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El otro yo
Antropología
Profesor Sevilla Matías
En este contexto, aparece la ética como la única vía para la salida del ser dice
Lévinas. Este considera que la ética es la filosofía primera ya que nos permite pensar
en el Otro, de esta manera logramos salir de nuestro ego cartesiano, del
individualismo que nos rodea. Así mismo logramos el planteamiento de la pregunta
sobre la otredad. ¿Qué es el otro o quien es el “Otro”?
Siendo prácticos, definimos al otro desde dos enfoques, desde el ser y el tener
(la posesión). Es decir desde el primer enfoque, el otro es todo aquello que no soy yo,
es lo que me rodea y me excede. Desde el segundo enfoque, lo otro es eso que no me
pertenece, lo que no es mío porque es de “otro”. Sin embargo, estas dos ideas no
logran salir todavía de la mismidad, proponen al otro desde nosotros mismos y no
como la esencia misma de la otredad.
Para evitar caer en esto, Lévinas afirma que el Otro representa la presencia de
un ser que no entra en la esfera del Mismo, presencia que lo desborda, fija su
"jerarquía" de infinito. El otro es aquel que permanece intacto en su alteridad, es
absoluto. Lo único que me queda es acogerlo como infinito y trascendente,
responsabilizarme de sus necesidades, porque la ética no está basada en el ser, sino
en las relaciones.
Las necesidades del Otro son prioritarias inclusive por sobre las nuestras, ante
el dilema ético de elegir entre el Otro o yo, lo correcto es que elijamos al Otro. Ante la
exigencia del Otro de que me encargue de él, yo no puedo escaparme. El sujeto está
llamado a responder del Otro, hasta de su propia responsabilidad. De este modo, mi
yo queda sustituido por el Otro, por lo que el Otro se impone como límite de mi propia
libertad. Tenemos que ser defensores de la otredad, la respetamos y valoramos, sin
importar a quien responda el neologismo de otredad.
Fue así como Lévinas decide abandonar el ser y adoptar la etica para pensar lo
humano. Propuso un humanismo del otro hombre, del hombre que se responsabiliza y
responde totalmente por el Otro: “Desde el momento en que el Otro me mira, yo soy
responsable de él sin ni siquiera tener que tomar responsabilidades en relación con él;
su responsabilidad me incumbe. Es una responsabilidad que va más allá de lo que yo
hago”
Entender al Otro desde una dimensión diferente a la idea del ser, nos permite a
nosotros poder salir del cogito infundido por Descartes. No obstante, es imposible
entender al otro sin objetivarlo debido a la finitud de nuestro lenguaje.
La relación que propone Levinas del Otro y el Yo, es utópica para la sociedad
en la que nos encontramos, porque plantea de que las personas tienen que priorizar
las necesidades del Otro por sobre las de ellas mismas, sin embargo para que esta
ética funcione es necesario que todas las personas cumplan con esta premisa. Es
decir, si yo priorizo las necesidades del Otro por sobre las mías, y el Otro no hace lo
mismo, estamos ante una falencia. Además, no responde al dilema ético planteado, el
Otro o Yo, ya que si los dos siguen este principio, yo priorizo al Otro y el Otro me
prioriza a mí, y ante la hora de responder por la priorización de una necesidad, se
convierte en una paradoja.