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Como se puede observar en la Figura 11.5, una vez que se alcanza el límite de fluencia se presenta
una reducción progresiva de la sección transversal del espécimen como consecuencia del
alargamiento del mismo hasta alcanzar la ruptura, estos dos hechos se interpretan como la
ductilidad que posee el material. A medida que en los aceros se detecte un aproximamiento del
límite de fluencia con el límite de ruptura (en la figura C se acercaría a A) la ductilidad
disminuye. En la metalurgia se pueden lograr aceros con alta capacidad a la tensión pero poca
ductilidad, basta con aumentar el contenido de carbono o con alear al acero con otros metales.
El fenómeno de ductilidad en los metales es bastante complejo, al parecer esto se logra cuando la
intensidad de la carga provoca que algunos átomos de la estructura atómica (lattice) se deslicen
con respecto a otros. El fenómeno de ductilidad se relaciona estrechamente con la dislocación de
los átomos de la estructura atómica del material, en el acero, como ya se ha mencionado, se tiene
una estructura bcc, ésta estructura no es la más compacta, por eso en su estado puro presenta
una gran cantidad de grados de libertad para alojar fenómenos de dislocación muy
variados, la Figura 11.6 muestra esquemáticamente y de manera muy simplificada una
secuencia de dislocación por cortante.
Existen otros metales que presentan una estructura atómica más compacta que el acero, como el
magnesio, el zinc, el cadmio, el cobalto y el titanio, que poseen una estructura hexagonal
fuertemente compacta (close packed hexagonal structure, hcp). Estos metales presentan menos
grados de libertad para aceptar dislocaciones, esto se refleja en su gran estabilidad y resistencia,
de hecho son metales que combinados con el acero le dan a éste una gran capacidad de carga,
aunque a costa de una menor ductilidad.