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Nociones preliminares
Ubicados dentro del ámbito del estudio secuencial del proceso civil peruano, la Jurisdicción
tiene vital importancia para determinar la sistemática de la función de administrar justicia.
Esta actividad jurídica procesal en nuestro país se encuentra encomendada al Poder
Judicial, por lo que se le estudia en primer lugar porque sin un Órgano Jurisdiccional no
hay proceso judicial, es decir sin Juez no hay proceso judicial; el Juez es el representante de
la Jurisdicción y la Jurisdicción es el Estado que a su vez éste último somos nosotros el
pueblo.
Tanto el Poder Judicial como el Poder Legislativo declaran el derecho, el primero con
relación al caso concreto y el segundo en forma general.
1.2. Desde el punto de vista Gramatical.- Poder o derecho de juzgar. Autoridad que tiene
uno para gobernar y hacer ejecutar las leyes o para aplicarlos en juicio. Extensión
y límites del poder. El conjunto de los Tribunales de igual clase o grado.
Así, la Jurisdicción no viene a ser sino el deber que tiene el Poder Judicial para administrar
justicia. La Jurisdicción en sentido amplio es la actividad Pública del Estado destinado a
dirimir conflictos en general tanto judiciales como administrativos, etc. Es el poder de
administrar justicia, declarando el derecho y aplicando la ley.
Las diferencias más saltantes que advertimos entre jurisdicción y competencia, son las
siguientes:
d).- Todos los jueces tienen jurisdicción, pero no todos tienen competencia para conocer de
un determinado asunto.
e).- Un juez competente es, al mismo tiempo un juez con jurisdicción; pero un juez
incompetente es un juez con jurisdicción y sin competencia.
g).- La Jurisdicción es la investidura que la ley da al juez para que pueda administrar
justicia; mientras que la Competencia, es la aptitud que tiene el juez para administrar
justicia, pero solo respecto de las cuestiones que le están encomendadas por mandato de
ley.
La función jurisdiccional, es la atribución que tiene el poder estatal para resolver valida y
definitoriamente conflictos de intereses, sean estos individuales o sociales; mientras que el
acto jurisdiccional, es el modo o la manera por el que el estado a través de las instancias
jurisdiccionales, declara el derecho en cada caso concreto, con el carácter de cosa juzgada
y con posibilidad de ejecutar tal decisión (acto administrativo, cosa decidida). En tanto que
la sentencia, no viene a ser sino la concreción material del acto jurisdiccional.
a).- Debe existir un conflicto de intereses entre las partes o una incertidumbre jurídica,
es decir la necesidad de dar legitimidad a un acto que solo mediante la intervención del
organismo jurisdiccional se logre.
Poderes de la Jurisdicción
b).- Poder de coerción. Esto es, la potestad de imponer apremios, multas y sanciones en
general, a quienes intervienen en el proceso.
c).- Poder de decisión. El cual se expresa en dos planos: Plano Formal y Plano Material.
d).- Poder de ejecución. Esto es la Facultad que se le asigna al Juez para ejecutar las
resoluciones judiciales (sentencias) firmes.
Elementos de la Jurisdicción
La EXECUTIO, es la potestad que tiene la autoridad judicial para ejecutar o hacer cumplir
sus propias resoluciones firmes. Consiste en hacer cumplir lo sentenciado o decidido; es
decir, hacer efectivo la ejecución de las resoluciones judiciales mediante el auxilio de la
fuerza pública, o según los términos contenidos en la sentencia o en la resolución emitida.
Caracteres de la Jurisdicción.-
Por ello, se sostiene que la Jurisdicción constituye un presupuesto procesal, o sea, una
condición de legitimidad del proceso, ya que sin intervención del órgano Jurisdiccional no
hay proceso.
b).- Es eminentemente Público, por ser la jurisdicción parte de la soberanía del Estado, a
donde pueden recurrir todas las personas-ciudadanos nacionales y extranjeros, sin
distinción alguna, ni discriminación de raza, religión, idioma, economía, política,
edad, sexo, etc.; es decir está al servicio del público en general. Se le asigna ese carácter
público, como parte de la soberanía del Estado y a ella pueden acudir todos los ciudadanos
sin distinción alguna.
d).- Es una función Autónoma, porque la función de administrar justicia no está sometida
a control de otros poderes, ni instituciones públicas o privadas, al emitir sus decisiones los
realiza sin interferencia ni opinión de otras personas
Fases de la Jurisdicción
Los procesalistas consideran a dos fases de la jurisdicción, a saber:
a).- Fase de cognición o de conocimiento.- Que comprende desde la demanda hasta que
declare, constituya o condene en la sentencia que queda consentida o ejecutoriada en su
caso.
Límites de la jurisdicción
Alcanza a toda la soberanía del Estado Peruano. Además, la jurisdicción, tiene sus límites
en cuanto al territorio y personas que escapan a su acción, como el caso de la no aplicación
de la ley extranjera, caso de aplicación del Derecho Internacional Privado, casos de
inmunidad parlamentaria. El límite de la Jurisdicción se extiende a todo el territorio
nacional, puede excepcionalmente extenderse hacia otros países donde el Perú tiene sus
embajadas o consulados, pues dicho inmueble se considera como parte del territorio
peruano, por lo tanto es inviolable por el Estado en el que se ubica
Finalidad de la Jurisdicción
Clases de Jurisdicción
Principios de la Jurisdicción
b).- la unidad; y,
b) La Motivación de resoluciones.
c) La Gratuidad de la administración de justicia.
j) La Obligación del poder ejecutivo de prestar la colaboración que los procesos le sea
requerida
Nótese que estos principios no son propios del proceso civil, sino que su aplicación la
podemos encontrar en todos los demás tipos de procesos, y en particular en el ámbito del
derecho procesal penal.
CONSIDERACIONES PREVIAS.
La problemática sobre los presupuestos procesales y materiales para la sentencia de fondo,
generalmente en la doctrina, ha sido abordada con ambigüedad y sin el rigor que merece.
Se trata de un tópico que requiere un replanteamiento frente a la desviación negativa que se
le ha dado, unida a soluciones plagadas de posturas concretas que han permitido un
tratamiento despectivo, debiendo realizarse una fusión de los presupuestos dentro del
género de los requisitos formales del proceso, cuyas medidas sustanciales son las garantías
constitucionales de la tutela efectiva y el debido proceso. Para procesar y emitir
pronunciamiento de fondo de manera valida y eficaz sobre la situación jurídica sustancial,
es indispensable la existencia de un proceso que se constituya y desenvuelva con todas las
garantías constitucionales y conforme a normas de derecho procesal.
Por otra parte, hay que examinar la finalidad del proceso en el marco de los valores y
principios constitucionales que ha asumido la sociedad en donde se desenvuelve. Por lo
general, se ha predicado en las constituciones democráticas garantistas que el proceso es un
instrumento de la justicia, y que a través de él se debe lograr la tutela efectiva. Esta tutela
debe alcanzarse en forma breve y expedita, o sea en plazo razonable. De suerte, que cuando
el juez de la causa, no emite pronunciamiento sobre el fondo del asunto sometido a su
consideración, porque existen factores que se lo impiden, y dado que el juez tiene
solamente el deber de emitir una decisión en la que puede declarar cuáles son las razones en
cuya virtud considera que no puede entrar en el examen de la causa y que no puede, por
consiguiente, adoptar una providencia de mérito, se estaría en presencia de un derroche
procesal y una afectación de la justicia.
Por ello, es bueno revisar la tesis de los presupuestos procesales en el marco de las
garantías constitucionales, mirándola ella desde la perspectiva jurisprudencial en
comparación que la doctrina general Iberoamericana.
Por eso, con justa razón se ha dicho que el derecho a la tutela jurisdiccional es el derecho
de toda persona –natural o jurídica- a que se le haga justicia en caso de conflicto que
afecten sus derechos e intereses; a que cuando pretenda protección, bien sea porque le
hayan sido atacados sus derechos o porque pretenda el cumplimiento por parte de otra
persona, esta pretensión sea atendida por un ente jurisdiccional, en el cual se realice un
proceso con todas las garantías establecidas constitucionalmente .
La acción tiene por objeto que se realice un proceso. No importa que el proceso termine
normal o anormalmente. La acción no tiende a que se produzca un determinado
pronunciamiento, sino simplemente que se profiera una sentencia. En este sentido puede
considerarse la acción como petición de juicio y en último extremo exigencia del derecho.
Lo que si no deja lugar a dudas es que tanto el derecho a la jurisdicción como el derecho de
acción, son derechos constitucionalizados, pero de configuración legal. Puede expresarse en
esta dirección que el Derecho procesal aparece regulando jurídicamente el ejercicio de la
función jurisdiccional y el desarrollo del proceso, de suerte que las normas procesales no
son solamente un mero instrumento atemporal, sino ante todo, como un sistema de
garantías que posibilitan la obtención de tutela efectiva mediante un enjuiciamiento justo.
La regulación que se establece de estos derechos está bajo el marco superior de un sistema
de garantías.
Así pues, que en un proceso rige el “principio dispositivo” o de “presentación por las
partes”, cuando corresponde exclusivamente a éstas determinar el alcance y contenido de la
disputa judicial y queda el Tribunal limitado a la sola consideración de lo que los litigantes
han planteado ante él. La vigencia de este principio encuentra su justificación en que el
objeto de la controversia es una relación jurídico–privada, en la cual no está interesado el
Estado, y por tanto, debe quedar librada al poder de disposición de los particulares la
materia o el interés cuya tutela procuran en el proceso.
Este principio dispositivo, no es otra cosa en substancia que el reflejo en el campo procesal
de la autonomía privada dentro de los límites señalados por la ley, que encuentra su
afirmación más enérgica en la figura del derecho subjetivo; hasta tanto la legislación
sustancial reconozca dicha autonomía, el principio dispositivo debe mantenerse en el
proceso civil, por razón de coherencia, como expresión imprescindible del poder conferido
a los particulares para disponer de su esfera jurídica.
En cambio, rige el principio inquisitorio, cuando el juez, aun teniendo ante sí a dos partes,
esté desvinculado, para la investigación de la verdad, de la iniciativa y de los acuerdos de
las mismas. Aparece este principio, en todos aquellos casos en que las partes no tienen la
libre disponibilidad de la relación jurídico–privada que es el objeto del juicio, como son
aquellos en que se debate acerca del estado y capacidad de las personas (matrimonio,
interdicción, inhabilitación) en los cuales se quiere garantizar que la actividad
administrativa –como observa CALAMANDREI– necesaria para modificar ciertas
relaciones de derecho privado, que es socialmente útil mantener sin variación mientras
falten los presupuestos de modificabilidad o de anulabilidad rigurosamente previstos por la
ley, no pueda ser prestada por el Estado sino en virtud de pronunciamiento jurisdiccional
que declare la existencia de tales presupuestos.
El fundamento del principio dispositivo no es otro que la naturaleza privada del derecho
subjetivo deducido en el proceso. Como decía CALAMANDREI , deducir un derecho vía
jurisdiccional es un modo de disponer del mismo y, por consiguiente, el condicionar la
tutela a la petición del interesado es una consecuencia lógica de la autonomía negocial
reconocida al particular sobre su propia esfera jurídica. Así, la tutela jurisdiccional de
acuerdo con el principio dispositivo no es más que la continuidad, en el plano procesal, de
la libertad de ejercicio y de disposición que sobre los derechos subjetivos privados y otros
intereses igualmente privados reconoce el Derecho material. Partiendo de este fundamento
el principio dispositivo debe significar:
a).- La actividad jurisdiccional sólo puede iniciarse ante petición de parte; el particular debe
ser libre para medir el interés que le mueve a luchar por su derecho o a dejarlo ignorado o
insatisfecho.
b).- La determinación concreta del interés cuya satisfacción se solicita de los órganos
jurisdiccionales es facultad exclusiva de las partes o, en otras palabras, la determinación del
objeto del proceso corresponde a las partes mediante la pretensión y la resistencia.
c).- Los órganos jurisdiccionales al satisfacer, por medio del proceso y de la sentencia,
intereses privados, deben ser congruentes con la pretensión y la resistencia formulada.
d).- Si las partes son las únicas que pueden incoar la actividad jurisdiccional, pueden
también ponerle fin, disponiendo del interés o intereses cuya satisfacción se solicitaba.
Ahora bien, como se ha señalado en el proceso la actividad de los sujetos procesales no es
caprichosa, los tribunales y los justiciables, han de actuar con subordinación a la ley. Esto
significa que sin que se afecte el contenido esencial de la tutela efectiva y del debido
proceso, los sujetos procesales deben acatar la ley procesal ordinaria.
En este sentido, para que el proceso pueda cumplir con la función que constitucionalmente
le es dada (la de ser instrumento de realización de la justicia), es necesario:
a) Que concurran en él todos los requisitos a los que el ordenamiento condiciona la plena
validez de la actuación jurídica de que se trate (las cuales, desde su inicial formulación por
VON BÜLOW, reciben el nombre de “presupuestos procesales”). Estos son requisitos que
aseguran la propia función jurisdiccional, que en última instancia deben concebirse como
desarrollo de las garantías establecidas constitucionalmente.
b) Que concurran también todos los requisitos a los que el ordenamiento subordina la
efectiva resolución de conflictos a través del proceso (que son, en definitiva, condiciones
para que el proceso resulte eficaz como método para solventar controversias), las cuales
son, esencialmente, una de carácter objetivo (la “fundamentación fáctica de la pretensión”,
es decir, la necesidad de que los hechos concretos narrados en las pretensiones de las partes
puedan subsumirse en el supuesto de hecho abstracto de una norma jurídica), y otra de
carácter subjetivo (la “legitimación”), es decir, la necesidad de que quienes acudan al
proceso sean realmente los sujetos que ostentan algún tipo de relación jurídica, ya se trate
de un derecho subjetivo, o de un interés legítimo, con el conflicto planteado por ellas
mismas ante los órganos judiciales.
Así, podemos decir que en el derecho a la tutela efectiva está imbuido el derecho a un
proceso válido, esto es, que se realice un proceso con todas las garantías y que su desarrollo
sea en cumplimiento de las normas procesales. Un proceso será válido si cumple con las
garantías constitucionales, se efectúa conforme a la ley procesal preexistente y no presenta
defectos que afecten la esencialidad de los actos procesales.
Desde el momento en que al proceso se le reconoce como una institución de la que surten
efectos jurídicos, derechos y obligaciones, se hace absolutamente necesario que concurran
en él todas las condiciones determinantes de la validez de los actos jurídicos. Es necesario
expresar que el proceso es una sucesión de actos procesales, en forma compleja, que
persiguen una finalidad común. VESCOVI decía que “los actos procesales son los actos
jurídicos del proceso”, esto es, ocurren dentro del proceso conforme a la ley procesal.
COUTURE los definía como “todo aquel hecho dominado por una voluntad jurídica idónea
para crear, modificar o extinguir derechos procesales”. En este sentido cada uno de estos y
en su conjunto debe satisfacer los requisitos de validez. Así, de la misma forma, por
ejemplo, que un contrato suscrito por un incapaz carece de validez jurídica para generar
derechos y obligaciones entre los sujetos contratantes, de la misma manera el incapaz no
puede por sí solo efectuar actos procesales; así pues, en el proceso se han de dar también
una serie de presupuestos que determinen su validez como institución jurídica.
Los presupuestos procesales aludirán a los elementos de presencia previa y necesaria para
que pueda integrar válidamente el proceso. Sin la concurrencia de elementos esenciales
anterior o previos no se iniciara válidamente un proceso. Así, los presupuestos procesales
hacen referencia a todas las condiciones formales previas a las que está obligado el órgano
jurisdiccional para resolver las controversias mediante la voluntad de la ley.
La teoría de los presupuestos procesales fue propuesta por Von Bülow en el año de 1868 en
un libro llamado Die Lehre von Prozesseinreden und Prozessvoraussetzungen, el cual hace
una distinción entre excepción y presupuestos procesales, entendiéndose como supuestos de
hecho o de derecho sin los cuales el proceso no tiene existencia jurídica ni validez formal.
En tal sentido las condiciones que se necesitan para que se produzca una relación jurídica
procesal y culmine con una sentencia favorable hacia una de las partes, es lo que se conoce
como presupuestos procesales; al respecto CALAMANDREI expuso que “Los
presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que pueda constituirse un
proceso válido, o una relación procesal válida. También se dice que son las “condiciones
que deben existir a fin de que pueda tenerse un pronunciamiento cualquiera, favorable o
desfavorable, sobre la demanda, esto es, a fin de que se concrete el poder – deber del juez
de proveer sobre el mérito”.
Los presupuestos procesales pueden definirse como aquellos antecedentes necesarios para
que el juicio tenga existencia jurídica y validez formal. En términos generales, se entiende
por presupuestos procesales a las condiciones que se requieren para que la relación jurídica
procesal nazca, se desenvuelva y culmine con una sentencia de mérito. Su ausencia produce
un fallo inhibitorio que no hace tránsito a cosa juzgada.
MONTERO AROCA admite que los presupuestos procesales atienden a condiciones que,
si bien referidas al proceso como conjunto y no a actos procesales determinados, lo que
condicionan es que en el proceso pueda llegar a dictarse una resolución sobre el fondo del
asunto. Es más, sostiene también que el órgano judicial puede haber tramitado todo el
proceso para advertir, en el momento de dictar sentencia, que en ésta no puede decidir
sobre la pretensión planteada ante la falta de alguna de esas condiciones.
Precisamente, es por ello que, los presupuestos procesales son aquellos requisitos sin los
cuales no se constituye una relación procesal válida. Si falta algún presupuesto procesal
formal no habrá proceso válido. Es decir, que se refieren a situaciones preexistentes, pero
aún y cuando el proceso está avanzado existen también presupuestos de validez, que hacen
referencia a que aun cuando el proceso existe (porque se dieron las condiciones necesarias)
es anormal e impiden la emisión de una sentencia de mérito, es decir, que la falta de uno de
estos elementos impedirá al Juez pronunciarse sobre el fondo del litigio, generándose de
esta forma lo que en doctrina se conoce como sentencia inhibitoria.
La doctrina española expresa que a pesar de la lejanía temporal, lo cierto es que tanto la
construcción como la expresión señaladas por Von Bülow, siguen teniendo, en lo
sustancial, plena vigencia en la doctrina moderna. Superada la concepción de la naturaleza
jurídica del proceso como una relación jurídica, se entiende comúnmente en la actualidad
que los llamados presupuestos procesales se integran por una serie de factores, elementos o
circunstancias que condicionan tanto el válido desarrollo del proceso como el que, a su
término, se pueda válidamente dictar una sentencia sobre el fondo del asunto.
Así que no cabe duda conforme a la doctrina y la jurisprudencia que los presupuestos
procesales condicionan el derecho al proceso –integrante del derecho a la jurisdicción-, en
el sentido que sin faltan alguno de ellos no se constituye un proceso válido y no puede
dictarse sentencia de fondo.
.- El órgano jurisdiccional que está llamado a resolver la controversia tenga capacidad para
ello según el territorio, la materia o cuantía.
.- Ejercer el derecho de acción y aquel contra el cual se hace valer la prestación, es decir el
demandado, debe tener legitimación y capacidad procesal, así como el demandante debe ser
el titular del derecho que desea accionar.
En la doctrina actual no hay discrepancia que los presupuestos procesales son requisitos de
forma para que se pueda cumplir la función jurisdiccional. Sin la satisfacción de los
mismos no se da un proceso regular, resultando por tanto afectada la relación procesal,
obstaculizando el examen del derecho sustancial sometido a juicio. Por ello, con justa
lógica se sostiene que los presupuestos procesales son exigencias atinentes a la constitución
y desarrollo de ese aspecto formal con el que se procesa la materia sometida a litigio, como
relación sustancial subyacente. Doctrina acorde con lo que manifestó VESCOVI que los
presupuestos procesales son “los supuestos necesarios para que pueda constituirse un
proceso válido, o una relación procesal válida”.
En este sentido, vale decir, que los presupuestos procesales son de naturaleza formal o
procesal, abstractos y comunes a todo proceso, pertenecen a cada proceso. Obviamente,
deben estar previstos en norma procesal imperativa para que sean exigibles. Con base al
principio de legalidad y el carácter de orden público de las normas procesales la ausencia
de presupuestos procesales debe ser declarada de oficio, esto es, independientemente de que
la soliciten las partes. Esto con el fin de evitar de que se declare la reposición de todo lo
actuado, o con el ánimo de prever que a futuro se emita una sentencia inhibitoria, después
de un largo, tedioso y costoso proceso, desarrollado en forma inútil y anormal, generándose
un derroche procesal, lo cual contribuye a la degradación del sistema de administración de
justicia.
En resumen, en cuanto atañe al tema, se debe construir una teoría de presupuestos
procesales no reducida por las inconsistencias de los diferentes ordenamientos jurídicos. El
derecho fundamental de la tutela judicial efectiva exige que los justiciables accedan a
instrumentos procesales que sean aptos desde el punto de vista formal para el
procesamiento de la pretensión; no es suficiente la mera comprobación de que hubo
decisión de fondo y en derecho, toda vez que deben respetarse los presupuestos que sean
indispensables para conocer del fondo del proceso. Una providencia de inadmisibilidad
fundamentada en derecho satisface el derecho a la tutela efectiva de los jueces. Pero deben
ser aglutinados los diversos grupos de presupuestos bajo una denominación similar y un
mismo tipo de sanción que permita el reenvío ante la posibilidad del Despacho Saneador
para aplicar los correctivos del caso y evitando la ambigüedad existente, sin que se
comprendan controles sobre vicios intrascendentes, como producto del formalismos
desmedidos. El núcleo del debido proceso permite ligar todos los aspectos relacionados con
los requisitos formales del proceso (derecho al juez, formas preestablecidas y derecho a ser
oído). Por esto el juez debe proveer por el desarrollo del proceso, ha de velar porque la
estructura proyectiva se encadene ordenadamente en pro de que ese instrumento pueda
válida y eficazmente estimar o desestimar las pretensiones procesales.
Se hace indispensable rescatar las explicaciones doctrinarias ya construidos por Oscar Von
Bülow, desde el siglo pasado, en el sentido que no puede dejarse el control de estos
defectos exclusivamente a las partes, sino que debe involucrarse al juez, extendiendo tal
prioridad a los presupuestos materiales para la sentencia de fondo, obviamente, sin
disminuir el derecho de las partes para denunciar los defectos que observen.
Los presupuestos no necesitan de la excepción y pueden hacerse valer de oficio. La
excepción mixta refleja la falta de claridad entre presupuesto procesal y la verdadera
excepción. Debe superarse el esquema de ligar las excepciones a los requisitos de validez y
eficacia del proceso, limitando dicho término solamente a los presupuestos de favorabilidad
para la emisión de fondo o a la posibilidad de control por el opositor mediante escrito de
mera participación que le haga saber al juez acerca de la irregularidad procesal. El control
formal del proceso no puede confiarse al opositor con prescindencia del juez. Permanecer
arraigado a la teoría de las excepciones procesales y mixtas, desconociendo el principio
procesal del juez tropos es ir contracorriente y disminuir la efectividad del proceso;
restringir los defectos formales a la denuncia realizada por el opositor, es relegar la eficacia
del proceso, la teoría de la nulidad procesal y las normas del Derecho Procesal a una
concepción privatista sobre el proceso contractual puro.
LA DEMANDA JUDICIAL
Efectos]
El efecto que nace por interponerse la demanda se conoce con el nombre de litispendencia.
Efectos procesales [
Respecto del tribunal: produce varias obligaciones para el tribunal, básicamente, escuchar
las alegaciones de los litigantes, tramitar sus presentaciones y resolver la causa,
generándose el denominado principio de inexcusabilidad. Es el acto procesal que abre la
instancia y determina la competencia, dado que la competencia, se determina por la
naturaleza de la pretensión demandada, y sobre la base de los hechos expuestos en la
demanda y del derecho aducido; independientemente de la contestación del demandado y,
por ello, sin tener en cuenta las defensas esgrimidas en el responde; con abstracción de la
justicia que pudiera asistir al interesado.
Respecto del demandante: no puede iniciar un nuevo juicio contra el demandado, sobre la
misma materia, pues en dicha situación el demandado tiene derecho a oponerse
alegando litispendencia (litigio pendiente).
Efectos sustanciales]
Responsabilidad
a).- Responsabilidad procesal: que se traduce en el pago de las costas producto del juicio.
Por lo general, el demandante debe responder de éstas cuando su demanda ha sido
rechazada por falta de fundamento.
c).- Responsabilidad penal: que se traduce en una sanción penal. El demandado podría
incurrir en esta clase de responsabilidad si comete un delito durante la tramitación
del juicio, como la presentación de testigos o documentos falsos, o realiza una calumnia.