Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Debate Dif Sex Real Sin
Debate Dif Sex Real Sin
ÍNDICE:
1
.- Respuesta de Zizek a Butler
2
ejemplo contemporáneo de esta segunda alternativa. El
incontestable valor de este libro reside en la eficacia con la que
se despoja de los restos de dogmatismo adormecido que
permanentemente se adhieren a nuestra concepción de la
identidad sexual. La noción del sexo como una sustancia
inmutable, a priori, es criticada completa y -si una cuidadosa
argumentación bastase para imponerse- definitivamente. Sin
pretender en modo alguno desmerecer los logros concretos de
este libro o la sofisticación de su argumentación, quisiera poner
en cuestión algunos de sus supuestos básicos, en razón de que
acaso no den sustento a los objetivos políticos que el libro
pretende defender. En mi opinión, el problema de este libro
ejemplar es que su acertada supresión de la opción dogmática
no hace más que abrir un espacio para la afirmación de su
opuesto binario, si no para el “escepticismo desesperanzado”
acerca del que Kant nos advertía, al menos para un costado
optimista del escepticismo: un voluntarismo confiado. Luego de
criticar con eficacia la noción metafísica según la cual el sexo es
una sustancia inscripta en el origen de nuestros actos, de
nuestro discurso, Butler define el sexo como “una significación
actuada performativamente [...J, una significación que, liberada
de la naturalización de su interioridad y su superficie, puede dar
lugar a la proliferación paródica y al juego subversivo del
significado del género” (pág. 33).
3
Lo que Butler se propone deshacer fundamentalmente es “la
estabilidad del sexo binario” (pág. 6), puesto que considera que
ella es el efecto de prácticas que apuntan a instaurar una
heterosexualidad obligada. Precisamente, el dualismo del sexo,
la forma en que divide a todos los sujetos de manera tajante en
dos categorías separadas, mutuamente excluyentes, sirve a los
fines del heterosexismo. Ahora bien, este argumento no tiene
sentido a menos que explicitemos su presupuesto subyacente, a
saber, que el dos tiende al uno, a la fusión. Pero, ¿de dónde
surge este presupuesto? De considerar los términos binarios,
masculinidad y feminidad, como complementarios. Esto es, sólo
cuando afirmamos que los dos términos guardan una relación
recíproca, por la cual el significado de uno depende del
significado del otro y viceversa, los conducimos -o, lo que es
más fuerte, los forzamos- a la unión, pero a una unión sostenida
mediante antagonismos violentos. Es que la relación
complementaria es, en términos de Lacan, una relación
imaginaria; comporta tanto la unión absoluta como la agresión
absoluta.
4
Cuarto conjunto de preguntas: ¿La heterogeneidad de la
categoría de las mujeres revela el fracaso mismo del feminismo
para incluir a todas las mujeres, similar al fracaso para incluir a
todos los hombres en una causa única? ¿La indocilidad del
feminismo es atribuible únicamente a diferencias raciales,
profesionales o de clase? ¿Por qué el feminismo no puede forjar
una unidad -un todo- de las mujeres?
5
cambiando a lo largo de la historia, sino que “nunca es posible,
finalmente, convertirse en una mujer” (pág. 33), que la
identidad sexual nunca es completa en sí misma, está en
permanente cambio. En otras palabras, Butler concluye, a partir
de los conceptos cambiantes de mujer, algo acerca del ser, la
existencia de las mujeres. Afirmaré que llega a esta conclusión
de manera ilegítima: no podemos sostener que el sexo es
incompleto y que se encuentra en permanente cambio porque
los términos de la diferencia sexual son inestables. Esta es, ante
todo, una objeción filosófica; afirmar, como Butler tiene el
cuidado de hacer, que la razón es limitada es sostener
precisamente que la razón es incapaz de pasar de manera
concluyente del nivel del concepto al nivel del ser; es imposible
establecer la necesidad de existencia sobre la base de las
posibilidades creadas por los conceptos.
6
Kant sostiene que existe una solución legítima a esta
contradicción, pero primero ataca las soluciones ilegítimas que
operan negando uno de los polos de la dialéctica. El
desplazamiento de Saussure desde su propia noción de “pura
diferencia” hacia la noción más “positiva” de “oposiciones
determinantes” es un tipo de solución ilegítima que puede ser
denominada “solución estructuralista”. Al enfatizar la
“perspectiva sincrónica” del lingüista y su comunidad, Saussure
finalmente decidió priorizar el sistema contemporáneo de
significantes que operan en cierto momento (hipotético)
congelado: el presente. Olvidando, en aras de sus propios fines,
la importante condición que él mismo había establecido, según
la cual el significado debe determinarse retrospectivamente, es
decir, olvidando la naturaleza diacrónica del significado, fundó,
en última instancia, la ciencia de la lingüística sobre la totalidad
sistemática del lenguaje. De esta manera, el argumento
estructuralista dejó de ser que el último significante, S2,
determina al que está antes, S1, para convertirse en un
argumento según el cual S2 determina a S1 y S1 determina a
S2; vale decir, las oposiciones recíprocas estabilizan los
significados entre términos coexistentes, y las relaciones
diferenciales ya no amenazan con reevaluar todos los
significantes precedentes.
7
Butler) un significado que es incompleto, inestable. O bien, el
punto es que el sexo es la incompletitud estructural del
lenguaje, no que el sexo es incompleto en sí mismo. El
argumento de Butler convierte la regla progresiva para la
determinación del significado (la regla que requiere que
definamos el significado retrospectivamente) en un significado
determinado. El argumento kantiano/psicoanalítico, como este
otro, apunta a desustancializar el sexo, pero lo hace de modo
diferente. Primero, reconoce la contradicción de la regla de la
razón, en lugar de ignorarla. Luego, vincula el sexo con el
conflicto de la razón consigo misma, no simplemente con uno de
los polos del conflicto.
8
acerca de las otras diferencias. El que asume cada identidad
racial, de clase o étnica es siempre un sujeto sexuado.
9
en el lenguaje y sin embargo es más que el lenguaje, el sujeto
es una causa de la que ningún significante puede dar cuenta. No
porque trasciende el significante, sino porque lo habita como
límite. Este sujeto, radicalmente incognoscible, radicalmente
incalculable, es la única garantía que tenemos contra el racismo.
Una garantía de la que hacemos caso omiso cada vez que
desdeñamos la no transparencia del sujeto respecto del
significante, cada vez que hacemos coincidir al sujeto con el
significante, y no con su falla.
El sexo se define por una ley (la de las pulsiones) con la que,
para retomar la frase de Balibar, “no se “negocia”, a la que no
se “trampea”. Contra la creencia crítica junguiana y
contemporánea en la plasticidad del sexo, estamos tentados de
afirmar que, desde el punto de vista de la cultura, el sexo no es
mudable. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el sexo, la
diferencia sexual, no puede ser deconstruida, ya que la
deconstrucción es una operación que sólo puede aplicarse a la
cultura, al significante, y no tiene sustento en este otro ámbito.
Hablar de la deconstrucción del sexo tiene tanto sentido como
hablar de forcluir una puerta; acción y objeto no pertenecen al
mismo espacio discursivo. Así, afirmamos que si bien el sujeto
1
-que no está adherido al significante, que es un efecto pero no
una realización de los discursos sociales- está, en este sentido,
libre de toda coerción social absoluta, sin embargo no es libre
en el punto en el que debe ser un sujeto bajo una de dos
formas: dentro de cualquier discurso, el sujeto sólo puede
asumir o bien una posición masculina, o bien una femenina.
1
aquello que nunca experimentamos, que nunca tuvimos la
posibilidad de experimentar, ya que nunca estuvo presente
como tal. Es la discordancia del conflicto del lenguaje consigo
mismo la que produce esta experiencia de lo inexperimentable
(que nunca puede ser recordado ni articulado en palabras); es
esta discordancia la que por lo tanto necesita de la repetición.
Pero el constreñimiento propio de la repetición queda velado en
las oraciones citadas aquí, y por lo tanto, lo mismo sucede con
el sexo. El sexo es aquello que no puede ser articulado en
palabras; no es ninguna de las multiplicidades de significados
que intentan compensar esa imposibilidad. Al eliminar este
impasse radical del discurso, El género en disputa, en todo
cuanto dice acerca del sexo, elimina el sexo mismo.
El sexo no es mudable, y decir esto no es ser heterosexista. En
efecto, lo opuesto puede ser verdad. Pues haciendo que el sexo
se avenga con el significante se lo obliga a avenirse a los
mandatos sociales, a asumir un contenido social. Finalmente, al
querer colocar al sujeto en el mismo nivel que el lenguaje, Butler
termina colocándolo por debajo de él, como su realización. La
libertad, la “agencia”, es inconcebible dentro de un esquema
como éste.
Slavoj Zizek
Zizek . p. 120
1
32: Esta brecha que separa para siempre lo Real de un antagonismo de (su
traducción a) una oposición simbólica se torna obvia en un excedente que
emerge a propósito de cada una de dichas traducciones. Por ejemplo, desde
el momento en que trasladamos el antagonismo de clase a la oposición de
clases como grupos sociales existentes positivos (burguesía versus clase
trabajadora), siempre hay, por razones estructurales, un excedente, un
tercer elemento que no "encaja" en esta oposición (lumpenproletariat,
etcétera). Y, naturalmente, sucede lo mismo con la diferencia sexual como
real: esto significa, precisamente, que siempre hay, por razones
estructurales, un excedente de excesos "perversos" respecto de
"masculino" y "femenino" como dos identidades simbólicas opuestas. [...]
pp.131-133
1
garantizando la consistencia intrínseca de la Sociedad. (Esto es
lo que hace el antisemitismo al "materializar" la
impasse-imposibilidad-antagonismo inherente de lo social en la
figura externa del judío: el judío es la garantía última de que la
sociedad existe. Lo que sucede en el paso de la posición de
estricta lucha de clases al antisemitismo fascista no es un
simple reemplazo de una figura del enemigo [la burguesía, la
clase gobernante], por otra [los judíos], sino el cambio de la
lógica del antagonismo que hace imposible la Sociedad a la
lógica del enemigo externo que garantiza la consistencia de la
Sociedad.) La paradoja es, por lo tanto, que Butler, en cierto
modo, tiene razón: sí, lo Real es de hecho interno/inherente a lo
Simbólico, no su límite externo; pero por esa misma razón, no
puede ser simbolizado. En otras palabras, la paradoja es que lo
Real como externo, excluido de lo Simbólico, es en realidad una
determinación simbólica; lo que elude la simbolización es
precisamente lo Real como el punto de fracaso inherente a la
simbolización.[Nota: Para los cognoscenti lacanianos, es evidente que me
estoy refiriendo a sus "fórmulas de sexuación": lo Real como externo es la
excepción que fundamenta la universalidad simbólica, mientras que lo Real
en el sentido lacaniano estricto -es decir, como inherente a lo Simbólico- es
el punto de fracaso elusivo y totalmente no sustancial por el cual lo
Simbólico es para siempre "no-todo". Sobre estas "fórmulas de sexuación",
véase Jacques Lacan, Le Séminaire, livre Xxe Encore, París, Éditions du
Seuil, 1975, capítulos vi y vil [traducción castellana: El seminario. Libro XX-
Aún, Barcelona-Buenos Aires, 198 1]
pp. 244
1
sexual, no tendríamos dos sexos, sino solamente uno.
"Masculino" y "femenino" no son dos partes complementarias
del Todo, son los dos intentos (fallidos) de simbolizar ese Todo.
1
2)CRÍTICA DE JUDITH BUTLER: SOBRE
EL ESTATUS CUASI-TRASCENDENTAL
Y AHISTÓRICO DE LA DIFERENCIA
SEXUAL COMO “REAL”.
Judith Butler
P 148 -154
1
sexual ocupa una posición distintiva dentro de la cadena de
significantes, posición que ocasiona la cadena y es a la vez un
eslabón en ella. ¿Cómo debemos pensar la vacilación entre
estos dos significados (y son siempre distintos), teniendo en
cuenta que lo trascendental es el fundamento, y ocasiona una
condición sustentadora de lo que se denomina lo histórico?
1
Naturalmente, la respuesta de mis amigos lacanianos aun más
progresistas es que no tengo por qué preocuparme por esta
diferencia sexual innombrable que no obstante nombramos, ya
que no tiene contenido sino que es puramente formal,
eternamente vacía. Pero aquí volvería a la observación hecha de
manera tan tajante por Hegel contra los formalismos kantianos:
la estructura vacía y formal se establece precisamente a través
de la sublimación no totalmente lograda del contenido como
forma. No es adecuado afirmar que la estructura formal de la
diferencia sexual es primero y ante todo sin contenido, sino que
llega a ser "llenada" con contenido por un acto posterior y
anterior. Esa formulación no sólo sustenta una relación
totalmente externa entre la forma y el contenido, sino que actúa
impidiendo la lectura que podría mostrarnos que ciertos tipos de
formalismos son generados por un proceso de abstracción que
nunca está totalmente libre del remanente del contenido que
rechaza. El carácter formal de esta diferencia sexual presocial
originaria en su vacío ostensible se realiza precisamente a
través de la materialización mediante la cual determinado
dimorfismo idealizado y necesario prende. El rastro o remanente
que el formalismo necesita borrar, pero que es el signo de su
fundamento en aquello que es anterior a él, a menudo opera
como la clave para su desciframiento. El hecho de que
afirmaciones como "la inteligibilidad cultural requiere la
diferencia sexual" o "no hay cultura sin diferencia sexual"
circulen en el discurso lacaniano anuncia algo de la
normatividad restrictiva que impulsa esta tendencia
trascendental, una normatividad a salvo de la crítica
precisamente debido a que se declara a sí misma oficialmente
como anterior a cualquier operación social de diferencia sexual
dada que la hubiera contaminado. Si 2izek puede escribir, como
lo hace: "¿qué contenido específico debe ser excluido para que
la forma vacía misma de la universalidad emerja como el
"campo de batalla' por la hegemonía?" (SZ, p. 119, el destacado
es del original), entonces, puede sin duda considerar la
pregunta: "¿qué contenido específico debe ser excluido para que
la forma vacía misma de la diferencia sexual emerja como un
campo de batalla por la hegemonía?".
1
¿aceptamos esta descripción de la base fundamental de la
inteligibilidad o comenzamos a preguntarnos qué tipos de
forclusiones alcanza semejante postulación y a qué costo?
1
de fidelidad para todo par conyugal es asegurado por "la
presencia femenina", y los hombres gay aparentemente carecen
de ese ancla crucial en sus relaciones. 12
2
sustentar y promover una formulación más radicalmente
democrática del sexo y la diferencia sexual.
2
3) RESPUESTA DE ZIZEK A BUTLER
Slavoj Zizek
pp. 307-313
2
La línea de razonamiento crítico sólo funciona, sin embargo, si lo
Real (lacaniano) es calladamente reducido a una norma
simbólica prehistórica a priori, como es evidente a partir de la
siguiente formulación: "El carácter formal de esta diferencia
sexual presocial originaria en su vacío ostensible se realiza
precisamente a través de la materialización mediante la cual
determinado dimorfismo idealizado y necesario prende" (]B, p.
150). Si, entonces, la diferencia sexual es elevada a una norma
ideal prescriptiva -si todas las variaciones concretas de la vida
sexual están "limitadas por esta condición normativa no
tematizable" JB, p. 153), la conclusión de Butler es,
naturalmente, inevitable: "como afirmación trascendental, la
diferencia sexual debe ser rigurosamente objetada por todo
aquel que quiera protegerse de una teoría que prescriba de
antemano qué tipos de acuerdos sexuales estarán y no estarán
permitidos en la cultura inteligible" JB, p. 154).
2
"formal", es ciertamente una forma extraña -una forma cuya
principal consecuencia es precisamente que debilita toda forma
universal que trata de capturarla-. Si insistimos en hacer
referencia a la oposición entre lo universal y lo particular, entre
lo trascendental y lo contingente/patológico, debemos decir que
la diferencia sexual es la paradoja de lo particular que es más
universal que la universalidad misma -una diferencia
contingente, un remanente indivisible de la esfera "patológica"
(en el sentido kantiano del término) que siempre de alguna
manera hace descarrilar, desequilibra, la idealidad normativa
misma-. Lejos de ser normativa, la diferencia sexual es por ende
patológica en el sentido más radical del término: una mancha
contingente que todas las ficciones de las posiciones simétricas
de parentesco tratan en vano de borrar. Lejos de limitar la
variedad de disposiciones sexuales de antemano, lo Real de la
diferencia sexual es la causa traumática que pone en
movimiento su proliferación contingente.
2
se esfuerzan en vano por simbolizarlo/normalizarlo. [Nota 2: Aquí
podemos ver, nuevamente, que la clave de la noción lacaniana de lo Real es
la superposición de las diferencias interna y externa elaborada de manera
ejemplar por Laclau: la "realidad" es el dominio externo delineado por el
orden simbólico, mientras que lo Real es un obstáculo inherente a lo
Simbólico, que bloquea su actualización desde adentro. El argumento
convencional de Butler contra lo Real (la línea misma de separación entre lo
Simbólico y lo Real es un gesto simbólico par excellence) no considera esta
superposición, que torna lo Simbólico intrínsecamente inconsistente y
frágil.]
2
lectura reductora de Lacan: impone a Lacan la red de
oposiciones clásicas (forma trascendental versus contenido
contingente; ideal versus material); así, cuando el objeto se
resiste y, naturalmente, no encaja en este esquema, lo lee como
una inconsistencia de la teoría criticada (¿dónde, por ejemplo,
describo "alternadamente lo Real como material e ideal" (JB, p.
158)?