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RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO

INTRODUCCIÓN. 03

I. MARCO TEÓRICO 05
1. CONCEPTOS GENERALES. 05
1.1. Patrimonio 05
1.2. Patrimonio Conyugal 05
1.3. Poder Doméstico 05
1.4. Matrimonio. 05
2. ORIGEN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO 06
2.1. Derecho Romano. 06
2.2. Derecho Germánico. 07
2.3. Derecho Visigodo-español. 09
2.4. Cristianismo. 11
2.5. Antecedentes en el Perú. 13
2.5.1. El régimen patrimonial en el Código Civil de 1852. 13
2.5.2. El régimen patrimonial en el Código Civil de 1936. 17
3. CONCEPTO DE RÉGIMEN PATRIMONIAL. 19
4. PRINCIPALES REGÍMENES PATRIMONIALES. 19
4.1. Separación de Bienes. 19
4.2. Régimen Supletorio. 20
4.3. Régimen Dotal. 20
4.4. Régimen Económico Matrimonial. 20
4.5. Régimen de Comunidad. 20
4.6 Régimen de Comunidad de Adquisiciones a Título Oneroso. 20
4.7. Régimen de Participación en las Ganancias. 21
5. DENOMINACIÓN. 21
6. DEFINICIÓN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL MATRIMONIAL. 21
7. CARACTERÍSTICAS. 22
8. NATURALEZA JURÍDICA. 24
9. OBJETIVO DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO. 25
10. IMPORTANCIA DE LOS REGIMENES PATRIMONIALES. 25
11. ELEMENTOS 26

-1-
11.1. Sujetos. 26
11.2. Objeto. 26
12. RELACIÓN JURÍDICA: 26
12.1. Derechos. 26
12.2. Obligaciones. 27
13. INSTITUCIONES AFINES: 28
13.1. Concubinato. 28
13.2. Persona Jurídica. 29

II. ÁNÁLISIS EXEGÉTICO 31


1. DESARROLLO NORMATIVO 31

III. CONCLUSIONES 65

IV. BIBLIOGRAFÍA 67

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INTRODUCCIÓN

Sobre el régimen matrimonial en general, pertenece a la historia y, según COLIN y


CAPITAN, descansaba en la idea de que la mujer, por el hecho del matrimonio, caía
bajo la autoridad de su marido y entraba en su familia lo mismo que los hijos que nacían
dentro del matrimonio. Por ello todos los bienes que aportaban nacían dentro del
matrimonio. Por ello todos los bienes que aportaban al casarse, o que pudiera adquirir
durante el matrimonio, pasaban a ser propiedad del marido, constituyéndose así un solo
patrimonio perteneciente a este1.

Ocurría así en Roma, donde en los primeros siglos, en virtud de la “manus” o potestad
marital, la mujer era consideraba habitualmente como una hija de la familia sin derecho
patrimonial alguno. Pero a partir de la ley de las doce tablas, que permitía a la mujer, en
el matrimonio por “usus”, interrumpir la posesión marital pasando tres noches cada año
fuera del hogar haciéndose cada vez más frecuente el matrimonio sin “manus” en que
cada cónyuge tenia su propio patrimonio. Derivo de allí la constitución de una dote, por
el marido, por la mujer, o por extraños, a fin de que la mujer contribuyera a las cargas de
la familia2.

Por régimen patrimonial debemos entender el conjunto de reglas que regulan la relación
patrimonial entre los cónyuges y frente a terceros, así tenemos que el patrimonio
generalmente esta formado por un conjunto de bienes y derechos, obligaciones y
deudas, que son valorables económicamente y que tiene toda persona. Las relaciones
patrimoniales entre los cónyuges esta regulado en el Código Civil de 1984, Libro III,
Derecho de Familia Título III y se inspira en los Principios de Igualdad y el mandato de
no discriminación consagrado en la Constitución de 1979, habiéndose concretado estos
Principios en los artículos 292, 313, 315 y 317 del Código Civil, habiendo sido elaborado
el Libro de Familia por el Dr. Héctor Cornejo Chávez, así como la exposición de motivos
de dicho libro.

Los aspectos básicos que debe regular el régimen patrimonial son: a) El derecho de
propiedad sobre los bienes de los cónyuges, b) Las facultades de disposición y
1
Colin y Capitán. Derecho Civil. Madrid Editorial Reus. 1926. Tomo VI, Pág. 6
2
Echecopar García, Luis. El Régimen Legal de Bienes en el Matrimonio. Lima. Compañía de Impresiones y Publicidad. 1952.
P. 73.

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administración de los bienes, c) Los derechos de terceros frente a las deudas de los
cónyuges; y d) La extinción del régimen y su liquidación.

El Código Civil organiza económicamente el matrimonio en dos regimenes


patrimoniales: el de separación de patrimonios y la sociedad de gananciales.

En cuanto a la elección del régimen, los cónyuges pueden elegir uno de ellos antes o
después del matrimonio.

Este contexto será objeto de nuestro análisis, teniendo como base bibliografía nacional
como internacional.

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CAPÍTULO I
MARCO TEÓRICO

1. CONCEPTOS GENERALES.
1.1. PATRIMONIO.
Conjunto de bienes muebles e inmuebles susceptibles de valoración económica, de
utilidad primordial o superflua, sobre los cuales una persona física o los representantes
de una persona jurídica tienen la garantía estatal de ejercer todos y cada uno de los
derechos inherentes a la propiedad, sin más limitaciones que las establecidas a favor de
terceros por la ley, la administración de justicia o la contratación, sean o no acreedores 3.

1.2. PATRIMONIO CONYUGAL.


El patrimonio conyugal es indiviso, pudiendo determinarse la copropiedad mediante
sentencia judicial únicamente4.

1.3. PODER DOMÉSTICO.


Es aquel poder por el cual cualquiera de los esposos podrá realizar los actos
encaminados a atender las necesidades ordinarias de la familia y a la conservación de
su patrimonio, conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la misma5.

1.4. MATRIMONIO.
El matrimonio, es un acto eminentemente consensual, en la medida en que requiere la
concurrencia de voluntades de los futuros esposos. Dicho consentimiento debe recaer
sobre un proyecto de vida en común y se presta mediante el cumplimiento de las
formalidades. Se trata además de un consentimiento que es acogido y correspondido
por el otro contrayente, formándose de este modo el concierto a que se refiere el texto
del artículo bajo comentario6.

Su finalidad es hacer vida en común, tiene su raíz en la corriente institucionalista que


trata de explicar su naturaleza jurídica. El objetivo de hacer vida en común se orienta al
deber de cooperación y asistencia de los cónyuges, así cómo a la conformación de una

3
Bramont Arias Torres. Manual de Derecho Penal. Lima. Editorial San Marcos. 1998. p. 137
4
Cas. N° 963-96. En El Código Civil a través de la Jurisprudencia Casatoria. Ediciones Legales. Lima, 2002. P. 151
5
Plácido Vilcachagua, Alex. Los regímenes patrimoniales del matrimonio. Gaceta Jurídica, Lima, 2001, p.239
6
Gutiérrez Camacho Walter. Comentarios al Código Civil. Lima. Gaceta Jurídica. 2005.p. 20.

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familia. La finalidad del matrimonio, entonces, es no solo gozar de la vida conyugal, sino
formar una alianza para soportar mejor los contratiempos de la vida7.

2. ORIGEN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.

2.1. DERECHO ROMANO. El origen histórico de la comunidad es sumamente discutido.


En el derecho romano no existen antecedentes ciertos de la existencia de la institución,
a pesar de que autores antiguos, como Lauriére, creían encontrar en un fragmento de
Scaevola, o en un epigrama de Marcial a Nigrine, o en el Digesto, el origen de la
comunidad. Otros, como Coquille, Grosley, Humbert y Valroger, se remontan más allá y
creen que los romanos habían dejado subsistir la costumbre gala de la comunidad.

Lefebvre sostuvo que el régimen se originó gracias a la concepción cristiana del


matrimonio.

En OMEBA8 encontramos que en el derecho romano se establecieron dos sistemas


patrimoniales según el tipo de matrimonio celebrado. Si las justae nuptiae se contraían
cum manu, la mujer quedaba bajo la potestad del marido y su patrimonio era absorbido
por el del esposo.

En el matrimonio sine manu, la mujer continuaba bajo el poder del grupo familiar de
origen, y conservaba la propiedad de sus bienes. En este Caso se consideraba que la
esposa debía contribuir a los gastos del hogar, los bienes que aportara para ello, no
pasaban a propiedad del marido sino que se transmitían a los hijos de ambos, para
quienes estaban especialmente destinados, estos bienes recibieron el nombre de
'dotales'.

Los bienes de la esposa que no integraban los 'dotales' constituían los 'parafernales',
Eran privativos de la mujer los adquiridos antes del matrimonio o durante éste a título de
herencia o con sus propios recursos. El 'sistema dotal' era el régimen de separación ya
que los bienes dotales son los únicos destinados a la familia y cada cónyuge conserva,
además, sus bienes propios.

7
Peralta Andía, Javier Rolando. Derecho de Familia en el Código Civil. 2º edición. Idemsa. Lima, 1996. p. 28
8
Omeba. Enciclopedia Jurídica. Buenos Aires. Editorial Dikinson. 1978. p. 349

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En el derecho germánico antiguo, el marido como sucesor del padre de la novia, ejercía
potestad sobre ella y sus bienes, la mujer solo podía disponer de los utensilios caseros
denominados gerade; el resto de su patrimonio, en especial la dote, era administrado
por el marido.

Este sistema se denominó 'comunidad de administración', la propiedad de los bienes


estaba separada, pero los bienes de los cónyuges formaban una masa unitaria
administrada por el marido. Al disolverse el matrimonio, los bienes conyugales volvían a
desintegrarse en los bienes del marido y bienes de la mujer.

Señala por su parte La Cruz Berdejo9 que en el siglo pasado (Siglo XIX) hubo cierta
tendencia, especialmente entre autores franceses, a ver los primeros rasgos de la
comunidad de bienes entre cónyuges, sea en la célebre definición del matrimonio, dada
por Modestino, sea en un pasaje de Scaevola, también en el Digesto, que deja entrever
como posible en Roma un contrato de sociedad entre varón y mujer.

Pero las palabras de Modestino deben entenderse exclusivamente referidas a las


personas de los esposos, y no a su patrimonio. Y aun esa unión de personas es
fácilmente disoluble: omnis vitae no significa que la unión haya de durar toda la vida,
sino que abarca todos los aspectos de la vida: comunidad en el culto doméstico (divini
inris), en la habitación, y en los honores no exclusivamente personales (humani iuris).

2.2. DERECHO GERMÁNICO. Pasando a los pueblos germanos, podemos afirmar que
en esta comunidad no existían los férreos lazos de la primitiva familia romana. Tenían
una autoridad, pero representaba la dirección, la administración, la protección; los
individuos de la familia no eran cosas sino personas; la mujer era la compañera, no la
esclava del hombre, y ella le ayudaba en todas sus empresas y le acompañaba en la
guerra, y participaba de los derechos de todos.

Al casarse, el contrayente entregaba al padre ciertas sumas de dinero o determinados


objetos, que representan el precio de la transmisión (mundium); aparte de esto, a la

9
La Cruz Berdejo, José Luis El régimen matrimonial de los fueros de Aragón. En Estudios de Derecho Privado común y foral -
Tomo III. Madrid. Bosc Editor. 2005. P. 123.

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mañana siguiente de la boda, el marido, como premio a la virginidad de la mujer, le
otorga una donación especial (morgengave), consistente en dinero, joyas u otros
objetos, que luego se generaliza y se entrega en premio de las cualidades de la esposa,
sea o no virgen.

Más tarde, los bienes donados, que en un principio eran muebles, pudieron ser
inmuebles; la dote podía consistir en bienes raíces. Estas dos donaciones se confundían
en una sola con el nombre de donarium, dotario, dos, a cambio de la cual los padres de
la novia entregaban al casarse, aunque sin obligación alguna, cierta suma de bienes,
que sólo tenía el carácter de un anticipo de legítima.

Los bienes de la dote pertenecían a la mujer, y al morir ésta, a sus hijos, pero si moría
antes del marido, en algunos pueblos los bienes dotales pasaban al marido, y en otros
se adjudicaban por mitad al marido y a los herederos de la mujer.

En el derecho sucesoral se destacan los derechos concedidos al marido en la herencia


de su mujer, y a la mujer en la herencia del marido, o sea, la participación concedida a
cada cónyuge en los bienes propios o peculiares del otro.

Respecto a la capacidad de la mujer, entre los germanos, la mujer vivía constantemente


bajo la potestad del padre, o a falta de éste, de los parientes más cercanos, cuando era
soltera o viuda. Cuando contraía matrimonio pasaba a la potestad del marido, no
obstante disfrutaba de gran consideración en el seno de la familia como partícipe de los
afanes y riesgos del marido.

Como consecuencia natural de la absoluta sujeción de la mujer a la potestad del marido,


éste concentraba en su mano todos los bienes de aquélla, tanto muebles como
inmuebles, los cuales administraba y usufructuaba, pudiendo disponer por sí solo de los
primeros, mas no de los segundos, sin el consentimiento de la mujer, por estimarse
patrimonio común de la familia. Era el marido el que contraía las obligaciones y el que
tenía capacidad para realizar los negocios de la familia. Y debía responder con todos los
bienes de la familia, con las limitaciones indicadas.

-8-
Los bienes que se obtuvieran durante el matrimonio, es decir, las ganancias hechas por
la sociedad, se dice que pertenecían a ambos cónyuges, pues eran producto de los
bienes de ambos o de su trabajo, y la lógica y natural solución fue adjudicarlos
proporcionalmente en unos pueblos, o con igualdad en otros, al esposo sobreviviente y
a los herederos del premuerto.

El valor de la pureza (femenina) anterior al matrimonio era tal, que la donación


mencionada no tenía límite; "donarium", "dotario" o "dos", que constituía una verdadera
dote hecha por el marido a su esposa. Sin embargo, como nueva muestra de falta de
lógica y coherencia, los bienes que formaban parte de esta especie de dote podía ser
enajenados por el marido, sin la concurrencia de la voluntad de la esposa, e incluso, en
contra de su designio.

Por su parte, la dote propiamente dicha (entregada por la familia de la novia), sufría de
las mismas consecuencias que el donarium, puesto que, aunque estaba conformada en
beneficio de la mujer, en los pueblos escandinavos y anglonormandos, el marido podía
disponer libremente de ella.

Señala Echecopar García que el “munt” germánico se diferenciaba del “manus” romano
en que mientras en el primero se ejercía tanto sobre la mujer como sobre los hijos, los
siervos y los extraños dependientes de la casa, el “manus” sólo confería autoridad
especial sobre la mujer y respectivamente sobre los hijos y esclavos10.

2.3. DERECHO VISIGODO-ESPAÑOL. A partir de Cárdenas y de Hinojosa, muchos


antiguos autores españoles, entre los cuales podemos citar a Gutiérrez y Sánchez
Román, señalan el origen de la sociedad de gananciales precisamente en las
costumbres de estos pueblos primitivos germanos que, conservadas por los godos,
domiciliados luego en España, se establecieron como las primeras leyes relativas a esa
comunidad de bienes. También recalcan este origen algunos autores modernos, entre
ellos Benavente Moreda y Guilarte Gutiérrez.

En contra de esta doctrina se pronuncia modernamente la de Prieto Bancés y De los


Mozos y que sostiene que el origen de la sociedad de gananciales debe situarse en el
10
Echecopar García. Ob Cit.

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derecho romano vulgar conocido por las investigaciones de E. Levi y de sus seguidores.
Estos autores piensan que una manifestación muy clara y elocuente de la idea de
comunidad que siembra el cristianismo se encuentra en la novela de Valentiano III (De
fructibus inter maritum et uxorem). Según esta doctrina, se establecía en esta ley que
los cónyuges quedaban exentos de la obligación de rendir cuentas de los frutos
provenientes de sus respectivos patrimonios consumidos durante la vida matrimonial, lo
que revela, en su opinión, que existía la costumbre de colocarlos en común para atender
a los gastos de la familia y que disponían de ellos lo mismo el varón que la mujer; viendo
en ello los autores la posible derivación de la partición por mitad de los frutos restantes.

Esta ley fue acogida más tarde por el derecho visigótico en el Brevario de Alarico o Lex
Romana wisigotorum y, al amparo de la misma, se forma una costumbre, con ocasión
de las donaciones nupciales, de acuerdo con la solución cristiana del reparto por mitad
de los bienes adquiridos durante el matrimonio, como se revela en la fórmula XX de la
llamada Colección ovetense. Sin embargo, esta corriente reconoce que en el Liber
Iudiciorum, la Ley Dum cuiscumque de RECESVINTO se pronuncia por la solución que
dispone el reparto proporcional a las aportaciones de los cónyuges, lo que marca las
diferencias entre los historiadores en cuanto al origen de la sociedad de gananciales;
poniendo de relieve los autores que el carácter legal de tal régimen era supletorio y que
como regla principal se tenía por costumbre los pactos prenupciales, cuyo origen debe
vincularse al derecho romano vulgar de Occidente, lo que acreditaría su ascendencia
cristiana y no germánica.

La principal regulación durante la dominación visigoda, es el denominado LIBER


IUDICIORUM. La versión romanceada de este cuerpo de leyes es el Fuero Juzgo, en el
que la ley XVI, título II, libro IV, disponía lo relativo a determinar el destino de las
ganancias hechas por los cónyuges durante el matrimonio, ganancias que debían
dividirse en atención a la cuantía de los bienes aportados por los esposos, es decir, se
trataba de una división proporcional. Sin embargo, según sostiene la doctrina más
antigua, tal división a prorrata de las aportaciones de los cónyuges no se dio en la
práctica en Castilla, en donde se estableció desde antiguo la división por mitad, a través
de los pactos prenupciales, que debieron darse antes de la ley de Recesvinto y
continuarse realizando después de ella.

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Eran bienes gananciales todo lo que el marido y la mujer adquirían durante el
matrimonio, por sí o por medio de su hacienda. En lo que el marido adquiría en la
guerra, por donación o herencia de amigos o extraños, de su patrono o del monarca, no
tenía la mujer derecho alguno, y podía el marido disponer libremente, sucediendo en
ellos sus hijos o herederos. Para la mujer también eran considerados propios los bienes
así adquiridos.

Con posterioridad al período visigodo, es decir, con la caída de la monarquía goda y


consiguiente invasión musulmana, se produce una dispersión de la población hispana y,
por lo tanto, una diversificación de la normativa, como rasgo característico de los
primeros siglos de la Reconquista. En esta época se acentúan los pactos o
convenciones que determinan el régimen económico matrimonial y que muestran la
tendencia hacia el régimen comunitario. Son los denominados pactos de unidad, que
fueron aceptados en el derecho local; aunque también se dieron otras modalidades de
pactos de mitad que buscaban asimismo la comunidad de bienes, éstos aparecen en los
fueros de Alcalá (título 84), el de Daroca (título 86), el de Coria (título 73) o de Cáceres
(título 80).

2.4. CRISTIANISMO. Lefebvre sostuvo que el régimen se originó gracias a la


concepción cristiana del matrimonio.

Esta influencia cristiana es también sostenida por Viollet y Olivier-Martin. Para el


primero, gracias al cristianismo, la mujer germana fue elevada y recibía una dote
constituida por el marido originado en el hecho de que el matrimonio se formalizaba por
compra. Dote que luego se hizo simbólica y fue acompañada por la morgengabe,
elementos unificados y concentrados en la mujer.

De aquí derivarán los sistemas de comunidad universal y de ganancias. En la primera, la


mujer tenía derecho a una cuota parte de los bienes del marido; en la segunda, se
distinguían los bienes propios de la mujer tenía derecho a la tertia, es decir al tercio. La
dos o dote se transformó en un simple derecho de usufructo de la mujer con el fin de
que la familia del marido no perdiese los bienes: fue el douaire (viudedad) que más
adelante se extendió a los conquets (gananciales), bajo condición de supervivencia.

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La comunidad debe su nombre y su carácter distintivo a la existencia de una masa
común, a un patrimonio común entre los cónyuges, que reviste él también el nombre de
comunidad. Se distinguen tres masas: bienes de la comunidad, bienes propios del
marido y bienes propios de la mujer. Esa masa común, que constituye una unidad, está
alimentada por los bienes y las deudas de los esposos. La masa debe, en principio, ser
administrada por el marido. Esa unidad de masa y de administración se acompaña
necesariamente con la unidad de responsabilidad. Por último, la masa común a la
disolución del régimen se partirá en especie, entre los cónyuges o sus herederos, pero
no necesariamente por mitades.

El sistema romano perduro hasta la edad media y después evolucionó hacia una forma
de 'comunidad de bienes', en ella, los bienes comunes destinados al sostenimiento de
las cargas matrimoniales, pertenecían a ambos cónyuges y a la disolución del
matrimonio, el patrimonio se distribuía entregando a cada cual no lo aportado, sino los
bienes en la proporción a lo que los cónyuges hubiesen estipulado previamente. Esta
comunidad de bienes ha presenta do variantes, atendiendo a la extensión de la masa.
La comunidad universal, comprende todos los bienes muebles e inmuebles propiedad
de los esposos adquiridos antes y después de celebrado el matrimonio, La comunidad
reducida se entrega únicamente por determinados bienes de los consortes, existen tres
patrimonios: los bienes propios del hombre; los propios de la mujer y los comunes. 'La
comunidad de ganancias o gananciales' representa una variante del sistema de
comunidad, constituida con bienes adquiridos por los cónyuges durante el matrimonio,
mediante sus esfuerzos y los frutos y productos de los patrimonios de cada cónyuge.

Las ganancias adquiridas por el marido o la mujer forman un patrimonio común, pueden
ser ganancias las cosas y los derechos, los muebles y los inmuebles.
Independientemente los cónyuges pueden tener, además, su patrimonio propio y a la
disolución del matrimonio los bienes ganados se dividen por mitad. En derecho español
hay datos seguros sobre el régimen de bienes del matrimonio en las épocas más
antiguas. Entre los cántabros eran los hombres quienes llevaban la dote a sus mujeres
no éstas a sus maridos. La dote revistió gran variabilidad, tanto en su denominación
como en su cuantía y efectos. En las colecciones legales de derecho castellano solían
ser reguladas con el nombre de 'arras'. Sin embargo, el régimen de comunidad de
bienes predominó en el derecho histórico español. La tendencia hispánica fue la de

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adoptar la comunidad de bienes integrada por los gananciales, respetando los bienes
que cada cónyuge poseyera antes de la celebración del matrimonio

2.5. ANTECEDENTES EN EL PERÚ.


2.5.1. EL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1852. En el imperio Inca
se reconocían las gananciales a la esposa, En el tiempo de los incas, el común de las
gentes dependían de su ayllu, las tierra que cada cual recibían en las distribuciones
periódicas, no podían ser enanejadas ni trasmitidas a otros, y los poseedores tenían por
lo general un simple derecho de usufructo que les permitía aprovechar los rendimientos
solo para subsistir.

No podía hablarse entonces de una comunidad de gananciales, donde no había dominio


privado y cuando sólo podía trasmitirse, al fallecimiento, los bienes de uso personal.

Si bien es cierto que entre los Incas, los curacas y los grandes se admitía la propiedad
individual, pero entre ellos mismos la situación de la mujer era completamente
subordinada, casi una propiedad del jefe de la familia y la transmisión de los bienes se
hacia habitualmente por la linera del varón. Muy raro fueron los casos en que la coya o
consorte del curaca quedo con el patrimonio familiar.

No podemos tratar del tema objeto de nuestro estudio en el código de 1852, si no damos
un breve esbozo de la legislación colonial.

En la colonia las relaciones conyugales y paternofiliales se desenvolvieron en un tipo de


familia, que en el caso de la castellana y luego la indiana, fue de dimensiones reducidas
pero de fuerte cohesión, integrada casi exclusivamente por los cónyuges y sus
descendientes.

Para Lawrence Stone, este tipo de familia era el fruto de un proceso de decantación en
el que se había comenzado por prescindir de la ayuda de parientes y se había afianzado
un sentido de privacía doméstica y de relaciones interpersonales. Dentro de este tipo de
familia, para Stone, había poco espacio para el amor y la intimidad. Según este autor,
uno de los motivos de la falta de demostración del afecto era las cortas expectativas de
vida para cónyuges e hijos, lo que llevaba a que la familia fuera inestable, que el

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matrimonio durara poco, las segundas nupcias frecuentes, y en definitiva, la muerte
fuera parte de la vida11.

El matrimonio era considerado la base esencial de una sociedad sana y ordenada. Las
mujeres españolas se casaban entre los 20 y 25 años, con periodos intergenésicos
bastante largos y tenían pocos hijos.

El matrimonio en el Virreinato estuvo sujeto a la misma regulación que en España y


resultaba de lo establecido en las fuentes normativas seculares y canónicas, contenidas
básicamente en la Partida Cuarta y en la normativa emanada del Concilio de Trento. Sin
embargo, fue necesario adaptar ciertas disposiciones a la realidad indiana,
fundamentalmente en lo referido a los impedimentos derivados del parentesco y a la
publicidad prenupcial12.

Uno de los efectos del matrimonio era el surgimiento de una serie de deberes y
derechos entre cónyuges. Si bien la totalidad de estos deberes y derechos no estaba
enunciada expresamente en las fuentes seculares y canónicas, su existencia surgía de
una combinación de leyes, doctrina jurídica y canónica, y en lo que al Virreinato del
respecta, también de la praxis judicial. Señala Echecopar García, que al advenimiento
de la República siguieron rigiendo en el Perú las leyes españolas. Cuando en 1836 se
dictó el código de Santa Cruz, de corta duración, se sometió a los esposos a la
comunidad de gananciales, en forma que rigen en nuestros días (articulo 970). El
proyecto de VIDAURRE, en su artículo 39 contiene disposiciones análogas; y los
artículos 955 y 956 de nuestro código de 1852 y de 1936, dicen prácticamente lo mismo.

El C.C. de 1852 había adoptado LA SOCIEDAD DE GANANCIALES COMO RÉGIMEN


OBLIGATORIO, pasando todos los bienes aportados a la sociedad de gananciales,
administrados y bajo la disposición del marido.

Se adopto el régimen de sociedad de gananciales por ser el régimen imperante y


utilizado por las legislaciones.

11
Stone, Lawrence. Familia, Sexo y Matrimonio en Inglaterra 1500-1800, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, pp. 20 y
22.
12
Rípodas Ardanaz, Daisy, El matrimonio en Indias. Realidad social y regulación jurídica, Buenos Aires, Fecic, 1977 y por
Martini, Mónica Patricia, El indio y los sacramentos. Circunstancias adversas y malas interpretaciones, PRHISCO, CONICET,
1993.

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El artículo 955 establecía Del matrimonio resultado, entre el marido y mujer una
sociedad legal, en que pueda haber bienes propios y bienes comunes: el marido es el
administrador de estos bienes.

Se caracteriza porque ninguno de los cónyuges puede renunciar a esta sociedad ni sus
efectos.

José Tavara en su tesis señala los tres regímenes más importantes que rigen el
matrimonio:
1º la comunidad de bienes, en donde los bienes son un todo común, bajo la
administración del marido.
2º la separación de bienes, donde los bienes se encuentran independientemente, como
si no se hubiera celebrado el matrimonio.
3º el régimen de gananciales, constituido por las gananciales como parte común.

Respecto de los bienes que ingresaban al matrimonio, estos podían ser:


a) LA DOTE, bienes llevados por la mujer al casarse para contribuir con el
sostenimiento del hogar.
El marido era el destinatario de la dote. Cuando ella fuese sui iuris y contrajera un
matrimonio cum manu sus bienes pasarían automáticamente al marido. Si la
mujer era alieni iuris se requería un acto de entrega al marido de los bienes con
los que los parientes de la mujer o ésta misma quisiesen contribuir las cargas
matrimoniales.
CLASES DE DOTE
- Dote necesaria o Dos profecticia. Constituida por la mujer, su padre o
ascendiente paterno y excepcionalmente por la madre.
- Dote voluntaria o Dos adventicia. Constituida por cualquier otra persona.
- Dos aestimata. Es aquella cuyo valor ha sido tasado al constituirla. Se distinguen:
o Dos estiamta venditionis causa. La constitución se juzga equivalente a
una venta hecha al marido, y la tasación asimilada al pretium, que le
marido entregará cuando se disuelva el matrimonio.

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o Dos aestimata eaxationis causa. La finalidad de la tasación se ciñe a
establecer el límite de la responsabilidad del marido en caso de falta
restitución.
- Dos recepticia. El constituyente ha convenido la devolución para cuando se
disuelva el matrimonio.

B) LAS ARRAS, lo que esposo le daba por razón del matrimonio.


C) LOS PARAFERNALES, los que la mujer llevaba antes del matrimonio o adquiría
durante él, después de constituir la dote.
Las parafernales correspondían a la mujer, como única dueña, pero era curioso
que siendo ella su única dueña, ésta no pueda disponer de estos bienes, sin
autorización del marido; o en todo caso con autorización judicial.

Se puede ver, que en todos los casos, el marido tenía amplias facultades sobre
los bienes matrimoniales, era el único administrador, quien además decidía el
destino que podía darse a estos; sin embargo se puede entender que
aparentemente existían dos administradores, el marido de los bienes de la
sociedad conyugal y la mujer de los parafernales, del que también se puede
sacar otra conclusión, que no HABÍA NI COMUNIDAD DE BIENES, NI
SEPARACIÓN ABSOLUTA DE BIENES.

Para la doctrina desarrollada en la época, se consideraba esperada la


declaración, según lo que los bienes parafernales no quedan incluidos en la
administración del marido desde que en el artículo 180 y 955 expresan
terminantemente que los bienes de la sociedad están sometidos a la
administración del marido. Es más frecuente calificar de bienes parafernales a
aquello que excluidos de la dote son entregados por la mujer al marido para que
los administre y emplee sus frutos circa se et uxorem. Consistían en muebles,
joyas, vestidos, utensilios domésticos, praedia y créditos.

El régimen de estos bienes parafernales fue regulado por Justiniano disponiendo:


- Que la propiedad de tales bienes pertenece a la mujer.
- El marido puede entablar acciones en nombre de su mujer sin necesitar la
cautio de rato.

- 16 -
- El marido ha de emplear las rentas para gastos de ambos cónyuges.
- En la administración, el marido responde hasta la culpa leve in concreto.

Para obtener la devolución, la mujer puede servirse de las acciones de depósito o


mandato, de la reivindicatio o de la condictio.

Los bienes comunes o ganancias, constituido por lo bienes obtenidos con las ganancias
de cada cónyuge.

En el código civil de 1852, sobre el matrimonio resulta una sociedad conyugal, señala el
artículo 180, que el marido es administrador de los bienes de la sociedad conyugal.

El artículo 182, señala que la mujer no puede dar, enajenar, hipotecar ni adquirir a título
oneroso o gratuito sin intervención del marido o sin consentimiento por escrito.
Articulo 1046, son gananciales todos aquellos bienes que se encuentran al fenecer la
sociedad legal, después de deducidas o pagadas los bienes propios de cada cónyuge y
las deudas contraídas durante el matrimonio.

De acuerdo al articulo 1048, no son gananciales sino bienes que corresponde a la


mujer, la ropa de su uso, el lecho cotidiano y el menaje ordinario de la casa.

Así mismo el artículo 1050, establecía que la mujer que no quiere ir habitar en casa del
marido, y que en contra de la voluntad permanezca en cualquier otra, no tendrá derecho
a gananciales.

Pierde los gananciales: La viuda que se prostituye. Por adulterio declarado


judicialmente. No participa de los gananciales, la mujer que abandona la cada del
marido por toso el tiempo que dure la separación.

2.5.2. EL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1936. En materia


familiar, se estableció en el Código civil del 1936 el régimen forzoso de gananciales
rechazándose las capitulaciones matrimoniales.
Reguló la SOCIEDAD DE GANANCIALES CON BIENES PROPIOS DE CADA
CÓNYUGE.

- 17 -
Introdujo de los BIENES RESERVADOS DE LA MUJER, los que según el maestro José
León Barandiarán “responde a necesidades de orden sociológico dentro de la vida
moderna”.

El código civil de 1936 mantuvo el Régimen de Comunidad de Gananciales,


básicamente contenido en el Titulo de la sección Segunda del Libro de Familia,
estableciendo:

Del régimen de los bienes en el Matrimonio.


 De los bienes Reservados.
 De las donaciones por razón de matrimonio.
 De la dote. De la separación de bienes durante el matrimonio.

Se caracterizo:

 EL marido dirige la sociedad conyugal.


 El marido es el representante de la sociedad conyugal, solo para las necesidades
ordinarias de la sociedad conyugal era representado por ambas.
 La mujer puede ejercer cualquier profesión o industria así como efectuar
cualquier trabajo fuera de la casa común con el consentimiento expreso o tácito
del marido. Pero si el marido se negase a dar su consentimiento podrá ser
autorizados por el juez siempre que pruebe o justifica al interés de la sociedad
conyugal.
 La mujer no responde con sus bienes propios por las deudas personales del
marido.

Este régimen fue objeto de encontradas opiniones, primo la idea de modificarlo si es que
no de suprimirlos por otro.

Sin embargo, no se puede dejar de admitir que el sistema peruano de ese entonces
adolecía de inestabilidad y rigidez pues imponía a todos lo matrimonios, ipso jure y sin
alternativa, un determinado régimen que en concepto de legislador era el mas adecuado
a la realidad del país, sin permitir a las partes la adopción de ningún otro (salvo el de
separación de bienes como excepción durante el matrimonio)

De otro lado se llama la atención hacia el hecho de nos ser idéntica la situación de todas
las uniones conyugales en materia patrimonial, de donde fluye que es el régimen de
comunidad de gananciales puede ser adecuado en unos casos pero inadecuados en
potros. La ley estaría tratando de la misma manera situaciones diferentes sin que haya
razón valedera.

El régimen, tal como estaba organizado constituía una de las áreas mayormente se
advierta un criterio de supremacía del varón y la subordinación de la mujer.

Se hacia en efecto que si bien la discriminación en perjuicio de la mujer se comprobaba


claramente en la esfera de las relaciones personales que el código normaba bajo el
epígrafe de Deberes y Derechos que nacen del matrimonio y en la del ejercicio de la
patria potestad, ello también ocurría en el campo del régimen patrimonial que el código
legislaba bajo el nombre de sociedad de gananciales.

- 18 -
De otro punto de vista especialmente concerniente a la fluidez de las relaciones
patrimoniales del matrimonio y del interés de terceros, se señalaba también que el
régimen de gananciales había mostrado su falta de eficacia para asegurar un ejercicio
adecuado de la facultad de disposición del patrimonio común, pues al amparo del texto
original articulo 188 se propiciaba o posibilitaba el abuso del marido y con la
modificatoria introducida por la ley N° 17838 se dificultaba en tal forma los actos de
disposición.

Toda vez que conforme al artículo 188, el marido es el administrador de los bienes
comunes y como tal estaba facultado para disponer de ellos a título oneroso.

Pero con la modificación introducida por la ley 17838, si bien el varón se mantenía como
administrador pero se querrá la intervención de la mujer cuando se trate de disponer,
gravar bienes comunes a titulo gratuito u oneroso.

3. CONCEPTO DE REGIMEN PATRIMONIAL.

Por régimen patrimonial debemos entender el conjunto de reglas que regulan la relación
patrimonial entre los cónyuges y frente a terceros, así tenemos que el patrimonio
generalmente esta formado por un conjunto de bienes y derechos, obligaciones y
deudas, que son valorables económicamente y que tiene toda persona.

En el Perú los regímenes patrimoniales en el matrimonio son la sociedad de gananciales


y el de separación de patrimonios.

4. PRINCIPALES REGÍMENES PATRIMONIALES. En el mundo muchos otros


regímenes patrimoniales, así:

4.1. SEPARACIÓN DE BIENES. El régimen de separación de bienes, a que quedó


hecha referencia, se fundada en la independencia absoluta del patrimonio de los
cónyuges, como si fueran solteros; respondiendo, entonces, cada uno de las
obligaciones que contraigan13.

4.2. RÉGIMEN SUPLETORIO. El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en


defecto de separación convenida o por deficiencia de ésta (artículo 295 del Código
Civil). Lo primero, cuando no hay una opción expresa por algún régimen patrimonial; lo
13
Placido Vilcachagua Ob. Cit. P.235.

- 19 -
segundo, cuando el convenio matrimonial de opción de régimen patrimonial es inválido,
sea por un defecto de forma o de fondo. No se trata de una ficción para suponer que
tácitamente ha sido aceptado por quienes hasta pueden ignorar todo lo que afecta a
esta situación14.

4.3. RÉGIMEN DOTAL. Régimen dotal solo resultan afectados por el enlace matrimonial
los bienes comprendidos en la dote, que la mujer u otra persona, en consideración a
ella, entrega al marido con la finalidad de atender al levantamiento de las cargas
matrimoniales, no así los bienes extradotales -parafernales- que forman el restante
patrimonio de la mujer15.

4.4. RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL. Régimen económico matrimonial en el


Libro III sobre el Derecho de Familia. La posibilidad de que los contrayentes puedan
optar entre el régimen de sociedad de gananciales o el de separación de patrimonios, y
que los cónyuges puedan sustituir el régimen económico vigente, demuestra la
existencia en él de la autonomía privada, si bien con limitaciones para garantía de
aquéllos y de los terceros16.

4.5. RÉGIMEN DE COMUNIDAD. El régimen de comunidad, a que ya se ha aludido, es


denominado universal cuando, excluidos-los que excepcionalmente son incomunicables,
se forma con los restantes bienes de los cónyuges -presentes y futuros- el activo de un
patrimonio común, representando las deudas sociales y las personales un pasivo
también común, sin considerar tampoco, como en aquellos otros, el tiempo o causa de
su existencia17.

4.6 RÉGIMEN DE COMUNIDAD DE ADQUISICIONES A TÍTULO ONEROSO. Régimen


de comunidad de adquisiciones a título oneroso, como su nombre indica, es una
comunidad limitada a las adquisiciones que los cónyuges realizan a título oneroso
durante el matrimonio; permaneciendo, en cambio, en propiedad separada de cada uno

14
Placido Vilcachagua Ob. Cit. P.239.
15
Placido Vilcachagua. Ob Cit. p.235.
16
Placido Vilcachagua. Ob Cit. p.237.
17
Placido Vilcachagua. Ob Cit. p.236.

- 20 -
los bienes que tuviesen con anterioridad al matrimonio y los adquiridos con posterioridad
a título gratuito18.

4.7. RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LAS GANANCIAS. En el régimen de


participación en las ganancias, la idea fundamental de la separación de los patrimonios
de ambos cónyuges aparece atenuada por el reparto o nivelación de ganancias
obtenidas durante el matrimonio, que hay que realizar al terminar el régimen19.

5. DENOMINACIÓN.
Los regímenes patrimoniales en el matrimonio: se denominan sociedad de gananciales y
separación de patrimonios.

6. DEFINICIÓN RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.


En el Perú existen dos regímenes patrimoniales en el patrimonio: el de sociedad de
gananciales y el de separación de patrimonios, y cada uno se encuentra definido.

El Régimen de Bienes de la SOCIEDAD DE GANANCIALES se encuentra definido en


el artículo 301 del Código Civil, el mismo establece que en el régimen de sociedad de
gananciales puede haber bienes propios de cada cónyuge y bienes de la sociedad.

Éste se impone como un límite natural a la administración y disposición de bienes


propios y sociales, según el caso; se constituye, pues, en la medida necesaria para
afectar patrimonialmente a la familia y que, de hecho, los cónyuges utilizan en un
matrimonio normal. Por ello y ante su inobservancia por uno de los cónyuges, el interés
familiar es el argumento para restringir o suprimir algún acto de gestión de los bienes
que lo perjudica o para verificar la realización de uno que demanda.

La sociedad de gananciales es un ente jurídico autónomo, titular del derecho de


propiedad sobre los bienes sociales, no constituyendo un régimen de copropiedad. Por
ello, para disponer de dichos bienes se requiere el consentimiento de ambos cónyuges,
no pudiendo haber disposición por parte de uno de ellos de porcentajes de los bienes

18
Placido Vilcachagua. Ob Cit. p.236.
19
Placido Vilcachagua. Ob Cit. p.236.

- 21 -
sociales, por cuanto no existen alícuotas sobre las que cada cónyuge ejerza el derecho
de propiedad20.

El Régimen de SEPARACIÓN DE PATRIMONIOS se regula en el artículo 327 y


siguientes del C.C., el cual indica que en el régimen de separación de patrimonios, cada
cónyuge conserva a plenitud la propiedad, administración y disposición de sus bienes
presentes y futuros y le corresponden los frutos y productos de dichos bienes.

Plácido21 indica que la separación de patrimonios constituye un régimen patrimonial del


matrimonio con carácter autónomo y originario.

Este es un régimen convencional que también puede ser impuesto por decisión judicial o
por imperio de la ley.

7. CARACTERÍSTICAS.
a) Es un sistema de elección y de variabilidad de régimen patrimonial 22. Al
contemplarse los regímenes patrimoniales de sociedad de gananciales y de separación
de patrimonios, se incorpora el sistema de elección y de variabilidad entre estos dos
regímenes típicos, regulados en la ley. Se comprueba que el principio de libertad de
pacto nupcial es limitado y que los regímenes son mutables.

Con la introducción de este sistema, se desarrolla el derecho de opción entre los


contrayentes (artículo 295 del Código Civil), para elegir -antes del matrimonio y no
durante; posibilidad, esta última, que permitiría eliminar formalidades costosas si la
opción constara en el acta matrimonial- el régimen patrimonial al que se adhieren y que
comienza a regir al celebrarse el matrimonio, y el derecho de sustitución entre los
cónyuges (artículo 296 del Código Civil), para cambiar el régimen patrimonial en que se
encuentran y adherirse al otro.

b) Establece al régimen de sociedad de gananciales como régimen legal


supletorio. La existencia de dos regímenes patrimoniales determina que, si los

20
Cas. N° 837-97, En El Código Civil a través de la Jurisprudencia Casatoria. Ediciones Legales. Lima, 2002. P. 151.
21
Placido Vilcachagua. Ob Cit, p. 371
22
Plácido Vilcachahua, Alex. Manual de Derecho de Familia. Gaceta Jurídica. Primera Edición. Lima, 2001. Pág. 138.

- 22 -
cónyuges no se adhieren a ninguno, necesariamente se admita un régimen legal
supletorio.

La tradición jurídica en nuestro país motivó que el régimen de adquisiciones a título


oneroso o sociedad de gananciales sea el régimen legal supletorio.

El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en defecto de separación convenida


o por deficiencia de ésta (artículo 295 del Código Civil). Lo primero, cuando no hay una
opción expresa por algún régimen patrimonial; lo segundo, cuando el convenio
matrimonial de opción de régimen patrimonial es inválido, sea por un defecto de forma o
de fondo. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido aceptado por
quienes hasta pueden ignorar todo lo que afecta a esta situación.

c) Ambos cónyuges comparten el poder doméstico.- La conveniencia de facilitar la


satisfacción de las necesidades ordinarias de la familia y el principió de igualdad jurídica
de los cónyuges, determinaron que se les atribuya por igual el poder doméstico; según
el cual, cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las
necesidades ordinarias de la familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al
uso del lugar y a las circunstancias de la misma. Ello permite, cualquiera que sea el
régimen patrimonial en rigor, la necesaria flexibilidad para atender la vida familiar en su
aspecto de gestión del hogar, con un sentido de igualdad para ambos cónyuges (artículo
292 del Código Civil).

d) Las cargas de familia son compartidas.- Cualquiera que sea el régimen patrimonial
vigente ambos cónyuges están obligados a contribuir al sostenimiento del hogar, según
sus respectivas posibilidades y rentas; esto es, tienen el deber de levantar las cargas de
la familia.

e) El principio rector de la gestión de los bienes es el interés familiar.- Si bien no


hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de protección de la
familia y por la consideración en el Código Civil de que la regulación jurídica de la familia
tiene por finalidad contribuir a su consolidación y fortalecimiento, está implícito que la
gestión de los bienes debe responder al interés familiar, como precepto rector,
cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor.

- 23 -
Éste se impone como un límite natural a la administración y disposición de bienes
propios y sociales, según el caso; se constituye, pues, en la medida necesaria para
afectar patrimonialmente a la familia y que, de hecho, los cónyuges utilizan en un
matrimonio normal. Por ello y ante su inobservancia por uno de los cónyuges, el interés
familiar es el argumento para restringir o suprimir algún acto de gestión de los bienes
que lo perjudica o para verificar la realización de uno que

8. NATURALEZA JURÍDICA DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL DEL MATRIMONIO


Dado que el régimen patrimonial del matrimonio en el Perú no lo es en sí, sino que
contiene dos regímenes patrimoniales, el de sociedad y gananciales y el de separación
de patrimonios, es menester establecer la naturaleza jurídica de cada uno de ellos por
separado.

a) Respecto de la sociedad de gananciales23, se ha esbozado diversas teorías y


propuestas, tales como que es un contrato de sociedad, una persona jurídica, una
copropiedad, entre otras, siendo la mayor parte de ellas insuficientes, si no erróneas. Sin
embargo, la que acerca más a su realidad es la teoría alemana de que es un patrimonio
en mano común (origen del término mancomunidad), en el que no existen partes
alícuotas; cada parte participa en el todo. Recalcar que se trata de la comunidad es
bastante adecuado, pues es preciso distinguirla de la copropiedad institución
completamente diferente; de igual forma las teorías que apuntan a considerarla una
persona jurídica han sido desvirtuadas en la actualidad.

b) Por su parte, respecto del régimen de separación de patrimonios, nos


encontramos en que cada parte es titular de su propio patrimonio, y en atención a ello
nos encontramos en que la naturaleza jurídica del régimen de separación de patrimonios
es el mismo que el de la propiedad. La propiedad24 es, en primer lugar un poder jurídico.
El poder adopta muchas formas, en este caso nace del derecho. Recae sobre un bien o
sobre un conjunto de bienes, ya sean corporales (cosas) o incorporales (derechos).

23
Jiménez Vargas-Machuca, Roxana. Bienes que integran la sociedad de gananciales. En Código Civil Comentado. Tomo II.
Gaceta Jurídica. Segunda Edición. Lima, 2007. Pág. 195-196
24
Avendaño Valdez, Jorge. Definición de Propiedad. En Código Civil Comentado. Tomo V. Gaceta Jurídica. Segunda Edición.
Lima, 2007. Pág. 137.

- 24 -
Cuatro atributos o derechos confiere la propiedad a su titular: usar, disfrutar, disponer y
reivindicar. El ejercicio de la propiedad debe realizarse en armonía con el interés social,
que debe responder al interés familiar.

9. OBJETIVO DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.


Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirán marido y
mujer en la atención de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la
repercusión que el matrimonio tendrá sobre la propiedad y administración de los bienes
presentes o futuros de los cónyuges y, también, la medida en que esos bienes
responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los esposos.

Los contrayentes tienen la posibilidad de elegir libremente, en forma expresa o tácita, el


régimen patrimonial del matrimonio que celebrarán, así como, una vez casados, cambiar
(en forma expresa) el régimen de sociedad de gananciales por el de separación de
patrimonios o viceversa, esto cuantas veces lo consideren conveniente, sin necesidad
de proceso judicial alguno, como una ocurrencia normal en la vida del matrimonio25.

10. IMPORTANCIA DE LOS REGIMENES PATRIMONIALES


La elección de régimen patrimonial, a escoger normalmente es dejada de lado a la hora
de decidir los detalles del matrimonio. No suele considerarse la importancia y los efectos
que la elección informada y libre de un régimen patrimonial va a acarrear al nuevo
matrimonio, tanto en sus relaciones recíprocas, como respecto de sus descendientes,
ascendientes y terceros.

La elección de uno u otro régimen patrimonial del matrimonio tendrá efectos en cuanto a
quien va a administrar los bienes de los cónyuges, cuando se requerirá algún tipo de
autorización especial, va a definir la posibilidad de celebrar todo tipo de contratos entre
los cónyuges, tendrá igualmente efectos en cuanto a la situación en que quedarán el o
los cónyuges a la hora de poner término al régimen (ya sea por muerte, cambio de
régimen patrimonial cuando proceda, disolución del vínculo matrimonial) etc.

25
Vargas Machuca, Roxana. Comentarios al Código Civil. Lima Gaceta Jurídica. 2005. p.251.

- 25 -
11. ELEMENTOS
11.1. Sujetos.- Los Cónyuges
11.2. Objeto.- La finalidad del Régimen Patrimonial, es el formar un conjunto de bienes
y derechos, obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que tiene
todo matrimonio, dependiendo del régimen patrimonial elegido.

12. RELACIÓN JURÍDICA EN RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO

La relación jurídica es aquel vínculo intersubjetivo con relevancia jurídica que surge de
un acto jurídico, el mismo general derechos y obligaciones entre los agentes. En el
presente caso se presentan los derechos y obligaciones que surgen de los diversos
regímenes patrimoniales del matrimonio.

12.1. DERECHOS
En el Régimen de Sociedad de gananciales existen bienes propios, respecto de los
cuales cada cónyuge conserva la libre administración de sus bienes propios y puede
disponer de ellos o gravarlos. Son bienes propios de cada cónyuge:
1.- Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.
2.- Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la
causa de adquisición ha precedido a aquélla.
3.- Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.
4.- La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de
enfermedades, deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.
5.- Los derechos de autor e inventor.
6.- Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo que
sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien propio.
7.- Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan gratuitamente
entre los socios por revaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o
participaciones sean bien propio.
8.- La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la
contraprestación constituye bien propio.
9.- Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas, condecoraciones,
correspondencia y recuerdos de familia.

- 26 -
Conforme al artículo 323 del Código Civil, los cónyuges tienen derecho a percibir la
parte que les corresponde de las gananciales, las que se dividen por mitad entre ambos
cónyuges o sus respectivos herederos.

En el Régimen de Separación de bienes, el artículo 327 del Código Civil establece que
cada cónyuge tiene el derecho de conservar a plenitud la propiedad, administración y
disposición de sus bienes presentes y futuros y le corresponden los frutos y productos
de dichos bienes.

12.2. OBLIGACIONES
En principio, existen obligaciones comunes de los cónyuges, sin importar el régimen
patrimonial que se hubiere adoptado en el matrimonio. Así, el artículo 300 del Código
Civil establece que “Cualquiera que sea el régimen en vigor, ambos cónyuges están
obligados a contribuir al sostenimiento del hogar según sus respectivas posibilidades y
rentas. En caso necesario, el juez reglará la contribución de cada uno”.

Respecto del régimen de sociedad de gananciales, conforme lo establece el artículo 316


del Código Civil, son de cargo de la sociedad:
1.- El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.
2.- Los alimentos que uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3.- El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges.
4.- Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento
hechas en los predios propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten.
5.- Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de
uno de los cónyuges con consentimiento de éste.
6.- Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y
retribuciones que los afecten.
7.- Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto
los bienes propios como los sociales, cualquiera que sea la época a que correspondan.
8.- Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de
cada cónyuge.
9.- Los gastos que cause la administración de la sociedad.

- 27 -
Son obligaciones sociales las asumidas por cualquiera de los cónyuges en el ejercicio
del poder doméstico (artículo 292 del Código Civil) y también las contraídas por ambos
por actos de administración y disposición que exceden de tal potestad (artículo 315 del
Código Civil). Debemos precisar que, en el régimen de sociedad de gananciales, el
poder doméstico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto, las obligaciones
contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad, son las deudas
sociales propiamente. Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen las cargas y las
deudas sociales propiamente dichas.

Asimismo, el artículo 317 del Código Civil señala que respecto de los bienes sociales y,
a falta o por insuficiencia de éstos, los propios de ambos cónyuges, responden a
prorrata de las deudas que son de cargo de la sociedad.

El artículo en mención se encarga de desarrollar las condiciones en las que se hace


efectiva la responsabilidad patrimonial del o de los cónyuges por las denominadas
deudas comunes, estableciendo que en tales casos, de manera principal, esa
responsabilidad se hace efectiva con cargo a los bienes comunes, y de manera
subsidiaria y limitada sobre los bienes propios de cada uno de los cónyuges.

Conviene advertir prontamente que aún cuando el artículo en comentario se refiere a


"las deudas que son de cargo de la sociedad" (la de gananciales) y a que son los bienes
sociales o, en su caso, los propios los que responden por dichas deudas, lo cierto es
que ni existe una sociedad deudora ni puede predicarse respecto de los bienes una
condición: la de responsables, que solo puede ser atribuida a las personas. En efecto, la
sociedad de gananciales "no puede ser propiamente deudora por carecer de
personalidad jurídica. Deudores personales lo son siempre los cónyuges, aislada o
conjuntamente, como personas individuales, y lo que importa es saber si de la deuda de
uno o de los dos cónyuges puede nacer responsabilidad directa sobre los bienes
legalmente calificados de gananciales"

13. INSTITUCIONES AFINES AL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO:


13.1. CONCUBINATO
Es la unión de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer,
libres de impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir deberes

- 28 -
semejantes a los del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al
régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre que dicha
unión haya durado por lo menos dos años contínuos.

Se deben alimentos los concubinos durante la convivencial. 26


El mismo legislador, que fue reticente y retrechero con las familias no conyugales, no
pudo evitar reconocer que las parejas no casadas se unen para forjar una comunidad de
vida, desdeel momento mismo en que el artículo 326 del Código Civil señala que la
unión de hecho se decide para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los
del matrimonio.

13.2. PERSONAS JURÍDICAS


Las personas jurídicas27 son centros de imputación normativa, formas que el Derecho
proporciona para que los seres humanos organicen sus actividades con el propósito de
realizar fines que el ordenamiento jurídico estima dignos de amparo. Dada esta
característica de ser creaciones del Derecho, el tipo de personas jurídicas que se puede
constituir es númerus clausus, debiendo encontrarse la forma prevista en algún cuerpo
normativo, tal como el Código Civil o la Ley General de Sociedades. Así, si un grupo de
personas decide formar una persona jurídica, deberá remitirse a la legislación y
adecuarse a la forma que estime conveniente. Ello le permitirá alcanzar el fin que
persigue, no siendo posible que creen una nueva clase de persona jurídica no prevista
en el ordenamiento jurídico peruano. Lo dicho concuerda con lo establecido en la
Constitución, pues ésta señala que las personas podrán constituir organizaciones
jurídicas, pero con arreglo a ley.

SEMEJANZAS
Las personas jurídicas tienen semejanzas únicamente con el régimen de sociedad de
gananciales, ello en atención a que en ambos casos advertimos la existencia de un
patrimonio que si bien tiene origen en personas naturales deja de ser de aquellos para

26
Vega Mere, Yuri. Efectos de Uniones de Hecho. En Código Civil Comentado. Tomo II. Gaceta Jurídica. Segunda Edición.
Lima, 2007. Pág. 1383
27
De Belaunde López de Romaña, Javier. Régimen Legal de las Persona Jurídicas. En Código Civil Comentado. Tomo I.
Gaceta Jurídica. Segunda Edición. Lima, 2007. Pág. 1383.

- 29 -
convertirse en patrimonio de esta ficción jurídica, en el caso del matrimonio de la
sociedad conyugal, y en el segundo de la persona jurídica, en cualquiera de sus formas.

- 30 -
CAPITULO II
ÁNÁLISIS EXEGÉTICO

ARTÍCULO 295 DEL CÓDIGO CIVIL


Antes de la celebración del matrimonio, los futuros cónyuges pueden optar libremente por
el régimen de sociedad de gananciales o por el de separación de patrimonios, el cual
comenzará a regir al celebrarse el casamiento.
Si los futuros cónyuges optan por el régimen de separación de patrimonios, deben otorgar
escritura pública, bajo sanción de nulidad.
Para que surta efecto debe inscribirse en el registro personal.
A falta de escritura pública se presume que los interesados han optado por el régimen de
sociedad de gananciales.

El primer concepto que esboza este artículo, es que el matrimonio determina el


surgimiento de relaciones con consecuencias de índole patrimonial.

Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirán marido y


mujer en la atención de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la
repercusión que el matrimonio tendrá sobre la propiedad y administración de los bienes
presentes o futuros de los cónyuges y, también, la medida en que esos bienes
responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los esposos.

Nuestro sistema legislativo regula dos regímenes patrimoniales del matrimonio:


denominándolo "sociedad de gananciales", el régimen de comunidad de adquisiciones a
título oneroso, que es una comunidad limitada a las adquisiciones que los cónyuges
realicen a título oneroso durante el matrimonio; permaneciendo, en cambio, en
propiedad separada de cada uno los bienes que tuviese con anterioridad al matrimonio y
los adquiridos con posterioridad a título gratuito, perteneciendo a la comunidad las
rentas o productos de los bienes propios de los esposos. Con la denominación de
"separación de patrimonios", se contempla un régimen de separación absoluta.

Respecto de éstos, se incorpora el sistema de elección y de variabilidad entre estos dos


regímenes típicos, regulados en la ley. Se comprueba que el principio de libertad de
pacto nupcial es limitado y que los regímenes son mutables.

- 31 -
La conveniencia de facilitar la satisfacción de las necesidades ordinarias de la familia y
el principió de igualdad jurídica de los cónyuges, determinaron que se les atribuya por
igual el poder doméstico; según el cual, cualquiera de los esposos podrá realizar los
actos encaminados a atender las necesidades ordinarias de la familia y a la
conservación de su patrimonio, conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la
misma.

Cualquiera que sea el régimen patrimonial vigente ambos cónyuges están obligados a
contribuir al sostenimiento del hogar, según sus respectivas posibilidades y rentas; esto
es, tienen el deber de levantar las cargas de la familia.

Si bien no hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de


protección de la familia y por la consideración en el Código Civil de que la regulación
jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir a su consolidación y fortalecimiento,
está implícito que la gestión de los bienes debe responder al interés familiar, como
precepto rector, cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor.

ARTÍCULO 296 DEL CÓDIGO CIVIL


Durante el matrimonio, los cónyuges pueden sustituir un régimen por el otro. Para la
validez del convenio son necesarios el otorgamiento de escritura pública y la inscripción
en el registro personal. El nuevo régimen tiene vigencia desde la fecha de su
inscripción.

La existencia de dos regímenes patrimoniales determina que, si los cónyuges no se


adhieren a ninguno, necesariamente se admita un régimen legal supletorio. El régimen
de adquisiciones a título oneroso o sociedad de gananciales es el régimen legal
supletorio, puede establecerse, ya sea que el pacto nupcial se otorgue antes o durante
el matrimonio.

La posibilidad de que los contrayentes puedan optar entre el régimen de sociedad de


gananciales o el de separación de patrimonios, y que los cónyuges puedan sustituir el
régimen económico vigente, demuestra la existencia en él de la autonomía privada, si
bien con limitaciones para garantía dé aquéllos y de los terceros.

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El artículo 296 exige que para la sustitución del régimen patrimonial en forma
convencional, como condición de validez, el otorgamiento de escritura pública y la
inscripción en el registro personal; precisándose que el nuevo régimen tiene vigencia
desde la fecha de su inscripción.

Sin embargo, lo dispuesto en el artículo 296 del Código Civil no concuerda con lo
señalado en el artículo 319 del mismo para el caso del fenecimiento del régimen de
sociedad de gananciales por esta causa. Así, en esta última norma se establece que,
para las relaciones entre los cónyuges, se considera que el fenecimiento del régimen de
sociedad de gananciales se produce en la fecha de la escritura pública; y, respecto de
terceros, el citado régimen patrimonial se considera fenecido en la fecha de la
inscripción en el registro personal. Se aprecia, entonces, que de conformidad con el
citado artículo 319 del Código Civil la escritura Pública es la única formalidad exigida
como condición de validez. Esta deficiencia legislativa es relevante, si se considera que
los cónyuges pueden adquirir bienes y contraer obligaciones en el lapso de tiempo que
exista entre la fecha de la escritura Pública y la fecha de inscripción en el registro
personal; surgiendo el problema de calificar como propios o sociales a los indicados
bienes y obligaciones.

ARTÍCULO 297 DEL CÓDIGO CIVIL


En el caso de hallarse en vigencia el régimen de sociedad de gananciales, cualquiera de
los cónyuges puede recurrir al juez para que dicho régimen se sustituya por el de
separación, en los casos a que se refiere el artículo 329.

La sustitución judicial se producirá cuando, a pedido del cónyuge agraviado, el juez


considere que se ha acreditado abuso de facultades, dolo o culpa en la gestión de los
bienes, imputable al otro. Obsérvese la incongruencia que existe entre los artículos 297
y 329 del Código Civil sobre la legitimación activa. Mientras que el primero establece
que cualquiera de los cónyuges puede ejercitar esta pretensión; el segundo reserva el
ejercicio de la pretensión a favor del cónyuge agraviado.

Criterios para configurar las causas anotadas:

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a) El abuso de facultades, se presenta cuando uno de los cónyuges facultado para el
ejercicio de aquéllas relativas a la gestión patrimonial, se excede manifiestamente de los
límites de la buena fe u omite realizar aquello que sea necesario para la debida
administración, de modo que dicha acción u omisión no se compatibiliza con el interés
familiar.

b) El dolo en la gestión de los bienes se produce cuando uno de los cónyuges realiza
por sí solo actos dispositivos o de gestión patrimonial que entrañen fraude o grave daño
o peligro para los derechos del otro o de la sociedad o genera la destrucción de bienes
propios del otro o de la sociedad.

c) La culpa en la gestión patrimonial se presenta cuando uno de los cónyuges con su


negligente administración pone en peligro o provoca la pérdida de bienes propios del
otro o bienes sociales.

ARTÍCULO 298
Al terminar la vigencia de un régimen patrimonial se procederá necesariamente a su
liquidación.

En todos los demás casos de fenecimiento de la sociedad de gananciales o del régimen


de separación de patrimonios, como Invalidación del matrimonio, separación de
cuerpos, divorcio, declaración de ausencia, y muerte de uno de los cónyuges, se
procederá a la liquidación del régimen respectivo y a su inscripción en el registro
personal.

Si bien la norma deja abierto lo relativo a la liquidación del régimen patrimonial para
ambos regímenes, en la práctica la liquidación se hará necesaria únicamente en caso de
haber estado dentro del régimen de sociedad de gananciales, pues solo aquí habrá
bienes comunes que haya que liquidar.

Las uniones de hecho, siempre y cuando cumplan con los requisitos del artículo 326
(voluntariamente realizadas y mantenidas como mínimo por dos años por un varón Y
una mujer que carecen de impedimento matrimonial), al originar una sociedad de bienes
a la cual se le aplicarán las reglas de la sociedad de gananciales en cuanto le fueren

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aplicables, también pueden fenecer, lo que implicará que se realice el procedimiento de
liquidación señalado.

Es conveniente señalar que los bienes sociales se encuentran en un régimen de


comunidad y, aunque los cónyuges se encuentren en un régimen de separación de
patrimonios, pueden adquirir conjuntamente uno o más bienes, lo que no conduce a un
régimen de comunidad respecto de estos bienes, sino que nacerá un régimen de
copropiedad respecto de ellos.

El inventario no necesariamente debe ser judicial; si los cónyuges o sus herederos están
de acuerdo, tanto en lo relativo a su realización, como a su conformación y a su
valorización, entonces puede realizarse en documento privado con firmas legalizadas. Si
hubiese cualquier discrepancia en cuanto a algunos de estos aspectos, se hará
judicialmente.

ARTÍCULO 299
El régimen patrimonial comprende tanto los bienes que los cónyuges tenían antes de
entrar aquel en vigor como los adquiridos por cualquier título durante su vigencia.

El patrimonio de la sociedad conyugal está formado, por el activo y por el pasivo de una
totalidad. Dicha totalidad comprende el pasado, el presente y el futuro, es decir, los
bienes y las deudas o, mejor, el patrimonio, tanto anterior a la entrada en vigor del
régimen, cuanto todo lo que se adquiera por cualquier título o modalidad durante su
vigencia. Si bien el Código Civil no menciona en este numeral a las deudas, limitando el
contenido del régimen patrimonial a los bienes, una apreciación sistemática y finalista
elemental nos conduce a preferir el vocablo patrimonio, que incluye tanto al activo como
al pasivo.

Resulta indiferente si ingresan como bienes sociales o como bienes propios (si se
adquieren por razón de donación o como herencia, o con dinero propio, entre otras
formas de adquisición de bienes propios en el régimen de sociedad de gananciales; o si
se está en el régimen de separación de patrimonios, donde los bienes son siempre
propios), pues su tratamiento específico diferenciado se efectuará según las normas
correspondientes.

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ARTÍCULO 300
Cualquiera que sea el régimen en vigor, ambos cónyuges están obligados a contribuir al
sostenimiento del hogar según sus respectivas posibilidades y rentas.
En caso necesario, el juez reglará la contribución de cada uno.

Al margen del régimen patrimonial por el que se haya optado, hay obligaciones que
ambos cónyuges tendrán que asumir con la totalidad del patrimonio conyugal, que
abarca bienes que cada uno tenía antes de ingresar al régimen, como los que se
adquieran durante su vigencia
Se incluyen gastos tales como los de alquiler del inmueble, arbitrios municipales, luz,
agua, gas, teléfono del domicilio, artículos de limpieza, pago al servicio doméstico,
guardianía, mantenimiento en general. Asimismo, los gastos de alimentación, salud y
asistencia de los cónyuges, y los gastos provenientes de las obligaciones que genera la
patria potestad, como el sostenimiento, protección, salud, educación y formación de los
hijos.

Pero si bien los dos asumen la misma obligación, el peso de ella se repartirá según las
posibilidades y rentas de cada uno, lo que constituye una fundamental norma de
equidad, puesto que no siempre ambos tendrán igual situación económica.

Si ambos trabajan, es muy probable que sus ingresos sean dispares.

ARTÍCULO 301
En el régimen de sociedad de gananciales puede haber bienes propios de cada
cónyuge y bienes de la sociedad.

En este régimen hay dos tipos de bienes: los propios de cada cónyuge (artículo 302) y
los comunes o bienes de la sociedad, adquiridos por uno u otro durante el matrimonio.

Asimismo, esto resulta fundamental para efectos administrativos, dado que cada
cónyuge tiene la libre administración de sus bienes propios, pudiendo gravarlos o
disponer de ellos; en tanto que respecto a los bienes sociales o comunes, su

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administración corresponde a ambos cónyuges, sin perjuicio de la representación que
uno otorgue al otro para ello, o del poder especial que se requiere para disponer de ellos
o gravarlos.

Los bienes no necesariamente van a ser totalmente propios o completamente sociales:

 Podría darse el caso de que un bien sea adquirido por dos personas que no
tienen vínculo matrimonial, lo que sería un caso de copropiedad, y más adelante
contraen nupcias. Este bien es privativo de cada esposo en una mitad. El que no
sea común por ganancialidad es importante, ya que las reglas que se le aplicarán
serán las de copropiedad y no las de la comunidad ganancial.
 También podría ser que un bien haya sido adquirido parte con dinero propio de
uno de los cónyuges y parte con dinero común; o que un bien se haya comprado
con dinero de un cónyuge, parte con dinero del otro cónyuge, y parte con dinero
de la sociedad. Si bien los frutos y productos de todos los bienes son siempre
sociales, la titularidad del bien como tal será parcialmente de uno de los
cónyuges (o también del otro si es que con su dinero propio participó en la
compra), y parcialmente de la sociedad.
 Sobre la totalidad del patrimonio social hay comunidad, y siendo este patrimonio
social un todo, estará comprendido por todos los bienes (y aquí se incluyen los
bienes y/o la porción del bien que parcialmente pertenece a la sociedad),
derechos, y las cargas y obligaciones (de igual forma, también el pasivo que en
forma parcial sea de cargo de la sociedad, en el porcentaje correspondiente).

ARTÍCULO 302
Son bienes propios de cada cónyuge:
1.- Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.
2.- Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la
causa de adquisición ha precedido a aquélla.
3.- Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.
4.- La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de
enfermedades, deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.
5.- Los derechos de autor e inventor.

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6.- Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo que
sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien propio.
7.- Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan gratuitamente
entre los socios por reevaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o
participaciones sean bien propio.
8.- La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la
contraprestación constituye bien propio.
9.- Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas, condecoraciones,
correspondencia y recuerdos de familia.

En la sociedad de gananciales existen bienes sociales y propios de cada cónyuge,


formándose así diferentes masas patrimoniales. Esto exige la precisa determinación de
cada adquisición para adscribir el bien a la masa patrimonial correspondiente. Para ello,
deben tenerse presentes estos tres principios rectores:

a. La época de adquisición: son propios los bienes adquiridos antes del matrimonio por
los cónyuges o aquellos que, adquiridos después, lo son por una causa o título anterior.
Son sociales los bienes adquiridos a título oneroso durante el matrimonio o después de
su disolución por una causa anterior.
b. El carácter oneroso o gratuito de las adquisiciones durante el matrimonio: son propias
las adquisiciones de bienes realizadas a título gratuito por cualquiera de los cónyuges
durante el matrimonio, tales como una herencia, legado o donación en su favor.
c. El origen de los fondos empleados en las adquisiciones: aun tratándose de
adquisiciones onerosas durante el matrimonio, si ellas tienen su origen en el empleo de
dinero o fondos propios, lo adquirido será propio por subrogación real.

Enumeración de los bienes propios:

1. Bienes aportados al inicio del régimen de sociedad de gananciales, son propios los
bienes adquiridos antes del matrimonio por los cónyuges

2. Bienes adquiridos a título oneroso durante la vigencia de la sociedad de gananciales,


el hecho material posterior de la adquisición está determinado y precedido por el

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derecho a ella, que es anterior al matrimonio y que forma por esto parte del patrimonio
propio del cónyuge.

3. Bienes adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad de gananciales.

4. Indemnización por accidentes o por seguros de vida, la indemnización por accidentes


o la que se paga en cumplimiento de un contrato de seguro que cubre los riesgos
personales indicados, tienen carácter personalísimo, se establece expresamente la
deducción de las primas pagadas con bienes de la sociedad.

5. Derechos de autor o inventor, están íntimamente vinculados y son indesligables de la


persona del creador o inventor; en ello radica el carácter propio del bien.

6. Libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, son


instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión u oficio, que por servir de modo
directo al cónyuge -sin los cuales quedaría impedido de trabajar- son calificados como
bienes propios.

7. Acciones y participaciones de sociedades, se califica como bienes propios las nuevas


acciones Y participaciones que se distribuyen por un aumento de capital a consecuencia
de la reevaluación de activos fijos en una sociedad donde un cónyuge tiene acciones o
participaciones de carácter propio.

8. Renta vitalicia a título gratuito u oneroso, supuesto de aplicación del Principio del
carácter gratuito de la adquisición durante el matrimonio: la renta vitalicia otorgada
gratuitamente por un tercero a favor de uno de los cónyuges.

9. Vestidos, objetos de uso personal y otros, se refiere a bienes propios que sirven a la
persona para satisfacer sus necesidades de vestido y a objetos vinculados a sus méritos
y afectos; razones por las cuales se les califica como bienes propios.

ARTÍCULO 303
Cada cónyuge conserva la libre administración de sus bienes propios y puede disponer
de ellos o gravarlos.

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La regla general es que cada cónyuge conserva la libre administración de éstos y puede
disponer de ellos o gravarlos (artículo 303 del Código Civil). El ejercicio de estas
facultades del cónyuge propietario debe realizarse en armonía con el interés familiar.

Por el principio constitucional de protección de la familia y por la consideración en el


Código Civil de que la regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir a su
consolidación y fortalecimiento, es implícito que la gestión de los bienes debe responder
al interés familiar, como precepto rector.

ARTÍCULO 304
Ninguno de los cónyuges puede renunciar a una herencia o legado o dejar de aceptar
una donación sin el consentimiento del otro.

Las liberalidades, provenientes de donaciones, herencias instituidas por testamento o


legados, particularmente las que carezcan de cargo (artículos 185 y ss., y 1642), es
decir, las liberalidades puras y simples, es a lo que apunta este artículo, además de las
herencias legales y la legítima, que no constituyen actos o negocios jurídicos sino que
son derechos, por lo que nunca podrán estar sometidas a modalidad alguna.
El numeral comprende las liberalidades intervivos (donaciones) y las mortis causa
(legados o la institución de heredero), como la herencia de los herederos legales
(quienes son llamados a suceder a falta de testamento, entre otros supuestos, artículo
815, sobre herencia legal) y el derecho de los legitimarios, mal llamados herederos
forzosos.

La intención de la norma pareciera ser la protección de la familia, previniendo que la


obligación general de contribución al sostenimiento del hogar se vea perjudicada.

El fundamento de la norma estriba en que en el régimen de sociedad de gananciales,


los frutos y productos de todos los bienes, sean propios o sociales, así como las rentas
de los derechos de autor e inventor, son sociales. Entonces, se trata de un derecho
expectaticio que corresponderá a la sociedad, lo que la ley pretende proteger.

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ARTÍCULO 305
Si uno de los cónyuges no contribuye con los frutos o productos de sus bienes propios
al sostenimiento del hogar, el otro puede pedir que pasen a su administración, en todo
o en parte. En este caso, está obligado a constituir hipoteca y, si carece de bienes
propios, otra garantía, si es posible, según el prudente arbitrio del juez, por el valor de
los bienes que reciba.

La libertad de administración que cada cónyuge tiene sobre sus bienes propios se
encuentra encuadrada, en forma concreta, en el hecho de que los frutos y productos de
tales bienes pertenecen a la comunidad y, de manera general, en la obligación que
ambos esposos tienen de contribuir al sostenimiento del hogar según sus respectivas
posibilidades y rentas.

Si uno de los cónyuges obstruye el derecho de la sociedad sobre estos bienes sociales
aprovechando su condición de propietario único del bien que los genera, el otro cónyuge
puede pedir -al juez- que pasen a su administración, total o parcialmente, según el caso.
Aquí entonces uno de los cónyuges administra los bienes del otro sin necesidad de
poder.

El objeto de esta medida es claro; en modo alguno se trata de gravar ni mucho menos
de disponer de tales bienes, sino únicamente de administrarlos, a fin de destinar sus
rendimientos al sostenimiento del hogar.

ARTÍCULO 306
Cuando uno de los cónyuges permite que sus bienes propios sean administrados en
todo o en parte por el otro, no tiene éste sino las facultades inherentes a la mera
administración y queda obligado a devolverlos en cualquier momento a requerimiento
del propietario.

Los cónyuges poseen facultades de administración y de disposición o gravamen sobre


sus bienes propios, lo que quiere decir que cada uno tiene la libertad de administrarlos
según su propio criterio, así como de afectarlos o enajenarlos libremente, ciertamente

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esto último con las restricciones que la ley establece en aras de la protección de la
familia. Estas limitaciones tienen que ver con el ejercicio arbitrario o abusivo de la
autonomía privada y del derecho de propiedad versus los intereses de la familia creada
por el individuo, como la donación inoficiosa o la interdicción por causa de mala gestión
o prodigalidad, las cuales, como ya se ha señalado, resultan insuficientes para conferir
auténtica y eficaz protección a la familia.

En cuanto a la administración, excepcionalmente ésta puede pasar al otro consorte:


- Por representación legal de la sociedad.
- Por decisión judicial.
- Voluntariamente.

La norma permite administrar los bienes en mención sin objetarlo, lo que se explica por
la naturaleza sui géneris de la relación conyugal.

Se excluye de esta manera cualquier acto de disposición o afectación del bien, para lo
cual sí será indispensable el otorgamiento de poder, con las formalidades exigidas para
este tipo de actos (escritura pública).

El cónyuge administrador está obligado a devolver los bienes a su propietario en cuanto


éste lo requiera, lo que equivale a decir que no se necesita de preaviso ni formalidad de
ninguna clase para ello.

ARTÍCULO 307
Las deudas de cada cónyuge anteriores a la vigencia del régimen de gananciales son
pagadas con sus bienes propios, a menos que hayan sido contraídas en beneficio del
futuro hogar, en cuyo caso se pagan con bienes sociales a falta de bienes propios del
deudor.

Este artículo regula un tipo de deuda: la personal anterior a la vigencia del régimen.
Comprende dos supuestos con efectos opuestos: a) el de las deudas anteriores al
régimen sin beneficio del futuro hogar, enunciado general cuya consecuencia es el de
ser pagadas con bienes propios del cónyuge deudor; y b) la deuda de cada cónyuge
contraída en beneficio del futuro hogar.

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- Deuda inequívocamente propia, personal o privativa anterior el régimen de sociedad de
gananciales. De esto se deducen las siguientes reglas generales que vinculan el
concepto de deuda con responsabilidad al interior del régimen de sociedad de
gananciales: a) los bienes propios no responden por las deudas comunes, b) los bienes
comunes no responden por las deudas propias y c) las deudas propias de un cónyuge
no responden por las deudas propias del otro cónyuge. De esta manera la calificación
de la deuda determina la masa patrimonial responsable de las consecuencias jurídicas
por el incumplimiento de la obligación.

La regla general del artículo 307 establece indirectamente tanto una exclusión en la
responsabilidad de los bienes comunes por deuda propia preganancial como de los
bienes propios del cónyuge no deudor.

- Supuesto excepcional de que los bienes sociales puedan responder por alguna
deuda propia contraída con anterioridad al régimen de gananciales. El supuesto
que motiva esta excepción es que la deuda haya sido contraída en beneficio del
futuro hogar, por una deuda personal se responsabiliza a una masa patrimonial
que no corresponde a la naturaleza de su calificación

ARTÍCULO 308
Los bienes propios de uno de los cónyuges, no responden de las deudas personales del
otro, a menos que se pruebe que se contrajeron en provecho de la familia.
Este dispositivo refiere a las deudas personales, las contraídas por un cónyuge durante
el matrimonio, en beneficio propio, sin embargo la responsabilidad recaerá sobre el
patrimonio personal del cónyuge deudor. No obstante, la responsabilidad por estas
obligaciones pueden alcanzar, eventualmente, al patrimonio propio del otro cónyuge si
se contrajeron en provecho de la familia.

La primera parte de este artículo presenta una exclusión a la masa patrimonial que
garantiza el cumplimiento de una obligación de una deuda personal. La deuda personal
no es garantizada por la masa patrimonial personal del otro cónyuge.

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Los bienes propios de uno de los cónyuges no responden de las deudas personales del
otro. Siendo así, la responsabilidad civil extracontractual de uno de los cónyuges, como
acto absolutamente personal, no tiene por qué afectar el patrimonio del otro, ni
perjudicarlo en la parte que eventualmente le correspondería por concepto de
gananciales.

ARTÍCULO 309
La responsabilidad civil por acto ilícito de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes
propios ni en la parte de los de la sociedad que le corresponderían en caso de
liquidación. (*)
(*) Artículo modificado por la Primera Disposición Modificatoria del Texto Unico
Ordenado del Código Procesal Civil, aprobado por Resolución Ministerial Nº 10-93-JUS,
publicada el 23-04-93, cuyo texto es el siguiente:

ARTÍCULO 309
La responsabilidad extracontractual de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes
propios ni en la parte de los de la sociedad que le corresponderían en caso de
liquidación.
Este artículo se refiere a una deuda estrictamente personal, de carácter
indiscutiblemente privativo, no de una deuda que aunque personal se haya contraído en
beneficio del futuro hogar o en provecho de la familia.

El fundamento de este articulo lo que busca es la exclusión en la responsabilidad de la


masa patrimonial perteneciente al cónyuge que no ha generado el daño, así como la
exclusión de su parte que le correspondería en caso de liquidación.

La consecuencia de esta deuda es que no permite al acreedor agredir ni directa ni


subsidiariamente el universo de los bienes que conforman el patrimonio personal del
otro cónyuge ni tampoco el universo del patrimonio común. Solo es susceptible de
responder por esta deuda el patrimonio privativo del cónyuge responsable.

ARTÍCULO 310
Son bienes sociales todos los no comprendidos en el artículo 302, incluso los que
cualquiera de los cónyuges adquiera por su trabajo, industria o profesión; así como los

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frutos y productos de todos los bienes propios y de la sociedad y las rentas de los
derechos de autor e inventor.

También tienen la calidad de bienes sociales los edificios construídos a costa del caudal
social en suelo propio de uno de los cónyuges, abonándose a éste el valor del suelo al
momento del reembolso.

1. Los no comprendidos en el artículo 302

El artículo comentado delimita los bienes que son calificados de comunes. En primer
lugar, a diferencia del Código Civil de 1936 que enumeraba en sus ocho incisos del
artículo 184 los bienes calificados de comunes, el vigente Código Civil lo hace
negativamente comprendiendo con tina disposición abierta a los no enumerados en el
artículo 302.

De esta regla se puede desprender la norma general que son bienes sociales los
adquiridos durante la vigencia del régimen de sociedad de gananciales a título oneroso.
Excepcionalmente se excluyen taxativamente los bienes propios establecidos en el
artículo 302.

2. Bienes adquiridos por prescripción adquisitiva

De la regla general de socialidad de los bienes adquiridos a título oneroso y del carácter
privativo de los bienes a título gratuito se podría deducir que los modos de adquisición
originaria que no tienen contraprestación son por ello adquisiciones a título gratuito y en
consecuencia son bienes propios y no sociales (aplicación del artículo 302 inciso 3).

Por el contrario, desde una perspectiva que parte por considerar el carácter de la
clasificación en la adquisición de bienes a título gratuito y a título oneroso habría que
admitir el carácter limitado de esta clasificación a la adquisición derivativa y no
originaria, configurándose una ausencia de norma en el artículo 302 para este último
tipo de adquisición.

3. Edificio construido en terreno en suelo propio de uno de los cónyuges

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El segundo párrafo del artículo 310 revela la opción del legislador de beneficiar la
calidad de común de los bienes, pero su alcance es menester precisarlo en dos
aspectos: a) Alcance de la expresión Edificio construido a costa del caudal social; b)
Integración en la calidad de bien común o separación de la propiedad del terreno con lo
edificado.
ARTÍCULO 311
Para la calificación de los bienes, rigen las reglas siguientes:
1.- Todos los bienes se presumen sociales, salvo prueba en contrario.
2.- Los bienes sustituídos o subrogados a otros se reputan de la misma condición de los
que sustituyeron o subrogaron.
3.- Si vendidos algunos bienes, cuyo precio no consta haberse invertido, se compran
después otros equivalentes, se presume, mientras no se pruebe lo contrario, que la
adquisición posterior es hecha con el producto de la enajenación anterior.

De la calificación de un bien como personal o social depende la eficacia o ineficacia de


una serie de actos jurídicos, la administración o disposición individual o común, la
necesidad de la participación de ambos cónyuges, la registración o no de determinados
actos inscribibles, su comprensión o no dentro de la masa patrimonial susceptible de
garantizar el cumplimiento de una deuda personal o social.

El impacto de la calificación del bien es por consiguiente tremendo, tener regias que
permitan en todos los casos su definición con nitidez es imprescindible. Se requiere así,
además de las calificaciones reguladas en los artículos 302 Y 310, un sistema de
presunciones que es el que establece el artículo 311.

Las presunciones establecidas en los incisos 1 y 3 son de carácter iuris tantum mientras
que la del segundo es iuris et de iure.

Con la presunción iuris tantum del inciso 1 se produce una regla general de presunción
de ganancialidad. Para contravenirla y reputar el bien como privativo no es suficiente

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acreditar que se ha hecho la adquisición a nombre de uno de los cónyuges sino que se
ha hecho a costa de caudal privativo28.

ARTÍCULO 312
Los cónyuges no pueden celebrar contratos entre sí respecto de los bienes de la
sociedad.

Tres son las razones por las que tradicionalmente se ha prohibido, tanto en el Derecho
nacional como en el extranjero, la contratación entre cónyuges: el peligro de colusión
entre los cónyuges para defraudar a un tercero acreedor, el posible aprovechamiento
económico de uno de los cónyuges respecto del otro, y la incompatibilidad entre el
régimen económico conyugal y el régimen legal de los contratos, caracterizado este
último por su declarado carácter negocial. Sin embargo, siendo plenamente justificable
la prohibición alojada en el artículo 312 del Código Civil no debe perderse de vista que
no es una prohibición absoluta y que en más de una ocasión es justificable tal
contratación, como comprobaremos en este comentario29.

Adelantemos por de pronto lo siguiente: si bien el texto del referido artículo contiene la
regla general de que los cónyuges no pueden contratar cuando tales actos jurídicos
generan obligaciones sobre bienes del patrimonio conyugal, eso no quiere decir que la
contratación entre esposos esté totalmente proscrita del Derecho nacional, puesto que
no existiría impedimento legal para que los cónyuges celebren contratos sobre los
bienes propios u otros contratos que no comprometan los bienes sociales.

Para comprender mejor esta norma es preciso revisar brevemente los alcances del
régimen patrimonial del matrimonio en nuestro Derecho. En primer término debemos
tener presente que nuestro Código ha establecido dos regímenes patrimoniales
alternativos del matrimonio: sociedad de gananciales, que es en realidad una comunidad
de bienes y está compuesta por los bienes adquiridos por los cónyuges dentro del
matrimonio a título oneroso, permaneciendo fuera de él los bienes que tuviesen los
cónyuges en propiedad antes del matrimonio y aquellos adquiridos con posterioridad a

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título gratuito. Sin embargo, pese a que los bienes propios no forman parte de los bienes
sociales igual son de interés de la sociedad conyugal, pues los frutos de estos bienes
son sociales.

El otro régimen es el de separación de patrimonios. Se trata de una separación


convencional, la misma que en ocasiones puede ser judicial o legal, y que consiste en
que los cónyuges pactan que no regirá entre ellos la sociedad de gananciales. Tal
convenio puede celebrarse antes del matrimonio o durante el mismo para remplazar al
régimen de gananciales.

ARTÍCULO 313
Corresponde a ambos cónyuges la administración del patrimonio social. Sin embargo,
cualquiera de ellos puede facultar al otro para que asuma exclusivamente dicha
administración respecto de todos o de algunos de los bienes. En este caso, el cónyuge
administrador indemnizará al otro por los daños y perjuicios que sufra a consecuencia
de actos dolosos o culposos.

La administración de un patrimonio -en un sentido lato- comprende la suma de la


actividad de administración y de disposición que un sujeto puede cumplir en relación a
un patrimonio; en otros términos, los actos de administración o de disposición
constituyen la totalidad de la actividad susceptible de ser realizada por quien tiene la
administración del patrimonio. Pero en sentido restringido, el criterio clásico o tradicional
ha sido distinguirlos a partir de la función que aquél cumple en relación al patrimonio.

Así, el acto de administración es aquel que sin alterar la integridad del patrimonio, tiende
a su mantenimiento, mejoramiento o generación de frutos; mientras que el acto de
disposición es aquel que altera la integridad del patrimonio. De ese modo, la actividad
de "administración" excluiría todo acto que pudiera afectar, directa o indirectamente, los
bienes singulares que lo componen: cualquier acto del que resulte la sustitución de un
bien por otro o un derecho por otro, aunque derivara, en los hechos, en una ventaja
patrimonial, excedería el concepto de "administración" así entendido. La idea central es,
por lo tanto, la mantención del patrimonio en un idéntico estado, conservando inalterable
la individualidad de los bienes singulares que lo componen.

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ARTÍCULO 314
La administración de los bienes de la sociedad y de los propios de uno de los cónyuges
corresponde al otro en los casos del artículo 294, incisos 1 y 2.
Si uno de los cónyuges ha abandonado el hogar, corresponde al otro la administración
de los bienes sociales.

En lo que se refiere a la administración de los bienes sociales, nuestro Código Civil ha


adoptado el sistema de administración unilateral transferida para permitir que el otro
cónyuge asuma la misma en casos de excepción y destine sus rendimientos al
sostenimiento de la familia. Esta transferencia tiene tres modalidades diversas según
opere por facultarse al cónyuge, por resolución judicial y por ministerio de la ley.

a) La administración transferida por facultarse al cónyuge se presenta cuando el otro


otorga un poder para que los bienes sociales sean administrados en todo o en parte
(artículo 313 del Código Civil).
b) La administración transferida por vía judicial ocurre por ignorarse el paradero del
mismo o se encuentre en lugar remoto, y por haber abandonado el domicilio conyugal
(artículo 314 del Código Civil).
c) La administración transferida por ministerio de la ley funciona cuando uno de los
cónyuges está impedido por interdicción u otra causa (artículo 314 del Código Civil).

Sustentándose el régimen de sociedad de gananciales en la comunidad de intereses de


los cónyuges, está implícito en nuestro sistema jurídico el deber conyugal de informarse
recíproca y periódicamente sobre la situación de la administración y de los rendimientos
de cualquier actividad económica.

ARTÍCULO 315
Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención del marido
y la mujer. Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder
especial del otro.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los actos de adquisición de bienes
muebles, los cuales pueden ser efectuados por cualquiera de los cónyuges. Tampoco
rige en los casos considerados en las leyes especiales.

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La presente norma se refiere a los actos de disposición que exceden la potestad
doméstica, que corresponde realizar conjuntamente a ambos consortes y que implica el
ejercicio de una facultad compartida por ambos consortes, de tal forma que se requiere
la voluntad concorde de los esposos como elemento constitutivo necesario para la
validez de los actos. Se trata, pues, de una coparticipación en la disposición de bienes
sociales.

Por ello, este sistema requiere que ambos cónyuges puedan y quieran actuar de común
acuerdo, situación normal en el matrimonio.

ARTÍCULO 316
Son de cargo de la sociedad:
1.- El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.
2.- Los alimentos que uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3.- El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges.
4.- Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento
hechas en los predios propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten.
5.- Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de
uno de los cónyuges con consentimiento de éste.
6.- Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y
retribuciones que los afecten.
7.- Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto
los bienes propios como los sociales, cualquiera que sea la época a que
correspondan.(*)
8.- Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de
cada cónyuge.
9.- Los gastos que cause la administración de la sociedad.
(*) Rectificado por Fe de Erratas, publicada el 24-07-84.

Son obligaciones sociales las asumidas por cualquiera de los cónyuges en el ejercicio
del poder doméstico (artículo 292 del Código Civil) y también las contraídas por ambos
por actos de administración y disposición que exceden de tal potestad (artículo 315 del

- 50 -
Código Civil). Debemos precisar que, en el régimen de sociedad de gananciales, el
poder doméstico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto, las obligaciones
contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad, son las deudas
sociales propiamente. Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen las cargas y las
deudas sociales propiamente dichas.

ARTÍCULO 317
Los bienes sociales y, a falta o por insuficiencia de éstos, los propios de ambos
cónyuges, responden a prorrata de las deudas que son de cargo de la sociedad.

El artículo en mención se encarga de desarrollar las condiciones en las que se hace


efectiva la responsabilidad patrimonial del o de los cónyuges por las denominadas
deudas comunes, estableciendo que en tales casos, de manera principal, esa
responsabilidad se hace efectiva con cargo a los bienes comunes, y de manera
subsidiaria y limitada sobre los bienes propios de cada uno de los cónyuges.

Conviene advertir prontamente que aún cuando el artículo en comentario se refiere a


"las deudas que son de cargo de la sociedad" (la de gananciales) y a que son los bienes
sociales o, en su caso, los propios los que responden por dichas deudas, lo cierto es
que ni existe una sociedad deudora ni puede predicarse respecto de los bienes una
condición: la de responsables, que solo puede ser atribuida a las personas. En efecto, la
sociedad de gananciales "no puede ser propiamente deudora por carecer de
personalidad jurídica. Deudores personales lo son siempre los cónyuges, aislada o
conjuntamente, como personas individuales, y lo que importa es saber si de la deuda de
uno o de los dos cónyuges puede nacer responsabilidad directa sobre los bienes
legalmente calificados de gananciales"

Interpuesta la demanda, puede el juez dictar, a pedido del demandante o de oficio, las
providencias concernientes a la seguridad de los intereses de aquél. Dichas medidas,
así como la sentencia, deben ser inscritas en el registro personal para que surtan efecto
frente a terceros. La separación surte efecto entre los cónyuges desde la fecha de la
notificación con la demanda.

- 51 -
En nuestro Código Civil, se han previsto los mecanismos de la variabilidad con
aprobación judicial y por ministerio de la ley. En estas dos últimas circunstancias solo se
permite la modificación del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de
patrimonios. Esto responde al criterio de eliminar los mayores perjuicios económicos
entre los cónyuges, que subsistirían si continuase la comunidad de adquisiciones a título
oneroso.

La sustitución judicial se producirá cuando, a pedido del cónyuge agraviado, el juez


considere que se ha acreditado abuso de facultades, dolo o culpa en la gestión de los
bienes, imputable al otro.

ARTÍCULO 318
Fenece el régimen de la sociedad de gananciales:
1.- Por invalidación del matrimonio.
2.- Por separación de cuerpos.
3.- Por divorcio.
4.- Por declaración de ausencia.
5.- Por muerte de uno de los cónyuges.
6.- Por cambio de régimen patrimonial.

El fenecimiento de la sociedad de gananciales tiene un doble objeto. Por un lado pone


fin a la sociedad de gananciales y repartir sus ganancias, si las hubiere.

El fenecimiento de la sociedad de gananciales se produce, en términos generales, con


la disolución del vinculo matrimonial, y aun estando vigente, cuando cesa la vida e
común; y, también en los casos en que procede la sustitución del régimen por el de
separación de patrimonios.

ARTÍCULO 319
Para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad
de gananciales se produce en la fecha de la muerte o de la declaración de muerte
presunta o de ausencia; en la de notificación con la demanda de invalidez del
matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de separación judicial de bienes; y

- 52 -
en la fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se establece de
común acuerdo.
Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera fenecido en la
fecha de la inscripción correspondiente en el registro personal. (*)
(*) Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley Nº 27495, publicada el 07-07-
2001, cuyo texto es el siguiente:
ARTÍCULO 319
Para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad
de gananciales se produce en la fecha de la muerte o de la declaración de muerte
presunta o de ausencia; en la de notificación con la demanda de invalidez del
matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de separación judicial de bienes; y
en la fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se establece de
común acuerdo. En los casos previstos en los incisos 5 y 12 del Artículo 333, la
sociedad de gananciales fenece desde el momento en que se produce la separación de
hecho.

Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera fenecido en la


fecha de la inscripción correspondiente en el registro personal.”

El contenido de este artículo establece los momentos a partir de los cuales el


fenecimiento de la sociedad de gananciales produce efectos entre los cónyuges y frente
a terceros. Para efectos de terceros el fenecimiento se produce en el momento de la
inscripción en el Registro de Personal.

ARTÍCULO 320
Fenecida la sociedad de gananciales, se procede de inmediato a la formación del
inventario valorizado de todos los bienes. El inventario puede formularse en documento
privado con firmas legalizadas, si ambos cónyuges o sus herederos están de acuerdo.
En caso contrario el inventario se hace judicialmente.

No se incluye en el inventario el menaje ordinario del hogar en los casos del artículo
318, incisos 4 y 5, en que corresponde al cónyuge del ausente o al sobreviviente.

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Una vez fenecida la sociedad de gananciales se liquida el patrimonio: La primera
operación es realizar un inventario valorizado que comprende los bienes propios y
sociales, como activo, y las obligaciones sociales, cargas y deudas comunes, como
pasivo. Conforme al artículo 302 del Código Civil, son bienes propios los que cada
cónyuge aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales; los que adquiera
durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la causa de adquisición ha
precedido a aquélla; los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito; la
indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de
enfermedades, deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad; los derechos
de autor e inventor; los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o
trabajo, salvo que sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien
propio; las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan
gratuitamente entre los socios por revaluación del patrimonio social, cuando esas
acciones o participaciones sean bien propio; la renta vitalicia a título gratuito y la
convenida a título oneroso cuando la contraprestación constituye bien propio; y los
vestidos y objetos de uso personal; así como los diplomas, condecoraciones,
correspondencia y recuerdos de familia.
A su vez el artículo 310 del Código Civil refiere que son bienes sociales todos los no
comprendidos en artículo 302, incluso los que cualquiera de los cónyuges adquiera por
su trabajo, industria o profesión, así como los frutos y productos de todos los bienes
propios y de la sociedad y las rentas de los derechos de autor y de inventor.
Una vez fenecido la sociedad de gananciales se debe efectuar la liquidación del
patrimonio, procediéndose a la facción de un inventario valorizado del patrimonio, en el
que se comprende los bienes propios y sociales como activo, y las obligaciones
sociales, cargas y deudas comunes como pasivo.
El inventario puede efectuarse extrajudicialmente si los cónyuges están de acuerdo, así
como también mediante documento privado con firmas legalizadas.
Si los cónyuges no están de acuerdo sobre la naturaleza de los bienes o el valor de los
mismos, el inventario se efectúa en la vía judicial, donde se podrá litigar sobre la calidad
de los bienes y su valorización.

Deben comprenderse en el inventario los bienes de uso doméstico, salvo que el


fenecimiento de la sociedad de gananciales se produzca por declaración de ausencia o
por muerte de uno de los cónyuges. En los dos casos en mención, el menaje ordinario

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del hogar no se incluye en el inventario y debe entregarse al cónyuge del ausente o al
sobreviviente.

ARTÍCULO 321
El menaje ordinario del hogar no comprende:
1.- Los vestidos y objetos de uso personal.
2.- El dinero.
3.- Los títulos valores y otros documentos de carácter patrimonial.
4.- Las joyas.
5.- Las medallas, condecoraciones, diplomas y otras distinciones.
6.- Las armas.
7.- Los instrumentos de uso profesional u ocupacional.
8.- Las colecciones científicas o artísticas.
9.- Los bienes culturales-históricos.
10.- Los libros, archivos y sus contenedores.
11.- Los vehículos motorizados.
12.- En general, los objetos que no son de uso doméstico.

Hay que referir que el menaje ordinario del hogar está referido a todos los bienes
muebles de uso doméstico, destinados a satisfacer las necesidades inmediatas de la
familia, Pero el Código Civil precisa que bienes no conforman el menaje ordinario del
hogar, a partir de observar que no están dirigidos a la finalidad indicada, y por el
carácter personal de los mismos.
El precitado artículo 321 ha optado por el sentido negativo, es decir por indicar que
bienes no integran el menaje ordinario del hogar, en lugar de señalar cuáles lo
conforman. La precisión de carácter negativo supone la determinación de los bienes que
no están dirigidos a la finalidad antes indicada-que es de servir de medio directo o
indirecto para satisfacer las necesidades inmediatas y ordinarias de la familia-, no
obstante que muchos de los bienes contenidos en la relación del artículo 321 suelen
encontrarse dentro del hogar, y algunos de ellos son utilizados por los miembros de la
familia en su vida cotidiana.
El artículo 321 del Código Civil ha sido redactado con la finalidad de defender a los
herederos del cónyuge fallecido o ausente. En efecto, es un supuesto muy común que
durante la vigencia de la sociedad de gananciales los cónyuges solo adquieran bienes

- 55 -
de uso común, los mismos que de ser considerados como parte del menaje ordinario del
hogar, podrían quedarse en propiedad del cónyuge sobreviviente, afectándose de este
modo los derechos de los demás herederos.
Entre los bienes excluidos del menaje ordinario del hogar se hallan bienes propios de
cada cónyuge y bienes sociales, los mismos que al formar parte del inventario deberán
considerarse cada cual de acuerdo con su naturaleza. Así tenemos los vestidos y
objetos de uso personal, las medallas, condecoraciones, diplomas, los instrumentos de
uso profesional u ocupacional, entre otros, sueles ser bienes propios de cada cónyuge;
mientras que el dinero, joyas, vehículos motorizados, entre otros, sueles ser bienes
sociales, salvo que se demuestre lo contrario.

ARTÍCULO 322
Realizado el inventario, se pagan las obligaciones sociales y las cargas y después se
reintegra a cada cónyuge los bienes propios que quedaren.

El régimen de sociedad de gananciales lo conforman tanto el activo como por el pasivo.


La formación del inventario en primer lugar las obligaciones sociales, que responden los
bienes sociales y, subsidiariamente los propios de cada cónyuge, a prorrata; y en
segundo lugar, las obligaciones personales de cada cónyuge, que serán pagadas por
cada consorte directamente; en tal sentido, el presente dispositivo establece la regla que
aquéllas serán preferentemente atendidas respecto de éstas.

Según el Código Civil, son cargas de la sociedad: 1) El sostenimiento de la familia y la


educación de los hijos comunes; 2) Los alimentos que cada uno de los cónyuges esté
obligado por ley a dar a otras personas; 3) El importe de lo donado o prometido a los
hijos comunes por ambos cónyuges; 4) Las mejoras necesarias y las reparaciones de
mera conservación o mantenimiento hechas en los predios propios, así como las
retribuciones y tributos que los afecten; 5) Las mejoras útiles y de recreo que la
sociedad decida introducir en bienes propios de uno de los cónyuges con
consentimiento de éste; 6) Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes
sociales, así como los tributos y retribuciones que los afecten; 7) Los atrasos o réditos
devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto los bienes propios como
los sociales, cualquiera sea la época que correspondan; 8) Las cargas que pesan sobre

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los usufructuarios respecto de los bienes propios de cada cónyuge; y, 9) Los gastos
que cause la administración de la sociedad.

Las cargas sociales por tratarse de obligaciones contraídas para satisfacer las
necesidades ordinarias de la familia y proveer a la conservación de su patrimonio, deben
ser pagadas antes de las deudas comunes, y los bienes propios que queden debe
entregarse a su propietario para que a partir de ese momento cumpla con sus
obligaciones personales.
Las obligaciones sociales son todas aquellas deudas asumidas por los cónyuges frente
a terceros con el fin de obtener un bienestar a favor de la sociedad conyugal. Al haberse
asumido obligaciones con el consecuente beneficio obtenido a favor de ambos
cónyuges, este pago se hace efectivo con los bienes que conforman la misma sociedad
conyugal. En caso las deudas asumidas por la sociedad conyugal no alcancen a ser
canceladas con los bienes sociales, los cónyuges deberán cumplir con las obligaciones
asumidas, con sus correspondientes bienes propios.

ARTÍCULO 323
Son gananciales los bienes remanentes después de efectuados los actos indicados en
el artículo 322.
Los gananciales se dividen por mitad entre ambos cónyuges o sus respectivos
herederos.
Cuando la sociedad de gananciales ha fenecido por muerte o declaración de ausencia
de uno de los cónyuges, el otro tiene preferencia para la adjudicación de la casa en que
habita la familia y del establecimiento agrícola, artesanal, industrial o comercial de
carácter familiar, con la obligación de reintegrar el exceso de valor, si lo hubiera.

Este artículo establece la condición que corresponde al remanente de los bienes


sociales que queda una vez efectuada la liquidación del régimen. Los gananciales es el
saldo patrimonial que los cónyuges se dividen por mitad entre ambos o sus respectivos
herederos.
Es decir, que se subordina esa relación patrimonial a un igual trato y a un mismo
derecho para uno y otro cónyuge atribuyéndoles igual participación.

- 57 -
El último párrafo está referido al derecho preferencial para la adjudicación de la casa en
que habita la familia y del establecimiento empresarial de carácter familiar, con cargo a
sus gananciales y con la obligación de reintegrar el exceso de valor, si lo hubiera.
En nuestro sistema no gobierna un principio rector de orden económico basado en la
proporcionalidad de los aportes de los cónyuges para recibir los gananciales, por el
contrario, se subordina esa relación patrimonial a un igual trato y a un mismo derecho
para uno u otro cónyuge, atribuyéndoles idéntica participación.

Se reconoce el derecho del cónyuge del ausente o del sobreviviente a ser preferido para
la adjudicación de la casa en que habita la familia y del establecimiento agrícola,
artesanal, industrial o comercial de carácter familiar; con la obligación de reintegrar el
exceso de valor si lo hubiera.

La adjudicación se efectuará con cargo a los gananciales que le corresponderán de la


liquidación, y, en caso de muerte de uno de los cónyuges, respecto a sus derechos por
concepto de legítima; por lo que el reintegro del exceso de valor se realizará con bienes
propios del beneficiado.

ARTÍCULO 324
En caso de separación de hecho, el cónyuge culpable pierde el derecho a gananciales
proporcionalmente a la duración de la separación.

Este dispositivo priva de una ventaja económica por vía de sanción al culpable de la
separación para acrecer la del otro, con prescindencia de que posteriormente se
reanude la convivencia.
Para que proceda se efectúa una regla de tres para determinar la relación entre los
gananciales obtenidos y la duración total de la vigencia del régimen y aplicarla al tiempo
de duración de la separación de hecho.

ARTÍCULO 325
Siempre que haya de ejecutarse simultáneamente la liquidación de gananciales de dos
o más matrimonios contraídos sucesivamente por una misma persona, se admitirá, en
defecto de inventarios previos a cada matrimonio, toda clase de pruebas para

- 58 -
determinar los bienes de cada sociedad; y, en caso de duda, se dividirán los
gananciales entre las diferentes sociedades, teniendo en cuenta el tiempo de su
duración y las pruebas que se haya podido actuar acerca de los bienes propios de los
respectivos cónyuges.

Si una persona contrae segundo matrimonio, y no ha realizado la liquidación de la


sociedad de gananciales de su primer matrimonio, entonces a la disolución del segundo
matrimonio tiene que liquidarse simultáneamente, para lo cual tiene que haber inventario
o pruebas suficientes del momento en que se incorporó cada uno de los bienes, para lo
cual se separan los que correspondan a la primera sociedad y se repartirán entre los
primeros cónyuges, o entre uno de ellos y los herederos del otro, los gananciales del
primer matrimonio, y en relación al segundo matrimonio, cada uno de los cónyuges
tomará los bienes que integren la segunda sociedad, y se repartirán por mitades los
gananciales de esta. En caso de duda del carácter de determinados bienes, se dividirán
entre las diferentes sociedades, en proporción al tiempo de su duración y a los bienes
propios de los respectivos cónyuges, en base al principio de equidad.

ARTÍCULO 326
La unión de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer,
libres de impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir deberes
semejantes a los del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al
régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre que dicha
unión haya durado por lo menos dos años contínuos.

La posesión constante de estado a partir de fecha aproximada puede probarse con


cualquiera de los medios admitidos por la ley procesal, siempre que exista un principio
de prueba escrita.

La unión de hecho termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisión unilateral.
En este último caso, el juez puede conceder, a elección del abandonado, una cantidad
de dinero por concepto de indemnización o una pensión de alimentos, además de los
derechos que le correspondan de conformidad con el régimen de sociedad de
gananciales.

- 59 -
Tratándose de la unión de hecho que no reúna las condiciones señaladas en este
artículo, el interesado tiene expedita, en su caso, la acción de enriquecimiento indebido.

La tesis de la apariencia al estado matrimonial contemplado en el artículo materia de


análisis, cuando señala que con la unión de hecho se persigue “alcanzar finalidades y
cumplir deberes semejantes a los del matrimonio”. Es decir, que el Código Civil no ha
adoptado la teoría de la equiparación al estado matrimonial, según la cual la unión de
hecho produce los mismos efectos que el matrimonio, el cual si está reconocido en el
artículo 5 de nuestra Constitución Política actual.
El problema sobre las uniones de hecho es el relacionado a la prueba de su existencia,
la cual no va a constar en un título de estado de familia, como son las partidas del
Registro del Estado Civil. Por tal motivo, la posesión constante de estado de
convivientes se constituye en el medio de prueba para acreditar su existencia, por lo que
las pruebas están dirigidas a demostrar que un hombre y una mujer sin estar casados
entre sí hacen vida de tales, además se debe probar el cumplimiento de los demás
elementos configurativos de la unión de hecho: que no media impedimento matrimonial
y que ha durado por lo menos dos años continuos. La posesión constante de estado de
convivientes se prueba por cualquier medio probatorio admitido en el Código Procesal
Civil, requiriendo el Código Civil la concurrencia de un principio de prueba escrita.

Dicha unión de hecho termina por la muerte de uno de los convivientes o por su
declaración de ausencia, por mutuo acuerdo o por decisión unilateral de uno de ellos.
Una vez producido el fenecimiento debe liquidarse la comunidad de bienes de acuerdo a
las normas del régimen de sociedad de gananciales.

Tratándose de la extinción de la unión de hecho por decisión unilateral de uno de los


convivientes, el ex conviviente abandonado puede exigir en primer lugar una cantidad de
dinero por indemnización de daños, para reparar los daños que pueda sufrir el
abandonado como consecuencia de la frustración del proyecto de vida, la aflicción de
los sentimientos, etc., y en segundo lugar también podría exigir una pensión de
alimentos para contrarrestar las dificultades económicas que enfrente el abandonado
para obtener los medios requeridos y seguir atendiendo sus necesidades alimentarias al
concluir la convivencia.

- 60 -
La unión de hecho impropia (no produce los efectos contemplados en la ley. Acá el
interesado tiene expedita la acción de enriquecimiento indebido.

ARTÍCULO 327
En el régimen de separación de patrimonios, cada cónyuge conserva a plenitud la
propiedad, administración y disposición de sus bienes presentes y futuros y le
corresponden los frutos y productos de dichos bienes.

La separación de patrimonios se constituye en un régimen general y autónomo, que se


gobierna por el principio de la independencia entre los cónyuges en la titularidad de los
bienes y en la gestión de los mismos. Los cónyuges contribuirán al levantamiento de la
carga familiar con su patrimonio personal, en proporción a la contribución que
convengan o la que establezca el juez. Es decir, que las obligaciones contraídas en el
ejercicio de la potestad doméstica responderán ambos cónyuges.

ARTÍCULO 328
Cada cónyuge responde de sus deudas con sus propios bienes.

Las obligaciones que contraiga cada cónyuge por sí sólo serán atendidas con sus
bienes propios, ello obedece a la manifestación de la autonomía patrimonial de los
cónyuges, así como son titulares del activo también lo son del pasivo que les afecte.
Si los cónyuges contraen obligaciones conjuntamente, la responsabilidad patrimonial de
ambos depende de que las deudas sean solidarias o mancomunadas.

ARTÍCULO 329
Además de los casos a que se refieren los artículos 295 y 296, el régimen de separación
es establecido por el juez, a pedido del cónyuge agraviado, cuando el otro abusa de las
facultades que le corresponden o actúa con dolo o culpa.

Interpuesta la demanda, puede el juez dictar, a pedido del demandante o de oficio, las
providencias concernientes a la seguridad de los intereses de aquél. Dichas medidas,
así como la sentencia, deben ser inscritas en el registro personal para que surtan efecto

- 61 -
frente a terceros. La separación surte efecto entre los cónyuges desde la fecha de la
notificación con la demanda.

En el caso de separación de patrimonios fijada convencionalmente antes de la


celebración del matrimonio, los contrayentes optan por éste régimen ejerciendo su
derecho de opción y observando la formalidad prescrita ad solemnitatem.
En el caso de separación de patrimonios fijada convencionalmente durante la
celebración del matrimonio, los cónyuges varían el régimen de sociedad de gananciales
por el de separación de patrimonios haciendo uso de su derecho y siguiendo la
formalidad señalada bajo sanción de nulidad.
También se tiene el caso de que la separación de patrimonios durante el matrimonio
puede ser impuesta vía judicial a pedido del cónyuge agraviado, cuando el otro cónyuge
abusa de las facultades que le corresponde o actúa con dolo o culpa. En los casos
mencionados se comprueba una conducta perjudicial en la gestión de los bienes que
justifica no mantener la comunidad económica que supone la sociedad de gananciales.
Resultando que en este proceso a pedido del cónyuge perjudicado se puede dictar todo
tipo de medidas cautelares para la seguridad de los intereses de aquel.
La separación de patrimonios surte efecto desde la notificación con la demanda, para
las relaciones entre los cónyuges. Frente a terceros, su efecto surge desde la fecha de
inscripción en el registro persona.

ARTÍCULO 330
La declaración de insolvencia de uno de los cónyuges determina de pleno derecho la
sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios
y, para que produzca efectos frente a terceros, se inscribirá en el registro personal de
oficio, a solicitud del insolvente, de su cónyuge o del Administrador Especial. (*)

(*) Artículo modificado por la Quinta Disposición Final del Decreto Legislativo Nº 845,
publicado el 21-09-96, cuyo texto es el siguiente:

ARTÍCULO 330
La declaración de insolvencia de uno de los cónyuges determina de pleno derecho la
sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios

- 62 -
y, para que produzca efectos frente a terceros, se inscribirá en el registro personal de
oficio, a solicitud del insolvente, de su cónyuge o del Administrador Especial. (*)

(*) Artículo modificado por la Quinta Disposición Final del Decreto Supremo N° 014-99-
ITINCI,Texto Unico Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial, publicado el
01-11-99, cuyo texto es el siguiente:

ARTÍCULO 330
La declaración de insolvencia de uno de los cónyuges determina de pleno derecho la
sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios
y, para que produzca efectos frente a terceros, se inscribirá en el registro personal de
oficio, a solicitud del insolvente, de su cónyuge o del Administrador Especial. (*)

(*) Artículo modificado por la Primera Disposición Modificatoria de la Ley N° 27809,


publicada el 08-08-2002, que entró en vigencia a los sesenta (60) días de su publicación
(Décimo Sexta Disposición Final), cuyo texto es el siguiente:

ARTÍCULO 330
La declaración de inicio de Procedimiento Concursal Ordinario de uno de los cónyuges
determina de pleno derecho la sustitución del régimen de sociedad de gananciales por
el de separación de patrimonios y, para que produzca efectos frente a terceros, se
inscribirá en el registro personal de oficio a solicitud de la Comisión de Procedimientos
Concursales competente, del deudor, de su cónyuge o del administrador o liquidador,
Presidente de la Junta de Acreedores o cualquier acreedor interesado.

No obstante lo anterior, en el supuesto de que al momento de iniciarse el procedimiento


concursal de una persona natural se encontrase vigente otro procedimiento de la misma
naturaleza previamente difundido conforme a la ley de la materia respecto de la
sociedad conyugal que integra, no se producirá la consecuencia prevista en el párrafo
precedente en tanto se desarrolle el trámite de tal procedimiento.

El presente dispositivo regula el supuesto en que la separación de patrimonios sustituye


a la sociedad de gananciales por ministerio de la ley, ello obedece para evitar los
efectos de la declaración de inicio de un procedimiento concursal de un cónyuge

- 63 -
alcance al otro en su patrimonio, conformado por sus bienes propios y la parte de los de
la sociedad que le corresponda en caso de darse la liquidación respectiva.

ARTÍCULO 331
El régimen de separación de patrimonios fenece en los casos del artículo 318, incisos 1,
3, 5 y 6.

El régimen de separación de patrimonios fenece cuando hay insubsistencia o disolución


del matrimonio, que se produce por la invalidación, por el divorcio o por la muerte de uno
de los cónyuges, y cuando se cambia convencionalmente el régimen por el de sociedad
de gananciales; lo cual supone entregar a su propietario los bienes que están en poder
del otro cónyuge.

- 64 -
III. CONCLUSIONES

1. El Código Civil de 1852 adoptó la sociedad de gananciales como régimen


obligatorio, pasando todos los bienes aportados a la sociedad de gananciales,
administrados y bajo la disposición del marido; si bien el Código Civil de 1936
mantuvo vigente dicho régimen, con la modificación introducida por la ley 17838,
si bien el varón se mantenía como administrador, requería la intervención de la
mujer para disponer, gravar bienes comunes a titulo gratuito u oneroso.

2. El matrimonio determina el surgimiento de relaciones de carácter personal entre


los cónyuges, con los consecuentes derechos y deberes recíprocos, pero
además derivan de él consecuencias de índole patrimonial, ya que la comunidad
de vida crea la necesidad de atender las obligaciones que el hogar común y la
vida del grupo familiar van exigiendo; por ello es necesario organizar un régimen
referido a la propiedad y al manejo de los bienes que cada uno adquiere o que
adquieren ambos. A ello se refieren los regímenes patrimoniales del matrimonio.

3. Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirá cada


uno de los cónyuges en la atención de las necesidades del hogar y del grupo
familiar, así como la repercusión que el matrimonio tendrá sobre la propiedad y
administración de los bienes presentes o futuros de los cónyuges y, también, la
medida en que esos bienes responderán ante terceros por las deudas contraídas
por cada uno de los esposos.

4. En la doctrina existen diversos regímenes patrimoniales del matrimonio, como el


de separación de bienes, el régimen dotal, el régimen de comunidad, el régimen
de comunidad de adquisiciones a título oneroso o el régimen de participación en
las ganancias; sin embargo, nuestra legislación ha considerado únicamente el
régimen de sociedad de gananciales y el de separación de patrimonios.

5. En atención a la diversidad de relaciones comerciales y posibilidades que se


generan en el mercado mundial, del cual nuestro país forma parte cada vez con
mayor presencia, es necesario que se instituya al matrimonio y sus integrantes
de herramientas que brinden la posibilidad de actuar, disponer, negociar y con

- 65 -
ello acrecentar con mayor libertad su patrimonio; lo que podría viabilizarse
otorgando total libertad a los contrayentes para que establezcan el contenido del
régimen patrimonial de su matrimonio.

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