Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(…)
201c. Teet. Sí, Sócrates, he oído que alguien hacía una distinción. Lo había
olvidado, pero ahora lo recuerdo. Decía que la opinión verdadera, con el
agregado de una
d. razón (logos), era conocimiento, mientras que la opinión sin razón
quedaba excluida de él. Cuando no se podía dar razón de una cosa, ésta
no era "cognoscible" -tal era la palabra que usaba-; cuando se podía, era
cognoscible.
Sócr. Es una buena propuesta. Pero dime cómo distinguía las cosas
cognoscibles de las incognoscibles. Puede ocurrir que lo que tú has oído
concuerde con algo que también yo oí decir.
Teet. No estoy muy seguro de recordarlo; pero estoy seguro de
reconocerlo si lo oigo exponer.
Sócr. Si has tenido un sueño, deja que a mi vez te cuente uno mío. Me
parece
e. que escuché que hay quienes dicen que lo que podrían llamarse elementos
primeros de que un hombre y todas las demás cosas se componen, son de
tal índole que no se puede dar razón alguna de ellos. Cada uno sólo puede
ser nombrado; no podemos atribuirles ninguna otra cosa, ni decir que
existen o que no existen, puesto que, en tal caso, les estaríamos
atribuyendo existencia o no
202. existencia, y, si queremos expresar cómo son en sí, no debemos
agregarles nada. Ni siquiera podemos agregarles "mismo", "esto", "solo"
o "este", ni cualquier otro término por el estilo. Estos términos, que
merodean por ahí, se aplican a cualquier cosa, y son distintos de las cosas
a las que se aplican. Si fuera posible expresar un elemento en alguna
fórmula que le fuera exclusiva, en tal expresión no tendrían cabida otros
términos; pero lo cierto es que no hay ninguna fórmula para expresar cada
elemento: sólo
b. pueden ser nombrados, puesto que el nombre es todo cuanto les
pertenece. Pero al llegar a las cosas compuestas por esos elementos,
entonces, como estas cosas son complejas, los nombres se combinan para
dar una descripción (logos), descripción que es, precisamente, una
combinación de nombres. Por lo tanto, los elementos son inexplicables e
incognoscibles, pero pueden ser percibidos; los complejos, en cambio,
son cognoscibles y explicables, y de ellos podemos tener
c. nociones verdaderas. Así, cuando alguien logra captar la verdadera noción
de algo sin una razón, no se trata de que su mente no lo piensa
verdaderamente, sino que él no lo conoce; pues si alguien no puede dar ni
recibir razón de algo, entonces no tiene conocimiento de ese algo. Pero
por lo contrario, cuando encuentra una razón, todo esto es posible para él
y está así perfectamente equipado de Conocimiento.
Esta versión ¿es fiel representación del sueño que oíste, o no?
Teet. A la perfección.
(…)
202c. Sócr. Entonces, ¿te parece aceptable este sueño y sostienes que una
opinión verdadera, con el agregado de una razón, es conocimiento?
Teet. Precisamente.
d. Sócr. ¿Es posible, Teeteto, que en un solo instante, hayamos encontrado
hoy lo que tantos hombres sabios buscaron hasta envejecer sin
encontrarlo?
Teet. De todos modos, Sócrates, estoy satisfecho con nuestra presente
afirmación.
Sócr. Sí; la afirmación, en sí, puede ser satisfactoria, ya que nunca hubo
conocimiento alguno sin una razón y sin una opinión correcta. Pero hay
un punto en la teoría que no me satisface.
(…)
Para tener una comprensión más cabal de la teoría platónica del conocimiento,
pasemos ahora al Menón.
Menón (fragmentos)
Sóc.-No.
Y ocurre así que, siendo el alma inmortal, y habiendo nacido muchas veces
y habiendo visto tanto lo de aquí como lo del Hades y todas las cosas, no
hay nada que no tenga aprendido; con lo que no es de extrañar que también
sobre la virtud y sobre las demás cosas sea capaz ella de recordar lo que
desde luego ya antes
d. sabía. Pues siendo, en efecto, la naturaleza entera homogénea, y
habiéndolo aprendido todo el alma, nada impide que quien recuerda una
sola cosa (y a esto llaman aprendizaje los hombres), descubra él mismo
todas las demás, si es hombre valeroso y no se causa de investigar. Porque
el investigar y el aprender, por consiguiente, no son en absoluto otra cosa
que reminiscencia. De ningún modo, por tanto, hay que aceptar el
argumento polémico ese; porque mientras ése nos haría pasivos y es para
los hombres blandos para quien es agradable de escuchar, este otro en
cambio nos hace activos y amantes de la investigación; y es porque confío
en que es verdadero por lo que deseo investigar contigo qué es la virtud.
MEN.-Sí, Sócrates; pero ¿qué quieres decir con eso de que no aprendemos
sino que lo que llamamos aprendizaje es reminiscencia? ¿Podrías
enseñarme que eso es así?
MEN.-No, por Zeus, Sócrates, no lo he dicho con esa intención, sino por
hábito; ahora bien, si de algún modo puedes mostrarme que es como dices,
muéstramelo.
(...)
84a. Sóc.-¿Te das cuenta otra vez, Menón, de por dónde va ya éste en el camino
de la reminiscencia? Porque al principio no sabía, desde luego, cuál es la
línea de la figura de ocho pies, como tampoco ahora lo sabe todavía, pero,
en cambio, creía entonces saberlo y contestaba con la seguridad del que
sabe, pensando no tener dificultad; mientras que ahora piensa que está ya
en la dificultad, y, del mismo
b. modo que no lo sabe, tampoco cree saberlo.
MEN.-Es verdad.
Sóc.-¿No es, pues, ahora mejor su situación respecto del asunto que no
sabía?
MEN.-También me parece.
MEN.-Sin duda.
MEN.-Me parece.
(...)
Sóc.-¿Qué te parece, Menón? ¿Ha contestado éste algo que no fuera idea
suya?
85c. MEN.-No, sino las propias.
MEN.-Es verdad.
MEN.-Sí.
MEN.-Evidentemente.
MEN.-Sin duda.
MEN.-Sí.
MEN.-Desde luego.
Sóc.-Y la ciencia que éste tiene ahora, ¿no es cierto que o la ha adquirido
alguna vez o siempre la tuvo?
MEN.-Sí.
MEN.-Evidentemente.
MEN.-Sí.
MEN.-Evidentemente.
b. Sóc.-Y no es verdad que si siempre tenemos en el alma la verdad de las
cosas, el alma será inmortal, de manera que es necesario que lo que ahora
no sabes, es decir, lo que no recuerdas, confiadamente intentes investigarlo
y recordarlo?
(...)
Así se soluciona, pues, el dilema presentado en 80d-e: de hecho,
investigamos lo que ya conocemos en virtud de tener un alma inmortal;
“conocer” en esta tierra no es sino recordar.
MEN.-Sí.
Sóc.-Y que serán útiles si dirigen bien nuestros asuntos, ¿lo admitíamos
también con razón?
MEN.-Sí.
MEN.-Desde luego.
b. Sóc.- ¿Y si es alguien que se forma una idea exacta de cuál es el camino,
aunque nunca lo ha recorrido ni lo conoce directamente, ¿no podría
también éste guiar bien?
MEN.-Desde luego.
Sóc.-Y mientras tenga una opinión exacta de las cosas de las que el otro
tiene ciencia, no será peor guía, imaginando la verdad sin poseerla, que el
que la posee.
MEN.-Sin duda.
Sóc.-¿Qué dices? El que tiene siempre una opinión exacta, ¿no va a acertar
siempre, mientras opine con exactitud?
MEN.-Bueno, ¿y qué?
Sóc.-De las creaciones de Dédalo poseer una que esté suelta no tiene
ningún gran valor, como un hombre que se escapa, puesto que no se
queda; sujeta, en cambio, tiene mucho; porque son obras bellísimas. ¿Que
a qué viene esto? A propósito de las opiniones verdaderas. Y en efecto, las
opiniones verdaderas en
98a. tanto que duran son una cosa bonita y todo lo hacen bueno; pero no gustan
de permanecer mucho tiempo, sino que se escapan del alma del hombre, y
así no valen gran cosa hasta que se las encadena con la consideración del
fundamento. Pero eso es, amigo Menón, el recuerdo, como anteriormente
hemos convenido. Y una vez que están encadenadas, en primer lugar se
convierten en ciencias y después se hacen permanentes; y por eso
precisamente es más venerada la ciencia que la opinión exacta, y en la
atadura difiere la ciencia de la opinión exacta.
MEN.-Así es.
(...)
Los invito a que lean algunos fragmentos del Teeteto. En este link encontrarán
también comentarios para ayudar a comprender el texto.