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La guerra de Vietnam (Vietnam War en inglés, Chiến tranh Việt Nam en vietnamita),27

llamada también segunda guerra de Indochina,28 fue un conflicto bélico librado


entre 1955 y 1975 para impedir la reunificación de Vietnam bajo un gobierno socialista o
comunista. En esta guerra participó la República de Vietnam (Vietnam del Sur), la cual estaba
en contra de los comunistas, con el apoyo de los Estados Unidos y otras naciones aliadas de
los Estados Unidos contra la guerrilla local del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Viet
Cong) y el Ejército de la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte), respaldados
por China y la Unión Soviética. Se calcula que murieron en total entre 3,8 y 5,7 millones de
personas.nota 2 Estados Unidos contabilizó 58 159 bajas y más de 1700 desaparecidos,
constituyendo la contienda más larga de dicho país hasta la guerra civil de Afganistán.
El conflicto comenzó por un intento de unificar las dos Vietnam en un único gobierno de
coalición entre nacionalistas, comunistas y neutrales, según la propuesta inicial. Las acciones
de los Estados Unidos para evitar dicha reunificación, unidas a una sucesión de dictaduras
violentas, corruptas e ineficientes impuestas por los Estados Unidos, provocaron el
levantamiento en armas de varios grupos unidos bajo el autodenominado Frente de Liberación
Nacional, Viet Cong, rápidamente apoyado por la entonces Unión Soviética y la China de Mao.
Inicialmente Saigón fue perdiendo terreno.
Con la entrada masiva de los Estados Unidos se recuperó parte de lo perdido. Pero, tras los
sucesos de 1968, empezó la retirada progresiva de las tropas estadounidenses y la firma de
los Acuerdos de Paz de París en 1973, tras los cuales Vietnam del Sur luchó solo contra el
Ejército de la República Democrática de Vietnam hasta su propia derrota final y la
consiguiente reunificación del país el 2 de julio de 1976 como la República Socialista de
Vietnam. Las tres primeras etapas se distinguieron por transcurrir sin la formación de las
tradicionales líneas de frente, donde proliferaron acciones terroristas y la guerra de guerrillas,
frente a las misiones de «búsqueda y destrucción», el uso de bombardeos masivos y el
empleo extensivo de armas químicas por parte de los Estados Unidos. La última fase fue una
guerra convencional. Pero el fin de la contienda solo resultó una pausa en los enfrentamientos
de Indochina. Después se producirían las invasiones de Camboya y Laos por Vietnam y de
este por China. Por el contrario, Estados Unidos vivió un repliegue de la política exterior.
La cobertura realizada por los medios de comunicación fue permanente, estando considerado
como el primer conflicto televisado de la historia. Esto permitió la denuncia de las frecuentes
violaciones y abusos contra los derechos humanos cometidos por los dos bandos. Sin
embargo, se discute si dicha cobertura constituyó la causa principal de la creciente oposición
por parte de la opinión pública occidental hacia la intervención estadounidense.
Esta oposición y el hecho de ser la única derrota militar de los Estados Unidos en el siglo XX,
creó un sentimiento de mala conciencia en el pueblo estadounidense ante una guerra
considerada injusta, el llamado síndrome de Vietnam. El síndrome dio paso a un movimiento
pacifista y se prolongó hasta los años 1980, durante el mandato de Ronald Reagan.30 La
guerra de Vietnam se convirtió en un icono, perdurado en la actualidad, de los grupos sociales
y partidos de izquierda en gran parte del mundo.
POLITICA
La República Socialista de Vietnam es gobernada a través de un sistema altamente
centralizado dominado por el Partido Comunista de Vietnam (Đảng Cộng Sản Việt Nam), el
cual era conocido anteriormente como el Partido de los Trabajadores de Vietnam. El gobierno
es independiente del partido. [cita requerida]

Relaciones exteriores[editar]
La República Socialista de Vietnam aplica una política exterior independiente, soberana, de
amistad, de diversificación y multilateralización de las relaciones internacionales, de
integración internacional con la directriz de que Vietnam está dispuesto a ser amigo y socio
fiable de todos los países de la comunidad mundial en el esfuerzo común por la paz, la
independencia y el desarrollo (léase manifiesto gubernamental).

 En Colombia la construcción de hidroeléctricas, como Hidroituango y El Quimbo,


ha estado rodeada de gran controversia por los perjuicios ambientales y sociales
que pueden generar. Solo en El Quimbo más de 11 000 hectáreas de bosque seco
fueron afectadas.
 En algunas ocasiones los bosques asociados a los proyectos hidroeléctricos
pueden recuperarse e incluso incrementar su extensión. Ese, por ejemplo, ha sido
el caso de Hidromiel en el departamento de Caldas.

Las hidroeléctricas son una de las más importantes fuentes generadoras de


energía, pero a la vez representan uno de tantos factores de pérdida de la
biodiversidad en el mundo. Los bosques en Colombia no se escapan de esta
situación y se encuentran en medio de esta disyuntiva.

Por años las hidroeléctricas han sido consideradas como sinónimo de


desarrollo. Colombia, gracias a su topografía, pluviosidad y recurso hídrico
cuenta con un potencial excepcionalmente alto para desarrollar este tipo de
macroproyectos de ingeniería. Y en efecto, no se puede negar que la
generación eléctrica del país depende, casi en un 70 %, de ellas.

Son múltiples las razones que hacen que este tipo de obras sean consideradas
como una opción atractiva para la generación de energía: su operación es más
económica que las termoeléctricas, su construcción es menos costosa que las
plantas nucleares, pueden proveer energía a gran escala y tienen el potencial
de generar bajas emisiones de gases contaminantes que contribuyen al efecto
invernadero. Todas estas son razones suficientes que han considerado los
tomadores de decisiones a nivel estatal para que en varias regiones del país se
hayan levantado, sobre importantes afluentes, centrales hidroeléctricas como
Guavio, Urrá, Salvajina, Chivor, Calima, Alto Chicamocha, Hidromiel,
Hidrosogamoso, Peñol-Guatapé, Ituango, San Carlos, Betania, El Quimbo,
entre otras, que suman 33 en el caso colombiano. Según la Asociación
Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen) actualmente la
capacidad de producción del país ronda los 19 000 megavatios y el propósito
nacional es garantizar el suministro energético necesario para el desarrollo de
Colombia.

Precisamente, en aras de garantizar esa seguridad energética, hoy se


desarrolla uno de los más grandes proyectos hidroeléctricos del país:
Hidroituango. Esta hidroeléctrica ubicada en el valle del río Cauca a su paso
por un puñado de municipios en el departamento de Antioquia en el
noroccidente de Colombia, promete ser la más importante ya que generaría el
17 % de la energía del país.
Sin embargo, como lo evidencia el desastre que actualmente la rodea, la
construcción y el mantenimiento de hidroeléctricas representan un innegable
costo económico, social y ambiental, en particular para la población más
desprotegida de la sociedad, tal como lo ha manifestado Mongabay Latam en
dos artículos recientes: Colombia: La muerte de Hugo y Luis, dos líderes que
se enfrentaban a Hidroituango e Hidroituango: la angustia y la incertidumbre
persisten en Colombia.

Hidroituango, en el departamento de Antioquia, sigue en alerta máxima. La obra está en riesgo y


con ella más de 130 000 persoans que podrían perderlo todo si la represa falla y el río Cauca
inunda sus comunidades. Foto: EPM

Para Germán Andrade, investigador de la Universidad de Los Andes, aparte


del beneficio que conllevan las hidroeléctricas para el desarrollo del país, estas
indistintamente generan efectos sobre la biodiversidad. «Y los bosques no
están ajenos a esta afectación».

Lee más | Colombia: los impactos ambientales que dejan las nuevas decisiones de
Hidroituango

Bosques e hidroeléctricas

De acuerdo con un estudio realizado por la Unión Internacional para la


Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Programa Ambiental de las
Naciones Unidas (UNEP) las represas tienen un importante impacto sobre la
biodiversidad. Está reportado que afectan la dinámica de las poblaciones
naturales, la pérdida de bosques e incluso pueden favorecer la aparición de
enfermedades infecciosas.

Si bien es cierto que la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME),


entidad que planea de manera integral el desarrollo minero energético en
Colombia, en su Guía Ambiental para Proyectos de Distribución Eléctrica, hace
énfasis en tener especial cuidado con afectación de bosques riparios —
ubicados en zonas aledañas a cursos de agua— y la fragmentación de
ecosistemas; esto no implica que los bosques en Colombia, ni en ninguna
parte del mundo, no vayan a ser afectados por la construcción de
hidroeléctricas.

Es más, según investigadores brasileros, los estudios de factibilidad de este


tipo de proyectos por lo general ignoran el efecto de la deforestación o asumen
que la misma tendrá un efecto positivo sobre la descarga de agua y en la
generación de energía. Precisamente, en Brasil se ha concluido que las
hidroeléctricas pueden ser motores de deforestación en zonas distantes de
este tipo de proyectos, puesto que los ganaderos y agricultores desplazados
por la construcción de esta infraestructura se ven abocados a tumbar bosque
para buscar su asentamiento y medio productivo.

No hay que desconocer que la puesta en marcha de estas grandes obras


implica también la construcción de vías y sus consecuentes efectos
negativos sobre la cobertura vegetal. De hecho, para José Manuel Ochoa,
coordinador del Programa Evaluación y Monitoreo del Instituto Alexander von
Humboldt, “las carreteras son una de las principales causas asociadas a la
deforestación”.

La hidroléctrica de Sogamoso, en el departamento de Santander, también es una gran obra


entregada recientemente. La temporada de lluvias de este año obligó a abrir compuertas, lo que
afectó la pesca aguas abajo. Foto: Isagen.

Dentro de la afectación ambiental generada por el llenado de los embalses de


las hidroeléctricas no se debe dejar pasar por alto la eventual eutrofización del
agua —proceso de alteración de un cuerpo hídrico, causado por una excesiva
acumulación de nutrientes que se manifiestan mediante cambios en la flora,
fauna y en la composición química del agua— y la deforestación que implica.
Esto, por ejemplo, es lo que se ha considerado para la hidroeléctrica de El
Quimbo, proyecto localizado al sur del departamento del Huila entre las
cordilleras Central y Oriental, sobre la cuenca alta del río Magdalena, en
jurisdicción de los municipios de Tesalia, Paicol, Garzón, Gigante, El Algrado y
Altamira.

De acuerdo con Alfredo Ramos, investigador de la Universidad Pedagógica y


Tecnológica de Colombia, como consecuencia de la deforestación del 22,4 %
de la biomasa en el área de inundación de El Quimbo, “se requiere la
implementación de sistemas de depuración de aguas residuales para que los
elevados niveles de fósforo no afecten a las comunidades y a la biota
asociadas a este proyecto hidroeléctrico”.

Para el ingeniero Juan José Mariño, de la empresa Ingetec —una de las firmas
de ingeniería más grandes del país con experiencia en el diseño de
hidroeléctricas—, “el deterioro ambiental reciente de Colombia se explica,
principalmente, por un fuerte incremento demográfico y económico en
condiciones de bajísimo control estatal. La construcción de obras de
infraestructura ha contribuido significativamente a este deterioro”.
Todos estos efectos directos e indirectos sobre la conservación de bosques
deben ser considerados a la hora de iniciar un proyecto de esta envergadura.
Máximo cuando el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales
(IDEAM) ha estimado que en los últimos 25 años se han perdido casi 6
millones de hectáreas de bosque, particularmente en el norte de la cordillera de
los Andes, la región Caribe y la Amazonía. El Instituto Humboldt también ha
calculado, además, que en el país solo queda el 8 % de los 9 millones de
hectáreas de bosque seco tropical estimadas en los años 80.

De hecho, este último tipo de ecosistema fue el afectado por la construcción de


la hidroeléctrica de El Quimbo, lo que ha llevado a que EMGESA —empresa
operadora de este proyecto— se encuentre actualmente en el proceso de
restaurar más de 11 000 hectáreas de bosque seco afectadas por la
construcción y llenado del embalse de gran obra. También debe compensar a
la comunidad afectada por este megaproyecto de infraestructura.

Esta es la hidroléctrica de El Quimbo, en el departamento del Huila, cuando estaba en etapa de


construcción. La obra ha sido duramente cuestionada por no haber recogido la biomasa antes del
llenado del embalse. Foto: Emgesa.

Y es que la conservación de los bosques asociados a las hidroeléctricas es


algo mandatorio para las empresas, ya que de estos depende la generación de
energía. «Está comprobado que la pérdida de la cobertura boscosa puede
reducir la descarga de los ríos e inhibir el régimen de lluvias en la zona». Es
decir, la eficiencia de estas generadoras de energía depende de la integridad
de los bosques, tal como lo indica el estudio de investigadores brasileros citado
anteriormente.

Lo señalado es de particular importancia para el caso colombiano, ya que el


panorama de los bosques en Colombia no es el mejor y la UPME tiene dentro
de sus planes a futuro la construcción de más hidroeléctricas.

Lee más | Hidroituango: la angustia y la incertidumbre persisten en


Colombia

La transformación de un ecosistema
No obstante los enormes impactos que han sido identificados y
documentados, las hidroeléctricas también pueden traer beneficios
ambientales. Las represas, a pesar de la afectación que generan a los
sistemas ecológicos y a la biodiversidad acuática, representan recursos
ambientales nuevos que permiten el suministro de energía limpia y una oferta
de recursos y hábitat para la vida silvestre.

En un estudio liderado por el profesor Germán Andrade, en el que participaron


investigadores de la Fundación Humedales, el Jardín Botánico de Medellín e
Isagen —empresa de generación y comercialización de energía—, se sostiene
que en la represa de Hidromiel (departamento de Caldas) en los últimos veinte
años se observó un cambio importante de la cobertura vegetal en el área de
influencia de este proyecto hidroeléctrico. “El desarrollo de vegetación
secundaria de tipo arbórea es total dentro de los predios adquiridos y parcial en
su área colindante. La cobertura boscosa pasó de 188 hectáreas (6 %) a
2527,3 hectáreas (89,5 %)”, concluye el estudio.

En Hidromiel los cambios más notorios se refieren al paso de zonas abiertas o


de rastrojos bajos a bosques secundarios. El estudio en mención, realizado
entre 1991 y 2011, además del cambio en la superficie de las coberturas
evidenció una modificación en el patrón espacial de los ecosistemas, con una
disminución del número de fragmentos y de clases de tamaño. “En general
para todas las especies amenazadas se presentó un cambio positivo en la
calidad y extensión de su hábitat, que podría ser sustancial para la
supervivencia local de al menos tres de las cuatro especies de aves
amenazadas”, destaca el estudio.

Bosque nativo alrededor de Hidromiel en el departamento de Caldas. Foto: Guillermo Rico.

En este caso puntual se logró demostrar que a pesar de los impactos no


mitigables de los proyectos hidroeléctricos —y que son innegables—, su
eventual contribución a la conservación de bosques y poblaciones naturales no
debe verse con desdén. Al contrario, esto también debe considerarse a la hora
del otorgamiento de las licencias ambientales y de promover, dentro de los
constructores y operadores de hidroeléctricas, una eficiente gestión
empresarial de la biodiversidad.

Es indudable que la construcción de represas es clave para el


aprovechamiento energético de los ríos, así como para atender las demandas
de agua en zonas donde la oferta natural en época seca es insuficiente. Sin
embargo, para el ingeniero Mariño de Ingetec, “en numerosos casos su
construcción no ha generado los beneficios y la rentabilidad esperados y, por el
contrario, ha causado el desplazamiento y empobrecimiento de numerosas
personas, el daño de importantes ecosistemas, la afectación de la vida y
productividad acuática y una inequitativa distribución de sus costos y
beneficios”.

Luego, al igual que sucede con muchos debates relacionados con


conservación y desarrollo, en relación con el efecto que tienen las
hidroeléctricas sobre la cobertura boscosa, es preciso no generalizar.
“Desafortunadamente la polémica sobre los embalses, al igual que las
discusiones sobre la realidad del calentamiento global del planeta, ha sido
manipulada por intereses no declarados que, en algunos casos se
beneficiarían si no se desarrolla el potencial hidroeléctrico y en otros, si por el
contrario, se mantienen dudas sobre los efectos del fenómeno de
calentamiento global”, sostiene Mariño.

Ituango es un municipio situado en el norte del departamento de Antioquia y allí


desde hace siete años se está elaborando el proyecto hidroeléctrico hasta ahora
más grande e importante de Colombia, la obra que le proveerá un 17% de energía
al país.
Será la hidroeléctrica más grande de la nación y se diferenciará de otras porque
será capaz de generar para el año 2022 al menos 2.400 megavatios; en cambio
los otros proyectos hidroeléctricos liderados por EPM generan juntos 2.574
megavatios; por tal motivo se considera un megaproyecto.
Hasta el momento le han invertido 6 billones de pesos y para su construcción se
han utilizado aproximadamente 3.500 hectáreas. Esta avanza en un 68% y EPM,
gestor del proyecto que cuesta 11,4 billones de pesos, estima que según el
cronograma del proyecto se estima que para noviembre de 2018 se comiencen a
generar los primeros 300 megavatios de los 2.400 que producirá en 2021 cuando
esté listo en su totalidad.
Después de siete años de haber empezado la construcción de la hidroeléctrica y a
un año y medio de entregarlo completamente terminado y empezar sus funciones.
El proyecto ha tenido unos grandes impactos ambientales y sociales que los socios
y dueños de la megaobra han tratado de contrarrestar con proyectos, ayudas,
mejoras y bonificaciones a los afectados.
Como es de esperarse, por ser una obra que abarca gran parte del río Cauca,
Hidroituango trae también grandes impactos, por esto en el año 2013 un grupo de
aproximadamente 350 a 400 desplazados de las zonas veredales de los municipios
afectados, se dirigieron al coliseo de la Universidad de Antioquia buscando
soluciones a sus problemas y que EPM les escuchara sus requerimientos.
A principios de 2017, EPM con la ayuda de los socios de Hidroituango empezaron a
desarrollar proyectos con el propósito de retribuir ambientalmente los municipios
afectados. Desde que se comenzó la construcción de la hidroeléctrica, poco a poco
se han indemnizado a las familias afectadas; sin embargo, un movimiento llamado
Ríos Vivos, defensores de los derechos humanos y ambientales de los municipios
afectados, hace algunas denuncias en cuanto a despojos, inundaciones y
desplazamientos.
Impacto Social
Isabel Zuleta, vocera regional del movimiento Ríos Vivos, cuenta que la empresa
Hidroituango hizo un censo donde se contaron aproximadamente 1.200 personas
afectadas, algo que, según ella no es cierto, ya que el censo se hizo en la parte
central del río y no en las zonas más alejadas y de difícil acceso. Zuleta aclaró que
“El cañón es muy grande y por esto afecta las zonas alejadas, que son playas
alrededor del río. Son personas que no tienen comunicación, que no hay manera
de enterarse de nada, entonces nunca se dieron cuenta de que estaban haciendo
un censo, y la empresa alega que hicieron el censo y que ellos no estaban”
Las familias que llegaron a la Universidad de Antioquia en el año 2013 son las que
no fueron censadas y posteriormente desalojadas de sus predios “Ellos llegaron a
Medellín por desalojo, llegó el ESMAD y los sacó. Les quemaron las casas, les
dañaron herramientas y los sacaron por la fuerza. Los responsables expresan que
los afectados dicen mentiras, que ellos respetan los derechos humanos. Así sea
muy evidente, haya fotos y videos ellos siempre van a salir a decir que es
mentiras” declaró la vocera de Ríos Vivos.
Por otro lado, el gerente del proyecto Hidroituango, José Gustavo Jiménez,
desmiente dichas denuncias “Falso, completamente falso, los que estaban en la
Universidad de Antioquia no son del proyecto, la mayoría de la gente vivía en
Medellín. Se hizo un censo donde muchos de ellos vivían hacía mucho tiempo en
Medellín, estaban en el Sisbén en Medellín, votaban en la ciudad, hay gente que
viene utilizando estos proyectos para llevar gente que no tiene nada que ver con
los proyectos y hacerlos pasar como afectados” Aclaró el funcionario público.
El comunicador que atiende Hidroituango con EPM, Elkin Hernández, habla de que
el proyecto genera unos impactos pero que se están tratando de la manera más
responsable posible “Las ventajas que nosotros vemos en esos impactos son la
atención, la manera como los estamos atendiendo. El proyecto no solo los está
atendiendo de manera responsable, los está atendiendo de manera distinta. Se ha
buscado que el proyecto se convierta en una oportunidad para el territorio, una
forma de transformar el territorio” comenta Hernández.
Impacto Ambiental
EPM se unió con varias entidades ambientales entre ellas empresas y
universidades, que empezaron a hacer estudios de varios tipos, entre ellos un
estudio del Río Cauca, para saber que tanto se iba a impactar y estudios de fauna
y flora para que las empresas responsables recuperen, compensen y restauren el
territorio afectado.
El proyecto ha afectado cerca de 3.500 hectáreas y el marco legal y la ANLA hace
multiplicar a la empresa responsable por 5 las hectáreas utilizadas. Para
compensar esas 3.500, EPM empezó la tarea de restauración de 17.000 hectáreas.
14.000 de bosque seco y 3.000 de bosque húmedo, que es el ecosistema que hay
en este momento en la región.
De igual manera, Isabel Zuleta, denuncia vertederos de escombros al Río Cauca
“El año pasado se logró suspender una parte de la obra muy grande, por una
denuncia ambiental que hicimos porque ellos estaban tirando los escombros al río
y eso mató muchos peces e hizo un daño grande en la parte baja del río.
Recibieron una sanción por parte de la ANLA y disimularon, sacaron un poquito de
escombros y a los días recibieron la licencia como si no hubiera pasado nada”
Acusa la líder.
El movimiento Ríos Vivos también le atribuye el crecimiento de afluentes y
desbordamientos del Río Cauca a EPM que causa miles de familias damnificadas y
la muerte de varias personas en Antioquia.
Gustavo Jiménez, el gerente, también desmiente las denuncias ambientales y la
irresponsabilidad del manejo ambiental con el proyecto y considera que
“tampoco es cierto, el río por el proyecto no se inunda, el río tiene su cauce y su
desviación y antes de la presa no pasó nada y después tampoco. El río tiene un
cauce normal después de la desviación”
En un reporte oficial de EPM, hasta el momento se han invertido 1.8 billones de
pesos en materia social y ambiental que se le deja a estos 12 municipios
impactados y cuando empiece a operar el proyecto, los afectados tienen derecho a
unas transferencias por ley, la empresa les tiene que entregar el 3% de las
utilidades y darles recursos a esos municipios.
Desplazados
El pasado 27 de marzo del año 2013, aproximadamente 350 a 400 campesinos se
desplazaron a Medellín en busca de que la Gobernación, EPM y demás socios del
proyecto les escuchara sus denuncias y requerimientos. Se ubicaron por un lapso
de ocho meses en la Universidad de Antioquia, y después de esto se devolvieron a
sus tierras en busca de otro lugar para vivir y otras opciones de vida.
María Eugenia Gómez fue una de estas desplazadas y que también fue víctima de
la violencia. Es barequera junto a su esposo hace 16 años aproximadamente,
primero se dedicaban a la pesca totalmente, pero desde que desviaron el río, la
pesca se murió “Primero pescábamos y hacíamos sancochada de pescado en la
orilla del río, hoy en día no se coge nada “. Ahora la opción de esta familia es
coger oro, pero asegura que lo tiene que vender muy barato y no le alcanza para
la manutención de su familia.
En cuanto a las ayudas y censos que dice EPM haber hecho con las empresas
aliadas, no ha recibido ni ayudas ni censos “Siempre nos dicen que no tememos
derechos de nada que somos invasores y perturbadores.” aclara la desplazada
A esto, el gerente del proyecto responde “Es necesario reconocer, seguramente
pudo haber algunas injusticias, pero el proyecto ha sido muy condescendiente con
la comunidad. Hay una remuneración que está estimada con los ministerios y las
autoridades, y a todos los afectados se les ha compensado mucho más de lo que
realmente esperaban, el problema es que ahora llega mucha más gente diciendo
que no lo compensan y que son afectados” concluye el funcionario
EPM es una empresa que ha construido varias centrales hidroeléctricas, muchos
proyectos de generación de energía, sin contar con los grandes proyectos en
Medellín y en los departamentos del país. Entonces se debe considerar que ya
tienen un recorrido para decir que tienen una experiencia suficiente para atender
de manera responsable los diferentes impactos que crean sus proyectos.

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