Está en la página 1de 132

1

¡Apoya al autor comprando sus libros!


Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención
2 de perjudicar al Autor (a). Ninguna traductora, correctora o
diseñadora del foro recibe a cambio dinero por su participación
en cada uno de nuestros trabajos. Todo proyecto realizado por
Paradise Books es a fin de complacer al lector y así dar a conocer
al autor. Si tienes la posibilidad de adquirir sus libros, hazlo como
muestra de tu apoyo.
¡Disfruta de la lectura!
Moderación
Bella’

Traducción
Bella’
EstherC
Ms. Lolitha
Niika
Passionate-reader

3 taywong

Corrección
belensanchezflores
claudiavero
Cherrykeane
EstherC
macciardi
vickyra

Lectura Final
Bella’

Diseño
Euma14
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7

4 Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Epílogo
Es mandón, temperamental y sobreprotector.
También es un atleta profesional que necesita concentrarse en ganar
partidos y mantenerse al margen de los titulares.
Soy ferozmente independiente y necesito un hombre como si necesitara un
segundo periodo cada mes.
Así que cuando nuestros mundos chocan, nunca esperé que él fuera el que
saltara y me salvara. Especialmente cuando mi compañera de piso
desaparece, dejándome a su bebé.
No tengo ni idea de los bebés, y eso se nota. Menos mal que Alexei sí. Con
5 seis sobrinas y sobrinos, un aparente complejo de héroe, el tipo es sexy y más
que capaz. Es una combinación que hace fácil olvidar que solo estamos
jugando a las casitas.
Alexei
Es pequeña pero curvilínea, con un culo bonito y unas tetas preciosas.
Pero eso no es lo primero que noto en ella.
Lo primero que me llama la atención es que su abrigo no es lo
suficientemente grande para un invierno en Chicago.
Afuera está oscuro, y apenas por encima del punto de congelación.
Ella está de pie en una esquina hablando de algo con un hombre en voz
baja, agitando sus manos dramáticamente mientras habla. Es casi
medianoche, y la calle está casi desierta.
6 Tiene el cabello largo y oscuro, una complexión recortada y una boca
llena de pucheros. Y parece estar enojada. Curioso por ella, me acerco más
y luego disminuyo mi ritmo.
—Bien. Dime lo que se necesita, cariño —le dice el tipo.
Se pone rígida y pone una mano en su cadera.
—No estoy a la venta, imbécil. Hice mi trabajo, pero eso es todo.
Cuando sales por esas puertas, la fantasía termina.
Están parados frente a un club lúgubre, el tipo de lugar que huele a
humo rancio, cerveza barata y sexo sin sentido. Yo debería saberlo. He
estado aquí una o dos veces para despedidas de soltero y ese tipo de cosas.
Mis amigos lo llamarían un bar de tetas. Pero mis amigos son en su mayoría
futbolistas profesionales, y sus modales dejan mucho que desear.
El lugar no es realmente un club de striptease, sino más bien un bar de
topless donde hermosas mujeres sirven bebidas en ropa interior. Todo
parecía bastante inocente, hasta ahora... hasta que una sensación de
hundimiento me invade mientras veo a esta mujer ser propuesta en la calle
mientras intenta dejar el trabajo.
El tipo se ríe, el sonido abrasivo, como si no le creyera.
—Trescientos dólares. Vamos, nena. Será rápido.
Ella mastica uno de esos labios regordetes mientras pesa sus palabras,
contemplando lo que parece ser una decisión que cambia la vida... y no la
cambia de una manera positiva.
No lo haga, señorita... solo diga no a lo que este imbécil le está
ofreciendo.
Una parte de mí sabe que tengo que ocuparme de mis propios
asuntos, que este tipo solo quiere un polvo rápido. ¿Quién soy yo para juzgar
cómo decide esta mujer mantenerse a sí misma? La otra parte de mí,
la feroz parte protectora que hay en mí, dice que esta es una situación que
no puedo ignorar. No permitiré que este imbécil obligue a una mujer a hacer
algo con lo que no se sienta cómoda.
Camino, mis piernas se mueven por su propia voluntad.
—Discúlpenme —digo, interrumpiéndolos.
Su mirada se dirige a la mía, y el tipo con el que está hace una doble
toma. Lo sobrepaso por lo menos por treinta centímetros. Ahora que lo miro
mejor, veo que el tipo es de mediana edad, redondo en el estómago, con
el cabello canoso en las sienes. También sé que puedo derribarlo si es
necesario.

7 Me lanza una mirada que está medio cabreada porque interrumpí su


sesión de negociación, y medio aterrorizada de que pueda patearle el
trasero. Esto último es definitivamente lo que debería preocuparle más si
intenta alguna mierda. Puede que decida hacerlo de todos modos, a pesar
del hecho de que acabo de prometer a mi agente que me comportaré y
no terminaré en más sitios de noticias sensacionalistas.
—La señorita dijo que la dejara en paz. Te sugiero que te largues de
aquí. —Me quedo mirando al tipo.
Sus ojos se entrecerraron, pero da un paso atrás y levanta las palmas
de sus manos.
—Bien. Me voy.
Se va por la calle y desaparece a la vuelta de la esquina, dejándome
de pie frente a la mujer. Probablemente no mida más de un metro setenta,
y pese más de cincuenta y cinco kilos empapada. No hay forma de que se
haya defendido de alguien de su tamaño. Más importante aún, no debería
tener que defenderse de ese imbécil.
—¿De verdad ibas a ir a casa con ese tipo?
Sacude la cabeza.
—No. No quería llevarme a casa. Solo quería que le enseñara mis tetas
y que le hiciera una paja en el asiento trasero de su auto. Puede o no haber
mencionado algo sobre acabar en mis pechos también.
Espero a ver si está bromeando, pero tristemente, puedo decir que lo
que está diciendo es la verdad.
Entonces me mira, con el tono de ojos azules más bonito que he visto
en mi vida, y mi corazón casi se detiene.
—Para que conste, los chicos son asquerosos.
Me rio de su sorprendente honestidad.
—No lo niego.
Los hombres pueden ser muy raros. He visto las noticias de la noche.
Tristemente, no hay nada que argumentar en contra de su lógica. Algunos
de nosotros seguimos siendo buenos chicos, pero no le digo esto a ella. Solo
la dejo creer lo que quiere.
—Soy Alexei —digo, ofreciéndole mi mano.
Por un segundo, solo mira mi mano y no creo que la vaya a tomar.
Pero finalmente, después de decidir que puede confiar en mí, al menos para
algo tan simple como un apretón de manos, coloca su pequeña palma en
8 la mía y me da la mano. Se está congelando.
—Soy Ryleigh. Gracias por, um… salvarme.
Aún no he hecho nada. Quise darle un puñetazo en la puta cara a
ese tipo cuando oí que se lo proponía. En vez de eso, dejé que se fuera ileso.
Maldito afortunado.
—¿Trabajas aquí? —Levanto mi mirada hacia el letrero de neón que
resplandece sobre nuestras cabezas en la oscuridad. Me froto una mano
sobre la cara mientras me imagino a la pequeña mujer de pie frente a mí
escasamente vestida y sirviendo bebidas a un grupo de hombres calientes
con manos cachondas y billeteras gordas.
Asiente.
—Entonces, ¿eres una stripper? —pregunto.
Ryleigh hace un sonido molesto en su garganta.
—Es un bar de topless. No soy una stripper.
Lo sabía, pero parte de mí no quería admitir que he sido un cliente en
el lugar. No es exactamente un establecimiento con clase.
—Pero sirves bebidas en ropa interior.
—Como dije, los hombres son asquerosos. Tristemente, también pagan
mis cuentas
Me rio, otra vez sorprendido por ella.
—No lo niego. Y no es que tú lo hayas pedido, pero desde mi punto
de vista, los hombres son criaturas visuales. Y las mujeres son hermosas.
Disfrutamos viéndolas cuando podemos.
Ella simplemente pone los ojos en blanco, claramente no se traga mi
mierda.
—Escucha, por más bonito que sea congelar mis bolas de dama y
estar aquí fuera hablando contigo, necesito encontrar una forma de volver
a casa.
—¿Dónde está tu auto? Puedo esperar contigo. —Las palabras salen
de mi boca antes que pueda pensar en ello.
—Mi auto está en el taller, y mi amigo no me llevó.
Asiento, procesando todo. Algo me dice que también necesita los 300
dólares que el tipo le estaba ofreciendo. Respiro hondo, sopeso mis
opciones. Es ir a casa solo a mi ático de seis millones de dólares y estar
despierto preguntándome si ella está bien... o llevarla a casa yo mismo y
9 convencerla de que solo tome el dinero que tengo en mi billetera. No es
como si yo lo necesitara.
Tan cansado como estaba saliendo de mi cena con Slate, ahora estoy
demasiado despierto para dormir. Es entonces cuando me doy cuenta de
que volver a casa solo no tendría sentido.
—¿Para eso necesitabas el dinero? ¿Tu auto?
Su inquisitiva mirada azul se encuentra con la mía, y por un segundo,
creo que va a negar que necesita el dinero. Probablemente tratará de
salvar la cara diciéndome que leí mal la situación, y que en realidad nunca
estuvo considerando la oferta de ese cabrón.
En cambio, me sorprende por tercera vez en cinco minutos.
—No. Bueno, sí. Pero no esta noche. Mi preocupación inmediata es
llegar a casa y cuidar del bebé de mi compañera.
—¿Bebé? —pregunto, levantando una ceja.
Asiente, metiendo un largo mechón de sedoso cabello castaño detrás
de su oreja.
—Mi ex compañera de cuarto, en realidad. Dejó a su bebé hace unos
días y se fue. No tengo ni idea de cuándo volverá. Necesito recoger
pañales, más ropa y leche de fórmula. Todas esas cosas cuestan dinero. —
Ryleigh se endereza, su postura se endurece, como si hubiera revelado
demasiado—. Sabes qué, no te preocupes. Ya me las arreglaré. Siempre lo
hago.
—¿Dónde está el bebé ahora? —Es más de medianoche, después de
todo. Pero no importa lo tarde que sea, no voy a dejar que se vaya todavía.
—Mi vecina la está cuidando para que yo pueda trabajar.
Algo dentro de mí cree que Ryleigh está diciendo la verdad. Aunque
lo último que quiero hacer esta noche es tratar con una triste mujer que tiene
lo que suena más dramático que un episodio de La Ley y El Orden, con un
giro aún más inusual de hacer de niñera para el bebé de alguien, me
encuentro señalando hacia mi auto. Mi Mercedes negro está aparcado
enfrente.
—Te llevaré.
Entrecierra los ojos.
—Ni siquiera sé quién eres. ¿Por qué iba a confiar en ti?
No señalo que ella estaba considerando subir al auto de un completo
extraño. O que estaba considerando hacer actividades desagradables con
dicho extraño. Podría decirle que es porque crecí con tres hermanas y tengo
un gran corazón. Podría decirle que tengo seis sobrinos y sobrinas, que soy
10 bueno con los bebés. Incluso podría darle mi tarjeta de presentación y
decirle que podría arruinarme con una llamada a los medios de
comunicación sobre cómo traté de recogerla afuera de un club nocturno.
Pero yo no digo ninguna de esas cosas. En vez de eso, me encuentro
queriendo que confíe solo en mí por instinto.
Finalmente me decido.
—Porque me ofrezco a ayudarte. Sin ataduras.
—Sin ataduras, ¿como si no tuviera que enseñarte mis tetas?
Casi me ahogo con la risa que me sube por el pecho.
—Solo si quieres, pero recuerda... nosotros los hombres somos criaturas
visuales. —Le ofrezco mi mejor sonrisa de playboy, la que normalmente hace
que las mujeres se desmayen, solo para descubrir que no tiene ningún efecto
en Ryleigh.
Extraño.
Tal vez sea porque no sabe quién soy, pero me trata de manera
diferente a las mujeres que conozco normalmente, como si fuera un tipo
normal y no una famosa estrella millonaria de los deportes que fácilmente
derrite a las mujeres con una simple sonrisa.
Ryleigh no tiene idea de que soy Alex Ivan, jugador de fútbol
profesional de los Chicago Hawks. No se desmaya ni se mueve de un lado a
otro ni trata de impresionarme. De hecho, no sigue ninguno de los protocolos
normales. Claramente, no es una cazafortunas, porque si lo fuera, podría
convencerme de que no pague más de trescientos dólares. Una parte aún
mayor de mí sabe que podría añadir varios ceros detrás de esa cifra, y ella
necesitaría cada maldito centavo.
—Bien. Tomaré el paseo. Pero va a ser un pase difícil en las tetas.
—Lo que tú quieras.
La verdad es que es preciosa, y si quisiera compartir su cuerpo
conmigo, aprovecharía la maldita oportunidad. Pero hay algo en su
comportamiento que me dice que eso no va a suceder, lo que
probablemente sea lo mejor. De todos modos, no tengo tiempo para
enredarme en algo ahora mismo. Tengo que concentrarme en mí mismo y
en mi carrera ahora más que nunca.
Después de otro momento de vacilación, Ryleigh mira al club por
última vez, y luego a mi auto. Puedo ver el momento en que se decide,
suspirando suavemente.
—No hagas que me arrepienta —murmura en voz baja antes de
seguirme hasta mi vehículo.

11 Oprimo el botón del llavero para arrancar el motor y luego abro las
puertas. Cuando entramos, subo la calefacción y dirijo la ventilación hacia
ella.
—Gracias —dice, abrochándose el cinturón de seguridad—. Bonito
auto. —Su mirada se mantiene fija en los elegantes paneles de madera, el
cuero flexible y los accesorios cromados.
—Gracias —murmuro, sintiéndome de repente un poco avergonzado
por la opulencia de mi sedán de lujo, mientras ella tiene que considerar
propuestas de callejones sin salida solo para alimentar a su bebé. No, no su
bebé, el bebé de su ex compañera de cuarto, lo que hace que toda esta
situación sea aún más loca. Me pongo en marcha y salgo a la carretera—.
Entonces, ¿a dónde?
—Oh, cierto. —Ryleigh dice su dirección, y yo hago un gesto de dolor.
Solo he estado en esa zona de la ciudad una vez, y fue por accidente
porque estaba perdido. No es una zona segura o muy bonita, y odio pensar
en ella caminando sola después de que oscurece, la pequeña belleza que
es.
—Así que, tu nombre, Alexei, eso es...
—Ruso. Mis padres se mudaron aquí cuando yo tenía seis años. —
Tampoco tengo ni puta idea de por qué le dije que me llamo Alexei. Todos
me llaman Alex. Todos excepto mis madres y hermanas.
—¿Recuerdas mucho de eso? ¿Vivir en Rusia? Nunca he salido de los
Estados Unidos. Apenas he salido del Medio Oeste.
—Un poco. Mis padres trataron de mantener las tradiciones por
nosotros. Estaban orgullosos de su herencia. Hablábamos ruso en casa, y
todos los viernes, mi madre preparaba una gran comida tradicional.
—¿Qué tipo de comida hay en las comidas tradicionales rusas?
¿Como borscht?
Me rio.
—El Borscht es asqueroso. —Es una sopa de remolacha que parece un
tazón de sangre—. Mis favoritos eran los rollos de col y los pasteles rellenos
de hierbas y carne que hacía.
—Eso suena increíble. No he comido una comida casera en mucho
tiempo.
Toda esta charla sobre la comida me hace preguntarme si tiene
hambre, si debería ofrecerme a parar y comprarle algo para que coma.
Entonces decido no hacerlo porque no quiero que sienta que creo que es
un caso de caridad. Además, cenar juntos parece demasiado personal, y
no puedo hacerlo ahora. Es una chica grande. Puede alimentarse sola.
12 La conversación que acabo de tener con mi agente en la cena suena
en mi cabeza. Necesito permanecer tranquilo y concentrado en ganar.
Demostrar que valgo la pena el enorme contrato que me acaba de caer
en el regazo. Punto.
—¿Qué hay de ti? —pregunto—. ¿Familia en la zona?
Sacude la cabeza, doblando las manos en su regazo.
—Yo fui hija única. Mis dos padres murieron.
—Lo siento. —Mierda. Ahora desearía no haber preguntado nunca,
porque su historia se ha vuelto aún más lamentable.
Sacude la cabeza, todavía mirando por el parabrisas.
—Está bien.
Manejamos en silencio por unos minutos, y cuando nos acercamos a
su vecindario, veo una supertienda que está iluminada en la esquina, uno
de esos lugares de veinticuatro horas. Entro en el estacionamiento y aparco
el vehículo.
La mirada de Ryleigh se inclina hacia la mía, y puedo sentir la
pregunta en sus labios separados.
Recuerdo un consejo que me dio un entrenador una vez sobre cómo
la gente saldría de la nada pidiendo dinero una vez que firmé mi primer gran
contrato. Me recomendó que en lugar de dar dinero en efectivo, les diera
lo que necesitaban, como pagar una factura de electricidad en lugar de
darle a alguien cien dólares.
—¿Por qué te detienes aquí? Mi casa está a unas cuadras de acá. —
Me mira con curiosidad.
—Busquemos las cosas que necesitas. —Además, si está mintiendo
sobre el bebé, ahora sería el momento de confesar.
Traga.
—Gracias.
Agarro un carrito y vagamos por los pasillos de la tienda, finalmente
localizando la sección de bebés. Agarra un paquete de pañales, el más
pequeño que puede encontrar, y lo coloca en el carrito. Sé lo rápido que
pasan los bebés por los pañales. Eso solo le durará un par de días, y abro la
boca para objetar. Entonces decido que estoy siendo un imbécil
controlador, y debería dejar que lo haga a su manera. Luego, encontramos
fórmula para bebés y Ryleigh selecciona una lata amarilla de la cosa,
gimiendo cuando ve lo cara que es. Los bebés pasan por la fórmula más
rápido que los pañales, y sé que ella necesita algunas de esas latas, pero
me mantengo concentrado en lo que ella quiere.
13 —¿Qué más necesitas? —pregunto, volviéndome hacia ella.
Bajo las luces brillantes, puedo ver lo hermosa que es por primera vez.
Su cabello es del color de la miel profunda. Afuera parecía marrón, pero
aquí en la luz, tonos dorados corren a través de las suaves ondas. Su piel es
como la porcelana, suave y cremosa, y sus ojos son de la tonalidad más
llamativa del azul, rodeados de gruesas pestañas negras. Impresionante.
Como si pudiera sentir que la observo, se muerde el labio inferior y
sacude la cabeza.
—No estoy muy segura. No sé nada sobre bebés. Ella llora mucho, y
yo...
—¿Cuántos tiene?
—Dos meses.
Empujo el carro hasta el siguiente pasillo y encuentro lo que busco.
—¿Usa uno de estos? —pregunto, seleccionando un chupete.
—No estoy segura. Mi ex compañera de cuarto me dejó casi sin nada.
Vale la pena intentarlo.
Tiro un par de ellos al carro y luego agarro una almohada Boppy.
—¿Qué tal una de estos?
Una delicada ceja de Ryleigh se arquea.
—¿Qué demonios es esto?
Me rio de nuevo, me divierte su honestidad.
—Es una almohada especial. Puede pasar tiempo boca abajo. A
veces el llanto se debe a los gases. Esto podría ayudar.
—¿Cómo sabes tanto sobre bebés? —Sus ojos se abren de par en par
y se fijan en los míos.
Me encojo de hombros, empujando el carro hacia la caja.
—Tengo seis sobrinos y sobrinas. A veces los cuido. —Lo quiera o no.
Sonrío, pensando en mis hermanas empujando a uno o más bebés en mis
brazos cada vez que estamos en una reunión familiar.
Trabajamos juntos descargando el contenido del carro en la cinta
transportadora. Cuando el carrito está vacío, saco mi tarjeta dorada y la
entrego al cajero.
Ryleigh se tensa.
—No tienes que hacer eso.
—Tengo esto, no te preocupes.
14 Me mira y puedo ver las ruedas girando en su cabeza. Ella quiere
confiar en mí, quiere pensar que estoy siendo caballeroso y galante, pero es
cautelosa porque es probable que nunca haya tenido un caballero blanco
que la salve. Veo su desconfianza subyacente y, por alguna razón, quiero
demostrarle que esta noche su caballero blanco es real.
Además, no voy a dejar que gaste el dinero de la propina que ganó
esta noche en esto. Estoy seguro de que lo necesita para otras cosas, como
arreglar su auto o alimentarse sola, no para cuidar de un bebé que cayó
inesperadamente en la puerta de su casa. Todavía tengo que llegar al
fondo de esa historia, pero siento que ahora no es el momento.
El cajero está mirando nuestro intercambio con los ojos entrecerrados.
Sonrío y le susurro a Ryleigh que puede pagarme si quiere, pero realmente
no es necesario.
El cajero revisa los artículos que hemos comprado, y yo acepto las
bolsas después de deslizar mi tarjeta de crédito de nuevo en mi billetera.
Una vez que tengo las bolsas cargadas en el asiento trasero de mi
auto, nos volvemos a poner en marcha. Unos minutos después, llegamos, y
cuando aparco en la calle y salgo del auto, me enojo.
De verdad. Enojado. Como el demonio.
Y mi enojo se intensifica con cada paso hacia el apartamento de
Ryleigh.

15
Ryleigh
No tengo ni idea de cómo se ha descontrolado tanto mi noche. Tacha
eso, no mi noche, mi vida.
Mi compañera de cuarto, Andi, desapareció hace más de seis meses,
dejándome sin un centavo con una factura de alquiler sin pagar. Y luego,
hace unos días, apareció de nuevo de la nada, solo que esta vez con un
bebé, prometiendo que me lo devolvería y lo arreglaría todo.
Estúpidamente, le creí, la dejé entrar y se quedó a dormir. Pero por la
mañana, se había ido, dejando a la pequeña Ella con una nota que
16 simplemente decía que Lo sento.
Alexei me sigue, evaluando todo. Después de pagarle a la Sra.
Henderson y recoger a Ella, abro la puerta principal y cruzo el umbral de mi
apartamento oscuro. Alexei está justo detrás de mí.
Enciendo las luces y hago un gesto de dolor. Por el auto de este tipo,
su gusto en ropa, y la forma en que sacó su tarjeta dorada como si no fuera
nada para comprarle a un extraño $70 en basura, tiene dinero.
Probablemente mucho. No tengo casi nada, apenas lo suficiente para
pagar el alquiler y comer. Y la decoración lo demuestra. Todo lo que tengo
es de segunda mano. Mi sofá marrón se hunde en el medio, mis sillas de
comedor están mal emparejadas y mis cortinas son demasiado cortas para
cubrir completamente la ventana.
Respiro profundamente y coloco el portabebé con Ella en el suelo
junto al sofá.
Alexei me sigue a todas partes como un corpulento león de hombre,
con su mirada de un azul profundo que todo lo ve.
Está enfadado. Eso es seguro.
—Hace mucho frío aquí —dice, frunciendo el ceño.
Su voz está irritada, pero aun así se las arregla para rasgarme como
un rayo. Es profunda, rica y sexy. No importa que no quiera notar cosas como
estas sobre él; simplemente lo hago. Es fascinantemente hermoso con esta
presencia dominante, y odio que me esté viendo en mi peor momento.
—Apago la calefacción cuando me voy por el día. —Cruzo la
habitación y ajusto el termostato. Pero en lugar de que el calor zumbe a la
vida como espero, no pasa nada. Lo intento de nuevo, maldiciendo en voz
baja—. Mierda.
—¿Qué pasa?
Sacudo la cabeza. De ninguna manera le daré la satisfacción de
saber que tal vez no pagué la cuenta de la calefacción a tiempo. Pensé
que tenía unos días más.
—¿Tu calefacción no funciona? —Cruza la habitación para
inspeccionar el termostato. Cambia las bolsas que lleva a una mano
mientras juega con la configuración, pero no pasa nada. La cosa es
antigua, y no me sorprende tanto.
¿Por qué no me dejó y se fue? ¿Por qué no le quité las bolsas de los
brazos y le agradecí por el viaje y los suministros? ¿Por qué sigue aquí?
Todavía no ha dejado las bolsas, como si no estuviera seguro de
dónde colocarlas, o tal vez no quiera tocar nada aquí. Probablemente esto
17 último. Yo tampoco lo haría si fuera él.
Cruzo la habitación y busco las bolsas, pero él no las suelta. Me mira
con esos ojos azules, oscurecidos hasta el color de la medianoche ahora
mismo, ojos que ven demasiado. Su aroma es embriagador, y no puedo
evitar respirar cada vez que está cerca, una débil combinación de cuero,
especias y menta que me debilita las rodillas. Ha pasado mucho tiempo
desde que estuve con un hombre. Más o menos tanto tiempo como ha
pasado desde que comí mi última comida casera, si mis matemáticas son
correctas.
Como si fuera el momento adecuado, Ella comienza a gemir
suavemente, retorciéndose en su asiento. La temperatura fría
probablemente la esté molestando.
He estado haciendo todo lo posible para mantenerme, no solo por mi
cordura, sino también por el bien de Ella, pero en este momento, el pánico
me golpea. ¿Qué demonios voy a hacer ahora?
Alexei no me da un momento para procesar la respuesta a esa
pregunta. Simplemente se pavonea sobre el portabebé y lo levanta como
si no pesara nada. Esa maldita cosa me daña el brazo cada vez que la llevo.
—Ustedes van a venir a mi casa. Arreglaremos todo esto por la
mañana.
Cruzo la habitación para pararme frente a él y poner mis manos en
mis caderas.
—Lo siento, pero no te conozco de Adam. No voy a ir a casa con un
completo extraño.
—No tienes muchas opciones. No voy a dejar que tú y la bebé se
queden aquí, y se congelen esta noche. En caso de que no te hayas dado
cuenta, está por debajo de los treinta afuera y no hace mucho calor aquí.
—¿No me dejas? —balbuceo.
—Así es. Ahora, agarra tus cosas. Ya ha pasado su hora de acostarse.
—Su mirada se fija en Ella, cuyo gemido se ha convertido en un llanto.
Suspiro y la alcanzo, la levanto y la hago rebotar en mis brazos. Como
esperaba, no hace nada para calmarla.
—Déjame tenerla. —Me quita a la bebé y frota suavemente pequeños
círculos a lo largo de su pequeña espalda, después de haber dejado caer
las bolsas en el suelo—. ¿Cuándo fue la última vez que comió?
Reviso mi teléfono por la hora. Ya casi es la una de la mañana. La Sra.
Henderson dijo que Ella tomó su última botella a las diez.
—Hace casi tres horas.
18
Asiente.
—Va a llegar pronto, pero veamos si puede aguantar hasta que
lleguemos a mi casa. Entonces la pondremos a dormir.
Continúa dándole palmaditas en la espalda, y cuando suelta un gran
eructo, Alexei sonríe.
—Allá vamos. ¿Ese era el problema, princesa?
Deja de llorar brevemente, parpadeando mientras busca la fuente de
la voz profunda.
Sujetándola con cuidado en uno de sus enormes brazos, abre un
paquete de chupetes y lava uno en el fregadero con mi jabón
antibacteriano, y luego se lo da a Ella. Inmediatamente comienza a
succionar y sus gritos renovados se desvanecen en un suave hipo.
Parpadeo hacia él.
—¿Cómo sabes todo esto?
Se encoge de hombros.
—Una pandilla de sobrinos y sobrinas, como dije. He estado mucho
tiempo con bebés. Recoges las cosas.
Nunca he pasado mucho tiempo con un bebé, y estos últimos días lo
han demostrado. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo con Ella, y de
repente me doy cuenta de que tiene razón. Ya ha pasado la hora de
acostarse, y hace mucho frío aquí. No puedo seguir siendo egoísta. Ella no
es mía, pero se me ha confiado su cuidado. No importa lo enojada que esté
con Andi ahora mismo, necesito hacer lo correcto. Para Ella.
—Bien. Nos quedaremos en tu casa esta noche.
Alexei solo asiente, como si esperara mi respuesta todo el tiempo.
—Voy a acomodar su asiento de auto. ¿Quieres hacer una maleta de
viaje? —pregunta con voz más suave. Todavía se las arregla para
atravesarme.
—Sí. Solo me llevará un segundo.
Asintiendo y dirigiéndose hacia el frío, lleva a Ella, que ahora está
chupando felizmente su chupete en su portabebé, así como las bolsas de
cosas de bebé que compramos en la tienda.
Frotando una mano sobre mi cara, reúno el resto de la energía que
me queda y me dirijo a mi habitación para meter algunas cosas en una
bolsa de lona. Una muda de ropa para mí y Ella, junto con mi cepillo de
19 dientes. En la cocina, tiro un par de biberones limpios y un pequeño paquete
de toallitas para bebés.
Luego, juego con el termostato por última vez antes de rendirme y salir
al frío. Una vez que cierro la puerta principal, me reúno con Alexei en el auto.
Está cálido y huele como él, y por alguna extraña razón, eso me calma más
de lo que debería.
—¿Lista? —pregunta.
Me volteo hacia él, mirando el oscuro y desaliñado vello de su
mandíbula, sus anchos hombros, la firme línea de su boca.
—¿Estás seguro? No tienes que hacer esto.
—Está bien, Ryleigh. Es solo una noche, ¿cierto?
Asiento.
—¿Tienes un compañero de cuarto o una esposa, o algo así?
—No tengo compañero de cuarto. Definitivamente no es una esposa.
Solo soy yo. Pero hay dos habitaciones de huéspedes, así que tú y… la bebé
pueden elegir dónde quieren dormir
—Su nombre es Ella.
—Ella —repite en voz baja.
Estamos callados en el camino a la casa de Alexei. Está al otro lado
de la ciudad, en una zona conocida por ser el lugar donde vive la élite joven
y rica. Se acerca a un estacionamiento subterráneo de un edificio elevado
y tiene que mostrar sus credenciales a un guardia de seguridad uniformado
que está trabajando en la puerta.
—Buenas noches, Sr. Iván —dice el hombre, con la mirada perdida
desde Alexei hacia mí, y luego hacia la bebé, antes de ensancharse con
sorpresa.
—Buenas noches, Frank —le dice Alexei, y luego tira del auto cuando
se abre la puerta. Aparca en un aparcamiento subterráneo bien iluminado,
y luego tomamos el ascensor hasta el nivel del ático.
Estoy teniendo un momento muy Julia Roberts en Mujer Bonita. Pero a
pesar de lo que Alexei vio antes, no soy una prostituta, y ciertamente no será
mi caballero de brillante armadura.
De repente, me sorprende la necesidad de corregirlo.
—No iba a hacer nada con ese tipo, sabes.
Se encoge de hombros.
—No es asunto mío lo que elijas hacer. Solo intentaba ayudarte a salir
20 de una situación en la que no creía que quisieras estar.
Resoplo, bastante segura de que no me cree.
—Bueno, para tu información, nunca he hecho algo así. Así que, si
crees que te van a chupar la polla esta noche o algo así, solo porque nos
compraste unos pañales...
Alexei levanta la mano.
—Whoa. No es por eso que te traje aquí. Y no te ofendas, pero me la
pueden chupar cuando quiera.
No tengo idea de qué hacer con ese comentario, como si tuviera un
grupo de mujeres a su disposición. Pero entonces las puertas del ascensor se
abren, y por un segundo, me quedo ahí parada y mirando fijamente.
No estoy segura de lo que esperaba, pero su apartamento es enorme.
Pisos de mármol pulido y ventanas de piso a techo que dan a toda la ciudad
dominan mi vista. Hay una cocina moderna de acero inoxidable, gabinetes
blancos y granito negro, y una sala de estar hundida con dos sofás enormes,
esponjosos y de color crema. El televisor de pantalla plana más grande que
he visto nunca está montado en una pared, y un pasillo en el extremo más
alejado conduce a lo que supongo que son los dormitorios.
—Adelante —dice.
Salgo del ascensor y lo sigo adentro. Alexei pone las bolsas de la
compra en el mostrador mientras yo libero a Ella de su portabebé. Una vez
que está en mis brazos, empieza a llorar de nuevo y expulso una larga
exhalación.
—¿Puedo? —pregunta.
Aprieto los labios y le entrego a Ella. Odio admitir la derrota, pero
parece que él sabe más que yo lo que hace.
Se ve tan pequeña descansando contra su enorme pecho. No
importa que la última cosa para la que esté en el mercado sea un hombre,
pero verle con ella me hace algo. Creo que el término técnico es: explosión
de ovarios. La forma en que sus grandes manos la acunan con tanto
cuidado es tan dulce que casi me derrito por este extraño que no debería
afectarme así en absoluto.
Necesitando hacer algo útil, tomo uno de sus biberones de mi bolso y
saco la lata de fórmula para bebés de la bolsa.
—La alimentaré para que podamos ir a la cama y dejar de molestarte.
Se encoge de hombros.
—No hay problema. Honestamente, soy más una persona nocturna.
21 Asiento, pero sigo haciéndole el biberón de todos modos. Dudo que
dure mucho más. En los últimos días, he aprendido que le gusta comer cada
cuatro horas. Todo ha sido ensayo y error desde entonces. Andi me dejó
exactamente cero instrucciones.
La voz profunda de Alexei interrumpe mi sueño.
—Hay agua embotellada en la despensa. —Asiente hacia la puerta al
final de la cocina.
Voy a buscar una botella de agua y empiezo a mezclar la fórmula.
—¿Tienes hambre? —pregunta—. Acabas de salir del trabajo. Tengo
pretzels, galletas, fruta, o podría hacerte una pizza congelada.
Mi estómago retumba fuerte al mencionar la comida.
—Eso sería genial, en realidad. Solo algo simple. Pretzels estaría bien.
Cuando la botella está lista, Alexei la toma, desinteresado en dejar a
Ella, parece. No sé por qué me sorprende que le guste darle de comer. Es
muy bueno con los bebés.
Y aunque probablemente no debería, una parte de mí se siente
cómoda en su presencia. Es inesperado, pero no me quejo.
—¿Te importaría si me doy una ducha? De hecho, me siento un poco
asquerosa después de trabajar.
—En absoluto. Segunda puerta a la derecha. Las toallas están en el
armario. Sírvete tú misma.
Asiento, pero luego dudo por un momento más.
—La tengo, Ryleigh. No tienes que preocuparte.
Sonriendo, me encuentro con sus ojos. No he tenido a nadie que me
haya ayudado, alguien que me haya apoyado durante tanto tiempo que
hace que mi pecho se apriete. Tengo que dar la vuelta rápidamente porque
tengo miedo de que la montaña rusa emocional en la que he estado desde
que Andi me dejó con Ella salga a la superficie frente a Alexei, y no estoy
segura de que esté lista para ser tan vulnerable frente a este hombre.
—Gracias —digo finalmente, saliendo de la cocina mientras me
apresuro a ir al santuario del baño y a una ducha que lavará mis lágrimas
en silencio.

***

Cuando salgo del baño, oigo a Alexi arrullar suavemente a la bebé y


cantarle una canción de cuna en lo que supongo que es ruso. Ella está
22 acunada en sus brazos, con los ojos soñolientos mientras lo mira. La visión de
sus pequeños dedos envueltos alrededor de su dedo índice casi me pone
de rodillas. Sin embargo, involuntariamente, mi boca irrumpe en una sonrisa
mientras escucho por un momento más. Luego me aclaro la garganta.
—Oye —dice, sus labios apareciendo con una sonrisa de
satisfacción—. ¿Tu ducha estuvo bien? —Su mirada se desplaza desde la
mía hasta mis piernas desnudas, y luego retrocede.
Mi cabello está húmedo, y me he puesto un par de calzoncillos
morados y una camiseta de gran tamaño. Puedo sentir que mis mejillas se
vuelven rosas, pero asiento y me uno a él en el sofá.
—Esa regadera es increíble en siete direcciones hasta el domingo.
Se ríe entre dientes.
—Estoy completamente de acuerdo. Solo esa ducha vale el doble de
su precio cuando necesitas relajarte.
Coloca a Ella en el sofá, apoyada en su nueva almohada Boppy y
envuelta en su manta como un pequeño burrito de peluche.
—Se tomó toda la botella, y luego la cambié. Debería estar lista para
ir a la cama en cualquier momento.
—Gracias. —Le doy un apretón a su pequeño pie cubierto de pijama.
Es entonces cuando me doy cuenta de que hay un plato en la mesa de
café. Una bandeja blanca contiene un manojo de uvas verdes, queso en
rodajas, pretzels y humus.
—Vaya. No tenías que hacer todo eso, gracias. —Me sirvo yo misma,
metiendo una uva en mi boca.
—No fue ningún problema.
Alexei observa mientras como, sirviéndome un poco de todo.
—Este lugar es increíble. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? —
pregunto.
Considera mi pregunta, aun mirándome.
—Me mudé a la ciudad hace unos tres años.
—¿Para trabajar?
Asiente.
—¿A qué te dedicas?
—Juego para los Chicago Hawks.
23 Me lleva un momento procesar esto. No soy un deportista, ni en lo más
mínimo. Pero me doy cuenta de que está hablando del equipo de fútbol
profesional.
—¿Qué posición?
—Linebacker.
Supongo que eso explica por qué es tan grande. Mide varios
centímetros de altura y tiene al menos noventa kilogramos de músculo
sólido.
—Ah. Ahora tiene sentido. —Me pongo otro pretzel en la boca,
masticando lentamente.
—¿Qué? —pregunta, levantando una frente oscura con curiosidad.
—Ese comentario sobre conseguir una mamada cuando quieras.
Sacude la cabeza, su sonrisa se desvanece.
—No debí haberte dicho eso. Estuvo muy fuera de lugar para mí.
Me encojo de hombros.
—¿Qué? Estoy segura de que es verdad. Las mujeres generalmente se
ponen en fila y se arrodillan ante los atletas, ¿no? Como si fueran un
afrodisíaco especial y secreto.
—¿Pero tú no? —me pregunta, pareciendo divertido conmigo.
Arrugo mi nariz.
—Lo siento, no. Los deportes no lo hacen por mí. Estoy más
impresionada de que supieras para qué sirve una almohada Boppy.
Alexei se ríe, y me gusta cómo suena eso inmediatamente. Es
profundo, rico y desinhibido.
Cuando termino de comer y miro a Ella de nuevo, descansando entre
nosotros, sus pequeños párpados se han cerrado. Está profundamente
dormida.
—¿Puedo preguntar de quién es esta bebé? —pregunta.
Al principio, me preguntaba si él podría ser escéptico, si podría pensar
que ella es mía. Pero dado que no tengo idea de lo que estoy haciendo con
ella, creo que él sabe que estoy diciendo la verdad.
—Mi excompañera de cuarto, Andi. La dejó conmigo hace un par de
días. He estado tratando de llamarla sin parar desde entonces, pero su
celular está apagado. No tengo ni idea de cuándo volverá.
Asiente y se ve pensativo.
—Vamos. Vamos a llevarlas a la cama.
24 Asiento y me levanto, levantando a Ella con cuidado para no
despertarla. Alexei lleva el plato a la cocina, lo envuelve en plástico y lo
coloca dentro de su refrigerador.
Nos lleva a un dormitorio al final del pasillo. Hay una cama matrimonial
vestida con un edredón de plumas blancas y esponjosas, y una cuna viajera
Pack'n Play en la esquina.
Oh, Dios mío. El hombre viene completo con un Pack'n Play. ¿En qué
planeta estoy viviendo?
—Pensé que este dormitorio sería lo mejor para ti. Cuando cuido a la
más pequeña de mi hermana, la pongo a dormir una siesta aquí. Pero todo
está limpio. Mi ama de llaves estuvo aquí y lavó toda la ropa de cama.
Es más de lo que podría haber esperado. Es más de lo que tengo para
Ella en mi casa.
—Gracias. Esto es perfecto —murmuro, amenazando con derramar
lágrimas de nuevo.
Alexei está de pie tan cerca que puedo sentir el calor que irradia de
su piel. Puedo sentir sus ojos sobre mí, perforándome, mientras me inclino y
cuidadosamente coloco a Ella dentro de su cama para pasar la noche.
—Si necesitas algo, mi puerta está al final del pasillo. La mantendré
abierta. Solo grita, ¿de acuerdo?
Asiento, repentinamente incapaz de formar palabras ante lo dulce y
amable que ha sido conmigo esta noche este completo extraño.
Alexei le echa un último vistazo a Ella antes de mirarme a la cara.
—Buenas noches.
Observo cómo se amontonan y se mueven sus músculos por debajo
de su camiseta de manga larga y sus vaqueros.
Todo lo de las últimas horas ha sido surrealista. Demasiado bueno para
ser verdad. No puedo pensar en ello sin que mi corazón se apriete y mi
barriga tiemble de nervios.
Una vez que apago la luz y me meto en la cama, me doy cuenta de
lo agotada que estoy. Hoy he trabajado doble turno, y todos los músculos
de mi cuerpo están cojeando y cansados. Me relajo en las almohadas de
plumas y cierro los ojos.
Acostada sola en esta habitación con los suaves sonidos de la
respiración de Ella, me doy cuenta de que no tengo ni idea de lo que estoy
haciendo ni de lo que haré mañana.
Tengo mucho de lo que preocuparme: De pagar el alquiler y la
factura de la calefacción, y de cuidar de Ella mientras trato de localizar a
25 Andi. Pero ahora mismo, en este momento, me siento reconfortada y
contenta, todo gracias a un buen hombre que se preocupó lo suficiente
como para ayudar esta noche.
Sin embargo, cuando miro hacia el Pack'n Play, sé que Ella es cálida
y está bien alimentada. Y eso es suficiente para hacer una pausa, porque
no sé si podré decir lo mismo en un par de días.
Alexei
Me despierto con los desconocidos sonidos de alguien cocinando en
mi cocina: el chisporroteo de tocino en una sartén, los platos haciendo ruido.
Es un sonido inusual pero no desagradable. He vivido solo durante los últimos
ocho años, desde que me gradué de la universidad y me hice profesional.
Sonriendo, muevo las piernas sobre el costado de la cama y me paro.
La erección mañanera que acampa mis calzoncillos tendrá que ser
resuelta, pero ahora no es el momento. En cambio, voy al baño y me cepillo
los dientes mientras espero a que se desinfle. Luego me pongo unos
pantalones cortos y una camiseta blanca, y me dirijo a la cocina.
26 El cabello de Ryleigh está amontonado sobre su cabeza en un moño
desordenado. Sin el maquillaje que llevaba anoche, se ve aún más joven.
Está descalza en mi cocina, cantando la letra de una canción pop que está
constantemente en la radio. Termina de cocinar una sartén llena de huevos
revueltos y apaga el quemador.
—Buenos días —digo, mi voz sigue ronca por el sueño.
—Hola. Buenos días —dice.
—¿Hiciste el desayuno?
—Hay tocino y café, y tostadas también. Pensé que, siendo un atleta,
tienes un apetito saludable. Y luego vi todos los ingredientes en tu nevera.
Espero que no te importe.
—En absoluto. Esto es genial.
Me busco una taza y la lleno de café. Por lo general, no me molesto
en hacer café en casa, sino que opto por recogerlo a la salida. Es un raro
placer disfrutar de una mañana como ésta en casa.
—¿Dónde está Ella? —pregunto.
—Se despertó temprano, justo antes de las seis. Ya está durmiendo
otra vez.
Asiento, ya que son las ocho.
—Necesito estar en la práctica en una hora.
—Yo también tengo que trabajar más tarde. ¿Nos dejarás en tu
camino?
—Uh... sí, por supuesto.
No me gusta la idea de que vuelvan a su apartamento, sobre todo
porque no tiene calefacción, pero espero que lo arreglen pronto. Anoche
le envié un correo electrónico a mi agente, le di la dirección de Ryleigh y le
pedí que pagara lo que le debía a la compañía de electricidad para que
pudiera volver a encender la calefacción.
Me sirvo un plato apilado con tocino, huevos y tostadas
perfectamente crujientes, y luego me siento en la barra del desayuno.
—¿No vas a comer?
Ryleigh asiente y toma un plato para ella.
—Gracias. Por todo. Quiero decir, podrías haber seguido caminando
anoche.
—Lo sé, pero ese no soy yo. —Me paso una mano por el cabello.
—¿Por qué no lo hiciste?
27 ¿No es esa la pregunta del millón de dólares?
—¿La verdad? —digo después de tragar un bocado de tocino.
Asiente y se lleva un bocado de huevos a los labios.
—Probablemente va a sonar cursi, pero parecía que necesitabas
ayuda. Ese tipo parecía un verdadero cretino. Disculpa mi lenguaje, y mi
mamá me crio mejor que solo pasar junto a una mujer necesitada.
Una sonrisa tira de un lado de su boca.
—Eres todo un caballero.
—Algo así. —No quiero que se haga una idea equivocada de mí. Por
fuera, soy tan caballeroso como ellos. Pero por dentro, soy más o menos
como cualquier otro hombre de sangre roja. Me gusta mucho el sexo casual,
definitivamente veo demasiado porno y maldigo como un marinero cuando
estoy con mis amigos. Pequeños detalles que se quedarán bajo llave porque
de alguna manera me gusta que piense que solo soy un caballero.
—A propósito, esto está perfecto. —Le doy otro mordisco a los huevos.
Juro que son los mejores huevos que he comido en años.
Ryleigh sonríe mientras me ve comer.
—Me alegro de que los disfrutes.
Quiero mantener sus ojos azules cautivos, pero no quiero perturbarla.
Ella suelta un grito desde el dormitorio y Ryleigh salta desde el taburete
a mi lado.
Pongo mi mano en su hombro, deteniéndola.
—Déjame. Come tú. —Odio pensar en la idea de que esta podría ser
su única comida hoy, pero muy bien podría serlo.
Ella está tumbada boca arriba, con sus pequeños brazos y piernas
agitándose mientras llora frustrada.
—Ven aquí, princesita —murmuro suavemente mientras la levanto de
la cama.
Regreso a la cocina y termino el resto del desayuno sosteniendo mi
tenedor en una mano y a la bebé calmada en la otra.
Ryleigh me mira con curiosidad cada vez que piensa que no estoy
mirando, y no estoy seguro de qué hacer con sus expresiones. No quiero que
piense que me estoy pasando de la raya con una frase invisible de “la ayuda
es buena ahora, pero lo que nos pasará mañana a Ella y a mí”. Pero quiero
que Ryleigh se dé cuenta de que hay gente buena en este mundo. Lo quiera
admitir o no, también es una de las buenas personas. Podría haber llevado
fácilmente a Ella a los servicios de protección infantil cuando su compañera
28 de cuarto abandonó a su bebé... pero no lo hizo.
Mi corazón late cuando nuestras manos se rozan mientras recoge
nuestros platos. No estoy nervioso, pero soy muy, muy consciente de ella. Su
cabello miel está empezando a resbalar de su bollo y por alguna extraña
razón quiero pasar mis dedos a través de este.
Después de limpiar el desayuno, empacamos sus cosas y las de Ella y
las cargamos en mi auto. Tengo el tiempo justo para dejarlas en casa y llegar
al centro de entrenamiento. Conducimos en silencio hasta su casa. Me
quedo en su puerta principal mientras la abre. Puede que haya conocido a
Ryleigh ayer, esta mujer que revuelve algo dentro de mí, pero alguna parte
de mí no está lista para dejarla.
—Gracias de nuevo, Alexei. No sé cómo podría pagarte por...
Levanto una mano y la detengo. No quiero que me lo pague. Quise
decir lo que dije cuando le dije que nada de ataduras.
—No fue ninguna molestia. En todo caso, tengo que pagarte por
hacer esos huevos esta mañana.
Me sonríe y toma a Ella mientras entra.
—Que tengas una buena práctica.
Asiento, de repente sin palabras, y luego me doy cuenta. Esta es la
última vez que veré a Ryleigh. Somos extraños. Ella no encaja en mi vida, y
yo no pertenezco a la suya. Y sin embargo… Me encuentro reacio a irme.
El darme cuenta de que el entrenador me va a dar por culo si llego
treinta segundos tarde me hace volver más rápido a mi vehículo, pero no
antes de que me dé la vuelta y mire hacia atrás a esta mujer y a la niña que
no le pertenece, y me pregunte qué les depara el futuro.

***

—¡Vamos! ¿Dónde está el ajetreo, Ivan? —grita el entrenador desde


el borde del campo, y luego hace sonar su silbato.
Corro hasta la línea de banda y tomo un trago profundo de agua. Él
tiene razón. Estoy distraído como la mierda y jugando como la mierda.
Mis compañeros de equipo lo notan, al igual que el cuerpo técnico, y
no hay excusa para ello, salvo Ryleigh. Mi mente está en ella en vez de en
la práctica.
Me pregunto si su calefacción se volvió a encender, si estará bien, y
29 no solo hoy. Me encuentro pensando en lo que sucederá después para ella,
lo cual es una locura. Esa bebé no es mía. Ni siquiera debería importarme.
Siempre he tenido mucho cuidado de envolver mi mierda cada vez para no
terminar embarazando a una chica y estar en la misma situación que su
compañera de cuarto. He visto la enorme responsabilidad de tener un bebé
y no tengo ninguna prisa por ser padre.
Pero entonces, ¿por qué tengo la mente atascada en ambas?
Terminamos la práctica, y salgo del césped hacia los vestuarios.
—¡Una palabra, Ivan! —me llama el entrenador desde atrás.
Llevando mi casco, corro hacia donde él espera.
—¿Pasa algo contigo?
Sacudo la cabeza y trato de mover los nudos que se han asentado
entre mis hombros.
—Anoche no dormí lo suficiente. —Al menos eso es cierto—. Estaré listo
para el partido del domingo.
Una vena le palpita en la frente mientras pasa una mano por la nuca.
—Más vale que lo estés.
—Sí, señor. —Asiento y salgo corriendo, soltando una fuerte
exhalación.
Frustrado, me muevo en silencio a través de mi rutina después de la
práctica, me quito las almohadillas y el equipo, me desnudo y me ducho
bajo el tibio rocío. Para cuando termino de secarme con la toalla, no me
siento mejor, pero sé lo que tengo que hacer. Necesito ver a Ryleigh.
Necesito ver con mis propios ojos que ella está bien, y luego seguiré
adelante, dejaré que vivan sus vidas y volveré a vivir las mías. Dijo que tenía
que trabajar hoy, así que decido que ahí es donde iré primero.
Me visto con jeans y una camiseta de manga larga. Unos minutos más
tarde, salgo por la puerta y me dirijo hacia un cierto bar en topless... hacia
cierta mujer que está constantemente en mi mente.
Cuando llego, aparco mi vehículo, asegurándome de cerrarlo con
llave, y luego me dirijo al interior.
Parpadeando para permitir que mis ojos se adapten al tenue interior,
me acerco a la estación de anfitrionas, que ya está buscando a Ryleigh. No
la veo, pero una anfitriona rubia me sonríe y toma un menú pegajoso
mientras ella sale al frente para saludarme. Lleva un vestido negro ajustado
que es tan corto que estoy segura de que, si se agacha, vería de qué color
30 son sus bragas, si es que lleva bragas en este establecimiento de “alta
gama”.
—Hola, guapo. ¿Uno para almorzar? —pregunta.
—Claro. ¿Ryleigh trabaja hoy?
La rubia asiente.
—Te sentaré en su sección. Por aquí, por favor.
La frustración florece dentro de mis entrañas mientras la sigo a través
de la barra y hacia la parte de atrás, donde las mesas y las cabinas de las
mesas altas esperan, casi siempre vacías a esta hora del día. Las paredes
están pintadas de negro y del techo cuelgan láminas de seda roja que
dividen el espacio. La profunda y seductora música de bajo golpea
suavemente en el fondo.
Después de sentarme en un lado de la cabina y aceptar el menú,
todavía no he visto a Ryleigh. La anfitriona se va volando, dejándome solo
con mis pensamientos.
Una parte de mí sabe que no debería estar aquí, pero la otra parte de
mí no estará satisfecha hasta que la vea.
Pensé que estaba preparado para volver a verla... hasta que Ryleigh
da vuelta a la esquina y entre en mi línea de visión. Para lo que no estaba
preparado es para la versión fuertemente maquillada de Ryleigh, que no
usa nada más que un pequeño par de brillantes pantalones cortos. Mi
corazón comienza a latir como un tambor dentro de mi pecho. Mierda.
Se detiene en seco cuando me ve, sus ojos se ensanchan casi
cómicamente grandes, y algo dentro de mí se retuerce.
Por un segundo creo que va a correr y esconderse, o al menos intentar
cubrirse. Pero entonces Ryleigh encuentra su compostura, endereza sus
hombros y se mueve hacia mí.
Mientras se pavonea más cerca, mi boca se seca y mi polla se tuerce
en mis pantalones. Su piel se ve tan suave y cremosa, y su cabello fluye en
ondas sueltas hasta los hombros. Sus pechos son perfectos, no muy grandes,
pero un buen puñado que mis palmas duelen por tocarlos. Sus pezones
están apretados y rosados, y quiero mi boca sobre ellos. Ahora.
Cuando se detiene al lado de mi mesa, estoy tan duro y también tan
irritado que me he olvidado de cómo hablar. Los pantalones cortos
diminutos que lleva puestos son básicamente un par de bragas, y hay una
especie de delicado collar de cadena alrededor de sus caderas. Me distrae
muchísimo.
—¿Qué te puedo traer? —ronronea, su voz baja y seductora.

31 ¿Qué demonios...? ¿Por qué actúa como si nunca nos hubiéramos


conocido?
—Vine a ver cómo estabas —le digo, con la voz muy apretada—.
¿Estás bien?
Bate esas oscuras pestañas.
—De maravilla.
—¿Se ha vuelto a encender la calefacción? —pregunto, directo al
grano.
Una mirada molesta cruza la cara de Ryleigh y luego me sonríe de
nuevo, solo que esta vez no llega a sus ojos, que se han vuelto de un tono
azul helado.
—No te preocupes por eso, Alexei. No soy un caso de caridad, y a
pesar de lo que presenciaste anoche, soy una niña grande y puedo cuidar
de mí misma. Ahora, ¿quieres ordenar el almuerzo o no?
Lucho contra la necesidad de poner los ojos en blanco ante el tono
de su voz.
—Claro. Tráeme una hamburguesa, por favor. Ensalada aparte. Y un
par de vasos de agua helada.
—Enseguida, señor —dice Ryleigh antes de pavonearse, su forma de
burlarse de mí cuando se va.
Cierro los ojos y suspiro. Es una reacción extraña e inesperada, pero
me enoja verla aquí así, sabiendo que cualquier Tom, Dick o Harry puede
entrar aquí y echarle un vistazo. Sabía que trabajaba aquí cuando nos
conocimos, así que no tengo ni idea de por qué de repente me da acidez
estomacal verla en este ambiente. Es hermosa y está casi desnuda, y me
está molestando mucho.
Pronto, ella entrega dos vasos de agua helada, y yo no pierdo el
tiempo bebiendo uno de ellos en tres tragos grandes. Usualmente estoy
deshidratado después de un entrenamiento y práctica tan intensa, pero
estoy bastante seguro de que este soy yo tratando de saciar mi sed de algo
más.
Sin decir una palabra más, Ryleigh se da la vuelta para ir de nuevo.
—Espera —digo, dejando caer el agua tan calmadamente como
puedo.
—¿Sí? —Su tono está cortado.
—¿Cómo está Ella? ¿Está con tu vecina?
Ryleigh asiente.
—Ella está bien, Alexei. Por favor, deja de preocuparte por nosotras.
32 La forma en que dice que mi nombre es demasiado íntimo, como si
nos conociéramos desde hace años en lugar de menos de 24 horas, como
si fuéramos amantes y no extraños virtuales. Me gusta demasiado como
suena.
Ryleigh se da la vuelta para volver a la cocina, como en una misión
para alejarse de mí lo más rápido posible.
La próxima vez que viene a mi mesa, es para entregar mi comida,
cosa que hace sin decir una palabra. Normalmente, me muero de hambre
después del entrenamiento. Hoy en día, apenas consigo dar algunos
mordiscos antes de apartar mi plato.
Odio que tenga que trabajar aquí, donde la miran extraños. Odio que
su apartamento esté en un vecindario tan inseguro que ni siquiera quiero
caminar sola. Odio que su compañera de cuarto le diera más de qué
preocuparse y de qué ocuparse cuando dejó a Ella allí sin nada.
Frotando mis manos a través de mi cabello, me levanto de mi asiento.
Saco mi billetera y tiro un par de billetes, lo suficiente para cubrir mi comida
más una propina de cien dólares.
Necesito irme antes de hacer algo estúpido como rogarle que
renuncie.
¿Y qué haría ella entonces, Alexei?
Volver a casa conmigo otra vez, dice mi cerebro, respondiendo a la
pregunta no formulada.
No es una buena idea, y lo sé. Sin embargo, todavía desearía que
hubiera algo que pudiera hacer para arreglar esto.
La encuentro en el bar, donde espera mientras el camarero llena un
pedido de bebidas. Había olvidado lo alto que soy, pero estar a su lado
enfatiza lo pequeña que es en realidad.
Se da la vuelta para mirarme a la cara.
—¿Salió bien tu comida?
Asiento y le empujo un trozo de papel.
—Este es mi número. Por favor, envíame un mensaje si necesitas algo.
Tú o Ella. ¿De acuerdo?
Ryleigh parece sorprendida, sus grandes ojos azules mirando a los míos
mientras acepta el trozo de papel.
—Está bien. Pero no lo necesitaré.
Sin mirar hacia atrás, salgo con una sensación de vacío dentro de mi
pecho. Un sentimiento de pérdida por algo que nunca era realmente mío.
33
Ryleigh
—¡Es un maldito jugador de fútbol profesional, Ry! —grita Desiree,
agarrándome de los brazos mientras salta de arriba a abajo.
—Lo sé —le digo, encogiéndome de hombros para recoger el dinero
que dejó en la mesa y contarlo. Querido Dios...
Todavía estoy temblando por mi intercambio con Alexei. El último
lugar donde esperaba que apareciera hoy era en mi trabajo. Afrontémoslo,
no esperaba que apareciera en ningún lugar de mi mundo. Me imaginé que
34 correría tan rápido como sus piernas atléticas lo llevarían después de que
cumpliera con sus obligaciones de anoche.
—Ry, creo que no lo entiendes. Ese era el maldito Alex Ivan. Y me pidió
que lo sentara en tu sección —me dice, sonriéndome con una sonrisa como
si fuera la mejor noticia que ha escuchado en toda su vida.
Me sorprende un poco que ella lo reconociera, pero es posible que
Desiree siga los deportes más que yo. Tachen eso, si hay hombres atractivos
involucrados, por supuesto que ella los sigue.
—¿Por qué no pareces emocionada? Es uno de los jugadores de los
que más se habla en la liga en este momento. Se metió en una gran pelea
con un reportero al final de la temporada pasada, y fue suspendido. Casi
pierde su contrato. Pero luego firmó un nuevo y mejor contrato por treinta
millones de dólares... siempre y cuando pueda comportarse.
Treinta millones de dólares. Me siento mareada y tengo que presionar
una mano contra la mesa pegajosa y respirar despacio y profundamente
varias veces. No puedo imaginarme ganando treinta mil dólares ahora
mismo.
Supongo que eso explica por qué gasta dinero como si no fuera nada.
¿Qué hace un soltero con tanto dinero? ¿Y por qué la discusión puedo
hacer que me chupen la polla cada vez que quiero que tuvimos parpadea
en mi mente en respuesta a esa respuesta? No hay manera de que Alexei
pague por sexo, ni una oportunidad. Intento rápidamente sacarme ese
pensamiento de la cabeza. El cuerpo musculoso de Alexei desnudo, sus
caderas bombeando.
Para, Ry.
—Nos hemos visto una vez antes —le digo a Desiree mientras despejo
el resto del almuerzo sin comer de Alexei. No me atrevo a decirle que pasé
la noche en su cuarto de huéspedes. Probablemente se moriría de un infarto
en el acto.
—Está jodidamente guapísimo. Dime que vas a llamarlo. Por favor,
Dios, si no lo haces ¡lo llamaré y fingiré que soy tú!
Pongo los ojos en blanco y levanto la bandeja. No es fácil de disuadir,
Desiree me sigue a la cocina.
Tiene razón. Alexei es sexy. Es alto, musculoso y guapo. Pero dadas las
circunstancias de cómo nos conocimos... ¿las circunstancias de mi vida en
este momento? Sí, lo último que necesito es otra complicación, incluso una
preciosa y generosa.
—No lo sé —admito, y Desiree emite un gemido frustrado.
Aprieta los labios mientras piensa en esto.
35 —Sí, supongo que no sería bueno para él que lo vieran en público con
alguien que trabaja en un bar de topless. El frenesí mediático por sí solo, sería
una locura.
Tiene un punto interesante, y uno que no he considerado. Soy un
problema para un tipo como él.
Al principio, me horrorizó que me viera aquí con mis tetas colgando
para que Dios y todos las vieran. ¿Pero la forma en que me miró? ¿Como si
yo fuera un cachorro perdido que necesitaba salvar? Eso se sintió como un
puñetazo en mis tripas. No seré el proyecto mascota de nadie. Nunca jamás.
No, gracias.
Así que no le di la satisfacción de saber que había llegado a mí. Solo
fui a su mesa y lo traté como a cualquier otro cliente. Me puse la cara de
juego como lo hago con cualquier otro cromosoma XY que entra en el club,
y fingí que su mirada de lástima no me hacía sentir como la suciedad en la
suela de sus zapatos de fútbol.
Sí, por supuesto que me encantaría conocer a un hombre tan guapo
y generoso como Alexei algún día, pero no porque no pueda pagar el
alquiler y él quiera arreglarlo por mí. Quiero a alguien que me quiera por mí,
que le guste lo que tengo que decir, que piense que soy divertida,
inteligente y hermosa. No alguien que ve un lío caliente que necesita
arreglar cuando me mira.
No necesito que un caballero con armadura brillante venga a
rescatarme, no importa lo guapo que sea o lo lindo que luzca abrazando a
Ella. No es justo para mis ovarios ver a un hombre grande y musculoso
sosteniendo a un bebé. Mi mente regresa a la forma en que le cantó en
ruso. Y sí, lo bueno que es con la bebé solo me hace sentir más inadecuada.
Le demostraré a todos, incluyendo a Alexei, que puedo cuidarme
sola. Y a Ella.
¿A quién estoy engañando? No volveré a ver a Alexei después de la
forma en que lo despedí hace unos momentos como si fuera cualquier otro
Joe en el club... como si él no importara cuando lo hace.

***

Para cuando vuelvo a casa, está lloviendo. Trabajé en el turno de la


hora del almuerzo y me habría quedado también durante el turno de la
noche, pero estaba lento y mi gerente me envió a casa. Afortunadamente,
llegué al taller antes de que cerraran, y aunque estoy varios cientos de
dólares más pobre, al menos tengo mi propio auto de vuelta y no tendré
36 que depender de los servicios de transporte compartido.
Nunca me había molestado antes, pero volver al complejo de
apartamentos que llamo hogar después de haber pasado la noche en el
multimillonario condominio de Alexei es un poco más deprimente de lo
normal. No ayuda que el cielo esté gris y nublado, y que arroje lo que se
siente como cubos de agua fría sobre mí.
Me detuve en la tienda de comestibles en el camino y finalmente
estoy llegando a casa. Cargando dos bolsas pesadas de comestibles, subo
los escalones de la entrada. Recogeré a Ella de casa de la vecina después
de dejar los comestibles adentro. Ese es mi último pensamiento antes de que
el fondo de mis bolsas de papel se rompa, enviando todo a la tierra mojada
y empapada.
Mierda.
Suspirando, me agacho y empiezo a recoger los alimentos mojados y
embarrados, apilando todo lo que puedo en mis brazos. Arrastrándome
hacia mi puerta, veo que hay una caja de seguridad alrededor de la manija
de mi puerta. Eso no estaba ahí anoche. Levanto la vista para encontrar una
hoja amarilla de papel pegada a la puerta, un aviso de desalojo.
Aparentemente, las cerraduras han sido cambiadas, y tengo que pagar el
alquiler atrasado antes de que se me permita entrar a recoger mis cosas. El
propietario dijo que tenía otra semana.
Maldito infierno. ¿Puede empeorar este día?
Antes de que pueda empezar a procesar todo esto, antes de que
pueda empezar a llorar, escucho el crujido de las llantas y un auto
deteniéndose al lado de la acera. De alguna manera, sé sin mirar hacia
arriba quién acaba de llegar detrás de mí, lo que me hace querer llorar aún
más. Las lágrimas queman en la parte posterior de mis párpados y me
hormiguea la nariz.
Alexei salta a la lluvia con una sudadera con capucha y viene a
recoger los productos enlatados, las bananas y varias cajas de cartón y
contenedores con los que estoy haciendo malabares.
—¿Estás bien? —me pregunta en el mismo tono tan rico que he
llegado a amar y odiar en cuestión de dos días.
¿Por qué está aquí? ¿Por qué le importa? ¿Por qué siempre tiene que
verme en mi peor momento? El universo me odia, esa es la única explicación
para este horrible karma.
—Estoy bien, Alexei. Te lo dije.
Arquea una ceja.
—No te ves bien.
37 Seguramente me veo como el infierno con el cabello húmedo y
fibroso pegado a la frente, la comida esparcida a mis pies, y el aviso de
desalojo brillando en mi puerta como un faro gigante, anunciando lo
perdedora que soy. Golpeada por otra repentina oleada de emoción,
aprieto mis labios.
Alexei mira detrás de mí, y puedo ver su cerebro registrando el aprieto
en el que me encuentro ahora mismo.
—Vamos. Vamos a buscar a Ella. Las dos vendrán conmigo.
Mi vergüenza puede estar por las nubes, y no se puede negar que
necesito ayuda. Pero de alguna manera la ira y la impotencia total ante mi
situación se están proyectando en mi tono.
—No soy tu problema, ni tu pequeño proyecto de extensión. No tienes
que preocuparte por mí.
Asiente.
—Sí, lo sé. Igual que no tenías que acoger a Ella cuando tu compañera
de piso se fue. Pero era lo correcto, así que lo hiciste sin pensarlo dos veces.
Ven a quedarte conmigo hasta que las cosas se calmen para ti y Ella.
En ese momento, me doy cuenta de que esto es todo lo que soy para
él. Una obligación. Su última contribución a la caridad. Si se alejara ahora y
los medios de comunicación se enterarán de ello, podría empañar
irreparablemente su imagen. Por lo tanto, tiene que hacer, lo correcto.
—No te conozco, Alexei, y no puedo ir a vivir contigo. No puedo traer
ala bebé de otra persona a tu casa y esperar que aguantes todo lo que
conlleva cuidar a una bebé de dos meses, sin importar cuánto tiempo dure
esta situación. —Mi voz es tan fuerte como puedo hacerla, pero juro que
hasta yo puedo escuchar la falta de convicción en ella.
—Ryleigh, este no es lugar para una bebé. Está lloviendo, y por lo que
parece, eres una sin techo. Todo lo que te pido es que me dejes ser tu plan
B.
Asiento derrotada, la enormidad de mi situación me pesa tanto que
ni siquiera estoy segura de cuál es el camino hacia arriba. Lo que sí sé es que
Alexei está aquí y quiere ayudarnos. No puedo rechazarlo, aunque quisiera.
—Bien. Déjame ir a buscar a Ella.
Alexei me quita los comestibles para cargarlos a su auto mientras yo
voy a la puerta de mi vecina para pagarle por cuidarla. Después de voltear
la cubierta del portabebés de Ella para protegerla de la lluvia, me apresuro
a volver al vehículo y colocar el portabebés en el asiento trasero. Alexei
toma el mando, abrochando su asiento en su lugar.
38 Todavía enfadada por el giro de mi vida, y terriblemente
avergonzada, me subo a su auto. No hay ni un centímetro de mi ropa que
esté seco, y estoy temblando, pero trato desesperadamente de disimularlo,
porque me niego a ceder a ello. Soy más fuerte que eso... al menos, solía
serlo.
Dándome una sensación de déjà vu de la primera noche que nos
conocimos, Alexei sube la calefacción y dirige todas las rejillas de ventilación
hacia mí. Las lágrimas se acumulan en mis ojos ante su capacidad de
hacerme sentir que soy lo más importante del mundo. Sé que solo soy algo
que él puede arreglar, pero no importa en ese momento. Incapaz de decir
una palabra sin llorar, miro fijamente por la ventana y me pregunto si alguna
vez saldré de los desastres que sigo creando.
Llegamos a su casa y nos instalamos. No tengo nada que ponerme, y
lo único que tengo para Ella es lo que había en su bolso de pañales. Alexei
inmediatamente se va de nuevo, saliendo a la lluvia para ir a buscarnos lo
que necesitamos, poniéndome aún más en deuda con él.
Mientras él no está, me quito la ropa mojada y preparo un baño. Ella
mueve los brazos y las piernas mientras me mira fijamente, acostada sobre
una toalla en el centro del baño mientras la bañera se llena. Me doy cuenta
de que, en cuatro días de cuidarla, aún no la he bañado, y de repente me
siento como una mierda. En serio, no tengo ni idea de lo que estoy
haciendo. La desvisto, tiro su pañal a la basura y la acuno con cuidado en
mi pecho mientras me meto en el agua tibia y nos sumerjo.
Allí, piel a piel con ella, escuchando su pequeño y feliz canturreo, es
la primera vez que me he sentido realmente cerca de ella.
—No dejaré que te pase nada malo, mi dulce niña —susurro, tomando
agua tibia en puñados para derramarla sobre su espalda.
Doy vuelta a Ella y doblo mis rodillas para que pueda sentarse contra
ellas mientras yo me acuesto en el agua. Disfruta de su baño, pateando sus
piececitos mientras me enjabono las manos con jabón y la lavo de la
cabeza a los pies.
—¿Hola? ¿Ryleigh? —llama la voz de Alexei desde el pasillo.
No le oí llegar a casa.
—En el baño. Nos estamos bañando —respondo.
Un momento de silencio.
—¿Ambas?
Me rio.
—Sí.
39 —De acuerdo. Avísame si necesitas ayuda.
Pongo los ojos en blanco, sigo sonriendo.
—Gracias, pero estoy bastante segura de que tengo esto. —Miro a Ella
y le susurro con voz tonta—: Tendremos que enseñarle que las chicas
mandan y los chicos babean, ¿no es así, Ella?
Y con eso, se ríe en el momento perfecto, haciendo que toda la
mierda mala que ha pasado en los últimos cuatro días desaparezca
mágicamente de mi mente mientras yo me rio junto con ella.
Termino de bañar a Ella y le soplo unas cuantas pedorretas en su linda
barriguita, y decido que se ve aún más linda con su piel rosada por el agua
tibia y con su fino cabello rubio mojado y rizado.
Cuando la miro fijamente, de repente me golpea. Maldita sea. Con
ella aquí conmigo, no hay manera de lavarme, y no hay una buena manera
de sacarla y secarla sin un segundo par de manos.
—Um, ¿Alexei? —grito.
—¿Sí? —Su voz está mucho más cerca de lo que esperaba, como si
estuviera esperando fuera de la puerta del baño para venir a rescatarnos si
fuera necesario.
—¿Alguna posibilidad de que vengas aquí y me ayudes a sacarla sin
mirar?
Emite una profunda carcajada.
—Claro, pero no me gustaría babear por nadie mientras estoy ahí,
siendo un chico y todo eso.
Bien, me lo merecía, pero tenía que saber que solo bromeaba con él.
¿Pero trataba de coquetear conmigo con ese comentario? No... se estaba
burlando de mi regreso a él. Tiene que ser eso, ¿verdad?
—Oh, así que escuchaste el pequeño corazón a corazón que estaba
teniendo con Ella, ¿eh?
Mientras le hablo a través de la puerta, frunzo el ceño. Las burbujas se
han evaporado de nuestra agua de baño, y son solo kilómetros de piel
desnuda hasta donde alcanza la vista. Más piel mía que de Ella, por
supuesto. Hundo mis hombros más profundamente en el agua, como si eso
fuera a cubrir mágicamente mis pechos desde su punto de vista. Me
recuerdo a mí misma que hoy ha visto los mismos senos solo unas horas antes.
—Adelante —digo con voz resignada.
La puerta se abre y Alexei entra.
40 Mientras navega alrededor de la pila de ropa que me quité,
incluyendo una tanga negra de encaje, juro que veo un leve rubor en sus
mejillas. Aunque es peligroso hasta fantasear, no puedo evitar preguntarme
si le gusta lo que ve.
Cuando sus ojos se encuentran con los míos, le regaño.
—¡Te dije que no miraras! —Ella hace poco para proteger mi cuerpo
de él. Traidora.
Sonríe con suficiencia y se ve aún más guapo, si es posible.
—Nada que no haya visto antes.
Maldita sea, ¿por qué tuvo que sacar eso a colación cuando ya estoy
mortificada? Intenté bloquear eso de mi memoria a propósito. Estaba tan
enfadada porque se había presentado en mi lugar de trabajo, irrumpiendo
y actuando como un novio posesivo cuando en realidad no me conoce en
absoluto. Si lo hiciera, sabría lo mucho que valoro mi independencia, lo
importante que es para mí cuidar de mí misma. Desde que mis padres
fallecieron, es como si tuviera un gran chip en el hombro, y necesito
demostrar a todo el mundo lo mucho que he logrado... incluso cuando me
estoy desmoronando.
Alexei toma una esponjosa toalla blanca del gabinete y toma a Ella
mientras yo la sostengo. La envuelve con seguridad para que solo su
pequeña cara se asome, como si hubiera hecho esto un millón de veces
antes.
Dios mío, no sé qué es más adorable. Ella toda envuelta en esa toalla
caliente con solo sus ojos mostrando, o el enorme hombre masculino que la
sostiene y le dice cosas tontas mientras trata de secarla. Y pensé que esa
sonrisa era sexy. Un hombre hermoso sosteniendo y cuidando a un bebé es
la cosa más sexy que he visto en mi vida.
—No pensé en el hecho de que no podía lavarme mientras la sostenía
—digo, moviéndome bajo el agua.
Asiente, aun sonriéndome. Dios, esa sonrisa es letal. Hace que mi
vientre se apriete y se voltee, y mis entrañas se sientan como papilla.
—Me lo imaginaba. Y probablemente te orinó encima en cuanto
entró en el agua del baño, tal vez una o dos veces.
—Ew. Asqueroso. Muy bien, definitivamente me estoy duchando. —
Tiro del desagüe de la bañera con el dedo gordo del pie mientras Alexei se
da la vuelta y finalmente me da un poco de privacidad.
—Tómate tu tiempo. La tengo.
Creo que son las mejores cinco palabras que he oído en mi vida.
41 También creo que, si me las dijera de nuevo, me derretiría en un charco y
caería por el desagüe, junto con el agua de la bañera.
Me deja sola para ducharme, y me encuentro repitiendo esas
palabras en mi cabeza una y otra vez.
Cuando salgo de la ducha y me dirijo a la habitación en la que dormí
anoche, encuentro un montón de bolsas de compras en la cama. Cierro la
puerta y luego miro dentro de cada una.
Hay tres pares de bragas básicas de algodón blanco, un sostén a
juego, calcetines peludos calientes, camisetas, un par de calzoncillos como
los que me gustan para dormir, además de pantalones de yoga y
sudaderas. Milagrosamente, todo es de mi talla. El hombre no es nada si no
es observador.
Todavía fría de estar de pie en la lluvia, selecciono los pantalones de
yoga y una sudadera gris suave, y me visto, añadiendo los calcetines al final.
Miro hacia abajo y muevo los dedos de los pies. De repente, me siento un
poco como Julia Roberts en Pretty Woman.
Se siente tan extraño estar aquí, en su habitación de huéspedes,
siendo atendida de esta manera por un hombre que apenas conozco. Sé
que está siendo una persona generosa, pero ¿por qué siento que esto
podría fácilmente desplazarse de la zona de amigos a algo más
pecaminoso?
Me cepillo el cabello con el peine de mi bolso, y luego me dirijo a la
sala de estar para encontrar a Alexei y Ella en el sofá. Ya le ha cambiado el
pañal, y está cortando las etiquetas de un pijama de rayas rosas, amarillas y
blancas con patos pequeños en los pies.
Dios mío, le ha peinado el cabello. Casi tengo un orgasmo en el acto.
Tiene una raya en el costado y se mantiene bien peinado en su lugar. Mis
ovarios podrían competir en uno de esos concursos de baile con lo activos
que han estado el día de hoy.
—Esto es demasiado, Alexei —le digo, uniéndome a él en la sala de
estar.
—No es nada, Ryleigh. Te lo prometo. Además, es una niña y necesita
que la adoren como a todas las niñas.
Mi garganta se siente apretada cuando trago. ¿Por qué estoy leyendo
entre líneas con lo que me acaba de decir? Un par de cientos de dólares
en ropa, pañales y fórmula no es nada para él. ¿Pero para nosotras? Es todo.
De repente, quiero mostrarle mi gratitud, quiero besarlo hasta dejarlo
sin sentido y darle las gracias de todas las maneras que sé. Tal vez hasta
inventar unas cuantas nuevas. En vez de eso, me levanto y me dirijo a la
cocina. Necesito poner distancia entre nosotros antes de hacer algo de lo
42 que me arrepienta.
—Sé cocinar más que la comida del desayuno —le digo—. ¿Debería
encontrar algo para prepararnos para la cena?
—Claro. Eso sería genial —me dice—. Creo que tengo cosas para
hacer pasta o para freír. Hay pollo y bisonte molido, y no estoy seguro de
qué más.
¿Bisonte? Um... no, gracias.
Abro su refrigerador, y es como una utopía alimenticia. Todo está
completamente organizado con recipientes de vidrio llenos de arroz cocido,
pechugas de pollo a la parrilla, batatas asadas y verduras, y cartones de
bayas frescas. Hay por lo menos media docena de aguacates, e incluso
tarros individuales de avena trasnochada con almendras en rodajas.
—Santo cielo. Esto es increíble.
Alexei se ríe.
—Tengo que comer bien durante la temporada. Y paso por un
montón de comida. Mi ama de llaves también es mi compradora y
preparadora de alimentos, ya que cocinar no es lo mío.
—Puedo ver eso. —Mi refrigerador es triste en comparación. Mostaza
embotellada y encurtidos viejos, junto con una botella semivacía de vino
blanco.
Aliviada de que hay al menos algo que puedo hacer para ser útil,
selecciono los ingredientes para el pollo marsala. Hay pechugas de pollo
descongeladas y dos cajas de champiñones, junto con las chalotas y los
dientes de ajo enteros que vi en el mostrador antes. Ya se me está haciendo
agua la boca. Cualquier cosa es mejor que fideos instantáneos, pero esto
es el cielo.
Algo dentro de mí quiere impresionarlo. No tengo nada que ofrecer a
este hombre a cambio de su amabilidad, y ya ha hecho mucho por Ella y
por mí. Le mostraré mi aprecio a través de su estómago, en lugar de en su
cama, como quería hacer hace unos momentos. No me acostaré con él.
Así que comienzo las preparaciones de comida, queriendo
sorprenderlo con lo bien que puedo cocinar. Tengo el pollo cubierto de
harina y cocinando en una sartén para saltear cuando entra a la cocina
llevando a Ella.
—Podríamos abrir una botella de vino —dice cuando ve la dirección
que tomo.
43 Lleno una olla con agua y enciendo el quemador de gas. Incluso su
estufa es increíble: una estufa de gas de seis quemadores que parece que
pertenece a una cocina comercial.
—No pensé que beberías, por ser el Sr. Sano y todo eso. —Le sonrío.
Parece que mi baño y la ropa limpia han hecho maravillas para mi espíritu.
—Puedo tomar una copa. Pero si no quieres una...
—Me encantaría una copa —le digo.
Mientras salteo las setas, los champiñones, y el ajo picado en otra
sartén, Alexei descorcha una botella de vino blanco frío. Sirve dos copas y
pone la mía en el mostrador a mi lado.
Tomo la vajilla fina y me vuelvo para enfrentarme a él.
—Salud —murmuro.
Toca su copa con la mía, con una mano todavía sosteniendo a Ella.
—Salud.
Su mirada permanece en la mía mientras me llevo la copa a los labios
y tomo un sorbo. La temperatura en la cocina se eleva unos seis mil grados,
y no tiene nada que ver con el calor de la estufa o el vino. Sus ojos en mí son
embriagadores.
Mientras Alexei se da la vuelta para preparar el biberón de Ella, me
pregunto cómo es posible que mantenga las manos quietas cuando este
hermoso hombre se pavonea como si fuera sexo en un palo, todo ello sin
hacer nada más que abrazar a una bebé que no le pertenece. No puedo
dejar de pensar en ello. Cada vez que hace algo con Ella, mis ovarios
piensan por mí.
Estoy totalmente jodida.

44
Ryleigh
Estas últimas noches han sido agradables, pero aparentemente Alexei
ha perdido la cabeza.
Cuando me dijo esta mañana que volaría a California más tarde para
un partido fuera de casa, empecé a empacar, asumiendo que obviamente
tendría que encontrar otro lugar al que ir. No estuvo de acuerdo y ahora
hemos estado discutiendo sobre esto durante los últimos treinta minutos.
Está loco, absolutamente loco. Y ahora me está mirando con esa
expresión sexy y determinada, sus puños apretados a sus costados. Si quiere
45 pelea, pelea tendrá. Adelante, amigo.
Cuadro mis hombros y convoco el tono más dominante que puedo
reunir.
—No puedo quedarme aquí mientras te vas.
Alexei traga, su manzana de Adán se balancea de la manera más
distraída.
—Por supuesto que puedes. Te lo ofrecí. Tu aceptarás. Es un trato. —
Sus ojos son juguetones, pero su postura dice que se trata de negocios.
Bueno, dos pueden jugar ese juego, amigo. No estoy intimidada por
el hecho de que es un atleta profesional. Puedo y me mantendré a mí
misma.
—No es un trato. No me quedaré aquí, Alexei. Fin de la historia. Ya has
sido demasiado generoso, demasiado amable. No me aprovecharé de ti
así. Soy prácticamente una extraña y no es posible que puedas confiar en
mí sola en tu casa.
En serio. La cena, el baño, la cómoda cama celestial, todo ha sido
genial, pero siempre he sabido que es una solución muy temporal para mi
problema.
Sonríe, de alguna manera va de enojado a divertido en unos tres
punto cinco segundos.
—Ah ¿Sí? ¿Y por qué no? ¿Vas a hacer pollo parmesano? ¿Tomar un
baño en mi bañera? ¿Usar todas las toallas? ¿Una carga de ropa? Hazlo.
Ruedo mis ojos.
—¿Te han golpeado en la cabeza demasiadas veces en el campo?
No, hombre mandón. No puedes invitar a una mujer al azar a que viva aquí
mientras estás fuera. Yo podría… —Miro alrededor, buscando—. Robar tu
televisor, o… —Dios mío, ser el peor criminal de todos los tiempos—. Podría
revisar tus estados de cuenta bancarios y declaraciones de impuestos,
iniciar una identidad falsa con tu número de seguro social. Tal vez cometer
un asesinato en tu habitación.
Sus ojos se abren mientras considera mis palabras.
Ahí. ¡Toma eso, zoquete!
Entonces Alexei se ríe y sacude la cabeza.
—No vas a hacer nada de eso. —Se acerca más a donde estoy
parada hasta que estamos a un pie de distancia. Luego coloca sus grandes
palmas callosas en la parte superior de mis brazos y les da un ligero apretón.
Me he preguntado desde el día en que lo conocí cómo se sentiría su toque.
Es la primera vez que me toca tan íntimamente y sé que no lo hace para ser
46 sensual, solo lo hace para transmitir su confianza en mí, pero el efecto es el
mismo. Mi piel se estremece agradablemente y mi aliento se engancha en
mi garganta. Las palabras de Desiree acerca de Alex Ivan como uno de los
hombres más buscados del mundo pasan por mi cabeza.
Su voz baja, su ira se va.
—Confío en ti, ¿de acuerdo? ¿Es eso tan loco?
Sus manos se alejan y respiro hondo, sus palabras me tranquilizan y me
alarman. Apenas nos conocemos, pero está esto pasando entre nosotros,
por innegable que sea.
—Es una locura, sí. Tú y yo sabemos que es una locura.
Alexei reflexiona sobre esto, sus dientes blancos perfectamente rectos
mordiendo su labio inferior mientras lo hace.
—No quería decir esto, quería que te quedaras porque querías, pero...
Me vuelvo sobre los talones, esperando la bomba que está a punto
de lanzarme.
—Ambos sabemos que esto es lo mejor para Ella. Mudarla de un lado
a otro, interrumpiendo así su horario, no es bueno para ella. Esto es lo mejor
para ella y ya que las quiero a ustedes aquí… Quédate. Por favor.
Ugh, golpe bajo. Odio cuando me recuerda que no soy capaz de
cuidarla por mi cuenta, incluso si esas no son las palabras que usó.
Enderezo mi columna vertebral.
—Bien. Nos quedaremos.
Su boca llena se rompe en una sonrisa feliz.
—Bueno. Eso fue fácil. Ahora, hablemos de tu lugar de trabajo…
Sacudo la cabeza, frunciéndole el ceño.
—No digas ni una palabra, amigo. —Me ha estado llevando al trabajo
y mi antigua vecina cuida a Ella hasta que salgo y él regresa a buscarnos.
No estoy segura de cuál es el plan cuando se haya ido, pero mi trabajo es
una cosa que no puede dictar.
Alexei solo se ríe, pero puedo decir que hablaba en serio y este es un
tema de conversación que discutiremos en el futuro. Dios, este hombre. Él es
igual de bello que de exasperante.
Puede que haya ganado esta ronda, pero no tengo intención de
rendirme tan fácilmente.

47
Alexei
Acabo de abordar un avión a California, pero en lo único que puedo
pensar es en la mujer y la bebé que estoy dejando atrás.
Me costó bastante convencer a Ryleigh para que se quedara en mi
casa mientras estoy fuera este fin de semana. Casi pensé que tendría que
amenazarla con atarla a una silla, pero al final estuvo de acuerdo. Debería
ser extraño, la conozco hace solo unos pocos días y, sin embargo, confío en
ella completamente en mi espacio personal.
Mi agente, Slate, cree que estoy loco, pero él no ha conocido a
48 Ryleigh. Ella es la cosa más alejada de una excavadora de oro que puedas
encontrar. He tenido que pelear con ella en cada paso del camino para
que me deje ayudar.
Incluso las cosas más pequeñas son difíciles con ella. Ha insistido en
cocinar para mí como una forma de ganarse su sustento, lo que me ha ido
bien. Odio cocinar, pero necesito comer muy a menudo, es un mal
necesario. Ryleigh parece disfrutarlo. Se ha acomodado en la cocina de mi
casa y le encanta inventar nuevos platos para que los pruebe. El fettucine
Alfredo casero que hizo la noche anterior fue casi tan bueno como el sexo.
Borra eso.
Fue increíble, sí, pero nada es tan bueno como el sexo. Vivir con una
mujer hermosa que he visto desnuda dos veces ha jodido con mi cerebro.
Ahora tengo el sexo en el cerebro como un adolescente cachondo.
Fantástico.
Estoy muy atrasado de acción, pero no hay manera de que pueda
relacionarme con una mujer al azar mientras Ryleigh y Ella se quedan
conmigo. En este punto, estoy bastante seguro de que la única mujer por la
que se podría levantar sería Ryleigh.
¿Cómo es que esta mujer que apenas conozco ya me posee?
Mi mente sigue recordando esos pantalones cortos que tenía en el
club y esas hermosas tetas. Jesús, esas tetas y todo lo que hay debajo de
ellas han perseguido mis sueños. He soñado con ella todas las noches.
Tocándola. Besándola. Rodando sus pezones bajo mis pulgares.
Desafortunadamente, no ha mostrado el menor interés. En realidad,
eso no es del todo cierto. Después de la cena durante su segunda noche
allí, se quedó en la cocina, de pie, cerca, con sus lindos ojos azules fijos en
los míos, y por un segundo, tuve la sensación de que quería que la besara,
o de que quería besarme. Joder, no me hubiera quejado por ninguna de las
dos cosas.
Pero no había manera de que hiciera las cosas incómodas y la
asustara. Por lo que sabía, se asustaría y saldría corriendo de allí. La idea de
que ella y Ella estuvieran afuera en alguna parte valiéndose por sí mismas no
era una posibilidad que estuviera dispuesto a tomar, especialmente en
pleno invierno en Chicago.
Así que, en lugar de eso, me ocupé de limpiar la cocina. Ryleigh se fue
para acostar a Ella, y cuando regresó y lavó las botellas a mi lado en el
fregadero de la cocina, toda la tensión de antes había desaparecido.
Compartimos otra copa de vino y hablamos de nuestras películas favoritas
antes de separarnos para ir a la cama, en habitaciones separadas. No me
impidió masturbarme esa noche mientras pensaba en cómo se veía en la
bañera, pero al menos no hice algo tan estúpido como hacer un
49 movimiento hacia ella.
Ella es abordada todo el día todos los días en su trabajo, y no estoy
dispuesto a ser como uno de esos neandertales que espera que ella
comparta su cuerpo conmigo solo porque la estoy ayudando. Cuando
decida compartir ese delicioso cuerpo suyo conmigo, será porque está tan
desesperada como yo por explorar lo que podría pasar entre nosotros, no
porque sienta que tiene que compartir mi cama a cambio de un lugar
cálido donde quedarse.
—¿Estás listo para el gran juego, Ivan? —me pregunta mi amigo Doug,
dándome una palmada en el hombro mientras me pasa por el pasillo para
tomar la fila detrás de mí. El avión es lo suficientemente grande como para
que cada jugador tenga su propia fila, lo cual es útil cuando metes a sesenta
y cinco jugadores de fútbol en un avión juntos.
—Nací listo, bebé —bromeo.
La verdad es que el juego es lo más alejado de mi mente, y espero
poder superarlo sin decepcionar a mi equipo.
Saco mi teléfono para enviar un mensaje de texto a Ryleigh una última
vez antes de que tengamos que cambiar al modo avión.

Oye, Ry, ¿están bien? Estamos a punto de despegar.


Un segundo después, mi teléfono suena y mi boca se contrae en una
sonrisa.

Estaremos bien, Alexei. Ve a ganar ese juego. Por mí y por Ella. :)

Me rio entre dientes y tecleo una respuesta.

¿Me vas a ver en la tele?

Observo como el último de los jugadores y el personal suben al avión


y espero a que responda.

¡Oh! Nunca pensé en eso. ¡Sí,totalmente! A qué hora es el juego


¿Repíteme cuál es tu número, así sé a quién buscar en el campo?

Esto me hace reír más fuerte. Nunca he salido con una mujer que no
50 esté obsesionada con el fútbol, obsesionada con lo que hago para
ganarme la vida o con la idea de ser la novia o la esposa de un jugador.
Ryleigh literalmente no tiene ningún interés, y eso me parece refrescante.
Le indico la hora y le digo en qué canal va a encontrar el juego, así
como el número de mi camiseta.

Nos vemos el domingo por la noche.

Su respuesta llega casi al instante.

Estoy deseando que llegue.

Dos noches. Dos noches lejos de Ryleigh y la pequeña Ella, se siente


como una jodida eternidad.

***
No tengo ni idea de qué demonios le está pasando a mi vida. Solo sé
que toda mi concentración, mi enfoque, ha sido reemplazada por una
preocupación constante por una mujer y una bebé que actualmente se
encuentran en mi hogar.
Mi equipo logró una victoria, pero apenas, y puedo decir que el
entrenador Royce no está del todo satisfecho con mi rendimiento en el
campo. Pero a la mierda. Ganamos. Se acabó. Él tendrá que lidiar con eso
por ahora.
En nuestro vuelo de regreso a Chicago, inclino mi cabeza hacia atrás
contra el asiento con los ojos cerrados, fingiendo estar dormido para no
tener que soportar ninguna pregunta sobre qué diablos pasó allí. Durante las
últimas cuarenta y ocho horas, me convertí en alguien a quien apenas
reconocí. Era como un novio adolescente necesitado, enviando mensajes
de texto a Ryleigh constantemente, revisándolos y, honestamente,
extrañando tenerlas cerca. Incluso a la pequeña Ella.
Casi tuve un ataque de pánico y volé de regreso cuando Ryleigh no
podía entender cómo configurar el sistema de alarma, aunque no había
manera de que alguien llegara al apartamento sin mi contraseña.
Básicamente, estaba siendo un hombre-bebé ridículo sobre todo esto, y no
tengo ni idea de por qué.
51
Mientras estaba al otro lado del país deseando estar de regreso en
Chi-town, Ryleigh pasó su tiempo siendo productiva, tratando de localizar a
la madre de Ella, e incluso presentó el informe de persona desaparecida a
la policía, aunque no ha llegado a ninguna parte con su búsqueda. Apuesto
a que no estaba revisando su teléfono constantemente y a punto de sufrir
una crisis total mientras se preocupaba por mí.
Jesús, necesito que me revisen la cabeza y posiblemente mis bolas.
Demonios, tal vez incluso un chequeo para ver si me está creciendo una
vagina en lugar de mi virilidad. Nada me sorprendería en este punto.
Cuando mis oídos saltan por el cambio de presión, abro los ojos, feliz
de que aterricemos pronto. Cuarenta minutos después, me estaciono en el
garaje de mi edificio. No puedo llegar al ascensor lo suficientemente rápido
y presiono el botón tres veces en mi prisa por llegar arriba.
Es tarde, casi las diez aquí, y encuentro a Ryleigh acurrucada en el
sofá con una copa de vino blanco en la mano. Sus piernas están cubiertas
por una colcha de piel blanca, y el televisor está en silencio. Ella no está a
la vista, está en su cunita, estoy seguro.
—Hola —le digo.
—Hey. —Ryleigh sonríe cuando me ve y comienza a levantarse.
—No te muevas. Te ves cómoda —digo, uniéndome a ella en el otro
extremo del sofá. Levanto sus pies descalzos y los coloco en mi regazo.
Necesito tocarla ahora mismo. Sé que no debería, pero esta noche me estoy
rindiendo. Estoy demasiado débil para no tener mis manos sobre ella
después del fin de semana lejos.
—Lo estoy. Ella me agotó. —Ryleigh deja escapar un bostezo mientras
yo froto pequeños círculos en el arco de su pie—. Mmm... Eso se siente bien
—dice, cerrando los ojos.
Se ve tan bonita así, tan suave y doméstica. Hay algo que me gusta
de encontrarla aquí esperándome, toda relajada y somnolienta.
—¿Viste el juego? —pregunto.
Los ojos de Ryleigh se abren y se aferran a los míos.
—Estuviste increíble, Alexei. Nunca he estado más interesada en ver
un partido de fútbol en toda mi vida.
Me rio.
—Jugué como la mierda, pero gracias.
—De ninguna manera. Pensé que eras increíble. Tan confiado y
agresivo. Fue... no importa.
52
—¿Fue qué? —La curiosidad hace que mi boca se doble.
—Sexi —dice en voz baja, su mirada baja de la mía a mi boca y luego
vuelve a subir.
—Me alegra que lo hayas disfrutado —digo, mi voz de repente se
tensa cuando mis manos detienen sus caricias suaves mientras nos miramos
fijamente el uno al otro.
Ella asiente.
—Solo tengo una queja.
—¿Cuál sería? —Me muevo hacia el otro pie para darle el mismo
tratamiento ahora que parece que nuestro momento ha pasado. Nunca me
he atrevido a tocarla tan libremente, pero de alguna manera me parece
bien. Y me está dejando, así que no hay manera de que me detenga ahora.
—Me gustaría que tuvieran más cobertura en ti.
Esto me hace reír. Viniendo de ella suena adorable y un poco
incómodo, pero no me importa, me siento a tres metros de altura.
—Soy un apoyador, no el mariscal de campo. Obtienen la mayor
cantidad de tiempo en el aire. A decir verdad, tengo la suerte de hacerlo
en algunos clips aquí y allá.
Ella traga, mirando mis manos trabajar en su delicado pie.
—Bueno, yo prefiero verte a ti.
Es en ese momento que me pregunto si siente lo mismo que yo. ¿Ry
siente esto entre nosotros? El campo de fuerza de la química que nos rodea
es intenso. Me pregunto si esto podría ser algo real, y no solo físico, aunque
sé que lo físico también podría ser realmente increíble.
Me incorporo y me acerco. Ryleigh se endereza también. Tomo la
copa de vino de sus manos y la pongo en la mesa de café.
—¿Es una locura si digo que te extrañé? —murmuro, mi boca a pocos
centímetros de la suya.
Sus ojos son tan azules, tan amplios y claros. Son fascinantes.
Se moja los labios con la punta de la lengua.
—Yo... Yo también te extrañé. Quiero decir, en su mayoría,
simplemente extrañaba tener un poco de ayuda con la bebé, si soy
completamente honesta, pero la otra parte de mí te extrañaba.
Me rio y coloco mi mano en su cuello, mis dedos giran su cabeza hacia
mí.
53 —Ven acá.
Cuando la atraigo hacia mí, Ryleigh levanta la boca y coloco un lento
y dulce beso en sus labios separados, húmedos y con sabor a vino. El calor
corre por mi espina y mi polla se endurece instantáneamente. Un beso lento
se convierte en dos y luego en tres, y cuando mi lengua se desliza entre sus
labios, Ryleigh responde, profundizando el beso y haciéndome gemir.
Paso mis dedos por su sedoso cabello y beso su bonita boca, como si
mi vida dependiera de ello. Ella hace un pequeño sonido lleno de
necesidad que hace que mi polla duela.
Separándome de sus labios por un segundo, la pongo en mi regazo.
Ryleigh separa las rodillas a cada lado de mis muslos, alineando su coño con
mi polla ahora completamente erecta.
Gruño por el contacto sorpresa. Se siente tan jodidamente bien.
—Oh, hola —dice, sonriéndome.
—Hola.
Ella coloca una mano en mi mejilla y se inclina para otro beso,
dándole a sus caderas un movimiento experimental.
Mierda.
Me está torturando. Hecho científico: moriré si no entro enella en los
próximos cuatro segundos.
Coloco mis manos en su culo y la empujo aún más cerca.
—Eres tan jodidamente sexy, nena.
Cuando tiro de su camiseta, Ryleigh levanta sus brazos, dejándome
pasarla por su cabeza. Está desnuda debajo, y no pierdo el tiempo y me
lleno las manos con esas hermosas tetas.
—Alexei… —gime mi nombre cuando mis pulgares encuentran sus
pezones y la provocan.
Su espalda se arquea y mi boca se mueve de su cuello a su pecho,
donde chupo y agito los picos firmes con mi lengua hasta que se retuerce
en mi regazo.
Creo que mi cabeza va a explotar. Corrección: ambas cabezas.
—Nena —jadeo—. No quiero presionarte. No quiero ir más lejos de lo
que te sientas cómoda...
Ryleigh asiente como si estuviera de acuerdo, pero no me dice hasta
dónde quiere que esto llegue. En cambio, desliza sus manos debajo de mi
camisa y presiona ambas palmas pequeñas contra mi abdomen, su rostro
54 se ilumina de felicidad por los músculos firmes que encuentra allí.
Pronto, le quito los leggins, dejándola en solo un par de esas malditas
bragas de algodón blancas que le compré. Su cabello ondulado se
desplaza sobre sus hombros, y se ve como una diosa posada sobre mí,
aplastando mi polla.
Todavía llevo mis jeans, pero Ryleigh me ha quitado la camisa, y
parece que no puede dejar de frotar las palmas de sus manos por todo mi
pecho y abdominales. No me avergüenza decir que estoy amando sus
manos sobre mí, sin importar dónde estén. Se siente realmente bien, y
aunque quiero más, mucho más, estoy feliz de dejar que ella marque el
ritmo.
Luego, alcanza entre nosotros y desabotona mis jeans, y mi ritmo
cardíaco se triplica.
—Joder, ¿estás segura de esto? —Beso su garganta mientras sus
manos trabajaban dentro de mis calzoncillos. No puedo dejar de alabarla,
no puedo dejar de besarla, no puedo dejar de desearla. Nunca quiero que
esto termine, pero necesito escucharla decir que ella también quiere esto.
Se detiene inesperadamente.
—Espera.
Me alejo, aterrorizado de que haya recuperado el sentido y vaya a
poner freno a todo esto.
—¿Qué es? —La sangre late por mis venas.
Su nariz se arruga.
—No dormiste con un montón de groupies mientras estabas fuera,
¿verdad?
Aliso mi pulgar sobre las líneas de preocupación en su frente. No
puedo culparla por estar preocupada. La mierda que hacen algunos de mis
compañeros de equipo no es exactamente un secreto de estado.
—No. No me he acostado con nadie en meses.
Esto hace sonreír a Ryleigh.
—¿Por qué estás preocupada? No estuviste con un montón de tipos
mientras yo no estaba, ¿verdad? —Estoy bromeando, pero no puedo evitar
molestarla un poco. Al mismo tiempo, el pensamiento hace que mi sangre
se caliente.
Ella golpea mi brazo.
—No he estado con nadie en casi un año.
55 Esa noticia es sorprendente. Es hermosa y muy dulce.
—En ese caso, creo que mereces el tratamiento de lujo. —Sonrío.
—Hmm. —Sonríe—. ¿Y qué implica el tratamiento de lujo?
—Ven aquí. —Me paro, la levanto en mis brazos y la llevo a mi
habitación, donde la coloco en la cama. Luego la empujo más cerca y
presiono sus muslos para separarlos en el espacio entre sus piernas.
—Alexei... —comienza a protestar, y luego le saco sus braguitas
húmedas por sus piernas. Y cuando mi lengua se encuentra con su sedoso
núcleo húmedo, sus protestas se convierten en gritos de placer.
—Recuéstate y disfruta, nena. Tengo la intención de probar cada
centímetro de ti esta noche.
Lamo y chupo su tierna carne, sosteniendo sus caderas con mis
manos. Ella sabe tan bien. Toda dulce excitación femenina, y saber que es
por mí, me excita increíblemente.
En cuestión de minutos, los gritos de Ryleigh se convierten en algo más
primitivo. Está tan cerca. Sus jadeos y sus pesadas respiraciones están a
punto de hacerme venir en mis malditos vaqueros como un adolescente.
Empujo un dedo dentro de su fuerte calor y gimo por lo bien que se
siente. Ryleigh grita, levantando sus caderas para mecerse al ritmode mis
movimientos. Otro círculo perezoso de mi lengua y se corre, su cuerpo
apretándose alrededor de mi dedo mientras grita, jadeando mi nombre.
Es el mejor sonido de mierda en todo el mundo.
Unos momentos más tarde, me reúno con ella en la cama, besando y
mordisqueando sus muslos internos mientras subo por su cuerpo para
acostarme a su lado.
Sus nebulosos ojos se abren y encuentran los míos.
—Vaya. Creo que soy una gran fanática del tratamiento de lujo —
dice con voz entrecortada.
No puedo evitar la risa que sale de mis labios. Su honestidad siempre
me atrapa. La mayoría de las chicas que conozco solo están detrás de mi
status y se emocionan de que les dé la hora del día, probablemente con la
esperanza de convertirse en un elemento permanente en mi vida. A Ryleigh
no le importa eso, y ha luchado conmigo en todos los pasos hasta este
punto.
Cuando su cálida palma me empuja a través de mi bóxer, mi sonrisa
se desvanece. Estoy tratando de frenar el deseo que tengo por esta mujer,
pero ella lo está haciendo más difícil de lo que pensaba... eso y la cantidad
56 de tiempo desde que he tenido acción están en guerra con el puesto de
caballero en el que Ryleigh me ha colocado.
—¿Puedo tocarte? —pregunta.
—Joder, sí.
Ryleigh coloca un beso en mi pecho en su camino hacia abajo,
deteniéndose para hacer cosquillas en mis músculos abdominales con la
lengua hasta que está cara a cara con su premio.
Tiro de mi bóxer y mis jeans con un movimiento rápido y los arrojo por
el costado de la cama. Los ojos de Ryleigh se ensanchan mientras me toma.
—Oh, Alexei —gime, envolviendo su delicado puño alrededor de mi
eje hinchado y dándole una caricia firme.
Oh Dios.
Libero un ruido gutural, y mis ojos se cierran. He querido sus manos
sobre mí desde que la conocí, y esto es casi demasiado. La sobrecarga de
sensaciones se apodera de todo pensamiento racional.
—Sí, nena. Apriétame, por favor. —No estoy por encima de la
mendicidad, porque su mano vence mi mano todos los días de la semana.
Pero Ryleigh tiene otras ideas. Se agacha entre mis piernas,
arqueando la espalda mientras me lleva a la boca. La curva de su trasero
desnudo distrae, y mi mirada se mueve entre esa vista seductora y el beso
lento y húmedo que actualmente le está dando a la cabeza de mi polla
que se siente tan malditamente bien.
—Oh, mierda, sí —gruño cuando traga toda mi longitud hasta la parte
posterior de su garganta.
Tan bueno.
Es tan, tan bueno.
Luego agrega una mano, retorciendo la palma mientras se desliza
sobre mi eje firme, y sé que voy a venirme demasiado pronto y me
avergüenzo. Pero en este momento, no podría dar dos mierdas.
Empujando mis caderas fuera de la cama, no puedo evitar follar su
boca.
—Demasiado bueno. Joder, Ryleigh. Mierda. Sí, nena.
Sus ojos están cerrados en concentración, y sus pestañas oscuras
descansan contra sus pómulos altos. Ella es hermosa. Unos cuantos golpes
más y me vengo, entrando en su boca en una serie de chorros calientes que
me hacen ver estrellas.
Ryleigh, siempre sorprendiéndome, traga cada gota, haciendo
pequeños sonidos necesitados en la parte posterior de su garganta.
57
Mierda.
Esta chica.
Cuando termina, se arrastra por mi cuerpo y presiona un suave beso
en mi cuello.
—Eso fue jodidamente increíble —jadeo, mi voz tensa mientras trato
de frenar mi respiración.
Se ríe.
—Me alegra que te haya gustado.
La atraigo más cerca y la beso en los labios, pasando mis dedos por
su cabello.
—¿Gustarme? Cariño, me encantó.
Como si fuera una señal, Ella deja escapar un grito desde la
habitación de al lado, y Ryleigh se pone rígida.
—Relájate. Yo me encargo. —Me levanto de la cama y tiro de mi
bóxer.
—Tiene hambre. Ya hay una botella en el refrigerador.
Me inclino y presiono un beso en la sien de Ryleigh antes de salir de la
habitación, sintiéndome como el maldito hombre más afortunado del
mundo.

58
Ryleigh
Me despierto con el sonido de Ella llorando, que no es nada nuevo.
Pero cuando parpadeo abriendo mis ojos, me toma unos momentos
ajustarme a lo que me rodea.
En lugar de las paredes blancas y el suave edredón blanco al que me
he acostumbrado las últimas noches en la habitación de huéspedes, veo
paredes azul marino y ropa de cama gris oscuro. Y estoy rodeada del mejor
aroma del mundo: el aroma masculino de cuero y especias de Alexei.
59 Mmm.
Me quedé dormida en su cama anoche, en sus brazos al parecer... y
de alguna manera se siente bien. Una sonrisa adorna mis labios cuando me
siento, lista para mover mis piernas a un lado de la cama para cuidar de Ella,
pero manos firmes rodean mi cintura y me tiran de nuevo a la cama. O, más
concretamente, hacia un pecho duro. El calor desciende por mi espalda al
recordar lo que hicimos anoche.
—No te vayas. Todavía no —dice Alexei con su voz profunda y sexy,
haciendo que mis dedos se enrosquen. Me muerde el cuello y me dan
escalofríos en la espalda.
No quiero dejar el calor de su musculoso pecho, pero una bebé
gimoteando es una fuerza poderosa.
—Ella tiene hambre. Me toca esta vez.
—¿Estás segura? —pregunta.
—Segura. —Doy una palmadita contra sus firmes abdominales y, esta
vez, logro escapar de sus brazos.
—Está bien —dice adormilado mientras se da vuelta para quedarse
dormido.
Salgo de puntillas de la habitación, tomo mis pijamas y me visto
rápidamente antes de llegar a Ella. Sonríe cuando me ve y mi corazón se
derrite al ver su sonrisa gomosa de bebé.
—Hola, niña bonita —le digo mientras la levanto.
Nos dirigimos a la cocina y le preparo un biberón. Cuando me siento
en el sofá y empiezo a alimentarla, le acaricio el cabello y la observo beber.
Sus brillantes ojos azules se fijan en los míos mientras chupa ávidamente el
biberón. Por alguna razón, pararme aquí en la cocina con ella, ambas en
pijama, me hace sentir extrañamente emocional.
—Voy a encontrar a tu mamá. Lo prometo.
Ella parpadea hacia mí y la levanto hasta mi rostro, le doy un suave
beso en la frente. Llevándola a través del apartamento, me acomodo en el
sofá y la sostengo cerca mientras acaba el biberón.
Me sorprende nuevamente cuán desastrosa es mi vida. Estoy sentada
aquí con una bebé, una parte de mí todavía se tambalea por eso, la otra
parte se siente eufórica debido a lo dulce y sexy que es Alexei y lo bueno
que es con su lengua, pero la verdad es que las cosas están lejos de estar
bien. Me desalojaron de mi apartamento, Andi sigue esquivando mis
llamadas, tengo que trabajar hoy y me preocupa cómo actuará Alexei
60 cuando le diga que debo ir a trabajar.
Salió de la habitación poco después, recién duchado y vestido con
vaqueros y una camiseta. Sus largos pies están descalzos y su cabello
todavía está húmedo. Se ve lo suficientemente bien como para comerlo.
Enfócate, Ryleigh.
Prepara una taza de café y luego se une a nosotros en la sala de estar,
inclinándose para tocar el pie de Ella.
—Buenos días, princesa —arrulla.
Acomodo a Ella contra mi hombro y le doy una palmada en la
espalda para que eructe. Como la buena bebé que es, hace un ruido de
eructo casi instantáneo, y Alexei se ríe. Respiro hondo, esperando que esté
de buen humor.
—Necesitaré que me lleves a buscar mi auto hoy —le digo, probando
las aguas.
—Por supuesto. Podemos ir después del desayuno, si quieres.
Vaya. Eso fue más fácil de lo que pensaba.
—Y, um, tendré que dejar a Ella con mi vecina para poder ir a trabajar.
—¿Tienes que trabajar hoy? —pregunta con la voz tensa.
—Sí. Desde el mediodía hasta las seis. —Aguanto la respiración,
esperando que él haga algún comentario que me prohíba ir. Ella deja
escapar un pequeño eructo y la coloco sobre su almohada especial en el
sofá a mi lado. Alexei se dirige a la cocina y se sirve una taza de café.
—Puedo cuidarla. No hay necesidad de tener una niñera.
Vuelvo a doblar la pila de mantas recién lavadas, pero la sorpresa
está escrita en todo mi rostro. Me sorprende casi a cada paso.
—¿Harías eso?
—Claro —dice despreocupadamente—. ¿Por qué no?
—¿No tienes trabajo hoy?
—Cuando ganamos un juego, no hay práctica al día siguiente. Es un
pequeño beneficio que nos dan. Se supone que debo ir dentro de una hora
para una reunión de equipo, donde vemos algunos de los momentos más
destacados del juego. Eso es todo.
—Pero ¿qué hay de Ella?
Se encoge de hombros, regresando a la sala con su taza de café en
la mano.
61 —Puedo llevarla conmigo. No es la gran cosa.
¿No es gran cosa?
—¿Qué dirán tus compañeros de equipo?
—Me importa un carajo lo que dicen.
Sonrío para mí misma. Probablemente pensarán que ella es suya.
¿Por qué la idea de eso hace que mis labios se enrosquen en una
sonrisa?
Me doy cuenta de que, si las personas nos vieran a los tres juntos,
pensarían que somos los padres de Ella y no puedo evitar preguntarme
cómo sería eso. Ser parte de una pareja, volver a ser parte de una familia.
Los sueños así son peligrosos.
—Esto es demasiado generoso, Alexei. Como de costumbre contigo.
Se gira para mirarme, frunciendo el ceño mientras deja su taza sobre
la mesa de café.
—Estoy lejos de ser generoso en este momento, Ryleigh. No quiero que
trabajes allí en absoluto. Pero es un tema que supongo que no estás lista
para discutir.
—No puedo renunciar, Alexei. ¿Qué haría yo para tener dinero? Y no
te atrevas a sugerirme que continúe dependiendo en ti. Sabes que lo odio.
Me hace sentir barata e inútil y no lo haré. Apenas me conoces. No tienes
ninguna obligación hacia nosotros.
Se acerca más, con los ojos fijos en los míos, como si fuera un
depredador y yo su presa y frota sus grandes de arriba a abajo por mis
hombros.
—Sé lo suficiente. Sé que eres autosuficiente e independiente. Y eso
me encanta de ti. El noventa y nueve por ciento de las mujeres que conozco
están felices de dejarme pagar. Quieres pararte sobre tus propios pies y yo
respeto eso. Te respeto.
Termino de doblar las mantas y las apilo cuidadosamente dentro de
la cesta de la ropa. Ha sido una gran bendición tener una lavadora y
secadora aquí. Mi apartamento no tiene una, y arrastrar a una bebé por el
frío exterior hasta una lavandería varias veces a la semana no es mi idea de
diversión. Esa es una realidad que tendré que enfrentar pronto, bueno, tan
pronto como pueda pagar mi renta atrasada.
—¿Puedo preguntarte algo? —me dice.
—Por supuesto. —Después de mover a Ella a una manta en el suelo,
camino hacia el mostrador y me sirvo una taza de café.

62 —Si no trabajaras allí, ¿qué te gustaría hacer en su lugar?


Eso es fácil.
—Siempre quise ser maestra. Terminé mis primeros dos años de
universidad con una beca y con préstamos de mis padres. Luego ocurrió el
accidente, y mis padres... —Me detengo por un momento, mirando mis
dedos de los pies—. Perdí mi enfoque, supongo, y con ello, mi beca. Eso fue
hace dos años. Me encantaría volver y terminar mi carrera. Pero gano
mucho dinero en el club, y ahora con Ella...
—Lo entiendo. —Asiente —. Pero si sirve de algo, creo que serías una
maestra maravillosa.
—Gracias —murmuro y sonrío. Sus palabras me envuelven como una
cálida manta, me reconfortan y me dan esperanza al mismo tiempo.

***

Después del desayuno y una ducha, Alexei me llevó a mi casa para


que pudiera recoger mi auto. También logré convencer a mi casero de que
abriera mi apartamento para poder empacar algunas de mis pertenencias
y conseguir más ropa para Ella y para mí. Él estuvo de acuerdo, pero solo
después de que le entregué varios cientos de dólares por mi renta atrasada.
Luego pasé seis horas en ropa interior sirviendo cócteles a los hombres.
Cuando finalmente llego a casa, lo primero en mi agenda es una
larga y caliente ducha para lavarme la mugre y quitarme el pesar. Alexei
me dio el código de su estacionamiento subterráneo y mientras subo en el
ascensor, sonrío, mi anticipación por verlos es mayor de lo que imaginaba.
Las puertas se abren y nada podría haberme preparado para lo que
encuentro.
Lo primero que noto es la reproducción de música clásica. Elección
interesante. La segunda cosa que noto es el aroma del pollo asado. Huele
delicioso.
—¿Alexei? —grito, no viéndolos en la cocina o sala de estar.
—En el dormitorio —dice, ya dirigiéndose hacia mí por el pasillo.
—¿Dónde está Ella?
Me sonríe y coloca un tierno beso en mi frente cuando se acerca.
—Profundamente dormida. —Se ríe como si esto lo divirtiera—. Me
gustaría acostumbrarla a un horario regular que no incluya una siesta justo a
la hora de la cena, pero por ahora, es lo que es.
63 Lo sigo a la cocina, más que un poco sorprendida de que haya
pensado en su horario y mucho menos por el hecho de que le gustaría
mejorarlo. ¿Por qué eso hace que mi vientre se estremezca?
—Pero ha estado despierta durante las últimas horas —dice, revisando
algo dentro del horno—. A medida que crezca, ese período de tiempo
eventualmente aumentará.
Asiento, aceptando la copa de vino que me da, así todo tiene mucho
sentido. ¿Cuándo se convirtió este fornido deportista en un ama de casa de
la década de 1950?
Parpadeo y bebo un sorbo del vino blanco frío que me ha entregado.
—Bienvenida a casa. —Sonríe.
Mis entrañas se retuercen. Este no es mi hogar. Ella no es nuestra bebé.
Nada de esto es real y el juego de fantasía es peligroso.
—Gracias —murmuro, mirándolo a los ojos.
—¿Quieres darte una ducha antes de cenar? —pregunta—. Hay
tiempo.
—Claro. —Bebo otro sorbo de mi vino y pongo la copa en el mostrador
antes de dirigirme al baño de invitados.
Me tiemblan las rodillas y no es por el vino. Es por el hombre de infarto
que hizo de niñera durante todo el día, me preparó una comida caliente y
fue lo suficientemente atento como para recordar que me gusta ducharme
cuando regreso a casa del trabajo.
¿Qué voy a hacer cuando sea el momento de dejar este cuento de
hadas y volver al mundo real?
Ni siquiera quiero pensar en eso esta noche. Y siendo brutalmente
honesta conmigo misma, no quiero pensar en eso nunca.

***

Después de mi ducha, me visto con un par de leggings y una camiseta


sin mangas que abraza mis curvas. Me aplico crema hidratante y maquillaje
ligero, incluso me tomo el tiempo para secarme el cabello para que caiga
en suaves ondas sobre mis hombros. Odio cómo me siento tan sucia y
sórdida cuando salgo del trabajo y ahora me siento fresca, limpia y digna
del hombre que me está esperando al final del pasillo. Sonriendo una última
vez ante mi reflejo y esponjándome cabello, me dirijo hacia allá.
64 Encuentro a Alexei donde lo dejé, en la cocina. Me observa
acercarme, con una mirada sombría y depredadora en su rostro. Me gusta
demasiado. Envía un escalofrío a través de mí.
—Hola —dice, su voz tensa.
—Hola —digo, intentando un tono relajado y ligero.
La verdad es que me hace sentir cualquier cosa menos relajada. A
veces me hace sentir caliente e irritada, pero también apreciada, y es un
sentimiento al que no estoy, en absoluto, acostumbrada. La verdad es que
su preocupación por mí me pone nerviosa. ¿Qué haré si cambia de opinión
mañana y decide que es demasiado trabajo? No me dejaré devastar. No
puedo.
Considero preguntarle sobre su elección musical de esta noche, pero
tengo la sensación de que diría algo sobre que la música clásica es buena
para los bebés, que aumenta su coeficiente intelectual o algo así. Es una
estadística que creo haber escuchado en alguna parte. Él es como un
maldito encantador de bebés.
Alexei pone la mesa mientras recupero mi copa de vino. Hay dos
pollos asados enteros, papas al horno con todos los acompañamientos y
brócoli al vapor. Es mejor de lo que he comido en mucho tiempo. Está muy
lejos del menú de un dólar del restaurante de comida rápida que
habitualmente tengo para la cena. No quiero decirle tanto, ya que siento
que solo se enojará, o se pondrá triste y no puedo soportar que me mire de
esa manera.
—Esto es increíble —le digo en su lugar, sentándome en la silla que
retira para mí.
Las otras veces que hemos cenado juntos hemos estado en la barra
de desayuno o en el sofá. Esto se siente como algo diferente y hace que mi
boca se contraiga con una sonrisa. Me ocupo de cortar el pollo que me sirve
y amontonar crema agria sobre mi papa humeante.
Ni siquiera comento sobre el hecho de que él ha hecho dos pollos.
Estoy aprendiendo que su ingesta calórica excesiva es necesaria para
mantener su peso corporal. El chico puede comer, eso es seguro.
—Así que... ¿qué dijeron los muchachos cuando llevaste a Ella contigo
hoy? —Sonrío, soplando un poco de mi comida antes de ponerla en mi
boca. Yum
Alexei sonríe.
—Los malditos pensaban que era mía.
Estoy sonriendo. ¿Por qué estoy sonriendo?
—¿Te fue bien? ¿Estuvo bien?
65
—Tan bien como puede estar en público una niña de dos meses. Ella
tuvo una explosión apenas llegamos —dice asintiendo.
—¿Una explosión?
—Se cagó hasta la espalda —dice, inexpresivo.
Casi me ahogo con la risa antes de tragar rápidamente mi comida.
—Bien. Lo siento por preguntar.
—No fue un gran problema. —Se encoge de hombros—. Llevé
pañales extra y ropa para cambiarla, así que estábamos preparados.
Oh Dios mío, la imagen de Alexei con una bolsa de pañales en su
ancho hombro... Explosión ovárica por mil.
—Además, mi amiga Jane, la asistente del gerente del equipo, ayudó.
Se llevó a Ella mientras estaba en la reunión.
Asiento, mirándole de reojo mientras reflexiono sobre quién diablos es
Jane.
—Esto está delicioso, por cierto —digo, metiéndome otro gran bocado
en la boca.
—Gracias —dice Alexei, pero puedo decir que tiene más en mente
que nuestra cena—. Entonces, em, su madre... ¿ya tienes alguna noticia?
Dejo escapar un profundo suspiro y niego con la cabeza.
—Nada aún. Llamé al oficial con el que presenté un informe, pero aún
no hay noticias. —Al menos no ha aparecido muerta.
Terminamos el resto de nuestra comida y lavamos juntos los platos.
Ella todavía no está levantada de su siesta cuando nos acomodamos
en el sofá. He terminado una copa de vino y Alexei ha vuelto a llenarla,
aunque no está bebiendo. Sospecho que es porque tiene práctica mañana.
Internamente me gusta lo disciplinado que es, pero al mismo tiempo me
siento un poco rara bebiendo sola.
—¿Cómo estuvo el trabajo? —pregunta Alexei, sentado frente a mí.
No puedo evitar notar que su voz es un poco fría cuando hace esta
pregunta.
—Estuvo bien. —Bebo un sorbo de mi vino.
—¿Alguien te ha molestado hoy? —Sus oscuros ojos azules, ese
hermoso color de medianoche que amo, están observando todo y no me
pierdo la forma en que su mirada se entretiene, pasando de mis ojos a mis
pechos. Trago.
—No. —No más de lo habitual, en todo caso.
66 —Bueno.
Su tono firme hace temblar mis entrañas. Está tranquilo y oscuro
afuera, estamos solos y no puedo dejar de pensar en lo de anoche... en la
forma en que su boca caliente se sentía moviéndose sobre mi carne
sensible... en los suaves gruñidos que hizo cuando lo llevé a lo profundo de
mi garganta.
—¿Qué es? —pregunta, con su voz pícara.
—¿Qué? —Parpadeo inocentemente.
—Te sonrojaste. ¿Qué está pasando?
Oh Dios mío.
—Solo estaba... recordando lo de anoche.
¿Acabo de decir eso en voz alta?
No puedo creer que acabo de admitir eso.
Se acerca y toma mi copa, poniéndola en la mesa de café frente a
nosotros.
—Ven aquí, nena —murmura, su voz suave.
Puede conmigo. Este hombre grande y fuerte es dulce, muy suave y
tierno... tan perfecto.
No, Ryleigh. Trato de recordarme que debo proteger mi corazón, pero
fracaso miserablemente.
Cuando me acerco a Alexei en el sofá, él inclina mi mandíbula y me
roba un dulce beso, presionando su boca llena contra la mía.
—Te he echado de menos —murmura.
No debería decirme cosas así a mí. Apenas nos conocemos. ¿Cierto?
Pero no se puede negar que criar una bebé juntos durante la semana
pasada ha acelerado las cosas entre los dos. Puede que me conozca mejor
que nadie...
No pienses, Ry.
Y no lo hago.
Dejo que Alexei me bese hasta que me retuerzo contra él, haciendo
pequeños sonidos llenos de necesidad.
—Vamos a mi habitación —sugiere, y todo lo que puedo hacer es
asentir.
Sí, gracias. Alabado sea el Señor.
Acalorada por el vino, dejo que Alexei me levante del sofá. Me guíe
67 por el pasillo, sus grandes manos en mis caderas todo el camino.
Cuando entramos en su habitación, está oscuro y huele a él y mis
rodillas se debilitan de inmediato. Juro que soy como uno de los perros del
experimento de Pavlov cuando empiezo a salivar, pensando en tomarlo de
nuevo en la boca.
Nos detenemos frente a la cama, uno frente al otro. El momento es
tranquilo e intenso y lleno de promesas. Sus ojos están ardiendo en los míos,
esa es la única manera de describirlo y mis entrañas se tensan.
—Quítate esto. —Levanto la camisa de Alexei y presiono mis manos
contra sus abdominales, pensando que nunca me acostumbraré a lo
definidos y firmes que están. Es un paquete de seis del cielo. Él se ríe.
—Sí, señora.
Su camisa cae a nuestros pies y, querido Señor, es tan sexy. Todas esas
horas dedicadas a levantar pesas han dado sus frutos. Músculos esculpidos
sobre amplios hombros, una cintura delgada y un cuerpo que forma la
codiciada V, hace que mi mirada viaje hacia el sur por voluntad propia.
Pura perfección. Es casi demasiado para mí.
Bueno, casi... pero no del todo.
—No podía dejar de pensar en ti hoy —admite.
Ya somos dos.
Antes de que tenga la oportunidad de responder, tira de mi camiseta
sin mangas sobre mi cabeza, luego tira mis leggings por mis piernas junto con
mis bragas, y pronto estoy completamente desnuda.
Mi corazón bombea más rápido.
—Tu turno —murmuro, llegando a desabrochar el cinturón de Alexei.
Me mira con esa expresión divertida que he llegado a amar.
Cuando sus pantalones y bóxeres son empujados hacia abajo y luego
fuera, no puedo evitar caer de rodillas. Y, créeme, no soy una chica de sexo
oral. Soy su tipo de chica, y su perfecta polla ruega ser lamida y succionada.
—Nena —dice Alexei, como para detenerme, su mano en mi
mandíbula.
—Silencio. Quiero —digo sonriendo.
Deja escapar un profundo gemido cuando coloco mi boca alrededor
de su longitud rígida y le doy un generoso beso.
—Joder —gruñe mientras lo llevo más profundo.
No puedo tener suficiente de él y mi mano acaricia lo que no puedo
meter en mi boca.
68 —Es tan bueno. Sí. Mierda.
Encuentro sus ojos y veo que su atención está enfocada en mí
también. Continúo tratándolo con besos húmedos que me ganan muchos
elogios, hasta que las manos de Alexei encuentran mis brazos y me levantan.
—Suficiente. Quiero estar dentro de ti. Por favor, dime que también
quieres esto. ¿Quieres esto, Ryleigh, a mí dentro de ti? —Su voz es totalmente
áspera y desesperada por mí.
Asiento, repentinamente sin palabras.
—¿Estás segura? No tenemos que hacerlo. Podríamos hacer lo que
hicimos anoche... —Niego con la cabeza.
—Quiero. Estoy más que segura.
Luego estoy acostada en el centro de su cama y Alexei se mueve
sobre mí. Se arrodilla entre mis muslos separados y levanta una de mis
piernas, curvándola alrededor de su cadera.
Miro sus ojos. Son tan intensos. Este momento significa más para mí de
lo que debería, pero no puedo evitarlo. Alexei se envuelve en un condón
mientras yo observo. Es sexy lo confiable y seguro que es.
Encaja la cabeza de su gruesa polla contra mi entrada y empuja
hacia adelante.
—Respira profundamente por mí. Esto podría ser un ajuste apretado.
—Sonríe maliciosamente y levanto mis cejas.
Hago lo que él dice, inhalando profundamente mientras Alexei sigue
adelante. Casi me rindo debajo de él.
Santa mierda. Sabía lo bien dotado que estaba, pero nada me
preparó para esto.
Su polla larga y gruesa se desliza dentro de mí, reclamando cada
centímetro y hace que mi cuerpo se contraiga con una necesidad aún
mayor. No sé dónde termina él y donde empiezo yo.
—Alexei… —me quejo una vez que está completamente asentado.
—Sí. Di mi nombre cuando te follo.
Gimo cuando se retira, llorando su pérdida.
Pero luego se está moviendo, sus caderas empujando hacia adelante
una y otra vez, y, oh Dios mío. No puedo evitar los gritos que caen de mis
labios.
—Alexei, sí —gimo.
Es tan grande… tan dominante… tan sexy con un olor que es
69 innegablemente suyo.
—Eso es, nena.
Agarra la mejilla de mi culo con una mano fuerte, usando mi cuerpo
para tirarme contra su polla una y otra vez, como a él le gusta. Una parte de
mí ni siquiera puede creer que estemos haciendo esto. La otra parte, no
puede creer que pudimos esperar tanto.
Arrojo mi cabeza contra la almohada, perdida en el placer.
—Necesito que te vengas para mí —dice con un gemido.
Muevo mis caderas contra las suyas y Alexei pone una mano entre
nosotros, frotando mi clítoris en círculos firmes mientras continúa follándome.
Eso es todo lo que se necesita para empujarme por el borde.
Mi liberación me rompe con tanta ferocidad que me quedo sin aliento
cuando me aferro a sus hombros. El calor florece en mi núcleo, mi cuerpo
ordeña el suyo mientras mi visión se desvanece.
—Oh Dios, Alexei...
—Joder, nena. Sí —gime, agarrando mi cuerpo con fuerza.
Percibo el momento en que llega al límite conmigo, su larga y gruesa
polla bombea semen caliente en el condón mientras se aferra a mí,
besando mi cuello y murmurando palabras sucias de alabanza a mi oído.
Cuando termina, una parte de mí ni siquiera puede procesar lo que
acaba de suceder. Alexei simplemente me abraza y se da vuelta en la
cama, sin aliento, todavía sosteniéndome.
Santa. Mierda.
Ese fue, con mucho, el mejor sexo que he tenido. Alexei puede
haberme arruinado para cualquiera. Y ni siquiera estoy enojada.

70
Alexei
Le doy una palmada ligera en el trasero a Ryleigh para despertarla,
incapaz de mantener mis manos alejadas de sus exuberantes nalgas.
Aunque sé que debo demostrar control, es lo último que quiero hacer.
—¿Hmm? —murmura, parpadeando con ojos nublados.
—Es hora de levantarse, nena. —Sonrío. Me encanta verla en mi
cama, no puedo evitarlo.
—¿Por qué? —gime.
Solo son las siete, así que lo entiendo, pero la despierto de nuevo.
71
—Tengo práctica.
—Mmm. —Hace un ruido, pero no estoy seguro de lo que significa.
Podría significar que te jodan. O ve a hacerme café. También podría
significar está bien, suena genial.
Me rio y balanceo las piernas sobre el costado de la cama. Me dirijo
a la ducha solo porque me ayuda a despertarme, y no porque quiera dejar
a la mujer que está en mi cama.
Veinte minutos después, Ryleigh sigue en la cama, y créeme, lo
entiendo. Ella insistió en levantarse con Ella ambas veces anoche, aunque
le dije que yo cuidaría de la bebé.
Me dirijo a la cocina, con la intención de prepararle una taza de café
fuerte, y quizás un plato de huevos para mí. Anoche fue increíble, y estoy
más que un poco orgulloso de haber dejado a Ryleigh tan inútil esta
mañana. El hombre de las cavernas que hay en mí se golpea el pecho con
orgullo.
Sonrío con suficiencia al encender la cafetera y ver el goteo que
empieza a funcionar. Ya tengo un biberón listo para Ella sobre la mesada,
sabiendo que estará despierta en los próximos veinte minutos.
Cuando regreso al dormitorio cinco minutos después con una taza de
café humeante para Ryleigh, se sienta en la cama y me sonríe.
—Eres mi héroe.
Hay algo en esa sonrisa, y en la forma en que dice eso, que me golpea
justo en el pecho y quiero que se repita en este momento.
—De nada. —Le doy un suave beso en los labios—. Anoche fue
increíble. Eres increíble.
Ryleigh se sonroja y mira hacia abajo.
No puede ser tímida ahora. No después de lo de anoche. Levanto su
barbilla.
—Dime en qué estás pensando.
Por fin encuentra mis ojos.
—Me encantó cada minuto.
No puedo evitar sentirme orgulloso de cómo la complací. Deslizo mis
manos a lo largo de sus brazos hasta su cuello, su rostro, y luego inclino su
boca hacia la mía. Robo un beso largo, que Ryleigh me da libremente.
Mi polla tiembla a la vida, agitándose entre nosotros.
—¿Tienes tiempo para esto? —pregunta entre besos.
72 —Haré tiempo —digo, y golpea en la parte superior de mi brazo—. Lo
digo en serio. Te deseo tanto, nena.
Sin decir palabra, Ryleigh se baja los pantalones cortos por las caderas
y se los quita, quedándose desnuda de la cintura para abajo, y le saco la
camiseta.
Dios, es sexy. Sus tetas son llenas y redondas, y las quiero en mi boca
ahora mismo.
Me acerco más y tiro de su pezón entre mis labios. Ryleigh hace un
sonido lleno de necesidad como nunca antes había escuchado, y mi polla
se sacude en mis shorts. Me levanto de la cama y me desnudo en unos tres
segundos, y luego me reúno con ella, levantando su pantorrilla alrededor de
mi cadera.
—Necesito estar dentro de ti —gimo cuando mi polla desnuda hace
contacto con su coño caliente y húmedo.
—Estoy limpia. Estoy en control de natalidad —murmura.
Mierda.
—Yo también.
Levanta las cejas con un toque de diversión ante mi respuesta, porque
sonaba como si dijera que yo también estoy tomando anticonceptivos.
—La parte limpia —digo, aclarando—. Me han hecho la prueba.
Ella sonríe.
—No creo que el control de la natalidad masculino haya sido
aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) todavía —
agrego brillantemente.
Dios, cállate, Alexei.
Ryleigh solo sonríe.
—Menos hablar. Más follar.
O más específicamente, follar piel con piel.
Presiono hacia adelante y gimo por lo increíble que se siente. Caliente.
Mojado. Cómodo. Y agarrándome como si su vida dependiera de ello. el
cielo.
—Sí —dice en un gemido—. Oh Dios.
—Sostente, nena —digo, poniendo sus brazos alrededor de mi cuello.
La sonrisa de Ryleigh se desvanece mientras la follo en largos y
profundos empujes. Los gritos llenos de placer atraviesan el aire mientras me
muevo dentro de ella. Es perfecta.
Estoy tan cerca. Pero no puedo correrme antes que ella.
73 Corrección: Puedo correrme con solo mirar a esta mujer, pero no me
correré hasta que grite mi nombre.
Subo su pierna más alto alrededor de mi cintura, y el nuevo ángulo
hace algo por Ryleigh, sin mencionar que me pone aún más cerca de
terminar yo mismo.
—Mierda. ¡Alexei! —grita, contrayéndose a mi alrededor en un
orgasmo que me altera la mente y es más poderoso que cualquier cosa que
haya sentido de cualquier mujer... en toda mi vida.
No puedo evitar seguirla hasta el límite, mi propia liberación poderosa
e interminable.
Santa mierda.
Finalmente, me desmayo encima de Ryleigh. Cuando ella empieza a
reírse, Ella gime desde la otra habitación. Perfecta. Maldita. Sincronización.
Un solo pensamiento parpadea en mi cerebro:
Esta es la forma más perfecta de despertar.
Ryleigh
Alexei sigue en el entrenamiento. Me he duchado, he puesto en orden
el apartamento y ahora estoy sentada en el suelo jugando con Ella. En uno
de sus últimos viajes de compras, Alexei consiguió un par de animales de
peluche y un sonajero de bebé, y me estoy divirtiendo mucho haciendo
sonreír a esta pequeña bebé, y disfrutando de los bonitos ruidos que hace
mientras juega.
Ella se lleva al cerdo de peluche al rostro, agarrándolo con las dos
manos regordetas, y le sonrío. No puedo creer que la haya tenido durante
casi dos semanas. Estoy empezando a sentirme un poco más segura de mí
74 misma con Ella, y una parte de mí sabe que esa seguridad se debe a Alexei
y a su confianza con los bebés. Él me calma... incluso me centra. Me hace
pensar que tal vez, solo tal vez, pueda hacer esto.
Cuando miro a Ella, no puedo evitar pensar en Andi. No la conocí por
mucho tiempo, pero era una buena compañera de cuarto. Respetó mi
espacio personal y pagó su parte del alquiler a tiempo. No éramos amigas,
más bien conocidas que compartían un espacio vital. No salíamos a
menudo, pero éramos lo suficientemente amigables. Durante un tiempo, fue
una relación mutuamente beneficiosa que funcionó bien. Y entonces todo
eso empezó a cambiar. Se retrasó en el pago de la renta un par de meses,
y un día se fue, mudándose sin avisar.
No sabía que estaba embarazada ni por qué se mudó, pero para
entonces ya debía haber tenido al menos un par de meses de embarazo.
Apareció de repente con Ella muchos meses después. Se veía tan
delgada, demasiado delgada para haber tenido un bebé, y todo lo que
dijo fue que necesitaban un lugar donde pasar la noche. Más que nada me
sorprendió verla, especialmente con una bebé recién nacida a cuestas,
tanto que acepté ciegamente. Ahora me pregunto si todo fue un complot
para dejar a Ella conmigo. Porque cuando me desperté a la mañana
siguiente, Andi se había ido y Ella estaba llorando, necesitando que la
alimentaran.
¿Dónde estás, Andi? No puedo evitar pensar que está en algún tipo
de problema. Tal vez el tipo de problemas en el que no quiere involucrar a
un bebé. De cualquier manera, mi corazón se rompe por Andi, pero sobre
todo por Ella, cuya madre obviamente la abandonó.
Mientras me pierdo en pensamientos de lo que pasó para hacer que
Andi abandonara a su hija, el sonido de mi teléfono celular me sobresalta, y
lo busco en la mesa de café.
Es un mensaje de Alexei.

Esta mañana fue divertida.

Me rio, mi humor se aligera con una sola frase. Tiene razón, el sexo con
él es divertido. Es alegre y feliz, y nunca me sentí cohibida o incómoda. Tiene
una forma de ser que hace que todo parezca tan sencillo y fácil y bueno.

No lo sé...

75 Me burlo de él, pensando en qué escribir después.

Tu técnica podría necesitar un poco de trabajo.

Satisfecha con mi respuesta sarcástica, me siento sobre mis talones y


le hago cosquillas a Ella en la barriga con su juguete.

Poco, es una palabra que nunca había oído antes.

El idiota. Aparentemente, también está siendo sarcástico. Sí, el


hombre está dotado como un maldito caballo, y lo sabe. Mis mejillas se
calientan al recordar nuestros encuentros, tanto de anoche como de esta
mañana.
Espero su respuesta, anticipando algo más vulgar, como no parecía
importarte cuando te estabas viniendo sobre mi polla. Pero Alexei es un
caballero, porque su siguiente mensaje simplemente dice:

Hablemos esta noche después de que Ella esté en la cama.


Rápidamente escribo trato, sonriéndome para mí misma.
Ella suelta un pequeño gemido, y no es uno de los gritos felices que
hizo mientras jugábamos.
—¿Estás lista para tu siesta matutina, pequeña?
La levanto de su lugar en el suelo y la llevo a mi hombro, donde la
mezo suavemente y le doy palmaditas en la espalda. He estado tratando
de pensar más en su horario, desde que Alexei me dijo que debería haber
fijado los horarios de las siestas y la alimentación. Ha estado despierta un par
de horas, así que creo que podría tener sueño nuevamente.
La llevo al cuarto de huéspedes y cierro las cortinas para cubrir las
ventanas, sumiéndonos prácticamente en la oscuridad. La habitación está
fresca, pero no fría. Perfecta para la siesta.
Acuesto a Ella con su chupete y decido unirme a ella. Me recuesto en
el centro de la acogedora cama y cierro los ojos, sintiéndome contenta y
en paz por primera vez en mucho tiempo, aunque mi vida es todo menos
eso.

76
Ryleigh
Después del desayuno la mañana siguiente, Alexei se quedó en la
cocina, mirando el azulejo.
—Olvidé que invité a mis amigos Jane y Weston a cenar esta noche.
Pero si quieres que lo cancele...
Niego.
—¿Por qué lo cancelarías? Por supuesto que está bien. —Es su casa,
después de todo. Solo soy la huésped que se está quedando aquí—. Me
llevaré a Ella, y nos iremos un rato para que puedas entretenerte.
77 Sus cejas se fruncen juntas.
—Eso no es lo que quise decir. No quiero que te vayas. ¿Te apetece
conocer a algunos de mis amigos y salir un rato? Weston es el quarterback
del equipo. Jane trabaja para el equipo, y también es la novia de Weston.
Parpadeo hacia Alexei. ¿Quiere que conozca a sus amigos?
—Oh. Um, claro. Por supuesto.
Su apertura para compartir su hogar y su vida conmigo es más que
confusa. ¿Somos amigos? ¿Follamigos? ¿Algo más? Mentalmente, sacudo
la cabeza, ahuyentando esos pensamientos. Es mejor no hacerme ilusiones
para cuando todo esto inevitablemente se vaya a pique.
—No tienes que cambiar tus planes por mí. Estoy más que de acuerdo
con pasar el rato. Siempre y cuando no les importe tener un bebé en la
fiesta.
Ríe entre dientes y niega con la cabeza.
—No es una fiesta. Haré hamburguesas a la parrilla. Tomaremos un par
de tragos. Será casual.
—Suena genial. ¿A qué hora vienen?
—A las siete.
Asiento. Me da mucho tiempo para limpiarme y así conocer a uno de
los compañeros de equipo de Alexei y a su novia.
Un poco más tarde, se dirige a la práctica, dejándome que me
pregunte cómo serán sus amigos. Me pregunto si compartirán historias
divertidas sobre el hombre al que no conozco realmente, pero con el que
estoy viviendo temporalmente. O lo peor de todo, si son hostiles conmigo y
se preguntan si estoy tratando de atraparlo en una relación.
De cualquier manera, será interesante.

***

Los amigos de Alexei son geniales. Son amigables y atentos, y aparte


de un breve ensanchamiento de ojos de Weston y una rápida inhalación de
Jane cuando nos conocieron a Ella y a mí, nos hicieron sentir bienvenidas.
Eso no significa que me sienta cómoda.
Parte de mí todavía se está adaptando a estar aquí con Alexei… a su
estilo de vida de un millón de dólares, a su hermoso apartamento y a lo
diferente que es de mi vida.
78
Tener a sus amigos aquí, que obviamente son ricos y están
enamorados, me hace sentir aún más en el centro de atención. Estoy soltera
y con una bebé a cuestas, viviendo al día.
Jane se ríe de algo que dice Weston, volviendo a poner mi atención
en el presente. Tomo un sorbo rápido de mi vino y pongo la copa en el
mostrador donde nos quedamos. Acosté con Ella hace un rato y ahora no
sé qué hacer. A una parte de mí le gusta tenerla como un amortiguador
social. ¿Eso es raro?
Alexei abre la puerta corrediza de vidrio y regresa al interior, llevando
un plato al fregadero.
—Las hamburguesas están listas.
Sus ojos se encuentran con los míos, y me pregunto si puede decir lo
fuera de lugar que me siento. Probablemente no. He sonreído en los
momentos adecuados y me he reído de sus bromas. Incluso me propuse
preguntar por el trabajo de Jane con el equipo, y por las opiniones de
Weston sobre sus posibilidades de llegar a los playoffs. Apenas oí sus
respuestas, pero oye, pregunté.
—¿Ryleigh? —pregunta Alexei, que todavía está observándome—
¿Puedes ayudarme con algo?
—Claro.
Lo sigo hasta la despensa, que es del tamaño de un armario, con una
pared de estantes para botellas de vino. No tengo idea de con qué necesita
ayuda, pero si quiere que yo me encargue de cocinar toda la comida, no
me importará.
—¿Qué pasa? —pregunto.
Cuando se da la vuelta para mirarme, estamos parados a centímetros
de distancia. Es imposible no notar la forma en que me domina. Con todo
su voluminoso músculo, fácilmente pesa más de la mitad de lo que yo peso.
Cada vez que estamos solos, es como si el aire entre nosotros estuviera
cargado.
Encuentra mis ojos y pone sus manos sobre mis hombros, dándoles un
apretón.
—Solo quería saber cómo estabas. Sé que esto es probablemente
mucho. Primero, te arrastré hasta aquí, y ahora estoy entreteniendo a mis
amigos y tú estás con ellos. ¿Estás bien?
¿Lo dice en serio? ¿Está preocupado por cómo me siento? Es tan
inesperado que un bulto de emoción se acumula momentáneamente en
mi garganta.

79 —No quiero estorbar —me las arreglo para decir.


Sus manos sobre mis hombros me dan un apretón firme.
—No lo haces. Jane y Weston son geniales, así que por favor no te
preocupes.
Asiento.
—Y tú me arrastraste hasta aquí, ¿no?
Alexei ríe entre dientes, y cuando vuelve a mirarme a los ojos, no me
pierdo la forma en que arden con un calor inconfundible.
—No te oí quejarte anoche.
Mi boca se curva en una sonrisa de suficiencia.
—Será mejor que volvamos antes de que tus amigos se pregunten qué
está pasando aquí.
Se encoge de hombros.
—Que se pregunten.
Me encanta que no le importe lo que piensen los demás, que nunca
se haya preocupado por su imagen o lo que los medios de comunicación
dirían de alguien como él saliendo con alguien como yo.
—¿Prometes que estás bien?
Asiento.
—Promesa.
Nos reunimos con sus amigos, y pronto la cena está lista y todos se
sientan a la mesa. Las hamburguesas están perfectamente cocidas, y se
combinan bien con la ensalada y el vino que trajeron Jane y Weston. Me
alegro de haber pensado en hacer algo para el postre más tarde. Alexei
dijo que tenían la cena cubierta, pero mi abuela me enseñó la receta más
asombrosa para el pastel de durazno, y no la he hecho en años.
—Esto es genial —digo, sirviéndome otro bocado de la ensalada de
tomate y fetas que trajo Jane.
Me vuelve a sonreír calurosamente, pero no puedo evitar notar las
miradas curiosas que me ha estado echando toda la noche.
Mientras Weston y Alexei conversan con entusiasmo sobre sus
posibilidades de ganar el próximo partido, Jane me da otra sonrisa. Me
encantaría saber qué está pensando.
—Alexei, todo salió perfecto —digo cuando hay una pausa en la
conversación.
—¿Tu nombre es Alexei? —pregunta Jane, con la nariz arrugada—
80 ¿Cómo es que no lo sabía?
Se encoge de hombros.
—Todos me llaman Alex.
—Todos menos Ryleigh —agrega amablemente.
Mis mejillas amenazan con volverse rosadas, y tomo un gran trago de
mi agua helada para atenuar la quemadura.
—Así que, ¿ustedes dos son...? —Jane mira entre Alexei y yo con las
cejas levantadas, dejando el resto de su frase sin pronunciar.
Una parte de mí está aliviada, pero la otra parte quiere que ella
ponga a Alexei en un aprieto, quiere oírle definir qué es esto.
¿Dos personas durmiendo juntas? Comprobado.
¿Pero es más? ¿O soy solo su caso de caridad hasta que me recupere
o hasta que Andi regrese?
Alexei esquiva la pregunta levantando un hombro y mirándome. La
sonrisa de sus labios llenos hace que mi estómago se retuerza. ¿Por qué soy
la única que lo llama Alexei? Por lo que me ha contado, él y Jane han sido
amigos durante años.
Agacho la cabeza y me dirijo hacia la cocina, o mejor dicho, me fugo,
murmurando algo sobre sacar el helado del congelador para descongelarlo
un poco.
—Te ayudaré.—Jane me sonríe como si supiera algo que yo no.
Una vez que estamos solos en la cocina, tomo dos cajas de helado de
vainilla y las coloco en el mostrador, y me ocupo de ubicar la saca bolas de
helado en el cajón de los utensilios.
—Entonces, ¿cuánto tiempo hace que tú y Alexei son amigos? —
pregunto.
Jane toma unos tazones del armario. No se me escapa que sabe
exactamente en qué armario están guardados. Piensa en mi pregunta.
—Unos cuatro años ya, supongo.
Asiento.
—¿Y tú y Weston? ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
Ella sonríe y sacude la cabeza.
—Esa pregunta es mucho más difícil. Crecimos juntos, novios de
secundaria. Y cuando se fue, lo odié durante años. Luego fue reclutado por
81 los Hawks, y bueno... lentamente me ganó de nuevo. —Se detiene y
llamando mi atención—. Dios mío, querías una respuesta simple como dos
meses o algo así, ¿no? —Se pone las manos sobre el rostro y gime.
Me rio y sacudo la cabeza.
—Está bien. No tienes que censurarte a mi alrededor. Solo soy una
chica que se mete en la fiesta.
Sus labios se apretujan en una línea.
—Dudo que seas una chica cualquiera, Ryleigh. Nunca he visto a Alex
tener una mujer cerca, a menos que sean su madre o hermanas. Hubo un
tiempo hace un par de años. Digamos que sé que no era un monje, pero
hace tiempo que no oigo hablar de alguien, y mucho menos de alguien
“real”.
Las mariposas se cierran nerviosamente alrededor de mi estómago.
Sus palabras iluminan algo dentro de mí. Aun así, lo que tenemos no puede
ser serio, simplemente no puede serlo. Nos conocemos desde hace días.
—Así que —digo mientras empiezo a poner generosas cantidades de
tarta de melocotón en cada tazón. Me sorprendería si no engordo diez kilos
quedándome aquí—. Alexei y yo no nos conocemos desde hace mucho,
pero parece...
Estoy buscando información, pero Jane no parece ofendida.
Afortunadamente, ella parece muy feliz de jugar mi juego.
Apoyando una cadera contra el mostrador, quita las tapas de las
cajas de helado y las acerca más a mí.
—Es el mejor. Se merece a alguien increíble, ¿sabes?
Asiento. Estoy completamente de acuerdo.
—¿Lleva soltero un tiempo?
Ni siquiera se detiene a pensarlo.
—Sí.
—Y tú y él nunca... —Mis mejillas se calientan, y rezo para que no se
ofenda por haberle preguntado eso. Pero tengo demasiada curiosidad
para no hacerlo. Se llevan tan bien.
Se ríe a carcajadas, moviendo la cabeza.
—Dios, no. Quiero decir, es lindo, no me malinterpretes. Y un gran oso
de peluche, pero no. Siempre fuimos solo amigos. No teníamos la chispa, o
la química, o lo que sea. Además, antes de Weston, tenía la regla de no salir
con jugadores del equipo en el que trabajaba, así que ni siquiera lo
82 consideré.
Aliviada, sonrío.
—Tiene sentido, supongo.
Me da una extraña sensación de comodidad saber que nunca se
acostaron. No creo que pueda soportar estar aquí de pie haciendo charlas
y sirviendo el postre a una chica con la que Alexei se ha acostado.
Después de terminar de agregar cucharadas de helado a las
porciones de pastel caliente y pegajoso, Jane me ayuda a llevar los tazones
y las cucharas al comedor. Solo espero poder sobrevivir al postre sin hacer
el ridículo frente a los amigos de Alexei.

***

Más tarde, cuando todos los platos están listos, los amigos de Alexei se
han ido, y Ella ha sido bañada, alimentada, y metida en la cama por la
noche, el apartamento está completamente oscuro y tranquilo.
Me he puesto el pijama y acabo de terminar de cepillarme los dientes
cuando paso a Alexei en el pasillo.
No es muy tarde, pero después de limpiar la fiesta y bajar a Ella, ambos
estamos listos para ir a la cama, por lo que parece. Está vestido con un par
de pantalones grises sueltos y nada más.
—¿Adónde crees que vas? —Su mano en mi cintura me detiene. Me
da un suave tirón hacia atrás hasta que me encuentro con la firme pared
de su musculoso torso.
—¿A la cama?
—Sí. Aquí, nena. —Su voz profunda y cálida envía temblores a través
de mí.
Ciertamente no quería asumir que de ahora en adelante iba a dormir
en la cama de Alexei, pero este es un desvío bienvenido.
Las manos de Alexei en mi cintura me guían a su habitación. Las luces
están apagadas, y está casi demasiado oscuro para distinguirlo claramente.
Pero no necesito luces para saber que es el hombre más sexy que he
visto. Entre el estruendo de su voz baja y segura, la amplia extensión de
músculo caliente bajo las yemas de los dedos, y la forma en que siempre
parece poner mis necesidades por delante... digamos que estoy bastante
segura de que después de esta mañana, Alexei me ha arruinado para otros
83 hombres.
Desiree perdería la cabeza si supiera que además de ser un buenísimo
jugador de fútbol, también es bueno con los bebés y es un amante increíble.
Decido que es mejor que me guarde esa información para mí. De lo
contrario, ella podría secuestrarlo mientras duerme.
Olvida eso, nadie sería capaz de secuestrar a Alexei. Esa es otra cosa
que me gusta de él: me siento tan segura aquí. Sé que con él cerca, no me
pasará nada malo. Me lo imagino enfrentándose a un tipo malo o a un
cobrador y diciendo “No en mi maldito turno”.
Alexei inclina mi barbilla hacia la suya.
—¿En qué estás pensando?
Pongo mi mano en su cintura y me acerco.
—Tú.
Sonríe.
—Buena respuesta.
Se agacha para cerrar la distancia entre nosotros y presiona un tierno
beso en mis labios.
—¿Por qué te llamo Alexei, pero tus amigos no?
Acaricia mi cuello con su nariz, besando los puntos sensibles que
encuentra allí.
—¿Hmm?
—Jane y Weston. Parecían sorprendidos de que no te llamara Alex.
Levanta la cabeza y me mira a los ojos.
—No lo sé. Todos en el equipo me llaman Alex.
Toda América lo llama Alex. Solo se le conoce como Alex Ivan. No me
da una explicación de por qué se presentó como Alexei, pero solo puedo
pensar que fue porque quería una conexión más íntima conmigo. Al menos,
eso es lo que me digo a mí misma cuando baja mis pantalones del pijama
por las piernas, luego me levanta y me coloca cuidadosamente en el centro
de su cama.
—Maldición, eres sexy —murmura, tocando mis pechos mientras se
acuesta a mi lado. Definitivamente es un hombre de tetas. Cada vez que
me quito la camiseta, parece que no puede evitar acariciar mis pechos,
palpar su peso en sus manos, o chuparme los pezones en su talentosa boca.
Nuestra conversación parece haber terminado, pero eso no impide
que me pregunte qué significa todo esto, incluso cuando la boca de Alexei
84 baja y mis preocupaciones se transforman en placer.
Alexei
Ahora que sé lo perfecta que se siente Ryleigh retorciéndose debajo
de mí, lo deliciosamente apretada que está, los sonidos que hace durante
el sexo que me vuelven loco, me cuesta trabajo mantener las manos quietas
y la polla en mis shorts de gimnasio.
Es totalmente inapropiado, sí. Sé que me prometí a mí mismo que sería
un caballero y que la ayudaría porque es lo correcto, no porque quiera algo
de ella. ¿Esperar placer físico a cambio de ser un buen chico, pensando que
compartiría su cuerpo conmigo solo porque le di un lugar cálido para
dormir? Eso no me haría mejor que los espeluznantes idiotas que la molestan
85 en el trabajo.
—Entonces, ¿para qué estás de humor? —pregunta Ryleigh, abriendo
el refrigerador y mirando dentro.
Su culo se ve tan sexy en los pantalones de yoga que lleva puestos,
que es instintivo cuando me paro detrás de ella y tomo sus caderas en mis
manos, tirando de ella hacia mí.
—Esto —murmuro, besando su nuca.
Ella se ríe y se arquea hacia mí, trayendo su curvilíneo trasero
directamente en línea con mi polla en crecimiento.
Por una vez, la comida no es lo único que tengo en mente y como Ella
está disfrutando de una de sus siestas de la tarde, me imagino que podemos
retrasar la cena un poco más.
Llevo mis labios a la nuca de Ryleigh y le doy un tierno beso.
—No podía dejar de pensar en ti en el entrenamiento.
—Mmm —murmura, sus suaves curvas se burlan de mí.
—¿Alguna vez has intentado correr cuarenta yardas con una
erección? —susurro contra su cuello.
Ryleigh se ríe.
—No puedo decir que lo haya hecho.
Mis manos se mueven de sus caderas a sus alegres tetas y gimo
cuando lleno mis manos con ellas. Cuando mis pulgares corren sobre los
picos firmes de sus pezones, Ryleigh emite un suave gemido.
—¿Tienes hambre? —pregunto mientras la puerta del refrigerador se
cierra por sí sola.
Otra vez, frota su trasero contra mí, encontrando la cresta en mis
pantalones y moviéndose contra ella.
—Sí, pero no de comida.
Sonrío. Perfecto.
Las palmas de mis manos se deslizan desde sus pechos hacia abajo
sobre su estómago y sumerjo una mano bajo la banda elástica de sus
pantalones de yoga. Empujando mis dedos dentro de sus bragas, aplico una
ligera y burlona presión mientras Ryleigh se arquea y gime en mi tacto. Ya se
está mojando.
—Me pones tan duro, nena. ¿Sientes eso? —Muevo mis caderas y froto
mi erección de acero contra su trasero.
Después de un empujón más travieso entre sus perfectas nalgas, la
86 giro en mis brazos y tomo su boca en un beso caliente y ardiente. Ryleigh
coincide con mi entusiasmo, su lengua se mueve con la mía. Estoy a unos
tres segundos de levantarla hasta el mostrador de la cocina y llevarla aquí
cuando mi sistema de intercomunicación nos pita. Ryleigh retrocede, con la
confusión pintada en todos sus rasgos lujuriosos.
—¿Qué es eso?
Mierda.
Debe ser alguien de mi familia. Son las únicas personas que el personal
de seguridad tiene instrucciones de dejar entrar. Respiro profundamente en
mis pulmones y cruzo la habitación hasta la pantalla montada en la pared.
Toco un botón.
—¿Sí?
—Alexei. Es Valerie.
Joder.
Presiono el botón para dejarla entrar y luego me giro para encontrar
la expresión confusa de Ryleigh.
—Es mi hermana menor.
Tengo el tiempo justo para ajustar mi polla en mis bóxers antes de que
la puerta se abra de golpe para una chica de diecisiete años llorando.
—Es oficial. —Se ahoga entre sollozos—. Odio a todos los hombres.
Abro los brazos y Valerie se tira hacia mí, entrando a abrazarme y
luego llorando contra mi pecho. Los ojos de Ryleigh se abren de par en par
mientras nos mira. Cuando me aclaro la garganta, Valerie retrocede.
—Oh. No sabía que tenías compañía.
Asiento.
—Esta es mi amiga Ryleigh. Ella y Ella están saliendo un rato. ¿Te
parece bien?
—¿Ella? —pregunta Valerie, con sus delgadas cejas levantadas.
Ryleigh cruza la cocina y le ofrece a Valerie su mano. Mi hermana se
limpia rápidamente las mejillas antes de darle la mano a Ryleigh.
—Encantada de conocerte y sí, Ella es una bebé. La cuido por un
tiempo.
Sutil. Y probablemente un poco más fácil que entrar en la verdad
ahora mismo.
Valerie parece creerlo, y asiente antes de volverse hacia mí de nuevo.
—En serio, tu especie está jodida, Lex.
87 —Lenguaje, Val. —Frunzo el ceño—. Y los hombres no son una especie
separada.
—Podrían estarlo —dice ella.
La conduzco al sofá y nos hundimos en los cojines uno al lado del otro.
—Ven y cuéntamelo todo. ¿Tienes hambre?
Se encoge de hombros.
—Ryleigh y yo estábamos hablando de la cena. Quédate y come. Y
luego puedes decirme a quién tengo que patear el trasero. —Flexiono mis
bíceps para una buena medida. Esto hace sonreír a Valerie, seguido de un
suspiro dramático.
—Oferta tentadora…
—¿Quieres comer con nosotros o qué? —pregunto de nuevo. Siempre
tengo hambre, pero es hora de cenar. Si la envío a casa con hambre, mi
madre tendrá algo que decir al respecto.
Valerie sacude la cabeza.
—No quiero molestar.
—No lo estas. Estábamos a punto de hacer algo —dice Ryleigh.
Estábamos a punto de tener sexo antes de la cena, pero mi hermana
no necesita saberlo. Me alegra ver que Ryleigh no está molesta por esta
inesperada intrusión. Tal vez solo tiene curiosidad por verme en el modo de
hermano mayor.
—En realidad, vamos a pedir comida para que no tengas que
cocinar.
Ryleigh asiente.
—Lo que ustedes quieran. No me importa de ninguna manera.
Tomo el montón de menús para llevar que tengo en el cajón de la
cocina y se los doy a las chicas.
—Tailandés. Mediterráneo. Japonés. Italiana. Mexicana.
—Mexicana —dicen las dos a la vez.
Hago la orden por teléfono y me instalo al lado de Valerie. Aunque
está haciéndose la valiente, para ella conducir hasta aquí significa que algo
está realmente mal.
—Así que, dime qué pasó —dije.
Valerie mira hacia abajo, picando la uña de su pulgar.
88 —¿Qué clase de imbécil rompe con alguien justo antes del Baile de
Invierno? Ahora no tengo una cita para el baile.
Me levanto y me pongo de pie. Qué chico tan idiota.
—Iré a hablar con él, lo enderezaré.
Me agarra del brazo y tira de él.
—Oh no, no lo harás.
Miro a Ryleigh y ella me está devolviendo la sonrisa. Recuerdo
entonces el hecho de que es hija única y que nunca ha tenido a nadie que
interprete al hermano mayor preocupado por ella.
Soltando una fuerte exhalación, me acuesto de nuevo en el sofá junto
a mi hermana menor. Ha cambiado tanto estos últimos años después de
descubrir el maquillaje y los chicos. Uno pensaría que como ya pasé por esto
con mis otras dos hermanas, estaría acostumbrado al ejercicio. Pero cuando
miro a Valerie, todavía veo a la flaca y molesta niña de siete años que era
cuando me mudé de la casa hace diez años. Me cuesta adaptarme al
hecho de que es casi una mujer adulta.
—Solo habíamos salido un par de veces, pero me alegró saber que
tenía a alguien con quien ir al baile. Me compré un vestido y todo —dice
Valerie.
Ryleigh se inclina hacia adelante y pone su mano sobre la de Valerie.
—Los chicos no lo son todo. Confía en mí. Mis amigas y yo solíamos ir
juntas a los bailes de la escuela, y siempre nos divertíamos más que nuestras
amigas a cuyas citas no les gustaba bailar.
—Me gusta ese plan —digo sonriendo.
Valerie pone los ojos en blanco.
—Por supuesto que sí.
Ryleigh suelta la mano de Valerie y se sienta.
—Te prometo que seguirás divirtiéndote. Probablemente será más
divertido porque no tendrás que preocuparte de si tu cita se está divirtiendo.
Valerie lo piensa.
—Mi amiga Sara va a ir sola.
Ryleigh asiente.
—Ahí lo tienes.
Satisfecho de que el problema está resuelto, Ryleigh se levanta con la
intención de controlar a Ella, si es que tengo que adivinar, o tal vez solo para
89 darnos un minuto a solas.
Valerie me echa un vistazo y siento que quiere saber más sobre quién
es Ryleigh y exactamente qué está haciendo aquí. Es raro para mí tener una
mujer aquí y estoy seguro de que no es nada que, Valerie haya visto antes.
Pero como aún no estoy listo para responder a ninguna pregunta
sobre eso, la jalo para un abrazo rápido.
—¿Estás bien ahora?
Ella asiente.
—Ahora estoy bien. —Luego levanta las cejas drásticamente unas
cuantas veces—. Entonces, ¿Ryleigh? Escúpelo, hermano. Necesito detalles.
—Cállate. Comamos, ¿sí?
Ella frunce los labios y hace pucheros.
—No más preguntas y luego te llevaré a tomar un helado.
—Gelato y tienes un trato —dice Valerie sonriendo.
Como si pudiera decir que no a eso.
—Trato hecho.
Alexei
Valerie, esa maldita soplona. Por supuesto que se apresuró a ir a casa
a decirle a mi madre que tengo a una chica viviendo conmigo.
Y menos de tres días después, aquí estamos, en la puerta de mi madre
en los suburbios para “cenar”, que es el código para que mi familia se reúna
con Ryleigh y mi madre pueda examinarla y decidir si es lo suficientemente
buena para su hijo.
Jodidamente genial.
Ryleigh ya tiene bastante. Realmente no quería someterla a mi familia
90 y a todas sus preguntas hasta, no sé cuándo. Pero ciertamente no ahora, no
hasta que las cosas se calmen un poco.
La puerta principal se abre y con ella, una ráfaga de aire caliente.
Ryleigh se inquieta nerviosamente a mi lado, y yo pongo mi mano
contra la parte baja de su espalda. Aunque no estoy tan nervioso como ella,
definitivamente estoy un poco abrumado por la idea de tratar con mi madre
en este momento.
Mi madre, vestida con ropa deportiva gris, frunce el ceño mientras su
mirada se dirige hacia Ryleigh y Ella, la línea entre sus cejas se hace más
profunda.
—¿Quién es?
Y no lo dice de manera despreocupada. La pregunta “¿quién es?”
sale con su fuerte acento ruso, sonando mucho más como “¿quién carajos
es esta chica que va detrás de mi hijo y por qué en el nombre de Dios tiene
una bebé de la que yo no sé nada?”.
Mierda. Esto va a apestar.
Me acerco a mi madre y le susurro:
—Respira, mamá, tú nos invitaste aquí. Y sé amable.
Sus labios se juntan y nos lleva dentro.
—Adelante, hace mucho frío. Y tú tienes una pequeña.
Ryleigh sonríe, ajena a la tensión entre mi madre y yo, gracias a Dios.
Una vez dentro, empuja la manta peluda que protegía la cabeza de Ella del
frío, y mi mamá se inclina más cerca para echar un vistazo.
—Oh, esto es nuevo. Muy preciosa, printsessa —dice, peinando
suavemente sus dedos a través del ondulado cabello rubio de Ella.
Me rio mientras veo a mi mamá interactuar con ella. Es seis veces
abuela, un papel que le encanta y en el que sobresale, pero su nieto menor
ya tiene casi un año. Tengo la sensación de que esta noche nos
enfrentaremos a algunas preguntas difíciles, pero también predigo que mi
mamá estará abrazando a Ella y cantando para ella en ruso en algún
momento. Puede que parezca una persona dura, pero tiene un lado muy
blando y los bebés son su principal debilidad. En realidad, ahora que lo
pienso, traer un bebe la primera vez que traigo una mujer a casa, puede
que haya sido una idea genial.
Respiro hondo y me preparo para lo que vendrá.
—Mamá, ellas son Ryleigh y Ella. Ryleigh, esta es mi madre, Irina.
—Encantada de conocerla. Gracias por recibirnos. —Ryleigh le sonríe
91 a mi madre, asimilándolo todo. Ella parece genuinamente emocionada de
estar aquí—. ¿Aquí es donde creciste?
La mirada de Ryleigh deambula por los estantes repletos de libros y las
fotos polvorientas que cuelgan en la pared de mis hermanas y de mí desde
el primer grado hasta el último año de la escuela secundaria. Es vergonzoso,
pero honestamente, no me importa que Ryleigh lo vea. Tengo una familia
increíble, y sí, mi mamá está loca, pero nos quiere. Cuando perdimos a mi
padre en el último año de la escuela secundaria, nos hicimos más íntimos y
nos dimos cuenta de lo valioso que es nuestro tiempo juntos.
—Nacido y crecido —digo con orgullo. La mayoría de los jugadores
pro liga se mudan mucho, así que me siento afortunado de vivir en la misma
ciudad donde vive mi familia. Quién sabe, podría ser intercambiado en el
futuro, y si lo hago, probablemente terminaré moviendo a toda mi familia
conmigo. Valerie se pondría furiosa al dejar a sus amigas, pero como sea.
—Esto es genial. Muy hogareño. —Ryleigh sonríe de nuevo, mientras
mueve a Ella que duerme en sus brazos. Me doy cuenta de que está
realmente impresionada y eso hace que me dé vueltas el estómago,
preguntándome sobre su propia vida familiar.
Dos de mis hermanas aparecen en el pasillo, ambas con miradas
interrogativas mientras ven a Ryleigh y Ella de pie allí.
Sí, esto va a ser aún más incómodo de lo que pensaba.
Respiro hondo y trato de sonreír para tranquilizar a Ryleigh.
—Tracey, esta es Ryleigh. —Asiento con la cabeza a Ryleigh—. ¿Y
recuerdas a Valerie?
Ryleigh extiende una mano.
—Sí, por supuesto. Encantada de conocerte. Y me alegro de verte de
nuevo, Valerie.
Mis hermanas le dan la mano y se toman un momento para admirar a
Ella como lo hizo mamá. Pero su confusión e incertidumbre son evidentes.
Quieren saber qué demonios está pasando y no puedo culparlas. ¿Estamos
saliendo? ¿Vive conmigo? Todas estas son buenas preguntas. ¿De quién es
Ella? Lástima que me quedé sin respuestas.
No es propio de mí traer a una mujer a casa. Y no es como si les
hubiera llamado y hablado de Ryleigh, o incluso les hubiera dicho que
estaba saliendo con alguien. Todo esto es un completo shock. Y para ser
honesto, si una de mis hermanas trajera a un tipo nuevo al azar,
probablemente actuaría como un maldito imbécil con él. Es prácticamente
mi trabajo como hermano, especialmente porque soy el mayor.
—¿Dónde está Jase esta noche? ¿Los niños? —le pregunto a Tracey.
92 Está demasiado tranquilo para que sus hijos de dos y tres años estén aquí.
—Jase los llevó a comprar helado para el postre. Volverán en un
momento.
Asiento. Así que Ryleigh se va a volver loca esta noche. Te juro que es
como si mi hermana les diera cafeína a esos niños.
—Entonces, Ryleigh, ¿quieres algo de beber? —pregunta Tracey, su
voz un poco más fuerte de lo necesario.
Los ojos de Ryleigh se encuentran con los míos y le hago un pequeño
asentimiento con la cabeza.
—Adelante. Me llevaré a Ella.
Ryleigh la pone en mis brazos y va con mi hermana a la cocina. Valerie
las sigue, dejándome con mi madre.
La cara de Ma se contorsiona mientras se acerca para presionar un
dedo contra mi pecho.
—¿Es tuya, Alexei? Que Dios me ayude...
Este ha sido el mayor temor de mi madre desde que estaba en el
instituto. Ella siempre predicaba el sexo seguro y me advertía sobre las
mujeres que querían atraparme con la paternidad y la manutención de hijos
una vez que lo lograra a lo grande.
Sacudo la cabeza.
—Ella no es mía.
Mi madre se hunde físicamente con alivio.
Una parte extraña de mí quiere añadir ”Pero desearía que lo fuera”.
—Ryleigh es una mujer con la que he empezado a salir. Es increíble,
mamá. Y la madre de Ella se fue, así que Ryleigh se acercó. Es complicado,
pero al mismo tiempo no lo es.
Los ojos de mi madre se abren de par en par y asiente
—Vamos. Tus hermanas probablemente la estén asando sobre una
llama abierta en este momento.
Sonrío. Mamá no conoce a Ryleigh. Puede que parezca dulce e
inocente, pero créeme, puede aguantar. Incluso contra mis hermanas.

93
Ryleigh
Acabo de volcar una carga de ropa limpia para doblar sobre mi
cama y colocado a Ella sobre su cojín de lactancia sobre la cama al lado
de la pila de ropa. No me había dado cuenta cuánto había echado de
menos el tener un fácil acceso a una lavadora. Esto era mucho mejor que
transportar ropa hacia una lavandería. Ella suelta un pequeño chillido de
aprobación, reflejando exactamente mi opinión.
—También podrías aprender ya. —Le sonrío.
Doblar su ropa es facilísimo. Son tan increíblemente pequeñas;
94 todavía no creo que esté acostumbrada a hacerlo. Pongo un pequeño
montón de mamelucos y calcetines de bebé junto a mis leggins y mis
suéteres. Entonces sonrío.
De alguna manera una de las camisetas de Alexei se ha metido entre
mi ropa. La sostengo en alto junto a mi cuerpo. Es enorme. La vista de ésta
mezclada con las cosas de Ella y las mías me hace sonreír. Está en el
entrenamiento esta mañana; sí, puede que ya haya mirado al reloj al menos
siete veces, ya lista para él cuando regrese a casa.
Anoche fue mucho más tranquilo de lo que imaginé. Conocer a su
madre fue estresante, pero cuando empezamos a hablar creo que me la
gané. Parecía muy sorprendida de que estuviese cuidando de una bebé
que no era mío.
Ella hace un chillido de felicidad y yo suelto una risa
—Eres una buena pequeña ayudante, ¿verdad?
Doblo la camiseta de Alexei con cariño y la coloco sobre el montón
justo cuando mi teléfono suena. Lo tomo de la mesilla de noche para
responder.
Es Andi.
Santa mierda. Por fin.
Mi corazón se acelera.
—¿Andi? ¿En dónde estás?
—Lo siento mucho. ¿Ella está bien? —Suena cansada y asustada. Esto
agita algo en mi interior.
Mi mirada se dirige hacia Ella, hacia donde está tumbada sobre la
cama.
—Está bien. ¿En dónde has estado?
—Te lo explicaré todo en persona. ¿Estás en casa?
La vergüenza quema atravesándome. Me confió a su bebé, y ahora
aquí estoy, sin hogar. Pero no le puedo contar eso. No hasta que sepa qué
demonios está pasando.
—Para ser exactos, no. Pero puedo encontrarme contigo en algún
lugar. La cafetería de la esquina cerca del apartamento.
—Claro —dice.
—Dame veinte minutos.
Terminamos la llamada y recojo a Ella, la abrocho en su portabebés
con una manta acolchada y me pregunto si esta es la última vez que haré
esto. Trato de contener las lágrimas mientras la miro, lágrimas por esta
95 pequeña bebé que ha estado bajo mi cuidado durante las últimas dos
semanas, tanto que he empezado a encariñarme con ella. Pero puedo
hacer esto. Así que agarro su pañalera llena con todas sus cosas y después
bajo la mirada hacia su cara angelical.
—Vamos, cariño, vamos a ver a tu mami.
Considero llamar a Alexei para hacerle saber que voy a salir, y después
decido no hacerlo. Seguramente no vea mi mensaje dado que está en el
campo de entrenamiento, y si lo ve seguramente solo se preocupará.
Primero quiero ver cómo se desarrolla todo esto, y entonces lo llamaré
después.
Llegamos a la cafetería y Andi ya está allí. Cuando la localizo a través
de la local, se me doblen las rodillas. Se ve incluso más frágil de lo que lo
hacía hace dos semanas, y su cabello se ha ido completamente, al menos
hasta donde podía ver por el pañuelo de seda envuelto entorno a su
cabeza. Su rostro está pálido pero sus ojos se iluminan cuando nos ve. Se
eleva sobre sus inestables pies colocando ambas manos extendidas contra
la mesa para ayudar con su equilibrio.
—Oh Dios mío. —Andi llora extendiendo los brazos hacia Ella—. Se ve
mucho más grande.
Todavía en estado de shock, desabrocho las correas y saco a Ella,
después se la paso a su madre.
—Ha estado comiendo bien —digo.
Andi se sienta con Ella en sus brazos, acariciando silenciosamente sus
delicadas mejillas y su suave cabello mientras lágrimas salen como ríos de
sus ojos.
Creo que yo misma estoy conmocionada. Viéndola en este estado
encuentro que todas mis preguntas sin respuesta empiezan a hacerse
evidentes. Mi corazón se rompe por Ella, por Andi, y por lo que sea que le
está pasando. Es un momento tan emotivo que no me atrevo a interrumpir,
pese a todas las preguntas que están zumbando por mi cerebro.
Tras varios minutos, Andi se limpia las mejillas y se endereza en su silla.
Todavía está sosteniendo a Ella cerca de su pecho, pero ahora su mirada
está fija en la mía.
—Muchas gracias por cuidar de ella mientras estaba fuera. Lo siento
por simplemente irme, pero sabía que podía confiar en que hiciese lo
correcto. No podía soportar dejarla en el sistema.
Asiento, sin saber exactamente qué decir.
—¿En dónde estuviste? ¿Todo está… bien?
Andi baja la mirada hacia su hija y sonríe tristemente. Hay una pausa
96 antes de que hable.
—Tengo cáncer. Lo he tenido de forma discontinua cerca de cuatro
años ya.
—¿Qué? Oh, Dios mío, nunca lo supe. —Me inclino más cerca con los
ojos como platos.
Asiente.
—Estaba en remisión mientras vivíamos juntas. Tenía la esperanza de
que se quedara así. Pero tengo una forma agresiva de cáncer cerebral que
ha regresado. Se llama glioblastoma. La radiación que acabo de tener fue
algo así como un último intento, pero mi cuerpo no respondió bien a ello,
por lo que…
No dice nada más, y de repente entiendo por qué dejó a Ella
conmigo: Para ir y conseguir tratamiento en el hospital.
—Dicen que me quedan de uno a tres meses. He estado en el hospital
porque mi salud está muy comprometida por los tratamientos que me
dieron, me di el alta esta mañana.
Alcanzo su mano y ella estrecha la mía fuertemente, entrelazando sus
dedos con los míos.
—Quieren que me mude al hospital de cuidados paliativos
inmediatamente. Les dije que regresaría, pero primero tenía que poner la
cosas en orden con Ella.
Asiento sintiéndome entumecida.
Andi alcanza su descomunal bolso y saca una pila de papeleo. Un
cheque escrito a mi nombre y sujetado con un clip a las páginas. Es por
$2,406,12.
Me pasa un bolígrafo y empuja la pila de papeles hacia mí.
—Sé que es mucho pedir, pero sé que cuidarás bien de ella. He visto
cuán duro trabajas, los sacrificios que has hecho.
—No entiendo. ¿Qué es todo esto?
—Los papeles de la tutela. Quiero averiguar si aceptarás convertirte
en la tutora legal de Ella para que no termine en tutela del estado.
—¿Quieres que adopte a Ella? —pregunto, mi boca se seca de
repente. En estos momentos todo mi mundo está girando sin control. No
quiero decir que no, pero al mismo tiempo apenas puedo siquiera pagar el
alquiler por mí misma, por no hablar de una niña. Estoy enojada, confundida
y abrumada. No puede hablar en serio. Solo que estoy bastante segura de
97 que lo está. Su expresión es completamente seria.
—Sí.
—Tiene que haber alguien más. ¿Tus padres?
Andi sacude la cabeza. Es hija única, como yo, fue algo que
hablamos de tener en común, pero me doy cuenta de que nunca la
escuché mencionar a sus padres.
—Está solo mi mamá. Nunca conocí a mi padre. Mi mamá me echó
cuando tenía dieciséis porque no estaba de acuerdo con su estilo de vida.
—¿Su estilo de vida? —pregunto dándome cuenta de que sigo
sujetando su mano. Libero mi agarre y ella aleja su mano para acariciar de
nuevo el cabello de Ella.
—Bebida. Drogas. Un novio diferente cada semana. He estado por mi
cuenta desde entonces. Terminé el instituto, conseguí un trabajo. Y
entonces, ya sabes. —Hace un gesto hacia sí misma.
—Tal vez ha cambiado, se haya desintoxicado desde entonces —digo
con voz temblorosa.
Andi sacude la cabeza.
—No lo ha hecho. Ahora vive en Boca, en un parque de caravanas.
Recientemente hablé con ella por teléfono. No consentiré que Ella sea
criada de esa forma. Y dudo de que mi madre la aceptara. Nunca se ofreció
a ayudarme con alguna de las facturas médicas, nunca vino a casa para
cuidar de mí cuando estaba tan enferma por los tratamientos todas las otras
veces.
Eso es horrible. Mis padres tampoco están alrededor, y eso ya es
bastante duro, pero saber que tu madre sigue viva y simplemente no le
importas, eso es casi incluso más doloroso.
—¿Y el padre de Ella?
Andi baja la mirada.
—Fue un rollo de una noche. A decir verdad, ni siquiera sé el apellido
del chico.
Cielos. Esta situación ha aumentado de mal a peor. Bajo la mirada
hacia la dulce pequeña cara que he llegado a querer este último par de
semanas, y sé lo que tengo que hacer.
Alcanzo el bolígrafo y firmo con mi nombre en cada página mientras
las lágrimas caen por las mejillas de Andi, y mis propios ojos se llenan de
lágrimas. Nunca fue una opción el no quedármela.
—Muchísimas gracias. No tienes ni idea de lo que esto significa para
98 mí.
Asiento.
—Es una bebé increíble. Cuidaré bien de ella.
Andi resopla y se limpia la cara. Después agarra el papeleo, lo dobla
de regreso a su bolsa y me pasa el cheque.
—Este es todo el dinero que tengo a mi nombre. Tómalo. De ninguna
manera voy a dárselo a los recaudadores.
—¿Puedo llevarla al hospital tal vez al final de esta semana en mi día
libre? Es todo en lo que puedo pensar en pedir ahora mismo.
Andi asiente con entusiasmo.
—Sí por favor. Te mandaré el número de mi habitación por mensaje
cuando me cambien.
Nos sentamos ahí durante otra hora, soportando miradas extrañas de
los camareros, pero eso no importa. Estas son una madre y una hija
despidiéndose. En cierto modo, también soy yo despidiéndome de Andi.
Probablemente no sea su despedida final, sino el adiós de Andi a
todas las esperanzas y sueños que tenía para esta pequeña. No será la que
trence el cabello de Ella o la lleve a su primer día en la escuela. No será
quien le bese las rodillas raspadas o hable con ella sobre chicos. No será la
que la vea casarse algún día. Pero yo lo haré. Y la emoción de ello me está
golpeando fuerte. Mi vida… la vida de Andi… la vida de la pequeña Ella…
todas han sido cambiadas en un instante.
Ahora comprendo por qué Andi hizo las cosas de la forma en la que
las hizo. Si hubiera acudido a mí y pedido que me convirtiese en la tutora de
su hija, habría dicho que de ninguna manera. No sabía nada sobre bebés,
y hubiera dicho que no estaba hecha para todo esto. Pero estás pasadas
dos semanas me habían enseñado que quizás pueda hacer esto. La ayuda
de Alexei había sido increíble, pero ahora sabiendo que me voy a convertir
en madre a tiempo completo, bueno, esto cambia todo.
No puedo depender de su generosidad para siempre, especialmente
no durante los próximos dieciocho años, y no sería justo para él esperar que
se meta en el papel de papá solo porque aparecimos en su vida. No tengo
ni idea de si tan siquiera seamos compatible a largo plazo, y tratar de tener
citas mientras aprendo cómo ser mamá seguramente es una receta para el
desastre.
No es como si me hubiera presentado como su novia cuando conocí
a su familia. La verdad es que en realidad no sé en qué situación nos
encontramos, o qué somos. Ha sido divertido, pero supongo que la diversión
ya se ha acabado.
99
Sé lo que tengo que hacer, por mí y por Ella.
No le endosaré a Alexei mis responsabilidades. Esa pedir demasiado.
Prácticamente es una celebridad. No quiere estar saliendo con alguien con
tanto en su plato, o cuidar de una bebé que no es suya. Sí, hemos tenido
sexo increíble, y sí, será duro despedirme de él, pero sé que lo correcto es
dejarlo ir. Él no pidió esto. Pero le hice una promesa a Andi, y nunca me
arrepentiré de firmar mi nombre en esos papeles.
Tras terminar aquí, conduciré hacia la casa de Alexei y empacaré mis
cosas antes de que llegue a casa. Y después pagaré el resto del alquiler que
debo con el dinero de Andi.
Es hora de ir a casa y ser una auténtica adulta. Es hora de convertirse
en madre soltera. Es hora de decir adiós al hombre que ha llegado a
significarlo todo para mí, el caballero en la armadura de fútbol que nos
rescató a mí y a Ella, y convertirse en un verdadero adulto. De nuevo.
Puedo hacerlo.
Tengo que hacerlo.
Alexei
Gracias por todo.

Miro fijamente el mensaje de Ryleigh en mi teléfono, preguntándome


qué está pasando. Acabo de llegar a casa después de un duro día en el
campo y mi casa está vacía. Completa y jodidamente vacía. No solo se han
ido, sino que también lo están todas sus cosas. No me gusta ni un poquito.
Miro mi teléfono de nuevo y decido llamar a Ryleigh. No me sorprende,
ella no contesta. Así que escribo un mensaje y pulso “enviar”.
100
¿En dónde estás?

Nos fuimos a casa. Pensé que ya era hora.

¿De qué estás hablando?

La llamo una y otra vez, pero no contesta.

Solo necesito un poco de espacio, Alexei.

¿Todo está bien? ¿Hice algo malo?

Tuvimos sexo anoche y otra vez esta mañana, y no puedo evitar


pensar que tal vez la apresuré... nos apresuré. Pero ella quería llevar esta
relación más lejos tanto como yo, ¿no?
Mierda.
Me paso las manos por el cabello.
Espacio. Necesita espacio. Bien.
Me iré dentro de unos días a Miami, pero necesito verlas primero.
Necesito mirarla a los ojos y averiguar por qué el cambio repentino. Por lo
que sé, nunca la hice sentir mal. Traté de ser útil y hacer lo correcto, igual
que cuando fui criado.
¿Podemos desayunar mañana?

Ryleigh no responde de inmediato y me pregunto si me negará eso.


Me sumerjo en el cojín del sofá y empujo mis manos hacia mi cabello.
Al carajo.
Definitivamente me voy a emborrachar esta noche.
Le envío un mensaje de texto a un par de mis amigos del equipo,
sabiendo que necesitaré una distracción esta noche para evitar que mi
puño atraviese una pared. Mi apartamento ya se siente vacío y demasiado
tranquilo.

101 ***

Un rato después, Weston y Colin están en mi sofá, peleando por un


estúpido videojuego, pero es mejor que estar solo ahora mismo. Una media
docena de botellas de cerveza vacías están esparcidas por mi mesa de
café, junto con un par de cajas de pizza vacías.
—¿De verdad estás tan destrozado por esta chica? —pregunta
Weston.
Lo fulmino con la mirada y Colin se ríe a carcajadas.
—Maldición, amigo. Si las miradas pudieran matar...
Les dije lo que pasó cuando llegaron, pero solo los detalles básicos.
Weston levanta una mano.
—Hey, hombre, solo preguntaba. No es como si nunca me hubieras
molestado sobre mi relación con Jane.
Eso es cierto. No creí que fuera capaz de establecerse en una relación
monógama. Le acababa de romper el corazón una chica, y Jane era...
bueno, Jane. Ella es muy seria. Y es una amiga íntima. No quería que la
jodiera y le rompiera el corazón cuando solo quería desahogarse.
Afortunadamente, Weston sabía lo suficiente como para saber qué
Jane no era una cazadora de camisetas. Ella era el verdadero negocio,
alguien con quien podías establecerte fácilmente y compartir una vida. De
hecho, cuando la conocí por primera vez, me preguntaba si íbamos a pasar
del territorio de los amigos a algo más. Pero nunca tuvimos esa química.
Siempre la he visto como una amiga.
Sacudo la cabeza, aclaro mis pensamientos y me doy cuenta de que
Weston sigue hablando.
—¿La conociste hace un par de semanas?
Me encojo de hombros.
—No importa. No puedo evitar sentirme así. A como me siento.
Tiene razón en que no la conozco desde hace mucho, pero pasamos
casi todo el tiempo juntos, viviendo juntos desde el primer día.
Probablemente nos forzó a ser más cercanos de lo que lo hubiéramos sido
de otra manera. Sé que duerme acurrucada de costado, que le gusta el
café, que le gusta cantar mientras cocina. Sé cómo se siente su cuerpo al
moverse junto al mío y cómo se vuelve incapaz de devolverme los besos
cuando se viene, su suave boca separándose mientras mordisqueo sus
labios mientras sus dedos de los pies se enroscan.
102 —Joder. —Me paso las manos por el cabello. Esto no ayuda en
nada—. Necesito estar borracho. Ahora mismo.
Colin frunce el ceño y me pasa la botella semivacía de whisky
asentada en la mesa a su lado.
—Apesta, amigo —dice como consuelo.
—Sí. —Me llevo la botella a la boca y tomo un trago largo. Soy el único
que bebe de ella de todas formas, ¿por qué molestarse con un vaso? Toda
mi actitud de esta noche es, básicamente, que se joda todo el mundo, que
se joda todo. Estoy tratando de ser valiente y no perderlo frente a los
muchachos, pero la verdad es que estoy tan jodidamente cerca del borde
ahora mismo.
Tal vez si entendiera por qué se fue Ryleigh, lo que hice mal... Tal vez.
En realidad, borra eso, probablemente no importaría. La quiero de vuelta. A
ella y a Ella.
Sé que hay un montón de mierda que resolver y sí, es una locura que
la compañera de habitación de Ryleigh se haya ido, pero aun así. Me
gustaba estar ahí para ellas, sentirme útil, ver cómo me miraba. Era diferente
de la adoración habitual de héroes que recibo en el campo. Ryleigh me
apreciaba por mí. Quién soy en el fondo. El hecho de que crecí con
hermanas y sé de bebés. Le gustaba alimentarme, y nunca me dejaba
salirme con la mía. Se mantenía firme, y eso me gusta mucho de ella.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —pregunta Weston, una mirada de
lástima cruzando sus ásperos rasgos.
Lo miro con los ojos entrecerrados.
—¿Ya ni siquiera jodidamente te afeitas? Solo porque te
comprometiste, amigo... —No puedo terminar esa afirmación antes de que
una almohada me pase por la cabeza.
—Jódete —murmura.
Levanto la botella de whisky.
—Brindo por eso.
Colin toma la botella de mi mano y la vuelve a tapar.
—Basta de eso. Mañana serás un maldito inútil.
Él tiene razón. Tenemos entrenamiento por la mañana. Ninguno de
nosotros debería beber, pero aprecio el hecho de que estén aquí por mí.
—Le pedí que se reuniera conmigo para desayunar mañana. —
Terminaré la práctica temprano, ya que mañana es la práctica de los
103 equipos especiales con el coordinador de la ofensiva. Suelo estar allí solo
hasta las diez o así. Queda mucho tiempo para encontrarla antes de su
turno, si está trabajando.
—¿Qué dijo ella? —pregunta Weston.
Justo cuando abro la boca para responder que no ha respondido, mi
teléfono suena desde la mesa de café.
Colin lo agarra antes que yo. Su rostro se rompe en una sonrisa.
—Mejor te llevamos a la cama, princesa. Necesitarás tu sueño
reparador. —Agarro mi teléfono, pero él sigue sosteniéndolo—. Tienes una
cita con tu chica por la mañana.
No es mi chica, pero quiero que lo sea.
Un paso a la vez. Es hora de sacar a estos matones de mi
apartamento.
Alexei
Ryleigh está sentada frente a mí, con las piernas cruzadas debajo de
ella en la cabina. Está rígida y apenas me ha mirado. Pica más de lo que
me gustaría admitir. Está vestida con un par de leggins y una sudadera de
gran tamaño que cae de un hombro, su cabello está en un moño
desordenado como si le molestara, pero todavía se ve tan bien que duele
saber que no puedo alcanzarla y tocarla.
Anoche, finalmente respondió a mi mensaje y aceptó desayunar.
Después de eso, Weston y Colin se fueron, y traté en vano de dormir. La
práctica estuvo borrosa y ahora estoy aquí.
104 Mi estómago está hecho un jodido nudo y odio todo esto. Ella
descansa ella su lado, aún atada al portabebés. Ojalá llorara, gritara, hiciera
algo, porque al menos entonces sería igual a como me siento ahora mismo.
Me acerco más.
—¿Hice algo malo?
Los ojos de Ryleigh se dirigen a los míos.
—No. Por supuesto que no. Has sido increíble. Más de lo que podría
haber pedido.
La camarera elige ese momento para entregar los cafés que ambos
hemos pedido.
—Gracias. —Ryleigh toma su taza y vierte una generosa porción de
azúcar y crema.
La camarera abre un bloc de notas y me mira.
—¿Qué van a ordenar?
—Cinco huevos, estrellados. Salchichas de desayuno. Dos
panqueques con tocino y una tostada de trigo, por favor. —Mi mirada se
dirige hacia Ryleigh, que está removiendo su café, mirándolo intensamente
en lugar de a mí—. ¿Ry?
—Oh, nada para mí. Solo café.
Sacudo la cabeza.
—Vas a comer. ¿Qué es lo que quieres? ¿Huevos? ¿Panqueques?
Pone los ojos en blanco.
—Bien. Tostadas francesas, por favor. Con tocino.
Satisfecha, la camarera cierra la libreta y se va.
Ryleigh tiene que superar que yo pague. Gano millones y no me sirve
de nada que esté sentado en una cuenta bancaria. Disfruto consintiendo a
mis amigos y familiares. Me molesta cuando me quita eso, y creo que he
hecho todo lo que he podido para que no sienta que Ella y ella son una
carga financiera.
Tomo un sorbo de mi café, tratando de componerme. Mi pecho se
siente apretado y no tengo ni idea de por qué estoy sin aliento como si
acabara de recorrer cuarenta yardas en cuatro segundos.
Ella se despierta repentinamente, soltando un grito agudo.
Ryleigh se estremece y se gira hacia la bebé. Desabrocha las correas
y la levanta con cuidado.
105 —Necesita un pañal nuevo.
Me levanto y la alcanzo.
—Lo tengo.
Ryleigh frunce el ceño, pero no hace ningún movimiento para
pasarme a Ella.
Acerco las manos.
—Dije que lo tengo. —¿De verdad me va a robar esto también? Ni
siquiera pude despedirme de Ella ayer antes de que se fueran.
Finalmente, Ryleigh se ablanda y me entrega a la bebé. Cargo con la
bolsa de pañales y me voy a los baños de la esquina trasera del restaurante.
Acunando a la bebé contra mi pecho, me dirijo al baño de hombres
y encuentro a un tipo en los urinarios orinando, pero no hay estación de
cambio para bebés. ¿Qué carajos?
El tipo me muestra una mirada confusa y no tengo idea de si es porque
me ha reconocido o porque estoy sosteniendo a un bebé.
Tomo un suspiro frustrado y salgo, dirigiéndome directamente al baño
de mujeres. Afortunadamente, está desierto, pero aunque no lo estuviera,
me gustaría ver a alguien intentar impedirme que cambie a Ella. Necesita
un pañal nuevo. Y necesitamos un cambiador.
Abro el cambiador y lo limpio con un paño antibacterial de la bolsa
de pañales, luego pongo una manta pequeña y coloco a Ella encima.
—¿Estás bien, princesa? Te dejaré limpia y como nueva.
Ella hace un suave gorjeo y mi garganta se contrae.
Le quito el mameluco y el pañal sucio, limpiándola cuidadosamente
como me enseñó mi hermana mayor la primera vez que cambié a su hija.
Una vez que Ella está perfectamente limpia, saco un pañal nuevo y la cubro.
—Esa es mi chica. —Le sonrío y le abrocho los botones de su pañal
rosa.
Las palabras se alojan en mi garganta. Es una mentira. Ella no es mi
chica. Y tampoco Ryleigh.
Pero pretendo averiguar por qué y qué demonios puedo hacer al
respecto.
—Andando, nena.
La levanto en mis brazos y vuelvo al comedor. Una vez que lleguemos
a la mesa, se la doy a Ryleigh.
—Ella huele mucho mejor ahora. —Ryleigh sonríe por primera vez
106 desde que llegó y no se me escapa.
—Está perfectamente limpia —le digo, sentándome de nuevo en mi
lado de la cabina.
Ryleigh me pasa un poco de desinfectante de manos, el cual acepto
con gratitud y luego sus cejas se juntan mientras mira hacia las puertas del
baño.
—¿La cambiaste en el baño de mujeres?
Me encojo de hombros.
—No había cambiador en el baño de hombres. Confía en mí, voy a
decirle algo al gerente cuando nos vayamos.
Los ojos de Ryleigh se abren de par en par y toma un sorbo de su café,
sabiendo que no debe discutir conmigo sobre esto.
Un silencio desciende sobre nosotros y no puedo evitar querer ir al
grano, para llegar a la verdadera razón por la que estamos aquí. La
camarera me dio una buena distracción y luego el pañal de Ella, pero
necesito respuestas. Simple y llanamente.
—¿Puedo preguntarte si pasó algo que te hizo irte ayer?
Deja su taza de café y finalmente me mira a los ojos.
—Me puse en contacto con Andi.
Mi corazón empieza a latir con fuerza.
—¿Sí? Eso es bueno, ¿verdad?
Ella sigue con Ryleigh, ahora sentada en el portabebés en el asiento
de la cabina junto a ella. Así que, obviamente eso es parte de lo que sea
que esté pasando. Mi estómago se aprieta.
Se detiene, se pasa las manos por el cabello, esperando tiempo.
—Andi tiene cáncer. Se está muriendo y me pidió que fuera la tutora
legal de Ella.
Caray. Eso es mucho para asimilar. No es para nada lo que esperaba.
Me imaginé que Andi no podría soportar ser mamá y huyó. Joder, esto es
mucho peor.
—¿Qué dijiste?
Ryleigh toca un mechón perdido de su cabello que se le ha escapado
de su suelta cola de caballo.
—Firmé los papeles. No hay nadie más. Y la única otra opción para
Ella es que esté bajo tutela del estado. No podía soportar la idea de
abandonarla.
107 —Ya veo. —Mi corazón se aprieta dentro de mi pecho. Maldita sea.
Ryleigh es tan testaruda. Tan independiente. Tan dulce. Es desgarrador—.
Todavía no explica por qué te fuiste.
Su mirada se fija repentinamente en la mía.
—No quiero ser una carga para ti. Ya has hecho suficiente.
Me siento como si me hubieran dado un puñetazo.
—Nunca fuiste una carga para mí, Ryleigh. Tampoco Ella. Ustedes eran
en lo único en lo que pensaba cuando me fui esos dos días. Y tenerlas a
ambas alrededor me hizo darme cuenta de lo que me he estado perdiendo,
viviendo la vida de soltero. Le trajiste significado a mis días y aunque eres un
grano en el culo —le sonrío—, entrar anoche en el apartamento y darme
cuenta de que ambas se habían ido... joder, casi me destripa. Quiero que
las dos vuelvan a mi ca… es decir, a nuestra casa.
Su boca presiona en una línea.
—Nunca te pediría eso. Apenas nos conocemos, Alexei.
Eso es mentira y ella lo sabe. Sabemos todas las cosas que importan.
Sé lo que hay en su corazón y ella sabe lo que hay en el mío. Sí, es rápido,
pero cuando lo sabes, lo sabes. ¿Verdad? ¿No es eso lo que todos dicen
siempre?
Pero no digo nada de eso. Me tomo un segundo para componerme,
respirando profundamente.
—Sé que no me lo pedirías, pero te lo ofrezco, Ry. Hay una diferencia.
Traga, sigue mirando hacia abajo. Sigue en silencio.
Mierda. Siento que estoy a punto de rogarle que vuelva. Nunca le he
rogado a una mujer en mi maldita vida. Pero hay algo diferente en ella, en
nuestra conexión y no estoy dispuesto a renunciar a nosotros. Esto podría ser
el comienzo de algo real. No me molesta en lo más mínimo que Ella y ella
vengan como un paquete. La verdad es que me he encariñado con la
bebé en las últimas semanas. Las quiero a ambas en mi vida.
—Tampoco quería asumir que querrías salir con alguien con un bebé.
Una familia prefabricada y todo eso. Antes, los dos pensábamos que era yo
la que vigilaba temporalmente a Ella. Ahora, ella es toda mía, sin retornos,
sin devoluciones.
—Soy un chico grande. Puedo decidir lo que quiero, Ryleigh.
Su boca se tuerce.
—¿Y qué es lo que quieres?
Me acerco más.
108
—Lo estoy viendo. Nunca he querido a dos mujeres en mi vida más de
lo que lo hago ahora mismo.
Ryleigh me echa una mirada de duda como si no me creyera de
verdad, pero no dice ni una palabra. Nuestra comida es entregada antes
de que yo tenga la oportunidad de decir algo más, y empezamos a comer
juntos.
—Mmm... esta tostada francesa es increíble. —Ella corta un trozo para
mí—. ¿Quieres probar?
Sonrío.
—Claro. —Lleva el tenedor a mis labios y acepto el bocado. El jarabe
de arce caliente y la dulzura del azúcar en polvo me golpea la lengua—.
Delicioso.
Es una locura lo cómodos que estamos juntos. Cualquiera que nos mire
podría pensar que somos una pareja de viejos casados. ¿Por qué ese
pensamiento me hace sonreír en lugar de estremecerme? No es propio de
mí, pero todo con ella se siente bien.
Ella sigue durmiendo cuando terminamos. Realmente es una buena
niña. Después de pagar la cuenta, salimos al estacionamiento.
—No quiero apresurarte, pero me gusta tenerlas cerca, y lo más
importante, a salvo. ¿Vienes a casa conmigo? —Permanentemente. No
digo esa última parte, pero ya llegaremos a eso. Espero.
Ryleigh asiente.
—Nos encantaría.
Se sube a su auto y me sigue a casa. Es más fácil que transferir el
asiento de seguridad a mi auto en un clima frío y helado. Cuando miro a su
antiguo sedán oxidado, tomo nota mentalmente para comprarle un auto
nuevo. Algo más seguro, más confiable. A Ryleigh no le gustará y ese
pensamiento me hace sonreír. Retorcido, lo sé.
Supongo que me había acostumbrado a que se aprovecharan de mí
y el hecho de que a esta mujer no le importara lo más mínimo mi fama o mi
fortuna me sorprendió. Su descaro y actitud de ser independiente me hace
sonreír. Jesús, tenerla a ella y a una bebé en mi casa al mismo tiempo me
hace sonreír. Puede que me haya pasado de la raya, pero sé que valdrá la
pena cada segundo.
En mi casa, desempacamos la bolsa de pañales y reviso el cuarto de
huéspedes.

109 —Tenemos que conseguir una cuna de verdad —digo, viendo como
Ryleigh mete a Ella en la viajera.
—¿De verdad quieres que nos quedemos aquí? —pregunta, con los
ojos bien abiertos y fijos en los míos.
Le acaricio la mejilla con el pulgar.
—Realmente quiero que se queden aquí. El lugar se sentía vacío
cuando se fueron. Anoche dormí unos cuatro minutos. —No le recuerdo que
la ubicación de su apartamento me pone nervioso. No es seguro para ellas
allí. Haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que no tengan
que volver.
—Su… supongo que podríamos intentarlo…
—¿Sí? —Mi sonrisa es enorme mientras levanta esos ojos azules hacia
los míos, sonriendo.
—Sí —dice.
—De acuerdo. Creo que es hora de ir de compras y armar un cuarto
para bebé de verdad.
Tomo mi laptop del mostrador y nos instalamos juntos en el sofá,
navegando por los sitios de bebés en busca de los artículos que
necesitaremos. Ryleigh parece lista para una pelea cuando saco mi tarjeta
de crédito, pero le pongo un beso en los labios para calmarla. Funciona
perfectamente. Tendré que recordar ese truco cada vez que intente darme
algo de ese descaro. La mantiene callada y puedo besarla. Es un ganar-
ganar.
Compramos una cuna y un tocador a juego, ropa de cama, una
mecedora tapizada y una alfombra rosa peluda para el piso frente a la cuna
que parecía gustarle a Ryleigh.
Más tarde, después de una cena de carne y papas que nos prepara,
le damos un baño a Ella y la llevamos a la cama para pasar la noche. Se
siente extrañamente doméstico, pero de alguna manera correcto.
Estoy hojeando el libro de jugadas de mi equipo en el sofá cuando
Ryleigh se une a mí en la sala de estar.
—Hola —ronronea. Ya se ha puesto el pijama y sonrío mientras la veo
acercarse. Me encanta que esté tan cómoda aquí.
Dejo el libro de jugadas y me vuelvo para enfrentarme a ella.
—No te asustes —le digo mientras se instala a mi lado.
—¿De qué estás hablando?
—Hice algunas llamadas. La esposa de un amigo mío es dueña de
una guardería, un pequeño preescolar en un suburbio rico a unos veinte
110 minutos de distancia. Dijo que están contratando a una profesora de
preescolar. La paga es buena, probablemente no tan buena como la que
ganabas en el club, pero hay beneficios completos y puedes llevar a Ella
contigo al trabajo. Puede entrar en el programa infantil.
Las lágrimas llenas sus ojos y parpadea varias veces.
—Yo… yo no sé qué decir.
—Di que sí. —Sonrío.
—Sí.
Gracias a Dios.
Saber que ella no tendrá que volver a ese lugar nunca más, que
nunca recibirá propuestas de hombres sórdidos fuera de su edificio después
del trabajo, es enorme. La tensión que he estado llevando en mis hombros
se desenreda y suelto una exhalación pesada. Qué alivio.
—Y contigo trabajando en un horario normal, puedes terminar tu
carrera de profesora. Busqué algunos programas en línea para ti.
Ryleigh me pone las manos en el rostro y acuna mis mejillas
desaliñadas con las palmas de sus manos.
—Tú, hombre grande, mandón y loco.
Sonrío y me inclino para presionar mis labios contra los suyos,
envolviendo mi mano alrededor de su nuca.
—No podía dejarte ir. No tan fácilmente. Ella realmente cerró el trato
para mí queriendo que te quedaras, ya sabes. Bueno, eso y la increíble
comida y el sexo.
Sonríe de nuevo.
—¿Has terminado de ser mandón?
—Ni siquiera un poco.
Se ríe y el sonido es increíble.
Me encanta verla así, feliz y despreocupada. Todavía quedan muchos
tiempos difíciles por delante, incluyendo la terrible pérdida de Andi y la
adaptación a la paternidad. Nada de esto será fácil, por lo que necesitamos
saborear aún más los buenos tiempos. Pretendo mostrarle cómo hacer
exactamente eso.
—Ven aquí, nena. —La subo a mi regazo y Ryleigh se ríe cuando la
acerco más—. Estoy muy feliz de que hayas vuelto. Y estoy muy feliz de que
hayas accedido a quedarte a Ella. Eso fue algo muy valiente.
—Bésame —susurra y lo hago, mucho.
111
Mueve las caderas para que nos acerquemos aún más. El calor de su
sexo está justo en contra de mi polla en crecimiento.
—Tuvimos nuestra primera pelea como una pareja de verdad, ¿eso
significa que estamos a punto de tener sexo de reconciliación? —Le agarro
el culo con las dos manos. Dios, no puedo tener suficiente de ella. Rezo para
que diga que sí.
Ryleigh sonríe mientras se inclina y me besa un poco más,
balanceando sus caderas de una manera que me está matando mientras
pasa las manos por mi cabello.
—Llévame a la cama y hagamos las paces —murmura.
La llevo a mi habitación, tacha eso, nuestra habitación, y me tomo mi
tiempo para quitarle la camiseta, los pantalones y las bragas. Cuando está
desnuda, beso cada centímetro cuadrado de ella, desde la delicada
columna de su garganta hasta sus pechos llenos, su estómago, hasta que
llego a la unión entre sus muslos.
—Alexei... —gime, metiendo sus manos en mi cabello mientras la
saboreo.
—Eres perfecta —murmuro, besando su muslo interno.
Solo hasta que he conseguido un orgasmo de su cuerpo me acuesto
ella su lado. Luego me acurruco contra ella, envolviéndola fuertemente en
mis brazos. Abre los muslos, me invita a entrar y lo hago desde atrás. Es el
cielo abrazarla así y tomarla al mismo tiempo. Beso su nuca cuando Ryleigh
empieza a mover sus caderas contra mí.
—Sí, nena. Joder. —Bombeo mis caderas más fuerte, mis ojos
cerrándose.
—Alexei.
—Eso es todo —digo, trayendo una mano entre nosotros para frotar su
resbaladiza carne—. Vente para mí.
Unos momentos más y lo hace, su cuerpo apretándose salvajemente
alrededor del mío hasta que gimo y la sigo por el borde.

112
Alexei
—No puedes hablar en serio. —Le lanzo una mirada a Ryleigh y ella
pone los ojos en blanco.
Dios, está preciosa esta noche. Lleva un vestido negro y lápiz labial
rojo brillante. Secretamente me encanta que haya hecho tanto esfuerzo por
nuestra noche de cita.
Se inclina hacia adelante, colocando los codos sobre la mesa.
—¿Qué? Estará bien, estoy segura.
—De ninguna manera. De ninguna manera te voy a dejar pedir una
113 ensalada en un restaurante italiano conocido por su pasta casera.
Se ríe de mí, moviendo la cabeza. Estamos en nuestra primera cita real
en lo que se siente como una eternidad, después de haber logrado que mi
mamá cuidará a Ella, lo cual no fue difícil ya que ruega por verla casi todos
los días.
Ryleigh y yo hemos estado viviendo juntos durante dos meses, y las
cosas han sido perfectas. No siempre ha sido fácil, pero estamos
aprendiendo a navegar juntos en los momentos difíciles. Ella y Ella incluso
viajaron conmigo al partido de ida el fin de semana pasado, ya que no
soportaba la idea de no verlas durante cuarenta y ocho horas.
Ryleigh finalmente cede y cierra su menú.
—Bien. Fettucine de langosta.
Sonrío.
—Esa es mi chica. Hazlo a lo grande o vete a casa, nena.
Pone los ojos en blanco y se inclina hacia atrás en su asiento.
—Vas a hacerme engordar.
Me acerco a la mesa y le aprieto la mano.
—De ninguna manera. Me encantan tus curvas.
El camarero viene y toma nuestras órdenes. Puedo ver que los
comensales de la mesa de al lado me han visto y saben quién soy. Sonrío
educadamente e inclino la cabeza, esperando que no vengan a nuestra
mesa e interrumpan una rara cita con Ryleigh. Pero conociéndome, como
estoy agradecido por mi carrera y mis fans, firmaré sus autógrafos sin quejas
si se acercan.
Para sorpresa de mi agente, mi relación con Ryleigh no ha causado la
distracción que Slate esperaba. En todo caso, Ryleigh ha traído un sentido
de orden a mi vida. Junto con un montón de felicidad y amor que no existían
antes. No hay más peleas con periodistas ni titulares sobre que pierda la
calma como un imbécil. Solo estamos mis chicas y yo.
Andi está en sus últimos días y llevamos a Ella al hospital a menudo
donde Andi le acaricia el cabello o le sostiene la frágil mano. Nunca imaginé
que tendría tal sentido de paz, pero viendo la forma en que Ryleigh y yo la
cuidamos, sé que se siente reconfortada sabiendo que su hija estará en
buenas manos después de que se haya ido. Incluso contraté a un fotógrafo
para que viniera con nosotros la última vez, fotografiando a Andi y a Ella
juntas, un recuerdo que espero que Ella atesore cuando sea más mayor y
pueda entender el sacrificio que su madre hizo por ella.
—Me encanta que no tengas un partido este fin de semana. Es
114 agradable tenerte en casa —dice Ryleigh, tomando un sorbo de su vino.
—Es lo mejor. Solo espera a que sea fuera de temporada. Estarás harta
de mí.
Sacude la cabeza.
—Lo dudo mucho.
Nuestra comida es entregada y no perdemos el tiempo. Amo lo
cómodos que estamos juntos. No hay silencios incómodos ni necesidad de
fingir. Robo un poco de su pasta y Ryleigh casi me apuñala con su tenedor.
Me rio y sacudo la cabeza hacia ella.
Ryleigh ha estado trabajando en el preescolar durante un par de
semanas y ha sido el ajuste perfecto. Lo ama y hace un trabajo increíble. Y
está en camino de terminar su carrera en unos dieciocho meses, lo que le
abrirá aún más oportunidades, si así lo desea.
—Entonces, ¿te sientes listo para los playoffs? —pregunta Ryleigh,
dándole un bocado a su pasta.
—Claro que sí. Contigo a mi lado, nena, no hay nada que no pueda
hacer.
Se ríe, poniendo los ojos en blanco ante mi línea cursi.
—¿Crees que tu madre se quedará con Ella una hora más? —
pregunta, su voz se vuelve sensual.
Sonrío.
—Sí. ¿Por qué? ¿Qué tienes en mente? —La mirada coqueta que me
está dando me hace preguntarme si está pensando en algo más que en el
postre.
—Estaba pensando que me gustaría tener sexo ininterrumpido para
completar nuestra cita.
Levanto la mano, señalando al camarero.
—¡La cuenta, por favor!
Ryleigh se ríe.
Poco después volvemos a casa y apenas llegamos a la puerta antes
de que mis labios estén en el cuello de Ryleigh y esté presionando su cuerpo
contra la pared.
Ella emite un murmurado gemido de aprobación y la levanto para
que pueda envolver sus piernas alrededor de mi cintura. Ya estoy duro para
ella y sé que lo siente, porque empieza a frotar sus caderas sobre mi polla
de una manera que me duelen las pelotas.
115
—Mierda, nena. Te deseo tanto.
—Sí, Alexei.
Trabajo mis manos debajo de su vestido y empujo sus bragas hacia un
lado, acariciando su carne húmeda y sedosa mientras hace un sonido de
necesidad lleno de placer.
Sé que debería llevar a Ryleigh al dormitorio y acostarla contra las
almohadas, asegurándome de que esté cómoda y adorarla como la diosa
que es, pero soy demasiado impaciente. Y demasiado necesitado.
—¿Juego previo más tarde? Te necesito ahora —gruño mientras
palmea mi polla a través de mis jeans y la frota con su mano.
Hace un ruido de aprobación y trabajo abriendo la parte delantera
de mis vaqueros y empujándolos sobre mi culo con una mano hasta que mi
polla está libre. Y luego empujo el cuerpo apretado de Ryleigh, acariciando
sus paredes internas hasta que jadea, gime y me araña los hombros.
—Se siente tan bien, Alexei.
Beso su boca una vez y luego me encuentro con sus ojos.
—¿Sí, nena?
Muevo las caderas a un ritmo perezoso, me encanta que la esté
volviendo loca de deseo. Sus ojos están encapuchados y su cabeza
descansa contra la pared mientras me mira. No tengo prisa por terminar esto
y seguir empujando en ella en largos y lentos golpes mientras veo sus mejillas
ruborizarse y sus ojos nublados por la lujuria.
—Dime. Déjame oírte.
—Amo tu gran polla. Dámela —dice en un gemido, agarrándome más
fuerte.
Sus palabras me hacen algo y el calor florece en mi pecho. Pero en
lugar de responder a su sucia ternura, por increíble que fuera, estoy
hambriento de más.
Mis caderas aún se mueven, pero apenas lo hacen. Respiro hondo y
me encuentro con sus ojos.
—Te amo.
Los ojos de Ryleigh se abren de par en par ante mis palabras. Es la
primera vez que le digo lo que siento, pero definitivamente no es la primera
vez que quiero hacerlo. Sé lo que siento por ella desde hace semanas.
Mierda, si soy sincero, creo que lo sabía esa primera noche.
116 Su agarre alrededor de mis hombros se tensa y sus ojos se vuelven
llorosos. Se ve tan hermosa así, tan llena de amor, tan llena de mí.
—También te amo. —Su voz apenas supera el susurro, pero hay mucha
emoción detrás de sus palabras. Siento que ha estado esperando un tiempo
para decirme eso.
Bienvenida al club, cariño.
Sus palabras liberan algo en mí y empiezo a follarla fuerte y rápido
contra la pared. Ryleigh grita, agarrándome mientras la golpeo y nuestros
cuerpos se funden perfectamente. Pronto llega al clímax, apretando
salvajemente a mi alrededor mientras dice mi nombre una y otra vez. Me
encanta el sonido en sus labios. Amo todo de ella. Su fuerza, su terquedad
y, lo mejor de todo: El hecho de que es mía.
—Dios, Alexei. —Suspira cuando finalmente la pongo de pie dentro de
nuestro dormitorio. Está oscuro, pero no me molesto con las luces. Todavía
está agarrando mis bíceps como si no confiara en sí misma para mantenerse
firme en sus pies por el momento.
—¿Estás bien, cariño? —Me inclino y le doy un suave beso en la frente.
Asiente rápidamente, metiendo su cabello detrás de una oreja.
—Diría que estoy mucho mejor que bien.
Me rio.
—Sí. Eso fue... —¿Sinceramente? No hay palabras. Me pongo muy
nervioso cuando estoy cerca de ella. Nunca me había sentido así con una
mujer. Es como si no importa cuántas veces la tenga, en lugar de saciar mi
hambre, solo terminara queriéndola más—. Eres increíble. Siento que no
haya sido más romántico.
Nuestra primera maldita cita nocturna en mucho tiempo, y yo
prácticamente la golpeo, y luego la follo en el pasillo contra la pared.
Mierda. ¿Qué es lo que me pasa?
Aunque no puedo arrepentirme de decirle que la amo. Jodidamente
lo hago.
Pone los ojos en blanco.
—Demasiado para los juegos previos.
Aprieto su culo y me rio.
—No te oí quejarte y… —Le doy una sonrisa malvada.
—¿Qué? —Se ríe, algo nerviosa.
—Tu coño estaba muy mojado.
Me pega en el bíceps.
117 —¡Oh!, Dios mío, ¡Alexei!
Me rio de nuevo, inclinándome para besarla.
—La próxima vez, más juegos preliminares. Lo tengo. Lo prometo.
Sacude la cabeza, pero sigue sonriendo.
—Pero lo que dije fue en serio —agrego.
Mueve la cabeza, mirándome mientras me subo los vaqueros y me los
abrocho.
—¿Sobre qué?
Tomo su rostro en mis manos.
—Que te amo.
Y lo hago. Es rápido, pero nunca me he sentido tan seguro de nada
en toda mi vida. Ella me hace sonreír y le da a mi corazón este sentimiento
de plenitud y felicidad. Además, me excita más que cualquier otra mujer.
Sus mejillas se ruborizan y parece casi tímida. No pensó que era solo
algo que íbamos a decir en el calor del momento, ¿verdad? Así no es como
me muevo. No lo habría dicho si no fuera verdad al cien por cien.
Después de un momento de vacilación, parece que encuentra el
camino.
—Yo también te amo.
Sonrío alegremente.
—Bien. Ahora vístete para que podamos ir a buscar a nuestra bebé.
Ryleigh se ríe mientras toma una de mis camisetas y se la pone.

118
Ryleigh
Dos meses después

Oh, Dios mío, no tenía idea de que ver a Alexei en el campo de fútbol
desde mi lugar en la suite sería tan increíblemente estresante. Me quedo
aquí, agarrando el asiento frente a mí, mi mirada clavada en él en el
campo. Mi estómago está hecho nudos y mis palmas están sudando.
Estoy usando la camiseta que Alexei me compró con los colores de su
equipo, azul marino y dorado, con su número bordado en la parte posterior.
La mayoría de las esposas y novias en la suite están vestidas de manera
119 similar, y algunas incluso tienen la palabra ESPOSA impresa en la parte
posterior de sus camisetas. Es lindo, y me pregunto brevemente si alguna vez
tendré una así. Pensarlo hace que mi vientre se tense.
Casi traigo a Ella esta noche, pero ahora me alegro de haber
escuchado los consejos de Tracey y haberla dejado con la madre de Alexei
en casa. Estoy segura de que Irina está pegada a la televisión, viendo el
gran juego.
Las tres hermanas de Alexei están de pie aclamando, gritando
maldiciones y estímulos que bien podrían ser un idioma diferente. Es obvio
que crecieron alrededor del juego y saben toda la terminología que no
conozco. O quizás algo de eso está en ruso, quién diablos sabe. Nada me
sorprendería con esta familia.
Lo único que sé es que nuestro equipo está abajo por tres puntos, y
son los segundos finales del juego. Y no cualquier juego, sino el gran juego
de campeonato que determinará a los campeones nacionales.
Sí, mi estómago está hecho un nudo por decir lo menos. Estoy tan
nerviosa y emocionada y ansiosa por Alexei.
—¡Saca tu jodida cabeza de tu trasero, Lex! —grita Tracey.
Estoy segura de que no puede escucharla desde nuestro lugar en el
vip, pero sacudo mi cabeza hacia ella.
—¿Qué va a pasar ahora? —No conozco todas las reglas del juego
tan bien como debería, claramente.
Tracey pone los ojos en blanco.
—O les impide avanzar en la siguiente jugada, o entregan sus bolas al
otro equipo.
Asiento.
—Entiendo.
Así que todo se reduce a esto. La multitud que nos rodea se calla, y
todo el estadio está atrapado en este momento.
Respiro hondo, sosteniéndolo en mis pulmones, y recito una oración
silenciosa. Vamos, Alexei. Puedes hacerlo. Lo sé.
Miro con los ojos muy abiertos mientras su equipo se reúne en
formación. Cuando se rompen, el amigo de Alexei, Weston Chase levanta
la pelota, su grueso brazo se estira mientras la pelota vuela, lanzándose por
el aire en una espiral perfecta.
Mi mirada regresa a la forma descomunal de Alexei. Está justo en el
medio de la manada, luchando contra los tipos que intentan avanzar hacia
la línea final. Es tan increíble verlo, su tamaño y fuerza, y ver a esta versión
120 de él empujando a los hombres incluso más grandes que él, tan diferente
del tipo suave y gentil que tengo en casa. Sonrío, encantada viendo a mi
hombre en el trabajo.
La multitud a mi alrededor estalla en vítores y el sonido es
ensordecedor. Las hermanas de Alexei saltan arriba y abajo, gritando, y me
toma un minuto entender lo que está pasando.
Oh, Dios mío. Ganamos.
—¡Ganamos! —grito.
Tracey se ríe.
—¡Jodidamente lo hicimos!
—¡Booyah, sí! —vitorea Valerie.
El equipo se reúne alrededor del entrenador, y luego Alexei carga
hacia la línea lateral. Por instinto, salgo corriendo de la suite y me dirijo al
campo. Alexei se quita el casco y comparte un abrazo con Weston. Se están
gritando algo, y Weston está saltando arriba y abajo.
Cuando Alexei me ve, su cara se rompe en una gran sonrisa. Está
sudoroso y sucio, pero nunca lo he visto tan feliz.
—¡Nena! Ven aquí.
Me apresuro a sus brazos, y nos reímos y lloramos mientras nos
abrazamos y besamos.
—Lo hiciste —le digo, casi teniendo que gritar. Es muy ruidoso aquí.
—Lo hicimos. Te amo cariño.
—Yo también te amo.
Alexei me libera y me mira profundamente a los ojos, ahuecando mi
rostro entre sus manos. Parece que quiere decir algo, pero en lugar de eso,
se pone de rodillas frente a mí. Él toma mis manos y asiente a alguien detrás
de mí.
Espera. ¿Qué está pasando?
Antes de que pueda procesar o preguntar qué está pasando, Alexei
me mira a los ojos y me da un apretón tierno en las manos.
—Te amo cariño. A ti y a Ella. Quiero que seas mía. Quiero que seamos
una familia. Siempre. ¿Te casarías conmigo?
Las lágrimas se acumulan en mis ojos. Con toda la conmoción que nos
rodea, sus palabras apenas se registran. La gente sigue abrazando y
animando y es puro caos, pero el mejor tipo de caos. Me doy cuenta de
que un camarógrafo se ha detenido para filmarnos: Alexei con su uniforme
121 y mi aturdida cara están pegados en todas las pantallas gigantes alrededor
de la cúpula. Y ahí es cuando me golpea.
—Oh, Dios mío, ¿te estás proponiendo? —Llevo una mano temblorosa
a mis labios.
Sonríe.
—Ese era el plan. Ganar el juego. Conseguir a la chica. Vivir feliz para
siempre.
Las lágrimas corren libremente por mis mejillas mientras lo miro.
La gente nos está mirando. Gente en las gradas, al margen, los
compañeros de equipo de Alexei, sus hermanas…
Aún apoyado en una rodilla, saluda con la cabeza a su hermana
mayor, Ana, que se acerca y le entrega algo pequeño. Me toma un minuto
darme cuenta de que es un anillo, un hermoso anillo de diamantes, y nunca
he visto un anillo tan bonito en toda mi vida. Alexei lo sostiene y me mira a
los ojos.
No estoy segura de si esperaba que se sacara el anillo de sus ajustados
pantalones de uniforme, pero estoy convencida de que ni siquiera tienen
bolsillos. Y, querido Dios, no traes un anillo como este a un campo de fútbol.
Es gigante. Al menos de tres quilates, y tan brillante y hermoso. Mi corazón
está latiendo demasiado rápido, y aspiro un gran trago de aire.
—¿Qué dices, nena? ¿Te casarías conmigo?
La mirada amorosa en sus ojos mientras me mira me debilita las
rodillas.
—¡Sí! —grito, y él rompe en una enorme sonrisa.
Alexei desliza el anillo en mi dedo tembloroso, y trato
desesperadamente de limpiar las lágrimas con mi mano libre.
—Esto es demasiado —digo, admirando la forma en que el anillo
atrapa las luces que lo hacen brillar.
Presiona un beso a mis nudillos y luego se levanta.
—Quería que tuvieras lo mejor.
—Mandón —le digo, llevando mi boca a la suya.
Todo el estadio estalla en vítores, casi más fuerte que cuando el
equipo anotó el touchdown ganador. Mi corazón se siente tan lleno y feliz,
que podría estallar. Alexei me levanta en sus brazos y me besa, realmente
me besa, devorando mi boca como si nadie estuviera mirando, y me fundo
en él. Los vítores se hacen aún más fuertes, y finalmente nos separamos,
riendo.
122 —Necesitas una ducha —le digo, acariciando su trasero.
—Ven conmigo. —Sus ojos son traviesos y brillantes.
Me rio.
—No lo creo.
—Bien. ¿Me esperas? —pregunta.
—Siempre.
Presiona un último beso rápido en mis labios antes de abrazar a cada
una de sus hermanas. Lo veo alejarse hacia el vestuario con algunos de sus
compañeros de equipo, que le dan una palmadita en la espalda y lo
felicitan. No puedo evitar pensar en su madre, que probablemente acaba
de ver toda la propuesta en la televisión.
Sus hermanas me aprietan en un abrazo grupal, y Valerie, la más
joven, está tan feliz que llora. Está más allá de lo dulce. No me he sentido
parte de una familia durante tanto tiempo que las lágrimas vuelven a mis
ojos.
Ni siquiera puedo imaginar cómo sería mi vida ahora mismo si Alexei
no se hubiera detenido esa noche en la calle, si él no hubiera intervenido
con ese tipo fuera del club. Me estremezco cuando me lo imagino.
—Alexei! ¡Espera! —lo llamo, corriendo hacia donde está parado en
el borde del campo antes de dirigirse al vestuario.
Se da vuelta y ve la emoción escrita en mi cara. Corro directo a sus
brazos y cubro mi cara con su cuello. Me levanta y envuelvo mis piernas
alrededor de él, aferrándome a su cuerpo musculoso como si fuera mi ancla,
mi seguridad, porque realmente lo es.
—Gracias. Te amo muchísimo.
Se retira y toma mi cara con una mano.
—Yo también te amo. A ti y a Ella. Eres mía ahora, ¿de acuerdo?
—Da. —Sí. Asiento.
Se echa a reír a carcajadas, riéndose por mi uso del ruso.
—Eres la mejor. Nos vemos en un minuto, ¿de acuerdo? Prometo que
no oleré tan mal cuando vuelva a salir.
—Sabes que no me importa tu olor, pero sí, estaré esperando con tus
hermanas.
—Ellas también son tus hermanas ahora.
Una nueva ola de emoción golpea, y mi garganta se siente tensa.
123 —Te veo en un minuto.
Me reúno con sus hermanas, mis hermanas, en la suite, donde
rápidamente pierden la cabeza por lo impresionante que es mi anillo. Nunca
me he sentido más feliz ni más amada en toda mi vida, y no quiero que este
sentimiento se termine jamás.
Alexei
Cinco años después…

—No creo que pueda hacer esto —susurra Ryleigh desde el lado del
pasajero del auto, con la mano apoyada en la protuberancia redonda de
su vientre.
Mi estómago cae, y me acerco y pongo mi mano en su rodilla. Odio
la idea de que esté asustada.
—¿La prueba de glucosa? Todo saldrá bien. Es solo una rápida
extracción de sangre. Te tomaré de la mano y te distraeré. Lo que necesites.
124
Mueve los ojos y sacude la cabeza hacia mí.
—No estoy hablando de la prueba de glucosa de hoy.
Está embarazada de seis meses de nuestra segunda hija, nuestra
primera hija biológica, si quieres ponerte técnico al respecto. De cualquier
manera, estoy en la luna. Nos dirigimos a la consulta del médico después de
dejar a Ella en su primer día de preescolar. Así que, sí, es un gran día para
todos.
La mirada de Ryleigh se dirige hacia el asiento trasero donde Ella está
sentada, tarareando silenciosamente para sí misma.
—Quiero decir, ¿realmente consideramos la educación en el hogar,
porque no es demasiado tarde, sabes?
Me trago una carcajada y miro hacia adelante mientras el
encargado del estacionamiento en la escuela privada que hemos
seleccionado para Ella nos hace avanzar hacia la línea de descenso.
—Nena, esta es una de las mejores escuelas de todo el país. A Ella le
va a encantar.
Ella ha estado hablando de su primer día de preescolar durante
meses. Está lista, aunque Ryleigh no lo esté.
Ryleigh completó su maestría en enseñanza el año pasado, y habría
estado enseñando aquí este año si no se hubiera quedado embarazada.
Decidió tomarse un año más en casa, sabiendo que también era el último
año de Ella en casa. Pero ellos mantuvieron su posición y comenzará a
enseñar el primer grado el próximo año cuando el bebé tenga unos ocho
meses. Aunque para ser honesto, realmente me pregunto cuánto tiempo
durará eso. Mi madre está decidida a ser la que cuide al bebé, pero tengo
mis dudas de que Ryleigh realmente quiera dejar al bebé y volver a trabajar.
Apoyaré todo lo que quiera hacer, por supuesto. Dios sabe que, con
mi salario, no tiene que trabajar. Los Hawks renovaron mi contrato por otros
tres años, otros treinta millones de dólares. Después de eso, planeo retirarme.
Jubilado a los treinta y seis años me parece bien. Así podré disfrutar más de
todas mis chicas. Se acabaron los entrenamientos matutinos y los juegos
fuera de casa. Ya lo estoy deseando, aunque Ryleigh jura que lo echaré de
menos. Puede que me pierda el partido, pero no me perderé estar lejos de
ellas en un horario tan agotador.
Más tiempo con los que amo no es algo que dé por sentado.
Especialmente después de ver a Andi luchar y morir tan joven. Para ser justos,
sin embargo, Andi superó todas las expectativas, viviendo hasta que Ella
tuvo nueve meses, arrastrándose, balbuceando y diciendo Dada. Amaba a
125 su hija, y amaba lo feliz que la bebé nos hizo a Ryleigh y a mí. Sé que está en
un lugar mejor, y Ryleigh y yo hicimos las paces hace mucho tiempo con su
muerte. Además, tenemos el mejor regalo del mundo: Ella. Lo que nos lleva
a este momento.
—No lo sé, Alexei. —Ryleigh se muerde el labio inferior, mirando al
robusto edificio de ladrillos.
—Mami, ¿esa es mi escuela? —pregunta Ella desde el asiento trasero,
su voz alegre. Afortunadamente, es completamente ajena al colapso de
Ryleigh.
—Esa es tu escuela, mi amor. ¿Qué te parece? —pregunto mientras
Ryleigh se limpia las lágrimas de los ojos con un pañuelo de papel.
—¡Sí! —grita emocionada.
Me rio, e incluso Ryleigh deja salir una pequeña y triste risa.
El embarazo le sienta bien. Todavía es pequeña y hermosa como
siempre, pero con pechos llenos y un vientre redondo que incluso los
extraños parece que no pueden evitar tocarlo. Por supuesto, es más
emocional de lo que nunca ha sido, y todavía estoy aprendiendo a
navegar.
—¿Estás bien? —Presiono mi mano contra su rodilla una vez más y le
doy un apretón.
Me da un valiente asentimiento, tragándose el nudo en su garganta.
—Supongo que tengo que estarlo. —Al inclinarse alrededor del asiento
del pasajero, mira hacia atrás a Ella, extendiendo la mano para alisar su
cabello donde ha estado tan bien trenzado—. ¿Por qué tuviste que crecer
tan rápido, amor?
Ella se ríe.
—¡Porque, mami! Soy una chica grande.
—Sé que lo eres. Estoy tan orgullosa de ti. Ve a tener un primer día de
increíble preescolar. Te recogeremos al final del día.
—¿Papá también?
Ryleigh asiente.
—Papá también.
—Escucha a tu profesor, ¿está bien? —digo, dándole a Ella nuestro
doble guiño secreto. Ella me lo repite, parpadeando rápidamente con los
dos ojos.
—¡Lo haré, papi!
Escuchar su dulce voz llamándome papi nunca pasa de moda. Me rio
126 mientras se desabrocha su propio cinturón de seguridad y se baja del auto
con su colorida lonchera de unicornio.
Se ve tan pequeña siguiendo a la maestra por la acera y dentro del
edificio. Maldito infierno. Las lágrimas llenan mis ojos mientras la veo alejarse
y un bulto del tamaño de Illinois se aloja en mi garganta.
—Ves. Te dije que esto apesta —dice Ryleigh, secándose las lágrimas
frescas que caen de sus ojos cuando se da cuenta de mis ojos llorosos.
—Maldita sea, apesta. A lo grande —le digo, poniendo el auto en
marcha y alejándome a regañadientes—. ¿A qué hora termina la escuela?
—Dos en punto.
Estas van a ser las seis horas más largas de mi vida.

***

—Ya se decidieron por un nombre —pregunta mi agente, Slate,


agarrando una botella de agua del cubo de hielo en el mostrador.
Son varias noches después, y Ryleigh y yo estamos organizando una
pequeña cena en nuestro nuevo apartamento en un exclusivo barrio
cerrado en el centro de la ciudad. Decidimos que necesitábamos un poco
más de espacio antes de que llegara el bebé. Mi antigua casa de soltero
estaba bien para Ryleigh, Ella y para mí, pero eso había seguido su curso.
Hace dos meses, nos mudamos a este lugar, que está unos kilómetros
más cerca de la nueva escuela de Ella. Tenemos una hermosa terraza con
vistas a la ciudad y trecientos metros cuadrados, que es lo suficientemente
grande para todas las muñecas y legos que actualmente decoran nuestro
espacio.
Esta noche, vamos a organizar una pequeña cena para nuestros
amigos íntimos. Slate está aquí con su esposa, Keaton, y su hijo de seis meses,
Beckham. También están Weston y Jane y sus gemelos, sus demonios, que
se parecen totalmente a Weston. Lo que apesta. Para Jane. Acaban de
cumplir tres años, y sí, me sorprende que no hayan empezado un incendio
o que no se hayan matado entre ellos. Después de estar con ellos, no le
desearía gemelos a mi peor enemigo. Beau y Bennett tienen el cabello rubio
como Jane, pero su constitución es como la de Weston, voluminoso y
demasiado alto para su edad, y extremadamente físico.
Las únicas personas que faltan en la fiesta son nuestros buenos amigos
Cam y Natalie. Están en Hawaii para una boda de destino para sus amigos
Jack y Meredith, pero probablemente sea lo mejor. Son nuestros únicos
amigos sin hijos, y estar alrededor de todo este caos podría disuadirlos de
127 procrear. Pero desde que se casaron el año pasado, solo han hablado de
bebés, así que sé que no está muy lejos para ellos.
Al darme cuenta de que Slate sigue esperando mi respuesta, sacudo
la cabeza.
—Todavía estamos averiguando eso. Tenemos una lista.
Slate se ríe.
—Oh, recuerdo la lista.
Keaton le da un codazo.
—Te encantaba mi lista.
Slate le da una sonrisa torcida.
—Quieres decir tu hoja de cálculo con las pestañas codificadas por
colores.
Keaton, su esposa y su mitad más analítica, se ríe.
—Sí. Eso. Fue genial.
—Lo fue —dice Slate.
—Nuestra lista es un poco menos sofisticada. Está en una servilleta de
comida para llevar pegada al lado de la nevera.
Los ojos de Ryleigh se encuentran con los míos, y su mano descansa
sobre su estómago.
—Lo resolveremos. Tenemos tiempo.
Jane asiente y lleva a Ryleigh a la sala de estar hacia el sofá.
—Tienes mucho tiempo. No les pusimos nombre a los gemelos hasta
que tenían tres días.
Después de comprobar la comida, me uno a la pandilla en la sala de
estar y me siento en el sofá al lado de Ryleigh.
Ella, la única niña entre los niños es la que manda en el gallinero. Están
jugando a los bebés. Beau y Bennett sostienen una muñeca desnuda en su
regazo mientras Ella les da instrucciones sobre cómo cambiarles el pañal.
Sonrío mientras miro. A mi lado, Weston frunce el ceño.
—Puede que necesites comprarles algunas muñecas —digo.
Weston se encoge de hombros.
—Jane ya lo ha hecho. Algo sobre juguetes neutros en cuanto al
género.
Asiento.
128 —Supongo que tiene sentido. Para su primer cumpleaños, le regalé a
Ella un balón de fútbol.
—Junto con el equipo de pesca completo —añade Ryleigh, poniendo
los ojos en blanco.
—¿No tuvo Ella su primer día de preescolar esta semana? —pregunta
Jane—. ¿Cómo te fue con eso?
—Ugh. Horrible. —Ryleigh sacude la cabeza—. Un consejo... no dejes
que crezcan.
—¿Estás segura? —pregunta Slate—. Porque me gustaría volver a
dormir toda la noche. Eso sería jodidamente increíble.
Keaton le da un codazo otra vez.
—Te dije que no te levantaras cada vez que necesite su biberón.
Necesitamos entrenarlo para que duerma. —Despeina los peludos rizos
marrones en la cabeza de su hijo pequeño mientras él se sienta sobre sus
rodillas, mirando a los niños mayores jugar.
—Ella ama la escuela, ama a su maestra —dice Ryleigh—. Pero sí,
Alexei y yo estábamos llorando cuando la vimos entrar.
Me burlo.
—No estaba llorando. —Solo tenía algo en el ojo, eso es todo.
Weston se ríe.
—El gran defensa malo que llora en la entrega de la escuela. Qué
mari… quiero decir, qué bebé.
Lo golpeo en el costado con el codo y lo miro fijamente.
—Espera a que tus gemelos empiecen la escuela, cabrón —susurro, lo
suficientemente bajo como para que Weston me oiga, pero los oídos
inocentes no lo hacen.
Jane se anima, se sienta más derecha.
—Bueno, no puedo esperar ese día. Las tres horas al día que los
gemelos están en el preescolar es como el cielo.
Ryleigh se ríe y le da palmaditas en la mano a Jane.
—Te mereces un descanso, mamá.
¿No es esa la maldita verdad? Esos gemelos están locos, pero no digo
tanto. Solo asiento de acuerdo con Ryleigh. Es increíble lo cautivados que
están los chicos por Ella. Todavía no han volcado una maceta o prendido
fuego a mi microondas en esta visita. Resulta que, si destruyeron un iPhone,
el maldito explotó en llamas. ¿Quién lo iba a saber?
129 El temporizador suena en la cocina, señalando que la cena está lista,
y me levanto.
—Cena en cinco minutos, chicos.
Después de limpiar las muñecas y sus accesorios, Ryleigh hace una
pequeña línea de montaje, ayudando a los niños a lavarse las manos antes
de la cena.
Coloco dos cacerolas grandes de lasaña en el centro de la mesa,
junto con una ensalada enorme y dos cestas de pan desbordantes. Todos
se sientan, con el bebé Beckham en la vieja entrenadora de Ella, entre Slate
y Keaton. Ella y los gemelos están en una versión diminuta de nuestra mesa
de comedor de caoba que le hice. Ryleigh está a mi lado, y Weston y Jane
se sientan frente a nosotros.
—Esto se ve muy bien, Alex —dice Jane, colocando platos preparados
frente a los gemelos y reuniéndose con nosotros en la mesa.
No puedo evitar notar la línea en la frente de Ryleigh. Cada vez que
alguien me llama Alex, parece que todavía la despista. Le sonrío, y cuando
se da cuenta, me sonríe. Su sonrisa es brillante y desinhibida, tan feliz que
casi me deja sin aliento.
Una vez que la comida está servida y todo el mundo se ha
atrincherado, pongo una mano en la rodilla de Ryleigh debajo de la mesa
y le doy un apretón suave.
—Te amo —murmuro, acercándome más.
Me mira, viendo mis ojos con una media sonrisa en sus labios.
—También te amo —susurra, acercándose.
—¿Para siempre? —pregunto, sonriendo.
—Y siempre —responde, y mi corazón se hincha.
Me acerco y coloco mi mano en la firme curva de su vientre. A veces
trato de imaginarme cómo sería mi vida si ella y Ella no hubieran entrado en
ella. Estos no son pensamientos agradables. Es una existencia triste y solitaria
en la que sigo soltero y luchando por encontrarme en el mundo. Es un lugar
donde el fútbol es toda mi vida y, sinceramente, me parece tan triste ahora
que casi odio tener que imaginármelo. Mi vida estaba tan vacía antes.
Aunque Ryleigh piensa que lo extrañaré y me sentiré miserable, no
puedo esperar a retirarme del fútbol después de que termine este contrato.
Más tiempo con mis chicas suena exactamente perfecto. Tengo planes de
comprar una casa de vacaciones en la playa en alguna parte, y dormir
hasta tarde y hacer desayunos épicos de panqueques... hay tantas cosas
que estoy deseando. Pero nada más que amar y proteger a mis chicas
durante todos mis días en la tierra.
130 —¿Me pasas la ensalada? —pregunta Keaton, sacándome de mi
sueño despierto.
Le entrego la ensaladera, agradecido de que tengamos amigos tan
maravillosos con los que podemos contar.
—¿Estás bien ahí? —pregunta Ryleigh, sonriéndome burlonamente.
Notó claramente el hecho de que estaba pensando mucho.
—Mejor que nunca —digo con una sonrisa, pero estoy mintiendo.
Es difícil de imaginar, pero sé que estaré aún mejor cuando tengamos
un nuevo bebé en casa. Después de todo, soy el encantador de bebés.

FIN
131
Kendall Ryan, es una autora de más de dos docenas de títulos y éxito de
ventas de New York Times, Wall Street Journal y USA Today, ha vendido más
de dos millones de libros y han sido traducidos a varios idiomas en países de
todo el mundo. Sus libros también han aparecido en la lista de los Bestsellers
de New York Times y USA Today más de tres docenas de veces.
Vive en Texas con su esposo y sus dos hijos.
132

También podría gustarte