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Historia de Peru
Historia de Peru
Más allá de los muros de piedra labrada de Machu Picchu, de los asombrosos templos de barro de la cultura
Moche en la costa norte y de las pirámides sagradas de Caral, el Perú posee un prolongado desarrollo
civilizatorio que comenzó en las frías punas altoandinas hace más de diez milenios.
Los hombres que construyeron la ciudad perdida de los Incas; los mismos que diseñaron los más intrincados
caminos y trazaron las más formidables obras de ingeniería hidráulica y agrícola, partieron de unas frías
cuevas a más de cuatro mil metros de altura. Estos cazadores y recolectores fueron los primeros en poblar
nuestro territorio y han dejado innumerables huellas de su forma de vida en sitios como Pikimachay
(Ayacucho), Lauricocha (Huánuco) y Toquepala (Tacna), donde los investigadores han logrado descifrar el
nacimiento de la civilización peruana.
Estos primeros pobladores abandonaron sus cuevas para descender a los valles occidentales del Pacífico
hace unos siete mil años aproximadamente y desde allí pasaron a las lomas costeras y finalmente al mar. Los
cazadores de llamas y venados, de pronto se convirtieron en marisqueros y pescadores, para luego,
domesticar las plantas en los cálidos valles que atraviesan el desierto. Hombres como el de Nanchoc
evidencian este momento dramático del hombre peruano, en el que comenzaron a cultivar sus primeros
productos como habas, maíz, papas y algodón gracias a los cuales pusieron fin a su vida errante para crear
sus primeras aldeas.
a. Civilizaciones antiguas
Hace más de cinco mil años apareció lo que hoy se considera como la civilización más antigua de América:
Caral, en el valle del río Supe, al norte de la ciudad de Lima. Contemporáneo de Egipto y Mesopotamia, este
señorío costero cambió por completo hace más de una década la línea de tiempo histórica del Perú y
consolidó a nuestro país como uno de los focos culturales más importantes del mundo, junto con
Mesoamérica, y las cuencas del Nilo, el Eufrates y el Indo.
Caral es la culminación de un primer proceso cultural al que se le denomina Periodo Inicial, cuyas principales
características son la ausencia de cerámica (Precerámico) y la construcción de templos escalonados de
adobe, plazas circulares y pequeñas aldeas alrededor de los centros de culto y administración. A esta etapa
pertenecen sitios arqueológicos notables como Sechín, en la costa de Áncash, y el Templo de las Manos
Cruzadas de Kotosh, en Huánuco.
Unos mil años más tarde surgió Chavín, en los Andes norcentrales, en el departamento de Áncash. Este
nuevo Estado esparció su cultura por gran parte del territorio, como se puede apreciar en la iconografía
‘chavinoide’ de sitios tan lejanos como la costa sur y el Altiplano. Su principal centro religioso estuvo ubicado
en el valle del río Waqueqsa, en la hermosa región de Conchucos, y constituye uno de los más grandes
hallazgos arqueológicos del País. Hasta antes del descubrimiento de Caral se creyó a Chavín la primera gran
civilización peruana.
Hacia el 700 a.C. apareció en la costa central otra cultura fascinante, los primeros grandes pobladores del
desierto: Paracas, cuyos pobladores fueron hábiles tejedores –sus grandes telares de intrincados diseños
han dado la vuelta al mundo– y destacaron por la forma de sus enterramientos y por haber practicado exitosas
operaciones del cráneo, como lo demuestran las evidencias halladas por Julio C. Tello en la década de 1940.
Durante los primeros siglos de nuestra era y tras la hegemonía de Chavín, aparecieron diversos señoríos a
lo largo del territorio, entre ellos destacan los Mochica, que extendieron su señorío por casi toda la costa norte
del Perú. Con su centro en el valle de Moche, en La Libertad, estos hombres se caracterizaron por su cerámica
figurativa, sus delicados trabajos de orfebrería y su eficiente uso de los recursos hídricos que le permitió
ampliar notablemente su frontera agrícola y sostener a una gran población.
Tras este primer desarrollo regional, apareció lo que se denomina el primer imperio regional: Wari, hacia el
550 d.C. Como una continuación de la cultura Tiahuanaco, forjada en el Altiplano de Perú y Bolivia, los Wari
dominaron un territorio extenso y configuraron lo que luego se convertiría en el Tahuantinsuyo. Fueron ellos
quienes comenzaron con el trazo de los grandes caminos prehispánicos y sentaron las bases de la
administración social y del territorio que luego heredarían los Incas del Cusco.
Con la desaparición de Wari, aproximadamente en 1200 d.C. comienza el periodo Intermedio Tardío, una
segunda oleada de desarrollos regionales, donde se destacan varias culturas como Ichma, poseedores del
poderoso oráculo de Pachacamac; los Chincha, grandes comerciantes marinos que luego se convirtieron en
‘socios comerciales’ de los Incas; y sobre todo los Chimú, grandes señores del norte, que tomaron el lugar de
los Mochica y los Lambayeque. Al igual que ellos, los Chimú se caracterizan por su exquisita cerámica y sus
complejos sistemas de riego. Fueron ellos quienes construyeron la extensa ciudad de Chan Chan, la
construcción de adobe más grande del mundo.
Este es también el tiempo de los Chachapoyas, los ‘hombres de las nubes’, dueños de los exuberantes
bosques de neblina de Amazonas, donde levantaron las más alucinantes ciudades y mausoleos, que
excavaron en los más filosos acantilados.
Mientras estas culturas alcanzaron su apogeo, en el valle del río Vilcanota, en el Cusco, un señorío de origen
quechua iba tomando forma, ganando tierras sobre la base de alianzas y sistemas de reciprocidad, además
de las armas. Tras vencer a los Chancas de Apurímac y Ayacucho, los Incas –como los conoce la historia–
forjaron el más grande imperio de América, uno que cubrió los territorios de seis actuales países y reunió bajo
una misma bandera a gentes de los más disímiles ambientes gracias a un férreo control social y a un eficiente
sistema de administración.
Entre los siglos XII y XV, los Incas crearon lo que nadie antes había imaginado: un gran Estado comunicado
por una eficiente red de caminos –el Qhapac Ñan– que sintetizó milenios de sabiduría. Lejos de acabar con
las culturas conquistadas, los Incas asimilaron las formas de vida de sus súbditos y usaron lo mejor de cada
pueblo para construir su asombrosa cultura.