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Espacio y pasado: la construcci6n del patrimonio en la cuenca de Caiiete Fernando Armas Asin Instituto de Investigacion - EPTH Universidad de San Martin de Porres La provincia de Cafete, al sur de Lima, tiene dentro de si una serie ‘de cuencas hidrogtificas ~Chilca, Mala, Asia y Caitete~ siondo Ia del mismo nombre la més importante. Actualmente la cabecera de esta Cuenca provincia de Yauyos-, tanto como la parte media “Tunahuande, es visitada asiduamente por turistas, pues el patrimo- rio material y natural a mostrar es abundante (Armas Asin 2000- ‘Ancxos). Sin embargo, para una cabal comprensién de la zona, per- sisten problemas como: la forma en que se ha constnuido, a través de los siglos, cl patrimonio; la sensacién de divoreio entre la cabecera, Ja zona media y el valle de Cafiete; asi como la existencia de una his- toria narrada, de padres a hijos, donde sc privilegian ciertas pos- turas. Urge pues, un estudio que aborde estos temas. Para ello debemos partir de comprenderlo en términos de un “espa- ‘cio que se ha formado, con determinadas caracteristicas economi- as, sociales, culturales y materiales, a través de los siglos. Asi como por entender que esa manera de comprender la historia, el pasado, fanto como la manera de entender los bienes materiales y las expre- siones culturales diversas, responden a una idea de formacion del patrimonio ocurrido. Nos interesa entonces eomprender cémo se ha formado el espacio y el patrimonio en el lugar’. frye sk "Vportano un concsple deoigio. EN esd, truve soe te pucds coarse in panmioni (Ui: rMossc00") 105 Fernando Armas Formacién patrimonial en tiempos prehispanicos La cuenea se ha caracterizado por la presencia humana d Preis Wibes. Maida in aie cooing sion cob care Ie encontrado en la cabecera de Caiiete, en las pampas de Concén-Topara (camino de Palo y Lumahuand.a Chincha) y en Herbay (camino del val de Cafiete a Chincha por el litoral). De hecho, en las pampas é Se Topas fos ajo aqueloyeos han regio informacion ca de presencia humana hasta la époc alta, sobre los 2900 msnm, se han Tales cade etal cermicos con asentamientos que se prolongan hasta el period ceri 0 tardio. Del periodo cerimico los inventarios de sitios arqueolé Son numeross; por ejemplo, en abs mérgenes deli, desde los 350, msm, enpiea una cadena de asentamienos qe st prolonga por enci- ma de los 3400, en Pampas, Sélo en el valle Investigaciones de Zonas Aridas de la Universidad a a vod (CIZA) inventarié mas de 70 sitios arqueolégicos, casi todos ceramic Unos 24 presenta inflaencia arta, oa y del nove, probable intermedio tardio; y unos 22 inluencia ina (més de 40 permanecen sin om : Ceara Del total doce fueron identificados como grandes estructuras (Cer ca i, Fe (Cerro Azul, Cerro del Oro, El Arca, Inkawasi, por No es de extrafiar la fuert i ‘ la fuerte presencia humana, ya que, por ejemy In nas alas eclaban sonetdes a Nerlo pes rare desl tempos removos. El acceso a lat laguns, a pequetaschacrak dt maizales, onas de pastoreo, eic., era motivo de conflictos et a : tre pueblos diversos. Del avance de los “yauyos” a las cuencas altas de nos hablan precisamente ios Mitos y Tradiciones de recogidos en el siglo XVI por el padre Francisco de A\ nes orales trasmitidas por genera ciones que os informants de Avila comaron y que envuelve 1 2,104 sumer meray os ont prcrm ne Un nad a cn De pete cn iobisicamente do 9 ampiacion doa faesiuGla Espacio y pasado: la construcei6n del patrimonio en fa cuenca de Cafete relatos épicos de un pueblo, que por oleadas fue conquistando tie- tras, Se habla de Pariacaca, su dios principal, y de otros dioses-hom- bres, sus hazafias y luchas, la historia cotidiana de un grupo, en medio de rites, fiestas agrarias y limpieza de acequias. Al parecer los syauyos eran de lengua jagaru, del grupo lingtifstico aru que vivia en fas inmediaciones de ‘Tupe, y que en un momento dado, por razones ‘agrarias, empez6 a extender sus dominios sobre las eabeceras de Mala, Chilea, Lurin, Rimac y Chill6n, siendo solo detenidos a la altura de Canta y Atavillos, Este avance significd que los yungas fueran empujados hacia las euencas medias. Establecidos alli, los yauyos hablaban el jaqaru en diversos lugares ain hacia 1577, hasta {ue los jesuitas y otras congregaciones impulsaron el uso de la ‘engua general” o quechua en toda la zona (Taylor 1984: 269-275). Cuando el corregidor Davila Bricefio se encargé de reducir aquellos pueblos, que segin él eran “mis de doscientos”, lo hizo en cinco Tepartimientos 0 zonas: Mancos y Laraos (cabecera de Cafiete), ‘Atun Yauyos (cabecera de Omas y sur de Mala), Huarochit (cabecera norte de Mala y cabecera de Lurin), Huanchor (cabecera et Rimac) y Chaclla (cabeceras de Santa Eulalia y Chillén) (Davila Briceno,1965 [1585] I: 155-165). En Mancos y Laraos los pueblos se redujeron a once, cuatro en Maneos y siete en Laraos, siendo San Bartolomé de Tupe el més oriental y San Francisco de Pacarin el mds occidental. Algunos ayllus de Huarochiri (Quinti) siguieron poseyendo tierras en las punas de Quispicanchis, en tierras de los Uesaparecidos pastores pariac, en Cafiete. Ello nos da una idea de 1o ‘complejo de la presencia multi étnica yauyos, situacién que la pre Sencia inca, al mover mitkmaqunas yauyos a las cuencas medias de Mala y Chilea, y las reducciones toledanas al concentrar ayllus de distintas guarangas yauyos, complejiz6 atin mas. Alli estan las races dela riqueza de fiestas, danzas y trajes tipicos en los distintos pue- Hay antecedents, on tempos de ls cas, de este proceso ge desist ce lnguos ey net tcn al pyar y el Kank en laren, esta ima tambien variate 27 Ange no sabemos 3 fue onanar a expansion yaunos. 107 Femando Armas bios de eabecera las rivalidades por el acceso al agua de manane ales y acequias, asi como por los linderos de las tiewas En la parte media y, sobre todo baja las einias yungas tanbnen gy figuraron una muy vasta complejidad étnica. Al menos asi nos dejan noticias las escasas informaciones de los eronistas. Los yungas esta, ban asentados en Lunahuand en la parte media, en una vona “de clima templado”, Para inicios del siglo XVI el avance inca destruyé su desarrollo. Segiin comenta el cronista Cieza de Leén (1553), los yungas de Lunahuand todavia recordaban los detalles de ese avance. Los relatos tardios, y ciertamente de segunda mano, de Acosta (1590) y Garcilaso (1609) resultan confirmatorios. Al parecer Lunahuané era un pequetio sefiorio relativamente independiente del de Guarco (valle de Caiiete). A través de documentos del Archivo Vaticano para el siglo XVILy del Concurso de Curatos de Indios, del Archivo Arzobispal, se tienen noticias de la importancia del senorio, que para entonces comprendia los poblados de Nuestra Senora de Enola, Santiago de Lunahuand y San Francisco de Pacara (con pre- sencia yauyos y yunga), los cuales, en spa ftabrien confanado cs guar oma ne eee Los curacas de Lunahuand se distinguieron por donaciones de altos montos de pesos para pie de altar jas? Y capellanias’, Era ce valle estrecho dedicado al cultivo de frutales, ae En el valle de Cafiete florecié el Seftorio del 16 Guareo. Dorothy Menzel (1971) encontré en las necrépolis y basurales de Cerro de Oro “San Luis- un estilo de influencias Nasca e Ica, que luego deviene abruptamente a un estilo d i n estilo del Horizonte Tardi - ca Tardio completa: * Asura pas pee nt serena meno rerun ns me on tr Ses tein erates tem omar cane, Fispacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenca de Caflete Mal hariamos en creer que Guarco o Lunahuand son palabras “yun- suas”. No son més que palabras de raiz. quechua, producto de la pre~ vencia inca y de su avance en los Andes en el siglo XVI . De todas ‘maneras Guiarco haria alusién a valle de ahorcados o muerte, por el uerdo que para viajeros y lugareftos quedé de la conquista (Muria 1987: 530)’. Seain Garcilaso el avance inca sobre Guarco ve oper por Lunahuand, con apoyo yauyos y chincha en Concén- Toparé desierto que separa a Cafiete y Chincha, zona rica en yacimientos arqueoldgicos). Aunque los yungas se defendieron Tueron derrotados. Afios antes (1553) Cieza habia dado un detalle de interés que Garcilaso nunca mencionaria: que los incas engaiiaron para vencerlos: cuando salieron de sus fortalezas ante la oferta de paz los mataron, comentando que en el valle circulaba mucha infor- ‘macién sobre épocas pasadas gloriosas y grandes matanzas cometi- das, Acosta sigue esta linea aportando el hecho de que cuando les oftecieron paz y ellos se embarcaron en sus balsas en Cerro Azul para celebrar sus ritos en el mar, los atacaron y mataron en gran can- tidad, Segan esta tradicién, tanto las huacas de osamentas cerca de Canchari en el valle, como las que se ubican cerca de Cerro Azul, son prueba de aquellas matanzas. Cobo (1956 [1653], Il: XV) agre- ga que fue un hermano de Tupac Yupanqui, Apu Achache, el encar- gado de realizar una “visita” al Guarco, pero que el curaca del lugar se opuso. Ante esto intervino la coya y lo convencié para hacer la paz. Aqui sigue a Acosta diciendo que cuando estaban los del cura- cazgo en el mar, con misica y tambores, entraron al valle los cuzquefios y se adueftaron del higar. Lo importante es que tras estos sucesos el valle fue parcialmente repoblado con gente mitkmaq de Coayllo, Chincha y Moche. Los coayllo vivian hacia 1556 en los alrededores de la actual San ‘5 Rostworceuh ensye ls dea de que Lunahuand no tea in Runanuanac come cre Garclaso (28x) sine Lunagusnay {AGI Patonso "16 Ramos 1) gun una esaua emprana 22 1843, omaor Runaguanay (AAL Iola. Leg 3 ARO 1708), ue sera “honor plas. so dela Rporla. también se apleaiaa Mala o ara AGN lucos ce Resvencn. Leg 27. ‘usdermo 78), 0 Guareo 0 Guale (Femandez de Ovedo 1945 Xl 8). Sim embargo e! punto ‘ves esctroco. 7 Guarcona, “aoreasua’: Guarcun, ahora" Guseusca, “ahorcado” (Sano Tomas 1951 (0861) 266-267). Sn embargo, aqutamgoco ‘el puna es caro, 109 Femando Armas Luis, pero ante la fundacién de la Villa de Cafiete (1556) fueron Fepartidas sus tierras entre los vecinos, por lo cual, tras un litigio, fueron reubieados en Hualcaré y cerca de la acequia Huanca, en tie. ras de la encomienda de Martin Alonso de Don Benito (AGI: Justicia 432, 1561 y Eseribania de Camara 498-B). Ellos refirieron que habian estado en Lloclla (San Luis) desde que “entré un inca a hacer guerra y mat mucha gente y faltaron indios, entrando en él 'os indios coayllo”. Cruzando esta informacién con la entregada por el padre Angulo (Angulo 1921: 44), el curaca de ese momento, se observa que Juan de Coayllo, lo era de este grupo y de Asia y Calango, donde también poseia tierras. Los Chincha fueron ubica~ dos por un decreto de 1558 (AGI: Audiencia de Lima. 1630, 22-IV- 1558) en Herbay Bajo y Alto (Tambo de Locos) en la margen izquierda del rio, en el camino litoral a Chincha; mientras gente Moche lo fe en la zona de Hualcara (Angulo 1921: 59; Larrabure y Unanue 1941; 270), También se ubicaron tierras de “Pachacamae”™ en la zona de Siuba, cerca de la actual acequia Pachacamilla (Angulo 1921; 42, basdindose en el Libro de Cabildos de la Villa) {Hubo también tietras dedicadas al Sol? No lo sabemos. Lo que $1 Conocemos es que Angulo sefiala un supuesto Templo del Sol én un lugar no ubicado Hamado Vileahuasi (Angulo 1921: 63, Larrabure 1941; 270-271 considera ubicarse en San Pedro). De otro lado Williams describe entre Santa Cruz y San Pedro un lugar denomi- nado Huarcones (Catastro. 1974; n® 3001) que debio ser una estruc tura de pirimides, pozas, templos y patios. ‘Como fuese, a la existencia de las fortalezas de Canchari (limite norte del valle, entre los canales San Miguel y Maria Angola, prote- ido el camino a la quebrada de Pécoto -Yauyos-), Ungara (pro- tegiendo la bocatoma de Palo, el camino a Lunahuand, y el viejo camino interior a Chincha por Coneén-Topara) y Cerro Azul, los incas afiadieron la ampliacién de la fortaleza de esta tiltima, com- plementando las edificaciones yungas, Esta fortaleza (Williams 1974, Cerro Azul n° 2A02) a orillas del mar defendia la villa de Cafiete cuando se fundé (Fernindez de Oviedo 1945 [1549], XII: 123; AGI: Eseribanfa de Cimara 501-A). Incluso, durante el siglo XVI fue habitada por una dotacién militar, hasta que poco a poco fue desmontada. Martin de Mura decfa que, aparte de la fortaleza en Cerro Azul, habia un templo y huaca con muchas mujeres que se no Espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenea de Canete rasquilaban para diferenciarse de las otras “y su oficio era hilar algodn, lanasy plaferia, y teer mantas para los {datos y para si EI lugar era sostenido por “os depésitos”(tambos) del Inea (Mur 1987; 529). No debe extraiamos, pues Kroeber (1926: 227) inves: tigé al sur de la fortaleza (que esti en los cerros Centinela y El Faro), y hall6 una estructura de terrazas elevadas (Cerro Camacho) ¥ patios, de lo que infirié que se trataba de un centro ceremonial ‘antes que de un poblado. Ambos, la fortaleza y este conjunto, ea ban separados de las zonas de cultivo, de eiénagas y pantanos. En 1987 Joyce Marcos (1983) confirmé la existencia de estas estruc- turas al sur de la fortaleza, y detallé la existencia de depésitos y zonas de residencia, todos de épocas preinca ¢ inca, Inca también es la fortaleza de Inkawasi en Lunahuand la cual fue construida en la época de la Conquista sobre el valle, segin Gracilazo (1995), y_posteriormente abandonada, segin Cieza {1996}, Tanio Gasparini (1977: 130), Bonavia (1972: 84) y Morris (1978: 942) que estudiaron el sitio, Hleno de fortines, plazas, col cas. otras estructuras ineas, observaron el gran, parcio con Hudnuco Pampa e incluso con Cuzco, hasta que Hyslop (1985), sugiere que es una representacidn simbélica del Cuzco en su dis- tribucién urbana, fal, el asentamiento inca debié ser reciente, pues para el sexv estaban muy vivos los recuerdos yungas en el valle, sobre todo por su buen sistema de canals de repao, contiuido por cineo acequias (Maria Angola o Chumbe; San Miguel o Chome: Huanea, qu tras la destrccin de stoma, se desprende desde 1925, de San Miguel; Herbay e Imperial Viejo) como grandes brazos de las cuales se desprendan pequeis canes. Cuando ay Reginald de Lizarraga (1968 [1605-1608]: 44) pudo constatar a inicios de siglo XVII que las nacientes haciendas y pequefias parcelas utiliza- ban todavia cuatro de ellas, y se lamentaba que el de Imperial se Iubiera inuilizado por el derrambe de un cert. En el site 20 urd parte de su tramo, entre Lunahuand y el Cerro ‘Tembladera, Posteriormente, con la irigacion de las Pampas de Imperial (1924), se agregaria un nuevo y iltimo canal principal ut Fernando Armas Dindmicas espaciales fort i ii i tiempos coloniales ern 1 en los La llegada de los espafioles Supuso serias transform: nociones de espacio fisico y de desarrollo social ¥ eeo0snisid B 'a costa y zonas serranas aledafias, la mentalidad occidental impu 2 una nocién de espacio basado en la idea de continuidad (terri- torio, basado en la idea de propiedad) frente a una idea de mane. Jo de complementacién ecoldgica y sistemas agrarios basados en la nocién integral de cuencs i, uencas. Asi, hubo cambi lice merecen entenderse. siete En Ia zona alta de la cuenca de Caitete se establecis i ‘aliete se la encom En el repartimiento de Mancos y Laraos exist la ncaa ‘mismo nombre. Mientras religiosos dominicos evangelizaban establecfan misiones que duraron hasta el siglo XVIII (teniendo un convento en Santo Domingo de Ayaviri (F. 1586), una doctrina en Manos, otra en Pacarén, Laraos, Huaquis, Huafec, Tauripampa, Aymaraes, Guascarcocha, et [Meléndez: 1681 vertida en doctrina por Real Cédula de fae ae oe tomarla o retirarse la orden dominica de la zona. En 1826, como producto de la reforma de regulares, tuvieron que dejar el convento de Ayaviri (Alvarez; 1994), y Huaquis fue abandonada, convirtién. dose en el pueblo en ruinas que es hoy. * “a Esto implicé una primera distincién, pues la evangeli ea en la zona alta de Caiete ha marcado las Wadicioncs te pe blos hasta Ia actualidad. Esto se puede apreciar en las fiestas patronales de gran pompa que se celebran en honor a Santo Domingo (# de agosto) y a San Juan Bautista (24 de Junio) en lvancaya, Cochas y Ayauca, o las de Santa Rosa (terciaria domini- £2) el 30 de agosto en Atcas y Hortigal. Por supuesto que en estos lugares los dominicos iniciaron a una campaiia de extirpacién de iaobocas para desarraigar a ls grandes dioses regionales, y los itolégicos locales a quienes los ayllus yauyos 1 homenaj. Lo hicieron no slo colaborando ela reluecion ds ae blos en unos pocos y juntando ayllus diversos, sino también na Espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenca de Caftete imponiendo nuevas fiestas o superponiendo las fiestas cristianas sobre las antiguas celebraciones tradicionales. Asi, cada pucblo que hacia producto de la reduecidn era puesto bajo la proteccién de un santo patrono o una celebracién eristiana especial. Nacieron las fies- tas patronales en los pueblos antes mencionados, como la fiesta de Santiago (28 de Julio) en Carania, Vitiac y Vitis, o la celebracién, ‘menos vinculada a fiesta patronal y si al calendatio catélico, del Corpus Christi en Hongos o Cacra, Ambas, a su modo, combatian la idolatria. Santiago era el apdstol tomado por los espafioles como iblema de sus luchas contra los moros. Por ello era Santiago Mata Moros. En los Andes fue el apéstol de la evangelizacion, era por tanto Santiago Mata Indios. Lo vemos todavia reflejado en las ima- genes con que lo representan en estos y otras pueblos (como en la Taglesia de Lunahuand, en donde, con espada blandiendo por los aires y accaballo, se dispone a matar a un infiel). Asi entramos a la sim- bologia més violenta de la evangelizacién cristiana cn los Andes, la por el establecimiento del catolicismo, que se traduce en la jposicién de fiestas, algunas superpuestas como la del Corpus 0 la de San Juan, época del levante de cosechas en los Andes: o la del 15 de agosto -fiesta de la Asuncién- que vila recordaba eran fiestas de Pariacaca y Chaupifiamoc. Por supuesto, esto no impidié que algunos pueblos siguieran venerando a sus vigjos héroes y dioses (de lo cual los legajos de la Seccién de Idolatrias del Archivo Arzobispal de Lima dan buena cuenta). Por ejemplo, los jesuitas -con Alonso Barzana y otros- ceatirparon idolatrias en Huarochiri en una fecha tan temprana como 1576 (Monumenta Peruana Il: 228). También Avila, en la campafia de extirpacién de 1610 y en compafia de jesuitas, recorre Huarochiri y Yauyos, visitando las doctrinas dominicas de esta tilti- ma (Duviols 1977: 185, n.25) en su lucha contra Pariacaca, Chaupiniamoe y demés huacas, Los extirpadores trataron de evitar la celebracion de fiestas propias del calendario agrario. Sin embargo, con la yenia 0 no de los curas doctrineros, ellas supervivieron hasta nuestros dias, como son, por ejemplo, las fiestas de la limpia de acequias que entre mayo y julio se celebran en Alis, Cacra 0 Laraos; las de esquila de Huarmicocha 13 Femando Armas el 17 de febrero o las de pallas, en agosto, en Laraos, Ciertamente, en el corazén mismo de Yauyos, en la actual comunidad de Cachuy, los misioneros impusieron sobre la zona de una vieja huaca, la devocién al Sefior de Cachuy (15 de mayo), pequefia imagen de un Cristo andino con ropaje en plata y seda y corona solar, que fue y es objeto de mucha veneracién. La peregrinacién a su santuario con- voca a gente de diversas comunidades de Yauyos y de poblados de la zona baja de Cafiete. Auténtica devocién regional. Cabe destacar que, en ese dia, se celebran procesiones paralelas de imigenes del Sefior de Cachuy promovidas por hermandades constituidas en Huampara, San Pedro de Pilas, Carania, Azdngaro, Mala, San Vicente de Cafete, ¢ incluso en algunas zonas de Lima, promovidas por devotos 0 migrantes yauyinos. Esta dimensién del hecho religioso colonial, como implantador de la religién catdlica en los Andes, debe ser relacionada a otros dos: que estas fiestas iban acompafadas por la construccién previa de templos catblicos en los diversos pueblos de esa zona, algunos de los cuales sobreviven y son prueba del patrimonio colonial de las zonas; y con la lucha de los misioneros contra las idolatrias. Ya hemos hablado de ello, y sélo basta decir que esto implicé estable- cer cruces en huacas, en los caminos, y tratar de luchar contra ta hhuaca mayor, Pariacaca, gran nevado de 4800 metros que se yergue cen las postrimerias de las cuencas de Cafiete y Mala, en la zona de lagunas y nevados. Pariacaca, mencionan constantemente las tradi ciones, cra junto con Pachacamac, la gran huaca regional. De hecho existia un camino que de Pachacamac, pasaba por Pariacaca y con- tinuaba a Jauja donde se conectaba con el camino a Cuzco. Lo men- ciona Francisco de Avila y Pablo José de Arriaga, y existen ain ahora, en las inmediaciones del nevado, restos de aquel. Si la evangelizacién es el hecho més saltante de la desestructura- cién (junto a las reducciones y Ia politica de encomiendas y corregimientos) en la zona alta, algo andlogo puede decirse de la zona intermedia. Obviamente las transformaciones religiosas realizadas por curas dominicos y franciscanos dejaron sus huellas en las igle- sias construidas en la zona. Estos curas diocesanos, junto con {espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenea de Cafete sncomenderos, corregidores y pequeiius comereiantes, promovieron sre taaflormacion rel en In propidad dlrs i+ ra lv ocurrida en la zona alta donde prim el sistema de comy nidades. Aqui la propiedad fue fragmentandose a manos de ae nuevos personajes, especuladores y usureros, como en ho ae los mismos curacas y familias acomodadas tradicionales, ci twando su poder buseaban a la vez beneficiarse con las beige dades que el mundo occidental les offecia’ . A esto se are el ene ide que la caida demografica que sufrié la poblacién an: fanmclive {que, tras las reducciones, existiera una politica de venta ie fi a Hibres por parte del gobierno Colonial, al estar ineapacitades lee despobladas comunidades de usufructuarlas. Todo ello ve i Ye para que, hacia mediados del siglo XVIII, la zona media ya = me Iinrégimen de pequetios propictarios, en sui mayor parte mestizos, Ulescendientes de los viejos pobladores yungas, dedicados brio de frutales y al pequefio comer « signieron usando las redes de eaminos transversales para el arrieraje ee semercio de trajines, De Cuzeo a Jauja, 1a uta de la eames We Care offefa buen salidas a a costa ya Lima, Y aunque wansfor da desde el punto de vista material y mental i iden de unidi &° Ut tuenea se mantenia a pesar de sus limtaciones. Fue sin embazs © tksarolo mereantil de las zona bajas lo que determin6 el Leno i de esta idea, Ali al ser un teritorio con mn lira ones ay Wo, y tener las mejores ticrras irrigadas del pais, ma, fos Me csdcion a esublcese, No pr casa en 0 ugares $e levant6 una villa y otra encomienda, También las primeras estancins de estos ricos encomenderes, y tanto pequeftas como. medieiss propiedades, via el reparto de “fanegas de terra” entre los ‘2uieigangiame yaicvigss waar onreece te a Siren uke fiat Ht us Femando Armas adores 0 las composiciones de tierras. Ys posiciones de tierras. Va en el siglo XVII las estancias evolucionaron hacia el sistema de haciendas. nr La poblacién “yunga” de estas zonas. pagaba tril encomenderos ¢n 1352 Clango y Guaeo Conan ca 50 ca gas de carbén vegetal al aflo a su encomendero [AGI. Eseribania de Camara 498-B,65}}, mas desde 1570 sufre una constante caida demogritica producto de pestes, guerras, explotacién, ete. Tanto ast que Noble Cook ha establecido que para 1650 casi no habian tribue tarios indigenas en la cuenea baja de Canete. Cuadro 1 Caida demogratica s n Cook {cousinisno nari Fecha tuaro Nino Vi ‘otal Lunahund [1575] 750 isl aa [| 1608 | 62_| 493 4 a7] ae iss} 214 Guareo [1532] 20000 1575] 21 1eo2] 5 iE Fuente: Cook, 1982: 73-120 La desaparicién de la poblacidn indigena fue uno de jos mai dramaticos del proceso de ‘coloizacion Si bien tots lan Atas anolaron bajas en su poblacién, fueron las zonas de la costa las qui suffieron el mayor Impacta,'A las causac anes sedalades ve afiadirse impacto de la fundacién de la Villa de Santa Maria de Cafiete en 1556, en el valle de Caiiete (en Cerro Azul). Los motivos M6 Espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenca de Canete fueron variados: se queria un nexo en el eamino costero entre la dad de Lima, lea y Arequipa. El valle de Cafiete, grande, con agua todo el afio y abundante produccién, abastecfa el mereado limeno y se necesitaba ejereer un mejor control sobre los encomenderos € indigenas de la zona, También pesé su ubicacién en la confluencia del camino de Jauja- Yauyos-Lunahuané-Valle de Cafiete-Lima. Asi, la villa supuso un serio trastrocamiento de la realidad de la zona baja. Se repartieron las tierras cercanas de Cerro Azul y San Luis, se uus6 en su construccién piedras del conjunto arqueol6gico existente en Cerro Azul y la poblacién indigena fue reducida en las comu- nidades de Cerro Azul, Chileal y Cuiva’ . Ello aceleré la caida demogrifica y el avance de la propiedad privada a manos de cespafioles encomenderos, estancieros 0 mestizos. No obstante, atin existen algunas comunidades, como la de Cerro Azul, herederas mestizas de una poblacién que desapareci6, ‘A esto se sumé la presencia de la Iglesia. Con los encomenderos parecieron evangelizando, por ejemplo, los franciscanos (con un con- vento fundado en la villa en 1581), al lado de dominicos y agustinos -que findaron conventos en la villa en 1598. El sistema de doctrinas se impuso sobre los escasos pobladores de estos valles, como puede ates- tiguarse al tener los franciscanos la doctrina de San Juan de Guarco, en la zona de San Luis, para atender a los escasos indios tributarios, pescadores y mitkmaqunas. A fines del siglo XVI, su aparicién como grandes propietarios de haciendas, termind de configurar la imagen. Dominicos, betlemitas, agustinos y jesuitas tuvieron sus mejores haciendas én Cafete, La toma de tietras se habia consolidado y el panorama del espacio econdmico cambid para siempre. La presencia de negros africanos, esclavos de religiosos y laicos se convirtié en un hecho eotidiano para el siglo XVIL La idea sobre las relaciones tradicionales de las cuencas cambié. Primero, por el predominio absoluto de la vida econémica del valle ‘2 También usaon piedras dl conuno prehispnica nla constuccén de Lima (Lépee de ‘elasee 107% (1578) 238) Fernando Armas sobre el resto de zonas. Segundo, porque con este tperecieron hechos complementarior que aceutueron es Ga tri: l mayor cidado al re de camino onus, ine iunicando las cuencas por la costa, en lugar . las ités tanevenee. Taeera porel psc ox oo aa co. Un solo elemento basta para comprobarlo: la desaparicin de las lomas en la zona intermedia de la cuenca y de numerosos bosques movizasin, de, hatoe de uqutnios de pastores dep (Rosworowski 1981), En Quilmané (inte noes dt vale de Carte) todavia se pueden apreciar montculosy restos de sistemas le pasts, indice de la depredacién de la que fue objeto. Con ello, poco a poco, Ia de adicional de cvenas fue reemplazads por ‘una asada en el prvilegio de la costa y su visién de integracién longi- tudinal y, a nivel macr 6 ¥; a nivel macro econdmico, se acentud el pre today a olvela el predominio de la Dinamicas espaciales en tiempos republicanos La esructurncin centraista en la reginresponde a una config racién nacional, es decir, a una vocacién ide las ic cir, a una vocacidn politica mas alld de k fronteras regionales, sin olvidar que algunos elementos locales en juego le agregan especificidades. 7 a camino prehispinico que unian de Este a Oeste la cuenca ( ‘aflete-Lunahuani- ‘Yauyos-Jauja) continud siendo usado, la razones econdmicas, como un buen acceso a ls vas interandina centrales. Est, junto al camino literal (Lima-Catiete-Chineha), era intensivo en arrieraje y otros temas de comercio interreg intensive sregionales. e otro Indo, el camino Lurin-Pariacaca-Jauja se fue perdiendo (Siglo XVI) ya que, al ya que, al it por las punas, fue ree horizontales mis convenientes. nant En el siglo XIX estos eambi cron. Ci 2 smbios prosiguicron. Conviene, sin embar- 20, hacer algunas aclaraciones, El valle, para 1878, ya cata concentracion de tierras impresionante, Desde el siglo XVI y hasta us V-spacio y pasado: fa construccién del patrimonio en la cuenca de Cafiete 687 se habia caracterizado por cultivos de panllevar, especialmente trigo y al lado de forrajes para autoconsumo y abastecimiento de Jima, En ese contexto se habian establecido medianas haciendas dlc ordenes religiosas. Pero hacia 1687 el cambio de cultivo por la ‘afta de aziicar motivé que hasta inicios del siglo XX ese fuera el ciltivo. predominante, especialmente para el consumo extra regional. Los estudios concuerdan con que la implantacton del luucar en medianas propiedades, especialmente de ordenes reli- ‘osas, favorecié la consolidacion de hiaciendas. Desde 1870 hubo Min cicio exportador del azdcar, a partir de haciendas més grandes y con mayores indices de productividad, lo que llevo a dejar de do los cultivos complementarios. Fruto de este proceso se construyé un muelle nuevo (del que hasta hace quince afios todavia existian restos) en la bahia de Cerro Azul, para la exportacién a Inglaterra (antes solo existia un pequetio muelle de peseadores). La nueva configuracién del valle predomind sobre el Conjunto de la cuenca. Cerro Azul surgié como gran puerto ¢ importantes poblaciones se movilizaron desde la eabecera, donde {a agrioultura comunal mantenia rasgos tradicionales y era inca- paz de sostener una fuerza de trabajo en constante crecimiento. El Valle, con las zonas mineras del Valle del Mantaro, atrajo a esta poblacién necesitada de empleo, Sdlo desde mediados del siglo KX, la mina Yauricocha en Yauyos, al requerir de hombres, ali- mentos y lanas, traté de ser un nticleo de retencién poblacional. EI boom azucarero continué hasta inicios de siglo cuando cambié por un producto més rentable y manejable: el algod6n. Este se tempez6 a cultivar acompaniado de un nuevo proceso de reestruc- furacin de la propiedad en el valle, producto de la Guerra del Pacifico y de las caidas constantes del precio del aziicar, que habian motivado ventas y reventas de tierras, Un nuevo muelle reemplaz6 fal anterior en 1925 (el que hasta ahora existe). El cultivo del algo- ddén exigié gran demanda de mano de obra en tiempos de cosecha. Mucha de esa mano de obra provino del sur de la cabecera de la cuenca. El ciclo algadonero del valle se prolongé hasta la reforma fhararia, Reforma que convirtié las haciendas/en Cooperativas ‘Agrarias de Produccién (CAPs), Posteriormente, el proceso de no Fernando Armas parcelacién de tierras (1983) determiné que el valle dejase de de har cas el 70% de sus tierras al algodon y empezara a diversifceres hacia productos de panllevar que el mereado interno convirtid en mis rentables (maiz duro y papa). En la actualidad, producto de reconeentracién de tierras en la década del noventa, se cultivan pro- ductos exportables (esparragos, tomates y flores), Cerro Azul, desde 1971, dej6 de ser un lugar de actividades portuarias En el plano de comunicacione: es del si fae onucaions, desde fins de sino XIX, la via fundacién de una serie de poblados (Imy e entre Ia yungay el valle. San Vicente de Cafes ceano msracaniol enel centro del valle, desde finales de la colonia, y Quilmans) tanto como el ferrocarril central y la baja demanda dei mercado serrano central en el XVIII, coadyuvaron a la pérdida de importancia del eje Cafete-Lunahuand-Jauja. La construccién de la via litoral autos, en tiempos de Leguia (1920), como la posterior Panamericana (1937), afirmaron el ee costefio sobre el transversal serrano. Nada Pudieron hacer los pueblos yauyinos a la vera del camino a Jauja como en este siglo tampoco ln mediana mina de Yaurieocke ni a Rete de San Vantin, Esonémicament [a cabeza habia ped k iancia. La ereacién politica de las provi Yauyos, sepregadas de los viejos conesinicnios y. rariten de Caiiete y Yauyos, consolidé esta prictica y fue eldltimo eslabdn d una tendencia desestructurante. . “7 Construyendo una vision del pasado En el valle de la cuenca de Cariete mucho de la hi el ti patrimonio que se relza es producto de las etuas de Cena (1639), Acosta (1590) y, sobre todo, de Garcilaso (1609), Cieza referiré, como ya meneionamos, que los incas atacaron por Chincha y que la gente de Guarco resist. Luego de tres aiios de lucha acepiaron un compromiso de pa y salieron de “su fuerte”, lo cual fue aprovechar do por los incas para traicfonarlos y dejar el valle en ruinas, Luego (en esto todos los eronistas coinciden) construyeron los ineas una 120 | | ! i Espacio y pasado: la construceién del patrimonio en la cuenca de Cafete fortaleza en Cerro Azul para vigilar la regién (Cieza 1996 [1553] Il: 172-175). Bs interesante la apreciacién de Cieza, que recogié estos datos a partir de sus informantes yungas. También lo es el hecho de que con él se inicié una tradicién de creer que el sitio arqueols de Cerro Azul era exclusivamente inca, algo que las investigaciones arqueolégicas del siglo XX contradijeron, En forma resumida, ‘Acosta sigue a Cieza aungue aflade que los Guarco hicieron una ce~ Iebracién de paz en el mar y de esto se aprovecharon los incas para generar matanzas (Acosta 1987 [1590]: 190). Garcilaso, que dedica pocas lineas -como los dems al avanee inca sobre Yauyos (Garcilaso 1995 [1609], 1: 360-361), habla de Guareo (cap. XXIX) reficiendo que su curaca era Chuquimancu, sefior de cuatro valles (Chilea, Mala, Guarco y Lunahuand). BI es el tinico cronista que sefiala estos dos puntos. Ni Cieza, ni Acosta, ni Cobo mencionan estos detalles. Hay que entender a Garcilaso y su deseo ‘de mostrar una historia oceidentalizada, de conquistas militares y de reinos con grandes personajes, para entender su interés en hacer aparecer un Chuquimancu y un reino de cuatro valles. Abundante informacién sobre el siglo XVI nos demuestra lo contrario. reilaso también es quien introduce la idea de que Lunahuand viene de Runahuanac, que seria “escarmentar gente” en quechua, porque dice que en verano el rio al traer mucho agua provocaba muertes (Ibid: 389). Hablando de la guerra, argumenta que los incas invadieron primero Lunahuand, por Chincha. Luego empezaron a penetrar al valle. En este punto pretende mostrar una historia de incas victoriosos, ademas de compasivos y generosos, rechazando las tradiciones recogidas por Cieza, Acosta y Cobo (Ibid: 392), en el sentido de que los incas demoraron varios afios en conquistar la regién y que s6lo con un ardid lo lograron, practicando una crueldad extrema, Para Garcilaso la conquista fue relativamente ripida, de hecho refiere que construyeron Inkawasi no para mantener un cam- pamento y residencia inea, sino por placer (Ibid: 390), Por altimo, Argumenta que el supuesto Chuquimaneu fue a pedirle de rodillas perdén al Inca y éste, generoso, perdond al pueblo que habia osado enfrentérsele. La historia idilica de Garcilaso cireulé I Femando Armas fuertemente en ambientes educativos (monogeafias y gu cuenea, pero con el tiempo fueron quedando tres Kechos een trales: Chuquimancu; el reino de cuatro valles (la actual provin- ja de Caliete, incluyendo Mala, Asia y Chilea, con lo eual se reivindica la idea de unidad provincial de cardcter longitudinal y el origen “etimolégico” de Lunahuand, a No seria sino hasta el sgl XIX que ets ideas serian etomadas, nuevos elementos, y reforzando la de una fuerte herencia yunga en Ia zona. Fue un hombre de eampo eon intereses en el vaile de Cafete, Don Eugenio Larrabure y Unanuc (lot Caicte, Don Eugenio Larrabure y Unanue (194 [1874] I), quien planted ideas de emo mirar el pasado acl va leredero de la tradicidn de hacienda de Caftete se detuvo largo a portancia de la agricultura basada en el sistema de Wo fundamental del desarrollo del valle. Sobre el pasado. prchispinico tuo una visi idiica del “Senor. del chute Cae ue = wala de un seferio muy important en a costa central: Em en las lecturas de Gareilaso, Ciez sado po os tas caetanos agren6 un element cbaliresco a ss parraviones. Creyo que apare de las “fotalezas” de Certo Azul ‘anchari y Ungara, que defendian el valle por sobre los caminos inés importantes y ‘el litoral, habia una mvuralla que lo eneetraba , por las laderas de los cerros. Decia que el muro norte iba de Cerro Azul a Cerro de Oro, Huaca Chivato y ter (Ibid: 404-407). En nuestro trabajo de reconocimiento no encontrado vestigios de ello, sino de muros perimétricos con fines agricolas, promontorios de viejos caminos. ete ii UUngars reyé ver dos torreones semejantes, dice, a Tos easilos uropeos con sus tres aluares, mutosy almacenes,Incuso legé a ci que el sitio arqueoldgico de Palo era un fuerte de avanzada sobre el camino interior a Chincha. Investigaciones postriores han demostado ees stata de un asentamito sin interés rtando la existencia de un sefiorio con ui gran historia se aventura elaborar un eroguis de leurs Guarce Ame a supesia existencn de un temple dl Sol on Vilas st inubicable Larrabure y Unanue lo coloca, sin mas explicacion, cerea luarcones, donde Williams encontré una estructura que pudo ser Espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la euenea de Cafete preinca.o inca (Ihid: 270-271: Williams 1974: n° 3001). Ese deseo por Ver estructuras mayores lo Hlev6 a creer que Tambo de Locos era un palacio, “El Palacio de Herbay” (1941: 375). Squier siguid su argue mento (1974: 45). Lo complejo de este panorama es que autores locales contemporineos (Correa Pereyra; 1978), dedicados a “histo- riar” a Cafiete se basan en la existencia de un Palacio de Herbay, 0 en un gran pasado militar de Guarco. Rostsworowski (1978-1980) no nos hace mucho favor, pues sostiene parcialmente a Larrabure y se muestra maravillada con la posibilidad del Palacio de Herbay, del Templo del Sol o de las murallas inexis- tentes del Guarco (Ibid: 84, 93 y 95). Su trabajo sobre este valle es poco consistente, no s6lo por confiar demasiado en Eugenio Larrabure, Harth-Terre, las crénicas y en arquedlogos de inicios de siglo (Kroeber y Stuer) sino, fundamentalmente, _ por desconocimiento de Ia zona, Sus apreciaciones sobre el sitio Cerro ‘Azul son enrevesadas. Confunde las apreciaciones de diversos autores sobre un mismo lugar. También en el desconocimiento de Lloctla (San Luis), que pese a ser mencionado tres veces en su texto no llega cionar entre si. No mencionemos sus ligerezas al adelantar opiniones sobre Inkawasi y palabras quechuas del lugar. Hay mucho desconocimiento geogrifico, arqucolégico y lingtlistico. Lo grave es {que st trabajo se ha convertido en un supuesto hito para el estudio del Jugar (Alayza: 1987), con lo cual se reproducen estos errores. Si ha esto agregamos las elucubraciones de Middendorf (1973 {1887}: Il, 99) sobre el valle, su elorioso pasado y su triste presente y de don Emilio Harth-Terre (1933: 102-103) que cree ver en Canchari una gloriosa fortaleza con un gran palacio, completamos el panorama. Como deciamos lineas aris, estas narraciones van Guedando, y explican en mucho que hoy se diga que el gran Sefiorio del Guarco era un prodigioso reino que luch6 incansablemente con- tra Jos incas, 0 que Chuquimanco (Gareilaso) fue el gran iltimo monarea, y que "significaba Gran Lanza” (esta aseveracion intro- ducida por el historiador local Correa Pereyra), que Lunahuand viene de Runahuanac, que es “escarmentar gentes” (Garcilaso). Amén Ue cxallaciones de todo tipo en escuelas publicas, basindose en lec- turas de Garcilaso en gran medida y de Rostsworowski en menor pro- porcién (v.g. Las guias de informacién turisticas de Cafete 0 las guias 23 Feando Armas municipales). Se consolida una vision regional caftetana basada en luna preeminencia de la costa y, mds aiin, de la costa politicamente unica en una provineia, en la actualidad desde Chilea a Caiiete Pasado y espacialidad centralista Todo esto ha sido acompafiado de un proceso mental de cambio que merece anotarse. A las ideas de espacio e historia con base en una concepeién de relaciones intra cuencas, que eran predominantes en cl pensamiento de los pobladores a la llegada de los espaifoles, se fue imponiendo una idea de espacio basado fundamentatmente en la politica de “provincias”. Sobre ese contexto hay que entender la aparicién de partidos (fines del siglo XVIII) y, luego, sobre esa estructura politica, la de provincia en 1821. Un hecho notable es que con Ia aparicién de dos provincias ~Caiiete y Yauyos- se marcé esa idea fragmentaria de espacio. Cafiete no era mas Ta “cuene: 7 sino la «provincia», que eran los valles y regiones medias de Caftete, Omas, Mala y Chilca. Triunfo entonces de un modelo litoral en desmedro de una idea transversal, pero més ain, triunfo de una determinada idea del pasado y presente de la zona. En ese sentido, en la provi cia de Yauyos, hemos podido ras- {rear revistas locales, folletos del Municipio provincial y mono- grafias desde inicios de siglo, encontréndonos con dos ideas clave: la asuncién del caracter tradicional histérico de una Provincia que era exactamente igual a la actual, contraviniendo toda una lectura histérica que cuestiona tal idea de unidad: y una propensién al regionalismo, basado en el pasado glorioso de ‘yauyos” (Varillas: 1990). Esto iltimo se ha asentado sobre todo desde los trabajos de Tello y Arguedas (1966). Es, en cambio, en la provincia de Cajiete donde he i e , viete donde hemos podi ‘una tradicién” basada en la supuesta existencia, desde siempre, de la Provincia actual. Desde los trabajos de los padres Domingo Angulo Espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenea de Caflete Pedro Villar Cordova, sobre la historia y sobre la arqueologia de ja zona respectivamente, toda una literatura local se construy6 tomando como ejes esos trabajos, que lecturas posteriores de Gareilaso terminaron de consolidar. Una lectura que ha tratado fun- damentalmente de buscar un origen comin a la actual provincia. El ‘caso ya extremo, muy trabajado por nosotros, ha sido la bibliografia de los iltimos veinte aitos, particularmente un par de decenas de Guias Turisticas, elaboradas desde 1981 y editadas por periodistas Jocales, afincados en San Vicente de Cafiete”. La parte historica de este material estuvo y esti encargada al “Doctor” Luciano Correa Pereyra, profesor de historia de colegios secundarios de Ia ciudad de San Vicente. EI, como ninguno a nuestro entender, es quien ha dado fundamento flies este wadicign forjada a lo largo de siglos. Recogiendo a Garcilaso, Angulo y Villar, argument6 que en la Provincia existio la Confederacién de Huarco, basada en los reinos de Huarco, Lunahuand, Mala y Chilca, De dénde sacé tamafo argumento sobre fa existencia de una “Confederacién” es un misterio. También es €la quien debemos la pleitesia al Gran Guerrero Chuquimancu, Supuesto gran rey dela confederacién. Bien sabomos que todo esto ho tiene mayor fundamento. También llega a decir que la fortaleza de Ungara fue el iltimo reducto de resistencia “eafietana”, y que Chuquimancu significaba “Gran Lanza”. La construccién de historias ciertamente es un proceso largo, pero cuyo resultado final son estas creencias que en publicaciones diversas han aparecido en la Provineia. Apuntan, a nuestro enten- der, a dos ejes: sostener Ia idea de existencia historica de la “provincia” y reforzar el papel de San Vicente como gran centro administrativo del lugar. Es la confirmacién de un centralismo esta ver de caracteristicas locales. Subproducto de la idea litoral versus Ja idea de cuencas citas, Imp, La vor ae 10 4a primera guia te eid por tun Lino Sincher (Cafe en star, inp wa Ce ‘Punbe)Edoria oes, como tambien Santiago Cubils, hast la Cardona (Canc, 1689) 13s Ferando Armas Fragmentacién patrimonial Pee harps ihe concn ee determinado tipo de patrimonio a 0 r cuenta, E| rimonio de la region se for tirde hechos scogrticos como el pecutiar marco de la cuenca, foro también a partir del hecho cultural, como fue la presenels de bi parla lor. aren ispinicos y luego de la presenci espaiiola Z les poteroes proceso de meses (con fe nee nepe, feo ponés). La gastonomla, fesas, danzasy trajes fueron seca en las cuencas medi © fs plates eee ea 4 8 28 s lias, 0 los platos serranos tradicion. isles “Shor ete renee Scie » auquénido-,o los chicharrones 0 diversos plaios marinos faa vale rtamente toda la gastronomia no es originaria del [ugat, Pero bien es cierto que los sespos y los matices marcan su Patronaes, de fiestas gloss @ sore ages a is teligiosas © aniversarios de colradi diversos pueblos de la cabecera o del valle, Tambi — ee siderar el patrimonio P material. Restos arqueologicos, sitios hist cos coloniales o republicanos, cenmrotee ssa shies hice Pero mas alld de invet inventariar el patrimonio, nos hha tenido y tiene tado este conjunto. teresa el sesgo que Lo primero que hay que decir es asumimos las implicancias del te ias del término, ha tenid sum i , ha tenido en sus ingre- lentes los embates dels historia varevisad, Cuando en ta celoats %¢refirieron ls evidencis de ls antiguas cultura peinea inca irfonces no habia una nocidn de patrimonio en Tos témines sealer reign simplemente restos materi, algunas tah etc. Hubo que esperar hasta el siglo XIX (ue sional lsmo del siglo XIN, donde parimonios memeris del sed servacién se fueron’ afi pes Fagen Se fueron afincando) para que en tas eueneas un acompatiado de los. viaj i Euger a s viajeros Raimondi lendorfP" trataran de recuperar el pasado como legado culty. que este patrimonio, tal cual hoy 17 Que en hone 2 la verdad sb 5 int Ss Ne 2 wo sea rsa on aoa custone punts de pasado 126 = Espacio y pasado: la construcctén del patrimonio en la cuenca de Caflete ral, Pero, y es lo interesante, estas apreciaciones, como las poste- riores de Domingo Angulo, Emilio Hart-Terre, Villar Cérdova, partian de unos supuestos que es bueno destacar. Partian de una realidad geogratica, social y econdmica fragmentada, donde, para entonces, el litoral predominaba sobre la cabecera, con redes de caminos, formaciones urbanas y demarcaciones politicas ‘que reforzaban una configuracién del espacio distinta de hacia cua- tro siglos o mis. Si a esto agregamos las improntas mentales de estos personajes, modernos y occidentales, podemos entender que ten sus visiones sobre la regién buscasen ante todo resaltar las raigambres antiguas del valle de Cafiete, Fueron ellos los que ‘edescubrieron” las glorias del Guarco: Cerro Azul, Canchar Ungara o el “Castillo de Herbay”. Hemos ya hablado sobre el p: ticular. En todo caso lo que interesa es entender que esta faseinaci por los restos preinea ¢ inca (Cerro Azul y Inkawasi) del valle de Carete y Lunahuand se inscribe perfectamente en el deseo de exaltacion de las “antiguas culturas costeiias” sobre las serranas. No nos olvidemos, es la época del “redescubrimiento” por Uhle de Nazea y de Moche (inicios del siglo XX). En este contexto los tra- bajos de Larrabure, Angulo y Villar Cérdova adquieren un amplio sentido, Se trata de fundar una tradicién costefia, pero que ademas refuerza ain més el evidente predominio del valle en la cuenca. Fundando o reforzando la idea de una cierta historia donde el valle predominé sobre las eabeceras. No hay deseos de “historiar” a los lantiguos pueblos serranos porque ni el desarrollo espacial vigente ni cl desco particular apuntaban 2 ello. Creemos que es a partir de esta idea de patrimonio, de predominio, que hay que entender la idea de pasado que impregna a los caile- tanos, Ciertamente prejuicios de todo tipo anulan la capacidad de trajes serranos, plalos serranos, fiestas patronales 0 festividades diversas, de ser “patrimonio”. Tampoco existen restos arqueol6gicos serranos. Por aftadidura, incluso en el valle mismo, las tradiciones populares son vistas con prejuicio. No son aceptables como res- uardo de un legado, de una cierta mirada al pasado. Por supuesto a7 Fernando Armas algunos dirdn que hasta antes de mediados del siglo XX era impen- sable una idea de patrimonio tan amplia y otros que al fin y al eabo 4o que cuenta es que la mirada de los mismos pobladores de comu- nidades y pequefios pucblos mantenga sus tradiciones Pero estamos hablando del patrimonio como cierta mirada del pasado, como idea és general, antes que particular, como idea presente en los grupos de poder y en los que finalmente van educando y recreando el pasa- do. BI patrimonio que se va formando entonces es muy fragmen- tario.en doble sentido: por su inclinacién a reforzar en el espacio tal cual formado; y porque esa exaltacisn del pasado del valle tiende a Tescatarlo en su dimensidn “espiritual” antes que material. La destruccién infinita de restos arqueolégicos por ampliacién de la frontera agricola en el valle de Cafete es buena prueba de clo, Como también Jo es la ampliacién urbana en Cero Azul, San Vicente 0 Lunahuand, Habra que esperar a por lo menos las cuatro iltimas décadas para que este proceso tenga nuevos elementos. Entonces las presun- ciones de J.C. Tello sobre las cullturas serranas precolombinas en Huarochiri y Yauyos, las Tradiciones de Huarochiri recogidas por Avila (1966, 1987), las excavaciones de cuevas en . mas tarde los primeros inventarios de sitios arqueolégicos (CIZA. © INC), tanto como los estudios etnogrificos y etnol sobre Tupe, van cambiando la idea sobre el pasado de la eabecera (Matos Mar: 1953, 1956; Julio Cotler: 1958). Ni siquiera los tra- bajos arqueoldgicos de Engels en Chilea, de Williams y otros en Cerro Azul, Inkawasi y Cerro de Oro, asi como inventarios mas ‘completos sobre el conjunto de la provincia de Cafiete cambian el nuevo sesgo. La accién del Estado, finalmente, invirtiendo en Zonas de pobreza extrema y tratando de amortiguar el creciente centralismo corrobora esta afirmacién. Sin embargo, antes de producir una idea novedosa sobre el pa- trimonio de Ia regidn, las imagenes que proyectan son mas fray mentarias aiin y estan en relacién con las politicas y desarrollos de cardcter locales habidos en el siglo XX, tanto como la irrup- Espacio y pasado: la construccién del patrimonio en la cuenea de Catlete cién de una actividad econdmica novedosa: el turismo, que ha Starcado sus propio espacies finales de siglo. Ambo elemen- tos, asentindose sobre ideas fragmentarias ‘de petrimonio entonces existentes, han complejizado su idea. De ello y hablamos en otro lugar (Armas Asin: 2001). A modo de conclusién a imeresado en este estudio mostrar ta formaci6n lenta y perma nente del patrimonio, como idea y como hechos, en la cuenca de Caitete. Lo sucedido,y lo que acontece con le cuenea, os posible de ser rastreado en of7os espacios geogrifieos similares, Las condi ciones de reestructuracin y desestructuracin espacial responden también, por supuest, a caracteristicas mas generals, Empero, es espacio -que tiene sus propias peculiaridades y lo hemos querido mostrar en las caracteristicas de su formacién, tanto como en Ie mirada histriea, de pasado, que se han formado sus habitantes- es el que 0s ha llevado a hablar de imagenes fragmentarias de pat, monio, Los divoreios y fracturas espaciales entre la cabecera y el valle deben tender a desaparecer. ¥ ello empezaré justamente cvan- do se sefialen los elementos de lectura del pasado que le dan susten- to, Esperamos que el ocuparnos de esto haya sevido para desbrozay ‘el camino hacia un desarrollo mas arménico y sustentable del lugar. Femando Armas Bibliografia ‘A. Material primario BN A-537 AGI. Patronaio 119, Justicia 432, Escribania de Ci to 119, mara 498-B, SO1-A, AAL. 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