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Hallazgos

ISSN: 1794-3841
revistahallazgos@usantotomas.edu.co
Universidad Santo Tomás
Colombia

Rubiano Pinilla, Elkin


Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”
Hallazgos, vol. 12, núm. 23, 2015, pp. 31-48
Universidad Santo Tomás
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=413838649002

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Arte, memoria y participación:
“¿dónde están los desaparecidos?”*
Elkin Rubiano Pinilla**

Resumen
Recibido: 7 de agosto de 2014 Teniendo en cuenta referencias teóricas sobre la relación entre
Evaluado: 18 de septiembre de 2014 arte, violencia y memoria, por un lado y, sobre el arte participa-
Aceptado: 22 de octubre de 2014 tivo, por el otro, en este artículo se hace una reflexión sobre la ex-
posición ¿Dónde están los desaparecidos? Ausencias que interpelan,
organizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica y ex-
hibida durante el segundo trimestre de 2014 en diversos espa-
cios. Metodológicamente la muestra se analiza a partir de dos
categorías: arte participativo y prácticas artísticas; las primeras
vinculadas estrechamente con las comunidades y las segundas
concentradas en la producción de “obra” unida al nombre de un
artista. Si bien los propósitos y, a veces, los procedimientos em-
pleados por ambas prácticas son semejantes, tanto sus resulta-
dos como la relación con el público y las comunidades son cuali-
tativamente diferentes, así como lo son los “lenguajes” presentes
en cada práctica: los primeros concentrados en los rostros de los
desaparecidos, mientras los segundos, exploran los rastros de la
desaparición forzada.

Palabras clave: arte político, arte participativo, memoria, duelo.

*
Artículo de investigación. Hace parte del proyecto Arte, política y memoria en Colombia: tres estudios de caso, perteneciente al grupo de in-
vestigación Reflexión y creación artísticas contemporáneas (Colciencias A), del Departamento de Humanidades de la Universidad Jorge Tadeo
Lozano. Cómo citar este artículo: Rubiano, E. (2014). Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”. Hallazgos, 12(23), 31-48.
(doi:10.15332/s1794-3841.2015.0023.002)
**
Magíster en Comunicación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, (Colombia). Correo electrónico: elkin.rubiano@utadeo.edu.co

HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 12, N.° 23 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 31-48 31
Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

Art, memory and participation: “Where are the missing?”

Abstract
Taking into account theoretical references on the relationship Received: August 7, 2014
between art, violence and memory, on one hand and, on par- Evaluated: September 18, 2014
ticipatory art, on the other, this article reflects on the exhibition Accepted: October 22, 2014
Where are the missing? Absences that interpellate, organized by the
National Center for Historical Memory and exhibited during
the second quarter of 2014 in various spaces. Methodologically
the show is analyzed from two categories: participatory art and
artistic practices; the first ones closely linked to the community
and the second ones focused on the production of “work” linked
to the name of an artist. Although the purposes and, sometimes,
the procedures used by both practices are similar, both their
results and the relationship with the audience and the commu-
nities are qualitatively different, as are the “languages” present
in each practice: the first ones concentrated on the faces of the
missing, while the seconds ones, explores the trails of forced
disappearance.

Keywords: Political art, participatory art, memory, mourning.

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Elkin Rubiano Pinilla

Arte, memória e participação: “¿Onde estão os desaparecidos?”

Resumo
Recebido: 7 de agosto de 2014 Considerando referências teóricas sobre a relação entre arte,
Avaliado: 18 de setembro de 2014 violência e memória, por um lado e, sobre a arte participativa,
Aceito: 22 de outubro de 2014 por o outro, neste artigo se fez uma reflexão sobre a exposição
¿Onde estão os desaparecidos? Ausências que interpelam, organizada
pelo Centro Nacional de Memória Histórica e exibidas durante
o segundo trimestre de 2014, em vários espaços. Metodologica-
mente a amostra é analisada a partir de duas categorias: arte par-
ticipativa e práticas artísticas; as primeiras ligadas intimamente
com as comunidades e as segundas concentradas na produção
de “obra” associada ao nome de um artista. Por enquanto os
propósitos e, por vezes, os procedimentos utilizados por ambas
as práticas são semelhantes, enquanto os resultados e a relação
com o público e as comunidades são qualitativamente diferen-
tes, assim como o som as “linguagens” presentes em todos os
treinos: os primeiros concentrados nos rostos dos desaparecidos,
enquanto os segundos exploram as trilhas do desaparecimento
forçado.

Palavras-chave: Arte política, arte participativa, memória, luto.

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

Introducción procesar el trauma individual y colectivo.


Estas prácticas se pueden agrupar en el lla-
El arte colombiano no es ajeno al conflicto mado “Arte participativo”, que es insepara-
armado. Si la violencia en Colombia es en- ble, en el contexto del conflicto armado en
démica, como lo señalan algunos investiga- Colombia, de nociones como reparación, res-
dores, resulta normal que la violencia esté titución, construcción de memoria, etc.
presente en la historia del arte en Colombia.
Teniendo en cuenta ese panorama, en este
Podría decirse, de hecho, que constituye un
ensayo se busca indagar por lo siguiente:
tema en el arte nacional, como testimonio,
el testimonio, la huella, el trauma y el due-
como denuncia, como crítica, como formas
lo. El testimonio supone que el testigo so-
de simbolización, construcción de memo-
brevivió a la barbarie; la huella, una mar-
ria y duelo, etc. Es decir, el registro de tal
ca material que sobrevive al exterminio; el
tema resulta amplio tanto en su tratamien-
trauma, una ruptura del orden simbólico y
to, como en su concepción dentro del cam-
de sentido que afecta a una comunidad; el
po del arte colombiano. A partir de este re-
duelo, un proceso truncado de las víctimas
gistro, la noción de víctima ha cobrado un
que busca construirse mediante prácticas
lugar central durante la última década: las
simbólicas como el arte. Para tal fin, en este
masacres sistemáticas de comunidades, las
documento se reflexiona sobre la exposición
fosas comunes, los NN, el fenómeno del
¿Dónde están los desaparecidos? Ausencias que
desplazamiento forzado y su visibilización
interpelan, organizada por el Centro Nacio-
en las áreas urbanas han puesto en el cen-
nal de Memoria Histórica y exhibida en el
tro del conflicto armado en Colombia a las
Centro de Memoria, Paz y Reconciliación,
víctimas.
la Parroquia de Nuestra Señora de Las
Así pues, la víctima o, de modo más preci- Nieves y el Centro Cultural Gabriel García
so, la noción de víctima es la principal refe- Márquez. Buscaremos entonces indagar en
rencia para el arte y las prácticas artísticas lo siguiente: ¿qué formas sensibles se des-
que se ocupan de la violencia y la política pliegan en sus prácticas? ¿Qué estrategias
en Colombia. Podría decirse que la víctima de creación y recepción se ponen en juego?
representa el conflicto o que a partir de la
víctima el conflicto se hace presente. Las Arte, política y memoria
maneras de aproximarse a la o las víctimas
son, desde luego, diversas. De esta manera, Desde el nacimiento de la estética como dis-
debe tenerse en cuenta que no solo el arte ciplina filosófica, es evidente que la estética
producido dentro de las lógicas del campo no es solo un asunto exterior al sujeto sino
del arte (museos, galerías, colecciones, etc.) que lo estético tiene la capacidad de instau-
asume esta posición. Por la misma vía, aun- rarse en un cuerpo y modelar sujetos, es
que con estrategias diferentes, algunos co- decir, formas de ser, de pensar y de sentir.
lectivos y organizaciones trabajan con las co- Entendida así, la cuestión estética es, por
munidades víctimas del conflicto armado en un lado, un discurso sobre el cuerpo y los
Colombia, buscando distintos objetivos: re- sentimientos y, por el otro, un asunto inse-
componer tejido social, construir memoria, parable de la política. En la tradición de la

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Elkin Rubiano Pinilla

teoría crítica este aspecto es central. Theo- (2002, p. 214). Esta es una de las tareas que,
dor Adorno afirma que “La necesidad de en nuestro contexto, asumen distintas orga-
dejar hablar al dolor es la condición de toda nizaciones a partir de procesos de simboli-
verdad” (1992, p. 26). En ese sentido, exis- zación articulados por prácticas creativas,
te una relación entre arte y verdad, pero como las del arte participativo.
aún más la verdad es en este caso insepa-
rable del dolor: la violencia, el asesinato, Por la misma línea crítica de los anteriores
el exterminio. Es clave en la reflexión de autores, lo sublime lyotardiano asume que
Adorno no confundir el arte crítico con el la tarea del arte es testimoniar la existencia
arte panfletario. El arte crítico enseña un de lo no presentable. El exterminio y la bar-
contenido social sedimentado en la propia barie exceden cualquier posibilidad de la
obra, un carácter mimético (no en el sentido imaginación; lo que ocurrió en los campos
de la representación) que sale al encuentro de exterminio nazi, por ejemplo, resulta ini-
con el espectador de manera prelingüísti- maginable. Toda representación de la bar-
ca, empática. El arte como principio de la barie resulta infame para esta perspectiva,
no-identidad; la mímesis, como formas de es injusta. De ahí que los partidarios de lo
conducta sensorialmente receptivas, expre- sublime renuncien a la representación y la
sivas y comunicativas de lo viviente. Acaso narración; en su lugar debe crearse un es-
las exploraciones artísticas sobre el indicio pacio para la afección que dignifique me-
que deja la barbarie, resulten afines a esta diante la humanización de lo inhumano.
perspectiva. Esta es una de las estrategias extendidas de
los memoriales a las víctimas durante las
Por una vía semejante a la de Adorno, po- últimas décadas, memoriales que no mues-
demos considerar que en Marcuse (2002) el tran rostros de víctimas sino que permiten
arte es el contrapeso de la barbarie, pues ol- experimentar la desolación y el desarraigo
vidar la masacre es olvidar las condiciones de las víctimas. Tal vez esta perspectiva no
que la hicieron posible. Contra el olvido se tiene en cuenta que para los sobrevivientes
erige entonces una forma sensible que hace de la barbarie, como para las familias de las
presente la ausencia de aquellos que han personas ajusticiadas y desaparecidas, las
sido silenciados y olvidados. Liberar del ol- imágenes del orden de lo representacional
vido la historia de los vencidos es una de las son altamente significativas y portadoras de
misiones de la teoría y el arte crítico. Así, el sentido.
memorial que rinde tributo a las víctimas es
una de las estrategias para restituir simbó- Las tres perspectivas anteriores (Adorno,
licamente los derechos contra el olvido .En Marcuse, Lyotard) reivindican, por un lado,
la relación existente entre memoria y verdad, las potencias del arte a partir de su presen-
Marcuse señala que “olvidar el sufrimiento cia, de su ser concreto, de su forma sensi-
pasado es olvidar las fuerzas que lo pro- ble; por el otro, el trabajo artístico como un
vocaron […] Contra la rendición al tiempo, modo de hacer que posibilita la redención
la restauración de los derechos de la me- ante la barbarie. Otra perspectiva teórica se
moria es un vehículo de liberación, es una distancia de los anteriores presupuestos y
de las más nobles tareas del pensamiento” se interesa más por los “modos de ser” que

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

por los “modos de hacer”. Jacques Rancière movilizados en ese momento en relación
señala que la política consiste en crear di- con esa experiencia” (Ortega, 2011, p. 39).
sensos, desacuerdos. En este sentido la po-
Precisamente son prácticas de orden creati-
lítica de la estética “consiste en reconfigurar
vo las que permiten procesar la ruptura de
la división de lo sensible, en introducir suje-
orden simbólico. Construir memoria colec-
tos y objetos nuevos, en hacer visible aque-
tiva mediante el testimonio y el indicio es
llo que no lo era, en escuchar como a seres
una de las tareas que ha asumido el arte en
dotados de la palabra a aquellos que no
contextos conflictivos:
eran considerados más que como animales
ruidosos” (2005, p. 19). En este sentido los Esa urgencia por “ficcionar” nuevas
espacios del arte resultan estratégicos para realidades, constitutiva de las repre-
la reconfiguración de la división de lo sensi- sentaciones que avanzan en el duelo,
ble “cuando aquellos que ‛no tienen’ tiempo significa que el arte y la literatura jue-
se toman ese tiempo necesario para erigirse gan un papel muy importante en la re-
en habitantes de un espacio común y para cuperación y la reconstitución de nue-
demostrar que su boca emite perfectamen- vas identidades. En efecto, la literatura
te un lenguaje que habla de cosas comunes y el arte son campos de producción
y no solamente un grito que denota sufri- que permiten concebir un mapa social
miento” (Rancière, 2005, p. 18). Desde esta que recoja y elabore los síntomas de
perspectiva resulta clave indagar por las una sociedad conmocionada (Ortega,
estrategias de desidentificación y subjetiva- 2011, p. 56).
ción en algunas prácticas artísticas contem-
poráneas, pues allí, por ejemplo, la emanci- Tanto en el arte participativo como en las
prácticas artísticas que tenemos como refe-
pación puede entenderse como un proyecto
rencia para esta reflexión, se exploran las
constitutivo mediante la construcción de un
posibilidades de construir memoria (no ol-
espacio donde aquellos que “no tienen voz”
vidar) y ritualizar la muerte (el duelo que es
se toman el tiempo necesario para hablar de
negado al no tener qué cuerpo velar).
aquello que resulta común (lo que le com-
pete a aquellos que son iguales); un reparto
de lo sensible que abre un lugar inédito que Algunas consideraciones
se manifiesta en lo audible, lo decible y lo sobre el arte participativo
perceptible. Precisamente esa redistribu-
ción de lo sensible opera en muchas mani- En las prácticas artísticas contemporáneas
encontramos manifestaciones que invocan
festaciones de orden simbólico presentes en
tanto el poder del arte para la reconstruc-
el arte participativo.
ción del tejido social, como las posibilidades
Por último, debe tenerse en cuenta la noción críticas para denunciar el terror y la catás-
de trauma para el caso que nos interesa: trofe. Podemos agrupar estas prácticas, ini-
“Una experiencia fallida o traumática ocu- cialmente, en tres categorías: las que buscan
rre cuando los términos simbólicos de los crear con la comunidad (arte participativo),
lenguajes históricamente disponibles para crear una comunidad (estética relacional) o
articular una experiencia no pueden ser crear para la comunidad (arte terapéutico).

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Elkin Rubiano Pinilla

En las prácticas que crean con se da un des- parece apoyarse en Rancière, al considerar
plazamiento de la potencia creativa del ar- lo político con lo sensible, con la aisthesis,
tista (el modelo romántico del autor) hacia con un régimen de identificación del arte (el
las posibilidades creativas de la comunidad estético) y un reparto de lo sensible: “[…]
(el modelo de la muerte del autor); en las cuando aquellos que no tienen tiempo se
que crean una, se busca o bien recomponer toman el tiempo necesario para plantearse
un tejido social que había sido roto, o cons- como habitantes de un espacio común […]”
truir un lazo social inédito que no necesa- (Bishop 2012, p. 28).1
riamente debe perdurar; en las que crean
Resulta clave tener en cuenta que el arte par-
para, se busca intervenir en lo real reparan-
ticipativo ha transformado la relación del
do a las víctimas mediante intervenciones
arte con los espectadores mediante el mo-
simbólicas.
delo colaborativo. Este modelo descentra la
Estas tres categorías se insertan en lo que noción del artista como autor (como auto-
se ha denominado el giro antropológico del ridad); este resulta, más bien, un propicia-
arte (Ochoa, 2003), es decir, el arte como dor para que algo resulte. La consecuencia
una extensión de la cultura. El arte antropo- puede ser incierta, pues las variables para la
logizado no se valora a partir de cuestiones realización de un proyecto son contingen-
estéticas, formales o técnicas, sino a partir tes: una situación específica, un contexto te-
de su efectividad en el plano de lo “real”: rritorial, una comunidad (de base, flotante,
el impacto en una comunidad, la construc- etc.). La comunidad se integra activamente
ción de memoria colectiva, etc. Lo anterior en el proyecto, no solo como productora
es central en el “arte participativo”: la co- activa de sentido, sino, más allá, como pro-
laboración, lo dialógico, lo contextual; así ductora de contenido o en otras palabras
como su carácter comprometido e interven- como parte constitutiva de la creación. Dice
cionista se insertan en marcos que sobre- Bishop: “el público, previamente concebido
pasan la propia práctica: la transformación como un ‘espectador’ u ‘observador’, aho-
del papel del Estado y, correlativamente, el ra se vuelve a colocar como co-productor o
diseño de políticas culturales que constru- participante” (2012, p. 2). Sobre estas rela-
yen y señalan la función y el lugar del arte ciones reflexionaremos en el siguiente apar-
en la sociedad: “[…] el arte como una forma tado, particularmente con la exposición Do-
de inclusión social” (Bishop 2012, p. 17). Lo ble oficio por la entrega digna.
clave en la reflexión de Bishop es que este
tipo de arte (el participativo) es o debería
ser necesariamente politizado; pero esto
no debe llevar a suponer que lo político del
arte participativo deba pasar por cuestiones
1 No obstante la afinidad con Rancière, debe considerarse, igualmen-
de “empoderamiento”, “agenciamisnto”, te, la crítica que le hace: “Mientras teoriza brillantemente sobre la re-
“inversión de relaciones de poder”, etc. lación entre la estética y la política, uno de los inconvenientes de esta
Para decirlo en pocas palabras, lo político teoría es que abre la puerta para que todo arte sea político, ya que
lo sensible se puede repartir (partage) tanto en formas progresistas
del arte participativo no se centraliza en como en formas reaccionarias; la puerta está abierta para ambas”
cuestiones de poder. En este punto Bishop (Bishop 2012, p. 28).

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

La exposición: entre el Desaparecidos [Asfaddes]): trabajo


rostro y el rastro conformado por 74 piezas de vi-
drio que muestran rostros y nom-
Los trabajos de la exposición ¿Dónde están bres de personas desaparecidas.
los desaparecidos? Ausencias que interpelan dan b. “Prohibido olvidar a los desapa-
cuenta de prácticas creativas diferentes, aun- recidos” (Fundación Nydia Erika
que con propósitos semejantes: 1) proyectos Bautista): trabajo que documenta
vinculados con la simbolización del duelo y los rostros de las víctimas, reco-
el trauma mediante prácticas participativas y pilada durante años mediante
2) obras de arte que acuden a formatos artís- ejercicios de memoria histórica,
ticos “convencionales” como la fotografía, la movilización y protesta.
instalación, etc., para dar cuenta del dolor, el c. “Doble oficio por la entrega
trauma y el duelo en el contexto del conflicto digna” (Organización Familiares
armado en Colombia. En el primer caso, pue- Colombia y Constanza Ramírez
de pensarse que si la respuesta de la o las víc- Molano): instalación con dos ál-
timas es el silencio (o bien porque hay actos bumes de fotografías y archivo de
que no pueden verbalizarse o porque denun- audio con relatos de las víctimas.
ciar pone en riesgo la propia existencia), una
forma de restituir el habla y construir me- 2. Prácticas artísticas:
moria colectiva es mediante procedimientos
a. “Réquiem NN” (Juan Manuel
simbólicos con los que trabaja el arte partici-
Echavarría): fotografías de tumbas
pativo, aquellas prácticas que vinculan a las
de los NN que son “adoptados”
comunidades y cuyo efecto vinculante llega
por los habitantes de Puerto
a ser, en muchos casos, terapéutico: procesar
Berrío.
el duelo o el trauma. En el segundo caso, el
material de las obras (prendas, inscripciones b. “Río abajo” (Erika Diettes): foto-
en una tumba) no es solo un aspecto formal grafías de prendas facilitadas por
(aunque allí pueda encontrarse algún tipo de los familiares de personas desa-
formalismo), sino que el material, y específi- parecidas (se expuso en la iglesia
camente la huella en el material, se convierte Nuestra Señora de Las Nieves).
en testimonio de la violencia; así que los ob-
jetos, los utensilios o una edificación se con- Los trabajos expuestos, tanto en unas prác-
vierten en testigos cuando el artista los hace ticas como en las otras, tienen en común su
“hablar”. vínculo con las comunidades, un encuentro
directo. Sin embargo, los procedimientos
Analizaremos los siguientes trabajos de la
llevados a cabo con estas comunidades son
exposición ¿Dónde están los desaparecidos?
diferentes; del mismo modo, son distintos
Ausencias que interpelan, según la división
los resultados, tanto estéticos como polí-
que hemos propuesto:
ticos. Desde el punto de vista formal, en
1. Arte participativo: ambos casos hay un uso predomínate de la
a. “Galería Partes” (Asociación fotografía como producto final, es decir, el
de Familiares de Detenidos y que finalmente será expuesto en la galería,

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Elkin Rubiano Pinilla

el museo o la iglesia, pues antes de esto se nueva” (Ortega, 2011, pp. 50-51). El testi­
ha realizado un trabajo con las comunida- monio es indispensable no solo en la re-
des durante meses o años mediante prácti- construcción de los hechos, sino también
cas diversas (entrevistas, historias de vida, en la construcción de memoria colectiva y
construcción de relatos colectivos, marchas, reparación simbólica de las comunidades
etc.). No obstante, el objetivo de lo fotogra- afectadas. De ahí que las prácticas creativas
fiable es, de alguna manera, disímil en am- que buscan simbolizar los acontecimientos
bos casos: en el arte participativo hay un én- resulten tan significativas para las comuni-
fasis en el retrato de las víctimas, mientras dades afectadas por el conflicto armado.
que en las obras de arte hay un desplaza-
Sin embargo, vale la pena aventurar la idea
miento hacia los objetos de las víctimas. Sin
de que no solo los sobrevivientes son testi-
embargo, tanto en un caso como el otro hay
gos de los hechos traumáticos. El famoso cri-
una finalidad evidentemente testimonial.
minalista francés Edmond Locard señalaba
Esto quiere decir que para la producción de
lo siguiente: “Los indicios son testigos mu-
tales imágenes fue necesaria la existencia de
dos que no mienten, sólo hay que hacerlos
un testigo que testimoniara un hecho y, en
hablar” (Ginzburg, 1989, p. 143). No debe
el caso que nos ocupa, un hecho violento
resultar extraño que la criminalística no sea
probablemente traumático, lo que plantea
ajena a la historia del arte y que los vesti-
el siguiente problema:
gios, es decir, las huellas (dactilar en la caso
[…] el verdadero testigo de las desapa- del criminal, el trazo en el caso del maestro)
riciones es aquel que está ausente […] se conviertan, según se las haga hablar, en
Aquel que en efecto ofrece testimonios otra forma de dar testimonio, bien sea para
lo hace en virtud y a pesar de quien no comprender la causa de un trauma, dar con
puede hacerlo. De ese modo, el testi- el criminal o asegurar la originalidad de
monio siempre atestigua el proceso una obra de arte. La clave está, según Ginz-
radical de de-subjetivación que la da burg, en los vestigios: “Vestigios, es decir,
vida, es precisamente la de-subjetiva- con más precisión, síntomas (en la caso de
ción que habla, la imposibilidad radi- Freud), indicios (en la caso de Sherlock Hol-
cal que constituye su fuerza elocutiva mes), rasgos pictóricos (en el caso de More-
(Ortega, 2011, pp. 50-51). lli)” (1989, p. 143).

Siendo así, todo testimonio supone una au- Esos vestigios son los objetivos de artistas
sencia: la de la víctima directa. Ahora bien, como Diettes y Echavarría; allí se concentra
dar testimonio por quien no puede hacerlo su exploración. Ahora bien, uno de los pro-
es indispensable en la elaboración del due- blemas para el análisis de las imágenes (tan-
lo, tiene un efecto reparador. Los testigos to de Diettes como de Echavarría) es que
sobrevivientes del Shoa “señalaban una como espectadores no tenemos acceso di-
y otra vez cómo el acto de dar testimonio, recto al testigo (humano o material), solo te-
de contar, de hablar, los transformaba, les nemos acceso a su representación. En otras
permitía revisitar esa experiencia muda por palabras, se nos escapa el indicio (el ves-
el tiempo y conocerla, esta vez de manera tigio, que siempre es directo) y nos queda

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

únicamente su representación icónica (que personas que fueron asesinadas y desapa-


siempre es diferida). Si la representación, recidas; sus prendas fueron prestadas a la
en este caso, empobrece la experiencia o, artista por los familiares de las víctimas. En
de modo más preciso, la aproximación a la nuestro contexto, el ajusticiamiento de per-
experiencia del testigo, es necesario buscar sonas va acompañado de procedimientos
alternativas para aproximarse de la manera infames: al asesinato se le suma la desapari-
más fidedigna posible a los hechos. Es de- ción del cuerpo con la intención de no dejar
cir, indagar por las posibilidades de que las indicios de la víctima. Eliminar el material
imágenes toquen lo real. probatorio y la identidad de la víctima po-
sibilita que los perpetradores se escapen de
No se puede hablar del contacto entre
los procesos judiciales. Las modalidades
la imagen y lo real sin hablar de una
de desaparición de los cuerpos conforman
especie de incendio. Por lo tanto, no se
un repertorio dantesco difícil de imaginar:
puede hablar de imágenes sin hablar
hornos crematorios, “casas de pique”, des-
de cenizas […] Cada vez que intenta-
membramiento con motosierras, etc. Los
mos construir una interpretación histó-
restos de las víctimas ajusticiadas, sus cuer-
rica […] debemos tener cuidado de no
pos desmembrados, se lanzan a los ríos: “…
identificar el archivo del que dispone-
aparece un brazo, pierna o la cabeza flotan-
mos, por proliferante que sea, con los
hechos y los gestos de un mundo del
do en el agua”, dice la viuda de uno de los
que no nos entrega más que algunos desaparecidos el día de la inauguración de
vestigios. Lo propio del archivo es la “Río abajo” en la iglesia de Las Nieves. Es
laguna, su naturaleza agujereada (Di- del asesinato, la desaparición y la imposi-
di-Huberman, 2007, pp. 15-16). bilidad de ritualizar la muerte (no hay un
cuerpo que velar) de lo que se ocupa la obra
En otras palabras, debemos tener concien- de Erika Diettes, quien señala:
cia de que, por un lado, todo archivo es un
conjunto de datos incompletos y, por otro el En este ejercicio, el agua aparece como
otro, que independientemente de tal laguna un testigo, como un elemento que fue
el archivo de imágenes puede decirnos algo usado para borrar el rastro, para arre-
sobre la realidad. Si bien el indicio directo batarle la identidad a los asesinados.
no está a nuestro alcance ―se ha perdido En este escenario, la inexistencia de los
(en la cenizas), está distante (en el tiempo y cuerpos que alguna vez usaron esas
el espacio) o es inaccesible (por impenetra- prendas de vestir funciona como de-
ble o inseguro)―, no debe ser este un im- nuncia del inmensurable dolor e incer-
pedimento para hacer hablar a la huella a tidumbre que causa este delito.
partir de su representación, es decir, a partir
“Río abajo” sería una forma de restitución:
de su carácter icónico, que es lo que tratare-
devolverle a las víctimas la identidad que
mos de hacer con “Río abajo” de Diettes y
les fue arrebatada mediante algo tan íntimo
“Réquiem NN” de Echavarría.
como una prenda de vestir. Hay un vínculo
“Río abajo” es una serie conformada por 24 profundo entre estas prendas y quienes fue-
fotografías de prendas que pertenecieron a ran sus propietarios y, ese vínculo, parece

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Elkin Rubiano Pinilla

hacerse más grande cuando sus propieta- tratando de alcanzar aquello. Cuando final-
rios se encuentran ausentes, pues esta au- mente lo alcanza, podemos percatarnos de
sencia no es temporal ni voluntaria (como que es una prenda rescatada del río. Un in-
un viaje, por ejemplo), sino permanente y dicio del asesinato. Una prenda sin cuerpo
cuyo vacío es insondable, y ese carácter in- y unos dolientes sin duelo. De manera deli-
sondable (un vacío sin medida posible, sin cada, en “Treno” hace presencia el dolor de
medida humana) se acrecienta con la pérdi- los sobrevivientes.
da absoluta de esa persona, pues no solo ya
Ante este hecho, la obra de Diettes constru-
no están en vida sino que tampoco están en
ye una estrategia de restitución simbólica:
muerte, es decir, no hay cuerpo que velar.
devolverles a los dolientes la posibilidad de
De modo que el dolor de los sobrevivien-
elaborar un duelo. Las fotografías de “Río
tes se prolonga indefinidamente al no po-
abajo” son de prendas usadas en vida y cui-
der ritualizar la muerte. Una madre decía
dadas delicadamente por los familiares de
el día de la inauguración en la iglesia de
las víctimas, como si aún vivieran: lavadas,
Las Nieves lo siguiente: “Yo camino, pero
planchadas, guardadas con cuidado como
el dolor me rompe el alma […] siempre lo
si en algún momento fueran a aparecer sus
buscaré hasta que yo me muera, no dejaré
propietarios. Pero eso no sucederá y el acto
de buscarlo”.
de la espera evidencia la prolongación en el
En la video-instalación “Treno (canto fú- proceso de la elaboración del duelo. Tanto
nebre)”2 de la artista Clemencia Echeverry, el lugar de exhibición, como el formato y
vemos la corriente caudalosa y potente de el contenido de la fotografías, evidencian
un río, escuchamos su potencia. A pesar de la intención de Diettes: por un lado, foto-
su caudal y su potencia solo logramos ver grafiar las prendas hundidas en agua, pero
fragmentos del río; se escucha más de lo que no en un agua turbulenta que arrastra con
se puede ver. Parece que no sucediera nada el indicio de la víctima (como en “Treno”),
y que solo contempláramos ese fragmento sino inmersas en un agua calmada (en com-
de río; parece que solo deberíamos dejar- paración con la corriente del río), traslúci-
nos llevar por su caudal acompañados por da y luminosa y, por otro lado, mediante
una suerte de mantra de la naturaleza, por la elección del soporte utilizado para las
su potente sonido. En algunos momentos fotografías: una impresión en vidrio de
irrumpen gritos que se incorporan al soni- gran formato que da transparencia a lo fo-
do del río, uno y otro conforman el treno. tografiado. Sumado a lo anterior, la serie de
Parece que el sonido (el treno o el mantra) fotografías instaladas en la iglesia parecen
lo fuera todo en el río: la potencia del río y vitrales y, por lo tanto, se insertan automá-
la impotencia del grito. Parece que eso fuera ticamente en la iconografía de lo sagrado y
todo, pero de un momento a otro irrumpe en el silencio solemne del templo. La insta-
en el caudal del río algo que es difícil de lación fotográfica de Diettes posibilita la ri-
determinar, al tiempo que una persona se tualización de la muerte y así la posibilidad
acerca a la orilla con un pequeño tronco de elaborar el duelo.

2 Ver http://www.youtube.com/watch?v=Rw16iTnduCA

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

La imposibilidad de elaborar el duelo está


presente en otra de las obras expuestas en
¿Dónde están los desaparecidos? Ausencias que
interpelan. Se trata de la serie fotográfica
“Réquiem NN” (2006-2014) de Juan Manuel
Echavarría. Aquí, nuevamente, está presen-
te el río. En el cementerio de Puerto Berrío
(Antioquia) se han depositado los cuerpos,
o partes de cuerpos, que bajan por el río
Magdalena. Víctimas sin identidad, NN.
Los habitantes de Puerto Berrío “adoptan”
una de las tumbas, se comprometen a cui-
darlas, rezar por su almas, incluso darle una
identidad al proporcionarle un nombre a la
víctima. A cambio de tal cuidado, los pobla-
dores le piden favores al alma de la vícti-
ma. Hay allí, evidentemente, una forma de
ritualizar la muerte, de darle una dimensión
sagrada a lo humano. Echavarría piensa lo
siguiente:

En lo colectivo, pienso cómo este ritual


cumple otra función: la gente de puerto
Berrío no permite, quizás inconscien-
temente, que los perpetradores de la
violencia desaparezcan a sus víctimas.
Mediante este rito es como si ellos les
dijeran a los victimarios: Aquí nosotros
rescatamos a los NN, los enterramos,
creemos en sus almas, y nos hacen
milagros; además los adoptamos y los
volvemos nuestros.

La serie de Echavarría hace un seguimiento


de este ritual mediante un registro fotográ-
fico tomado en dos o más tiempos. Entre
una imagen y la otra se logra ver la inter-
vención que las personas hacen en la sepul-
tura: las inscripciones, las flores, las imá-
genes sagradas, los favores pedidos y las
gracias por los recibidos. Estás tumbas son
Erika Dietes, “Río abajo”. un indicio de la barbarie y testimonian no
Fotografías: Elkin Rubiano solo el crimen sino el dolor de los familiares

42
Elkin Rubiano Pinilla

Juan Manuel Echavarría, “Requiem NN”. Fotografías: Elkin Rubiano

de desaparecidos. En algunos casos quienes son un antimonumento que de manera viva,


se hacen cargo de una tumba bautizan con mediante las prácticas, impide olvidar por
el nombre de sus propios familiares desapa- medio del cuidado de una víctima anónima;
recidos el espíritu de los NN, una forma de esta última, al adoptarla, se restituye como
velar por el familiar de quien no hay rastro. una “víctima propia”, como pertenecien-
Este acto no solo impide el olvido de sus te a “nosotros”, a la comunidad de Puerto
propios muertos, sino también el olvido de Berrío que es, igualmente, una víctima del
conflicto.
los otros. Es un acto de responsabilidad y
cuidado. Hay entonces una práctica de la La serie de fotografías de Echavarría es
memoria (no olvidar) inversa al memoria- de tipo testimonial. Muestra un hecho (la
lismo institucional. Si el discurso y la prác- adopción de una víctima sin nombre), me-
tica institucional de la memoria recuerdan diante los indicios inscriptos en una tum-
mediante el monumento conmemorativo, ba y el seguimiento de estas inscripciones
las tumbas del cementerio de Puerto Berrío a lo largo del tiempo. Las tumbas, en ese

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

sentido, hablan mediante el procedimien- estas tres los recursos creativos se articulan,
to documental del artista. Tanto en Diettes principalmente, a lógicas funcionales: de-
como en Echavarría hay un trabajo con las nunciar, recordar, dignificar y documentar
comunidades: entrevistas, acompañamien- sucesos y procesos en torno a la desapari-
to e intercambio. Las comunidades parti- ción forzada. En el texto de presentación de
cipan con sus actos (hacerse cargo de una “Doble oficio”, se indica lo siguiente:
tumba o donar temporalmente una prenda)
y los artistas restituyen simbólicamente con
sus obras.

En el arte participativo la relación con las co-


munidades es diferente, pues se asienta en
bases más duraderas y comprometidas con
la causa de las víctimas, es decir, vinculada
estrechamente al activismo de los sobrevi-
vientes. Esto quiere decir que las prácticas
(artísticas) no se desligan de las demandas
de las comunidades afectadas por la violen-
cia y que, por lo tanto, la exhibición de las
fotografías, relatos, etc. no es el resultado
final sino la parte de un proceso que acu-
de a distintas formas de movilización, una
de las cuales es el proceso de simbolización
mediante prácticas creativas. Este es el caso
de las exposiciones “Galería partes” (As-
faddes), “Prohibido olvidar” (Fundación
Nydia Erika Bautista) y “Doble oficio por la
entrega digna” (Familiares Colombia). En

Organización Familiares Colombia “Doble oficio


por la entrega digna”.
Fotografías: Elkin Rubiano

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Elkin Rubiano Pinilla

Cuando una persona es desaparecida así sucesivamente. Estas fotografías tienen,


forzosamente, su familiar queda en como las primeras, una leyenda: nombre de
una muy mala situación. Ahora tiene la víctima, fecha y lugar de la desaparición.
dos nuevos oficios. El primero: luchar Son las imágenes fotográficas de las víctimas
internamente por tratar de compren- cuyos restos no han sido hallados. Mientras
der, enfrentar los estigmas sociales, se observan las imágenes de los álbumes se
asimilar esta situación y continuar su escuchan en reproducción de audio los tes-
vida. El segundo: lograr que las auto- timonios de los familiares: el viacrucis que
ridades competentes cumplan con su padecen en la búsqueda de sus desapareci-
deber y les ayuden a encontrar a su fa- dos, las exigencias a las instituciones encar-
miliar desaparecido. Lucha hacia aden- gadas, los trámites burocráticos en los que
tro y lucha hacia afuera […] se lucha se acumulan folios de peticiones y debidos
porque se busque, se lucha porque se procesos. El papel utilizado en esos trámites
encuentre, se lucha porque cuando los fue reciclado para elaborar los dos álbumes
desaparecidos son encontrados muer- que hacen parte de la instalación. Los proce-
tos, sus restos sean entregados con la sos creativos en este caso están ligados a la
dignidad que se merece la persona. labor de la organización Familiares Colom-
bia, a su función, pues uno de los propósitos
En “Doble oficio” se trabajó directamente de “Doble oficio” es visibilizar el dolor de
con las familias de los desaparecidos. Por las familias en la búsqueda de sus desapare-
un lado, mediante la recolección de relatos cidos mediante estos procesos creativos de
orales y, por el otro, a través la propuesta en simbolización que recurren a modalidades
la elaboración de materiales y recursos para recurrentes en las prácticas artísticas con-
la instalación. En un cuarto oscuro caen temporáneas; por un lado, los medios de re-
de manera vertical dos haces de luz sobre producción de sonidos e imágenes y el uso
dos álbumes; en uno de ellos una luz cáli- de la fotografía y, por el otro, la instalación
da ilumina las imágenes de personas des- como recurso exhibitivo. Por último, el len-
aparecidas cuyos restos fueron entregados guaje de “Doble oficio” está cargado de con-
a sus familiares. Son imágenes fotográficas notaciones conceptuales: la imagen material
acompañadas de una leyenda: nombre de para los desaparecidos cuyos cuerpos no
la víctima, fecha de desaparición y la indi- han sido recuperados; el audio, que no solo
cación de que sus restos fueron hallados y es informativo, sino que también propicia
entregados. El otro álbum está compuesto, una experiencia sonora en el cuarto oscuro;
igualmente, de imágenes de personas desa- el material de los álbumes, cuya proceden-
parecidas, pero a diferencia del primero las cia son los trámites burocráticos en la bús-
imágenes no están grabadas en el soporte queda de los desaparecidos. El resultado
físico del papel, sino que se proyectan de final de “Doble oficio” (lo que se expone al
manera inmaterial sobre el álbum, es solo público) es una estrategia de visibilización
un haz de luz, evanescente, que no puede inscrita en el trabajo de Familias Colombia,
fijarse en el papel, ya que la imagen desa- es decir, lo expuesto no es la culminación
parece, después de un breve tiempo de pro- del trabajo con las comunidades, sino par-
yección, dándole lugar a otras imágenes y te de un proceso. Esto último marca una de

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Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

(Asfaddes) acoge igualmente el anterior


principio. La muestra está compuesta por
74 piezas de vidrio con los rostros y nom-
bres de personas desaparecidas. El vidrio
permite que el retrato se pueda observar
por ambas caras, lo que enfatiza el carácter
evanescente y fantasmagórico de los desa-
parecidos y una fragilidad con respecto a
la memoria: la fragilidad del vidrio, que en
cualquier momento puede fracturarse; al
mismo tiempo, la forma del corte que pa-
rece remitir a las formas de los relicarios
que se llevan colgados en el cuello. Por un
lado, la fragilidad del recuero (el vidrio);
por el otro, la voluntad de no olvidar (el
relicario colgado en el cuello). A diferen-
cia de los otros dos proyectos, este no tiene
una relación directa con las comunidades,
aunque el trabajo del artista (quien prefirió
Fundación Nydia Erika Bautista “Prohibido olvidar
a los desaparecidos”. Fotografía: Elkin Rubiano

las diferencias con los trabajos propiamente


artísticos, pues si bien muchos de ellos tra-
bajan estrechamente con las comunidades,
la exhibición de la obra en una galería o un
museo, marca un cierre con el proyecto y,
por lo tanto, con la relación comunitaria.

Por una vía semejante se construye el pro-


yecto “Prohibido olvidar” de la Fundación
Nydia Erika Bautista. La exposición está
compuesta por un archivo fotográfico y tex-
tual que recoge tanto las marchas como los
relatos de las familias de los desaparecidos.
Por un lado, la presencia de los desapare-
cidos mediante sus retratos; por el otro, el
testimonio de los dolientes. El principio,
extendido en la mayor parte de estas prácti-
cas, es hacer público el rostro de los desapa-
recidos, no olvidar. No hay aquí propuestas
propiamente artísticas, sino un principio “Galería partes” (Asfaddes).
documental. La exposición “Galería partes” Fotografías: Elkin Rubiano

46
Elkin Rubiano Pinilla

permanecer en el anonimato) es donado a artísticas que tienen como referencia el


una fundación activa en su lucha contra la conflicto armado acuden a las imágenes in-
desaparición forzada. diciales (el rastro), o bien mediante su do-
cumentalización (fotográfica o audiovisual)
Ahora bien, recordemos que las imágenes o su exploración directa (escultórica). En
de la exposición en su conjunto (tanto las de estos casos la ausencia se hace presente a
las prácticas creativas como artísticas) son partir de la huella material inscrita en los
cualitativamente diferentes. Las primeras objetos (zapatos, tumbas, muebles, prendas,
buscan documentar procesos, mientras que etc.). La huella (lo indicial) testimonia acer-
las segundas exploran dimensiones forma- ca de los hechos (desapariciones, desplaza-
les, estructurales, etc. Tal vez, las primeras miento, etc.). Aunque con procedimientos
buscan representar (una ausencia), mien- diferentes, ambas prácticas se dirigen a
tras que las segundas buscan hacer que algo objetivos semejantes: arrancar del olvido lo
(ausente) se haga presente. Podría pensarse que no debe ser olvidado (pues, “olvidar el
que en las prácticas colaborativas y el arte sufrimiento pasado es olvidar las fuerzas
comunitario, lo que nos muestran las imá- que lo provocaron”, como dice Marcuse ) y
genes es la evidencia icónica de la ausencia, buscar formas para la elaboración del due-
los rostros de las personas desaparecidas lo, mediante formas de restitución simbóli-
y ejecutadas extrajudicialmente. Y no es ca (mediante lo indicial o lo icónico).
un azar, por lo tanto, que los monumentos
conmemorativos en los que se reconocen los Referencias
sobrevivientes sean marcadamente mimé-
ticos y representacionales. De ahí que las Adorno, T. (2008). Dialéctica negative. Ma-
imágenes (predominantemente fotográfi- drid: Taurus.
cas) acudan a las formas representacionales Bishop, C. (2012). Artificial Hells. Participa-
del centramiento y la frontalidad del retra- tory art and the politics of spectatorship.
to, propias de la fotografía popular y, a su London: Verso.
vez, de las fotografías judiciales y de iden- Bourriaud, N. (2006). La estética relacional.
tificación ciudadana. La elocuencia de estas Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
imágenes radica en que los rostros fotogra- Certeau, M. de (2007). Andares de la ciu-
fiados son rostros ausentes y, en muchos dad. En La invención de lo cotidiano.
casos, rostros de los que no queda rastro. El 1 Artes de hacer (pp. 103-142). México
rastro, si fuera posible hallarlo, sería un ras- D. F.: Universidad Iberoamericana, Ins-
tro sin identidad, por eso la perseverancia tituto Tecnológico y de Estudios Supe-
en la imagen icónica que busca la identifica- riores de Occidente.
ción de los desparecidos, de los NN (máxi- Didi-Huberman, G. (2007). Cuando las imá-
ma forma de desubjetivación). genes tocan lo real. En Cuando las imáge-
nes tocan lo real (pp. 7-36). Madrid: Arte
Si las prácticas visuales de las comunida- y Estética.
des víctimas del conflicto armado acuden Didi-Huberman, G. (2004). Imágenes pese a
a las imágenes icónicas (el rostro), es nece- todo. Memoria visual del Holocausto. Bar-
sario percatarse de que algunas apuestas celona: Paidós.

HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 12, N.° 23 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 31-48 47
Arte, memoria y participación: “¿dónde están los desaparecidos?”

Ginzburg, C. (1998). Indicios. Raíces de un Ortega Martínez, F. A. (2011). El trauma so-


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Mitos, emblemas e indicios. Morfología e Ortega Martínez (Ed.), Trauma, cultura e
historia (pp. 140-175). Barcelona: Gedisa. historia: reflexiones interdisciplinarias para
Marcuse, H. (2002). Eros y civilización. Bar- el nuevo milenio (pp. 17-61). Bogotá: Uni-
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