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UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE INGENIERÍA

CÁTEDRA DE CONTEXTO: CIENCIA, INGENIERÍA Y SOCIEDAD

 Lectura 1 :

Aproximación a las tradiciones de Ciencia, Tecnología y Sociedad

Se ha tratado de encadenar a la ciencia, la tecnología, la sociedad y la cultura a


la idea de progreso, especialmente en los estudios sociológicos, filosóficos,
históricos, económicos y políticos contemporáneos. Sin embargo, las diferentes
propuestas al respecto han tomado rumbos heterogéneos, de los cuales se van a
analizar algunos de ellos en este apartado.

La idea general de la tradición de Ciencia, Tecnología y Sociedad; trata de


constituir a la ciencia como la espina dorsal de este proceso, con todo su cúmulo
de conocimientos en ciencias naturales y en ciencias sociales teórico-práctico
como toda la estructura metodológica que a lo largo de la historia se ha
construido bajo la idea fundamental de búsqueda de “La verdad”. A la tecnología
se le atribuye la realización material del conocimiento, es decir, la construcción
de los procesos y herramientas como extensiones del hombre, artefactos prácticos
que facilitan las tareas del individuo y a la sociedad como el receptáculo donde
la mezcla de los anteriores tiene su crisol (González, et al.1996, pp. 15-25). De
esta manera, se desarrolló la concepción unidireccional del progreso humano
atendiendo a los siguientes procesos que se consideran acumulativos: El progreso
científico propició el progreso tecnológico, este a su vez con todo su desarrollo
debe de facilitar el progreso económico, la acumulación de capital por el hombre
y la sumatoria de los anteriores debe verse reflejado en el progreso social.

De manera muy sencilla, como en cascada los diferentes progresos antes


mencionados deberían promover, de los anteriores a los posteriores como parte
de una sinergia evolutiva. Sin embargo, los acontecimientos no se han dado en
el mundo como el modelo de progreso lo planteó y también vale la pena
cuestionar la simplicidad con que se construyó este modelo que en términos
generales tiende a la idealización evolutiva del ser humano en forma
abiertamente lineal y progresista, sin dar espacio a retrocesos o a caminos
alternativos de desarrollo. Tal es la propuesta de esta tradición por explicar de
manera más clara cómo un modelo lineal y unidireccional, facilita el
razonamiento, pero no explica la realidad, ni tampoco promete ser veraz, ya que
las relaciones entre los diferentes actores interdisciplinarios determina el
camino y la influencia de cada tendencia por explicar desde su concepción su
realidad vigente. El mundo se puede explicar de muchas maneras, porque existe
el mismo número de visiones fundamentadas por disciplinas divergentes.

El origen del concepto de ciencia, tecnología y sociedad (CTS) se identifica con el


ámbito académico denominado “ciencia radical”, el cual en su inicio, quería
manifestar su inconformidad contra los grupos científicos elitistas, cerrados, y al
tipo de investigación que se promovía en ese entonces (González, et al.1996, pp.
25-30). La propuesta trataba de defender la vanguardia democrática, con
tecnologías blandas, no agresivas al medio ambiente. En pocas palabras esta
corriente crítica estaba en contra de la forma en que el desarrollo de la
industrialización se encaminaba al igual que estaban en contra del desarrollo
armamentista. Las primeras críticas salieron publicadas en la revista Science
for People (Ciencia para el pueblo). Estados Unidos y la Gran Bretaña fueron los
polos donde alcanzó mayor fuerza esta nueva corriente que permitiría pensar de
manera definitiva en la sociedad de la información como una forma de tomar
conciencia de los riesgos que acarrearía el desarrollo de la ciencia y la tecnología
en el sentido del determinismo tecnológico. Estos científicos y tecnólogos,
vanguardistas y críticos indicaban que la solución al problema del impacto
tecnológico no era generar más ciencia y más tecnología, sino establecer un nuevo
rumbo para crear verdadero beneficio social.

Los miembros de esta corriente, propusieron establecer una forma más


democrática, donde el modelo unidireccional existente fuera desactivado y se
construyera uno nuevo con participación horizontal de los miembros, es decir,
menor jerarquización entre niveles científicos y tecnólogos y una abierta
participación del usuario y la sociedad en general. De esta manera, se manifiesta
una demanda legítima que trata de conectar a la ciencia y a la tecnología como
mediadores para contribuir a la participación de los miembros de una sociedad
más justa y más preocupada por el cuidado de los recurso ambientales no
renovables, al igual de sus avances científicos y tecnológicos hacia un beneficio
social más equitativo.

A partir de este campo de investigación surgen dos corrientes con diferentes


puntos de partida que permite diferenciarlos aunque solamente sea en su origen,
ya que en la actualidad las propuestas se encuentran mezcladas. La tradición
europea de Science and Technology Studies STS (Estudios sobre Ciencia y
Tecnología) y la tradición americana denominada Science, Technology and
Society CTS (Ciencia Tecnología y Sociedad). La diferencia principal entre una y
otra es la dimensión social, pero vista (por la tradición europea) como causa y en
el otro lado como efecto (tradición americana). Para la tradición europea lo
importante es investigar las condiciones sociales que contribuyen a la generación
y consolidación de procesos científicos y tecnológicos. Mientras que a la tradición
americana le interesa investigar las consecuencias sociales que los productos de
la ciencia y la tecnología impactan en la perspectiva cultural.

La tradición europea trata de describir y explicar cuáles son las causas sociales
favorables que permiten el desarrollo científico y tecnológico. En tanto que la
tradición americana estima a la ciencia y la tecnología como un producto y trata
de explicar su influencia en las estructuras y dinámicas sociales. La tradición
europea por tanto, establece una estrecha vinculación entre ésta y el término de
tecnociencia, el cual ya fue abordado en el apartado referente a las
aproximaciones filosóficas de la técnica y la tecnología. La tradición europea se
origina en el llamado “programa fuerte” de la sociología del conocimiento
científico, encabezado por la Universidad de Edimburgo y por los autores muy
conocidos como Barry Barnes, David Boor y Steven Shapin, quienes se
caracterizan por su interpretación radical de los condicionantes sociales de la
ciencia. Por el momento solamente conviene recordar que los escasos estudios
sobre tecnociencia abren la posibilidad de establecer un diálogo entre
implicaciones sociales, económicas y políticas con la amalgama de ciencia y
tecnología, aunque no se debe olvidar que para este grupo de investigadores la
tecnociencia es sinónimo de tecnología en sentido restringido. El término
restringido se refiere que la tecnociencia es entendida como técnica moderna de
base científica y a lo largo del estudio se ha tratado de diferenciar entre técnica
y tecnología en sentido amplio . Otro asunto implícito en la tradición europea es
la tendencia a considerar como principio rector de la relación tecnocientífica al
constructivismo social, el cual enfatiza que la propia sociedad participa de
manera activa en la funcionalización de la tecnología, ya que la propia sociedad
es quien otorga valor a la tecnología y le da el carácter simbólico que también ya
fue referido en este trabajo.

La tradición americana por su parte aborda el tema de la tecnología desde las


disciplinas de la filosofía y la política dentro de un contexto social culturizado.
Los estudios americanos centran su atención en las consecuencias sociales de la
innovación tecnológica y la forma de poder y control que ejercen sobre los efectos
tecnológicos en la sociedad. La reflexión primordial de la tradición americana es
investigar si la tecnología junto con su desarrollo tiene aspectos inherentes que
los convierten en artefactos autónomos ajenos al control humano. Esta es la
propuesta del determinismo tecnológico que también ya fue descrita con
anterioridad.

Autores reconocidos como Lewis Mumford (1934), Ortega y Gasset (1939),


Jacques Ellul (1964) dieron solidez a la corriente americana al considerar que la
tecnología tiene carga valorativa intrínseca, rechaza la idea del
instrumentalismo y la supuesta neutralidad de los artefactos tecnológicos, el
hombre posee la capacidad para reconocer que el orden material de la técnica
obedece a procesos ingenieriles por un lado, pero por otro el mismo hombre
reclama su derecho de intervención y manipulación de la propia técnica por su
creación en beneficio de los sujetos que se sirven de la utilidad del desarrollo
tecnológico. Para explicar esta idea es importante recordar que la técnica es una
construcción del propio hombre para relacionarse con la naturaleza de la mejor
manera. Inventa herramientas útiles para manipular su entorno natural, crea
artefactos como ampliaciones de su cuerpo y sus extremidades, le permite
percibir su medio natural de diversas formas al ocupar sus propias creaciones
técnicas. Tal es el caso del microscopio, telescopio, por dar unos ejemplos muy
conocidos. Pero, también se debe considerar que los seres humanos se han
convertido en tecnomórficos, es decir, los sujetos se encuentran condicionados
por el entorno vigente en la civilización tecnológica y no hay marcha atrás. La
técnica en un principio ayudó a manipular la naturaleza, en la actualidad la
tecnología ha proporcionado un nuevo entorno (E3); la virtualidad. Se puede
aseverar (Ellul, 1964, Mitcham, 1994) que la tecnología no sólo ha propiciado
cambios estructurales, sino cambios culturales profundos en nuestra vida
cotidiana.

De otra manera, también la tradición americana reconoce que la tecnología ha


favorecido la democratización de proyectos, la apertura para dar voz a los
usuarios sociales, interacción a los cibernautas, de cierta manera se participa de
un proyecto incluyente y convergente donde el hombre es tomado en cuenta de
acuerdo a sus necesidades, como una medida de participación abierta a la
sociedad. López Cerezo (1995, pp. 1-9) indica que la CTS en la actualidad ya no
muestra gran diferencia entre la tradición europea y americana, de hecho se han
integrado en una sola propuesta que trata de estudiar de manera crítica los
espacios sociales de la ciencia y la tecnología, tanto en sus condiciones sociales
del cambio científico tecnológico como en los impactos sociales de dicho cambio.

Steve Fuller (1995) propuso a la “epistemología social” como uno de las supuestos
viables para la consolidación del movimiento CTS. Su idea consistió en abrir un
fórum democrático para discutir cuestiones relativas a la producción y
distribución del conocimiento en la sociedad, una especie de foro para la filosofía
política en el ámbito del conocimiento. La propuesta de Fuller (1995, pp. 1-6) está
encaminada en abrir dos foros donde se discutan, por un lado, la normatividad
de la epistemología social, en concreto se hablaría sobre la producción y
distribución del conocimiento. El otro foro estaría abierto para los investigadores
interesados en aportar pruebas empíricas de cómo realmente ocurren las cosas
en la sociedad, es decir, cómo se produce y distribuye el conocimiento en ciertas
sociedades con casos específicos. La epistemología social tendría la función de
tratar de conciliar estas dos perspectivas y emitir recomendaciones para la
democratización del conocimiento en la sociedad.
Los estudios de CTS se encuentran en la actualidad en pleno desarrollo, pretende
presentar a la ciencia y a la tecnología desmitificada de la idea de actividad
autónoma, los nuevos esfuerzos están decididamente encaminados a mostrarlos
como un proceso o producto eminentemente social y cultural, donde los elementos
no técnicos desempeñan un papel decisivo en su desarrollo e interpretación. El
fenómeno científico-tecnológico debe ser visto como una compleja actividad
humana, con un gran poder instrumental, pero manejado y orientado a final de
cuentas por el principio del beneficio cultural y social (López Cerezo,1998, pp. 3-
4) No se trata de minimizar los aspectos técnicos, por el contrario son de gran
influencia, pero por ello mismo, deben ser intencionalmente guiados por el
hombre para generar capital valioso desde la perspectiva humanística, sin
olvidar que los sujetos usuarios son los entes que le atribuyen valor simbólico a
los artefactos a partir de su utilidad y de la generación de valor social y cultural.

Desde otro ámbito podemos indicar que la polaridad entre cultura humanística
y cultura científico-tecnológica no deberían ser extremos opuestos o
confrontados, porque tienen la posibilidad de ser convergentes si se consideran
como dos formas de abordar el mismo tema. Tal es el caso de los artefactos
tecnológicos que muestran su fase científica-técnica en el diseño, construcción y
manejo de productos útiles para los usuarios, pero los mismos beneficiados no
pueden ser unos cuantos que por su condición socioeconómica o por su
conocimiento en el manejo de herramientas info-cominacionales, serían los
directamente favorecidos en contraposición con los entes sin recursos suficientes
para acceder a la tecnología y sin los conocimientos necesarios para manipular
los artefactos tecnologizados. Aunque este último es un planteamiento
humanístico, la corriente de ciencia, tecnología y sociedad trata de equilibrar la
balanza para que los aspectos instrumentalistas no sean los definitorios al
momento de la implementación tecnológica. Ya se ha explicado ampliamente que
los artefactos en sí mismos no deberían ser considerados como motores de
desarrollo tecnológico, pero en la vida cotidiana y a través de la historia, sí son
considerados como elementos determinantes del desarrollo de países y
sociedades. Es más, algunos parámetros para medir el desarrollo de una nación
se encuentra delineada por la cantidad de infraestructura tecnológica, así que no
tan fácilmente se puede aceptar una argumentación tan bien intencionada pero
a su vez tan lejos de la realidad.

La CTS entiende a la tecnología como un producto valioso ya que proporciona en


gran medida satisfactores a la sociedad, pero no por eso se puede dejar de señalar
de manera crítica la influencia que tiene en las estructuras y dinámicas sociales.
Esta reflexión crítica, valorativa, interactiva, debe de privilegiar la búsqueda de
la democratización de la tecnología y sus relaciones de poder como temas
imprescindibles del debate social y cultural.

Langdon Winner (1983) propone la “flexibilidad interpretativa” como una forma


de mirar los efectos de la tecnología dentro del entorno humano, ya que
encuentra que los cambios producidos por dicha tecnología dentro de la sociedad,
son estructurales, pero más que nada culturales. De tal manera que los
artefactos tecnológicos traen consigo un acervo cultural implícito que viene a
impactar a los usuarios y a su capital cultural tradicional. Por tal motivo resulta
trascendental hacer que la tecnología favorezca la democratización de los
accesos, disposiciones y usos, que repercuta en un beneficio social importante
mediante un proceso incluyente, convergente donde los hombres o entes de uso
tecnológico sean tomados en cuenta de acuerdo a sus necesidades y a sus
expectativas.

La presente investigación trata de agregar información empírica que posibilite


esta democratización de los medios tecnológicos a favor de los usuarios, de los
consumidores tecnológicos que puedan confirmar que la tecnología les aporta
beneficio social palpable, útil y que son partícipes del desarrollo social y cultural
de sus comunidades y de su entorno inmediato.

La tecnociencia como propuesta de acercamiento entre ciencia, tecnología y


sociedad es un buen punto de partida para entender las diferentes corrientes que
tratan de explicar el fenómeno del desarrollo tecnológico. Uno de esos caminos
es abordado por el presente estudio que permite observar a las TIC como
herramienta virtual que ha impactado a las sociedades del mundo moderno y
que no se puede mantenerse al margen de los sucesos de la globalización ya que
no hay otra opción que convivir de la mejor manera con la tecnología como motor
del cambio social y cultural que reflejan las sociedades modernas.

Giménez (2003, p. 56) enfatiza que “(…) la cultura implica el conjunto de modelos
de representación y de acción que de algún modo orientan y regularizan el uso
de tecnologías materiales, la organización de la vida social y las formas de
pensamiento de un grupo. En este sentido, el concepto abarca desde la llamada
“cultura material” y las técnicas corporales, hasta las categorías mentales más
abstractas que organizan el lenguaje, el juicio, los gustos y la acción socialmente
orientada”. Está sería una idea muy clara de lo que se pretendió explicar en este
apartado como la combinación o la construcción de lo objetivo con lo netamente
subjetivo y que está presente en nuestra convivencia con la tecnología hoy en día.

A lo largo de este capítulo se han expuesto diversas posturas sobre ciencia y


tecnología, las cuales han permitido completar el recorrido por los diversos
senderos de la técnica y la tecnología, además se han mostrado las más
controversiales corrientes filosóficas de la tecnología y sus implicaciones. Las
propuestas de convergencia aportadas por los estudios de CTS. La sociedad de la
información como concepto propio del humanismo que trata de regular al actuar
tecnológico. Todo el panorama permite observar a la distancia que la tecnociencia
no es solamente una nueva forma de nombrar algo ya establecido, es darle
nombre a un proceso que se viene dando a lo largo de finales del siglo veinte y
principios del veintiuno y que trata de demostrar que algo nuevo se desarrolla
entre la sociedad y su cultura a partir del constante interactuar con los proceso
tecnológicos. Se ha repetido en varias ocasiones que el sujeto tecnologizado, no
solo es el consume tecnología sino que la vive y la conceptualiza a partir de su
visión globalizada, moderna y planetaria. No es un ser con más tecnología es un
sujeto mezclado con elementos de corte tecnológico, instrumental, ingenieril y
que también reconoce su parte humanística de desarrollo social y se sabe además
usuario de un producto que debe estar para otorgar beneficio social y cultural.

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