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Pablo A. Montero
UNED
FILOSOFÍA POLÍTICA II: PREGUNTAS MÁS COMUNES
Preguntas largas
MULTICULTURALIDAD, INMIGRACIÓN Y DEMOCRACIA
Hay dos posiciones teóricas sobre la inmigración: considerándola como parte de la normalidad histórica o se
consideran específicamente especiales en este tiempo histórico. Por ello, la llegada de inmigrantes produce
desafíos democráticos importantes. Toda sociedad se mueve a través de un sistema de categorías y cuando se
produce un proceso de cambio, estas categorías se convierten en categorías políticas.
El problema central para gestionar esta situación está en las diferentes concepciones sobre democracia:
¿quién es el demos? Una población independiente de la nacionalidad, o en su dimensión política como
ciudadanía nacional. El conflicto de intereses es evidente: en la primera concepción, los inmigrantes se
integran como uno más al demos político; en la segunda, sólo el demos político originario es objeto de la
atención política. Podríamos decir que a esta dicotomía se le suma un problema de asincronía. Esto quiere
decir que los sucesos avanzan mucho más rápido que nuestro poder de conceptualización. Por tanto
necesitamos innovación a este respecto.
Según R. Dahl, todo esto responde a un proceso de evolución de lo que consideramos como “territorio”. De
la polis griega, al Estado-nación y de ahí a la concepción de territorio como “mundo”. Así, señala que
estaríamos ante una etapa en la que surge un debate porque no puede haber una persona que obedezca leyes y
no forme parte del demos. Estamos, por tanto, ante una tercera transformación, hacia la democracia global.
Por tanto, existe actualmente un cisma entre demos político (ciudadanía) y la población (que incluiría tanto a
ciudadanos como a inmigrantes). Las teorías de la democracia han supuesto la pertenencia a una comunidad,
pero no han previsto la situación actual y por ello los Estados democráticos actuales se enfrentan al dilema
entre la obligación de admitir a los que desean entrar en su demos político o no hacerlo y definir los límites de
esa pertenencia. ¿Por qué este problema? Por la unión conceptual entre Estado, nación y ciudadanía.
Es necesario definir término por término esta “santísima trinidad”:
- El Estado es la entidad política que define quién es ciudadano y qué limita territorialmente su
actividad.
- Ciudadanía es el principal vehículo de la legitimación del Estado-nación, los conecta.
- La nación es la entidad simbólica que vincula culturalmente el territorio estatal con la ciudadanía.
Cada uno de estos tres elementos no se pueden concebir por separado, pudiendo analizarlos desde dos
lecturas: la institucional y la normativa:
- Según la institucional, el vehículo E-N-C establece la estructura básica de nuestras sociedades
liberales y democráticas europeas; el marco conceptual debe entenderse como el actual campo de la
legalidad. Fuera del triángulo E-N-C la legalidad es difícil de aplicar; la relación E-N-C es el marco
en el que se define quién está dentro y quién fuera del demos. El marco conceptual sirve como campo
de la legitimidad.
- Según la normativa, el vínculo E-N-C conforma nuestro marco de referencia dentro del cual
valoramos el campo de la política, valorando las acciones políticas en términos de positivo/negativo
respecto a la concepción E-N-C; este vínculo orienta nuestras concepciones del mundo, por lo que los
debates sobre la estructura tiene carácter revolucionario, precisamente porque no hay respuestas
concretas ya que el triángulo E-N-C es la base normativa sobre la que se apoyan los conceptos
políticos que habitualmente usamos.
El debate contemporáneo, ciudadanía y multiculturalismo parte de la premisa de que el demos es
culturalmente homogéneo, teniendo una connotación claramente excluyente (los no-pertenecientes al demos
eran llamados “bárbaros” antaño). Tenemos que pensar si es viable entender el demos en estos términos (bajo
el E-N-C) y si es posible una reconstrucción del “demos”.
En temas de inmigración y multiculturalidad los cambios tienen que ser estructurales. La situación actual
tiene que ver con lo que vivió Tocqueville durante la primera mitad del siglo XIX, que trajo ideas de su viaje a
América como por ejemplo que la forma democrática, más que una organización política, era una cultura y
una forma de comportamiento. Cuando una etapa histórica tiene como eje de debate reflexiones conceptuales,
estamos en un período de cambio. Ahora mismo, nos encontramos en un bloqueo conceptual para introducir el
multiculturalismo a la santísima trinidad (E-N-C). Por tanto, hay que reconocer la necesidad de definición ante
un fenómeno imparable. El autor de este tema, Zapata-Barrero comenta siete premisas para analizar la
situación:
- Premisa 1: estamos ante un proceso de multiculturalidad global, histórico e irreversible.
- P2: lo anterior nos obliga a redefinir quiénes somos, qué pensamos y qué queremos como proyecto de
futuro.
- P3: hemos pasado de tener que aceptar el pluralismo a secas a tener que tratar con el pluralismo
cultural. Es decir, que ya no son conflictos entre culturas desde la distancia, sino que son conflictos
intraculturales en el momento en el que distintas culturas conviven en el mismo lugar.
- P4: cultura/identidad = social/político. Con la llegada y permanencia de inmigrantes y el proceso de
multiculturalidad el vínculo entre desigualdad social y pertenencia cultural es cada vez más evidente.
Las instituciones no ofrecen las mismas oportunidades y las identidades culturales se valoran
públicamente en función del lugar que ocupan sus portadores dentro de la estructura del poder de la
sociedad.
- P5: hay que pensar en cómo redefinir las identidades para bordear el conflicto que une una identidad
social a una cultura. Por ello, la política debe hacer discurso sobre política social, que hoy en día sólo
puede significar diversidad cultural y una mente multicultural.
- P6: nos encontramos ante una excepción histórica: cada vez hay más sistemas democráticos, de
manera que el pluralismo cultural reclama respuestas democráticas. El gran reto de nuestros días es
gestionar con nuestros fundamentos democráticos la diversidad de culturas.
- P7: la realidad discursiva política es una generadora de interpretaciones, por ello, un cambio en el
discurso político es una apertura al cambio de mentalidad necesario para evitar el conflicto. Por ello
hay que repensar un nuevo sistema de categorías.
Tal sistema de categorías para re-construir el demos político se debe basar en los siguientes cinco
argumentos:
- Argumento 1: el debate ha de evolucionar del ya lastrado paradigma de conservadores vs. progresistas
para asumir que estamos ante el debate monoculturalidad vs. multiculturalidad.
- A2: el progreso en el pasado siglo se medía en términos sociales y económicos. En nuestra época, el
progreso se mide en la gestión de este proceso de multiculturalidad, pues el conservadurismo ve como
amenaza a la identidad cultural este proceso histórico.
- A3: tener como marco los Derechos Humanos es imprescindible desde el contexto de este
multiculturalismo, ya que en principio fueron concebidos para defender al individuo del Estado. Pero,
¿y los que no son ciudadanos? ¿a qué derechos pueden amarrarse? E aquí la cuestión de la necesidad
de re-enfocar este marco de acción para ir hacia un mundo sin fronteras.
- A4: repensar la clase social como grupo cultural. Ante iguales circunstancias de desigualdad
económica, en lugar de solidaridad hay racismo, puesto que la clase pobre y ciudadana percibe a la
nueva pobreza vinculada con la inmigración como competencia directa.
- A5: la categoría de la civilización tiene origen conservador. La actualidad abre la posibilidad a un
nuevo discurso conservador monocultural entorno a la religión, por ejemplo.
Nos debatimos por tanto ante la exclusión completa de los inmigrantes y el fenómeno, un cierre de fronteras
que se hace casi estulto ante la situación actual. Hay que ir introduciendo una sentencia: “la diversidad es
valor” y eliminar el concepto de inmigración como un “caballo de Troya”.
ACTUALIDAD DE LA CIUDADANÍA
La ciudadanía se ha inmerso en un debate sobre las exigencias de la justicia y los problemas de pertenencia
comunitaria polarizados por liberales y comunitaristas. El tema de la ciudadanía representa los dilemas
ideológicos de nuestro momento. Este tiempo es un tiempo cambiante, que tiene que atender las constantes
demandas que surgen: el feminismo, la distinción entre nación y Estado, los problemas de doble nacionalidad,
etc. Actualmente hay tres posturas críticas y analíticas de la categoría de ciudadanía: el neoconservadurismo,
el neoliberalismo y la interpretación liberal comunitarista.
Al neoconservadurismo se le deben constructos políticos como el supuesto final de las ideologías. Kristol
(neoconservador) dijo que el acontecimiento más importante del s. XX fue la muerte del socialismo. Para
estos, hay que introducir agentes intermedios entre el liberalismo y el socialismo, unas estructuras intermedias
que recompongan una sociedad que está desarticulada. Estas serían las iglesias, las asociaciones de barrio, los
grupos altruistas que generarían un nuevo sentido de la solidaridad y de la pertenencia. Según Novak, la
debilidad de nuestras sociedades radica en la pérdida de sus ideas y principios morales indispensables.
Digamos que el neoconservadurismo propone que las necesidades de participación y colaboración sean
desquitadas por los ciudadanos en estas estructuras económicas mientras la teoría de la sociedad industrial
sigue funcionando alrededor de la tecnología y de la economía. La ciudadanía queda absorbida por estas
estructuras y pierde su papel protagonista.
El neoliberalismo tiene por propósito la delegación de la economía a los mercados y el apoyo de las
jerarquías sociales. El Estado vendría a defender los derechos de propiedad y la libertad, pero no buscaría
ningún propósito de igualdad. Tienen la idea de una sociedad sin cultura política activada por la ley natural,
establecida por Dios, el argumento del rechazo hacia una ciudadanía de cultura política democrática y
participativa. Se defiende el statu quo a ultranza y se rechaza cualquier postura en base al interés general, de
ahí que la discriminación, la esclavitud y la explotación capitalista hayan sido algunas de sus sombras
abiertas. Teóricos como Ferrajoli han propuesto que la propiedad privada debe equipararse al grupo de
derechos de autonomía y libertad, pero no han reparado en que con la libertad no se puede comerciar. Esto
evidencia que estamos en un sistema ambivalente que tiende a considerar sus postulados con la necesidad de
universalidad. En definitiva, la reconstrucción de la sociedad civil por parte del neoliberalismo es entregar
todo ente público al mercado, a las manos privadas, y convertir al Estado en un defensor de los derechos más
básicos, incluyendo la propiedad.
Ante las cuatro ideas prevalentes de nuestro ámbito (democracia radical, marxismo, capitalismo y
nacionalismo), Walzer, cercano a posiciones neoconservadoras opina que el campo de la política no puede ser
asumida en y desde la figura del ciudadano, debido a la carga moral y la idealidad que suele atribuírsele.
Walzer intenta corregir las cuatro valoraciones con una nueva reconstrucción de la sociedad civil: la
dimensión no ideológica de la sociedad civil hacen de ella el ámbito más apropiado para llevar a cabo las
exigencias sociales. Llamará a su alternativa “asociacionismo crítico”. El carácter natural que adquieren las
formas sociales más primarias acaban imponiéndose en un amplio campo de relaciones. Esta naturalización
social es la que a Tocqueville le llevó a comprender la persistencia de la esclavitud, debido a que “todos los
que admitieron ese principio antiguamente, no son hoy libres para abandonarlo”. El orden social así
instaurado, que subyace al político, no encuentra su posible superación con la afirmación de Walzer de que
“sólo un Estado democrático puede crear una sociedad civil democrática”. El propio régimen liberal
democrático es el que ha consagrado las formas de exclusión. Tocqueville percibió claramente que cualquier
cambio en los órdenes sociales establecidos afecta no sólo al poder sino también a la redefinición de las
estructuras del poder de los agentes, la reelaboración del espacio público, etc. Pensó así que la anarquía
acabaría adueñándose y arruinaría a la sociedad empeñada en dicha transformación práctica.
Sin embargo, el modelo de Walzer no va a la raíz de los problemas, es decir, la solución no está en estas
asociaciones intermediarias (incluso funcionarían como legitimadoras del problema). La sociedad actual no
difiere de otras en las que se promete la posibilidad de vivir sin diferencias. Esto quiere decir que al no
cumplirse nunca, no estamos en un marco indicado que permita que esto ocurra mientras el agrupamiento del
sistema siga basándose en la similitud.
El cambio necesario, por tanto, es esencialmente estructural, centrándose en la comprensión categorial de la
realidad de lo humano y la situación y distribución del poder político. La paradoja de la sociedad civil exige
algún control o una determinada utilización del aparato del Estado. La ciudadanía es uno de los muchos
papeles que sus miembros representan, pero el propio Estado no se parece al resto de asociaciones. Enmarca a
la sociedad civil a la vez ocupa un espacio en su seno. Este es uno de los nudos del pensamiento liberal-
comunitarista y manifiesta los limites que tal corriente presenta en relación a la comprensión del núcleo
constitutivo de la política y la ciudadanía. Estos límites aparecen en la teorización de Walzer de dos formas
diferentes: somos seres sociales por naturaleza antes que políticos y económicos, por tanto, todas las formas
están incluidas y ninguna es preferible; y la reintroducción del Estado y sus actuaciones.
En relación a la tensión entre sociedad civil y Estado, Walzer zanja el tema considerando que sólo un Estado
democrático puede crear una sociedad civil democrática y sólo una sociedad tal puede mantener un Estado
democrático. La ciudadanía republicana es considerada por Walzer como el modelo tradicional más fuerte de
ciudadanía. Se caracteriza por la ardiente pasión de vivir la ciudadanía como identidad primera basada en: una
ciudadanía endogámica y ser principal principio identitario.
Este planteamiento es erróneo pues hay una necesidad de distinguir lo político y la política. Lo político ha
existido siempre, pero la política no. Se crea en el contexto de la cultura griega, en el paso del mito al logos.
La política fue el modo como los griegos resolvieron la cadena de revueltas y crisis sociales que acabó
haciendo necesario encontrar reflexivamente una nueva conformación del sistema. Dicho esto, es difícil de
asumir la simplicidad con que expone Walzer el concepto de ciudadanía, ya que esta es propiamente la forma
de expresión socio-política por parte de los individuos, de ese nuevo orden instituyente de sentido.
La afirmación bñasica de Walzer de que somos seres sociales antes que políticos no tiene ningún valor
analítico, ya que el prolema no se centra en eso, sino en el nivel de reflexión de sentido a nuestra política. La
política es algo más que las posibilidades naturales, dado que exige una actividad, un deseo y una elección que
se centran en la búsqueda del orden de lo justo. La ciudadanía está ligada a ese nuevo mundo de sentido y a la
configuración del saber laico en el orden de lo humano-social, frente al mundo del culto
Relaciones sociometabólicas
El ecologismo ha sido explicado en el marco de los movimientos sociales nuevos, junto a otros como el
antinuclear, el feminista o el pacifista. Presenta tres características específicas:
1. Su carácter global e intergeneracional
2. Su identificador ideológico. Haberse emancipado del oikos, de su condición humana.
3. Ha dado el salto a la política. Los partidos verdes han ido asumiendo las demandas del resto de
nuevos movimientos sociales, hasta convertirse en los defensores progresistas de la alter-
globalización. En el 99, partidos verdes empezaron a gobernar en coalición en Alemania, Francia,
Italia, Finlandia y Bélgica. Sin embargo, su imposibilidad para llevar a cabo políticas alternativas, ha
dejado un saldo más bien pobre en su gestión política.
El ecologismo es más bien un gran marco ideológico, valorativo, discursivo, que una suma de acciones
sociales concretas. Se ha globalizado, tanto en sus ideas como en su estructura. No hay motivos para sostener
que el ecologismo no es ni ideológico ni político. Durante la última década, el ecologismo ha adoptado el
lenguaje de la justicia ambiental, que abarca la distribución de bienes, males y riesgos ambientales en sus
distintas dimensiones espacio-temporales y una responsabilidad extendida sobre los efectos de las acciones,
propias y ajenas.
Retos teóricos
Los valores ecológicos y sus hechos han extendido una conciencia ineludible en el ámbito público. Abre,
además, una nueva posibilidad de reflexión desde la filosofía política desde la huida de la condición humana.
El ecologismo es ya un producto del mundo global, estando abierto y vivo a nuevos postulados.
Preguntas cortas
Tipología de movimientos sociales
Varios movimientos han surgido en los años 60 y 80. Movimientos que comentaremos a continuación:
- El movimiento feminista trata de conseguir el reconocimiento de las mujeres como sujetos humanos y
sujetos de derechos. Es decir, que luchan por la igualdad entre los sexos. Sus primeras oleadas fueron
durante la Revolución Francesa adoptando el discurso ilustrado de los derechos a la propia condición
de la mujer. En el siglo siguiente, el XIX, las reclamas fueron más en dirección del sufragismo que no
se conseguiría en los países occidentales hasta el siglo XX. En este último siglo, durante los años 60
fue famosa la consigna de “lo personal es político”, es decir, que el papel que ejerce la mujer en los
lugares cotidianos, como el hogar, es lo que condiciona su poca participación política, su
consideración como una ciudadanía de segunda clase. Por tanto, esta tercera oleada abogaría por un
cambio de costumbres y un nuevo contrato social consistente en una sociedad paritaria.
- El movimiento ecologista se consolida en los años 80, siendo uno de los más tardíos, centrándose en
la vulnerabilidad del planeta. Se ha cristalizado en el partido político de los verdes, consiguiendo
gobernar en algunas regiones de Francia o Alemania en coalición.
- El movimiento pacifista surgió en protesta contra la guerra de Vietnam durante los años 60. En
España, durante los 80 se inició un movimiento muy vinculado a una posición anti-OTAN,
fomentándose la objeción de conciencia. Incluso, más recientemente se produjo un movimiento
antibelicista en contra de la guerra de Irak en el que millones de personas se manifestaron en contra
del conflicto, y los gobiernos hicieron caso omiso. Esto mostró la gran distancia entre las élites
políticas y la población.
- El movimiento homosexual apareció en los años 60 en Nueva York. Al principio se centró en hacer
visible el colectivo y en el reconocimiento de una identidad deteriorada. La enfermedad del SIDA
introdujo en la opinión pública la discusión sobre el colectivo. En la actualidad se lucha por los
derechos civiles como el matrimonio, la herencia o la adopción.
- El movimiento antiglobalización se inició en los años 90 con dos importantes hitos: la revuelta
neozapatista en 1994 y la Batalla de Seattle
- Por último, el movimiento indigenista en América Latina a finales del s. XX evidencia que es
necesario incluir a estos pueblos en la política de estos países. Reclaman justicia distributiva,
reconocimiento, derecho a la autodeterminación y una redefinición de los Estados Nacionales como
estados multiétnicos y plurinaciones.