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EL PROPÓSITO DE LA PRESENCIA DE DIOS

Salmo 16: 11

Introducción:

Una y otra vez nos preguntamos: ¿Por qué no puedo ganar a mis amigos
para el Señor? ¿Por qué mi familia no parece interesada en Dios?

La respuesta quizás no le agrade, y le golpee por lo cruda que es, pero casi
siempre la verdad duele.

La razón por la cual las personas que nos conocen no están tan interesadas
en nuestro Dios se deba a que tal vez no llevamos lo suficiente de la presencia de
Dios en nuestra vida.

Existe algo de esa sublime presencia frente a la cual todo lo demás


palidece. Sin ella el creyente estará tan carente de brillo y de vida como cualquier
persona que no tiene a Cristo en su corazón. No importa el esfuerzo, sin la
presencia de Dios será apenas otro don nadie para quienes le rodean.

Yo no sé cuál será su sentir en este momento, pero yo ya me cansé de ser


un don nadie para los perdidos que están en contacto conmigo. Hace poco tomé
una decisión trascendental en mi vida. Determiné, dispuse mi corazón a buscar,
de verdad, la presencia del Señor en mi vida.

Voy a procurar estar tan cerca del Señor, de tal modo que mi familia y mis
amigos tengan un encuentro real y redentivo con Dios. Deseo estar tan saturado
de la presencia de Dios que cuando ocupe un puesto en un autobús, todas las
personas que estén cerca de mí se sientan incomodas de repente si no están en
buena relación con Dios.

Lo que quiero no es echar la culpa sobre esas personas o condenarlas; lo


que quiero es llevar conmigo la fragancia de mi Señor y Salvador.

Desarrollo:

I.- Las peleas terminan al llegar Papá a la casa

Durante siglos hemos peleado batallas espirituales contra Satanás y su


banda utilizando palabras atrevidas, y a veces con palos y piedras. Pero ya es
tiempo de clamar a nuestro Padre (Jr. 33: 3) y ver que las peleas y desafueros en
nuestras comunidades toman un rumbo totalmente diferente.

Les confieso con todos los gramos de fe que hay en mí ser, que si nuestro
Padre puede descender y hacer que su manifiesta presencia toque a nuestra
amada Venezuela tan siquiera una vez, si tan sólo una pequeña lagrima de sus
ojos cae en una ciudad como Caracas, Maracay, Valencia o Maracaibo, entonces
su gloria traerá un avivamiento a través de toda nuestra Patria bonita, los
demonios tendrán que huir, y los pecadores caerán sobre sus rodillas ahogados
en sus propias lagrimas por causa de sus pecados ¡ayúdanos Señor Jesús!

II.- El punto importante

Si nos encontramos en realidad hambrientos de ver que nuestro Señor


entre en escena, entonces debemos comprender que necesitamos dejar de buscar
sus beneficios y renunciar a continuar pidiendo que Él haga esto o aquello por
nosotros. Eso fue lo que los israelitas hicieron durante siglos, después de
desechar el rostro de Dios.

Lo que necesitamos es arrepentirnos genuinamente y decir con nuestras


acciones y con nuestras palabras, Señor te queremos a ti. No nos importa lo que
logra aquel, o el otro, o si haces esto o aquello. Nos humillamos ante tu altar, haz
que tu fuego purificador caiga sobre nosotros para que podamos finalmente ver tu
rostro.

III.- Una cuestión de moral

No podemos esperar que otros se arrepientan sinceramente, si usted y yo


no estamos dispuestos a caminar continuamente en ese mismo grado de
arrepentimiento.

El mundo está cansado de oír sermones populares, predicados en


pomposas iglesias ¿qué derecho tenemos, o qué autoridad nos asiste para decirle
a los demás que se arrepientan de sus pecados, cuando existen problemas tan
evidentes en nuestra propia casa, y aún en nuestras iglesias?

La hipocresía jamás ha tenido la aprobación de Dios en su iglesia, pero


nosotros la convertimos en la principal atracción dentro de ella.

Lo que necesitamos hacer es venir en busca de limpieza y confesar: “Sí,


tenemos algunos problemas”. Sí, yo tengo algunos problemas también. Pero
me arrepiento de mis pecados ahora mismo. ¿Hay alguien que quiera unirse
conmigo en arrepentimiento?
IV.- Es cuestión de creer y hacer

Creo que todos nosotros nos sorprenderíamos de la cantidad de personas


que comenzarían a escapar de la sociedad corrupta, cuando vean un verdadero
arrepentimiento de la iglesia.

Una vez toco el problema más serio de todos nosotros: no tenemos el pan
de la presencia de Dios. Nuestras iglesias están llenas de programas e imitaciones
del mundo, lo que ha traído como resultado hijos pródigos de profesión, quienes
aman las cosas de su Padre, pero no a su Padre.

Venimos al comedor familiar, no para buscar o tener más de la persona de


nuestro Padre reflejada en nosotros, sino para suplicar y tratar de persuadirlo de
que nos de todas las cosas que hay en su casa y que Él nos ha dicho que son
legalmente nuestras.

Abrimos nuestras Biblias y decimos: yo quiero todos los dones, quiero la


mejor porción, la plenitud de la bendición, quiero tener todo lo que me pertenece.

Irónicamente fue la bendición del Padre la que financió realmente el viaje


del hijo pródigo lejos del rostro de su padre. Y fue la nueva revelación de su
pobreza la que impulsó al hijo a volver a los brazos de su padre una vez más.

Conclusión:

A veces utilizamos las mismas bendiciones que Dios nos da, para financiar
nuestra separación de Él como centro de nuestra vida.

Oración:

“Señor, pon en nuestros corazones hambre de ti, no de las cosas que nos
puedes dar.

Apreciamos Padre Santo, tus abundantes bendiciones y misericordias, pero


estamos hambrientos de ti, de nuestro Señor y Dios.

Ven y muéstranos el verdadero propósito de tu presencia, te lo pedimos


Padre Santo en el nombre de Jesucristo nuestro Señor y Salvador”.

Amén…

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