tecnológicas de sus hablantes
(Garcés 2005). En este sentido se ha acudido a la idea de cambiar el status de las lenguas
mediante la apuesta de normatizar su escritura (alfabética), su gramática y su léxico (Garcés
2005).
En estos esfuerzos de definir una norma e implementarla ha sido frecuente dejar de lado la
investigación de los usos de la lengua, especialmente en el ámbito de la escritura (Garcés
2005). Bajo la aceptación del principio de que el quechua y las lenguas andinas forman parte
de lo que se denomina “culturas orales”, históricamente carentes de escritura o externas al
mundo letrado (Salomon 2011), los investigadores del área andina han contribuido a crear

123
FERNANDO GARCÉS V.

una separación entre los intereses antropológicos y lingüísticos; así, el antropólogo puede
darse el lujo de investigar ámbitos expresivos un tanto “exóticos” mientras el lingüista
centra sus esfuerzos en perfeccionar y desarrollar formas escriturarias alfabéticas que se
homologuen al imaginario de escritura de las lenguas dominantes y que cubran el mayor
número de ámbitos posibles (literario, científico, académico, etc.).
Por fuera de estos esfuerzos, las practicas de los hablantes y escritores de las comunidades
rurales funcionan de manera mucho más compleja, articulando lo alfabético con lo
logográfico, tal como hemos visto y como ocurre en el ámbito urbano, inmerso en el mundo
de los multimedia.67
5.2. Lo alfabético y no alfabético en el Facebook
Lo mencionado ocurre tanto en el ámbito rural como en el mundo urbano ampliamente
conectado hoy mediante la cyber tecnología.68 Queremos presentar ahora un estudio muy
preliminar realizado a partir de la etnografía de una red social muy conocida: el Facebook.
Hemos realizado un seguimiento de los mensajes en los muros de nuestros contactos,
tomando en cuenta sólo aquellos mensajes que articulan escritura alfabética con escrituras
no alfabéticas. Hemos bajado aleatoriamente los mensajes dos días a la semana durante tres
meses, reuniendo un total de 55 “textos”.
Presentamos a continuación los resultados del trabajo, organizándolos según las temáticas,
los tipos de mensajes y las formas de interacción escrituraria.
Las temáticas
Las temáticas de nuestro corpus son muy variadas. Tratando de ordenarlas según si se
relacionan con aspectos personales, sociales y religiosos, tenemos el siguiente cuadro.

67
Y no solo en el mundo urbano. Nuestras observaciones en San Lucas dan cuenta del uso del internet que
se hace en el pueblo, sobre todo por parte de los jóvenes. Grupos de adolescentes, varones y mujeres, se
sientan en la plaza, al atardecer, a chatear por Facebook o por WhatsApp.
68
Véase Biondi y Zapata (2006), donde se muestra las conexiones entre oralidad y lo que denominan
“electronalidad” como parte de lógicas diferentes a la “escribalidad”.

124
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Cuadro Nº 11: Temas del Facebook

Ámbitos
Personal Social Religioso Otros
Alcohol Ciclistas Dios Procreación
animal

Alimentación Conducción Oración


automovilística

Amor Democracia
Aprender a vivir Desarrollo
Cerebro Forma de vida
Desánimo, desarrollo Fútbol
personal
El silencio Género
El tiempo, solución de Internet
problemas
Fracaso Materia escolar
Temas

La dicha de la vida Niños esclavos


Paciencia Picaresco sexual
Perdón Política
Salud, cuerpo, células Políticas públicas
Superación personal Pueblo mapuche
Pueblos originarios
Revolución
Sociología

Solidaridad, ayuda

Tecnología
contemporánea y
configuración social

125
FERNANDO GARCÉS V.

Tipos de mensajes y formas de interacción escrituraria


Atendiendo sólo a los mensajes, los textos mencionados, a su vez cumplen una serie de
roles en los géneros discursivos (Bajtín 2011) mediante el cual se expresan. Así tenemos
textos que son: propositivos, ingeniosos, ocurrentes o jocosos, pedagógicos y exhortativos,
religiosos, informativos, reflexivos, comerciales y poéticos.
Los mensajes encontrados en los muros de nuestros contactos son mensajes que contienen
escritura alfabética (textos) y escrituras no alfabéticas (fotos, dibujos, pinturas, imágenes
varias). Nos interesa ver la manera como interactúan estas dos escrituras. Hemos encontrado
varios tipos de interrelación. Algunas tienen un rol de subordinación al texto; es decir, el
texto alfabético es lo central, lo importante, y la imagen cumple un rol meramente ilustrativo
o decorativo (Fig. 59).

Fig. 59. Facebook GaCa040613

En otros mensajes, la imagen es complementaria al texto, demuestra lo que dice el texto o


sirve para representar las palabras del texto alfabético (Fig. 60 y 61).

Fig. 60. Facebook FeTa300413 Fig. 61. Facebook MaCa030513

126
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Tenemos también mensajes en los que texto e imagen son mutuamente complementarios o
se encuentran en igualdad de importancia (Fig. 62 y 63).

Fig. 62. Facebook CiRu240513 Fig. 63. Facebook MaBu240513

Finalmente, tenemos mensajes en los que hay una predominancia de la imagen sobre el
texto; e, incluso el caso en que el texto es la imagen (Fig. 64 y 65).

Fig. 64. Facebook SaOr050413 Fig. 65. Facebook JeRo240413

A pesar de la variedad mostrada, la tendencia es el uso de la imagen de manera subordinada


con respecto a la escritura alfabética como central en la transmisión de mensajes. Tenemos
39 cuadros en los que la imagen se encuentra subordinada al texto alfabético sea en función
decorativa, ilustrativa, referencial o demostrativa. Nueve cuadros en los que la imagen cumple
una función complementaria, lo cual también es evidencia de algún tipo de subordinación; dos

127
FERNANDO GARCÉS V.

en los que el texto alfabético es la imagen y apenas cinco en los que la imagen se encuentra en
igual jerarquía que el texto o en posición de mayor centralidad.
En cualquier caso, el avance de investigación mostrado, junto a los datos previos, nos pueden
ya plantear una fuerte problematización de nuestras nociones y prácticas escriturarias.
5.3. El uso de los recursos logográficos en las redes sociales69
Queremos ahora ofrecer una reflexión sobre las escrituras no alfabéticas de los rezos andinos de
cara a la manera en que nos pueden ayudar a pensar las nuevas escrituras digitales creadas por el
uso de TICs (tecnologías de la información y de la comunicación). En este sentido, ofrecemos
pistas de reflexión e hipótesis sobre el uso de estas escrituras digitales y los discursos sobre
éstas en el referéndum del 21 de Febrero de 2016.
Las secciones previas han tratado de mostrar que las escrituras logográficas no existen en
oposición a escrituras alfabéticas o fonográficas; no son dos ámbitos separados, sino que son
desarrolladas en compleja interacción entre sí y también con formas de oralidad, visualidad,
motricidad, sonoridad y memoria.70 En este sentido, hemos tratado de alentar el requerimiento
de adoptar un nuevo paradigma que nos permita expandir nuestra noción de escritura, y no
reducir nuestras concepciones de la misma solo a la alfabética.
Desde una perspectiva crítica a las visiones evolucionistas y esencialistas de la escritura
podemos indagar las formas y lógicas tanto culturales como semióticas que circulan en las
nuevas escrituras digitales. Así, a partir del rechazo a un esquema evolucionista en el cual la
escritura está estrictamente definida como alfabética y como la etapa final de una progresión
que va de la pictografía, a la ideografía y finalmente a la fonografía, proponemos ver la escritura
como variantes semióticas que coexisten y se complementan de diversas maneras. De manera
que parece urgente acercarnos a la escritura a través de una definición procesual, y ver, como
arguye Arnold (2015), lo que la escritura hace, en lugar de lo que la escritura es.
En el estudio básico y preliminar de la popular red social Facebook, intentamos mostrar
cómo los mensajes que dominan los ‘muros’/timeline de los usuarios están compuestos de
interacciones entre escrituras alfabéticas (textos) y escrituras no alfabéticas (fotos, dibujos,
pinturas, imágenes variadas). Las relaciones entre textos y otras escrituras son múltiples: el texto
puede ser subordinado, o estar en posición complementaria, o en posición de predominancia
sobre la imagen. Lo que intentamos es problematizar nuestras nociones y prácticas escriturarias;
demostrar que la escritura es una síntesis, una articulación creativa de lo alfabético (o lo
fonográfico) y lo no alfabético. Además, intentamos demostrar que la escritura alfabética en
la era de internet es solo una más entre muchas otras, y ello quiere decir que ha perdido el
monopolio de lo escriturario, o por lo menos su posición de predominancia.

69
Esta sección ha sido elaborada conjuntamente con Vera Chapiro, estudiante de Antropología de la
Universidad de Cambridge, durante su estancia de investigación en el INIAM en agosto del 2016.
70
Véase, al respecto, el video del INIAM-UMSS (2015b). Puede descargarse de https://www.youtube.
com/watch?v=UOsH0VbiNhg.

128
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

En un reciente estudio sobre el uso de emojis o emoticons como marcadores de intención y


emoción en comunicaciones escritas digitales, Thompson y Filik (2016) arguyen que en la
comunicación escrita están ausentes los signos no verbales como el tono, el gesto y expresiones
utilizados en conversaciones orales cara a cara que ayudan a precisar el significado de mensajes
y diálogos. Estos son muy difíciles de expresar en un texto escrito puramente alfabético.
Esto conduce a que emociones, como por ejemplo el sarcasmo o la ironía, sean difíciles de
ser expresadas en textos escritos, y en muchos casos pueden conducir a un quid pro quo o
malentendido. En comunicaciones escritas digitales, y especialmente en chats o conversaciones
mediadas por TICs, este riesgo de malentendido es aún más grande, porque en estos diálogos,
que se efectúan con una instantaneidad y sincronicidad muy cercanas a las de un diálogo verbal,
están ausentes los signos y señales que indican tono, emoción e intencionalidad. Por lo tanto,
emojis y emoticons son muy frecuentemente usados para cumplir esta función, y facilitan la
interpretación correcta de mensajes. Así, estas formas escriturarias logográficas cumplen el rol
de clarificar el significado de mensajes y la intención de su autor.
El estudio de Thompson y Filik (2016) demuestra, en primer lugar, otra forma de integración
de formas escriturarias alfabéticas y no alfabéticas. Por otro lado, demuestra que nuestras
comunicaciones digitales están marcadas por protocolos y expresiones orales, que lo escrito
está cada día reinventadose de manera creativa y novedosa bajo la influencia de formas
comunicativas orales. El uso de nuevas TICs y la comunicación por chat o por mensajes
instantáneos están creando nuevas formas de literacidad, nuevas formas de escritura que crean
nuevos registros y convenciones de comunicación, nuevas formas de marcar y expresar afecto
y emoción que se elaboran en los intersticios de la dicotomía oralidad/escritura.
Lo presentado previamente y el estudio de Thompson y Filik (2016) apuntan a lo que
constituye, según Scolari (2008), una característica principal de comunicaciones mediadas por
nuevas tecnologías digitales: la multimedialidad. Esta se define simplemente como la mezcla
de distintos sistemas semióticos dentro de un mismo texto. Esta condición híbrida está presente
en dos niveles: el primero es la convergencia a nivel semiótico (uso de textos alfabéticos,
imágenes, videos, audio en una sola conversación o un muro de red social), la segunda es la
convergencia de medios (uso simultáneo de computadoras, teléfonos, televisores, diferentes
redes sociales, aplicaciones, sitios web, etc.) (Maldonando 2014: 284).
La multimedialidad es una manera de conceptualizar las interacciones entre escrituras
logográficas y fonográficas presentes en el ámbito digital, pero además permite incluir las
escrituras en formato de video, de mensaje de voz, de GIF, de emojis/emoticons. Este término
también nos permite dar cuenta de la utilización simultánea de diferentes medios.
Además de la multimedialidad y la instantaneidad, las comunicaciones digitales contemporáneas
son caracterizadas por su hipertextualidad (Scolari 2008). El pasaje al hipertexto como
arquitectura textual dominante es un cambio mayor producido por el uso de TICs. Para
Maldonado (2014: 303), “hipertexto es el nombre que reciben los productos comunicativos que
han mutado el ordenamiento tradicional del texto escrito”. El analisis de hipertextos no se puede
efectuar a través de nociones como centro, margen, jerarquía y linealidad, como sería el caso
con textos escritos tradicionales, sino con nociones de multilinealidad, nodos, enlaces, redes.
Según San Martín (2003), los rasgos principales del hipertexto son: 1) virtualidad, 2) orden

129
FERNANDO GARCÉS V.

abierto (no literalidad), 3) interacción de lenguajes verbales y no verbales para la construcción


de sentidos, 4) la posibilidad de coautoría del lector, y 5) la intertextualidad múltiple.
Para Arnold, los estudios antropológicos de escrituras “en vez de centrarse exclusivamente
en la naturaleza de las distintas formas gráficas que pueden constituir ‘escritura’”, deben
mover su enfoque sobre “lo que la escritura hace y lo que la escritura nos facilita en nuestras
intervenciones en el mundo” (Arnold 2015: 39). Para eso, ella arguye, hay que “identificar […]
los esquemas organizativos mayores en juego en su ejecución práctica”. Es nuestro argumento
que la multimedialidad, instantaneidad e hipertextualidad que caracterizan a nuevas escrituras
digitales son claves para entender los cambios en su arquitectura textual, y sobre todo para
entender las consecuencias de estos cambios en nuestros modos de comunicarnos y organizarnos
Las escrituras digitales y su forma hipertextual nos hacen cuestionar las nociones de centro,
de margen, de lo canónico y de lo disidente. En las páginas anteriores se habla, a propósito de
las prácticas escriturales de los maestros doctrineros, de “marginalidad agencial” desarrollada
en “un mundo semi paralelo al de la Iglesia Católica. La Iglesia oficial sabe de su existencia
y de alguna manera estas expresiones religiosas están vinculadas a ella pero no gobernadas
o controladas por ella” (Ver supra). Esta narrativa sobre la relación centro-margen refuta
modelos de imposición y pasividad, mientras que simultáneamente demuestra la fecundidad y
creatividad frutos de esta “marginalidad agencial”. Las escrituras en barro no son simplemente
el resultado de la imposición colonial en contextos locales, no son una reproducción pasiva de la
doctrina católica, por el contrario son espacios de creatividad social y cultural. Estas escrituras
y sus ritos asociados no existen en la periferia de la Iglesia Católica, sino que están presentes en
los espacios religiosos de la oficialidad de las comunidades. No se pueden reducir a ser soportes
para la catequesis y ritualidad católica; también funcionan como conjuros para pedir lluvia,
alejar tormentas y enfermedades, además de la existencia en ámbitos extra-religiosos, como las
prácticas realizadas por Porfirio Miranda o por Julián Herrera.
Esta posición de marginalidad puede ser relativizada aún más: “en realidad se trata de una
marginalidad desde la Iglesia Católica; desde los propios comuneros podríamos pensar en
‘otra centralidad’ fuera de la oficialidad católica” (Garcés 2014: 132). Lo marginal siempre
es relativo, la marginalidad se percibe y se construye desde un punto de vista aleatoriamente
situado y nombrado desde el centro. La noción de hipertexto permite problematizar esta
relación centro-margen; aún más, se puede hasta decir que anula, neutraliza el concepto
mismo de centralidad. Las escrituras digitales se caracterizan por la falta de centralidad, o por
múltiples centralidades. Los productos comunicacionales creados por el uso de TICs y redes
sociales tienen un “carácter no jerárquico, descentrado y abierto a la multiplicidad de sistemas
semióticos […] [y son] el resultado de un nuevo modelo organizacional de la información y de
los procesos de interconexión” (Maldonado 2015: 310). El internet es un espacio de producción
simbólica heterogéneo, donde ningún actor tiene el monopolio de creación y difusión de
información y textos escritos, a la vez fonográficos y logográficos. Es un espacio abierto
donde actores culturales pueden apropiarse de nuevos medios de comunicación para crear sus
propios discursos y productos comunicativos y escapar a jerarquías presentes en medios de
comunicación tradicionales.

130
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Además, el uso de nuevas escrituras digitales ha contribuido a un sentimiento de acercamiento


de interlocutores separados geográficamente y de aceleración de comunicaciones informales.
Esto a la vez va reconfigurando la dinámica entre lo público y lo privado, y modifica el carácter
de la comunicación política contemporánea.
Veamos, como ejemplo, WhatsApp y lo que hacen las escrituras digitales creadas por el uso de
esta aplicación, y qué tipo de mutaciones sociales facilitan. La aplicación WhatsApp, además de
las redes sociales Twitter y Facebook, pueden ser descritas por el término “autocomunicación
de masas” (Castells 2009), porque se distinguen de los medios de comunicación en tanto son
auto-generadas, auto-dirigidas, y auto-seleccionadas por sus usuarios. Rompen con la lógica
unidireccional de circulación de información del modelo de broadcasting que caracterizaba,
por ejemplo, la televisión o la radio. Remplazan una difusión “de uno a muchos” por una
“de muchos a muchos”. Son plataformas abiertas, donde los lectores de textos escritos son
también autores, o participan en la creación y difusión de estas escrituras cuando las comparten
por sus redes sociales y aplicaciones. Así, un chat de grupo en la aplicación WhatsApp se
puede comprender como un hipertexto: se compone de varias escrituras o lenguajes (texto,
imagen, mensaje de voz), los autores también son los lectores, y pueden existir varias líneas de
conversación que coexisten al mismo tiempo.
Karapanos, Teixeira y Gouveia (2016) arguyen que, por estar caracterizada por su instantaneidad
y por su multimedialidad, además de ser un medio de autocomunicación de masas, la aplicación
WhatsApp cumple la función fundamental de mantener vínculos o experiencias de parentesco
entre sus usuarios. WhatsApp provee una manera más íntima y privada de dialogar con amigos,
colegas, familiares, y actualiza y expresa estos vínculos de parentesco a través una comunicación
cuasi-simultánea y sincronizada. Las conversaciones por WhatsApp tienen un carácter informal
que emula a interacciones de cara a cara, y permiten un sentimiento de intimidad y cercanía; y
esto se logra al compartir no solo mensajes de texto alfabético sino también emojis, imágenes,
mensajes de voz, videos, etc. Permite a cada usuario crear sus propios mensajes altamente
personalizados y con alta carga afectiva, además de permitir conversaciones de grupo. De
esta manera se explica la popularidad de esta aplicación y su alta frecuencia de uso; permite
formas de comunicación íntimas e informales con la misma instantaneidad y autenticidad de
conversaciones orales.
En otras palabras, las tecnologías digitales y sus escrituras ahora son la extensión de lo
cotidiano, permiten una mediatización y difusión de lo que antes se comunicaba por vías orales
o informales a niveles y escalas sin precedentes. Las escrituras hipertextuales, multimediales e
instantáneas creadas por el uso de esta aplicación permiten a sus usuarios compartir mensajes
altamente personalizados e informales.
WhatsApp, al igual que otras redes sociales, permite compartir lo íntimo por canales de
comunicación digitales. En estos espacios se expresan, entre otros, la sátira, el humor, la crítica
política. Al ser digitalizados y expresados, por ejemplo, a través del género del meme, y al
ser circulados en redes íntimas de amistades, familiares, conocidos, colegas, etc., estos actos
de “creatividad vernacular” (Burgess 2007) son reformulados y compartidos a un público y
audiencia digital, y ganan una nueva dimensión; así se difunden innovadoras y diarias prácticas
artísticas que antes estaban escondidas en ámbitos domésticos.

131
FERNANDO GARCÉS V.

Un género emblemático de “creatividad vernacular” es el meme. El término meme fue utilizado


inicialmente en la teoría genética de Dawkins (1976), pero después fue extrapolado para
describir a pequeñas unidades culturales digitales fáciles de replicar y compartir. Es un género
visual definido por el uso simultáneo de imágenes y textos, y que, a pesar de su aparición
reciente en la cultura digital, obedece a códigos visuales ya establecidos (fuente, estructura
visual, modificación de imágenes) y se presta a la creatividad e innovación de sus autores.
Los memes son creaciones comunicativas populares por excelencia: son ejemplos de humor
popular, de preocupaciones o indignación popular; son creadas, circuladas y apreciadas por las
mismas personas; son fruto de la fusión de autores y lectores de escrituras digitales.
El género del meme es una herramienta importante en el combate por ocupar el espacio digital.
Al tratarse de un género altamente visual, que reposa en la manipulación de imágenes con
textos cortos e incisivos y por ser fácilmente compartidos, saturan el espacio público digital,
se comparten en todas las redes sociales de alta frecuencia de uso, en especial Whatsapp. La
popularidad de este género digital tanto logográfico como ideográfico fue permitido por la
democratización de las TICs y a la vez ilustra los cambios en la arquitectura comunicacional
generada por estas.
Esta “apropiación social de las tecnologías” (Maldonado 2014: 254) y la tecno-participación de
sujetos y ciudadanos en la creación, circulación y difusión de información por nuevas formas
escriturarias tienen consecuencias políticas. Si lo cotidiano está mediado por lo digital, la praxis
y participación política también la están.
Como es conocido, un debate polarizado se fomentó a los pocos días de la publicación de
los resultados del referéndum del 21 de Febrero 2016 acerca la aprobación o rechazo del
proyecto constitucional que permitiría la reelección del presidente o vicepresidente del Estado
Boliviano. Se generó una gran cantidad de discursos sobre las redes sociales, sus usos positivos
o negativos, sus potencialidades peligrosas o democráticas. El presidente Morales atribuyó
su derrota a varios medios, en particular a las redes sociales. Poco después del referendo, el
diputado del MAS, Víctor Borda, presentó un Proyecto de Ley para regular al uso de las redes.
Estos ataques contra una supuesta “guerra sucia en las redes” fueron, para el gobierno, una
manera de desviar el debate y no enfrentar a las causas verdaderas de su derrota.
Sin embargo, aunque los ataques contra las redes sociales hayan servido de chivo expiatorio de
la primera derrota electoral del MAS de Evo Morales, el referéndum del 21 de Febrero 2016
marca una evolución en la cultura política del país. El gobierno de Evo Morales apostó a la
radio, medio de oralidad por excelencia, como canal principal de difusión de su propaganda
electoral previo al referéndum de 21F. Esta estrategia estuvo basada en múltiples presunciones,
entre ellas las oposiciones rural/urbano, escritura/oralidad, y un modelo de comunicaciones con
lógica de transmisión unidireccional, desde un centro a múltiples satélites. Los resultados del
referéndum refutaron ambos modelos e indican claramente que las TICs y las escrituras creadas
por sus usos han modificado en ciertos aspectos la cultura política del país, en el sentido de que
la arena política, el espacio de debates y la esfera pública se han trasladado, en algún grado,
al espacio digital: tal como los graffittis intentan ocupar al máximo el espacio público visual,
diferentes grupos con diferentes opiniones intentan ocupar y saturar el espacio digital.

132
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

El pasaje al hipertexto como arquitectura textual dominante es una transición de una lógica
letrada secuencial a una lógica visual simbólica. El siglo XXI, como lo predice Renobell
(2005), estará marcado por su hipervisualización; para Cuadra (2008) vivimos en una “sociedad
hipermediatizada”. Estos dos autores apuntan a que vivimos en flujos constantes de imágenes y
representaciones, y que se privilegia la imagen como medio de transmisión de información. En
el combate por saturar el espacio digital, lo visual es de primera importancia.
La mirada crítica ofrecida en este estudio sobre los esencialismos escriturarios se puede
extender a una crítica global del grafocentrismo en las ciencias sociales. Cambiar de paradigma
en nuestras nociones de escritura también implica un cambio epistemológico en la relación a la
imagen como fuente de información y como base crítica para la investigación social (Sánchez
2009; Rivera 2015). Ahora más que nunca, en la era de internet, hay que salvar la imagen y
su valor como fuente de conocimiento. Esto ha sido realizado por Sánchez y Mamani en su
análisis de la colección de tarjetas de visita del INIAM, en busca de “entretejer los entramados
relacionales entre civiles, militares, eclesiásticos, […] entender las redes decimonónicas o los
circuitos territoriales de articulación de personas y de objetos, […] [y] acercarse al ejercicio
del poder, las identidades individuales y sociales, los imaginarios de los retratados y de los
retratistas” (2015: 21). Al aceptar que la escritura alfabética es solo una entre muchas otras y
que estas se elaboran en interacción con escrituras iconográficas, se deja de limitar la imagen
a una sola función decorativa, y la aprecia como fuente de información valiosa y con mérito
propio.
***
En este capítulo de cierre hemos ofrecido elementos que nos permitan pensar el presente y el
futuro de la escritura andina. Marcada por la alfabeticidad desde los tempranos tiempos de la
colonia, los hablantes de lenguas andinas han desplegado un esfuerzo constante por apropiarse
de los mecanismos expresivos de las lenguas dominantes, especialmente en términos de
escritura alfabética.
El uso contemporáneo de medios comunicacionales y de redes electrónicas como el Facebook
está modificando las prácticas escriturarias a partir del amplio uso de la imagen en competencia
con lo letrado. En estos campos discursivos, la escritura alfabética comienza a funcionar
como una más entre muchas, lo que obliga reformular nuestra propia noción de escritura y,
proponemos, nos conduce a verla desde la perspectiva de variantes semióticas que coexisten
y se complementan. Así, la multimedialidad y la hipertextualidad, entendidas como formas
de articulación simultánea de diferentes medios, trastocan las nociones de centro, margen,
jerarquía y linealidad, al tiempo que enfatizan la importancia de establecer nodos, enlaces y
redes.
El internet, entonces, se constituye en un espacio de producción simbólica heterogénea;
en un espacio abierto de producción escrituraria en el que la información ya no circula
unidireccionalmente; en un espacio en el que, herramientas como el meme, luchan por ocupar
el espacio digital. Y ello tiene repercusiones también en la conformación de una nueva esfera
pública y política, tal como se vio en el referéndum del 21 de febrero de 2016.

133
FERNANDO GARCÉS V.

Conclusiones
De manera sintética quisiera presentar algunas conclusiones a las que se puede llegar al final
de este estudio:
1) La necesidad de pasar de una concepción alfabética a una concepción semiótica de
escritura, tanto por el análisis teórico desarrollado en el primer capítulo como por la
evidencia empírica que hemos presentado y que es fruto del trabajo de investigación.
2) La escritura católica andina no es una excepción sino que forma parte de un espectro
más amplio de experiencias escriturarias en distintos tiempos y lugares, tales como
las pinturas rupestres del pasado y del presente, la escritura china, prevalecientemente
ideográfica, la escritura de los pueblos indios de Norteamérica, la escritura Rapa Nui
y la escritura náhuatl.
3) En términos históricos hemos mostrado los principales indicios que nos han dejado las
crónicas para, a partir de ahí, hipotetizar que en los Andes habría habido una serie de
subsistemas caracterizados por expresarse en distintos soportes y para la realización
de distintas funciones. Aquí ha sido importante no sólo ver lo que se dice sobre la
escritura sino lo que se hace con ella desde una perspectiva pragmática y performativa,
por ejemplo, en la crónica de Guamán Poma.
4) De la información tanto de las colecciones como del trabajo de campo realizado en
la zona de San Lucas se desprende la riqueza de materiales como de usos de las
escrituras católicas andinas en el presente. Prácticas que articulan oralidad, ritualidad,
memoria, estrategias educativas, etc. y que dan cuenta de la agencialidad que
despliegan los actores: maestros, niños, comunidad, etc. Se han mostrado algunos
ejercicios comparativos desplegados sólo como indicador de las perspectivas futuras
de investigación.
5) Así mismo, se muestra la articulación de lo alfabético y lo no alfabético, tanto
en las comunidades como en los usos contemporáneos en las redes sociales. El
nuevo contexto tecnológico resulta muy propicio para repensar nuestras nociones
escriturarias y los potenciales usos de una escritura variada en sus formas y compleja
en sus articulaciones.
Cuando estaba empezando a ordenar la colección del INIAM, en la Semana Santa de 2012,
un familiar le regaló al menor de mis hijos un “huevito de pascua”. Mi sobrina y mi hijo se
abalanzaron a ver el contenido: lo que había dentro eran las piezas para armar un pequeño
hipopótamo con su patineta. Mientras mi sobrina, de segundo año de primaria, ensayaba
la lectura alfabética en las instrucciones de armado, José Ignacio, que tenía 4 años y era
analfabeto, vió la secuencia de imágenes para el armado y antes que ella terminara de leer ya
estaba listo el pequeño juguete. Ese día supe que mi letra había sido destronada y que tenía
que convivir con otras escrituras.
Espero que estas páginas hayan dado cuenta de este proceso de entrescrituramiento.

134
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Bibliografía
ACLO
2010 Fiesta de Pascua. Municipio de Vitichi. Video. Producciones Aclo.
Acosta, José de
1590 Historia natural o moral de las Indias. Edición de José Alcina Franch. Madrid: Dastin (2002).
Adorno, Rolena
1986 Guamán Poma. Literatura de resistencia en el Perú colonial. México: Siglo XXI (1ª ed. en español, 1991).
Aikman, Sheila
2003 La educación indígena en Sudamérica. Interculturalidad y bilingüismo en Madre de Dios, Perú. Lima: IEP.
Arnold, Denise
2007 Las formaciones textuales de las interpretaciones religiosas: los rezos de Paskusay (Pascuas) en Qaqachaka,
Bolivia. En su Hilos sueltos: los Andes desde el textil, La Paz: Plural, ILCA, 353-393.
2012 El textil y la documentación del tributo en los Andes: los significados del tejido en contextos tributarios.
Lima: Fondo Editorial de Asamblea Nacional de Rectores.
2015a Algunos debates sobre los sistemas escriturarios indígenas en torno a la escritura testeriana, Textualidades:
entre cajones, textiles, cueros, papeles y barro, editado por Fernando Garcés y Walter Sánchez. Cochabamba:
INIAM-UMSS, 150-158.
2015 Del hilo al laberinto: replanteando el debate sobre los diseños textiles como escritura, en Textualidades. Entre
cajones, textiles, cueros, papeles y barro, editado por Fernando Garcés y Walter Sánchez. Cochabamba:
INIAM-UMSS, 39-64.
Arnold, Denise y Elvira Espejo
2013 El textil tridimensional. La naturaleza del tejido como objeto y como sujeto. La Paz: ILCA.
Arnold, Denise y Juan de Dios Yapita
2000 El rincón de las cabezas. Luchas textuales, educación y tierras en los Andes. La Paz. UMSA – ILCA.
Austin, John
1955 Cómo hacer cosas con palabras, en: http://ir.nmu.org.ua/bitstream/
handle/123456789/117185/170d785d8cfed13cd022cee1adf3f6e2.pdf?sequence=1, consulta del 18 de julio
de 2013.
Bajtín, Mijaíl
2011 Las fronteras del discurso. Buenos Aires: Las Cuarenta.
Bertonio, Ludovico
1612 Vocabvlario de la lengva Aymara. Arequipa: El Lector (2006).
Besnier, Niko
1988 The Linguistic Relationships of Spoken and Written Nukulaelae Registers, en Language, N° 64: 4, 707-
736.
Biondi, Juan y Eduardo Zapata
2006 La palabra permanente. Verba manent, sripta volant: teoría y prácticas de la oralidad en el discurso social
del Perú. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.
Bonfil, Guillermo
1982 El etnodesarrollo: sus premisas jurídicas, políticas y de organización, en Obras escogidas de Guillermo
Bonfil, T. 2. México: Instituto Nacional Indigenista (1995), 467-480.
1985 Descolonización y cultura propia, en Obras escogidas de Guillermo Bonfil, T. 4. México: Instituto Nacional
Indigenista (1995), 351-367.
Bonilla, Jesús
s.f. Un acercamiento a los catecismos indígenas del siglo XVI, en http://www.tetlacuilolli.org.mx/elementos/
codice/pdf/1203717262.pdf, consulta del 15/12/16.
Bouysse-Cassagne, Thérèse
2000 Les mots, les morts et l’ecriture: arts de la mémorie et évangelisation dans les andes, en Cahiers des
Amériques Latines, Nº 33, 57-84.

135
FERNANDO GARCÉS V.

Bowman, Alan y Greg Woolf (comps.)


1994 Cultura escrita y poder en el mundo antiguo. Barcelona: Gedisa (1ª ed., 2000).
Bray, Tamara
2004 La alfarería imperial Inka: una comparación entre la cerámica estatal del área del Cuzco y la cerámica de las
provincias, en Chungara, 36: 2, 365-374.
Burgess, Jean
2007 Vernacular Creativity and New Media. Tesis Doctoral. Universidad de Queensland.
Burkhart, Louise
2014 The “Little Doctrine” and Indigenous Catechesis in New Spain, Hispanic American Historical Review, 94:
2, 167-206.
Burns, William
1981 Introducción a la clave de la escritura secreta de los incas, Boletín de Lima, N° 12, 13 y 14. Lima: Los Pinos.
Calvet, Louis-Jean
1996 Historia de la escritura. De Mesopotqamia hasta nuestros días. Buenos Aires: Paidós (1ª ed., 2008).
Calvo, Julio
1993 Pragmática y gramática del quechua cuzqueño. Cuzco: CBC.
1999 Comentario de un texto ritual andino, reflexiones metodológicas y propuesta de tipología, en Tradición oral
andina y amazónica. Métodos de análisis e interpretación de textos, compilado por Juan Carlos Godenzzi.
Cusco: CBC, 149-185.
2005 Transitividad, aglutinación y subordinación en lengua quechua, en Lexis, XXIX: 1, 79-96.
Cárceles, Concepción
1990 Los catecismos ideográficos como recurso didáctico, en Servicio de publicaciones de la Universidad de
Navarra. Universidad de Navarra. (Tomado de: https://core.ac.uk/download/pdf/25071834.pdf, consulta del
15/12/16).
Cardona, Giorgio
1991 Antropología de la escritura. Barcelona: Gedisa (1a reimpr., 1999).
Cartes, Marianela
2001 El arte cerámico mapuche: su enseñanza y elaboración en la comunidad y en la escuela. Tesis de Maestría.
Cochabamba: PROEIB Andes-UMSS.
Castañeda, María
2014 Nahua Cartography in Historical Context: Searching for Sources on the Mapa de Otumba, Ethnohistory, 61:
2, 301-327.
Castells, Manuel
2009 Comunicación y poder. Madrid: Alianza Editorial.
Castillo, Martín
2005 Aprendiendo con el corazón. El tejido andino en la educación quechua. La Paz: PINSEIB, PROEIB Andes,
Plural.
Castro, Daniela
2015a Escritura signográfica andina: los significados andinos y católicos de los signos signográficos consignados
en la subcolección Osvaldo Sánchez Terrazas de cuero y papel del INIAM-UMSS y la colección privada de
cueros de Walter Sánchez Canedo. Tesis de Licenciatura. Cochabamba: LAEL, INIAM-UMSS.
2015b Semiótica de la tradición de petición de lluvias y el reflejo del vínculo ritual-religioso católico-andino en la
escritura signográfica de los textos Dios apunchik, Diosllawanña y Jesus Lazariñu, en Textualidades: entre
cajones, textiles, cueros, papeles y barro, editado por Fernando Garcés y Walter Sánchez. Cochabamba:
INIAM-UMSS, 95-122.
Cereceda, Verónica
2010 Semiología de los textiles andinos, en Chungara, 42: 1, 181-198.
Cerrón-Palomino, Rodolfo
1987 Lingüística quechua. Cuzco: CBC.

136
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

1993 Normalización en lenguas andinas, en Pedagogía Intercultural Bilingüe. Fundamentos de la educación


bilingüe, compilado por Wolfgang Küper. Quito: Abya Yala, 153-171.
1998 Normalización y uso idiomáticos [Comentarios a la ponencia de Itziar Idiazabal “Modernidad, desarrollo e
idiomas minorizados. El caso del euskera”], en Sobre las huellas de la voz. Sociolingüística de la oralidad
y la escritura en su relación con la educación, compilado por Luis Enrique López e Ingrid Jung. Madrid,
Cochabamba, Bonn: Morata, PROEIB Andes, DSE, 248-252.
Chirinos, Andrés
2010 Quipus del Tahuantinsuyo. Curacas, Incas y su saber matemático en el siglo XVI. Lima: Comentarios.
Choque, Celestino
1992 Criterios de normalización en la escritura de la lengua quechua en Bolivia. Sucre. P.EIB. Fotocopia.
Cordiviola, Alfredo
2010 As impressões duradouras: o catecismo de Pedro de Gante, en Ilha do Desterro, 59, 25-37.
Coronil, Fernando
2000 Listening to the Subaltern: Postcolonial Studies and the Neocolonial Poetics of Subaltern States, en
Postcolonial Theory and Criticism, editado por Laura Chrisman y Benita Parry. Cambridge: The English
Association, 37-55.
Cruz, Pablo
2016 Imágenes en pugna. Reflexiones en torno a las producciones visuales indígenas en el ámbito de la minería
colonial, en Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, 21: 1, 95-113.
CSUTCB
1991 Nuestras propuestas educativas. Documento de discusión. La Paz. Fotocopia.
Cuadra, Álvaro
2008 Hiperindustria cultural. Santiago de Chile.
Curatola, Marco y José Carlos de la Puente
2013 Contar concertando: quipus, piedritas y escritura en los Andes coloniales, El quipu colonial. Estudios y
materiales, editado por Marco Curatola y José Carlos de la Puente. Lima: PUC-P, 193-243.
Cusihuamán, Antonio
2001 Gramática quechua Cuzco Collao. Cuzco: CBC (2ª ed.).
Dawkins, Richard
1976 El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. Barcelona: Salvat (1993).
DeFrancis, John
1989 Visible Speech. The diverse oneness of writing systems. Honolulu: University of Hawaii Press.
De la Cadena, Marisol
2008 ¿Son los mestizos híbridos? Las políticas conceptuales de las identidades andinas, en Formaciones de
indianidad. Articulaciones raciales, mestizaje y nación en América Latina, editado por Marisol de la Cadena.
Popayán: Envión, 83-116
Déléage, Pierre
2013a 2013 Inventer L’Écriture. Rituels prophétiques et chamaniques des Indiens d’Amérique du Nord, XVIIe-
XIXe siècles. Paris: Les Belles Lettres.
2013b Écriture Andine 1/2, en https://pierredeleage.wordpress.com/2013/11/08/padcoyo-12/, consulta de mayo de
2015.
2013c Écriture Andine 2/2, en https://pierredeleage.wordpress.com/2013/11/08/tira-hoyo-22/, consulta de mayo de
2015.
Denny, Peter
1991 El pensamiento racional den la cultura oral y la descontextualización escrita, en Cultura escrita y oralidad,
compilado por David Olson y Nancy Torrance. Barcelona: Gedisa, (2ª reimpr., 1998), 95-126.
Derrida, Jacques
1967a De la gramatología. México: Siglo XXI (5ª ed. en español, 1998).
1967b La escritura y la diferencia. Barcelona: Anthropos (1989).
De Rojas, David
2008 Los tokapu. Graficación de la emblemática Inka. La Paz: CIMA.

137
FERNANDO GARCÉS V.

Domínguez, D.L.
2003 Sintaxis de la lengua oral. Oralidad y escritura: dos objetos y una lengua. Mérida: Universidad de los
Andes.
Domínguez, Julieta
2004 El Padre Nuestro. Códices testerianos. Simbiosis de dos culturas. Tesis para optar al grado de licenciatura.
Puebla: UDLAP. (Tomado de: http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lha/dominguez_s_j/,
consulta del 17/04/17).
Durston, Alan
2003 La escritura quechua por indígenas en el siglo XVII. Nuevas evidencias en el Archivo Arzobispal de Lima
(estudio preliminar y edición de textos), en Revista Andina, 37, 207-236.
2007 Pastoral Quechua. The History of Christian Translation in Colonial Peru, 1550-1650. Notre Dame, Indiana:
University of Notre Dame Press.
Eco, Umberto
1968 La estructura ausente. Buenos Aires: Debolsillo (2013).
1976 Tratado de semiótica general. Barcelona: Lumen (5ª ed., 2000).
Elías, Norbert
1982 Sociología fundamental. Barcelona: Gedisa (2ª reimpr., 2008).
Escalante, Pablo
2010 Los códices mesoamericanos antes y después de la conquista española. México: FCE (1ª reimpr., 2013).
Escobar, Arturo
2003 Mundos y conocimientos de otro modo. El programa de investigación modernidad / colonialidad
latinoamericano, en Tabula Rasa, N° 1, 51-86.
Espino, Gonzalo
1999 La literatura oral o la literatura de tradición oral. Quito: Abya Yala.
Estermann, Josef
1998 Filosofía andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina. Quito: Abya Yala.
Facchetti, Giulio
2002 Antropologia della scrittura. Milano: Arcipelago edizioni (2da. ed., 2007).
Fernández, Gerardo
1995 El banquete aymara. Mesas y yatiris. La Paz: Hisbol.
Foucault, Michel
1968 Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aires: Siglo XXI (2ª ed., 2003).
Franco Carrasco, Jesús
1984 La misa explicada de San Felipe de Tlalmimilolpan, Méx., en Anales del Instituto de Investigaciones
estéticas. México: UNAM, 119-126.
Franco, Víctor
2004 Oralidad y ritual matrimonial entre los amuzgos de Oaxaca. Tesis doctoral en Ciencias Antropológicas.
México: UAM.
Gaillemin, Bérénice
2013 “L’art ingénieux de peindre la parole et de parler aux yeux”. Élaboration et usages des catéchismes en
images du Mexique (XVIe-XIXe siècles). (Tesis doctoral). Paris: Université Paris Ouest Nanterre La Défense.
2016 En el nombre de Dios Padre: reivindicaciones de la nobleza indígena, en Los códices Mesocamericanos.
Registros de religión, política y sociedad, coordinado por Miguel Ángel Ruz y Juan José Batalla.
Zinacantepec: El Colegio Mexiquense, 285-309.
Garcés, Fernando
1997 Síntesis histórica de la lingüística y sus corrientes, en Lingüística Aplicada a la Educación Intercultural
Bilingüe, Fernando Garcés y Catalina Álvarez. Quito: Abya Yala, 7-135.
2005 De la voz al papel. La escritura quechua del Periódico CONOSUR Ñawpaqman. La Paz: CENDA, Plural.

138
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

2006 Un demonio feliz que habla en español y en quechua. Interculturalidad, poscolonialidad y subalternidad
en José María Arguedas, en Texiendo textos y saberes. Cinco hilos para pensar los estudios culturales, la
colonialidad y la interculturalidad, compilado por Adolfo Albán. Popayán: Universidad del Cauca, 121-152.
2008 Discursos y prácticas (des)colonizadores en el contexto de la Asamblea Constituyente de Bolivia, en Páginas
y signos. Revista de lingüística y literatura, 2: 3, Cochabamba: Kipus, Carrera de Lingüística aplicada a la
enseñanza de lenguas (UMSS), 105-132.
2009 ¿Colonialidad, o interculturalidad? Representaciones de la lengua y el conocimiento quechuas. La Paz:
PIEB, UASB.
2011 Las letras, las palabras y el orden: acerca de ortografías, gramáticas y vocabularios quechuas, en Página y
Signos. Revista de Lingüística y Literatura, 5: 7, 13-41.
2014 Aprender otra(s) escritura(s) en los Andes: una invitación a repensar la pedagogía desde la etnografía,
Arqueoantropológicas, 4. Cochabamba: INIAM-UMSS, 113-160.
2015 “Sólo con la cabeza no se puede recordar”. Oralidades, escrituras y memorias enmarañadas en San Lucas
(Chuquisaca), Textualidades: entre cajones, textiles, cueros, papeles y barro, editado por Fernando Garcés y
Walter Sánchez. Cochabamba: INIAM-UMSS, 65-93.
Garcés, Fernando y Marco Bustamante
2015 La escritura en discos de barro del INIAM-UMSS, en Escritura andina: pictografía e ideografía en cuero,
papel y barro. Cochabamba: INIAM-UMSS (2ª ed.).
Garcés, Fernando y Soledad Guzmán
2003 “Educacionqa, kawsayninchikmanta kawsayninchikpaq kanan tiyan”. Elementos para diversificar el
currículo de la Nación Quechua. Sucre: CENAQ.
Garcés, Fernando y Walter Sánchez
2014 La colección de escrituras ideográficas andinas del Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo
de la Universidad Mayor de San Simón: una forma de narrar sin letras, en Escritura andina: pictografía e
ideografía en cuero y papel. Cochabamba: INIAM-UMSS
2016 Inscripciones y escrituras andinas: un sistema complejo y denso de visualidades, oralidades y espacialidades,
en Boletín del Museo chileno de Arte Precolombino, 21: 1, 115-128.
Garcés, Fernando y Walter Sánchez (eds.)
2015 Textualidades: entre cajones, textiles, cueros, papeles y barro, editado por Fernando Garcés y Walter
Sánchez. Cochabamba: INIAM-UMSS.
García, Angélica
2015 Variantes escritas y orales de los rezos de pascuas en el Municipio de Vitichi, en Textualidades: entre
cajones, textiles, cueros, papeles y barro, editado por Fernando Garcés y Walter Sánchez. Cochabamba:
INIAM-UMSS, 123-148.
García, Fernando
2005 Yachay. Concepciones sobre enseñanza y aprendizaje en una comunidad quechua. La Paz: PINSEIB,
PROEIB Andes, Plural.
Gelb, Ignace
1952 A Study of Writing. Chicago: The University of Chicago Press (1963).
Gisbert, Teresa; Arze, Silvia; y, Martha Cajías
1988 Arte textil y mundo andino. La Paz: Plural (4ª ed., 2010)
Godenzzi, Juan Carlos
1999 Tradición oral andina: problemas metodológicos del análisis del discurso, en Tradición oral andina y
amazónica. Métodos de análisis e interpretación de textos, compilado por Juan Carlos Godenzzi . Cusco:
CBC, 273-289.
Godenzzi, Juan Carlos y Janett Vengoa
1994 Runasimimanta yuyaychakusun. Manual de lingüística quechua para bilingües. Cuzco: Pukllasunchis.
Gómez, Donato
2000 Manual de gramática quechua. La Paz.

139
FERNANDO GARCÉS V.

González Casanova, Pablo


1971 Sociología de la explotación. México: Siglo XXI.
Goody, Jack
1968 Introducción, en Cultura escrita en sociedades tradicionales, compilado por Jack Goody. Barcelona: Gedisa,
11-38 (1ª ed., 1996).
1977 La domesticación del pensamiento salvaje. Madrid: Akal (1985).
Goody, Jack y Ian Watt
1968 Las consecuencias de la cultura escrita, en Cultura escrita en sociedades tradicionales, compilado por Jack
Goody. Barcelona: Gedisa (1ª ed., 1996), 39-82.
Gramsci, Antonio
1929-35 Prision Notebooks (Selections), editado y traducido por Quintin Hoare y Geoffrey Nowell Smith. New York:
International Publishers (2003, 1ª ed.: 1971).
Guamán Poma de Ayala, Felipe
1615 Nueva Coronica y Buen Gobierno (The Guaman Poma Website: http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/
info/en/frontpage.htm, consulta, febrero 2013).
Guerrero, Andrés
2010 Administración de poblaciones, ventriloquía y transescritura. Lima: IEP, FLACSO.
Guha, Ranajit
1982a Prefacio a los estudios de la Subalternidad. Escritos sobre la Historia y la Sociedad Surasiática, en Debates
Post Coloniales. Una introducción a los Estudios de la Subalternidad, compilado por Silvia Rivera y
Rossana Barragán. La Paz: Historias, SEPHIS, Aruwiyiri (1997), 23-24.
1982b Sobre algunos aspectos de la historiografía colonial de la India, en Debates Post Coloniales. Una introducción
a los Estudios de la Subalternidad, compilado por Silvia Rivera y Rossana Barragán. La Paz: Historias,
SEPHIS, Aruwiyiri (1997), pp. 25-32.
Haarmann, Harald
1991 Historia universal de la escritura. Madrid: Gredos (2001).
Hartmann, Roswith
1989 Pictografías de tipo religioso-cristiano del área andina – Dos ejemplos, en Iglesia, Religión y Sociedad en
la Historia Latinoamericana, 1492-1945, T. II, editado por Adám Anderle. Szeged: Universidad “József
Attila”, 169-188.
Harris, Roy
1995 Signos de escritura. Barcelona: Gedisa (1999).
Havelock, Eric
1991 La ecuación oral-escrito: una fórmula para la mentalidad moderna, en Cultura escrita y oralidad, compilado
por David Olson y Nancy Torrance. Barcelona: Gedisa (2ª reimpr., 1998), 25-46.
Hill, Elizabeth
1994 Aztec Pictorial Histories: Records without Words, en Writing without Words. Alternative Literacies in
Mesoamerica and the Andes. Durham, London: Duke University Press, 50-76.
Hill, Elizabeth y Walter Mignolo (eds.)
1994 Writing without Words. Alternative Literacies in Mesoamerica and the Andes. Durham, London: Duke
University Press.
Holmer, Nils; Miranda, Porfirio; y, Stig Rydén
1951 A Modelled Picture Writing from the Kechua Indians, en Ethnos, 16: 3-4, 171-184.
Hornberger, Nancy
1999 Función y forma poética en “El cóndor y la pastora”, en Tradición oral andina y amazónica. Métodos de
análisis e interpretación de textos, compilado por Juan Carlos Godenzzi. Cusco: CBC, 81-147.
Howard-Malverde, Rosaleen
1984 Dyablu: its meanings in Cañar quichua oral narrative, en Amerindia, 9, 49-78.
1986 The Achkay, the Cacique and the Neighbour: Oral Tradition and Talk in San Pedro de Pariarca, en Bulletin
de l’Institut Français d’Études Andines, 15: 3-4, 1-34.
1988 Talking about the Past: Tense and Testimonials in Quechua Narrative Discourse, en Amerindia, 13, 125-155.

140
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

1999 Pautas teóricas y metodológicas para el estudio de la historia oral andina contemporánea, en Tradición oral
andina y amazónica. Métodos de análisis e interpretación de textos, compilado por Juan Carlos Godenzzi.
Cusco: CBC, 339-385.
Hurtado de Mendoza, William
2002 Pragmática de la cultura y la lengua quechua. Quito: Abya Yala.
Ibarra, Dick
1942 Una antigua escritura de la región Andina, en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, 3, 219-
239.
1953 La escritura indígena andina. La Paz: Alcaldía Municipal de La Paz.
1967 Las formas de escribir de los indígenas, en su Argentina indígena y prehistoria americana. Buenos Aires:
TEA.
INE y PNUD
2005 Bolivia. Atlas estadístico de municipios. La Paz: Plural.
Ingold, Tim
2007 Lines. A brief history. New York: Routledge.
INIAM-UMSS
2014 Escritura andina: pictografía e ideografía en cuero y papel. Cochabamba: INIAM-UMSS.
2015a Escritura andina: pictografía e ideografía en cuero, papel y barro. Cochabamba: INIAM-UMSS (2a ed.
ampliada).
2015b Llut’asqas resuspiwan doctrina pachapi. Escrituras y rezos en tiempos de doctrina. Cochabamba: INIAM-
UMSS. Video.
Íñiguez, Samuel y Gerardo Guerrero
1993 Rasgos históricos de la educación indígena quichua en el Ecuador, en Pedagogía Intercultural Bilingüe.
Experiencias de la Región Andina, compilado por Wolfgang Küper. Quito: P.EBI, Abya Yala, 7-51.
Itier, César
2007 El hijo del oso. La literatura oral quechua de la región del Cuzco. Lima: IFEA, IEP, PUCP, UNMSM.
Jara, Victoria de la
1975 Introducción al estudio de las escrituras de los inkas. Lima: INIDE.
Jaye, Barbara y William Mitchel
1999 Introduction, en Picturing Faith. A Facsimile edition of the Pictographic Quechua Catechism in the
Huntington Free Library, editado por Barbara Jaye y William Mitchel. Bronx: Huntington Free Library,
5-13.
Jaye, Barbara y William Mitchel (eds.)
1999 Picturing Faith. A Facsimile edition of the Pictographic Quechua Catechism in the Huntington Free Library,
editado por Barbara Jaye y William Mitchel. Bronx: Huntington Free Library.
Johansson, Patrick
2001 La imagen en los códices nahua: consideraciones semiológicas, Estudios de cultura Náhuatl, 33, 69-124.
Karapanos, Evangelos; Teixeira, Pedro; y, Ruben Gouveia
2016 Need fulfillment and experiencies on social media: A case of Facebook and WhatsApp, en Computers in
Human Behavior, 55, 888-897.
Karlovich, Atila
2004 Una oración quichua para parar la tormenta, en Actas del III Congreso Argentino y Latinoamericano de
Antropología Rural, Tilcara 3-5 de marzo de 2004.
Klein, Herbert
2001 Historia de Bolivia. De los orígenes al 2014. La Paz: G.U.M (5ª ed., aumentada y corregida, 2015).
Laime Ajacopa, Teófilo
1998 Qhichwata allinta qillqanapaq p’anqa. Manual de ortografía quechua. La Paz. CEIPLIM.
Landaburu, Jon
1998 Oralidad y escritura en las sociedades indígenas, en Sobre las huellas de la voz. Sociolingüística de la
oralidad y la escritura en su relación con la educación, compilado por Luis Enrique López e Ingrid Jung.
Madrid, Cochabamba, Bonn: Morata, PROEIB Andes, DSE, 39-79.

141
FERNANDO GARCÉS V.

Langer, Erick
2009 Bringing the Economic Back in: Andean Indians and the Construction of the Nation-State in Nineteenth-
Century Bolivia, en Journal of Latin American Studies, 41: 3, 527-551.
Lara, Jesús
1993 Poesía popular quechua. Qheshwataki. Cochabamba: Los Amigos del Libro (3ª ed.).
Larson, Brooke
2002 Indígenas, élites y estado en la formación de las repúblicas andinas. Lima: PUCP, IEP.
Lastra, Yolanda
1968 Cochabamba Quechua Syntax. La Haya: Mouton.
Lewellen, Ted
2003 Introducción a la antropología política. Barcelona: Bellaterra (3ª ed., 2009).
Lienhard, Martín
1990 La voz y su huella. Escritura y conflicto étnico-cultural en América Latina 1492-1988. Lima: Horizonte (3ª
ed., 1992).
Lindenberg Monte, Nietta
1996 Escolas da Floresta. Entre o passado oral e o presente letrado. Diários de classe de professores kaxinawá.
Rio de Janeiro: Multiletra.
López, Luis Enrique
1998 Literacidades y Educación Intercultural Bilingüe en la subregión andina, en Lengua y Cultura Mapuche, 8,
9-47.
Maceiras, Manuel
1994 La filosofía como reflexión hoy. Navarra: Verbo Divino.
Maldonado, Claudio
2014 Decolonialidad en las redes virtuales. El caso de Azkintuwe. s.l.: FELAFACS, UAB.
Mallon, Florencia
2001 Promesa y dilema de los Estudios Subalternos: Perspectivas a partir de la historia latinoamericana, en
Convergencia de tiempos: estudios subalternos / contextos latinoamericanos. Estado, cultura y subalternidad,
editado por Ileana Rodríguez. Amsterdam, Atlanta: Rodopi, 117-154.
Mannheim, Bruce
1999 Hacia una mitografía andina, en Tradición oral andina y amazónica. Métodos de análisis e interpretación de
textos, compilado por Juan Carlos Godenzzi. Cusco: CBC, 47-79.
Martín-Barbero, Jesús
2000 Globalización y multiculturalidad: notas para una agenda de investigación, en Nuevas perspectivas desde/
sobre América Latina: el desafío de los estudios culturales, editado por Mabel Moraña. Pittsburgh: Instituto
Internacional de Literatura Iberoamericana (2ª ed., 2002).
Martínez, Paula
2008 La oralidad como instrumento para acceder al discurso andino colonial. El caso del Manuscrito de Huarochirí,
en Diálogo andino, 32, 7-20.
Martínez, José Luis; Díaz, Carla; Tocornal, Constanza; y, Verónica Arévalo
2014 Comparando las crónicas y los textos visuales andinos. Elementos para un análisis, Chungara, 46: 1, 91-113.
Mariño, Germán
1988 Escritos sobre escritura. Bogotá: Dimensión educativa.
Meléndez, Juan
1681 Tesoros Verdaderos de las Yndias. Tomo Segundo. Roma.
Mendieta, Pilar
2006 Entre la alianza y la confrontación. Pablo Zárate Willka y la rebelión indígena de 1899 en Bolivia. La Paz:
Asdi, IFEA, Plural, IEB.
Mignolo, Walter
1995 The Darker Side of the Renaissance: literacy, territoriality, and colonization. Ann Arbor: The University of
Michigan.

142
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

2000 Historias locales / diseños globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo.
Madrid: Akal (2003).
Miranda, Juan
1988 Catecismo Diuswan Munanakuypi Kawsanapaj. Sucre.
Miranda, Porfirio
1958 Quipus y jeroglíficos, Zeitschrift für Etnologie, 83, 118-132.
Mitchel, William y Barbara Jaye
1996 “Pictographs in the Andes: The Huntington Free Library Quechua Catechism”, en Latin Amerian Indian.
Literatures Journal, Vol. 12, Nº 1. New York, 1-42.
Molina, Christoual de
c. 1575 Relación de las fabvlas i ritos de los Ingas hecha por Christoual de molina cura de laperroquia de N. Sa
de los Remedios de el Hospital de los Naturales de la ciudad de el Cuzco dirigida al reuerendissimo Señor
Obispo don Sebastian de el Artaum del consejo de su Mag[esta]d. Biblioteca Nacional. Mss 3169.
Moorhouse, Alfred
1953 Historia del alfabeto. México: FCE (8ª reimpr., 1995).
Morgan, Lewis
1877 La sociedad primitiva. Bogotá: Ayuso, Pluma (4ª ed., 1980).
Mostacero, R.
2004 Oralidad, escritura y escrituralidad, en Sapiens, 5: 1, 53-75.
Murúa, Martín de
c. 1615 [2008] Historia General del Piru. Facsimile of J. Paul Getty Museum Ms. Ludwig XIII 16. Los Angeles: Getty
Research Institute.
Nanda, Serena
1994 Antropología cultural. Adaptaciones socioculturales. Quito: Instituto de Antropología Aplicada.
Nordenskiöld, Erland
1930 Modifications in Indian Culture through Inventions and Loans. Comparative Ethnographical Studies, 8.
Goteborg: Pehrssons förlag.
Oblitas Poblete, Enrique
1963 Chiuchi-Recado o escritura jeroglífica callawaya, en su Cultura callawaya. La Paz, 229-233.
Olson, David
1994 El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura en la estructura del conocimiento. Barcelona:
Gedisa (1ª ed. en español, 1998).
Ong, Walter
1982 Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. México: FCE (3ª reimpr., 1999).
1986 Writing is a Technology that Restructure Thought, en The Written Word. Literacy in Transition, editado por
Gerd Baumann. New York: Oxford University Press, 23-50.
Otondo, Edna
2008 Wawaqa wawa jinalla parlan. Bilingüismo y linguaje infantil quéchua. La Paz: PROEIB Andes, Plural.
Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Joan de Santa Cruz
c. 1613 Relacion de antiguedades deste reyno del Piru. Estudio etnohistórico y lingüístico de Pierre Duviols y César
Itier. Lima, Cuzco: IFEA, CBC (1993).
Pan, Lien Tan
2005 La reforma de la escritura china: la simplificación, Estudios de Asia y África, vol. XL, n°2, 445-463.
Platt, Tristan
1982 Estado boliviano y ayllu andino. Tierra y tributo en el Norte de Potosí. Lima: IEP.
1987 La experiencia andina de liberalismo boliviano entre 1825 y 1900: raíces de la Rebelión de Chayanta
(Potosí) durante el siglo XIX, en Resistencia, rebelión y conciencia campesina en los Andes. Siglos XVIII al
XX. Lima: IEP (1990).
Plaza, Pedro
1995 Qhichwata Qillqanapaq. La Paz. Ministerio de Desarrollo Humano. Secretaría Nacional de Educación.
Unidad Nacional de Servicios Técnicos-Pedagógicos.

143
FERNANDO GARCÉS V.

Posnansky, Arthur
1945 Tihuanacu. Cuna del Hombre Americano. Tomo III. La Paz: Ministerio de Educación, 118-120 y Planchas
LXIX A a-c, LXIX B.
Quijano, Aníbal
1999 Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina, en Pensar (en) los intersticios. Teoría y
práctica de la crítica poscolonial, editado por Santiago Castro-Gómez, Oscar Guardiola-Rivera y Carmen
Millán de Benavides. Bogotá: Pensar, 99-109.
2000a Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y
ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, compilado por Edgardo Lander. Buenos Aires: CLACSO,
201-246.
2000b Colonialidad del poder y clasificación social, en Journal of world-systems research, 6: 2, 342-386.
Quiroz, Alfredo
2000 Gramática quechua. La Paz: MECyD, UNICEF.
Quispe-Agnoli, Rocío
2002 Oral vs. Escrito: nuevas consideraciones sobre el estudio de documentos coloniales indígenas, en Literatura
y otras artes en América Latina. Actas del XXXIV Congreso del Instituto Internacional de Literatura
Iberoamericana, compilado por D. Balderston, O. Torres, L. Gutiérrez, B. Gollnick y E. Willingham. Iowa:
Universidad de Iowa, 239-248.
2005 Cuando Occidente y los Andes se encuentran: Qellqay, escritura alfabética y tokhapu en el siglo XVI, en
Colonial Latin American Review, Vol. 14, Nº 2, 263-298.
2006 La fe andina en la escritura: resistencia e identidad en la obra de Guamán Poma de Ayala. Lima: UNMSM.
2007 Oralidad vs. escritura y el estudio de documentos coloniales hispanoamericanos, en Pórtico. Revista de
Estudios Hispánicos del Recinto Universitario de Mayagüez, 2, 43-81.
2008 Para que la letra lo tenga en los ojos: tocapu, emblemas y letreros en los Andes coloniales del siglo XVII, en
Lenguajes visuales de los incas, editado por Paola González Carvajal y Tamara Bray. Oxford: Archaeopress,
133-145.
Rama, Ángel
1984 La ciudad letrada. Santiago: Tajamar (2004).
Rappaport, Joanne
2000 La política de la memoria. Interpretación indígena de la historia en los andes colombianos. Popayán:
Editorial Universidad del Cauca.
Regalsky, Pablo
1996 II Encuentro comunidad campesina - maestros - universidad. Experiencias de escuela campesina en el
contexto educativo nacional. Realizado el 7 y 8 de marzo de 1996. Cochabamba, 80-81.
Reinaga, Fausto
1970 La revolución india. El Alto: Fundación Amáutica “Fausto Reinaga” (2ª ed., 2001).
Renobell, Víctor
2005 Hipervisualidad. La imagen fotográfica en la sociedad del conocimiento y de la comunicación digital, en
UOC Papers. Revista sobre la sociedad del conocimiento, 1.
Rivera, Claudia
2008 Aproximación inicial a la explotación minera y metalurgia prehispánica en la región de San Lucas,
Chuquisaca, en Mina y metalurgia en los Andes del Sur desde la época prehispánica hasta el siglo XVII,
editado por Pablo Cruz y Jean-Joinville Vacher. Sucre: Institut de Recherche pour le Développement, IFEA,
139-162.
2014 Estrategias de control imperial, movimientos poblacionales y dinámicas regonales durante el período Tardío
en la región de San Lucas, Chuquisaca, en Ocupación Inka y dinámicas regionales en los Andes (Siglos XV-
XVII), editado por Claudia Rivera. La Paz: IFEA, 67-98.
Rivera, Silvia
1984 Oprimido pero no vencidos. La Paz: Aruwiyiri, Yachaywasi (2003).

144
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

1991 “Pedimos la revisión de límites”. Un episodio de incomunicación de castas en el movimiento de caciques-


apoderados de los Andes bolivianos 1919-1921, en Reproducción y transformación de las sociedades
andinas. Siglos XVI-XX, compilado por Segundo Moreno y Frank Salomon. Quito: Abya Yala, MLAL, 603-
652.
2000 La raíz: colonizadores y colonizados, en Violencias encubiertas en Bolivia, coordinado por Xavier Albó y
Raúl Barrios. La Paz: CIPCA, Aruwiyiri, 27-131.
2015 Sociología de la imagen. Miradas ch’ixi desde la historia andina. Buenos Aires: Tinta Limón.
Rodríguez, Sergio
1999 Un capítulo de la historia de la escritura en América: la enseñanza de las primeras letras a los indios en el
siglo XVI, en Anuario de Estudios Americanos, Tomo LVI, 1, 41-64.
Rogoff, Bárbara
1993 Aprendices del pensamiento. El desarrollo cognitivo en el contexto social. Barcelona: Paidós.
Romero, Ruperto
1994 Ch’iki. Concepción y desarrollo de la inteligencia en niños quechuas pre-escolares de la comunidad de
Titikachi. La Paz: CEE-P.EIB.
Roskamp, Hans
2016 Conquista y evangelización en los título primordiales de Michoacán, en Los códices Mesoamericanos.
Registros de religión, política y sociedad, coordinado por Miguel Ángel Ruz y Juan José Batalla.
Zinacantepec: El Colegio Mexiquense, 311-342.
Rousseau, Jean-Jacques
1781 Ensayo sobre el origen de las lenguas. México: Fondo de Cultura Económica (2006).
Salomon, Frank
2004 The cord keepers. Khipus and Cultural Life in a Peruvian Village. Durham and London: Duke University
Press.
Salomon, Frank y George Urioste
1991 The Huarochirí Manuscript. A Testament of Ancient and Colonial Andean Religion. Austin: University of
Texas Press.
Salomon, Frank y Mercedes Niño-Murcia
2011 The Lettered Mountain. A Peruvian Village’s Way with Writing.
Sampson, Geoffrey
1997 Sistemas de escritura. Análisis lingüístico. Barcelona: Gedisa.
Sánchez-Parga, José
1988 Aprendizaje, conocimiento y comunicación en la comunidad andina. Quito: Centro Andino de Acción
Popular (CAAP).
Sánchez, Walter
2009 Miradas: ensayo sobre fotógrafos, fotografías y mentalidades en Bolivia. La Paz: Gente Común.
2015 El cajón ritual-religioso campesino: entre lo global y lo local. Cochabamba: INIAM-UMSS, 7-38.
Sánchez, Walter y Juan Mamani
2015 Las potencialidades de la colección de “Cartes de Visite” del INIAM-UMSS”, en Retratos de la historia. La
colección de “cartes de visite” o “tarjetas de visita” del INIAM-UMSS. Cochabamba: INIAM-UMSS, 7-22.
Sánchez, Walter y Ramón Sanzetenea
2000 Rogativas andinas, en Ideografías andinas. Boletín del INIAN-MUSEO, Nº 8. Cochabamba: Instituto de
Investigaciones Antropológicas, Museo Arqueológico.
San Martín, Patricia
2003 Hipertexto: seis propuestas para este milenio. Buenos Aires: La Crujía.
Santo Tomás, Domingo de
1560 Grammatica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Peru. Estudio introductorio y notas
de Rodolfo Cerrón-Palomino. Lima: CBC (1995).
Sarmiento de Gamboa, Pedro
[1572] 1942 Historia de los Incas. Buenos Aires: Emecé (2ª ed., 1943).

145
FERNANDO GARCÉS V.

Saussure, Ferdinand de
1916 Curso de lingüística general. Publicado por Charles Bally y Albert Sechehaye con la colaboración de Albert
Riedlinger. Madrid: Alianza Editorial (4ª reimpr., 1992).
Saville Troike, Muriel
2005 Etnografía de la comunicación. Buenos Aires: Prometeo.
Seler, Eduard
1904 Codex Borgia. Berlín.
Severi, Carlo
1997 Kuna Picture-Writing. A study in Iconography and Memory, The art of being Kuna. Layers of meaning
among the Kuna of Panama. Catalogue de l’exposition. Los Angeles: Flowler Museum of the University of
California at Los Angeles, 245-273.
2007 Le príncipe de la chimère: une anthropologie de la mémoire. París: Édition Rue d’Ulm, Musée du Quai
Branli (2004).
2010 El sendero y la voz: una antropología de la memoria. Buenos Aires: SB.
Scolari, Carlos
2008 Hipermediaciones. Elementos para una teoría de la comunicación digital interactiva. Barcelona: Gedisa.
Street, Brian
1984 Literacy in theory and practice. Cambridge: Cambridge University Press.
Street, Joanna y Brian Street
2004 La escolarización de la literacidad, en Escritura y sociedad. Nuevas perspectivas teóricas y etnográficas,
editado por Virginia Zavala, Mercedes Niño-Murcia y Patricia Ames. Lima: Red para el desarrollo de las
ciencias sociales en el Perú, 181-2010.
Szemiński, Jan
2010 “¿Qué sabemos de qillqa en Qulla Suyu?, en Estudios Latinoamericanos, Nº 30, 129-186.
Taish, Julián
2001 Pedagogía ancentral awajún: la elaboración de textiles y su enseñanza en las comunidades de Nuevo Israel
y Nuevo Jerusalén. Tesis de Maestría. Cochabamba: PROEIB Andes-UMSS.
Taylor, Gerarld
1996 La tradición oral quechua de Chachapoyas. Lima: IFEA.
1999 Ritos y tradiciones de Huarochirí. Lima: IFEA, Banco Central de Reserva del Perú, Universidad Ricardo
Palma (2ª ed. revisada).
2000 Dos “mapas” del pueblo de Cocha-Laraos (1595, 1597), en su Camac, camay y camasca. Y otros ensayos
sobre Huarochirí y Yauyos. Lima: IFEA, CBC, 89-104.
Tercer Concilio Limense
1584 Doctrina Christiana y Catecismo para Instrvccion de los Indios, y de las demas personas, que han de ser
enseñadas en nuestra sancta Fé. Lima: Antonio Ricardo, Impressor.
Thompson, Dominic y Ruth Filik
2016 Sarcasm in written communication: emoticons are efficient markers of intention, en Journal of Computer-
Mediated Communication, http://eprints.nottingham.ac.uk/32377/1/Thompson%20and%20Filik%20-%20
Sarcasm%20in%20written%20communication.pdf, consulta del 30/08/16.
Thouvenot, Marc
2012 L’écriture Nahuatl, en Histoire de L’écriture. De l’idéogramme au multimédia, dirigido por Anne-Marie
Christin. París: Flammarion, 187-195.
Thurner, Mark
1997 Republicanos andinos. Lima: IEP, CBC (2006).
Ticona, Esteban
2003 Una crítica al concepto de intermediación: los “escribanos” indígenas, el caso de Leandro Condori de La
Paz, Bolivia, en Textos antropológicos, 14: 1, 95-104.
Toledo, Francisco de
1569-1570 “Instrucción General para los visitadores”, en Disposiciones gubernativas para el Virreinato del Perú (1569-
1574). Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos (1986), 1-39.

146
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Torres, Mamerto
1986 Qheshwaykuririkuna. Modismos y frases peculiares qheshwas. Sucre.
Tylor, E. B.
1888 Antropología. Introducción al estudio del hombre y de la civilización. Barcelona: Alta Fulla (1ª ed., 1987).
Urteaga, Horacio
1913 La escritura en el antiguo Perú, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, XXII: XXVIII, 341-355.
Urton, Gary
1998 From Knots to Narratives: Reconstructing the Art of Historial Record Keeping in the Andes from Spanish
Transcription of Inca Khipus, en Ethnohistory, Vol. 45, Nº 3, 409-438.
Valderrama, Ricardo y Carmen Escalante
1992 Nosotros los humanos / Ñuqanchik runakuna. Testimonios de los quechuas del siglo XX. Cuzco: CBC.
1997 La doncella sacrificada. Mitos del Valle del Colca. Arequipa: UNSA, IFEA.
Vandermeersch, Léon
2012 L’écriture en Chine, en Histoire de L’écriture. De l’idéogramme au multimédia, dirigido por Anne-Marie
Christin. París: Flammarion, 75-93.
Vialou, Denis
2012 L’inscrit, avant l’écrit, en Histoire de L’écriture. De l’idéogramme au multimédia, dirigido por Anne-Marie
Christin. París: Flammarion, 17-24.
Vich, Víctor y Virginia Zavala
2004 Oralidad y poder. Herramientas metodológicas. Buenos Aires: Norma.
Von Tschudi, Johann Jakob
1869 Reisen durch Südamerika. Leipzig: F. A. Brockhaus.
Walsh, Catherine
2007 Interculturalidad y colonialidad del poder: un pensamiento y posicionamiento otro desde la diferencia
colonial, en Educación superior, interculturalidad y descolonización, compilado por José Luis Saavedra. La
Paz: PIEB, CEUB, 175-213.
Welmovick, José
2001 América Latina en el cambio de siglo: revolución o colonia, en Marxismo Vivo, Nº2, 7-16.
Wiener, Charles
1880 Pérou et Bolivie. París: Librairie Hachette et C. (Versión del Instituto Francés de Estudios Andinos y la
Universidad Mayor de San Marcos, Lima, 1993).
Winand, Jean
2013 Les Hiéroglyphes Égyptiens. París: Presses Universitaires de France.
Zambrana, Amílcar
2008 Papawan khuska wiñaspa. Socialización de niños en torno a la producción de papa. La Paz: PROEIB
Andes, Plural.
Zavala, Virginia
2002 Desencuentros con la escritura. Escuela y comunidad en los andes peruanos. Lima: Red para el Desarrollo
de las Ciencias Sociales en el Perú.
Ziólkowski, Mariuz; Arabas, Jaroslaw; y, Jan Szemiński
2008 La historia de los qerus: apuntes acerca de la relación entre las representaciones figurativas y los signos
tocapus, en Lenguajes visuales de los Incas, editado por Paola González Carvajal y Tamara Bray. Oxford:
British Archeological Reports, 163-176.

147
ANEXO

148
Colecciones accesibles de escritura católica andina

Data-
Soporte N° Tipo de texto Ubicación actual Procedencia Registro Observaciones
ción
Cuero 6 Rezos católicos INIAM-UMSS Sampaya – Fotográfico y Marzo Obtenidos por
andinos Copacabana bibliográfico (INIAM- 1956 D.E.Ibarra Grasso
FERNANDO GARCÉS V.

UMSS 2015)
1 Rezo católico INIAM-UMSS Sampaya – Fotográfico y Junio Obtenido por
andino Copacabana bibliográfico (INIAM- 1955 D.E.Ibarra Grasso
UMSS 2015)
1 Rezo católico INIAM-UMSS Titicachi - Fotográfico y Marzo Obtenido por
andino Copacabana bibliográfico (INIAM- 1956 D.E.Ibarra Grasso
UMSS 2015)
22 Rezos católicos INIAM-UMSS Sarakaya – Fotográfico y 1984 Elaborados por
andinos: Apuyaya, San Lucas bibliográfico (INIAM- Rafael Esposo para
Bendicionta UMSS 2015) Osvaldo Sánchez y
churaykuway, donados por éste al
Dios Apunchej, INIAM-UMSS.
Diosllawanña,
Diosninchijpa,
Ininanchej, Inini,
Jesús Lazariño,
Noqa juchasapa,
P’unchayninchej,
Wasiykimanta,
Yayayku
1 Rezo católico Comunidad Tulka- Tulkapi - Fotográfico Foto obtenida por
andino pi - Vitichi Vitichi Angélica García.
1 Rezo católico Comunidad Tulka- Tulkapi - Fotográfico Foto obtenida por
andino pi - Vitichi Vitichi Victoria Rivera
1 Rezos católicos Museo de Berlín Lago Fotográfico y 1869 Cuero de von Tschu-
andinos Titicaca bibliográfico (Tschudi di. Fotografía pro-
1869). porcionada por Mar-
iusz Ziólkowski
1 Rezos católicos Fotográfico 1954? Cuero de Disselhoff.
andinos Fotografía propor-
cionada por Marius
Ziólkowski
1 Rezo Ave María Museo San Lucas Fotográfico Se trata de una re-
Antropológico producción de la
e Instituto de lámina XXI del libro
Investigación de Ibarra (1953).
Antropológica y
Arqueológica.
Universidad Mayor
Real Pontificia San
Francisco Xavier
de Chuquisaca
1 Rezo católico Museo Fotográfico Fotografía propor-
andino Antropológico cionada por Edmun-
e Instituto de do Salinas
Investigación
Antropológica y
Arqueológica.
Universidad May-
or Real Pontificia
San Francisco Xa-
vier de Chuquisaca
1 Rezo católico Museo de Bonn Cumana – Fotográfico 1956 Adquirido por Ibarra
andino La Paz Grasso. Fotografía
proporcionada por

149
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY

Lena Muders.
1 Rezo Padre Museo de Bonn Fotográfico 1980 Fotografía propor-

150
Nuestro cionada por Lena
Muders
44 Rezos Apuyaya, Archivo Walter San Lucas Fotográfico 1984 Inventariado por
Bendicionta Sánchez Daniela Castro
churaykuway, (Castro 2015).
Dios Apunchej,
FERNANDO GARCÉS V.

Diosllawanña,
Diosninchijpa,
Ininanchej, Inini,
Jesús Lazariño,
Noqa juchasapa,
P’unchayninchej,
, Wasiykimanta,
Yayayku
1 Rezos católicos Casa de La Mone- Isla del Fotográfico Fotografía propor-
andinos da - Potosí Sol – Lago cionada por Walter
Titicaca Sánchez
Papel 1 Rezos católicos INIAM-UMSS Sampaya - Fotográfico y bib- Junio Obtenido por
andinos Copacabana liográfico (IN- 1954 D.E.Ibarra Grasso.
IAM-UMSS 2015) Cuadernillo de 5
folios.
1 Rezos católicos INIAM-UMSS Titicachi - Fotográfico y bib- Junio Obtenido por
andinos Copacabana liográfico (IN- 1955 D.E.Ibarra Grasso.
IAM-UMSS 2015) Cuadernillo de 7
folios
3 Rezos católicos INIAM-UMSS Sampaya - Fotográfico y bib- Marzo Obtenidos por
andinos Copacabana liográfico (IN- 1956 D.E.Ibarra Grasso. 3
IAM-UMSS 2015) cuadernillos de 2, 3
y 4 folios.
34 Rezos católicos INIAM-UMSS Sarakaya – Fotográfico y 1984 Elaborados por
andinos: Apuy- San Lucas bibliográfico (INIAM- Rafael Esposo para
aya, Bendicionta UMSS 2015) Osvaldo Sánchez y
churaykuway, donados por éste al
Dios Apunchej, INIAM-UMSS.
Diosllawanña,
Diosninchijpa,
Ininanchej, Inini,
Jesús Lazariño,
Noqa juchasapa,
P’unchayninchej,
, Wasiykimanta,
Yayayku
1 Rezos Yayayku, Ocurí – San Lucas Ocurí – San Fotográfico 2014 Cuaderno
Dios Apitonchi, Lucas personal de Santos
Mama Santa Condori. 10 folios.
Iglesia, Fotografías de
Napaykuyki Fernando Garcés.
Maria, Noka
juchasapa, Enine,
Apuyaya, Dios
Suma Sachá,
Riyanpacha,
Llapajucha,
Diosninchipa,
1 Rezos católicos Ventilla – San Ventilla – Fotográfico 2015 Cuaderno personal
andinos Lucas San Lucas de Isidoro Flores. 12
folios. Fotografía de
Marco Bustamante.

151
ESCRITURAS ANDINAS DE AYER Y DE HOY
152
Barro 2 Rezos católicos INIAM-UMSS Puqui - Fotográfico y 1965 Obtenidos por D.E.
andinos Oruro bibliográfico (INIAM- Ibarra Grasso
UMSS 2015)
1 Rezo Mamanchik INIAM-UMSS Ocurí – San Fotográfico y 2014 Donado al INIAM
Santa Iglesia Lucas bibliográfico (INIAM- por el Maestro
UMSS 2015) Santos Condori
FERNANDO GARCÉS V.

5 Rezos Yayayku, INIAM-UMSS Ventilla – Fotográfico y 2015 Donado al INIAM


Napaykuyki San Lucas bibliográfico (INIAM- por el Maestro
Maria, Inini, UMSS 2015). Isidoro Flores.
Ñuqa juchasapa,
Apu Yaya
1 Rezos católicos Museo Nacional Oruro Fotográfico y Registro fotográfico
andinos Antropológico bibliográfico (Garcés y del 2014.
“Eduardo López Sánchez 2016).
Rivas”
1 Rezo Yayayku Museo de Bonn San Lucas Fotográfico. 1957 Comprado por
Porfirio Miranda.
Foto proporcionada
por Lena Muders.
3 Rezo Padre Museo San Lucas Fotográfico. Fotos
Nuestro. Himno Antropológico proporcionadas
Nacional e Instituto de por Edmundo
e Himno a Investigación Salinas.
Chuquisaca Antropológica y
Arqueológica.
Universidad
Mayor Real
Pontificia San
Francisco Xavier
de Chuquisaca

También podría gustarte