Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
Hernando Salcedo Silva, Crónicas del cine colombiano 1897-1950, Bogotá, Carlos Valencia Editores,
1981, p. 10.
2
Aunque previamente existió una entrada dedicada a Colombia en el libro de Georges Sadoul, Histoire
du Cinéma Mondial, des origines à nos jours, Paris, Flammarion, 1949, p. 434 (9a edición, 1973).
euforia conmemorativa y suple, en parte, el vacío de las tres últimas décadas que no
están registradas en el libro fundacional de Martínez Pardo. También habría que
mencionar el Diccionario de cine iberoamericano, España, Portugal y América,
presentado en 2008 por la Fundación Autor de la Sociedad General de Autores (SGAE),
compuesto por diez tomos, de los cuales le corresponden a Colombia aproximadamente
doscientas entradas, entre voces temáticas y biográficas, así como la reseña de veinte de
sus más importantes películas. Diego Rojas y Orlando Mora fueron los encargados por
Colombia de coordinar la escritura de los textos entre un considerable número de
especialistas del país. Ciertamente la particular articulación de los temas de un
diccionario no ofrece lo mismo que una mirada orgánica y transversal, pero el grueso de
información y conceptos reunidos aquí lo hace ya de por sí una pieza de gran relevancia.
Igual ocurre con Los cines de América latina y el Caribe, un valioso esfuerzo de la
Escuela Internacional de Cine y TV, editado por Edgar Soberón Torchia en 2012, que
recoge en dos tomos textos monográficos, biográficos y de películas, incluyendo una
decena dedicados a distintos tópicos del cine colombiano.
Volviendo al texto de Martínez Pardo, este autor comienza muy metódicamente su obra
dando cuenta de la llegada del cine al país con periodizaciones a manera de capítulos
que agrupan la historia del cine de Colombia en distintas etapas bien delimitadas. Así
mismo, en cada una de ellas tiene en cuenta las diversas actividades que hacen parte del
quehacer cinematográfico. Habla, entonces, de los procesos propios de la industria del
cine, como la producción, la distribución y la exhibición, pero también de otros aspectos
relacionados, como el público, las revistas, la crítica, la legislación y la censura.
A partir de esta estructura, el autor desarrolla una historia sistemática en su relación de
obras, autores y episodios que hacen parte de la historia del cine nacional. Su
aproximación es descriptiva, en un principio, y luego crítica. La inclusión de nombres,
obras o temas es asumida dentro del texto de una forma analítica y reflexiva, partiendo
del conocimiento que el autor tiene de la historia y el lenguaje del cine, así como de
otros autores que le sirven para sustentar, complementar o hasta contradecir sus
argumentos sobre las películas y el proceso del cine en el país.
Ese mismo año, 1978, vio la luz otro libro importante en esta historiografía: Reportaje
crítico al cine colombiano, de Umberto Valverde. Este texto ya no tiene las pretensiones
de sistematización y cobertura del anterior, pero se presenta como un material clave
para comprender buena parte de la historia y la dinámica del cine nacional, pues allí el
crítico caleño, después de una larga introducción en la que, con un énfasis también
crítico y reflexivo, habla sobre la situación del cine colombiano de las últimas dos
décadas, presenta doce entrevistas a diferentes cineastas y a algunos críticos en las que
ellos no sólo responden por su obra, sino también por la visión que tienen del cine del
país. Lisandro Duque, Carlos Mayolo, Luis Ospina, Francisco Norden, Hernando
Salcedo Silva, Marta Rodríguez y Jorge Silva, son algunas de esas personalidades a las
que Valverde propone el ejercicio de reflexionar sobre sus películas y sobre el cine
nacional y latinoamericano. De hecho, la primera pregunta que les hace a todos ellos es
por la existencia o no de un cine nacional; incluso enfatiza en el concepto, que hizo
carrera en aquel entonces, de un “nuevo cine colombiano”.
El libro que completa esta triada fundante de la historiografía nacional es Crónicas del
cine colombiano 1897 - 1950, escrito por Hernando Salcedo Silva.3 Si bien fue
publicado en 1981, los textos y entrevistas que lo componen fueron escritos mucho
antes de que los dos libros mencionados, por lo que su autor puede ser considerado el
pionero de una mirada histórica a nuestro cine, además por su importante labor como
crítico, cine clubista y preservador del patrimonio cinematográfico del país. Dice el
autor en su prólogo: “Son crónicas en el sentido de que ofrecen cronológicamente sólo
los aspectos más generales del tema (…) [aspiro a] que el lector no adivine al crítico tras
el simple cronista-espectador que, sin conceptualizar demasiado, intenta ante todo
compartir con el lector su afecto por el cine colombiano…”.4
Y efectivamente, el texto hace un recorrido por el primer medio siglo del cine nacional
en un tono accesible y hasta muy personal, sin que por ello quede en entredicho el buen
juicio que siempre caracterizó a su autor en su tratamiento del cine. Además, el libro
tiene el enorme valor de contar con entrevistas realizadas a algunos de los pioneros del
cine en Colombia, como Máximo Calvo, Donato Di Doménico o Gonzalo Acevedo,
constituyéndose en el contacto más directo que existe con muchas de esas primeras
obras que ya se perdieron en el tiempo.
3
Salcedo Silva también es el responsable de la entrada sobre Colombia en Les Cinémas de l’Amerique
Latine, París, Pier L’Herminer, 1981.
4
Ibíd, p. 9.
Más de una década después, en 1994, se publicó el libro de John King –profesor de
historia cultural de América Latina en la Universidad de Warwick, Inglaterra–, El
carrete mágico: Una historia del cine latinoamericano, con más de diez páginas
dedicadas al cine colombiano (291-304),5 enfocadas en la producción a partir de los
años sesenta y hasta la aparición, en 1993, de La estrategia del caracol, de Sergio
Cabrera, privilegiando el contexto histórico-político en el que surge esta producción.
5
La versión es español la publicó en Bogotá Tercer Mundo Editores; en inglés se llamó Magical Reels,
London, Verso, 1990.
la cultura política, los mundos provincianos, el conflicto y la comedia; mientras el
segundo, sin que su objetivo central sea escribir una historia panorámica, en cierta
forma termina haciéndola a partir de una concienzuda reflexión sobre el contexto socio-
cultural y político del país, mirado desde los conceptos de identidad y representación.
6
Luis Alberto Álvarez hizo otros tres intentos de aproximación historiográfica: “Cine colombiano mudo
y parlante”, en La gran enciclopedia de Colombia. Vol. VI. Bogotá, Círculo de Lectores, 1993; “El cine
desde finales de los 50 hasta hoy”, en Historia de Antioquia, Medellín, Editorial Presencia, 1988, y “El
cine en la última década del siglo XX: Imágenes colombianas”, en Colombia hoy, Jorge Orlando Melo
(comp.), Bogotá, Tercer Mundo, 1995.
A propósito de este último tema, una compilación relevante es la que hizo María Isabel
Sánchez en El cine de la violencia (1987), aunque menos por la reflexión que anuncia el
título, pues se limita a una veintena de páginas introductorias, que por la importancia
del material que recopila: seis guiones que abordan el problema de la violencia en
Colombia, específicamente la que sobrevino luego del asesinato de Gaitán. Los guiones
de Canaguaro y Cóndores no entierran todos los días se encuentran aquí, lo cual ya da
una idea de la mirada que sobre el cine y el país se puede advertir en el material
reunido.
Luis Ospina y Sandro Romero Rey seleccionaron y anotaron una antología de textos
sobre cine del escritor caleño Andrés Caicedo, la cual lleva el mismo título de la
emblemática revista que produjo el Grupo de Cali en los años setenta, Ojo al cine
(1999). Aquí, además de abundante material sobre cine extranjero, se recopilan textos
escritos por Caicedo sobre algunas películas clave del cine colombiano en esos años y
entrevistas a varios realizadores.
En relación con el Grupo de Cali y el movimiento en torno al cine conocido como
Caliwood, se pueden reseñar varios textos más que revelan la importancia de esta
escena en el panorama nacional: Palabras al viento: Mis sobras completas (2007), en el
que Luis Ospina recoge una serie de textos suyos escritos en torno al cine y a su propia
obra; Oiga/Vea: Sonidos e imágenes (2011), donde están consignados alrededor de
medio centenar de textos de distintos autores a propósito de la obra y figura también de
Ospina; La vida de mi cine y mi televisión (2008), con textos de Carlos Mayolo sobre su
obra; Carlos Mayolo: Un intenso cine de autor (2015), igualmente compuesto por
diversidad de autores y miradas sobre el trabajo del director caleño. Y aunque no son
compilaciones, bien corresponde mencionar aquí otros tres libros relacionados: ¿Mamá
qué hago?, la autobiografía publicada por Mayolo en 2002, un texto esencial para
entender en qué consistía su genialidad y un testimonio de muchos episodios y procesos
del cine colombiano; Memorias de una cinefilia (2015), en el que Sandro Romero Rey
hace un recorrido por Caliwood y la obra de Ospina, Mayolo y Andrés Caicedo; y
finalmente, Cali, ciudad abierta: Arte y cinefilia en los años setenta (2013), un
completo y bellamente editado texto de Katya González Martínez que da cuenta de esos
primeros años de la movida cinematográfica caleña, relacionándola con otros
importantes referentes artísticos y culturales.
Guardadas las proporciones, a estos libros caleños se puede asociar el texto El cine de
Gustavo Nieto Roa. Una vida de película, escrito y editado por el mismo director en
1997. Aunque el “nietorroísmo” sea un adjetivo con el que la mayoría de directores del
país no quisieran estar asociados, el sólo hecho de que tal adjetivo exista da cuenta de la
relevancia que este director y su obra tienen en el cine colombiano. Y efectivamente, en
el minucioso recorrido que en este libro hace por su experiencia como productor y
cineasta, bien se pueden encontrar las claves para entender la industria y el público
nacionales durante una época de su historia.
Una compilación de significativa importancia por su contenido y los autores que reúne,
fue realizada en 2011 por Ramiro Arbeláez y Juan Gustavo Cobo Borda: La crítica de
cine: una historia en textos. Un libro voluminoso y editado sin carestías por
Proimágenes Colombia y la Universidad Nacional, en el que si bien no todo es sobre
cine colombiano, sí están consignadas allí las más trascendentes voces de la cultura y la
crítica de cine del país, desde Tomás Carrasquilla y Luis Tejada, pasando por Germán
Arciniegas y Marta Traba, hasta Hernando Martínez Pardo y Luis Alberto Álvarez. Solo
se lamenta de este gran esfuerzo que, como si hubiera nacido viejo, no hayan incluido ni
a un solo crítico surgido en las últimas tres décadas.
7
Nieto publicó, también en 1992, “Colombia: Cronología: 1987-1937”, un capítulo del libro Cine
latinoamericano 1896-1930, publicado en Caracas. El texto es una detallada selección de fechas e hitos
importantes de las tres primeras décadas de cine nacional.
8
Hugo Chaparro Valderrama, “Los fantasmas del Olympia”, Kinetoscopio No. 18, Medellín, marzo-abril
de 1993, p. 60.
socioeconómico que determinó estos procesos cinematográficos y en la presencia e
inferencia del cine extranjero en el escenario nacional.
Por último, más interesados por todo el tejido social y cultural que se urde en torno a las
películas, hay dos juiciosos y documentados textos sobre la exhibición y el público de
cine en dos ciudades de provincia: Bucaramanga en la penumbra, la exhibición
cinematográfica 1897 – 1950, de Angie Rico Agudelo; y Mirando solo a la tierra: Cine
y sociedad espectadora en Medellín (1900 – 1930), de Germán Franco. Ambos
coinciden en el 2013 como su año de publicación y están sustentados en las
metodologías propias de la historia para dar cuenta tanto de la sistemática exposición de
datos como de los procesos y reflexiones que se articulan en torno a ellos.
A diferencia de estos textos, hay uno que parte de esa información ya conocida sobre el
periodo, para llevar aún más allá la reflexión en torno al cine colombiano. Se trata de
Miradas esquivas a una nación fragmentada. Reflexiones en torno al cine silente y la
puesta en escena de la colombianidad (2006), de Nazly Maryith López Díaz. De hecho,
es un libro que no sólo habla de cine (el cine silente colombiano a partir de tres
películas), sino que cruza el tema con conceptos de las ciencias políticas, para así
obtener otra dimensión del cine como objeto de estudio. De forma similar, se puede
mencionar el texto Hechos colombianos para ojos y oídos de las Américas (2003), de
Cira Inés Mora y Adriana María Carrillo, sobre la vida y obra de la familia Acevedo y
su destacado papel en la cinematografía del país. Se trata de un concienzudo trabajo en
el que la formación de historiadoras les permite a las autoras plantear importantes
reflexiones que trascienden también lo cinematográfico; además, hacen un trabajo de
análisis documental del archivo de los Acevedo, ofreciendo una minuciosa descripción
de gran utilidad para futuras investigaciones.
Visiones documentales
El documental tiene unos pocos pero significativos títulos que dan cuenta de manera
ambiciosa de su dinámica y producción. La investigación Documental colombiano:
temáticas y discursos (2002), de Andrés F. Gutiérrez Cortés y Camilo Aguilera Toro, no
podía salir de otra parte que de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad
del Valle, dada su tradición de calidad en el documental, no sólo es un exhaustivo
trabajo que estudia y aplica categorizaciones a casi un centenar de documentales
realizados durante la década del noventa, sino que los analiza separadamente y como
conjunto, complementando esa ardua labor con reflexiones teóricas sobre el tema a
partir del material trabajado. Asociado a este texto, y del mismo Aguilera Toro, pero
esta vez en compañía de Gerylee Polanco Uribe, está Rostros y rastros: Televisión,
memoria e identidad (2009), un índice y reflexión sobre la emblemática serie
documental de la Universidad del Valle emitida por Telepacífico.
También está el libro El documental en América Latina, publicado por Cátedra en 2003,
y coordinado por el brasileño Paulo Antonio Paranaguá, tiene sendos capítulos
dedicados a las obras de Luis Ospina y Marta Rodríguez-Jorge Silva, que sin embargo
no agotan las posibilidades de análisis y reflexión sobre estos clásicos del documental
colombiano.
Aunque todavía hay un título aún más intensivo que el de los caleños: Acercamiento al
documental en la historia del audiovisual colombiano (2009), de Sandra Carolina
Patiño Ospina, una suerte de biblia sobre el tema en la que en poco más de quinientas
páginas no sólo hace un riguroso recorrido histórico, sino que aborda el tema desde
múltiples perspectivas y autores. De otro lado, se podría asociar a este tema y a la
intención panorámica del anterior texto el libro Poéticas de la resistencia: el video
indígena en Colombia (2012), de Pablo Mora, en el que el autor analiza un corpus que
mayoritariamente es documental y desarrolla unas fundamentadas reflexiones sobre el
papel del audiovisual en el contexto cotidiano y político de estas comunidades. Así
mismo, se puede continuar con esta conexión citando el texto El indígena en el cine y el
audiovisual colombianos: imágenes y conflictos (2013), de Angélica Mateus Mora.
También desde la Universidad del Valle surge Documental (es): Voces. Ideas (2015), de
Manuel Silva Rodríguez, Diana Kuéllar, un interesante proyecto editorial y virtual que
buscaba una puesta al día acerca de los conceptos y reflexiones autorales sobre el
documental. El volumen está compuesto por un concienzudo ensayo sobre el tema y
veintiuna entrevistas a diferentes personajes, la mayoría de ellos realizadores. Por
último, hay que referenciar un catálogo editado por la Fundación Patrimonio Fílmico
Colombiano: Documentales colombianos 1915- 1950 (2007), que llega a completar esas
herramientas historiográficas que el público y sobre todo los investigadores tienen ahora
a su disposición para hacer de esa información la base de su trabajo.
9
Una entrevista con Carlos Álvarez, realizada por el peruano Isaac León Frías, aparece en el libro Los
años de la conmoción, México, Unam, 1979.
mirada descriptiva y muy bien documentada del papel de la mujer a lo largo del siglo
XX cinematográfico en Colombia, deteniéndose sólo en obras y personajes que
estuvieran relacionados específicamente con el tema.
Un tema que ha sido una preocupación de los investigadores, sobre todo en la última
década, es el de la industria. De esta preocupación surge el libro Impacto del sector
cinematográfico sobre la economía colombiana: situación actual y perspectivas,
publicado por Proimágenes en Movimiento en el año 2003 y escrito por Alberto Zuleta,
Lino Jaramillo y Mauricio Reina. Se trata de un texto con los fines muy precisos de
estudiar el sector y proponer una serie de recomendaciones útiles para el bien de la
industria cinematográfica nacional; esta investigación fue clave para la formulación de
la Ley 814 o Ley de Cine en 2003. En esta misma línea está Cinematografía en
Colombia: Tras las huellas de una industria (2015), de Gonzalo Castellanos, un texto
que si bien tiene en cuenta el panorama socio cultural en el que se produce el cine
nacional, mira este desde las perspectivas de sus posibilidades como industria,
ofreciendo con esto una mirada complementaria a una historiografía casi siempre
preocupada por temas, contextos y autores. A este tema también se puede asociar el
libro El cine digital como caballo de Troya (2008), de Alejandro Jiménez Londoño, en
el que se abordan conceptos fundamentales sobre cine digital y su aplicación a la
producción cinematográfica colombiana.
Hay dos textos reflexionan sobre política e ideología en relación con el cine nacional:
Forma, estilo e ideología en diez películas colombianas (2007), de Carlos Ma. Ramírez
Aissa y Rubén Muñoz Fernández, un juicioso trabajo aplicado a filmes como Chircales,
Cóndores no entierran todos los días, Confesión a Laura y La estrategia de caracol; y
el otro es Cine político marginal colombiano: Las formas de representación de una
ideología de disidencia (1966 – 1976), publicado en 2015 por Gloria Pineda Moncada,
un conjunto de tres ensayos en los que desarrolla los conceptos enunciados en el título
apoyada en un análisis formal de algunas de las películas más representativas de este
tema y periodo.
Y para finalizar este apartado misceláneo, hay que referenciar cuatro textos que surgen
de la academia: Sobre el cine y sus hermanas (2009), de Juan Diego Caicedo, en el que
solo uno de los tres capítulos está dedicado a algunas obras y autores del cine nacional;
Encuadres: Siete miradas del cine colombiano (2011), de Lucía Victoria Torres y
Adriana Mora, que se ocupa del análisis de varias películas y consigna las entrevistas
realizadas a autores como Víctor Gaviria, Carlos Moreno, Felipe Aljure, Javier Mejía y
Andrés Baiz; Narrativas audiovisuales: Personajes, acciones y escenarios (2008), con
Ernesto Correa Herrera como editor académico, un texto que propone una metodología
como modelo de análisis; La historia de Colombia en el cine de ficción hecho en
Colombia: Aportes pedagógicos (2015), de Jorge Prudencio Lozano Botache, un libro
que fue producto de un diplomado sobre este tema y que desarrolla no solo diversas
reflexiones sobre el tema sino que da cuenta de la experiencia pedagógica llevada a
cabo.
10
Algunas revistas latinoamericanas también han hechos sus aportes a esta historiografía; vale la pena
mencionar en especial la “Introducción al cine colombiano” escrita por Augusto Martínez Torres y
Manuel Pérez Estremera en la revista Hablemos de cine No 59-60, Lima, mayo-junio-julio-agosto, 1971.
periódicas de cine y video en Colombia 1908-2007. Es un completo inventario de
revistas, publicaciones periódicas y folletos realizados en el país en el último siglo, con
pequeñas reseñas sobre su naturaleza, complementadas con fotografías y la lista de
personas que participaron en cada una de ellas.