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Texto Final
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México.
Por: Alma Celia Galindo Núñez
INTRODUCCIÓN
En 1917 la Constitución Mexicana decreta la educación primaria como
obligatoria, desde entonces el Estado ha jugado un papel vital en la definición
de este rubro. Decisiones que van desde la clasificación de la educación
básica, los planes y programas, el profesorado hasta los presupuestos
económicos que en materia de educación se destinan.
Ante esta situación, para muchos gobiernos la educación son sólo índices que
llegarán demasiado tarde a sus informes; por ejemplo, evitar la deserción
escolar sólo representará frutos 5 o 6 años después, por lo que quizá ese logro
no se atribuya al mismo gobierno que lo incentivó.
Cabe destacar que después de los años 20 y tras la gran depresión económica,
México incorpora a su economía en 1940, el Modelo de Sustitución de
Importaciones (MSI), el cual tenía como objetivo buscar el apoyo teórico de la
economía del país.
El MSI buscaba la estimulación de la producción interna del país que tras los
años de la segunda guerra mundial se modificó para tener un sistema de
importaciones que supuestamente lograría el crecimiento de la economía.
Las cifras indican que entre el año 1958 y 1964 ( primera etapa del Modelo) se
invierte el 18.8% del Producto Interno Bruto para educación; mientras que entre
1965 y 1970 (en la etapa del desarrollo estabilizador) se invierte tan sólo el
7.9%, para que finalmente en la última etapa del Modelo entre 1971 y 1976 se
incremente a un 14% de la tasa anual.
Así, el MSI no funciona y el país cae una crisis económica desastrosa, por lo
que se instituye el modelo neoliberal, que al contrario de MSI abre las fronteras
al comercio exterior y así se descentraliza la actividad económica y ogra
disminuir el papel del Estado como regulador.
Para combatir los rezagos sociales, entre ellos la educación, los gobiernos
neoliberales crearon programas de apoyo social focalizados como el Programa
Nacional de Solidaridad (PRONASOL, 1988), el Programa de Educación, Salud
y Alimentación (PROGRESA, 1996) y el Oportunidades (2000). Sin embargo,
estos programas sólo reproducen patrones de excusión y limitan las
expectativas de prosperidad para un amplio sector de la población.
Desde entonces, la tendencia del gobierno ha sido la misma que con los
demás sectores. Se trata de continuar con la reducción de gastos y buscar
finalmente la privatización de la educación; sin embargo, no es tan sencillo
como parece, si bien la educación amerita el impulso del sector privado, no
debemos olvidar que al ser un derecho constitucional, no puede pasar
totalmente a las manos privadas, la propuesta que más abajo se planeta es la
adquisición de políticas globales en materia de educación y la participación de
los demás sectores poblacionales.
Tristemente, este objetivo cada vez será más difícil alcanzarlo, pues las
desigualdades entre los países potencia y los que están en vías de desarrollo,
son cada vez mayores.
Por otro lado, según los informes de la OCDE, México destina el 5.7% de sus
ingresos nacionales al sistema educativo, es decir más que Brasil (5.2%) pero
menos que Chile (6.4%). Puesto que el presupuesto público es relativamente
reducido, la educación en México tiene la mayor tasa de inversión en los países
de la OCDE (21.7% del gasto público total en comparación con un promedio de
13.3% en la OCDE).
Sin embargo, el gasto por alumno permanece muy bajo en México. Cuenta
apenas con 2,111 dólares por alumno de educación primaria comparado con
un promedio de 6,741 dólares en la OCDE, y 2,236 USD por alumno de
educación secundaria contra un promedio de 8,267 en la OCDE. En
comparación, los alumnos de educación superior obtienen mejores recursos
con 6,971 por estudiante cuando el promedio de la OCDE es de 12,907. ¿A
qué se debe este fenómeno? Principalmente que aunque México toma
decisiones de gasto relativamente eficientes, la mayor parte de lo que destina
a educación se ve reflejado en los sueldos de los docentes más que en
infraestructura o la mejora de la calidad educativa.
México no sólo tiene que tener suficientes maestros y aulas para satisfacer la
demanda; el problema de la educación va mucho más allá del gasto en
infraestructura y tiene que ver también con las condiciones sociales y humanas
que deben ser garantizadas en México.
Será después de todo esto, que a través de la educación con calidad, coexista
la posibilidad de dar vida y concretar los ideales de justicia social, equidad,
democracia y libertad. Lo anterior, implicaría el ejercicio pleno de un estado de
bienestar en materia educativa.
Por tanto, ha sido posible reconocer que preparar a los jóvenes para el siglo
XXI, es un objetivo que requiere una transformación más integral, de manera
que las sociedades tengan más y mejores oportunidades educativas que a su
vez, incentiven la participación humana pero también tecnológica en la
enseñanza y en el aprendizaje.
De esta forma, sería posible dar un paso para que la ciencia y tecnología
nacional se dirija a solucionar los problemas y necesidades en materia de
desarrollo social, marginalidad y pobreza.
Cabe destacar que la idea de incluir a la tecnología dentro del desarrollo social,
es ya una realidad inminente, pues sin duda alguna los conceptos como brecha
digital o analfabetización digital, son parte ya de los índices más bajos de los
países desarrollados, por lo que se les atribuye a estas Tecnologías de
Información y Comunicación (TIC), gran parte de su desarrollo.
En este sentido, la brecha digital puede ser entendida como el acceso desigual
a la información que impulse el desarrollo humano y su nivel de vida. Por lo que
la brecha digital es dentro de la sociedad una muestra de otra mala
distribución: la inequidad de la distribución del conocimiento.
Por este lado, el acceso a las TIC representa un gran número de ventajas para
los seres mexicanos, tales como: favorecer las relaciones sociales, el
aprendizaje cooperativo, el desarrollo de nuevas habilidades, nuevas formas de
construir el conocimiento así como el desarrollo de las capacidades de
creatividad, comunicación y razonamiento.
Dentro del plan Nacional de Desarrollo de este sexenio se incluye a las TIC
como una necesidad de “impulsar el desarrollo y utilización de nuevas
tecnologías en el sistema educativo para apoyar la inserción de los estudiantes
en la sociedad del conocimiento y ampliar sus capacidades para la vida
(Gobierno Federal); por lo que la iniciativa ya está al menos planteada dentro
del desarrollo de México.
“Los centros escolares sean lugares dignos, libres de riesgos, que sirvan
a su comunidad, que cuenten con la infraestructura y el equipamiento
necesarios y la tecnología de vanguardia, apropiados para enseñar y
aprender”.
Sin embargo, ¿Cuál es la realidad de estos programas? La realidad es que la
inversión en ciencia y tecnología es muy poca. LA OCDE reporta que México
no aporta más del 0.5% del PIB a la inversión tecnológica, mientras que EUA o
Japón aportan más del 3% a este rubro.
Hay que reconocer que en el ámbito educativo son muchos los retos
pendientes. Por un lado, es preciso universalizar la oferta de educación así
como mejorar la calidad educativa y las competencias de los alumnos en
relación con las exigencias de la sociedad.
Palomo, R., Ruiz, J., & Sánchez, j. (2007). Las TIC como agentes de
innovación educativa. España: Junta de Andalucía.
Quintanilla, M.A. y Bravo, A. (1998). Cultura tecnológica e innovación. Informe
para COTEC. Primera parte: El concepto de cultura tecnológica. Documento
Cotec1de.pdf, obtenido en http://cts.usal.es