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Arquitectura asturiana
Santa María del Naranco, Asturias.
Arquitectura mozárabe
San Baudelio de Berlanga.
La arquitectura producida por los nazarís iba a ser una de las más
ricas del Islam. Fue heredera de los otros estilos musulmanes de Al-
Ándalus, que los nazarís combinaron, y del estrecho contacto con
los reinos cristianos del norte. Los elementos de la ornamentación y
estructurales fueron tomados de la arquitectura cordobesa (arcos de
herradura), de los almohades (sebka y palma), pero también de
creación propia, como los capiteles prismáticos y cilíndricos y arcos
de mocárabe, en una alegre combinación de espacios interiores y
exteriores, de jardines y arquitectura, pensados para agradar a
todos los sentidos. Al contrario que la arquitectura omeya, que
empleaba materiales caros e importados para la construcción, los
nazarís emplearon sólo materiales humildes: barro, escayola y
madera. Sin embargo el resultado estético está lleno de complejidad
y es desconcertante para el espectador: la multiplicación de la
decoración, el uso sabio de la luz y las sombras y la incorporación
del agua a la arquitectura, son algunas de las claves del estilo.[4]
También se integró la epigrafía en las paredes de las diferentes
habitaciones, con poemas alusivos a la belleza de los espacios.[5]
Los palacios de la Alhambra y el Generalife son las construcciones
más importantes del periodo.
Véase también: Arte nazarí
Arquitectura mudéjar
Véase también: Arte mudéjar
Iglesia mudéjar de San Tirso, en Sahagún (provincia de León).
Arquitectura románica
Monasterio de San Juan de Duero (Soria)
Arquitectura gótica
Interior de la Catedral de León.
Catedral de Burgos.
Iglesia de San Pablo de Valladolid, ejemplo de arquitectura gótica.
Arquitectura barroca
Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela.
La evolución del estilo pasó por tres fases. Entre 1680 y 1720, los
Churriguera popularizaron la mezcla de columna salomónica de
Guarini y el orden compuesto, conocido como «orden suprema».
Entre 1720 y 1760, la columna churrigueresca o estípite, en forma
de cono o obelisco invertido, se estableció como elemento principal
de la decoración ornamental. Los años 1760 a 1780 vieron un
desplazamiento gradual del interés desde el movimiento retorcido y
excesivo de la ornamentación hacia el equilibrio y la sobriedad del
neoclásico.
En el siglo XXI