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“Rut respondió: ‘No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque adonde tú vayas,

iré yo, donde tú vivas, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios’.
Caminaron las dos juntas hasta Belén” (Rut 1, 16.19a)

El Papa Francisco nos ha regalado a todos, pero especialmente a los jóvenes, unas hermosas
palabras: “Cristo vive, esperanza nuestra” (CV1). En términos veterotestamentarios Rut, la
moabita, bien pudo resumir su vida y su historia con una expresión equivalente “Yahvé vive,
nuestra esperanza”.
Esta joven vivió situaciones de extrema dificultad. Junto a su suegra Noemí, sufrió el
abandono, la indigencia, la precariedad, y, en consecuencia, tenía pocas perspectivas de
futuro. Estas circunstancias no anularon la fuerza y la valentía propias de su juventud.
Parecería que hubiera escuchado las palabras del Papa Francisco ¡Él vive y te quiere vivo!
(CV1).
¿Qué podría decir Rut a la juventud de hoy? Escuchemos las palabras de esta compañera y
amiga fiel:
“En la vida encontré muchos obstáculos: viví como extranjera, sin tierra ni marido, con
la única compañía de mi anciana suegra, mis sueños de juventud parecían haberse frustrado,
pero nunca cedí a la amargura y el sinsentido, sino que opté por vivir decididamente en la
fidelidad y la bondad y así le dije a mi suegra: “No insistas en que te abandone y me separe
de ti”. Por eso joven ten siempre presente que por muchas dificultades que tengas en tu vida
“Cristo, por amor, te salva” (Cf. CV 118).
Mi origen era pagano, no había crecido en un ambiente especialmente religioso, pero “me
encontré con Yahvé” por el testimonio de mi suegra Noemí. Acogí la gracia de Dios y afirmé
con decisión “tu Dios será mi Dios”. Por eso joven “reconoce los deseos de Dios que hay en
ti” (Cf. CV 84) y escucha una gran verdad “Dios te ama” (Cf. CV 112).
Ya sé que la obediencia no es un valor en la cultura actual, más bien se nos invita a vivir
“rebeldes”. Quiero compartirte lo que yo entiendo por obediencia y por qué decidí vivir con
esta actitud. La obediencia a Noemí, mi suegra, me ayudó a entender la vida como una
continua búsqueda de lo que era bueno para mí, dicho en otras palabras, lo que Dios quería
para mí, que siempre es lo mejor. Por eso joven “persevera en el camino de los sueños” (Cf.
CV 142) porque descubrirás el sueño de Dios para tu vida. La obediencia a Dios te hará feliz.
Habrás escuchado decir que la humildad no siempre ayuda a alcanzar las metas de la vida,
porque corres el riesgo de que te “humillen”. Pero no es cierto. Por experiencia te digo que
fue precisamente la humildad la que me ayudó a vivir cercana al prójimo y así descubrir a
Dios. ¿Qué me aportó la humildad? Conocerme y conocer a Dios. Por eso joven, abre los
ojos y vive con humildad y plenitud cada pequeño don de la vida (Cfr. CV 146).
En algún momento habrás escuchado la invitación a ser solidario trabajando en proyectos
que buscan ayudar a los demás… y eso es grande, pero hay una dimensión de la solidaridad
que se vive en la cotidianidad, al caminar juntos en la vida, como yo lo hice con Noemí hasta
Belén . Así también se es solidario y feliz. Por eso joven recuerda que Jesús es solidario y
camina contigo como camina “con los dos discípulos de Emaús, … los escucha para
ayudarles a reconocer lo que están viviendo” (Cf CV 237). Atrévete a caminar con los
hermanos y hermanas y tejer un camino de solidaridad.”
Después de “escuchar” estas palabras de Rut, reflexiona y pregúntate:
1. ¿Has experimentado en tu vida que Cristo, por amor te salva? Trae a tu corazón el
recuerdo de esta experiencia.
2. ¿Cómo identificas los deseos de Dios que hay en ti?
3. La obediencia y la humildad ¿son valores para ti? ¿Cómo los vives? ¿Cómo te
gustaría vivirlos?
4. Haz una relectura de las implicaciones que tuvo para Rut ser solidaria con su suegra.
¿Cómo puedes ser solidario-a en la cotidianidad de cada día? Hazte propósitos
concretos.

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