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1. RESPONSABILIDAD CIVIL.
Las obligaciones tienen sus fuentes, es aquel sitio o acontecimiento del cual nace una
obligación (contrato, ley, delito, cuasidelito). El incumplimiento de alguno de ellos
causa responsabilidad civil (obligación/deber de reparar el perjuicio causado).
Es una fuente que se constituye en el deber de reparar, de indemnizar, esto es la
responsabilidad civil. Contraria a la responsabilidad penal, cuya finalidad no es reparar,
no es resarcir, no es indemnizar, sino que es establecer una sanción punitiva (multa,
privación de la libertad, etcétera). Es su principal diferenciación, ya que después son
muy parecidas.
La responsabilidad en el orden del derecho nace como única sin distinción entre
responsabilidad civil y penal, sólo “responsabilidad jurídica”.
Existen muchos elementos, pero sin lugar a dudas hay un acontecimiento que es
considerado el primero de todos, en el origen del nacimiento del derecho y
fundamentalmente de la responsabilidad:
India:
EL CODIGO DE LAS LEYES DE MANÚ; 5, 4 o 3 a.C; contemporáneo a Roma. En la
india, existían tipos de textos, revelados por Dios. Y otros no revelados, si no
recordados, que no son revelados por Dios, son redactados por humanos, dentro de estos
están los “Darma Sastra”, los deberes sagrados, y Manu, legendario sabio de la India a
quien se le atribuye uno de los 18 textos, “La Ley Sagrada de Manu”, allí se encontraba
el sistema de la ley civil, penal o administrativa, en un solo tipo, y se sancionaba a los
delitos, estaba instaurado el dispositivo para repeler a las disfunciones, era muy estricto,
normas muy conservadoras, con sanciones como por ejemplo: quien robaba, 1ra vez le
cortaban los dedos, la 2da vez la mano y los pies y la 3ra lo mataban. (Sistema de
responsabilidad civil muy severo). Apartamiento del principio de la ley del taleón.
Derecho Romano
Derecho romano primitivo, el derecho romano clásico (Decenviral)
A. Desde un primer momento bajo el imperio de la pasión, la cuestión de los daños y la
necesidad de su resarcimiento se hallaban al margen de toda norma. El ataque a la
persona y a los bienes quebrantaba el sentimiento de autoconservación y la propia
estima de la víctima, comprometiendo la solidaridad del grupo al que perteneciese (no
se precisa el período con exactitud)
B. Período prerrománico (753 aC) En una segunda etapa, la pasión es moderada, y la
venganza deja espacio para lo que se denominó la composición voluntaria. La víctima
mantiene el poder de vengarse, pero la ofensa puede resolverse si el ofensor entrega un
bien para enjugar la ofensa.
C. Composición legal (450 aC). Fortalecida la organización social, especialmente el
logro de la paz y la tranquilidad pública, condujeron a la institucionalización. Es la
etapa de la composición legal y del delito privado, en que la ley establece las sumas de
dinero que la víctima debe aceptar y el ofensor está obligado a pagar. Tomando para
ello en consideración los hechos lesivos producidos con mayor frecuencia para las
primeras figuras de los delitos privados y para establecer su reparación en distintos
montos (casuismo romano). El tránsito de la composición voluntaria legal lo marca el
dictado de la Ley de las Doce Tablas, donde coexisten ambos sistemas: En los delitos
más graves, el damnificado puede aun satisfacer su venganza si no hay arreglo y la
compensación es voluntaria, en los delitos menos graves la compensación es
obligatoria.
D. La justicia pública. Esta evolución concluye en Roma en el s. VI en épocas de
Justiniano, con la distinción entre acciones puramente penales, las acciones civiles por
daños y perjuicios y las acciones mixtas.
SANCIÓN DE LAS XII TABLAS.
En el período primitivo del Derecho Romano (antes de la adopción de la ley de las doce
tablas) la responsabilidad era de naturaleza religiosa.
En materia de responsabilidad, una vez sancionada la ley de las XII tablas (453 A.C), se
inició paulatinamente el distingo entre falta humana y la religiosa (laicización), ese
proceso permitió posteriormente otra distinción entre la pena y la reparación, la que no
obstante no se completó acabadamente. No pudo hacerse completamente ese distingo
(ni aun en la época clásica) ya que los juristas romanos no se plantearon la cuestión
relativa al fundamento de la responsabilidad civil.
En el año 456 aC ciudadanos romanos fueron a Grecia a estudiar leyes de sus ciudades
para redactar luego las conocidas reglas del Código Decenviral. Según estas razones,
hasta el S. III aC al momento del dictado de la lex aequilia, no es exacto afirmar que la
culpa era medida común de responsabilidad en el derecho romano.
LA LEX AEQUILIA (287 aC).
La ley de las XII Tablas (451 aC) sancionaba la injuria (ataque a la persona), el robo y
sólo algunos delitos contra los bienes efectuados sin propósito de lucro, que
configuraban los daños a las cosas ajenas, todos como delitos privados. Se trataba en
ese entonces por así decirlo de una “culpa objetiva”, ya que en algunos casos especiales
se tenía en consideración el ánimo del autor, en otros, los impúberes estaban, por su
incapacidad, libres de pena aunque no de indemnizar el daño, y en otros, la venganza
privada era reemplazada por el poder público.
En tiempos de la República, el tribuno aquilius propuso un plebiscito que se dictó en el
año 287 aC, dando origen a la Lex aequilia, consagrando una acción a favor de quienes
habían sido dañados en sus bienes contra el autor del daño. Otorgaba también una
acción contra el coacreedor que había dispuesto un crédito en provecho propio.
Reemplazo las penas fijas hasta ese momento por la reparación pecuniaria del daño. Fue
dictada en un momento de convulsión social originada en la lucha entre patricios y
plebeyos, la cual tenía efecto de tutelar a los esclavos y a los dueños de cuadrúpedos
que transitaban en tropas o rebaños. Los delitos que configuraban los daños a los bienes
ajenos fueron reprimidos mediante el procedimiento formulario y el de acciones de la
ley.
La indemnización se determinaba: a. Por el mayor valor que la cosa destruida o
deteriorada había tenido en el año anterior al delito, si se tratare de un esclavo o un
animal ajeno b. El mayor valor que de la cosa destruida o deteriorada había tenido en el
mes anterior al delito si se trataba de bienes.
Los hitos reivindicados por la lex aequilia son:
A. El intento. Se dice que la lex aequilia fue una tentativa de una enunciación
generalizada de responsabilidad por daño, ausente en la legislación que le precediera.
Un intento de redacción de una regla que expresara el principio de la obligación de
reparar todo daño causado injustamente a bienes ajenos.
B. La vacilación. Si las disposiciones de la misma autorizaban a afirmar que a partir de
su dictado la culpa fue medida general de responsabilidad del derecho romano.
Los delitos sancionados por la misma sólo se configuraban en los siguientes
presupuestos:
a. Que el daño consistiese en la destrucción o deterioro material de una cosa corporal.
b. Que fuese causado corpore, es decir por el contacto mismo del cuerpo del autor del
delito.
c. Que el daño hubiese sido causado sin derecho (con injuria).
Existen numerosos estudios que concluyen en que la culpa no alcanzó a constituirse
como medida común de responsabilidad en el derecho romano a partir de la lex aequilia,
por el contrario, al momento del dictado de ese edicto, la obligación de responder ante
la injuria se basaba todavía en un simple obrar sin derecho.
- Recién la noción de culpa parece haber hecho su aparición en cuanto a
responsabilidad, pasado el Alto Imperio (29- 284 d.C)
La admisión general de la noción de culpa se ha operado paulatinamente, pero el
momento en el que recién puede afirmarse ha sido aproximadamente al final del Alto
Imperio, no muy lejos de la constitución del Bizancio. A partir de allí la culpa se
consolida como un criterio común de responsabilidad, muchos siglos después de la lex
aequilia.
Constantino durante su imperio dictó el edicto de tolerancia, todas reformas legislativas
se debió a la época de los cristianos y las nuevas perspectivas que traía consigo la
religión, las cuales resultaban para la sociedad romana. Una de las nociones del
cristianismo era sobre el presupuesto de la idea de libertad como constitutiva del
hombre, donde la atribución física aparece como impropia. La culpa se presenta como el
único factor que reconoce en él en su aspecto metafísico que es la libertad. Así se
edifica la culpa como imputación humana del acto, primeramente en el plano religioso
moral que transgredió al jurídico. La generalización de este hecho cultural (la
imputación como consecuencia de la libertad) significó la elevación dentro del hombre
dentro de la colectividad y frente a sus semejantes.
Código de Vélez
En el campo de la reparación de daños causados por el hecho propio, el pensamiento
penal de la estructura del delito se veía refleja en el ámbito civil sancionando sólo
aquel que causare un daño con su obrar antijurídico y culpable. El hombre debía
reparar el daño causado a otro violando el deber general y fundamental de “no
dañar” (19 CN) o incumpliendo la obligación contractual voluntariamente
convenida. La responsabilidad civil en el C de Vélez es subjetiva y contiene como
elementos estructurales básicos la ilicitud y la culpabilidad, obviamente también
requiere de un hecho humano voluntario, el daño y la relacion de causalidad.
-El ilícito, que da lugar a la reparación es siempre el quebrantamiento del orden
jurídico.
-La culpabilidad, que se suma a la ilicitud, denota el reproche de la conducta
antijurídica, la cual admite dos vertientes: la culpa propiamente dicha, y el dolo, con
una configuración diferenciada para el ámbito contractual y extracontractual
De esta forma el C. de Vélez conformaba una estructura sólida, fundada en la
responsabilidad subjetiva, las excepciones eran sumamente limitadas en cuanto a la
inimputabilidad por actos involuntarios hasta la reforma con la ley 17.711/68, se
reformuló este sistema estructuralista dando lugar a caminos alternativos de igual
relevancia jurídica, e implementa nuevos factores de tribución: el riesgo creado, la
equidad, ejercicio abusivo de los derechos.
EL DAÑO.
El Código de Vélez define al daño como perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria causado a otro, sea directamente en las cosas de su dominio o posesión, o
indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos o facultades (Art.
1068 CC) como así también el agravio moral (Art. 1078 CC) que recae sobre los
sentimientos espirituales o afecciones legítimas.
Puede sintetizarse la noción de daño en cuanto a presupuesto de la responsabilididad
civil: como lesión o menoscabo a un interés patrimonial o extramatrimonial,
acaecido como consecuencia de una acción.
Como fenómeno físico, el daño significa nocimiento o perjuicio (aminoración o
alteración de una situación favorable).
Etimológicamente, dañar es causar detrimento, menoscabo, disminuir las cosas
quitándoles una parte, acortarlas, reducirlas a menos.
El daño es el presupuesto CENTRAL de la responsabilidad civil. La clásica función
de la responsabilidad civil se concreta en la reparación, y a falta de daño no habrá
deber de reparar. El interés de la víctima en la reparación, emerge del daño sufrido,
y donde no hay interés no hay acción. Es el primer requisito para que surja el deber
de reparar. Recién en presencia de ese daño, el intérprete tiene que preguntarse
luego si medió antijuridicidad, relación causal y un factor de atribución.
Art. 1737 Actual CC Y C. Concepto de Daño. Hay daño cuando se lesiona un
derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por
objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.
LA IMPUTACIÓN.
La noción de atribución o imputación es compleja e involucra varios aspectos. A los
fines de la responsabilidad civil, no basta con que una persona sea autora material de
un daño, sino que además debe ser tenida como “culpable del mismo”. Para que esto
sea posible, es necesario que la autoría material del hecho (fáctica) se cumpla por
una persona que, en razón de gozar de discernimiento, intención y libertad al tiempo
de su ejecución, hubiese estado en condiciones de prever y evitar sus resultados.
Se puede afirmar que hay imputabilidad, cuando el acto procede de una libre
voluntad, de un obrar inteligente y libre.
Para que nazca responsabilidad civil, tal determinación voluntaria debe ser con
arreglo a la ley, dolosa o meramente culpable. La existencia del acto ilícito no se
concibe, sin la existencia de uno de esos dos elementos.
Cuando los actos humanos, en cambio, carecen de todos estos elementos
(discernimiento, intención y libertad) o siquiera de uno solo de ellos, la ley los
denomina involuntarios.
La autoría implica que el hecho (acción voluntaria del sujeto humano sea positivo o
negativo), pueda serle atribuido a un sujeto por efecto de una comprobación de tipo
fáctica. Para algunos autores hay autoría cuando el hecho refleja la personalidad del
autor. Para esta tesis (defendida por Mosset) no existe autoría por faltar ese mínimo
nexo psíquico, cuando el hombre actúa como mero instrumento de un tercero, sea
obedeciendo a la fuerza ejercida por éste, o a los dictados de voluntad ajena. Si falla
la autoría, no puede recaer una condena de reparar ya que no estaríamos frente a un
autor sin voluntad, sino ante un no autor.
B. LA IMPUTABILIDAD. CONCEPTO, SISTEMA DE CARACTERIZACIÓN.
DERECHO COMPARADO. EL SISTEMA EN EL C DE VELEZ Y EN EL CC
Y C. REGLA LEGAL. ENUNCIACIÓN.
El discernimiento es el presupuesto de imputabilidad y a su vez, junto con la
intención y la libertad, configuran el presupuesto de voluntariedad de la acción del
mismo. Tanto la imputabilidad como la voluntariedad son el pórtico del presupuesto
factor de atribución.
Comúnmente se efectúa un juicio valorativo que se desenvuelve en dos planos: el
fáctico (el de autoría) y el jurídico (el de la imputación)
La imputabilidad es un presupuesto de culpabilidad, para que un sujeto sea
imputable debe actuar con discernimiento, con intención y libertad.
Los actos ilícitos son siempre imputables, porque se consideran actos voluntarios y
en tal virtud dan nacimiento a la responsabilidad por los perjuicios derivados de su
ejecución. Pero excepcionalmente hay casos en los cuales los actos ilícitos no son
imputables a sus autores, y por lo tanto no dan lugar a la responsabilidad civil.
Hechos sin intención: Según algunos autores, los hechos realizados por error o dolo, no
son hechos involuntarios, ya que para ellos, aunque esté viciada, la voluntad existe. Para
este criterio, el art. 907 C de Vélez (1721 y 1750 actual) era inaplicable, ya que si el
autor sufrió un error inexcusable, en cuyo caso actuó culposamente, y la reparación se
rige por las normas generales, mientras que si el error estuvo determinado por el dolo de
un tercero, éste sería responsable. Es cierto que conceptualmente es verdadera la
distinción entre hechos sin voluntad y hechos con voluntad viciada, pero a pesar de ello
no existe razón para negar la aplicación de dichos artículos a los hechos sin intención.
Hechos sin libertad: Obsta a la libertad el vicio de la violencia. Se distingue entre la vis
absoluta y la vis relativa. En la primera, no hay típicamente autoría, el agente del acto
no es mas que un mero instrumento en manos de otro o por fuerzas ciegas de la
naturaleza. Por eso, quien actúa en virtud de fuerza irresistible no está obligado, ni
siquiera, a los términos del art. 907 C de velez (1750 Actual), ya que se hace referencia
al autor del hecho y en los casos de vis absoluta no puede hablarse estrictamente de
acción.
Art. 1750 CCyC. Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño
causado por un acto involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo
dispuesto en el art. 1742.
Art. 1742 CCyC. Atenuación de responsabilidad. El juez, al fijar la indemnización
puede atenuarla si es equitativo en función del patrimonio del deudor, la situación
personal de la víctima y las circunstancias del hecho. Esta facultad no es aplicable en
caso de dolo del responsable.
D. LA ANTIJURIDICIDAD.
Especies.
La doctrina tanto autoral como judicial, se ha planteado el tema de la determinación
de cuando un daño es injusto, que circunstancias hacen que una conducta dañosa
merezca ese calificativo. Las respuestas han sido:
Antijuridicidad formal: Para una corriente la injusticia es sinónimo de ilegalidad.
Un daño es injusto cuando es producto de la violación de una norma jurídica
imperativa o prohibitiva. Este criterio fue recogido por el C de Vélez en el art.
1066. “Ningún acto voluntario tendrá carácter de ilícito, si no fuera
expresamente prohibido por las leyes ordinarias, municipales o reglamentos de
policía, y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar pena o sanción de este
Código, si no hubiere una disposición de la ley que la hubiese impuesto”.
La tipicidad del ilícito debe tener una doble previsión: el comportamiento debe
estar anticipado por el legislador como así también la sanción resarcitoria.
Equivale una igualación de la ilicitud civil y penal sobre la base: “nulla pena
nulla crimen sine lege” (no hay pena ni crimen sin ley).
Esta aplicación se sostuvo hasta la década del 30, ya que hasta ese momento no
se preveía la irresponsabilidad del Estado por los daños causados por sus
funcionarios o empleados, forzando la sanción legislativa del art. 1071 bis.
Tanto la tipificación de los ilícitos como de las sanciones y derechos subjetivos,
se funda en el valor de seguridad y encuentra un correlato en la interpretación de
los arts. 19 de la CN y 53 del C de Vélez. “todo lo que no está expresamente
prohibido está permitido”. De este modo se pensaba que el ciudadano podía
desenvolverse con total libertal ejerciendo sus prerrogativas y facultades y que
sólo el legislador limitaba su actuación, permitiéndole conocer por anticipado lo
prohibido, lo antijurídico.
Este criterio fue rechazado por la doctrina moderna, ya que en el campo civil a
diferencia del penal, debe consagrar la atipicidad del ilícito. Ya que, la
pretensión de tipificar categorías reducidas en número y suficientemente amplias
como para poder abarcar en ella todos los casos posibles (como por ejemplo la
fórmula “todo daño a la persona debe ser indemnizado”) conduce a descalificar
la idea del tipo de la cual se parte.
Antijuridicidad material: Se llega a este segundo estadio (o “evolución jurídica”)
cuando la ilicitud deja de confundirse con ilegalidad, cuando se comprende que
el derecho no se agota en la legalidad. Cuando se integra el ordenamiento
jurídico en conformación con otras fuentes del derecho: las buenas costumbres,
la moral social, los principios generales del derecho. (Se deja de lado la actitud
soberbia del legislador y se reconoce el rol del juez en la elaboración del
derecho)
A pesar de ello, con la integración del plexo normativo no se logra la respuesta
adecuada sobre la ilicitud del comportamiento o la injusticia del daño.
Se sabe que la búsqueda no debe agotarse en la legalidad o ilegalidad, por lo
que, a partir del Proyecto de Unificación Civil y Comercial de 1987 se efectúo la
supresión del art. 1066 del CC, lo que permitiría reafirmar el concepto de
antijuridicidad material.
Antijuridicidad Subjetiva. Es un criterio opuesto a los anteriores, ya que
abandona la asimilación con la desaprobación del acto o hecho, para poder
avanzar sobre la desaprobación de la conducta del autor o agente. Por lo que, la
antijuridicidad se encuentra en la culpa. Las culpas o errores de conducta no
aparecen tipificados, son los jueces encargados de juzgar de acuerdo con
modelos de conductas por ellos construidos. Lo que da lugar a preguntarse cual
es el tipo de ser humano y de conducta que el juez debe tener en cuenta como
modelo de referencia, en el momento de formar un criterio sobre la existencia o
inexistencia de la culpa.
La culpabilidad absorbe la antijuridicidad: el daño es injusto en la medida en que
es el resultado de una conducta equivocada.
Antijuridicidad Objetiva. Para este criterio, el juicio de aprobación o
desaprobación y la consiguiente condena a reparar, atiende exclusivamente al
acto o hecho, y en particular a su resultado, el daño causado. La antijuridicidad
no mira al agente sino a la víctima.
La idea central es que todo daño es injusto en cuanto lesiona un interés
merecedor de tutela y, a la vez, viola el genérico deber jurídico de no causar
daño a otro (alterum non laedere)
La plenitud de la regla alterum non laedere no impide que haya actos dañosos
que se encuentran justificados por el Derecho, en donde su autor no contrae
ninguna responsabilidad al realizarlos. Es donde actúan las “causas de
justificación” resolviendo el conflicto entre el interés lesionado y el derecho
ejercitado, entre el daño de una persona y el beneficio de otra (causante)
En el Código de Velez la antijuridicidad era formal y subjetiva, porque se
requería que el hecho dañoso estuviera “expresamente prohibido por las leyes
ordinarias, municipales o reglamentos de policía” y que los agantes obraran con
“dolo, culpa o negligencia”
Art. 1717 Actual CC Y C. Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa
un daño a otro es antijurídica si no está justificada.
El Código nuevo establece que la antijuridicidad civil es material (atípica) y objetiva
y se configura por la existencia del hecho (acción u omisión) que causa daño a otro.
Esto es así porque se considera ilícito cualquier hecho que daña, sin necesidad de
prohibición expresa e independientemente de que pueda o no efectuarse un reproche
subjetivo al agente. La excepción a esta regla son las causas de justificación.
Art. 1066 C de Vélez. Ningún acto voluntario tendrá el carácter de ilícito si no
fuere expresamente prohibido por las leyes ordinarias, municipales o reglamentos de
policía; y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar la pena o sanción de este código, si
no hubiere una disposición de la ley que la hubiese impuesto.
Concepto de juridicidad formal, reduce lo antijurídico a lo ilegal.
C. Estado de necesidad.
El estado o situación de necesidad existe respecto de los particulares y también
respecto del estado cuando:
-Se encuentra la víctima ante la inminencia de sufrir un mal grave, un menoscabo
importante en su persona o en sus bienes o, respecto del Estado, en las personas o
bienes de la comunidad a su cargo.
- Que el daño o amenaza aparezca como extraño o ajeno a quienes son sus víctimas,
que no sean ellas quienes hayan provocado su conducta, sino que el evento se
muestre como accidental o fortuito.
- No se encuentren medios para su evitación, que no haya modo o manera posible de
detenerlo
-Que el necesitado (persona que padece la situación) no tiene, por su oficio o cargo,
el deber de sufrir el daño, de soportarlo o rendirse ante él.
Por lo que, en estas circunstancias, el amenazado actúa, para evitar el mal propio o
bien de un tercero, para evitar el mal ajeno. La salida que se encuentra en la
situación de acoso, es la de lesionar el bien jurídico de otra persona, y ese
comportamiento dañoso que por regla es ilícito, queda justificado desapareciendo la
injusticia, siempre que el mal causado no sea mayor del que se trate evitar.
El art. 34 inc. 3 del CP expresa: “No son punibles… el que causare un mal para
ecitar otro mayor inminente al que ha sido extraño”
Por lo que, debe tratarse de una situación en la cual se cae o a la que se llega, sin
culpabilidad, no imputable al necesitado, por ser extraña a él, fortuita, inevitable,
urgente y grave.
El acto de abnegación
Se configura cuando el estado de necesidad lleva a una persona a causarse un daño a
sí misma, para evitar a otro un daño mayor. Ejemplo: El caso de quien se arroja al
agua vestido, arruinando su ropa para salvar la vida ajena en peligro. En estos casos
se trata de una conducta altruista, con gran sentido de solidaridad y fraternidad.
La cuestión se plantea en lo relavito a la posibilidad del abnegado/dañado, de
reclamar al beneficiario una reparación. Si bien el sacrificio fue espontáneo, no
solicitado, le corresponde una acción por indemnización contra el titular de los
bienes salvados.
D. Legítima defensa.
El daño es causado por el agredido o atacado (convertido en agente) como reacción
a un ataque injusto. No se trata de la venganza frente al perjuicio ya sufrido, sino de
una acción para apartar de sí o de otro un ataque actual contrario a derecho.
En el Código de Vélez no se encuentra ninguna disposición que expresamente
establezca, como principio de carácter general, la legítima defensa como eximente
de responsabilidad civil. A pesar de ello existen ciertas disposiciones legales en
donde se halla su concreta aplicación:
Art. 2470 C de Vélez: “se da el derecho de protegerse en posesión propia, y repulsar
la fuerza con el empleo de una fuerza suficiente, en los casos en que los auxilios de
la justicia llegarían demasiado tarde; y el que fuese desposeído podrá recobrarla de
propia autoridad sin intervalo de tiempo, con tal de que no exceda los límites de la
propia defensa”
Art. 911 C de Vélez: “Nadie puede obligar a otro a abstenerse de un hecho porque
éste pueda ser perjudicial al que lo ejecuta, sino en el caso en que una persona obre
contra el deber prescripto por las leyes, y no pueda tener lugar oportunamente la
intervención de las autoridades públicas”
Ante la ausencia de normas expresas en el C de Vélez, se recurrió por analogía, a lo
que al respecto de esta materia establece el código penal, a partir del artículo 34 inc.
6, para poder eximir de responsabilidad civil a quien ocasione un daño a otro, en
defensa de sus derechos o su persona. Para ello deben recurrir tres requisitos:
1. Agresión ilegítima: La agresión es ilegítima, cuando el acto del agresor es
objetivamente ilícito, es decir, que contraría el ordenamiento jurídico, aún cuando
carezca de voluntariedad, por lo cual la reacción del agredido podría ejercitarse
contra actos de personas incapaces: dementes, menores de 10 años, etc.
2. Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla: La defensa
sólo es legítima en la medida que resulte indispensable para repeler o impedir el
injusto acometimiento. Para ello, deberá estarse a las circunstancias del tiempo y
lugar y a la respectiva personalidad de los protagonistas. La necesidad racional del
medio empleado NO es de carácter absoluto, sino subjetiva y condicionada a los
antecedentes circunstanciales.
3. Falta de provocación suficiente por parte de quien se defiende: Es necesario como
último requisito que el agredido no haya provocado la agresión, ya que si el hubiese
incitado al agresor, no podría en principio quejarse de la reacción de éste.
Clases.
Los factores de atribución se clasifican en:
- Subjetivos: Éstos toman en cuenta la reprochabilidad de la conducta del sujeto
ofensor o dañador, sea porque obró descuidadamente (culpa) o porque lo hizo
con intención dañina (dolo).
Art. 1724 Actual CC Y C. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el
dolo.
La culpa consiste en la omisión de diligencia debida según la naturaleza de la
obligación y las circunstancias de la personas, el tiempo y el lugar. Comprende
la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión.
El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
Dolo como vicio de la voluntad.
Art. 271 Actual CC Y C. Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda
aserción de lo falso o disminución de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o
maquinación que emplee para la celebración del acto. La omisión dolosa causa
los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría realizado
sin la reticencia u ocultamiento.
F. EL DAÑO.
Diversos criterios definitorios.
El Código de Vélez define al daño como perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria causado a otro, sea directamente en las cosas de su dominio o posesión, o
indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos o facultades (art.
1068) como asimismo el agravio moral(art. 1078) que recae sobre los sentimientos
espirituales o afecciones legítimas.
Por lo que, puede sintetizarse la noción de daño en cuanto a presupuesto de la
responsabilidad civil como “lesión o menoscabo a un interés patrimonial o
extramatrimonial, acaecido como consecuencia de una acción”
El daño es el presupuesto central de la responsabilidad civil, ya que la función
clásica de esta se concreta en la reparación, y a falta de daño no habrá que reparar.
El interés de la víctima en la reparación, emerge del daño sufrido y donde no hay
interés no hay acción.
Es tan importante el daño como presupuesto de la responsabilidad civil, que desde el
punto de vista metodológico ha sido considerado como el primer requisito para que
surja el deber de reparar. Recién en presencia de ese daño, el intérprete tiene que
preguntarse luego si medió antijuridicidad, relación causal y un factor de atribución.
El daño como presupuesto de responsabilidad civil se encuentra consagrado en el
Art. 1067 del C. de Vélez “no habrá acto ilícito punible para los efectos de este
Código, si no hubiese daño causado u otro acto exterior que lo pueda causar”.
Puede existir tanto en los ilícitos extracontractuales como incumplimientos de
obligaciones convencionales.
Se puede considerar al daño como una conceptualización abstracta. Se reclama el
valor, no la lesión al bien jurídico sino el valor que representa ese bien material o
espiritual.
Art. 1737 Actual CCYC. Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un
derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por
objeto la persona, el patrimonio o un derecho de incidencia colectiva.
***El artículo del nuevo código apunta más a la antijuridicidad que al daño en sí
mismo, los derechos NO se dañan, se transgreden o se violan, pero no se dañan.
Hablar de lesión a un derecho subjetivo lo ubica en la antijuridicidad.
Requisitos.
En la doctrina se mencionan tres requisitos.
1. Que el daño sea cierto: el daño debe ser cierto y no puramente eventual o
hipotético. Debe haber certidumbre en cuanto a su existencia misma, presente o
futura.
2. Que sea personal del accionante: Quiere decir que nadie puede pretender sino la
reparación de un daño que le es propio, no pudiendo incluir en su pretensión los
daños sufridos por terceros, aunque todos estos hayan derivado del mismo acto
ilícito. Tiene una excepción aparente cuando el perjuicio de los terceros constituye a
la vez un perjuicio del accionante, en razón de una obligación legal o convencional
preexistente.
A la inversa puede suceder que alguien sufra un daño de “rebote”. Son los casos de
los damnificados indirectos.
3. Para poder ser resarcido debe ser subsistente al dictar sentencia, si por alguna
razón el daño cesó no se puede ordenar la reparación.