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268 Revista Teolégica Limense. Vol, XLII - N°2 ~2009 Femando Armas Asin (editor) La invencién del catolicismo en América, Los procesos de evangelizacién, siglos XVI-XVIIL. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales, 258 pp. Les confieso que el titulo me sor prendié y me lev6 a consultar el Dic. cionario de la RAE. Anoto sus tres significados: descubrir algo nuevo 0 n0 conocido, imaginar y fingir. Si descar- tamos el tercero y nos quedamos con la dimensién de invenciéa que se usa en las ciencias sociales y que le diese hacia 1950 el historiador mexicano Edmundo © Gorman como recientemente ha recordado Horst Pietschmann, lo veo oportuno. Si inventar es imaginar cconstmuir, queda claro que nadie imagi- nna mada sino hay certidumbre y piso sobre el cual construir: En este sentido podemos aseverar que la construccion del catolicismo americano fue una bella imaginacion sobre sélidos cimiemtos Entendido el término as4, nos permite entender y percibir los rasgos, los ges- tos, los matices de lo que se refine en el subtitulo “procesos. de evangeliza- ci6n”. De esto se tata y asi comienza la introduecin. a la obra su editor, Fer nando Armas: “esluerzos llevados a cabo en Tberoamérica por parte de La Iglesia, el Estado 0 individuos determi. nados para amaigar poco a poco el catolicismo” Ello coalleva estudiar “la conjugacin de diversas instancias in- termediadoras civilesy religiosas”, com. prender la evangelizacién no slo como “conversién de indigenas” sino como esfuerzo permanente de vivencia de un ristianismo “invariable y ortodoxo”, entenderla en perspectiva cultural. ya que el fenémeno “trasciende incluso los espacios meramemte eclesales y desem. boca en ambitos sociales, ideolbgic politicos amplios” (9-10). La obta tiene en cuenta ef tripode: cristianismo, cul- tura y colonizacién, Ast pues, “hablar de evangelizacién es hablar de cristiani- zacién con sus caractersticas intrinse- cas de construccién social” (p.11). Mis alla de las voces discordantes de evan- gelizacién, del debate abierto sobre la forma de llevarse a cabo la conguista, cl poblamicnto y la evangelizacién, lo que imeresa es que “el nuevo ideal evange- Itzador, plagado de identidad barroca-y ortodoxia doctrinal, termind por for tmalizar lenguas locales”, miisica, y tea. tuo propios. Al establecerse y cuidarse h por diversas instancias sociales, se combatinin severamente la idolatra y la hereja, Resefias Bibliogrtficas 269 ‘Los complejos fendmenos presen» la época para estudiar las repercusiones tes en el proceso evangelizador son estudiados en el presente libro desde ‘una perspectiva multiple de tiempos y geografis. Luis Martinez Ferrer aborda cl asunto de los justos titulos de Espaiia y Portugal, describiendo cémo se im planta la Tglesia Catdlica en América a través de sus protagonistas personales e institucionales: obispos y religiosos; sus leyes, sus acciones. En segundo lugar, Antonio Rubial (1523-1750) y Patricia Escandén (siglo XVI) se centran en el area mexicana, centrindose en los factores de la conversibn indigena asi como en las caracteristicas de la nueva sociedad, Bl virreinato del Peri es es- tudiado con gran hondura y creatividad, aprovechando sus trabajos sobre Wira. cocha, el P. Luis Lépez, y los luteranos, por Fernando Armas, editor, quien tinula su apartado “Evangelizacién, ‘ortodoxia catdlica y gestualidad andina”™ ¥ distingue cinco rubros: 1. Las pautas de Ia evangelizacién inicial entre con- quistadores y regulares. 2 Los significa- dos catdlicos, gestos andinos y un uni- verso creado. Voces discordantes -y sinfonia barroca en los Andes perua- nos. 4. La Visita de Idolatria, proyecto pastoral del arzobispado de Lima. 5. Hacia el final: ciudad, milagro y monar- quia catdlica, Anudia Rosas se cemtra en el complejo pero dinimico Pent idustrado. En el capiralo 6, Elrea bra- silefia es abordado por Décio de Aler- car Guzmin y Maria Saavedra, Nueva Granda, Humberto Borja... Por mi Pane, junto con el P. Francisco More- ‘no, revisamos los grandes tratadistas de acontecimiento de la evangelizacién en la reflexién teolégica tanto de Espaiia como de América, infiriendo la afirma- cién del P. José de Acosta que precisa: ‘mente por el inusitado dinamismo mi: sionero indiano se necesitaban los me- jores tedlogos en América; se parte del estudio de la imerrelacién de lateologia y la vida en las diferentes cuestiones tratadas: conquista y dominacién, dig- nidad, politica, economia, moral, uto- pla se concluye con los resultados apontados sobre todo por los miembros de la Escuela de Salamanca (Vitoria, Soto, Cano, Chaves, Gil de Nava, Ba: rin, Cuevas, Palacios, Castro, Sotoma- yor) y los presentes en Pert: (Acosta, (Org, Avendaiic) y México (Ontiz, De la Pefia, De Ledesma, De Pravia, entre otros). El sikimo capitulo “el pan de cada diay ha vida eterna; semtimiento ¥ ex- presién de la religiosidad iberoamerica- 1a) lo escribe Marla Concepcién Bravo, intentando hacer un balance yuna apuesta sobre las consecuencias de la cevangelizacion en. “los actuales rostro de nuestro cristianismo”. Aunque des- taca la responsabilidad del protagonis- mo evangelizador por pane de los clérigos, reconoce que “fue la interac- cién de las sociedades indligenas y los recién llegados espafioles lo que propi- ila crstianizacion’ (p.212) En conclusibn, que la docema de th tulos de historias de la iglesia de Améri- case ve enriquecida por una mis y que considero bastante completa por los asuntos abordados, rigurosa por la 270 Revista Teologica Limense. Vol. XLII - N°2 -2009 metodologla de los académicos exper- tos convocados, original por novedad en el planteamiento y enfoque de te mas, personajes y situaciones, facil de leer por la sencillez del relato y actual ya que se nos comparten las numerosas novedades bibliogrificas del momento. Dr. José Antonio Benito R. EMMERICK, Anna Katharina: La pasién del Sefior en las visiones de Anna k. Emmerick, Bogota, Editorial San Pablo 2006, 311 pp. > Anna Katharina Emmerick (1774 1824), llamada la mistica de Westfalia es conocida por sus visiones sobre la pasién del Sefior. Se trata de un fend- ‘meno extraordinario, Uno de tantos que forman pane de las diversas expe- riencias misticas que, por gracia de Dios, pueden darse en algunos cristia- nos. Sin embargo, corresponde a la Iglesia reconocer la legtimidad de tales fendmenos. El hecho que Anna Kat- hharina Emmerick haya sido beatficada por Juan Pablo Il el afo 2004, en ciesta manera legitima estas experiencias so- brenaturaes. Pero sobre todo, la Iglesia reconoce en esta mujer una vida mar- cada por la expiaciSn y el amor a la Cruz de Cristo. «La elevacién al honor de los altares es también signo de grati- tud de la Iglesia hacia ella que tanto ha ofrecido © suftido por los densis» (033). Gertamente, no es el unico caso que conoce la Iglesia pues otras misti- ‘cas como Marla de Agreda (1602-1655) y Tetesa Neumann (1898-1962) tam bign nos han dejado experiencias seme- jantes ‘Conviene aclarar que estas visiones xno deben ser consideradas como ver- dades de fe, Es verdad que las visiones de Emmerick, en gran pare, estén en armonia con los relatos de la pasion narrados por los evangelios, pero no son datos de fe. Las revelaciones priva- das nunca sustinuyen a la Revelacion publica cuya plenitud y culmen es Cris- to, sino que ayudan a viviela mis ple- namente en cierto momento histérico (cfr. CEC nn. 66-67). El afio 1833 se publicé por prime- ra vez Lz dolorusa pasién de nuestro Seiior Jesncristo segin las. visiones de la piadora Resefias Bibliogrificas 27 Anna Katharina Emmnerick. Se trato de ‘una obra preparada y publicada por Clemente Brentano. La presente edi- cién, que forma parte a la Coleccién Apostolado Biblico, es un compendio de la obra antes mencionada. A manera de ponico de entrada, y con el fin de introducir a lector para que contemple la pasin del Sefior, se ha colocado el pasaje de la pasién del Sefior segiin san ‘Marcos (Me 14-16), Luego, se exponen. propiamente las visiones de Anna Kat- hharina Emmerick. Estas se estructuran cn tres partes: (1) Desde el Centculo a Getsemant (pp.53-86); (2) La pasién, muerte y sepultura (pp87-267), y (3) a resurrecci6n. (pp.269-294). A manera de apéndice se relata las apariciones de Jesiisresucitado y los titimos dias de la Santisima Virgen Maria y donde la mis- tica alemana sefiala que la Virgen mu- 16, fue sepukada y que su asuncién al cielo es una saradicién incierta» (p.306) Este dato no es correcto pues, como sabemos, es dogma de fe definido por Plo XII que la Sancsima Virgen fue asunta al cielo en cuerpo yalma, Al leer con detenimiento las visio- nes de la Anna K. Emmerick, nos asombramos de los diversos detalles con que describe escenas, lugares y personajes relacionados con la pasién y muerte del Sefior, y que no estén con signados por los evangelistas. ‘Todo cllo, invita al lector para que realice una composicién del lugar y se introduzca como un personaje mis en las escenas que tejen el drama del Gélgota. A lo largo de todas las visiones se resaha claramente el gran suftimiemo del Se- fior desde que fue apresado en Gerse- ‘mani hasta su muerte redentora en la Gruz, Si:nos atenemos a los desgarrado res relatos de Emmerick, concluimos que si no fuera por una gracia especial del Padre, Jess hubiera muerto a causa de los ultrajes inhumanos a los que fue sometido, Asi por ejemplo, leemos: «La tercera pareja de verdugos se lanzd todavia con mayor furia sobre el cuerpo mantirizado de Jesis. Para a flagelacién estos se sirvieron de varilas dotadas de uas de hierro. Su rabia diabélica no se aplacé. Jesis fue sokado y luego de nuevo atado, esta vez con el dorso contra la columna. Puesto que el Sefior ya no podia sostenerse, le pasaron cuerdas por sobre el pecho y lo ataron con las manos detris de la columna, Signieron azotandolo» (p.155).. Recomendamos la lectura de este libro. Hemos sefialado anteriormemte que estas visiones no deben ser consi- deradas como normativas para la fe y por tanto, no hay obligacin de aceptar todo lo que relata la beata alemana; sin embargo, estos relatos ayudan al lector a meditar en la pasién y muerte del Sefior. Una meditacién tan necesaria para damos cuenta del amor infinito del Sefior por cada uno de nosotros. Phro, Dr. Carlos Rosell De Almeida,

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