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El presente artículo trata de escenificar tres conceptos: desafinado, amotriz y arrítmico. Que
en el escenario del quehacer artístico, parecen distantes de lo que es propio en las artes, más
cuando se tiene la idea clásica de que los antónimos de estos son necesidades para la
realización de productos que sean afines a la idea de belleza, propia en la historia de la
humanidad hasta finales del siglo XIX, desconociendo particularidades del sujeto en cuanto
a las diversas maneras de entender el mundo y las diferentes manifestaciones culturales de
los pueblos, que imposibilitan instalar formas del pensamiento que trascienden lo común, a
devenires que radican su importancia en lo diferente, en lo contrario, en lo anormal, dando
cabida, así, a replantear convenciones sobre las que se ha cimentado la práctica y enseñanza
de las artes, que abren puertas a la experimentación y al reconocimiento de los saberes
populares para entender los cuerpos como multiplicidad que no radica su existencia en el
sentido común. Así, lo arrítmico, lo amotriz y lo desafinado, dan paso a otro lugar para la
reflexión entendida desde lo diferente: cada ser tiene su propio ritmo, su propia forma de
percibir la luz y la sombra, de crear imágenes mentales y de plasmarlas en una realidad
visible, de ver y sentir el color, de caminar, de hablar. Es creer que, desde la diferencia,
todo ser humano puede ser artista.
Palabras clave
Belleza, manifestaciones culturales, enseñanza, experimentación, sentido.
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Licenciado en Educación, Énfasis Educación Artística y Cultural: Música. Universidad de Antioquia. -
Magíster en Artes. Universidad de Antioquia. -Docente de planta Escuela Superior Tecnológica de Artes
Débora Arango. Correo: eacastro@deboraarango.edu.co.
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Maestro en Artes Plásticas Universidad Nacional. Docente de cátedra Prácticas visuales Escuela Superior
Tecnológica de Artes Débora Arango. Correo: gustoja@deboraarango.edu.co
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Docente de cátedra prácticas escénicas Escuela Superior Tecnológica de Artes Débora Arango. Correo:
jmesa@deboraarango.edu.co.
Planteamientos
En sus investigaciones sobre el arte y su historia, Gilles Deleuze (1970) posibilita
un acercamiento exegético de las manifestaciones artísticas producidas por la humanidad,
que de alguna manera, permiten convalidar las nuevas preocupaciones del quehacer
contemporáneo del arte. Respecto a la lógica del sentido, declara que
el buen sentido no podría asignar ningún principio ni ningún fin, ninguna dirección, no
podría distribuir ninguna diversidad, si no se superara hacia una instancia capaz de
remitir esta diversidad a la forma de identidad de un sujeto, a la forma de permanencia
de un objeto o de un mundo, que se supone presente del principio al fin. Inversamente,
esta forma de identidad en el sentido común quedaría vacía si no se superase hacia una
instancia capaz de determinarla mediante tal o cual diversidad, que comienza aquí y
acaba allí, y de la que se supone que dura todo el tiempo preciso para la igualación de
sus partes. Es necesario que la cualidad sea a la vez detenida y medida, atribuida e
identificada. En esta complementariedad del buen sentido y del sentido común, se
anuda la alianza del Yo, del mundo y de Dios: Dios como última salida de las
direcciones y principio supremo de las identidades. Por ello, la paradoja es la inversión
simultánea del buen sentido y del sentido común: por una parte, aparece como los dos
sentidos a la vez del devenir-loco, imprevisible; por otra, como el sinsentido de la
identidad perdida, irreconocible. Alicia es aquella que va siempre en los dos sentidos a
la vez: el País de las Maravillas (Wonderland) es de doble dirección siempre
subdividida. También es aquella que pierde la identidad: la suya, la de las cosas y la del
mundo (pág. 61).
Aunque el término “artes escénicas” suele abarcar más de lo que presupone, se hace
indispensable, para incluir todas las formas escénicas existentes, proponer a la luz de las
citas aquí empleadas y para economizar alcances, licencia, para hablar de ellas en forma
sinonímica, como ‘teatro’. Aclarado esto, queda por decir que, históricamente, el ’teatro’ es
arte ecléctico por excelencia, arte de concurrencias, “pirata4”de todas las manifestaciones
artísticas y por ello indefinible como tal, arte que convierte la muchedumbre en público, de
ahí su enorme fuerza paradojal.
El Teatro es un arte paradójico. O, lo que, es más: el teatro es el arte de la paradoja; a un
tiempo producción literaria y representación concreta; indefinidamente eterno (reproducible
y renovable) e instantáneo (nunca reproducible en toda su identidad); arte de la
representación, flor de un día, jamás el mismo de ayer; hecho para una sola representación.
[…] Paradoja: Arte del refinamiento textual, de la más honda poesía, abismo entre el texto,
de lectura poética siempre nueva, y la representación, de lectura inmediata. […] Paradoja:
Arte de una sola persona, el gran creador, Moliere, Shakespeare […] Pero necesitado –tanto
o más que el cine- del concurso activo, creativo, de muchas otras personas (aun sin contar
con la participación directa de los espectadores). Arte fascinante por exigir una
participación física y psíquica del comediante, participación física y psíquica del
espectador. El espectador no está nunca solo; su mirada abarca al espectáculo y a los otros
espectadores, siendo a su vez, y por ello mismo blanco de las miradas de los demás
(Montenegro, 1998).
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apropiación de tesoros encontrados.
Lehmann confirma esta apreciación cuando proclama en su estudio del teatro posdramático
que actualmente se presenta al mundo:
El siglo XX trajo consigo la idea de experiencia estética, y con ella puso en escena
los sentimientos del ser humano más cercanos a realidades sociales, percepciones del Otro
y la subjetividad misma. Las primeras manifestaciones artísticas de este periodo buscaron
autonomía respecto a las tendencias compositivas regidas por el post-romanticismo,
desligándose de conceptos que desde la empresa cultural se vendían con productos
consumibles, con obras agradables, que navegaban sobre los gustos burgueses debido a su
acercamiento académico (aún digerible).Esas rupturas de paradigmas circulan sobre la idea
Hegeliana con relación a la muerte del arte: que no es más que el devenir de un siglo
cruzado por dos guerras mundiales y una guerra fría, transformando el producir arte hacia
conceptos sociales, políticos y culturales, al reconocimiento de la diferencia, y a la
reconceptualización de la idea de lo bello.
Existen, pues, asuntos que posibilitan ver la contemporaneidad como resultado del
devenir de la misma; no se trata de negar lo que históricamente ha significado el arte, sino
de generar experiencias estéticas que puedan yuxtaponerse a las viejas y nuevas formas del
arte, sin lanzar juicios de valor, antes de la contemporaneidad. El asunto es que los medios
expresivos de una época presentan dificultades para la expresión misma, en cuanto truncan
movimientos y voces emergentes que posiblemente enriquezcan, en su contenido estético,
un hacer artístico vanguardista.
En este punto, cabe anotar otro elemento que entra a jugar en la creación: el azar,
que, en el caso de la elaboración de productos artísticos, permite “mostrar que el sentido
toma siempre los dos sentidos a la vez” (Deleuze, 1970, pág. 60), uno como el tiempo
cronológico en la elaboración de un guion, y otro que permite que el devenir intervenga la
partitura misma (Aion).Esto lleva a la implementación de otras posibilidades escritas en las
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Movimiento artístico iniciado en Italia en 1909 por el poeta Filippo TomasoMarinetii (1876-1944).
que se detonen indeterminaciones sonoras, corporales y visuales, dando cabida a lo
desconocido, al encuentro y al desencuentro.
[…] en esta nueva música nada sucede excepto sonidos: los que están sobre el
pentagrama y los que no. Los que no están aparecen en la música escrita como
silencios, abriendo así las puertas de la música a los sonidos del ambiente. Esta
apertura existe en los campos de la escultura y la arquitectura modernas […] El espacio
y el tiempo vacío no existen. Siempre hay algo que ver, algo que oír. En realidad, por
mucho que intentemos hacer un silencio, no podemos (págs. 7-8).
Desde el lugar del “azar”, cabe señalar la importancia que para la creación trae
consigo el poder expresar devenires que se resuelven en intencionalidades compositivas; no
obstante, atendiendo al uso de conceptos y técnicas que permitan dar soporte a una obra. En
las artes plásticas, por ejemplo, Jackson Pollock concibe el azar como elemento de creación
desde permitirse la acción misma de pintar como un encuentro entre el artista y lo que de él
se puede desprender cuando la pintura pareciera escapar del cuerpo como una fuga
“Bachiana”, emanando colores que se yuxtaponen y superponen, generando tejidos con
velocidad propia que responden a un ritmo –el del artista–, asumiendo el “acto creativo”
posiblemente como un “acto ritual” que da mayor importancia al proceso gestual del cuerpo
que a la pintura que se produce –reduciendo y ampliando códigos–: más que una imagen
final en el lienzo; es un acontecimiento, dialogando quizá, con lo que para la danza
contemporánea significa posibilitar experiencias rítmicas sujetas al devenir del danzante –el
sentido común del ballet clásico se desvanece–, alejándose de criterios académicos
tradicionales sujetos a reglas, ya que la propuesta de movimientos corporales son
personales –no sujeta a ritmos–, es la motricidad del artista que, como para Pollock y la
danza contemporánea, representan una función vital más importante: la comunicación.
Los sucesos del siglo XX entonces, posibilitaron formas de cruzamiento que abren
las puertas al diálogo estético, apareciendo por ejemplo en el orden de lo urbano
manifestaciones como el punk y el rap, que no son propiamente pensados desde principios
heredados de occidente fundamentados en el ritmo, la melodía y armonía; con géneros
musicales que emulan con la voz esos ruidos en conurbación que la ciudad y la vida cuenta,
como un desgarre orgánico que se refleja en todos y cada uno de los gritos del punkero, o
en el despliegue rítmico-no-melódico del rapero que lleva a pensar en “Palabras de
Libertad”.6
En el campo de las artes visuales es necesario hacer referencia a las vanguardias que
surgen a finales del siglo XIX y XX como reacción a un orden establecido que validaba el
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“Palabras de libertad” nace en el futurismo italiano como una forma libre para el estilo de escritura y la
tipografía.
hacer artístico, propiciando nuevas formas de hacer, conceptos estéticos propios que no
requieren del reconocimiento de grupos externos para su aceptación como arte. Las
vanguardias son formadas por grupos minoritarios en los que los artistas se oponen a las
condiciones y conceptos que definían lo que era considerado arte, rompiendo,
transgrediendo y generando sus nuevas características de validación, desde su hacer
personal unido su contexto de vida.
Las vanguardias nacen como élites para realzar la autonomía del arte y le dan al
artista el poder creador de objetos de arte además él es quien elige los materiales, el tema y
los aspectos de forma color, perspectiva. Hay dos oleadas de surgimiento de las
vanguardias la primera entre 1847 y 1945 y una segunda a mediados del siglo XX.
Ese potencial humano se podría enmarcar en la habilidad de ser creativo, que, para
la producción de las artes, demanda no sólo un conocimiento de las técnicas, sino también,
un desarrollo del pensamiento con el que se buscan ideas nuevas mediante procesos de
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Filósofo, pedagogo y psicólogo estadounidense.
análisis y ensayos de producción que propendan lograr avances en la solución de los
productos. Esa creatividad diferencia las labores del arte de muchos otros quehaceres
humanos, pues involucra todas las características del ser desde el orden de lo sensorial,
cognitivo, práctico y de relación con el otro y con lo otro.
Producir o realizar algo que posea alguna relación con los términos desafinado, arrítmico y
amotriz, conllevan a hacer preguntas por el lugar que la educación ha concedido a estos
conceptos desde el orden del sentido común (afinado, rítmico y motriz) como camino para
la creación, y no desde –quizá–, la posibilidad de entrar en diálogo con otras maneras que el
sujeto desde su individualidad tiene de entender el mundo. Por ejemplo, conocer el ritmo
puede permitir realizar conscientemente un ejercicio que no lo posea. Ahora bien, si un
ejercicio sonoro fundamentado en lo arrítmico, es percibido por una persona que no posea
formación en el área, muy posiblemente no encuentre diferencias en los dos conceptos; por
consiguiente, el resultado para el ejecutante, tendrá un ritmo correcto y aceptado. Esto
mismo puede ocurrir con lo desafinado y lo amotriz.
Mi nombre es Beatriz y soy amotriz, soy la más feliz sin tener que ser actriz, dicen que
tengo una deficiencia, otros dicen que no tengo conciencia, así es la ciencia, no hay
evidencia, ni inteligencia.
Siendo amotriz no controlo en movimiento solo me dejo llevar por el viento.
Siendo amotriz no coordino y doy mal las direcciones
del camino.
Siendo amotriz todos ven mi disfunción, ellos deberían
ponerme en acción, en revolución robótica y no
volverme neurótica, no creas que mi semiótica hizo
tica ticatica en mi patíca.
Y no siendo amotríz suficiente como dice la gente
también está desafinada, parece una llanta desinflada.
Y para colmo me metieron en el horno, de ahí vienen
todos mis trastornos.
Y para terminar, espero no desafinar para que no me
tengan que volver a botar.
Y para despedir espero no ser amotriz y seguir siendo
Beatriz.
Mi deficiencia motriz está intacta.
Imagen 1. Leidy Jhoana Ospina Arias. Alumna del Nivel II. Técnico profesional en producción de
objetos para las prácticas visuales.
http://adamar.org/ivepoca/node/1457
http://bancodecontenidos.mincultura.gov.co/app/Home/FichaDocumental/10490
S.A.
Marquéz, I. (2011). Ética y estética del error en la música popular contemporanea. Musiker,
83-97.
de 2017, de http://mineducacion.gov.co/1621/article-299637.html
12-15.
http://www.urosario.edu.co/CGTIC/Documentos/aspectos_basicos_formacion_basa
da_competencias.pdf
MURCIA.