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CBT - Capítulo I - Introducción y Sobre Dios
CBT - Capítulo I - Introducción y Sobre Dios
Teosofía
INTRODUCCIÓN
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Lo anterior puede ser una idea que, como decía al principio, puede causar
dificultades a algunos de los que la encuentran por primera vez. Pero si
queremos acercarnos cada vez más a la verdad, tenemos que abandonar
ideas queridas, como la de que la tierra es el centro del universo. Esta
idea nos podía hacer sentir orgullosos al creer que la tierra era el centro
del universo y nosotros, los seres humanos, los reyes de la creación. No
podemos edificar nuestra vida sobre fantasías. Tenemos que ser
buscadores de la verdad. Tenemos que construir nuestra vida en base a lo
que es. Perdemos algo que hemos acariciado, porque nos satisfacía, pero
cuánto ganamos al encontrar la verdad. Esto nos puede pasar y
seguramente nos pasará una y muchas veces. Y es maravilloso que así
sea. Siempre habrá algo más por conquistar. Cuanto más crezca nuestra
comprensión, nuevas fuentes de conocimiento tendremos a nuestro
alcance.
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DIOS
A pesar de que la mayoría de los seres humanos hemos tenido desde niños
alguna enseñanza religiosa, en ciertas etapas de nuestra existencia,
posiblemente cuando nos oprime un gran dolor, nos hacemos ciertas
preguntas para las cuales generalmente no tenemos respuestas
satisfactorias. Son preguntas esenciales, fundamentales, que nacen de lo
más profundo de nuestro ser. Creemos en Dios, nuestro Creador y fuente
de nuestra vida y existencia. Algo nos dice intuitivamente que esto tiene
que ser así. Si es Dios, tiene que ser infinitamente bueno y sabio y justo y
amoroso. Tiene que amar por igual a todas sus criaturas. El universo que
Él creó tiene que estar bien hecho. Sin embargo hay tantas desigualdades
en el mundo, algunas desde el mismo nacimiento de los seres humanos.
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Se nos ha dicho que para cada ser que viene a la existencia Dios crea una
nueva alma. Y todos los seres son tan diferentes. Algunos nacen genios,
sabios, santos, y otros torpes, retrasados mentales, criminales. Las
condiciones en que tienen que desarrollarse son completamente diferentes.
Unos vienen a una familia bien constituida, con padres amorosos, que le
dan a la nueva criatura las mejores condiciones para su educación, su
salud, su formación recta, que harán naturalmente de él un buen
ciudadano, útil para sí mismo y para la sociedad. Lo natural es que en
esas condiciones favorables el desarrollo sea armónico y cumpla con el
sueño de sus padres. Pero qué puede esperarse de un ser que es
abandonado en las calles de una gran ciudad, que tiene que criarse solo,
sin un hogar, ni techo, ni alimentación adecuada, ni educación escolar, ni
servicio de salud. De niño tiene tal vez la simpatía de las gentes que
ocasionalmente le dan una limosna. Pero cuando son adolescentes, sucios
porque no tienen cómo asearse, se repudian ‘porque son unos vagos que
no quieren trabajar’. Lo natural es que este muchacho se convierta en un
hampón, en un ladrón, en un criminal, que luego la sociedad condena y
encierra en una cárcel. Lo natural es que sea un resentido social porque la
sociedad no le ha dado nada y lo rechaza. Si ese iba a ser su destino,
cruel y sin esperanzas, ¿Por qué permitió Dios que naciera y le dio un
alma? Esas desigualdades desde el nacimiento nos hacen dudar de la
sabiduría Divina y de su justicia y de su amor. Vemos un mundo feo en
muchos sentidos, lo cual nos puede hacer pensar que la creación se le
salió a Dios de las manos. Que quiso hacer algo bello y fracasó.
Esas dudas, y otras como cuando bajo un fuerte sufrimiento decimos ‘esto
no es justo, por qué me pasa esto a mí si no he hecho nada para
merecerlo’, causan mucho daño al individuo, y algunos se apartan
completamente de Dios y tratan de sacarle el mejor partido a lo único que
puede llenar su vida, este mundo material que le da satisfacciones
materiales durante los años que le quedan.
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propósito. Vemos los hechos con ojos miopes que no pueden percibir la
Voluntad Divina.
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olvidadas. Las que se han conocido en los últimos cuatro o cinco mil
años, por los pueblos más civilizados que han habitado la tierra durante
ese tiempo, pueden clasificarse ampliamente en forma que nos ayuden a
comprender sus principales divergencias acerca de sus ideas sobre Dios.
En términos generales, hay tres grupos de creencias, a saber: Teísmo,
Deísmo y Panteísmo.
Esa es la idea de los Teístas. Buenos ejemplos de ellos son los Judios, los
Mahometanos y la mayoría de los Cristianos. Su idea principal es que
Dios es completamente distinto de Su creación, y está totalmente más allá
y por encima de ella (Dios trascendente) y está siempre tratando de
ayudar a los que tienen suficiente inteligencia para comprender lo que Él
está haciendo y lo que Él quiere. En lenguaje teológico técnico, Dios es a
la vez Infinito y Personal, según el Teísmo.
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La idea es que todos somos partes de Dios, mas no separados de Él. Dios
es todo lo que es y mucho más. Dios está ejecutando un propósito,
gradual y progresivamente. Él Mismo es ese propósito, y nosotros y
todos los demás somos Dios ejecutando ese propósito. Según esta teoría,
la creación está todavía en marcha, y no podemos decir cuándo estará
terminada.
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Recordemos que tan imposible es probar que hay un Dios, como probar
que no lo hay. Tenemos que confiar en nuestra intuición, en la percepción
interna de la verdad. Sentimos que hay una causa de todo lo que existe,
aunque no podamos probarlo con argumentos o con matemáticas. La
intuición nos dice que hay algo verdadero en todas estas tres ideas acerca
de Dios, aunque no podamos probarlo. Esto, por ejemplo:
Este Dios es una Persona, es decir, quiere, ama y piensa, aunque en grado
mucho más amplio que nosotros. Quizá alguna vez fue como nosotros.
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Él puede haber evolucionado a través de todas las etapas por las que
nosotros estamos evolucionando. Sea como sea Él es nuestro Dios y
Padre. Él nos hizo y continúa haciéndonos. De Él procedemos y hacia Él
regresamos. Somos de Su misma esencia. Somos fragmentos de Él, más
no separados de Él. En Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser.
Me imagino que a Él se refería Nuestro Señor Jesucristo cuando hablaba
de ‘El Padre’. Podemos adorarle y orarle a Él todo cuanto queramos sin
tener la sensación de que Él es tan demasiado grande y tan alejado que no
pueda tomar nota de seres tan pequeños como nosotros. Él sabe todo
cuanto acontece en nuestro mundo. Todos estamos en Su conciencia, y
Su vida es nuestra vida; de Él derivamos vida. Somos parte de Él y
estamos conectados con Él, de modo que podemos extraer todo lo que
queramos y podamos de Su poder y de Su amor y sabiduría. Todos
estamos totalmente en Él, y la totalidad de Él está tras de cada uno de
nosotros. Él es todo en todo. Y nuestros esfuerzos por apelar a Su
fuerza y amor y sabiduría, nuestros esfuerzos por acercarnos a Él,
nuestros esfuerzos por ser mejores, por ser espirituales más bien que
materiales, son todos esfuerzos por regresar a nuestra propia fuente,
nuestro origen, nuestro Padre.
De modo pues, que los Teístas tienen razón cuando dicen que Dios es
infinito, pues el Absoluto lo es. Y los Deístas tienen razón cuando dicen
que no debe ofrecerse adoración y oración al Absoluto, pues no podemos
comprender lo que Él puede ser; y tienen razón en que debemos confiar
en nuestros propios esfuerzos más que lo hacen los Teístas. La idea
Panteísta viene en nuestro auxilio y reconcilia los desacuerdos entre las
otras dos.
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Los Panteístas nos dicen que nuestras fuerzas y recursos son las fuerzas y
recursos de Dios, de modo que al confiar en ellos estamos en realidad
confiando en Dios. Los Panteístas también están de acuerdo con los
Teístas al decirnos que Dios es a la vez trascendente e inmanente, es decir
que está por encima de todas la cosas, al mismo tiempo que en todas y
por medio de todas. Y es a ese Dios más allá y por encima de nosotros
que levantamos nuestros corazones cuando adoramos, y nuestras mentes
cuando oramos. Y ese Dios trascendente, la Deidad Solar, es el Padre que
nos ama, y que responde a nuestros esfuerzos por adorarle o por
alcanzarle, vertiendo sobre nosotros Su amor superabundantemente.
Tales esfuerzos nuestros dejan libre su amor y Su fuerza y los atraen sobre
nosotros, aunque raramente nos damos cuenta de que así es. Eso es lo
que queremos dar a entender por Dios: Infinito, Personal, Trascendente e
Inmanente.
(Hasta aquí las palabras de Monseñor F.W. Pigott, con las cuales
terminamos este capítulo).
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