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Universidad de Chile

Facultad de Derecho
Profesor Pablo Ruiz-Tagle V.
Reunión de Ayudantes

Actividad de formación académica

Lectura : ARENDT, H., La condición humana, Ed. Paidós, Bs. As., 2003, 366 pp.
Capítulo : V ACCIÓN. (pp. 211 – 222)
Sesión : N°14: Jueves 5 de septiembre de 2019, 13.45 a 14.30 horas
Expositores : Cristóbal Vallejos y Joaquín Pineda

I. Resumen

26. La fragilidad de los asuntos humanos

En relación a la idea planteada en el apartado anterior (que no somos autores, sino actores de nuestra vida), Arendt
afirma que es imposible “hacer” cosas en la esfera de los asuntos humanos (“hacer” instituciones o leyes de la
misma manera en que “hacemos” mesas y sillas).

Arendt recuerda que tanto el latín como el griego tienen dos palabras diferentes para el verbo “actuar”. Por un
lado, actuar como “comenzar, guiar, gobernar” y, por otro, actuar como “realizar, acabar” o “llevar”, como si la
acción estuviera dividida en dos, correspondiendo el primer momento al primer significado y los siguientes, al
segundo. En ambos casos, sin embargo, se terminó utilizando como “acción en general” a la palabra equivalente
a los momentos posteriores al inicio, mientras aquella correspondiente al comienzo de la acción se especializó en
su significado, al menos en el lenguaje político. Así, el papel de principiante y guía, esto es, del que actúa en el
primer sentido (comienzan la acción) pasó a ser el “gobernador”, diferenciándose claramente de los que actúan en
el segundo sentido (realizan la acción), de manera que correspondía a éstos la función de “ejecutar” las “órdenes”
dadas por aquel.

Arendt postula las tres características definitorias de la acción así entendida, aunque en este apartado sólo analiza
dos, que son:

1. Ilimitada: Debido a que el actor se mueve entre y en relación con otros seres actuantes, nunca es
simplemente un “agente”, sino que siempre y al mismo tiempo un “paciente”. Las consecuencias de la acción
son ilimitadas debido a que ésta, aunque no proceda de ningún sitio, actúa en un medio donde toda reacción
se convierte en una reacción en cadena y donde todo proceso es causa de nuevos procesos, de manera que toda
reacción es, además, una nueva acción. La acción siempre establece relaciones y por lo tanto tiene una
inherente tendencia a forzar todas las limitaciones y cortar todas las fronteras. De ahí la fragilidad de las
instituciones y leyes humanas, que es independiente de la fragilidad de la “naturaleza humana”, surgiendo
directamente de la condición humana de la natalidad.

2. Indeterminada (inherente falta de predicción): No se refiere a la imposibilidad de predecir todas sus


consecuencias lógicas, sino de que la acción sólo se revela plenamente al narrador, es decir, al historiador. Lo
que el narrador cuenta ha de estar necesariamente oculto para el propio actor, al menos mientras realiza el acto
o se halla atrapado en sus consecuencias, ya que para él la significación de su acto no está en la historia que le
sigue.

27. La solución griega

Arendt plantea que la falta de predicción del resultado de la acción se vincula con su carácter revelador, en que se
demuestra el yo una persona, sin poder conocer ex ante a quién revela. Así, no es posible comprender la eudaimonía
de alguien hasta después de su muerte, pues si bien es la identidad que lo acompaña durante su vida, solo aparece
y es visible a los otros luego de esta. Ejemplificando con Aquiles, se dice que quien aspire a dejar una
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“inmortalidad” tras de sí, debe culminar su existencia en una muerte que le proporcione grandeza y heroísmo,
“resumiendo toda su vida en un solo acto”, vida que los narradores posteriores convertirán en historia.
La autora admite que esta es una perspectiva muy individualista, “pues acentúa la urgencia de la propia revelación
a expensas de los otros factores”, pero es ilustrativa del ethos de la vida política de las polis griegas. Un síntoma
de esto es que la legislación no era una actividad política en sí, sino que era encargada a un jurista individual que,
tal como un arquitecto que construye las murallas de la ciudad, crea un presupuesto el desarrollo de las actividades
ciudadanas. Si se trató a la legislación y a la edificación como importantes dentro de la vida política, no se
consideraron como productos de la acción, sino más bien de un hacer, relacionado con el trabajo, que genera como
producto un resultado tangible. El problema de esto es que puede “destruir la propia substancia de las relaciones
humanas”, estropeando el sentido de la acción.
El remedio dado en Grecia fue la fundación de las polis, con una doble función: capacitaba a los hombres para
realizar empresas extraordinarias e infrecuentes, y buscaba ofrecer un remedio para la futilidad de la acción y el
discurso, porque un hecho merecedor de fama se recordaba e inmortalizaba. Así, la esfera política surge de
“compartir palabras y actos”, siendo la acción lo único que realmente constituye la vida pública común. Pero este
espacio intangible no siempre existe, y la mayoría de ellos no viven en él. Estar privado de este espacio significa
estar privado de realidad. “Para los hombres, la realidad del mundo está garantizada por la presencia de otros,
por su aparición ante todos”

II. Preguntas

1. ¿Mantiene alguna vigencia la idea antigua de que el jurista hace la ley de la misma manera en que un
artesano construye una muralla? ¿Cómo se relaciona con la idea moderna de la ley como expresión de la
voluntad general?
2. ¿Existe algún espacio en la sociedad contemporánea que actúe como polis, con el sentido explicado en el
capítulo, en la antigua Grecia? ¿Hay espacio para los individuos de realizar actividades “extraordinarias e
infrecuentes”?
3. ¿Puede existir acción política antes del establecimiento de la ley como el límite del espacio público? ¿El
ejercicio de lo que hoy llamamos poder constituyente originario es una acción política?

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