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Arquitectura de España

Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Antonio Gaudí, en


Barcelona.
Mezquita de Córdoba.

Por arquitectura de España se entiende la existente en lo que


actualmente es territorio español y la realizada por arquitectos
españoles en el mundo. Debido a la amplitud temporal y geográfica
que tiene la historia de España, la arquitectura española ha tenido
multitud de influencias y manifestaciones.

Incluso desde antes de los poblados que pudieron describir las


fuentes romanas (como los de iberos, celtíberos, cántabros...),
existen en la Península Ibérica vestigios de formas arquitectónicas
comparables a otros ejemplos de las culturas mediterráneas y
semejantes a los de Europa del norte.

Un auténtico desarrollo vino con la llegada de los romanos, que


dejaron atrás algunos de sus monumentos más impresionantes en
Hispania. La llegada de los vándalos, suevos y visigodos supuso
una profunda decadencia en las técnicas romanas pero también el
aporte de técnicas constructivas más austeras de vinculación
religiosa, al igual como ocurrió en el resto de occidente. La invasión
musulmana en el año 711 supuso un cambio radical en los
siguientes ocho siglos y llevó a grandes avances en la cultura,
incluyendo la arquitectura. Córdoba, capital de la dinastía Omeya y
Granada, de la nazarí, fueron centros culturales de extraordinaria
importancia.

En los reinos cristianos surgieron gradualmente y desarrollaron


estilos propios, inicialmente aislados de las influencias europeas y
más tarde integrados en las grandes corrientes arquitectónicas
europeas románica y gótica, las cuales llegaron a alcanzar un auge
extraordinario, con numerosas muestras religiosas y civiles a lo
largo de todo el territorio. Simultáneamente se desarrolló el estilo
mudéjar, del siglo XII al XVII, que se caracterizó por una mezcla de
corrientes culturales de herencia estructural europea y decoración
árabe.

Hacia finales del siglo XV y antes de colonizar América hispana con


la arquitectura colonial y barroca, en España se experimentó con la
arquitectura renacentista, desarrollada principalmente por
arquitectos locales (Pedro Machuca, Gaspar de Vega, Juan Bautista
de Toledo, Juan de Herrera, Andrés de Vandelvira...). El barroco
español se caracteriza sobre todo por el exuberante churrigueresco,
distinguiéndose de las influencias internacionales posteriores, y
dando sus obras más importantes en desarrollo en el Imperio
español americano, principalmente misiones, catedrales y
arquitectura pública. El estilo colonial, que se mantuvo durante
siglos, aun tiene una gran influencia en México, Centroamérica y los
países del Pacífico sudamericano. El neoclasicismo tuvo su cumbre
en el trabajo de Juan de Villanueva y sus discípulos.

El siglo XIX tuvo dos facetas: el esfuerzo en ingeniería para


alcanzar un nuevo lenguaje y mejoras estructurales con hierro y
vidrio como principales materiales, y la corriente académica que
primero se enfocó en el historicismo y el eclecticismo y más tarde
en los regionalismos. La entrada del modernismo en las corrientes
académicas produjo figuras como Antonio Gaudí en la arquitectura
del siglo XX. El Estilo Internacional fue liderado por grupos como el
GATEPAC.

España está sufriendo una verdadera revolución técnica dentro de


la arquitectura contemporánea y los arquitectos españoles como
Rafael Moneo, Santiago Calatrava y Ricardo Bofill se han
convertido en referentes internacionales.

Por la relevancia artística de muchas de las estructuras


arquitectónicas de España, incluyendo partes enteras de ciudades,
han sido designadas Patrimonio de la Humanidad. El país posee el
segundo puesto en número de lugares declarados Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco, superado solamente por Italia.
Prehistoria
Arquitectura megalítica
Naveta des Tudons en Menorca.

Durante la Edad de Piedra el megalito más extendido en la


Península Ibérica era el dolmen. Los planos de estas cámaras
funerarias solían ser seudocírculos o trapezoides, formados por
enormes piedras hincadas en el suelo y otras que las cubrían,
formando un techo. Según iba evolucionando la tipología, apareció
una entrada en corredor llamada dromos, que gradualmente fue
tomando importancia hasta ser tan ancho como la cámara. En el
estadio más avanzado, eran comunes techos abovedados y falsas
cúpulas. El complejo de Antequera contiene los dólmenes más
grandes de Europa. El mejor conservado, la Cueva de Menga, tiene
25m de profundidad, cuatro metros de alto y fue construido con 32
megalitos. En la actualidad, en el interior se ha descubierto un pozo,
cuyo origen es desconocido. En la Edad de Bronce, los ejemplos
mejor conservados están en las Islas Baleares, donde aparecen
tres tipos de construcciones: la taula, en forma de T, el talayot y la
naveta. Los talayots eran torres de defensa troncocónicas o
troncopiramidales. Solían tener un pilar central. Las navetas eran
construcciones realizadas con grandes piedras y su forma era
similar a los cascos de los barcos.
Arquitectura íbera y céltica
Asentamiento castreño en Galicia: Castro de Baroña.

La cultura castreña, surgida en el norte y centro peninsular y


relacionada directa o indirectamente con los pueblos celtas,
desarrolló unas construcciones características llamadas castros.
Son pueblos amurallados, habitualmente situados en lo alto de una
colina o un monte. Existen asentamientos castreños a lo largo de
toda la región cantábrica y en la meseta. Abundan especialmente
en el valle del Duero y en Galicia. Ejemplos notables son Las
Cogotas Y Ulaca en (Ávila) y el Castro de Santa Trega
(Pontevedra).

Las casas en los castros tienen de unos 3,5 a 5 m de longitud y son


generalmente circulares, existiendo algunas rectangulares, de
piedra y con techos de paja, con una columna central. Sus calles
eran generalmente regulares, sugiriendo algún tipo de organización
central.

Las ciudades construidas por los arévacos están relacionadas con


la cultura íbera, cuyas ciudades tuvieron un desarrollo urbano
notable, como Numancia. Otras son más primitivas y a menudo
excavadas en la roca, como Termantia.
Época romana
Teatro romano en Mérida.
Desarrollo urbano

La conquista romana de Hispania, comenzada en el 218 a. C.,


supuso una romanización casi completa de la Península Ibérica. La
cultura romana fue asumida profundamente por la población:
antiguos campamentos militares y asentamientos iberos, fenicios y
griegos fueron transformados en grandes ciudades, como por
ejemplo Augusta Emerita en la Lusitania, Corduba, Itálica, Hispalis,
Gades en la Bética, Tarraco, Carthago Nova, Caesar Augusta,
Asturica Augusta, Legio Septima Gemina y Lucus Augusti en la
Tarraconensis, unidas por una compleja red de carreteras. El
desarrollo de la construcción incluye algunos monumentos de
calidad comparable a los de la capital, Roma.[1]
Construcciones
Puente de Alcántara, Cáceres.

La ingeniería civil está representada en imponentes construcciones


como el Acueducto de Segovia o el Acueducto de los Milagros de
Mérida, en puentes como los de Alcántara sobre el Tajo, el de
Córdoba sobre el Guadalquivir o el de Mérida sobre el Guadiana.
También se construyeron faros como el que aún está en uso en La
Coruña, la Torre de Hércules. Las construcciones civiles se vieron
impulsadas sobre todo bajo el emperador Trajano (98 d. C. – 117 d.
C.).

La arquitectura lúdica está representada por edificios como los


teatros de Mérida, Cartagena, Sagunto, Tiermes o Cádiz, los
anfiteatros de Mérida, Itálica, Tarraco y Segóbriga y los circos de
Mérida, Córdoba, Toledo, Sagunto y muchos otros.

La arquitectura religiosa también se extendió por la península como


se puede ver en los templos de Córdoba, Vich, Mérida (Diana y
Marte) y Talavera la Vieja, entre otros. Los principales monumentos
funerarios son las torres de los Escipiones de Tarragona, el dístilo
de Zalamea de la Serena y los mausoleos de la familia Atilii en
Sádaba y Fabara. Arcos de triunfo se pueden encontrar en Cáparra,
Bará y Medinaceli.
Arquitectura prerrománica

El término prerrománico se refiere al arte cristiano tras la


antigüedad clásica y antes del arte románico. Cubre realizaciones
artísticas muy diversas, puesto que fueron realizadas en siglos
distintos y por culturas diferentes. El territorio español tiene una
gran variedad en arquitectura prerrománica: alguna de sus ramas,
como el arte asturiano, llegaron a un gran nivel de refinamiento para
su época y contexto cultural.
Véase también: Arte prerrománico
Arquitectura visigoda
San Pedro de la Nave, en Zamora.

Del siglo VI cabe mencionar los restos de la basílica de Cabeza de


Griego, en Cuenca y la pequeña iglesia de San Cugat del Vallés, en
Barcelona. Ésta, aunque muy deteriorada, muestra claramente una
planta de nave única que termina en un ábside. Del siglo siguiente
son las de San Pedro de la Nave, San Juan de Baños, Santa María
de Quintanilla de las Viñas, cuya traza se repetirá luego en otros
templos posteriores pertenecientes al «estilo de repoblación» (mal
llamados «mozárabes»). Por lo demás, en esta época se sigue
básicamente la tradición paleocristiana en la arquitectura religiosa.
Como edificios más representativos pueden relacionarse los
siguientes:

Iglesia de San Pedro de la Nave en San Pedro de la Nave-


Almendra (Zamora);
Iglesia de Santa Comba de Bande (Orense);
Iglesia de San Juan Bautista de Baños de Cerrato (Palencia);
Cripta de San Antolín en la catedral de Palencia (Palencia);
Iglesia de San Pedro de la Mata de Sonseca (Toledo);
Ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas (Burgos).

Véase también: Arte visigodo

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Arquitectura visigoda en España.

Arquitectura asturiana
Santa María del Naranco, Asturias.

El Reino de Asturias aparece en 718, cuando las tribus astures,


reunidas en asamblea, deciden nombrar a Don Pelayo su jefe.
Pelayo reunió a las tribus locales y a los refugiados visigodos bajo
sus órdenes con la intención de restaurar progresivamente el orden
godo.
El prerrománico asturiano es un estilo singular, que, combinando
elementos de otros estilos, como el visigodo y las tradiciones
locales, creó y desarrolló su propia personalidad y características,
alcanzando un notable nivel de refinamiento, no sólo en cuanto a la
construcción, sino también en cuanto a estética.

En cuanto a su evolución, el prerromano asturiano siguió una


«evolución estilística claramente asociada a la evolución política del
reino, sus etapas marcadas con nitidez». Fue principalmente una
arquitectura de la corte y se distinguen cinco etapas: primer periodo
(737–791) desde el reino de Favila al de Bermudo I de Asturias. El
segundo periodo incluye los reinos de Alfonso II de Asturias (791–
842), entrando en una etapa de definición estilística. Estos dos
periodos se incluyen dentro del llamado prerramirense. La iglesia
más importante es la de San Julián de los Prados, en Oviedo, con
un sistema de volúmenes interesante y un programa de frescos
iconográficos interesantes, estrechamente relacionados con las
pinturas murales romanas. Las celosías y las ventanas trifoliadas en
el ábside aparecen por primera vez en esta etapa. La Cámara
Santa de la Catedral de Oviedo, San Pedro de Nora y Santa María
de Bendones también pertenecen al prerramirense.

El tercer periodo comprende los reinos de Ramiro I (842–850) y


Ordoño I (850–866). Es el llamado ramirense y es considerado
como la culminación de este estilo, debido al trabajo de un
arquitecto desconocido que trajo nuevos estilos ornamentales y
estructuras, como la bóveda de cañón y el uso consistente de arcos
transversales y contrafuertes, acercando el estilo a los logros
obtenidos por la arquitectura románica dos siglos más tarde.
Algunos autores han señalado una inexplicable influencia siria en la
ornamentación. En este periodo florecieron la mayoría de las obras
maestras de este estilo: los pabellones del palacio del Monte
Naranco (Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo) y la iglesia
de Santa Cristina de Lena.

Un cuarto periodo se extiende durante el reinado de Alfonso III


(866–910), en la que se detecta la llegada de una fuerte influencia
mozárabe a la arquitectura asturiana, expandiéndose el uso del
arco de herradura. Una quinta y última etapa coincide con el
traslado de la corte a León, con lo que deja de hablarse
propiamente de Reino de Asturias, prefiriéndose el término Reino
de León. El prerrománico entra en la fase que puede denominarse
arte de repoblación.
Véase también: Arte asturiano

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Arquitectura asturiana.

Arquitectura mozárabe
San Baudelio de Berlanga.

La arquitectura mozárabe fue llevada a cabo por los mozárabes,


cristianos que vivían en la España musulmana desde la invasión
árabe (711) hasta finales del siglo XI, y que mantuvieron su
personalidad diferenciada también frente a los cristianos de los
reinos del norte, a los que fueron emigrando en oleadas sucesivas o
siendo incorporados por la Reconquista. Un ejemplo de esta
arquitectura es la iglesia de Bobastro, un templo rupestre que se
encuentra en el lugar conocido como Mesas de Villaverde, en
Ardales (Málaga), de la que sólo quedan algunas ruinas. Otro
edificio representante de esta arquitectura es la iglesia de Santa
María de Melque, situada en las proximidades de La Puebla de
Montalbán (Toledo). Con respecto a este templo se duda en su
filiación estilística, pues comparte rasgos visigodos con otros más
propiamente mozárabes, no estando tampoco clara su datación. La
ermita de San Baudelio de Berlanga presenta una tipología inédita,
incluyendo en su planta rectangular una tribuna sobre una pequeña
sala hipóstila, a la manera de las mezquitas, y siendo sustentada su
cubierta por un único pilar central con forma de palmera. Tanto
dicho pilar como los muros interiores están profusamente decorados
con frescos representando escenas de caza y animales exóticos.
Se puede establecer cierta conexión tipológica como templo
iniciático, ya en época románica, con la iglesia de Santa María de
Eunate y las demás construcciones templarias de planta
centralizada, como la de Torres del Río o la Vera Cruz de Segovia.

Como ya se ha dicho, la identificación con lo mozárabe de


construcciones en los reinos cristianos del norte peninsular es
problemática.
Véanse también: Arte mozárabe y Arte mozárabe en Cataluña.
Arquitectura de repoblación

Entre finales del siglo IX y comienzos del siglo XI se desarrolla en


los reinos cristianos del norte una evolución del prerrománico que
tradicionalmente se ha atribuido a la influencia mozárabe,[2] aunque
en la actualidad ésta se han puesto en discusión y se prefiere
considerarla como una tercera fase del prerrománico, tras el
visigodo y el asturiano. Históricamente coincide con la repoblación
de la Meseta del Duero y la cabecera del Ebro. Ejemplos de estos
templos son los de iglesia de San Cebrián de Mazote (Valladolid), el
monasterio de San Miguel de Escalada (León), la iglesia de
Santiago de Peñalba de Santiago (León), Iglesia de San Vicente del
Valle (Burgos), Iglesia de Santa María de Lebeña (Cantabria),
Ermita San Baudelio de Berlanga de Caltojar (Soria), el Monasterio
de San Juan de la Peña de Jaca (Huesca), la iglesia prerrománica
del Monasterio de Leyre (Navarra), el Monasterio de San Millán de
Suso (La Rioja) y algunos otros ejemplos zamoranos o asturianos.
Similar argumento podría hacerse para incluir algunas pequeñas
iglesias catalanas consideradas «mozárabes», como las de San
Julián de Boada o la iglesia de Santa María de Matadars.
Véase también: Arte de repoblación
Arquitectura de al-Ándalus
El Califato de Córdoba
Mihrab de la Mezquita de Córdoba.

La conquista musulmana de Hispania por las tropas de Musa ibn


Nusair y Táriq ibn Ziyad y la caída de la dinastía Omeya de
Damasco, llevaron a la creación por Abderramán I, el único príncipe
superviviente que escapó de los abbasí, de un Emirato
independiente con capital en Córdoba. La ciudad se convertiría en
la capital cultural de occidente de 750 a 1009.

La arquitectura construida en al-Ándalus bajo los omeyas


evolucionó a partir de la de Damasco, con añadidos estéticos
locales: el arco de herradura, distintivo de la arquitectura hispano-
árabe, fue tomada de los visigodos. Arquitectos, artistas y artesanos
llegaron desde oriente para construir ciudades como Medina
Azahara, cuyo esplendor no podía ni imaginarse en los reinos
europeos contemporáneos.[3]

La construcción más importante de los Omeyas en Córdoba fue la


Mezquita de Córdoba, construida en etapas consecutivas por
Abderramán I, Abderramán II, Alhakén II y Almanzor.
Véase también: Arte emiral y califal
La Aljafería en Zaragoza.
Los reinos taifas
Con la desaparición del Califato, el territorio se vio dividido en
pequeños reinos llamados taifas. Su debilidad política fue
acompañada de un conservadurismo cultural, que, junto con el
avance de los reinos cristianos, llevó a que los taifas se agarrasen
al prestigio de las estructuras y formas del estilo de Córdoba.

La recesión se manifestó en las técnicas de construcción y en los


materiales empleados, aunque no en la profusión de la
ornamentación. Los arcos polilobulados fueron multiplicados y
adelgazados y todos los elementos califales fueron exagerados.

Algunos magníficos ejemplos de la arquitectura taifal han llegado


hasta nuestros días, como el Palacio de la Aljafería en Zaragoza o
la pequeña mezquita de Bab-Mardum en Toledo, más tarde
convertida en uno de los primeros ejemplos de arquitectura mudéjar
como la Iglesia del Cristo de la Luz.
Véase también: Arte taifa
Almorávides y almohades
Minarete almohade en la mitad inferior de La Giralda, Sevilla.

Los almorávides irrumpieron desde el norte de África en Al-Ándalus


en 1086 y unificaron los reinos taifas bajo su poder. Desarrollaron
su propia arquitectura, pero es muy poco lo que ha sobrevivido, ya
que la siguiente invasión, la de los almohades, impuso un islamismo
ultraortodoxo y destruyó prácticamente todos los edificios
almorávides importantes, junto con Medina Azahara y otras
construcciones califales.

La arquitectura almohade es extremadamente sobria y desnuda.


Emplearon el ladrillo como principal material de construcción.
Prácticamente la única decoración empleada, la sebka, eran rejillas
de rombos realizados con ladrillo. También emplearon la palma
como decoración, pero no era más que una simplificación de la más
ornamentada palma almorávide. Con el paso del tiempo, el arte
almohade se fue haciendo ligeramente más decorativo.

El elemento mejor conocido de la arquitectura almohade es La


Giralda, antiguo minarete de la mezquita de Sevilla aunque el
remate superior es renacentista. Clasificada como mudéjar, pero
inmersa en la estética almohade, la sinagoga de Santa María la
Blanca, en Toledo, es un raro ejemplo de colaboración
arquitectónica de las tres culturas medievales españolas.
Véase también: Arte almohade
Véase también: Arte almorávide
Arquitectura nazarí del reino de Granada

Tras la disolución del imperio almohade, los reinos musulmanes del


sur de la Península se reorganizaron y en 1237 se estableció el
reino nazarí con capital en Granada.
La Alhambra, patio de los leones.

La arquitectura producida por los nazarís iba a ser una de las más
ricas del Islam. Fue heredera de los otros estilos musulmanes de Al-
Ándalus, que los nazarís combinaron, y del estrecho contacto con
los reinos cristianos del norte. Los elementos de la ornamentación y
estructurales fueron tomados de la arquitectura cordobesa (arcos de
herradura), de los almohades (sebka y palma), pero también de
creación propia, como los capiteles prismáticos y cilíndricos y arcos
de mocárabe, en una alegre combinación de espacios interiores y
exteriores, de jardines y arquitectura, pensados para agradar a
todos los sentidos. Al contrario que la arquitectura omeya, que
empleaba materiales caros e importados para la construcción, los
nazarís emplearon sólo materiales humildes: barro, escayola y
madera. Sin embargo el resultado estético está lleno de complejidad
y es desconcertante para el espectador: la multiplicación de la
decoración, el uso sabio de la luz y las sombras y la incorporación
del agua a la arquitectura, son algunas de las claves del estilo.[4]
También se integró la epigrafía en las paredes de las diferentes
habitaciones, con poemas alusivos a la belleza de los espacios.[5]
Los palacios de la Alhambra y el Generalife son las construcciones
más importantes del periodo.
Véase también: Arte nazarí
Arquitectura mudéjar
Véase también: Arte mudéjar
Iglesia mudéjar de San Tirso, en Sahagún (provincia de León).

La arquitectura realizada por los musulmanes que permanecieron


en territorio cristiano y que no se convirtieron es llamado estilo
mudéjar. Se desarrolló principalmente del siglo XII al XVI con
fuertes influencias del gusto y arte árabe, pero adaptado al gusto de
los señores cristianos. Por ello, el mudéjar es apenas un estilo puro:
se combina frecuentemente técnicas y lenguaje artístico con otros
estilos dependiendo del momento histórico. Así, nos podemos
referir al mudéjar, pero también al románico mudéjar, al gótico
mudéjar o al mudéjar renacentista.

El estilo mudéjar es una simbiosis de técnicas y formas de entender


la arquitectura, resultado de la convivencia de las culturas
musulmana, judía y cristiana. Emergió como un estilo arquitectónico
en el siglo XII. Se suele aceptar que el estilo nace en Sahagún.[6]
Se extendió al resto del Reino de León, Toledo, uno de los centros
más antiguos e importantes, Ávila, Segovia, y más tarde a
Andalucía, especialmente a Sevilla y Granada. En Toledo hay que
destacar las sinagogas de Santa María la Blanca y El Tránsito,
ambas mudéjares pero no cristianas. En Sevilla, las habitaciones
del Alcázar,[7] a pesar de ser clasificadas como mudéjar, están más
relacionadas con el arte nazarí de la Alhambra que al resto del
mudéjar, puesto que fueron creados por arquitectos de Granada
con poca influencia cristiana traídos por Pedro I de Castilla.
También en Sevilla hay que destacar la Casa de Pilatos.

Otros centros importantes del mudéjar se encuentran en ciudades


como Toro, Cuéllar, Arévalo y Madrigal de las Altas Torres,
destacando el Monasterio de Las Claras, en Tordesillas y el
Convento de San Pablo en Peñafiel. Un desarrollo especial lo tuvo
el mudéjar aragonés, especialmente en Zaragoza y Teruel durante
los siglos XIII, XIV y XV, destacándose las torres mudéjares de
Teruel.
Se caracteriza por el uso del ladrillo como material principal. No
creó estructuras propias, al contrario que el gótico o el románico,
sino que reinterpretó los estilos occidentales a través de una
perspectiva musulmana. El carácter geométrico, distintivo de Islam,
aparece en las artes accesorias, empleando materiales baratos —
azulejo, ladrillo, madera, yeso, metales— trabajados de forma
elaborada, destacando el artesonado. Incluso después de que los
musulmanes ya no fueran empleados en la construcción, sus
contribuciones se mantuvieron como parte integral de la
arquitectura española.

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Arquitectura mudéjar.

Arquitectura románica
Monasterio de San Juan de Duero (Soria)

El románico de desarrolló inicialmente en los siglos X y XI, anterior


a la influencia de Cluny, en los Pirineos catalanes y aragoneses,
simultáneamente con el norte de Italia, en lo que se ha llamado
«primer románico» o «románico lombardo». Es un estilo muy
primitivo, cuyas características son paredes gruesas, falta de
escultura y la presencia de ornamentación rítmica con arcos,
tipificada en las iglesias del valle de Bohí (San Clemente de Tahull)
y los monasterios de San Pedro de Roda y Santa María de Ripoll.
La arquitectura románica plena llegó con la influencia de Cluny a
través del Camino de Santiago, que finaliza en la Catedral de
Santiago de Compostela. El modelo de románico español del siglo
XII era la Catedral de Jaca, con su plano y ábsides característicos
de la planta de peregrinación basada en San Sernín de Toulouse y
el «ajedrezado» o «taqueado jaqués». Según avanzaban los reinos
cristianos hacia el sur, este modelo se extendió por las áreas
reconquistadas con algunas variaciones. Los monasterios siguieron
una estructura similar (Santo Domingo de Silos, en Burgos).
Claustro de Santo Domingo de Silos, con el famoso ciprés que
cantó Gerardo Diego.

De influencia francesa es la magnífica fachada de iglesia de Santo


Domingo de Soria. La fachada de Nuestra Señora de Poitiers sirvió
posiblemente de modelo para la de Santo Domingo y fueron
maestros poitevinos los que intervinieron en su realización. Lo cierto
es que este frente representa uno de los mayores logros del
románico español. Para Gaya Nuño «...su distribución decorativa es
la más rica, la más homogénea y armoniosa de la Península, y no
reconoce como más bella ni a la de Ripoll».

El románico español también muestra influencias de los estilos


prerrománicos, principalmente el asturiano y el mozárabe, pero
también de la arquitectura árabe, tan próxima, sobre todo de los
techos de la Mezquita de Córdoba y los arcos polilobulados. Así se
advierte en San Juan de Duero (Soria), San Isidoro de León o en la
peculiar iglesia poligonal de Eunate en Navarra (con muy pocos
ejemplos comparables, como la Vera Cruz segoviana). El románico
segoviano se caracteriza por sus torres solemnes y por el pórtico de
arquerías sobre columnas sencillas o pareadas, que cumplieron una
importante función en la vida urbana medieval (San Esteban). Las
catedrales de Zamora, vieja de Salamanca, vieja de Plasencia, así
como la Colegiata de Toro, se caracterizan por sus peculiares
cimborrios y cúpulas, denominándose habitualmente como grupo de
cimborrios del Duero.

En algunas zonas, hubo una verdadera fiebre constructiva (del


románico palentino hay más de seiscientas iglesias catalogadas).
También hay un románico civil (o más bien militar, como las
murallas de Ávila y castillos como los de Pedraza o Sepúlveda). Tal
esfuerzo sólo puede entenderse como consecuencia de la pujanza
de la sociedad de los reinos cristianos, capaces incluso de extraer
recursos (pago de parias) de los divididos reinos taifas. La oscilante
frontera de la reconquista en los siglos XI y XII produce que el
románico pueda encontrarse fundamentalmente en la mitad
septentrional de la Península Ibérica.

En el siglo XIII, algunas iglesias alternan el estilo románico con el


naciente gótico.
Véase también: Arte románico

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Arquitectura románica en España.

Arquitectura gótica
Interior de la Catedral de León.
Catedral de Burgos.
Iglesia de San Pablo de Valladolid, ejemplo de arquitectura gótica.

El estilo gótico comenzó en España debido a la creciente


comunicación de Europa central y del norte durante el siglo XII,
cuando el románico tardío alternaba con un estilo de transición
como es la arquitectura cisterciense y con algunas expresiones de
gótico puro, como la Catedral de Ávila; ésta y la de Cuenca son las
más tempranas del estilo. El gótico pleno llega con toda su fuerza a
través del Camino de Santiago en el siglo XIII, con la creación de
algunas de las más puras catedrales góticas, de influencia francesa:
las catedrales de Burgos, León y Toledo.

Posteriormente al siglo XIII, el estilo se extiende con creativas


variantes locales como el gótico levantino y el gótico isabelino. El
gótico levantino, que florece en el siglo XIV, está caracterizado por
sus logros estructurales y la unificación del espacio, siendo sus
obras maestras la Catedral de Palma de Mallorca, la Lonja de la
Seda de Valencia y la Iglesia de Santa María del Mar de Barcelona.
Guillermo Bofill realizará en la catedral de Gerona un extraordinario
atrevimiento al unificar las tres naves de la cabecera en una sola de
extraordinaria amplitud.

En la Castilla del siglo XV la estrecha relación comercial y política


con el norte de Europa convoca a arquitectos como Juan y Simón
de Colonia, Hanequín de Bruselas, Juan Guas y Enrique Egas que
crean escuela adaptándose a la sensibilidad local. Se sigue
trabajando en las últimas grandes catedrales góticas (Sevilla, nueva
de Salamanca y Segovia). El gótico isabelino, llamado así por
coincidir con el reinado de los Reyes Católicos, supone una
transición al renacimiento, pero a la vez una férrea resistencia a
dejar los principios góticos tradicionales. Sus obras maestras son
San Juan de los Reyes en Toledo, la Capilla Real de Granada y la
Cartuja de Miraflores en Burgos. Las fronteras cronológicas y
formales con el simultáneo plateresco son imprecisas.
Véase también: Arquitectura gótica

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Arquitectura gótica en España.

Arquitectura del Renacimiento


Patio interior del Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada,
diseño de Pedro Machuca.

En España, el Renacimiento comenzó unido a las formas góticas en


las últimas décadas del siglo XV. El estilo comenzó a extenderse
sobre todo a manos de arquitectos locales: es la razón de un estilo
renacentista específicamente español, que reunió la influencia de la
arquitectura del sur de Italia, a veces proveniente de libros
ilustrados y pinturas, con la tradición gótica y la idiosincrasia local.
El nuevo estilo se llama plateresco, debido a las fachadas
decoradas en exceso, que recuerdan a los intrincados trabajos de
los plateros. Órdenes clásicas y motivos de candeleros (candelieri)
se combinan con libertad en conjuntos simétricos.

En este contexto, el Palacio de Carlos V realizado por Pedro


Machuca, en Granada, supuso un logro inesperado dentro del
renacimiento más avanzado de la época. El palacio puede ser
definido como una anticipación al manierismo, debido a su dominio
del lenguaje clásico y sus logros estéticos rupturistas. Fue
construido antes de las principales obras de Miguel Ángel y
Palladio. Su influencia fue muy limitada y mal entendida, las formas
platerescas se imponían en el panorama general.
Monasterio de El Escorial.

Según pasaban las décadas, la influencia gótica decae y la


búsqueda de un clasicismo ortodoxo alcanzó niveles muy altos.
Aunque el plateresco es un término usado habitualmente para
definir a la mayoría de la producción arquitectónica de finales del
siglo XV y primera mitad del siglo XVI, algunos arquitectos
adquirieron un gusto más sobrio, como Diego de Siloé, Rodrigo Gil
de Hontañón y Gaspar de Vega. Ejemplos de plateresco son las
fachadas de la Universidad de Salamanca y del Hostal San Marcos
de León.

La cumbre del renacimiento español está representado por el Real


Monasterio de El Escorial, realizado por Juan Bautista de Toledo y
Juan de Herrera, en el que una inicial adherencia excesiva al arte
de la antigua Roma fue superado por un estilo extremadamente
sobrio. La influencia de los tejados y chapiteles flamencos y
norteeuropeos, el simbolismo de la escasa decoración y el preciso
corte del granito establecieron la base para un estilo nuevo, el
herreriano, que formó escuela durante muchos años.

Con un estilo más próximo al manierismo, el siglo se cierra con


arquitectos como Andrés de Vandelvira (Catedral de Jaén).
Véase también: Arquitectura del Renacimiento

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Arquitectura renacentista de España.

Arquitectura barroca
Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela.

Cuando las influencias barrocas italianas llegaron a España,


gradualmente sustituyeron en el gusto popular al sobrio gusto
clasicista que había estado de moda desde el siglo XVI. Tan pronto
como en 1667, las fachadas de la Catedral de Granada de Alonso
Cano y la de Jaén de Eufrasio López de Rojas indican la facilidad
de su interpretación a la manera barroca de los motivos
tradicionales de las catedrales españolas.

El barroco local mantiene raíces en Herrera y en la construcción


tradicional en ladrillo, desarrollada en Madrid a lo largo del siglo
XVII (Plaza Mayor y Ayuntamiento de Madrid).
En contraste al barroco de la Europa septentrional, el arte español
de la época busca agradar a los sentidos más que al intelecto. La
familia Churriguera, que se especializó en altares y retablos, se
rebelaron contra la sobriedad del clasicismo herreriano y
promocionaron un estilo intrincado, exagerado y casi caprichoso de
decoración superficial, conocido como churrigueresco. En medio
siglo, convirtieron Salamanca en una ciudad churrigueresca
ejemplar.

La evolución del estilo pasó por tres fases. Entre 1680 y 1720, los
Churriguera popularizaron la mezcla de columna salomónica de
Guarini y el orden compuesto, conocido como «orden suprema».
Entre 1720 y 1760, la columna churrigueresca o estípite, en forma
de cono o obelisco invertido, se estableció como elemento principal
de la decoración ornamental. Los años 1760 a 1780 vieron un
desplazamiento gradual del interés desde el movimiento retorcido y
excesivo de la ornamentación hacia el equilibrio y la sobriedad del
neoclásico.

Dos de las más espectaculares creaciones del barroco español son


las fachadas de la Universidad de Valladolid (Diego Tomé, 1719) y
del Hospicio de San Fernando en Madrid (Pedro de Ribera, 1722),
cuya extravagancia curvilínea parece anunciar a Antonio Gaudí y el
modernismo. En este caso y en muchos otros, el diseño incluye el
juego de techos y elementos decorativos con poca relación con la
estructura y función. sin embargo, el barroco churrigueresco ofrece
alguna de las combinaciones de luz y espacio más espectaculares,
como en la Cartuja de Granada, considerada la apoteosis del
churrigueresco aplicado a espacios interiores, y el «transparente»
de la Catedral de Toledo de Narciso Tomé, donde escultura y
arquitectura se integran para conseguir un efecto dramático de la
luz.
Palacio Real de Madrid.

El Palacio Real de Madrid y las construcciones del Paseo del Prado


(Salón del Prado y Puerta de Alcalá) también en Madrid, merecen
ser mencionados. Fueron construidos en el sobrio barroco
internacional, a menudo confundido con el neoclásico, por los reyes
borbones Felipe V y Carlos III. Los palacios reales de La Granja de
San Ildefonso, en Segovia, y el de Aranjuez, en Madrid, son buenos
ejemplos de la integración de arquitectura y jardines del barroco,
con notable influencia francesa (La Granja es conocido como el
«Versalles español»), pero con concepción espacial local, que de
alguna manera muestra herencia de la ocupación musulmana.

El rococó se introdujo en España por primera vez en la Catedral de


Murcia, en 1733, en su fachada occidental. También en la zona
levantina, se destaca la exuberante decoración de la puerta del
palacio del Marqués de Dos Aguas en Valencia, diseñada por el
pintor y grabador Hipólito Rovira (1740–1744). El mejor
representante del estilo fue el maestro español Ventura Rodríguez,
responsable de la Santa Capilla de la Virgen del Pilar (1750) en el
interior del templo de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza.
Véase también: Arquitectura barroca

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Arquitectura barroca en España.
Arquitectura colonial
Iglesia de Santa Prisca en Taxco: churrigueresco mexicano.

El estilo colonial español de arquitectura dominaba en las primeras


colonias españolas de las Américas y también en las Filipinas. Se
distingue por el contraste entre la construcción simple y sólido que
demanda el lugar nuevo y la ornamentación barroca que viene de
España. La zona colonial de Santo Domingo, fundada en 1498 es la
ciudad occidental más antigua en el Mundo Nuevo y es un buen
ejemplo de este estilo.

La combinación de influencias decorativas nativas americanas y


árabes, con una interpretación extremadamente expresiva del
churrigueresco, podría explicar la variedad e intensidad del barroco
en las colonias americanas de España. Aún más que en su
equivalente español, el barroco americano se desarrolló como un
estilo de decoración del estuco. Fachadas con torres gemelas de
muchas catedrales americanas del siglo XVII tienen raíces
medievales. El barroco pleno no aparece hasta 1664, cuando los
jesuitas construyeron su santuario en la Plaza de Armas en Cuzco.

El barroco peruano es especialmente exuberante, como evidencia


la iglesia de San Francisco en Lima (1673), que muestra una
fachada oscura y muy intrincada entre dos torres gemelas. Mientras
que el barroco rural de las misiones jesuíticas (estancias) en
Córdoba (Argentina) siguieron el modelo de Il Gesù, estilos
provinciales «mestizos» aparecieron en Arequipa, Potosí y La Paz.
En el siglo XVIII, los arquitectos de la región se inspiraron en el arte
mudéjar de la España medieval. El estilo de fachada del barroco
tardío surge por primera vez en la Iglesia de Nuestra Señora de La
Merced en Lima (1697–1704). De forma similar, en la iglesia de la
Compañía en Quito (1722–1765), la fachada parece un retablo
ricamente esculpido con un exceso de columnas salomónicas.
Al norte, la provincia más rica del siglo XVIII, Nueva España, el
actual México, Centroamérica, y los estados de Texas, Nuevo
México, California y Arizona en EE.UU. produjo una arquitectura
fantásticamente extravagante y visualmente frenética que es el
churrigueresco mexicano. Este estilo ultrabarroco culmina en los
trabajos de Lorenzo Rodríguez, cuya obra maestra es el Sagrario
Metropolitano en la Ciudad de México (1749–1769). Otros ejemplos
notables se encuentran en remotos pueblos mineros. Por ejemplo el
santuario de Ocotlán (comenzado en 1745) es una catedral barroca
de primer orden, cuya superficie está cubierta de baldosas rojas
brillantes, que contrastan con una plétora de ornamentos
comprimidos aplicados generosamente en la portada y los flancos
de las torres. La auténtica capital del barroco mexicano es Puebla,
donde la abundancia de baldosas pintadas a mano y piedra local
gris llevaron a una evolución muy personal y localizada del estilo,
con un pronunciado sabor indio.
Véase también: Arte colonial hispanoamericano
Arquitectura neoclásica
Museo del Prado, de Villanueva.

Los postulados extremadamente intelectuales del neoclasicismo


tuvieron menos éxito en España que el mucho más expresivo
barroco. El neoclasicismo español se expandió a partir de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, fundada en 1752. Su
principal figura fue Juan de Villanueva, que adaptó las ideas de
Edmund Burke sobre la belleza y lo sublime a los requerimientos del
clima y la historia locales. Construyó el Museo del Prado (que en
principio iba a tener funciones de Gabinete de Ciencias),
combinando tres elementos: una academia, un auditorio y un
museo, en un edificio con tres entradas separadas. El Prado
formaba parte del ambicioso programa de Carlos III que pretendía
convertir Madrid en la capital de las Artes y las Ciencias. Muy
próximo al museo, Villanueva construyó el observatorio astronómico
de El Retiro y el Jardín Botánico, todo ello en el conjunto del eje del
Paseo del Prado, con sus emblemáticas fuentes de Neptuno y
Cibeles (diseñadas por Ventura Rodríguez) y cerrado por el Hospital
y Real Colegio de Cirugía de San Carlos. También diseñó algunas
de las residencias de verano de los reyes en El Escorial y Aranjuez
y reconstruyó la Plaza Mayor de Madrid, entre otras obras
importantes. Los discípulos de Villanueva Antonio López Aguado e
Isidro González Velázquez diseminarán el estilo por el centro del
país.
Véase también: Neoclasicismo en España
El siglo XIX
Eclecticismo
Palacio de Comunicaciones de Madrid.

La arquitectura eclecticista es aquella que combina varios estilos en


un edificio, sin seguir un solo orden arquitectónico. Esta corriente
llegó a España en los últimos años del siglo XIX. Uno de los
edificios eclecticistas más importantes es el Palacio de
Comunicaciones de Madrid, diseñado por Antonio Palacios y
Joaquín Otamendi. Fue inaugurado en 1909.
Historicismo

Desde Europa llegó en el siglo XIX el historicismo, cuyos estilos


más destacados son el neogótico y el neorrománico. Del neogótico
hay que destacar el Palacio Episcopal de Astorga y el Palacio de
Sobrellano en Comillas, la fachada de la Catedral de Barcelona, la
Catedral de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife y la Catedral
del Espíritu Santo de Tarrasa. Del neorrománico, menos importante
que el anterior, hay que mencionar la cripta de la Catedral de
Madrid y la Basílica de Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias.

A finales del siglo XIX un nuevo movimiento arquitectónico surgió en


Madrid: un resurgimiento de la arquitectura mudéjar, el neomudéjar,
que enseguida se extendió por otras regiones. Arquitectos como
Emilio Rodríguez Ayuso veían el arte mudéjar como un estilo
exclusivo y característico de España. Se comenzaron a construir
edificios empleando algunas de las características del antiguo estilo,
como los arcos de herradura y el empleo de ornamentación
abstracta en ladrillo para las fachadas. Se popularizó sobre todo en
la construcción de plazas de toros y otros edificios públicos, pero
también para la construcción de viviendas, debido al uso de
materiales baratos, principalmente ladrillo para los exteriores. A
destacar la portada de la Catedral de Teruel y La Escalinata de la
misma ciudad, obra de Aniceto Marinas, y la plaza de Toros de Las
Ventas de Madrid.
Véase también: Arquitectura historicista

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Arquitectura neomudéjar en España.

Arquitectura del vidrio y el hierro

A imitación del Palacio de Cristal construido en Londres para la


Gran Exposición de 1851, también se construyeron palacios de
cristal en España. Los dos ejemplos más notables son el Palacio de
Cristal de la Arganzuela y el Palacio de Cristal del Retiro en Madrid.
El siglo XX
Modernismo
Azotea de la Casa Milà, de Antonio Gaudí.

En España, el modernismo tuvo su centro en Barcelona. Cuando la


ciudad de Barcelona se amplió más allá de sus límites históricos,
resultando el Ensanche de Ildefonso Cerdá, en el que se
desarrollará el llamado modernismo catalán o modernisme. El
modernisme rompió con estilos anteriores y empleó para su
inspiración formas orgánicas, al igual que hacía el Art Nouveau en
Francia y el Jugendstil en Alemania. El arquitecto más famoso es
Antoni Gaudí, cuya obra en Barcelona (los más conocidos La
Sagrada Familia, el Parque Güell, la Casa Milà y la Casa Batlló) y
en otros lugares de España (Capricho de Gaudí, Casa Botines y
Palacio Episcopal de Astorga) mezcla la arquitectura tradicional con
otros estilos nuevos, siendo precursor de la arquitectura moderna.
Otros arquitectos catalanes notables de la época fueron Lluís
Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch.
El modernismo también tuvo desarrollo en otras ciudades de
Cataluña, como Tarrasa (Masía Freixa y Fábrica Vapor Aymerich,
Amat i Jover) y Reus (Casa Navàs), y del resto de España, como
Teruel (Casa El Torico o Casa La Madrileña), Zaragoza (Casino
Mercantil o Quiosco de la música) o Comillas, donde, a parte del
Capricho de Gaudí, se puede admirar la Universidad Pontificia
Comillas.
Véase también: Modernismo catalán
Arquitectura moderna
Pabellón alemán (Barcelona), 1929.

La creación en 1928 del grupo GATCPAC en Barcelona, seguido de


la creación del GATEPAC (1930) por arquitectos principalmente de
Zaragoza, Madrid, San Sebastián y Bilbao, estableció dos grupos
de jóvenes arquitectos que seguían los dictados de la arquitectura
moderna en España. Josep Lluís Sert, Fernando García Mercadal,
José Manuel Aizpurúa y Joaquín Labayen entre otros, se
organizaron en tres grupos regionales.[8] Otros arquitectos
exploraron el estilo moderno desde puntos de vista particulares:
Casto Fernández Shaw con su trabajo visionario, casi todo en
papel, Josep Antoni Coderch, con su integración de la vivienda
mediterránea y los conceptos del nuevo estilo o Luis Gutiérrez Soto,
muy influenciado por tendencias expresionistas.

En la Exposición Internacional de 1929 de Barcelona el Pabellón


alemán diseñado por Mies van der Rohe y Lilly Reich se convirtió
instantáneamente en un icono; amalgamando el minimalismo y
nociones de fidelidad a los materiales con influencias de De Stijl en
el tratamiento de los planos en el espacio.[9] El famoso techo se
cierne sobre el espectador aparentemente sin soportes.
Santuario de Aránzazu, de Francisco Javier Sáenz de Oiza.

Durante y después de la Guerra Civil Española y la II Guerra


Mundial, España estuvo aislada política y económicamente. Como
consecuencia, unido a la preferencia de Franco por un «tipo de
kitsch nacionalista clásico y mortecino», la creación de arquitectura
vanguardista fue suprimida en su mayoría.[10] Sin embargo, en las
obras de algunos arquitectos pudieron coexistir la aprobación oficial
y el avance del diseño arquitectónico, como es el caso de Luis
Gutiérrez Soto, interesado en la tipología y la distribución racional
de los espacios, cuya prolífica obra alterna con facilidad el
redescubrimiento de estilos históricos con un estilo racionalista, o
los encargos de los Sindicatos Verticales a Francisco de Asís
Cabrero. Los logros de Luis Moya Blanco en la construcción de
bóvedas de ladrillo también merecen una mención; su interés en la
construcción tradicional en ladrillo lo llevó a un estudio profundo de
las posibilidades formales modernas del material, destacando su
uso de la bóveda tabicada.

En las últimas décadas de la vida de Franco, una nueva generación


de arquitectos rescató con fuerza el legado del GATEPAC:
Alejandro de la Sota fue pionero en este nuevo camino, y jóvenes
arquitectos como Francisco Javier Sáenz de Oíza, Fernando
Higueras y Miguel Fisac, a menudo con presupuestos modestos,
investigaron en los tipos de vivienda prefabricada y colectiva.
Véase también: Arquitectura moderna
Arquitectura de la segunda mitad del siglo XX

La muerte de Franco y la vuelta de la democracia trajo un nuevo


optimismo arquitectónico al país a finales de los 70 y en los 80. El
regionalismo crítico se convirtió en la escuela dominante para la
arquitectura seria.[11] El flujo de dinero proveniente de la Unión
Europea, el turismo y una economía floreciente, fueron campo fértil
para la arquitectura española. Una nueva generación de arquitectos
emergió, entre los que se cuentan Enric Miralles, Carme Pinós, y el
arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava. Los Juegos Olímpicos de
Barcelona y la Expo de Sevilla, ambos en 1992, impulsaron
internacionalmente aún más la reputación de España, hasta el
punto de que muchos arquitectos de países en recesión se
desplazaron a España para participar en el boom. En
reconocimiento al apoyo a la arquitectura realizado por la Ciudad de
Barcelona, el Royal Institute of British Architects le entregó la Royal
Gold Medal en 1999, la primera vez en la historia que el premio se
entregaba a una ciudad.[12]

Bilbao atrajo a la Fundación Solomon R. Guggenheim para construir


una nueva galería que abrió sus puertas en 1997. Diseñado por
Frank Gehry en estilo deconstructivista, el Museo Guggenheim de
Bilbao se ha hecho famoso mundialmente y por sí solo ha
aumentado el prestigio mundial de Bilbao. El éxito del museo al
crear una arquitectura icónica se conoce en la planificación urbana
como el «efecto Bilbao».[13]

Nuevo Cementerio de Igualada Enric Miralles y Carme Pinós,


1985-1994
Ciudad de las Artes y de las Ciencias en Valencia, de Santiago
Calatrava, 1998
Museo Guggenheim de Bilbao, de Frank Gehry, 1997
Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, de Rafael Moneo (San
Sebastián), 1999

En el siglo XXI

En el año 2003, su Alteza el Príncipe de Asturias, Don Felipe de


Borbón inauguró en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife (Canarias),
el moderno edificio del Auditorio de Tenerife, diseñado por Santiago
Calatrava. Para dicho acto asistieron varios corresponsales y diarios
de todo el mundo.[14] En 2006, la Terminal 4 del Aeropuerto de
Madrid-Barajas de Richard Rogers, Antonio Lamela y Luis Vidal
ganó el Premio Stirling. En abril de 2007, el MUSAC (Museo de Arte
Contemporáneo de Castilla y León, en León) de los arquitectos
Emilio Tuñón y Luis M. Mansilla recibió el premio de Arquitectura
Contemporánea Mies van der Rohe de la Unión Europea,[15] que
ya había ganado en 2001 el Kursaal (San Sebastián) de Rafael
Moneo.
La Torre Agbar es un rascacielos de Barcelona realizado por el
arquitecto francés Jean Nouvel. Mide 144,4 metros y tiene 38 pisos,
incluyendo 4 niveles subterráneos. Su diseño combina una serie de
conceptos arquitectónicos distintos, cuyo resultado es una
sorprendente estructura construida con hormigón armado, cubierta
con una fachada de vidrio y más de 4.400 ventanas cortadas en el
hormigón estructural.

Del 12 de febrero al 1 de mayo de 2006 el MoMA, Museo de Arte


Moderno de Nueva York, dedicó la exposición On-Site: New
Architecture in Spain a la nueva arquitectura en España.[16] El
MoMA define España como un país que se ha convertido en los
últimos años en un centro internacional de innovación y excelencia
arquitectónica como demuestra el hecho de que siete premios
Pritzker (Rafael Moneo, Álvaro Siza, Thom Mayne, Zaha Hadid,
Jacques Herzog, Pierre de Meuron, Frank Gehry y Rem Koolhaas)
hayan sido seleccionados para la exposición.[17] Terence Riley, a
cargo del Departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA, que se
despidió del museo con esta exposición, comenta:

No hay un estilo español en arquitectura, no existe. Pero lo que sí


hay en España actualmente es un porcentaje muy elevado de
calidad en los proyectos, más que en ningún otro sitio del mundo,
según mi percepción. En España se construye mucho, en China
aún más. Sin embargo, mientras que en China apenas hay
propuestas interesantes, en España existen muchas.[18]

En Madrid se construyeron cuatro rascacielos, (2006-2009), de los


cuales, el más alto mide 250 metros. Este parque empresarial se
llama Cuatro Torres Business Area, y la Torre Caja Madrid, que es
la más alta de toda España, está diseñada por Norman Foster.

En Asturias se inaugura en 2011 el Centro Cultural Internacional


Oscar Niemeyer, única obra del arquitecto brasileño Oscar
Niemeyer en España. Consta de cinco piezas: una gran plaza
abierta, una cúpula, un auditorio, una torre mirador y un edificio
polivalente.

En 2017 el equipo de RCR formado por Carme Pigem, Ramón


Vilalta y Rafael Aranda obtienen el Premio Pritzker. [19]

Torre Agbar en Barcelona, de Jean Nouvel, 2005


Rascacielos del complejo empresarial CTBA de Madrid, 2004 a
2009
RCR, Biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver, Barcelona, 2002-2005
Fachada del MUSAC en León, de Mansilla + Tuñón Arquitectos,
2005 Premio Mies van der Rohe en 2007.
Pabellón Puente de la Expo 2008 en Zaragoza, diseñado por
Zaha Hadid.

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