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Género, ciudadanía social y trabajo

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Género, ciudadanía
social y trabajo
Rosario Aguirre

UNIVERSIDAD FACULTAD DE DEPARTAMENTO


DE LA REPÚBLICA CIENCIAS SOCIALES DE SOCIOLOGÍA
© Rosario Aguirre

Departamento de Sociología
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de la República
José Enrique Rodó 1860/66
(11200) Montevideo - Uruguay
Tel. (598-2) 409 15 24 / 409 78 79
Fax (598-2) 408 96 65
E-mail: rosario@fcssoc.edu.uy
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Montevideo - Uruguay
Tel. (598-2) 480 86 60
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1ª Edición, marzo 2003


Impreso en Uruguay
Contenido

Introducción ........................................................................................................... 5

Primera parte
El debate conceptual ....................................................................................... 7

1 La ciudadanía social
Revisión de un concepto de renovada vigencia ......................................... 9
La construcción histórica a partir de los derechos ..................................... 9
Las críticas a los sesgos sexistas en el análisis .......................................... 10
Las tensiones entre igualdad y diferencia ................................................. 12
En el contexto de la globalización ........................................................... 13

2 El diamante del bienestar


El papel de las instituciones en los derechos sociales de las mujeres....... 15
Funciones familiares, provisión y desigualdades de género ..................... 18

Segunda parte
El ejercicio del derecho al
trabajo de las trabajadoras madres ................................................................ 23

3 La esfera familiar y el mundo del trabajo


Análisis de transformaciones recientes .................................................... 25
La inclusión excluyente de las mujeres en el mercado de trabajo ............ 25
Las familias de dos proveedores: el aporte monetario femenino............... 28
La seguridad social y las desigualdades de género ................................... 29
4 Maternidad, carrera laboral y discriminación
Un estudio de caso en el sector financiero .............................................. 32
Madres: des-sexualización y presiones .................................................... 32
La lactancia: desconocimiento y renuncia ............................................... 34
El cuidado de los niños y las diferencias con los hombres ....................... 35
Las dificultades para hacer carrera ........................................................... 36
Otra mirada: el conformismo y la falta de ambición ................................ 37
¿Abuso o resistencia? ............................................................................... 37
Las discriminaciones: negación o reconocimiento ................................... 38
El papel del sindicato .............................................................................. 38
Una reflexión masculina sobre la licencia parental .................................. 39
Referencias metodológicas ...................................................................... 40

5 El cuidado infantil
Entre lo público y lo privado ................................................................... 42
Acciones públicas, mercado y redes parentales. ...................................... 42
Estrategias de las trabajadoras asalariadas
del sector de servicios en Montevideo ..................................................... 46
En síntesis ................................................................................................ 48

Consideraciones finales ......................................................................................... 51

Bibliografía............................................................................................................ 55
Introducción

E n el mundo del trabajo la conquista de la


igualdad formal 1 no se traduce en efectivo
ejercicio de los derechos ni en prácticas igualitarias.
recho al trabajo remunerado en condiciones de
equidad.
La hipótesis central es que la distancia entre la
Así resulta de las evidencias proporcionadas por igualdad formal y la igualdad real –que “fragiliza”
una importante cantidad de estudios empíricos rea- la ciudadanía social de las mujeres– deriva de la
lizados en los últimos años, tanto en el país como división sexual del trabajo en la producción, y de
en el ámbito internacional. En el mercado de tra- las responsabilidades derivadas de la maternidad
bajo, a pesar de algunos avances, persisten las di- y de los ciudadanos a los miembros de las familias.
ferencias salariales y la segregación ocupacional Esta “fragilidad” tiene una dimensión político-eco-
por sexo. También se constata que, en importan- nómica que se expresa en la exclusión y la segre-
tes sectores de trabajadoras, los derechos asocia- gación ocupacional, y una dimensión ideológica
dos a la maternidad presentan dificultades para su valorativa, presente en las representaciones estereo-
reconocimiento. tipados que devalúan los trabajadores de las mu-
Se registran avances en el campo laboral y edu- jeres y que alcanza en mayor medida a las trabaja-
cativo, y las posibilidades que brinda la autonomía doras madres.
económica; sin embargo, estudios recientes siguen En el contexto de los actuales debates sobre los
constatando que esos logros en la educación y el desafíos que los procesos de globalización presen-
trabajo no guardan relación con el acceso a luga- tan para la consolidación democrática de nuestros
res de poder político y económico, ni con una efec- países, debido a la profundización de la heteroge-
tiva redistribución de actividades en el plano fami- neidad y las desigualdades sociales, se replantea la
liar, poniéndonos en evidencia que las transforma- necesidad de abordar la cuestión de la ampliación
ciones en las relaciones de género se están produ- de los derechos ciudadanos de las mujeres.
ciendo en las distintas esferas de la vida social a Los datos de esta investigación derivan de un
ritmos diferentes. diseño metodológico que supuso la combinación
Esta investigación tiene por finalidad aportar de distintas estrategia. Se utilizó información secun-
elementos para entender las dificultades que las daria proveniente de organismos públicos y priva-
mujeres uruguayas encuentran para gozar de un dos, bases de datos de la Encuesta Continua de
status ciudadano completo y, en particular, los obs- Hogares (ECH) del Instituto Nacional de Estadísti-
táculos para el efectivo acceso y ejercicio de su de- ca (INE), información procedente de un estudio de
5
caso múltiple hecho a trabajadoras madres de una tres centros de trabajo, uno del sector público y dos
institución del sector público y de dos institucio- del privado.
nes del sector privado financiero, así como infor- Por último se interpretan los resultados obte-
mación cualitativa primaria originada en entrevis- nidos en la investigación acerca del debate concep-
tas en profundidad realizadas a trabajadoras ma- tual planteado y se argumenta sobre la necesidad
dres del sector financiero. de nuevos arreglos institucionales, que garanticen
Los resultados se presentan en dos partes. En el derecho de las mujeres al trabajo.
la primera parte se expone el marco conceptual del Esta investigación se realizó en el Departamen-
trabajo. En el primer capítulo se aportan argumen- to de Sociología (DS) de la Facultad de Ciencias
taciones tendientes a mostrar la vigencia del con- Sociales (FCS) de la Universidad de la República
cepto de ciudadanía, recogiendo las críticas que (Udelar), entre julio de 2000 y marzo de 2002. Fue
enfatizan los sesgos de género en su construcción financiada por la Comisión Sectorial de Investigación
histórica y social. Aquí se destacan las tensiones Científica (CSIC) de esta Universidad, a través del
que derivan del proceso de globalización y de las Programa Investigación y Desarrollo. El equipo es-
crecientes dificultades para responder a las deman- tuvo integrado por Rosario Aguirre como responsa-
das de derechos sociales. En el segundo capítulo ble y Karina Batthyány como asistente durante todo
se analiza el papel de las distintas esferas institu- el desarrollo del trabajo. Colaboró además como
cionales proveedoras de bienestar, en el entendi- asistente François Graña, en el período comprendi-
do de que las diferentes modalidades de su articu- do entre julio 2000 y julio 2001. Lorena Alsina y
lación favorecen o limitan el ejercicio de los dere- Lucía Scuro participaron como becarias en el
chos de ciudadanía. Se llama además la atención relevamiento, el procesamiento y el análisis de la
sobre el papel que cumple la esfera familiar en las información de los estudios de caso. En la recolec-
posibilidades que tienen las mujeres de ejercer ción de información secundaria y en la presentación
estos derechos. de cuadros y gráficos colaboró Laura González. Para
En la segunda parte, en el tercer capítulo, se los procesamientos de microdatos de ECH se contó
analizan los cambios recientes producidos en Uru- con la colaboración del Banco de Datos
guay, tanto en el mundo del trabajo como en el sis- Sociodemográficos de la FCS.
tema de seguridad social, relativos a los procesos El plan de trabajo del Área de Sociología de
de inclusión y exclusión de las mujeres. Se desta- Género, para el año 2003, prevé la realización de
ca el creciente aporte de las mujeres a la econo- estudios complementarios, a partir de la información
mía familiar y el papel de las responsabilidades recogida en los estudios de caso y en los
familiares en relación a la posibilidad de lograr reprocesamientos de la ECH.
autonomía económica. Por medio de un estudio de
caso en el sector financiero privado, se consideran
–en el plano microsocial y subjetivo– los aspectos Notas
normativos, valorativos e ideológicos vinculados a
las discriminaciones laborales asociadas a la ma- 1. En Uruguay, como en otras partes del mundo, se han
ternidad. aprobado disposiciones antidiscriminatorias que re-
A continuación se estudian las relaciones en- conocen la igualdad de hombres y mujeres en el
tre la esfera familiar, la maternidad y el trabajo, con- empleo. Las principales normas son: la ley 16.045
siderando dos diferentes niveles de análisis. En pri- de igualdad de trato y oportunidades en el empleo,
mer lugar, un acercamiento macrosocial, que abor- la Convención sobre Eliminación de todas las For-
da el análisis de las acciones públicas y privadas mas de Discriminación de la Mujer y los Convenios
de cuidado infantil, da cuenta del déficit de este de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) 100,
cuidado. En segundo lugar, un estudio de caso 111 y 156, ratificados por Uruguay. Sin embargo,
múltiple indaga acerca de las prácticas de cuida- muchas de estas disposiciones se desconocen y otras,
do y de la división sexual del trabajo no remune- aunque son conocidas se eluden, son violadas y ra-
rado en los hogares de las trabajadoras madres de ramente reclamadas.

6
Primera parte

El debate conceptual
1
La ciudadanía social
Revisión de un concepto
de renovada vigencia
Siguiendo los planteos de los principales teóricos de la ciudadanía social es posible
mostrar la vigencia de este concepto como modelo para el relevamiento de las
necesidades sociales y como criterio para atender el bienestar social, a partir del
reconocimiento de que la ciudadanía se constituye en un proceso de construcción
histórico y social. Las críticas feministas, por su parte, enfatizan los sesgos sexistas
en el análisis de los procesos de adquisición y difusión de los derechos de
ciudadanía. Hoy en día la revisión del concepto adquiere renovada importancia,
dado que en el contexto de la globalización, el real ejercicio de la ciudadanía –en
cuanto a la concreción de derechos económicos y sociales– pasa por nuevas
dificultades, al mismo tiempo que se avanza en hacer visible las diversidades entre
identidades diferenciadas.

A partir de la década del 90 el viejo concep-


to de ciudadanía ha adquirido una nueva
importancia en los trabajos de los teóricos sociales,
social (1998), resultado de una serie de conferencias
dadas en Cambridge en 1949 en honor a Alfred
Marshall. En ellas el autor elaboró una noción com-
en la mayor parte de los países europeos y también pleja, que muestra cómo los derechos se constitu-
en Estados Unidos. Los cuestionamientos a los mo- yen históricamente formando la base de la ciudada-
delos de solidaridad –y a los derechos sociales ante nía moderna. 3
la crisis económica y la reacción política– han je- Analizando la historia británica, Marshall distin-
rarquizado las cuestiones de la ciudadanía. 2 El len- gue tres dimensiones en la ciudadanía moderna:
guaje de la ciudadanía está cada vez más presente civil, política y social. El ideal liberal de ciudadanía
en los discursos de los partidos políticos y de las or- aparece centrado en los derechos civiles y políticos.
ganizaciones y los movimientos sociales. Es así que La ciudadanía civil comprende los derechos nece-
los vínculos entre las diferentes dimensiones de la sarios para la libertad personal, la libertas de expre-
desigualdad y la posibilidad de ejercicio de los de- sión y de pensamiento, los derechos de propiedad
rechos ciudadanos son objeto de atención de una y los derechos a la justicia. Estos fueron los prime-
creciente literatura. ros derechos conquistados para enfrentar el ejerci-
cio arbitrario de la autoridad. El Estado debe respe-
tarlos y protegerlos de los abusos, incluso de los que
La construcción histórica
él mismo comete. Por su parte, la ciudadanía políti-
a partir de los derechos
ca supone el derecho a participar en el ejercicio del
poder político por medio del voto y el derecho a ser
La mayoría de los análisis sociológicos sobre el elegido.
surgimiento de la noción de ciudadanía parten del Marshall agregó la dimensión social de la ciu-
ensayo de Thomas H. Marshall Ciudadanía y clase dadanía, conformada por los derechos a la instruc-
9
ción, al bienestar y a la seguridad económica, de- mentan en contra de considerar los derechos de ciu-
finidos según el nivel de vida de cada comunidad dadanía como resultado de un proceso lineal. Ellos
política. Este concepto de ciudadanía social inclu- ven el desarrollo de la ciudadanía como resultado
ye derechos y también obligaciones tales como tra- de la lucha de la clase obrera, o como estrategia de
bajar, pagar impuestos, enviar a los niños a la es- la clase dominante para contener la conflictividad.
cuela, etcétera. Conquistados en Europa en el si- Gran parte del debate gira en torno a las relaciones
glo XX, con posterioridad a los derechos civiles y entre clase e integración social.
políticos, se corresponden con el desarrollo de la Lo nuevo que aportan Crompton y Bryan Turner
industrialización, de las instituciones del Estado (citado por R. Crompton, op.cit.) es ver en el desa-
moderno de bienestar y con el reconocimiento del rrollo de la ciudadanía la importancia de los movi-
sindicalismo. mientos sociales no clasistas, las guerras y la emi-
Es importante destacar que en la concepción de gración. En el caso de las mujeres es bien conocido
Marshall la ciudadanía social remite a cuestiones que en muchos países europeos, como en Gran Bre-
redistributivas en tanto garantiza la obtención de taña, el derecho al voto se debió al papel cumplido
bienes materiales. Muchos autores que trabajan con por ellas durante la Primera Guerra Mundial. La in-
este concepto citan la frase de Marshall: “en el siglo vestigación histórica reciente revela que fueron las
XX, la ciudadanía y el sistema de clases capitalistas demandas de derechos políticos y civiles, articula-
han estado enfrentados”. Así dan cuenta de la idea das por las organizaciones de mujeres y el feminis-
de que la ciudadanía social afecta la estructura de mo, las que condujeron a la inclusión de las muje-
desigualdades basada en el mercado. res en la ciudadanía.
La distinción que realiza este autor de los tres Los derechos pueden surgir también de prácti-
elementos de la ciudadanía moderna –civil, políti- cas de difusión que actúan desde el exterior por el
ca y social– aparece retomada por otros muchos influjo de organismos internacionales, estimuladas
autores y es objeto de numerosas críticas. por actores locales, tales como las organizaciones
Rosemary Crompton (1994) sostiene que las no gubernamentales (ONG) o los sindicatos.
críticas a los análisis de Marshall pueden ser resu- Berengére Marques-Pereira (1997) destaca que
midos en dos: un claro etnocentrismo y un “evolu- el verdadero interés de la propuesta de Marshall
cionismo excesivamente optimista del desarrollo de radica en la posibilidad de “sociologizar” el concep-
la ciudadanía”. to de ciudadanía, considerándolo como “un proce-
Se habla de etnocentrismo porque su análisis so de construcción social en el cual las relaciones
se refiere sólo a Gran Bretaña; la evolución indi- existentes en el área política son importantes”. Los
cada por Marshall –los derechos civiles consagra- procesos de inclusión y exclusión pueden ser fluc-
dos en el siglo XVIII, los políticos en el siglo XIX y tuantes y contradictorios. Se distingue así la ciuda-
los sociales en el siglo XX– no se observan en al- danía formal –definida por la pertenencia a un Esta-
gunos otros países europeos, donde la ciudadanía do y una nación– y la ciudadanía real, vinculada a
social y civil avanzó más rápido que la política. la participación política y cívica en los procesos de
Como ha sido destacado por varios autores que democratización.
estudian desde la perspectiva de la ciudadanía dis-
tintos países de América Latina (ver B. Marques-
Las críticas a los sesgos
Pereira e I. Bizberg, 1995), no es posible compren-
sexistas en el análisis
der el proceso histórico de constitución de la ciu-
dadanía como una sucesión de derechos civiles,
políticos y sociales. En América Latina, contraria- El pensamiento feminista ha realizado una con-
mente a lo sucedido el Europa, los derechos socia- tribución fundamental a las teorías sobre la ciuda-
les se han desarrollado en muchos casos con ante- danía. Considerando las relaciones de género, ha
rioridad a los políticos, y los procesos de construc- puesto en evidencia las tensiones teóricas del con-
ción de ciudadanía se muestran extremadamente cepto, destacando las simplificaciones planteadas en
complejos, lo cual exige una relectura crítica de la el análisis del proceso de adquisición y difusión de
propuesta marshalliana. derechos.
Varios autores –Anthony Giddens, 1982; Sylvia Walby (2000) propone tomar como pun-
Michael Mann, 1987; Ralf Dahrendorf, 1992– argu- to de partida en la construcción conceptual de la ciu-
10
dadanía el acceso diferenciado de los habitantes de La exclusión de las mujeres de la ciudadanía
un territorio dado a los derechos civiles, políticos y aparece en el origen de esta noción: no fueron con-
sociales. Esta autora destaca el hecho de que en nu- sideradas ciudadanas porque fueron definidas
merosos países, la ciudadanía no es adquirida al como esposas y madres de ciudadanos responsa-
mismo tiempo por todos. Distintos grupos obtienen bles de la unidad familiar. La familia no tuvo espa-
diversos tipos de derechos en diferentes momentos. cio dentro del lenguaje de los derechos y deberes
Como es sabido, en la mayor parte de los países de de los ciudadanos, fue considerada la base natural
Occidente, varias décadas separan el momento de de la existencia en la que se ocultan las diferencias
adquisición de la ciudadanía política de hombres y internas, en una unidad en la que esposas e hijos
mujeres. Ellas no gozan aún plenamente de la ciu- dependientes quedan excluidos de los derechos
dadanía civil, dado que no han adquirido todavía civiles y políticos.
el control de su cuerpo; en muchos países, han con- Es así que la Declaración de Derechos del Hom-
quistado derechos civiles y políticos, pero no tienen bre y del Ciudadano de 1789 no incluyó a las muje-
el derecho al divorcio. res y, más tarde, en 1804, el influyente Código Civil
Las mujeres han adquirido los derechos políti- de Napoleón, a pesar de su carácter universalista,
cos antes del reconocimiento de los derechos civi- limitó la capacidad civil de las mujeres casadas,
les, alterando la secuencia histórica planteada por consolidando su status legal de subordinado al ma-
Marshall. En Uruguay, por ejemplo, el derecho al rido-ciudadano.
voto se adquirió en 1932, mientras que la ley de Chiara Saraceno (1994) describe claramente la
derechos civiles de la mujer se aprobó en 1946. En causa de la debilidad originaria de la ciudadanía de
general, ciertos derechos civiles, como el derecho las mujeres: “El hecho de pertenecer a la comuni-
a recurrir a la justicia en caso de violencia domés- dad/unidad familiar por el casamiento y la respon-
tica, no pueden considerarse como totalmente ad- sabilidad de engendrar hijos para la familia consti-
quiridos. tuyen, para los ‘padres’ de la ciudadanía, la ‘causa’
La observación de Walby sobre las mujeres bri- de la incapacidad de las mujeres de ser ciudadanas,
tánicas –que contradice la tesis de Marshall– puede tornándose al mismo tiempo dependientes del ma-
ser extendidas a otros países: la ciudadanía política rido. Reconocerlas como sujeto de derecho autóno-
ha servido de base para la adquisición de derechos mo como los hombres, de hecho, alteraría las bases
civiles, a la vez que la ciudadanía civil ha impulsa- de la unidad familiar, introduciendo la posibilidad
do la adquisición de derechos políticos. de conflicto legítimo y de negociación de intereses
Por lo tanto, se puede sostener que la historia entre iguales, que eran considerados como caracte-
de la ciudadanía de las mujeres contradice la rísticos de la esfera pública de los ciudadanos” (tra-
periodización propuesta por Marshall, dado que ducción propia, del portugués).
ellas fueron excluidas de distintas dimensiones de Esta autora hace notar que se trata de una “mo-
la ciudadanía hasta muy entrado el siglo XX: tivación de exclusión” más radical que las que ex-
Pero no se trata simplemente de reconocer que cluyeron a amplios sectores de hombres, durante
las mujeres hayan necesitado más tiempo para ser mucho tiempo, de la ciudadanía plena, ligadas al
reconocidas como ciudadanas. Se trata de ver los ingreso, la raza o la posición en las relaciones de
fundamentos de su dificultad para lograrlo. producción. Las mujeres no son portadoras de inte-
Un importante conjunto de autoras (C. reses autónomos, sino de aquellos de la familia, tal
Pateman, 1990; M. Dietz, 1990; entre otras) par- como son definidos a partir de los intereses y los
ten de la crítica a la noción de liberal de ciudada- poderes de los maridos-ciudadanos.
nía y se remiten al origen del concepto, analizan- La incorporación de las mujeres a la ciuda-
do los escritos de pensadores clásicos de los siglos danía social plantea problemas en un doble sen-
XVII y XVIII, tales como John Locke y Juan Jacobo tido. Por un lado, cuando fueron consideradas
Rousseau. 4 Ellas ponen de relieve las consecuen- como ciudadanas, no obstante sus vínculos y res-
cias de la asociación del concepto de hombre con ponsabilidades familiares, no se produjo al mis-
la razón, la cultura y la actuación en el mundo mo tiempo un redefinición de la división sexual
público, y la relación del concepto de mujer con del trabajo en el seno de la familia. Por otro lado,
la emoción, la naturaleza y la actuación en el ám- al incorporar atributos y características masculi-
bito privado y en la vida doméstica. nas tales como la participación en el empleo, se
11
hizo abstracción de las diferencias entre hombres oprimidos. Ello la conduce a proponer mecanismos
y mujeres. especiales para representar a tales grupos. El pro-
Los beneficios de la ciudadanía social han inci- blema señalado en numerosas críticas a esta posi-
dido de forma diferencial en hombres y mujeres, ción radica en que se construirían grupos falsamen-
debido a que las políticas de bienestar se han cen- te homogéneos, basados en el supuesto de que los
trado en aquellas personas que participan en el intereses de los integrantes de esos grupos repre-
mercado, reproduciendo las relaciones de subordi- sentan el interés general.
nación en la esfera familiar. Carole Pateman (citada por B. Marques-Pereira,
Las jubilaciones, los seguros de desempleo, la 2001) califica de “dilema de Wollstonecraft” 6 el que
atención de la salud están ligados al trabajo asa- existe entre la reivindicación de la igualdad de de-
lariado, por lo tanto, aquellos que no cotizan en rechos de las mujeres realizada en nombre de su
su actividad laboral no están cubiertos. Las muje- común humanidad con los hombres –que condu-
res que cuidan de los miembros de su familia no ce a la asimilación con la norma masculina– y la
tienen acceso directo a prestaciones y servicios, reivindicación basada en su responsabilidad
aunque puedan gozar de pensiones al enviudar. como mujeres, que las condena a una ciudada-
Pero incluso las jubilaciones de las mujeres que nía de segunda clase.
tienen un empleo pueden ser más reducidas que La definición social de la igualdad se ha com-
las de los hombres, debido a las interrupciones de plejizado en términos de explicar lo que transforma
sus carreras laborales y a la mayor frecuencia de una diferencia en desigualdad, cuestión sobre la cual
inserciones precarias o informales en el mercado no se encuentran respuestas satisfactorias en la teo-
de trabajo. ría social estructuralista, en la marxista no en la
En los análisis teóricos feministas sobre la ciu- funcionalista. Las discusiones más recientes presen-
dadanía social hay un dilema de difícil solución: la tan la noción de igualdad como una noción com-
exigencia de incorporación de las mujeres al traba- pleja, constituida por variadas ideas que difieren en
jo con los mismos derechos y beneficios que los aspectos históricos y empíricos.
hombres y, al mismo tiempo, el reconocimiento del Laura Pennacchi (1999) llama la atención so-
valor del trabajo de cuidados y su sostenimiento por bre el hecho de que, a pesar de que las desigual-
parte del Estado. 5 dades son múltiples y de que los criterios para
individualizarlas y evaluarlas resultan controver-
tidos, la igualdad se sigue reafirmando como as-
Las tensiones entre
piración propia de la modernidad. Esta autora ex-
igualdad y diferencia
presa que, a pesar de las dificultades en deter-
minar lo igual, la tarea es considerar “cuál y
La tensión entre la idea de igualdad de derechos cuánta igualdad consideramos legítimo favorecer
de la mujer y los hombres, y de la diferencia de aqué- o solicitar”.
llas en tanto mujeres recorre el pensamiento femi- Los problemas surgen de la multiplicidad de
nista contemporáneo. Estos debates plantean enor- espacios en que puede tener lugar la desigualdad y
mes desafíos teóricos y prácticos. de las características personales en términos de sexo,
La concepción liberal de la igualdad ha sido raza, etnia. Es así que Amartya Sen (1990) afirma
criticada por quienes destacan las diferencias entre que, bajo la potencia retórica de la igualdad del
hombres y mujeres. Las corrientes de la diferencia hombre, es preciso explicitar las diferencias porque
sostienen que la de igualar los sexos es una política “ignorarlas puede ser profundamente desigual, ya
patriarcal que conduce a homologar a las mujeres que esconde el hecho de que un empeño igual exi-
al principio y a la lógica masculina. ge un trato muy desigual a favor de los más
Es así que Iris M. Young (1996) ha propuesto desfavorecidos”.
que la democracia representativa trate a las perso- Por lo tanto, la igualdad de oportunidades
nas no como individuos sino como miembros de como fundamento de las aspiraciones igualitarias
grupos. Esta autora considera el discurso de la ciu- (en educación, ocupación) no sustituye la igual-
dadanía individual –que ignora las diferencias– dad de resultado no sólo en los ingresos, sino tam-
como la forma de perpetuar la dominación de gru- bién en el estilo de vida que implica autonomía y
pos que ya son dominantes, dejando sin voz a los seguridad. Esto tiene claras consecuencias en tér-
12
minos de pensar la organización de los sistemas estratificación ocupacional, quedando excluidos
de bienestar. amplios sectores de la población, por ejemplo, los
Es así que a través de la pluralidad de nociones trabajadores rurales y los domésticos. Con los regí-
de igualdad se puede eludir caer en una noción uni- menes autoritarios se abrogaron los derechos civi-
versalista abstracta, y aceptar la tensión entre uni- les y políticos. La crisis económica a partir de los
versalidad y diferencia. años 60 estuvo unida a la restricción de derechos
sociales.
En la transición hacia la democratización, se
En el contexto
impulsan medidas macroeconómicas orientadas por
de la globalización
las agencias supranacionales, y se activan movimien-
tos sociales y políticos que cuestionan esta orienta-
Resulta claro que la secuencia señalada por ción. Los mercados tienden a quedar desregulariza-
Marshall de derechos civiles, políticos y sociales dos y las políticas sociales tienden también a
a partir del caso inglés muestra una conformación restringirse y a seguir la lógica del mercado. Las
más compleja en América Latina, como resultado políticas de bienestar dan lugar a políticas focaliza-
de procesos políticos y sociales distintivos de la das en las que se asigna un nuevo papel a la socie-
región. dad civil. Surge la interrogante acerca de qué tipo
La propia configuración de los derechos de ciu- de ciudadanía se promueve en los proyectos neoli-
dadanía y su interrelación es objeto de controver- berales de modernización.
sia, al mismo tiempo que a los debates actuales se Retomando la clásica distinción de A.
agregan nuevas dimensiones tales como la de género Marshall de los derechos de ciudadanía, Willem
y etnicidad (W.Assies y M.A. Calderón, 2002). Assies y Marco A. Calderón (op.cit.) afirman que
Las reformas estructurales en el contexto de la el proyecto neoliberal privilegia los derechos ci-
apertura comercial han conducido a numerosos viles porque sostiene el papel asignado a la socie-
analistas a plantear múltiples preguntas acerca de dad civil, pero le otorga un papel meramente res-
la democracia, y las relaciones entre Estado, socie- tringido y procesal a los derechos políticos, ten-
dad y mercado, con respecto a la aparición de diendo a desarrollar una forma “abreviada” de los
nuevos actores sociales y a los cambios en la cul- derechos sociales.
tura política. En este contexto, se produce la movilización de
Las nuevas dinámicas de inclusión y exclusión, amplios sectores sociales, como los movimientos de
vinculadas a la globalización y a las transformacio- mujeres, que expresan aspiraciones de participación,
nes de la estructura social, motivan cuestionamien- de inclusión social y de afirmación de nuevos dere-
tos a la idea misma de la ciudadanía social. Los chos. Algunos autores hablan de una “antropologi-
derechos sociales y económicos son más difíciles de zación” del concepto de ciudadanía, al enfatizar los
traducir en compromisos reales entre el Estado y la impactos sociales de la exclusión histórica de cier-
sociedad, dados los costos sociales del ajuste fiscal tas categoría sociales para el ejercicio de la ciuda-
y la crisis laboral. danía (A. Pérez Baltodano, 1997), no sólo en térmi-
Martín Hopenhayn (2001) llama la atención nos de clase sino también de raza, etnia y género.
sobre las transformaciones en los derechos al Interesa sobre todo analizar el impacto cultural de
“reinscribirse” la ciudadanía en nuevos espacios, los mecanismos de exclusión, la discriminación en
mostrando que efectivamente “la ciudadanía es un las interacciones cotidianas en el lugar de trabajo,
concepto y una práctica en mutación”. en las familias y en las relaciones que se establecen
Mientras en contextos democráticos se logra con los funcionarios estatales.
mayor titularidad en los derechos civiles, y reapare- Se ha destacado el papel de la globalización
ce la idea republicana de derechos políticos, surge en la mayor conciencia de las diferencias entre
una gran variedad de prácticas de asociación o co- identidades culturales, por la difusión en los me-
municación que no necesariamente confluyen en lo dios de comunicación, por las ONG transnaciona-
político-estatal, al mismo tiempo que la política se les y la intensificación de las migraciones. Aumenta
vuelve cada vez más mediática. la visibilidad política de la afirmación cultura y de
Debe recordarse que en los regímenes populis- los derechos a la diferencia. En el caso de las de-
tas la ciudadanía social se vinculó a un sistema de mandas de género, la afirmación de la diferencia
13
puede coexistir con el reclamo de nuevos derechos nales y nacionales. Es así que mediante planes de
sociales. igualdad, las mujeres obtienen un reconocimiento
La observación de Hopenhayn (op.cit.) resulta cultural y presencia en el discurso. Sin embargo,
interesante: “...se hacen más políticas las demandas resulta más dificil el reconocimiento de los dere-
culturales porque el sistema político, dadas sus difi- chos sociales que implican redistribución, como los
cultades para responder a las demandas sociales tra- derechos sociales vinculados al trabajo.
dicionales y comprometerse en grandes proyectos
de cambios, encuentran en el mercado de las de-
mandas culturales un lugar propicio para seguir en
Notas
la competencia. Así como, por ejemplo, es más fá-
cil hoy proponer educación bilingüe para la pobla-
2. En el caso europeo, la inclusión del principio de
ción aymara en Bolivia que revitalizar la reforma
ciudadanía dentro de la Unión Europea ha
agraria; o un canal de televisión para mujeres que
incentivado el debate acerca de las dificultades de
una distribución de la riqueza que beneficie a los
desvincular ciudadanía de nacionalidad. Otros fac-
hogares encabezado por mujeres”.
tores que tienen que ver con la expansión de esta
Este autor llama la atención sobre un aspecto
temática se vinculan a la reorganización de las fron-
central en nuestro país: la asimetría entre el acce-
teras nacionales, las presiones por las autonomías
so al capital simbólico (conocimientos, imágenes,
regionales, las implicaciones para todos los Estados
símbolos), como nuevo campo de ejercicio de ciu-
de las fuerzas de la globalización y la naturaleza
dadanía, y las limitaciones en el acceso a recursos
crecientemente multiétnica de las sociedades (M.
materiales. Esto es particularmente cierto en el caso
Pérez Ledesma, 2000).
de la población joven femenina. Si bien las jove-
nes tienen hoy más información y posibilidades de 3. Thomas H. Marshall (1998, op.cit) define la ciuda-
proyectar su vida que sus madres y, por lo tanto, danía como “aquel status que se concede a los
son potencialmente más capaces de ejercer una miembros de pleno derecho de una comunidad. Sus
ciudadanía activa, sus reclamos de bienestar y au- beneficiarios son iguales en cuanto a los derechos y
tonomía tiene dificultades crecientes de realiza- obligaciones que implica. Aunque no existe un prin-
ción. Como se verá más adelante, las mujeres jó- cipio universal que determine cuáles son los dere-
venes constituyen la categoría con mayores dificul- chos y las obligaciones, las sociedades donde la ciu-
tades para entrar al mercado de trabajo y para per- dadanía es una institución en desarrollo crean la
manecer en el, algo que surge claramente de las imagen de una ciudadanía ideal que sirve para cal-
tazas de desempleo abierto y del tiempo de bús- cular el éxito y es objeto de aspiraciones”.
queda del primer empleo.
4. Recordemos que Locke sostuvo que “la familia es
El gran desafío actual es unir la redistribución
la única sociedad ‘natural’, en el sentido que ha sido
de los recursos materiales y la distribución de los
instituida directamente por Dios” (J. Locke, 1983).
bienes simbólicos –en especial al participación–
con la presencia en el intercambio comunicacio- 5. Ver la discusión que plantea Sylvia Walby (op. cit.)
nal. 7 En la última década, los gobiernos latinoame-
6. Mary Wollstonecraft, pensadora radical inglesa, pu-
ricanos están creando órganos especializados y
blicó en 1792 Vindicación de los derechos de la
todo el espectro político partidario se siente com-
mujer.
prometido a darle algún tipo de atención formal a
los asuntos de las mujeres. Ello es acompañado por 7. Ver la elaborada argumentación de Nancy Fraser
el proceso de las Naciones Unidas, que dio legiti- sobre “los dilemas” que plantean la redistribución y
midad renovada a las demandas feministas, regio- el reconocimiento (1997).

14
2
El diamante del bienestar
El papel de las instituciones en
los derechos sociales de las mujeres
La ciudadanía social y su efectivo ejercicio dependen de la forma en que se
estructura el sistema de bienestar social y se relacionan las diferentes esferas
institucionales proveedoras. La literatura especializada ha enfatizado las relaciones
entre Estado, mercado y sociedad civil. Es interesante destacar el papel de una
esfera que, por lo general, permanece en la invisibilidad, la constituida por las
familias. Esta esfera cumple un papel fundamental en las posibilidades de ejercicio
de los derechos de ciudadanía de las mujeres, en especial, de su derecho al trabajo
en condiciones de igualdad.

U n influyente trabajo de Gosta Esping-


Andersen, Los tres mundos del Estado de
bienestar (1993), ha contribuida a la comprensión
tructurada de las clases y del ordenamiento de las
relaciones sociales. Presenta una clasificación de
tres tipos de Estado de bienestar que permite
de las diferencias que existen entre los Estados de visualizar el status de la mercantilización en el
bienestar, al plantear un esquema sistemático para sistema capitalista, según el grado en que preva-
el análisis comparativo de los sistemas de protec- lecen las fuerzas del mercado y el Estado: el mo-
ción social. 8 Este autor analiza tres niveles clave: delo liberal, el modelo corporativo o conservador
las relaciones entre el Estado y el mercado, la es- y el modelo socialdemócrata.
tratificación social y los derechos sociales de los La combinación privado-público es el principal
ciudadanos. eje analítico de la tipología, y las dimensiones cla-
La noción de derechos de ciudadanía social es ve son el grado de desmercantilización y los modos
especificada por la desmercantilización del traba- de estratificación. Las denominaciones derivan de
jo –que afecta el grado de autonomía de los traba- las orientaciones político-ideológicas que predomi-
jadores frente al capital–, en tanto los derechos so- naban en Europa en los años 70 y los 80.
ciales permiten a las personas mantener un nivel El régimen liberal deriva del compromiso po-
de vida socialmente aceptable, independientemen- lítico de minimizar el Estado, individualizar los
te de su participación en el mercado. Esto no se riesgos y fomentar el mercado. Las políticas so-
aprecia sólo por los niveles de gasto social sino ciales exigen las comprobaciones de medios de
también por las normas de acceso a los subsidios, vida o ingresos para determinar la necesidad,
los montos de éstos en relación a los ingresos me- pero no se fundamentan en el reconocimiento de
dios y el alcance de los derechos. derechos al orientar la asistencia social a grupos
Esping-Andersen enfatiza el papel del Estado específicos. Por otra parte, tienen una concep-
en la correción de las desigualdades, y también – ción limitada de los riesgos que consideran ob-
y fundamentalmente– su carácter de institución es- jeto de protección. Los países anglosajones se
15
ubican en este modelo (Estados Unidos, Canadá, jo remunerado porque les da independencia eco-
Australia, Gran Bretaña). nómica, e influencia dentro del matrimonio y la
El régimen del bienestar conservador es el pre- familia. En todos los países, frente a las dificulta-
dominante en la Europa continental, y tiene como ca- des de acceso al mercado de trabajo, los movi-
racterísticas básicas la mezcla de divisiones de status mientos de mujeres han reclamado firmemente la
corporativistas en los sistemas de seguridad social y igualdad.
el familiarismo. Este último es la combinación de la El acceso al trabajo remunerado depende de que
protección social centrada en el varón jefe de familia el Estado lo promueva por medio de políticas acti-
con el carácter central de ésta como responsable de vas de empleo y servicios de cuidado. Es crucial que
cuidados y del bienestar de sus miembros. la organización social del trabajo doméstico y
El régimen de bienestar socialdemócrata, el más asistencial sea considerada, a fin de garantizar la
reciente en el plano internacional, se encuentra en igualdad de oportunidades y resultados. La cuestión
los países nórdicos (Dinamarca, Noruega y Suecia). clave es el grado en que las mujeres pueden recla-
Se caracteriza por el universalismo de las políticas mar este derecho. Orloff hace notar que debe de-
sociales (todos tienen los mismos derechos y subsi- terminarse hasta qué punto el acceso a los servicios
dios), por una cobertura de riesgos amplia y por ni- es un derecho de ciudadanía, o está condicionado
veles de subsidios altos. Se distingue por el esfuer- por la participación laboral, el estado civil o las
zo de desmercantilizar el bienestar y por minimizar necesidades financieras.
la dependencia del mercado. En cuanto a la capacidad de formar y mante-
La crítica feministas europea ha advertido acer- ner un hogar autónomo, se trata de mostrar la ca-
ca del sesgo que supone ignorar la dimensión de pacidad de quienes realizan la mayor parte del tra-
género al analizar exclusivamente la estratificación bajo doméstico y asistencial para formar y soste-
por clase ocupacional. Jane Lewis (1992) argumen- ner hogares autónomos, es decir, asegurar la sobre-
ta que la base de la tipología de Esping-Andersen vivencia y mantener a sus hijos sin tener que con-
es la relación entre el bienestar y el trabajo remu- traer matrimonio para acceder al ingreso del cón-
nerado. Lewis toma en consideración el trabajo no yuge. La capacidad de formar y mantener un ho-
pagado, esto es, los servicios de bienestar presta- gar de modo independiente libera a las mujeres de
dos por las familias, en especial por las mujeres. Las la obligación de casarse o no divorciarse, debido
desmercantilización no tiene el mismo significado a la vulnerabilidad económica. Algunos Estados,
para ambos sexos, porque la participación de las destaca la autora, apoyan a las mujeres a tal pun-
mujeres en el mercado de trabajo no significa que to, que estimulan la autonomía femenina dentro del
ellas dejen de cumplir tareas no remuneradas y que matrimonio –por ejemplo con medidas que con-
puedan elegir entre realizarlas o no. De modo que duzcan a la reducción de la violencia doméstica o
la ausencia de los servicios prestados por las fami- promoviendo la participación de los hombres en las
lias no se subsana con la inclusión de la esfera fa- obligaciones domésticas– o el aumento de los ni-
miliar como proveedora de bienestar. Es necesario veles de vida absolutos y relativos de las familias
considerar las relaciones entre los individuos que mantenidas por mujeres.
componen las familias para saber cómo se repar- Los argumentos tendientes a mostrar que las
ten los trabajos en esta esfera. Esta autora propone relaciones sociales que “producen” bienestar no son
identificar distintos regímenes de cuidado, de solamente mercantiles han conducido al replanteo
acuerdo a las relaciones entre el trabajo remune- de la cuestión y a la ampliación de las esferas
rado, el no remunerado, y las transferencias y los aportadoras de recursos de bienestar. Así, José Ade-
servicios sociales. lantado, José Noguera, Xavier Rambla y Lluís Sáenz
Ann Orloff (1993), por su parte, considera (1999) en un sugerente artículo titulado “Las relacio-
que se deben incorporar dos nuevas categorías nes entre políticas sociales y estructura social”, re-
en el análisis de los Estados de bienestar: el modo conocen los aportes de Esping-Andersen pero am-
en que se garantiza el acceso al trabajo, y la ca- plían las esferas aportadoras de recursos de bienes-
pacidad de construir y mantener un hogar en tar. 9 Estos autores identifican las distintas áreas ins-
forma autónoma. titucionales proveedoras de bienestar: la mercantil,
Investigaciones históricas y contemporáneas la estatal, la doméstica-familiar y la relacional-co-
han encontrado que las mujeres desean un traba- munitaria y sus interrelaciones.
16
Estos cuatro autores consideran que las polí- esto es, trasladar al Estado, a las asociaciones volun-
ticas sociales, que responden a valores e ideas tarias, o al mercado la provisión de recursos que
acerca de la igualdad y a lo que corresponde a realizaban las familias.
cada cual, determinan la división social del bien- Por su parte, las políticas sociales relativas a la
estar –en tanto dispositivos gubernamentales que esfera relacional (comunitaria) se pueden comunita-
permiten la gestión de las desigualdades–, asig- rizar, al atribuir a las asociaciones voluntarias la pro-
nando a cada esfera de la estructura social un visión de recursos que realizaban las familias, el Es-
determinado papel en la satisfacción de las ne- tado o el mercado; o descomunitarizar, trasladando
cesidades; y analizan los procedimientos básicos a las familias, al Estado o al mercado la provisión de
de las políticas sociales con relación a cada una recursos que realizan las asociaciones voluntarias.
de las esferas. Un marco analítico como el propuesto por es-
En cuanto a la esfera mercantil, las políticas so- tos autores, al vincular las diferentes esferas insti-
ciales pueden mercantilizar una relación social –con- tucionales, tienen interés teórico y práctico, tanto
vertirla en mercancía– o desmercantilizarla, esto es, para la investigación sociológica como para quie-
sustraer una relación social del circuito mercantil. nes operan con las políticas sociales. Permite ana-
En el plano estatal, las políticas sociales pueden lizar las estratificaciones sociales –clase, etnia, re-
estatalizar –poner bajo la responsabilidad del Esta- gión, ciclo de vida–, que también tienen una di-
do– determinados bienes o recursos definidos como mensión de género, en relación a las funciones de
derechos sociales, o bien desestatalizar, convirtien- bienestar que se cumplen en cada una de las esfe-
do derechos en mercancías o, simplemente, supri- ras, familias, organizaciones comunitarias, merca-
miéndolos. do y agencias del Estado. Rompe la identificación
Con respecto a la esfera familiar, las políticas de la familia con lo privado, y distingue los dere-
sociales pueden familiarizar –asignar a las familias chos y las obligaciones de ciudadanía de lo que se
la provisión de recursos que realizaba el Estado, el adquiere en el mercado o lo que deriva de una
mercado o el sector voluntario– o desfamiliarizar, actividad comunitaria.

División social del bienestar

Fuente: Tomado de José Adelantado, et al., 1999. 10

17
Recientemente, Esping-Andersen (2000), a par- participación de las mujeres a tiempo completo en
tir de las críticas que se le formularon a sus trabajos el mercado de trabajo. En el tipo conservador, la
anteriores –provenientes fundamentalmente, como orientación católica –y la confuciana en el japonés–
él mismo lo reconoce, de sectores académicos fe- fomenta la desmercantilización del varón jefe de
ministas–, enfatiza el papel de los cambios (“la re- familia para garantizar la dependencia económica
volución”) que se están produciendo en los merca- de la mujer.
dos de trabajo y en las familias, y que configuran la Minimizar las dependencias familiares implica
transformación de un orden social conocido, el “ca- para Esping-Andersen “remodelar radicalmente el
pitalismo de bienestar”, en otro que llama “sociedad Estado de bienestar. Básicamente, con la desfami-
posindustrial”. liarización de las responsabilidades ligadas al bien-
El autor introduce el concepto de “régimen” de estar, el Estado socialdemócrata de bienestar con-
bienestar para dar cuenta de la articulación de las tribuye a mercantilizar a las mujeres (y por lo tanto,
distintas esfera: “El debate contemporáneo se ha reduce su dependencia del hombre), de modo que
centrado excesivamente en el Estado. La auténtica después pueda desmercantilizarlas”.
crisis, si es que la hay, estriba en la interacción de Esping-Andersen desarrolla argumentaciones y
las múltiples partes que forman, al unísono, los ‘re- proporciona evidencias empíricas sobre la imposi-
gímenes’ contemporáneos del bienestar: los merca- bilidad de los Estados de bienestar actuales para
dos de trabajo, la familia y, sólo como tercera par- contar con la disponibilidad de amas de casa y
te, el Estado de bienestar. No debemos olvidar que madres de tiempo completo. Fomentar el familiaris-
la suma total del Estado de bienestar se deriva de la mo o no proporcionar alternativas ante los cambio
forma en que se combinen los inputs de estas tres familiares tiene efectos negativos en el bienestar,
instituciones”. tanto a escala macro como micro. A escala macro,
Se observa que Esping-Andersen tiene reparos las dificultades de inserción en el marcado de tra-
en incluir el llamado “tercer sector”, asociaciones bajo implican pérdida de capital humano, dado que
sin fines de lucro o sector voluntario, a pesar de que las mujeres han acrecentado sus niveles educativos,
puede tener un papel significativo en la administra- y también supone una menor base impositiva. Por
ción y distribución de servicios, ya que cuando su otra parte, la baja fecundidad como estrategia para
actividad deja de ser marginal se encuentra subven- hacer frente a las dificultades de conciliar trabajo y
cionada por el Estado, adquiriendo así sus compo- familia puede afectar, en el futuro, la viabilidad fi-
nentes el carácter de organismos de asistencia de nanciera de los regímenes de bienestar. A escala
status semipúblico. micro, el familiarismo y las tensiones familiares con-
Esping-Andersen sostiene como hipótesis clave ducen a bajos ingresos y a un mayor riesgo de po-
que “la economía familiar es el alfa y omega de cual- breza en los hogares.
quier resolución de los principales dilemas La revisión de Esping-Andersen supone un avan-
posindustriales y, acaso, el más importante ‘funda- ce importante, aunque no le asigne un papel rele-
mento social’ de las economías posindustriales”. Esta vante a las asimetría de género en la esfera familiar.
postura supone una ruptura radical con la corriente Este autor considera que el método de asignación
que considera la familia como lugar de consumo y predominante en las familias es “presumiblemente”
refugio de intimidad. el de reciprocidad, aunque reconoce que ello no
Es desde esta perspectiva que el autor revisita implica una igualdad plena en la asignación de re-
los tres mundos del capitalismo del bienestar. En cursos en el seno de la unidad familiar.
esta nueva obra demuestra las variaciones de los
distintos Estados, aun dentro de un mismo tipo, con
Funciones familiares, provisión
respecto a la desmercantilización y la desfamilia-
y desigualdades de género
rización. Muestra así que los Estados nórdicos son
los únicos en los que las políticas sociales están in-
tencionadamente diseñadas para garantizar la in- Es importante desagregar las funciones que rea-
dependencia económica de las mujeres, al ofrecer lizan las familias para poder distinguir con mayor
una garantía de ingresos suplementaria o alternati- claridad cuáles se pueden desfamiliarizar y cómo es
va a la del mercado. Estas políticas fomentan, con posible hacerlo, viendo qué implicancias tienen para
una amplia cobertura de los servicios sociales, la las relaciones de género. Como lo destaca María
18
Ángeles Durán (2000), las familias proveen el bien- poca recurrencia al trabajo doméstico pago, en
estar a través de las realización de sus funciones estos países se ha incentivado una política activa
básicas reproductivas: procreación, prestación de de empleos familiares mediante la desgravación de
servicios básicos por medio del trabajo doméstico, impuestos. Esto se acompaña de la ampliación del
y funciones expresivas y de cohesión afectiva a tra- acceso a la licencia parental y al trabajo de tiem-
vés de los cuidados. po parcial, respondiendo a la reducción de los pre-
Las funciones reproductiva pueden ser desfami- supuestos públicos.
liarizadas con la intervención del Estado. Por ejem- La experiencia europea alerta acerca de las con-
plo, con el desarrollo dentro del sector sanitario es- tradicciones que puede engendrar la mercantiliza-
tatal de los programas de planificación familiar y ción de los servicios que salen de la esfera familiar.
control de la concepción. Las políticas demográfi- Como ha sido señalado por distintos autores, la re-
cas referidas a la anticoncepción, el seguimiento de ducción del gasto público y la flexibilización de los
los embarazos, el aborto y las nuevas técnicas contratos inducen a que estas trabajadoras tengan
reproductivas son medida públicas que inciden so- un estatuto inferior y bajos niveles de ingresos, lo
bra la reproducción humana. cual pone en cuestión el reconocimiento social que
En relación a os servicios básicos, las políti- se pretendía promover con estos empleos. Arlie
cas sanitarias, la educación, la vivienda, la segu- Russell Hochschild (2001) llama a reflexionar sobre
ridad social, los servicios a las personas depen- un aspecto de la globalización que ha recibido poca
dientes y a los niños pequeños implican una in- atención: la existencia de “cadenas mundiales de
tervención de los poderes públicos en funciones asistencia” provistas por trabajadoras (son funda-
cumplidas en la esfera privada familiar. En los mentalmente mujeres), que se desplazan desde los
paises industrializados estas políticas han sido una países del Tercer Mundo hacia Europa y Estados
dimensión esencial del Estado de bienestar, sobre Unidos para prestar servicios de cuidado de niños y
todo después de la Segunda Guerra Mundial. En personas dependientes.
el desarrollo de estos servicios, han tenido un En nuestros países, el caso inexistente desarro-
papel fundamental la expansión y la generaliza- llo de servicios públicos de atención a los niños más
ción del trabajo femenino. pequeños y la falta de políticas de atención a las
Durán (op.cit.) afirma que todavía no se le co- personas dependientes se vinculan con la existen-
noce límites a la capacidad expansiva de los servi- cia de un importante contingente de trabajadoras en
cios, y que es previsible un aumento continuado, el servicio doméstico en casas particulares, y con la
en los próximos años, en educación, sanidad, ser- posibilidad de comprar trabajo domiciliario de bajo
vicios personales, ocio, turismo, gestión. Esta au- costo que tienen ciertos estratos de trabajadoras asa-
tora reconoce que todos estos servicios emergen del lariadas, técnicas y profesionales.
lento pero constante proceso de derivación de fun- Las funciones expresivas y de cohesión afectiva
ciones desde las economías domésticas hacia el son cumplidas en exclusividad por las familias y por
mercado. EN el caso de los servicios sanitarios que el entorno vecinal. Muchos analistas, preocupados
ella estudia, “los tiempo de trabajo remunerado y por la integración social y por las conductas desvia-
trabajo no remunerado no suelen presentarse en das, sobre todo de los jóvenes, le asignan a su défi-
una relación de sustitución (cuando se obtiene el cit un papel central. La desintegración social se re-
servicio se disminuye el tiempo dedicado a esa lacionaría con fallas de las familias en el cumpli-
función), sino en una relación de asociación (cuan- miento de estas funciones y también, el algunos
do aumenta el consumo en servicios sanitarios, planteos, con la segregación residencial y con la
aumenta el tiempo no remunerado dedicado a la pérdida de las funciones integradoras del barrio. En
función de salud)”. todas partes se constata que el papel del trabajo de
En los países desarrollados, una parte impor- las mujeres es fundamental para el cumplimiento de
tante del trabajo familiares o doméstico se adquie- estas actividades, ya sean profesionales, asalariadas
re en el mercado: cuidado de niños y de ancianos, de instituciones privadas o públicas, madres o inte-
o ayudas domésticas remuneradas. En estos países grantes de una pareja.
se ha desarrollado la noción global de servicios a Los movimientos de liberación de las mujeres a
las personas, ligando los trabajos domésticos y los partir de los años 60 colocaron en la agenda públi-
servicios de proximidad. Teniendo en cuenta la ca el trabajo no remunerado desarrollado en el seno
19
de las familias, así emergieron distintas elaboracio- Estado y el mercado” (M.T. Letablier, 2001). Como
nes políticas y científicas. esta misma autora hace notar el concepto com-
El trabajo no remunerado es realizado casi ex- prende las tareas materiales, el trabajo propiamen-
clusivamente por mujeres, ya sea doméstico o de- te dicho, el costo económico y un aspecto psico-
sarrollado en actividades económicas familiares o de lógico que tiene que ver con lo afectivo, las emo-
beneficencia. ciones y los sentimientos.
Dominique Fougeyrollas-Schwebel (2000) de- En América Latina, de forma distinta que en
fine el trabajo doméstico como “el conjunto de ta- Escandinavia o Francia, las mujeres –a pesar de las
reas ligadas al cuidado de las personas cumplidas diferencias entre países– han influido poco en las
en el seno de la familia, el hogar conyugal o de los políticas sociales y familiares, por lo cual no se han
parientes, trabajo gratuito cumplido fundamental- configurado las prestaciones y los servicios de cui-
mente por mujeres”. dados como derechos sociales. 11
Esta autora considera que la invisibilidad de- En nuestra región, las desigualdades entre tra-
pende de dos factores: “en los años 60 la familia bajadoras son enormes. Quienes están empleadas
era vista como un lugar de consumo, luego de la en las estructuras del Estado o en el sector privado
separación del hogar y el lugar de trabajo; como tienen dificultades para trabajar en condiciones de
resultado de la industrialización, ella perdió todo igualdad porque encuentran tabas como usuarias
rol productivo. El segundo factor que explica la de servicios –en términos de costos y localización–
invisibilidad tiene que ver con que las diferencias , pero están en mejores condiciones que aquellas
de actividades entre hombres y mujeres son vistas que trabajan en la informalidad o en el trabajo do-
como ‘naturales’. Se habla de responsabilidades méstico en casas particulares o las que, poco o nada
familiares sin plantearse otras interrogantes” (tra- calificadas, han perdido el empleo. Es clara la di-
ducción propia). vergencia en el goce de derechos entre las muje-
La misma autora recuerda que los economistas, res trabajadoras, sobre todo porque existe un sec-
estimulados por los cuestionamientos feministas, han tor que puede recurrir al trabajo doméstico de otras
reconsiderado las definiciones del consumo y han mujeres que constituyen la categoría más desfavo-
introducido nuevos enfoques del hogar como pro- recida. El sistema de estratificación social opera
ductor de servicios, en los que operan elecciones como un obstáculo para la unificación de deman-
entre diversos tiempos: asalariado, doméstico, libre das que conduzcan al reconocimiento de los de-
(G. Becker, 1987). Así, la producción doméstica es rechos sociales.
definida como “el conjunto de actividades de los Hasta ahora, los trabajos realizados en la región
hogares para las cuales la sustitución por otros es sobre los regímenes de bienestar no incluyen en sus
encarable”, y las actividades de hombres y mujeres marcos conceptuales la esfera familiar como provee-
parecen de la misma índole. dora de bienestar. No se desagrega la información
Este trabajo difícilmente puede medirse con las de los gastos correspondientes a las prestaciones y
herramientas utilizadas para la medición del traba- los servicios dirigidos a las familias, debido a la poca
jo productivo. Es así que en los países europeos, importancia que se les asigna en razón de sus redu-
desde hace varios años, se hacen encuestas del uso cidas magnitudes. De modo que no se destaca el
del tiempo en el conjunto de actividades domésti- bajo grado de compromiso que los Estados tiene con
cas realizadas por los integrantes de los hogares. sus ciudadanos en esta materia. 12
Estas encuestas revelan que, para enfrentar la divi- La esfera familiar y sus funciones, junto con
sión desigual de tareas por sexo y responder a sus la comunitaria, permanece en la invisibilidad en
proyectos profesionales, las mujeres recurren a re- la mayor parte de los análisis de las políticas so-
des de sustitución más que a su pareja. ciales. Sin embargo, en el discurso político apa-
La noción de “cuidados”, presente en la lite- rece remarcada su importancia, y el propio texto
ratura anglosajona y más recientemente en la eu- constitucional vigente en Uruguay establece en su
ropea, es utilizada no sólo para designar el traba- artículo 40, en el capítulo de derechos, deberes y
jo de prodigar cuidados a los miembros de la fa- garantías: “La familia es la base de nuestra socie-
milia sino también como “elemento de rehabili- dad. El Estado velará por su estabilidad moral,
tación de la familia como fuente de protección material, para la formación de los hijos dentro de
social de los individuos al mismo título que el la sociedad”.
20
El reconocimiento de la importancia de las fa- Care: A Comparative Overview, The European Cen-
milias y del trabajo no remunerado de las mujeres tre for Social Welfare Policy and Research, 1994.
en el suministro del bienestar social requiere de
11. Marie-Thérése Letablier (op.cit.) afirma: “En fin, en-
mayor visualización, tanto en los aspectos concep-
tre las razones que empujan a los gobiernos a inter-
tuales como en los empíricos.
venir en el otorgamiento de prestaciones y servicios
a favor de la infancia, se destaca el compromiso de
los actores sociales y de las propias mujeres para
reivindicar la acción del Estado. En Francia, las po-
líticas han respondido a una demanda organizada,
Notas
y expresada tanto por las centrales sindicales como
por los movimientos de mujeres institucionalizados
8. La literatura europea sobre los Estados de bienestar,
(como el Comité del Trabajo Femenino en los años
a partir del trabajo pionero de Richard Titmuss de
70), o espontáneos, como por ejemplo el movimien-
1958, ha realizado distintas elaboraciones para la
to de guarderías” (traducción propia). En América
clasificación de los diferentes Estados. La propuesta
Latina se destaca en la misma década el movimien-
realizada por Esping-Andersen ha sido la más ela-
tos por guardería en Brasil.
borada y discutida en los últimos años. Este autor
señala que, aun con reservas, sigue la línea del pen- 12. En un interesante intento de tipologizar los mode-
samiento institucional europeo, especialmente de los de bienestar existentes en América Latina,
Joseph Schumpeter, Max Weber y Karl Polanyi, ya Ferndando Filgueira (1998) considera la cobertura
que no presupone, como esos autores, que la lucha de la seguridad social sobre la población económi-
de clases sea necesariamente el motor del cambio. camente activa y sobre la población total, la cober-
El valor analítico que atribuye a estos antecedentes tura de vacunación antituberculosa en la población
está en el papel que ellos otorgan a la transforma- menor de un año y la cobertura de la educación
ción histórica y a la diversidad entre países. primaria y secundaria. Por su parte, en un trabajo
reciente sobre reforma del Estado y de la seguridad
9. En el mismo sentido ver Michael Hill (1996).
social, uno de los principales especialistas de Amé-
10. Un esquema similar se encuentra en Michael Hill rica Latina, Carmelo Mesa-Lago (2000), desagrega
(op. cit.) p.129 con el título “The Welfare Diamond” los indicadores de los sistemas de protección social
(el diamante del bienestar, expresión que se adoptó en pensiones, salud, desempleo y asistencia social,
para titular este capítulo), tomado a su vez por este considerando la enfermedad y la maternidad en for-
autor de Marja Pijl y Clare Ungerson, Payment for ma conjunta.

21
Segunda parte

El ejercicio del derecho al trabajo


de las trabajadoras madres
3
La esfera familiar
y el mundo del trabajo
Análisis de transformaciones recientes
El incremento de familias en las que el padre y la madre trabajan ha ido en
aumento, pero existen evidencias de que la presencia de hijos influye en la
oportunidad que tienen las uruguayas de insertarse en el mercado laboral. Un
estudio de caso en dos empresas del sector financiero pretende captar –en el
plano microsocial y subjetivo– los aspectos normativos, valorativos e
ideológicos asociados al trabajo de las trabajadoras madres en dos aspectos
fundamentales: el ejercicio de los derechos derivados de la maternidad y las
posibilidades de progreso en sus carreras laborales.

T anto en Uruguay como en el plano interna-


cional se constata un proceso continuado
de inclusión de las mujeres en el mercado de tra-
La inclusión excluyente de las
mujeres en el mercado de trabajo

bajo. El sostenido crecimiento del empleo feme- El proceso de inclusión en el mercado laboral
nino se manifiesta en la evolución de las tasas de mantiene excluidas, paradójicamente, a una impor-
participación por sexo, que alcanzaron en el año tante cantidad de mujeres que podría suponerse que
2000, en las zonas urbanas del país, cifras cerca- desearían trabajar por un salario pero que no reali-
nas al 50% (gráfico Nº1). zan una búsqueda explícita. Estas situaciones –en las
Numerosas investigaciones dan cuenta de la que pueden estar implicados valores, condiciones
masiva incorporación femenina al trabajo remu- de vida y expectativas– permanecen en la invisibili-
nerado, reconociendo los avances en igualdad y dad, ya que no son captadas por los indicadores
ciudadanía, con sus efectos positivos en el desa- usualmente utilizados para el estudio del marcado
rrollo de la autonomía económica, al realización de trabajo.
personal y las posibilidades de organización de las La integración de las mujeres al mercado de tra-
trabajadoras. La participación de las mujeres en bajo presenta diferencias marcadas según los estra-
el ámbito público proporciona nuevas imágenes tos socioeconómicos. Como ha sido demostrado
sobre los papeles que cumplen y les permite una por investigaciones recientes (M. Buxedas, R.
mayor autonomía con respecto a sus familias. Ello Aguirre y A. Espino, 1999), las mujeres de los ho-
no significa desconocer la generación de fuertes gares pobres son las que tienen las mayores dificul-
tensiones en la relaciones de género y el desarro- tades para incorporarse al trabajo remunerado. El
llo de estrategias diversas para enfrentar lo con- porcentaje de mujeres ocupadas –en relación al
flictos intrafamiliares. total de mujeres en edad de trabajar– es sensible-
25
Gráfico Nº1 • Evolución de las tasas de actividad económica por sexo.
Zonas urbanas. 1983-2000.

Fuente: Elaborado con información de la Encuesta Continua de Hogares (ECH). Instituto Nacional de Estadística (INE).

mente más bajo en los hogares de menores ingre- Cuadro Nº1 • Evolución de la tasa de
sos. Sin embargo, la magnitud del aumento del as actividad económica por sexo y quintiles
tasas de participación de las más pobres, en la dé- de ingreso. Zonas urbanas. 1990-1996.
cada del 90, en el contexto de las transformacio-
nes del mercado de trabajo y del agravamiento de TASA DE ACTIVIDAD TOTAL
la crisis económica, ha llevado a que estas tasas se
acerquen más a las correspondientes a las mujeres
1er QUINTIL 74,1 39,3 55,3
pertenecientes al estrato socioeconómico más alto
(cuadro Nº1). 1990 5º QUINTIL 77,7 50,1 62,5
Por otra parte, la situación de las trabajadoras TOTAL 73,2 43,4 57,0
se ha polarizado, aumentando la heterogeneidad
del universo laboral femenino. Existe un importan- 1er QUINTIL 75,9 43,7 58,7
te sector de mujeres ocupadas en sectores de baja 1996 5º QUINTIL 73,8 52,1 61,6
productividad, un 42% de las ocupadas según es- TOTAL 71,9 46,7 58,2
timaciones correspondientes al año 1996 (M.
Buxedas, R. Aguirre y A. Espino, op.cit.). Otro sec- Fuente: M. Buxedas, R. Aguirre y A. Espino (1999).
tor de mujeres se ha venido incorporando a los
servicios educativos y de salud, en empleos que
exigen niveles altos de instrucción –aunque ma-
yoritariamente obtengan remuneraciones bajas–, las mujeres pertenecientes a hogares de ingresos
y también al sector moderno de la banca, los se- medios y altos se beneficiaron más que los hom-
guros y las finanzas. Además se ha constatado que bres de los nuevos empleos creados en el período
26
1991-1997 (A. Marinakis, 1999). Esta situación se La presencia de niños en el hogar reduce sen-
vincula al continuado incremento de los niveles siblemente la participación de las mujeres en el
educativos de la fuerza de trabajo femenina. Da- mercado de trabajo. Se puede apreciar que la tasa
tos proporcionados por Irma Arriagada (2000) de actividad de las mujeres con niños es la más baja
muestran que, en Uruguay, las más altas tasas anua- entre las que tienen de 20 a 44 años. Este compor-
les de crecimiento del empleo femenino en el pe- tamiento es propio de la fuerza de trabajo femeni-
ríodo 1987-1997 se encuentran en los estableci- na, ya que la presencia de niños en el hogar no
mientos financieros. afecta la participación laboral de los hombres ten-
El modelo actual de participación laboral fe- diendo, por el contrario, a incrementarla. Ello con-
menina evoluciona hacia la disminución de las di- firma que esa presencia refuerza la especialización
ferencias en las tasas de participación, en los dis- de roles. Sin embargo, las trabajadoras madres son
tintos tramos etarios, entre los 20 y los 59 años las que presentan los mayores incrementos en el
(gráfico Nº2). período (cuadro Nº2).

Gráfico Nº2 • Tasas de participación en la actividad económica por sexo y tramos de edad.
Zonas urbanas. 1981, 1990, 1994, 1998.

Fuente: Elaborado con información de Cepal, Panorama social, 1999-2000.


27
Cuadro Nº2 • Evolución de las tasas de Cuadro Nº3 • Hogares urbanos con más
actividad de las mujeres de 20 a 44 años de un aportante de ingresos laborales
según la edad de los niños en el hogar. * en quintiles seleccionados.
Zonas urbanas. 1991-1995-1999. 1990-1999.

Fuente: I. Arriagada (2001), sobre la base de tabulaciones


especiales de la ECH, INE.
* La información se refiere a niños en el hogar porque sólo se
registra la relación de parentesco con el jefe de hogar, por lo
tanto pueden presentarse casos de niños que son hijos del
jefe y no de la mujer que vive en el hogar. rantes), cuyo costo determina que su acceso sea li-
Fuente: Elaboración sobre los datos de la ECH mitado a los sectores sociales que pueden pagarlos.
(1991-1999), INE. Cuando se comparan los países del Cono Sur,
llama la atención que, siendo Uruguay el país que
posee el más alto porcentaje de hogares biparenta-
les en que ambos cónyuges trabajan, al mismo tiem-
Las familias de dos proveedores:
po sea el que presenta el más bajo aporte de la mujer
el aporte monetario femenino
al ingreso familiar (Cepal, 1997). Se podría
hipotetizar que esto se vincula a los altos diferen-
El porcentaje de familias con más de un pro- ciales de ingresos de hombres y mujeres, y a que
veedor ha ido en aumento, poniéndose en cuestión ellas están ubicadas –en una proporción tal vez
el sistema de un único aportante. En el pasado, una mayor que en otros países– en sectores de servicios
familia con un padre que trabajaba era resguardo sociales altamente feminizados, con salarios muy
contra la pobreza. Hoy es sabido que las familias bajos, en los que son probablemente más frecuen-
de dos perceptores son la mejor garantía, por la im- tes los trabajos de tiempo parcial.
portante contribución de los ingresos del trabajo fe- También se constata que en las parejas jóvenes
menino a la economía familiar. Varios estudios han y adultas sin hijos, la contribución económica de las
mostrado que el aporte económico de las mujeres mujeres es bastante mayor que en las que sí los tie-
que trabajan contribuye a que una proporción im- nen, lo cual da cuenta claramente del “efecto hijos”
portante de los hogares situados sobre la línea de sobre la posibilidad de obtener mayores ingresos
pobreza puedan mantenerse en esa posición (cuadro Nº4).
(Cepal, 1995). Aunque el efecto inhibitorio de los hijos sobre
En la década del 90, en casi todos los países, la participación en el mercado de trabajo y en la po-
puede observarse el aumento de los hogares que sibilidad de desempeñar mejores empleos se produ-
cuentan con más de un aportante económico, tanto ce en una fase limitada de la vida, su impacto en la
en la franja de los quintiles más pobres como de los posición económica de las mujeres suele ser de más
menos pobres (I. Arriagada, 2000). En 1999, en Uru- largo plazo. También –aunque no se dispone de
guay, el 38% de los hogares biparentales más po- evidencias empíricas en este sentido– el cuidado de
bres tenían dos aportantes y en el 78,7% de los más las personas mayores puede actuar como una res-
ricos ambos cónyuges trabajaban (cuadro Nº3). tricción para el desempeño laboral.
Las familias “biactivas” crean una fuerte deman- El aumento de las madres solteras y adolescen-
da de servicios sociales y de consumo (cuidado de tes agrega un nuevo riesgo de pobreza en las fami-
enfermos, guarderías, lavaderos, “rotiserías”, restau- lias de alta vulnerabilidad. El porcentaje de estas
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Cuadro Nº4 • Familias biparentales. Participación de las cónyuges en la actividad económica
y su aporte monetario al ingreso familiar, según existencia de hijos. 1994.
Zonas urbanas. Porcentajes.

DE LA CÓNYUGE

Fuente: Cepal, Panorama social, 1997, cuadros VI 4.2 y 4.3.

madres es significativamente mayor en los sectores incorpora de forma indirecta, con las jubilaciones
de menores ingresos; sólo algunos países han logra- de sus maridos.
do en la última década incidir por medio de progra- El nuevo régimen de jubilaciones se fundamenta
mas sociales en esta situación. en la igualdad de trato entre hombres y mujeres en
Asimismo, las familias están expuestas al riesgo materia de edad para el acceso a los derechos
de disminución de ingresos por el divorcio y la se- jubilatorios, modificando las disposiciones anterio-
paración. Los divorcios han aumentado en Uruguay res que establecían diferencias por sexo en benefi-
de forma notable: la tasa del año 2000 ha alcanza- cio de las mujeres. 14 Esto ha generado polémicas.
do el récord histórico de 49 divorcios cada 100 Los argumentos de las organizaciones de mujeres
matrimonios. Las tasas de actividad femenina más contra esta nueva disposición se centran en consi-
altas corresponden a las divorciadas, entre los 25 y derar que las diferencias buscan compensar la do-
los 49 años, las que alcanzan en 1996 el 92% (en- ble jornada y que ésta, en términos generales, se
tre los hombres esa tasa llega al 95,5%). Si bien en mantiene, por lo cual –por el momento– no se justi-
el país no hay estudios sobre las consecuencias de fica una equiparación. A favor de la igualdad en la
los divorcios, la observación muestra que las muje- edad de jubilarse de hombre y mujeres, puede sos-
res divorciadas tienden a tener un nivel económico tenerse que la fijación de una edad más baja para la
inferior al anterior al matrimonio. jubilación lleva a un acontecimiento de la vida la-
boral, lo cual constituye una desventaja.
Por otra parte, la reforma introduce un recorte
La seguridad social y las
de los beneficios, en particular en lo referido a la de-
desigualdades de género
terminación de las tasas de reemplazo, que sufren
una importante disminución, sin ningún tipo de se-
Las prestaciones de la seguridad social –la co- lectividad. 15
bertura de la población activa en situaciones de des- No ha mejorado la cobertura en actividades
empleo, enfermedad, riesgos profesionales, invali- donde existe una importante participación de mu-
dez, muerte y la cobertura de la población inactiva jeres, como el servicio doméstico y el trabajo a do-
por medio de jubilaciones y pensiones– suponen una micilio las que, si bien no están formalmente exclui-
inclusión limitada para las mujeres y la persistencia das de los beneficios, presentan dificultades para el
de viejas exclusiones. 13 acceso a ellos, dadas las condiciones en que se rea-
Las mujeres son mayoría en las distintas presta- lizan los trabajos.
ciones del sistema de seguridad social, con excep- Los procesos de tercerización de tareas –inclu-
ción del seguro de desempleo. Un sector de ellas se so en el sector público, donde hay áreas de servi-
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cios fuertemente feminizados– están contribuyendo breza”: las altas tasas de fecundidad de los hogares
a crear obstáculos para la incorporación de los tra- pobres y la maternidad temprana. Incluso, podría
bajadores al sistema de seguridad social. 16 pensarse que al aumentar los montos sin tomar otras
Por otra parte, en el sistema de capitalización medidas adicionales, se podría estar incentivando la
individual, debido a su mayor esperanza de vida, fecundidad en los sectores donde es más alta. Como
aun en igualdad de niveles salariales y de años de señala el informe, se estaría distribuyendo en forma
trabajo, las mujeres recibirían una jubilación men- regresiva la reproducción biológica y social de la
sual menor que los hombres. La introducción de la población.
consideración de la esperanza de visa diferencial de Uruguay, que tiene un gasto social alto en Amé-
hombres y mujeres lleva a establecer una discrimi- rica Latina (un 22,5% del PBI, Cepal, b.2000), que
nación contra estas últimas. Se podría argumentar destinó a seguridad social en el período 1996-1997
que los cálculos no se deben hacer por separado el 68% de ese gasto, y tiene una amplia cobertura
para hombres y mujeres, sino sobre la base de ta- de la población asalariada, presenta un desbalance
blas de mortalidad establecidas sin distinción de generacional enorme, dada la gran distancia existen-
sexo, a fin de garantizar la distribución general de te entre prestaciones a activos y pasivos. El gasto por
los riesgos. En Estados Unidos, la Justicia ha soste- vejez, sobrevivencia e invalidez significa el 19,9%
nido que en la adquisición de los derechos indivi- del total de las prestaciones (cuadro Nº5).
duales, ninguna persona puede ser objeto de una Por otra parte, la información disponible sobre
discriminación basada en una particularidad estadís- gasto en seguridad social permite apreciar el bajo
tica del grupo al que pertenece, porque no hay prue- porcentaje destinado, en el Banco de Previsión So-
bas de antemano de que esa persona cumplirá con cial (BPS), a maternidad y familia, que llega al 3,9%
esa particularidad, y menos aún una discriminación del total de prestaciones.
basada en el sexo y condenado por la ley. Esping-Andersen (2001) argumenta sobre la falta
En cuanto al sistema de prestaciones familia- de adecuación de las prestaciones a la actual estruc-
res, el fundamento original cambió, porque pasa- tura de necesidades y riesgos que resulta de la
ron de tener carácter universal –destinadas a esti- sumatoria de inestabilidad familiar, incremento de
mular el crecimiento demográfico– a ser focaliza- hogares atípicos y bajas posibilidades de generar
das, con un objetivo antipobreza. Debido a la es- ingresos de los trabajadores más jóvenes: “Durante
casez de recursos y frente a la emergencia del pro- la Edad de Oro del capitalismo, los encargados de
blema social de la “infantilización de la pobreza”, elaborar políticas bien podían suponer que los ries-
el sistema uruguayo de asignaciones familiares ha gos sociales más graves se agolpaban al fin del cur-
sido reorientado hacia la focalización en los sec- so de una vida: vejez era sinónimo de pobreza. De
tores más pobres. 17 Las reformas del régimen de ahí, la notable atención dispensada al mejoramien-
asignaciones familiares han buscado una mayor to de las jubilaciones desde la década el 60. Sin
equidad en la asignación del gasto, concentrándo- embargo, la incidencia del riesgo social se iba des-
lo en los quintiles de la población más pobres, y la plazando hacia la juventud y las familias jóvenes,
más reciente reforma ha incorporado nuevas cate- mientras que seguía en aumento la importancia asig-
gorías de beneficiarios, ya que resultó claro que la nada a las jubilaciones. Un problema conexo resi-
hipótesis relativa al empleo que sustentaba el régi- de en que la mayoría de los Estados de bienestar
men (trabajador formal a cargo de una familia), no muestran un fuerte sesgo hacia las transformaciones
era ya válida. porque delegan buena parte de la prestación de ser-
El fundamento central ahora es que un determi- vicios y atención en las familias, o bien, alternativa-
nado incremento de la asignación monetaria con- mente, en el mercado.”
tribuye al alivio de la pobreza de los hogares y, por El mismo autor destaca en otra de sus obras (G.
lo tanto, de los niños. Frente a la progresiva caída Esping-Andersen, 1999), que esa asimetría interge-
del valor de las asignaciones, una mejora en los neracional está relacionada con el hecho de que las
montos establecidos estaría logrando esa meta. alianzas políticas son siempre a favor de los intere-
Como advierte, con acierto, el Informe sobre el de- ses de los ancianos, con lo cual quiere llamar la aten-
sarrollo humano en Uruguay (IDH), 1999, este ins- ción sobre las dificultades que presenta el proceso
trumento no es idóneo para enfrentar una de las de transformación y reorganización de los gastos a
causas estructurales de la “infantilización de la po- favor de los nuevos riesgos.
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