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Antropología XIX
Antropología XIX
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
MEDELLÍN
2018
LA IMAGEN MORAL DE LA MUJER
INTRODUCCIÓN
adscritos por la imagen idealizada de la mujer como un ser casto, puro, fértil, hogareño y
virgen, que debe comportarse de una manera y no de aquella; que debe realizar esto y no esto
otro, ya que a estas se les impregna el ideal de tener una “buena imagen” o que el libre goce
incorrecta y, ocasionalmente, dañina. El que a las mujeres se les haya impuesto estos ideales
machistas –o al menos para nuestra cultura–, las cuales solo han cosificado y relegado a la
mujer a niveles inferiores en distintos aspectos de la vida social, tales como las relaciones de
Quizás resulte algo difícil de digerir la idea de que la moralización de lo femenino influye en
aspectos como estos, sin embargo, es oportuno pensar que ha influido en las esferas sociales
que el machismo moldea, siendo un factor que perjudica tanto a mujeres como a hombres.
Atribuirle leyes morales –entendiendo estas como las únicas maneras adecuadas de actuar,
diversidad, distintas perspectivas de vista y demás, es decir, las torna intolerantes, sexistas y
cuerpo y capacidades por esta ingenua moral. Por nombrar algunas generalidades –las cuales,
claro está, tienen excepciones– traigo a colación el hecho que una madre soltera y un padre
soltero no son visto bajo los mismos estándares; que la prostitución femenina y masculina se
presentan casi como fenómenos totalmente distintos, junto con la idea y la parcialidad que
existe en referencia al placer sexual de ambos grupos. Es común escuchar a la gente decir
que una mujer no puede mantener un hogar, o que las mujeres que venden su cuerpo son
pecaminosas, pero en el caso de los hombres es una práctica totalmente indiferente, dado
que, se le da más importancia al placer masculino que al femenino. Lo que se busca analizar
respecto, afirmo que este fenómeno ofrece bases sólidas para catalogarlo como un tópico de
suma relevancia. Solo basta con encender la televisión o leer las noticias para poder darse
cuenta de que las mujeres luchan en una guerra más ardua que los hombres.
ARGUMENTOS
A través de la historia se han instaurado como íconos femeninos aquellas mujeres que han
batallado contra su opresión desde x o y esfera social –entiendo esta como un conglomerado
de fenómenos en los cuales se efectúa el diario vivir– y es casi una obligación tenerlas como
un punto de referencia al hablar de la historia de logros femeninos, pues las razones por las
que han luchado lo ameritan. En el caso de los hombres se hace hincapié en temas científicos,
mujeres, más de una vez, se han categorizado como un nivel inferior, lo que se evidencia en
la no decisión sobre sus cuerpos y vidas, junto la subordinación sufrida por los hombres.
Incluso, se podría traer a colación los temas de conversación entre un grupo de mujeres y uno
de varones: este último podría iniciar una conversación sobre algo tan trivial como un partido
de fútbol o beisbol, pero en el caso de un grupo de mujeres del común, regularmente se habla
del trato que le dan sus parejas, sobre quehaceres de hogar, estos entre los temas más triviales,
porque entre ellas la conversación puede variar hasta llegar a interrogarse sobre qué harían
en caso de una violación, cosa que no –aunque luciendo como una generalidad no tan
apropiada– sucede entre los hombres. Se mencionan estos ejemplos con la intención de
referenciar la idea que hombres y mujeres al parecer no participan en la misma esfera social,
por lo tanto se les califica bajo distintos estándares. En pleno siglo XXI –en la cultura
occidental– aún se puede leer en los diarios matutinos que mujeres con el mismo puesto y
formación laboral no son remuneradas de la misma manera que son los hombres; en pleno
siglo XXI, una candidata a la presidencia de Rusia fue tildada de “payasa”, “puta”, “imbécil”,
“idiota” y demás calificativos peyorativos, sin embargo, la gente no hizo nada al respecto por
ser visto como algo normal –o irrelevante–; en pleno siglo XXI las mujeres aún se mantienen
calladas en situaciones de acoso, violación y abuso por temor a sufrir más maltrato o no ser
escuchadas; en pleno siglo XXI, pocas de ellas manejan cargos de alto rango, –lo que desde
siglo XXI la mujer aún se califica por aspectos triviales como su forma de vestir y su peinado,
Estas modelaciones respecto a la imagen de la mujer han hecho que la mayoría –ya que sí
existen las mujeres empoderadas–, sigan al pie de la letra las leyes morales que aquí se
constatar que algunas niñas embarazadas preferirían dar a luz a una hembra porque “son más
fáciles de vestir”, “son más lindas para arreglar”, “son dóciles”. “La analogía de la mujer
marco de expectativas de desenvolvimiento [social] que puede tener una mujer”, afirma la
investigadora. Esto se traduce en que las mujeres difícilmente puedan –o quieran– trascender
He podido evidenciar que las niñas de mi familia quieran ser y/o tienen como meta ser reinas
de belleza, ganadoras del Miss Universo y similares, lo que no es negativo, pero implica que
tilden a otras niñas de “raras” porque prefieren jugar deportes extremos o ser veterinarias –y
casi cualquier labor que no cumpla con esos estándares–, por tanto resulta muy difícil que
esa moral deje de ser adscrita a nuestra cultura. Bajo mi propia vivencia puedo decir que un
grupo de hermanos, hembra y varón, se crían bajo distintos estándares: el higiene, el orden y
las relaciones sociales pueden llegar a ser sutil y rigurosamente cuidados en las niñas, en
cambio con los niños, se hace hincapié en temas como la masculinidad, y aunque en niñas y
de los casos, resulta de mayor atención. Es aquí, en parte, donde este fenómeno se convierte
en foco de problema para ambos sexos, donde juega el hecho de que ciertas prácticas
asumidas como femeninas repercutan en el hecho de tratar de moldear a los niños bajo una
“imagen no femenina”, y de esta manera, haciendo que se asocien con desorden, descontrol,
anti higiene, irrespeto y demás. Este ejemplo es uno de los más sencillos porque esa “imagen
transmite el género masculino hacia los demás. Sin embargo, es más que un hecho que estas
instrucciones sobre cómo ser y actuar atañen más a las mujeres. Mi intención no es hacer que
se vea a las mujeres como seres marginados y de las que hay que sentir empatía porque esta
estandarización las ha limitado durante décadas –puesto que en esta época las mujeres son
más empoderadas que nunca–, sino hacer ver que el modo en que hoy día este fenómeno
afecta su dinámica social es más que inmoral y una clara evidencia de sexismo y
moralidad que gira alrededor de ella, y al parecer de una manera fuertemente negativa; se ha
visto parcial o totalmente excluida desde múltiples ámbitos, tales como el económico,
político, laboral e incluso intelectual. Todo el imaginario respecto a cómo debería ser ha
hecho que se vea obligada a luchar contra ello, porque es importante que se tenga claro que
no existe un manual para ser mujer –ni para ser hombre–, resulta relevante que se les dé
vistan. Es tanta la repercusión de este fenómeno que difícilmente una niña pequeña se
visualiza a sí misma como una mujer de ciencia; que una madre cuide más la feminidad de
su hija que su formación escolar, y que se les viva recordando tener cuidado con los niños.
Tristemente pareciera que esta situación se mantiene estática desde hace mucho tiempo, sin
embargo, el movimiento feminista cada día adquiere más repercusión en los medios; este
grupo cree en el cambio y vive para realizarlo, por lo tanto, de la manera más esperanzadora
2. Rico Hernández, H.J. (2015) Perras Nos Llaman Y... ¿Le Importa a Alguien?:
Estado del Arte de la Investigación Sobre la Forma de Referirse a las Mujeres por
Antioquia, Medellín.
4. Jorquera, G (2017) ¿Por qué las mujeres ganan menos? (s.u) Entre Parentesis. Recuperado
de http://entreparentesis.org/las-mujeres-ganan-menos/