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Segregación espacial en las ciudades modernas.


El espacio en la construcción de la historia
Mario Barbosa

Laboratorio de Análisis Socioterritorial

UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA - CUAJIMALPA


DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
LABORATORIO DE ANÁLISIS SOCIOTERRITORIAL
Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia
Mario Barbosa

UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA - CUAJIMALPA


DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

LABORATORIO DE ANÁLISIS SOCIOTERRITORIAL


UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA - CUAJIMALPA
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

LABORATORIO DE ANÁLISIS SOCIOTERRITORIAL


Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia
Mario Barbosa

Descripción Resumen

Áreas de estudio relacionadas Hacer historia, escribir historia o pensar históricamente requiere de una ubicación
espacial y temporal del problema elegido. Si bien todas las investigaciones
Historia urbana, cartografía histórica, históricas están ubicadas en un espacio definido, la historia urbana es quizás
sociología urbana, antropología urba- una de las áreas que más hace referencia a esta dimensión. Por su mismo
na. carácter y por el objeto de estudio, esta área ha mantenido un diálogo
permanente con disciplinas como la geografía, la planeación, la antropología
Conocimientos previos o la sociología urbana. En este capítulo hemos elegido un problema abordado
en muchos estudios de la historia urbana durante el último siglo. Abordaremos
Conocimiento general sobre la historia la segregación social en el espacio, la forma como se establece explícitamente
mexicana y europea del siglo XX. una cierta disposición y organización espacial que diferencia los lugares
vividos por ciertos sectores sociales que tienen una característica particular: una
Recursos necesarios cierta ubicación en la escala socioeconómica, una posición marginal por ser
poblaciones rechazadas debido a su origen étnico, religioso, cultural, político o
Tiempo estimado; tres horas social. Para comprender más ampliamente las formas de segregación espacial en
teóricas y seis horas prácticas. las ciudades, haremos referencia general a dos casos: la zona de la Merced en la
ciudad de México durante el siglo XX y la partición de Berlín entre 1961 y 1989.
El ejercicio práctico requiere de
conocimiento básico de metodología
básica de investigación en
ciencias sociales y humanidades.

Dirigido a

Nivel básico e intermedio de licencia- Objetivos


tura.
Que los estudiantes conozcan la importancia que tiene la dimensión espacial
para los estudios históricos y, en particular, en los estudios de historia urbana.

Conceptos

Segregación social, distancia social, rumbo, espacios de sociabilidad, gueto,


segregación urbana y especialización espacial.
6 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

Desarrollo de conceptos

Introducción. Presentación de nociones y conceptos.

La historia como disciplina tiene dos ejes fundamentales e interrelacionados: el


tiempo y el espacio. Todo hecho o proceso histórico ocurre en un momento de-
terminado y en un lugar específico. Aunque la línea del tiempo es el ámbito más
visible, la historia académica —es decir, la historia escrita por profesionales—
se ha preocupado cada día más por el ámbito espacial. Algunos de los más
importantes historiadores del siglo XX dedicaron sus obras a pensar el espacio
y a considerarlo como centro del trabajo del historiador. Es el caso de Fernand
Braudel, quien empleó gran parte de su vida a estudiar el Mediterráneo como eje
de la historia europea.1

En el marco de este proyecto que busca incorporar el espacio en el aprendizaje


de las ciencias sociales, en este capítulo vamos a centrar nuestra atención en la
forma como se han vinculado los conceptos de la geografía, antropología y so-
ciología a la producción de la historia. Y con este propósito, en adelante aborda-
remos un tema específico: los procesos de segregación espacial en las ciudades
modernas, en esas urbes que aumentaron su superficie de manera acelerada a
lo largo del siglo XX y que multiplicaron el número de sus pobladores. Paralelo
a este proceso de urbanización se presentó una complejización de las relaciones
sociales en el espacio, tema que analizaremos a partir de los procesos de segre-
gación social en la ciudad.

A continuación, luego de una presentación inicial sobre los principales conceptos


que se abordarán en este capítulo, se presentarán de manera general dos ca-
sos en los que pueden evidenciarse diversas formas de segregación espacial. El
primer caso está ubicado en México, en la zona de La Merced en cercanías del
Zócalo capitalino, en el que se observa una segregación interna a consecuencia
de procesos de modernización de la traza urbana; el otro caso, Berlín, brinda
información importante sobre un espacio urbano dividido de manera tajante por
un Muro durante 28 años por asuntos de índole política y como consecuencia de
acuerdos políticos internacionales después de la Segunda Guerra Mundial. Al
final, se propone un ejercicio para que el alumno reflexione sobre el problema de
la segregación espacial a partir de la historia cercana a su propia vida y entorno
espacial.

La segregación urbana

El crecimiento urbano en el mundo occidental se aceleró en el siglo XIX. El avance


de la industrialización corrió paralelo a un aumento de la concentración pobla-
cional en las ciudades más importantes para el comercio, la industria y el mundo
de las finanzas. Los flujos y la movilidad de personas y mercancías se modificaron
al mismo ritmo de la arquitectura y la disposición interna de las ciudades. A pe-
sar de que las distancias se hicieron más cortas con la ampliación de las vías de
comunicación y las nuevas tecnologías en el siglo XIX, la configuración del nuevo
espacio urbano generó diversas formas de interrelación social y de segregación
espacial.
1 Braudel, F. (1997). El Mediterráneo y el mundo en la época de Felipe II,
México: Fondo de Cultura Económica.
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Desarrollo de conceptos
7

Con el propósito de establecer las relaciones entre modernización urbana y espa-


cio social, vamos a referirnos al concepto de distancia social del geógrafo Keith
Chapman. En su libro clásico People, pattern and process: An introduction to hu-
man geography,2 Chapman incorpora elementos de diferenciación socioeconó-
mica, étnica y cultural en el análisis de los patrones de vecindad y de acceso a
ciertos lugares de un espacio determinado. Este autor asegura que la identidad
de valores y actitudes en ciertos sectores sociales genera también posibilidades de
movilización, de asentamiento y de relación entre diversas zonas de un sistema
espacial. Por ejemplo, al expandirse la traza urbana, hay una mayor diferencia-
ción de los espacios en donde los diversos sectores de la población viven, traba-
jan y socializan. Justamente, este es el sentido de lo que se conoce en ámbitos de
la investigación social como segregación social. La historia, la geografía huma-
na, la antropología y la sociología también han abordado este fenómeno y han
fijado su atención en la relación de los grupos humanos con el espacio.

Para la historia social, la historia cultural y la historia urbana, la segregación


social ha sido tema de numerosas investigaciones que han permitido distinguir
diversas formas de vivir la ciudad. También ha permitido analizar los problemas
derivados del crecimiento urbano, los alcances y límites de los esfuerzos de pla-
neación urbana, así como los procesos de pauperización que han sido carac-
terísticos del crecimiento de las ciudades. Pero, sobre todo, esta perspectiva ha
posibilitado fijar la atención en la reproducción de las relaciones sociales en el
espacio, es decir, en las formas de vivir y de expresar diferencias sociales, cultu-
rales y económicas en el espacio.

Para entender estos procesos se podría pensar en la presencia de zonas, rumbos,


barrios o colonias habitados por sectores o grupos sociales particulares. En las
ciudades del siglo XX, se construyeron colonias destinadas a diversos sectores en
la escala socioeconómica. A veces, incluso, la segregación social se daba en un
mismo edificio o casa de habitación. Un ejemplo de esta situación se presenta en
las vecindades, en donde hay cuartos de diversos tamaños y condiciones por los
cuales se pagan montos de rentas diferentes. Otro ejemplo se puede apreciar en
los edificios de departamentos que cuentan con cuartos de servicio en la azotea.
El propósito de esta disposición espacial interna era separar a las familias de
sus empleados del servicio. Los usos, sin embargo, han llevado a rentar estos es-
pacios con lo cual también se generan procesos de segregación espacial. Como
podemos ver, tenemos ejemplos de segregación en nuestra vida diaria. Estos pro-
cesos, sin embargo, son más complejos en la historia de las ciudades.

Con la modernización urbana a partir del siglo XIX fueron más evidentes las
barreras físicas o simbólicas entre sectores de la ciudad para separar grupos hu-
manos. Un caso evidente —y a veces radical— de segregación social es el gueto,
entendido como un territorio cuyos habitantes, de forma manifiesta o no, están
en conflicto con otras áreas circundantes de un sistema urbano. Por lo tanto, todo
movimiento o actividad de los habitantes de un gueto se percibe como indeseable
por parte de la población que los discrimina.3 Los guetos de población afroameri-
cana en Estados Unidos durante el siglo XX o los guetos judíos en Berlín antes de
2 Chapman (1979). People, pattern and process: An introduction to hu-
man geography. London: Edward Arnold.
3 Sobre guetos hay una bibliografía bastante amplia. La definición citada
es de Harold M. Rose, “The development of an urban subsystem: The Case of the
Negro Ghetto”, 1970.
8 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

la Segunda Guerra Mundial son algunos ejemplos de este tipo de segregación y


discriminación evidente en el espacio.

Pero aparte de los guetos, hay otras formas de segregación que pueden percibir-
se en las ciudades en proceso de modernización. Así se ha podido establecer en
los trabajos de investigación histórica que han concentrado su atención —desde
hace varias décadas— en los procesos de poblamiento, las formas diversas de
apropiación del espacio, el impacto de la ampliación de la traza urbana, el uso
de nuevas tecnologías para la movilidad intraurbana, así como los procesos de
consolidación de identidades barriales, entre otros temas.

Estos estudios han evidenciado la especialización de funciones del espacio ur-


bano en expansión y densificación del siglo XIX y XX, así como la formación de
núcleos habitacionales especiales para ciertos sectores de la población. Con base
en estos trabajos se han podido establecer algunos patrones de diferenciación
social, étnica y cultural en ciudades de importancia por su notable crecimiento
desde el siglo XIX, tales como Londres, Nueva York, París, Berlín o Barcelona.
Con este mismo sentido, otras investigaciones han estudiado la presencia de
espacios de sociabilidad formal, tales como organizaciones vecinales o de traba-
jo, o de sociabilidad informal,4 es decir lugares de juego, consumo de bebidas
embriagantes o establecimientos comerciales para un público determinado. En
este sentido, también es posible observar la existencia de zonas no demarcadas
de la ciudad en donde se concentran estos espacios de sociabilidad informal para
cada sector social.

La segregación, entonces, no sólo se observa en la presencia de guetos o en la


concentración de lugares de vivienda, trabajo y uso del tiempo libre en ciertos es-
pacios, también es perceptible en las posibilidades socioeconómicas de vivir o de
movilizarse en la ciudad. Chapman insiste en que tienen mayores posibilidades
de movilidad quienes pueden acceder a medios de transporte más avanzados en
cada momento de desarrollo tecnológico. El acceso a ciertos lugares también es
otra forma de segregación urbana.5

En estos mismos sistemas urbanos en modernización, los historiadores han ob-


servado y analizado las reacciones frente las actitudes de segregación social
que, en algunos casos, son reforzadas por las instituciones gubernamentales. En
muchas ciudades, por ejemplo, hay procesos de alta densificación de los sectores
habitados por sectores inmigrantes, quienes buscan sobrevivir con el apoyo de fa-
miliares y amigos; asimismo, estos espacios se convierten en lugares para resistir,
algunas veces de manera abierta, frente a actitudes de segregación.

De esta manera, la investigación histórica ha explorado diversas formas de se-


gregación. Asimismo, ha explorado las actitudes y las formas de negociación y
resistencia de los actores sociales segregados. Hay una bibliografía amplia sobre
estos problemas en revistas especializadas en estudios urbanos; en el apartado
final, sugeriremos algunos artículos y libros que permiten apreciar estas líneas de
investigación.
4 Arlette Farge ha definido conceptualmente los espacios de sociabilidad
formal e informal en ciudades en proceso de industrialización. Arlete Farge, La
vida frágil, 1994.
5 Chapman (1979). People, pattern and process: An introduction to hu-
man geography. London: Edward Arnold.
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Desarrollo de conceptos
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En los párrafos anteriores, hemos delineado en términos muy generales diversas


formas de segregación social en las ciudades. Los dos casos elegidos, por su
parte, permitirán explorar más ampliamente las formas como se segrega en el
espacio por motivos diversos derivados, en el caso de la ciudad de México, por
los procesos de modernización y expansión urbana y, en el caso de Berlín, por
asuntos políticos derivados de una de las guerras más cruentas del siglo XX. Pero
antes de presentar estos casos vamos a describir de manera muy breve cuáles son
los métodos que utilizan los historiadores para estudiar temas como el elegido en
este capítulo.
10 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

Métodos

Los métodos y las fuentes de los historiadores

Un estereotipo muy extendido en la educación tradicional define al historiador


como un investigador interesado en hechos y cronologías. Sin embargo, quienes
escribimos historia académica lo hacemos a partir de la formulación de un pro-
blema de investigación, de una pregunta general que se responde con el diálogo
necesario con teorías y conceptos y con el apoyo de evidencias empíricas que
sustentan los argumentos que el investigador construye sobre el pasado. En el
caso de la segregación social, la historia ha mantenido un diálogo permanen-
te la sociología, la geografía y la antropología urbanas. Conceptos que hemos
mencionado —tales como distancia social, discriminación, segregación, control,
resistencia o negociación— surgieron en las ciencias sociales y han sido retoma-
dos en la historia para analizar las relaciones sociales en el espacio. Asimismo,
las discusiones sobre modernidad y modernización en áreas como la filosofía, la
sociología o la economía han sido retomadas en los trabajos que analizan los
procesos de cambio en las urbes a partir del siglo XIX, así como los procesos de
expansión y densificación poblacional en el siglo XX.

Además del diálogo con teóricos de las ciencias sociales y las humani-
dades, la historia urbana discute sus argumentos a partir de la recolección de
información de diversas fuentes. La consulta de documentos oficiales que perma-
necen en los acervos de los archivos y bibliotecas es quizás una de las fuentes
más utilizadas; sin embargo, los historiadores también consultan otras fuentes
para estudiar los procesos históricos en el espacio, tales como planos y mapas
históricos, fotografías, diarios de viaje, memorias y textos literarios. Los planos,
los mapas históricos y la fotografía de las ciudades (obras públicas, arquitectura,
tipos sociales, eventos, vida cotidiana y celebraciones públicas) permiten obser-
var los cambios en la disposición urbana, la presencia o ausencia de diversos
elementos, las dinámicas de crecimiento de la traza, los cambios en los nombres
de las calles, la ampliación de calles y avenidas, la urbanización sobre zonas
agrícolas, entre otros. Los diarios de viaje y los textos literarios, por su parte, pue-
den brindar información sobre la vida cotidiana, el uso de espacios públicos, las
relaciones sociales, la infraestructura urbana, entre otros; además, los primeros
tienen la posibilidad de contar con descripciones, valoraciones y opiniones de
agudos observadores. Pero además de esta amplia gama de fuentes, quien hace
historia urbana también requiere de un conocimiento del espacio que está inves-
tigando. Este conocimiento le permitirá establecer ciertas dinámicas y algunos de
los rasgos que permanecen en las ciudades y le dan características particulares.
De la misma manera, le permiten evaluar desde el presente el impacto de los
esfuerzos de planeación urbana.

Con base en estas perspectivas teóricas y en las evidencias empíricas se


construyen las argumentaciones de los historiadores. Teniendo en cuenta estas
cualidades básicas de la investigación histórica, vamos a revisar dos casos en los
que es posible observar formas particulares de segregación social.
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Casos
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Casos

Casos de segregación urbana

La Merced: un rumbo comercial de vieja data en la ciudad de México

Por su cercanía a los puertos más importantes de los canales que venían del sur
a la ciudad, la zona que hoy conocemos como La Merced se constituyó en un im-
portante sector comercial de la capital mexicana desde tiempos coloniales. Desde
esos años, las calles aledañas al convento de La Merced fueron testigos del paso
diario de cargadores de alimentos, frutas, verduras o de otras mercancías pro-
venientes del sur del Valle. Las desembocaduras de los canales y de las trajineras
traían desde el sur, en especial de Xochimilco, gran parte del abasto de la ciudad.
Testimonios coloniales en documentos, pinturas y referencias literarias refieren la
importante actividad comercial de las calles aledañas al Puente de Roldán en los
siglos XVIII y XIX. En la segunda mitad de esta centuria, el principal mercado de la
ciudad se trasladó hacia este sector ubicado a unas cuadras del Zócalo. La zona
se consolidó como el lugar central del comercio de la ciudad. Este proceso corrió
de forma paralela a la migración paulatina de sectores acomodados que vivieron
durante siglos en estas manzanas. Según uno de los estudios más importantes so-
bre La Merced escrito por Enrique Valencia, este proceso de desplazamiento de la
zona comercial fue simultáneo al abandono gradual de los habitantes de sectores
medios y de las elites.1 Valencia señala que en estos años se inició un proceso
de pauperización del rumbo; muchas de las edificaciones se convirtieron en ve-
cindades y en sus alrededores se ubicó una variedad de lugares de sociabilidad
popular: pulquerías, lugares de juego y sitios de prostitución, entre otros.

Consideramos que esta zona es un ejemplo de un rumbo comercial ur-


bano. Este concepto nos ayuda a entender una forma particular de segregación
social en el espacio. Surge de las hipótesis de los historiadores que han abordado
la ciudad de México como un espacio vivido por sus habitantes de forma frag-
mentada. Desde finales del siglo XIX, investigadores como Pablo Piccato y Mario
Barbosa han subrayado que, según los testimonios de las fuentes disponibles,
los habitantes no tenían una idea centralizada de ciudad.2 Por el contrario, la
destrucción de los límites simbólicos de la ciudad con la construcción de nuevos
agrupamientos urbanos y la ampliación de vías generaron una vivencia parcial
de la ciudad. Otros hechos como la desaparición de la mayoría de los barrios y
pueblos de indios, así como de las divisiones parroquiales fueron otros factores
que coadyuvaron para este cambio en la percepción del espacio urbano. En ade-
lante, los rumbos serán entendidos como zonas de la ciudad que centralizaron
cierto tipo de actividades o que se convirtieron en referentes importantes para
la ubicación espacial en una ciudad en proceso de crecimiento y modernización.
Nos referimos a sectores que concentraron, por ejemplo, la compra venta de artí-
culos básicos, la presencia de un alto número de vendedores y de prestadores de
servicios en las calles o la ubicación de zonas de comercio y habitación para cier-
tos sectores sociales. Esta concepción de una ciudad conformada por un conjunto
de rumbos se apoya tanto en los presupuestos históricos de un rompimiento de la
1 Enrique Valencia, La Merced. Estudio ecológico y social de una zona de
la Ciudad de México, 1965.
2 Piccato, City of Suspects, 2001, p. 35-43 y Barbosa, El trabajo en las
calles, cap. 3.
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El espacio en la construcción de la historia

división administrativa tradicional, como en la teoría geográfica y, en particular,


en los estudios de geografía urbana que han abordado la construcción de imáge-
nes mentales de la ciudad. Sobre este aspecto, por ejemplo, el estudio clásico de
Kevin Lynch ha subrayado el papel de las representaciones mentales del espacio
urbano como orientadoras del conocimiento de la ciudad que, por supuesto, es
fragmentario y depende de la experiencia personal y de las interrelaciones que
establezcan los individuos o las colectividades.3

En el caso del rumbo de la Merced, investigaciones realizadas por Barbosa mues-


tran que, a finales de esta centuria, éste era un sector de la ciudad con un alto
número de puestos semifijos de venta callejera. Ante el aumento de la actividad
comercial, los locales en el interior de los mercados no dieron abasto para aten-
der la demanda de vendedores; muchos de ellos eligieron la calle como espacio
de trabajo.4 De esta manera, la Merced se constituyó en una zona comercial
habitada por comerciantes medianos, vendedores y migrantes que llegaron a la
ciudad buscando mejorar sus condiciones de vida.

La historiografía sobre los mercados en el siglo XIX5 señala a la Merced


como el lugar central de abastecimiento de la ciudad en una zona que fue am-
pliándose paulatinamente al oriente del Zócalo. En las últimas décadas de esta
centuria, allí fue concentrándose una gran actividad comercial y los usos residen-
ciales cedieron su lugar al comercio y a la habitación de muchos recién llegados
a la ciudad, como lo subrayan las crónicas y los estudios sobre este particular que
ya hemos citado.

Una de las principales características de estas zonas comerciales —que


hace parte de la herencia colonial y de los usos tradicionales de los espacios ur-
banos— es la cercanía de los lugares de trabajo y habitación, tal y como puede
observarse en el plano que hemos construido para ubicar a los vendedores ca-
llejeros ubicados en esta zona en la década de 1910. El plano permite observar
una de las características de este rumbo comercial de la ciudad: la elevada con-
centración de la actividad comercial tanto en locales y edificios, como en las con-
curridas banquetas de varias de sus calles. Como ocurría en el Parián en tiempos
coloniales, incluso, algunos pernoctaban en las barracas de madera construidas
en la calle para vender diversos géneros. Aunque dentro de las edificaciones de
los mercados se prohibió esta práctica, trabajo y vivienda eran funciones aún
no separadas claramente en estos sectores comerciales. Dichas formas de vida,
claramente, estaban en contravía de los dictados de la vida urbana moderna y
señalaban una separación tajante entre los lugares de trabajo y habitación.

En 1903, el mercado de la Merced tenía 363 puestos en su interior y 40 en el


exterior, todos ellos pagaban sus rentas como locatarios.6 Además, en sus alrede-
dores se concentraba una diversidad de vendedores en puestos fijos y semifijos,
quienes, en la mayoría de casos, se agrupaban por tipo de venta. Por ejemplo, en
3 Lynch, La imagen de la ciudad, 1966, pp. 12 y ss.
4 Barbosa, El trabajo en las calles, 2008.
5 Nos referimos principalmente a los trabajos de Valencia, La Merced,
1965, Yoma y Martos, Dos mercados en la historia de la ciudad de México, 1990
y Olvera, “El Parián: Un espacio para el comercio tradicional”, 1999.
6 Archivo Histórico del Distrito Federal (en adelante AHDF), sección Con-
sejo Superior de Distrito, Mercados, tomo 608, exp. 5. Construido con base en la
información del citado informe de la Administración General de Mercados.
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Casos
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1918 los vendedores de ropa se situaban en la 8ª y la 9ª calles de Capuchinas y


la 5ª de Jesús María, a solo una cuadra al poniente del mercado de la Merced.7
En las edificaciones que enmarcaban estas vías también había locales comercian-
tes de este género.

Como puede observarse en el plano, este rumbo cubría entre 1915 y 1918 una
zona que iba desde los alrededores del mercado, siguiendo la calle Puente de
Roldán hasta las orillas de los canales, en particular de La Viga, convertido en un
muelle donde se compraban al por mayor las mercancías provenientes del sur de
la Merced. La zona incluso comprendía otros mercados más pequeños ubicados
en las cercanías, como el de San Lucas, inaugurado en pleno Porfiriato, el 18
de septiembre de 1889.8 La Merced limitaba con el costado oriental del Zócalo,
tradicional sector comercial de la ciudad. Cubría gran parte de la zona central
de la 2ª Demarcación, una de las divisiones administrativas de la ciudad que se
mantuvo desde finales del siglo XIX hasta 1929, fecha en que las antiguas muni-
cipalidades pasaron a ser parte del Departamento del Distrito Federal.

Para quien recorra hoy en día el sector, seguramente la ubicación de diversos gé-
neros comerciales por calles no sería nada raro, pero la especialización espacial
7 Comerciantes de ropa ubicados en el lado norte de La Merced al go-
bierno de la ciudad, 17 de julio de 1918, AHDF, sección Licencias Vía Pública,
vol. 3229, exp. 195.
8 López Rosado, Los mercados de la ciudad de México, 1982, p. 194.
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El espacio en la construcción de la historia

resultaba ser toda una novedad en esta época. Dicha especialización, según los
testimonios que brindan las fuentes, es contemporánea a la descentralización de
los mercados ocurrida en las últimas décadas del siglo XIX, cuando se construye-
ron edificios ex profeso para esta actividad, tales como los de San Lucas, Santa
Catarina, 2 de abril o Martínez de la Torre.

A pesar de la desecación de los canales que llegaban al Puente de Roldán a po-


cos metros de la Merced, este rumbo continuó siendo el centro de abastecimiento
de productos agrícolas procedentes del sur del Valle de México en las décadas
siguientes. La construcción de vías públicas sobre los antiguos canales tuvo con-
secuencias dramáticas para el hábitat del valle de México. Sin embargo, estas
vías continuaron comunicando esta zona central con los centros de producción
agrícola. De esta manera y hasta la construcción de la Central de Abastos en
1982, este rumbo continuó siendo el centro de acopio y distribución de productos
agrícolas en la ciudad.

Para terminar, es importante señalar que este caso nos muestra la segregación
interna de uno de los rumbos comerciales más importantes de la ciudad de Méxi-
co en el siglo XX, así como una especialización espacial de la venta de diversos
productos. A pesar de la importancia de este rumbo, se observa una pauperiza-
ción paulatina de la zona durante el siglo pasado, así como un desplazamiento
de los sectores medios y de las élites que habitaban estos sectores. Al interior del
rumbo, puede observarse también una segregación entre el comercio en locales y
accesorias de edificios, de una parte, y la venta callejera de diversos productos,
de otra. Aunque no será objeto de este texto, los comerciantes ubicados dentro
de los mercados, los propietarios de tiendas del sector, así como un buen número
de periodistas y analistas sociales manifestaron permanentes críticas a la venta
callejera por considerar que era una actividad que iba en contra de los ideales
de la modernización. En particular, se referían a que no permitía la circulación,
era una actividad antihigiénica y quienes ejercían estas labores tenían un com-
portamiento inmoral. Aunque era una actividad permitida, se concedían licencias
para ejercerla y se cobraba un impuesto por cada puesto, estos permisos eran
retirados sin previo aviso por las autoridades. Espacialmente, estas licencias eran
concedidas para ciertos lugares alejados de los principales símbolos de la mo-
dernización urbana desde tiempos del Porfiriato. Es decir, había prohibiciones
expresas de quedarse en zonas de comercio de lujo ubicadas en las calles de
5 de mayo o Madero, o en los alrededores de tiendas como el Puerto de Liver-
pool, El Palacio de Hierro o El Puerto de Veracruz al sur del Zócalo capitalino. El
comercio en las calles es, sin duda, uno de los ámbitos en los que se hace más
visible la segregación social en las ciudades en crecimiento. En la primera mitad
del siglo XX, este rumbo de la Merced es un laboratorio que posibilita conocer la
especialización espacial y las prácticas de segregación social en una de las zonas
de mayor concentración de actividades en la ciudad.

Del Gran Berlín a la partición en dos ciudades: Berlín, 1961-1989

El impulso dado a la capital alemana durante el Segundo Imperio generó un


rápido crecimiento poblacional en Berlín durante la segunda mitad del siglo XIX
como consecuencia del proceso de industrialización. El proceso de unificación
del imperio convirtió a la capital de Prusia en el centro de la actividad política
de centralización. Ésta no fue una tarea fácil por la permanencia de localismos
y regionalismos, así como por las resistencias a la centralización administrativa.
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Casos
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Durante la segunda mitad de siglo XIX, la ciudad se había convertido en el lugar


central de la región oriental del imperio alemán. 9

Al analizar el nacimiento del Gran Berlín, Wofgang Ribbe brinda pistas impor-
tantes sobre el modelo de crecimiento de la ciudad. A diferencia de otras ciuda-
des, como París, cuyo crecimiento se irradió desde un centro claramente estable-
cido, Berlín creció a partir de varios lugares centrales existentes en un área que
cubría, desde tiempos preindustriales, a por lo menos tres ciudades más y unos
cincuenta pequeños municipios.10 Si bien el viejo Berlín (Mitte) continuó siendo
un símbolo para el imperio y la república (además de concentrar las funciones
principales de la metrópoli), las ciudades aledañas cobraron importancia por
la ubicación de núcleos industriales o por albergar residencias de la élite (tanto
industrial como imperial), así como centros financieros y comerciales importantes.
Es el caso de Charlottenburg, al oeste de Berlín, que al final del Segundo Imperio
era una de las ciudades más importantes de Alemania por su importante activi-
dad financiera y así se plasmó en la disposición de los elementos urbanos en el
proceso de modernización de Berlín. Dos de las principales vías construidas en la
época del Imperio siguieron el modelo de las trazadas por Haussmann en París.
Kufürtendam y Berlinerstrasse comunicaban al viejo Berlín con el centro de esta
ciudad. De otra parte, municipios como Rixdorf-Neukölln, se habían convertido
en ciudades dormitorio y contaban con la más alta densidad de población de la
región: unas 270 mil personas vivían en sólo dos kilómetros cuadrados. Entre
1900 y 1910 se calculaba el aumento poblacional en unos 15 mil habitantes por
año.11 Por su parte, otros municipios como Tegel habían crecido también en la
misma época por la ubicación de la industria Borsig, reconocida por la calidad
de sus locomotoras.12

De esta manera, Berlín no creció a partir de la expansión de su centro sino que


los municipios aledaños tomaron jerarquía y adquirieron funciones específicas
en un área que se extendía en unos 25 kilómetros alrededor del viejo Berlín.
La proliferación de proyectos de unificación de esta red de poblaciones en una
unidad administrativa deja percibir el carácter autónomo de algunos de los mu-
nicipios integrados en el Gran Berlín. Las propuestas anteriores a la decisión
republicana de 1920 insistían en una confederación o un sindicato de municipios
en los que las administraciones conservaran su autonomía administrativa. Por
ejemplo, municipios como Charlottenburg se resistían a perder los recursos que
percibía su administración por la utilización de la infraestructura municipal. De
ahí, los múltiples reparos que tuvieron para aceptar la decisión de un proyecto
centralista. El Gran Berlín fue organizado administrativamente en veinte distritos,
la mayor parte de los cuales conservaban el territorio de los antiguos municipios,
sobre todo en aquellos que se habían consolidado desde finales del siglo XIX o
en las primeras décadas del XX. Otros reunían pequeños pueblos alrededor de
centros de importancia.

A pesar de las resistencias, Berlín albergaba las principales funciones políticas,


simbólicas y culturales y además era el centro de la red de transportes que co-
municaba estos municipios. Las redes de comunicaciones férrea, tranviaria y del
metro unían el área de la vieja ciudad medieval con los barrios industriales, con
9 Brunn y Briesen, “Un archipiélago jerarquizado”, 1993, p. 56.
10 Ribbe, “Nacimiento del Gran Berlín”, 1993, pp. 69-70.
11 Brunn y Briesen, “Un archipiélago jerarquizado”, 1993, p. 59.
12 Sotelo, Berlín, p. 130.
16 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

los centros financieros y comerciales, así como con la periferia de los distritos
mayoritariamente habitados por obreros. Dentro de la compleja diversidad de la
geografía del Gran Berlín durante la República de Weimar cabe señalar que los
distritos al oeste y al centro tenían mayor jerarquía que los del este y sureste.

Esta centralidad del Mitte fue remarcada con la construcción de una serie de
plazas y monumentos a finales del siglo XIX que buscaban reflejar la grandeza
del imperio y la calidad de Weltstadt, capital del imperio. Sin embargo, es impor-
tante señalar que el Mitte tenía una estructura compleja. La otra cara del apogeo
económico y cultural de la ciudad antes de la Segunda Guerra Mundial era el
submundo que también habitaba el centro de Berlín. Me refiero a los vendedores
ambulantes, los delincuentes y los inmigrantes judíos para algunos de los cuales
esta ciudad era sólo una estación en su viaje hacia Estados Unidos. Como sím-
bolo de la ciudad moderna, Berlín era muestra de una profunda fragmentación
que tenía expresión espacial en unas territorialidades bien definidas. Siguiendo
a Bernardo García Martínez, podemos señalar algunas razones del por qué, a
pesar de la existencia de otros centros en ascenso como el barrio de Charlont-
tenburg, el Viejo Berlín conservó su importancia como lugar central de la ciudad
unificada. Según este autor, "la jerarquía de cada lugar central está determinada
por la complejidad de las funciones que desempeña, y por el grado de variedad y
sofisticación de sus actividades o servicios".13 Si bien otras áreas habían cobrado
vital importancia por cumplir funciones de habitación de la burguesía industrial
y desplazar parte de la actividad financiera, el Mitte conservaba funciones de
vital importancia de Berlín, como centro político, cultural, cientítico y de la vida
financiera.

Esta estructura de Berlín que hemos esbozado en los párrafos anteriores,


nos permite dar un salto en el tiempo para concentrar la atención en las trans-
formaciones de los lugares centrales de la ciudad como consecuencia del trazo
del muro de Berlín en 1961. La narración de lo que pasó no es materia de este
texto. Nuestra atención se centrará en las implicaciones de una fractura de los
espacios centrales en la geografía de la metrópoli. Con la ocupación de Berlín al
fin de la Segunda Guerra Mundial, el Mitte se convirtió en un lugar secundario
en la reconstrucción de Alemania occidental.14 De ser el centro del Imperio y de
la República entre 1870 y 1948, pasó a estar ubicado en la periferia, no sola-
mente físicamente sino funcionalmente dentro del territorio de las dos alemanias.
Los continuos rumores de ocupaciones de uno u otro lado del muro produjeron
un desplazamiento de las funciones centrales. Con la división física de Berlín,
muchas de las industrias de la República Federal Alemana prefirieron ubicar sus
centros de producción en ciudades que tuvieran un notable crecimiento como
Hamburgo, Frankfurt o Münich y parte de las funciones políticas también se tras-
ladaron a ciudades como Bonn. Richard Merritt señala que incluso hasta 1972
se mantuvieron fuertes restricciones de tránsito. Buena parte de las rutas férreas,
carreteables y hasta aéreas que comunicaban el sector oriental y el occidental con
otras regiones de sus territorios, tuvieron que modificarse.15

Aunque entre 1952 y 1960, Berlín occidental creció hasta alcanzar unos 2,2 mi-
llones a causa del paso de refugiados que provenían de Alemania oriental, entre
1965 y 1985 la población disminuyó su población en unos 400,000 habitantes y
13 García Martínez, “Tiempo y espacio en México”, 1993, p. 172.
14 Retomo el concepto de espacio desplazado de García Martínez, Ibíd.
15 Merrit, “Infrastructural Changes in Berlin”, 1973, p. 59.
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Casos
17

a finales de la década de 1980 había descendido a unos 1,6 millones, igualan-


do la población de Hamburgo.16 Berlín quedó aislada y la ciudad más cercana
se ubicó a 200 kilómetros. Dentro de la ciudad, las dos áreas separadas por el
muro de 100 millas vivieron cambios importantes en su estructura generados
por la división del antiguo Mitte, como puede apreciarse en el mapa que hemos
construido. Esto ocurrió sobre todo en Berlín occidental que abarcaba doce de los
antiguos veinte distritos, un 54% del área administrativa, pero que había perdido
gran parte del Mitte. En consecuencia, en la década de 1950 una zona ubicada
en cercanías del zoológico de Berlín, en los límites del barrio de Charlottenburg,
se convirtió en el lugar central y en el distrito de negocios. Allí se establecieron
desde las sedes de grandes bancos, los hoteles y las firmas comerciales más
importantes, hasta el bajo mundo (venta de drogas y prostitución) que antes de
la guerra estaba ubicado al este de la Alexanderplatz. El distrito de negocios for-
maba un complejo con el Tiergarten, el mayor parque de Berlín, el Zoologischer
Garten y la puerta de Brandemburgo.

Por su parte, en Alemania oriental se conservó la mayor parte del antiguo Mitte
y alrededor de la Alexanderplatz se establecieron los órganos principales del
Partido Comunista. En el área central de Berlín Oriental se encontraba la Univer-
sidad Libre de Berlín, y luego de 1950 se construyeron vías subterráneas, hoteles
y bloques de apartamentos.

16 Sotelo, Berlín, 1992, pp. 178-179.


18 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

Los énfasis en el diseño y planeación de los lugares centrales a cada lado del
muro incluyeron planes de reconstrucción de edificaciones históricas o demolición
de otras que no concordaban con las ideologías de cada gobierno. Por ejemplo,
el palacio real, ubicado en el Mitte a orillas del río Spree, fue demolido para
construir la Plaza Marx-Engels, nodo importante de los desfiles del Primero de
Mayo en Berlín Oriental.17 En el mapa es posible ubicar los lugares centrales a
cada lado del "telón". Es importante señalar que ninguna de las dos ciudades
mantuvo las funciones de centralización política, económica y cultural de antes
de la Segunda Guerra Mundial, ni el Berlín occidental, el cual ya hemos caracte-
rizado, ni el oriental que estaba bajo la égida de la Unión Soviética.

Este caso de partición tajante de una gran ciudad permite apreciar cla-
ramente la necesidad de incorporar el componente espacial en cualquier análisis
de historia de las ciudades, ya que evidencia el peso de la centralidad y de la
movilización en un espacio funcional consolidado históricamente. Además, po-
sibilita establecer los cambios en la jerarquización de los elementos urbanos no
sólo con base en la planeación y en las percepciones y apropiaciones colectivas
de sus habitantes, las cuales brindan otro sentido a la estructura espacial.

17 Merrit, “Infrastructural Changes in Berlin”, 1973, p. 70.


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Ejercicios
19

Ejercicios

Hemos visto en las páginas anteriores, cómo el historiador puede estudiar la


segregación en el espacio urbano a partir de la ubicación de los actores y de la
dinámica de sus relaciones sociales. Como una forma de comprender el signifi-
cado y los alcances de la segregación social, en adelante se propone un sencillo
ejercicio a partir de la consulta de fuentes que están a la mano y que hacen parte
de nuestra vida cotidiana. Se proponen dos opciones que pueden ser modificadas
de acuerdo con las circunstancias personales.

Vamos a investigar sobre la historia de la colonia, el barrio o el sector en donde


habitamos o estudiamos y cómo se establecieron diversos sectores sociales. Parti-
mos de preguntarnos algunas cuestiones relacionadas con la disposición actual:
¿cómo está conformada en la actualidad?, ¿qué extensión tiene?, ¿cuáles son sus
límites?, ¿hay una zona que tenga más establecimientos comerciales?, ¿dónde
están ubicadas las casas y edificios más antiguos?, ¿podemos establecer el lugar
central de la colonia?, ¿hay un centro en donde se concentran las principales
actividades comerciales o de sociabilidad?, ¿hay diferencias sociales que se ex-
presen en la distribución del espacio?, si es un barrio, ¿por dónde se moviliza el
transporte público?

Luego de esta pesquisa sobre nuestro presente, vamos a buscar fuentes sobre el
pasado. Para indagar información sobre otros tiempos, sobre los orígenes, el
proceso de urbanización, la construcción de sitios importantes en la colonia o ba-
rrio podemos acudir a entrevistas con algunos de los vecinos más viejos, podemos
preguntar a nuestros familiares o podemos buscar información en nuestro propios
archivos familiares, en documentos y testimonios del pasado: escrituras públicas,
fotografías o cartas. Estas fuentes nos permitirán indagar acerca de los cambios
en el espacio elegido (colonia, barrio, cuadra, calle).

El paso siguiente de recoger información es sistematizarla. Para establecer seme-


janzas y diferencias, podemos hacer dos mapas (uno actual y otro histórico) y en
cada uno de ellos ubicar lugares, eventos, zonas habitacionales y comerciales.
Los mapas posibilitarán la ubicación de puntos y áreas. Con base en los mapas,
se pueden establecer los usos sociales del espacio y también se pueden advertir
algunos rasgos de segregación social en el espacio a partir de la ubicación de
zonas residenciales, de la presencia de mejores condiciones de habitación y de
servicios públicos o de otros factores, según la situación particular del espacio
elegido.

Estas reflexiones sobre los mapas y la incorporación de otros testimonios a partir


de la consulta de otras fuentes permitirá escribir un pequeño informe sobre los
usos sociales del espacio elegido. El informe puede ser leído y comentado con
pobladores del espacio elegido; asimismo, puede ser discutido con otros compa-
ñeros de estudio que estén haciendo el mismo ejercicio. Confrontar los resultados
con personas que conozcan sobre el tema puede ser de gran utilidad para me-
jorar el informe.
20 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

Resumen del ejercicio

1. Elegir el espacio a trabajar (calle, barrio, sector, colonia, pueblo).

2. Dibujar un mapa del espacio o buscar un mapa en herramientas en In-


ternet como google maps.

3. Recorrer el lugar elegido y establecer los diferentes puntos con usos so-
ciales del espacio (lugar central, puntos comerciales, espacios de sociabilidad).

4. Consultar cómo han cambiado estos usos sociales del espacio en fuentes
a la mano (conversaciones informales, entrevistas a vecinos, consulta de docu-
mentos, folletos, fotografías familiares).

5. Comparar cómo se han modificado estos usos del espacio y tratar de


establecer si hay jerarquías, si hay lugares con mayor importancia que otros o
utilizados por ciertos sectores de la población exclusiva o preferentemente.

6. Escribir un informe con los resultados e incluir mapas, planos o algunas


de las fuentes consultadas

7. Discutir el informe con vecinos o compañeros para mejorarlo cualitativa-


mente.

8. Entregar el informe y presentarlo públicamente


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Bibliografía | Otras fuentes


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Bibliografía citada

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22 Segregación espacial en las ciudades modernas.
El espacio en la construcción de la historia

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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA - CUAJIMALPA
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

LABORATORIO DE ANÁLISIS SOCIOTERRITORIAL

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