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“UMECIT”
SEGURIDAD INDUSTRIAL
ASIGNATURA:
Asignación de trabajo
Presentado por:
El Derecho laboral es la rama del derecho cuyos principios y normas jurídicas tienen
por objeto la tutela del trabajo humano realizado en forma libre, por cuenta ajena,
en relación de dependencia y a cambio de una contraprestación.
En este presente trabajo analizaremos las siguientes teorías del derecho del trabajo
analizaremos las cuales todas similitud en las relaciones del empleado y el
empleador y también la intervención del estado.
Índice
Antecedentes……………………………………………………………………...……….5
Derecho de trabajo………………………………………………………………………..7
Constitución………………………………………………………………………………..8
Tratados internacionales……………………………………………………..…………..8
Ley…………………………………………………………………..………………………9
Principio protector………………………………………………………………………....9
Principio de razonabilidad………………………………………………………………10
Remuneración………………………………………………………….........…………..11
Jornada de trabajo…………………………………………………………..…………..11
Vacaciones y feriados……………………………………………...……………………11
Seguridad laboral………………………………………………………………...………12
Materias de derecho colectivo…………………………………………………………13
Dimensión política………………………………………………….……………………21
Dimensión económica………………………………………...…………………………21
Dimensión social…………………………………………………………………………21
El trabajo en la sociedad………………………………………………………………..22
Conclusiones…………………………………………………………………....………..39
Bibliografía……………………………………………………………………………..…40
Antecedentes
derecho individual del trabajo: trata de las relaciones que emanan del contrato
individual de trabajo entre un trabajador y su empleador.
derecho colectivo del trabajo: se refiere a las regulaciones de las relaciones
entre grupos de sujetos en su consideración colectiva, del derecho del trabajo
(sindicatos, organizaciones de empleadores, coaliciones, negociación colectiva,
participación del Estado con fines de tutela).
derecho de seguridad social: se refiere a la protección de los trabajadores,
principal (pero no exclusivamente) económica, ante los riesgos de enfermedad,
accidentes, vejez, cesantía, etcétera.
derecho procesal laboral.
Modalidades en función del plazo
Contratos de tiempo determinado
Son contratos laborales de plazo fijo o de obra determinada. Un contrato de plazo
fijo sería aquel que requiere los servicios de un trabajador por un determinado
período, terminado el cual, se considera extinto el contrato. Un contrato de obra
determinada es aquel en que se solicitan los servicios de un trabajador para la
ejecución de la obra. Finalizada la obra, el contrato se considera extinto. La extinción
del contrato laboral por tiempo o por obra terminada no suponen responsabilidad
para ninguno de las dos partes.
Es importante mencionar que un contrato de plazo fijo que sea prorrogado
constantemente pasa a ser considerado un contrato de tiempo indefinido, porque
aplica el principio de primacía de la realidad.
Contratos de tiempo indefinido
Son aquellos contratos que no estipulan una fecha o suceso que de finalización al
contrato de trabajo. Ciertamente, son los contratos que permiten a los trabajadores
lograr la estabilidad laboral con el tiempo de prestación de sus servicios.
Fuentes del derecho laboral
Constitución
En las constituciones se contemplan las garantías y libertades que tienen los
individuos, y la protección de que gozan frente al Estado. En ellas han comenzado
a incorporarse, en muchos países, derechos sociales que regulan garantías
mínimas aseguradas a los trabajadores, y frente a sus empleadores. Es así como
empiezan a aparecer en textos constitucionales principios y derechos laborales que
adquieren el rango normativo máximo: el constitucional. Esta tendencia no es
universal; por ejemplo, no existen tales disposiciones en la Constitución de los
Estados Unidos. Cuando las hay, es habitual que se refieran a temas como los
siguientes:
derecho al trabajo.
derecho al salario mínimo.
Indemnización por despido.
Jornada de trabajo, descanso semanal y vacaciones anuales.
Seguridad social.
Estabilidad de los funcionarios públicos.
Seguridad e higiene en el trabajo. La materia contempla dos temas específicos:
los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales.
derecho de sindicación.
derecho de huelga y de cierre patronal.
derecho a negociar colectivamente.
Tratados internacionales
Los tratados internacionales constituyen una fuente directa de regulación de
derechos laborales, garantizando a los trabajadores de los países signatarios
derechos mínimos que los Estados firmantes se obligan a respetar. Según los
distintos regímenes jurídicos, los tratados pueden ser directamente aplicables en el
derecho interno o puede requerirse para ello su incorporación en la legislación
nacional.
En países de integración regional o comunitaria, como la Unión Europea, los
tratados de integración constituyen fuentes directas y cada país integrante de la
comunidad debe adecuar su ordenamiento jurídico, operando de esa forma en un
sistema integrado e igualitario de protección a todos los trabajadores de la región.
La principal fuente de tratados multilaterales es la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), que aprueba convenios y recomendaciones sobre todos los temas
de derecho laboral individual y colectivo.122
Ley
Las leyes son la principal fuente del Derecho laboral, y la directa expresión de la
intervención del Estado en esta materia. En los Estados con estructura federal toda
esta materia puede ser de competencia del gobierno central o de las entidades
federadas.
Códigos laborales
Muchos ordenamientos jurídicos, especialmente en Latinoamérica, iniciaron la
tendencia de separar la legislación laboral de la civil, y elaborar códigos
especializados sobre la materia.
Leyes especiales
En algunos ordenamientos existen leyes ordinarias especiales que rigen la materia
laboral, como una ampliación de la normativa general encontrada en los códigos
civiles o los códigos de trabajo.
También existen leyes que por su naturaleza se añaden a la legislación laboral en
temas particulares y específicos.
.
Negociación colectiva
Desde otra perspectiva, las explicaciones que refiere Guerra en su Libro Sociología
del Trabajo (2001: 17-18) se describen elementos conceptuales, asociados a la
noción de trabajo, como una actividad relacionada a la vida diaria del hombre que
simboliza una actividad útil y socialmente productiva; este autor a su vez, cita al
economista Colson para quien “el trabajo es el empleo que el hombre hace de sus
fuerzas físicas y morales para la producción de riquezas o de servicios”. De igual
manera, Guerra reseña a Bergson quien señala que el “trabajo humano consiste en
crear utilidad” y en esa reconceptualización del trabajo se expresa otro concepto,
bajo la mirada marxista al decir que el “trabajo es en primer término un proceso
entre la naturaleza y el hombre, proceso en el que éste realiza, regula y controla
mediante su propia acción, su intercambio de materias con la naturaleza”, sin
embargo, las definiciones sobre el término trabajo bosquejan disímiles y elocuentes
razonamientos al respecto, existen visiones más objetivas otras obedecen a puntos
de vistas particulares que la dibujan más subjetivamente, de allí que examinar la
valoración social que se hace del trabajo resulte un aspecto sumamente interesante,
sobre todo en el ámbito de las representaciones y la psicología cognitiva. Tendría
que darse una ojeada a ciertas líneas de pensamiento u enfoques que esclareciesen
la perspectiva epistemológica de concebir al trabajo de acuerdo al sentido que cada
trabajador o empleado le confiere.
A este respecto, se tiene que entender que el trabajo como acción del hombre,
representa un hecho social que deriva de la cultura y la acumulación de
conocimiento e involucra a la sociedad; según Julio César Neffa (1990), en términos
de su elucidación sobre la naturaleza y significación del trabajo, éste particulariza
varios espacios respecto a cómo concebir la complejidad del trabajo humano: 1) El
trabajo entendido como esfuerzo 2) El trabajo considerado como un momento
favorecido para concientizar a quien lo ejecuta de las debilidades y potencialidades
que posee el ser humano 3) El trabajo es substancialmente un hecho social y 4) El
trabajo desde una óptica transformada involucra a los trabajadores en el proceso de
construcción de la sociedad.
De igual manera, vale referir, que para poder erigir una abstracción sistemática y
crítica de la representación del trabajo a lo largo de la historia occidental, se hace
necesario describir algunas citas tomadas en este caso, de la publicación de Ibáñez
(2005: 29), tal y como sigue: “En la Grecia clásica y también en Roma, el trabajo
resultó ser considerado como una actividad manual de carácter degradante que
impide al ser humano el desarrollo de sus potencialidades…”. Sin embargo, esa
degradación vista en el desempeño del trabajo humano no se acogió en una regla
culturalmente admitida por todos los pueblos. El desmoronamiento del imperio
romano fue sucedido luego, por el feudalismo, y a partir de allí se honró un enfoque
del trabajo que estribaba en el consumo (producto del autoabastecimiento en la
actividad feudal), el trabajo se convirtió en un elemento clave para la vida de la
comunidad feudal subsiguientemente, con la incursión del mercantilismo se sella de
nuevo un cambio en la significación del trabajo, con una carga más profana que
envilecía a quien lo ejecutaba.
Desde la perspectiva de Max Weber, se inicia una noción del trabajo que va más
allá de los principios religiosos y que descansará más tarde en el funcionamiento
intrínseco de la razón capitalista. (Acumulación de capital, la manufacturización, la
división social del trabajo, el neoliberalismo, entre otros muchos aspectos). Por
supuesto, que este proceso de redefinición social del trabajo que trasciende por
encima del aspecto epocacional de la modernidad y la posmodernidad de la
evolución societal coligadas mucho antes a las críticas de Marx (los problemas del
trabajador proletariado, la plusvalía, la explotación, la acumulación del capital, entre
otros aspectos), al concepto de crisis del capitalismo y a sus secuelas en el orden
económico y social en razón de las múltiples transformaciones económicas que traía
el modelo capitalista hasta la nueva concepción de la mundialización que de una u
otra forma han incidido en restarle importancia y valor al trabajo, debilitando alguna
de sus dimensiones, muchas veces concibiéndose una valoración del trabajo
meramente simplista como “un medio para obtener dinero”, otras veces, consideran
el trabajo como poco gratificante asociado al modo de producción, hallándose como
una actividad rutinaria y precaria.
Aquí es pertinente señalar, que las teorías de carácter social optaron por negar el
aspecto central del trabajo frente al mercado y las luchas sociales, se observaron
entonces nuevas posturas donde el trabajo es señalado como sujeto ilegitimo, sin
embargo, existe un mundo de contradicciones, lo cierto es que el aspecto socio
cultural modeliza las representaciones que se tienen y se han tenido a lo largo de la
historia sobre lo que es el trabajo, con la postmodernidad se ahonda en el debate
sobre el fin del trabajo, otros lo interpretan desde un punto de vista más
economicista como el fin del empleo, porque no existen garantías para otorgar
empleos a todos, y el estado se muestra incapaz de responder con políticas de
pleno empleo. Esto me lleva a destacar ciertas reflexiones:
La noción del trabajo y su conexión con los actores de las relaciones laborales ha
ocupado un espacio significativo en la teoría social durante el siglo XIX,
manifestándose de esta forma la importancia y el impacto de los procesos de
expansión industrial, esto es, el paso de una sociedad rural y tradicional a una
sociedad urbana e industrial y el alcance que han tenido históricamente las luchas
sociales de las clases trabajadoras a través de las acciones del trabajador- obrero.
De allí, que sea importante acordarse del aparecimiento de la sociología del trabajo
en Europa, cuyo precursor primeramente en Francia fue Georges Friedmann, el cual
le da un lugar substancial al estudio de la fábrica y del taller como espacios que
tratan de redimir al trabajador obrero como sujeto legitimo dentro del proceso de
trabajo, esta visión se suscribe dentro del Paradigma francés humanista. Del mismo
modo, es relevante traer a colación las indagaciones de Elton Mayo y sus
seguidores en cuanto a destacar el espacio colectivo y la figura de grupos en las
situaciones laborales que dieron lugar al Enfoque adaptativo que refiere lo
trascendente del aspecto organizacional dentro de las ciencias sociales del trabajo
y de las funciones administrativas y de la gerencia de recursos humanos. En efecto,
sería válido reiterar al respecto la consideración de Abramo y Montero quienes
escriben en el Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo (2003: 69), lo
siguiente:” de este acercamiento entre las ciencias sociales y los problemas de la
industria surge el enfoque de la empresa como sistema social, que será extendido
por Parsons a toda la sociedad”.
Entonces, la mirada del Paradigma industrialista ligado a las teorías del crecimiento
económico o mejor conocido como Paradigma de la Modernización, se vio
fortalecido gracias a las contribuciones del análisis estructural-funcionalista y la
intención integradora expuesta por Talcott Parsons como parte del pensamiento
genérico que involucra los estudios del sistema social en ese incesante ajuste de
las nociones macrosociales y macroeconómicas de la sociedad.
Por otro lado, dentro del contexto del enfoque humanista, tiene preeminencia la
visión de la centralidad del trabajo representada por el obrero calificado en la
dinámica social, el trabajo es un valor que subsiste y se transmuta a presiones de
la dinámica social, lejano de relatividades. Su término en cada momento histórico y
en cada sociedad es función del nivel de conocimiento de los trabajadores, del
perfeccionamiento de las fuerzas productivas, reconociendo las relaciones de poder
entre los actores sociales y a los referentes propósitos de la sociedad, según las
argumentaciones de Neffa (2003) además, a este respecto Antunes, expresa lo
siguiente:
Desde otra perspectiva, se entiende que la escuela de los radicales cuyo nombre
involucra no sólo a un grupo de economistas norteamericanos de corte progresista-
neomarxista sino que incluye a los mercados segmentados constituyéndose en otro
paradigma que trata de revelar la raíz estructural del problema del desempleo y de
la distribución regresiva de los ingresos, su planteamiento fue iniciador al reasentar
la relación entre el capital y el trabajo en el lugar de producción, donde algunos
escritores estudiaron el espacio de la fabrica, otros parten de explicar la polarización
de las calificaciones del trabajador obrero, se emplean conceptos como el de
dualización, segmentación y de polarización en términos de los análisis sobre
exclusión social, precariedad en las condiciones de trabajo y la informalización del
mercado de trabajo, se habla de un vuelco de la sociología del trabajo hacia la
sociología del empleo; aquí vale destacar la postura de autores como Harry
Braverman, Benjamín Coriat, entre otros.
Los debates sobre el fin del trabajo, en general los estudios sobre la serie de
transformaciones en los estándares internacionales de producción y competitividad,
las secuelas del proceso de mundialización sobre todo en términos de la
flexibilización de la producción han traído como resultado un nuevo evento: la
disipación de los sujetos y, más específicamente, la desaparición de los
trabajadores y de los movimientos sindicales, los cuales en el marco de la
globalización se han debilitado; dándole legitimidad a otro sujeto como foco de
interés, que sería el empresariado.
Dimensión Económica:
Surge el nuevo modo de producción capitalista. Tiene poder quién posee el capital,
como clase dominante. Aparece con él, el trabajo asalariado, se proletariza a la
masa trabajadora. Emerge también el mercado capitalista tanto de bienes como de
trabajo.
Dimensión Social:
Dimensión Científico-técnica:
Una vez que con ello, nace la agricultura como actividad económica, todo cambia:
la sociedad deja de ser nómada para hacerse sedentaria; aparecen luego, las
civilizaciones y los estados-nación.
Edad media
La doctrina de la Iglesia estuvo basada en las ideas de Sto. Tomás de Aquino; quien
pensaba: sólo Dios elige el papel de cada individuo y este papel es sacrosanto, esta
predestinado. En aquel momento, la Iglesia reforzaba ese concepto de la división
social de clases entre ricos y pobres.
Por otra parte, la aparición de la fábrica creó el espacio físico para trabajar mejor;
se adecuó a las ideas y a los intereses de la reciente clase de la burguesía industrial.
Los propietarios de las primeras fábricas lo constituían los antiguos artesanos que
no poseían las capacidades menesteres para administrar y controlar un gran
número de trabajadores. Los trabajadores fueron en muchos casos, antiguos
campesinos que tenían unas costumbres totalmente heterogéneas y que no eran
las que se requerían: extenuantes jornadas de trabajo, actividades riesgosas, ruido
intolerables por ello, posteriormente se ven obligados a dejar las fábricas.
Émile Durkheim (1858-1917), Teórico francés, explica el problema del orden social
y con ello; analiza la división del trabajo social y la solidaridad social, con relación a
la división del trabajo social (1893) ilustra las formas de solidaridad en la sociedad
moderna, examinándose los nuevos elementos de cohesión social al abatirse el
primitivo orden social. Examina entonces, la forma de cohesión a que da lugar la
moderna división del trabajo, instituyendo su tipología sobre las formas básicas de
solidaridad (mecánica: o por similitud en sociedades más primitivas con principios
jurídicos más represivos y orgánica: basada en la diferenciación de los individuos,
que corresponden a sociedades más evolucionadas donde el fenómeno jurídico es
más cooperativo). Su visión sobre el socialismo era que debía ser una aspiración
más global que reorganizara el cuerpo social en su conjunto, reivindicó las
concepciones socialistas que aspiraban a una organización más democrática, él
defiende la igualdad jurídica de ambos sexos.
El concepto de representación social o representación colectiva se asocia al
concepto de conciencia colectiva se remonta tímidamente a Durkheim, él lo entiende
como “un sistema de ideas o sentimientos colectivos elaborados y construidos por
una comunidad o cultura, constituye un proceso que se forja a través de la
interacción social”. Considera que el problema social no es de carácter económico,
sino un conflicto de consenso social, de comprender la superioridad de la fuerza
moral, de las normas, de las obligaciones, del espíritu de disciplina para poder lograr
un buen funcionamiento de la sociedad (vida en común), también estableció el
concepto de anomia que él lo derivó de la disfuncionalidad y degeneración de las
sociedades industriales y comerciales, por falta de reglas. Conviene explicar de
antemano la importancia que se le atribuye a las transformaciones del trabajo con
arreglo a las tipificaciones que ocurren en la realidad social. El parto al que se asiste
de un nuevo mundo del trabajo no es un alumbramiento normal, pero será tanto más
difícil en la medida en que no se le dote del instrumental necesario para marcar su
rumbo. La abstracción moderna sobre el empleo impele una noción de trabajo que
se formó hace un siglo y no constituye sino las transformaciones, las
representaciones sociales a lo largo de la historia de la actividad humana. Su
estudio de la evolución histórica del concepto de trabajo sirve para identificar el
trabajo como la esencia del hombre partiendo de la correlación entre los individuos
y la colectividad, viendo en él (trabajo), un medio, el empleo de la inteligencia del
hombre (trabajo intelectual), el establecimiento de su relación con la naturaleza
(concepción marxista). Es parte de la representación social del trabajo.
Estamos viviendo una etapa que nos plantea nuevos y viejos interrogantes cuya
comprensión puede ayudar a transformar la realidad en la cual estamos inmersos .
Se habla en primer lugar sobre la “clase trabajadora” y aunque toda definición suele
encorsetar categorías, resulta necesario en esta instancia justamente definir este
concepto para luego poder avanzar en el análisis de la cuestión en debate. Clase
trabajadora es aquel sector de la sociedad que solo o esencialmente cuenta con su
capacidad laboral (brazos, piernas, torrente sanguíneo, cerebro, etc) o fuerza
laboral para vender o alquilar (otro concepto a debatir pero que ahora puede
pasarse por alto) en el mercado de trabajo y en las relaciones sociales de
producción que la sociedad capitalista genera. No es la relación de dependencia
efectiva o formal lo que define a la clase trabajadora, sino su situación en el campo
de la producción. Como se sabe, en un devenir histórico también hubo una
distribución originaria en el sistema capitalista, mediante la cual una ínfima minoría
de la sociedad (la burguesía) se apropió de los medios de producción y una gran
mayoría solo quedó con esa capacidad de trabajo para a su vez ser utilizada,
apropiada, por la primera.-Esta distribución originaria marcó el destino de la
distribución en la sociedad capitalista, donde más allá de los avatares históricos en
la economía del sistema, siempre mientras exista el mismo, una ínfima minoría va
a ser la dueña de la riqueza social y una inmensa mayoría va a recibir en mayor o
menor medida los saldos de esta apropiación. Es por ello que resulta utópico
pretender una sociedad capitalista con una distribución justa. Por supuesto, que hay
otros factores que juegan en este sentido y que tienen que ver con la competencia
y las crisis del sistema, pero que dejo para otra etapa del ensayo. Partiendo de estas
premisas, nos encontramos hoy con una sociedad capitalista a nivel mundial en su
etapa de decadencia, con una crisis que se viene anunciando desde la década de
los setenta y que hizo explosión en el 2008 y que hasta la fecha no ha podido
remontarse y se esperan nuevos cimbronazos aún más graves que los vividos.
Junto a esto en las últimas décadas también se ha producido un avance tecnológico
fundamentalmente en el campo de la informática Y robótica que ha generado un
cuadro de transformaciones en aspectos de las relaciones laborales y que considero
debemos analizar pero no llevarnos a la confusión que de alguna manera se instala
respecto a los sujetos sociales fundamentales en la actual etapa del sistema.
También debemos comprender que estos avances en la tecnología no son
productos del azar o de algún científico loco, sino que es consustancial al sistema
capitalista y fundamentalmente a la competencia interburguesa.- La necesidad del
desarrollo tecnológico es un arma fundamental para ganar en esa competencia y
obtener mayor lucro, y también llamativamente el generante de las profundas
contradicciones y las crisis que en el mismo se producen. Nos encontramos con
múltiples situaciones que aparecen en el mercado en virtud de estas modificaciones,
y que hacen al teletrabajo, la fractura del ámbito laboral, el trabajo en el domicilio
del trabajador, y en definitiva distintas formas en que se expresa la relación formal
de dependencia y por otro lado la figura del cuentapropista que aparece como un
trabajador independiente, y que tiene una de sus expresiones más absurdas en el
autónomo-dependiente de la legislación española. Ahora bien, ¿ podemos concluir
entonces que los sujetos sociales y económicos fundamentales de la sociedad
capitalista han sido desplazados?? ¿Podemos decir que hoy hay otras categoría
sociales distintas a aquellas que históricamente se han consolidado en este sistema
de relaciones sociales y económicas?? Evidentemente no. Esas supuestas
categorías de trabajadores siguen siendo tan clase trabajadora como siempre han
sido en este sistema y aquellos que se apropian del trabajo de esos trabajadores
son tan capitalistas como lo han sido históricamente. Es cierto que hay toda una
corriente de pensamiento para nada neutral (y no porque así deba ser) que juega
con esta presunta confusión para así descalificar la teoría marxista que es la que ha
explicado, comprendido y por tanto generado las armas teóricas de transformación
de este sistema.- Si no hay más clase trabajadora como sujeto transformador, no
hay transformación y por tanto tenemos capitalismo en toda la eternidad. Esto me
hace recordar la lamentable teoría, si así se puede llamar, de Francis Fuckuyama
sobre el fin de las ideologías, que pese a su absoluta endeblez conceptual, generó
toda una corriente de ferviente apoyo y que se cayó como un mazo de naipes. La
clase trabajadora entendiéndola como aquel sector social que solo o
fundamentalmente cuenta con su capacidad de trabajo no solo no ha disminuido
sino que se ha expandido en el planeta. Hoy hay más trabajadores que en toda la
historia de la humanidad, y por el contrario, hoy se concentra la riqueza en la menor
cantidad de personas como nunca sucedió. Por otra parte, contamos con un tercio
de la población mundial entre pobres e indigentes, en una muestra dramática de la
situación social que genera hoy este sistema en su debacle. Por supuesto que esa
debacle tiene ganadores y perdedores, pero donde cada vez más se ahonda la
brecha entre unos y otros. Y es en este marco donde las políticas flexibilizadoras,
falsa acepción que en realidad esconce el real significado que no es otro que la
precarización y la super explotación de los trabajadores, busca los canales para
imponerse. Y que se busca con esto?? Algo en realidad muy sencillo, aumentar la
tasa de ganancia mediante la mayor explotación de los trabajadores. Pero, diríamos
entonces, si el sujeto trabajador ya no es tal o tiende a desaparecer, para qué la
“flexibilización”? Y aquí está el contrasentido de las teorías que plantean su no ser.
Los trabajadores son y van a seguir siendo porque el sistema capitalista los necesita
para generar la riqueza y a su vez obtener la plusvalía que determina su ganancia.-
Siempre el capital tuvo y tiene como objetivo la ganancia, y la ganancia proviene de
los trabajadores a través de lo que producen y lo que le pagan. Y aquí aparece el
salario. Y aquí uno se pregunta sobre la presunta desaparición de la sociedad
salarial. El salario puede esconderse en diversas formas, incluso muchas de las
cuales podemos encontrar en nuestra Ley de Contrato de Trabajo, pero si quien
trabaja para otro recibe un pago permanente y habitual por esa tarea y no se trata
de un hecho ocasional como puede ser el caso de un profesional que atiende en su
estudio a personas que lo consultan por citar solo una forma posible, esa paga es
un salario. Y el salario es la forma concreta en que no solo se determina la paga
que recibe el trabajador por poner a disposición su capacidad de trabajo, sino de allí
se desprende la plusvalía que obtiene el empleador de esa fuerza de trabajo. Por
ello, el salario no puede desaparecer en la sociedad capitalista. No puede
desaparecer la raíz del salario al que si se podrá dibujar de múltiples maneras, pero
en realidad siempre será un salario que lejos estará de lo que produce el trabajador
en esa circunstancia. Si no hubiera un salario estaríamos hablando de un esclavo o
de una persona que efectivamente trabaja en forma independiente y sobre la cual
no se extrae plusvalía, pues el mismo obtiene toda la ganancia que produce su
trabajo. Y si no hay salario no hay plusvalía, y si no hay plusvalía no hay sociedad
capitalista. La explotación del trabajo es la base fundamental de la existencia de la
sociedad capitalista Por supuesto que los cambios tecnológicos generan
modificaciones en la forma en que se desarrolla el trabajo en relación de
dependencia. Así ha sido históricamente y conocimos el fordismo, el taylorismo,
etc., etc. , pero pese a todos estos cambios la matriz de la relación laboral obrero-
patronal no se ha modificado. Y esto sucede también en esta etapa, donde si bien
se generan en algunos rubros cambios de estructura y organización laboral, por otra
parte se mantiene los ítems fundamentales del sistema. Aparecen por supuesto
nuevas formas de relaciones formales, donde la precarización y una de sus patas,
la tercerización han calado hondo y sin dudas ha causado una clara división entre
los sectores de trabajadores y sus vinculaciones con los sindicatos, divisiones que
surgen de la aplicación de distintos convenios colectivos, la diferenciación salarial
consecuente, la falta de convenio en muchos casos y en definitiva diversas
“categorías” de trabajadores. Esto sumado a una permanente propaganda
ideológica que desarrolla el individualismo hasta su máxima expresión, produce
concretas divisiones entre los trabajadores y obstaculiza la labor colectiva. En esto
también han jugado un nefasto papel muchas organizaciones sindicales más
preocupadas por sus negocios y ganancias que en la organización de los
trabajadores, e incluso fomentando estas divisiones. Pero volviendo a la plusvalía,
es fundamental tener claro en este sentido que la ganancia solo se obtiene del
trabajo humano. Si las máquinas reemplazan al hombre, podrá generarse riqueza,
pero no podrá generarse plusvalía. La teoría de la plusvalía descubierta por Marx
hace ya más de un siglo y medio no ha sido rebatida por doctrina alguna y hoy ya
resulta obvia su existencia para todos Aquellos que participamos desde adentro y
en la realidad concreta la lucha salarial y productiva entre trabajadores y
empresarios no podemos tener dudas sobre el particular. No será “académico” pero
fue para mí una escuela fundamental el participar en estos debates. Siempre
recuerdo el caso de un gremio que yo asesoraba y donde una comisión interna de
una fábrica pretendía un aumento salarial. Reunidos con los gerentes de la patronal
y ante el pedido concreto de suba de remuneraciones, el representante de la
patronal planteó que entonces había que disminuir el horario del almuerzo, bajar los
permisos de diversa índole y otras medidas similares. Ante mi enojo, propio también
de mi inexperiencia (hay que parecer enojado pero no hay que enojarse nunca, me
dijo una vez un burócrata), pues pedíamos un aumento salarial y nos salían con
estos temas, el gerente me dijo muy suelto de cuerpo “y de donde quiere que saque
el dinero para el aumento”. Más gráfico imposible. El dinero debía salir de la mayor
explotación de los trabajadores que. Eso es la plusvalía que tiene luego diversas
variantes y matices, pero que nace del trabajo de los trabajadores. Por ello, cuando
se habla del fin del salario y de una renta universal para todas las personas en los
márgenes del sistema, realmente uno ve allí una franca utopía y el intento ideológico
de demostrar que el sistema capitalista además de poder superar supuestas
barreras, estaría en condiciones de sobrevivir a todos los avatares. Pero veamos.
Si la ganancia sale del trabajo de los trabajadores, por más productividad o
desarrollo tecnológico que hubiere, la tendencia a la baja de la ganancia tiende a
acrecentarse. Recordemos que la tasa de ganancia surge de la división entre el
capital aplicado en máquinas, herramientas, materias primas y el establecido para
pagar salarios. La tendencia decreciente de la tasa de ganancia denominada por
Marx “la ley más importante de la economía política” agudiza las contradicciones en
el sistema y pone en juego su supervivencia. En ese estado estamos, y por tanto
volviendo a la renta universal, lo que se repartiría sería una parte de la ganancia
que disminuye a mérito de lo ya expuesto respecto del desarrollo tecnológico . O
sea que con menor ganancia se pretendería que los Estados repartieran una parte
que sería mayor a la actual para garantizar esa supuesta renta. Se imaginan a los
capitalistas sosteniendo a un Estado que le expropia parte de la ganancia (que a su
vez es cada vez menor) para distribuirla entre la sociedad cuyo número en
condiciones de recibirla va a ser cada vez mayor como consecuencia del desarrollo
tecnológico y la competencia. O se repartiría una miseria absoluta o, como presumo,
es una utopía irrealizable en los márgenes del sistema capitalista. Los capitalistas
pueden “sacrificar” una parte de su ganancia para sostener al Estado, que nunca
deja de ser el representante del conjunto de la clase dominante con sus
contradicciones y luchas internas, pero de allí al extremo expuesto, no sería posible.
Más aún, diría que se produciría un colapso del sistema, pues si esto fuera realidad
la ganancia no sería reinvertida como capital y por tanto la producción caería en
forma irremediable con todas las obvias consecuencias imaginables. Pero, luego de
este cuadro de situación, no podemos ni debemos olvidar el otro aspecto esencial
de la situación y que es sin dudas la sustentabilidad del sistema capitalista o su
derrumbe, y los sujetos intervinientes en esta historia que nos atraviesa. Y en este
campo, vemos como se agudiza la crisis en este capitalismo senil, donde la
pretensión de una vida digna para la humanidad se aleja más y más frente a la
supuesta paradoja de un desarrollo tecnológico imparable. El capitalismo no tiene
salida para la humanidad, solo barbarie y destrucción en su actual etapa. Ante este
panorama, la pregunta consiguiente es quien puede ser el sujeto del cambio, pues
no cabe dudas que la “barbarie” está en las puertas de la actual situación mundial.
SE habla de la tercera guerra mundial con una frialdad en los medios de
comunicación y en las altas esferas políticas internacionales, que realmente asusta.
Históricamente, los cambios sociales revolucionarios se dieron en el marco de un
conflicto social entre una clase que ya no podía sostener su dominación por factores
económicos y sociales y otra clase que pugnaba por ocupar ese lugar dominante y
empujando a las restantes detrás de ella. Esto dicho con la mayor simpleza y
síntesis posible, pues obvio es señalar que mares de tinta se han escrito para
desarrollar estas ideas y conceptos que en sí requieren un análisis particular.
Estamos en una etapa de la sociedad donde una ínfima minoría ( a nivel mundial se
habla de doscientas familias dueñas de la riqueza social) se ha apropiado de la
riqueza que se produce en la sociedad y una inmensa mayoría nacional e
internacional se encuentra en una situación socioeconómica cada vez más
dramática, situación que se agrava, salvo pequeños reflujos Por otra parte, este
modo de producción no solo se verifica en el campo de la relación obrero-patronal,
sino que se extiende a toda la vida social. La existencia de los seres humanos en
un sistema determinado, establece asimismo las pautas de la existencia de los
sujetos que la conforman. La vida social y familiar de un trabajador o trabajadora
está enmarcada en el lugar que ocupa en el ámbito de la producción: lo mismo
sucede con una familia burguesa. Y este modo de producción sigue siendo el
dominante y determinante de las relaciones económicas y sociales. Se ha intentado
vanamente encuadrar otras categorías como centro de las relaciones sociales, y así
aparecen los consumidores, las feministas, etc. como ejes de los cambios que
pudieren producirse. Pero, la realidad es que hoy en la sociedad capitalista la vida
de las personas está atada a la producción. Un trabajador sin trabajo no vive. La
vida misma depende del trabajo. El trabajo es el eje fundamental de la existencia de
esta sociedad. Y ese trabajo, hoy, es el trabajo en relación de dependencia. Las
clases sociales esenciales en esta sociedad son la burguesía y el proletariado. Ese
eje esencial no se ha modificado. Podrá haber menos trabajadores industriales,
habrá más trabajadores en el rubro de los servicios, habrá más desocupados, habrá
más o menos empresas, habrá mayor concentración de capitales. Todo esto pasa
y es posible y se explica también en el marco del sistema capitalista y su crisis, pero
ninguna de estas variaciones modifica la ecuación central y la contradicción
fundamental del sistema que conlleva a la lucha de clases sociales. Los sujetos no
han cambiado y siguen siendo los mismos que históricamente conocemos. Más aún,
la existencia de la sociedad capitalista y por tanto de los capitalistas, depende del
trabajo. Sin clase explotada, sin clase a quien extraer la plusvalía, y por ende sin
ganancia, no hay sociedad capitalista posible. Y esto se enhebra con el futuro del
trabajo al cual ya nos referimos. Justamente debatir sobre el fin del trabajo en esta
sociedad, nos pone en debate con otro tema central y que se refiere al fin de la
sociedad capitalista. Como ya dijéramos, no hay sociedad capitalista posible sin
trabajo. Y esto es así, porque la ganancia del capitalista emerge de la explotación
del trabajo humano. Marx resaltaba que el desarrollo tecnológico era una de las
premisas necesarias para el arribo a la sociedad comunista, pues las máquinas
reemplazarían al hombre en fundamental medida, y allí podríamos entrar al mundo
de la libertad, donde el trabajo dejará de ser tal y se transformara en una actividad
vital y conciente en armonía con la naturaleza y conforme a las necesidades
sociales y no a la ganancia de persona alguna. Es desde allí donde debemos
analizar el futuro del trabajo, pues caso contrario, lo que ocurriría en este sistema
de relaciones sociales de producción, sería mayor desocupación a la que ya
gravemente sufrimos, mayor miseria, indigencia, hambre y muerte de grandes
sectores de la sociedad planetaria. Y el sujeto transformador y por tanto
revolucionario es sin duda la clase trabajadora, porque es la productora de la
riqueza y la única clase en condiciones de producir esa riqueza de la cual hoy se
apropian una ínfima minoría de la sociedad. Y para ello tenemos que superar la
falsa dicotomía entre neoliberalismo y keynesianismo que se plantea
periódicamente en el mundo capitalista, aunque en realidad estos conceptos se
presentan con variaciones marcadas y contradicciones notorias, pero que en el
marco teórico se levanta permanentemente. Como bien dice Pablo Rieznik en su
obra “La Pereza y la celebración de lo Humano” (pag.131) “Los límites ulteriores de
la llamada “economía keynesiana” en los años que siguieron a la Segunda Guerra
fueron los que se expresaron en la crisis que hunde sus raíces en el final de la
década de 1960 y que se prolongará en la década siguiente. El “neoliberalismo” no
nació de un repollo sino del fracaso de aquellos remedios keynesianos; del mismo
modo que el llamado “keynesianismo” se presenta en la actualidad como una
alternativa al derrumbe del…neoliberalismo. ..Keynesianismo y neoliberalismo, en
definitiva, se engendran mutuamente como expresión de la dinámica del ciclo
económico y de sus crisis”.- Y de esto los argentinos sabemos bastante. Y en este
marco, se desarrolla desde ya hace más de una década una crisis capitalista
planetaria que pretende, como siempre, cargarla en la cabeza de la clase
trabajadora.- Es así que se pretenden modificaciones legislativas tendientes a una
mayor y “mejor” explotación de los trabajadores, en el aumento de la desocupación
para garantizar un ejército de reserva, en la expulsión de una parte dela sociedad
directamente del mercado, en un régimen marcadamente represivo para
garantizarlo, con sindicatos cómplices de este proceder, en una justicia que se
pretende domesticar a esos efectos, en una propaganda descalificante de todas las
luchas sociales y de los conversos de siempre que sirven en definitiva a los intereses
del capital.- Ante ello y sin perjuicio de considerar que no hay una receta unívoca
sobre el particular, y que se pueden marcar pautas que van a depender del conflicto
social y de la lucha de clases, y de una clase trabajadora que siempre da sorpresas
(recuerdo el Cordobazo), me permito señalar algunos aspectos:
5) paritarias libres y sin techos, y mucho menos que pueda sujetarse acuerdo
alguno al control estatal;
Rama diferenciada y autónoma de la ciencia jurídica que surgió para disciplinar las
relaciones de la prestación subordinada y retribuida del trabajo, ha recibido diversos
nombres desde mediados del siglo XX hasta la época contemporánea, en que se
consolida como núcleo de doctrina y sistema de norma positiva.
Rama diferenciada y autónoma de la ciencia jurídica que surgió para disciplinar las
relaciones de la prestación subordinada y retribuida del trabajo, ha recibido diversos
nombres desde mediados del siglo XX hasta la época contemporánea, en que se
consolida como núcleo de doctrina y sistema de norma positiva.
Bibliografía
https://www.monografias.com/trabajos7/dela/dela.shtml
https://www.redalyc.org/jatsRepo/104/10446094004/html/index.html
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-34372016000200008