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El Consejo de Europa se crea en 1949 tras la guerra y busca la cooperación para mejorar
la vida ciudadana y extender la democracia. Se centra en el patrimonio arquitectónico
aunque también del mecenazgo, las infracciones y la circulación de bienes.
En 1975 se celebra un Congreso sobre el Patrimonio Arquitectónico Europeo y se
aprueba la Declaración de Amsterdam que marca los criterios de conservación
integrada, es decir, ya no se aísla el monumento. Destaca la importancia del valor
educativo del patrimonio arquitectónico enfatizando la idea de que su conservación
debe ser un objetivo en la planificación urbana.
La ciudad debe estar al servicio de la comunidad y reforzar el papel de las actividades
locales.
La Unión Europea trata asuntos económicos y se preocupa más bien poco por la cultura
excepto a la hora de establecer restricciones al tránsito de bienes y el respeto a la
diversidad dentro de la comunidad.
A partir de los años 80 se considera prioritaria la investigación aplicada a la
conservación y el turismo cultural que se impone como una industria alternativa para la
explotación económica del patrimonio.
En 1992 se publica el Tratado de Maastritch que elimina las fronteras interiores pero
favorece la exportación ilegal así que se exceptúan los viajes culturales.
La Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985 fue de consenso en la tradición y con
ella se desvinculaba el patrimonio de la labor educativa. Se crea el Ministerio de Cultura
y al patrimonio se protege por si mismo. Se acuña la expresión bien cultural que va
acorde a los documentos anteriores aunque se aplica en un estado descentralizado. Se ve
la voluntad de reinsertar al ser humano en relación con su tradición histórica y cultural.
Se busca revalorizar los fenómenos colectivos que le dan un nuevo valor al patrimonio
etnográfico, convirtiendo a la sociedad en titular y responsable del patrimonio a través
de los poderes públicos. Los españoles deben identificarse y sensibilizarse con su
patrimonio. Con esta ley se termina el criterio cronológico.
Esta ley está pensada para el ámbito democrático y el patrimonio se entiende como un
elemento de identidad cultural al servicio de la sociedad para su disfrute y cuidado. Esta
ley define lo que es el patrimonio histórico español y lo amplía incluyendo el
patrimonio arqueológico, etnológico, documental y bibliográfico. Se busca protegerlo,
acrecentarlo y transmitirlo a las generaciones venideras así como defenderlo contra el
expolio aunque eso es competencia exclusiva del Estado. No establece limitaciones de
antigüedad, uso o propiedad y dicta las medidas de conservación pertinentes.
Se entiende por patrimonio todos aquellos inmuebles y objetos muebles con valor
artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o tecnológico
que integran el patrimonio documental y bibliográfico, yacimientos y sitios naturales
con valor artístico, histórico o antropológico.
Se entiende por bienes inmuebles los monumentos, jardines, conjuntos y sitios.
Así mismo se entiende que es prioritaria la conservación sobre la restauración, y que la
reconstrucción solo es posible si se cuenta con las partes originales. Si se añade material
debe ser reconocible y se deben respetar las contribuciones de todas las épocas sea cual
sea su estilo. Si algo es eliminado debe ser por causas de fuerza mayor y siempre deberá
ser documentado. La utilización del bien se subordina a su conservación y solo por ella
será justificada la restricción de acceso.
Los bienes más relevantes deben ser inventariados y en ocasiones declarados Bienes de
Interés Cultural. Dentro de estas clasificaciones hay varios niveles:
- Integrantes del Patrimonio sin Declarar: Reciben una protección genérica para
bienes muebles e inmuebles.
- Inscritos o declarados: Pasan a estar en el inventario de bienes muebles, excepto los
de la Iglesia que solo pueden pasar al Estado, como los bienes que hayan sido
exportados sin autorización.
- BIC: Están en el registro de BIC, tienen un título oficial y sus propietarios deben
permitir el estudio y las visitas al menos cuatro días al mes. Para que un bien sea
declarado BIC es necesario incoar un expediente.
La Iglesia Católica cuenta con unos 60.000edificios. Sus relaciones con el Estado se
fundamentan en la Constitución:
Artículo 16.3: Ninguna concesión tendrá carácter estatal pero se tendrá en cuenta el
credo popular y se cooperará con la iglesia reconocida con sus relaciones con la santa
sede.
Esto es así desde el año 78 que se crea una comisión Iglesia-Estado que reconoce la
titularidad de la Iglesia pero sostiene que la actuación debe ser conjunta. Los bienes que
posee deben ser utilizados con fines litúrgicos y religiosos por lo que nunca pueden
perder su función y es por eso que el acceso a las iglesias con fines educacionales es
limitado. El Estado se compromete a ayudar a la Iglesia económicamente pero a cambio
esta debe exponer los bienes a ser posible en su lugar original.