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EL REINO DEL CUBIT: A LA CAZA DE LA

COMPUTACIÓN CUÁNTICA
La computación cuántica promete un poder de
procesamiento que la humanidad ni siquiera
sospecha. Puede que estemos a décadas de
lograrlo, pero cuando ocurra, miles de ingenieros
informáticos deberán jubilarse, o reinventarse
desde cero.

“Ardua tarea es penetrar en las cualidades reales de cada cosa”, decía el


filósofo y matemático griego Demócrito hace más de 2.000 años, quizás
entendiendo que en la búsqueda de la materia y sus infinitas interacciones
podríamos encontrar aquellas respuestas y tecnologías disruptivas que
impacten la vida de la humanidad y, aún más allá, del propio Universo.

Como ya se habrá dado cuenta, nos estamos adentrando en temas densos,


difusos, pero no menos científicos o tecnológicos. En este artículo no
hablaremos de smartphones, tablets, cloud, big data o social media.
Iremos más allá de todo eso, sumergiéndonos en las extrañas propiedades
de los átomos y sus interacciones, y a los niveles más pequeños donde
reina la física cuántica. No se asuste. Dejaremos por un momento la
computación clásica de lado y cambiaremos los bits por los Cubits, las
misteriosas unidades de lo que es hoy la frontera de la informática: la
computación cuántica.

No todo es 0 y 1

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Existe un problema oculto en la industria tecnológica que tiene preocupados y


ocupados a los equipos de I+D de múltiples compañías, centros de
investigación y académicos de alto nivel: los chips no pueden ser
infinitamente pequeños y están llegando a su límite. En palabras simples, a
escalas extremas de nanómetros los electrones pierden su rumbo y función,
cual ‘Harlem Shake atómico’.

Este problema fue predicho hace más de 30 años, cuando comenzó a


investigarse a nivel teórico la llamada computación cuántica, un paradigma
basado en el Cubit o bit cuántico.

El Cubit, sólo entendible en el ínfimo mundo de la física cuántica, contiene la


información del sistema cuántico y puede tener dos o más estados
posibles. En estas esferas, las cosas (aparentemente) pueden existir en dos
lugares al mismo tiempo, o tomar direcciones opuestas al mismo tiempo. El
uso de Cubits permite a los investigadores entrar en nuevas puertas lógicas,
para llegar a nuevos algoritmos. Dicho de otro modo: cálculos enormes o
problemas insolubles de la informática actual podrían resolverse con la
computación cuántica.

En la computación tradicional un bit puede ser sólo 0 o 1, mientras que en la


computación cuántica, el cubit puede ser 0, 1 y 0 y 1 a la vez, lo que permite
realizar numerosas operaciones al mismo tiempo, según el número de
Cubits. Algunos hacen un correlato entre la computación cuántica y los
millones de sinapsis de nuestro cerebro, donde las partículas subatómicas
(neuronas) habitan en un rango amplio de estados, por lo que las relaciones
entre ellas son distintas y muchas.

“La computación cuántica se basa en poder usar Cubits para almacenar y


procesar datos, usando los fenómenos de la mecánica cuántica para calcular.
En teoría, deberíamos ser capaces de construir un computador completo en
algunas décadas más”, dice a AméricaEconomía José Miguel Piquer, Ph.D.
en Informática de la École Polytechnique de París, Director Científico y
Estratégico del proyecto chileno CIRIC (Communication and Information
Research and Innovation Center) e investigador de la Universidad de
Chile.“Este aparato sería totalmente distinto a un computador digital, ya que
se basa en probabilidades y en paralelismo masivo. La mecánica cuántica
permite estar en más de un estado a la vez y es como un ‘universo
mágico’ donde las historias posibles ocurren en paralelo”.
La computación cuántica podría aprovechar las especiales propiedades de la
materia para realizar cálculos a nivel de átomos, sin la necesidad de un
transistor, lo que permitiría hacer cálculos siderales en forma simultánea.

¿Dónde está?

“Nada de lo que ves en el mundo de la tecnología clásica puede prepararte


para lo que se verá en la revolución de la tecnología cuántica”, decía hace
algunas semanas Mike Lazaridis, co-fundador de BlackBerry y un reconocido
adepto de la física cuántica; tanto es así, que en septiembre de 2012 lanzó
el Quantum Nano Centre, instalaciones de primer nivel dentro del Institute for
Quantum Computing de la Universidad de Waterloo, Canadá, con la intención
de acelerar las disruptivas tecnologías que sustentan la informática cuántica.

Es más, junto al también co-fundador de BlackBerry, Doug Fregin, crearon


el Quantum Valley Investments, un fondo privado de US$100 millones para
apoyar investigaciones en el área.

El tema involucra a más compañías de las que la prensa tradicional informa.


La compañía aeroespacial y de defensa estadounidense Lockheed
Martin compró a la canadiense D-Wave, una de las más avanzadas en el
tema, una computadora cuántica en US$10 millones, que será usada por
Lockheed para desarrollar y testear sistemas complejos de radares espaciales y
aéreos, así como otras tecnologías, como el caza de última generación F-35
Joint Strike Fighter. Entre los inversionistas de D-Wave están Jeff Bezos,
fundador de Amazon, el banco Goldman Sachs y el fondo de inversión In-Q-
Tel, relacionado con la Agencia de Inteligencia Central (CIA).

(Crédito foto: D-Wave Systems Inc.)


Lockheed ya contaría con un sistema de 128-Cubit de D-Wave y se
encontraría trabajando en sistemas más grandes que podrían ser comerciales
en uno o dos años, señala Kris Tuttle, fundador y CEO de SoundView
Technology Group.

Las aplicaciones terrenales de la computación cuántica pueden tener objetivos


y fines muy disímiles, desde aplicaciones bélicas, procesamiento de
información genética, astronómica, cura de enfermedades y hasta los billones
de combinaciones posibles en las proteínas del ADN.

Tan lejos, tan cerca


“El estado actual de la vanguardia es que muchos de los ‘ingredientes’ (de la
computación cuántica) que se consideren pertinentes, se han demostrado de
forma individual, y en algunos casos, los ingredientes se han combinado en el
mínimo de dispositivos de prueba de concepto. El mayor obstáculo, en mi
opinión, es la escalabilidad”, dice Jesse Berezovsky, catedrático de Física de
la Universidad Case Western Reserve.

El problema no es menor, puesto que no existe claridad (aún) sobre cuándo


finalmente se podrá contar con un computador cuántico comercial. Cada
cierto tiempo se anuncia que en ‘5 a10 años’ esta tecnología estará
disponible, no sólo para agencias de inteligencia, sino para la sociedad
civil.

También existe una preocupación que atañe a quienes hacen esto posible: los
ingenieros informáticos. “Para los informáticos como yo, la computación
cuántica es una espantosa amenaza: el día que exista, echará por tierra toda
la computación como la conocemos y habrá que inventar todo de nuevo,
desde los lenguajes de programación hasta los sistemas de seguridad y
comunicaciones”, finaliza Piquer.

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