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PRIMORDIALIDAD DE LA TRADICIÓN CÉLTICA por PHILLIP BAILLET

Desde antaño considerado, a causa del carácter oral de sus enseñanzas, como una
especie de continente sepultado y ya nunca accesible, a la manera de la Ciudad de Ys
durmiendo en el fondo de las aguas, el mundo religioso de los Celtas es todavía muy a
menudo el pasto de pseudo-especialistas que prefieren la recuperación ideológica a la
búsqueda erudita, incluso de charlatanes deseosos de atribuir a los antiguos Celtas
sus propias elucubraciones. Es por ello que cualquier estudio riguroso sobre el mundo
céltico debe hacer primero una selección eliminando las interpretaciones inadmisibles
y definir claramente su metodología. Desde este punto de vista, es preciso felicitarse
de la aparición en estos últimos años, de varias obras destacables de Françoise Le
Roux y Christian Guyornvac'h: La civilisation celtique, especie de manual introductorio
al tema; Les Druides, obra que es sin duda el resumen más completo sobre el
sacerdocio céltico actualmente disponible en Europa; y Textes mythologiques irlandais
(a partir de ahora designado por las iniciales TMI), que tiene como objetivo "presentar
al público de lengua francesa (los lectores de legua inglesa o alemana disponen ya de
un amplio surtido) un conjunto de textos medievales completos, traducidos y anotados
de tal manera que su lectura sea posible y, sobre todo, que su contenido sea
inteligible a los no especialistas"1. Para completar este balance, es necesario añadir
una última obra de los autores Morrigan- Bodb- Macha. La souveraineté guerrière de
l'Irlande (Rennes,1983).

LO QUE NO ES LA TRADICIÓN CÉLTICA

Estos diferentes ensayos son el resultado de las investigaciones y estudios llevados


a cabo a partir de 1948 en el marco de la revista Ogam-Celticum, por F. Le Roux y C-
J. Guyornvarc'h, quienes han conseguido elaborar una tarea paciente, prudente y
sistemática, de reconstitución de la Tradición Céltica, gracias, por una parte a su
competencia "técnica", especialmente lingüística (F. Le Roux fue hace tiempo alumno
de Georges Dumezil) C. J. Guyornvarc'h defendió el 20 de octubre de 1980, en Lyón,
una tesis doctoral delante de un jurado del que formaban parte, entre otros, Georges
Dumezil, Jean Haudry -principal artífice de la actualización de la gramática
indoeuropea en Francia- y Karl Horst Schmidt, el mayor especialista alemán de
lenguas célticas antiguas), y por otra, a su capacidad de leer los textos por sí mismos,
por su contenido conceptual, sus estructuras subyacentes, más importantes que
ciertos detalles, cronológicos o de otro tipo. En lo concerniente a este último punto, es
necesario señalar pues el caso es suficientemente raro en la universidad francesa
para ser citado que los autores han recibido la influencia, además de la dumeziliana, la
de la escuela de pensamiento Tradicional (especialmente René Guénon y Ananda
Coomaraswamy).

Conscientes de "lo fácil que es evocar el misterio en vez de ayudar a disiparlo y


cuando los documentos faltan respecto a un tema tan vasto (...), se puede caer en la
tentación de presentar teorías y no hechos"2, F. Le Roux y C. J. Guyornvarc'h creen
1
TMI, Ogam-Celticum, Rennes, 1980, p. 11. (El público de lengua francesa, inglesa o alemana,
dispone ya de un amplio abanico sobre la materia. En España seguimos nadando en la indigencia, a pesar
de que las últimas investigaciones han venido a demostrar el carácter esencialmente céltico de la España
prerromana, como ya había intuido don Pedro Bosch Gimpera en los años treinta. Nota del T.).
2
Les Druides, Ogam-Celticum, Rennes, 1978, p. 7.
que antes de intentar caracterizar positivamente la tradición céltica, es importante
indicar lo que no es. Así, nada tiene que ver con ella de una manera sería "la trama o
la semilla de sociedades secretas (o supuestamente) que en este caso, son pseudo-
iniciáticas o pseudo-religiosas", ni "la fuente de una literatura que pretende legitimar
bajo lo céltico el fantasma más libidinoso del subconsciente moderno" 3. Dejando
aparte estos casos extremos aunque relativamente frecuentes hoy en día, es cierto
que desde el pseudo-Ossian, el mundo de los antiguos celtas ha sido recubierto por un
manto de romanticismo desencarnado, hecho de imágenes estereotipadas (mujeres
misteriosas con "los cabellos al viento y al sol", landas obligatoriamente desoladas,
rocas orgullosamente erguidas frente al embate de la mar gris, inmensa e
inevitablemente violenta, islas por siempre jamás cubiertas de niebla), donde el
esteticismo y la contemplación egótica es propia de la ignorancia pura y dura. A
propósito de esta fascinación ambigua ejercida por el pasado céltico, C. J.
Guyornvarc'h escribe: "Algunos se sumergen en él para soñar, otros sacan una poesía
fácil y sin gracia"4. Nosotros añadimos por nuestra parte que lo que hace que la
celtomanía romántica sea a menudo insoportable es una mezcla de sosería y gran
necedad. Falta lo esencial, a saber la voz de la sangre, única capaz de abrirnos el
camino a la eficacia hondamente arcaica de los textos irlandeses que a semejanza de
las sagas escandinavas, no retroceden ni ante lo sórdido ni ante lo grotesco, y
sobrepasan todo tipo de actitudes y sentimientos afectados. Las interminables
diferencias jurídicas de los antiguos irlandeses son el producto de personas
particularmente "tiñosas" y no de estetas cultivando languideces decadentistas.

C. J. Guyornvarc'h ha rechazado el esteticismo al traducir los textos mitológicos


irlandeses más importantes (diecinueve en total, entre los cuales se encuentran el
Libro de las Conquistas de Irlanda, La batalla de Mag Tured, La fundación del dominio
de Tara, El sueño de Angus y El cortejo de Etain). "Tanto peor para lo que se entiende
por elegancia de estilo: nosotros no tenemos en cuenta la belleza vana de la frase,
sino la verdad y la profundidad de su contenido" 5. Fiel en esto a la mentalidad de lo
que él estudia desde hace más de treinta años, y a la mentalidad tradicional en
general, el investigador francés nos parece ser ciertamente parte de esos espíritus
para los cuales una verdad malamente proferida por un "inocente" es superior a un
error brillantemente desarrollado por un "genio".

Ante la casi total ausencia de documentos escritos de época precristiana, la única


manera de interpretar correctamente la tradición céltica y su encarnación más alta en
la sociedad el druida- consiste en penetrar en la leyenda y el mito. Con su estudio
sobre la primera clase funcional céltica, los autores han querido mostrar "que el druida
mítico es la mejor aproximación posible al druida histórico porque, ya sea en la historia
o en el mito, las jerarquías, las especializaciones son idénticas. La leyenda céltica
transpone en el mito la realidad de una estructura social y religiosa. E inversamente,
qué sacerdote no tendría por ideal parecerse al dios que honra? No es, en conclusión,
la sociedad quien determina la religión, sino que es ésta lo que la modela la forma de
sociedad"6.

EL CRISTIANISMO IRLANDÉS

Irlanda representa sin embargo un caso único en la historia religiosa de Europa: si


existe constancia de la mitología de la antigua Irlanda es gracias, paradójicamente, a
la cristianización de la isla, hecho que ha permitido la transmisión de la misma a modo

3
La civilisation celtique, Ogam-Celticum, Rennes, 1979, p. 148 .
4
TMI, op. cit, p. 13.
5
Ibid., p. 54.
6
Les Druides, p. 33.
de historia, particularmente en lo referente a genealogías y cronologías, también a
menudo tergiversadas. C. J. Guyonrvarc'h es de los que piensan que ha habido una
transmisión deliberada, sin solución de continuidad, entre el antiguo sacerdocio céltico
y la élite intelectual de los monjes irlandeses, quienes pusieron por escrito las
leyendas y los mitos paganos. "Irlanda –afirma- es el único país occidental donde, al
finalizar la Antigüedad, subsistía una clase sacerdotal análoga a los brahmanes de la
India. La cristianización, no habiendo sido acompañada de una romanización
lingüística, política y administrativa, ha permitido que esta clase sacerdotal, de gran
nivel intelectual, reorganizada, en función de la nueva religión, haya proporcionado los
primeros cuadros del cristianismo irlandés, Es necesario recordar que los textos de los
que disponemos son, en su conjunto, obra suya, y que ellos previeron y realizaron la
transmisión escrita"7.

Desde la alta Edad Media, los irlandeses han "desvariado" en ocasiones, como dice el
autor, al pretender descender según sus textos mitológicos, de hebreos, griegos o
egipcios. Pero, al integrar su fondo mítico a la historia bíblica, ellos lo han protegido
contra una posible condena por herejía, porque "nunca nadie ha ido a la hoguera por
contar historias de Lug, Nuada o Cuchulainn"8. ¿Había un medio mejor de salvar la
herencia de los ancestros? No, y al final "los hebreos no han perdido nada y nosotros
hemos ganado al poder comprender a los celtas" 9 . Es precisamente lo que no han
comprendido, durante mucho tiempo, los investigadores de lo celta, comenzando por
D'Arbois de Jubainville, enredado en cuestiones de cronología, mientras que hubiese
sido necesario inclinarse sobre los esquemas originales discernibles bajo las
modificaciones y añadidos cristianos. D'Arbois comete por otra parte el error típico de
ver las cinco invasiones de Irlanda de los que hablan los textos de la historia mitificada
como invasiones verdaderas, en lugar de ver en ellas "la adaptación de un corpus
mitológico recreado en ‘historia’ en las cronologías bíblicas"10.

Es posible decir, para concluir sobre este punto que el cristianismo irlandés ha sido
sino el sucesor o heredero de la tradición céltica, sí al menos su depositario: algo que
les ha sido confiado y que se encarga de transmitir a las generaciones siguientes. En
resumen -y así resume C. J. Guyornvarc'h su tesis, que a algunos parecerá
demasiado aventurada-- el cristianismo irlandés "no ha acabado con la mitología
precristiana; no la ha alterado tampoco ni ha modificado su "evolución": estaba ya
muerta; la ha bautizado como ‘historia’ y haciendo esto la ha conservado como se
conservan las frutas en alcohol"11.

Pero aquí nosotros querríamos acentuar más particularmente el carácter primordial,


profundamente arcaico de la tradición céltica. En efecto, tras haber estudiado los
principales mitos célticos, las funciones de los diferentes dioses, el status de druida, la
concepción céltica de la soberanía y de la monarquía, la medida del tiempo y
numerosos símbolos extremadamente significativos, uno se queda de la pureza
tradicional de esta civilización.

LA FIGURA DEL DRUIDA

Primer Punto: la pertenencia de los druidas al más lejano pasado indoeuropeo no


merece ninguna duda: "El nombre de los druidas es especial al mundo céltico,
explicable sólo por los elementos indoeuropeos de las lenguas célticas: la forma gala
7
TMI, p. 57.
8
Ibid., pp. 56-57.
9
Ibid., pp. 56-57.
10
Ibid., p 18.
11
Ibid., p. 89.
druides (singular *druis), utilizada por César en De Bello Gallico, igual que el irlandés
druid, remontan a un prototipo *dru-wid-es ‘los más sabios’, que contiene la misma raíz
que el latín videre ’ver’, el gótico witan, el alemán wissen ’saber’(...) Es pues vano,
también por definición etimológica, atribuirles a los druidas un origen pre-indoeuropeo
o suponer que el ‘Druidismo’, sólo se constituyó en la época en que está comprobada
su existencia histórica"12.

La primordialidad del sacerdocio céltico únicamente puede ser comparada a la de los


brahmanes de la India. El druida quizá goza como estos últimos, de un prestigio
extraordinario. No sufre ninguna prohibición ni delimitación; al contrario, es él quien
posee el poder de hacer y deshacer. Sobre este tema, F. Le Roux y C. J. Guyornvac'h
no dudan en escribir: "... la estructura sacerdotal céltica es bastante antigua, con sus
druidas que tienen derecho al sacerdocio o a la guerra (el guerrero no tiene derecho a
ejercer el sacerdocio), donde nosotros vemos el eco de un estudio de institución
primordial, ideal, el de un estado edénico de la sociedad, compuesta por hombres
inteligentes y sabios"13 . Por otra parte, la sociedad céltica está marcada por la clara
primacía de la autoridad espiritual sobre el poder temporal: el rey manda sobre los
hombres, pero el druida, en tanto que administrador de lo sagrado por excelencia,
dirige al rey; nadie habla antes que el rey, pero el rey nunca habla antes que el
druida...

Otros rasgos que confirman el carácter espiritual de la tradición céltica: la oralidad de


las enseñanzas druídicas, que evoca la transmisión de la doctrina entre los linajes
eremíticos de los gurúes de la India. Pero el druidazgo no es hereditario: la indistinción
"por lo bajo" sobre el origen social del educando es aquí reflejo invertido de la
indistinción "por lo alto" que conseguirá al término de la enseñanza, pues el druida
está, en el sentido propio de la expresión, "fuera de cualquier clase". También
encontramos en la tradición céltica símbolos como el salmón -el pez que remonta a
sus orígenes- y el erizo de mar fósil, próximo al Hiranyagarbha indio representando el
huevo cósmico. Un druida mítico recibe el nombre de Mog Ruith, es decir, "Servidor de
la Rueda", lo que reconduce obligatoriamente a una correspondencia con el
Chakravarti indio.

LA SOBERANÍA: SIEMPRE TENTADORA Y SIEMPRE VIRGEN

En el mundo celta, la soberanía temporal, intermediaria indispensable entre los


hombres y los druidas -estando éstos siempre más próximos a los dioses que de los
hombres- es de esencia masculina y se encuentra encarnada en el rey. Sin embargo,
la soberanía auténtica está personificada por una mujer, no porque los celtas hubiesen
adorado a una diosa-madre, como proclamaría una interpretación naturalista y
formasen parte de una civilización de tipo "ginecocrático", sino porque la Soberanía,
análoga a la tierra se renueva constantemente y no es en realidad mancillada por
nada: "Siguiendo la definición de la reina Medb, el rey ‘no debe tener miedo, celos ni
avaricia’, aunque la propia reina no esté nunca ‘sin un hombre a la sombra de otro’,
porque si el rey es temporal y susceptible de ser cambiado, la Soberanía siempre
joven y virgen, de belleza tentadora y resplandeciente, es tan eterna como el principio
que representa y encarna"14. Protagonista de la primera conquista -fundadora,
antihistórica, fuera de clasificación- de Irlanda, Banba ejemplifica esta doctrina de la
Soberanía, ella que "reaparece en el relato de la quinta conquista como una reina de
los Tûatha Dê Danann, prueba de la continuidad de su presencia y su identificación

12
Les Druides, p. 37.
13
La civilisation celtique, p. 111.
14
Les Druides, p. 414.
con la tierra irlandesa"15. Es esta gran figura de la Soberanía, en el centro de "la
cortesía de Etian" quien cae a veces, bajo la pluma de exégetas prisioneros de la
psicología moderna, "al nivel de un banal asunto sentimental". Ahora bien, "Etain no es
vana, ni "enamoradiza" en el sentido humano del término, ella es la soberanía,
divinidad femenina única, esposa poliándrica de los dioses soberanos"16. .

El arcaísmo del universo céltico está también demostrado por el hecho de que los
celtas, rebeldes al trabajo de la piedra, no han conocido otro lugar sagrado que la
naturaleza, concebida por ellos como una teofanía perpetua. Bosque y templo son dos
nociones equivalentes y como en la India, el bosque es el lugar sacerdotal por
excelencia. También es necesario considerar la importancia de la medida del tiempo,
muy significativa por poco que nos fijemos en ella: "Irlanda se contaba a sí misma por
noches: aidche Samna "la noche de Samain", especificando a veces los textos;
wythnos "ocho noches", pymthegnos "quince noches", se dice en galés, para designar
la semana y la quincena, mientras que en bretón antronoz "día siguiente" es
literalmente "más allá de la noche" (...) Esta concepción explica por qué, en su
calendario, la estación sombría es el principio del año" 17. ¿Es necesario ver una
singular contradicción entre esta manera de medir el tiempo y las leyendas y mitos
célticos repletos de héroes solares? No, pues la explicación es de orden metafísico:
"Los celtas son los hijos del dios de la noche y es la noche la que da nacimiento al día
como el Ser es generado por el No-Ser"18.

El absoluto, masculino con relación a todo, hace que incluso la Soberanía sea
femenina con relación a él, aparentemente pasiva, aunque en realidad motor inmóvil
pero activo. Al mismo tiempo, el druida es masculino con respecto al rey, que a su vez
es también masculino con respecto a su reino, porque como ya se ha dicho a
propósito de un contexto diferente aunque análogo, "es el principio noético el que
sanciona o prescribe lo que la armonía cumple o evita"19 . En el mundo de los celtas, la
función guerrera está propiamente dividida en dos. Hay primero un rey, un reflejo del
prototipo divino Ogmios, dios de la guerra pero que él mismo no la hace: “Inactivo en
el sentido de no combatir en persona, pero "actuante" porque su presencia basta para
garantizar el éxito ("regulador" de la sociedad, en ella comprendida la "tercera
función", el rey es, al contrario del campeón, dispensador de energía)"20; y el campeón
es el gran consumidor de energía, activo pero no generador de la acción, cuyo
arquetipo céltico es el héroe solar no soberano Cuchulainn. El carácter inmóvil, la
"centralidad" del rey "actuante" es a veces tan destacada que el rey de Irlanda está
sometido a prohibiciones de desplazamiento.

“EL REY DEL MUNDO” Y EL ESQUEMA CUATERNARIO

Otro esquema tradicional fundamental está presente en la tradición céltica: el del


"rey del mundo". La Galia nos ha legado un testimonio muy interesante: "La tradición
del ‘rey del mundo’, que es también un "rey perpetuo", no viene atestiguada en la Galia
por un individuo sino por un nombre étnico, el de los Bituriges, que se descompone en
bitu-, "mundo" y "edad" al mismo tiempo, y riges, plural de rex "rey". Los Bituriges,
cuyo nombre ha producido en francés, según la sílaba tónica acentuada, Berry
(Bituriges) y Bourges (Biturigibus, en el dativo plural del latín), están situados
15
TMI, p. 17.
16
TMI, pp. 42-43.
17
Les Druides, p. 246.
18
Les Druides, p. 246.
19
A. K. Coomaraswamy, Hindouisme et Bouddhisme, Gallimard, París, 1949, p. 31.
20
La civilisation celtique, addenda, p. 165.
geográficamente en el centro de la Galia y son vecinos del locus consacratus, lugar
consagrado que existe en el centro de la Galia, según César, en la región de los
carnutos y donde los druidas tenían su asamblea general"21. También se encuentran
trazos de esta concepción en el nombre latino de Milán (Mediolanum), ciudad fundada
por los galos, y en la división de Irlanda: cuatro condados Connaugth, al oeste, en
relación con la ciencia; Ulster, al norte, relacionado con la batalla; Leinster, al este,
ligado con la prosperidad; Munster, al sur, en relación con la música- circundan el
condado central de Mide (Meath), en relación con la soberanía, condado del "medio"
formada por elevación de una parcela de territorio sobre los otros y donde está situada
la capital Tara22.

Parece tener bastante importancia lo cuaternario en el mundo céltico. Son cuatro las
grandes fiestas que marcan el ritmo del año: Imbolc, la fiesta de la fecundidad al final
del invierno; Beltaine, fiesta sacerdotal por el inicio del Verano; Lugnasad, fiesta
política del buen gobierno, ligada a la clase real y a Lug Samildanach (Lug
"politécnico"); y Samain, período cerrado cuando el sid, lo sobrenatural, invade el
mundo de los hombres. En cuanto a los atributos simbolizando la soberanía y
evocando el hábitat primitivo de los dioses, también existen en número de cuatro: "Es
gracias a Farias que fue llevada la Piedra de Fal que estaba en Tara, y que gritaba
bajo cada rey que tomaba Irlanda. De Gorias vino la lanza que tenía Lug. Ninguna
batalla fue ganada contra ella o contra el que la llevaba en la mano. De Findias vino la
espada de Nuada. Nadie pudo escaparse a ella cuando salía de la vaina de la Bodb y
nadie pudo resistirla. De Murias vino el caldero del Dagda. A ninguna tropa dejaba
insatisfecha"23.

Todo lo precedente basta, nos parece, para dar una idea de la calidad y del interés
excepcional de las obras de Françoise Le Roux y Christian J. Guyornvarc'h,
concebidas también para ayudar al profano a orientarse en una materia tan compleja.
Es destacable que al final de La civilisation celtique, figura una serie de cuadros de
gran utilidad, mientras que en Les Druides encontramos un anexo de textos irlandeses
y galeses medievales y un glosario muy completo. En TMI cada texto es seguido de
abundantes notas explicativas, de las cuales hemos utilizado varias para esta
recensión. Esta obra será completada en poco tiempo con un volumen copioso de
comentarios religiosos, libro que esperamos con impaciencia, verdadero trabajo de
benedictino.

Al principio de su libro sobre el sacerdocio céltico, los autores, que tienen una idea
muy elevada de la tradición, afirman que "los druidas han sido los depositarios de la
única forma de tradición conocida en Occidente"24. No es fácil compartir un juicio tan
tajante: aunque sin embargo es forzoso reconocer la extrema singularidad, o mejor la
ejemplaridad de la tradición céltica en el seno del mundo occidental, ejemplaridad que
tiende a la omnipresencia de la clase sacerdotal, de la autoridad espiritual. La tradición
céltica pertenece hoy al pasado, pero "el mito, mientras sea transmitido y repetido
fielmente, estará siempre vivo y será perpetuamente eficaz"25. Le Roux y
Guyornvarc'h, lejanos sucesores de los "doctores" irlandeses, logran convencernos de
ello dando testimonio de la perennidad de la intelectualidad tradicional en Occidente.

21
Les Druides, p. 210.
22
Ver, TMI, p. 184.
23
Extracto de “La Batalla de Mag Tured”, citado en Les Druides, p. 304.
24
Les Druides, p. 11.
25
TMI, pp. 57-58.
Artículo publicado en la desaparecida Hespérides, nº 10, Galapagar, 1996.

Los Cinco Reinos Tradicionales de Irlanda (Nota del difusor):

Connacht Ulster

Mide-Meath

Leinster
Munster

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