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LA RURALIDAD TERRITORIAL, REGIONAL Y LOCAL

En El Proyecto “Subregiones en Antioquia: Realidad Territorial, Dinámicas Y Transformaciones Recientes”

Iván Escobar R.
Profesor Asociado
Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
Director del Laboratorio en Estudios Geográficos y Territoriales
Del Observatorio en Ciudad y Territorio Educador en Antioquia y en el Noroccidente Colombiano
Y de la Escuela de Formación de Jóvenes Investigadores Profesionales y de Cooperantes Voluntarios

CONTENIDO

ƒ Un preámbulo necesario

La perspectiva territorial y la dimensión urbana regional y fronteriza

La ruralidad, una persistencia histórica, una asignatura pendiente, una realidad política

Naturaleza especifica de la ruralidad bajos los dominios urbanos de la ciudad

La dimensión urbana, regional y fronteriza de la ruralidad territorial

ƒ Uno

Estado del arte del conocimiento sobre la ruralidad territorial en Antioquia

à El conocimiento biofísico del territorio antioqueño y su relación con la ruralidad regional y local

à El conocimiento antrópico del territorio antioqueño y su relación con la ruralidad regional y local

à El analfabetismo territorial sobre la ruralidad regional y local en Antioquia

ƒ Dos

La ruralidad, la política pública y la organización territorial urbano regional

à Predominio del epicentrismo urbano en la organización regional

à Predominio de las concepciones agraristas sobre la ruralidad regional

ƒ Tres

La ruralidad en el diseño de un método de investigación territorial, urbano, regional y fronterizo

à Relaciones rurales-urbanas, persistencias rurales, resistencias rurales, nueva ruralidad y resignificación territorial de la naturaleza regional

à La ruralidad como criterio, como escala, como lenguaje, como técnica y como dato de lectura, análisis y representación territorial

ƒ Cuatro

La ruralidad en el estudio del sistema territorial urbano, regional y fronterizo antioqueño

à La ruralidad y la geografía de las diversidades territoriales

à Geografía regional de las diversidades territoriales rurales

à La ruralidad en el modelo territorial antioqueño

à La ruralidad en las proyecciones regionales de la ciudad metropolitana

ƒ Cinco

La ruralidad en la formulación de propuestas de ordenamiento, política, desarrollo y pedagogía territorial en Antioquia

à La ruralidad como “nuevo” criterio y escala de regionalización y ordenamiento del territorio antioqueño y fronterizo

à Desequilibrios, conflictos y fronteras de la ruralidad en el sistema urbano, regional y fronterizo antioqueño

à La ruralidad en una nueva estrategia regional de pedagogía territorial

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DESARROLLO

ƒ Un preámbulo necesario

La perspectiva territorial y la dimensión urbana regional y fronteriza

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Texto del Proyecto Subregiones1:

“…
En el desarrollo de este trabajo haremos uso, referencia y aplicación de diferentes conceptos, tales como, territorio; sistema territorial; sistema
urbano, regional y fronterizo, región, etc., donde más importante que definirlos como conceptos estáticos, inflexibles o rígidos, es problematizar
su contenido y significación, es poderlos comprobar con base en la evidencia empírica tomada directamente de la realidad, de tal manera que
puedan ser asumidos al mismo tiempo como nociones de trabajo y como escalas, las que siempre estarán sujetas a modificaciones impuestas
por las “nuevas realidades, dinámicas y transformaciones recientes” que han experimentado las subregiones y ciudades antioqueñas, que ha
sido la idea inspiradora inicial de este convenio de cooperación suscrito entre la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y la
Gobernación de Antioquia.

Desde esta perspectiva reivindicamos la idea de Milton Santos, en el sentido de que los cambios que el territorio experimenta en sus formas de
organización, terminan por invalidar los conceptos heredados del pasado y obligan a renovar las categorías de análisis. Si en esta dirección este
estudio puede o debe dar lugar a nuevas propuestas de regionalización y organización del sistema departamental, las claves no se encontrarán
en los conceptos técnicos, sino, en las propias realidades territoriales a los que éstos hacen referencia, razón por la cual deben ser asumidos
con el mismo dinamismo y flexibilidad con que los cambios lo exigen.

En principio, y para facilitar la comprensión del lector, podemos plantear las siguientes aproximaciones a estas nociones y escalas de trabajo,
que se podrán ir enriqueciendo en la medida que se avance en el proceso de investigación:

à El territorio puede ser asumido como concepto y/o como realidad, como la adopción de un concepto para trabajar con él y/o como la
constatación de unas realidades concretas e imaginarias. Es el mundo que está ahí y que no se puede ignorar, que se expresa, se traduce,
se manifiesta de múltiples maneras, de múltiples formas, pues tienen tanto de realidad las formas de existencia física del mundo, como la
realidad que existe a través de las formas simbólicas, de las ideas, de los imaginarios, de las representaciones. Hay tanto de territorio en
el mundo como objeto, como en la no objetualidad de las palabras, de las imágenes, hay tanto de territorio en el entorno ambiental, como
en un mapa o en un registro visual, tanto en la geografía de las diversidades geofísicas y biofísicas, como de las antrópicas o culturales.
Parafraseando a Rogelio Salmona, es algo concreto, es lo que se conoce y se descubre cada día, pero también, lo que se desconoce, es lo
que se ve y se percibe, pero también lo que no se ve pero se percibe. La dificultad no solamente está en la realidad, sino, sobre todo, en
el lector.

à Los sistemas territoriales pueden ser definidos como constatación y comprobación de los diferentes niveles de organización y
dinamismo de las diversidades territoriales y/o como herramienta de regionalización, ordenamiento y política territorial, donde se
reivindica tanto la diferencia de realidades, como de alternativas, así como la necesidad de conciliar y concertar diferentes intereses sobre
el devenir mundo, sobre el destino de los seres humanos y de su entorno.

En efecto, los territorios responden a una cierta gramática interna que los rige, donde tanto las propiedades que los identifican y que los
diferencian de otros, como las relaciones que establecen entre sí, y las integraciones que dan origen a niveles más complejos de
estructuración y de funcionamiento, les confieren unas ciertas jerarquías, un orden. Aunque por su carácter aleatorio, circunstancial,
dinámico, evolutivo y cambiante, también están sujetos a las sorpresas, a lo impredecible, a lo fortuito, a lo caótico, características de
comportamiento que se presentan especialmente en el mundo natural.

Todas estas dificultades surgidas de la propia naturaleza compleja del territorio, han creado la necesidad de una noción de trabajo, donde
el sistema como taxón o unidad, nos permita aproximarnos a la realidad diferencial, para poder individualizarla y compararla dentro del
contexto general en que cada una de sus partes se agrupa.

En los sistemas territoriales se privilegia no solamente la naturaleza, cualidades y características de los datos, sino también, la forma como
éstos están dispuestos, como se articulan y se integran, y a que rangos dan origen. En esta noción de trabajo los elementos describen las
diferencias y los factores las explican, dentro de un núcleo básico principal del que son parte integrante e integrada, un esquema de
trabajo que en este caso denominamos sistemas territoriales.

El sistema urbano, regional y fronterizo, es por tanto una determinada forma de organización y funcionamiento del territorio antioqueño,
que sintetiza la relación territorial entre las ciudades y su entorno, adyacente o distante, entendido éste en su dimensión panorámica y
global, es decir, hasta donde la influencia dominantemente urbana de las ciudades se extiende, hasta donde su fuerza estructurante se
prolonga. Está concebido como unidad de síntesis espacio temporal, de una determinada forma de organización política y social, como un
sistema de adscripción territorial común de sociedades rurales y urbanas, tradicionales y modernas, que tienen en él su referente de
identidad, pero también de discrepancia y de diversidad.

à El sistema urbano, regional y fronterizo antioqueño ha sido asumido como criterio y como escala predeterminada de lectura y
análisis territorial de este Proyecto, en razón no solamente de las obligaciones contractuales relacionadas con los términos de referencia
del Convenio, sino también, de la adopción de una perspectiva de trabajo que puede estar en capacidad de reivindicar la diversidad

1
Textos adaptados de: ESCOBAR R., Iván. (2009).Subregiones en Antioquia: Realidad Territorial, Dinámicas y Transformaciones Recientes. Versión digital del Centro de
Publicaciones UN. Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Laboratorio en Estudios Geográficos y Territoriales.
Medellín.
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natural, rural y urbana, como método de investigación y como alternativa de política pública. La dimensión regional del mundo urbano y
del mundo rural, ha sido concebida como una unidad de análisis, de realidades que siendo opuestas y contradictorias, pueden ser el
fundamento de nuevos esquemas de investigación y de política territorial, ya que con esta nueva noción de trabajo no solamente se ha
podido superar una visión físico espacial de la realidad, sino también, definir las relaciones espaciales como una cuestión urbana, regional
y fronteriza, esto es territorial.

à La región puede concebirse en principio como un concepto técnico, político o administrativo, o simplemente como una unidad territorial
de geodiversidades que están determinadas por la convergencia e integración de diferentes factores y procesos territoriales, que
presentan una cierta relación, homogeneidad, similitud, etc., y que por la flexibilidad, arbitrariedad y relatividad con que estos se definen y
se delimitan, es un concepto ambiguo e impreciso.

Como se podrá comprobar en la Segunda Parte de este trabajo, a propósito de la Evaluación y Revisión Crítica del Estado del Arte Técnico
y Político de las Propuestas de Regionalización y Organización del Territorio Antioqueño, es muy complejo el esfuerzo que hay que hacer
para confrontar el concepto de región con la realidad material e imaginaria a la que está haciendo referencia, son muy variadas las
iniciativas de naturaleza política, técnica y administrativa para definir, delimitar y diferenciar la cuestión regional, pues esta noción
adquiere diferentes significados y dimensiones en la medida en que se privilegien unos énfasis u otros, o que se conciba de una manera
particular la homogeneidad o la diversidad del territorio, o que se adopte una determinada escala, o que se acote o delimite un
determinado universo, o que se tome en consideración un factor o unos factores de articulación, o de integración, o una columna
vertebral, o un elemento de dominio.

La región es un término de origen geográfico, que llega hasta la economía y la política, y que etimológicamente procede del latín regi, que
significa “espacio colocado bajo el mismo poder”, que implica que en la individualización o división del espacio pueden existir desde
antiguas y nuevas regiones, hasta macroregiones y microregiones, que como realidades territoriales siempre estarán sujetas a cambios y a
modificaciones, y con ellos del concepto, y que en medio de los vastísimos conjuntos transnacionales se trastornan las estructuras
regionales. En la actualidad las sociedades de la información o del conocimiento, han dado origen a nuevas formas de organización del
espacio.

En la realidad y en el concepto existen desde regiones naturales, históricas y administrativas, que fueron las primeras, hasta de
ordenamiento territorial y de competitividad, que han sido definidas más recientemente, pasando por todo el abanico de opciones
probables y que presentamos en el estudio respectivo. El asunto es cuál o cuáles factores se jerarquizan o se priorizan para diferenciar la
diversidad y la complejidad territorial del sistema departamental, y a que escala o nivel de detalle o generalización se llega, para, a partir
de allí, tomar decisiones de política pública o del largo etcétera de actuaciones e intervenciones probables, en las que se pueda superar la
aespacialidad que generalmente las caracteriza.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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La ruralidad, una persistencia histórica, una asignatura pendiente, una realidad política

Naturaleza especifica de la ruralidad bajos los dominios urbanos de la ciudad

La dimensión urbana, regional y fronteriza de la ruralidad territorial

ƒ Uno

Estado del arte del conocimiento sobre la ruralidad territorial en Antioquia

à El conocimiento biofísico del territorio antioqueño y su relación con la ruralidad regional y local

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Factores Biofísicos de Estructuración y Dinamismo Territorial

Consideramos los llamados factores físicos o inanimados e inertes, en nuestra concepción occidental, hasta los vivos, animados o
bióticos en general, y sus interrelaciones biofísicas, esto es, la forma como los fenómenos físicos afectan los seres vivos en las
regiones antioqueñas. Estas averiguaciones están inspiradas en una especie de ecología humana con escala territorial, que apunta a
establecer y explicar los rasgos esenciales del medio ambiente natural antioqueño, apoyados en las orientaciones que puedan
obtenerse de la geografía física y de las ciencias de la naturaleza.

8 Relieve y Geología Regional

Por hacer referencia a la naturaleza estructural y morfológica del territorio antioqueño, donde altiplanos, escarpes, vertientes,
cañones, valles, planicies y costas, son los dominios más determinantes de una superficie terrestre vigorosa, joven, dinámica y
activa.

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8 Zonas de Vida y Clima Regional

Junto al anterior se trata probablemente de los factores morfoclimáticos más determinantes en el medio ecuatorial, en un
territorio donde la gran diversidad climática, esto es, térmica y pluviométrica, da origen a una interesante variedad de dominios
climáticos y de zonas de vida secas y cálidas interiores, y húmedas, perhúmedas y pluviales en los pisos cálidos, templados, fríos
y muy fríos interiores y exteriores.

8 Geografía Regional del Agua

Por hacer referencia a la formación, distribución espacial, ciclos y movimiento de las aguas de escorrentía, de los humedales, de
los acuíferos y de la superficie marina, en un territorio dominantemente húmedo, con importante tradición hidráulica, pero
culturalmente muy anclado a los ambientes terrestres.

8 Geografía Regional de Tierras y Suelos

Se trata de pensar no sólo en la tierra con propiedades edáficas y para cultivo, como la mayoría de nuestros suelos con una
capacidad de uso limitada, sino también, en la diferenciación regional de la superficie terrestre con potencial para otros usos
urbanos y rurales como: industria rural, pastoreo, forestales, hidráulicos, mineros, energéticos, turísticos, educativos y de
protección y conservación ambiental.

8 Geografía Regional de la Vegetación y de la Fauna

Por hacer referencia a la biogeografía de las formaciones, las asociaciones y las coberturas vegetales, y de las comunidades de
fauna asociada, su persistencia, aprovechamiento, uso, funciones y distribución regional, las comunidades globales de seres
vivos y el estudio de las relaciones de los seres vivos con el medio regional.

8 Unidades y Sistemas de Síntesis Biofísica Regional

Se trata de considerar aquellos trabajos que han realizado síntesis jerárquicas del medio natural, integrando los factores de
mayor dominio y dinamismo, y globalizando territorios naturales que presentan una gran complejidad regional, desde los
ambientes andinos “interiores” hasta los húmedos tropicales “exteriores” y fronterizos.

8 Oferta y Potencialidades del Medio Natural Regional

Por hacer referencia a los estudios que identifican, localizan y ponderan las riquezas naturales regionales, concebidas no
solamente como recursos naturales y factores de producción, sino también, como activos sociales, donde la diversidad genética,
edáfica, minera, vegetal, faunística, ictiológica, energética, paisajística, etc., es factor de sostenibilidad y desarrollo en sí mismo.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à El conocimiento antrópico del territorio antioqueño y su relación con la ruralidad regional y local

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Factores Antrópicos de Estructuración y Dinamismo Territorial

Consideramos los factores antrópicos, o debidos a la acción territorial directa o indirecta del hombre y de las sociedades humanas, en los
ámbitos de las regiones antioqueñas, ya sea en sus formas de existencia concreta y material, o simbólica. La base de estas búsquedas
está inspirada en la geografía humana y en las llamadas ciencias del hombre, así como en los esfuerzos que se han realizado para
relacionar sus explicaciones con la geografía física y las ciencias de la naturaleza.

8 Formación Histórica de la Sociedad Regional

Se trata de considerar la naturaleza histórica de la sociedad regional, esto es, que ha sido el producto complejo de procesos de
génesis, evolución, consolidación, desaparición o resistencia territorial de los grupos humanos que habitan, han habitado o habitaron
la región. Siendo mayor nuestro interés por los procesos históricos recientes, en que la sociedad regional transitó desde los dominios
rurales y agrarios a los urbanos e industriales, ahora terciarizados y de servicios, sin que la ruralidad desaparezca y se resignifique
al ritmo impuesto por las nuevas exigencias urbanas.

8 Geografía Regional

Hacemos referencia a aquellos estudios globales que están basados en la diferenciación de las geodiversidades regionales, en los que
se han desarrollado al mismo tiempo y en la misma obra, tanto las áreas temáticas que se refieren al medio natural, como las que se
refieren al medio humano, aunque generalmente éstos no guarden ninguna relación entre sí, ni presenten ninguna coherencia
interna, sino que más bien, son incluidas como partes separadas de un mismo guión o tabla de contenido, que las incluye como
sumatoria y resultado de un enfoque tradicional de la geografía, y donde diferentes autores por separado se encargan del desarrollo
de cada tema en particular.
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A excepción de los trabajos clásicos de la geografía histórica, heredados de muy reconocidos expedicionarios extranjeros en los que
prevaleció una concepción eurocentrista del territorio, ha sido más bien escasa la tradición geográfica en nuestro medio, por lo
menos de aquella donde se desarrolle una mirada integral y de conjunto de la complejidad y la diversidad del territorio regional. Más
recientemente ha aumentado el interés relativo por los estudios geográficos, estimulado seguramente por la necesidad de mirar de
nuevo al entorno, a las restricciones y potencialidades del medio, para buscar al mismo tiempo las claves del atraso y la pobreza,
como de las alternativas del desarrollo regional.

Paradójicamente el mayor perfeccionamiento del conocimiento especializado, y las exigencias de integración impuestas por la mayor
interdependencia de las realidades actuales, han favorecido que la geografía regional supere la crisis en que se encontraba en los
últimos tiempos y que tome un nuevo aire, integrando globalmente diferentes miradas.

Proponemos incluir los trabajos de geografía regional entre los estudios antrópicos, por cuanto en los últimos años han estado más
directamente asociados con los avances y la evolución de la geografía humana, con cuyos desarrollos ha estado más estrechamente
relacionada, además que en dichos trabajos se incluyen al mismo tiempo estudios del medio humano y natural.

Desde una perspectiva geográfica es esencial definir la región como noción de trabajo y como escala, para hacer de la diferenciación
territorial a que den lugar los estudios, de las propiedades y características singulares de cada porción del sistema departamental y
de las relaciones de integración que prueben presentar entre sí, una constatación de la diversidad natural y humana, y una
herramienta de trabajo al mismo tiempo.

8 Sistemas Urbanos, Espacialidades Públicas e Infraestructura Regional

En un país de ciudades como el nuestro, la centralidad urbana establece relaciones de dominio territorial, que se expresa en la
formación de redes a partir de las ciudades, como factor nucleador principal y administrador del territorio. La influencia dominante de
las ciudades se expresa regionalmente a diferentes escalas, dando origen a un sistema urbano (?) donde distribución racional,
jerarquías y equilibrios, representa un potenciador del desarrollo regional.

Al tema de los vínculos territoriales de los pequeños, medianos y grandes centros urbanos, a nuestra escala, se consideran las nuevas
concepciones de espacialidades públicas e infraestructura regional, que representan los mecanismos recientes mediante los cuales se
plantea la urbanización (?) del territorio regional, en oposición a la ruralización de las ciudades.

Nuestro interés por este tipo de estudios es el de evaluar el estado del arte de los asuntos urbanos de la región, en un territorio con
un sistema desequilibrado de asentamientos humanos, cada vez más tributarios y dependientes de los dominios urbanos de la
ciudad, sin ser mayores beneficiarios del desarrollo urbano y con acelerados procesos de concentración de la población y de
crecimiento espacial de las ciudades.

8 Sistemas Económicos y Geografía Económica Regional

En un medio donde ha predominado la mirada sectorial y aespacial de la economía, la búsqueda de claves para entender el carácter
territorial de las actividades económicas, su estructura y dinamismo regional, puede ayudarnos a comprender los grandes
desequilibrios existentes entre territorios con actividades estratégicas y mejor localizadas con respecto a las ciudades y los mercados
y las áreas más deprimidas y aisladas del desarrollo. Se trata de proyectar los diferentes sistemas económicos sobre el espacio
regional y de establecer sus interrelaciones, de saber en qué estado se encuentran los estudios sobre intercambios, flujos y
encadenamientos territoriales de la economía regional y con otras economías.

Las diferencias económicas entre unas subregiones y otras no puede reducirse a simples diferencias en el nivel de producción, es
algo más complejo y cambiante que tiene que ver con las estructuras de la producción urbana y regional, lo que no sólo está ligado a
sus sistemas económicos, sino también, al carácter territorial de las actividades, donde las posibilidades de desarrollo endógeno
regional son también específicas y diferenciales, debidas a la originalidad de su situación. No obstante que lo regional en las
economías globales representa un menor poder de autodeterminación, el desarrollo de decisiones y capacidades autónomas está
basado en el conocimiento de sus propias realidades.

8 Sistemas de Producción, Servicios, Usos de la Tierra y Sociedades Rurales

Nos referimos al estudio de la base material y la organización social de las comunidades rurales, que no agrarias, por oposición a las
urbanas, y que están integradas o no a los dominios urbanos de las ciudades, que se encuentran cercanas o distantes de sus
mercados, que presentan diferentes niveles de resistencia y/o adaptación a los procesos expansivos urbanos y a la competencia
rural-urbana por el uso de la tierra.

Se trata de entender también la aparición de la nueva ruralidad, como resignificación territorial de las periferias urbanas, asociadas
a la economía y vida de las ciudades. Lo rural es un sentido territorial más amplio que lo agrario o lo agropecuario, toma en
consideración actividades más heterogéneas que las que están exclusivamente relacionadas con el cultivo del suelo y la crianza de
animales.

8 Demografía, Movimientos y Dinámicas Poblacionales Regionales

En un país y en una región donde los movimientos espaciales de población han sido quizás el factor de mayor dinamismo territorial,
ésta se convierte en una cuestión que tiene la mayor importancia en la explicación de las nuevas realidades, pues por ello
constantemente están evolucionando. Desde los movimientos y las dinámicas de poblamiento de la llamada colonización antioqueña
del siglo XIX, hasta las ampliaciones más recientes de la frontera agraria del siglo XX, pasando por la gran oleada migratoria del
campo a la ciudad, que aún no se detiene, los fenómenos que más le pueden interesar a este estudio, están relacionados con el

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desplazamiento forzado interno por el conflicto territorial, los desiertos demográficos que se han configurado en algunas áreas y la
reubicación urbana de la población en las ciudades.

Con la influencia dominantemente urbana de la Ciudad, la localización y distribución espacial de la población regional, ha estado
mayoritariamente ligada a estas nuevas circunstancias históricas, por las que nuestro país transitó en las últimas décadas de la vida
rural a la vida urbana, un hecho que sigue dando lugar a procesos dramáticos de formación de aglomeraciones poblacionales y de
cinturones de miseria, incluso en poblaciones apartadas de las grandes ciudades a menor escala. Más que el tamaño y la estructura
demográfica de la población, en el estudio de este énfasis nos interesa la formación y consolidación de nuevas áreas y formas de
apropiación y ocupación del espacio subregional y la pérdida de importancia de otras.

8 Etnicidad, Género y Cultura Regional

En una región donde había predominado como paradigma cultural de antioqueñidad el campesino mestizo de la región andina, las
identidades y complejidades culturales del territorio, ha sido un asunto cuyo interés afortunadamente a ido en aumento, mediante un
proceso aún incipiente pero liberador de la diversidad cultural como riqueza y como factor territorial, que blinda las sociedades y las
hace menos vulnerables a la estandarización y homogenización de las tendencias globales.

Con la aparición reciente de la diversidad cultural como concepto y como realidad, con el nuevo protagonismo adquirido por
territorios relativamente desconocidos, con la reivindicación de grupos socialmente vulnerables y minoritarios, con la formación de
diversidades culturales urbanas y rurales, con la intensa hibridación cultural de un país de fronteras y movimientos socioespaciales,
con la influencia dominante de los medios y las tecnoestructuras que generan conectividades culturales a escala globales, la relación
territorio y cultura es una cuestión cada vez más compleja, que merece nuestra atención como una de las propiedades que mejor
define e identifica la naturaleza subregional de esta parte del Noroccidente colombiano.

8 Organizaciones, Movimientos Sociales, Conflictos y Cultura Política Regional

Con los bajos niveles de participación y de autonomía de las comunidades territoriales en las decisiones políticas y en la actividad
pública, siendo peor la situación entre los sectores rurales que en los urbanos, el problema de formación en cultura política de la
población regional es esencial para poder potenciar nuevas alternativas de desarrollo territorial. En este énfasis no se trata solamente
de considerar los cambios que haya habido en la organización político administrativa de la sociedad colombiana y la forma como
éstos se hayan incorporado a la sociedad regional, sino también, en evaluar el conocimiento existente sobre los procesos sociales,
sobre las acciones de la gente como sujeto social, sobre sus niveles de organización, sobre la manera como deciden y participan en la
construcción social de su futuro.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à El analfabetismo territorial sobre la ruralidad regional y local en Antioquia

ƒ Dos

La ruralidad, la política pública y la organización territorial urbano regional

à Predominio del epicentrismo urbano en la organización regional

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Regionalizaciones Urbanas

Corresponde a las iniciativas de regionalización que mejor concretan la idea actual de “proyectar la ciudad hacia fuera”, como
paradigma único y hegemónico de desarrollo. Que generalmente ha sido concebido de manera independiente a la complejidad y
diversidad territorial involucrada, a la problemática rural y de conservación ambiental que está en juego, a los problemas del
gigantismo y de la concentración urbana, del incremento exacerbado del mercado inmobiliario de tierras, de la presión urbana por
áreas para instalación de artefactos urbanos, de las formas irracionales de crecimiento urbano de las ciudades, de la organización
territorial del entorno de las ciudades, etc., como si se tratara de un proceso unilateral, que se proyecta en un sólo sentido sobre
territorios vacíos de contenido, que sólo representan en esta tendencia natural de las sociedades modernas, destinos inevitables.

Se trata probablemente del tipo de propuestas de regionalización, de las que más vamos a continuar escuchando en nuestro medio y
en nuestro tiempo, como estrategias de modernización per se y a secas, que seguramente seguirán ahorrándose la necesidad y
conveniencia de incorporar en sus decisiones, datos como autonomía y justicia territorial, o elementos de análisis como integración
rural-urbana, proyectar la periferia urbana externa, propiedades y atributos de las periferias urbanas externas, o relaciones
territoriales complementarias entre la ciudad y el campo, este último por cierto es un ámbito que ha venido perdiendo interés para los
estudiosos de estos temas, y que hoy aparece menos en los mapas de la Administración y de los planificadores del desarrollo.

Estrategias de regionalización como los polos de desarrollo, la jerarquización de centros urbanos, las funciones urbanas del desarrollo
regional, etc., no han desaparecido completamente y continúan actuando como iniciativas de urbanización regional, pero ahora le han
cedido el lugar a otras como: consolidar la ciudad metropolitana, proyectar la ciudad metropolitana, proyectar la ciudad región, etc.,
que, aunque más nuevas, no parecen haber experimentado un cambio en lo esencial de política y mentalidad institucional, ni han
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dejado de plantearse el problema en términos del predominio hegemónico de los intereses del crecimiento y la modernización
económica, sin que otras razones puedan tomar parte en la manera de concebir la expansión exterior de la ciudad, con lo que
nuevamente se pone de manifiesto el pensamiento urbanístico institucional y los cambios en la coyuntura económica y social.

En efecto, con estas nuevas propuestas de regionalización urbana, por hacer referencia a las divisiones del espacio regional que se
hacen a partir y en razón de la primacía y el hegemonismo de las ciudades sobre el resto del territorio, aunque se corresponde con
una fase histórica en que éstas son el aspecto focalizador de la organización y la administración territorial, se pone en evidencia el
nuevo interés de los políticos y del capital financiero por la periferia como otro sector del espacio urbano, que es susceptible de
valorización y de ampliación de las inversiones privadas y estatales.

Si las estrategias de construcción de vivienda, que de manera optimista y con una visión expansiva, se establecieron a principios de
los 70, como una manera de “resolver” el problema del subempleo rural, de recibir grandes masas de población, de ampliar el
mercado interno, de fomentar las actividades del sector financiero, etc., y que provocaron un urbanismo creciente y concentrado que
contribuyó con el origen de la llamada macrocefalia poblacional actual, las nuevas propuestas de regionalización urbana están
concebidas con la idea al mismo tiempo, de recuperación de los centros urbanos tradicionales y de la capitalización de las periferias
urbanas externas, con modelos de apropiación y ocupación del territorio, que han venido aumentando más los desequilibrios y las
disparidades espaciales tanto “dentro” como “fuera” de las ciudades.

Para ello la ciudad como centro urbano dominante de la región no sólo crece y se amplifica en el sentido físico-espacial y material,
sino como ciudades dispersas y difusas que son las formas mediante las cuales se implanta en los entornos más cercanos, pero
también como ampliación y extensión de su red de relaciones urbanas a territorios cada vez más distantes y apartados del progreso
urbano, subordinándolos a sus exigencias y dinámicas territoriales. No obstante que en la orientación y en la delimitación de las
propuestas de regionalización urbana, con énfasis en la centralidad metropolitana como nuevo hecho urbano, han prevalecido
criterios estadísticos, administrativos y funcionales, la urbanización también se ha venido expresando en la ampliación cada vez mayor
de las pautas culturales, las conductas y los comportamientos urbanos al resto del territorio, aspectos que pocas veces son
considerados en iniciativas de este tipo.

Con el aumento de las movilidades, de la accesibilidad y de las interacciones virtuales, la difusión de los imaginarios urbanos a todo el
territorio y la disolución de la dicotomía campo-ciudad, con el sometimiento urbano de la vida rural y del “natural remoto”, se han
originado verdaderas ciudades-regiones que no están hechas de los mismos progresos que se pueden evidenciar en los centros mejor
localizados, generalmente rodeados de periferias internas donde el atraso y la marginalidad también existen.

A nivel subregional se reproducen, a escala, desde sus centros urbanos respectivos, las “mismas” políticas centralistas de los centros
urbanos principales, en relación con sus propios entornos y áreas de influencia, con lo que se pierde la posibilidad de establecer unos
sistemas territoriales con estructuras más equilibradas y menos verticales, que bien pueden desarrollar la capacidad de aprovechar la
diversidad de asentamientos humanos para tejer una red que irrigue mejor los beneficios de la administración y la gestión pública.

La regionalización urbana se podría constituir entonces en un mecanismo de democratización del progreso urbano y de ampliación de
los derechos y libertades individuales que viene con la vida ciudadana, sino se hiciera arrasando con la diversidad y complejidad que
se encuentra a su paso y si en vez de convertir las regiones en cantera legítima para la extracción de sus recursos, las asume como
sus áreas de influencia positiva.

Desde la perspectiva territorial, aspiramos a recuperar la visión integradora y de conjunto, entre la ciudad y la diversidad y
complejidad del entorno, para poder entender la síntesis globalizadora que plantean las modernas megalópolis y sus servidumbres
territoriales, por las que se impuso una ética individualista, depredadora e insolidaria con el entorno. Ahora se impuso una función
globalizante y empobrecedora, donde no hay separación entre el “dentro” y el “fuera” del espacio urbano y ciudadano, no hay
distancia entre el “orden” ciudadano y el “caos” circundante, hoy se desplazan los problemas de costes, de tráfico, de congestión, de
deterioro, a otros escenarios, a otros territorios, dando origen al gigantismo sin forma, a la segregación espacial, a la exclusión y a la
marginalidad social.

Aunque el “dentro” de la ciudad y el “fuera” de la región son territorios estrechamente relacionados, para entender sus realidades y
diferencias, a veces opuestas, no se pueden extrapolar o yuxtaponer las respectivas explicaciones, pues corresponden a estructuras y
dinámicas territoriales de distinta naturaleza.

9 Regionalizaciones Estratégicas, de Expansión y de Competitividad

Mediante este tipo de iniciativas Antioquia ha estado reaccionando y manifestando su preocupación, por la crisis en que se ha visto
sumido su modelo de desarrollo, basado inicialmente en las fundaciones y en la apertura de tierras, minas y caminos durante la fase
del poblamiento y la colonización. Posteriormente, en la formación del mercado interno, la industria y las ciudades, que fue su
paradigma de progreso más importante, y ahora, con la tendencia general a la terciarización de la economía, la crisis de la industria,
la profundización del “problema agrario”, su mediterraneidad, y la agudización de sus conflictos sociales y políticos, ha puesto su
mayor empeño en la “metropolización regional de la ciudad” y en lo que podemos llamar “lo estratégico, la expansión y la
competitividad”, por hacer énfasis en las políticas públicas y en las iniciativas privadas que mayor atención parecen despertar en estos
tiempos de la globalización, y de la apurada carrera por alcanzar niveles de crecimiento y desarrollo económico, que le ayuden a
superar sus dificultades.

Aseguramiento de una estrategia de desarrollo sostenible a largo plazo, con fundamento en el aprovechamiento sostenible del medio
ambiente, los recursos naturales y la biodiversidad. Esta estrategia ha estado apuntalada por los que tradicionalmente se han
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identificado como sectores económicos estratégicos, como Minería y Energía, y el amplio abanico de Servicios, como Transportes,
Telecomunicaciones, Negocios Internacionales, y todas las modalidades del Turismo: rural y agrario, ecoturismo, histórico y cultural,
de sol y de playa, de aventura y de negocios, ya se habla incluso de la marca país, como si se tratara de una denominación de origen
para la comercialización del paisaje.

9 Regionalizaciones de Productividad y Competitividad

Estos dos conceptos estrechamente relacionados e integrados, representan probablemente las más nuevas iniciativas de
regionalización que se están impulsando actualmente, aunque con un enfoque sectorial y no territorial, que son de carácter mixto por
involucrar la cooperación entre acción pública y privada, que están orientadas a sectores específicos de la economía regional y que en
teoría hacen énfasis en la integración entre la producción, los mercados, la industria y el consumo, con la finalidad de “revitalizar la
economía antioqueña” del actual Plan de Gobierno Departamental: “Antioquia Nueva. Un Hogar para la Vida”. En el año 2002 el
Departamento crea la Secretaría de Competitividad y Productividad que se estructura en torno a las áreas de minería, turismo y
desarrollo económico.

Para el caso de la agricultura y el desarrollo rural el énfasis en productividad y competitividad, se ha planteado como las Cadenas
Productivas en seis productos básicos: leche, carne, caña, caucho, cacao, y reforestación. A las que se aplican estrategias como:
Centros de acopio y manejo de productos, incrementos en producción y en productividad, mejoras y saneamiento en el beneficio,
diversificación de procesos y productos e integraciones productivas. Es de anotar que se trata de concentrar la cooperación de los
recursos públicos y la acción privada en sectores de la economía a los que se les atribuye una función multiplicadora,
independientemente de las transformaciones territoriales que genera una política muy focalizada en las zonas de las subregiones
donde se desarrolla la actividad y en las ciudades donde se realiza la fase terminal de los encadenamientos.

Con la Gran Feria de Antioquia y otras estrategias como la promoción comercial de destinos a operadores turísticos y ferias
internacionales, el impulso a corporaciones y promotoras turísticas regionales como las de Urabá, Oriente, Occidente y Suroeste, la
movilización vehicular y las rutas turísticas (Bajo Cauca: la ruta del oro, el ganado y la pesca; Norte: la ruta de la leche; Nordeste: un
tren cargado de oro y caña; Occidente: la ruta del sol y de la fruta; Magdalena Medio: una leyenda de agua, bosque tropical y
cemento; Oriente: la ruta verde de Antioquia; Valle de Aburrá: ciudades de luces, paisajes y flores; Suroeste: una tradición de café,
carbón y arriería), se ha propuesto la llamada línea de desarrollo económico “Turismo Más Cerca”.

Como se puede anotar, se trata de reivindicar economías socialmente segmentadas de ocio y recreación, con base en alegorías
superpuestas a realidades literales regionales, o más bien locales, donde muchos de estos atributos motrices han desaparecido, se
encuentran en vías de extinción, son fuente de conflictos ambientales o simplemente no tienen el poder de irradiación simbólico
regional que se les atribuye. Lo más preocupante es que el turismo se ha erigido en alternativa de progreso (?) urbano y rural,
precisamente cuando los procesos de apropiación y ocupación del territorio que se han impuesto en Antioquia, vienen destruyendo
las calidades ambientales, sensibles y paisajísticas, que es de lo que principalmente depende.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à Predominio de las concepciones agraristas sobre la ruralidad regional

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural

Nos referimos a las propuestas de regionalización que están basadas en la necesidad de espacializar las actividades agrarias y su
relación con la vida de las comunidades rurales, que por estar tan directamente relacionadas con la capacidad ambiental de los
territorios que usan y habitan, son al mismo tiempo un medio de constatación de realidades muy heterogéneas como las de los usos
de la tierra rural y un instrumento de planificación de su desarrollo.

No obstante que en las regiones antioqueñas ha habido en general una importante tradición de actividades basadas en el uso de la
tierra, en el sentido más complejo y global, desde la colonización antioqueña con base agrícola, incluso desde antes con las
comunidades prehispánicas agrarias, pescadoras, recolectoras y silvicultoras, y que en los tiempos modernos se han consolidado
algunas zonas con plantaciones y ganaderías, ésta es una de las perspectivas de la regionalización del Departamento de la cual ha
habido pocos avances.

Una situación paradójica y contradictoria, por la importancia que representan todas estas actividades en una sociedad que ha tenido
en ellas parte de su base técnica y material, sus referentes e imaginarios más tradicionales, y de las que ha hecho depender muchas
de sus esperanzas de vida futura, no obstante el predominio territorial de las ciudades y la resignificación urbana de la vida rural.

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Las iniciativas de regionalización de lo agrario, o lo rural para usar un término más adecuado, han estado basadas más en la
verificación directa de las respuestas técnicas y culturales que las propias comunidades de base territorial han desarrollado
empíricamente con su propia racionalidad, que en políticas regionales oficiales que orienten y direccionen los usos potenciales,
intervengan los conflictos de uso y diversifiquen la estructura productiva. Probablemente haya sido mayor la iniciativa privada y
gremial en este sentido, lo que analizaremos como regionalizaciones económicas y de sectores económicos estratégicos, por ejemplo
las regionalizaciones cafeteras, cacaoteras, bananeras, cañeras, floricultoras, forestales, ganaderas, etc.

Aunque actualmente se desarrolla en convenio de cooperación del Departamento y el IGAC un sistema actualizado (?) de clasificación
de tierras y de coberturas vegetales, que parece más interesado en suelos que en una lectura integral, donde además se hace mayor
énfasis en los factores físicos que en los ecológicos y culturales, la ausencia de un conocimiento real de la capacidad máxima de uso
de los suelos antioqueños y de su diferenciación espacial, de sus sistemas más apropiados de producción y de los cambios que ha
provocado el avance y el dominio urbano de las ciudades, a limitado la acción de la Administración Departamental, para introducir
procesos innovadores, cambio técnico, diversificación, etc., como parte de una política regional coherente y duradera, que no esté
sujeta tampoco a los vaivenes del poder y del mercado.

La visión tradicionalista y escasamente innovadora que ha prevalecido en estos temas en nuestro Departamento, ha estado muy
directamente relacionada con el origen minero y campesino de sus gentes, donde la tumba del bosque natural, el despeje por fuego
y la roturación de suelos, se convirtieron en el paradigma de progreso y en el medio para la conquista de las tierras durante el tiempo
de formación histórica de la sociedad regional. Proceso que hoy se ha querido reinvertir con base en los nuevos postulados de la
protección y la conservación ambiental, no obstante que social y técnicamente siguen predominando los mismos procedimientos y
que en medio de la impotencia y la indiferencia general han ido desapareciendo y empobreciéndose sistemas de producción que
habían logrado adaptarse apropiadamente a estas tierras, como el de café-caña-plátano o el de hortelanos.

Con el surgimiento en los tiempos modernos de estrategias de regionalización que han propuesto la “conquista del trópico húmedo”,
como medio para superar la mediterraneidad de los antioqueños, ocupar “todo” el territorio y ampliar la base de la producción, se ha
hecho más evidente la contradicción paradójica entre ampliar la frontera, conservar la naturaleza o intensificar el uso, un problema
de diferenciación del espacio que exige no sólo un mejor conocimiento del medio, sino también, un replanteamiento del modelo de
ocupación y apropiación del territorio.

Por la agudización del conflicto armado, entre otras razones, han desaparecido una importante variedad de sistemas especializados e
integrados de producción agraria, que han disminuido el perfil y la diversidad regional de la vida rural, en un Departamento donde
todavía predominan los sistemas tradicionales y primitivos de producción agrícola, ganadera y pecuaria, y donde excepcionalmente se
han desarrollado en áreas muy localizadas, sistemas artesanales avanzados y sistemas mecanizados y empresariales, con bajos
grados de innovación tecnológica y de encadenamientos productivos con otros sectores de la economía, donde se destaca el pastoreo
lechero integrado a la industria de lácteos y carnes, que por su significación regional merece mirarse en su paquete tecnológico con
el cuidado que requiere.

Con la desaparición de los programas de desarrollo rural y su desestabilización económica y social por la persistencia de tecnologías
de la “Revolución Verde”, que estaban orientados a la innovación técnica, la intensificación en el uso del suelo, la diversificación e
integración de las combinaciones productivas, el incremento en la producción de alimentos para las ciudades y las propias zonas
rurales, la diversidad regional perdió ingredientes importantes. Esta situación se ha agudizado con el aumento de la ganaderización
de tierras y los rastrojos donde antes dominaba la horticultura, la caficultura, la cañicultura, etc., con los consiguientes problemas de
“seguridad alimentaria” que hoy enfrentan las UMATAS municipales.

A propósito, con la descentralización administrativa a la que nos referimos antes, los municipios adquirieron mayor protagonismo en
la política rural local, pero con pérdidas para la política rural regional, en una actividad donde las economías y sociedades de escala
son una alternativa y hasta una necesidad para superar el aislamiento y la autarquía, sobre todo si las condiciones ambientales tienen
una distribución espacial que supera los ámbitos locales.

En la regionalización de lo rural, la estructura de la propiedad territorial ha sido un tema escasamente considerado, seguramente por
espinoso y conflictivo o por la poca disposición a considerarlo como dato esencial del asunto, en un Departamento donde la tendencia
a la concentración de la propiedad y los cambios recientes en la propiedad rural, por el desplazamiento y el conflicto, como lo ha
indicado la Contraloría General de la República, la han convertido en una situación especialmente problemática y en una restricción al
cambio técnico y social en el uso de la tierra rural.

Últimamente se han promovido iniciativas de regionalización rural en asocio con el Ministerio de Agricultura como los Centros
Provinciales de Gestión Agroempresarial, de los cuales existen 2 en la actualidad, Alto Nordeste y Cuenca Carbonífera de Sinifaná, en
los que se involucran actividades mineras, y se proyectan otros para el 2006: Nordeste, Magdalena Medio, Bajo Cauca, Norte Lejano,
Penderisco, Suroeste y Valle de Aburrá.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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9
ƒ Tres

La ruralidad en el diseño de un método de investigación territorial, urbano, regional y fronterizo

à Relaciones rurales-urbanas, persistencias rurales, resistencias rurales, nueva ruralidad y resignificación territorial de la naturaleza regional

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 La ruralidad como realidad territorial y los problemas de método


Problemas de lectura, análisis y representación territorial

8 La Nueva Ruralidad

Aparecen nuevas funciones del espacio rural articuladas a demandas urbanas, que dejan de ser actividades agrarias
especializadas, y que cada vez están más integradas a otros ámbitos, tales como:

y El reclutamiento permanente y/o temporal de los operarios agrarios en las ciudades vecinas donde estos residen de manera
permanente.
y Los cambios ambientales para responder a las necesidades y conveniencias de la sostenibilidad y a las exigencias de las
regulaciones y certificaciones comerciales.
y La biodiversidad genética y la denominación de origen como mecanismos de protección de recursos y patentes.
y El nuevo turismo rural promovido por operadores propios del sector y/o por agentes especializados, donde el paisaje, el
hospedaje campestre y las granjas demostrativas tienen un nuevo lugar en el medio.
y La diversificación de la producción rural, mediante el cultivo de bioenergéticos y de plantas medicinales, la producción de
artesanías, la dendroenergía, los servicios rurales, etc.
y El desarrollo de estrategias de seguridad alimentaria y de protección al germoplasma tradicional y a la riqueza genética.
y La mayor integración de la cadena agroproductiva y comercial con los nuevos sistemas organizativos y empresariales, en el
campo, la ciudad y el extranjero.
y La nueva ruralidad tiene sus principales puntales en las agroindustrias floricultora, cafetera, frutícola y lechera, así como, la
relacionada con las plantaciones de productos de exportación, tales como banano y plátano, y las vinculadas a los
mercados internos como la palma africana.

8 Mientras tanto que ocurre en la ruralidad tradicional?

y Aumentan los problemas de concentración de la propiedad inmobiliaria y de la propiedad rural.


y Mientras se especula con el suelo urbano, la expansión de la ciudad avanza sobre tierras productivas.
y Se consolida la ganaderización de las tierras rurales, aumentan los rastrojos y las plantaciones forestales comerciales, y
retroceden la agricultura, los bosques naturales y los humedales.

8 La Resignificación Territorial de la Naturaleza


Problemas de lectura, análisis y representación territorial

y El sistema de ciudades está todavía en obra negra y está muy cerca e influido por el medio natural…
y Las comunidades de base natural son relictos que se confunden con el entorno natural, donde han vivido, o sobrevivido,
por tiempos…
y La formación de culturas de base agraria aún es reciente y todavía no terminan de consolidarse…
y La quema del rastrojo para las siembras sigue siendo una actividad de supervivencia, cuando no es que se siembra en
“crudo”, con lo que la naturaleza sigue siendo un insumo…
y La tumba del bosque natural todavía no se detiene y en todos los casos es considerada una actividad legítima…
y La cultura de la madera todavía no conoce de silvicultura ni de usos múltiples del bosque, ni de otros bienes, beneficios y
provechos alternativos…
y Los grandes proyectos agrícolas todavía se orientan hacia las tierras de mayores restricciones ambientales y ecológicas…
y La minería todavía consiste básicamente en movimientos de tierras, donde los adelantos tecnológicos son para aumentar su
volumen…
y El desecamiento de los humedales todavía se considera un adelanto técnico, con todo y la pérdida de ecosistemas
biológicamente muy productivos, además de hábitat de muchas comunidades de base territorial, donde la pesca artesanal
está en vías de extinción…
y Lo natural todavía es realidad literal y no alegórica, condicionante y oferta al mismo tiempo, no obstante el despilfarro y el
acelerado proceso de deterioro y degradación ambiental que aún se presenta.
Los problemas de lectura aumentan, si tenemos en cuenta la diversidad de situaciones territoriales que se han configurado en la
relación con la naturaleza, bajo el nuevo sistema de dominación de los epicentros urbanos, y en especial bajo el influjo de la
metropolización regional, tales como:

y La valorización urbana de las zonas productoras de agua, tanto para acueducto, como para hidroenergía y
aprovechamientos múltiples.
y La declaratoria de áreas de manejo especial “con la gente afuera”, precisamente allí donde las comunidades rurales tienen
su asiento.
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y La estrecha relación existente entre la conservación ambiental en inmediaciones de las grandes ciudades y las crecientes
demandas de agua en floricultura, agroindustria, ganadería, avicultura y porcicultura, etc.
y La liberación de restricciones ambientales en zonas cercanas a la ciudad, para favorecer el establecimiento de
urbaniaciones, condominios y parcelaciones campestres.
y La incorporación en los nuevos proyectos inmobiliarios, de íconos símbolos basados en elementos naturales que por las
mismas obras han desaparecido del paisaje.
y La formación de nuevas economías del paisaje y de espacios del agua, del sol y del ocio, donde a la naturaleza se le
asignan nuevas funciones muy específicas, integrándose a los procesos mercantiles y de valorización del capital.
y La protección ambiental y del paisaje como actividad económica y de prestación de servicios, y la formación de operadores
turísticos y de reservas de la sociedad civil, integradas a los circuitos económicos del tiempo libre y la recreación.

y El desarrollo de iniciativas de conservación y protección ambiental ligadas a estrategias internacionales, como


certificaciones comerciales, condonación de deuda externa, cambio climático global, etc.
y La formulación de estrategias y políticas ambientales que apuntan paradójicamente a la conservación ambiental de las
áreas más densamente habitadas, mientras permanecen indiferentes a las nuevas presiones sobre humedales y bosques
naturales en las zonas de frontera relativamente más “deshabitadas” y de mayores restricciones ambientales y ecológicas.
y La confusión entre política de protección y conservación ambiental, y política de guerra, de control y de dominio territorial.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à La ruralidad como criterio, como escala, como lenguaje, como técnica y como dato de lectura, análisis y representación territorial

Véase su aplicación en el Proyecto de Gestión Territorial

ƒ Cuatro

La ruralidad en el estudio del sistema territorial urbano, regional y fronterizo antioqueño

à La ruralidad y la geografía de las diversidades territoriales

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Aproximación a la diversidad de condiciones biofísicas del territorio antioqueño y a los procesos y factores de estructuración y
dinamismo natural

Cuando de la geografía de las diversidades territoriales se trata, el problema de la escala es fundamental, para identificar y ponderar
los niveles de influencia y efecto que los factores territoriales de mayor protagonismo tienen sobre los ámbitos de menor jerarquía,
además de poder establecer la forma como aquellos inciden local o regionalmente, y como se refuerzan y atenúan cuando los datos
globales se combinan o interactúan con los datos cercanos o singulares de cada sistema o paisaje territorial.

En este sentido, cuando se trata de jerarquizar influencias biofísicas en el territorio antioqueño, debemos tomar en consideración los
siguientes factores, que son los que han incidido e inciden de manera más determinantemente en sus procesos de estructuración y
dinamismo biofísico, y que le imprimen un carácter, una capacidad y una personalidad, al medio natural en el que las sociedades
humanas han actuado con diferentes medios, bajo diferentes circunstancias y en la búsqueda de diferentes fines:

8 La posición del territorio antioqueño en la parte más septentrional del subcontinente suramericano, entre los océanos Atlántico y
Pacífico, al sur del Istmo Centroamericano, y bajo la influencia dominante de la Corriente de Humboldt y del Mar Caribe.

8 La posición latitudinal tropical en el Hemisferio Norte, de los 63.612 Km2 del territorio antioqueño, entre los 5°25´30’’ de latitud
Norte en el cerro de Caramanta en Andes y los 8°55´00’’ de latitud Norte en Punta Arboletes.

8 Por su posición longitudinal Oeste con respecto al Meridiano de Bogotá, el sistema departamental antioqueño se encuentra en el
Noroccidente del país, entre 0°11´30’’ W en Yondó a orillas del Magdalena y los 3°09´00” W en Puerto López en límites con el
norte del Chocó.

8 La presencia evidente y dinámica de estructuras geológicamente jóvenes y de procesos muy activos en la formación del relieve,
donde se destaca el contraste entre formas estructurales y erosionales, entre las tierras altas de las cumbres andinas y las bajas
de los valles y planicies tropicales, entre los altiplanos, las vertientes y las planicies exteriores, con fuertes y vigorosos procesos
de disección de los paisajes terrestres, mediante la efectiva combinación del tectonismo y la severidad climática.

8 El contacto y la acción recíproca de placas continentales, de formaciones geológicas y biológicas sudamericanas y


centroamericanas, en inmediaciones del Darién colombiano, que ha dado lugar a unos ambientes híbridos y a corredores de
intercambios múltiples, de rocas y biota de procedencia y naturaleza muy heterogénea, que han contribuido en la génesis, la
evolución y la consolidación de los paisajes naturales.

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8 La identificación y localización en este territorio de la acción limítrofe entre glaciaciones y deshielos, con presencia de
importantes refugios pleistocénicos de fauna y flora, en los que la biota logró sobrevivir a las heladas y el deshielo, y desde
donde se reprodujeron y poblaron las tierras para darle origen a la feracidad y a la exhuberancia natural que todavía hoy
conocemos.

8 La ubicación e influencia directa de los tres dominios climáticos más determinantes en la formación de la diversidad térmica y de
las variaciones de humedad, entre otros factores climáticos de primer orden y jerarquía: el planetario, el continental y el
oceánico, que en esta parte del territorio americano presentan un gran dinamismo y una gran variabilidad, que se va a ver
reforzada regionalmente por la presencia sobresaliente de las cordilleras andinas.

8 El escalonamiento climático del medio ecuatorial, la influencia dominante de la Zona de Convergencia Intertropical ZCI, así
como, de las masas oceánicas, que por su procedencia y carácter húmedo, intercalado en los dos semestres del año, cuando
penetran en esta parte del territorio y entran en contacto con los sistemas montañosos, dan origen a climas bimodales
principalmente, donde a largos periodos de lluvia se suceden cortos periodos de sequía, característica que se acentúa más en
unos sitios que en otros, en razón de la orientación y el vigor del relieve.

8 No obstante el régimen isotérmico predominante por nuestra posición latitudinal tropical, esto es, que no es estacional y que en
un mismo lugar no se presentan variaciones mayores a 2°C a través del año, la disminución de temperaturas en un gradiente
promedio de 0.66°C por cada100 metros de ascenso en las cordilleras, que varía local y regionalmente debido a la orientación y
a la irregularidad topográfica, le introduce una gran variedad de condiciones térmicas al territorio antioqueño, ya que éste
presenta variaciones relativamente amplias en altura, que van desde los 2 msnm en Turbo y San Juan de Urabá, hasta los 4.080
msnm en el Páramo del Sol, en tierras de Frontino, Abriaquí, Urrao y Caicedo, pasando por todas las variaciones locales de los
valles y vertientes interandinas.

8 La variedad de dominios climáticos húmedos, perhúmedos y superhúmedos, en diferentes pisos altitudinales: tropical – T o
cálido, premontano – PM o templado, montano bajo – MB o frío y montano – M o muy frío. Así como la presencia de enclaves
interiores secos, que le imprimen un marcado contraste ambiental a las condiciones de humedad dominantes, muchos de las
cuales se encuentran por cierto cerca de las ciudades y los centros urbanos, por lo que los excesos de precipitación con sus
múltiples utilidades y las tierras secas y soleadas, dan origen a una excepcional combinación, que solo hace falta saber y poder
aprovecharla.

8 La variedad e integración de diferentes dominios hidráulicos: desde los sistemas más primarios de la escorrentía superficial,
hasta los sistemas receptores más complejos, como las cuencas fluviales, las planicies inundables, las ciénagas y los humedales,
y el nivel de base en Mar Caribe, así como, la formación de acuíferos subterráneos y la presencia de represamientos y embalses
de almacenamiento del agua. Se podría afirmar que el territorio antioqueño es un gran sistema receptor de aguas de
escorrentía, donde las corrientes y la circulación del agua, es uno de los agentes modeladores y estructurantes más dinámicos y
permanentemente activos en la formación de sus cualidades ambiéntales, sensibles y paisajísticas.

8 La diversidad y riqueza de contrastes entre los ambientes terrestres y los humedales de los grandes ríos, con toda la
complejidad natural que está asociada con las condiciones donde al agua predomina la tierra y viceversa, una situación
ambiental que se refuerza e intercala a través de los ciclos del año y de los diferentes espacios regionales, que exige poner de
presente la presencia de grandes sistemas hidráulicos, interactuando desde su diversidad dentro de una misma unidad
territorial. Se trata de superar la mediterraneidad, haciendo evidente la múltiple influencia del Valle del Magdalena Medio al
oriente, del Cañón del Río Cauca al centro, de la Depresión del Atrato al occidente y del Mar Caribe al norte, así como, la
incidencia geológica, geomorfológico y climática de las cordilleras Central y Occidental de los Andes colombianos, que se
levantan vigorosas entre los tres ríos respectivamente, disminuyendo de sur a norte hasta las planicies aluviales y marinas del
Litoral Caribe, dándole forma y vida a un complejo territorial de una gran riqueza y diversidad, que razón tenía la maestra de
escuela: “este es un país inmensamente rico, donde si es por la naturaleza, la pobreza no tiene explicación”.

8 A todo este cuadro de semejante diversidad ambiental, se suma la variedad de la vida silvestre, de las formaciones vegetales y
de la extraordinaria fauna que ha podido originarse en estas condiciones, donde además de los frailejonales de los páramos, de
los bosques altoandinos, de los bosques mixtos de las vertientes, y de los frondosos bosques tropicales, se han formado
importantes y ricas asociaciones de especies vegetales, que además de singulares y endémicas, han sido y son de una gran
utilidad económica y de un gran valor cultural y social, como los robledales, los manglares, los cativales, los murrapales, que hoy
todavía representan parte esencial de la diversidad biofísica del territorio antioqueño.

A partir de esta primera aproximación, en nuestra propuesta de geografía de las diversidades territoriales, priorizaremos una lectura y
un análisis territorial más cuidadoso y detallado de las formaciones terrestres, de las formaciones climáticas, de los dominios del agua
y de las formaciones vegetales, que como explicaremos, pensamos que son los factores más estructurantes y los procesos biofísicos
más dinámicos del territorio antioqueño, en la medida que el estado del conocimiento, del trabajo de campo y de nuestra propia
formación lo permitan, para darle origen a una nueva opción de trabajo, a una nueva manera de propiciar aproximaciones integrales
al medio ambiente natural desde una perspectiva territorial, que sea el producto del diálogo y la travesía de saberes, para facilitar la
comprensión y la escolaridad de una realidad tan compleja, tan endémica y tan singular como la naturaleza nuestra, donde se
puedan superar concepciones basadas en una sola mirada.

Se debe precisar que la idea de avanzar desde un nuevo enfoque territorial de la diversidad biofísica, no debe concebirse como un
argumento en contra de la especialización y la profundización del conocimiento del medio natural, sino más bien, en contra de su
aislamiento, autarquía y fragmentación, pues si los sistemas naturales son en su estructura y funcionamiento en si mismo integrados
e integrales, se requieren explicaciones de saberes migrantes, esto es, de intercambio y cooperación mutua, pues para entenderlos y
enseñarlos no puede pensarse que haya una sola explicación y menos una explicación óptima. Algo diferente es que haya factores
jerárquicos y dominantes, y en tal caso su estudio y consideración requiera más atención que otros.

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9 Aproximación a la diversidad de condiciones antrópicas del territorio antioqueño y a los procesos y factores de estructuración y
dinamismo humano

Los factores y procesos que a través del tiempo histórico, han sido más determinantes en la formación, distribución y consolidación
espacial de las condiciones antrópicas del territorio antioqueño, esto es, en la configuración de su geografía humana, en el sentido y
significado más universal del término, que asociamos y vinculamos con el poder de transformación y creación de las sociedades
humanas, actuando dentro de un medio natural concreto, con base en un determinado nivel tecnológico, y respondiendo a diferentes
fines y racionalidades económicas y sociales, los podemos sintetizar de la siguiente manera:

8 Las técnicas y sistemas extractivos en la explotación de los productos de la naturaleza, de fundamental interés para los
mercados externos, que fueron la base inicial de las intervenciones humanas con la llegada del hombre blanco a América, no
dejaron un territorio estructurado, sino más bien, diezmado en sus poblaciones aborígenes, y descapitalizado en sus recursos
naturales.

8 La traída por la fuerza de mano de obra esclava de origen africano al Nuevo Reino de Granada, para suplir a las comunidades
indígenas y a los criollos pobres, en las duras exigencias impuestas en el trabajo de las minas, de la extracción de productos del
bosque, de la construcción de caminos, del transporte de hombres y mercaderías por entre las inclemencias del trópico,
marcaron desde su origen la configuración étnica de la población antioqueña.

8 La formación desde entonces, de una diáspora de culturas indígenas, afrodescendientes, mestizas, etc., y al mismo tiempo de
una rica diversidad étnica, que ha sido esencial para entender el carácter complejo y la composición híbrida de la población
antioqueña, más comúnmente asimilada a otros grupos humanos, por razones sociales y políticas.

8 Los procesos y sistemas de ocupación y apropiación del territorio de las culturas de base agrícola, comercial y minera, de la
llamada Colonización Antioqueña, que involucró territorios muy amplios, entre las gobernaciones de Popayán, de Panamá, de
Cartagena y de Antioquia, que después sería el Noroccidente colombiano, y que marcó desde entonces las características del
poblamiento y de los asentamientos humanos en esta parte del país.

Colonización Antioqueña es el concepto utilizado por James Parsons, y por muchos otros autores, para referirse al proceso histórico, de
iniciativa empresarial, gubernamental y campesina, de los siglos XVIII, XIX y principios del XX, mediante el cual oleadas de colonos
provenientes en su mayoría del Valle de Aburrá y de las tierras aledañas, que en su mayor parte estaban abiertas y repartidas desde
entonces, se empeñan “masivamente” en la aventura de buscar el “horizonte” (recordando el óleo evocador de estos hechos, del
maestro Francisco Antonio Cano), de roturar campos de labor, de abrir caminos, de explotar bosques y minas, de fundar ciudades.
Proceso que ha sido considerado como la gesta épica de la sociedad antioqueña. Aunque como veremos más adelante en el análisis del
Modelo Territorial Antioqueño, colonizaciones de muchas otras culturas y procedencias, han sido protagonistas principales de la
formación histórica del territorio antioqueño, aunque hayan sido menos reconocidas y visibles.

8 La apertura continua de tierras, minas, rutas y caminos, así como, del establecimiento de asentamientos humanos y poblados
permanentes, en un proceso que avanzó en diferentes direcciones y hasta distancias importantes, desde finales del siglo XVIII y
hasta principios del siglo XX, a partir principalmente de la iniciativa privada y espontánea, de campesinos sin tierra y de
empresarios capitalistas interesados en ampliar sus propios proyectos comerciales y productivos, y algo menos por la iniciativa
pública o gubernamental, al que se le atribuye el mito fundacional de la antioqueñidad. Desde entonces, incluso antes con la
aventura del oro, los antioqueños han alimentado su popularidad de errantes y andariegos. Hoy continúan andando, aunque las
razones sean significativamente distintas.

8 La colonización cafetera y el desarrollo de una cultura de base agrícola con una cierta “eficacia paisajística”, que se integró al
mercado mundial mediante importantes excedentes comercializables, que contribuyeron a la acumulación originaria de capitales,
y que dieron origen a uno de los paisajes culturales más valiosos de la región andina. Una actividad que en una parte
importante del territorio estuvo basada en pequeñas y medianas propiedades campesinas, que utilizaban trabajo familiar. Al
tiempo que iban entrando también en el negocio, propietarios de haciendas que vivían en centros urbanos y que encargaban de
su manejo a mayordomos de confianza, que por el contrario, contrataban aparceros que a cambio vivían en la hacienda o
peones que recibían un jornal por su trabajo.

El grano de los cultivos de café se beneficiaba en las propias zonas productoras, y la trilla para descascararlo se hizo en principio
en las haciendas cafeteras, y posteriormente en grandes trilladoras de Medellín y el Valle de Aburrá, a finales del siglo XIX,
donde le dan origen a una industria basada en trabajo asalariado de niños y mujeres, así como, a empresarios exportadores que
invirtieron capital nacional y extranjero.

Desde entonces, esta actividad quedó integrada al mercado mundial del grano, y su evolución técnica, económica y social, ha
sido protagonista principal del devenir histórico de la sociedad regional, transitando entre cambios técnicos de importantes
efectos ecológicos y sociales, y bonanzas y crisis cafeteras periódicas, que a finales del siglo XX encontraron en la exportación
de oro, banano y flores principalmente, el mecanismo para atenuar las crisis cíclicas de la economía antioqueña, muy
dependiente de la actividad cafetera, con las respectivas modificaciones en el uso de la tierra rural y en la composición del
ingreso regional que tales situaciones producen.

8 La fiebre del oro y la prosperidad de la actividad aurominera arrojó importantes rentas, que le permitieron a los empresarios
mineros, contribuir con el capital necesario para participar también en la formación de la industria y de las ciudades, junto a los
exportadores de café y los grandes comerciantes, provocando al mismo tiempo el agotamiento de los beneficios minerales,
primero de las arenas de río y de los aluviones superficiales, y posteriormente de los filones de las cordilleras, que ha sido
también un importante factor de estructuración y dinamismo antrópico del territorio antioqueño, donde jugaron un papel muy
importante los inmigrantes extranjeros, que como portadores de avances técnicos, de progreso y civilización (?) occidental,
fueron llegando después de la Independencia a participar directamente de estas empresas.

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En efecto, este ha sido un proceso de profundas implicaciones territoriales, que también tuvo un protagonismo principal en la
génesis de la sociedad regional, y que ha transitado largamente desde tiempos de la Colonia, de la minería de esclavos en
aluviones superficiales, hasta la operación de grandes dragas en la actualidad, pasando por los adelantos técnicos decisivos de la
minería de veta o socavón del siglo XIX y XX, que convirtieron desde entonces a Antioquia en el primer productor de oro en
Colombia.

Lo que ha marcado definitivamente su rumbo y su destino, con lo que al paradigma de andariego y caficultor, se le añade el de
minero, una trilogía que hace parte esencial del imaginario regional de la antioqueñidad, que se ha mitificado e idealizado en la
política, el arte y la literatura.

8 El éxodo rural – urbano de carácter masivo y generalizado, que se desató desde las primeras décadas del siglo XX, y que aún no
se detiene por diferentes razones, búsqueda de empleo y servicios o huída de la violencia política principalmente, ha sido quizás
el factor de mayor dinamismo territorial en nuestro medio, por cuanto ha modificado sustancialmente los patrones de
distribución y localización espacial de la población y de las actividades humanas en Antioquia, ha cambiado definitivamente la
orientación dominante de los movimiento de población, y ha hecho de las movilidades una de las fuerzas de mayor motricidad
en la estructuración y el dinamismo del Modelo Territorial Antioqueño.

Este ha sido un proceso muy complejo que no ha estado exento de desarraigo, conflictividad y dramatismo, pues si bien se
produce primero a partir de la atracción ejercida por los empleos industriales, después por los servicios y los equipamientos
urbanos, ha sido la violencia política que se extendió con todas sus secuelas de muerte, desalojo y destrucción a mediados del
siglo XX, la que lo precipitó, y el conflicto armado interno de las últimas décadas, lo ha acelerado, intensificado y profundizado,
provocando el exilio, el refugio y el desplazamiento forzado, de un número muy grande de personas de todas las condiciones
sociales.

Se trata de éxodos que han estado actuando constantemente en los procesos de estructuración y dinamismo territorial, y que
progresivamente han venido modificando de manera cada vez más impactante a la sociedad colombiana, y antioqueña en
particular, aumentando los problemas de hacinamiento en los centros urbanos y los fenómenos de macrocefalia poblacional.

8 La desatención del problema agrario, y lo que es peor, su agravamiento, en razón de la excesiva concentración privada de la
propiedad rural, que se ha acentuado como consecuencia del conflicto armado interno, de la escasa eficacia técnica y social de
la agricultura campesina tradicional, el retroceso de la producción agraria artesanal que cede sus mejores tierras al avance de la
urbanización, el proceso acelerado y creciente de ganaderización y potrerización del territorio, que aún no se detiene, así como,
el establecimiento de plantaciones de celulosa y de biocombustibles, en zonas de rastrojos y de tumba de bosques tropicales,
que se ha venido presentando como la nueva alternativa de desarrollo agrario, junto a la orientación agroexportadora
dominante en la política de Estado, configuran este cuadro.

A esto se suma el atraso tecnológico de la producción rural, la incomunicación de grandes globos de tierra que se encuentran
muy apartados de las ciudades, el desabastecimiento interno y la importación de alimentos y materias primas industriales, el
aumento de la marginalidad rural, de las desigualdades y la pobreza social en las regiones agrarias, al tiempo que allí también se
incrementan los índices de concentración de la riqueza. Son algunos de los factores y procesos que estructuran nuestra vida
rural, y que le confieren características problemáticas a esta dimensión del territorio, que por lo demás ha sido fundamental en
la configuración imaginaria y concreta de la geografía de las diversidades territoriales de las regiones y ciudades antioqueñas.

8 La estructuración de una nueva geografía hidráulica regional y su especialización en la producción, distribución y


comercialización de servicios públicos básicos, energía y acueducto principalmente, que posee cerca del 50% de la capacidad
hidroenergética instalada del país, sin contar las nuevas obras de Porce III en construcción, y con posibilidades de atender la
expansión de la demanda a través de un sistema interconectado, y de una red de acueductos múltiples localizados en la
periferia de la ciudad, hacia donde la metrópoli se proyecta, mientras los problemas de abastecimiento de agua potable y de
suministro de energía, continúan siendo un obstáculo al desarrollo de las subregiones por fuera del Valle de Aburrá.


8 La persistencia de la violencia social y política, la exclusión espacial, los conflictos territoriales, el desplazamiento y el
emplazamiento, el narcotráfico y el conflicto armado interno, que han estado obrando como factores estructurantes y dinámicos,
en el sentido de provocar cambios socioespaciales y severas transformaciones territoriales, también hacen parte protagónica y
principal de estos procesos.

Y aunque las condiciones antrópicas del territorio antioqueño, y en general las del Noroccidente colombiano, son de una gran
complejidad, en la geografía de las diversidades territoriales, en su lectura, análisis y representación territorial, haremos especial
referencia a la población, los asentamientos humanos y las infraestructuras, y las actividades humanas y la tecnología, por
considerarlos los factores más determinantes en los procesos de estructuración y dinamismo antrópico del territorio, y como
aproximación básica al imaginario territorial de las ciudades y las regiones antioqueñas. Con esta trilogía de factores dominantes,
tenemos la posibilidad al mismo tiempo, de pensar el sistema globalmente y en sus componentes esenciales, y a partir de sus
interacciones y dinámicas, se puede hipotéticamente elaborar un modelo que nos aproxime al funcionamiento actual del territorio
antioqueño, tal como lo explicaremos más adelante.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à Geografía regional de las diversidades territoriales rurales

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Geografía Territorial de la Población en Antioquia

A este nivel la idea sería diferenciar los grupos de población en Antioquia, con base en sus funciones, urbanas o rurales, teniendo
presente además su patrón de distribución y organización socioespacial, su tamaño, su localización, sus densidades, su
comportamiento, sus prácticas sociales, etc., características que le confieren una mayor diversidad territorial a la población en
Antioquia.

8 Grupo de la población urbana

y Población urbana concentrada

Patrón dominante de distribución y organización socioespacial de los grupos de población urbana, con base en el cual se
obtiene la información demográfica oficial proveniente de los censos oficiales del Departamento Nacional de Estadística
DANE, que además de estar ligada a funciones dominantemente urbanas y de estar situada en las ciudades, protagoniza
conductas sociales, culturales y políticas esencialmente urbanas.

A este grupo pertenece la mayoría de la población antioqueña, como consecuencia de la consolidación del proceso de
urbanización territorial y del crecimiento de las ciudades, al tiempo que disminuye la importancia económica y social de las
sociedades rurales, a las que ha estado asociado su origen. Lo característico es que la población urbana se encuentre
concentrada.

y Población urbana dispersa

Nueva modalidad de distribución y organización socioespacial de grupos de población urbana, que se encuentra
generalmente por fuera del continuo físico de las ciudades, que están integrados a funciones dominantemente urbanas, que
reproducen pautas de comportamiento urbano, como situaciones de configuración reciente de la que pueden dar testimonio
las evidencias empíricas visuales del trabajo de campo, aunque no sean consideradas como tales por la información
demográfica de los censos DANE.

Este grupo de población tiende a crecer en la medida en que la competencia rural urbana por el uso de la tierra se resuelve
en favor del mayor dinamismo y expansión de las ciudades. Lo nuevo y excepcional es que haya población urbana dispersa
en el territorio, generalmente en las afueras de las ciudades, pero también, en aquellos lugares donde se presentan
economías de enclave.

8 Grupo de la población rural

y Población rural nucleada

Nueva modalidad de distribución y organización socioespacial de grupos de población rural, que responden a la aparición de
la nueva ruralidad, a las exigencias impuestas por las nuevas modalidades empresariales y asociativas de producción rural,
a la búsqueda de seguridad y de servicios básicos, etc., situaciones de las que pueden dar testimonio las evidencias
empíricas visuales del trabajo de campo, aunque no sean visibles en la información demográfica del DANE.

Este grupo de población presenta un crecimiento relativo en la medida en que se configuran nuevas formas de
asentamientos humanos como los campamentos o las aldeas, que la gente del campo se agrupa en vecindarios por
diferentes razones, que aumentan las restricciones para acceder a los medios de producción, etc. Lo excepcional es que la
población rural se encuentre nucleada en el sentido físico, aunque por la expansión creciente de los comportamientos y las
prácticas sociales urbanas a todo el territorio, estos grupos de población cada vez más asumen una condición sincrética e
híbrida.

y Población rural dispersa

Patrón dominante de distribución y organización socioespacial de los grupos de población rural, que por estar asociada
generalmente con actividades rurales esparcidas por el territorio se encuentra igualmente apartada entre sí, esto es,
desparramada, diseminada, que además reproducen pautas rurales de comportamiento, donde domina el gregarismo y la
identidad individual es escasa. Con base en esta característica física se obtiene la información demográfica de los censos del
DANE.

El tamaño de los grupos de población rural ha tendido a disminuir de manera acelerada en Antioquia, en la medida en que
se ha impuesto un modelo territorial dominantemente urbano, en el que la ruralidad retrocede y pierde importancia y
protagonismo.

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8 Grupo de la población en situaciones especiales

La población es un factor antrópico de mayor complejidad, si tenemos igualmente en cuenta, aquellos grupos de población que
se encuentran en situaciones especiales, o que por su origen, localización, distribución, características sociales y culturales, por
sus particulares formas de organización y de estructuración, presentan rasgos excepcionales o singulares, lo que amerita
consideraciones específicas y particulares, aun haciendo parte de las dos categorías principales: la urbana y la rural.

Se trata de grupos humanos generalmente minoritarios, o que se diferencian de las características étnicas y culturales de la
mayoría de la población, o que responden a circunstancias territoriales especiales o excepcionales, o que por su personalidad,
carácter y movilidad poseen una significación territorial de carácter singular, etc.

y Comunidades indígenas

Nos referimos a los grupos de población que hacen parte de las minorías étnicas de carácter indígena, o de origen
amerindio, que tienen conciencia de su identidad y comparten valores, rasgos, usos, costumbres y tradiciones de su cultura
común.

La importancia que estos grupos tienen para la lectura y el análisis territorial no solamente es un asunto de respeto a la
dignidad humana, a la historia y a la tradición de los pueblos indígenas, sino que además, se debe al hecho de que aún
conservan algo de su soberanía sobre territorios que tienen una gran importancia geopolítica, ambiental y cultural.

y Comunidades negras

Nos referimos a los grupos de población que hacen parte de las comunidades étnicas de carácter negro, o de origen
afrocolombiano, afroantillano, o afrodescendiente, que tienen conciencia de su identidad y comparten valores, rasgos, usos,
costumbres y tradiciones de su cultura común.

La importancia que estos grupos tienen para la lectura y el análisis territorial no solamente es un asunto de respeto a la
dignidad humana, a la historia y a la tradición de los pueblos negros, sino además, al hecho de que las comunidades negras
poseen títulos colectivos para el usufructo y manejo de territorios que tienen una gran importancia geopolítica, ambiental y
cultural, y que están localizados en zonas de interés que ahora han adquirido mayor protagonismo y significación.

y Población flotante

Nos referimos a los grupos de población itinerante o que están de tránsito, en razón de su oficio, actividad o razón social, y
que no son visibles en los censos. Para su identificación y ponderación se debe recurrir a estudios más especializados, pero
con base en el trabajo de campo pueden ser considerados en la lectura y el análisis territorial. Las transformaciones
temporales, que pueden ser de efectos duraderos, que introducen en la vida local y regional, les dan un carácter de actor y
fuerza social que no se debe ignorar.

y Población desplazada

Nos referimos a los grupos de población que han sufrido de desplazamiento forzado interno, en un país, en una región y en
una ciudad, donde esta condición ya alcanza cifras dramáticas y alarmantes, por tratarse de un fenómeno masivo, aunque
también se presente de carácter selectivo. Los cambios que ocasiona en la estructura de la propiedad rural, en los campos
de labor, en los asentamientos urbanos y rurales, así como el drama humanitario del que son portadores, hacen que esta
población sea de sumo interés para la lectura y el análisis territorial.

y Población emplazada

Actualmente se presenta un fenómeno opuesto al desplazamiento, pero igualmente ligado al conflicto armado interno, el
emplazamiento forzado, que consiste en la imposición de los grupos armados que obligan a la población a permanecer en
una zona, por las vías de hecho y en contra su voluntad, así esté siendo sometida al terror de la fuerza. Esta es una
situación no menos dramática que la anterior, que ya se ha estado presentando en el Oriente antioqueño, en el Atrato y en
Urabá.

9 Geografía Territorial de los Asentamientos Humanos y las Infraestructuras en Antioquia

En el estudio de la diversidad territorial de los asentamientos humanos y las infraestructuras en Antioquia, proponemos los siguientes
criterios y escalas de lectura, análisis y representación territorial: su naturaleza urbana o rural y la localización ambiental, que
consideramos las características básicas de la diversidad de patrones de ocupación del territorio antioqueño.

8 Naturaleza urbana o rural de los asentamientos humanos

A este nivel planteamos la necesidad de diferenciar la naturaleza urbana o rural de los asentamientos humanos, tanto por sus
funciones económicas, sociales y políticas dominantes, como por su tamaño, jerarquía, nivel de organización, características de
su emplazamiento y su entorno, por su grado de influencia y poder dominio y transformación territorial.

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En cuanto a las infraestructuras, tal como lo hemos planteado anteriormente, estas están básicamente asociadas con el
desarrollo y expansión de funciones urbanas y del mundo urbano, si como en este caso nos estamos refiriendo a
infraestructuras modernas, aunque en el proceso de modernización del mundo rural también se desarrollan este tipo de
infraestructuras, que finalmente son principalmente de origen urbano, aunque su razón de existencia específica esté ligada a
funciones rurales.

y Asentamientos urbanos

Hacemos referencia a aquellos que están basados en funciones dominantemente urbanas, esto es, las llamadas actividades
terciarias y secundarias, que por su desarrollo y nivel de organización económico y social dan origen a las ciudades
modernas, que generan las mayores polaridades, poseen el mayor poder de transformación del entorno territorial y de
atracción socioespacial, que son la principal fuente y destino de los flujos y los intercambios, y que presentan el más alto
nivel de diversidad de los territorios que han sido modificados por las actividades antrópicas.

Una de las características principales es su mayor dominio e influenza territorial y el alto grado de concentración físico
espacial de la población, aunque también se presenten asentamientos de este tipo que dan origen a formas difusas y
dispersas, en razón de las nuevas pautas de urbanización que se están presentando por fuera del continuo físico de las
ciudades, por lo que sería necesario diferenciar los asentamientos urbanos concentrados, de los asentamientos urbanos
dispersos, lo que enriquece y hace más compleja la geografía de las diversidades territoriales de los asentamientos
humanos y las infraestructuras en Antioquia.

▬ Asentamientos urbanos concentrados

Nos referimos a una de las características que mejor distingue las formas urbanas de ocupación del territorio, la
concentración de la población y de las áreas edificadas, en las que dominan los trazados en damero o cuadrícula
heredados de las Leyes de Indias, aunque pueden ser muy variadas las formas existentes en nuestro medio, por
responder a diferentes condiciones locacionales, tales como las orgánicas, las lineales, las radiales, etc. El mayor grado
de esta propiedad es lo que da origen a las centralidades urbanas.

▬ Asentamientos urbanos dispersos

Nos referimos a las nuevas formas de ocupación urbana del territorio, las difusas, por medio de las cuales la ciudad
extiende y amplifica su influencia y dominio a todo el territorio, especialmente cerca de las ciudades o en el entorno de
los corredores de servicios y de las infraestructuras e instalaciones modernas, dando origen a un sistema disperso
generalmente articulado o unido entre sí y a los centros urbanos por corredores viales.

y Asentamientos rurales

Hacemos referencia a aquellos que están basados en funciones dominantemente rurales, esto es, que se fundamentan en
las actividades primarias, productivas y extractivas, que se encuentran generalmente separados y distantes entre sí, que
están muy ligados con la vida campesina y campestre, que son el epicentro desde donde se organizan las labores y oficios
del campo y de los espacios naturales,

Si bien algunas de sus características principales son las de poseer un menor grado de dominio e influencia territorial, la
que generalmente se circunscribe a su entorno inmediato, y estar distribuidos de manera dispersa en el territorio, aunque
en la actualidad tienden a modificar este patrón dominante de organización socioespacial por la nucleación y el
agrupamiento, respondiendo a diferentes racionalidades y dinámicas, una nueva realidad que está dando origen a
fenómenos como el de las aldeas abandonadas o los desiertos demográficos, situaciones que siendo especialmente críticas
en el mundo desarrollado, ya empiezan a evidenciarse en algunas regiones antioqueñas.

De ahí que sea necesario diferenciar los asentamientos rurales dispersos, de los asentamientos rurales nucleados o
agrupados, lo que enriquece y hace más compleja la geografía de las diversidades territoriales de los asentamientos
humanos y las infraestructuras en Antioquia.

▬ Asentamientos rurales dispersos

Hacemos referencia a la característica que ha distinguido tradicionalmente los asentamientos rurales en nuestro medio, por
responder originalmente a un modelo agrario, minero y mercantil de ocupación territorial, en especial en la zona andina,
donde se generalizó un patrón de ocupación vertical, adaptado al escalonamiento climático del medio ecuatorial, y que más
recientemente experimentó modificaciones derivadas de la ocupación horizontal, o extendida, de los valles y planicies
bajas, en los que presentan características igualmente dispersas.

▬ Asentamientos rurales nucleados o agrupados

Hacemos referencia a una de las nuevas características de los asentamientos rurales en el territorio antioqueño, donde por
diferentes razones, la población rural y parte de la población urbana emigrante, han venido modificando la dispersión inicial
por el agrupamiento o la nucleación, lo que ha hecho más difícil establecer los límites entre los asentamientos urbanos y
rurales, por cuanto en muchos de estos últimos se está presentando un mayor dinamismo que en aquellos.

En efecto, aunque ligados a actividades y funciones agrarias y rurales, y reproduciendo patrones y pautas de
comportamiento especialmente híbridas, muchas de estas nuevas formas de ocupación rural, han sido estimuladas por
factores económicos y sociales, como la búsqueda de equipamientos y servicios cerca de los campos de labor, la
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reubicación de algunos empleos urbanos, el desarrollo relativo de la agroindustria, y también la búsqueda de sitios más
seguros y acompañados, donde resistir a la violencia política que tanto se generalizó en las zonas rurales.

y Asentamientos especiales

Ante los nuevos desarrollos de las economías de enclave y de los proyectos productivos y de servicios estratégicos por
fuera de las ciudades, pero ligados estrechamente a sus nuevas dinámicas urbanas, se hace necesario adoptar esta
categoría, que se encuentra entre lo más característico de lo urbano y de lo rural, asimilando rasgos de ambos, por lo que
resultaría más conveniente considerarlos como de naturaleza especial.

En este sentido hacemos referencia principalmente a los campamentos de trabajadores, de administración, de


aprovisionamiento y de servicios de obra, generalmente hechos de arquitecturas itinerantes y transitorias, así como, los
campos de refugiados, desplazados, o cosecheros, que no siempre dejan de ser forasteros, ni terminan de entrar
plenamente en las dinámicas propiamente de la vida rural o urbana donde están ubicados, con las conocidas excepciones
de lo ocurrido en las obras hidroeléctricas del Oriente antioqueño, a partir de las cuales se engrosaron demográficamente
muchas poblaciones.

Uno de los casos más conocidos y que mayor interés puede llegar a tener para los investigadores del territorio, es el de la
construcción actual del Proyecto Hidroeléctrico Porce III, de donde tomamos la mayoría de los registros fotográficos que
presentamos en la Geografía Visual de las Diversidades Territoriales de los Asentamientos Humanos y las Infraestructuras
en Antioquia, donde entre trabajadores de obra, vigilantes, técnicos, funcionarios, operarios de equipos y maquinaria,
conductores de vehículos, empleadas del servicio doméstico y de oficios varios, personal de casinos y restaurantes, etc., se
pueden llegar a juntar por temporadas más de 5000 personas, toda una ciudad pequeña, sin contar con la población vecina
ligada de algún modo a sus actividades, la mayoría de la cual proviene de la ciudad a través de la contratación ocasional y
de oficinas urbanas de empleos temporales.

Casi toda esta población reside provisionalmente en campamentos e instalaciones igualmente transitorias. Hay muchas
obras que han dejado su rastro en estas infraestructuras abandonadas, como en Riogrande I, por sólo mencionar un
ejemplo cercano.

9 Geografía Territorial de las Actividades Humanas y la Tecnología en los Territorios Interiores en Antioquia

Actividades agrarias

8 Agrícolas

y Tradicionales

Corresponde a la mayoría de las actividades agrícolas que se desarrollan con este nivel tecnológico en los territorios del centro
de Antioquia, basados en sistemas de producción campesina en pequeñas áreas, diferentes combinaciones productivas, escasos
excedentes comercializables y dispuestos como mosaicos agrarios que salpican la mayoría del territorio donde la ganaderización
de las tierras, los rastrojos o la urbanización no han desaparecido.

El estado de postración y atraso de la agricultura tradicional generalmente desarrollada por campesinos pobres, basados
principalmente en el despeje por fuego y/o por el cultivo en crudo, representa una de las problemáticas territoriales más agudas,
además de la degradación ambiental que produce. Esta situación no debe constituir argumentos a favor de la desaparición, sino
todo lo contrario, de la necesidad de intervenirla, mejorarla, capitalizarla, e integrarla a los mercados.

y Artesanales

En algunos rubros agrícolas los productores han logrado desarrollar refinados sistemas de producción basados en el uso
intensivo y racional del trabajo, dando lugar a áreas donde los usos intensivos de la agricultura los podemos destacar por su
carácter artesanal. Se trata de sistemas muy localizados, basados en la producción de flores y hortalizas, localizados en el Valle
de Aburrá y el Oriente antioqueño, de frutales, café y plátano localizados en el Suroeste antioqueño. No obstante la eficacia
paisajística de estos sistemas, en especial de los agroforestales con base en café, el avance inexorable de la ganadería ha dado
al traste con su estabilidad y los ha puesto en peligro de extinción.

y Empresariales

De esta manera se pueden caracterizar las actividades humanas relacionadas con la agricultura que mayor grado de
tecnificación, modernización y capitalización ha tenido en nuestro medio, dando origen a paisajes agrícolas intensivos
espacialmente, continuos y muy localizados. De estas zonas provienen algunos de los productos agrícolas de exportación y
algunos pocos excedentes se destinan al mercado interno.

En los territorios interiores, estos sistemas están muy dispersos y aislados con lo que su caracterización e identificación se
dificultan, diferenciando los siguientes sistemas básicos que en diferentes combinaciones se han adaptado a la variedad de pisos
térmicos, condiciones climáticas y suelos:

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Cultivo de flores, follajes y plántulas de invernadero en el Altiplano del Oriente y pequeñas áreas del Norte y del Suroeste
antioqueño.

Cultivo de cítricos en el cañón del río Cauca en el Suroeste antioqueño.

Cultivo de frutales en el Norte antioqueño.

Cultivo de café en el Suroeste antioqueño.

8 Ganaderas

y De pastoreo extensivo tradicional


Es el sistema más frecuentemente utilizado por la ganadería en nuestro medio por lo cual más que una actividad en el sentido
creativo y dinámico del trabajo, se ha impuesto como un modelo extensivo de ocupación del territorio y un mecanismo para
garantizar la propiedad privada de la tierra rural. En los territorios del centro de Antioquia la ganadería basada en las gramas
naturales se extiende por la mayoría de sus vertientes, cañones y valles interandinos y es dominante en grandes globos de tierra
donde ha expulsado población, ha rivalizado con los rastrojos y ha sido la razón de la baja densidad demográfica en muchas
áreas del oriente, suroeste, occidente y nordeste interior antioqueño.

Es una ganadería de carácter extensivo, pues tiene muy baja capacidad de carga, es decir de número de ejemplares por
superficie empleada, se utilizan sistemas de manejo muy tradicionales donde prácticamente los animales se encuentran
sobreviviendo con sus propios medios a las condiciones naturales de los terrenos.

y De pastoreo intensivo especializado

Con la ampliación del mercado urbano de alimentos, la revalorización de las tierras mejor localizadas en relación con Medellín y
el Valle de Aburrá, en los últimos 15 o 20 años se han venido consolidando unas importantes áreas ganaderas cerca de la ciudad
capital, con relativos grados de integración a la industria de lácteos y carnes y vinculaciones importantes con las ferias
ganaderas y las asociaciones de criadores. Hacemos referencia a una ganadería algo más intensiva, basada en ejemplares de
bovinos y equinos seleccionados, en pastos mejorados, en pastoreo rotacional, que ha incorporado insumos industriales como
las cercas eléctricas, los suplementos alimenticios, las sales mineralizadas, las drogas veterinarias etc. Esta ganadería ha dado
origen a zonas de especialización funcional donde esta actividad se ha vuelto hegemónica, haciendo depender estas tierras
únicamente de estas actividades. Las zonas donde esta ganadería se ha impuesto son muy localizadas y diferenciables:

En la llanura aluvial del río Negro donde las lecherías compiten con la expansión urbana y de las florifactorías, al tiempo que se
ha venido imponiendo una ganadería extensiva tradicional que ha hecho retroceder la anterior.

En las vertientes bajas cálidas tropicales del cañón del río Cauca en el Suroeste antioqueño donde la ganadería de ejemplares y
de engorde compite con la expansión de los cultivos de cítricos.

En los valles altoandinos y colinas frías del altiplano del Norte antioqueño donde la lechería ha alcanzado su mayor desarrollo y
su modelo tecnológico continúa expandiéndose por las vertientes altas que descienden a los cañones del río Cauca y Porce. En
otras zonas como el Suroeste antioqueño, altiplano de Sonsón y el Valle de Aburrá se han propuesto importar este paquete
tecnológico.

y De pastoreo semiestabular y diversificado

No obstante que las áreas donde se han desarrollado estos sistemas ganaderos son aún muy reducidos y se destacan por su
excepcionalidad y porque representa una de las alternativas para darle origen a una verdadera cultura ganadera donde esta
actividad no cumpla la ineficiente e histórica función de servir simplemente para la ocupación extensiva de grandes globos de
tierra.

Con pastoreo semiestabulado nos referimos a actividades de piso basados en pastos mejorados y el suministro de forrajes en los
establos como complemento alimenticio. Es además diversificado, porque además de la producción de leche y carne está
orientado a la producción múltiple y a la obtención de diferentes servicios asociados con la actividad. Esta actividad se realiza
actualmente en algunas áreas muy localizadas del Valle de Aburrá, del oriente y del Suroeste antioqueño.

8 Forestales

Medellín Valle de Aburrá: actividad realizada en la periferia urbana de la ciudad, principalmente al oriente y al sur del Valle de
Aburrá. Consiste en plantaciones de cipreses para la industria maderera y papelera.

Oriente antioqueño: corresponde a dos pineras aisladas que se localizan principalmente en El Retiro, La Ceja, Abejorral y
Guarne.

Suroeste antioqueño: la reforestación de estas tierras está ubicada principalmente en Caramanta, Valparaíso, Támesis, Jardín,
Montebello, Santa Bárbara y Fredonia. Está representada por pequeños bloques aislados en las vertientes altas del Cartama, el
Poblanco, y el Buey principalmente. Al igual que en las regiones restantes la reforestación por iniciativa municipal es muy
limitada y escasamente cumple la función de proteger los acueductos locales donde la vegetación natural ha desaparecido.

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Occidente antioqueño: no obstante la grave problemática ambiental de esta zona, la actividad reforestadora está concentrada en
pequeñas áreas de Caicedo, Anzá y Santa Fe de Antioquia y en pequeños núcleos protectores de las aguas de los acueductos
municipales en algunos casos.

Norte antioqueño: es uno de los territorios del centro de Antioquia donde la reforestación se ha implantado en áreas
relativamente más extensas. Ha estado muy asociada con la protección ambiental y la regulación de las cuencas hidrográficas
productoras de aguas para los embalses. Está ubicada principalmente en inmediaciones de Ríogrande I y II, de Miraflores, del
Guadalupe, de Troneras, del sistema Alto Nechí – Tenche – Dolores – Pajarito, y en la Serranía de las Baldías.

Nordeste antioqueño interior: con los desarrollos hidroeléctricos recientes del río Porce y con la reconversión de algunas tierras
cañeras y ganaderas, se han venido estableciendo algunos núcleos forestales con especies como el Eucalipto principalmente en
tierras de Yolombó Amalfi, Vegachí y Yalí. No obstante, frente a la magnitud de la deforestación y la tala del bosque de que ha
sido objeto esta región, estas actividades deforestadoras son bastante incipientes.

8 Agroindustriales

Medellín y Valle de Aburrá: todas. Frutales, hortalizas, cultivos en invernaderos, asesoría e investigación en procesos
agroindustriales, etc.

Oriente antioqueño: factorías de carne y leche, frutales, hortalizas. Además de la recientemente creada biofábrica de Semillas en
el Carmen de Viboral.

Norte antioqueño: de carne y leche, caña y frutales, como el tomate de árbol.

Suroeste antioqueño: de café, caña y frutales y algunos productos como el plátano tecnificado en asocio con café, los cítricos del
Cañón del Cauca, entre otros.

Nordeste antioqueño interior: de caña y frutales.

Actividades de acuicultura y pesca

La pesca en los territorios interiores se reduce prácticamente a los estanques piscícolas, pues la mayoría de los cuerpos de agua, los
humedales y los ríos han sufrido un deterioro y una degradación hasta el punto de la desaparición de los recursos. Por sustracción de
materia y no obstante la reducida importancia de esta actividad debemos destacar algunas áreas muy localizadas donde se realiza
generalmente con métodos medianamente tecnificados donde se obtienen excedentes comercializables para el mercado interno:

Las trucheras del Alto Rionegro en el Oriente antioqueño.

Las trucheras del Alto río San Juan en el Suroeste antioqueño.

Las trucheras del alto río Chico en el Norte antioqueño.

La pesca en el embalse del Peñol sembrada y propagada de manera accidental por pobladores nativos y visitantes.

Actividades artesanales

En momentos en que se acentúa la crisis de la industria manufacturera, que se consolida la tendencia a la terciarización de de la
economía y que aumentan los índices generales de desempleo, la activación y el fortalecimiento de la rica tradición artesanal de las
culturas de base territorial que aún persisten en el Antioquia, se convierte en alternativa económica y socialmente viable para muchas
comunidades que no tienen mayores posibilidades de entrar en las dinámicas de la modernidad capitalista, que además tienen allí el
fundamento de sus formas tradicionales de organización social y cultural, y que sin duda contribuyen a enriquecer la geografía de las
diversidades territoriales de las actividades humanas y las tecnologías.

En efecto, se trata de actividades manuales o intensivas en trabajo, que tienen asiento local, lo que favorece el desarrollo de
mecanismos endógenos de organización de la producción; que generalmente hacen uso de insumos de origen natural lo que propicia
su valoración, cuidado y conservación; que son intensivas en trabajo asociativo, razón por la que son baratas frente al mayor costo
de recursos de capital, además de favorecer la convivencia y socialidad; que requieren de una importante dosis de trabajo creativo,
lo que estimula la autoestima y la dignidad social de los grupos humanos integrados; que son de interés potencial para los mercados
nacionales e internacionales, donde han adquirido un valor agregado por su rareza y singularidad, a los que podrían acceder sus
productores, sin la excesiva mediación de las firmas especializadas que proliferan en la actualidad, y organizándose para
contrarrestar la competencia desleal proveniente de otros países.

Pareciera de poca monta y de escasa importancia económica frente a los mecanismos hegemónicos y dominantes de las formas de
producción industrial, hacer referencia a algunas de las tradiciones artesanales que aún persisten en las ciudades y regiones
antioqueñas, o que han surgido como estrategias de adaptación frente a la estandarización de las técnicas y el encarecimiento de los
medios de producción, como resistencia frente a la disolución, el aislamiento y la desaparición que provocan los mecanismos del
mercado, y que debían ser beneficiarias de políticas de innovación y de fomento.

En este aspecto y a manera de ejemplo, vale la pena hacer mención de las tradiciones artesanales que aún persisten en varias
regiones de los territorios interiores, o que han desparecido recientemente y que podrían reactivarse fácilmente: los trabajos con la
madera y el cuero, la fabricación de instrumentos musicales, la elaboración de comestibles, los trabajos del fique y de otras fibras
naturales, la fabricación de productos cerámicos, los chircales, la orfebrería, la joyería, la bisutería, los curtimbres, las cayanas, las

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confecciones y los textiles, la elaboración de mantas y cobijas, la fabricación de tapetes, los tejedores de atarrayas, los techadores,
los tapieros, los empañetadores, la fabricación de aperos y de útiles de labor, la sastrería, la ebanistería, la cerrajería, la herrería, la
fabricación y decoración de camiones de escalera, etc.

Sin duda se podrían incluir aquí por su carácter artesanal, la fabricación de panela de caña, la pesca, la horticultura y otras
actividades supervivientes, que han estado estrechamente asociadas con tradiciones de esta naturaleza, y que ya hemos incluido
antes en las ramificaciones de sus respectivas actividades de origen.

9 Geografía Territorial de las Actividades Humanas y la Tecnología en los Territorios Interiores en Antioquia

Actividades agrarias

8 Agrícolas

y Tradicionales

Las principales en la región del Magdalena han sido el maíz, cacao, plátano, limón, yuca, arroz. Las islas que se han formado
asociadas a los ciclos periódicos de inundación del río, han sido uno de los escenarios de este tipo de agricultura.

El cacao, la caña, la yuca, en las vertientes, hacen parte de las actividades de agricultura tradicional, realizada con técnicas
rudimentarias. El principal producto del Magdalena es la yuca, siendo el mayor productor el municipio de Yondó con 71.5%,
segundo en la producción en cacao con una participación del 16.4%, ocupando el segundo lugar, después de la subregión de
Urabá.

En regiones como Urabá, algunas terrazas aluviales del Medio y Bajo Atrato y la zona del Valle del Penderisco hay una tendencia
hacia la utilización de técnicas tradicionales para la agricultura de subsistencia.

En la porción exterior del Occidente y en Urabá: el cultivo de arroz, en especial localizado en el tramo seco del cañón del río
Sucio viene adquiriendo importancia y se localiza en sus vertientes en cercanías de Dabeiba y Uramita. También es evidente el
cultivo de maracuyá en el cañón del río Sucio con sistemas de producción en emparrados. Adicionalmente se han desarrollado
actividades de subsistencia como la producción de yuca, maíz, ñame, coco, borojó, cacao, papaya, murrapo, aguacate y caña.

El establecimiento y expansión de los invernaderos y plantaciones de cacao tiene su escenario especialmente en territorios de
Urabá, Bajo Cauca y Magdalena Medio, no obstante en otras regiones, como puede observarse en los datos de producción
agraria, se viene estimulando su tecnificación como otro de los productos de importancia para la agroindustria.

En Bajo Cauca: el arroz se cultiva de forma artesanal y tecnificada. Datos de la Secretaría de Agricultura indican que existen
cerca de 9.000 Hectáreas de arroz localizadas principalmente en los municipios de Zaragoza, Cáceres y Tarazá, con una
distribución similar entre tradicional y mecanizado. En algunos casos, su producción está asociada al secamiento de humedales y
la mecanización de suelos. En esta región se desarrolla básicamente el cultivo de arroz en zonas inundables de las llanuras
aluviales del Cauca, el Nechí y sus afluentes y humedales asociados.
Artesanales

El Valle del Penderisco: puede ser una de las pocas regiones exteriores en las cuales evidenciar este tipo de producción, que
además, incorpora el uso intensivo de trabajo y garantiza excedentes comercializables, especialmente de productos como el
fríjol, café, maíz y la granadilla.

y Empresariales

En las regiones exteriores se pueden distinguir algunos sistemas de producción que representan adaptaciones a las condiciones
naturales y generan excedentes comercializables o para la exportación, de los cuales podemos destacar los siguientes:

La caña de azúcar representa después del café, uno de los principales productos que no solamente produce rentabilidad, sino
que tiene la virtud de fijar población y proveer circulación constante de efectivo en las regiones donde se implementa. La
porción exterior del Occidente es un ejemplo de la dinámica que representa el cultivo de la caña, en especial en el Valle de la
Herradura, territorios de Frontino, Abriaquí y Cañasgordas. Igualmente ha dado lugar a formas diversas de asociación como son
los trapiches comunitarios.

La tendencia en la agricultura de plantación desarrollada por inversiones empresariales y orientada al mercado externo,
especialmente a la Unión Europea y el mercado Norteamericano en el caso del banano. Sin embargo, productos como la teca,
vienen comercializándose hacia mercados como la India, aprovechando la veda declarada allí y la consiguiente demanda
registrada.

El banano y plátano en Urabá, constituyen dos de los productos que se obtienen bajo esta modalidad, principalmente para
exportación. El área total sembrada ascendió a 30.696 has en el año 2001, con una producción de 1.020.243 Ton, y un
rendimiento de 34.5 Ton/ha, siendo Apartadó el municipio con mayor número de has sembradas y el de mayor producción con
346.882.5 Ton; le sigue en su orden Turbo con una producción de 326.478.1 Ton.

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Los principales productos que se cultivan en Urabá son: en primer lugar el banano, en segundo renglón el plátano, en tercer
lugar la yuca, siguiendo en importancia el maíz y el arroz. Del banano y el plátano de exportación, depende el 90% de la
economía de la región. Otro producto es el murrapo, un cultivo de pequeños productores, concentrado especialmente en
Mutatá, donde en el 2001 se tuvo una producción de 2.379 Ton con un rendimiento de 6.8 Ton/ha; en el municipio de
Chigorodó se registró un rendimiento de 10 Ton/ha con una producción de 580 Ton. Últimamente se presenta una significativa
expansión de las plantaciones de banano y plátano hacia las tierras bajas marginales que presentan altos requerimientos en
drenaje. También hay una importante expansión en el cultivo de cacao.

La palma de aceite: en Urabá, Medio Atrato y en el Magdalena Medio, considerado con la ganadería como uno de los cultivos de
mayor impacto en el medio natural y social. Su producción requiere el despeje de extensas áreas y para su establecimiento se
ha registrado la tumba de extensas áreas de bosque y el drenaje de humedales. Hacia el suroccidente de Urabá, y más
propiamente hacia el río Murindó, se presenta actualmente el avance más reciente de la frontera palmera, con la diferencia de
que allí no hay palma campesina como en el Magdalena Medio.

Esta tendencia obedece en gran medida a la meta gubernamental para 2020 de establecer e impulsar la producción de bienes
transables de tardío rendimiento, bienes y servicios ambientales y bosques. La Ley de Desarrollo Rural o Estatuto Rural, plantea
la intervención del Estado en el agro colombiano con el objeto de favorecer las relaciones en el marco del eventual TLC. Siete
millones de hectáreas sembradas en cultivos tropicales como palma aceitera, cacao, yuca y forestales y demás de las cadenas
agro exportadoras, constituyen los propósitos trazados a futuro.

Urapalma, Palmadó, Palmas de Curvaradó y Palmas S.A., Palmas del Darién, Palmura, han establecido cultivos en la zona de
contacto entre Chocó y Antioquia, al suroccidente de Urabá, son algunas de las empresas que vienen estableciendo cultivos en
esta zona. La extracción del aceite se realiza en la Extractora Bajirá S.A., localizada en Mutatá.

Su producción actual es de 5 Ton/hora, con una producción mensual cercana a las 43.000 toneladas métricas de aceite, con el
interés de ampliar la capacidad de la planta extractora en la medida en que los cultivos de palma que vienen estableciéndose
alcancen la etapa de producción óptima. De la almendra se aprovecha en un 21% el aceite, un 32% para fibra que se utiliza
como combustible para las calderas de cocción, y el resto es almendra que se utiliza en un 45% como torta que se utiliza,
igualmente para combustión y sobrantes, y un 43% se destina para la producción de aceite palmiste, uno de los productos de
mayor valor en el mercado, cuyo proceso de extracción no se ha establecido en la planta. Las almendras se comercializan a
otras plantas del país con tecnología adecuada para este proceso.

La fumigación aérea en las zonas de cultivos en plantación especialmente en las bananeras constituye una actividad de servicios
desarrollada por agentes especializados en esta labor. A las aspersiones aéreas de las plantaciones hay que agregar el
interrogante por el riesgo que implican los residuos transportados a través no solamente del agua, sino del aire, en razón de que
esta actividad se desarrolla en cercanías de fuentes de agua superficiales y subterráneas, así como en inmediaciones de centros
poblados que se han localizado principalmente en el entorno de la troncal y de los embarcaderos de fruta.

8 Ganaderas

y De pastoreo extensivo tradicional

La porción exterior del Nordeste representa igualmente extensiones dedicadas a la ganadería extensiva.

Magdalena Medio: La ganadería ocupa poco más de la mitad del área total de la subregión. La mayoría de los sistemas
productivos de los territorios exteriores se dedican a la producción de carne y en menor medida la producción de leche.

Urabá: hacia el norte con extensiones que se conectan con los territorios de Córdoba a través de San Pedro de Urabá, Carepa,
Arboletes, Apartadó, Chigorodó y Mutatá. Esta región es una de las que mayor producción y capacidad de carga representa.
Chigorodó, Mutatá y los valles del río San Juan en el norte, concentran la mayor parte del área en ganadería de ceba, mientras
que Arboletes, Necoclí, San Juan de Urabá y San Pedro de Urabá, se caracterizan por la ganadería extensiva.

Valle del Atrato: no obstante las conocidas restricciones ambientales de la región, hacia allí a avanzado la ganadería extensiva,
especialmente en los interfluvios del León y la ciénaga de Tumaradó, donde se han drenado tierras para la ganadería extensiva,
de donde se transporta en barcazas el ganado en pie por los bajos y los humedales.

El valle del Penderisco se caracteriza por la combinación entre cultivos, pastos y bosques como coberturas dominantes. La zonas
despejadas de bosque son dominantemente utilizadas para pastos, aunque por diferentes razones entre las que puede contarse
la situación de orden público de esta zona, hay escasa densidad de vacunos y casos en los que los potreros permanecen sin
pastar.

Bajo Cauca: allí se desarrolla la actividad ganadera en sus diferentes formas. El pastoreo extensivo ha sido el patrón dominante
como estrategia de ocupación de grandes extensiones de tierra, en ocasiones con la incorporación de pastos mejorados. Cabe
destacar que la estrategia de ocupación masiva de tierras en ocasiones no incluye el doblamiento de vacunos, como lo
evidencian casos en los que no es apreciable la presencia de especies en los potreros.

y De pastoreo semiestabular y diversificado

En el Magdalena Medio, Nordeste exterior, Urabá y Bajo Cauca es posible apreciar la incorporación de pastos mejorados y en
algunos casos la implementación de técnicas de pastoreo diferentes de la ocupación de extensiones de tierra, con procesos de
rotación de predios y la utilización de pasto de corte y alimentos concentrados para complementar el ciclo productivo de la
ganadería.
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Adicionalmente a la cría de vacunos, es posible identificar producción de caprinos y el proceso de producción de carne de búfalo
para la comercialización de la carne. Estas actividades si bien son insignificantes frente al abrumador avance de la ganadería,
diversifican la actividad.

y De pastoreo intensivo especializado

En los territorios exteriores la situación no varía con respecto a los demás territorios antioqueños. Allí, la ganadería también ha
sido un mecanismo de ocupación masiva de tierras y los paisajes donde domina esta actividad se caracterizan por la baja
densidad demográfica, lo que además, aumenta los conflictos por el uso de la tierra y aumenta la concentración de la riqueza.
Adicionalmente, es necesario destacar que en los territorios exteriores esta actividad por lo general va de la mano con el drenaje
y secado de ciénagas y humedales, con lo que el problema se agudiza.

En Bajo Cauca representa la actividad dominante con la minería. Ambas se caracterizan por concentrar tanto las inversiones
como los dividendos. La incorporación de pastos de corte y concentrados como complemento al ciclo productivo, más los
insumos, caracterizan esta actividad en esta Subregión. En Urabá y Magdalena algunas zonas han incorporado esta modalidad.
Sin embargo, prevalece el sistema de pastoreo extensivo.

8 Forestales

Una de las actividades de mayor impacto sobre el paisaje y de mayores repercusiones ambientales es la actividad extractiva de
productos del bosque natural. La madera se constituye en el principal producto actualmente extraído de las zonas del alto Sinú y
San Jorge en las estribaciones de Paramillo, incluyendo jurisdicción del Parque Nacional Natural. En las vertientes del Atrato
Medio, incluyendo jurisdicción del Parque Nacional Natural Las Orquídeas.

En las estribaciones andinas orientadas hacia la serranía de San Lucas y en las vertientes del páramo de Sonsón especialmente
las orientadas al Magdalena donde el bosque natural ha venido desapareciendo. Debido a la relativa escasez de maderas
preciosas y finas, la frontera de apertura y extracción del bosque natural ha venido ampliándose y profundizándose en extensión
y altura. Esta situación pone en riesgo inminente las comunidades silvestres que tienen asiento en estas zonas y de donde
derivan su supervivencia. La diversidad de fauna depende del equilibrio de estos ecosistemas que hoy se ven presionados por
esta actividad.

Nordeste exterior: comercialización y apertura de tierras, no obstante que el 80% del municipio de Segovia y el 60% del
municipio de Remedios se incluyen en una reserva forestal creada mediante la Ley 2ª de 1959 y una reserva natural ratificada
mediante ordenanza departamental. La construcción de obras de infraestructura como la denominada Troncal de La Paz ha
favorecido la extracción de productos maderables del bosque natural, con especies como el comino, el caobo y otras no menos
valiosas.

Magdalena Medio: comercialización, especialmente en las vertientes y colinas, proceso que fuera favorecido por la construcción
de la autopista Medellín – Bogotá. Hoy la extracción de algunas especies se viene presentando tierra adentro de la autopista y su
transporte se realiza a lomo de mula hasta la vía. Otra de las consecuencias de la desaparición del bosque tiene que ver con la
ampliación de los potreros, entre los cuales algunos utilizan pastos mejorados y fertilizados. Como en otras regiones de
Antioquia, el establecimiento de plantaciones forestales ha venido en expansión con especies como la acacia mangium, teca,
roble y Tulúa.

En Urabá: explotación de bosques tropicales, ganaderización de tierras y siembra de palma de aceite. Son algunas de las
actividades dominantes donde el bosque natural ha desaparecido o esta en proceso de hacerlo. Allí también ha habido una
importante incorporación de plantaciones forestales con especies como teca, roble, cedro, melina.

Valle del Penderisco: actividad extractiva para la expansión de la frontera agrícola, en especial en las estribaciones del Parque
Nacional Natural Las Orquídeas y las vertientes del Murrí.

En el Atrato Medio: extracción de maderas finas y aserradas, que son transportadas aprovechando los cauces de los caudalosos
ríos que descienden hacia el Atrato y el Golfo de Urabá, e integración de la industria de estibas a la explotación de maderas
blandas. Ha habido un cambio importante en las modalidades de explotación del bosque, al pasar de la actividad empresarial,
como Maderas del Darién por ejemplo, a los intermediarios.

Bajo Cauca: fines extractivos y ganaderización. Persisten algunos relictos de bosque natural relacionados principalmente con la
protección de fuentes de agua para consumo animal. Ha habido un cierto auge reciente de plantaciones con especies como
ceiba, roble, melina y cedro.

8 Agroindustriales:

Debemos destacar el desarrollo especializado de la región de Urabá en la agroindustria bananera, y más recientemente de la de
lácteos, respondiendo al gran tamaño alcanzado por la ganadería y por el mercado urbano de alimentos. Del mismo modo habrá
que hacer referencia a la naciente agroindustria de palma africana, con plantaciones recién establecidas en el bajo Riosucio, y la
planta extractora de aceite en Mutatá.

Actividades de acuicultura y pesca

Se ha venido desarrollando el establecimiento de estanques para la producción de peces como la cachama y la tilapia, además de la
producción de bagre.
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Magdalena Medio: se caracteriza por las técnicas tradicionales y su destinación principal es la subsistencia, con la comercialización de
algunos excedentes. En unas regiones con problemas como los altos niveles de pobreza e inseguridad alimentaria, esta actividad
representa un factor de abastecimiento básico. Su realización está sujeta a diferentes restricciones derivadas principalmente de la
contaminación de las aguas por los residuos arrojados en la actividad minera, problemas asociados al proceso acelerado de
secamiento y eutrofización de ciénagas y humedales con destino al establecimiento de pastos para la ganadería y plantaciones
forestales.

Urabá: donde esta actividad representa igualmente una alternativa para resolver problemas de seguridad alimentaria. Allí se
desarrolla de manera permanente como actividad de subsistencia y en épocas de subienda e inmigración de especies como el sábalo,
la actividad se intensifica. Los afluentes del Atrato y del Golfo de Urabá representan fuentes para la actividad pesquera. Los intentos
por organizar los pescadores artesanales han fracasado, como la posibilidad de generar algún tipo de organización que permita
almacenamiento en frío, comercialización local y hacia otras regiones.

En Bajo Cauca: actividad que reporta algunos excedentes comercializados principalmente a través de centros de acopio localizados en
Caucasia.

No se ha registrado ningún proceso de industrialización de la pesca, ni la existencia de empresas dedicadas a esta actividad para la
exportación o abastecimiento del mercado interno, diferente de Medellín. Excepto por las camaroneras de Urabá, la tecnicifación y
producción de especies en cautiverio, se reduce a los relictos antes descritos.

Actividades artesanales

Del mismo modo que lo destacamos en relación con los territorios interiores, la actividad artesanal enriquece la geografía de las
diversidades territoriales de las actividades humanas y las tecnologías en los territorios exteriores, en este sentido basta hacer
mención de varias de estas tradiciones, que aún persisten en varias regiones de los territorios interiores, o que han desparecido
recientemente y que podrían reactivarse fácilmente: los trabajos con la madera y las fibras naturales, la elaboración de comestibles,
la cestería, los calafateros, los tejedores de atarrayas, los techadores, la fabricación de aperos y de útiles de labor, la orfebrería, la
joyería, la bisutería, los chircales, la fabricación de artículos de decoración, la floristería, la sastrería, la ebanistería, la cerrajería, la
herrería, etc.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à La ruralidad en el modelo territorial antioqueño

Texto pendiente

à La ruralidad en las proyecciones regionales de la ciudad metropolitana

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Nuevos Dominios e Influencias Urbanas de la Ciudad Metropolitana en el Territorio Regional, Resistencias y Adaptaciones Rurales y
Conflictos Fronterizos

Con la intensificación del proceso de urbanización y modernización de la sociedad regional, las relaciones entre naturaleza y cultura,
por cuenta del cambio de contenido y significación territorial de las relaciones rurales y urbanas, experimentan transformaciones muy
significativas que dan origen a las que hemos denominado las “nuevas geografías territoriales”, que modifican no solamente los
criterios con que se deben leer las nuevas realidades, sino, al mismo tiempo, las escalas de integración y articulación entre la ciudad
metropolitana y los nuevos dominios urbanos y regionales.

En efecto, la urbanización y la modernización, y más propiamente la metropolización de la ciudad y el aumento de sus influencias a
todo el territorio, son los nuevos datos que mayor incidencia reciente tienen en el conjunto regional, y por los cuales se producen
transformaciones territoriales a todos los niveles, al quedar involucrados todos los ambientes, por cercanos o apartados que se
encuentren, en la orbita de su interés y de sus proyectos estratégicos y expansivos.

De esta manera, tanto la que consideramos la dimensión natural del territorio, como la llamada dimensión antrópica, adquiere nuevos
protagonismos activos, pasivos o potenciales, que explican parte de las nuevas relaciones que se establecen entre el centro urbano
dominante y las regiones antioqueñas y fronterizas, dando lugar a unas nuevas realidades territoriales, a unos nuevos imaginarios y
paradigmas, que entran a hacer parte de nuevos procesos de estructuración y dinamismo territorial.

Estos procesos, mediante los cuales se hacen evidentes los nuevos dominios urbanos de la ciudad metropolitana en el sistema
urbano y regional antioqueño, se encuentran no obstante con la resistencia de otras racionalidades económicas, sociales y políticas,
que en la medida que se adapten a los nuevos ritmos y a los ciclos impuestos por el dominio, el predominio y el mayor dinamismo
urbano de las ciudades, pueden hacer visibles y protagónicas, algunas de las propiedades territoriales que se encuentran en sus
propias estructuras internas.

Por eso también hacen parte de estas nuevas realidades territoriales, además de los procesos de resignificación y revalorización de
algunos de los atributos naturales de los paisajes, los mecanismos, los conflictos y las problemáticas que están asociadas con la

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naturaleza contradictoria de las nuevas formas de crecimiento y modernización del Modelo Territorial Antioqueño, que enfrenta por
estos nuevos medios, con gran celeridad, a una sociedad profundamente anclada en la tradición y el pasado.

En este trabajo, más que juicios de valor sobre estos nuevos procesos, sobre estas nuevas formas de articulación e integración
territorial, que resultan de la nueva posición dominante de la ciudad metropolitana y de la pérdida de autonomía en las regiones de
su influencia, lo que hacemos es identificar y localizar estas nuevas circunstancias en las regiones y las localidades, poner en
evidencia las manifestaciones de estas nuevas realidades, caracterizarlas con base en nuevos patrones de lectura, por si pueden
servir para reivindicar la geografía de las diversidades territoriales, como una estrategia que ayude a visibilizar y a sacar del
anonimato aquellas propiedades del territorio, que al ser asumidas simplemente por el mercado y las rentas urbanas, pierden todo su
potencial y eficacia como patrimonio y como referentes de identidad de las comunidades de base territorial.

Las manifestaciones de estas nuevas situaciones, cualidades y mentalidades territoriales, son tan heterogéneas y complejas,
responden a una múltiple variedad de fuerzas y mecanismos del mercado, la economía y la política, y plantean geografías tan
inéditas y en proceso apenas de formación en nuestro medio, que su lectura y análisis territorial nos exigiría mayores esfuerzos a los
previstos en este Proyecto, y su estudio más cuidadoso requerirá de nuevos empeños futuros, en la medida que se amplifiquen y
clarifiquen sus datos, que se consoliden y afiancen sus procesos y se disponga del tiempo y los recursos necesarios para hacerlo.

Aún así, y con el nivel de lectura que hemos logrado en el desarrollo de este trabajo, serán consideradas como nuevas realidades
territoriales, que deben hacer parte de la formulación de nuevos criterios y escalas de regionalización, ordenamiento y política
territorial, que es lo que está previsto como la Quinta Parte de este enfoque. Sin embargo para avanzar en estas nuevas perspectivas
de lectura y análisis territorial, nos hemos propuesto identificarlas, clasificarlas y comprobarlas mediante la evidencia empírica visual,
de la siguiente manera: como cambios de significación y contenido de la dimensión natural del territorio, esto es topográfica,
climática, del agua y de la vegetación. Y como cambios de contenido y significación de la dimensión antrópica del territorio, esto es,
los nuevos urbanismos, ruralidades, flujos y movilidades, violencias sociales y políticas, conflictos y competencias fronterizas,
construcciones discursivas y formales del medio ambiente.

Diferenciamos la dimensión natural de la antrópica, y a su vez las diferentes formas y contenidos que adquieren cada una de estas
nuevas geografías, por la utilidad que pueden llegar a tener estas nociones y delimitaciones, para la regionalización, el ordenamiento,
la política y la pedagogía territorial, pues en la realidad concreta e imaginaria, es difícil establecer los límites entre una cosa y otra, ya
que todas estas nuevas propiedades del territorio se articulan, interconectan y organizan en redes de relaciones territoriales, que no
es posible ponderar y clasificar por separado, más que para efectos conceptuales, para visibilizarlos y para establecer sus diferencias
cualitativas ante los procesos urbanos que las revalorizan y resignifican con idénticos presupuestos.

No obstante, de poder reivindicar de este modo las cualidades y singularidades territoriales en que están basadas las nuevas
geografías, las diversidades territoriales pueden adquirir un mayor protagonismo en estas dinámicas urbanas, como activos
subregionales, lo que se puede comprobar empíricamente a través de la evidencia visual, tal como lo testimonian cada uno de los
Mosaicos Visuales respectivos, que son expresión de las lecturas del trabajo de campo, que apuntaron al registro de como cada
rincón del mundo rural tiende a ser integrado a la órbita del mercado capitalista.

Y aunque son procesos más intensos, espacialmente más continuos y algo más consolidados en las periferias y entornos urbanos de
la ciudad metropolitana, su influencia se propaga a todo el territorio de modo espacialmente discontinuo, pero respondiendo a la
misma lógica, dando incluso origen a formas insulares y mediterráneas, que más pronto que tarde se a van ir ligando entre sí, como
fenómenos que ya estamos a tiempo de identificar y nombrar por sus rasgos característicos, para favorecer nuevos enfoques y por
tanto nuevas intervenciones territoriales a diferentes escalas. Veamos:

8 Cambios de contenido y significación de la dimensión natural del territorio

Los factores naturales de mayor dominio y dinamismo territorial en nuestro medio, son además los que han adquirido el mayor
protagonismo en el funcionamiento del modelo territorial antioqueño, por cuanto son la base esencial de nuestras diversidades
biofísicas y potencialidades ambientales. La mayoría se encuentran en el centro de atención de las nuevas estrategias urbanas y
regionales de la ciudad metropolitana y de sus centros satélites, no solamente porque sustentan materialmente sus proyectos
estratégicos de crecimiento, como el agua y el clima por ejemplo, sino también, porque la ciudad los ha resignificado a partir de
las nuevas exigencias de sostenibilidad territorial del sistema de ciudades, como la topografía y la vegetación.

Estos cuatro factores se encuentran integrados y relacionados en un sistema jerárquico de organización, que exige considerarlos
en sus múltiples interacciones, pues como parte esencial de las nuevas geografías de naturaleza que se han configurado,
ninguno se explica por si mismo, más no obstante, su inclusión en los ámbitos de expansión de la ciudad metropolitana, les
atribuye diferentes capacidades de uso y aprovechamiento, que plantea diferenciarlos en sus diferentes formas de integración al
sistema global. Para las necesidades de éste, todos no tienen tampoco la misma importancia estratégica.

La valoración material de la naturaleza ha ido de la mano de la discursiva e ideológica, pues el proyecto de la antioqueñidad
como imaginario dominante, se ha sabido alimentar con el poder simbólico que ha probado tener nuestra naturaleza, lo que
muchas veces ha obrado como oscurantismo territorial para su conocimiento. Un ejemplo sencillo es cuando se le han atribuido
propiedades que no posee para justificar un aprovechamiento inapropiado, pero que produce rentas. En el mismo sentido, se le
considera con limitaciones para determinados aprovechamientos, mientras se reserva su uso para otros menos prioritarios, en el
sentido de las necesidades sociales. Desde esta misma perspectiva, la naturaleza adquiere otras dimensiones de lo que es útil en
el sentido monetario e ideológico, perdiendo su capacidad máxima de uso.

De ahí la necesidad de establecer diálogos, travesías y migraciones de saberes para su estudio, lo que se podría lograr desde
una nueva perspectiva que los conciba como factores esencialmente territoriales, que puedan transgredir los límites de los
paradigmas y modelos de la especialización científica y técnica, que los leen por separado, que no admiten ni perciben que hasta
la naturaleza ha dejado de ser algo independiente o autónomo de la realidad económica, política y social. Este no es desde
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luego un argumento en contra de la especialización del conocimiento, todo lo contrario, cuando el conocimiento avanza se
encuentra con otros saberes, se hacen más evidentes las interconexiones entre las partes del territorio como un todo.

Con estas nuevas geografías territoriales tratamos básicamente de llenar de contenido y significación territorial, mediante la
lectura del trabajo de campo y la interpretación y la valoración a escala, lo que se ha enrarecido por los lugares comunes en el
mundo de los conceptos, los discursos y la propaganda ambiental, cuyas concepciones no se renuevan, aunque la realidad
cambie. Cambios que se explican por los ciclos impuestos por la ciudad a la naturaleza, con ritmos de uso y reposición más
acelerados y complejos, que los que se pueden derivar simplemente de sus propiedades “naturales”. Lo que plantea nuevas
miradas ante estas nuevas realidades, mediante geografías territoriales que proponemos definir de la siguiente manera:

y Nuevas geografías territoriales de la topografía

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan en los cambios
de contenido y significación territorial de la “topografía” de las formas terrestres, en la medida en que se diversifican sus usos y
aprovechamientos, que se involucra este factor natural en sus nuevos procesos de valorización económica y social, y que se
integra al mercado y a sus procesos expansivos.

y Nuevas geografías territoriales del clima

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan en los cambios
de contenido y significación territorial del “clima”, en la medida en que se diversifican sus usos y aprovechamientos, que se
involucra este factor natural en sus nuevos procesos de valorización económica y social, y que se integra al mercado y a sus
procesos expansivos.

y Nuevas geografías territoriales del agua

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan también en los
cambios de contenido y significación territorial del “agua”, en la medida en que se diversifican sus usos y aprovechamientos, que
se involucra este factor natural en sus nuevos procesos de valorización económica y social, y que se integra al mercado y a sus
procesos expansivos.

y Nuevas geografías territoriales de la vegetación

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan igualmente en
los cambios de contenido y significación territorial de la “vegetación”, en la medida en que se diversifican sus usos y
aprovechamientos, que se involucra este factor natural en sus nuevos procesos de valorización económica y social, y que se
integra al mercado y a sus procesos expansivos.

8 Cambios de contenido y significación de la dimensión antrópica del territorio

Lo que entendíamos antes por urbanismo, por ruralidad, por intercambios, por conflictos o por divisiones del espacio, por hacer
referencia a los principales factores antrópicos de estructuración y dinamismo del territorio hoy, ha cambiado sustancialmente de
significación y contenido, con los tiempos de funcionamiento y en los espacios de organización que se desencadenan con la
metropolización de las ciudades y la proyección del urbanismo a las regiones.

En efecto, todas estas dimensiones del territorio experimentan significativas transformaciones al quedar integradas a otros
sistemas de relaciones e interacciones, donde la dimensión antrópica cambia de razón social en todas las regiones, al ritmo
impuesto por los proyectos expansivos de la ciudad, y de acuerdo a la capacidad de resistencia, de adaptación o de proyección
endógena propia de las regiones.

Con estas nuevas geografías territoriales de los factores que denominamos antrópicos para efectos didácticos, que por supuesto
no se pueden concebir actuando independientemente de los que llamamos biofísicos o de naturaleza, pues por el contrario
vimos como estos últimos han sido modificados por el interés que representan para el modelo territorial al que la sociedad
antioqueña ha dado forma, nos proponemos identificar, significar y poner en evidencia, que los argumentos y razones con que
se ha asociado hasta ahora el progreso urbano y regional antioqueño, tienen no sólo otras trasescenas, que ameritan capacidad
critica en la lectura, sino también, presentan otras tendencias territoriales como parte de otros procesos socioespaciales, que no
siempre son visibles con viejos enfoques tradicionales, o con los dispositivos de enunciación y con los códigos y escalas de
valores con que se leen habitualmente.

Los cambios en la dimensión antrópica del territorio tienen una estrecha relación con los protagonismos y diversidades
territoriales de la población, su carácter, su tamaño demográfico, su distribución espacial y sus movimientos; con los
asentamientos humanos y las infraestructuras, con su carácter urbano o rural, sus patrones de distribución espacial y
localización ambiental, con sus rasgos morfológicos y dinámicos, sus conectividades, su jerarquía; con las actividades humanas y
la tecnología, los usos de la tierra y los sistemas de producción y manejo, la diversificación de la estructura de producción y
servicios, los factores que consideramos en este Proyecto como los de mayor incidencia en la organización y funcionamiento del
modelo territorial antioqueño.

Factores territoriales que bajo el dominio urbano de las ciudades y el dinamismo de su crecimiento expansivo “desde arriba”, se
llenan de contenido y significación, en cada uno de los territorios antioqueños, lo que plantea nuevas miradas ante estas nuevas
realidades, mediante geografías territoriales que proponemos definir de la siguiente manera:


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y Nuevas geografías territoriales de la ruralidad y de las resistencias y adaptaciones rurales

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan también en las
múltiples formas de integración, resistencia y adaptación de las sociedades rurales, como los mecanismos mediante los cuales
enfrenta la disolución, la fragmentación, la desestabilización y la desaparición que la expansión y el crecimiento urbano a “tala
rasa” les ocasiona. Nuevas formas de ruralidad que están de algún modo relacionadas con procesos de valorización económica y
social de los mercados y las funciones urbanas.

y Nuevas geografías territoriales de los flujos y las movilidades

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan igualmente en la
intensificación y diversificación de los “flujos y las movilidades” territoriales, que están asociadas muy directamente con los
nuevos requerimientos de la expansión y el crecimiento urbano, como nuevas estructuras y dinámicas que han ido
transformando significativamente los biorritmos naturales de todo el territorio, modificando sus sistemas de relaciones,
reconfigurando sus identidades, y propiciando la integración progresiva de todos los ambientes a las exigencias de las funciones,
las rentas y los mercados urbanos.

y Nuevas geografías territoriales de la violencia social y política

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan también
mediante la proliferación de diferentes formas de violencia social y política, que hacen cada vez más compleja la problemática
regional, en la medida que la naturaleza de los conflictos se diversifica, pues está asociada con un número mayor de factores
que los procesos urbanos introducen, y que las disputas de intereses, de rentas y de mercados se intensifican.

y Nuevas geografías territoriales de los conflictos y competencias fronterizas

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan igualmente en la
resignificación, configuración y profundización de nuevas rivalidades, conflictos y competencias fronterizas, que surgen como
consecuencia de la expansión y el crecimiento urbano, de las disputas administrativas y de poder, de la ampliación de las
fronteras productivas y de los mercados, así como de las resistencias culturales, de las necesidades de protección y conservación
ambiental y de la defensa de los derechos colectivos y de los espacios públicos.

y Nuevas geografías territoriales de la construcción formal y discursiva del medio ambiente

Los nuevos dominios e influencias urbanas de la ciudad metropolitana en las regiones antioqueñas, se expresan también en los
cambios de conducta territorial, de mentalidad institucional y colectiva frente al devenir ambiental, en los cambios de contenido
de los sistemas simbólicos de valoración del territorio, así como, en la reinvención de los procesos sociales y discursivos de
ocupación, uso y aprovechamiento del entorno, no sólo en el sentido del mercado de bienes y servicios, sino también, de su
resignificación imaginaria.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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ƒ Cinco

La ruralidad en la formulación de propuestas de ordenamiento, política, desarrollo y pedagogía territorial en Antioquia

à La ruralidad como “nuevo” criterio y escala de regionalización y ordenamiento del territorio antioqueño y fronterizo

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Texto del Proyecto Subregiones:

9 Estructura, Dinámica y Funcionalidad Rural del Territorio Antioqueño para una Propuesta de Regionalización y Ordenamiento Rural

Acordes con la necesidad de entender los nuevos problemas de las regiones antioqueñas, que fue lo que se planteó este trabajo
inicialmente, hasta ahora nos habíamos ocupado más de la llamada “nueva ruralidad”, que de la persistencia de las formas
tradicionales, arcaicas o precapitalistas, como procesos particulares de modernización de la ruralidad antioqueña, que han sido de
origen principalmente empresarial, y que han estado vinculadas con otros sectores de la economía, como la propiedad inmobiliaria, la
industria y los servicios.

Pero también hemos estado haciendo referencia, a otras nuevas formas de ruralidad, como las de origen campesino, asociativo y
comunitario, que han surgido en respuesta, resistencia y adaptación, a las nuevas condiciones impuestas por la expansión de las
ciudades y del mercado urbano, así como, al surgimiento de nuevos procesos de valorización y significación de los ambientes rurales,
relacionados con las nuevas dinámicas económicas y sociales del capital. Se trata de actividades que han estado más estrechamente
vinculadas con la producción de alimentos y con la diversificación productiva.

En este sentido, nuestro propósito ha sido mostrar estas nuevas expresiones del mundo rural, como manifestaciones de las nuevas
realidades, un nuevo dato de la dimensión regional, que ha venido adquiriendo fuerza estructurante en algunas zonas, como un
factor de reciente aparición, que cumple unas funciones muy específicas y relevantes, en la configuración y el funcionamiento actual
del sistema departamental.
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Su presencia activa y protagónica, aunque menos extendida que las formas de organización de la ruralidad tradicional, le han
imprimido un nuevo carácter a los procesos territoriales en Antioquia, que han roto las continuidades históricas y geográficas del
modelo regional, y que por su novedad y dinamismo, nos han llamado la atención, como nuevo criterio de regionalización y
ordenamiento.

Sin embargo, su acción y su presencia ha sido desigual, y su distribución territorial es muy localizada, heterogénea y dispersa, en el
sentido de que se ha establecido, de preferencia, en algunas zonas de aquellas regiones mejor localizadas con respecto a la
metrópoli, o a los mercados externos, o donde se han presentado las condiciones económicas, sociales y políticas más propicias, para
la innovación técnica, la inversión de capitales o el emprendimiento de origen particular.

Pero aún sabiendo de la importancia que han podido llegar a tener estas nuevos sistemas, debemos admitir que lo que predomina en
el mundo rural antioqueño, no es precisamente lo nuevo, sino lo anacrónico, como lo veremos ahora desde esta nueva perspectiva
integral de trabajo, como la de la regionalización y el ordenamiento, donde no solo nos interesa la realidad de los nuevos datos, sino,
lo que por el contrario, no se extingue ni se transforma, que es lo que llamaremos la ruralidad tradicional.

Este es quizás el punto donde debemos movernos ahora, el de la coexistencia dispar, desigual, y generalmente conflictiva y opuesta,
entre modernidad y tradición en el campo antioqueño, personificado por un lado en un supuesto sector moderno de empresarios
agrícolas, y por el otro, por la inmensa mayoría de productores campesinos.

A juzgar por los nuevos datos obtenidos recientemente por el “Atlas Veredal”, una palabra que ni el corrector de Windows puede
registrar, por tratarse de un colombianismo que hace referencia a la unidad administrativa básica de nuestro ordenamiento político, la
población rural, y en especial la mayoría de campesinos anónimos que le ponen color a las diversidades territoriales, precisamente en
aquellos lugares de la geografía regional hasta donde aún no ha llegado la modernidad, la ruralidad en Antioquia todavía existe y está
viva, aunque esté herida de muerte por aislamiento, por sobrevivir en medio de la marginalidad, y por su extrema pobreza..

Hacemos referencia a un trabajo que pensamos muy valioso e inédito en Colombia, pues tratándose de un mundo poco estratégico, por lo menos
para las visiones más en boga del desarrollo económico, y cada vez más anónimo, invisible, excluido y empobrecido, como el mundo de la
ruralidad campesina, y el de sus unidades básicas de adscripción administrativa común, los corregimientos y las veredas, lo menos que podemos
destacar es la importancia de su publicación reciente. Véase: DIRECCIÓN DE PLANEACION ESTRATÉGICA INTEGRAL. (2007). “Atlas Veredal.
Departamento de Antioquia”. Gobernación de Antioquia, Planeación Departamental. Medellín.

No obstante, hacemos la salvedad, que hemos asimilado los datos de este nuevo Atlas, como si toda la población a la que se refiere fuera rural,
por tratarse de la única fuente secundaria conocida, donde se hace visible la población que se encuentra ubicada por fuera de las ciudades o
núcleos urbanos, aunque no por ello se pueda considerar en esta categoría. Como lo explicamos ampliamente en la Cuarta Parte de este trabajo,
se ha impuesto la idea equivocada, que toda la gente ubicada en los corregimientos y en las veredas, puede ser clasificada como población rural,
cuando muchas veces aunque esté por “fuera” de los núcleos urbanos e incluso de las ciudades, puede estar desempeñando funciones urbanas.
Sobre todo ahora que el urbanismo disperso y difuso se extiende en varias direcciones, que incluso hay población concentrada que desempeña
funciones rurales, además de la asimilación de los patrones y estilos de vida urbanos a todo el territorio, que hace menos visible esta división de la
población, pues este criterio físico espacial no se corresponde con las nuevas realidades.

En efecto, actualmente el umbral entre población urbana y/o rural es una realidad territorial cada vez más compleja, de la que es difícil establecer
límites fijos, lo que exige estudios más cuidadosos y mayor discreción en el manejo de los datos, por lo que es más importante saber de la
gramática interna que rige las relaciones entre lo rural y lo urbano, que establecer donde termina lo uno y empieza lo otro. Como si se tratara de
entidades que puedan explicarse independientemente y por sí mismas, cuando la realidad es que lo rural solo puede entenderse ahora como
subordinado a lo urbano, que es el factor que se ha impuesto en la organización regional.

Sin embargo, para los fines de este trabajo, lo importante es no desligar lo rural de lo urbano, hacerlo visible, y devolverle algo de su
protagonismo territorial, reivindicándolo, y admitiendo su persistencia como algo explicable en nuestros países, donde una parte importante de la
población todavía continuará ligada a sus actividades y a sus formas de vida. De reconocerlo así, ambos mundos podrían resultar beneficiados.

En efecto, la población rural, de mayorías campesinas, indígenas y negras, principalmente, continúa llenando de contenido y
significación ecológica, esto es, territorial, amplios globos de tierra, que de otro modo habrían corrido peor suerte en manos de
racionalidades más depredadoras, como algunos de los supuestos sistemas de producción “modernos”. Aunque para sonrojo de los
ciudadanos de esta época, su arcaísmo, que ha sido causa principal de su atraso económico y social, parece haber adquirido con la
crisis ecológica, una importancia que les puede devolver un sitio perdido en las perspectivas de la modernización regional.

Si bien las nuevas formas rurales de organización empresarial, por hacer referencia a aquellas que han surgido y evolucionado más
cerca de la influencia urbana, y más asociadas con los nuevos y viejos poderes económicos y sociales, son las más visibles y
protagónicas del acontecer diario, por su dinamismo e integración al mercado de las ciudades, y al sector inmobiliario y financiero, lo
común en nuestro medio rural, no son precisamente los complejos o cadenas agroalimentarias, las concentraciones agroindustriales,
las agrociudades, o los sistemas de integración agro-silvo-pastoriles a diferentes escalas, las modalidades de modernización técnica y
social más conocidas de las economías modernas, y en las que se han inspirado ahora, la mayoría de los discursos sobre el campo,
sino todo lo contrario, predominan la dispersión, el aislamiento, la desarticulación a los mercados, las economías naturales, de
autosubsistencia, de autoconsumo, etc.

Las precarias formas de integración de la producción y los escasos procesos de racionalidad técnica y ecológica, existentes hoy en
nuestro medio rural, surgen prácticamente como reacciones casi naturales, espontáneas y autóctonas, ante la escasez y precariedad
de recursos existentes y/o disponibles, una situación de atraso técnico generalizado que se presenta hoy, en las regiones
antioqueñas. Todavía se puede establecer una diferencia muy marcada y desigual entre la llamada producción de subsistencia, en
que está incluida la mayoría de la gente que aún no se encuentra hacinada y concentrada en las ciudades, y la llamada producción
especulativa y de mercado.

Propuesta de Pierre George para diferenciar la agricultura-modo de vida, de la agricultura en vías de urbanización y la agricultura de negocios o
agro-business:

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ƒ La agricultura de “subsistencia”, o agricultura alimentaria, destinada a producir sobre todo para sí misma, que está ampliamente extendida al
mundo tropical. Una idea que evidencia la visión eurocentrista que aún poseen los científicos de los países industrializados.
ƒ La agricultura de “mercado”, que comporta numerosos grados y supone una apertura comercial en la ciudad, con lo que todo un sector de la
población rural asegura la unión entre la vida agrícola y la urbana.

ƒ Y la agricultura “especulativa”, que está centrada en una producción comercializada solamente en el mercado internacional, categoría a la
que pertenecen las grandes plantaciones del mundo tropical y también las grandes granjas de trigo, carne, lana, etc., de los países
templados no europeos.

No obstante, en medio del atraso y la desatención en que debe sobrevivir y reproducirse la población rural, además de su capacidad
autóctona para entender y asumir su relación con un medio natural donde se combinan potencialidades y restricciones ambientales,
no es posible dilapidar su existencia, como base material y social para proyectar cualquier cambio o innovación técnica y social,
siempre y cuando estas sean viables, logren superar su aislamiento, y puedan desarrollar resistencias frente a las influencias
desestabilizadoras que les vienen de fuera.

Mientras en el llamado primer mundo, moderno e industrializado, en medio de sus propias crisis se viene reconociendo la potencia
cohesionadora de los sistemas de producción tradicionales, la eficacia de las técnicas rurales de organización del espacio, y en
algunos casos, la vitalidad étnica y demográfica de algunos grupos rurales, y su fuerza estructurante en territorios de recursos
precarios, en nuestro medio, paradójicamente, donde se está más cerca de estas realidades, donde todavía no son piezas de museo
o fósiles del pasado, se continúa mirando con cierto desprecio hacia el mundo rural regional.

Frente a un pasado, que ahora parece más rico que nuestro presente, cuando nos referimos a las crisis cíclicas y cada vez más
frecuentes de la agricultura industrial, hoy más que nunca, ese mundo tradicional, parece haber adquirido una mayor importancia,
por ser depositario de una gran riqueza intangible, representada en conocimientos, destrezas, habilidades, prácticas culturales,
saberes, técnicas rudimentarias, adaptables a condiciones generalmente rústicas, algo por lo que se aboga en todo el mundo,
mientras aquí, el afán de modernidad, nos ha restado capacidad y voluntad para saber de toda esta riqueza ancestral.

Hoy se habla incluso, de estar al frente de un ineludible punto de partida para un nuevo proceso de modernización en el agro, que
sin desconocer los aciertos que pueda llegar a tener el fomento a una política agroexportadora, está preconizando la importancia de
proteger la ruralidad tradicional, por cuanto allí se encuentra una de las ventajas de la competitividad futura, incluso en los mercados
internacionales, la que provendría de soluciones a la crisis ecológica y las crisis mundial de alimentos, cuyas estrategias están
asociadas a la reconversión ecológica de los sistemas productivos.

“A la luz de una crisis ecológica de carácter global cada vez más evidente y que amenaza con alcanzar su clímax en las próximas dos o tres
décadas, la mayoría de los sistemas productivos primarios (agropecuarios, forestales y pesqueros) considerados como símbolos de la modernidad
son hoy formas atrasadas de la producción que es necesario transformar. En el caso de la llamada agricultura industrial, base y fundamento de la
producción de alimentos y otras materias primas de los países del primer mundo, se ha demostrado que esta conforma un modelo ineficiente por
su alto costo energético y económico, su carácter esencialmente destructivo de los recursos naturales (especialmente del suelo, pero también de
los recursos bióticos y del agua), altamente contaminante (por el uso de pesticidas y fertilizantes químicos), inseguro (consecuencia de trabajar
con unas cuantas variedades que se encuentran permanentemente amenazadas por plagas y pestes) y cada vez menos rentable”. Víctor, Toledo,
“Campesinos, modernización rural y ecología política: una mirada al caso de México”.

Para algunos otros autores, como el mexicano G. Esteva por ejemplo en el “El desastre agrícola. El adiós al México imaginario”, plantea
que esta sería una de las alternativas más viables para resolver la “catástrofe agrícola”, esto es, la creciente destrucción de los recursos
naturales, la integración de los productores rurales al mercado y asegurar la autosuficiencia alimentaria.

En el mismo sentido, el profesor Víctor Toledo de la Universidad Nacional Autónoma de México, plantea:

“La necesidad de gestar esta nueva modernización ecológica no sólo proviene de la urgencia por preservar el ambiente global y lo recursos
naturales del planeta (estabilidad del clima, suelos, agua, diversidad biológica), ni de la capacidad de los agrosistemas para mantener una
producción sostenida y ascendente de la producción de alimentos en el mundo. También es el resultado de la enorme presión que han venido
ejerciendo los cada vez más exigentes consumidores de los países industriales. En Europa, Japón y los Estados Unidos, la creciente demanda de
alimentos y productos orgánicos, más nutritivos y sin efectos nocivos sobre la salud de los consumidores, habrá de cambiar a lo largo de esta
década el mercado convencional de alimentos. La tendencia es y será la del desplazamiento paulatino (a veces abrupto, como en el caso de
California), de los alimentos producidos bajo los actuales sistemas de agricultura industrial por los generados bajo una agricultura ecológica u
orgánica”. Víctor, Toledo, “Campesinos, modernización rural y ecología política: una mirada al caso de México”.

Por eso cuando hablamos de visibilizar y reivindicar la ruralidad, de aumentar y mejorar su protagonismo, de preservar y enriquecer la
diversidad territorial con que está asociada, de tomarla en consideración como imperativo territorial del desarrollo, de adoptar sus
diferentes formas de existencia concreta y de organización, como perspectiva de trabajo no solo técnica, sino también política y ética,
estamos asumiendo una utopía conveniente y necesaria, para estos tiempos difíciles que nos tocó vivir.

Sobre todo ahora que los procesos de la metropolización y de extensión del urbanismo a todo el territorio, parecen abarcarlo y dominarlo
todo, con lo cual no solamente estamos realizando una acción de “salvamento arqueológico”, o si se quiere “una arqueología del rescate”,
sino también, reivindicando sus posibilidades reales, como alternativas viables a la crisis ambiental, pensando a su vez en la
democratización del progreso urbano a toda la población, y trabajando en un asunto que parece haber perdido todo interés, como parte
de la explicación de la crisis del Modelo Territorial Antioqueño: el problema agrario.

Los problemas de la ruralidad, como una cuestión esencial en las estrategias del desarrollo urbano, regional y fronterizo, parecen haber
perdido interés como factor protagónico principal, y hay que insistir en llamar la atención sobre el enorme error que se está cometiendo al
respecto.

Se trata de reivindicar la importancia de un asunto crucial para el proyecto de vida colectivo, que no solamente es cuestión de mejorar la
productividad y los rendimientos, y de establecer nuevos agrupamientos, integraciones y encadenamientos productivos, industriales y
comerciales, con origen en el sector rural y destino en el urbano, sino además, de resolver el atraso social y la inequidad en que hoy viven
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la mayoría de las gentes que aun persisten con su modo de vida campesino y rural. Una situación estructural, profundamente arraigada
con los problemas de la distribución de la tierra y de los recursos productivos.

Si bien es cierto que algunas de las “nuevas” realidades territoriales rurales, volvieron a poner en primer plano la situación del campo,
aunque desafortunadamente haya sido por causa del conflicto armado interno, que primero se ha vivido allí, por el drama del
desplazamiento forzado y el abandono de las tierras de labor, por la expropiación de tierras y la concentración de la propiedad territorial
por las vías de facto, por el despoblamiento y formación de “desiertos demográficos”, etc., el mayor interés y la mayor atención de los
investigadores y de las agencias gubernamentales, se ha concentrado fundamentalmente en los procesos urbanos y su relación con los
nuevos mecanismos de valorización del medio ambiente y la vida campestre. Relegando, e incluso olvidando, la persistencia y
profundización del llamado “problema agrario”, no solamente como un grave problema social, sino también, de eficiencia del sector, con
respecto a las exigencias y las necesidades crecientes de una población sin capacidad de comprar producción importada.

Esta situación se observa incluso en el medio académico, que se pensaría menos expuesto a las urgencias del mercado, en el que se
podrían superar las miradas de coyuntura, donde ya no hay lugar a estudios sobre los sistemas de producción y las estructuras agrarias,
por ejemplo, las que si bien ya no se pueden explicar por sí mismas, pues están atravesadas por la influencia dominantemente urbana de
las ciudades, su comprensión actual resultaría esencial para reorientar el Modelo y hacer salvamento urgente del mundo de la ruralidad y
de las diversidades territoriales, aunque también, sea el de la inequidad y el atraso, de los privilegios y la irracionalidad ambiental.

En medio del desinterés, de ciencias más pragmáticas y utilitaristas, ya parece un hecho natural e irreversible la utilización creciente de
tierras en ganadería extensiva, la tumba del bosque para el establecimiento de plantaciones y la destrucción de la agricultura artesanal, sin
que nadie diga “esta boca es mía”. Como si no fuera muy preocupante para el futuro de una región y de sus ciudades, que se presente
semejante desproporción entre retrocesos de la agricultura y avances de la ganadería. Un avance que se da es en términos físicos, pues
otra cosa es la capacidad diametralmente opuesta de fijar población que tienen ambas actividades, haciendo uso de semejante diferencia
de recursos, además de la opción tan desigual de favorecer la diversidad territorial, esto es ecológica y cultural, con que ambas actividades
están relacionadas.

Si bien la situación de atraso y pobreza del campo y la ruralidad antioqueña, y en general del campo y la ruralidad colombiana, ha sido
una situación secular, que continúa superando las tímidas intervenciones del Estado, y de todos los gobiernos, que nunca han enfrentado
sus problemas de manera estructural, los pocos espacios académicos, políticos y sociales que se creen, y que puedan ser favorables a
nuevas preocupaciones progresistas y sensibles por el devenir mundo de la ruralidad, y con ella, de la diversidad ambiental, debieran
aprovecharse con eficacia técnica y sentido ético, para esclarecer muchos de los interrogantes que hoy se plantean como problemas del
desarrollo, y que no responden exclusivamente a la racionalidad y a la rentabilidad de los negocios. Y aunque somos concientes que la
sola razón científica o técnica no basta para resolver la problemática rural y ambiental, al hacerla visible mediante su lectura, su análisis e
interpretación gráfica y visual, y al sacarla del anonimato en que hoy se encuentra, se puede estar avanzando en una nueva perspectiva
de la realidad territorial, donde la ruralidad también tenga lugar, como lugar por excelencia de la geografía de las diversidades territoriales.

No solamente es una exigencia técnica impuesta por la realidad al mundo académico, sino también, una responsabilidad ética y moral,
mediante la cual se le pueda dar el mejor uso y provecho a los recursos públicos que están destinados a la investigación, contribuyendo al
esclarecimiento y solución de algunos de los muchos problemas que tienen nuestras comunidades de base territorial. Se trata de pensar
más en la gratificación moral de lo que representa actuar con solidaridad y generosidad, desde el conocimiento y la técnica, trabajando en
temas que ofrecen menos dividendos monetarios, por no estar asociados con el mundo de los negocios y de los mercados de punta, que
es parte de la suerte con que está ligada la ruralidad. Además del anacronismo que muchos le atribuyen, de los conflictos con que hay
trabajar como datos imperativos de su realidad, y de tener que vivir muy cerca de la pobreza, lo que es menos halagador que trabajar en
las llamadas visiones geoestratégicas de la modernidad.

Seguramente ahora que los problemas de la seguridad alimentaria, de la crisis ambiental y de la valorización del capital en el sector rural,
están tan estrechamente asociados con la sostenibilidad de las aglomeraciones urbanas, y con el futuro de las economías de mercado y de
la globalización, el interés por este mundo relegado por la modernidad urbana, recupere algo de su relevancia. Y ojala que no sea
solamente el interés por saber cómo llegar a la “nueva ruralidad empresarial”, sino además, cómo garantizar los aprovisionamientos
básicos, con un uso apropiado y un manejo adecuado de tierras y de la diversidad.

Se trata también de pensar, como asegurar mejores condiciones de vida para el 23 % de la población, que aún se considera rural por su
ubicación por fuera de las ciudades, aunque ello no sea totalmente exacto, por estar cada vez más ligada a funciones urbanas o a redes
de relaciones urbanas, pero lo que sí es seguro, es que se trata de la gente que se encuentra más apartada del progreso, aunque no por
estar físicamente más cerca de él, se puede garantizar que se tiene acceso a un mayor bienestar, que es lo que se aspiraría obtener del
desarrollo urbano.

Para la información que tenemos, y sobre todo para el nivel de lectura y análisis territorial que hemos logrado en este trabajo, sobre todo
a partir de la evidencia empírica y del trabajo de campo como fuente primaria de conocimiento territorial, donde además hemos restituido
y comprobado directamente en las actuales realidades rurales, lo que se conoce del campo antioqueño, del que por cierto cada vez se
sabe menos, que no sea de su conocida pobreza, de su atraso y de su conflictividad, hemos adoptado un nuevo procedimiento, para hacer
visible y protagónica la ruralidad, como criterio y escala de regionalización y ordenamiento territorial.

Con tal fin, hemos desarrollado tres estudios integrados, gráficos y visuales, que hacen énfasis en algunos de los factores que mayor
incidencia han probado tener en la persistencia de la dimensión regional de la ruralidad en Antioquia: el sistema espacial de la población
rural, los usos de la tierra rural y los sistemas de producción. Veamos.

En estos estudios, donde se identifican, se nombran y se ubican las principales propiedades y singularidades que aún persisten del mundo
rural en Antioquia, o por lo menos de aquellas de las que podemos dar fe en este Proyecto, la población, los asentamientos, los usos de la
tierra y los sistemas de manejo y producción rural, son los criterios y escalas que mínimamente se pueden y deben tomar en consideración
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en cualquier iniciativa de regionalización y ordenamiento territorial, por cuanto son fundamentos esenciales de sus actuales formas de
existencia concreta, a partir de las cuales se configuran además sus imaginarios y diversidades culturales, que han sido objeto de interés
en otro apartado de este trabajo.

Estos no son argumentos en contra de la necesidad de profundizar en otros factores, probablemente más determinantes en la
organización y el funcionamiento de la realidad rural, tales como las estructuras agrarias, los rendimientos y la productividad en el campo,
los problemas de innovación y difusión del cambio técnico, la diversificación de actividades, etc., pero si son argumentos en favor de
plantear una nueva dimensión territorial de la vida social que hoy se presenta en las regiones y localidades antioqueñas por fuera de las
ciudades, que no sea solamente la visión económica y funcional, que hoy predomina sobre lo que debiera ser su destino.

No deja de ser paradójico, como hemos dicho antes, que mientras en nuestros países la vida rural parece suscitar menos interés, en los
países ricos e industrializados, donde el capitalismo urbano ha establecido todo su hegemonismo territorial, la ruralidad haya venido
adquiriendo un mayor protagonismo en sí misma, así solo sea cuando los agricultores franceses les recuerdan de su existencia,
bloqueando los accesos a Paris, tirando las cosechas mal pagas a las carreteras. Algo muy parecido, guardadas las proporciones, a lo que
hemos visto hacer en las carreteras del Oriente antioqueño, cuando es el repollo el que expresa las molestias de los hortelanos que han
sobrevivido a las presiones urbanas.

En el mismo sentido debemos recordar que también ha habido un nuevo auge de estudios y de autores, dedicados a plantear los
problemas complejos y heterogéneos de la vida rural, como un asunto del mayor interés para el proyecto territorial de las grandes
ciudades.

Ojalá estos nuevos aires no nos lleguen tarde, cuando ya no se usen, como todas las modas, incluida la del ordenamiento territorial, pues
mientras todavía en nuestro medio se siga pensando que es un anacronismo, y que irremediablemente la vida rural está en vías de
extinción, no tendremos forma ni recursos para posicionar una perspectiva de trabajo, que a todas luces resulta menos atractiva para los
afanes de estos tiempos, que aquellas que están asociadas con los procesos urbanos metropolitanos; con todo y el vigor que aún conserva
la ruralidad entre nosotros, debido entre otras razones, a la capacidad de resistencia y adaptación propia que han probado tener las
gentes que aún la sostienen, y con la potencialidad que podríamos buscar aún en todo lo que tiene de diversidad y de endémica.

Ahora lo que más se acostumbra, es creer que el problema agrario es sólo cuestión de atraso técnico y de distancia a los mercados, lo que
se puede remediar con cambios en los usos del suelo, con inversión en tecnología, y con construcción de infraestructura, que no es poca
la falta que hace desde luego, como los nuevos medios a lo que todo el mundo pareciera tener acceso, independientemente de si son
apropiados o no, a nuestras condiciones ecológicas, económicas y sociales.

O que el remedio está en integrar la ruralidad a la órbita del capitalismo urbano, como un agente económico más, subordinado a las
exigencias de acumulación impuestas por la ciudad, a través de los mecanismos de la valorización del capital y del mercado, una
perspectiva donde se le atribuye más importancia a la prestación de servicios ambientales y turísticos, que a la propia posibilidad de
abastecimiento básico que posee, y de ser la base del proyecto de vida colectivo de mucha gente en las regiones antioqueñas.

Últimamente también se ha venido proponiendo el turismo rural como el nuevo paradigma de progreso, para afrontar las precarias
situaciones en que hoy viven la mayoría de las comunidades que se encuentran ubicadas por fuera de las grandes ciudades, una
alternativa que se ha generalizado sin la lectura y el análisis territorial que se requiere, y en la que casi todas las agencias
gubernamentales parecen coincidir, transfiriendo indiscriminadamente modelos aplicados a otros universos.

Mientras la ruralidad se empobrece en sus propios ambientes, ahora debe empeñarse en mejorar su limitada capacidad de acogida, para
darle hospitalidad a nuevas actividades que podrían sacarla de su ostracismo, su aislamiento y su olvido, aunque estas mismas condiciones
ambientales no parecen ser suficientes para garantizar su propio proyecto de vida.

Desde la perspectiva de las ciudades y de las necesidades urbanas, también se ha impuesto con respecto a la ruralidad, una visión
ambientalista, por medio de la cual se le atribuye como única destinación a los territorios rurales, la de cumplir funciones de protección y
conservación ambiental, como alternativas pensadas y decididas desde “fuera”, que responden principalmente a la necesidad de reducir
los costos económicos de reparación y reposición del medio ambiente, cuando no es que se trata de integrar la naturaleza a las demandas
de bienes y servicios de los mercados urbanos. Como lo hemos explicado ampliamente en este trabajo, cuando analizamos las “nuevas
geografías territoriales de la dimensión natural del territorio”.

Estas son las razones en que generalmente están basadas las propuestas de regionalización y ordenamiento rural, lo que subordina su
futuro a una sola visión y a una sola valoración de la realidad rural, vista exclusivamente desde la racionalidad y el interés de las ciudades,
como si el “resto” desapareciera, que es por cierto la forma como eufemísticamente se designa a aquellos mundos que se encuentran por
fuera de las ciudades.

Si se tratara por el contrario, de favorecer la restauración y el mejoramiento ambiental como un asunto que tiene que ver con el desarrollo
de la capacidad productiva regional y local, con el bienestar colectivo, y con el desarrollo territorial de la vida rural, entendido de manera
integral y no solamente como un asunto de nuevas funciones urbanas y rentabilidades económicas, la política ambiental no tendría tantas
resistencias en el mundo rural. Recordemos que antes que las ciudades llegaran a los campos en la forma que hoy lo vemos, ya existían
entre las comunidades rurales ciertas prácticas de protección y conservación ambiental, que le imprimían un rumbo diferente al que hoy
ha adquirido, por cuenta de las nuevas presiones urbanas de la metrópoli.

Por ejemplo, se ha sabido con razón, que el Manual del Cafetero Colombiano de 1958, fue uno de los primeros textos ambientalistas que
se divulgó en nuestro medio, mucho antes que se conocieran las actuales técnicas de manejo y producción, presuntamente más refinadas
y racionales, en relación con la protección y la conservación ambiental, aunque en realidad el trabajo de campo nos ha evidenciado una
realidad diferente.

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Pensar en la ruralidad, y considerarla con pleno derecho como factor de desarrollo en sí mismo, es un verdadero reto y hasta una audacia,
en momentos en que ésta parece condenada de antemano bajo la figura más hegemónica y publicitada de la regionalización
metropolitana y de la modernización del campo colombiano.

Un proceso, que como ya hemos explicado antes, ha dado origen a la llamada “nueva ruralidad”, sin que la “vieja ruralidad” haya
desaparecido, sino más bien, que incluso por estas nuevas dinámicas, se ha profundizado el desequilibrio territorial existente, aumentando
la desigualdad al interior del mundo rural, al estar aquella mejor ubicada que ésta con respecto a la ciudad, disponer de mejores tierras, y
haber sido mejor atendida por el Estado. Mientras la otra continúa expulsando población, abandonando los campos de labor y
amplificando el problema urbano y ambiental en las ciudades.

Cuando proponemos esta nueva dimensión territorial de la ruralidad, no hacemos apología de su atraso y aislamiento, tampoco
pretendemos que se conciba como un hecho autónomo e independiente de las nuevas realidades, urbanas y metropolitanas, más bien,
profesamos la esperanza que como criterio y escala de regionalización y ordenamiento, en sí mismo y en su nueva relación con aquellas,
la ruralidad pueda servir para redimir su propia situación.

Al tiempo que se puedan establecer a partir de su inclusión y reconocimiento, nuevos sistemas de relaciones territoriales, entre la ciudad
moderna y la natura, entendida aquella como los dominios de la artificialización por excelencia, y ésta como el depositario de las riquezas
del universo, algo que hay que manejar y que no se renueva por si misma, que es como tender un puente entre lo que se transforma y lo
que se extingue, para beneficio del interés colectivo.

Estas son las razones por las cuales, después de los criterios y las escalas de regionalización y ordenamiento ambiental del territorio
antioqueño, desarrollamos criterios y escalas de regionalización y ordenamiento rural, antes de desarrollar criterios y escalas de
regionalización y ordenamiento urbano, como gradientes que son, de una misma unidad dentro de la diversidad territorial. Donde la
natura, la ruralidad y el urbanismo regional, deben concebirse como un solo sistema integrado y relacionado, que se expresa en una gran
variedad de potencialidades y de paisajes territoriales, que son la manifestación de los diferentes grados de interacción entre los dominios
naturales, y los dominios antrópicos, del y en el territorio común.

En este procedimiento hay una intencionalidad tanto ética como técnica, donde la regionalización y el ordenamiento, no se conciben
solamente como decisiones instrumentales o administrativas, basadas únicamente en procesos formalmente técnicos, sino en análisis
territoriales propositivos, pero al mismo tiempo, críticos de la realidad actual, en que se integran globalmente, los criterios y las escalas
ecogeográficas de estructuración y funcionamiento del sistema departamental. Por hacer referencia, a las diferentes formas de
organización y funcionamiento del territorio urbano, regional y local, en las que toman parte activa las formas más avanzadas, y al mismo
tiempo las más primarias y las más rústicas, que generalmente desaparecen, o son subordinadas a las necesidades de aquellas.

En las iniciativas de regionalización y ordenamiento, lo que más nos cuesta, es precisamente integrar y relacionar los diferentes factores,
las unidades o los taxones a considerar dentro de sistemas, que por su naturaleza son complejos, heterogéneos y jerárquicos, como
características propias de la realidad territorial de las regiones y de las ciudades.

Una situación que exige hacer un elogio a la dificultad que representa la aplicación de nuevos diálogos, migraciones y travesías de
saberes, en medio de sociedades superespecializadas como las nuestras, donde además de concepciones fragmentarias del mundo, se han
impuesto decisiones autoritarias y verticales de organización política y administrativa. Donde lo estructurante y dominante dentro del
conjunto, se considera excluyente y opuesto a la diversidad y a lo minoritario.

Pensamos que esta ha sido la manera de actuar frente a la dificultad que tenemos en el mundo de la técnica y de la razón, para superar
los aislamientos mutuos y el oscurantismo territorial de las actuales especialidades científicas, que nos han apartado del humanismo que
nos acercó a la naturaleza, al mismo tiempo, que nos han obligado a un racionalismo técnico, donde predominan el enfrentamiento entre
el realismo social y el realismo científico, como plantea José Manuel Naredo:

“Parece obligado recordar que el propósito anunciado de trascender a la vez la “objetividad fragmentaria” de las especialidades
científicas y la “vaga totalidad subjetiva del hombre primitivo” que los románticos trataban de recuperar, ha tenido su eco en el campo
de la antropología académica. En este sentido apunta el ambicioso empeño de Claude Lévi-Strauss de encuadrar la observación
etnológica en un “humanismo generalizado” que dé al traste con aquel otro humanismo de tradición judeocristiana que enfrentó al
hombre a la naturaleza y lo sumió en el neo-oscurantismo de un conocimiento parcelario. Para este autor, la etnología no sólo
contribuye al desarrollo del humanismo en extensión y en profundidad, sino que, sobrepasando el estudio estricto de las sociedades
humanas, “llama a la reconciliación del hombre y de la naturaleza, en un humanismo generalizado”. José Manuel Naredo, “EL
oscurantismo territorial de las especialidades científicas”.

Hasta aquí texto del Proyecto Subregiones:


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à Desequilibrios, conflictos y fronteras de la ruralidad en el sistema urbano, regional y fronterizo antioqueño

Texto pendiente

à La ruralidad en una nueva estrategia regional de pedagogía territorial

Texto pendiente

Santa Elena 15 de mayo de 2008


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Todos estos textos han sido tomados del proyecto de investigación “Subregiones en Antioquia: Realidad Territorial, Dinámicas Y Transformaciones
Recientes”, que se puede consultar en tres versiones, en diferentes formatos impresos y digitales, aunque la versión digital 2009 ha sido actualizada,
ampliada, mejorada, revisada y corregida por el autor:

ƒ ESCOBAR R., Iván. (2006 – 2007). Subregiones en Antioquia: Realidad Territorial, Dinámicas y Transformaciones Recientes. Cinco Fases,
Informe Final. Convenio de Cooperación Nº 2005-CO-120041, Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Facultad de Ciencias Humanas
y Económicas, Laboratorio en Estudios Geográficos – Gobernación de Antioquia, Departamento Administrativo de Planeación Departamental,
Dirección de Planeación Estratégica Integral. Medellín. En: http://www antioquia.gov.co/links/planeación.htm

Carátulas de los informes técnicos

ƒ ESCOBAR R., Iván. (2007). Subregiones en Antioquia: Realidad Territorial, Dinámicas y Transformaciones Recientes. Editorial L Vieco.
Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Laboratorio en Estudios Geográficos y
Territoriales – Gobernación de Antioquia, Departamento Administrativo de Planeación Departamental, Dirección de Planeación Estratégica
Integral. Medellín. Tres Tomos.

à Tomo 1
Evaluación y Revisión Crítica del Estado del Arte Técnico y Político del Conocimiento del Territorio Antioqueño / Evaluación y Revisión
Crítica del Estado del Arte Técnico y Político de las Propuestas de Regionalización y Organización del Territorio Antioqueño.

à Tomo 2
Investigación, Formulación y Diseño de un Método de Lectura y Análisis Territorial del Sistema Urbano y Regional Antioqueño / Estudio y
Análisis Territorial del Sistema Urbano y Regional Antioqueño.

à Tomo 3
Formulación y Argumentación de Nuevos Criterios y Escalas de Regionalización, Política y Desarrollo Territorial en Antioquia.

Carátulas de la publicación impresa

ƒ ESCOBAR R., Iván. (2009).Subregiones en Antioquia: Realidad Territorial, Dinámicas y Transformaciones Recientes. Centro de Publicaciones UN
Medellín. (Versión digital en PDF). Laboratorio en Estudios Geográficos y Territoriales, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Universidad
Nacional de Colombia Sede Medellín. Medellín.

Carátulas de la publicación digital


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