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Historia Agronomía PDF
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Diciembre 2011
Resumen:
Se presenta una reseña sobre la historia de la agronomía postulando dos épocas bien
marcadas en el desarrollo de esta disciplina: la fase de los tratadistas en agricultura y la
fase científica, presentando para cada etapa actores y aportes más destacados. Al final, se
presenta una reflexión acerca de la aplicación del método científico en el quehacer
habitual del profesional de la agronomía.
Palabras clave: tratados, Hesíodo, Aristóteles, Columella, Geopónica, Jehtro Tull, Tillet, de
Tournefort, disciplinas, revisión, agronomía, historia.
Summary:
One presents a review on the history of the agronomy postulating two epochs well
marked on its development: the phase of the commentators in agriculture and the
scientific phase, presenting for every stage, actors and remarkable contributions.
Ultimately, one presents a reflection brings over of the application of the scientific
method in the habitual occupation of the professional of the agronomy.
Key words: agreements, Hesiodo, Aristotle, Columella, Geoponica, Jehtro Tull, Tillet, de
Tournefort, disciplines, review, agronomy, history.
Introducción
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mucho más corta pero con los desarrollos más espectaculares- se basó en la consecución y
aplicación del conocimiento agrícola usando el método científico.
La fase de los tratadistas de la agricultura. El emperador chino Shen Nung (2800 A.C) tal
vez fue uno de los pioneros en la historia agronómica pues dejó testimonios escritos de los
cultivos chinos principales y sagrados tales como el arroz, la soya, el trigo, la cebada y el
mijo. Más tarde (siglos IX-I A.C) el aporte de los griegos en materia agrícola fue
importante, aunque se ha considerado que no tan significativo como en otras áreas del
conocimiento. La lista de aportantes griegos a la agronomía es abundante: Hesíodo de
Boecia, Demócrito de Abdera, Jenofonte, Aristóteles, Teofrasto, Hieron, Epicarmo, Attalo,
Filómetor, Quereas, Aristandros, Anfíloco Eufronios, Crestos, Epígenes, Agatocles de
Quíos, Evagón, Anazípolis, Menandro, Diodoro, entre otros. Sin embargo, hoy se tiene un
conocimiento muy incompleto de sus obras.
En años posteriores (siglos II A.C – IV D.C), el protagonismo como potencia mundial pasa a
ser de los romanos y con ello la difusión de su cultura, valores y técnicas agrícolas. A
diferencia de sus predecesores griegos, el conocimiento que se tiene de su agricultura es
mucho mayor, dado que la obra escrita de sus tratadistas ha llegado hasta nuestros días
de forma bastante completa. Cabe citar a Marco Pocio Catón el viejo, Marco Terencio
Varrón, Publio Virgilo Marón, Plinio el Viejo, Lucio Junio Moderato Columela, Aulo
Cornelio Celso, Rutilio Tauro Paladio y Gargilio Marcial.
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términos actuales. Por ejemplo, Columela se lamentaba que las tareas agrícolas estuvieran
marginadas y entregadas a ser desarrolladas por esclavos y gente sin formación alguna.
Así menciona en su libro II: “he visto en el día de hoy escuelas de oradores, de geómetras
y de músicos, y lo que mi estupor provoca, locales donde se enseñan vicios de lo más
despreciables, como el preparar comidas que inciten a la gula... e incluso personas
dedicadas a acicalar cabezas y arreglar cabellos. En materia de Agricultura en cambio, no
he conocido quienes se confiesen maestros ni discípulos”. Columela exponía sus temas de
una manera muy semejante al moderno método científico inductivo: plantea una
verdadera bibliografía de autores griegos, romanos y púnicos, introduce sus opiniones
cuando se refiere a un tema, plantea sus experiencias y las contrasta con las de esos
autores a manera de discusión.
Luego de la caída del imperio romano surge Bizancio como estado heredero de la primacía
mundial. Sin embargo, las ciencias en Bizancio no progresaron excesivamente, tal y como
sucedió en el resto de Europa. En cuanto a agricultura la obra más destacable es la
“Geopónica” mandada a realizar por el emperador Constantino Porfirogeneta, una vasta
obra en la que se mezcla una abundante erudición mitológica y astrológica con cuestiones
propiamente agrícolas.
El medioevo europeo (s. VI -XVII) vio el surgimiento de obras como “Etimologías” del
obispo español Isidoro, “De cultura hortorum” del monje francés Strabone, “De animalibus
y De vegetalibus et plantis” de Alberto Magno, “De naturis rerum” Alejandro Neckham, y
la muy destacada “Ruralia Commoda” publicada por el boloñés Pedro de Crescenci.
También debe destacarse la obra de los hispano-árabes Ibn Hayyay, Abul-Jayr al Sayyar, Al
Tignari, Ibn Bassal, Al Mamun y el andaluz Abú Zacaría que en su obra “Libro de
Agricultura” alcanza grandes niveles de concreción y practicidad.
Los siglos XVII y principios del XVIII de nuestra era pueden considerarse como de
transición hacia el asentamiento definitivo de la agronomía como ciencia. Sobre todo por
la consolidación del método científico como base fundamental para generar conocimiento
(aunque Roger Bacon en el siglo XIII se le considera como el fundador de la ciencia
experimental moderna) y el desarrollo de instrumentos científicos y tecnología agrícola.
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El siglo XVIII fue testigo también de la revolución industrial con la que se hicieron muchos
aportes a la agricultura: arado de hierro (1720), trilladora (Andrew Meikle en 1788),
cortadora de forraje (James Cooke, 1794), desmotadora de algodón (Eli Whitney 1793).
Comienzan también los primeros trabajos en mejora genética con Mather (1716), Van
Mons, Knight, Linneo y Cooper. Thomas Fairchild en 1719 obtiene el primer híbrido en
clavel, el cual se llamó “Mula de Fairchild”. En cuanto a la fisiología vegetal, Priestly
descubre en 1771 el oxígeno, mientras que Percival en 1779 demostró que el CO2 servía
de alimento a las plantas. Ingen Housz descubre en 1790 que la expulsión de O2 en los
vegetales solo ocurre en presencia de luz. En 1804 De Saussure estableció que en la
respiración de las plantas se absorbía O2 y se eliminaba CO2, y durante el día ocurría el
proceso contrario, que el N procedía del suelo, y que el P y el K se encontraban en las
cenizas de las plantas. La entomología recibió numerosos aportes de Fabricius, Reamur,
Du Hamel, Tillet y Linneo, los cuales se destacaron por sus trabajos taxonómicos, formas
de ataque a las plantas cultivadas y sistemas de control.
El s XIX fue sin duda, el siglo que vio grandes desarrollos en las disciplinas y el quehacer
agronómico: Varias circunstancias contribuyeron a esto:
En este escenario ya puede hablarse con propiedad de los desarrollos de cada disciplina:
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Justus von Liebig, fue quizá la figura más importante de ese siglo en cuanto a nutrición
vegetal se refiere y fundador de la química agrícola. Enunció la “ley del mínimo” según la
cual la absorción de nutrientes siempre se realiza en función de aquel elemento esencial
que se encuentra en menor cantidad relativa. Sprengel expuso la necesidad de restituir los
nutrientes del suelo a través de sales minerales y fue el primero en analizar la composición
del humus. Julio Sachs y Knop, trabajando con soluciones nutritivas marcaron las bases de
los futuros cultivos hidropónicos. Sacs constató además que el almidón era el hidrato de
carbono proveniente de la fotosíntesis.
La microbiología de suelos vio su despegue en esta época, con científicos como Woromin,
Hellriegel, Beijerinck, Pasteur y Winogradsky descubrieron a Rhizobium , Aerobacter y
Azotobacter, Nitrosomonas y Nitrobacter y sus funciones más importantes. Por su parte,
la pedología inicia su despegue con Dokuchaev al presentar su primera clasificación de
suelos en Rusia.
John Fowler desarrolló un arado accionado por vapor, que fue mejorado en años
posteriores. En E.U. se desarrolló la cosechadora y arados tipo rotativo para papa.
Comienza también el desarrollo del motor de combustión interna.
Schleiden, Schwan y Virchow, desarrollaron la teoría celular, la cual fue completada más
tarde por Schultz quien la completó mediante su teoría protoplasmática. Gregor Mendel
en 1866, merece ser destacado como el padre de la genética tras sus trabajos de
cruzamiento con arveja. Le Couteur y Sheriff hicieron a su vez grandes aportes en la
mejora del trigo, mientras que Gaertner continuó el tabajo de Mendel sobre cruzamientos
de plantas. Vilmorin introdujo la selección individual de remolacha, lo cual supuso el
futuro establecimiento de la industria de la remolacha azucarera
Fitopatología y entomología
El desarrollo de la fitopatología estuvo muy ligado al desarrollo del microscopio. La
primera obra que clasificó a los hongos fue “Synopsis Methodica Fungorum” publicada en
1801 por el holandés Persoon. A su vez “Systema micologicum” publicado en 1821 por el
sueco Elias Fries está considerado como un libro fundamental en la micología moderna.
Además, De Bary junto a los hemanos Tulasne constataron el polimorfismo y parasitismo
de muchos hongos superiores. Raulin en 1870 logró cultivar por primera ves un hongo:
Aspergilus niger en un medio sintético. En cuanto a la lucha fitopatológica cabe destacar a
Millardet, agrónomo francés que en 1885 publicó la primera formulación del celebre
“caldo bordelés” para el control del mildeo de la vid. Por su parte los estudios de Pasteur,
Bassi, Henle y Koch dieron lugar al nacimiento de la bacteriología.
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La entomología conoció un gran desarrollo durante ese siglo: Dejean, Fabricius, Smith,
Meigen y otros ampliaron el conocimiento sobre coleópteros, hemípteros, himenópteros
y dípteros. Rudolfi describió los primeros nemátodos parásitos. A su vez, el manejo de
plagas recibió un fuerte impulso con la aparición de la Filoxera de la Vid (Pemphigius
vitifoliae) que recibió enfoques de manejo diferentes: el biológico, la lucha química y la
mejora genética a través de material resistente.
Malherbología
A finales del s. XIX se ensayó el empleo de diversas sustancias como el ácido azótico, el
ácido clorhídrico, los sulfatos de cobre y zinc mezclados, el ácido sulfúrico, cloruro, nitrato,
sulfatos y carbonato sódico, para controlar las hierbas aunque sin éxitos definitivos.
Habría que esperar hasta el s. XX para ver el surgimiento de los primeros herbicidas
efectivos.
Así pues, con la consolidación a partir del siglo XIX de un amplio abanico de conocimientos
científicos dirigidos a "establecer la teoría de la Agricultura", se concretiza una nueva
ciencia aplicada a la que se denomina Agronomía, que "se esfuerza en descubrir las leyes
de la producción agrícola" (Diehl el al., 1973), o como dice Chevalier en "descubrir y
coordinar las leyes que rigen la producción de las materias vegetales y animales, cuando
se practica el cultivo de plantas y/o la cría de ganado" (Diehl el al., 1973).
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Se puede sugerir una clasificación de las ramas de la agronomía como la siguiente, cada
una de las cuales agrupa, en un sentido amplio, a varias disciplinas:
En este escrito no se tratarán los dos últimos aspectos por considerarse pertenecientes al
ámbito actual de las ingenierías agrícola y agroindustrial. Sin embargo no debe olvidarse
que el origen de estas carreras estuvo ligado al quehacer agronómico y que muchos
agrónomos pueden dedicarse –y de hecho lo hacen- a estos campos. En cada rama, se
considerarán algunos de los desarrollos más importantes conseguidos durante el s. XX.
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editó en 1906 una obra edafológica muy famosa durante bastante tiempo, con el título de
Soil (Suelo). Los trabajos del sueco Albert Atterberg (1846-1916), sobre los tamaños de las
partículas de los suelos y algunos conceptos sobre el índice de plasticidad, han sido
adaptados como oficiales, por la Sociedad Internacional de la Ciencia del Suelo (ISSS). El
suizo Wiegner (1883-1936) desarrolló amplios trabajos sobre el complejo de cambio de los
suelos. El checo J. Kopecky (1870-1935) desarrolló una amplia labor investigadora en
temas de física de los suelos relacionados con el agua y su retención. En 1911, sir Alfred
Daniel Halis (1864-1942) publicó la síntesis de todos los trabajos llevados a cabo en
Rothamstead sobre la fertilidad de los suelos. En 1912 apareció la primera edición del
libro de Sir John Russell (1872-1865) “Soil Condition and Plant Growth” (Condiciones del
suelo y crecimiento de plantas), que recogía todos los aportes de la ciencia del suelo a lo
largo del medio siglo anterior. La obra de Russell ha sido traducida y reeditada en
numerosas ocasiones, realizándose incluso nuevas y actualizadas revisiones a los epígrafes
de la obra original, y todavía a finales del siglo XX es una obra clásica a considerar.
En 1924, Curtis F. Marbut desarrolló un sistema de clasificación de los suelos que aplicó a
su obra “Los suelos de E.U.” En 1932 Gilbert W. Robinson (1888-1950), publicó otra obra
crucial para la taxonornía de los suelos, “Los Suelos, su origen y clasificación: una
introducción a la Pedología”. En este mismo año apareció la primera edición de la obra “La
dinámica del suelo” de A. Demolon. Por su parte H.H. Bennet fundó en 1933, en el ámbito
de la administración americana el Servicio de Erosión y Conservación de Suelos.
Altos avances en Meteorología predictiva, sobre todo tras las posibilidades que abrió el
lanzamiento del primer satélite artificial (Sputnik) de la antigua URRS en 1957 permiten
prever en muchos casos, con cierta antelación, fenómenos meteorológicos de incidencia
negativa, como el exceso de lluvias, las heladas, los vientos huracanados, etc.
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suelo-agua-planta para poder evaluar las necesidades en agua de los cultivos (Goidberg et
al., 1976). A través de los distintos medios de evaluación de la evapotranspiración, entre
los que cabe destacar los de Thorntwaite (1948), Blanney-Criddle (1950), Penman (1948),
Ture (1953), Jen- sen-Haise (1963), etc., desarrollados todos ellos en el siglo XX, y algunos
de ellos modificados posteriormente (como Blanney-Criddle por el Servicio de
Conservación de Suelos de USA en 1970, o FAO en 1977), ha sido posible optimizar, junto
con los modernos sistemas de riego los recursos hídricos con base en las necesidades en
agua de los cultivos (Doorenbos y Pruitt, 1984).
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Estos desarrollos han sido posibilitados por los avances de la Genética, cada vez, con una
mayor y más sólida base científica, lo cual se ha revertido de forma fundamental en las
plantas cultivadas. Así por ejemplo, los "caracteres" mendelianos fueron denominados
"genes" desde 1903 por Johansen quien además estableció en 1911 los conceptos de
“genotipo” y “fenotipo”. Los trabajos de Boveri, Wilson y Sutton fueron decisivos en el
establecimiento del papel que juegan los cromosomas en su individualidad como
portadores y continuadores de la herencia y en sus funciones sobre el desarrollo. A partir
de 1910 y partiendo de magníficas investigaciones sobre la mosca Drosophila
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melanogaster, Thomas H. Morgan y su equipo (C.B. Bridges, A.H. Sturtervnt y H.J. Müller)
demostraron y desarrollaron de forma clara la teoría cromosómica de la herencia
(Rostand, 1970). La actividad genética del ADN fue comprobada en 1943 por Avery Mc
Leod y Mc Carty y el primer modelo de ADN fue expuesto en 1953 por Watson y Crick,
quienes conjuntamente con Barner, Brenner y Watts-Tobin comprobaron la universalidad
del código genético para realizar la síntesis de las proteínas.
Fitoprotección
Biotecnología
Bajo este término se está incluyendo disciplinas como la Propagación Vegetal usando
Cultivos in Vitro y la Ingeniería Genética.
El fundamento de todas las técnicas de cultivo in vitro radica en el hecho de que toda
célula vegetal, independientemente de su nivel de especialización, como consecuencia de
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La Ingeniería Genética se cierne actualmente como una poderosa rama del futuro de la
Biología Aplicada, que puede inducir, en unos años, grandes cambios en el ámbito
agronómico (incrementos en la tasa de fotosíntesis, asimilabilidad del N atmosférico en
plantas no leguminosas, obtención de hibridaciones entre especies diferentes, etc). Ya se
han comercializado distintos cultivares transgénicos de diversas especies como soya, maíz,
algodón, girasol, tomate, etc., que presentan diversas ventajas, como resistencia a
herbicidas, resistencia a insectos, mejora de sus propiedades nutritivas variando la
composición bioquímica de sus órganos de aprovechamiento, etc., aunque su utilización
todavía es recibida con ciertas reservas y su multiplicación comercial, está aún sometida a
determinadas restricciones, con el fin de evitar posibles toxicidades, poder alergénico, y
otros efectos negativos que pudieran derivarse de los genes incorporados.
En esta parte se hará referencia a lo que tiene que ver con la solución de problemas
específicos relacionados con el desempeño profesional. Se hará por tanto énfasis en los
elementos científicos que un profesional de la agronomía debe tener incorporado en sus
actitudes de trabajo. Si se quiere, puede hablarse también de “actitudes científicas de los
ingenieros agrónomos”. Cada elemento se ilustrará con un ejemplo.
Tiene que ver con la preocupación del profesional por estar lo mejor informado posible
frente a un problema específico, para lo cual debe haber adquirido la costumbre de
estarse actualizando por medio de la revisión de literatura científica específica y otros
antecedentes y enterarse muy bien de las particularidades del lugar donde se presenta el
problema para contextualizar las experiencias anteriores en el lugar donde se encuentra.
Esto es fundamental dada la intensa “localidad” de la agronomía y la imposibilidad de
generalizar recomendaciones para todas las regiones y lugares.
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El análisis de la situación
Esta parte es crucial en el desempeño profesional y es tal vez la parte más valiosa de las
actitudes científicas. Como tal comprende la evaluación sistemática del problema, en sus
causas, efectos y posibles soluciones (lo cual puede incluir la observación detallada y la
experimentación). Es fundamental en este proceso una visión integrada e integradora del
problema por lo que debe considerarse seriamente cualquier solución o soluciones que
puedan provenir de las ideas o principios de las disciplinas agronómicas que sean lo más
eficientes en términos económicos, de sostenibilidad, manejo de personal o cualquier otro
criterio pertinente al problema. Es obvio que en la claridad de los conceptos de la ciencia
básica del profesional, descansa un análisis adecuado del problema y buenas
recomendaciones.
La recomendación
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BIBLIOGRAFÍA
1. AGRIOS G. en http://es.scribd.com/doc/19829825/Fitopatologia-Agrios.
Consultada el 6 de septiembre de 2011.
2. IGAC., 1995. Suelos de Colombia: origen, evolución, clasificación, distribución y
uso. Ministerio de Hacienda y Crédito Público, Bogotá, Colombia. ISBN 958-
9067-00-X
3. MAROTO B., José V. 1998. Historia de la agronomía: una visión de la evolución
histórica de las ciencias y técnicas agrarias. Ediciones Mundi-Prensa Madrid,
España.
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