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Ahora bien, es necesario mencionar que estos tres conceptos tienen como finalidad el
control de la sociedad sobre sus partes. Para ello es necesario diferenciar la sociedad
instituida y la sociedad instituyente. La primera es el origen mismo de la sociedad, su
instauración como asociación de los individuos, la segunda corresponde a la institución y
creación de los individuos, es decir, de su formación como miembros del cuerpo social
bajo las instituciones que se consolidaron en la sociedad instituida.
En este sentido la institución debería aplicar un poder absoluto y formar a los individuos
de manera tal que estos reprodujesen eternamente el régimen que les ha producido.
Para esto debe existir cuatro momentos claves para las sociedades y su permanecía: I) La
sociedad crea su mundo, le concede sentido y hace provisión de significación destinada a
cubrir de antemano todo lo que pueda presentarse. II) La sociedad fabrica los individuos
a partir de una materia prima, la psique. III) La sociedad no es más que excepcionalmente
única y aislada. IV) posiblemente la sociedad no pueda escapar nunca a sí misma.
(Castoriadis, 1997, pág. 5)
Por otro lado, Castoriadis (1997, págs. 8-9) expone que el poder explicito contiene tres
grandes confusiones en la interpretación de la sociedad. La primera es que no puede
entenderse el poder explicito como el aparato Estatal, el poder explicito puede ser
ejercido por las sociedades mediante otras figuras aun cuando se carece de Estado. La
segunda dimensión del poder explicito alude a la confusión de lo político, pues es
imposible tratar de llevar el concepto de lo político a todas las instituciones de la
sociedad, pues es imposible encasillar todas las instituciones sociales en un concepto de
lo político. La tercera consiste en la atribución de la creación de lo político a la sociedad
griega.
Con relación a este último punto el autor expone que se ciñe a la idea de autonomía, pues
la creación por los griegos de la política y la filosofía es la primera aparición histórica del
proyecto de autonomía colectiva e individual. Es decir, que si los griegos querían ser libre
debían establecer sus propias reglas y regirse a sí mismos y eso conllevaba al que pensar,
como respuesta a otras sociedades.