Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Principios que debemos considerar para definir nuestra ética cristiana ante el relativismo secular y el
tradicionalismo evangélico.
Contenido
Introducción
Hoy en día vivimos en un mundo que no tiene claro lo que es bueno y lo que es malo. Un mundo que cree
que lo que es bueno para unos, no necesariamente tiene que ser bueno para todos los demás. Un mundo
donde todo es relativo. Las cosas son buenas dependiendo de sí me convienen o no. En caso contrario
son malas. Lo cierto, es que es en este mundo en el cual se están desarrollando los niños y jóvenes de
nuestras congregaciones y la iglesia está siendo influenciada fuertemente por este tipo de filosofía.
Por otro lado, la iglesia está cargada de estereotipos donde dice que algo es bueno o malo en virtud
tradiciones y no en convicciones fuertes. Ante este oscuro panorama, la iglesia está urgida de líderes que
tengan claras convicciones de lo que creen con base a argumentos de peso, líderes que definan su ética
no basados en tradicionalismo evangélico y aún menos en el relativismo secular, sino más bien, que
definan lo que crean basándose en los principios de Dios que encontramos en las Sagradas Escrituras.
Esto especialmente, es importante en aquellos que trabajamos con adolescentes y jóvenes, dado la
necesidad de estos de cuestionar las convicciones que han sido transmitidas por sus padres y maestros
durante la niñez, para formar su propio sistema de valores y de creencias en la búsqueda de su propia
identidad para su desarrollo como ser humano.
Estas leyes son la norma cristiana, pero, hay muchos casos en los cuales no tenemos claridad y debemos
analizar concienzudamente si ciertas acciones son puras tal como Dios es puro y si glorifican a Dios; para
esto, pueden ayudarnos los siguientes principios:
En este caso no es la conveniencia tal como la ve el mundo. El asunto es: si la acción que me es
permitida, es conveniente para aquellos que son templo del Espíritu Santo. La pregunta que debemos
hacer es ¿Esto perjudica mi cuerpo? ¿Puede llevarme a hacer algo que no sea correcto? En otras
palabras, ¿Me conviene como creyente?.
4. Principio de la necesidad
En una ocasión Jesús y sus discípulos pasaron entre los sembrados y arrancaban espigas para
alimentarse; los fariseos los acusaron de hacer lo que no era lícito.
Jesús señaló dos ejemplos del Antiguo Testamento, en donde las reglas fueron violadas. En un caso,
cuando David necesitó alimento, quebrantó el mandato de la ley que prescribía que sólo los sacerdotes
podían comer del pan de la proposición. Jesús dijo que la acción de David había sido correcta. También
les acordó Jesús que los sacerdotes en el día de reposo trabajan mucho más que en cualquier otro día de
la semana.
En este caso, la acción también era correcta (véase Mateo 12:1-14). Acciones que normalmente se
consideran ilícitas, son permitidas en caso de una necesidad básica.
Debemos examinar detalladamente todas las cosas. Hay muchas cosas que son buenas dentro de los
límites correctos. Debemos evaluar toda filosofía y tomar lo bueno que tengan. Generalmente, toda
filosofía no cristiana tiene parte de la verdad, hay cosas que podemos tomar de ellas dándoles una nueva
interpretación dentro del marco del cristianismo. Los apóstoles usaron conceptos de la filosofía de su
época pero los reinterpretaron a la luz de las Escrituras.
Además, debemos evaluar los conceptos que nos tramiten los medios de comunicación y la cultura en la
cuál nos desenvolvemos, muchos de ellos serán acordes a los valores del Reino de Dios y debemos
retenerlos; pero, otros sencillamente deben ser desechados por su incompatibilidad con los principios del
cristianismo.
Con estas leyes y principios, no pretendo abarcar todo el tema de la ética cristiana, pero, sí aspiro a
ofrecer una guía y al mismo tiempo un reto para todos aquellos que hemos sido llamados a trabajar en la
iglesia o para aquellos a los cuales Dios les ha dado el privilegio de ser padres y que desean formar en
sus hijos valores y principios verdaderamente cristianos. Necesitamos tener muy claras convicciones de lo
que creemos para así poder enseñar a las nuevas generaciones a pensar y a cuestionar los valores y
principios que regirán sus vidas.