Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La nobleza de ser un hombre ético y/o un hombre moral son cualificaciones personales y
constructos sociales que ayudan a una sociedad a mantener un equilibrio equidistante entre
la libertad personal y la libertad ajena, mediado por mantenerlas hilvanadas como
pretensión de unirse sin causar “afectaciones nocivas o antiéticas” para el desarrollo normal
y digno de la otra persona y la sociedad, es decir, convivir de manera armónica.
Son las recreaciones de la tan prostituida crítica de la realidad humana dirigida al intento
indigno del farsante por puntualizar si en realidad lo que hace un tercero puede ser
calificado como algo bueno o malo, se constituye en giros de espadas de doble filo
dirigidos hacia alguien que se proyecta en él mismo, es la hipocresía de describir
situaciones de los demás a juicios personales con fundamento en simplezas que demuestran
la gran nada que existe en el inmenso mundo de razones que se ingenia en pro de pretender
ser aquel digno y dueño de todo, a esfuerzo de levantar el meñique. La superflua y cuasi
villana mente de determinar y juzgar sin mirar la verdad ante sus ojos.
Para entender un poco más este punto de ruptura dentro del marco de lo ético y lo moral,
enfrascando sus corrientes históricas que nacen de la concepción del beneficio confabulado
con lo propio y común, lastimosamente, dentro de las libertades que el hombre
contemporáneo quiere tener o se ha obligado a tener, se ha hecho un concepto más personal
que social y ha propiciado que sea ambiguo hablar de bien o mal en una sociedad moralista
que en parte olvida lo ético al concebirlo como el impedimento de su libertad.
La sociedad de hoy no necesita tanto cómo héroes solo personas que sean coherentes con
sus pensamientos, deseos y acciones tal como lo dijo Gandhi, es decir personas felices.