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Muchas veces, al acudir al psicólogo no tenemos claro a qué hacen referencia algunos
conceptos importantes de los que se trabajan en la terapia. Un ejemplo de ello puede ser,
por qué muchos de los psicólogos hacen de la conducta humana su objeto de estudio y
del análisis de la misma parte central de su intervención.
La conducta en realidad no es sólo lo que hacemos, sino que también es lo que pensamos
y sentimos. De hecho, no es posible la ausencia de conducta, ya que en todo momento las
personas de una u otra manera nos estamos comportando de alguna forma. Por ejemplo,
una persona que está callada puede estar observando, pensando, contando mentalmente,
etc., por lo que nunca se está “haciendo nada”. Realmente la conducta lo engloba
todo (lo físico-motor, lo emocional y lo cognitivo) y nos permite actuar sobre ella, ya
que es una realidad tangible y accesible.
La importancia que se le da a la conducta en el tratamiento psicológico se debe a que el
comportamiento y su análisis nos aportan muchísima información sobre la persona y su
situación y nos permiten actuar sobre sus factores desencadenantes (estímulos), la
conducta en sí misma y sus consecuentes, es decir, aquello que probabiliza que esa
conducta se emita de nuevo o deje de emitirse.
La conducta puede ser manifiesta/observable (la acción física-motora, o reacciones
fisiológicas como por ejemplo palpitaciones, sudoración,…) o encubierta (pensamientos
o emociones, como la preocupación, la alegría… son observables por la propia persona)
pero como decíamos anteriormente, ambas formas son conducta.
Cambios en la personalidad
y el comportamiento
Por Caroline Carney , MD, MSc, Chief Medical Officer, Magellan
Healthcare
Estas categorías no son trastornos. Solo es una forma en la que los médicos
organizan diferentes tipos de pensamiento, discurso y conducta anormales.
La persona afectada puede presentar más de un tipo de cambio. Por ejemplo, los
sujetos con confusión debido a la enfermedad de Alzheimer a veces se
deprimen, y las personas con delirio pueden tener un lenguaje desorganizado o
alucinaciones.
Los delirios son creencias falsas fijas que las personas tienen a pesar de la
evidencia en contra de esas creencias. Algunos delirios se basan en una
interpretación errónea de las percepciones y experiencia reales. Por ejemplo, la
persona con delirios puede sentirse perseguida, pensando que alguien le sigue
en la calle o que un accidente común es un sabotaje intencionado. En otros
casos, se piensa que las letras de las canciones o los artículos de prensa
contienen mensajes que se refieren concretamente a ellos. Algunas creencias
parecen más plausibles y pueden ser difíciles de identificar como delirios, ya que
podrían producirse o se han producido en la vida real. Por ejemplo, en algún
caso un sujeto puede ser seguido por un investigador o su trabajo ha sido
saboteado por sus compañeros. En estos casos, la creencia puede ser
interpretada como un delirio por la gran convicción de la persona afectada a
pesar de las evidencias en su contra. Otros delirios son más fáciles de
identificar. Por ejemplo, en los delirios religiosos o grandiosos, la persona puede
creer que es Jesucristo o el presidente del país. Algunas ideas delirantes son
bastante extrañas. Por ejemplo, el sujeto puede pensar que sus órganos han sido
sustituidos por piezas mecánicas o que su cabeza contiene una radio que recibe
mensajes del gobierno.
El discurso desorganizado se refiere a que las palabras no contienen las
conexiones lógicas esperadas entre los pensamientos o entre preguntas y
respuestas. Por ejemplo, la persona afectada puede saltar de un tema a otro sin
haber terminado un pensamiento. Los temas pueden estar ligeramente
relacionados o ser totalmente inconexos. En otros casos, se responde a
preguntas sencillas con respuestas largas y farragosas, llenas de detalles
irrelevantes. Las respuestas pueden ser ilógicas o completamente incoherentes.
No se considera un lenguaje desorganizado cuando las equivocaciones son
ocasionales o cuando la persona es evasiva, grosera o sarcástica de forma
intencionada.
Las alucinaciones se refiere a oír, ver, oler, saborear o sentir cosas que no
están allí. Es decir, se perciben cosas, aparentemente a través de los sentidos,
que no son causadas por un estímulo externo. Puede involucrar a cualquier
órgano de los sentidos. Las alucinaciones más comunes incluyen escuchar cosas
(alucinaciones auditivas), normalmente voces. Las voces a menudo hacen
comentarios despectivos acerca de la persona que las escucha o le ordenan que
haga algo. No todas las alucinaciones están producidas por un trastorno mental.
Algunos tipos de alucinaciones es más probable que estén causadas por un
trastorno neurológico. Por ejemplo, antes de que ocurra un ataque epiléptico, el
paciente puede oler algo cuando no existe realmente ese olor (alucinación
olfativa).
Causas
Aunque la gente en ocasiones asume que los cambios en la personalidad, el pensamiento o
la conducta se deben a un trastorno mental, hay muchas posibles causas. En definitiva,
todas las causas implican al cerebro, pero es útil dividirlas en cuatro categorías:
De todas ellas, los fármacos constituyen la causa más común en general, seguidos de los
trastornos mentales.
Trastorno bipolar
Depresión
Esquizofrenia
Estrés postraumático
Enfermedad de Alzheimer
Infecciones cerebrales como la meningitis, la encefalitis, y el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH) que afecta al cerebro (encefalopatía asociada al
VIH)
Tumores cerebrales
Traumatismos craneoencefálicos, como la conmoción cerebral y el síndrome
posconmocional (ver Conmoción cerebral)
Esclerosis múltiple
Enfermedad de Parkinson
Trastornos convulsivos
Accidente cerebrovascular
Insuficiencia renal
Insuficiencia hepática
Niveles bajos de azúcar en sangre (hipoglucemia)
Lupus eritematoso sistémico (lupus)
Trastornos del tiroides: glándula tiroidea poco activa (hipotiroidismo) o hiperactiva
(hipertiroidismo)
Evaluación
Durante la valoración inicial, el médico trata de determinar si los síntomas se deben a un
trastorno mental o físico.
La siguiente información puede ser útil para saber cuando es necesaria la evaluación de un
médico y saber qué esperar durante ésta.
Signos de alarma
En los casos de personas con cambios en la personalidad o el comportamiento, ciertos
síntomas y características son motivo de preocupación. Entre estos factores se incluyen los
siguientes:
Cuando se está en tratamiento con fármacos para la diabetes, se debe realizar una punción
en el dedo para comprobar el nivel de azúcar en sangre. Para ello se pincha el dedo para
obtener una pequeña muestra de sangre. Si no se puede hacer esta prueba o si el nivel de
azúcar en sangre es bajo, se debe trasladar de inmediato al hospital a la persona afectada.
Cuando no hay signos de alarma debe verse a un médico en un día o dos si el cambio de
personalidad o comportamiento es reciente. Si el cambio se produjo gradualmente a lo
largo de un periodo de tiempo, se debe ver a un médico tan pronto como sea práctico,
aunque un retraso de alrededor de una semana no es perjudicial.
También pregunta por otros síntomas que puedan sugerir una causa, como:
Fiebre (que podría estar en relación con una infección, abstinencia de alcohol o el
uso de anfetaminas o cocaína a dosis altas)
Aumento de la frecuencia cardíaca
Confusión mental o delirio
Anomalías durante el examen neurológico
La confusión y el delirio es más probable que sean el resultado de un trastorno físico. Las
personas con trastornos mentales en raras ocasiones presentan confusión o delirio. Sin
embargo, muchos trastornos físicos que causan cambios en el comportamiento no causan
confusión o delirio, pero a menudo causan otros síntomas que pueden parecer un trastorno
mental.
El médico flexiona el cuello del paciente hacia adelante. Si es difícil o doloroso hacerlo, la
causa podría ser una meningitis. También realiza una exploración en busca de edemas en
las piernas y el abdomen, lo que podría ser debido a una insuficiencia renal o hepática. Si la
piel o las escleróticas (la parte blanca de los ojos) adquieren una coloración amarilla, la
causa podría ser una insuficiencia hepática.
Síntomas tardíos:
Episodios de manía:
Euforia o irritabilidad
Grandiosidad
Locuacidad
Pensamientos acelerados, fuga
de ideas (saltar de una idea a
otra)
A veces alucinaciones o delirios
de persecución
Episodios de depresión:
Lentitud
Tristeza, desesperación y
estado de ánimo pesimista
Pérdida de interés por los
placeres habituales
Falta de energía
Dificultad para dormir
Pensamientos de muerte o
suicidio
A veces paranoia
Aumento de la frecuencia
cardíaca
A veces, fiebre
Pruebas complementarias
Por lo general, se coloca un sensor en el dedo del paciente para medir el nivel de oxígeno en
sangre (lo que se denomina pulsioximetría). También se determinan los niveles de azúcar
en sangre (glucosa) y los niveles en sangre de cualquier anticonvulsivo que se esté tomando.
Para la mayoría de las personas en los que se sabe que sufren un trastorno mental, no es
necesario realizar más pruebas complementarias si los únicos síntomas consisten en un
empeoramiento de sus síntomas típicos, si están despiertos y alerta, y si los resultados de la
exploración son normales. Para el resto de los casos, generalmente se realizan pruebas
complementarias adicionales.
Algunos médicos hacen rutinariamente análisis de sangre para medir los electrólitos y para
evaluar la función renal.
Tratamiento
Cuando es posible, se tratan los trastornos subyacentes. Cualquiera que sea la causa,
aquellas personas que constituyen un peligro para ellas mismas o para otras necesitan ser
hospitalizadas y tratadas tanto si quieren como si no. En muchos Estados (de Estados
Unidos) se requiere que estas decisiones sean tomadas por una persona designada
específicamente para que decida sobre la atención sanitaria en personas con enfermedades
mentales (ver Representante para cuidados médicos). Si dicha persona no ha nombrado a
un tutor, el médico puede ponerse en contacto con los familiares, o el juzgado puede
designar a un tutor de emergencia. Las personas que no son peligrosas para ellas mismas u
otras pueden negarse a la evaluación y al tratamiento, a pesar de las dificultades que su
negativa podría crear para ellas mismas y su familia.