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Autorregulación de los medios de comunicación: Teoría y Práctica

La regulación de los Medios de Comunicación de Masas (MCM) siempre ha sido un


tema peliagudo en la discusión pública y política en las sociedades democráticas. Es
evidente que una regulación es necesaria, ya que en la democracia moderna todos los
poderes están regulados por un marco jurídico, y más que evidente, esta demostrado que los
medios masivos son y a la vez ejercen un poder. Sin embargo, entender a los medios no
como las tecnologías que los permiten, si no como las empresas que los explotan, plantea
nuevos elementos a considerar al tocar el tema de la regulación.
Sin embargo, antes de tocar estos factores que surgen al entenderlos como empresas,
cabe recordar también que la apertura en Venezuela del espectro radioeléctrico a las
comunidades organizadas –en la forma de consejos comunales- hace entrar un nuevo actor
a la cuestión de la regulación: asociaciones de colectivos que empiezan a participar como
productores, con otros intereses, motivaciones y beneficios diferentes a los de índole
comercial de la empresa privada. Esto nos plantea entonces la necesidad de pensar a los
medios y su regulación de una manera heterogénea, y por lo tanto, en un marco que
considere las normas, abusos y sanciones para los diferentes actores que ejercen en los
medios de comunicación social.
Volvamos entonces a la permanente dicotomía de si la regulación debe ser de índole
ético, o jurídico, de si los medios deben ser autorregulados, o la regulación debe surgir de
leyes y organismos estadales. Más con ánimo de sentar una posición que de solucionar esta
disyuntiva, hay que considerar que ya en la teoría existe un marco legal completo que
incluye en primer lugar a La Constitución de la República, la Ley Orgánica de
Telecomunicaciones, La Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, entre otras.
Pero en la práctica, observamos a medios de comunicación organizando marchas
para defender su supuesto cierre, cuando realmente son sancionados por no acatar la ley
que al final terminan acatando y negando con sus actos sus propios argumentos. En la
teoría, los códigos de ética establecen normas para el ejercicio de la profesión, pero en la
práctica los medios funcionan como carteles, defendiéndose entre ellos; excusándose en la
libre empresa, execrando a aquel que haya tenido en el pasado un altercado con cualquiera
de las compañías del gremio. En la teoría, el estado los regula y vigila, pero en la práctica
los abusos son diarios y pasan por debajo de cuerda.
En la teoría, el estado establece pautas para regular el espectro radioeléctrico, como
parte de la soberanía nacional, en la práctica los mismos medios sancionados buscan una
salida tecnológica para evadir la ley, transmitiendo desde el exterior canales con pura
programación con información local, vía cable.
En la teoría, La Constitución ampara la libertad de prensa, pero en la práctica los
medios confunden libertad con libertinaje, y los comunicadores que cometen excesos se
retractan solo después de órdenes judiciales, y no por iniciativas propias de índole moral.
En la teoría ejercen la ejercer la libertad de expresión, pero en la práctica pretenden
desconocer su responsabilidad por lo expresado.
Estas situaciones han de ser consideradas para la discusión de la regulación,
recordando que las empresas de medios son un tipo especial de empresa, privada, sí, pero
de interés público. No se debe dejar en sus manos exclusivamente su regulación, pero la
sociedad debe participar en la misma más allá del estado y las leyes, activamente. Porque la
sociedad y la tecnología van más rápido que las leyes; y los medios de comunicación son
básicamente una tecnología. La ley debe correr para alcanzarlos, y considerar las novedades
que a ella escapen. Para muestra, un botón: la radio esta regulada dentro del espectro
radioeléctrico, pero particularmente desconozco como entra en esa regulación una radio vía
Web, que no es trasmitida por aire.
Del lado de adentro, desde los medios, la autorregulación no debe ser la bandera
esgrimida por los medios para evitar la regulación externa, si no una forma de suplir las
carencias de la ley, en concordancia con ella. La autorregulación no debe ser opuesta a las
leyes, si no complementaria. No debemos olvidar que las empresas de medios de
comunicación no son el medio de comunicación. Sus intereses son comerciales, unidos a
los de los grupos económicos que los poseen, y a los intereses internacionales de los
grandes emporios comunicacionales y cadenas de noticias.
Sin embargo, de la misma manera el marco legal no puede ser herramienta de
intimidación por parte del poder político, y las leyes deben regular más que restringir el
ejercicio de las libertades de prensa, expresión y el derecho constitucional a la información.
Por su parte, la sociedad debe ser activa, y buscar nuevas formas de participación y
vigilancia en los medios, antes y mientras las leyes se adecuan al contexto cambiante y
permanentemente modernizado.
Rafael Castillo. C.I.16.557.254 Prof:
Rafaela Cusatti

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