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Lucas 4:18-19 Reina Valera Contemporánea (RVC)

18 El Espíritu del Señor está sobre mí.


Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres;
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos,
A dar vista a los ciegos,
A poner en libertad a los oprimidos.

El Señor es mi pastor
Salmo de David.

23 El Señor es mi pastor; nada me falta.


2 En campos de verdes pastos me hace descansar;
me lleva a arroyos de aguas tranquilas.
3 Me infunde nuevas fuerzas

y me guía por el camino correcto,


para hacer honor a su nombre.
4 Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío,
no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo;
con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
5 Me preparas un banquete

a la vista de mis adversarios;


derramas perfume sobre mi cabeza
y me colmas de bendiciones.
6 Sé que tu bondad y tu misericordia

me acompañarán todos los días de mi vida,


y que en tu casa, oh Señor, viviré por largos días.

2 corintios
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano
Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que
están en toda Acaya:
2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación

Jeremías 31:3 Reina Valera Contemporánea (RVC)


3 Hace ya mucho tiempo, el Señor se hizo presente y me dijo:
«Yo te amo con amor eterno. Por eso te he prolongado mi misericordia.
SALMOS 139, 1-11, 13
139 Señor, tú me has examinado y me conoces;
2 tú sabes cuando me siento o me levanto;
¡desde lejos sabes todo lo que pienso!
3 Me vigilas cuando camino y cuando descanso;
¡estás enterado de todo lo que hago!
4 Todavía no tengo las palabras en la lengua,
¡y tú, Señor, ya sabes lo que estoy por decir!
5 Tu presencia me envuelve por completo;
la palma de tu mano reposa sobre mí.
6 Saber esto rebasa mi entendimiento;
¡es tan sublime que no alcanzo a comprenderlo!

7 ¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu?


¿Cómo podría huir de tu presencia?
8 Si subiera yo a los cielos, allí estás tú;
Si me tendiera en el sepulcro, también estás allí.
9 Si levantara el vuelo hacia el sol naciente,
O si habitara en los confines del mar,
10 aun allí tu mano me sostendría;
¡Tu mano derecha no me soltaría!
11 Si quisiera esconderme en las tinieblas,
Y que se hiciera noche la luz que me rodea,
13 Tú, Señor, diste forma a mis entrañas;
Tú me formaste en el vientre de mi madre!

Romanos 8. 18, 19, 31, 32, 33, 34,35


18 Pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada
se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros.
19 Porque la creación aguarda con gran impaciencia la manifestación de los
hijos de Dios.
31 ¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá
estar en contra de nosotros.
32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que
también resucitó, el que además está a la derecha de Dios e intercede por
nosotros.
35 ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia,
persecución, hambre, desnudez, peligro, espada?

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