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Las féminas nunca han sido excluidas del jazz, la salsa, el son y otros géneros musicales,

pero tampoco es que sean muy incluidas. Estos géneros, es triste decirlo, son tan sexistas
como la sociedad de la que emergieron. En el jazz, por ejemplo, hay tanto en el pasado
como en el presente una gran cantidad de instrumentistas femeninas -casi todas vocalistas y
pianistas- pero han sido, se podría decir, trágicamente mal representadas. Entre ellas
podemos citar a Lilian Hardin Armstrong (1903-1981); Mary Lou Williams (1910-1981);
Billie Holiday (1915-1959); Ella Fitzgerald (1917-1996); Carmen McRae (1922-1994);
Sarah Vaughan (1924-1990); Anita O’Day (1919-2006); Abbey Lincoln (1930-2010), etc…
Por ejemplo, Mary Lou Williams, fue referenciada por el crítico de jazz Nat Hentoff, el más
importante en el género, dicen por ahí, como “el mejor ejemplo de una mujer dedicada a la
música que rehúsa ser aprisionada por un estilo determinado o por la tradición”.

De las anteriormente referenciadas, no me ocuparé por ahora. Les presentaré a una fusa,
cuya piel es más blanca que la leche o la nata que produce esta cuando se le hierve. Se trata
de la compositora, arreglista, directora y pianista californiana Carla Bley, quien estuvo
presente en 1998, junto al saxofonista Pharoah Sanders y los pianistas Chano Domínguez,
Django Bates y Edy Martínez, en la X versión del Festival Internacional de Jazz del Teatro
Libre de Bogotá, evento que cubrí por encargo de la Radiodifusora Nacional de Colombia,
cuyas entrevistas a cada uno de los participantes reposan en los anaqueles de esta entidad.

Carla Bley, día a día, aporta fértilmente al jazz contemporáneo. Cada presentación y cada
nueva producción es toda una sorpresa. Es tan fértil su producción que por donde ella
transita siempre crecerá la hierba.

Bley, más que compositora es una creadora de ambientes seductores, uno de los pocos
arreglistas actuales que lleva cada tema hasta el límite y consigue que cada intérprete rinda
por encima de sus posibilidades. Tanto en sus obras como en sus presentaciones, se
desplaza desde el plano más intimo a la euforia colectiva infernal, llenando cualquier
escenario u espacio de sonidos atrayentes y coloristas, y, además, creando una fina telaraña
capaz de atrapar a cualquiera que pase por allí. Su música es el brote de efluvios
sencillamente hipnóticos. Ella se ha caracterizado siempre por elevar el triunfo del arreglo
sobre el solista y de la concepción musical global sobre las individualidades.

La pianista, cuyo nombre real es Carla Borg, adoptó artísticamente el apellido de su


marido, el también excelente pianista, Paul Bley. Estudio piano, violín y teoría musical
tanto en su niñez como en su madurez. Fue directora del grupo "Jazz Composers' Guild",
creado en 1964 y sus primeras composiciones fueron interpretadas por la orquesta del multi
instrumentista Jimmy Giuffre, de la cual Paul, su exesposo, fue integrante a finales de los
años 60’s. A finales de esa década, desencantada por el camino que emprendieron la
mayoría de los músicos representativos del free jazz, dirigió sus energías creativas hacia
este estilo. El resultado fue la aclamada obra "A Genuine Tong Funeral" encargada y
grabada por Gary Burton, que obtuvo un enorme éxito con ella en 1967. Una parada
obligatoria en su discografía, es la producción "Escalator Over The Hill", especie de ópera
con letra de Paul Hines. Se publicó en 1973 y obtuvo varios e importantes galardones. En la
actualidad, Carla Bley, sigue siendo una de las compositoras y arreglistas mas importantes
del jazz moderno.

Las féminas nunca han sido excluidas del jazz, la salsa y el son, pero tampoco es que sean
muy incluidas. Estos géneros, es triste decirlo, son tan sexistas como la sociedad de la que
emergieron. En el jazz, por ejemplo, tanto en el pasado como en el presente hay una gran
cantidad de vocalistas femeninas, algunas trágicamente mal representadas y otras
absolutamente invisibilizadas. Entre ellas podemos citar a Billie Holiday (1915-1959); Ella
Fitzgerald (1917-1996); Carmen McRae (1922-1994); Sarah Vaughan (1924-1990); Anita
O’Day (1919-2006); Abbey Lincoln (1930-2010), etc… Ellas fueron indispensables en el
crecimiento artístico del jazz. Mujeres en su mayoría afrodescendientes, que lucharon por
predominar en el mundo artístico patriarcal. Féminas valientes que optaron por el jazz y la
música como una profesión, expresando a través de ella sus sentimientos, sus problemas,
sus pasiones, sus debilidades, alegrías y fortalezas. El jazz no es jazz sin ellas, a pesar de
que durante décadas los historiadores y los críticos las han invisibilizado. Sus voces se han
instalado en el imaginario social y en la memoria histórica…

La escena del jazz vocal fue abrazada por un escéptico pesimismo tras la muerte sucesiva
de sus grandes divas, pero un nuevo harem de cantantes, le ha devuelto su brillo y
luminosidad. Las grandes divas del pasado tienen en este siglo a un séquito de herederas
que proponen un mundo pletórico de variantes expresivas. Hoy, en este día, no deseo
olvidar ni reemplazar nombres, sino de dar a conocer legados valiosos del presente.

Iniciaré con una artista nacida el 18 de abril de 1974, en Athens, Georgia y bautizada como
Madeleine Peyroux, quien deslumbró cuando apareció en escena por su timbre de voz y
manera de cantar muy similar al de la gran Billie Holiday. Con una trayectoria artística que
oscila entre Francia y Estados Unidos, en su estilo se develan las influencias musicales de
ambos países… En 2004, es elogiada mundialmente por su disco "Careless Love", al que le
siguen producciones exitosas como "Half the Perfect World", en el 2006 y “Blue Room”, en
el 2013, en el que rinde un tributo al pianista y compositor Ray Charles, pero en especial a
su álbum "Modern Sounds in Country and Western Music". Su producción musical se ha
caracterizado por el diálogo entre el clasicismo tradicional con el folk

Mi segunda invitada es tan blanca como la leche o la nata que esta produce cuando se
hierve. Aunque no es de mis afectos, es una artista destacada en la escena jazzística por su
producción musical. Diana Krall, quien nació el 16 de noviembre de 1964, en Nanaimo,
Canadá, ha sido elogiada, por los críticos, tanto por su faceta de pianista como por su
famosa voz susurrada y sutil. Se podría decir que desde el 2001 con su álbum "The Look of
Love", Krall se instala en la cima del éxito, y desde ese año ha producido más más de 12
discos, tanto de estudio como en vivo. En sus más recientes trabajos, entre los que se
incluye el disco "Glad Rag Doll", del 2012, la pianista y vocalista se ha distanciado un
poco de su colección de standards orquestados "para todos los públicos" y se ha acercado a
esos sonidos de característicos del vodevil y el burlesque, en los que incorpora ambientes
sonoros sonidos interesantes con base en la guitarra.

Aunque sus primeros discos son quizás los musicalmente mejor logrados, cualquiera de sus
producciones posteriores al 2000, la han situado como una provocativa artista "de masas"
para el sector de la industria del disco.

Su nombre es Sarah Lois Vaughan, la “reina de trébol”, quien junto a Billie Holiday, la
virreina y Ella Fitzgerald, la princesa, conforman el archiconocido y famoso trio de las
súper cantantes del Jazz. La critica especializada la consideró como la cantante mas
completa de la historia de este género, por su registro, su técnica perfecta, su creatividad y
su excepcional sentido de la improvisación.

Sarah Vaughan cubrió cuatro décadas de jazz, estuvo en el hurácan de las nuevas tendencias
de esta música, alcanzó la popularidad entre el público no especializado, amplió en vida su
repertorio a todo tipo de composiciones y nunca visitó nuestro país. En ella encontramos a
la vocalista de jazz, a la cantante pop, a la intérprete de blues y a una virtuosa de la ópera,
que interpretó con autoridad las partituras que llegaron a sus manos.

En los años 50’s, la llamaban Sassy (descarada), por su forma de interpretar y 20 años
después la apodaron la Divina, mote que le arrebató a Dinah Washington. La carrera de
Sarah Vaughan, avalada por el público y la crítica, tuvo el respaldo de numerosos premios.
La revista Downbeat Magazine la consideró como mejor vocalista femenina desde 1946 a
1952 y en 1983 fue galardona con un Premio Grammy.

Earl Hines, Billy Eckstine, John Kirby, Count Basie, Jimmy Jones, Miles Davis, Clifford
Brown, J.J. Johnson, Benny Carter, Quincy Jones y los músicos de be-bop que a finales de
los años 40’s, revolucionaron los planteamientos tradicionales del jazz, Charlie Parker y
Dizzy Gillesple, rindieron ante su voz.

Ella es mi Reina en el día de hoy

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