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LA MÚSICA COMO REFLEXIÓN

“En el viaje del ser, el avance de la libertad en la construcción


del conocimiento posibilita alcanzar superiores niveles de
evolución que potencian la comprensión del significado de la
verdad del camino: conciencia.”
Hans-Jürgen Adler.

El proceso educativo musical

En entrevista para el diario La Nación, de Buenos Aires (17 de agosto de


2015), el mundialmente consagrado pianista, director de las orquestas Filarmónica
de Londres, Filarmónica de París, Sinfónica de Chicago, Ópera estatal de Berlín,
la West-Eastern Divan Orchestra y, además, maestro de maestros, Daniel
Barenboim, refiere que “la reflexión es la base del hecho musical.” Afirma que “la
tarea del director consiste en cómo hacer para que los músicos piensen porqué
están tocando de la manera en que lo hacen, qué es lo que hay que cambiar,
cuáles son las diferentes posibilidades,” puesto que siendo la reflexión la base del
hecho musical, advierte Barenboim que, aún “hay mucha gente, incluso grandes
artistas, que no piensan. Tienen un talento extraordinario, tienen un grado de
intuición increíble y, hay que reconocerlo, muchas veces aciertan.” Y agrega:
“Pero tocar música con un sonido muy lindo o con un efecto dinámico poderoso no
es hacer música.” “Eso es hacer solamente efectos sonoros, que pueden ser muy
bellos, muy excitantes.” Sin embargo, es necesario analizar, razonar la música,
cada pieza, cada obra y, por tanto: “Cuando se toma una obra y se la estudia y se
la analiza durante días, meses, años, y se tiene un conocimiento profundo de toda
índole, de cómo está construida, de qué es lo que hay que hacer, hay que poner
todo ese equipaje en la valija.”

No hay lugar, pues, para comportamientos mecánicos, irracionales. La música,


en tanto arte, es un ejercicio de libertad para seres pensantes.
Desafortunadamente, en nuestras sociedades contemporáneas, multiculturales,
pluriétnicas y con apreciable movilidad social, donde ya no son admisibles
sociedades de castas, también se presenta el fenómeno reaccionario, las
conductas regresivas, las mezquinas expresiones de mentalidad esquemática
anclada en un pasado ya superado por la historia. Esa actitud común en la
mentalidad conservadora, es lo que el compositor y pedagogo francés Pierre
Boulez llama “ecumenismo”, vale decir, el sometimiento a una eterna uniformidad
universal dispuesta desde arriba, nadie sabe cómo. Esto en la práctica se traduce
en un autoritario e insuperable miedo al cambio, a lo nuevo, a lo inclasificable. Es
esa mentalidad cuyos esquemas mecánicamente inducen a repetir y repetir lo
dado por la autoridad y no pensar, sólo repudiar todo lo que no puede acomodarse
a un patrón o a un esquema determinado y, por ello, lo diferente resulta
irreconciliable con ese sórdido tipo de lógica, siendo tajantemente excluido, por no
ser posible su control.

De lo que se trata es de partir desde la comprensión de la necesidad de


abandonar el totalitarismo en el proceso educativo de quien se está formando en
la disciplina musical. La prelación es desarrollar el pensamiento. En la medida de
mayor conocimiento, de ello resulta un mayor nivel de conciencia. Se ha de tener
siempre presente que quien se encamina en la formación musical, en tanto ser
humano, está en plena capacidad de pensar y potenciar sus conocimientos en la
medida en que proyecta su pensamiento en relación con el análisis de los temas
de su aprendizaje, dado que, mientras estudia concienzudamente, así mismo
despliega su pensamiento antes que memorizar cuestiones meramente técnicas
que, aunque importantes, son susceptibles de anotar y revisar cuando las
circunstancias lo exijan. Entonces, el planteamiento fundamental en el proceso
educativo es pensar, antes que reproducir.

Como se sabe, en la música no es aconsejable ceñirse rígidamente a los


esquemas. Siendo el arte esencialmente un despliegue de la imaginación, por
tanto, es expresión de libertad en un determinado entorno cultural, socio- político y
económico que evoluciona en desarrollo del proceso histórico. En todos los casos,
el proceso cognitivo de cada ser humano es diferente y, cuando se trata del arte,
con mayor razón ha de cuidarse esa individualización, en donde cada cual
expresa a su modo el profundo impulso que lo mueve en su ciclo vital. Cada ser
humano es concreción del recóndito deseo que lo alienta.

El conocimiento, adquirido a través de múltiples procesos cognitivos,


significativamente ha de ser crítico, para evolucionar hacia nuevos logros, es decir,
que si se sistematiza adecuadamente, el conocimiento avanza con método a
través de procedimientos científicos, involucrando saberes en actividades
especializadas que relacionan objetivos cualificados, en desarrollos que la filosofía
y la epistemología han de encaminar, a efecto de no incurrir en vicios ideológicos,
o sea, para no contaminar el conocimiento, dado que la ideología abarca
complejas formas de acción sobre los individuos y la sociedad, en razón a que al
operar sobre la totalidad de la sociedad, sin excepciones, la ideología obra
manipulando continuamente, sin descanso, en todas direcciones, sin dejar
espacios libres, cubriendo los sistemas que van de lo económico a lo socio-
cultural, pasando por la ciencia y la tecnología, la moral, lo jurídico, la religión y,
por supuesto, la política.

Hans-Jürgen Adler.

La música es una ley moral. Da alma al universo, alas a la mente, vuelo a la


imaginación y encanto y alegría a la vida y al resto de las cosas. Es la esencia
del orden y conduce a todo lo que es bueno, justo y bello, de lo cual es la forma
invisible, pero sin embargo deslumbrante, apasionada y eterna.

Platón.

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