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III
OBESIDAD MÓRBIDA Y ANESTESIA
A. Seiz Martínez
Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Universitario “La Paz”. Madrid.
INTRODUCCIÓN
La obesidad es una “enfermedad de la civilización” que afecta cotidianamente a la salud o
el bienestar de millones de personas. Su etiología resulta todavía mal conocida, aunque pare-
ce confirmarse la contribución decisiva de un componente genético (“gen de la obesidad”)(1).
La obesidad mórbida se caracteriza por un incremento de los riesgos de mortalidad y mor-
bilidad, sobre todo cardiovascular, una serie de severas implicaciones socioeconómicas y psi-
cosociales y por el fracaso de los métodos no quirúrgicos en el mantenimiento de la pérdida de
peso durante cinco años o más(2,3).
En estos pacientes la cirugía se oferta como la única alternativa viable de tratamiento(3) hasta
que en el futuro sean eficaces otras medidas preventivas o curativas para disminuir la preva-
lencia de esta condición.
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Tabla I
CLASE BMI
Clase 0 < 25
Clase I 26-30
Clase II 31-35
Clase IV > 40
FISIOPATOLOGÍA
Con independencia de otras consideraciones etiológicas, en todos los casos de obesidad mór-
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bida se detecta un balance positivo de energía por incremento de la ingesta calórica y dismi-
nución de la actividad física, el cual conduce, primariamente, a un aumento del depósito de
grasa (triacilglicerol) en el tejido adiposo, y, en consecuencia, del peso corporal. Secundariamente,
el exceso de peso corporal ocasiona una variedad de repercusiones sobre órganos y sistemas
cuya consecuencia es un incremento de morbilidad y mortalidad de causa específica(5).
Aparato respiratorio
A causa de la actividad metabólica de los depósitos grasos aumentados y del incremento del
gasto de energía para la actividad física y la respiración(10), en el paciente obeso aumenta la tasa
metabólica basal en términos absolutos en reposo y durante el ejercicio, incrementándose el con-
sumo de O2, la producción de CO2 y el trabajo respiratorio(11,12).
Por la sobrecarga de la masa corporal aumentada, en el obeso aumenta la resistencia elás-
tica de la pared torácica y disminuye la compliance torácica(12), sobre todo en decúbito; la com-
pliance pulmonar se mantiene normal, salvo obesidad de larga evolución o patología asociada
de ese órgano(10).
En el obeso disminuyen los volúmenes pulmonares estáticos. De manera característica
disminuye el volumen de reserva espiratorio (VRE), a causa de la reducción de la capacidad
residual funcional (CRF) por la sobrecarga de masa corporal(12). En los obesos jóvenes con
estado general todavía no deteriorado los tests básicos de exploración funcional respiratoria
que dependen de un esfuerzo voluntario máximo pueden encontrarse dentro de la normali-
dad(10). Más importante que las cifras absolutas de los volúmenes pulmonares resulta su varia-
ción con respecto a los cambios de posición en la obesidad. Aunque en posición erguida el volu-
men residual (VR) permanezca normal, la disminución del VRE y de la CRF ocasionan que el
volumen corriente (VC) se encuentre dentro del rango de la capacidad de cierre (CC), con atra-
pamiento de gas intratorácico(13), alteraciones de la relación V/Q por ventilación preferente de
vértices pulmonares y perfusión predominante en las bases(14), y grados variables de shunt dere-
cha-izquierda e hipoxemia; la eliminación de CO2 se suele mantener dentro de la normalidad,
en las fases iniciales de la obesidad no complicada, manteniendo un volumen-minuto de ven-
tilación suficiente por aumento de la frecuencia respiratoria. La posición supina incrementa el
efecto de sobrecarga de masa, disminuyendo aún más el VRE y la CRF, por el ascenso diafrag-
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mático y el peso añadido del abdomen, hasta valores inferiores a la CC, acentuando las desi-
gualdades V/Q y la hipoxemia(12,15).
La progresión temporal y en magnitud de la obesidad, asociada o no a patología pulmo-
nar coexistente, conduce al síndrome de hipoventilación del obeso (OHS)(17), con disminución
de respuesta a la hipercapnia, hipersomnia, apnea del sueño y desarrollo, en fases más avan-
zadas, del síndrome de Pickwick (hipercapnia, hipoxemia, policitemia, hipersomnia, hiperten-
sión pulmonar y fracaso ventricular derecho).
Aparato cardiovascular
Los efectos de la obesidad sobre el sistema cardiovascular son complejos, y, en muchos aspec-
tos aún no bien comprendidos. Los cambios más significativos con respecto a la normalidad
son los siguientes:
a) Incremento del volumen circulante(10), a causa del incremento de masa corporal; se incre-
mentan proporcionalmente el volumen sanguíneo y el plasmático.
b) Incremento del gasto cardíaco(10), por el aumento del flujo sanguíneo a través del tejido graso
en términos absolutos, aunque se mantiene normal el flujo relativo (2-3 ml/100 g/min).
Los flujos sanguíneos regionales permanecen normales, salvo un incremento próximo al
20% en el flujo esplácnico(16).
c) Hipertensión arterial sistémica asociada frecuente.
d) Alteraciones de la contractilidad ventricular por incremento crónico de precarga (volumen cir-
culante), postcarga (resistencias vasculares sistémicas elevadas por la hipertensión) y gasto
cardíaco, con hipertrofia ventricular izquierda y aumento del tamaño de su cámara. La fun-
ción contráctil y la fracción de eyección inicialmente se mantienen normales(18), pero pos-
teriormente la fracción de eyección no puede incrementarse proporcionalmente a las abrup-
tas demandas de gasto cardíaco durante el ejercicio(19), aumentando crónicamente la pre-
sión telediastólica del ventrículo izquierdo y la presión capilar pulmonar.
e) Hipertensión pulmonar, a causa del incremento de volumen circulante pulmonar y la vaso-
constricción pulmonar hipóxica resultante de las complicaciones respiratorias(10).
Sistema gastrointestinal
Los obesos severos presentan una prevalencia incrementada de hernia hiatal y un aumen-
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to de presión intraabdominal en relación directa con el aumento de peso(10), y cerca del noven-
ta por ciento, no obstante el ayuno preanestésico, presentan un volumen de líquido intragás-
trico >25 ml con un pH < 2,5, debiendo ser considerados como sujetos con alto riesgo de aspi-
ración aun en caso de cirugía electiva(20). Es frecuente, asimismo, la presencia de hígado graso,
que no suele ser detectado por los tests bioquímicos habituales.
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Estimaciones antropométricas
Figura 1.
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gos y especialistas en nutrición, con el adecuado soporte físico, técnico y de personal auxiliar.
Cualquier iniciativa de cirugía bariátrica sin contar con estas condiciones se encuentra inexo-
rablemente condenada al fracaso y a incrementar los riesgos para los pacientes.
Examen preanestésico
La valoración preanestésica del obeso mórbido debe realizarse con una actitud de neutra-
lidad emocional, sin discriminaciones negativas (prejuicios, actitud hostil) ni positivas (con-
descendencia, compasión) de los mismos. Esta valoración debe ser realizada por el anestesió-
logo a cuyo cargo va a encontrarse el paciente en quirófano, y debe incluir:
a) Valoraciones sistemáticas: historia clínica y examen físico completos, determinaciones de
laboratorio (hemograma, estudio de coagulación, perfil bioquímico por autoanalizador,
incluyendo transaminasas, colesterol total, triglicéridos, creatinina y glucemia), gaso-
metría arterial respirando aire ambiente, ECG estándar de 12 derivaciones y radiografía
de tórax.
b) Valoraciones complementarias no sistemáticas de acuerdo con la patología específica encon-
trada o sospechada, asociada o no a la obesidad.
En la anamnesis de estos pacientes deben investigarse específicamente duración de la obe-
sidad, clínica de disfunción cardíaca o respiratoria, especialmente apnea obstructiva durante el
sueño (por su asociación a enormes dificultades de manejo de la vía aérea), grado de tolerancia
al decúbito, antecedentes de tabaquismo y de tratamientos farmacológicos previos, historia psi-
quiátrica y antecedentes anestésicos. El examen físico y los exámenes complementarios de ruti-
na deben orientarse específicamente a detectar patología cardiorrespiratoria asociada a la
obesidad, y a predecir dificultad de intubación y canulación vascular (Tabla IV). Otras explo-
raciones no sistemáticas individualizadas para cada paciente incluirían exploración funcional
respiratoria (que puede detectar enfermedad broncoespástica previamente no sospechada), eco-
cardiografía, ergometría y radiografías de cuello en posición lateral y tomografías para valo-
ración de dificultad de intubación no predecible con los tests usuales(33). Las consultas a otros
especialistas (vg. cardiología, neumología) deben solicitarse sólo para valoración de la función
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Tabla IV
y para mejoría de la misma antes de la cirugía, y nunca para valoración del riesgo anestésico.
En lo referente a las mismas es norma de nuestro Grupo de Trabajo incluir una consulta preo-
peratoria al Servicio de Rehabilitación para fisioterapia respiratoria e instrucción en ejercicios
respiratorios postoperatorios. Al término de la valoración preanestésica se informa al paciente
del planteamiento anestésico, de reanimación y analgesia postoperatoria, y se solicita el con-
sentimiento informado.
Período perioperatorio
Preparación específica del quirófano
Todo el utillaje del quirófano, en dimensiones y resistencia, debe ser capaz de soportar el
elevado peso del paciente sin riesgo para su integridad. Los traslados a la cama y a la mesa qui-
rúrgica deben realizarse mediante grúas al efecto y no confiando en el esfuerzo combinado
del personal auxiliar. La vigilancia de la postura del paciente debe ser escrupulosa, pues los
rodetes adiposos pueden enmascarar hiperextensiones o flexiones peligrosas para la integridad
de plexos y articulaciones. Todas las zonas declive deben ser almohadilladas, pues los obesos
mórbidos, por la baja perfusión de la grasa, son propensos a desarrollar úlceras por decúbito
y por presión.
Premedicación
Sólo resultan admisibles las vías oral o intravenosa, pues existe el riesgo de administrar
las inyecciones intramusculares en el espesor de la grasa, con absorción impredecible. Se encuen-
tra contraindicada todo tipo de premedicación sedante en la habitación de hospitalización sin
una adecuada monitorización respiratoria.
La premedicación con metoclopramida y antagonistas de los receptores H2 de la histamina
disminuye el volumen del contenido gástrico del obeso mórbido en ayunas e incrementa su pH,
reduciendo el riesgo de aspiración(34,35). Nuestro protocolo consiste en administrar por vía intra-
venosa una hora antes de la cirugía 50 mg de ranitidina y 15 mg de metoclopramida.
La obesidad por sí misma representa un factor de riesgo de trombosis venosa profunda en
el postoperatorio, por lo que resulta recomendable la profilaxis preoperatoria con heparina de
bajo peso molecular, aunque no existen estudios controlados acerca de su efectividad en este
tipo de pacientes.
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Monitorización
Aun en los casos de cirugía de breve duración la monitorización cardiovascular en el obeso
mórbido debe tener carácter invasivo (Tabla V). Los manguitos de presión arterial incruenta,
aun de mayor tamaño (70% del perímetro de la extremidad), ofrecen cifras inexactas. La canu-
lación venosa central se justifica, además de las razones de monitorización, por asegurar un
acceso venoso fiable. En la monitorización del bloqueo neuromuscular mediante estimulador
nervioso periférico suele ser necesario el empleo de electrodos de aguja, por la gran distancia
entre la piel y el nervio estimulado. El alto nivel de monitorización se encuentra justificado por
la elevada probabilidad de morbilidad cardiorrespiratoria de estos pacientes.
Tabla V
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Período postoperatorio
A pesar del elevado riesgo anestésico-quirúrgico teórico del obeso mórbido, los resultados
de un estudio multicéntrico (National Bariatric Surgery Registry)(59) sobre 5.178 intervenciones de
cirugía bariátrica muestran una baja tasa de complicaciones (10,3%) y una tasa muy baja de mor-
talidad (0,1%). La mayoría de las complicaciones fueron de origen respiratorio y se incluyen en
la Tabla VI como miscelánea. El riesgo de complicaciones fue mayor en varones y guardó rela-
ción directa con la edad y con el BMI preoperatorio, pero no con el tipo de intervención.
Las claves para un postoperatorio no complicado en estos pacientes se resumen en:
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Tabla VI
Complicación Incidencia %
De acuerdo con nuestro protocolo, todos los pacientes son trasladados desde el quirófano a
la Sala de Reanimación intubados y sin revertir los efectos de los fármacos utilizados en la
secuencia anestésica. Si la situación hemodinámica es adecuada la cama se incorpora un míni-
mo de 45º y se permite una emergencia progresiva de la situación anestésica intentando la extu-
bación precoz, manteniendo hasta ese momento la asistencia ventilatoria mediante la secuen-
cia SIMV → CPAP con soporte de presión inspiratoria → O2 en “T”. La monitorización respi-
ratoria y hemodinámica se mantiene con la misma intensidad que en el área quirúrgica.
El paciente permanece en la Sala de Reanimación al menos 24 horas, y el criterio de alta,
en ausencia de complicaciones, es no presentar hipoxemia con oxigenoterapia con flujos bajos
de O2 por mascarilla facial/gafas nasales. La oxigenoterapia se continúa en la planta de hospi-
talización durante los períodos de decúbito y de sueño, pues el riesgo de hipoxemia postope-
ratoria se prolonga durante 4-6 días(60).
Se acepta que la movilización precoz es el método de profilaxis de trombosis venosa pro-
funda más efectivo. En el obeso mórbido intervenido debe intentarse la sedestación ideal-
mente no después de las 12 horas del postoperatorio y la deambulación a las 24 horas. Hasta
que se consiga una deambulación efectiva debe mantenerse la profilaxis con heparina de bajo
peso molecular.
Analgesia postoperatoria
La analgesia óptima tras cirugía bariátrica facilita la movilización precoz y mejora la oxi-
genación al incrementar la eficiencia de la ventilación y de la fisioterapia respiratoria. En la prác-
tica las técnicas de elección se reducen a dos: analgesia epidural mediante catéter y analgesia
controlada por el paciente (PCA) con opioides por vía intravenosa.
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a) Analgesia epidural
A diferencia de la posología anestésica, las dosis de opioides y anestésicos locales para anal-
gesia epidural son similares a las de pacientes con peso normal(41,61). El protocolo de nuestro
Grupo de Trabajo consiste, en caso de catéter epidural torácico,en administrar bupivacaína al
0,125% sin vasoconstrictor a razón de 1-2 ml/hora/dermatoma a bloquear + 0,1-0,2 mg/hora
de morfina sin conservante; en caso de catéter epidural lumbar únicamente se administra mor-
fina, a razón de 0,5 mg/hora. Si no se ha utilizado el catéter intraoperatoriamente se adminis-
tran previamente a la infusión continua una dosis de carga de bupivacaína al 0,25% (1 ml/der-
matoma) + morfina (0,05 mg/kg peso magro) en el caso de catéter torácico, o solamente mor-
fina (0,05 mg/kg de peso magro) si el catéter es lumbar.
CONCLUSIÓN
La anestesia del obeso mórbido se caracteriza por las enormes dificultades técnicas de
tareas, como mantener una adecuada función ventilatoria, accesos venosos fiables, control de
patología asociada coexistente y movilización, que resultan rutinarias en pacientes de peso nor-
mal. El trabajo en equipo multidisciplinario y el respeto a los protocolos elaborados por el mismo
es la única manera de no incurrir en errores que desencadenen una concatenación de eventos
con resultado fatal. Los problemas anestésicos pueden acortar la vida de muchos obesos sometidos a
cirugía, pero también la de algunos de sus anestesiólogos(36).
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1. PREOPERATORIO
2. INTRAOPERATORIO
• Relajación: atracurio 0,5 mg/kg ➴ 0,25 mg/kg si 2 respuestas en tren de cuatro estímulos
3. POSTOPERATORIO
Nota: todas las dosis de fármacos intravenosos están referidas a kg de peso magro.
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