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Vázquez García, Francisco y Cleminson, Ri- a publicar, con el investigador británico Richard

chard. Sexo, identidad y hermafroditas en el Cleminson, el libro Los hermafroditas (Comares,


mundo ibérico, 1500-1800. Madrid: Cátedra, His- 2012) centrado en el discurso médico-legal so-
toria/Serie Menor, 2018, 297 páginas. bre el hermafroditismo en la España contempo-
ránea y su conexión con los cambios políticos y
La imagen del hermafrodita ha suscita- sociales de esta época (cubriendo así un hueco
do la curiosidad científica, literaria y popular importante de la historiografía española sobre
del mundo occidental desde la antigüedad. Esa el tema). Entre tanto, aparecieron en distintas
curiosidad la hizo también visible a las institu- revistas, españolas y extranjeras, varios artí-
ciones de control, pues –a pesar de su relativa culos en los que ambos autores se adentraban
rareza estadística– la conformación anatómica en el estudio del hermafroditismo durante el
de estos cuerpos andróginos hacía borrosa la Renacimiento y la Edad Moderna. Algunos de
distinción entre hombre y mujer, cuestionando esos materiales, que ya fueron recogidos en
la visión binaria de los géneros y la norma he- forma de libro en una edición inglesa (Taylor y
terosexual. La constitución del hermafrodita no Francis, 2013), aparecen ahora publicados en la
hacía sólo confusa y ambigua la identificación obra que reseñamos, titulada “Sexo, identidad
de sexo y género, sino que también convertía en y hermafroditas en el mundo ibérico, 1500-
problemática la posibilidad de diferenciar entre 1800”. Aquí, Vázquez y Cleminson se adentran
orientaciones y prácticas homosexuales o hete- en un periodo más transitado de nuestra his-
rosexuales (sólo acordando a las personas con toriografía; pero la originalidad de su trabajo
su “verdadero sexo”, el que le proporcionaba consiste en aportar un enfoque comparativo
su identidad civil, se podía evitar o prevenir lo que intenta trazar las diferencias y similitudes
que podría considerarse como conducta homo- entre el hermafroditismo ibérico y el del resto
sexual). Esas amenazas a los límites entre gé- de Europa, así como el análisis de los debates
neros, sexos y orientaciones sexuales, fuente de médicos, jurídicos, teológicos y filosóficos de
roles familiares y convenciones que afectan a la esta época. Destaca, en este sentido, el inter-
organización social, convirtieron al hermafrodita cambio entre centros teológicos y docentes de
en sujeto de intervención médica y jurídica a lo España y Portugal, así como la influencia de la
largo de la historia moderna y contemporánea, Inquisición y la emigración de judíos y conver-
mostrándolo como una desviación de la norma sos entre ambos países.
que era necesario corregir, conectándolo en oca- En la primeros capítulos del libro se
siones con la perversión, el vicio o el pecado. muestra la ambigüedad y singularidad, en la
La percepción histórica y culturalmente Edad Moderna, de un orden heterosexual pecu-
cambiante de estos cuerpos sexualmente ambi- liar en la que la distinción sexo-género (biolo-
guos, o nómadas desde un género a otro, reflejan gía y cultura) carecía de sentido. El sexo, como
los modos de afrontar el modelado de la identi- la raza, no funcionaban entonces como una
dad sexual (mediante un proceso de exclusión categoría biológica -la vida aún no había sido
de lo “anormal”, lo “monstruoso”). El pensador especificada en el orden del saber, de las cien-
francés Michel Foucault (Les anormaux, 1999) cias- sino asociada con el rango social que el
ya situó al hermafrodita (y más tarde al per- individuo podía ostentar legítimamente (ocu-
verso) como uno de los ejes de la anormalidad, paciones, vestimenta, derechos y privilegios).
a través de los que se ha definido en nuestra Destaca en este periodo la ambigüedad de la
cultura una sexualidad sana y equilibrada, nor- figura del hermafrodita, cuya percepción podía
malizada. Siguiendo esta genealogía del “mons- desplazarse desde lo maravilloso o salvífico a la
truo sexual”, el profesor Francisco Vázquez, de peligrosa asociación con la sodomía (evitable
la Universidad de Cádiz, ya había iniciado -junto mediante el juramento de fidelidad al sexo ele-
a Andrés Moreno- en Sexo y Razón (Akal, 1997), gido y su ajuste a la norma heterosexual).
la genealogía de la figura del hermafrodita en El modelo de sexo único predominante
España, la “cacería de la identidad”, del sexo en este periodo, aun con las matizaciones que
verdadero, en estas anatomías dudosas o in- los autores señalan en el caso español, defendía
ciertas. Investigaciones posteriores le llevarían la idea de la mujer como varón menguado, e in-

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cluía formas de transición como el hermafrodi- Cleminson señalan en su libro que en España
ta, los machos menstruantes, las mujeres hom- este proceso hacia un modelo dicotómico, que
brunas o viragines, los varones lactantes… Pero excluía toda figura de transición entre los dos
se mantenía la exigencia de determinar el sexo sexos, fue tardío y sólo se completó a comienzos
prevaleciente en los casos dudosos o ambiguos; del siglo XX.
y -desde el presupuesto de que la naturaleza Cabe destacar también el capítulo dedi-
tendía siempre a lo más perfecto- se cuestionó cado en este libro al análisis de casos de herma-
la posibilidad de que el cambio de sexo fuera de froditismo en España en el periodo renacentis-
hombre a mujer. ta y moderno. En ellos se refleja el predominio
Este modelo del sexo único entró en de- de la vida conventual o la milicia, esferas que,
clive -como se señala en otro capítulo del libro- como señalan los autores, permitían escapar de
a partir de la Ilustración, donde se empezó a la esfera conyugal y “hacer pasar más fácilmen-
cuestionar el hermafroditismo, cuya naturaleza te la adopción de identidades sexuales dobles
pareció difuminarse conforme se “iluminaba” o alternas” (p. 110). También es llamativo que
con las luces de la razón. Al abandonar el ám- los/las protagonistas de estos casos intentaron
bito de lo maravilloso o milagroso, el herma- en ocasiones hacer aceptar su “condición” a las
frodita entraba en el ámbito de la naturaleza autoridades haciendo valer su fuerza física, su
para su cuestionamiento y patologización: ya valentía y su destreza con las armas (más que
no es definido como una mezcla de sexos, sino sus características anatómicas). Llegaban a
como una mala conformación. El médico foren- construirse -como en el caso de Elena de Cés-
se fue entonces el responsable de determinar pedes- una identidad peculiar que se ajustaba
la identidad sexual del pseudohermafrodita, a los distintos auditorios que debía afrontar
su sexo predominante. Frente al anterior silen- (médico, jurídico, religioso…). Todo ello en un
cio médico sobre los órganos de la sexualidad, contexto cultural de crisis de la masculinidad
aparece entonces la necesidad de un discurso imperial (del ideal de hombría militar) y de as-
explícito sobre su organización anatómica. La censo de la masculinidad cortesana (en el caso
interrogación sobre el hermafroditismo se des- de Carolina de Erauso), o de campañas contra-
plazó hacia la cuestión científica de dilucidar rreformistas sobre la moral sexual del clero ca-
si tal anomalía funcional se debía a un retraso tólico (en el caso de Juan Díaz Donoso). La crea-
o detención en el desarrollo y en cómo poner tividad y la resistencia que debieron desplegar
al descubierto “el auténtico sexo”. Se rechaza estas personas para evitar las acusaciones de
la existencia de verdaderos hermafroditas, la sodomía, bigamia o hechicería, sólo se pueden
posibilidad de transmutaciones sexuales, dada entender en su marco histórico, el de un orden
la inconmensurabilidad, la conformación dife- heterosexual en el que la identidad de género
rente de los genitales masculino y femenino. Y venía ligada al rango, a la dependencia y reco-
con estos sujetos de sexo ambiguo o cambian- nocimiento social, más que a la biología o la
te fueron desapareciendo las demás figuras de orientación sexual. En este sentido, Vázquez y
transición entre las naturalezas masculina y Cleminson intentan evitar todo tipo de esencia-
femenina (consideradas ahora “inconmensu- lismo en su análisis, respetando la peculiaridad
rables”). Se enfatiza entonces la discordancia y del marco histórico y cultural que estudian, la
complementariedad entre ambas naturalezas, mutabilidad de los saberes y de su objeto de
lo que supuestamente determinaría la peculia- conocimiento, no como necesarios precurso-
ridad tanto psíquica como social de las muje- res de la terminología y prácticas contemporá-
res. El discurso de la desigualdad femenina se neas. Otras autoras, como Anne Fausto-Sterling
intentó así recodificar situándolo en el plano de (2006:28) han cuestionado también la adecua-
las diferencias biológicas, en la singularización ción de nuestras categorías sexuales contempo-
del cuerpo femenino. Las diferencias ya no se ráneas al análisis de otros tiempos y lugares. No
sitúan “en el orden jerárquico de los rangos y obstante, libros como el que reseñamos pueden
las prerrogativas, sino en la disparidad com- ayudar a dilucidar los antecedentes de los ac-
plementaria de las estructura orgánicas y de tuales debates sobre el sexo y el género, cono-
la fisiología” (p. 200). No obstante, Vázquez y cer las huellas que el pasado ha podido dejar en

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ellos: determinar, por ejemplo, cómo la figura linidad y feminidad, los roles de género “nor-
del hermafrodita pudo cuestionar -o ayudar a malizados” (Domurat, 2000:26). La reacción a
conformar- las concepciones tradicionales so- estos desafíos condujo, y sigue conduciendo en
bre las diferencias sexuales. Además, como los nuestros días, a un intento de estrechar más,
propios Vázquez y Cleminson han señalado en desde ciertos sectores sociales -también desde
otro artículo, aunque el esencialismo no puede el campo médico o científico–, la definición de
ser aceptado como supuesto de la investigación esos roles y formas, lo que sigue haciendo ne-
histórica, sí puede ser “válido como perspectiva cesaria y urgente la lucha política y social en
política o como modo de articular narrativa- defensa del respeto a las diversas y plurales
mente la propia identidad” (2003: 144). identidades sexuales humanas. En concreto, el
El hermafrodita -que desde comienzos activismo transgénero, que lucha contra la des-
del siglo XX ha recibido la designación médica patologización de su condición, contra la obli-
de “intersexual”- presenta una variable combi- gación legal de asignación de sexo (y su adecua-
nación de órganos genitales, cromosomas, gó- ción a un género y a una conducta y orientación
nadas y hormonas que cuestionan la división sexual), ha logrado recientes reformas legisla-
sexual “normalizada”, lo que combinado con la tivas en algunos países, así como ha permitido
orientación sexual y la identificación de géne- incorporar a los estudios transgénero -frente a
ro de los sujetos, hacen más problemáticos los la ausencia de testimonios autobiográficos de
ideales de masculinidad y feminidad estableci- otras épocas- la importancia de la experiencia,
dos. Su aparente cuestionamiento de las leyes del cuerpo vivido de las personas transgénero,
de la sociedad y la naturaleza, a pesar de consi- su reelaboración creativa del discurso experto
derarse un fenómeno extremo y raro, justificó para dar sentido a “una vida habitable” (Váz-
el creciente interés médico y jurídico sobre su quez, 2009: 81).
figura (como un trabajo emprendido en negati-
vo, para redefinir o resaltar los límites, las mar- José Benito Seoane Cegarra.
cas que debían modelar al sujeto normal). En Doctor en Filosofía. Grupo de
determinados periodos históricos de nuestra Investigación “Intelectuales y calidad
cultura, como a finales del siglo XIX, el feminis- democrática en la España contemporánea”
mo, la homosexualidad y los hermafroditas (o HUM2006-04051/FISO.
intersexuales) desafiaron las fronteras sexuales josbenito@hotmail.com
establecidas, las formas aceptables de mascu- orchid ID: 0000-0002-5597-9442

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