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La necesidad de educación de calidad y de inversión socio-tecnológica en

México.
Por: Alma Celia Galindo Núñez

INTRODUCCIÓN
En 1917 la Constitución Mexicana decreta la educación primaria como
obligatoria, desde entonces el Estado ha jugado un papel vital en la definición
de este rubro. Decisiones que van desde la clasificación de la educación
básica, los planes y programas, el profesorado hasta los presupuestos
económicos que en materia de educación se destinan.

El presente texto abordará de manera general el contexto político, social y


económico que ha mantenido la educación frente a dos de los modelos
económicos postrevolucionarios del país. En un primer apartado se tratarán las
diferencias de las situaciones que enfrenta la educación en una primera
instancia bajo el Modelo de Sustitución de Importaciones (a partir de los años
40) y después las que actualmente afronta dentro del Sistema económico
Neoliberal ya inmerso en un mundo globalizado.

En un segundo apartado se habla de la necesidad de una educación con


calidad con la ayuda de las Tecnologías de Información y Comunicación, de
manera que sea posible el impulso del desarrollo y la inclusión en el mundo
global.

Y finalmente, a manera de conclusiones se hace una pequeña reflexión sobre


los agentes y las políticas que deberían de intervenir para que la educación con
calidad tan esperada, finalmente pueda ser parte de la realidad Mexicana.

La educación frente a dos modelos económicos Mexicanos.


La educación representa una inversión fundamental dentro del presupuesto de
cualquier país. Pensar en educación es sinónimo de desarrollo y crecimiento, a
pesar de que para muchos gobiernos la inversión en este rubro no es rentable
debido a la gran demanda que existe ya que las metas educativas siempre son
a largo plazo.

Ante esta situación, para muchos gobiernos la educación son sólo índices que
llegarán demasiado tarde a sus informes; por ejemplo, evitar la deserción
escolar sólo representará frutos 5 o 6 años después, por lo que quizá ese logro
no se atribuya al mismo gobierno que lo incentivó.

Cabe destacar que después de los años 20 y tras la gran depresión económica,
México incorpora a su economía en 1940, el Modelo de Sustitución de
Importaciones (MSI), el cual tenía como objetivo buscar el apoyo teórico de la
economía del país.

El MSI buscaba la estimulación de la producción interna del país que tras los
años de la segunda guerra mundial se modificó para tener un sistema de
importaciones que supuestamente lograría el crecimiento de la economía.

En la primera etapa del Modelo, las funciones del estado se desarrollaron de


tal forma que se volvieron imprescindibles para la economía, por un lado el
estado se convirtió en protector de la economía, siendo el que además tomaba
las decisiones. Y por el otro lado, se volvió el productor de bienes básicos, el
proveedor de infraestructura, el demandante de bienes y servicios y el que
instituyó las infraestructuras de seguridad y salud, dando como resultado un
gasto mayor al ingreso obtenido.

Ante tales efectos, la educación se convirtió en uno de estos servicios que


“paternalizaba” el gobierno y el cual parecía estar beneficiado a través de la
inversión a este rubro. Según Ovalle (1982) con resultados de Coordinación
General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados
(COPLAMAR) afirma que el gasto a la educación fue grande durante el
desarrollo del MSI.

Las cifras indican que entre el año 1958 y 1964 ( primera etapa del Modelo) se
invierte el 18.8% del Producto Interno Bruto para educación; mientras que entre
1965 y 1970 (en la etapa del desarrollo estabilizador) se invierte tan sólo el
7.9%, para que finalmente en la última etapa del Modelo entre 1971 y 1976 se
incremente a un 14% de la tasa anual.

Estos recursos eran destinados en su mayoría a la expansión del sistema


educativo. Durante este modelo la proporción más grande del presupuesto se
destina a infraestructura y equipamiento de escuelas primaria.

Como se sabe el MSI finalmente fracasó, porque se generó la deuda externa e


interna y el déficit fiscal del país era enorme.

Así, el MSI no funciona y el país cae una crisis económica desastrosa, por lo
que se instituye el modelo neoliberal, que al contrario de MSI abre las fronteras
al comercio exterior y así se descentraliza la actividad económica y ogra
disminuir el papel del Estado como regulador.

El gasto se restringe para apoyar las políticas de estabilización y estructurales


del Modelo neoliberal; con éstas, se observa la necesidad de un saneamiento
fiscal (exigido por el propio consenso de Washington), que se refleja
principalmente en la disminución del gasto público, con un aumento del costo
social en el cual por supuesto, entra la educación.

El modelo económico neoliberal impacta inmediatamente en la política social,


provocando que el Estado replanté su papel en áreas estratégicas para el
desarrollo como: salud, energía, educación, telecomunicaciones, medio
ambiente, alimentación, entre otras.

Para combatir los rezagos sociales, entre ellos la educación, los gobiernos
neoliberales crearon programas de apoyo social focalizados como el Programa
Nacional de Solidaridad (PRONASOL, 1988), el Programa de Educación, Salud
y Alimentación (PROGRESA, 1996) y el Oportunidades (2000). Sin embargo,
estos programas sólo reproducen patrones de excusión y limitan las
expectativas de prosperidad para un amplio sector de la población.

Desde entonces, la tendencia del gobierno ha sido la misma que con los
demás sectores. Se trata de continuar con la reducción de gastos y buscar
finalmente la privatización de la educación; sin embargo, no es tan sencillo
como parece, si bien la educación amerita el impulso del sector privado, no
debemos olvidar que al ser un derecho constitucional, no puede pasar
totalmente a las manos privadas, la propuesta que más abajo se planeta es la
adquisición de políticas globales en materia de educación y la participación de
los demás sectores poblacionales.

Educación y tecnología, claves para el desarrollo

La educación si bien es una palanca social importante, no ha tenido hasta


ahora el empuje necesario para desarrollarse en momentos de precariedad. En
el año 2000 la Organización de las Naciones Unidas da a conocer un
documento que contiene ocho objetivo de desarrollo (según sus índices de
Desarrollo Humano) y dónde el segundo de estos objetivos es asegurar la
educación universal en 2015 dentro de todos los continentes.

Tristemente, este objetivo cada vez será más difícil alcanzarlo, pues las
desigualdades entre los países potencia y los que están en vías de desarrollo,
son cada vez mayores.

México no es a excepción de éstos países, pues los indicadores que arrojó la


Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),
revelaron que la crisis económica reciente afectó principalmente a los jóvenes
con un nivel de educación bajo, generando un aumento de cerca de cinco
puntos porcentuales de la tasa de desempleo entre 2008 y 2009 para los
alumnos que no completaron los estudios de preparatoria.

Por otro lado, según los informes de la OCDE, México destina el 5.7% de sus
ingresos nacionales al sistema educativo, es decir más que Brasil (5.2%) pero
menos que Chile (6.4%). Puesto que el presupuesto público es relativamente
reducido, la educación en México tiene la mayor tasa de inversión en los países
de la OCDE (21.7% del gasto público total en comparación con un promedio de
13.3% en la OCDE).
Sin embargo, el gasto por alumno permanece muy bajo en México. Cuenta
apenas con 2,111 dólares por alumno de educación primaria comparado con
un promedio de 6,741 dólares en la OCDE, y 2,236 USD por alumno de
educación secundaria contra un promedio de 8,267 en la OCDE. En
comparación, los alumnos de educación superior obtienen mejores recursos
con 6,971 por estudiante cuando el promedio de la OCDE es de 12,907. ¿A
qué se debe este fenómeno? Principalmente que aunque México toma
decisiones de gasto relativamente eficientes, la mayor parte de lo que destina
a educación se ve reflejado en los sueldos de los docentes más que en
infraestructura o la mejora de la calidad educativa.

Además según datos de Sandoval (2006) en México resulta notorio que


durante el modelo neoliberal crece el número de escuelas privadas, ya que
entre el 2000 y el 2006 creció 36.7 %; en contraste, el número de escuelas
estatales que avanzó sólo 6.4 por ciento y las federales 5.6 por ciento. Por lo
que el objetivo de la ONU de universalizar la educación, al menos ante esta
situación resulta bastante dudoso.

México no sólo tiene que tener suficientes maestros y aulas para satisfacer la
demanda; el problema de la educación va mucho más allá del gasto en
infraestructura y tiene que ver también con las condiciones sociales y humanas
que deben ser garantizadas en México.

En el desplegado de la cumbre de líderes en acción por la educación en 2010


se afirma que: “Invertir en la educación hoy es más importante que nunca, ya
que permitirá responder a los cambios demográfico y tecnológico que están
teniendo efecto en los mercados laborales”.

Para cualquier país, una pieza importante de la ecuación social la constituye el


logro de una educación de calidad y universal que a su vez, forma el talento
ineludible para elevar el desarrollo de la persona y que además permitirá
promover el crecimiento económico. 
La educación es, entonces, un elemento crucial para el desarrollo de una
sociedad; sin embargo, es necesario que este sistema educativo tradicional,
incorpore elementos flexibles y adaptables a los múltiples cambios que se
suscitan, una de estas vías sin duda es la incorporación de la tecnología.

Pero volvemos al mismo problema, si bien México invierte en educación, la


economía del país aún se enfrenta a la necesidad de transformar y modernizar
la estructura de los programas y planes de estudio, que se encuentran ya
bastante desfasados de la globalización y las necesidades que este mundo
exige; por lo que se necesita una educación de calidad para la vida.

El concepto de calidad educativa, es relativamente nuevo en México, pero en


las políticas globales ya se viene hablando de esta necesidad desde hace
varias décadas.

En el país, hace dos años se firmó la primera alianza por la calidad de la


educación. Esta alianza fue propuesta por la Secretaria de Educación Pública
(SEP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y es
apoyada por el gobierno federal a través de la Secretaría de Salud, la
secretaría de Desarrollo Social y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público,
con lo cual se pretende sumar esfuerzos de distintas fuerzas para lograr esta
educación de la que se está hablando a nivel global.

“El objetivo de promover la transformación del sistema educativo para la


calidad de la educación por lo que convoca a diversos actores sociales
con el objeto de determinar conjuntamente una política de estado en
esta materia” (Gobierno Federal)

Una educación de calidad implicaría que los alumnos durante su educación,


adquirieran niveles de destrezas, habilidades, conocimientos y técnicas que
para ser capaces de incorporarse adecuadamente en el mercado de trabajo
actual. Así mismo esta educación deberá promover la formación en valores:
“De esta manera, los niños y los jóvenes tendrán una formación y una
fortaleza personal que les permita enfrentar y no caer en los problemas
de fenómenos como las drogas, las adicciones y la cultura de la
violencia”. (Gobierno Federal)

Será después de todo esto, que a través de la educación con calidad, coexista
la posibilidad de dar vida y concretar los ideales de justicia social, equidad,
democracia y libertad. Lo anterior, implicaría el ejercicio pleno de un estado de
bienestar en materia educativa.

Por tanto, ha sido posible reconocer que preparar a los jóvenes para el siglo
XXI, es un objetivo que requiere una transformación más integral, de manera
que las sociedades tengan más y mejores oportunidades educativas que a su
vez, incentiven la participación humana pero también tecnológica en la
enseñanza y en el aprendizaje.

De esta forma, sería posible dar un paso para que la ciencia y tecnología
nacional se dirija a solucionar los problemas y necesidades en materia de
desarrollo social, marginalidad y pobreza.

Cabe destacar que la idea de incluir a la tecnología dentro del desarrollo social,
es ya una realidad inminente, pues sin duda alguna los conceptos como brecha
digital o analfabetización digital, son parte ya de los índices más bajos de los
países desarrollados, por lo que se les atribuye a estas Tecnologías de
Información y Comunicación (TIC), gran parte de su desarrollo.

En este sentido, la brecha digital puede ser entendida como el acceso desigual
a la información que impulse el desarrollo humano y su nivel de vida. Por lo que
la brecha digital es dentro de la sociedad una muestra de otra mala
distribución: la inequidad de la distribución del conocimiento.

A pesar de que la entrada del modelo neoliberal al país prometió el crecimiento


tecnológico; hoy podemos ver que la distribución de los accesos y usos no ha
sido para nada la democracia esperada en materia de información y
comunicación.
Las cifras indican que el uso de las TIC en México es muy bajo. Según el
Informe Global de Tecnologías de la Información (2009 -2010)  se ubica en el
lugar 78, por abajo de Uruguay (57), Panamá (58), Colombia (60), Brasil (61),
Jamaica (66) y República Dominicana (74), de entre un total de 133 países. 

El Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía en sus reporte de 2005,


subraya que la brecha digital entre quienes acceden a internet desde su hogar
y quienes lo hacen en sitios públicos representa aún un atraso para México,
pues 54% de los mexicanos hacen uso del web fuera de sus hogares.

Es necesario recalcar que la brecha digital se compone principalmente de dos


factores, el ingreso y la educación. Según la OCDE, existe una relación
directamente proporcional entre el nivel de educación y el acceso a una
computadora.

Por este lado, el acceso a las TIC representa un gran número de ventajas para
los seres mexicanos, tales como: favorecer las relaciones sociales, el
aprendizaje cooperativo, el desarrollo de nuevas habilidades, nuevas formas de
construir el conocimiento así como el desarrollo de las capacidades de
creatividad, comunicación y razonamiento.

Dentro del plan Nacional de Desarrollo de este sexenio se incluye a las TIC
como una necesidad de “impulsar el desarrollo y utilización de nuevas
tecnologías en el sistema educativo para apoyar la inserción de los estudiantes
en la sociedad del conocimiento y ampliar sus capacidades para la vida
(Gobierno Federal); por lo que la iniciativa ya está al menos planteada dentro
del desarrollo de México.

Ante esta iniciativa, la alianza por la calidad en la educación ejecutada por la


Secretaría de educación pública revela que es necesario garantizar para esta
nueva educación que:

“Los centros escolares sean lugares dignos, libres de riesgos, que sirvan
a su comunidad, que cuenten con la infraestructura y el equipamiento
necesarios y la tecnología de vanguardia, apropiados para enseñar y
aprender”.
Sin embargo, ¿Cuál es la realidad de estos programas? La realidad es que la
inversión en ciencia y tecnología es muy poca. LA OCDE reporta que México
no aporta más del 0.5% del PIB a la inversión tecnológica, mientras que EUA o
Japón aportan más del 3% a este rubro.

No es de extrañarse que ante estas carencias económicas y para lograr


algunos de los objetivos respecto a las TIC dentro de la Alianza por la calidad
de la educación, las secretarías participantes hayan tratado sólo de cubrir
como siempre índices numéricos. Y así tenemos la inversión gubernamental
de miles de pesos en computadoras, en escuelas donde ningún maestro
conoce siquiera como prenderlas.

Nuevos Aliados en la apuesta por la educación y la innovación


tecnológica

Hoy en día y bajo la mirada de las políticas globales en materia de educación,


queda claro que el tema de la educación no es una cuestión exclusiva de
México, se trata más bien el conjunto de propuestas internacionales en favor de
los países en vía de desarrollo.

Hay que reconocer que en el ámbito educativo son muchos los retos
pendientes. Por un lado, es preciso universalizar la oferta de educación así
como mejorar la calidad educativa y las competencias de los alumnos en
relación con las exigencias de la sociedad.

Por otro, es necesario avanzar en la sociedad del conocimiento y de la


información, incorporar las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza y
de aprendizaje, diseñar currículos acordes con las competencias que los
alumnos van a necesitar para integrarse de forma activa en la sociedad y en el
mundo laboral, e incorporar en las escuelas el progreso científico, la innovación
educativa y los nuevos significados de la cultura.

La inversión pública en educación ha permitido progresivamente expandir los


servicios educativos desde los grandes centros urbanos a los pequeños, y a las
zonas rurales. Sin embargo, y pese a los esfuerzos regionales, los recursos
públicos siguen siendo insuficientes
La necesidad de la educación y la inversión tecnológica, hoy en día es tener
quien apueste por ellas.

Por lo anterior, la educación pública tiene que redimensionar su participación


en la educación de la nación, abriendo posibilidades a la iniciativa privada
nacional o extranjera. Además deberá posibilitar la prosperidad de los negocios
educativos, que permitan establecer una ventaja comparativa entre la
educación de los planteles privados respecto a los públicos y nacionales frente
a los internacionales.

Se debe meditar sobre los agentes que proporcionen el financiamiento de la


educación; para la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) la
participación del sector privado se inscribe en las Metas Educativas 2021, un
proyecto de mejoras cuantitativas y cualitativas de la enseñanza.

“La alianza público-privada es, en estos momentos, una de la principales


estrategias en el campo de la cooperación que están desarrollando con
acierto varias agencias internacionales. También la OEI está avanzando
en esa dirección, lo que ha supuesto la incorporación de múltiples
empresas, fundaciones e instituciones al esfuerzo compartido para el
logro de las Metas Educativas 2021”

Esta parece ser la tendencia y por ello en México en el 2006 se presenta la


iniciativa Bécalos.

Este programa a través de  la Asociación de Bancos de México, los principales


bancos del país y Fundación Televisa llevaron a cabo una alianza con el
objetivo de beneficiar a estudiantes y maestros por medio de becas e inversión
en infraestructura y tecnología.

Dentro del marco social de Bécalos, la educación en México:

“Presentó un genuino despegue con el aumento de alumnos, la


multiplicación de escuelas, la capacitación de los docentes, el desarrollo
de recursos didácticos propios y el acceso a los recursos didácticos de
vanguardia en el mundo. Sin embargo, el acelerado incremento en las
tasas de crecimiento demográfico, la disparidad en los niveles de ingreso
y el desequilibrio económico regional plantean aún grandes desafíos
para el avance de la educación: alcanzar a todos los grupos del país,
elevar la calidad de los procesos didácticos, incrementar los niveles de
aprendizaje y perfeccionar el funcionamiento del sistema educativo en su
conjunto” (fundación Televisa)

Resulta evidente que este tipo de iniciativas puede solventar a la educación y


que funcionan dentro de esta integración de nuevos actores y mecanismos
que canalicen hacia la educación no solo recursos, sino también con
responsabilidades, pues al invertir el sector privado, éste pedirá algo a cambio,
que por ahora al menos resulta benéfico para los estudiantes. Por ejemplo, el
programa Bécalos pide mantener un promedio a cada estudiante a fin de recibir
la beca.

Otro ejemplo de la iniciativa privada; en la secundaria donde se desarrolla mi


trabajo de investigación sobre el uso del blog como herramienta didáctica del
aula, existe un aula llena de computadora, que donó no la SEP, sino TELMEX,
por lo que los esfuerzos no han sido del gobierno, sino de la iniciativa privada.
La realidad de la escuela es que las computadoras casi no se usan, porque los
profesores y el alumnado no saben cómo hacerlo, pero TELMEX pedirá
cuentas sobre el uso de esas computadoras.

También es posible preguntarse por los potenciales beneficios de la


participación del sector privado en el financiamiento de la educación,
diferenciando dentro de él a los establecimientos, privados en gestión y
financiamiento; a las propias familias, que pueden invertir en la educación de
sus integrantes, y a las empresas, que pueden aportar recursos hacia la
comunidad, donde destaca la idea de responsabilidad social empresarial

Y lograr finalmente, promover la educación para el desarrollo, un concepto que


Moñux (1999) afirma es una educación que: “ofrece contenidos pero que
también forma en valores, con el objetivo de que cada individuo exija —y se
comprometa con— formas de vida acordes con modelos de desarrollo
sostenible dentro de la ética de la solidaridad internacional”
Por ello, parece adecuado trabajar en la construcción de nuevos conceptos
como el de tecnología para el desarrollo, al mismo tiempo que se integran
nuevos actores a la inversión educativa.

No es suficiente con que la educación apueste por los valores democráticos, la


justicia, la participación y la equidad si, al mismo tiempo, no existen iniciativas
políticas, económicas y sociales que avancen en la misma dirección.

Si se logra comprometer a la sociedad en la educación, es posible avanzar


hacia sociedades más justas que cuenten con una educación equitativa, en la
que estén garantizados unos mínimos comunes de calidad para los mexicanos.
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