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UN TRANVÍA LLAMADO DESEO color blanco roído y casi grisáceo; muestran porches y tejados con ornamentos
(A streetcar named Desire) extravagantes. El edificio en que transcurre la acción consta de dos departa-
Tennessee Williams mentos: planta baja y primer piso. Desgastados escalones blancos conducen a la
Traducción José Emilio Pacheco entrada de ambos.
Anochecer a principios de mayo. El cielo que rodea el pálido edificio
La versión mexicana está dedicada a Margarita y a Sergio. blanco es de un azul muy tierno, casi turquesa, que envuelve la escena en una
J.E.P. especie de lirismo y delicadamente mitiga la atmósfera de decadencia. Puede
sentirse el aliento cálido del río más allá de las bodegas con sus tibias fragancias
Edición con fines académicos, no lucrativos. de café y plátanos. La música de unos negros que tocan en el bar de a la vuelta
subraya esta atmósfera. Es una parte de Nueva Orleans en que uno siempre se
Y de este modo entré en el mundo roto encuentra a pocas puertas de un pianito que los dedos de un negro tocan con
Para buscar la compañía visionaria del amor. fluidez apasionada. El “blue-piano” expresa el espíritu de la vida en esta ciudad.
Un segundo en el viento duró su voz Dos mujeres, una negra y otra blanca, toman el fresco en los escalones
(Ignoro en dónde aullaba). del edificio. La blanca se llama EUNICE y ocupa el departamento del primer
Durante breve tiempo pude asirme piso. La negra es una vecina porque —cuando menos en la parte vieja— Nueva
A mi elección desesperada. Orleans es una ciudad cosmopolita donde las razas conviven de manera afectuosa
y relativamente fácil. Las voces de la gente en la calle se escuchan mezcladas con
Hart Crane: The Broken Tower el “blue-piano”.
Dos hombres dan vuelta a la esquina: STANLEY KOWALSKI y
Personajes: MITCH. Tienen de veintiocho a treinta años y visten ropa de mezclilla. STANLEY
lleva en el brazo su camisa de boliche y un paquete sanguinolento traído de la
Blanche Dubois carnicería. Se detienen al pie de los escalones.
Stanley Kowalski
Stella Kowalski STANLEY: (Aullando) ¡Stella, Stella: ya vine!
Mitch
Eunice Hubell (STELLA aparece en el descanso de la planta baja. Es una joven
Steve Hubell delicada de unos veinticinco años. Su extracción resulta obviamente superior a la
Pablo Gonzalez de su esposo.)
Una negra
Un joven cobrador STELLA: (En tono suave): No grites así. Qué tal, Mitch.
Una mexicana STANLEY: Ahí te va.
Un doctor STELLA: ¿Qué es?
Una enfermera STANLEY: Carne.

La acción de esta pieza en once escenas, con intermedios después de la (STANLEY le arroja el paquete, ella protesta pero logra atraparlo,
cuarta y la sexta, se desarrolla en Nueva Orleans durante la primavera, el verano y luego ríe sofocada. Su esposo y su amigo ya han comenzado a dar vuelta a la
el comienzo del otoño. esquina. STELLA le grita:)
La época es la que sucedió inmediatamente a la Segunda Guerra Mundial.
STANLEY: Al boliche.
ESCENA I STELLA: ¿Te acompaño?
STANLEY: Si quieres. (Sigue su camino.)
Exterior de un edificio de dos pisos en la esquina de Campos Elíseos, una STELLA: Ya voy. (A Eunice.) Hola, Eunice, ¿cómo estás?
calle de Nueva Orleans que corre entre las vías del ferrocarril y el Mississippi. A EUNICE: Bien. Dile a Steve que se compre un sándwich porque me acabé toda la
diferencia de sus equivalentes en otras ciudades norteamericanas, aunque es un comida.
barrio pobre, tiene cierto encanto perverso. La mayoría de las casas son de un
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(Las tres mujeres ríen. STELLA se va.)
(EUNICE se levanta y abre la puerta de la casa de Stella. La luz que se en-
NEGRA: ¿Qué hay en ese paquete? (Se levanta de los escalones y ríe más fuerte.) ciende tras las persianas vuelve azul-claro el ambiente mientras las otras áreas se
EUNICE: Cállate. oscurecen. BLANCHE sigue lentamente a EUNICE y entran en el departamento
NEGRA: (Imitando a Stanley) “Ahí te va”. (Continúa riendo.) de STELLA. En él pueden verse dos ámbitos aún indefinidos. El primero en que
penetran es la cocina pero tiene una cama plegable que será usada por
(BLANCHE DUBOIS da vuelta a la esquina. Trae una maleta. Mira BLANCHE. El cuarto contiguo es la habitación conyugal y afuera está la puerta
alternativamente a un papel y al edificio. Tiene una expresión de alarma. Su estrecha de un baño.)
aspecto es incongruente en este decorado. Está vestida de blanco con una camisa
vaporosa, collar y aretes de perlas, guantes y sombrero como si llegara para EUNICE: (A la defensiva al notar la expresión de Blanche): Ahora está hecho un
asistir a un té o un cóctel en el barrio más elegante. Es cinco años mayor que tiradero. Cuando lo limpian es muy agradable.
STELLA. Su belleza sutil debe evitar las luces fuertes. Hay algo en su indecisión BLANCHE: ¿Sí?
y en sus ropas blancas que recuerda a una mariposa de luz.) EUNICE: Ajá. De modo que usted es la hermana de Stella.
BLANCHE: Sí. (Con ganas de que Eunice se vaya). Gracias por dejarme pasar.
EUNICE: ¿Qué le pasa, linda: se perdió? EUNICE: De nada. Stella me ha hablado mucho de usted.
BLANCHE: (ligeramente histérica) Me dijeron que tomara un tranvía llamado BLANCHE: ¿Ah, sí?
“Deseo”, transbordara a otro llamado “Cementerios” y a las seis cuadras me EUNICE: Me contó que es usted maestra.
bajara en Campos Elíseos. BLANCHE: Sí.
EUNICE: Pues ya llegó. EUNICE: ¿Viene de Misisipí, verdad?
BLANCHE: ¿Esto es Campos Elíseos? BLANCHE: Sí.
EUNICE: Sí, claro. (La negra ríe.) EUNICE: Stella me enseñó una foto de la plantación en que nacieron ustedes.
BLANCHE: Tal vez no me entendieron. BLANCHE: ¿Belle Revé?
EUNICE: ¿Qué número buscaba? EUNICE: Una casa enorme de columnas blancas.
BLANCHE: (Releyendo el papel que trae en la mano): 632. BLANCHE: Sí.
EUNICE: Aquí es. EUNICE: Debe ser dificilísimo mantener un lugar como ése.
BLANCHE: (Sin entender lo que sucede) Vine a ver a mi hermana, Stella BLANCHE: Discúlpeme, pero me estoy muriendo de cansancio.
DuBois, es decir la señora Kowalski. EUNICE: Claro, linda. ¿Por qué no se recuesta?
EUNICE: Acaban de salir. BLANCHE: Quise decir que me gustaría estar sola.
BLANCHE: ¿Aquí viven? ¿De verdad ésta es su casa? EUNICE: Bueno, si es por eso me voy.
EUNICE: Ellos viven abajo y mi esposo y yo arriba. BLANCHE: No fue mi intención ofenderla, pero...
BLANCHE: Ah, ¿Stella salió? EUNICE: Voy a darme una vuelta por el boliche para decirle a Stella que se
EUNICE: ¿No vio un boliche que está aquí a la vuelta? apure. (Sale por la puerta de la calle.)
BLANCHE: No, creo que no.
EUNICE: Pues allí está, viendo jugar a su marido. Si quiere, déjeme su maleta y (BLANCHE se sienta muy rígida en un sillón con los hombros ligeramente
vaya a buscarla. caídos y las piernas muy juntas. Ciñe su bolsa como si tuviera mucho frío. Un
BLANCHE: No. momento después una venda parece caer de sus ojos y lentamente comienza a
NEGRA: Voy a avisarle que llegaste. mirar a su alrededor. Un gato maúlla. BLANCHE se sobresalta. De pronto des-
BLANCHE: Gracias. cubre algo en un clóset entreabierto. Se levanta, va hacia él, toma una botella de
NEGRA: No hay de qué. (Se va.) whisky. Se sirve un gran trago, bebe, devuelve la botella a su lugar y dice suave-
EUNICE: ¿No la esperaban, verdad? mente, para sí misma:)
BLANCHE: No, no sabían que iba a llegar esta noche.
EUNICE: Bueno, es mejor que pase y descanse mientras regresa Stella. BLANCHE: Tengo que dominarme.
BLANCHE: No me atrevo.
EUNICE: Mi esposo y yo somos los dueños del edificio, así que tengo derecho a (STELLA aparece en la esquina, corre hacia la puerta de su casa y dice
dejarla entrar. alegremente:)
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BLANCHE: Stella, hablando en serio: ¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me
STELLA: ¡Blanche, Blanche! escribiste? ¿Por qué no me avisaste?
STELLA: (Sirviéndose cuidadosamente una copa) ¿Qué tenía que avisarte?
(Por un momento las dos se miran. Enseguida BLANCHE se levanta y se BLANCHE: Bueno, pues que vivías en estas condiciones.
apresura al encuentro de su hermana gritando:) STELLA: ¿No crees que exageras? Esto no es tan malo. Nueva Orleáns es
diferente de otras ciudades.
BLANCHE: ¡Stella, Stella; mi niña, mi estrella! BLANCHE: No tiene nada que ver con Nueva Orleáns. Es como si dijeras... (De
pronto se detiene). Perdóname, perdóname, mi niña linda. No se hable más
(Empieza a hablar con febril vivacidad como si temiera que alguna de las del asunto.
dos se detuviese a pensar. Están envueltas en un abrazo espasmódico.) STELLA: (Con cierta sequedad) Gracias.

BLANCHE: Déjame verte pero tú no me veas. No, no, no, ahora no. Después, (Durante la pausa BLANCHE mira a STELLA y ésta le sonríe).
cuando me haya bañado y esté descansada. Y apaga esa luz espantosa;
apágala, no quiero que me mires bajo su resplandor implacable. (Stella se BLANCHE: (Observa su vaso y lo sacude) Eres todo lo que tengo en el mundo y
ríe y la complace).Ven, ven, oh Stella, mi niña, mi estrella. (Vuelve a no te alegras de verme.
abrazarla). Todo me imaginé menos que vivieras en un lugar tan horrible... STELLA: (Sinceramente) No, Blanche, sabes que no es cierto.
¿Qué dije? No quise decir eso, traté de ser amable y decir: “qué buena BLANCHE: ¿No? Ya no me acordaba de que eras tan callada.
ubicación” o algo así. Ja, ja. Cariño, no me has dicho una palabra. STELLA: Nunca me diste oportunidad de decir gran cosa, Blanche. De modo que
STELLA: Pero si no me dejas. (Ríe pero observa con cierta ansiedad a Blanche.) delante de ti me acostumbré a guardar silencio.
BLANCHE: Bueno, pues habla. Abre tu boquita mientras busco un trago. Debes BLANCHE: Una buena costumbre. (Abruptamente.) No me has preguntado por
tener por aquí alguna botella. ¿Dónde estará? (Como una niña.) Ya la vi, ya qué me salí de la escuela antes de terminar el curso.
la vi. STELLA: Bueno, supongo que si quieres decírmelo, no hay necesidad de
preguntártelo.
(Se dirige rápidamente al clóset y toma la botella. Trata de reír pero se BLANCHE: ¿Creíste que me habían corrido?
estremece y jadea. La botella está a punto de caer de sus manos.) STELLA: No, creí que habías... renunciado.
BLANCHE: Estaba tan agotada por todo lo que sufrí que mis nervios estallaron.
STELLA: (Dándose cuenta) Siéntate, Blanche, y déjame servirte. No sé con qué (Golpeando la punta de un cigarrillo apagado). Estuve al borde de la
podemos mezclarlo. Tal vez haya una coca en el refrigerador. ¿Por qué no locura, casi al borde. De modo que el señor Graves —el director de la
buscas mientras yo...? secundaria— me sugirió que pidiera una licencia. En un telegrama no podía
BLANCHE: No, coca no. Con lo nerviosa que estoy esta noche, mejor no. darte detalles. (Bebe rápidamente). Ah, qué bien me estoy sintiendo con
¿Dónde, dónde está...? esto.
STELLA: ¿Stanley? Jugando al boliche. Le encanta. Participa —encontré agua STELLA: ¿Te sirvo otra?
mineral— en un torneo. BLANCHE: No, una copa es mi límite.
BLANCHE: Me basta con agua natural, cariño. No te preocupes. No vayas a creer STELLA: ¿En serio?
que tu hermana se ha vuelto una borracha. Lo que pasa es que está BLANCHE: No me has dicho una palabra sobre mi aspecto.
acalorada, sucia y hecha un manojo de nervios. Ahora siéntate y explícame STELLA: Te ves muy bien.
qué significa este lugar. ¿Qué estás haciendo en un sitio como este? BLANCHE: Dios te bendiga por ser tan mentirosa. Nunca se ha visto bajo el sol
STELLA: Por favor, Blanche. una ruina como esta. Tú has engordado, sí; estás llenita como una paloma,
BLANCHE: No quiero ser hipócrita: con toda sinceridad, debo hacerte una pero te sienta muy bien.
crítica. Nunca, jamás —ni en mis pesadillas— pude imaginar nada STELLA: Ya, Blanche.
semejante a este horror. Sólo Poe —únicamente Edgar Allan Poe— podría BLANCHE: Así es, así es; de lo contrario no te lo diría. Sólo tienes que cuidarte
imaginar algo así. Supongo que allá afuera está el bosque de Weir lleno de un poquito las caderas. A ver, levántate.
monstruos y de espectros. STELLA: Ahora no.
STELLA: No querida: afuera sólo están las vías del tren. BLANCHE: Te dije que te pusieras de pie. ¿Me oyes? (Stella se levanta de mala
gana.) Niñita cochina, quién sabe qué porquería derramaste en ese cuello
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de encaje. Debes cortarte el pelo para que luzcan tus delicadas facciones. STELLA: Como si fuera de otra especie.
Stella, ¿tienes sirvienta, verdad? BLANCHE: ¿En qué sentido? ¿Cómo es?
STELLA: No, con sólo dos cuartos... STELLA: Nadie puede describir al ser amado. Mira su retrato.
BLANCHE: ¿Cómo? ¿Dijiste dos cuartos? BLANCHE: ¿Es militar?
STELLA: Este y... (Parece muy cohibida.) STELLA: Sargento del cuerpo de ingenieros. Fíjate en sus condecoraciones.
BLANCHE: ¿El otro? (Ríe agudamente. Se hace un silencio embarazoso). Voy a BLANCHE: ¿Las llevaba puestas cuando lo conociste?
tomarme la segunda copita. Nada más para no quedarme con el antojo. STELLA: Te aseguro que no fue el latón lo que me deslumbró.
Después guardas la botella; así no me tienta. (Se levanta.) Quiero que BLANCHE: No quise decir eso.
observes mi figura. (Se da la vuelta.) Stella, ¿Sabes que en diez años no he STELLA: Más tarde, por supuesto, tuve que acostumbrarme a ciertas cosas.
aumentado un gramo? Peso exactamente lo que pesaba aquel verano en que BLANCHE: ¡Por ejemplo, a sus antecedentes civiles! (Stella ríe inciertamente.)
te fuiste de Belle Revé. El verano en que murió papá y tú nos dejaste. ¿Qué dijo cuando supo que iba a venir?
STELLA: (Con cierto cansancio) Blanche, es increíble lo bien que te ves. STELLA: Todavía no lo sabe.
BLANCHE: ¿No se lo has dicho?
(Las dos ríen incómodamente.) STELLA: Está de viaje casi siempre.
BLANCHE: Ah, ¿es agente viajero?
BLANCHE: Pero, Stella, sólo hay dos cuartos: no veo dónde vas a meterme. STELLA: Sí.
STELLA: Te pondremos aquí. BLANCHE: Qué bien. Digo... ¿no te parece bien?
BLANCHE: ¿Qué es esto? ¿Una de esas camas plegadizas? (Se sienta en ella.) STELLA: (Casi para sí misma) No soporto que se aleje de mí, ni siquiera una
STELLA: ¿Estás cómoda? noche.
BLANCHE: (Dudosa) Estupendamente, querida. No me gustan las camas muy BLANCHE: Pero, Stella...
blandas. Pero no hay puerta entre los cuartos, y Stanley... ¿será correcto? STELLA: Si se tarda una semana enloquezco.
STELLA: Stanley, como sabes, es polaco. BLANCHE: Válgame Dios.
BLANCHE: Sí, claro. Son como irlandeses, ¿no es cierto? STELLA: Y cuando vuelve, lloro abrazada a él como una criatura. (Sonríe.)
STELLA: No exactamente. BLANCHE: Supongo que eso es estar enamorada. (Stella la mira con una sonrisa
BLANCHE: Digamos, ¿un poquito menos refinados? (Las dos ríen del mismo radiante). Stella...
modo). Traje mi mejor ropa. Supongo que me presentarán a sus STELLA: ¿Qué?
encantadoras amistades. BLANCHE: (En incómoda precipitación) Tal vez no te he hecho las preguntas
STELLA: Presiento que no te parecerán muy encantadoras. que esperabas... Ojalá entiendas lo que quiero decirte.
BLANCHE: ¿Cómo son? STELLA: ¿Qué es, Blanche? (Vuelve el rostro ansiosamente).
STELLA: Amigos de Stanley. BLANCHE: Bueno, Stella... Vas a llenarme de reproches, lo sé, pero antes que me
BLANCHE: ¿Polacos? digas cualquier cosa debes tomar en cuenta que te fuiste. Yo me quedé y
STELLA: Hay de todo. luché. Tú viniste a Nueva Orleáns y arreglaste tu vida. Yo permanecí en
BLANCHE: ¿Tipos heterogéneos? Belle Revé e intenté que aquello no se derrumbase. De ninguna manera te
STELLA: Sí, claro; tipos. Tipos es la palabra exacta. lo echo en cara; pero todo el peso cayó sobre mis hombros.
BLANCHE: Bueno, de cualquier modo traje vestidos muy bonitos y los luciré. STELLA: Lo único que podía hacer era arreglar mi propia vida.
¿Esperas que te diga que voy a alojarme en un hotel? Pues no voy a
alojarme en ningún hotel. Quiero estar cerca de tí, necesito estar con (BLANCHE vuelve a temblar intensamente).
alguien, no puedo estar sola porque, como habrás notado, yo... no estoy
muy bien. (Su voz desfallece, Blanche adquiere un aspecto atemorizado.) BLANCHE: Lo sé, lo sé. Pero tu abandonaste Belle Revé, yo no. Me quedé y
STELLA: Pareces un poco nerviosa, muy exaltada o algo así. luché, di mi sangre por nuestra casa y estuve a punto de morir por ella.
BLANCHE: ¿Le caeré bien a Stanley? ¿O seré nada más la cuñada que viene a STELLA: Basta de arranques histéricos y cuéntame qué pasó: ¿Qué significa eso
darles lata? Esto me parecería insoportable. de que luchaste y diste tu sangre? ¿Qué clase de...?
STELLA: Se llevarán muy bien, siempre que no trates de... bueno, de compararlo BLANCHE: Sabía que ibas a decirme eso, Stella. Me imaginé que tomarías esa
con nuestros pretendientes de Belle Revé. actitud.
BLANCHE: ¿Es tan distinto? STELLA: ¿En relación a qué?
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BLANCHE: (Lentamente) La pérdida, la pérdida. (Se escuchan voces. STELLA entra en el baño y cierra la puerta. Cuando
STELLA: ¿Belle Revé? ¿Se perdió? ¡No! aparecen los hombres y BLANCHE se da cuenta de que regresa STANLEY,
BLANCHE: Sí, Stella. avanza indecisa de la puerta del baño hacia el tocador y mira opresivamente
hacia la entrada. Entra STANLEY seguido por STEVE y M1TCH. STANLEY se
(Se miran una a otra sobre el mantel se linóleo. BLANCHE asiente y STE- detiene cerca de la puerta. STEVE, al pie de la escalera de caracol y MITCH a la
LLA mira sus manos cruzadas. Aumenta la música del “blue-piano”. BLANCHE derecha de ambos, a punto de salir. Mientras entran los hombres escuchamos el
se lleva el pañuelo a la frente.) diálogo siguiente:)

STELLA: Pero ¿Cómo fue? Dime, ¿qué pasó? STANLEY: Así que se sacó la lotería.
BLANCHE: Mira quién me pregunta qué pasó. STEVE: Con un billete de seis números, dio en el blanco y se llevó trescientos
STELLA: ¡Blanche! dólares.
BLANCHE: ¡Mira nada más quien me acusa de la pérdida! MITCH: No se lo digas a Stanley porque va a creer que él también puede
STELLA: ¡Blanche! sacársela. (Se dispone a salir.)
BLANCHE: Yo, yo, yo, recibí todos los golpes en mi cara y en mi cuerpo; todas STANLEY: (Deteniéndolo) Mitch, no te vayas.
esas muertes, todo ese interminable cortejo. Papá, mamá, Margaret. El
cadáver espantoso de Margaret. Estaba tan hinchada que no cupo en ningún (BLANCHE, al oír las voces, se retira hacia el fondo del dormitorio. Toma
ataúd. Tuvieron que incinerarla como basura. Tú sólo volviste a casa para la foto de STANLEY que está en el tocador, la observa y la repone en su lugar.
esos funerales; y los funerales son una maravilla comparados con las Cuando STANLEY entra en el dormitorio, BLANCHE se oculta tras el biombo,
muertes. Los funerales son silenciosos, las muertes no. A veces su junto a la cabecera de la cama).
respiración es ronca, a veces hay estertores, a veces lloran y gritan: “no me
dejen ir”. Incluso los viejos dicen: “no me dejen ir”, como si una pudiera STEVE: Oigan, ¿jugamos póquer mañana?
detenerlos. Los funerales son callados, hay flores hermosas, y en qué cajas MITCH: (Al escuchar lo anterior, vuelve rápidamente al pasamanos de la
tan elegantes los meten. Pero nunca podrás imaginarte lo que es la lucha escalera) No, no se puede en mi casa. Mi madre sigue enferma.
por respirar y la pérdida de sangre, a menos que hayas estado junto al lecho STANLEY: Bueno, entonces en la mía. (Mitch intenta irse de nuevo.) Pero tú traes
de muerte cuando los agonizantes gritan: “deténganme”. Tú ni siquiera las cervezas.
puedes imaginártelo; pero yo lo vi, lo vi, lo vi. Y ahora me estás diciendo
con la mirada que Belle Revé se perdió por mi culpa. ¿Con qué diablos (MITCH finge no haberlo oído: grita “buenas noches a todos”, y se va
crees que pagamos todas esas enfermedades y todas esas muertes? La cantando. Se oye tu voz de EUNICE en el primer piso.)
muerte es cara, señorita Stella. Y después de Margaret, murió la prima
Jessie. Ay, la sombría segadora alzó su tienda en nuestra escalinata... Stella, EUNICE: Ya párenle allá abajo. Hice espagueti y como no llegaste me lo comí
la muerte puso su cuartel general en Belle Revé. Por eso la casa se me todo.
escapó entre los dedos como arena. ¿Quién nos dejó un seguro? ¿Quién nos STEVE:(Subiendo la escalera) Te avisé que no vendría a comer y luego te llamé
legó una herencia? Sólo la pobre Jessie: cien dólares para pagar su féretro. por teléfono desde el boliche. (A los hombres.) Que sea cerveza oscura.
Eso fue todo, Stella. Y yo con mi sueldo miserable de la secundaria... Sí, EUNICE: Mentira; no me hablaste.
acúsame. Veme con malos ojos y sigue pensando que dejé que se perdiera STEVE: Te lo dije en el desayuno y te llamé a la hora de comer.
Belle Revé. Que dejé que se perdiera. Mientras tanto, tú ¿dónde estabas? EUNICE: Bueno, no importa. Pero hazme el favor de venir a tu casa de vez en
Revolcándote en la cama con tu... polaco. cuando.
STELLA: (Levantándose) Blanche, cállate, ya basta. STEVE: No grites. Se va a enterar todo el mundo.
BLANCHE: ¿Adónde vas?
STELLA: Al baño, a lavarme la cara. (Hay más risas y gritos de despedida entre los hombres. Stanley abre la
BLANCHE: Ay, Stella, Stella: estás llorando. puerta de alambre de la cocina y entra. Es de estatura mediana, cuerpo fuerte y
STELLA: ¿Querías que me riera? compacto. Hay en sus movimientos y actitudes un goce animal de existir. Desde su
BLANCHE: Perdóname, no fue mi intención... adolescencia el centro de su vida ha sido el dar y recibir placer con mujeres, no
de manera débil y dependiente sino con el poder y el orgullo de un gallo en su
gallinero. Como ramificaciones de este centro completo y satisfactorio figuran
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todos los canales auxiliares de su vida: su cordialidad con los hombres, su
apreciación del humor burdo, su amor por la comida, la bebida y el juego; su BLANCHE: ¿Qué fue eso?
coche, su radio, todo lo que es suyo, y tiene el emblema de este atractivo garañón. STANLEY: Un gato. Oye, Stella...
Una mirada le basta para medir a las mujeres, clasificarlas sexualmente, llenar su STELLA: (Débilmente, desde el baño) Dime, Stanley
imaginación de crudas imágenes que determinan el modo en que les sonríe. STANLEY: ¿Te fuiste por el excusado? (Le sonríe a Blanche. Ella trata en vano
BLANCHE, mientras retrocede involuntariamente ante su mirada:) de devolverle la sonrisa. Hay un silencio.) Va a pensar que soy muy poco
refinado, ¿No es cierto? Stella me habla muchísimo de usted. Estuvo
BLANCHE: Usted debe ser Stanley. Soy Blanche. casada, ¿verdad?
STANLEY: ¿La hermana de Stella?
BLANCHE: Sí. (Remota en la distancia se escucha una polca).
STANLEY: ¿Qué tal? ¿Dónde está mi vieja?
BLANCHE: En el baño. BLANCHE: Sí, cuando era muy joven.
STANLEY: No sabía que usted iba a venir a Nueva Orleáns. STANLEY: ¿Qué pasó?
BLANCHE: Este... yo... BLANCHE: El muchacho, el muchacho murió. (Se hunde en el sillón). Me están
STANLEY: ¿De dónde viene, Blanche? dando náuseas, me siento mal.
BLANCHE: Bueno... vivo en Laurel.
STANLEY: (Que ha llegado al clóset y toma la botella de whisky) Con que en (Deja caer la cabeza entre los brazos).
Laurel, ¿eh? Ah, sí, sí, en Laurel. Eso es. No queda en mi zona (alza la
botella para ver cuánto whisky sobra). Caray, que rápido se va el whisky TELÓN
cuando hace calor. ¿Quiere un trago?
BLANCHE: No... Yo rara vez me acerco a la botella. ESCENA II
STANLEY: Hay gente que rara vez se le acerca, pero sí deja que la botella se le
acerque. Al día siguiente, a las seis de la tarde. Mientras BLANCHE se baña,
BLANCHE: (Débilmente) Ja, ja. STELLA termina su arreglo personal. El vestido floreado de BLANCHE está
STANLEY: El sudor me ha pegado la camisa. ¿Le molesta si me la quito? sobre la cama de STELLA. STANLEY llega del exterior entra en la cocina y deja
BLANCHE: No, por favor: adelante. abierta la puerta de manera que se escuche el perpetuo “blue-piano” de a la
STANLEY: Mi lema es sentirme cómodo. vuelta.
BLANCHE: El mío también. Es difícil mantenerse fresco. Ay, qué pena. Ya llegó
usted y ni siquiera me he lavado la cara ni me he polveado. STANLEY: ¡Hasta que te arreglaste!
STANLEY: ¿Sabe?, uno puede resfriarse si se queda con la ropa húmeda, sobre STELLA: ¡Stan! (Salta de su asiento y le da un beso que Stanley acepta con
todo después de un ejercicio tan duro como es el boliche. ¿Usted es actitud señorial.) Voy a llevar a Blanche al “Galatoire”, luego a ver un
maestra, verdad? show porque es tu noche de póquer.
BLANCHE: Sí. STANLEY: ¿Y quién va a darme de cenar? Yo no voy a ir a ningún “Galatoire”.
STANLEY: ¿De qué da clases? STELLA: Te dejé carnes frías en el refrigerador.
BLANCHE: Lengua y literatura inglesas. STANLEY: (Con sorna) ¡Ah, qué bien!
STANLEY: Nunca fui bueno para esa cosa. ¿Cuánto tiempo va a estar en Nueva STELLA: Trataré de no regresar con Blanche hasta que termine tu partida. Quién
Orleáns, Blanche? sabe cómo le caerían tus amigos. Iremos a uno de esos teatritos del Barrio
BLANCHE: No sé, no sé todavía. Francés, ¿me das dinero?
STANLEY: ¿Piensa quedarse con nosotros? STANLEY: ¿Dónde está Blanche?
BLANCHE: Si no molesto... STELLA: Tomando un baño de tina para calmar sus nervios. La veo muy alterada.
STANLEY: No, está bien. STANLEY: ¿Por qué?
BLANCHE: Los viajes me agotan. STELLA: Ha pasado por una prueba muy dura.
STANLEY: Tómelo con calma. STANLEY: ¿Ah sí?
STELLA: Stan, hemos...perdido Belle Revé.
(Un gato maúlla cerca de la ventana, BLANCHE salta). STANLEY: ¿La plantación?
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STELLA: Sí. STANLEY: Muy bien. Esperaré a que Blanche salga de la tina y le preguntaré si
STANLEY: ¿Cómo? ella conoce el Código Napoleónico. Se me hace que te estafaron, nena. Y
STELLA: (Vagamente) Bueno, hubo necesidad de... sacrificarla o algo por el según el Código Napoleónico si te estafaron también me estafaron. Y a mí
estilo. (Hay una pausa mientras Stanley medita. Stella se está cambiando nadie me va a ver la cara.
de vestido.) Cuando Blanche salga del baño, por favor dile que se ve muy STELLA: Hay tiempo de sobra para preguntarle todo lo que quieras. Pero si lo
guapa. Ah, y no menciones al bebé. Aún no le he dicho nada. Estoy haces ahora, Blanche volverá a derrumbarse. No entiendo qué pasó con
esperando a que se tranquilice. Belle Revé; sin embargo, no te imaginas qué ridículo te pones cuando
STANLEY: (Ominosamente) ¿Ah sí? insinúas que mi hermana o yo o cualquiera de nuestra familia somos
STELLA: Y trata de entenderla y ser amable con ella, Stan. capaces de estafar a alguien.
BLANCHE: (Cantando en el baño) “From the land of the sky blue water / They STANLEY: ¿Vendieron la propiedad? ¿No? Bueno, entonces ¿dónde está el
brought a captive maid”. (“Trajeron una doncella cautiva de la tierra en dinero?
que el agua es azul-celeste”.) STELLA: No la vendieron: se perdió, se perdió. (Stanley entra con pasos
STELLA: Blanche no esperaba encontrarnos en un departamento tan pequeño. Te apresurados en el dormitorio y ella lo sigue). ¡Stanley!
imaginarás que en mis cartas traté de presentarle la versión rosa.
STANLEY: ¿Ah sí? (STANLEY abre el baúl-mundo que está a la mitad del cuarto y saca
STELLA: Y dile que su vestido es precioso y que ella se ve de maravilla. Eso es violentamente un montón de vestidos.)
muy importante para Blanche: es su debilidad.
STANLEY: Entiendo. Ahora volvamos a la liquidación de Belle Revé. STANLEY: Mira esto, abre bien los ojos. ¿Tú crees que Blanche lo compró con su
STELLA: Sí, claro. sueldo de maestra?
STANLEY: ¿Qué me dices de eso? Dame más detalles. STELLA: Baja la voz.
STELLA: Es mejor no hablar mucho del asunto hasta que Blanche no se haya cal- STANLEY: Fíjate en estas plumas y estas pieles con que viene a presumirnos. ¿De
mado. qué es este vestido? Parece de oro macizo. ¿Y este otro? ¿Qué hay aquí?
STANLEY: ¡Con qué esas tenemos! ¡A la hermana Blanche no se le puede Zorros, auténticas pieles de zorro de una cuadra de largo. Zorros blancos,
molestar con detalles de negocios! nada menos. A ver, ¿dónde están tus zorros blancos?
STELLA: Va viste cómo se puso anoche. STELLA: Son pieles baratas. Blanche las tiene desde hace mucho.
STANLEY: Humhum. Vi cómo se puso. Ahora vamos a echarle un ojo a la STANLEY: Conozco un tipo que vende esta clase de cosas. Voy a traerlo para que
escritura. las valúe. Te apuesto que hay miles de dólares invertidos aquí.
STELLA: No he visto nada. STELLA: No seas idiota, Stanley.
STANLEY: ¿No te mostró documentos, una escritura de venta o esas cosas?
STELLA: Parece que no la vendió. (STANLEY arroja las pieles a la cama, luego abre violentamente un
STANLEY: Entonces, ¿qué carajos hizo?: ¿la regaló, la dio de caridad? cajoncito del baúl y saca un puñado de joyas de fantasía.)
STELLA: Shht, no te vaya a oír.
STANLEY: Que me importa sí me oye. Quiero ver los papeles. STANLEY: ¿Y esto? ¡El cofre del tesoro!
STELLA: No hubo papeles. No me enseñó nada. Me tienen sin cuidado los STELLA: Por favor, Stanley.
papeles. STANLEY: Perlas, montones de perlas. ¿Qué, tu hermana bucea? También
STANLEY: ¿Has oído hablar del Código Napoleónico? brazaletes de oro macizo. ¿Dónde están tus perlas y tus brazaletes de oro
STELLA: No, Stanley, no he oído hablar del Código Napoleónico. Y aunque macizo?
hubiera oído hablar de él no veo con qué objeto... STELLA: Shht, cállate, Stanley.
STANLEY: Déjame explicarte algo, nena. STANLEY: Y diamantes. ¡La corona de una emperatriz!
STELLA: Dime. STELLA: Una tiara de bisutería que llevó a un baile de disfraces.
STANLEY: En el estado de Luisiana nos regimos por el Código Napoleónico, STANLEY: ¿Qué es bisutería?
según el cual lo que es de la esposa también es del marido, y viceversa. Por STELLA: Punto menos que vidrio.
ejemplo: si yo tengo una propiedad o tú tienes una propiedad... STANLEY: ¿De veras? Conozco a un tipo que trabaja en una joyería. Voy a
STELLA: Me estoy mareando. traerlo a tasar esto. Aquí está nuestra plantación o lo que quedó de ella:
aquí.
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Un tranvía llamado Deseo
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STELLA: No tienes idea de lo estúpido y desagradable que te estás portando. STANLEY: Yo y Stella la ayudamos a desempacar.
Cierra ese baúl antes de que Blanche salga del baño. BLANCHE: Pues hicieron un trabajo rápido y concienzudo.
STANLEY: Parece que vació las tiendas elegantes de París.
(STANLEY patea el baúl semicerrado y se sienta en la mesa de la cocina.) BLANCHE: Ja, ja. Sí, los trapos son mi pasión.
STANLEY: ¿Cuánto cuesta una sarta de pieles como esa?
STANLEY: Los Kowalski y los DuBois piensan distinto. BLANCHE: Bueno, fue un obsequio de un admirador.
STELLA: (Furiosa) Claro que sí, gracias a Dios. Voy a salir. (Toma su sombrero STANLEY: Debe haber tenido mucha...admiración.
blanco y sus guantes y va hacia la puerta de la calle.) Ven conmigo BLANCHE: Es que...en mi juventud provoqué cierta admiración. Pero míreme
mientras se viste Blanche. ahora. (Le lanza una sonrisa radiante.) ¿Usted cree posible que en otros
STANLEY: ¿Desde cuándo mandas tú en esta casa? tiempos me hayan considerado...atractiva?
STELLA: ¿Vas a quedarte aquí para insultarla? STANLEY: Pues no está mal.
STANLEY: Me quedo donde me da la gana. BLANCHE: Estaba tratando de que me piropeara, Stanley.
STANLEY: Yo no juego a eso.
(STELLA va al porche. BLANCHE sale del baño con una bata de satín BLANCHE: ¿No juega a qué…?
rojo.) STANLEY: A echar piropos. Nunca he conocido una mujer que no sepa si es
guapa o no, sin necesidad de que se lo digan. Y algunas se creen mucho
BLANCHE: (Alegremente) Hola, Stanley. Míreme: recién bañada y perfumada, más de lo que son. Una vez salí con una vieja que me dijo: “tengo un tipo
me siento como nueva. muy glamoroso”. Le contesté: ¿y eso qué?
BLANCHE: Y ella ¿qué respondió?
(STANLEY enciende un cigarro.) STANLEY: Nada. No volvió a abrir la boca.
BLANCHE: ¿Y allí acabó el romance?
STANLEY: Qué bueno. STANLEY: Simplemente acabó la conversación. Hay hombres a los que les gusta
BLANCHE: (Corriendo las cortinas de la ventana) Discúlpeme un instante el glamur y esas cosas de Hollywood y otros a los que no.
mientras me pongo mi precioso vestido nuevo. BLANCHE: Seguramente usted es de estos últimos.
STANLEY: Adelante, Blanche. (Blanche termina de correr la cortina que separa STANLEY: Exacto.
los cuartos.) BLANCHE: No puedo imaginarme a ninguna hechicera encantándolo con sus
BLANCHE: Tengo entendido que habrá una partidita de póquer a la cual las sortilegios.
damas están cordialmente desinvitadas. STANLEY: Por supuesto que no.
STANLEY: (Ominosamente) Ajá. BLANCHE: Usted es una persona simple, franca, honesta. Quizá, si me permite,
BLANCHE: ¿Dónde está Stella? un poco primitivo. Para interesarlo una mujer tendría que... (Se interrumpe
STANLEY: En el porche. con gesto indefinido.)
BLANCHE: Voy a pedirle un favor. STANLEY: (Lentamente)...Poner todas sus cartas sobre la mesa.
STANLEY: Dígame. BLANCHE: Bueno, a mí nunca me ha gustado la gente indecisa. Por eso, al verlo
BLANCHE: Abrócheme los botones de la espalda. Puede pasar. entrar anoche, pensé: “Mi hermana está casada con un hombre de verdad”.
Desde luego es todo lo que pude pensar de usted en ese instante.
(STANLEY pasa entre las cortinas.) STANLEY: (Estallando) Bueno, basta de pendejadas.
BLANCHE: (Tapándose las orejas) ¡Ay!
BLANCHE: ¿Qué tal me veo? STELLA: (Desde el porche) Stanley, sal y deja que Blanche termine de vestirse.
STANLEY: Se ve bien. BLANCHE: Ya terminé, querida.
BLANCHE: Muchas gracias. Los botones ¿sí? STELLA: Bueno, entonces vengan.
STANLEY: No puedo abrocharlos. STANLEY: Tu hermana y yo estamos conversando.
BLANCHE: Todos los hombres son igual de torpes. Con esas manos tan BLANCHE: (Amablemente) Linda, hazme un favor: ve a la farmacia y tráeme una
grandotas. ¿Me da una fumadita? coca con limón y mucho hielo picado. ¿Me haces ese favor, hermanita?
STANLEY: Mejor tome un cigarro. STELLA: (De mala gana) Bueno. (Sale y da vuelta a la esquina.)
BLANCHE: Ay, gracias. Parece que estalló mi baúl.
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BLANCHE: La pobrecita estaba allí afuera escuchándonos, y se me hace que no BLANCHE: Perdóneme. Por un momento perdí la cabeza. Todos tenemos algo
lo entiende a usted tan bien como yo...Muy bien, señor Kowalski sigamos que no dejamos que nadie toque a causa de...su naturaleza íntima.
adelante sin evasiones. Estoy dispuesta a contestar a todas sus preguntas.
No tengo nada que ocultarle. ¿De qué se trata? (Parece a punto de desfallecer. Se sienta con la caja de metal, se pone los
STANLEY: En el estado de Luisiana hay algo llamado Código Napoleónico según lentes y examina metódicamente una serie de papeles).
el cual todo lo que pertenece a mi esposa es también mío y viceversa.
BLANCHE: Caramba, tiene un aire de juez impresionante. BLANCHE: Ambler and Ambler. Hummm... Crabtree... Más papeles de Ambler
and Ambler.
(Se perfuma con su atomizador; luego, como jugando, rocía a STANLEY, STANLEY: ¿Qué es eso?
quien toma el atomizador y lo asienta violentamente en el mueble. BLANCHE BLANCHE: Una compañía que nos prestó dinero sobre el valor de la propiedad.
echa hacia atrás la cabeza y ríe.) STANLEY: ¿De modo que se perdió por una hipoteca?
BLANCHE: (Se toca la frente) Sí, eso es lo que debe de haber pasado.
STANLEY: Si no fuera la hermana de mi esposa, quién sabe qué pensaría de STANLEY: No me importa lo que debe haber pasado sino lo que pasó. ¿Dónde
usted. están los otros papeles?
BLANCHE: ¿Por ejemplo?
STANLEY: No se haga la tonta: usted sabe qué. (BLANCHE le da la caja. STANLEY la lleva a la mesa y comienza a
BLANCHE: (Pone el atomizador en su lugar) Muy bien: cartas sobre la mesa. Me examinar los papeles.)
conviene. Sé que digo muchas mentiritas. Después de todo, el encanto de
una mujer, está hecho de ilusión en un cincuenta por ciento. Pero cuando se BLANCHE: (Tomando un gran sobre que contiene más documentos) Hay miles
trata de cosas importantes digo la verdad, y la verdad es que: no he estafado de documentos que se remontan a cientos de años y hablan de cómo
a mi hermana ni a usted ni a nadie en mi vida. nuestros imprevisores abuelos y padres y tíos y hermanos, poco a poco
STANLEY: ¿Dónde están los papeles? ¿En el baúl? fueron destrozando Belle Revé. Permutaron la tierra parcela tras parcela a
BLANCHE Todo, lo que tengo en el mundo está en el baúl. (Stanley va hacia el cambio de sus épicas fornicaciones, para hablar claramente.
baúl, lo abre y comienza a hurgar en sus compartimentos.) Por amor de
Dios, ¿en qué está pensando? ¿Qué hay en el fondo de su cerebrito infantil? (Se quita los lentes con risa exhausta)
¿Cree que oculto algo o intento traicionar a mi hermana? Déjeme hacerlo.
Será más rápido y sencillo... (Llega al baúl y extrae una caja.) Guardo mis Por esa mala palabra nos fuimos quedando sin nuestra plantación, hasta que
documentos en esta caja de latón. (La abre.) finalmente —Stella puede comprobarlo— nada más sobrevivieron la casa
STANLEY: ¿Qué hay allí abajo? (Indica otro paquete de documentos.) grande y unas 50 hectáreas de terreno que incluye un cementerio donde se
BLANCHE: Cartas de amor, amarillentas de vejez. Todas las escribió el mismo encuentra toda la familia, excepto Stella y yo.
hombre. (Stanley se las arrebata. Blanche dice con furia:) ¡Devuélvamelas!
STANLEY: Primero déjeme verlas. (Derrama el contenido del sobre en la mesa.)
BLANCHE: El roce de sus manos las infama.
STANLEY: No me venga con pendejadas. Aquí está cuanto quedó de Belle Revé. Por medio del presente acto, lego a
usted todos mis documentos. Lléveselos, estúdielos, memorícelos si le da la
(Arranca el listón que las unía y comienza a examinarlas. BLANCHE se gima. Me parece maravillosamente adecuado que Belle Revé terminé
las arrebata. Las cartas caen al suelo.) reducida a un montón de viejos papeles en sus competentes y enormes
manos. ¿Ya habrá venido Stella con mi refresco?
BLANCHE: Las quemaré porque usted las ha tocado.
STANLEY: (Mirando azorado) ¿Qué carajos son? (Se echa hacia atrás y entrecierra los ojos.)
BLANCHE: Poemas que me escribió un muchacho que ha muerto. Lo herí como
usted quiso herirme. Pero no podrá. Ya no soy joven ni vulnerable. Mi STANLEY: Conozco a un abogado que estudiará todo esto.
esposo lo era y yo...Bueno, qué importa. Devuélvamelas. BLANCHE: Regáleselos junto con un frasco de aspirinas.
STANLEY: ¿Por qué dice que va a quemarlas?

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STANLEY: (Volviéndose en cierto modo dócil) Comprenderá usted que de sandía en la mesa, vasos y botellas de whisky. El dormitorio está relativamente
acuerdo con el Código Napoleónico, un hombre tiene que interesarse en los oscuro, iluminado sólo por la luz que se filtra entre las cortinas de la puerta y la
asuntos de su esposa, sobre todo ahora que vamos a tener un hijo. amplia ventana que da a la calle. Por un momento hay un silencio absorto
mientras se echa una mano de póquer.
(BLANCHE abre los ojos. El “blue-piano” suena más fuerte.)
STEVE: ¿Cuál es el comodín?
BLANCHE: ¿Stella? ¿Stella va a tener un hijo? (Como en sueños.) No sabía que PABLO: Los jotos bigotones.
iba a tener un hijo. STEVE: Dame dos cartas.
PABLO: Y ¿tú, Mitch?
(Se levanta y sale a la puerta de la calle. STELLA da vuelta a la esquina. MITCH: Yo paso.
Trae el refresco en un vaso de cartón. STANLEY entra en el dormitorio con el PABLO: Una.
gran sobre y la caja metálica. Los cuartos interiores se oscurecen. Se hace visible MITCH: ¿Nadie quiere un trago?
la pared exterior de la casa. BLANCHE y STELLA se reúnen al pie de los es- STANLEY: Yo. Viene.
calones que llegan a la acera.) PABLO: ¿Por qué no va alguien a traer chop-suey?
STANLEY: Se te antoja tragar cuando voy perdiendo. Pago. ¿Quién abre? Baja las
BLANCHE: ¡Stella, mi estrella! ¡Qué maravilloso tener un hijo! Todo está bien. nalgas de la mesa, Mitch. En la mesa de póquer sólo debe haber cartas,
Todo está muy bien. fichas y whisky.
STELLA: No sabes cuánto me apena que Stanley se haya portado grosero MITCH: ¿Por qué estás tan bravero?
contigo. STANLEY: ¿Cuántas?
BLANCHE: Bueno, supongo que no es de esos que se perfuman con jazmín; pero STEVE: Tres.
quizá tenga lo que necesitamos para mezclarlo con nuestra sangre ahora STANLEY: Una.
que hemos perdido Bulle Revé. Ya le pusimos punto final a este asunto. Me MITCH: Paso otra vez. Tengo que irme pronto.
siento un poco nerviosa pero creo que manejé bien el problema. STANLEY: Cállate.
MITCH: Tengo enferma a mi mamá. Si no llego no se puede dormir.
(STEVE y PABLO aparecen con un cartón de cerveza.) STANLEY: Entonces mejor quédate a acompañarla.
MITCH: Salgo porque me lo pide. Pero no me divierto. Me paso todo el tiempo
BLANCHE: Le dije a Stanley que era un niño y me reí y coqueteé. Sí, estuve preocupado por ella.
coqueteándole a tu marido. (Cuando se acercan los hombres.) Llegan los STANLEY: Oh, caramba, pues vete a tu casa.
invitados a la partida de póquer. (Los dos hombres pasan junto a ellas y PABLO: ¿Qué tienes?
entran en la casa.) ¿Por dónde nos vamos ahora?, ¿por aquí? STANLEY: Flor de espadas.
STELLA: No, por acá. (Toma del brazo a Blanche.) MITCH: Ustedes cuentan con sus esposas. Yo me quedaré solo cuando se muera
BLANCHE: (Riendo) La ciega lleva a otra ciega. mi mamá. Voy al baño.
VOZ DE LA TAMALERA: Tamales calientitos. STANLEY: Si vuelves pronto te compramos un chuponcito.
MITCH: Vete al carajo. (Atraviesa el dormitorio rumbo al baño.)
TELÓN STEVE:(Dando una mano) Póquer abierto. (Cuenta su chiste mientras reparte.)
Bueno, un viejo granjero estaba en el corral echándole maíz a sus pollos.
ESCENA III De repente se oyó un gran cacareo y apareció una gallinita a toda velocidad.
El gallo venia pisándole los talones.
Hay un cuadro de Van Gogh, “Interior de café, en la noche”. La cocina STANLEY: (Impaciente) Reparte.
sugiere ahora esa especie de ardiente brillantez nocturna, los colores crudos de la STEVE:(Lo hace y sigue su cuento) Pero el gallo, al ver el maíz, se paró en seco.
infancia. Sobre el linóleo amarillo de la mesa cuelga un foco que arroja una Se olvidó de la gallinita y se puso a tragar como loco. Y entonces el
vivida sombra de cristal verde. Los jugadores —STANLEY, STEVE, MITCH y granjero dijo: “Dios mío, te ruego que nunca llegue a estar tan hambriento.”
PABLO— visten camisas de colores, azules sólidos, o púrpura, o rojo y blanco en
combinación, o verde pálido. Son hombres en la plenitud de su hombría, tan (STEVE y PABLO se ríen del chiste. BLANCHE y STELLA aparecen en
vulgares, directos y poderosos como los colores elementales. Hay pedazos de la esquina).
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STELLA: Todavía están jugando. (Lentamente vuelve a la cocina pero mira hacia atrás a BLANCHE y
BLANCHE: ¿Cómo me veo? tose tímidamente. Se da cuenta de que se ha quedado con la toalla y con una risita
STELLA: Muy linda, Blanche. penosa se la pasa a STELLA. BLANCHE lo mira con cierto interés.)
BLANCHE: Hace tanto calor y estoy tan cansada. No abras la puerta: Deja que
me polvée. ¿Me ves muy mal? BLANCHE: Este...se me hace... mejor que los demás.
STELLA: Qué va: estás fresca como una lechuga. STELLA: Lo es.
BLANCHE: Sí, en la ensalada que sobró de ayer. BLANCHE: Parece una persona muy sensible.
STELLA: Su madre está enferma.
(STELLA abre la puerta y entran.) BLANCHE: ¿Es casado?
STELLA: No.
STELLA: Veo que siguen dándole. BLANCHE: ¿Es un conquistador?
STANLEY: ¿Adonde fueron? STELLA: ¡Ay, Blanche! (Blanche ríe.) No creo.
STELLA: A ver un show. Blanche, te presento al señor González y al señor BLANCHE: ¿A qué se dedica? (Se desabrocha la blusa.)
Hubell. STELLA: Está en la misma fábrica de la que Stanley es agente viajero. Trabaja en
BLANCHE: Por favor no se pongan de pie. el departamento de refacciones, sección de precisión.
STANLEY: No se preocupe, nadie se va a parar. BLANCHE: ¿Es un buen puesto?
STELLA: ¿Cuánto les falta? STELLA: No: de todos ellos Stanley es el único que tiene posibilidades de
STANLEY: Hasta que se nos dé la gana. mejorar.
BLANCHE: El póquer me fascina. ¿Puedo ver? BLANCHE: ¿Por qué crees que Stanley va a mejorar?
STANLEY: No, no puede. ¿Por qué no suben a platicar con Eunice? STELLA: Míralo.
STELLA: No es hora: son casi las dos y media de la mañana. (Blanche entra en el BLANCHE: Ya lo vi.
dormitorio y cierra parcialmente las cortinas.) ¿Por qué no le paran al STELLA: Entonces deberías saberlo.
terminar esta mano? (Rechina una silla. Stanley le da una nalgada a BLANCHE: Discúlpame, pero en la frente de Stanley no he visto la señal del
Stella.) genio.
STELLA: (Furiosa) No me hizo ninguna gracia, Stanley.
(Se quita la blusa y queda bajo la luz que filtran las cortinas, vestida con
(Los hombres ríen. STELLA entra en el dormitorio.) su brassier rosado y su falda blanca. El juego continúa a base de sobrentendidos.)

STELLA: Me enfurece que haga esas cosas delante de la gente. STELLA: No se llama genio ni lo tiene en la frente.
BLANCHE: Voy a bañarme. BLANCHE: Bueno, entonces di me qué es y en dónde está. No me dejes con la
STELLA: ¿Otra vez? curiosidad.
BLANCHE: Tengo los nervios de punta. ¿Está ocupado el baño? STELLA: Stanley posee algo. Blanche, estás parada bajo la luz.
STELLA: No sé. BLANCHE: Ay, sí.

(BLANCHE toca a la puerta. Sale MITCH secándose las manos con una (Se aparta del haz amarillo. STELLA se ha desvestido y se ha puesto un
toalla.) kimono de satín azul-claro.)

BLANCHE: Ay, buenas noches. STELLA: (con risita infantil) Debieras ver a sus esposas.
MITCH: Qué tal. (La mira fijamente.) BLANCHE: (riendo) Me las imagino. Deben ser unas fodongas.
STELLA: Blanche, te presento a Harold Mitchell. Mi hermana, Blanche DuBois. STELLA: ¿Conoces a la de arriba? (Risa.) Una vez (risa) partió el yeso del
MITCH: (Con torpe cortesía) Mucho gusto, señorita DuBois. cielorraso. (Más risa.)
STELLA: ¿Cómo sigue tu mamá, Mitch? STANLEY: ¡A ver si se callan esas cotorras!
MITCH: Más o menos igual, gracias. Te agradece mucho el flan que le mandaste. STELLA: No puedes escucharnos.
Discúlpenme, por favor. STANLEY: Pero ustedes sí pueden y he dicho que se callen la boca.
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STELLA: Esta es mi casa y hablo cuando se me da la gana. (MITCH ríe incómodamente. Avanza. Pasa entre las cortinas y se detiene
BLANCHE: Stella, no pelees. en cuanto las ha franqueado.)
STELLA: Ya está medio borracho. En seguida vuelvo.
BLANCHE: (Quedamente) ¿Qué le parece? El cuarto más pequeño de la casa es
(Entra en el baño. BLANCHE se levanta y lentamente llega hasta un el más concurrido.
radio blanco y lo enciende.) MITCH: Es que...hemos tomado tanta cerveza...
BLANCHE: Detesto la cerveza.
STANLEY: Te toca, Mitch. MITCH: Es...buena para el calor.
MITCH: ¿Cómo? No, estoy fuera. BLANCHE: No creo. A mí me acalora aun más. ¿Trae cigarros?
MITCH: Sí.
(BLANCHE vuelve al haz de luz. Alza los brazos y se estira, mientras re- BLANCHE: ¿De cuáles fuma?
gresa indolente al sillón. Se escucha una rumba. En la mesa de póquer MITCH se MITCH: Luckies.
levanta.) BLANCHE: Ah, muy bien. Qué cigarrera tan bonita. ¿Es de plata?
MITCH: Sí, sí. Lea la inscripción.
STANLEY: ¿Quién encendió el radio? BLANCHE: Ah, ¿tiene una inscripción? No la distingo. (Mitch enciende un
BLANCHE: Fui yo. ¿Le molesta? cerillo y se lo acerca. Blanche lee con fingida dificultad) “Y si Dios no es
STANLEY: Apáguelo. más fuerte/he de seguirte amando hasta la muerte”. Ah, está tomado de mi
STEVE: Hombre, deja que oigan su música. soneto predilecto de Elizabeth Barret Browning.
PABLO: Sí, déjalas, está bien. MITCH: ¿Se lo sabe?
STEVE: Creo que es Xavier Cugat. BLANCHE: Claro que sí.
MITCH: La inscripción tiene su historia.
(STANLEY se levanta de un salto, va hacia el radio y lo apaga. Se BLANCHE: Me suena a un gran romance.
detiene al ver a BLANCHE en el sillón. Ella le sostiene la mirada sin pestañear. MITCH: Un romance muy triste.
STANLEY vuelve a sentarse en la mesa de póquer. Dos de los hombres han BLANCHE: ¿Por qué?
comenzado a discutir acaloradamente.) MITCH: Ya murió la muchacha.
BLANCHE: De veras lo siento.
STEVE: Pues yo no te oí apostar. MITCH: Cuando me dio la cigarrera ya sabía que estaba muriéndose. Era una mu-
PABLO: ¿No dije cuánto, Mitch? chacha muy extraña y muy dulce. Muy dulce.
MITCH: No escuché. BLANCHE: Debió quererlo mucho. Los amores de los enfermos son muy
PABLO: ¿Qué estabas haciendo? profundos y sinceros.
STANLEY: Fisgoneaba por entre las cortinas. (Salta y va violentamente hacia las MITCH: Sí, eso que usted dice es muy cierto.
cortinas y las corre.) Ahora vuelve a repartir y juguemos o aquí la dejamos. BLANCHE: Creo que el dolor nos hace más sinceros.
Hay gente que nomás gana y ya quiere irse. MITCH: Sí, como que saca lo mejor que hay en nosotros.
BLANCHE: Lo poco bueno que hay en el mundo se debe a las personas que han
(MITCH se levanta mientras STANLEY vuelve a su silla.) sufrido.
MITCH: Sí, tiene usted razón.
STANLEY: (Aúlla) Siéntate. BLANCHE: Estoy absolutamente segura. Muéstreme a alguien que no haya
MITCH: Voy a orinar. No me den cartas. sufrido y le demostraré que es una persona shuperficial. Oiga, se me está
PABLO: Seguro que quiere irse. En el bolsillo tiene hechos bolita siete billetes de enredando la lengua. Es culpa de ustedes. El show terminó a las once y no
cinco dólares. podíamos volver a casa para no interrumpir su juego. De modo que nos
STEVE: Mañana lo verás pidiéndole al cajero que se los cambie en monedas de fuimos por ahí a tomarnos unas copitas. No acostumbro tomar más de una.
veinticinco centavos. Dos es mi límite. Y si me tomo tres... (Ríe.) Bueno, esta noche me tomé tres
STANLEY: Y después los meterá en el cochinito que le regaló su mamá. (Da copas.
cartas.) Gana quintilla. STANLEY: Mitch.
MITCH: No me den cartas. Estoy conversando con la señorita...
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Un tranvía llamado Deseo
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BLANCHE: DuBois. BLANCHE: Tiene toda la razón. Ciertamente su herencia literaria no es lo que
MITCH: ¿DuBois? más aprecian en la vida, pero son tan tiernos. Y en la primavera es
BLANCHE: Es un apellido francés. Quiere decir “bosque”. Blanche, por maravilloso ver en qué forma descubren el amor. Como si nadie antes lo
supuesto, es Blanca. De modo que usted podría traducir Blanche Du Bois hubiera conocido.
como “Bosque Blanco”. Haga de cuenta una arboleda en primavera. Así
recordará mi nombre. (Se abre la puerta del baño y sale STELLA. BLANCHE sigue hablando
MITCH: ¿Es francesa? con MITCH.)
BLANCHE: De origen francés. Nuestros antepasados eran Hugonotes franceses
que vinieron a América. BLANCHE: Ah ¿terminaste? Voy a encender el radio.
MITCH: ¿Usted es hermana de Stella, verdad?
BLANCHE: Stella es mi hermanita preciosa. La llamo hermanita aunque es un (Lo hace. Comienza a sonar “Wien, Wien, nur der allein”. BLANCHE
poco mayor. Un poquito. Menos de un año. ¿Puede hacerme un favor? valsea al ritmo de la música con gestos románticos. MITCH, fascinado, se mueve
MITCH: Cómo no. Dígame. imitándola con la torpeza de un oso bailarín. STANLEY, furibundo, entra en el
BLANCHE: En un bazar de Bourbon Street compré esta maravillosa pantalla dormitorio, arranca el receptor y mascullando una maldición lo arroja por la
china de papel. ¿No sería tan amable de cubrir el foco? ventana.)
MITCH: Encantado.
BLANCHE: No soporto un foco desnudo. Me es tan intolerable como una STELLA: Estás borracho, borracho. Eres una bestia. (Stella corre hasta la mesa
vulgaridad o un acto grosero. de póquer.) Ustedes, por favor, váyanse. Váyanse si les queda una gota de
MITCH: (Mientras ajusta al foco la pantalla): Hemos de parecerle un grupito decencia.
bastante siniestro. BLANCHE: (Muy alarmada) Stella, ten cuidado: está...
BLANCHE: Soy muy adaptable a... las circunstancias.
MITCH: Es una buena cualidad. ¿Se quedará algún tiempo con Stanley y Stella? (STANLEY se arroja sobre STELLA.)
BLANCHE: Stella no se ha sentido muy bien últimamente. Está muy decaída y
vine a ayudarla un poco. HOMBRES: (Débilmente. Ad libitum) Cálmate, Stanley... Vamos, hombre...
MITCH: ¿Usted no tiene...? Déjala, Stanley.
BLANCHE: ¿Esposo? No, no. Soy una maestra solterona. STELLA: Atrévete a tocarme y verás.
MITCH: Será maestra, pero desde luego no parece solterona.
BLANCHE: Mil gracias, caballero. Aprecio su cumplido. (Retrocede hasta perderse de vista. STANLEY avanza y desaparece tras
MITCH: De modo que da clases. ella. Se escucha el sonido de una bofetada. STELLA llora. BLANCHE grita y
BLANCHE: Sí, sí. entra en la cocina. Los hombres se apresuran hacia donde están, invisibles,
MITCH: ¿Primaria, secundaria o...? STELLA y STANLEY. Hay forcejeos y maldiciones. Algo se cae y se rompe.)
STANLEY: (A gritos) ¡Mitch!
MITCH: Ya voy. BLANCHE: (En un chillido) ¡Mi hermana va a tener un hijo!
BLANCHE: Por Dios, qué pulmones tiene ese hombre... Doy clases en la MITCH: Es terrible.
secundaria de Laurel. BLANCHE: Está loco. Es un perfecto demente.
MITCH: ¿Cuál es su materia? MITCH: Tráiganlo para acá, muchachos.
BLANCHE: Adivine.
MITCH: Apuesto a que es música o dibujo. (Blanche ríe delicadamente.) Claro (Dos de sus amigos toman por los brazos a STANLEY y lo llevan a
que puedo equivocarme. A lo mejor da clases de aritmética. fuerzas al dormitorio. El está a punto de derribarlos. Súbitamente se rinde y no
BLANCHE: No, señor: aritmética nunca. (Ríe.) Ni siquiera me sé las tablas de opone resistencia a quienes lo sujetan. Ellos le hablan con mucha calma y afecto y
multiplicar. No, tengo la desgracia de ser maestra de Lengua y literatura él reclina su rostro en el hombro de uno de ellos.)
inglesas. Trato de inculcarles devoción por Hawthorne, Whitman y Poe a
muchachitas de tobilleras y Romeos de nevería. STELLA: (A quien no vemos todavía. En voz aguda y fuera de lo común):
MITCH: Me temo que se interesan más por otras cosas. ¡Quiero irme de aquí! ¡Quiero irme de aquí!
MITCH: No se debe jugar póquer donde hay mujeres.
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cen y las paredes exteriores surgen bajo la luz nocturna. Durante un breve in-
(BLANCHE se apresura a entrar en el dormitorio.) tervalo escuchamos el "blue piano". Finalmente, STANLEY trastabillea,
semidesnudo por el porche, baja los escalones de madera y desde la banqueta
BLANCHE: Denme la ropa de mi hermana. Nos vamos con la señora de arriba. frente al edificio echa hacia atrás su cabeza como un perro aullante y brama el
MITCH: ¿Dónde está su ropa? nombre de su mujer):
BLANCHE: (Abriendo el clóset) Ya la encontré. (Se vuelve rápidamente hacia
Stella.) Stella, Stella linda, mi querida hermanita, no tengas miedo. STANLEY: ¡Stella, Stella, Stella, mi amor, Stella! ¡Stellaaaaaaaaaaaa!
EUNICE: (Desde la ventana de su departamento) ¡Cállate y vete a la cama!
(La abraza y la lleva hacia la puerta de salida y por la escalera de casa STANLEY: ¡Quiero que venga mi nena! ¡Stella, Stella!
de EUNICE.) EUNICE: Ni creas que va a salir. Y ya deja de gritar o llamo a la policía.
STANLEY: ¡Stella!
STANLEY: (Torpemente) ¿Qué es esto? ¿Qué pasó? EUNICE: Primero le pegas a tu mujer y luego le pides que vuelva. No irá. Y
MITCH: Se te subieron las copas, Stan. pensar que va a tener un hijo. Estás jodido, polaco de mierda. Espero que te
PABLO: Ya está bien. metan en la cárcel y te bañen a manguerazos como la otra vez.
STEVE: Claro que sí. STANLEY: (Humildemente) Eunice, quiero que mi nena venga conmigo.
MITCH: Acuéstenlo y pónganle una toalla mojada. EUNICE: ¡Ja! (Cierra furiosamente la ventana.)
PABLO: Creo que será mejor darle café. STANLEY: (Con violencia capaz de rajar los cielos) ¡STELLAAAAAAAA!
STANLEY: (Con la lengua trabada) Quiero agua.
MITCH: Hay que bañarlo. (Solloza el clarinete bajo. Se abre la puerta de arriba. STELLA, vestida
con su kimono, desciende los escalones tambaleantes. Sus ojos resplandecen de
(Los hombres le hablan suavemente mientras lo llevan hacia el baño.) lágrimas, sus cabellos se enredan en el cuello y los hombros. Se miran. Van la una
hacia el otro con sordos quejidos animales. STANLEY cae de rodillas en los
STANLEY: Ya no me estén jodiendo, cabrones. escalones y oprime su cabeza contra el vientre de STELLA, doblándose casi
fetalmente. Los ojos de STELLA brillan con ternura mientras levanta la cabeza
(Se escucha sonido de golpes y el ruido de una regadera fluyendo.) de STANLEY y la alza hasta que se encuentran sus ojos. STANLEY abre de un
zarpazo la puerta metálica. Alza en vilo a STELLA y la introduce en su casa.
STEVE: Vámonos de aquí. BLANCHE aparece en el descanso superior vestida con su bata y baja
temerosamente los escalones.)
(Se apresuran a ir hasta la mesa de póquer y recoger sus ganancias antes
de irse.) BLANCHE: Stella, Stella. ¿Dónde está mi hermanita?

MITCH: (Con melancólica firmeza) No se debe jugar póquer donde hay mujeres. (Se detiene ante la entrada en tinieblas del departamento. Lo que ve le
corta la respiración. Se apresura a retirarse hasta la acera frente a la casa. Mira
(Salen. Cierran la puerta. El escenario queda en silencio. Los músicos hacia todas partes como si buscara dónde refugiarse. La música se desvanece.
negros de a la vuelta tocan "Paper Doll", lenta y melancólicamente. Tras un mo- MITCH da vuelta a la esquina.)
mento, STANLEY sale del baño chorreando agua y vestido con sus calzoncillos
de bolitas rojas.) MITCH: ¿Señorita DuBois?
BLANCHE: ¡Ay!
STANLEY: ¡Stella! (Pausa.) ¡Me dejó mí nena! (Rompe a sollozar, ya al teléfono MITCH: ¿Se calmaron las cosas?
y marca, estremecido por los sollozos.) ¿Eunice? Quiero a mí nena. BLANCHE: Ella bajó corriendo y entró con él.
(Espera. Cuelga. Marca de nuevo.) Eunice, voy a seguir llamando hasta MITCH: Claro que sí.
que no hable con mi nena. BLANCHE: Estoy aterrada.
MITCH: No, hombre. No hay porqué asustarse. Se adoran.
(Se escucha indistinguible una voz chillona. STANLEY arroja el teléfono BLANCHE: No estoy acostumbrada.
al suelo. Hay sonidos distantes de piano y metales mientras los cuartos se oscure-
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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MITCH: Caray, me apena que haya pasado precisamente cuando usted acababa de BLANCHE: ¿Preguntas por qué? Stella, casi enloquezco cuando vi que habías
llegar. Pero no lo tome en serio. cometido la locura de regresar después de lo que pasó. Iba a entrar a
BLANCHE: La violencia es algo tan... buscarte.
MITCH: Siéntese en la escalera y fúmese un cigarro conmigo. STELLA: Me alegra que no hayas entrado.
BLANCHE: No estoy correctamente vestida. BLANCHE: ¿En qué estabas pensando? (Stella hace un gesto vago.) Contéstame:
MITCH: Eso no importa en este barrio. ¿en qué, en qué?
BLANCHE: Me encanta su cigarrera de plata. STELLA: Blanche, por favor, siéntate y deja de gritar.
MITCH: ¿Le enseñé la inscripción, verdad? BLANCHE: Muy bien, Stella. Voy a repetirte con toda calma la pregunta. ¿Cómo
BLANCHE: Sí. (Pausa. Mira hacia el cielo.) Hay tanta, tanta confusión en el pudiste haber vuelto aquí anoche? Eres capaz de haberte acostado con él.
mundo. (El tose tímidamente.) Gracias por ser tan bondadoso. Hoy me hace
falta la bondad. (STELLA se levanta serenamente.)

TELÓN STELLA: Blanche, ya no me acordaba de lo nerviosa que eres. Estás haciendo un


escándalo por nada.
ESCENA IV BLANCHE: ¿Tú crees?
STELLA: Sí, Blanche. Comprendo lo que debe haberte parecido y lo siento mu-
Primeras horas de la mañana siguiente. Hay una confusión de pregones chísimo; pero no es tan grave como te imaginas. En primer lugar, todo
callejeros semejante a un canto coral. STELLA yace en su cama. El sol ilumina puede suceder cuando los hombres se emborrachan y juegan póquer.
su rostro sereno. Una mano yace sobre su vientre que empieza a mostrar signos de Siempre es como un barril de pólvora. El no supo lo que hacía... Cuando
maternidad. En la otra tiene un comic. Sus ojos y sus labios poseen la placidez bajé estaba apenadísimo y manso como un corderito.
casi narcótica que vemos en los ídolos orientales. La mesa está congestionada con BLANCHE: ¿Y eso... arregla el problema?
los restos del desayuno y los deshechos del juego de póquer. La piyama chillona STELLA: Bueno, no está bien que nadie haga escenas... pero la gente las hace a
de STANLEY cuelga en la puerta del baño. La puerta exterior entreabierta deja veces. Stanley tiene la manía de romper cosas. Figúrate que en nuestra
ver un cielo de brillantez estival. Allí aparece BLANCHE. Ha pasado una noche noche de bodas, apenas entramos aquí me arrancó un zapato y destrozó
insomne y su aspecto contrasta con el de STELLA. Se muerde los nudillos en un todos los focos.
gesto de nerviosismo, y mira sin atreverse a entrar. BLANCHE: ¿Cómo?
STELLA: Rompió todos los focos con el tacón. (Ríe.)
BLANCHE: ¿Stella? BLANCHE: ¿Y... dejaste que lo hiciera? ¿No saliste corriendo ni pegaste de
STELLA: (Desperezándose) ¿Eh? gritos?
STELLA: Me sentí —como te diré— excitada al ver aquello. (Espera un
(BLANCHE da un grito como un gemido, entra corriendo en el momento.) ¿Te dio de desayunar Eunice?
dormitorio y, en un arranque de histérica ternura, se arroja al lado de STELLA.) BLANCHE: ¿Crees que tengo ganas de desayunarme?
STELLA: Queda café en la estufa.
BLANCHE: ¡Mi hermanita, mi niña! BLANCHE: Lo... tomas con tanta naturalidad, Stella.
STELLA: (Apartándose de ella) Blanche ¿qué te pasa? STELLA: ¿Y qué más puedo hacer? Ya están componiendo el radio. No cayó en
el pavimento, sólo se rompió un bulbo.
(BLANCHE se endereza lentamente y se para junto a la cama, mirando a BLANCHE: ¡Y te quedas sonriente ahí parada!
STELLA y mordiéndose los nudillos.) STELLA: ¿Qué esperabas?
BLANCHE: Que te domines y te enfrentes a la situación.
BLANCHE: ¿Salió? STELLA: ¿A qué te refieres?
STELLA: ¿Stan? Sí. BLANCHE: A que te casaste con un loco.
BLANCHE: ¿Volverá? STELLA: No es cierto.
STELLA: ¿Por qué no va a volver? Sólo fue a engrasar su coche. BLANCHE: Sí, con un loco. Tus problemas son peores que los míos, sólo que no
te das cuenta. Yo voy a hacer algo: controlarme y empezar una nueva vida.
STELLA: ¿Ah sí?
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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BLANCHE: Pero tú has claudicado. Y eso no está bien, no eres vieja. Puedes BLANCHE: El tiene pozos petroleros en todo Texas. Literalmente puede decirse
liberarte. que Tejas arroja manguerazos de oro en sus bolsillos.
STELLA: (Lenta y enfáticamente) No quiero liberarme de nada. STELLA: Qué bien.
BLANCHE: (Incrédula) ¿Qué estás diciendo? BLANCHE: Sabes que no me interesa el dinero sino lo que te permite obtener.
STELLA: Dije que no quiero liberarme de nada. Mira el desorden de este cuarto. Pero Shep puede hacerlo, ya lo creo.
Y todos esos cascos. Se tomaron dos cartones de cerveza. Stanley me STELLA: ¿Hacer qué, Blanche?
prometió esta mañana que no volvería a jugar póquer, pero ya sabes cuánto BLANCHE: Ponernos un negocio.
tiempo mantendrá su promesa. Oh bueno, después de todo, es su diversión, STELLA: ¿Qué clase de negocio?
como a mí me gustan el cine y el bridge. Supongo que debemos ser BLANCHE: Una tienda... no sé. Podría hacerlo con la mitad de lo que su mujer
tolerantes con los gustos ajenos. derrocha en el hipódromo.
BLANCHE: No te entiendo. (Stella se vuelve hacia ella.) No puedo comprender STELLA: ¿Es casado?
tu indiferencia. ¿Has... cultivado una filosofía oriental? BLANCHE: Querida ¿crees que yo estaría aquí si Shep fuera soltero? (Stella ríe.
STELLA: ¿Qué dices? Blanche se levanta y toma el teléfono. Habla chillonamente.) Operadora:
BLANCHE: Todo esto: arrastrar los píes de un lado a otro murmurando quién comuníqueme con la oficina de telégrafos. ¿Oficina de telégrafos?
sabe qué cosas; un bulbo roto, cascos de cerveza, caos en la cocina, como si STELLA: Querida, es un teléfono automático. Tiene disco. Tú misma tienes que
no hubiera ocurrido nada fuera de lo normal. marcar el número.
BLANCHE: No puedo marcar. Estoy tan...
(STELLA ríe vagamente, toma la escoba y le da vueltas.) STELLA: Nada más marca el cero.
BLANCHE: ¿El cero?
BLANCHE: ¿Me estás amenazando con esa escoba? STELLA: Sí, la “O” de operadora.
STELLA: No.
BLANCHE: Basta. Déjala. No quiero que limpies lo que él desarregló. (BLANCHE medita un instante. Deja el teléfono.)
STELLA: ¿Y quién va hacerlo? ¿Tú?
BLANCHE: ¿Yo? ¿Yo? BLANCHE: Dame un lápiz. ¿Dónde hay un papelito? Tengo que redactar el
STELLA: Claro que no ¿verdad? telegrama. (Va al tocador y toma algunos clínex y un lápiz de cejas.)
BLANCHE: Ay, déjame pensar. Si al menos me funcionara el cerebro. Tenemos Déjame ver. (Muerde el lápiz de cejas.) "Querido Shep: Hermana y yo
que conseguir dinero. Esa es la solución. situación desesperada".
STELLA: Siempre es bueno conseguir dinero. STELLA: ¿Cómo dijiste?
BLANCHE: Oye, se me ocurre una idea. (Temblorosamente coloca un cigarro en BLANCHE: "Hermana y yo situación desesperada. Detallaré luego. ¿Te
su boquilla.) ¿Te acuerdas de Shep Huntleigh? (Stella niega con la cabeza.) interesaría?". (Arroja el lápiz y se levanta.) No, con peticiones tan directas
Claro que te acuerdas. Fuimos compañeros en la universidad y por algún no se llega a ningún lado.
tiempo usé su anillo. Bueno... STELLA: (Riéndose) No seas tan ridícula, querida.
STELLA: Bueno qué. BLANCHE: Pero idearé algo. Debo encontrar algo. No te burles de mí Stella. Te
BLANCHE: Pues me lo encontré el invierno pasado. ¿Sabías que estuve en suplico que no te burles de mí. Quiero que veas todo lo que tengo en mi
Miami en Navidad? bolsa. (La abre.) Mira: sesenta y cinco míseros centavos. Es todo.
STELLA: No. STELLA: (Va hacia el tocador) Stanley no me pasa gasto fijo: prefiere pagar él
BLANCHE: Bueno, pues fui. Consideré el viaje una inversión, pensé que me mismo las cuentas; sin embargo...esta mañana, para arreglar las cosas, me
encontraría un millonario. regaló diez dólares. Toma cinco, Blanche, y yo me quedo con el resto.
STELLA: ¿Y lo encontraste? BLANCHE: No, Stella, de ninguna manera.
BLANCHE: Sí. Me encontré a Shep Huntleigh. Nos topamos en el bulevar STELLA: (Insistente) Sé cuánto nos levanta la moral traer un poquito de dinero.
Biscayne en Nochebuena... Shep estaba a punto de subir a su automóvil: un BLANCHE: No, muchas gracias...Venderé mi cuerpo.
Cadillac convertible como de una cuadra de largo. STELLA: No digas estupideces. ¿Cómo pudiste quedarte sin dinero?
STELLA: Debe causar muchos problemas de tránsito. BLANCHE: El dinero se va...se va como agua. (Se talla la frente.) Necesito un
BLANCHE: ¿Has oído hablar de pozos petroleros? calmante.
STELLA: Sí, vagamente. STELLA: ¿Te lo traigo?
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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BLANCHE: No, todavía no. Debo seguir pensando. (Se aproxima un tren. Quedan en silencio hasta que el estruendo se aleja.
STELLA: Deja las cosas como están, al menos por un rato. Ambas están en el dormitorio. Mientras dura el estruendo STANLEY entra de la
BLANCHE: Stella, no puedo vivir con él. Tú sí: es tu esposo. Pero ¿cómo voy a calle, se queda de pie en la cocina sin ser visto por las mujeres. Lleva en sus
quedarme aquí con él, después de lo que pasó anoche, con sólo esas manos algunos paquetes y escucha la siguiente conversación. Viste camiseta y
cortinas de por medio? pantalones de sirsaca manchados de grasa.)
STELLA: Blanche, anoche lo viste en su peor momento.
BLANCHE: Al contrario, lo vi en su mejor momento. Cuanto puede ofrecer un BLANCHE: Bueno, si me perdonas, es muy vulgar.
hombre como Stanley es fuerza animal; y él dio una exhibición maravillosa. STELLA: Pues sí, supongo que lo es.
La única manera de vivir con un hombre así es acostándose con él. Y eso es BLANCHE: Supones. Stella, no puedes haber olvidado a tal punto nuestra
asunto tuyo —no mío. educación como para que simplemente supongas que en su naturaleza
STELLA: Si descansas un poco verás que todo saldrá bien. Mientras estés con existe algo propio de un caballero. No, no tiene ni una partícula. Ay, si sólo
nosotros no tienes que preocuparte por nada. Me refiero...a los gastos. fuese ordinario, vulgar pero decente y buena persona. Sin embargo, no es
BLANCHE: Stella, tengo que ver la manera de que las dos salgamos de aquí. así: hay en él algo francamente bestial. ¿Me odias por decirte esto, verdad?
STELLA: Das por descontado que quiero liberarme de algo. STELLA: (Fríamente) Ya de una vez dilo todo.
BLANCHE: Doy por descontado que todavía recuerdas lo suficiente Belle Revé BLANCHE: Actúa como animal, tiene costumbres de animal, come como bestia,
como para que te resulte insoportable vivir en esta casa y con estos se mueve como bestia, habla como bestia. Incluso hay en él algo
jugadores de póquer. subhumano, algo que todavía no ha alcanzado la etapa humana. Sí, algo
STELLA: Bueno, entonces supones demasiado. simiesco, como una de esas láminas en los libros de antropología. Miles y
BLANCHE: No puedo creer que hables en serio. miles de años pasaron a su lado sin tocarlo, y allí lo tienes: Stanley
STELLA: ¿Por qué no? Kowalski, sobreviviente de la edad de piedra, llevando a su cubil la carne
BLANCHE: Entiendo lo que pasó, hasta cierto punto. Lo viste de uniforme, sangrante de la bestia que acaba de matar en la selva. Y tú aquí,
cuando era un militar, no aquí sino... esperándolo. Tal vez te golpee o quizá gruña y te bese; si es que ya se han
STELLA: No estoy segura de que importe en dónde lo vi. descubierto los besos. Cae la noche y los antropoides se reúnen. En la boca
BLANCHE: No vas a decirme que fue una de esas misteriosas descargas de la caverna todos gruñen como él y beben y mastican y se mueven
eléctricas que atraen a la gente. Si lo dices me voy a reír en tu cara. torpemente. Llamas su partida de póquer a lo que es una fiesta de monos.
STELLA: No voy a decir una palabra más al respecto Alguien gruñe, alguno de esos simios intenta arrebatar algo y empieza la
BLANCHE: Muy bien. No digas nada. pelea. Dios mío, puede ser que nos falte mucho para estar hechos a imagen
STELLA: Pero hay cosas que suceden en la oscuridad entre un hombre y una y semejanza de Dios; pero, Stella, hermana mía, ha habido algunos
mujer. Frente a ellas ninguna otra cosa tiene importancia. (Pausa.) progresos desde entonces. Cosas como el arte, la poesía y la música, nuevas
BLANCHE: Estás hablando del deseo animal. Nada más. Deseo: el nombre de ese luces han alumbrado el mundo desde entonces. En algunas personas han
tranvía destartalado que avanza ruidosamente por el barrio, sube una comenzado a nacer sentimientos más tiernos. Tenemos que acrecentarlos y
callejuela y baja otra. aferramos a ellos y enarbolarlos como nuestra bandera. En esta oscura
STELLA: ¿Te has subido a ese tranvía? marcha hacia lo que sea, hacia lo que nos aproximamos, no te quedes atrás
BLANCHE: Me trajo aquí —en donde estoy de sobra y me avergüenza estar. junto a las bestias.
STELLA: ¿No te parece que lo que sale sobrando es tu aire de superioridad?
BLANCHE: Stella: no soy ni me siento superior para nada. Créeme. No lo soy. Lo (Pasa otro tren. STANLEY vacila lamiéndose los labios. De pronto se da
que pasa es esto y yo así veo las cosas: Un nombre como él es alguien con vuelta y sale. Las mujeres aún ignoran su presencia. Cuando el tren ha terminado
quien te acuestas una...dos...tres veces, cuando tienes el diablo en el cuerpo. de pasar llama a través de la puerta cerrada.)
Pero ¿vivir con él, tener un hijo suyo?
STELLA: Te dije que lo amo. STANLEY: Stella, Stella, ¿me oyes?
BLANCHE: Entonces, me estremezco por ti. Simplemente me estremezco por ti.
STELLA: Si insistes en estremecerte no puedo impedirlo. (Pausa.) (STELLA, que ha escuchado muy seriamente a BLANCHE.)
BLANCHE: ¿Puedo... hablar... francamente?
STELLA: Sí, adelante, con toda la franqueza que quieras. STELLA: Ya voy, Stanley.
BLANCHE: Stella, yo...
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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EUNICE: Yo te vi correteándola por el pasillo. Voy a denunciarte al escuadrón del
(STELLA ha acudido a la puerta de entrada. STANLEY entra vicio.
despreocupadamente con sus paquetes.) STEVE: Oye, no me vengas con esas cosas.
EUNICE: (Con chillidos) ¡Me pegaste! Llamaré a la policía.
STANLEY: ¿Qué tal, Stella? ¿Regresó Blanche?
STELLA: Sí, ya volvió. (Se escucha el golpe de un utensilio de aluminio que golpea la pared, el
STANLEY: ¿Cómo está, Blanche? (Sonríe.) rugido furibundo de un hombre, gritos, estruendos de muebles derribados, algo
STELLA: Por lo que se ve, te metiste a componer el coche. que se despedaza, luego hay relativo silencio.)
STANLEY: Esos pendejos mecánicos no saben ni dónde tienen el culo. Oye...
BLANCHE: (Alegremente) ¿La mató?
(STELLA lo ha enlazado con ambos brazos fieramente y a la vista de
BLANCHE. STANLEY ríe y oprime la cabeza de STELLA contra su hombro. A (EUNICE aparece en la escalera con una furia demoníaca.)
la distancia le dedica una sonrisa a BLANCHE. Mientras las luces se desvanecen
y un resplandor se demora en los dos que se abrazan, se escucha la música del STELLA: No, ahí viene.
"blue-piano", trompeta y tambores.) EUNICE: ¡Llamen a la policía! ¡Voy a llamar a la policía! (Corriendo, da vuelta a
la esquina.)
TELÓN
(Se ríen un poco. STANLEY aparece en la esquina con su camisa de
ESCENA V boliche verde y escarlata. Sube apresuradamente los peldaños y entra en la
cocina. Su llegada inquieta a BLANCHE.)
BLANCHE está sentada en la habitación dándose fresco con un abanico
de palma. Lee una carta que acaba de terminar. Estalla en una carcajada. STANLEY: ¿Qué le pasa a Eunice?
STELLA se está vistiendo. STELLA: Se peleó con Steve. ¿Llamó a la policía?
STANLEY: Qué va: se está echando un trago.
STELLA: ¿De qué te ríes, querida? STELLA: Eso es mucho más práctico.
BLANCHE: De mí misma, de mí misma por ser tan mentirosa. Le estoy
escribiendo a Shep. (Lee la carta:) “Querido Shep: Me paso el verano (STEVE baja sobándose un golpe en la frente y mira al interior de la
yendo de un lado a otro. Y, quién sabe, a lo mejor en una de esas te caigo en casa.)
Dallas. ¿Cómo te sentaría?”. Ja, ja. (Ríe nerviosa y alegre, se toca la
garganta como si en verdad le estuviera hablando a Shep.) “Sobre STEVE: ¿Está aquí?
advertencia no hay engaño, como suele decirse”. ¿Qué te parece? STANLEY: No: en “Los Cuatro Diablos”.
STELLA: Pues... STEVE: Ese antro de mierda. (Mira a la vuelta de la calle con timidez, luego se
BLANCHE: (Continúa nerviosamente)”Muchos amigos de mi hermana veranean lanza con fingida audacia tras EUNICE.)
en el norte, pero algunos tienen casas en el golfo de México, y con ellos ha BLANCHE: ¿Oyeron? Dijo “antro”. Voy a anotarlo en mi libretita. Estoy
habido una serie interminable de recepciones, tés, cenas, cócteles". haciendo una lista de todas las palabras y frases raras que he escuchado
aquí.
(Se escucha un pleito conyugal en el departamento de arriba.) STANLEY: Aquí no vas a oír nada que no hayas escuchado antes.
BLANCHE: ¿Puedo contar con eso?
STELLA: Eunice se está peleando con Steve. STANLEY: Puedes contar hasta quinientos.
EUNICE: (Su voz resuena con una ira terrible) Sé todo lo que pasó con esa rubia. BLANCHE: Es un número muy alto.
STEVE: Mentira, no hubo nada.
EUNICE: A mí no me engañas. No me importa que vayas a emborracharte a ese (STANLEY abre el cajón del tocador, lo cierra de un golpe y arroja un
maldito bar de “Los Cuatro Diablos”; pero siempre que vas subes a los par de zapatos a un rincón. A cada ruido BLANCHE pestañea. Finalmente
cuartos de las putas. habla.)
STEVE: ¿Quién me ha visto subir?
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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BLANCHE: ¿De qué signo eres? Apuesto a que eres de Aries. Los Aries son nuevo el pañuelo a su frente. STEVE y EUNICE dan vuelta a la esquina. STEVE
enérgicos y dinámicos. Les encanta el ruido. Les gusta golpear cosas. la trae abrazada. Ella solloza lujuriosamente mientras él le dice palabras de
Debes haber golpeado a muchos hombres cuando estabas en el ejército, y amor. Se escucha un trueno a medida que ellos suben lentamente a su departa-
ahora lo compensas tratando con furia a los objetos inanimados. mento sin dejar de abrazarse.)

(Durante esta escena STELLA ha entrado y salido del clóset. Ahora STANLEY: (A Stella) Te espero en “Los Cuatro Diablos”.
asoma la cabeza.) STELLA: Oye, ¿no merezco ni un beso?
STANLEY: No delante de tu hermana. (Se va.)
STELLA: Stanley nació exactamente cinco minutos después de Navidad.
BLANCHE: Capricornio: el macho cabrío. (BLANCHE se levanta del sillón. Parece desfalleciente. Mira en
STANLEY: Y tú ¿de qué signo eres? derredor suyo con expresión casi de pánico.)
BLANCHE: De Virgo: mi cumpleaños es el mes próximo, el quince de
septiembre. BLANCHE: Stella, ¿qué te han dicho de mí?
STANLEY: ¿Qué es Virgo? STELLA: ¿Cómo?
BLANCHE: La Virgen. BLANCHE: ¿Qué te ha dicho de mí la gente?
STANLEY: (Desdeñosamente) ¡Ja! (Avanza un poco mientras se anuda la STELLA: ¿De ti?
corbata.) Dime, ¿conoces a alguien que se apellida Shaw? BLANCHE: ¿No te han contado chismes... malévolos?
STELLA: ¿Cómo crees, Blanche? Por supuesto que no.
(El rostro de BLANCHE muestra un leve sobresalto. Toma el agua de BLANCHE: Querida, en Laurel se hablaba mucho...
colonia y humedece su pañuelo a medida que responde cuidadosamente.) STELLA: ¿De ti?
BLANCHE: No me porté tan bien en los últimos años, cuando Belle Revé
BLANCHE: Bueno, todo el mundo conoce a alguien apellidado Shaw. empezó a escurrírseme entre los dedos.
STANLEY: Pues este Shaw tiene la impresión de que te conoció en Laurel; pero STELLA: Todos hacemos cosas que...
me imagino que te confunde con otra persona, porque a esa otra persona la BLANCHE: Nunca fui lo bastante firme ni independiente. Las personas débiles
conoció en un hotel llamado “Flamingo” deben brillar y resplandecer. Tienen que usar colores suaves como las alas
de las mariposas y poner pantallas de papel sobre la luz. No basta con ser
(BLANCHE ríe hasta quedarse sin aliento mientras humedece sus sienes débil. Hay que ser débil y atractiva. Y yo me estoy marchitando ahora. No
con el pañuelo empapado en colonia.) sé hasta cuándo me durará el truquito.

BLANCHE: En efecto, me confundió con “otra” persona. El hotel “Flamingo” es (La tarde se ha convertido en crepúsculo. STELLA va al dormitorio y en-
uno de esos lugares en los que no me atrevería a dejarme ver. ciende el foco cubierto por la pantalla china. Lleva una coca-cola en la mano.)
STANLEY: ¿Lo conoces?
BLANCHE: Lo he visto y lo he olido. BLANCHE: ¿Oíste lo que dije?
STANLEY: Pues para olerlo debes haberte acercado mucho. STELLA: No te escucho cuando dices cosas enfermizas. (Se acerca a ella con la
BLANCHE: El olor a perfume barato es muy penetrante. coca.)
STANLEY: ¿A poco el que usas es finísimo? BLANCHE: (En un cambio abrupto hacia la alegría) ¿Es para mí esa coca?
BLANCHE: Veinticinco dólares la onza. Y ya casi se me acabó. Es una indirecta STELLA: Para nadie más.
por si quieres acordarte de mi cumpleaños. (Habla alegremente, pero en su BLANCHE: Ay, cuánto te lo agradezco. ¿Es coca sola?
voz hay una nota de miedo.) STELLA: (Dándose la vuelta) ¿Quieres ponerle algo?
STANLEY: Shaw debe haberse confundido. El va y viene de Laurel BLANCHE: Bueno, querida, un chorrito de alcohol nunca le ha hecho daño a la
constantemente, de modo que si se trata de un error puede verificarlo y coca. Pero déjalo, tú no debes servirme.
aclararlo. STELLA: Me encanta servirte, Blanche. Me haces sentirme en nuestra casa. (Va a
la cocina, toma un vaso y sirve whisky en él.)
(STANLEY se da vuelta y cruza entre las cortinas. BLANCHE BLANCHE: Debo confesarlo: me fascina que me sirvan.
entrecierra los ojos como si fuera a desmayarse. Su mano tiembla cuando lleva de
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(BLANCHE entra corriendo en el dormitorio. STELLA va tras ella con STELLA: Blanche, ¿tú lo necesitas?
el vaso. BLANCHE de pronto toma la mano libre de STELLA y con un quejido se BLANCHE: Necesito descansar. Necesito volver a respirar tranquila. Sí: necesito
la lleva a los labios. STELLA se siente muy incómoda ante tal despliegue de a Mitch. Lo necesito desesperadamente. Imagínate. Si las cosas pudieran
emoción. BLANCHE habla con voz ahogada.) funcionar con él. Podría irme de aquí y no ser un estorbo para nadie.

BLANCHE: Eres tan... tan buena conmigo... Y yo... (STANLEY da vuelta a la esquina. Ya se ha tomado una copa.)
STELLA: Blanche.
BLANCHE: Ya lo sé, no voy hacerlo. Odias mi sentimentalismo. Pero créeme, STANLEY: (A gritos) ¡Steve, Eunice, Stella!
querida, siento las cosas de una manera que no puedo expresarte. No me
quedaré mucho tiempo, te lo prometo, no lo haré. (De arriba le contestan alegre y afectuosamente. Desde el bar de a la
STELLA: ¡Blanche! vuelta se escuchan trompeta y tambores.)
BLANCHE: (Histérica) ¡No lo haré, te lo prometo, me iré, me iré muy pronto, de
veras, no esperaré hasta que él me eche! STELLA: (Besando impulsivamente a Blanche) Todo saldrá bien.
STELLA: ¿Vas a dejar de decir tonterías? BLANCHE: (Dudosa) ¿Tú crees?
BLANCHE: Sí, querida. Cuidado: ese vaso se está derramando. STELLA: Claro que sí. (Va hasta la cocina y se vuelve para ver a BLANCHE.)
Claro que sí, claro que sí... Pero no tomes otra copa.
(BLANCHE ríe agudamente y toma el vaso, pero su mano tiembla al
punto de que el vaso casi se le cae. STELLA sirve la coca-cola en el vaso. (Esto lo escuchamos mientras sale a recibir a su esposo. BLANCHE se
Espumea y se derrama. BLANCHE da un grito agudo.) hunde en su asiento con el vaso en ¡a mano. EUNICE da grititos y se ríe mientras
baja las escaleras. STEVE viene tras ella con una especie de bramidos caprinos y
STELLA: (Alarmada por el grito) ¡Cielos! la persigue dando vuelta a la esquina. STANLEY y STELLA se toman del brazo
BLANCHE: ¡Y tenía que caerme justo en mi falda blanca! y los siguen riéndose, hasta perderse de vista. El anochecer se hace más denso. La
STELLA: Usa mi pañuelo. No lo talles mucho. música que proviene de "Los Cuatro Diablos" es lenta y melancólica.)
BLANCHE: (Recobrándose lentamente) Ya sé. Suavecito, suavecito.
STELLA: ¿Te manchó? BLANCHE: Dios mío, Dios mío, Dios mío.
BLANCHE: No, para nada. Ja, ja. ¿Verdad que tuve suerte?
(Entrecierra los ojos. El abanico cae de sus manos. Dos veces golpea el
(Se sienta, temblorosa. Experimenta alivio al tomar la bebida. Se aferra brazo del sillón. Hay un pequeño resplandor en torno a la casa. Un JOVEN viene
al vaso con ambas manos y sigue riendo levemente.) por la calle, sube las escaleras y toca el timbre.)

STELLA: ¿Por qué gritas así? BLANCHE: Adelante.


BLANCHE: No sé por qué grité. (Continúa nerviosamente). Mitch... Mitch viene
a buscarme a las siete. Creo que me ponen nerviosa nuestras relaciones. (El JOVEN aparece entre las cortinas. BLANCHE lo mira con interés.)
(Comienza a hablar sin detenerse.) Lo único que ha obtenido de mí es un
besito de buenas noches. Es todo lo que le he dado, Stella. Quiero que me BLANCHE: ¿En qué puedo servirlo?
respete. Y a los hombres no les gustan las cosas que consiguen fácilmente. JOVEN: Soy el repartidor de “La Estrella”. Vengo a cobrar la suscripción.
Por otra parte, pierden muy pronto el interés. En especial con las mujeres BLANCHE: ¿Puede uno suscribirse a las estrellas?
mayores de... treinta años. Los hombres suponen que una mujer mayor de JOVEN: No, yo decía del periódico.
treinta años está fuera de combate, como dicen vulgarmente. Y yo no estoy BLANCHE: Claro, hombre, no me entendió la broma. ¿Gusta una copa?
fuera de combate. Por supuesto, él no sabe... Quiero decir: no le he dicho JOVEN: No, gracias, señora. Cuando trabajo no tomo.
mi verdadera edad. BLANCHE: Bueno, entonces déjeme ver... No, no tengo un centavo. No soy la
STELLA: ¿Por qué te preocupan tanto los años? dueña de la casa. Soy su hermana del Misisipí. Una de esas parientas
BLANCHE: Por tantos duros golpes que ha sufrido mi vanidad. Lo que trato de pobres de las que usted habrá oído hablar.
decirte es que... Mitch supone que yo soy casta y decente ¿sabes? (Ríe JOVEN: No se preocupe. Vuelvo otro día. (Comienza a irse. Blanche se aproxima
ásperamente.) Quiero engañarlo lo suficiente para que... me necesite. un poco a él.)
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Un tranvía llamado Deseo
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BLANCHE: Oiga. (El joven se da la vuelta tímidamente. Blanche pone un (Él la mira azorado por un momento. Ella abre la puerta y mientras el
cigarro en su boquilla.) ¿Me lo enciende? joven baja los peldaños le manda un beso y lo mira desconcertada. Se queda allí
un instante, en actitud soñadora, mientras el joven se pierde de vista. Poco des-
(Ella va hacia él. Se encuentran en la puerta que divide los dos cuartos.) pués aparece Mitch en la esquina, con un ramo de rosas en las manos.)

JOVEN: Con mucho gusto. (Saca un encendedor). Este no siempre funciona. BLANCHE: ¡Miren quién viene ahí: Mi caballero de las Rosas! Hágame una
BLANCHE: ¿Es temperamental? (Enciende.) Ah, gracias. (El joven trata de irse.) reverencia primero y luego entréguemelas. Aaah-Mercí.
Oiga. (El joven se vuelve, aun más confundido. Ella se le acerca todavía
más.) ¿Qué hora es? (Lo mira coquetamente a través de las rosas y las besa. El se siente orgu-
JOVEN: Las siete y cuarto, señora. lloso y resplandeciente ante ella.)
BLANCHE: ¿Tan tarde? ¿No le encantan estos anocheceres lluviosos de Nueva
Orleáns cuando una hora no es simplemente una hora sino un trocito de TELÓN
eternidad que cae en nuestras manos —y no sabemos qué hacer con él? (Le
pone la mano en el hombro.) ¿No se mojó con la lluvia? ESCENA VI
JOVEN: No, señora. Entré en un lugar.
BLANCHE: ¿Una farmacia? ¿Y se tomó un refresco? Son las dos de la mañana del día siguiente. La pared exterior del edificio
JOVEN: Humjum. se ha hecho visible. Entran BLANCHE y MITCH. En la voz y la conducta de
BLANCHE: ¿Una leche malteada de chocolate? BLANCHE es evidente la absoluta fatiga que sólo una personalidad neurótica
JOVEN: No señora: de cereza. puede conocer. MITCH parece impasible y a la vez deprimido. Probablemente
BLANCHE: (Riendo) ¡Cereza! pasaron la noche en el parque de diversiones junto al lago Pontchartrain porque
JOVEN: Un refresco de cereza. MITCH trae en la mano, bocabajo, una estatuilla de yeso de Mae West: el tipo de
BLANCHE: Se me hace agua la boca. (Le acaricia levemente la mejilla. Luego premio que se gana en los puestos de tiro al blanco y en los juegos de azar.
va hacia el baúl.) BLANCHE se detiene exánime en los peldaños de la entrada.
JOVEN: Bueno, tengo que irme.
BLANCHE: (Deteniéndolo) Joven. BLANCHE: Bueno... (MITCH ríe incómodamente.) Bueno...
MITCH: Creo que es tardísimo... y tú estás muy cansada.
(Se vuelve. BLANCHE toma del baúl una bufanda grande y finamente te- BLANCHE: Hasta la tamalera se ha ido de la calle, y eso que siempre se queda
jida y lo envuelve en ella. En la siguiente pausa se escucha el “blue-piano”. hasta muy tarde. (Mitch vuelve a reír incómodamente.) ¿Cómo vas a
Continúa durante el resto de esta escena y el comienzo de la próxima. El JOVEN regresar a tu casa?
tose y mira muy confundido hacia la puerta.) MITCH: Caminaré hasta Bourbon Street y tomaré el tranvía nocturno.
BLANCHE: (Riendo tristemente) A estas horas ¿sigue traqueteando sobre sus
BLANCHE: Joven, joven, joven: ¿nadie le ha dicho que usted parece un príncipe rieles ese tranvía llamado Deseo?
de las Mil y Una Noches? MITCH: (Apesadumbrado) Me temo que esta noche no te divertiste para nada.
BLANCHE: Yo te la eché a perder.
(El JOVEN ríe incómodamente y permanece quieto como un niño tímido. MITCH: No, de ninguna manera; pero todo el tiempo me pareció que no te
BLANCHE le habla con dulzura.) sentías a gusto conmigo.
BLANCHE: Simplemente no me porté a la altura de las circunstancias. Eso fue
Sí, parece usted un príncipe, un corderito de miel. Acérquese. Quiero darle todo. Creo que nunca me había esforzado tanto por mostrarme alegre, pero
un beso, un solo beso, dulce y delicado en la boca. me salió mal. Cuando menos lo intenté. Merezco un diez por haberlo
intentado.
(Sin esperar su aceptación se apresura a ir hacia él y besarlo.) MITCH: Si no estabas contenta ¿para qué fingiste?
BLANCHE: Obedecí a la ley natural.
Ahora huye, vete corriendo. Me encantaría retenerte pero debo ser buena y MITCH: ¿Cuál ley?
no tocar a los niños.

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Un tranvía llamado Deseo
[22]
BLANCHE: La que dice que la dama debe divertir al caballero o no se juega... A (BLANCHE entra en la cocina. Desaparecen los muros exteriores de la
ver si encuentras en mi bolsa la llave de la puerta. Cuando estoy cansada casa y el interior de los dos cuartos puede verse en la penumbra. BLANCHE
me vuelvo muy torpe. permanece en el primer cuarto.)
MITCH: (Hurgando en la bolsa) ¿Es ésta?
BLANCHE: No querido. Esa es la llave de mi baúl, en el que muy pronto estaré BLANCHE: El otro cuarto es más cómodo... Pasa. No te preocupes por los ruidos
empacando todas mis cosas. en la oscuridad: soy yo buscando licor.
MITCH: ¿Eso quiere decir que te irás dentro de poco? MITCH: ¿Quieres beber?
BLANCHE: Ya no soy persona grata en esta casa. BLANCHE: Quiero que bebas. Toda la noche has estado inquieto y solemne
MITCH: ¿Y esta otra? como yo. Hemos estado inquietos y solemnes los dos y ahora, en estos
últimos momentos de nuestra vida en común... quiero crear... joie de vivre.
(La música se desvanece.) Encenderé una vela.
MITCH: Muy bien.
BLANCHE: ¡Bravo! Esa es. Querido: abre la puerta mientras miro por última vez BLANCHE: Seremos muy bohemios. Fingiremos que estamos sentados en París
el cielo. (Se apoya en el barandal del porche mientras Mitch abre la puerta en un cafecito de artistas de la Rive Gauche, (Enciende una vela y la pone
y se queda torpemente tras ella.) Estoy buscando las Pléyades: las Siete en una botella.) Je suis la Dame aux camellias; vous êtes Armand! ¿Sabes
Hermanas, pero esas niñas no salieron esta noche. Ah, no: ahí están, ahí francés?
están. Benditas sean. Regresen a casa muy juntitas después de su partida de MITCH: (Gravemente) No, no, yo...
bridge. ¿Ya abriste la puerta? Muy bien. Supongo que... ya querrás... irte. BLANCHE: Voulez-Vous coucher avec moi ce soir? Vous ne comprenez pas? Ah,
MITCH: (Tose y arrastra los pies) ¿Puedo, puedo darte un beso de buenas quelle dommage! Quiero decir: qué buena suerte. Encontré un poco de
noches? licor. Suficiente para dos tragos.
BLANCHE: ¿Por qué siempre tienes que pedirme permiso? MITCH: (Gravemente) Está bien.
MITCH: Porque no sé si quieres.
BLANCHE: ¿Por qué eres tan indeciso? (BLANCHE entra en el dormitorio con las bebidas y la vela.)
MITCH: La noche en que nos detuvimos a la orilla del lago y te besé, tú...
BLANCHE: Querido, no objeté el beso. El beso me encantó: fue la otra... BLANCHE: Siéntate. ¿Por qué no te quitas la chamarra y te desabrochas el
familiaridad la que yo... me vi obligada a desalentar. No, no creas que me cuello?
molestó. En realidad, de algún modo me halagó el que tú me... desearas; MITCH: Así estoy bien.
pero, querido, sabes tan bien como yo que una muchacha soltera, una BLANCHE: No, quiero que te sientas a gusto.
muchacha sola en el mundo, tiene que controlar firmemente sus emociones, MITCH: Me da vergüenza porque sudo muchísimo. Tengo la camisa pegada al
pues de otro modo está perdida. cuerpo.
MITCH: (Solemnemente) ¿Perdida? BLANCHE: Sudar es saludable. Si la gente no sudara se moriría en cinco
BLANCHE: Supongo que estás acostumbrado a muchachas fáciles de esas que se minutos. (Le quita la chamarra.) Qué bonita chamarra ¿De qué es?
acuestan en la primera cita. MITCH: De algo que llaman alpaca.
MITCH: Me gusta que seas exactamente como eres porque en toda mi... BLANCHE: Alpaca, ah sí, alpaca.
experiencia jamás conocí a nadie como tú. MITCH: Es una alpaca muy liviana.
BLANCHE: Sí, muy liviana.
(BLANCHE lo mira gravemente, luego rompe a reír y se tapa la boca MITCH: No me gusta usar chamarras lavables, ni siquiera en verano, porque las
con la mano.) mancho con el sudor.
BLANCHE: Ah.
MITCH: ¿Te estás riendo de mí? MITCH: Además, no creo que me queden. Para no verse demasiado torpe un
BLANCHE: No, querido. El señor y la señora no han vuelto todavía; de modo que hombre corpulento debe ser cuidadoso con lo que se pone.
pasa. Nos podemos tomar la última copa. ¿Qué te parece si dejamos las BLANCHE: Tú no eres muy corpulento.
luces apaga MITCH: ¿De veras no lo crees?
MITCH: Bueno... como tú quieras. BLANCHE: Tampoco eres un alfeñique. Tienes una estructura ósea maciza y un
físico impresionante.
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Un tranvía llamado Deseo
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MITCH: Gracias. En Navidad me aceptaron como miembro del Club Atlético de (BLANCHE hace girar los ojos sabiendo que MITCH no puede verle el
Nueva Orleáns. rostro. MITCH se dirige a la puerta de salida. Hay un gran silencio entre ambos.
BLANCHE: Qué bien. BLANCHE suspira y MITCH tose incómodamente. Por fin dice:)
MITCH: Fue el mejor regalo que he recibido. En el club hago pesas y nado y me
conservo en forma. Cuando entré se me estaba aflojando la panza; pero MITCH: ¿Dónde están Stanley y Stella?
ahora tengo el vientre muy duro. Tanto que pueden golpearme sin BLANCHE: Salieron con los Hubbell.
lastimarme. Pégame, ándale, pégame. ¿Ves? MITCH: Sí, pero ¿adónde?
BLANCHE: Creo que pensaban ir a una función de media noche en Loew's State.
(BLANCHE lo golpea débilmente.) MITCH: Una de estas noches debiéramos salir todos juntos.
BLANCHE: No, no me parece un buen plan.
BLANCHE: Dios mío. (Se lleva la mano al pecho.) MITCH: ¿Por qué?
MITCH: Blanche, ¿cuánto crees que peso? BLANCHE: ¿Hace mucho que eres amigo de Stanley?
BLANCHE: ¿Qué te diré? ¿Unos ochenta y tres kilos? MITCH: Estuvimos juntos en el regimiento 241.
MITCH: No, adivina... BLANCHE: ¿Hablan con franqueza?
BLANCHE: ¿No tanto? MITCH: Por supuesto.
MITCH: Más... BLANCHE: ¿Te ha hablado de mí?
BLANCHE: Bueno, como eres tan alto puedes pesar bastante sin verte gordo. MITCH: No, no mucho.
MITCH: Descalzo mido uno ochenta y siete, y desnudo peso noventa y cinco BLANCHE: Por cómo lo dices, se me hace que sí te ha hablado.
kilos. MITCH: Pues no, no me ha dicho gran cosa.
BLANCHE: Qué bárbaro, es como para tenerte miedo BLANCHE: Pero ¿qué te ha dicho? ¿Cómo definirías su actitud hacía mi?
MITCH: (Apenado) Mi peso no es un tema de conversación muy interesante. MITCH: ¿Por qué me lo preguntas?
(Vacila por un momento.) Y tú ¿cuánto? BLANCHE: Bueno...
BLANCHE: ¿Cuánto peso? MITCH: ¿No te llevas bien con él?
MITCH: Sí BLANCHE: ¿Tú qué crees?
BLANCHE: Adivina. MITCH: Creo que Stanley no te entiende.
MITCH: Déjame levantarte. BLANCHE: Esa es una manera piadosa de decirlo. Si no fuera porque Stella va a
BLANCHE: A ver, levántame, Sansón. (Mitch se coloca tras ella. Pone las manos tener un hijo, no me hubiese quedado aquí.
en su cintura y la levanta en vilo unos centímetros.) ¿Ya adivinaste cuánto? MITCH: ¿No es...amable contigo?
MITCH: Peso pluma. BLANCHE: Es insoportablemente grosero. Hace hasta lo imposible por
BLANCHE: Ja, ja. (Mitch la deposita en el suelo pero conserva las manos en su ofenderme.
cintura. Blanche habla fingiendo gazmoñería.) Ya puedes soltarme. MITCH: ¿En qué forma, Blanche?
MITCH: ¿Cómo? BLANCHE: Uf, en todas las formas imaginables.
BLANCHE: (Alegremente) He dicho que me suelte, caballero. (Mitch la abraza MITCH: Me sorprende oír eso.
torpemente. La voz de Blanche suena amablemente reprobatoria.) Oye, BLANCHE: ¿Te sorprende?
Mitch, el hecho de que Stanley y Stella no estén en casa no es razón para MITCH: Bueno, me parece increíble que alguien pueda ser grosero contigo.
que no te portes como se debe. BLANCHE: Realmente es una situación espantosa. Verás, aquí no existe la menor
MITCH: Dame una bofetada si me propaso. intimidad. De noche, entre los dos cuartos, sólo hay estas cortinas. Stanley
BLANCHE: No será necesario. Tú eres por naturaleza un caballero. Uno de los se pasea en calzoncillos... Tengo que rogarle que cierre la puerta del
pocos que quedan en el mundo. No me gustaría que pensaras que soy baño...Estas groserías son innecesarias. Probablemente preguntarás por qué
puritana o una maestra solterona, ni nada por el estilo. Lo que pasa es que... no me largo. Bueno, voy a hablarte con toda sinceridad: el sueldo de una
MITCH: ¿Qué? maestra apenas alcanza para los gastos más indispensables. El año pasado
BLANCHE: Bueno, simplemente que tengo... ideas anticuadas. no pude ahorrar un centavo, de modo que no me quedó más remedio que
venir aquí a pasar el verano. Por eso tengo que aguantar al marido de mi
hermana. Y él tiene que aguantarme, al parecer contrariando todos sus
deseos...Sin duda Stanley te ha dicho que me detesta.
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Un tranvía llamado Deseo
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MITCH: No creo que te deteste. aspecto, aquello siempre estaba presente. Vino a mí en busca de ayuda. Yo
BLANCHE: Me odia. De lo contrario no me insultaría. La primera vez que lo vi lo ignoraba. No encontré nada extraño hasta después de casarnos, cuando
pensé: este hombre es mi verdugo, este hombre me destruirá a menos que... nos escapamos y volvimos y lo único que supe es que, de alguna manera
MITCH: Blanche... misteriosa yo le había fallado y era incapaz de darle el auxilio que
BLANCHE: ¿Si, querido? necesitaba pero del que no podía hablar. Estaba hundido en arenas
MITCH: ¿Puedo hacerte una pregunta? movedizas y se aferró a mí. Pero en vez de sacarlo, resbalé y caí junto con
BLANCHE: La que tú quieras. él sin darme cuenta. No sabía nada; nada, excepto que lo amaba
MITCH: ¿Cuántos años tienes? insoportablemente pero sin poder ayudarlo ni ayudarme a mí misma. Más
BLANCHE: (Hace un gesto nervioso) ¿Por qué quieres saberlo? tarde descubrí lo que pasaba. Lo descubrí en la más atroz de las formas
MITCH: Le he hablado de ti a mi madre y me preguntó: “¿Cuántos años tiene posibles: al entrar de repente en una habitación creyendo que estaba
Blanche?” No pude contestarle. (Pausa.) desocupada. No, no estaba desocupada: había dos personas en ella: El
BLANCHE: ¿Le hablaste de mí a tu madre? muchacho con quien me casé y un hombre maduro que era su amigo desde
MITCH: Sí... hacía muchos años.
BLANCHE: ¿Por qué?
MITCH: Le dije a mi madre lo encantadora que eres y qué bien me caes. (Se escucha el estruendo de un tren que se aproxima. BLANCHE se tapa
BLANCHE: ¿Fuiste sincero? los oídos y se dobla sobre sí misma. El faro de la locomotora ilumina la ha-
MITCH: Sabes que sí. bitación a medida que pasa. Cuando el ruido se aleja BLANCHE se endereza
BLANCHE: ¿Por qué quería saber mi edad? lentamente y sigue hablando.)
MITCH: Mi madre está enferma.
BLANCHE: Cuánto lo siento. ¿Es grave? BLANCHE: Fingimos que yo no había visto nada. Sí, los tres fuimos en coche al
MITCH: No vivirá mucho. Quizá es cuestión de meses. casino del Moon Lake, muy ebrios y riéndonos durante todo el camino.
BLANCHE: Oh...
MITCH: Le preocupa que no haya sentado cabeza. (Suena música de polca en tono menor, débil a la distancia.)
BLANCHE: Oh...
MITCH: Quisiera que sentara cabeza antes de que ella... Bailamos la Varsoviana. De pronto, en pleno baile el muchacho con quien
me había casado se apartó de mis brazos y salió corriendo del casino. Unos
(Su voz se ha enronquecido, se aclara la garganta, se mueve instantes después se escuchó un disparo.
nerviosamente de un lado a otro, mete y saca las manos de los bolsillos.)
(La polca cesa abruptamente. BLANCHE se levanta en actitud rígida: en-
BLANCHE: La adoras, ¿No es cierto? tonces la polca vuelve a sonar en tono mayor.)
MITCH: Si.
BLANCHE: Creo que tienes una gran capacidad de amor. Cuando ella muera te Salí corriendo, todos corrimos y rodeamos aquella cosa terrible a orillas del
vas a sentir muy solo, ¿verdad? (Mitch se aclara la garganta y asiente con lago. La multitud me impidió acercarme. Alguien me tomó del brazo. “No
la cabeza.) Comprendo lo que eso significa. te acerques, regresa, no mires”. ¿Mirar? ¿Mirar qué? Entonces escuché
MITCH: ¿Sentirse solo? voces que decían: “Allan, Allan, Allan Grey”. Se metió el revólver en la
BLANCHE: Yo también amé y perdí a la persona amada. boca y disparó... De modo que su cabeza... Voló en pedazos.
MITCH: ¿Murió? (Ella va hasta la ventana, se sienta en el antepecho y se sirve
otro trago.) ¿Era un hombre? (Desfallece, se cubre el rostro.)
BLANCHE: Era un muchacho, apenas un muchacho cuando yo era una jovencita.
A los 16 años hice el gran descubrimiento: el amor. En forma repentina y Fue porque... en la pista de baile, incapaz de contenerme le dije: “Lo sé
total. Quizá fue demasiado. Fue como si te mostraran, bajo una luz todo, lo vi todo, me das asco”. Y a partir de esa noche el resplandor que
cegadora, algo que siempre había estado en penumbra. Así el amor me iluminaba él mundo se apagó de nuevo. Y desde entonces nunca, ni siquiera
iluminó el mundo. Pero tuve mala suerte. Me desilusioné. En aquel por un instante, ha habido para mí una luz más intensa que la de esa...vela.
muchacho había algo distinto: un nerviosismo, una suavidad, una ternura
que no parecían masculinas. Aunque no tenía nada de afeminado en su
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(MITCH se levanta torpemente y se acerca un poco a ella. Aumenta la STANLEY: Ya me lo han dicho y redicho un millón de veces. ¿Sabes que desde
polca. MITCH queda junto a BLANCHE.) que llegó tu hermana nos ha contado puras mentiras?
STELLA: No sé ni me...
MITCH: (Abrazándola lentamente) Tú necesitas a alguien y yo también necesito STANLEY: Pues sí, nos ha estado mintiendo. Pero ahora ya salieron a relucir las
a alguien. Blanche... ¿crees que tú y yo...? cosas. Hice algunos descubrimientos.
STELLA: ¿Cuáles?
(BLANCHE lo mira por un instante con la mirada perdida. Luego, con STANLEY: Los que me sospechaba. Nada más que ahora tengo pruebas de buena
un grito apagado se acurruca en sus brazos. Intenta hablar pero los sollozos aho- fuente... Y las verifiqué.
gan sus palabras. Lo besa en la frente, en los ojos y por último en los labios. Se
desvanece la polca. BLANCHE aspira y exhala largos, agradecidos sollozos.) (En el baño BLANCHE canta una dulzona canción popular que se
empleará como contrapunto de los parlamentos de STANLEY.)
BLANCHE: Hay veces... en que Dios... se hace visible.
STELLA: (A Stanley) Baja la voz.
TELÓN STANLEY: Canta como un pajarito ¿no?
STELLA: Bueno, ahora hazme favor de decirme sin gritar lo que supuestamente
ESCENA VII descubriste acerca de mi hermana.
STANLEY: Mentira número uno: Todo ese aire quisquilloso y delicado. Debías
Anochecer a mediados de septiembre. Las cortinas están abiertas y la estar al tanto de las cosas que le ha hecho creer a Mitch. El pensaba que
mesa puesta para una cena de cumpleaños con pastel y flores. En el momento en Blanche sólo se había dado besitos con los hombres. Pero la hermana
que entra STANLEY, STELLA concluye los arreglos. Blanche no es una blanca paloma. Ja, ja. Vaya que no es una blanca paloma.
STELLA: ¿Quién te lo dijo? ¿Qué te contaron?
STANLEY: ¿Y esto? STANLEY: Un proveedor de la fábrica ha ido a Laurel durante años y años. Sabe
STELLA: Querido, es cumpleaños de Blanche. cuánto hay que saber acerca de Blanche. Y también lo sabe todo el mundo
STANLEY: ¿En dónde está? en Laurel. Blanche es más famosa en el pueblo que el presidente de los
STELLA: En el baño. Estados Unidos. Sólo que nadie la respeta. El proveedor suele alojarse en el
STANLEY: (Como un remedo de Blanche) “¿Lavando mis cosas?” hotel “Flamingo”.
STELLA: Supongo. BLANCHE: (Cantando feliz) “Say, it's only a paper moon/ Sailing over a
STANLEY: ¿Cuánto tiempo lleva en el baño? carboard sea/ But it wouldn't be make-believe/ If you believed in me.” (“Es
STELLA: Toda la tarde. sólo una luna de papel/ Navegando sobre un océano de oropel./ Pero si no
STANLEY: (Parodiando otra vez) “¿Remojándome en la tina caliente?” crees en mí/ Ya no será oropel”).
STELLA: Sí. STELLA: ¿Qué tiene que ver el hotel "Flamingo"?
STANLEY: Hace un calor de casi cuarenta grados y ella se remoja en la tina STANLEY: Allí vivía Blanche.
caliente. STELLA: Mi hermana vivía en Belle Revé
STELLA: Dice que así queda fresca para la noche. STANLEY: Todo empezó cuando la mansión familiar se le escapó entre sus dedos
STANLEY: Y tú vas corriendo a la farmacia a traerle sus cocas para servírselas en de azucena. Entonces se metió al “Flamingo”. Un hotelucho de segunda
el baño a su majestad. (STELLA se encoge de hombros.) Siéntate un que tiene la ventaja de no entrometerse en la vida íntima de los personajes
minuto. que se hospedan en él. El "Flamingo" está acostumbrado a todo tipo de
STELLA: Stanley, tengo mucho quehacer. cosas. Pero hasta la gerencia quedó escandalizada con madame Blanche.
STANLEY: Siéntate. Ya lo sé todo acerca de tu hermana. Tanto los impresionó que la echaron y le dijeron que jamás volverían a
STELLA: Stanley, deja de hablar mal de Blanche. permitirle la entrada. Esto ocurrió quince días antes de su aparición en
STANLEY: ¡Y pensar que esa mujer me llama corriente! nuestra casa.
STELLA: Últimamente has hecho lo imposible por molestarla, Stanley. Y BLANCHE: (Cantando) “It's a Barnum and Bailey world,/ Just as phony as it can
Blanche es muy sensible. Debes comprender que Blanche y yo crecimos en be./ But it wouldn't be make-believe / If you believed in me”. (“Es un
condiciones muy diferentes a las tuyas. mundo de carnaval. / Más falso no puede ser/ Pero si crees en mí/ Ya no
será oropel”).
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STELLA: Son mentiras, calumnias despreciables. verla tratando de escurrirse del lío en que se metió. Pero esta vez la
STANLEY: Claro, me imaginé qué mal te iba a sentar. Blanche te vio la cara y se agarraron con las manos en la masa y no pudo zafarse el anzuelo. Le
la vio también al pobre Mitch. dijeron que lo mejor que podía hacer era cambiar de aires rápidamente. Haz
STELLA: Son cuentos. No es verdad una sola palabra de lo que te contaron. Si yo de cuenta que la expulsaron por decreto.
fuera hombre y un monstruo se atreviera a inventar esas cosas en mi
presencia... (Se abre la puerta del baño. BLANCHE asoma la cabeza envuelta en una
BLANCHE: (Cantando) “Without your love, / It's a honky-tonk parade! / Without toalla.)
your love / It's a melody played in a penny arcade...” (“Sin tu amor/Es un
mundo de carnaval./ Sin tu amor/la comparsa no tiene fin”.) BLANCHE: Stella.
STANLEY: Mi amor, te dije que verifiqué cuidadosamente todos estos rumores. STELLA: (Débilmente) Dime, Blanche.
Todavía no acabo. El problema de madame Blanche fue que en Laurel ya BLANCHE: ¿Me prestas otra toalla para que acabe de secarme el pelo?
no pudo seguir representando su farsa. A la segunda o tercera vez que salían STELLA: Ahí voy. (Con aire de aturdimiento, va a sacar la toalla del clóset y se
con ella, los hombres se daban cuenta de todo y huían. Entonces Blanche la da a BLANCHE.)
buscaba otro incauto para engatusarlo con las mismas palabras, la misma BLANCHE: ¿Qué te pasa, querida?
farsa, las mismas patrañas. Pero como el pueblo es muy pequeño esto no STELLA: No, nada. ¿Por qué?
pudo continuar eternamente. Con el paso del tiempo, Blanche se convirtió BLANCHE: Tienes una expresión rarísima.
en uno de los grandes personajes locales. La consideraban no sólo rara sino STELLA: (Trata de reír) No...Bueno, es que estoy cansada.
absolutamente chiflada, loca de remate. (Stella retrocede.) Y desde hace BLANCHE: ¿Por qué no te das un baño en cuanto termine?
uno o dos años la han mantenido a distancia como si fuera veneno. Por eso STANLEY: (Desde la cocina) Pero ¿es que piensas terminar de bañarte algún día?
está aquí, por eso ha llegado en plan de alteza real que se digna visitar a sus BLANCHE: Me tardo menos de lo que crees. Enséñale a tu alma la virtud de la
vasallos. Ha venido a montar su teatrito porque el alcalde de Laurel paciencia.
prácticamente la echó del pueblo. ¿Sabías que en los alrededores hay un STANLEY: No se trata de mi alma sino de mis riñones.
campamento militar y que la habitación de tu hermana era uno de los sitios
más concurridos por los soldados? (BLANCHE da un portazo. STANLEY ríe roncamente. STELLA regresa
BLANCHE: (Cantando) “It's only a paper moon,/ Just as phony as it can be/ But lentamente a la cocina.)
it wouldn't be make believe / If you believed in me!”
STANLEY: Bueno, hasta aquí lo que concierne a su refinamiento y a su modo tan STANLEY: Bueno ¿qué piensas de todo esto?
especial de ser. Lo cual nos lleva a la segunda mentira. STELLA: No creo en esas historias y me parece que el proveedor fue mezquino y
STELLA: Me niego a seguir escuchándote. canalla al contártelas. Mira, es posible que haya algo de verdad. Mi
STANLEY: Blanche no va a regresar a su escuela. Es más, te apuesto a que ni hermana siempre ha hecho cosas que desapruebo y que causaron muchos
siquiera tiene intenciones de volver a Laurel. No pidió licencia en la sufrimientos a nuestra familia. Ella siempre ha sido... veleidosa.
secundaria a causa de sus nonios. ¡Qué va! Ni pidió licencia ni renunció: la STANLEY: ¿Veleidosa?
echaron a patadas antes de que acabara el curso. Me duele decirte por qué STELLA: Es que cuando era joven, muy joven se casó con un muchacho que
razón tuvieron que hacerlo: Blanche se había enredado con un alumno de escribía poemas... Era guapísimo. Creo que Blanche no sólo lo adoraba sino
diecisiete años. que veneraba el suelo que él pisaba. Lo adoraba y lo veía demasiado
BLANCHE: (Sigue cantando) “It's a Barnum and Bailey world,/ Just as phony perfecto para ser humano. Pero luego descubrió...
as it can be...” STANLEY: ¿Qué?
STELLA: Que aquel muchacho tan guapo y talentoso era un degenerado. Esta
(En el baño se escucha más fuerte el correr del agua. Hay grititos y información ¿no te la dio tu proveedor?
estallidos de risa como si un niño se divirtiera bañándose.) STANLEY: Sólo hablamos de cosas recientes. Eso debe haber pasado hace mucho
tiempo. ¿No?
STELLA: Todo esto me da náuseas. STELLA: Si, hace mucho tiempo.
STANLEY: El padre del muchachito se enteró y fue a hablar con el director de la
escuela. Cómo me hubiera gustado estar en la oficina cuando llamaron a
madame Blanche para cantarle sus cuatro verdades. Me hubiera encantado
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Un tranvía llamado Deseo
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(STANLEY se acerco a ella y la toma muy suavemente de los hombros. STANLEY: Irá. Punto. Posdata: se va el martes.
Con la misma suavidad ella se aparta. Automáticamente STELLA empieza a cla- STELLA: (Lentamente) ¿Qué...hará? ¿Qué demonios va a hacer?
var velitas rosadas en el pastel.) STANLEY: Su futuro está asegurado.
STELLA: ¿Qué quieres decir?
STANLEY: ¿Cuántas velas vas a ponerle a ese pastel?
STELLA: Me detendré al llegar a veinticinco. (BLANCHE canta.)
STANLEY: ¿Invitaste a alguien?
STELLA: Invitamos a Mitch a comer pastel con helado. STANLEY: Ándale canarito, con un carajo, ¡SALTE DEL BAÑO!

(STANLEY se ve incómodo. Enciende un cigarro con la colilla del otro.) (Se abre la puerta del baño y aparece BLANCHE con una alegre
carcajada, pero cuando STANLEY se acerca a ella y pasa a su lado un gesto de
STANLEY: Mejor no esperes a Mitch. terror aparece en su rostro. STANLEY ni siquiera la mira pero da un portazo
cuando se mete en el baño. BLANCHE, mientras toma un cepillo para el pelo.)
(STELLA no deja de insertar las velitas y lentamente se vuelve a mirar a
STANLEY.) BLANCHE: Ah, me siento tan bien después de mi largo baño caliente. Tan bien,
tan fresca y tan descansada.
STELLA: ¿Por qué? STELLA: (Triste y dudosamente desde la cocina) Qué bueno, Blanche.
STANLEY: Mitch es mi amigo. Estuvimos en el mismo regimiento: el 241 de BLANCHE: (Cepillándose vigorosamente) Sí, me siento tan refrescada. (Hace
ingenieros. Trabajamos en la misma fábrica y ahora estamos en el mismo sonar los hielos en su vaso de jaibol.) Un baño caliente y un buen trago frío
equipo de boliche. ¿Crees que me atrevería a mirarlo a la cara si...? me dan siempre una nueva perspectiva de la vida. (Mira por las cortinas
STELLA: Stanley, Stanley Kowalski, ¿fuiste capaz de decirle, de contarle...? entreabiertas a STELLA, que está de pie entre ellas, y lentamente
STANLEY: Claro que le conté. Me hubiera remordido la conciencia para siempre BLANCHE deja de cepillarse.) Algo ha pasado, ¿qué fue?
si sabiendo todo eso hubiese dejado que atraparan a mi mejor amigo. STELLA: (Alejándose rápidamente) No ha pasado nada, Blanche.
STELLA: Entonces Mitch, ¿no volverá a verla? BLANCHE: Mientes: algo pasó. (Mira temerosamente a STELLA, que pretende
STANLEY: ¿Tú qué harías si estuvieras en su lugar? estar ocupada en poner la mesa. El piano distante concluye en un final
STELLA: Lo que te pregunté es si Mitch rompió con ella. febril.)

(La voz de BLANCHE se levanta de nuevo, serena como una campana. TELÓN
Canta: "But it wouldn't be make-believe / if you believe in me...")
ESCENA VIII
STANLEY: Bueno, no creo que pueda decirse que no volverá a verla;
simplemente que está al tanto. Tres cuartos de hora más tarde. La visión a través de los ventanales se
STELLA: Stanley, ella creía que Mitch iba...iba a casarse con ella. Yo también lo desvanece gradualmente en un crepúsculo todavía dorado. Una antorcha de luz
esperaba. solar brilla junto a un gran tanque de agua o un depósito de petróleo en el lote
STANLEY: Pues no, no va a casarse con ella. Tal vez iba, pero ahora no va a baldío que está hacia la zona comercial salpicada de ventanas encendidas o que
meterse en la jaula de los leones. (Se levanta.) Blanche, ¿serías tan amable reflejan el crepúsculo. Los tres personajes concluyen una patética cena de
de dejarme entrar en mi baño? cumpleaños. STANLEY se ve sombrío; STELLA incomodísima y triste. BLANCHE
BLANCHE: Sí señor, claro que sí. ¿Podría esperar un segundo a que me seque? tiene una sonrisa rígida y artificial en su rostro tenso. En la mesa hay un cuarto
STANLEY: Ya que he esperado una hora, bien puedo esperar un segundo. lugar que se quedó vacío.
STELLA: Y si Blanche se quedó sin trabajo, ¿qué va a hacer entonces?
STANLEY: A partir del martes ya no estará aquí, lo sabes, ¿no es cierto? Para BLANCHE: (De repente) Stanley, cuéntanos un chiste, algo divertido que nos
asegurarme, yo mismo le compré el boleto: un pasaje de autobús. haga reír. No sé que nos pasa... Todos estamos tan solemnes. ¿Será porque
STELLA: En primer lugar, Blanche no querrá viajar en autobús. mi galán me dejó plantada? (STELLA ríe débilmente.) Es la primera vez en
STANLEY: Viajará en autobús. No hay de otra. toda mi experiencia con hombres —y he tenido que vérmelas con toda clase
STELLA: No, no irá.
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de tipos— en que realmente alguien me deja plantada. Ja, ja, no sé cómo
tomarlo. Cuéntanos un chistecito, Stanley, algo que nos anime. (STELLA comienza a llorar débilmente. STANLEY sale con pasos furi-
STANLEY: No sabía que te gustaban mis chistes, Blanche. bundos al porche y enciende un cigarro. Se escucha a los músicos negros de a la
BLANCHE: Me gustan cuando son divertidos, no cuando son indecentes. vuelta.)
STANLEY: No me sé ninguno lo bastante refinado para tu gusto.
BLANCHE: Entonces déjame contarlo. BLANCHE: Stella ¿qué pasó mientras me estaba bañando? ¿Qué te contó?
STELLA: Nada, nada, nada.
(La música se desvanece.) BLANCHE: Supongo que te dijo algo sobre Mitch y sobre mí. Tú sabes por qué
no vino Mitch pero no quieres decírmelo. (Stella mueve la cabeza con gesto
STELLA: Sí, cuéntalo, Blanche. Tú te sabías muchos muy buenos. de impotencia.) Voy a llamarlo.
BLANCHE: Déjenme ver. Tengo que revisar mi repertorio. Ah, sí, me encantan STELLA: Yo que tú no lo haría, Blanche.
los de pericos. ¿Les gustan los de pericos? Bueno, este es el de una BLANCHE: Pues yo voy a llamarlo.
solterona dueña de un perico groserísimo que conocía más expresiones STELLA: (Tristísima) Preferiría que no lo hicieras.
vulgares que el señor Kowalski. BLANCHE: Necesito que alguien me explique.
STANLEY: ¡Bah!
BLANCHE: Y el único modo de callarlo era ponerle una capucha a su jaula para (Va rápidamente hacia el teléfono en el dormitorio. STELLA sale al
que el perico se durmiese creyendo que había caído la noche. Bueno, pues porche y mira recriminatoriamente a su marido. STANLEY gruñe y le da la
una mañana la solterona apenas acababa de quitarle la capucha a la jaula espalda.)
cuando llegó, ¿quién creen ustedes?: El predicador. Entonces ella corrió a
tapar al perico y fue a recibir al predicador. Mientras conversaban, el perico STELLA: Mira tu obra: ya estarás contento. En mi vida me costó tanto trabajo
permaneció totalmente quieto, silencioso como un ratón. Pero ella le pasar un bocado viendo la cara de esta muchacha y la silla vacía.
preguntó al predicador cuánta azúcar quería en su café, y el perico rompió BLANCHE: (En el teléfono) ¿Sí? Con el señor Mitchell, por favor... Ah. ¿Puedo
el silencio gritando: “¡Coño, qué poco me duró este pinche día!” dejarle mi número? Magnolia 90-47. Dígale que es muy urgente. Sí, muy
urgente. Gracias.
(BLANCHE echa hacia atrás la cabeza y ríe. Stella también se esfuerza
en vano por parecer alegre. STA NLE Y no presta atención al chiste pero se arroja (Permanece junto al teléfono con mirada perdida y de terror. STANLEY
sobre la mesa para tomar con un tenedor una chuleta sobrante que devora sin se vuelve lentamente hacia su mujer y la abraza torpemente.)
cubiertos.)
STANLEY: Stella, todo se compondrá cuando Blanche ya no esté y haya nacido el
BLANCHE: Al parecer mi chiste no le gustó al señor Kowalski. niño. Todo volverá a marchar bien entre tú y yo, como antes. ¿Te acuerdas
STELLA: El señor Kowalski está ocupadísimo tragando como un cerdo y no cómo era nuestra vida? ¿Las noches que pasábamos juntos? Dios mío, qué
puede pensar en ninguna otra cosa. maravilla será poder hacer ruido de noche, como antes, y prender las luces
STANLEY: Correcto, nena. de colores sin que ninguna hermana esté oyéndonos detrás de las cortinas.
STELLA: Tienes la cara y los dedos llenos de manteca. Ve a lavarte y ayúdame a
levantar la mesa. (Los vecinos de arriba empiezan a reír casi bramando. STANLEY ríe:)

(STANLEY toma su plato y lo arroja al suelo.) STANLEY: Steve y Eunice.


STELLA: Vamos a entrar. (Entra en la cocina y comienza a encender las velitas
STANLEY: Así te voy a limpiar la mesa. (La toma por el brazo.) No me vuelvas a del pastel.) Blanche.
hablar en esa forma: “cerdo”, “polaco”, “vulgar”, “repugnante”, “cochino”. BLANCHE: Ya voy... (Va del dormitorio a la mesa.) Ay qué hermosas velitas. No
Estoy harto de oír estas palabras en tu boca y en la de tu hermana. ¿Quién las quemes, Stella.
demonios se han creído ustedes que son? ¿Un par de reinas? Recuerden lo STELLA: Para eso son.
que dijo Huey Long: “Todo hombre es un rey”. Aquí yo soy el rey y no lo
olviden. (Arroja una taza y un plato al suelo.) Ya limpié mi lugar, ¿quieren (STANLEY entra.)
que limpie también el de ustedes?
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
[29]
BLANCHE: Guárdalas para los cumpleaños del niño. Espero que en su vida brille
la luz y que sus ojos sean como velas; como dos velas azules encendidas en (STANLEY le muestra un sobrecito.)
un pastel blanco.
STANLEY: (Sentándose) Qué poético. STANLEY: Sí, espero que te guste.
BLANCHE: (En una pausa reflexiva) No debí llamarlo. BLANCHE: Pero, pero, pero es...
STELLA: Pueden haber pasado muchas cosas. STANLEY: Un boleto de regreso a Laurel... En Greyhound para el martes.
BLANCHE: No hay excusa, Stella. No tengo por qué soportar insultos. No debe
tratarme como si fuera su esclava. (La música de la “Varsoviana” se introduce suavemente y continúa so-
STANLEY: Qué calor hace aquí con los vapores de ese baño. nando. Stella se levanta abruptamente y da la espalda, BLANCHE trata primero
BLANCHE: Ya me disculpé tres veces. (El piano se desvanece.) Tomo baños de sonreír y luego de reír. Después renuncia a ambas cosas. Se levanta de la mesa
calientes para mis nervios. Es lo que llaman hidroterapia. Tú, polaco y corre al dormitorio. Se lleva la mano a la garganta y enseguida se lanza hacia el
saludable, sin un nervio en tu cuerpo, naturalmente ignoras lo que significa baño se escuchan toses y ahogos.)
la ansiedad.
STANLEY: No soy polaco. Polacos son los que nacen en Polonia. Pero yo soy STANLEY: Bueno...
norteamericano ciento por ciento. Nacido y criado en el país más grande del STELLA: No había ninguna necesidad de llegar a esto.
mundo y orgullosísimo de ello. De modo que tío vuelvas a llamarme STANLEY: Ya he aguantado bastante, ¿no crees?
polaco. STELLA: No tenías por qué ser tan cruel con alguien tan indefenso como ella.
STANLEY: Sí, es muy delicadita.
(Suena el teléfono. BLANCHE se levanta expectantemente.) STELLA: Lo es. Lo fue. Tú no la conociste cuando niña. Nadie fue más tierna y
confiada que Blanche; pero gente como tú la maltrató y la obligó a cambiar.
BLANCHE: Seguro que es para mí.
STANLEY: No estés tan segura, quédate sentada. (Va lentamente hacia el (Él entra en el dormitorio, se quita la camisa y se pone una brillante
teléfono.) ¿Sí? Ah, sí, que tal, Mac. camisa de boliche, STELLA lo sigue.)

(Se reclina en la pared y contempla insultantemente a BLANCHE. Ella STELLA: ¿Y ahora te largas a jugar boliche?
se hunde en su silla con mirada de terror. STELLA se inclina y le toca el hombro.) STANLEY: Pues claro...
STELLA: No irás. (Lo toma por la camisa.) ¿Por qué le hiciste eso?
BLANCHE: No me toques, Stella. ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras con aire STANLEY: No le he hecho nada a nadie. Suéltame. Ya me rompiste la camisa.
compasivo? STELLA: Quiero saber por qué, dime por qué.
STANLEY: (Aullando) ¡Ya cállense...! (Al teléfono.) Perdona: tenemos aquí STANLEY: Cuando yo y tú nos conocimos te parecí vulgar. Tenías toda la razón,
metida a una vieja escandalosa. ¿Qué decías, Mac? ¿En el boliche de Riley? nena. Yo era vulgar como la mugre. Me enseñaste una foto de la casa de las
No, no quiero jugar allí. La semana pasada tuve un problema con Riley. columnas. Yo te bajé de esas columnas y cómo te encantó ver brillar las
Soy el capitán del equipo, ¿no? Bueno, entonces mejor jugamos en el luces de colores. ¿Acaso no fuimos felices? ¿Acaso no marchó todo bien
"Gala" o en el "West Side"... Muy bien, Mac. Nos vemos. hasta que ella apareció aquí?

(Cuelga y vuelve a la mesa. BLANCHE trata de dominarse bebiendo (STELLA hace un leve movimiento. Súbitamente su mirada parece ir
agua de su vaso. El no la mira, pero mete la mano en su bolsillo. Luego habla hacia adentro, como si una voz interior la llamara por su nombre. Comienza un
lentamente y con fingida amabilidad.) lento proceso de arrastrar los pies del dormitorio a la cocina, apoyándose con mi-
rada ciega en el respaldo de las sillas y después en los bordes de la mesa.
STANLEY: Hermana Blanche, le tengo un recuerdito de cumpleaños. STANLEY, arreglándose la camisa, no se da cuenta de la reacción de STELLA.)
BLANCHE: ¿De verdad, Stanley? No esperaba ninguno. Yo... no sé por qué Stella
quiere celebrar mi cumpleaños... Cuando una llega a los veintisiete, la edad STANLEY: ¿Acaso no fuimos felices juntos? ¿No estuvo todo bien hasta que
es un tema que prefiere ignorar. apareció tu hermana con sus grandes pretensiones y vino a decirte que tu
STANLEY: ¿Veintisiete? marido era un gorila? (De pronto advierte lo que le sucede a STELLA.)
BLANCHE: (Rápidamente) ¿Qué es? ¿Es para mí? Oye, ¿qué te pasa, Stella? (Se acerca a ella.)
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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STELLA: (Serenamente) Llévame al hospital. BLANCHE: No.
MITCH: No me gustan los ventiladores.
(Él y ella están juntos ahora. Ella se apoya en su brazo y STANLEY le BLANCHE: Entonces lo apagamos, querido. No soy fanática de ellos.
dice palabras inaudibles mientras salen a la calle.)
(Aprieta un botón y el ventilador se va parando. Ella se aclara incómoda-
TELÓN mente la garganta mientras MITCH se acuesta en la cama y enciende un cigarro.)

ESCENA IX BLANCHE: No sé qué puedo ofrecerte de beber. No he... visto que hay.
MITCH: No quiero tomar licor de Stan.
La noche del mismo día, un poco más tarde. Blanche está en una BLANCHE: No es de Stan. No todo lo que hay aquí es de Stan. En realidad
incómoda posición arqueada en una silla del dormitorio que ella ha recubierto muchas cosas que hay en este departamento son mías. ¿Cómo sigue tu
con bandas diagonales verdes y blancas. Tiene puesta su bata de satín escarlata. mamá? ¿Ya está mejor?
En la mesa, junto al sillón, hay una botella de licor y un vaso. Se escucha rápida y MITCH: ¿Qué?
febril la polca "La Varsoviana". La música está en su mente. BLANCHE bebe BLANCHE: Algo pasa esta noche pero no te preocupes. No voy a interrogarte
para escapar de esa música y de la sensación de desastre que se cierne sobre ella. como si fueras un testigo; sólo (se toca la frente, recomienza la polca)
Parece susurrar la letra de la canción. Un ventilador va y viene. MITCH da fingiré que no advierto nada distinto en ti. ¡Ay, esa música de nuevo!
vuelta a la esquina en ropa de trabajo, camisa y pantalones de mezclilla azul. No MITCH: ¿Cuál música?
se ha afeitado. Sube los escalones y toca el timbre. BLANCHE se sobresalta. BLANCHE: “La Varsoviana”. La polca que tocaban cuando Allan... Espérate.

BLANCHE: ¿Quién es? (Se escucha a la distancia un disparo de revólver. BLANCHE parece ali-
MITCH: (Roncamente) Yo, Mitch. viada.)

(Cesa la música de polca.) BLANCHE: El disparo. Siempre se oye el disparo y después la música cesa. (La
polca vuelve a morir.) Sí, ya no se oye.
BLANCHE: Un momento. MITCH: ¿Estás delirando, Blanche?
BLANCHE: Veré qué puedo encontrarte para... (Va hacia el clóset y finge buscar
(BLANCHE se apresura frenéticamente a abrirle, pero antes guarda la la botella.)A propósito, perdóname por no estar vestida, pero ya no te
botella en el clóset, se detiene ante el espejo, se polvea y se pone agua de colonia. esperaba. ¿Se te olvidó que estabas invitado a cenar?
Se halla tan exaltada que su respiración se escucha mientras va rápidamente a la MITCH: No quería volver a verte.
puerta de la cocina y la abre para que entre MITCH.) BLANCHE: Un momento, no te oigo y hablas tan poco que cuando lo haces no
quiero perderme una sílaba... ¿Qué estoy buscando? Ah sí, el licor... Esta
BLANCHE: Mitch, ¿sabes? No debía dejarte entrar después de la forma en que noche ha habido aquí tanta agitación que me siento de lo más confusa.
me has tratado esta noche. ¡Fuiste tan poco caballeroso! Pero ¿cómo estás, (Finge haber encontrado repentinamente la botella.) Encontré algo. ¿Qué
guapo? tal estará?
MITCH: (Sube un pie a la cama y la mira con desprecio.) Si no lo sabes, debe ser
(Le ofrece sus labios. El no la besa y la hace a un lado para entrar. Ella una botella de Stan.
lo mira temerosa mientras entra en el dormitorio.) BLANCHE: Baja el pie de la cama. La colcha está recién lavada. Por supuesto los
hombres nunca se dan cuenta de esas cosas... Desde que llegué he mejorado
BLANCHE: Válgame Dios, qué indiferencia y qué aspecto tan tosco. Caramba, ni este departamento como no te imaginas.
siquiera te rasuraste. Insulto imperdonable para una dama. Pero te perdono, MITCH: Claro que sí.
te perdono porque verte es un alivio. Detuviste la polca que resonaba en mi BLANCHE: Tú lo conociste antes de que llegara. Bueno, pues míralo ahora. El
cabeza. ¿Alguna vez te ha sucedido que algo se te quede encerrado en la cuarto está casi elegante. Quiero conservarlo así. Me pregunto si esta
mente? No, por supuesto que no: con esa facha de angelote, nada malo bebida debe mezclarse con algo. Hum, es dulce, demasiado dulce,
puede anidar en tu mente. terriblemente dulce. Es un licor de sobremesa. Sí, es un cordial. (Mitch
MITCH: ¿Tiene que estar prendido el ventilador? gruñe.) Me temo que no te va a gustar, pero pruébalo a lo mejor te gusta.
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Un tranvía llamado Deseo
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MITCH: Ya te dije que no quiero licor de Stan y hablo en serio. No debes tocarlo. BLANCHE: ¿Quién te dijo que yo no era... “decente”? ¿Mi afectuoso cuñado? Y
Stanley dice que te has pasado el verano sorbiéndole su licor a lengüetadas ' tú le creíste.
como un gato. MITCH: Al principio le dije que era un mentiroso. Luego comprobé lo que
BLANCHE: Qué afirmación tan absurda. Es absurdo que él lo diga y tú lo repitas. Stanley me había contado. En primer lugar, le pregunté a nuestro proveedor
Ni siquiera puedo contestar a una acusación tan vulgar porque sería que se ocupa de Laurel. En seguida llamé por larga distancia a ese
ponerme a su nivel. comerciante.
MITCH: Ugh. BLANCHE: ¿Cuál comerciante?
BLANCHE: ¿En qué piensas? Veo algo en tus ojos. MITCH: Kiefaber.
MITCH: (Levantándose) Está muy oscuro. BLANCHE: Kiefaber, el comerciante de Laurel. Sé quién es: me hizo
BLANCHE: Me encanta la oscuridad. Me consuela. proposiciones deshonestas. Lo puse en su lugar. Ahora se venga inventando
MITCH: Creo que nunca te he visto bajo la luz. (Blanche ríe sin aliento.) Sí, calumnias.
nunca te he visto. MITCH: Tres personas: Kiefaber, Stanley y Shaw, me juraron que decían la
BLANCHE: ¿De veras? verdad.
MITCH: Nunca te he visto a la luz del día. BLANCHE: Los tres cochinitos revolcándose en su chiquero. ¡Y qué chiquero!
BLANCHE: ¿De quién es la culpa? MITCH: ¿No viviste en el hotel “Flamingo”?
MITCH: Nunca quieres salir de tarde. BLANCHE: ¿“Flamingo”? No: se llama “Tarántula”. Viví en un hotel llamado
BLANCHE: Claro que no, Mitch: por las tardes trabajas en la fábrica. “Tarántula”.
MITCH: No los domingos. A veces te he pedido que salgamos en domingo pero MITCH: (Estúpidamente) ¿“Tarántula”?
siempre encuentras excusas. Jamás quieres salir conmigo antes de las seis y BLANCHE: Sí, una araña gigantesca. Era la red en que atrapaba a mis víctimas.
siempre vamos a un lugar poco iluminado. (Se sirve otra copa.) Sí, me acosté con muchos extraños. Después de la
BLANCHE: Hay en tus palabras una intención que no capto. muerte de Allan, acostarme con extraños era lo único que podía hacer para
MITCH: Quiero decir que nunca te he visto bien a bien, Blanche. Vamos a llenar mi corazón desierto. Creo que fue el pánico, simplemente el pánico,
prender la luz. lo que me llevó de uno a otro en busca de protección; aquí y allá; en los
BLANCHE: (Temerosa) ¿Luz? ¿Cuál luz? ¿Para qué? lugares más inverosímiles. Terminé buscándola en un niño de diecisiete
MITCH: El foco que tiene puesto ese papel. (Arranca la pantalla de la bombilla. años pero alguien escribió al director de la secundaria: “Esta mujer carece
Ella da un grito aterrado.) de solvencia moral para ocupar el puesto que desempeña”. (Arroja hacia
BLANCHE: ¿Por qué lo hiciste? atrás la cabeza con risa convulsiva y sollozante. Luego repite:) “Esta mujer
MITCH: Para poder verte bien y claramente. carece de solvencia moral para ocupar el puesto que desempeña”. (Jadea y
BLANCHE: Por supuesto no te propones ser ofensivo. bebe.) ¿Era verdad? Supongo que sí. De algún modo carezco de solvencia
MITCH: No, nada más realista. moral. Va qué importa. Así pues, vine a casa de mi hermana. ¿A qué otro
BLANCHE: No quiero realismo. Quiero magia. (MITCH se ríe.) Sí, sí, magia. lugar podía ir? Estaba acabada. ¿Tú sabes lo que significa estar acabada?
Trato de darle eso a la gente, tergiverso las cosas, no digo la verdad, sino lo Mi juventud se había esfumado de pronto, como el chorro del surtidor se
que debería ser verdad. Si eso es pecado, que me condenen por él. —No deshace en el agua de una fuente. Y...te conocí. Me dijiste que necesitabas a
enciendas la luz. alguien. Yo también necesitaba a alguien. Le di gracias a Dios por haberte
encontrado, porque parecías tan bondadoso: una concavidad en la roca del
(MITCH va hacia el interruptor, enciende la luz y la observa. Ella grita y mundo, un hueco en que podía refugiarme. Supongo que pedía demasiado,
se cubre el rostro. MITCH apaga la luz.) esperaba demasiado. Kiefaber, Stanley y Shaw ataron un bote de hojalata al
cometa y no pudo elevarse. (Hay una pausa. Mitch la observa
MITCH: (Lenta y amablemente) No me importa que seas más vieja de lo que estúpidamente.)
pensaba; pero todo lo demás —Dios mío. Toda esa farsa, todo ese numerito MITCH: Me engañaste, Blanche.
sobre tus ideales a la antigua y la sarta de imbecilidades con que me has BLANCHE: No digas que te engañé.
estado aturdiendo todo el verano. Claro, sabía que cumpliste dieciséis años MITCH: Me dijiste mentiras, puras mentiras.
hace ya mucho tiempo. Pero fui lo bastante imbécil para creer que eras BLANCHE: No en mi interior. Mi corazón no te mintió jamás.
decente.

Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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(La VENDEDORA MEXICANA da vuelta a la esquina. Es una ciega en-
vuelta en un rebozo negro que carga ramos de esas flores de hojalata que los BLANCHE: ¿Qué quieres?
mexicanos humildes despliegan en sus funerales y otras ocasiones. Su llamado es MITCH: (Intentando abrazarla) Lo que he esperado todo el verano.
apenas audible. Su figura casi no se ve afuera de la casa.) BLANCHE: Entonces cásate conmigo.
MITCH: No, ya no quiero casarme contigo.
MEXICANA: Flores. Flores para los muertos. Flores. Flores. BLANCHE: ¿No?
BLANCHE: ¿Qué es eso? Oh, hay alguien afuera MITCH: (Dejando caer las manos que enlazaban la cintura de Blanche) No eres
pura, no podrías vivir bajo el mismo techo que mi madre.
(Sale, abre y mira a la MEXICANA que está a la puerta y le ofrece BLANCHE: Entonces, lárgate. (El mira fijamente.) Vete de aquí inmediatamente,
flores.) antes que empiece a gritar “fuego”. (Su garganta está congestionada de
histeria.) Lárgate de aquí antes que empiece a gritar “fuego”.
BLANCHE: (Aterrada) No. No. Ahora no. Ahora no. (Vuelve a toda velocidad de
nuevo hacia la calle repitiendo su pregón:) “Flores para los muertos”. (El sigue mirándola. De pronto ella corre hacia el ventanal en que se
recorta el azul-pálido de la suave luz del verano y grita salvajemente):
(La música de polca recomienza.)
BLANCHE: ¡Fuego, fuego, fuego!
BLANCHE: (Como para sí misma) Desmoronamiento y evanescencia,
remordimiento y recriminación... “Si hubieses hecho esto, no me hubiera (Con un jadeo, MITCH sale por la puerta de la calle; ruidosa y
costado tanto aquello...” torpemente baja los peldaños y desaparece por la esquina. BLANCHE se aparta
MEXICANA: Coronas para los muertos. Coronas. tambaleante de la ventana y cae de rodillas. El piano distante suena lento y
BLANCHE: Herencias. Ah...y otras cosas, por ejemplo fundas de almohadas melancólico.)
manchadas de sangre. “Hay que cambiar la ropa de esa cama”. “Sí, mamá;
pero ¿no podríamos pagarle a una negrita para que lo hiciera?” No, claro TELÓN
que no podíamos pagarle, lodo se había perdido menos...
MEXICANA: Flores. ESCENA X
BLANCHE: ...menos la muerte. Yo me sentaba aquí, ella ahí. La muerte estaba
tan cercana como tú...Ni siquiera nos atrevíamos a admitir que habíamos La misma noche, algunas horas después. BLANCHE ha estado bebiendo
oído hablar de ella. casi ininterrumpidamente desde que MITCH se fue. Ha arrastrado su baúl hasta
MEXICANA: Flores para los muertos. Flores, flores. el centro del dormitorio. Está abierto y rebosa de vestidos estampados. A medida
BLANCHE: Lo opuesto de la muerte es el deseo. ¿Lo dudas? ¿Cómo es posible que bebía y empacaba la fue dominando una exaltación histérica y se ha puesto
que lo dudes? No muy lejos de Belle Rêve, antes de que la perdiéramos, un traje de noche de satín blanco, hasta cierto punto sucio y arrugado, y un par
había un campamento donde entrenaban reclutas. Los sábados por la noche de zapatos plateados con falsos brillantes en los tacones. Ahora se está poniendo
iban al pueblo a emborracharse. una diadema frente al espejo del tocador y murmura excitadamente como si la
MEXICANA: (Quedamente) Coronas... escuchara un grupo de admiradores espectrales.
BLANCHE: ...y antes de volver al campamento se acercaban tambaleantes a mi
jardín y me llamaban: “Blanche, Blanche”. La vieja sorda, la única que BLANCHE: ¿Qué les parece si vamos a nadar a la luz de la luna en la cantera
había quedado no sospechaba nada. Pero a veces yo respondía a sus abandonada? ¿Hay alguien que sepa manejar y no esté borracho? Ja, ja. Es
llamados... Más tarde el camión de la policía militar los iba recogiendo la mejor manera de ahuyentar los zumbidos de la cabeza; pero tengan
como margaritas... para emprender el largo regreso al campamento... cuidado al zambullirse en la parte honda porque si se golpean con una roca
no volverán con vida a la superficie.
(La MEXICANA se vuelve lentamente y desaparece con sus suaves
gritos luctuosos. BLANCHE va al tocador y se inclina sobre él. Un momento (Temblorosamente alza el espejo de mano para verse de cerca. Respira
después MITCH se levanta de la cama y va a su lado. Se desvanece la música de hondo y estrella el espejo con tal violencia que lo rompe. Se queja e intenta le-
polca. MITCH pone sus manos en la cintura de BLANCHE y trata de obligarla a vantarse. STANLEY da vuelta a la esquina. Aún lleva puesta la camisa de seda
volverse hacia él.) con que juega boliche. Comienza a oírse la música de segundo orden que
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Un tranvía llamado Deseo
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continuará tenuemente a lo largo de la escena. STANLEY entra en la cocina STANLEY: Bueno, lo importante es que tu millonario sea de alguna parte.
dando un portazo. Al descubrir a BLANCHE lanza un leve silbido. Rumbo a su (Comienza a quitarse la camisa.)
casa bebió unas copas y trae consigo botellas de cerveza.) BLANCHE: Cierra las cortinas antes de seguir desvistiéndote.
STANLEY: (Amablemente) Por ahora no me quitaré nada más. (Saca una botella
BLANCHE: ¿Cómo está mi hermana? de cerveza.) ¿No has visto el destapador?
STANLEY: Todo va muy bien.
BLANCHE: ¿Y el bebé? (Ella avanza lentamente hacia el tocador y allí se queda de pie, con las
STANLEY: (Sonriendo amablemente) El bebé no llegará antes de la mañana, de manos enlazadas.)
modo que me mandaron a descansar un rato.
BLANCHE: ¿Quieres decir que vamos a quedarnos solos toda la noche? STANLEY: Tuve un primo que destapaba botellas con los dientes. (Intenta
STANLEY: Sí, yo y tú, Blanche. A menos que tengas a alguien escondido bajo la destapar la botella contra el borde de la mesa.) Era su único mérito, era lo
cama. ¿Para qué te has puesto todos esos plumajes? único que sabía hacer, era nada más un destapador humano. Y una vez en
BLANCHE: Ah, claro, es que saliste antes que me llegara el telegrama. una boda se rompió todos los dientes. Desde entonces quedó tan
STANLEY: ¿Recibiste un telegrama? avergonzado que se iba de la casa en cuanto llegaban visitas.
BLANCHE: Sí, de un viejo admirador.
STANLEY: ¿Buenas noticias? (La corcholata cede y la espuma se derrama. STANLEY ríe feliz levan-
BLANCHE: Naturalmente: una invitación. tando la botella por sobre su cabeza.)
STANLEY: ¿Para un baile de disfraces?
BLANCHE: (Echando la cabeza hacia atrás) No: para un crucero en yate por el STANLEY: Ja, ja: lluvia celestial. (Le ofrece a Blanche la botella.) ¿Enterramos el
Caribe. hacha de la guerra y bebemos la copa de la paz?
STANLEY: ¡Mira nada más! Quién se lo hubiera imaginado. BLANCHE: No, muchas gracias.
BLANCHE: Es la mayor sorpresa de mi vida. STANLEY: Bueno, es una noche excepcional para los dos: yo estoy a punto de
STANLEY: Supongo. tener un hijo y tú un millonario. (Va al clóset y se pone en cuclillas
BLANCHE: Llegó como caído del cielo. buscando algo.)
STANLEY: ¿De quién dijiste que era el telegrama? BLANCHE: (Retrocediendo) ¿Qué haces ahí?
BLANCHE: De un antiguo pretendiente. STANLEY: Es lo que me pongo en ocasiones especiales como esta: la piyama de
STANLEY: ¿El mismo que te regaló los zorros? seda que usé en mi noche de bodas.
BLANCHE: El señor Shep Huntleigh. Cuando éramos compañeros en la BLANCHE: Oh, oh, oh...
universidad me dio su anillo. No habíamos vuelto a vernos hasta que en la STANLEY: Cuando suene el teléfono y me digan: “fue niño”, me la arrancaré y la
pasada Navidad nos encontramos en el bulevar Biscayne. Después, haré ondear como una bandera. (Hace ondear la camisa de la piyama.)
justamente ahora, me manda un telegrama para invitarme a un crucero por Creo que ambos tenemos derecho a emperifollarnos esta noche. (Regresa a
el Caribe. Mi problema es la ropa. Corrí al baúl a ver que tengo adecuado la cocina con la camisa de la piyama en el brazo.)
para el trópico. BLANCHE: Me dan ganas de llorar de alegría cuando pienso en que será divino
STANLEY: ¿Y sacaste esa...suntuosa... tiara de diamantes? tener intimidad de nuevo.
BLANCHE: ¿Esta vieja reliquia? Ja, ja. Pura bisutería. STANLEY: Y ese millonario de Dallas ¿no va a interferir en tu intimidad?
STANLEY: Caramba, creí que eran diamantes de Tiffany's. (Se desabrocha la BLANCHE: No es lo que te imaginas. Ese hombre es un caballero y me respeta.
camisa.) (Con febril improvisación) Lo que necesita es mi compañía. La gente rica a
BLANCHE: Bueno, de todos modos me agasajarán como es debido. veces vive muy sola. Una mujer culta, de gran inteligencia y buena crianza,
STANLEY: ¿Ya ves? Uno nunca sabe lo que le espera. es capaz de enriquecer inconmensurablemente la vida de un hombre. Puedo
BLANCHE: Justo en el momento en que creí que me abandonaba la suerte... ofrecerle todas esas cosas que nadie me quitará. La belleza física es
STANLEY: ...Entra en escena el millonario de Miami. pasajera, es un bien transitorio; pero la belleza moral y la abundancia del
BLANCHE: No es de Miami sino de Dallas. espíritu y la ternura del corazón —y yo tengo todas esas cosas— no nos son
STANLEY: ¿Dallas? arrebatadas sino que crecen, aumentan con los años. Es absurdo que me
BLANCHE: Sí, de Dallas, donde el oro brota a chorros de la tierra. consideren indigente cuando tengo encerrados en mi corazón todos esos

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Un tranvía llamado Deseo
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tesoros. (Se le escapa un sollozo ahogado.) Me considero rica, muy rica, (Reflejos atroces se proyectan en la pared, en torno a BLANCHE.
pero he sido una estúpida al derrochar mis perlas entre los cerdos. Sombras de forma grotesca y amenazante. Toma aliento, va hacia el teléfono,
STANLEY: ¿Entre los cerdos? golpea el interruptor. STANLEY entra en el baño y cierra la puerta.)
BLANCHE: Sí, cerdos, cerdos. Y me refiero a ti y a tu amigo el señor Mitchell.
Vino a verme esta noche. Se atrevió a presentarse en ropa de trabajo y a BLANCHE: Operadora, operadora. Deme larga distancia, por favor. Quiero
repetirme calumnias, chismes infames que tú le contaste. Lo puse de patitas hablar con el señor Shep Huntleigh, de Dallas. Es muy conocido, no hace
en la calle. falta su dirección. Pregunte a cualquiera. Un momento. No, no estoy en
STANLEY: ¿Ah, sí? condiciones de buscarlo en el directorio. Por favor entiéndame. Yo...No, no,
BLANCHE: Luego volvió; volvió con un ramo de flores, a pedirme perdón; pero espere. Un momento. Alguien está...No cuelgue por favor, no cuelgue.
hay cosas que no se pueden perdonar. La crueldad deliberada es
imperdonable. En mi opinión es lo único imperdonable y la única cosa de la (BLANCHE deja el teléfono descolgado y va cautelosamente hacia la co-
que siempre, siempre, mi conciencia ha estado tranquila. Y así se lo dije. Le cina. La noche se llena de voces inhumanas como gritos en la selva. Las sombras
di las gracias, pero fue una estupidez de mi parte creer que podíamos y los reflejos siniestros se mueven sinuosamente como llamas que lamieran los
adaptarnos el uno al otro. Nuestras maneras de vivir son completamente muros. A través de la pared trasera de los cuartos, pared que se ha vuelto
distintas. Nuestras actitudes y nuestros orígenes son incompatibles. transparente, podemos ver la calle. Una prostituta ha estafado a un borracho, éste
Tenemos que ser realistas acerca de estas cosas: de modo que adiós para la persigue por la acera, la detiene y luchan. El silbato de un policía deshace el
siempre, amigo mío, y vamos a despedirnos sin rencores. combate y las figuras desaparecen. Un momento después la negra da vuelta a la
STANLEY: ¿Esto fue antes o después de que llegara el telegrama del millonario cuadra: lleva la bolsa de lentejuelas que la prostituta dejó caer y la esculca con
petrolero? entusiasmo. BLANCHE se muerde los nudillos y vuelve lentamente al teléfono.
BLANCHE: ¿Cuál telegrama? No, no: después. En realidad el telegrama llegó en Habla con un ronco murmullo.)
el momento preciso en que...
STANLEY: En realidad el telegrama no llegó jamás. BLANCHE: Operadora, operadora. Deje la larga distancia. Comuníqueme con la
BLANCHE: Oh, oh. oficina de telégrafos. No hay tiempo que perder. Telégrafos, Telégrafos.
STANLEY: No hay tal millonario y Mitch no volvió con ningunas flores porque (Espera ansiosamente.) ¿Telégrafos? ¿Sí? Quiero poner un telegrama: En
yo sé dónde está. situación desesperada, desesperada. Ayúdenme. Estoy en una trampa, una
BLANCHE: Oh. trampa. Oh...
STANLEY: Todo es pura imaginación...
BLANCHE: Oh. (Se abre la puerta del baño y sale STANLEY vestido con su brillante
STANLEY: ...mentiras, fantasías, inventos. piyama de seda. Le sonríe mientras se anuda el cinturón con borlas. La mira
BLANCHE: Oh. durante diez segundos, luego el sonido del teléfono se vuelve audible y molesto.)
STANLEY: Y mírate, mírate con ese vejestorio carnavalesco alquilado a un
ropavejero por cincuenta centavos. Y con esa ridícula corona en tu cabeza. STANLEY: Dejaste descolgado.
¿De qué crees que eres reina?
BLANCHE: Dios mío. (STANLEY va hacia el teléfono y cuelga. Vuelve a mirarla. Su boca
STANLEY: Desde el principio adiviné tu juego. Nunca pudiste tomarme el pelo. lentamente dibuja una sonrisa mientras se mueve entre BLANCHE y la puerta ex-
Entraste y llenaste mi casa con tu talco y tu atomizador de perfume y terior. El “blue-piano” que apenas habíamos escuchado suena mucho más alto.
cubriste el foco con una pantalla de papel, y por arte de magia el lugar se Su sonido se convierte en el estruendo de una locomotora que se aproxima.
convirtió en Egipto y tú en la reina del Nilo. Sentada en tu trono y BLANCHE se dobla sobre sí misma tapándose los oídos hasta que pasa el tren.)
tragándote mi licor. Me río de ti: ja, ja, já. ¿Me oyes?: ja, ja, já.
BLANCHE: (Enderezándose finalmente) Déjame salir, déjame salir.
(STANLEY entra en el dormitorio.) STANLEY: Claro que sí, adelante. (STANLEY da un paso atrás.)
BLANCHE: Quédate allí, quédate allí. (Señala una posición más lejana.)
BLANCHE: No entres. STANLEY: (Sonriente) Te sobra espacio para salir.
BLANCHE: No pasaré si te quedas ahí, pero tengo que salir en alguna forma.
STANLEY: ¿Crees que voy a impedírtelo? Ja, ja.
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
[35]
la noche de la desastrosa partida anterior. La casa está enmarcada por el cielo
(El “blue-piano” se va suavizando. BLANCHE se vuelve confusamente y color turquesa. STELLA ha llorado mientras acomodaba los vestidos en el baúl
hace un gesto de desmayo. Se levantan las voces inhumanas de la selva. abierto. EUNICE baja los escalones de su departamento y entra en la cocina. Un
STANLEY da un paso hacia BLANCHE mordiéndose la lengua, visible entre sus grito sale de la mesa de póquer.
labios.)
STANLEY: Me pegué a color y llegó.
STANLEY: (En voz baja) Pensándolo bien...Tal vez no estarías mal PABLO: Maldita sea tu suerte.
para...impedírtelo. (BLANCHE retrocede hasta volver al dormitorio.) STANLEY: (Repentinamente alborozado) ¿Sabes qué es la suerte?: Creer que la
BLANCHE: No te muevas. Si das un paso más te... tienes. Por ejemplo en la batalla de Salerno. Yo estaba seguro de que iba a
STANLEY: ¿Me qué...? tener suerte. Supuse que cuatro de cada cinco morirían pero que yo iba a
BLANCHE: Van a pasar cosas horribles, cosas horribles. sobrevivir. Y así fue. Lo convertí en mi regla. Para mantenerte a la cabeza
STANLEY: ¿Y ahora qué farsa estás representando? en esta carrera de ratas que es la vida, debes creer que tienes suerte.
MITCH: Estoy harto de tus fanfarronadas.
(Ambos se encuentran ya en el interior del dormitorio.)
(STELLA entra en el cuarto y comienza a doblar un vestido.)
BLANCHE: Te lo advierto, no te acerques, estoy en peligro.
STANLEY: ¿Qué le pasa a este tipo?
(STANLEY da un paso más. BLANCHE rompe la botella que EUNICE: (Mientras camina cerca de la mesa de póquer) Siempre he dicho que
STANLEY había dejado en el tocador y se enfrenta a él blandiéndola como un los hombres no tienen sentimientos; pero estos son de lo peor.
arma.) Verdaderamente son unos cerdos. (Aparta las cortinas y entra en el
dormitorio.)
STANLEY: ¿Para qué haces eso? STANLEY: ¿Qué se trae esta vieja?
BLANCHE: Para clavarte los vidrios rotos en la cara. STELLA: ¿Cómo está mi bebé?
STANLEY: A que no. EUNICE: Duerme como un angelito. Te traje uvas. (Deja las uvas y baja la voz.)
BLANCHE: Lo haré si tú... ¿Y Blanche?
STANLEY: Ah, ¿quieres pelea? Muy bien, vas a tenerla. STELLA: Se está bañando.
EUNICE: ¿Cómo sigue?
(Avanza hacia ella derribando la mesa. BLANCHE grita y lo ataca con STELLA: No quiso comer nada, sólo pidió una copa.
la botella rota pero él le detiene el brazo en el aire.) EUNICE: ¿Qué le dijiste?
STELLA: Le...le dije simplemente que...le arreglamos una temporada de descanso
STANLEY: Fiera, fiera. Suelta ese casco roto, tíralo, déjalo. Hicimos esta cita al en el campo. En su imaginación, el campo se confunde con Shep Huntleigh.
conocernos.
(BLANCHE entreabre la puerta del baño.)
(BLANCHE se queja, la botella rota cae, ella se derrumba hasta quedar
arrodillada. STANLEY levanta su cuerpo inerte y lo lleva a la cama. La trompeta BLANCHE: Stella.
y los tambores de “Los Cuatro Diablos” suenan muy fuerte.) STELLA: Dime, Blanche.
BLANCHE: Si me llaman, apunta el número y di que hablo en cuanto salga del
TELÓN baño.
STELLA: Muy bien.
ESCENA XI BLANCHE: Ese vestido de bucle amarillo es bastante fresco. Ve si no está muy
arrugado para ponérmelo con el prendedor de plata y turquesas, el que tiene
Han pasado varias semanas. STELLA empaca las cosas de BLANCHE. forma de caballito de mar. Sácalo del estuche donde guardo mis joyas. Y,
Se oye el ruido del agua en el baño. Las cortinas están parcialmente abiertas y Stella, trata de encontrar ese ramillete de violetas artificiales para que me lo
podemos ver a los jugadores de póquer —STANLEY, STEVE, MITCH Y PABLO prenda con el caballito de mar. (Cierra la puerta.)
— sentados a la mesa. La atmósfera de la cocina es tan cruda y siniestra como en
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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(STELLA se vuelve a EUNICE.) toda la experiencia humana se mostrara en su rostro. Finalmente BLANCHE
habla con repentina histeria:)
STELLA: No sé si hice bien.
EUNICE: ¿Qué más ibas a hacer? BLANCHE: ¿Qué pasa aquí?
STELLA: No podía creerle a Blanche y seguir viviendo con Stanley.
EUNICE: No le creas, la vida tiene que continuar. Pase lo que pase todos tenemos (Se vuelve hacia STELLA y EUNICE y otra vez hacia STELLA. Su voz
que seguir adelante. interrumpe la concentración de los jugadores. MITCH baja aún más la cabeza.
STANLEY echa atrás su silla como para levantarse. Lo detiene la mano de
(BLANCHE vuelve a entreabrir la puerta del baño y a asomarse.) STEVE.)

BLANCHE: ¿No hay moros en la costa? BLANCHE: ¿Qué pasa aquí? Quiero que me expliquen qué pasa aquí.
STELLA: No, Blanche. (A Eunice, tapándose la boca.) Dile que se ve muy bien. STELLA: (Dolorosamente) Cálmate, cálmate...
BLANCHE: Por favor, corran las cortinas antes de que salga. EUNICE: Cálmate, cálmate, querida...
STELLA: Están corridas. STELLA: Bianche, por favor.
STANLEY: ¿Cuántas cartas quieres? BLANCHE: ¿Por qué me miran así? ¿Tengo algo raro?
PABLO: Dos. EUNICE: Te ves maravillosa, Blanche. ¿Verdad que se ve maravillosa?
STEVE: Tres. STELLA: Sí.
EUNICE: Me han dicho que te vas de viaje.
(BLANCHE aparece bajo la luz ámbar de la puerta. Destella una trágica STELLA: Sí. Bianche se va de vacaciones.
brillantez en su bata roja de satín que se ciñe a las líneas esculturales de su EUNICE: Estoy verde de envidia.
cuerpo. Cuando BLANCHE entra en el dormitorio se hace audible "La Var- BLANCHE: Ayúdenme a vestirme.
soviana") STELLA: (Dándole el vestido) ¿Este es el que querías?
BLANCHE: Sí, está bien. Me muero por salir de aquí. Este lugar es una trampa.
BLANCHE: (Con vivacidad ligeramente histérica) Me di shampú. EUNICE: Qué bonita chaqueta azul.
STELLA: ¿Ah, sí? STELLA: No es azul, es lila.
BLANCHE: ¿Me enjuagué bien? BLANCHE: Las dos se equivocan: es azul Della Robbia: el azul del manto de la
EUNICE: Tienes un cabello divino. Virgen en la pintura renacentista. ¿Están lavadas las uvas? (Toma el racimo
BLANCHE: (Aceptando el cumplido) No te imaginas qué problema es cuidarlo. que trajo Eunice)
¿Nadie me llamó? EUNICE: ¿Cómo?
STELLA: ¿Quién te iba a llamar, Blanche? BLANCHE: Que si están lavadas.
BLANCHE: Shep Huntleigh. EUNICE: Son del Mercado Francés.
STELLA: No, no ha llamado. BLANCHE: Eso no significa que estén lavadas. (Doblan las campanas de
BLANCHE: Qué raro, yo... catedral.) Ah, las campanas de catedral. Son lo único limpio que hay en
este barrio. Bueno, me voy. Estoy lista.
(Al escuchar la voz de BLANCHE, MITCH deja caer la mano que EUNICE: (En un susurro) No se vaya a ir antes de que lleguen.
sostiene las cartas y su mirada se pierde en el espacio. STANLEY le da una STELLA: Espérate, Blanche.
palmada en el hombro.) BLANCHE: No quiero pasar delante de esos hombres.
EUNICE: Entonces espérate a que acaben de jugar.
STANLEY: Oye Mitch, a ver si despiertas. STELLA: Siéntate y...

(El sonido de esta nueva voz sobresalta a BLANCHE. Hace un gesto de (BLANCHE se vuelve, débil y vacilante, hacia todas partes. Deja que la
angustia y forma el nombre de MITCH en sus labios. STELLA lo interpreta como conduzcan hasta el sillón.)
una pregunta, asiente y aparta la vista. Por algunos segundos BLANCHE se
queda inmóvil con el espejo en la mano y un aire de doloroso perplejidad como si BLANCHE: Huelo el aire del mar. El resto de mi vida voy a pasarlo junto al mar.
Y cuando muera, moriré en el mar. ¿Saben de qué voy a morir? (arranca
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una uva.) Moriré por haber comido una uva sin lavar; moriré un día en alta BLANCHE: ¿Esperan? ¿Son dos?
mar con mi mano en la mano de un apuesto médico de abordo, un doctor EUNICE: Lo acompaña una dama.
muy joven de bigotito rubio y un gran reloj de plata. “Pobre mujer”, dirán, BLANCHE: No tengo idea de quién será esa dama. ¿Cómo está vestida?
“la quinina no le sirvió de nada. Esa uva sin lavar se llevó su alma al cielo”. EUNICE: Con un, con un, con un...traje sastre.
(Vuelven a oírse las campanadas.) Y me sepultarán en el mar, encerrada en BLANCHE: Debe de ser... (Su voz se apaga nerviosamente.)
una bolsa blanca muy limpia y a mediodía me arrojarán por la borda, en STELLA: Vamos, Blanche.
pleno esplendor de verano y caeré en el mar, en el mar azul como BLANCHE: ¿A fuerza hay que pasar por la cocina?
(campanadas de nuevo) los ojos de mi primer amante. STELLA: Te acompaño.
BLANCHE: ¿Cómo me veo?
(El DOCTOR y la ENFERMERA dan la vuelta a la esquina y suben al STELLA: Preciosa.
porche. Exageran la severidad de su profesión y tienen el aire inconfundible, la EUNICE: (Haciéndole eco) Preciosa.
cínica frialdad de las instituciones. El DOCTOR toca el timbre. Se interrumpen
los murmullos del juego. EUNICE, en un susurro.) (BLANCHE se acerca temerosamente a las cortinas. EUNICE las
descorre para abrirle paso. BLANCHE entra en la cocina.)
EUNICE: Deben ser ellos.
BLANCHE: (A los jugadores) Por favor no se levanten, voy de paso.
(STELLA se muerde los nudillos.)
(Cruza rápidamente y va a la puerta de la calle. STELLA y EUNICE la
BLANCHE: (Levantándose lentamente) ¿Quién toca? siguen. Torpemente los jugadores se ponen de pie, excepto MITCH, que perma-
EUNICE: (Fingiendo normalidad) Discúlpame, voy a ver quién es. nece sentado mirando la mesa. BLA NCHE sale al porche. Se detiene y respira
STELLA: Sí. hondo.)

(EUNICE pasa por la cocina.) DOCTOR: ¿Qué tal, cómo está?


BLANCHE: Usted no es el caballero a quien esperaba.
BLANCHE: (Tensa) Me pregunta si vienen a buscarme.
(De pronto jadea y vuelve sobre sus pasos. Se detiene junto a STELLA,
(A las puertas de la casa hay un coloquio en susurros. EUNICE vuelve que está afuera de la puerta, y le habla en un susurro aterrado.)
agitadamente.)
BLANCHE: Ese hombre no es Shep Huntleigh.
EUNICE: Preguntan por Blanche.
BLANCHE: Ah, entonces vienen a buscarme. (Mira temerosamente a Stella y ("La Varsoviana" se escucha en la distancia. STELLA contempla a
Eunice y luego a las cortinas. Se escucha débilmente la Varsoviana.) ¿Es el BLANCHE. EUNICE tiene tomada a STELLA por el brazo. Hay un momento de
caballero de Dallas al que estoy esperando? silencio. No se escucha más sonido que el de las cartas que reparte STANLEY.
EUNICE: Creo que si, Blanche. BLANCHE vuelve a tomar aliento y se desliza de regreso a la casa con una
BLANCHE: Todavía no estoy lista. sonrisa muy especial, los ojos muy abiertos y brillantes. En cuanto su hermana la
STELLA: (A Eunice) Dile que me espere un momento. ha dejado atrás STELLA cierra los ojos y une con fuerza las manos. EUNICE la
BLANCHE: Yo... abraza para consolarla y luego comienza a subir hacia su casa. BLANCHE se
detiene a un milímetro de la puerta. MITCH no levanta la mirada de sus manos,
(EUNICE va de nuevo hacia las cortinas. Suenan suavemente los puestas en la mesa, pero los demás hombres miran a BLANCHE con curiosidad.
tambores.) Finalmente ella da vuelta a la mesa y se dirige al dormitorio. Cuando lo hace
STANLEY echa para atrás su silla y se levanta para impedirle el paso. La
STELLA: ¿Ya todo está empacado? ENFERMERA entra en el departamento.)
BLANCHE: Falta mi juego de tocador de plata.
STELLA: Ah. STANLEY: ¿Olvidaste algo?
EUNICE: (De vuelta) Te esperan en el coche. BLANCHE: Sí, sí, olvidé algo...
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STELLA: Oh Dios mío, Eunice, ayúdame. No dejes que le hagan eso, no permitas
(Se apresura a entrar en la recámara. Los reflejos atroces aparecen en que la lastimen. Oh Dios mío, por favor, que no la lastimen. ¿Qué le están
los muros y cobran formas extrañas y sinuosas. “La Varsoviana” se distorsiona haciendo, que le están haciendo? (Trata de zafarse de los brazos de
extrañamente y la acompañan los gritos y rumores de la selva. BLANCHE se Eunice.)
aferra al respaldo del sillón, como para defenderse.) EUNICE: No querida, no, no, no, querida. No entres. Quédate conmigo y no
mires.
STANLEY: (En voz baja) Doctor, es preferible que pase. STELLA: ¿Qué le he hecho a mi hermana? Dios mío, ¿qué le he hecho a mi
DOCTOR: (En voz baja y haciéndole señas a la enfermera) Tráigala para acá, hermana?
enfermera. EUNICE: Hiciste lo que debías, lo único que podías hacer. Era imposible que
Blanche se quedara aquí. ¿A qué otro lugar podía ir?
(La ENFERMERA avanza por un lado y STANLEY por el otro. La EN-
FERMERA, despojada de todas las suaves propiedades de la feminidad es una (Mientras EUNICE y STELLA hablan en el porche, ¡as voces de los
figura sumamente siniestra en su traje sastre. Su voz resulta imperiosa y mo- hombres se mezclan con las suyas. MITCH avanza hacia el dormitorio.
nótona como una campana de incendios.) STANLEY se apresura a cerrarle el paso. MITCH arremete contra STANLEY y
lo golpea. STANLEY lo empuja, y lo obliga a retroceder. MITCH se derrumba en
ENFERMERA: ¿Qué tal, Blanche? la mesa y solloza. Durante las escenas precedentes la ENFERMERA toma el
brazo de BLANCHE para impedirle la huida. BLANCHE se vuelve hacia ella
(Su saludo encuentra eco una y otra vez en misteriosas voces tras las salvajemente y la rasguña. La ENFERMERA le sujeta los brazos. BLANCHE
paredes, como si retumbaran en un desfiladero.) solloza roncamente y se desliza hasta quedar de rodillas.)

STANLEY: Dice que olvido algo. ENFERMERA: Hay que cortar esas uñas. (El doctor entra al dormitorio y la
enfermera lo mira.) ¿Camisa de fuerza, doctor?
(El eco resuena convertido en susurros amenazadores.) DOCTOR: No, a menos que sea imprescindible.

ENFERMERA: Está bien. (El DOCTOR se quita el sombrero y con él su condición inhumana.
STANLEY: ¿Qué olvidaste, Blanche? Ahora parece una persona. Su voz es suave y confortante mientras se acerca a
BLANCHE: Yo, yo... BLANCHE y se acuclilla ante ella. Cuando el DOCTOR dice su nombre, dis-
ENFERMERA: No importa, podemos recogerlo después. minuye un poco el terror de BLANCHE. Los reflejos se desvanecen de las pa-
STANLEY: Claro, podernos mandarlo junto con el baúl. redes, los gritos y rumores inhumanos se apagan y se calma el ronco llanto de
BLANCHE: (Retrocediendo en pleno pánico) No la conozco...no la conozco. BLANCHE.)
Déjeme en paz, por favor.
ENFERMERA: Vamos, Blanche. DOCTOR: Señorita DuBois...

(Ecos que se levantan y se apagan: “Vamos Blanche; vamos Blanche”.) (BLANCHE vuelve el rostro hacia el DOCTOR y lo mira con desespera-
ción implorante. El sonríe y luego dice a la enfermera:)
STANLEY: Aquí no dejas nada sino talco derramado y viejos frascos de perfume
vacíos; a menos que desees llevarte la pantalla de papel. ¿La quieres? DOCTOR: No hace falta la camisa de fuerza.
BLANCHE: (Débilmente) Dígale que me suelte.
(Va al tocador, arranca la pantalla del foco y se la extiende a BLANCHE DOCTOR: Suéltela.
que grita como si la pantalla fuera ella misma. La ENFERMERA se acerca
enérgicamente a BLANCHE. Esta aúlla y trata de librarse de la ENFERMERA. (La ENFERMERA la suelta. BLANCHE extiende las manos hacia el
Todos los hombres se ponen de pie. STELLA corre al porche y EUNICE la sigue doctor. El la ayuda a incorporarse amablemente, le da el brazo y la conduce a tra-
para consolarla, simultáneamente se escuchan las voces confusas de los hombres vés de las cortinas.)
en la cocina. STELLA se apresura a ser recibida en brazos de EUNICE.)

Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
[39]
BLANCHE: Quienquiera que usted sea... yo siempre he dependido de la bondad TENNESSEE WILLIAMS: 1911-1983
de los extraños.
Un gran artista renace a la hora de su muerte. Sus obras proyectan una
(Los jugadores retroceden cuando BLANCHE y el DOCTOR atraviesan sombra más vasta y perdurable que el ser humano que las escribió. Esto lo
la cocina y llegan a la puerta de la calle. BLANCHE permite que el DOCTOR la comprueba Thomas Lanier Williams, también conocido como Tennessee, quien
conduzca como a una ciega. Cuando aparecen en el porche STELLA grita el murió en Manhattan a fines de febrero, asfixiado con la tapa de un frasco de
nombre de su hermana desde el sitio en que está agazapada, algunos peldaños medicamentos. Con la discutible excepción de Eugene O'Neill, Williams fue el
arriba de la escalera.) más grande dramaturgo norteamericano.
O'Neill dio al teatro de los Estados Unidos una nueva seriedad. Williams le
STELLA: Blanche, Blanche, Blanche... anexó nuevos terrenos de libertad. En sus obras lo que era inmencionable quedó
dicho; lo inexpresado quedó reconocido. Williams definió así la motivación que
(BLANCHE sigue caminando sin volverse, seguida por el DOCTOR y la está en el núcleo de su trabajo: “Fui educado puritanamente. Trato de ultrajar ese
ENFERMERA. Dan vuelta a la esquina de la casa. Eunice baja hasta donde está puritanismo”.
STELLA y le entrega al bebé que está envuelto en una cobija azul-pálido. Y en efecto, ultrajó, al punto de que algunos lo vieron como una especie de
STELLA acepta al niño y solloza. EUNICE baja la escalera y entra en la cocina erotómano gótico del sur. Williams se enfrentó a los tabúes. A menudo el tabú es la
donde todos los hombres, excepto STANLEY, vuelven silenciosamente a su lugar piedra de toque del drama: en la más profunda tragedia griega, un hombre asesina
en la mesa. STANLEY ha salido al porche y se queda de pie en el comienzo de la a su padre y se casa con su madre. Williams hipnotizó y ofendió al público en
escalera, mirando a STELLA.) Orfeo desciende (linchamiento con antorchas), Un tranvía llamado deseo
(violación, ninfomanía), Verano y humo (frigidez). La gata en el tejado de zinc
STANLEY: (Con incertidumbre) Stella... caliente (impotencia, alcoholismo, homosexualidad), El dulce pájaro de la
juventud (drogadicción, castración), De repente en el verano (homosexualidad,
(STELLA solloza con abandono inhumano. Ahora que se han llevado a canibalismo) y La noche de la iguana (masturbación, fetichismo, coprofagia).
su hermana se rinde completamente al llanto.) Sin embargo, la superficie escandalosa nunca fue la sustancia en Williams.
Fue y será siempre el poeta de los proscritos, de quienes llamó “la especie fugi-
STANLEY: (Voluptuosa, tranquilizadoramente) Vamos querida, vamos mi amor, tiva”: las personas raras, solitarias, emocionalmente violadas. El sentido de
vamos, vamos... (Se arrodilla ante ella y sus dedos encuentran la abertura pérdida y vulnerabilidad que encontramos en sus personajes quedó impreso a edad
de la blusa de Stella.) Vamos querida, vamos mi amor. muy temprana en el dramaturgo. Williams nació en Columbus, Misisipí, en casa de
su abuelo, un pastor episcopalista. Su árbol genealógico incluye una serie de
(El desbordado sollozar de STELLA, el murmullo sensual de STANLEY románticos, aventureros y personajes célebres como el poeta Sidney Lanier (1842-
se desvanecen bajo la música creciente del “blue-piano” y trompeta en sordina.) 81), algunos que hicieron la guerra a los indios de Tennessee, uno de los primeros
senadores norteamericanos y, más atrás en el tiempo, un monje de la orden de San
STEVE: Póquer abierto. Francisco Javier.
Cuando Tennessee tenía siete años los patios soleados de su niñez se cam-
TELÓN FINAL biaron por las filas de edificios de ladrillo —color de “sangre seca y mostaza”—
que caracterizan a San Luis Misuri. El trasplante fue brutal para Williams y lo
llevó a convertir el sur en un pasado mítico, una expulsión del paraíso.
Su madre, a la que siempre llamó “Miss Edwina”, nutrió el mito con
memorias imaginarias de un pasado grandioso y elegante. Su padre fue agente via-
jero de una fábrica de zapatos. Bronco y brutal, en las raras ocasiones en que
estaba en casa, agredía a su hijo y lo llamaba “Miss Nancy”. Rose —la hermana
mayor, que inspiró varios personajes de Williams— se volvió esquizofrénica hasta
que una lobotomía practicada en 1979 la encerró en un perpetuo crepúsculo
mental.
En una obra tan autobiográfica como El zoológico de cristal Williams tier-
namente exorciza el doloroso agobio de su historia familiar. Cuando se estrenó en
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo
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Broadway en 1945, El zoológico de cristal estremeció y dio nueva vida a un teatro mismo, el dramaturgo y sus personajes evocan una línea del Eclesiastés: “Para
que había agotado su fuerza creadora. Williams llevó a este tranquilo escenario un quien se une a todo lo que vive hay esperanza”.
género de drama que reflejó el estado mental de una generación y la tocó en la Tennessee Williams ya no está unido a lo que vive. En un pasaje de Un
punta de los nervios. tranvía llamado deseo, Blanche ruega a su hermana: “no te quedes atrás junto con
La obra dramática de Williams combina tres elementos básicos: la sensibili- las bestias”, y le dice que “nuevas luces han alumbrado el mundo desde entonces”.
dad de Chéjov y su melancólico retrato del héroe como antihéroe; el inconsciente Tennessee Williams fue uno de los portadores de esa luz.
irracional freudiano, con el caprichoso id en combate con el ego falto de voluntad; T. E. Kalem.
y por último, el temperamento romántico que el clasicista Murray definió como “la
glorificación de la pasión —cualquier pasión— sólo porque es violenta,
avasalladora, exorbitante”.
La pasión es también la sangre del teatro, y Williams es a la escena lo que
el león a la selva. En sus grandes momentos sus diálogos parecen cantar con la
elocuencia de un poema, lejos de las formas inconexas y monótonas de nuestra
habla cotidiana. Como creador de escenas Williams resulta electrizante, porque sus
personajes son de aquellos que nacieron para “hacer escenas” del modo más
explosivo e hiriente. En La gata Big Daddy arranca la muleta que lleva bajo el
brazo su hijo Brick y lo hace rodar por los suelos entre gritos de dolor; minutos
después Brick le da un golpe mortal a su padre informándole que el anciano está a
punto de morir de cáncer. Los vibrantes personajes de Williams nos obsesionan. Es
imposible olvidar a Maggie (La Gata), a Blanche DuBois, a Big Daddy, a Stanley
Kowalski.
Williams es también un simbolista moral. Sus personajes terrenales se mue-
ven por un paisaje en que laten todas nuestras dualidades en conflicto. El duelo se
establece entre Dios y el Diablo, el amor y la muerte, la carne y el espíritu, la
inocencia y la corrupción, la luz y las tinieblas, el eterno Caín y el eterno Abel. En
la tradición norteamericana esto liga a Williams con los tres simbolistas morales
del siglo diecinueve: Hawthorne, Poe y Melville.
Como dramaturgo, Williams tuvo los pequeños defectos de sus grandes vir-
tudes. A veces escribió con la cinta roja de su máquina y dejó escapar borbotones
de sentimentalismo allí donde debió haber puesto diques de contención. En
ocasiones sus personajes se hallan excesivamente ocupados en adoptar actitudes y
no logran tocar honestamente los veneros de la emoción. O bien, sus símbolos se
multiplican tan absurdamente como las moscas de la fruta. Su principal peligro fue
el malsano narcisismo de tantas obras del arte moderno cuya tendencia ha sido ver
hacia adentro y contemplar no sólo el ego del artista sino también su ombligo,
hasta llegar a la miopía y la alucinación. Inevitablemente, Williams sufrió el
desgaste de sus poderes dramáticos que aflige a casi todos los autores teatrales una
vez cumplidos los cincuenta años.
En los más grandes dramas, griegos y shakespeareanos, hay una aceptación
final y reconciliatoria del destino humano. Williams no pudo alcanzar esta visión
serena y exaltante. “El infierno es uno mismo”, dijo en repetidas ocasiones, y la
única redención que conoció fue la que ocurre cuando “una persona se hace a un
lado y experimenta profundos sentimientos por otra”. En los mejores momentos de
sus mejores obras, Williams logra una catarsis menor pero genuina: la
autotrascendencia. Al romper el ciclo aprisionador de la preocupación consigo
Tennessee Williams
Un tranvía llamado Deseo

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