Está en la página 1de 2

LA CONDUCTA QUE EL CREYENTE DEBE OBSERVAR

TITO 3:1-3
Empezamos con el último capítulo de Tito. Los primeros tres versículos (que son los que nos ocupan hoy)
nos darán instrucciones sobre, como reza el título propuesto en cartelera, la conducta que debemos
observar como creyentes. Estos versículos nos hablan de tres aspectos fundamentales a tener en cuenta en
nuestra vida, orientados principalmente a nuestro testimonio delante de los inconversos. Leamos el
versículo 3 de nuevo. Revise cada uno la lista y fíjese si antes de recibir a Cristo no fue tal cual así. Es una
muy buena descripción del hombre perdido sin Dios. Fuimos así. Fui así. Dios está obrando en nuestras
vidas, y aunque a veces nuestra vieja naturaleza se inclina a hacer lo malo, no vivimos más para el pecado.
Morimos a él y hoy vivimos para Dios. Pero hay gente que aún vive esclavizada por el pecado. Es nuestro
deber acercarles el mismo Evangelio que nos salvó. Y el primer paso para eso es guardar nuestro
testimonio. Obviamente que estos consejos que nos da la Palabra son buenos para toda la vida del creyente,
esté solo, junto a sus hermanos o entre inconversos. Volvamos al principio. Tenemos aquí tres aspectos
característicos de la conducta del creyente. El primer punto es:

1) SUMISIÓN:
Si leemos otra vez la primera parte del v.1 (Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que
obedezcan…) vemos esta cualidad, importante para llevar una vida piadosa. Personalmente, creo que es
muy difícil a veces sujetarse a los gobernantes y a las demás autoridades (padres, pastores y jefes) que Dios
ha puesto sobre nosotros. Leamos Romanos 13:1-2. Vemos claramente esto que decía antes. Dios es
soberano sobre este mundo, por tanto, Él establece a sus autoridades. El Señor nos manda a respetarlas y a
orar por ellas (1° Timoteo 2:1-2) más allá de su buen o mal desempeño, y más allá de su rectitud o su falta
de ella. Respetar a los que están sobre nosotros, honrarlos y orar por ellos no sólo agrada a Dios, sino que
también nos ayuda a llevarnos mejor entre hermanos y con los no creyentes que nos rodean en nuestra
vida diaria. Puedo contarles de varias discusiones y peleas (algunas llegando a los gritos) entre hermanos
que se diferenciaban en sus visiones políticas, y debo confesar que he sido parte de algunas. Créanme que
no es una situación que quisiera repetir o volver a ver, menos entre aquellos que tenemos un mismo Señor
y Salvador. No solo son contiendas vanas, no solo no edifican en nada, sino que hasta dividen. No está mal
que como individuos tengamos determinada ideología político-económica, pero debemos recordar que
ante todo somos hijos de Dios, y debemos obedecerle a Él. Y Él nos manda a obedecer y respetar a las
autoridades que ha establecido (salvo en aquellas cosas que contradicen los mandatos de Dios), aunque no
estemos de acuerdo. Sin embargo, como dijimos, no sólo se habla de obedecer y respetar a los gobernantes,
sino a toda persona que está por encima de uno mismo, sea un jefe, un padre, un pastor, etc. Si miramos
Efesios 6:1-9 veremos que la obediencia a los padres trae bendición, y la obediencia a los amos (jefes, si
queremos adaptarnos a este tiempo, ya que creo que ninguno de nosotros es esclavo) debe ser sin
difamación a ellos y sirviendo como al Señor, quien retribuirá el bien. Miremos el segundo punto:
2) SOLICITUD:
Esto lo hallamos en la segunda parte del versículo 1 (… que estén dispuestos a toda buena obra.). Las buenas
obras son más que necesarias en la vida cristiana. Jesús dijo en Mateo 7:16-20 “por sus frutos los
conoceréis”. Santiago 2:14-26 dice “La fe sin obras es muerta”, y Pablo en Efesios 2:10 dice que fuimos
creados para buenas obras. Obviamente que aquellas buenas obras que podamos hacer no son suficientes
para salvarnos de la condenación eterna (somos salvos por gracia, y por medio de la fe en Cristo Jesús),
pero daremos testimonio de la obra de Dios en nosotros mediante las buenas obras que hagamos. Así como
no podemos decir “Soy cristiano” a la gente del mundo y después hacer lo malo junto a ellos, tampoco
podemos decir “soy cristiano” a la gente del mundo y quedarnos cruzados de brazos, sin hacer nada malo,
pero tampoco haciendo nada bueno. El inconverso ve las obras del cristiano. Estoy más que seguro que
todos acá tenemos al menos un recuerdo de no haber hecho una buena obra y/o haber pecado delante de
un no creyente y que nos hayan dicho algo así como “Ah, miralo al cristiano”. Vayamos a 2° Timoteo 2:21.
Este pasaje nos muestra qué es necesario para estar dispuestos a las buenas obras: limpiarnos de nuestro
pecado. Debemos arrepentirnos de nuestras malas obras para poder llevar a cabo las buenas, y honrar a
Dios con ellas, buscando siempre ser obreros aprobados por Dios, como leemos unos versículos antes. Otra
cosa más que nos ayudará a hacer buenas obras, serán las escrituras. Lo vemos en 2° Tim. 3:14-17.
Debemos esforzarnos en tener siempre presente la Palabra y darle importancia a nuestro tiempo con ella.
Si conocemos la Palabra, sabremos qué le agrada a Dios y qué no. Y, como dice el v. 17, el hombre de Dios
estará preparado para las buenas obras. Para cerrar esta parte, les pido que me acompañen a leer Hebreos
13:15-16. Como vemos, a Dios le agrada la alabanza de nuestros labios hacia Él, pero esa alabanza es vana
si no hacemos el bien.

3) AMABILIDAD:
Esta cualidad resume las anteriores. Nos exhorta a ser bondadosos, a no criticar ni ser agresivos con nadie.
No sólo con nuestros hermanos en la fe, ni con aquellos que queremos o nos caen bien. Debemos ser
amables con TODOS. Es muy complicado, no tengo ni que decirlo, pero es lo que Dios nos manda. Es
estrictamente necesario que, como dijimos antes, hagamos buenas obras para testimonio de los que no
creen, y esto que describo en el tercer punto es fundamental. Veamos Romanos 12:17-18. Estar en paz con
todos los hombres. Es muy parecido a lo que leímos hacia el final del versículo 2 de Tito, mostrar
mansedumbre para con todos los hombres. Para ser amables y estar en paz con los hombres debemos
amarlos. Recuerdo una frase que dice: “Dios aborrece el pecado pero ama al pecador”. Me tomo la libertad
de hacerle un cambio: “El creyente debe aborrecer el pecado y amar al pecador”. Debemos mostrar amor
por los perdidos. Leamos Gálatas 6:10. Cuando podamos, hagamos el bien a todos. A los hermanos aún más,
pero eso no significa que no debamos hacerlo con los perdidos. ¡Por eso dice a todos! Debemos mostrar
amor al prójimo. Es importantísimo no hacer diferencias entre santos y perdidos, entre los que queremos y
los que no, etcétera. Dios no hace acepción de personas, ¿por qué la haríamos nosotros?

Que Dios nos bendiga y nos ayude a llevar una vida recta, amando y respetando a todos los que nos rodean,
sean poderosos, débiles, nos agraden o no, sean hermanos, o perdidos. Recordemos de nuevo, para cerrar,
ese pasaje en Efesios 2:10. Fuimos creados para buenas obras, Dios las preparó para nosotros

También podría gustarte