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EDUARD LOHSE
INTRODUCCIÓN
AL
NUEVO TESTAMENTO
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EDUARD LOHSE

INTRODUCCIÓN
AL
NUEVO TESTAMENTO

EDICIONES CRISTIANDAD
Huesca, 30-32
MADRID
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Título original:
DIE ENTSTEHUNG DES NEUEN TESTAMENTS CONTENIDO
© VERLAG W. KOHLHAMMER
Stuttgart 1972
Prólogo 11
* La tarea 13

Lo tradujo al castellano:
CONSTANTINO RUIZ-GARRIDO I
FORMACIÓN DEL CANON
DEL NUEVO TESTAMENTO
1. Comienzos de la formación del canon 19
2. El canon del Nuevo Testamento hacia el
200 d. C . 23
3. El cierre del canon del Nuevo Testamento. 25

II
FORMACIÓN DE LOS
ESCRITOS NEOTESTAMENTARIOS
I. Formas y géneros de la proclamación y doctrina
de la Iglesia primitiva 31
1. Confesiones de fe de la Iglesia primitiva ... 32
2. Himnos cristianos primitivos 38
3. Tradición litúrgica 42
4. Tradición parenética 45
II. La redacción de las cartas cristianas primitivas. 50
1. Carta y epístola 50
2. Autenticidad y pseudonimia 53
Derechos para todos los países de lengua española en 3. Cronología del cristianismo primitivo 55
EDICIONES CRISTIANDAD
Madrid 1975 III. Las cartas auténticas de Pablo 60
1. Primera carta a los Tesalonicenses 60
Depósito legal: M. 2.137.—1975 ISBN: 84-7057-174-5 2. Carta a los Gálatas 62
3. Primera carta a los Corintios 66
Printed in Spain by 4. Segunda carta a los Corintios TS
ARTES GRÁFICAS BENZAL - Virtudes, 7 - MADRID-3 5. Carta a los Romanos Hl
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8 Contenido

6. Carta a los Filipenses 87 III


7. Carta a Filemón 92 EL TEXTO DEL NUEVO TESTAMENTO
IV. Cartas déutero-paulinas 94 1. Tarea de la crítica textual del Nuevo Testa-
1. Segunda carta a los Tesalonicenses 94 mento 253
2. Carta a los Colosenses 96 2. Los manuscritos del Nuevo Testamento ... 257
3. Carta a los Efesios 102 3. Historia del texto impreso del Nuevo Tes-
4. Cartas Pastorales 106 tamento 262
4. Estado actual de la crítica textual del Nue-
V. Formas y géneros de la tradición oral acerca de vo Testamento 265
Jesús 115
índice onomástico 270
1. La «historia de las formas» aplicada a la tra- índice analítico 273
dición sinóptica 115
2. La transmisión de la predicación de Jesús. 120
3. La transmisión de los hechos de Jesús 123
4. La «historia de la redacción» aplicada a los
Evangelios 125
5. El evangelio y los Evangelios 127
VI. Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles. 131
1. La cuestión sinóptica 131
2. Evangelio de Marcos 143
3. Evangelio de Mateo 150
4. Evangelio de Lucas 158
5. Hechos de los Apóstoles 167
VIL Evangelio y cartas de Juan 178
1. Evangelio de Juan 178
2. Primera carta de Juan 199
3. Segunda y tercera cartas de Juan 208
VIII. Las restantes cartas del Nuevo Testamento 211
1. Carta a los Hebreos 212
2. Carta de Santiago 220
3. Primera carta de Pedro 227
4. Segunda carta de Pedro y carta de Judas ... 232
1. Carta de Judas 232
2. Segunda carta de Pedro 234
IX. El Apocalipsis de Juan 237
1. La apocalíptica 237
2. El Apocalipsis de Juan , 240
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PROLOGO

Este manual pretende ofrecer una breve perspectiva de


la formación del canon del Nuevo Testamento, de los dis-
tintos escritos que lo integran y de su texto. Trata, pues,
de proporcionar los conocimientos básicos de la asignatura
que se conoce con el nombre de «Introducción al Nuevo
Testamento». El tema lo he ido trabajando a través de lec-
ciones, seminarios y coloquios con estudiantes, todo lo cual
me ha servido de estímulo y sugerencia para la forma defi-
nitiva que debía dar a mi libro.
A propósito de la exposición, debo manifestar que he
atendido mucho a la importancia que tiene la historia de
las formas para comprender el origen de los primitivos
textos cristianos. A fin de poder exponer en reducido espa-
cio la formación del Nuevo Testamento fue preciso elegir
lo importante, dejando a un lado lo accesorio. La selección
estuvo presidida por la finalidad de hacer resaltar los pro-
blemas principales, a fin de esclarecer en ellos la metodo-
logía del trabajo histórico-crítico.
En la confrontación con la literatura secundaria, que se
cita según el sistema de abreviaturas de la obra RGG (Die
Religión in Geschichte und Gegenwart, Tubinga 31955-65),
pusimos empeño en valorar las investigaciones básicas, pero
señalando también las posiciones contrarias más destacadas
y teniendo en cuenta principalmente las discusiones más
recientes, que no han sido recogidas aún en otros libros de
texto.
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LA TAREA

W. G. Kümmel, Einleitung in das NT ais theologische Auf-


gabe (1959), en Heihgescbehen und Geschicbte (1965) 340-350.

a) En la asignatura de introducción al Nuevo Testa-


mento se estudia tradicionalmente la tormación del mismo.
Pero no se entiende por ello la mera exposición de las ideas
generales y particulares que se requieren para comprender
los escritos neotestamentarios. El concepto de introducción
se entiende más bien como una introducción general a la
formación del canon del Nuevo Testamento y una intro-
ducción especial a la composición de cada uno de los escri-
tos. ¿Quiénes fueron los autores de los Evangelios y de las
cartas? ¿A quiénes fueron dirigidos? Para responder a es-
tas preguntas lo primero que hay que hacer es recoger las
indicaciones que hallamos dentro de los escritos mismos
del Nuevo Testamento y examinarlas luego críticamente.
Tenemos que investigar también los datos que nos ofrece
la tradición de la Iglesia antigua. Es verdad que la Iglesia
antigua no acogió en el canon sino aquellos escritos que
suponía que habían sido redactados por algún Apóstol. Pero
estas opiniones, que llegaron a imponerse en la Iglesia an-
tigua, debemos examinarlas con los recursos de la investi-
gación histórico-crítica. Finalmente, de la introducción al
Nuevo Testamento forman parte también la historia de los
textos y la crítica textual. Los escritos del Nuevo Testa-
mento, ¿se han conservado intactos o han experimentado
adiciones o supresiones? Entre la multitud de manuscritos
que se nos han transmitido, ¿cómo lograremos reconstruir
la forma textual que corresponda con la mayor exactitud
posible a lo que escribieron los autores del Nuevo Testa-
mento?
Por consiguiente, la tarea de la introducción al Nuevo
Testamento no sólo se distingue de la exégesis, que trata
de interpretar uno por uno los escritos del Nuevo Testa-
mento, sino también de la teología del Nuevo Testamento,
que pretende averiguar cuál es la teología contenida en di-
chos escritos. Es verdad que muchas veces no se pueden
trazar con nitidez las fronteras entre estas disciplinas. Así,
por ejemplo, la explicación histórico-formal de los Evan-
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14 La tarea La tarea 15
gelios tiene repercusiones inmediatas para la comprensión importante fue escrita por Tohann David Michaelis. cuya
de la teología de la comunidad y de los evangelistas. La obra Einleitung in die gottlichen Schriften des Neuen
interpretación del Cuarto Evangelio será diferente, según Bundes (Introducción a los escritos sagrados del NT;
consideremos o no como su autor al apóstol Juan. Y la 1750) fue adquiriendo en sucesivas ediciones una inde-
imagen de la teología paulina cambiará notablemente si se pendencia cada vez mayor con respecto a los principios
sostiene la opinión de que las cartas pastorales se derivan asentados ya por Simón. En los decenios siguientes, Semler,
de Pablo. De Wette, Eichhorn, Schleiermacher y otros fueron abrien-
Los ejemplos que acabamos de mencionar muestran que do el camino hacia un mayor reconocimiento de la investi-
la cuestión acerca de la formación del Nuevo Testamento gación histórica de los escritos del Nuevo Testamento.
no puede resolverse sino medíante los recursos de la inves- En el sip;1o XTX, los trabajos de Ferdinand Christian Baur
tigación histórica. Esta tarea tiene gran importancia teo- constituían el centro mismo de los debates. Baur trataba
lógica, pues el objeto de la investigación son los veintisiete de comprender la historia del cristianismo primitivo según
escritos del Nuevo Testamento que constituyen el canon el esquema de la filosofía hegeliana de la historia. A la
de la Iglesia cristiana. Mientras la historia de la literatura tesis constituida por el judeocristianismo de los primeros
del cristianismo primitivo tiene que estudiar también los Apóstoles siguió la antítesis del cristianismo gentílico, libre
escritos de la Iglesia cristiana incipiente no aceptados en el de las coyundas de la Ley, y de impronta paulina. La sínte-
canon, la introducción al Nuevo Testamento concentra su sis se consiguió en un movimiento mediador, tal como lo
atención sobre los escritos neotestamentarios. La palabra vemos reflejado en los Evangelios y en los Hechos de los
de Dios nos fue comunicada por medio de la palabra hu- Apóstoles, y halló su colofón en el Evangelio de Juan. De
mana. Por eso está obligado el teólogo a emplear a concien- acuerdo con este esquema, se investigó cada escrito del
cia los recursos de la investigación histórica, a fin de llegar Nuevo Testamento según el puesto que se estimaba le co-
a un conocimiento objetivo de las palabras de los primeros rrespondía en este transcurso de la historia del cristianismo
testigos, fuente de toda palabra que edifica a la Iglesia. primitivo y se buscó la presunta tendencia de cada uno de
b) En la Iglesia antigua y en el Medievo no existía aún los escritos en esta evolución de la tesis a la síntesis, pa-
Ja investigación histórica. Es verdad que se transmitieron sando por la antítesis, es decir, se ejercitó la llamada «crí-
algunos da.tos sobre los autores, los destinatarios y la fina- tica de las tendencias». Es verdad que ello dio notable im-
lidad de los libros bíblicos —así ocurre, por ejemplo, en el pulso a los estudios históricos del Nuevo Testamento; sin
llamado Canon de Muratori (cf. pp. 23s), en los prólogos embargo, seguíase un esquema demasiado rígido para expli-
de los Evangelios (cf. pp. 149 y 165) y en los Padres de la car la formación de los libros del Nuevo Testamento, pues
Iglesia—; pero sólo el Humanismo fomentó los estudios es imposible explicar todos los escritos del cristianismo
filológicos e históricos. La rígida doctrina de la inspiración, primitivo partiendo de la oposición entre el judeocristia-
tal como se defendió en la ortodoxia protestante antigua, nismo y el cristianismo gentílico. Por eso se corrigió en mu-
no dejaba margen alguno para los problemas históricos; chos puntos la perspectiva de Baur. Pero sigue conservando
sin embargo, la Ilustración empezó a suscitar un interés su valor la idea de que hay que investigar cada escrito neo-
hasta entonces desconocido por la historia. testamentario, teniendo en cuenta el lugar que ocupa dicho
La historia de la ciencia introductoria al Nuevo Testa- escrito dentro de la historia del cristianismo primitivo.
mento comienza/fon las investigaciones del erudito católico Hacia fines del siglo pasado v comienzos del presente
Richard Simon^Suobra en tres volúmenes, titulada Histoi- se publicaron varias obras importantes sobre el origen del
re critique du NT (1689-93), suscitó viva contradicción, Nuevo Testamento. La obra de H. T. Holtzmann Lehrbuch
pero obligó también a sus críticos a adentrarse en los estu- der historisch-kritischen Einleitung in das NT (Texto de
dios históricos. Por parte protestante, la primera exposición introducción histórico-crítica al NT; 1885, 3 1892) destaca
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16 La tarea
por su juicioso sentido crítico. La extensa obra de Th, Zahn
(1897-1899) ofrece abundantes materiales, que se hallan
ampliamente al servicio de una argumentación apologética. I
De impronta conservadora son también las introduccio-
nes al Nuevo Testamento publicadas por F. Barth (1908,
45
FORMACIÓN DEL CANON
1921) y P. Feine (1913, "1950: Feine-Behm). La contra- DEL NUEVO TESTAMENTO
partida crítica de estas obras la tenemos en el manual de
A. Tülicher (1894, 71931: Jülicher-Fascher). La investiga-
ción católica tomó parte en la discusión a través de las
obras de J. Sickenberger (1916, 5-61939), H. J. Vogels
(1925), M. Meinertz (1933, 2<5>1950) y K. Th. Schafer
(1938, 21952).
Mientras W. Michaelis (1946,31961), del lado protestan-
te, ofrecía una exposición que trataba de defender las opi-
niones tradicionales, A. Wikenhauser (1953,61973: Wiken-
hauser-Schmied) demostraba cómo la ciencia bíblica cató-
lica reconoce la problemática crítica y le da cabida dentro
del marco posible antes del Concilio Vaticano II. Desde
este momento, los puntos de vista confesionales no desem-
peñan ya casi ningún papel en la dilucidación de los pro-
blemas históricos.
La discusión científica que se desarrolló en la época en-
tre las dos guerras mundiales quedó recogida en dos obras:
W. Marxsen. Einleitung in das NT (1963, 31965), es un
texto de iniciación que muestra con ejemplos seleccionados
la importancia teológica de la ciencia introductoria. La re-
fundición completa de la obra de W. G. Kümmel, debida
a la pluma de Feine-Behm, reelabora totalmente la erudita
exposición y ofrece una excelente ayuda para orientarse
acerca de los problemas que se discuten hoy día. La infor-
mación, muy abundante, va unida siempre con un ponde-
rado juicio crítico (fue publicada como duodécima edición
por Feine-Behm en el año 1963; 161969).
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W. G. Kümmel, Notwendigkeit und Grenze des ntlichen


Kanons (1950), en Heilsgeschehen und Geschichte (1965) 230 a
259; H. von Campenhausen, Die Entstehung der christlichen
Bibel (1968); E. Kasemann (ed.), Das Neue Testament ais
Kanon (1970).

1. COMIENZOS DE LA FORMACIÓN DEL CANON

a) La palabra canon significa caña, medida, tendel


(cf. Gal 6,16), regla, norma. Desde el siglo iv se empleó
esta palabra en la Iglesia antigua con la significación de
catálogo de los escritos sagrados, cuya validez se aceptaba
en la Iglesia. La Iglesia latina recibió este término de la
Iglesia griega y lo entendió en el sentido de regula (regla).
En los escritos reconocidos como canónicos se veía testifi-
cada la verdad divina y se les atribuía, por tanto, fuerza
obligatoria. ¿Qué escritos adquirieron en la Iglesia antigua
este prestigio?
b) Las comunidades cristianas primitivas consideraron
como Escritura sagrada el Antiguo Testamento. Es verdad
que el deslinde definitivo del canon del Antiguo Testa-
mento no lo hizo la Sinagoga hasta finales del siglo i; se
siguió discutiendo sobre el Cantar de los Cantares, el Ecle-
siastés y Ezequiel hasta que se comprobó que concordaban
con la Tora y con ello se aclaró su pertenencia al canon.
Pero, de hecho, ya en tiempo de Jesús y de los primeros
cristianos se había cerrado el círculo de los escritos del An-
tiguo Testamento. Así lo demuestran, por un lado, el em-
pleo que se hace del Antiguo Testamento en los textos de
la comunidad de Qumrán, y por otro, su utilización por
parte de la cristiandad incipiente, la cual lo designa casi
siempre como «la Escritura» o como «las Escrituras» (1 Cor
15,3-5), o lo cita a parte potiori como «la Ley». En Le
24,44 se mencionan las tres partes del Antiguo Testamento:
«Todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y
Salmos».
A diferencia del judaismo, la comunidad cristiana leía el
Antiguo Testamento no como Ley, sino como testimonio
de Cristo, que es el fin de la Ley (Rom 10,4); porque por
el cumplimiento de las promesas queda de manifiesto cuál
es la verdadera significación de la Tora, y con ello la Ley
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20 Formación del canon del NT Comienzos de la formación 21

queda realmente establecida (Rom 3,31). Por tanto, la Es- e) Mensajero autorizado del Kvrios es el Apóstol, el
critura se lee a partir de Cristo y en orden a Cristo y es cual reclama para sí la posesión del Espíritu: «Y Espíritu
considerada indiscutiblemente como palabra de Dios, tanto de Dios creo tener también yo» (1 Cor 7,40). El Apóstol
por la comunidad judeocristiana como por la comunidad habla con la autoridad que le da el Espíritu, como «após-
gentílico-cristiana. En la llamada «prueba de Escritura» se tol de Cristo Jesús». La palabra del Apóstol tiene que im-
emplean frases del Antiguo Testamento. Y se las recoge ponerse contra muchas pretensiones, pero halla reconoci-
también en la parénesis de la comunidad. Esta comprensión miento universal en las comunidades. De ahí que se con-
del Antiguo Testamento tendría que defenderla la Iglesia serven sus cartas, que se las lea en el culto divino y que
contra las objeciones de la Sinagoga, a fin de probar sólida- se las haga circular. Así como en el Antiguo Testamento
mente que el acontecimiento de Cristo era el cumplimiento están agrupados la Ley y los Profetas, así lo están también
de las Escrituras. —para la comunidad cristiana— el Señor y los Apóstoles.
c) El evangelio acerca de Cristo crucificado y resucitado La palabra de ellos tiene fuerza obligatoria para dicha co-
tiene como tema «lo que Dios había prometido previamen- munidad.
te por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras» f) Los escritos protocristianos. que surgieron al princi-
(Rom 1,2). Todas las partes de la Escritura son considera- pio como literatura de ocasiónSiueron reunidos desde muy
das a la luz de la buena nueva. En los Salmos es Cristo pronto en colecciones. Así, las cartas del Apóstol pasaban
quien habla; las palabras de los Profetas describen la obra de una comunidad a otra (Col 4,16). Y se hacían copias y
de Cristo, y el Pentateuco muestra con el ejemplo de Abra- se las iba coleccionando. Colecciones de éstas las hubo
hán qué es lo que significa la fe en el Dios que resucita a seguramente en los centros de la misión paulina, en Corin-
los muertos. Por eso el evangelio ofrece a la comunidad to y Efeso. Cuando en el siglo II el autor de la carta segun-
cristiana la llave para abrir las riquezas de la Escritura y da de Pedro habla de «todas las cartas de nuestro amado
revelar su contenido en la predicación que hace del Señor. hermano Pablo» (3,15s) está presuponiendo que existe una
d) Esta comprensión de la Escritura está dirigida por colección de cartas paulinas. Ignacio de Antioquía cita la
la confesión de fe de que Jesús es el Señor. Se transmiten mayoría de las cartas paulinas. Y lo mismo hace, un poco
palabras del Kvrios, las cuales instruyen a la comunidad más adelante, Policarpo de Esmirna.
acerca de cómo ha de resolver las cuestiones discutidas. Los Evangelios, que surgieron en diversas partes del Im-
Así, por ejemplo, el problema de si los cristianos que ya perio Romano, hallaron muy pronto en la Iglesia amplia
han fallecido han de salir perjudicados en comparación con difusión. El fragmento de papiro p 52 (cf. pp. 198s) ates-
los cristianos que vivan todavía cuando se produzca la pa- tigua que el Evangelio de Juan se conocía ya en Egipto ha-
rusía del Señor, esa parusía que se espera para pronto, es cia el año 125. A mediados del siglo n , el autor del final
un problema que se resuelve mediante una «palabra del —secundario— de Marcos (cf. p. 145) conoce los cuatro
Señor» (1 Tes 4,13-18). Sobre la cuestión del matrimonio Evangelios y compone con sus datos una armonía de los
y del divorcio una palabra del Señor da instrucciones váli- relatos pascuales (Me 16,9-20). Palabras de Jesús, que
das (1 Cor 7,10). Y lo mismo ocurre con respecto a la obli- los Padres apostólicos citan generalmente de la tradición
gación que tiene la comunidad de procurar el sustento a oral que ha llegado hasta ellos (véase H. Koster, Synop-
los predicadores del evangelio (1 Cor 9,14). Lo que el Se- tische Überlieferung bei den apostolischen V'átern, 1957),
ñor dispuso en la noche en que fue entregado es lo que son introducidas ocasionalmente como graphé (Bern 4,14;
determina en la comunidad la celebración de la Cena (1 Cor 2 Clem 2,4). Lo que el Señor dijo tiene la misma validez
11,23-25). Cuando no se ha transmitido ninguna palabra que una palabra de la Sagrada Escritura. Justino, a media-
de Jesús, vemos que Pablo advierte expresamente: «Les dos del siglo II, nos dice que «las memorias de los Após-
hablo yo, no el Señor» (1 Cor 7,12). toles» se leen en el culto divino, lo mismo que los escritos
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22 Formación del canon del NT

de los Profetas (Apol I 66,3; 67,3). Es verdad que falta 2. EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO
todavía una denominación colectiva para los escritos cris- HACIA EL 200 D. C.
tianos primitivos, que eran utilizados en el culto divino lo
mismo que los libros del Antiguo Testamento; pero lo cier- Hacia finales del siglo II y comienzos del n i la forma-
to es que los Evangelios y las cartas de los Apóstoles ocu- ción del canon del Nuevo Testamento llegó ya a resultados
pan ya el mismo rango que la Ley y los Profetas. Mientras concretos, que aparecen en diversos lugares de la Iglesia
que los rabinos se consagraron a coleccionar la tradición antigua y que muestran en lo esencial una imagen armónica.
oral de la interpretación de la Ley, recogiéndola en los tra- a) Ireneo. oriundo de Asia Menor y que trabajó como
tados de la Misná, y fijaron con ello la interpretación nor- presbítero en el sur de Francia, conoce ya y utiliza tan
mativa de la Tora, la comunidad cristiana compiló los es- espontáneamente los cuatro Evangelios, que llega a filo-
critos en los que ella veía la interpretación de la Escritura sofar sobre el número 4 como magnitud dada, y asocia con
—la interpretación que ella consideraba válida— como tes- los cuatro evangelistas las cuatro figuras de animales que
timonio de Cristo. Así, en época temprana fue comenzando aparecen en Ez 1,10 y en el Ap 4,7. Utiliza, además, los
ya la compilación de un canon del Nuevo Testamento, que Hechos de los Apóstoles y todas las cartas paulinas (excep-
contenía no sólo los Evangelios, sino también las cartas de tuada la de Flm); entre las Epístolas católicas menciona él
los Apóstoles. 1 Pe y 1-2 Jn. Faltan, pues, 2 Pe, 3 Jn, Jds, Sant y Heb.
g) Hacia mediados del siglo n . Marción rechazó el An- Conoce, en cambio, el Apocalipsis. Así que no está fijado
tiguo Testamento, porque el Dios del Antiguo Testamento aún por completo el catálogo de las Epístolas católicas.
—como demiurgo— no era más que el creador del mundo, b) Tertuliano, en lo que se refiere a Occidente, atesti-
pero no el Padre de Jesucristo. Sustituyó para las comuni- gua veintidós escritos del Nuevo Testamento: cuatro Evan-
dades marcionitas el canon del Antiguo Testamento por gelios, Hch, trece cartas paulinas y, además, 1 Pe, 1 Jn,
un nuevo canon de libros sagrados, que constaba de un Jds y Ap. La carta a los Hebreos es atribuida a Bernabé,
Evangelio de Lucas, purificado de fragmentos judíos, y diez y no se incluye en el canon.
cartas paulinas (sin las Pastorales). Al proponer este nuevo
c) Clemente de Alejandría alude en su extensa obra
canon, Marción forzó a la Iglesia universal a establecer con
a los cuatro Evangelios. Menciona además catorce cartas
carácter de obligatoriedad cuáles eran los escritos cristianos
paulinas (incluida Heb), así como también 1 Pe, 1-2 Jn y
primitivos a los que ella concedía prestigio canónico. Pero
Jds. Sin embargo, todavía no están nítidamente trazadas
sería difícil afirmar que la idea y la realidad de una Biblia
las lindes del canon, pues, por una parte, concede él que
cristiana hayan nacido en la mente de Marción, y que la
hubo también autores paganos que escribieron en virtud
Iglesia, que se distanció de él, haya seguido su ejemplo
de inspiración divina; por otra, alude a otros escritos cris-
(así piensa Campenhausen); pues, de hecho, existían ya an-
tianos primitivos, como el Apocalipsis de Pedro, la Carta
tes de Marción claros principios de la formación de un
de Bernabé y la Carta primera de Clemente, la Didajé y el
canon del Nuevo Testamento. Aunque es cierto que el
Pastor de Hermas; alude también a los evangelios apócri-
canon de Marción impulsó vigorosamente la evolución ini-
fos de los Hebreos y de los Egipcios, aunque no les atri-
ciada ya dentro de la Iglesia universal. De tal suerte que,
buye el mismo rango que a los cuatro Evangelios.
hacia finales del siglo n , estaba determinado ya en sus ras-
gos fundamentales el canon del Nuevo Testamento. di El Canon de Muratori es hacia el año 200 el testi-
monio más importante acerca del canon del Nuevo Testa-
mento. El escrito, llamado así por el nombre del bibliote-
cario de Milán que lo descubrió en el año 1740, data de
finales del siglo n y ofrece un catálogo del canon de la
comunidad romana. El texto que se ha conservado comien-
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24 Formación del canon del NT El cierre del canon 25

za con las últimas palabras sobre Me; se ha perdido el frag- Pedro. Serapión examinó detenidamente este escrito y des-
mento inicial que hablaba, indudablemente, sobre Mt. No cubrió en él contenidos de tipo gnóstico y doceta. Y escribe
sólo se enumera la serie de escritos, sino que además se así: «Es cierto que la mayor parte de este evangelio con-
habla brevemente del origen y significación de los mismos. cuerda con la verdadera doctrina de nuestro Redentor. Pero
Se dice expresamente que el Evangelio de Juan fue escrito hay bastantes cosas que se apartan de ella». De ahí se de-
por el apóstol Juan. En cambio, se afirma que Me y Le duce para él que este escrito circula falsamente con el nom-
fueron escritos por discípulos de los Apóstoles (Me = el bre de Pedro. «Porque nosotros sabemos que no se nos
intérprete de Pedro; Le = el compañero de viajes de Pa- han transmitido tales escritos» (Euseb., H. E. VI, 12). Por
blo). Después de Hechos vienen trece cartas paulinas: las consiguiente, para garantizar el prestigio canónico de un
cartas 1-2 Cor, Ef, Flp, Col, Gal, 1-2 Tes y Rom están escrito no basta con afirmar que dicho escrito procede de
dirigidas a siete comunidades, según las siete misivas de un Apóstol. Tan sólo después de examinar su contenido
Ap 2-3. Después de las cartas a las comunidades, se men- puede reconocerse su validez. De este modo la Iglesia trata
cionan Flm, Tit y 1-2 Tim. Circula una carta a los fieles de establecer distinción entre el testimonio cristiano pri-
de Laodicea, pero se la considera como «falsificada en cuan- mitivo y los escritos posteriores. En Occidente se discute
to a su epígrafe paulino y escrita para favorecer a la secta todavía acerca de la carta a los Hebreos; en Oriente exis-
de Marción, y otras cosas más que no pueden aceptarse en ten dudas sobre el Apocalipsis y, en general, acerca de cuá-
la Iglesia católica. Porque no está bien mezclar la hiél con les son las Epístolas católicas. El problema de si deben
la miel». Al final se mencionan Jds y dos cartas de Juan, incluirse también en el canon 2 Pe, 2-3 Jn, Jds y Sant se
juntamente con el Ap de Juan y el Ap de Pedro, porque estudia extensamente en los siglos n i y iv y finalmente se
tiene como autores a Apóstoles. Ahora bien, el Pastor de le da una solución positiva.
Hermas, «que se compuso hace poco tiempo, en nuestros
días, en la ciudad de Roma», debe leerse, «pero no se pue- 3. EL CIERRE DEL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO
de hacer públicamente en la Iglesia, ante el pueblo, ni entre
los Profetas, cuyo número ya está completo, ni entre los a^ En la Iglesia meza. Orígenes no conocía aún una
Apóstoles al fin de los tiempos». Así, pues, el autor trata Hjaaondefmmva'de los límites entre los libros canónicos
de ser lo más completo posible en la enumeración de todos y los no canónicos. Algo parecido a lo que hemos visto en
los escritos del Nuevo Testamento y de señalar claramente Clemente de Alejandría. Sin embargo, él hizo una distin-
los límites del canon. ción, dividiendo los escritos en los siguientes grupos:
Cuatro Evangelios, los Hechos, trece cartas paulinas y 1) anantirréta, o bien homologoámena, que se empleaban
algunas Epístolas católicas son reconocidos universalmente universalmente en la Iglesia: cuatro Evangelios, trece car-
como escritos del Nuevo Testamento. El criterio que se tas paulinas, 1 Pe, 1 Jn, Hch y Ap; 2) amphiballómena, que
sigue —como muestra claramente el Canon de Muratori— se discuten: 2 Pe, 2-3 Jn, Heb, Sant y Jds; 3) pseydé, es
es el de que los escritos tengan por autor a algún Apóstol: decir, los libros que son rechazados como falsificaciones
un criterio que no se sigue rígidamente, porque se recono- y que, por tanto, se consideran como «grotescas» obras de
cen también los evangelios escritos por discípulos de los herejes: el Evangelio de los Egipcios, el de Tomás, el de
Apóstoles. Además del punto de vista de que un Apóstol Basílides y el de Matías.
sea el autor, la Iglesia antigua conoce también la cuestión Esta clasificación fue refundida por Eusebio. en el si-
sobre los criterios de contenido, como lo vemos por el jui- glo iv: 1) homologoámena son los escritos sobre cuya apre-
cio que da el obispo Serapión de Antioquía (hacia el 200). ciación hay completo acuerdo: cuatro Evangelios, Hch,
En una de sus comunidades se empleaba para el culto di- catorce cartas paulinas (incluida Heb), 1 Jn, 1 Pe, a los
vino un evangelio desconocido para él: el Evangelio de cuales muchos añadían también el Apocalipsis; 2) anule-
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26 Formación del canon del NT El cierre del canon *>


Cl
gómena son los libros que hallaban oposición; se dividían c) En la Iglesia siriai se utilizó al principio en el 4t
en dos subgrupos: a) antilegómena que, no obstante, son divino predominantemente la armonía de los Evangelj^
reconocidos por la mayoría de los cristianos (gnorima): (Diatesarón) hecha por Taciano (cf. pp. 259s). Fue en *
Sant, Jds, 2 Pe, 2-3 Jn; b) antilegómena que deben consi- siglo v cuando el obispo Rabbula de Edesa logró i m p o r ^
derarse como inauténticos (notha): los Hechos de Pablo, la utilización de los evangelios de los separados, y el Diat^
el Pastor de Hermas, el Apocalipsis de Pedro, la Carta de sarón pasó a segundo plano (cf. p. 260). Además del AJ
Bernabé y la Didajé; hay bastantes (y Eusebio se inclina a y de catorce cartas paulinas, la Iglesia siria sólo cono^
favor de ellos) que consideran que el Apocalipsis pertenece tres Epístolas católicas (Sant, 1 Pe, 1 Jn), y, por tanto, O
también a este grupo; 3) los evangelios apócrifos, que son poseía más que veintidós escritos canónicos. Sin embarga
calificados de escritos heréticos que deben desecharse. en época más tardía fueron adquiriendo paulatinamen t '
Si en tiempos de Eusebio no se había dicho aún la últi- prestigio eclesiástico los escritos de 2 Pe, 2-3 Jn, Jds y ^
ma palabra sobre la delimitación del canon, la decisión (así lo vemos por las traducciones de Filoxeno de Mabbv,^
líegó finalmente de labios de los obispos de la Iglesia anti- [Hierápolis] en el 508 y por la de Tomás de Harkel e ^
gua. En el año 367 d. C. el obispo Atanasio de Alejandría el 616 [cf. p. 260]); pero en cuanto a su aprecíacig
enumeraba en su carta pascual los veintisiete escritos del quedaban por detrás de los demás escritos,
canon del Nuevo Testamento: Mt, Me, Le, Jn (este or- i d^ Lo mismo que la Iglesia medieval, los Reformadot^
den se consideraba entonces como cronológico), Hch, luego retuvieron los veintisiete libros del canon del Nuevo l ' e s ^
las Epístolas católicas: Sant, 1-2 Pe, 1-3 Jn (en este orden mentó. Después de poner en duda los humanistas el orig e "
de sucesión, según Gal 2,9: Santiago, Cefas y Juan), Jds; apostólico de algunos escritos (refiriéndose principalmente
después las cartas paulinas, entre las que se contaba tam- a algunas Epístolas católicas), Lutero introdujo una disti^
bién Hebreos, la cual figura al final de las cartas a comu- ción basada en criterios de contenido. En el prólogo escri^
nidades, y, finalmente, el Apocalipsis. Atanasio, durante su por él a la carta de Santiago, en la Biblia de septiemb^
destierro de Alejandría, estuvo repetidas veces en Occiden- de 1522 escribe Lutero que la verdadera piedra de t o q ^
te y conoció el alto aprecio en que se tenía al Ap. Sin em- para enjuiciar todos los libros es la de si favorecen o no a
bargo, en Oriente el Ap tenía mucha menos significación Cristo. «Lo que no nos enseña a Cristo no es apostólico
que los otros escritos, y no llegó a ser aceptado indiscuti- aunque lo enseñe Pedro o Pablo. A su vez, lo que predica
blemente hasta la Edad Media. Al final de la enumeración a Cristo eso es apostólico, aunque sea Judas, Anas, Pilato
se dice: «He ahí las fuentes de la salvación, para que el o Herodes quien lo predique». De ahí nace un juicio crí.
sediento se refrigere abundantemente con las palabras que tico: a la carta de Santiago la considera como «epístola de
en ellas se contienen. En ellas y sólo en ellas se anuncia la paja», porque enaltece mucho las obras; critica la carta a
doctrina de la piedad. Nadie deberá añadirles ni quitarles los Hebreos, porque niega la posibilidad de una segunda
nada». penitencia; critica la carta de Judas, porque sería superflu a
hl En la Tplesia latina, y en lo que a la delimitación del después de existir ya la carta segunda de Pedro, y critica
canon se refiere, tue operándose durante los siglos n y iv el Apocalipsis, porque no tiene índole genuinamente apos-
una aproximación cada vez mayor al Oriente, del que se tólica y está exponiendo siempre visiones en vez de pro-
aceptó especialmente la carta a los Hebreos y el deslinde fetizar con palabras claras y tajantes. Lutero puso estos
de las Epístolas católicas. A finales del siglo iv se llegó a escritos al final de los libros del Nuevo Testamento, dando
un completo acuerdo con la Iglesia griega en cuanto al re- a entender con ello que los tenía en menos consideración
conocimiento de los veintisiete escritos canónicos, recono- que a los demás escritos.
cimiento que fue confirmado expresamente por los sínodos Contra la crítica de los humanistas y de los Reformado-
de Hippo Regius (393) y de Cartago (397). res, el Concilio de Trento declaró en el año 1546 que los
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28 Formación del canon del NT

veintisiete escritos del Nuevo Testamento eran todos ellos


igualmente canónicos. No se admitían diferencias en su
apreciación. La carta a los Hebreos se enumeró entre las
cartas de Pablo.
II
e) Sigue planteada la cuestión del canon en el canon,
es decir, de la regla que sirvió para determmarefcaH5n. FORMACIÓN DE LOS ESCRITOS
La delimitación del canon del Nuevo Testamento no se NEOTESTAMENTARIOS
efectuó en la Iglesia antigua sino a través de un largo pro-
ceso, que quedó terminado por decisión del ministerio
episcopal. La Iglesia antigua, al descartar los escritos apó-
crifos, dio muestras de muy buen juicio. En la fijación del
canon se procedió a compilar los escritos más antiguos que
se pensaba procedían de los Apóstoles y se examinó si su
contenido podía servir o no como testimonio del evange-
lio. Ese fue el criterio decisivo para deslindar el canon del
Nuevo Testamento. Porque el Nuevo Testamento testifica
cuál fue la predicación de la cristiandad primigenia, la pre-
dicación que fundó la Iglesia. Y la validez de esta predica-
ción no depende de que todos y cada uno de los escritos
tengan o no como autor a un Apóstol, Lo que hay que
examinar críticamente, en cuanto a los veintisiete escritos
del Nuevo Testamento, es cómo en ellos se testifica y se
desarrolla el kerigma. Por eso la indicación que hace Lute-
ro de que es canónico «lo que fomenta a Cristo» es una
indicación que conserva toda su legitimidad como pregun-
ta acerca del «canon en el canon», de la regla seguida para
determinar el canon.
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I
FORMAS Y GÉNEROS DE LA PROCLAMACIÓN
Y DOCTRINA DE LA IGLESIA PRIMITIVA

En la Iglesia primitiva, antes de que se llegara a la re¿


dacción de documentos literarios, se transmitió oralmente
el evangelio de Jesucristo, se confesó públicamente la fe,
se celebró el culto divino y se instruyó a la comunidad
acerca de cómo debería vivir su vida en obediencia al Ky-
rios. Se fueron creando determinadas formas en las que se
enunciaba la proclamación y doctrina de la comunidad.
Estas formas, claro está, no se han transmitido directamen-
te, sino que deben descubrirse estudiando los testimonios
escritos, que están relacionados con la tradición oral. So-
bre todo las cartas paulinas, que son los escritos cristianos
más antiguos, sirven para reconstruir la proclamación y
doctrina oral de los primeros cristianos. A veces, Pablo
hace referencia expresa a la tradición (1 Cor 11,23; 15,3),
y en otros lugares, sin dar más precisiones, aduce giros o
frases que ya existían antes de él.
,A fin de poder entresacar del contexto la primitiva tra-
c)icÍ9n cristiana hacen falta criterios metodológicamente
seguros: 1) A menudo en el amplio contexto hay indica-
ciones que están señalando que se recoge una tradición,
como ocurre en las observaciones introductorias (1 Cor
11,23; 15,3), o hay datos sobre el contenido de la fe (Rom
4,24s) o de la confesión de fe (Rom 10,9s). 2) El fragmen-
to citado comienza casi siempre con una entrada claramente
reconocible: hoti (1 Cor 15,3; 1 Pe 2,21; 3,18) o bien hos
(Flp 2,6; 1 Tim 3,16). 3) Muchas veces el fragmento, que
se ha tomado de la tradición, tiene estructura fija: paralle-
lismus tnembrorum (1 Cor 15,3-5; Rom 4,25), o forma de
estrofa (Flp 2,6-11; Col 1,15-20). La sorprendente acumu-
lación de oraciones de relativo (Flp 2,6-11) o el estilo a
base de participios delatan la existencia de giros ya acuña-
dos. 4) La terminología de la cita contrasta claramente con
el lenguaje que ordinariamente emplea el autor (véase in-
fra, a propósito de 1 Cor 15,3-5; Flp 2,6-11). En los frag-
mentos que se han recogido de la tradición falta a menudo
el empleo del artículo (Rom l,3s). 5) Con frecuencia el
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32 Formas y géneros de la proclamación Confesiones de fe 33

autor de la carta ha interpretado a su vez, en uno o en la comunidad, y que debía leerse en el culto divino (16,
otro lugar, el fragmento recibido de la tradición, y lo hace 19-24). Y la carta a los Hebreos es designada como «pala-
introduciendo un concepto importante para él en algún bra de exhortación» (13,22), cuya finalidad era consolar
lugar destacado (así, por ejemplo, Rom 3,25: «por medio y alentar a la comunidad. En la predicación se hacía una
de la fe»; Flp 2,8: «muerte en cruz»), 6) Determinados interpretación de la Escritura, se desarrollaba el kerigma,
enunciados de las citas —que son predominantemente de se respondía a las preguntas pendientes, se daba instruc-
contenido cristológico— reaparecen igualmente en otros ción moral y se inculcaba enseñanzas compendiadas a la
lugares del Nuevo Testamento como giros formales o fór- manera de los catecismos. Se seguía, en todo ello, las for-
mulas; por ejemplo, la mención de que Cristo es hijo de mas empleadas por los judíos para la interpretación de la
David (Rom l,3s; 2 Tim 2,8), la expresión ophthé = «se Escritura, la manera de predicación de la sinagoga helenís-
apareció» (1 Cor 15,5; 1 Tim 3,16) o el esquema de la tica y el estilo de la «diatriba» de tipo cínico y estoico, con
humillación y exaltación de Cristo (Flp 2,6-11; 1 Tim 3, la cual predicadores itinerantes daban instrucción moral.
16). 7) Finalmente, una cita se reconoce también por el Los discursos que hallamos reproducidos en Hechos (2,
hecho de que no está integrada plenamente en el contexto. 14-39; 3,12-26; 4,9-12; 5,30-32; 10,34-43; 13,16-41; 14,
Así, en 1 Cor 15 se emplea únicamente el enunciado acerca 15-17; 17,22-31) están construidos según un esquema fijo,
de la resurrección y no el que habla de la muerte de Cristo en eí que se describe la cruz y resurrección de Cristo como
(1 Cor 15,3-5). Al trozo recibido de la tradición se le añade el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento
muchas veces una aplicación de tipo hermenéutico: en y se exhorta a los oyentes a la conversión. Estos discursos
1 Cor 15,6ss se acentúa la alusión a la resurrección de Cris- se atienen ciertamente a la tradición cristiana primitiva;
to; en Col 1,21-23 vemos que al himno de 1,15-20 se le pero el autor de Hechos la plasma de tal forma que tales
añade una applicatio que desarrolla la promesa y las exi- discursos no nos permiten concluir directamente cómo fue-
gencias de la reconciliación. ron las predicaciones cristianas primitivas.
Una breve síntesis de predicación misionara del cristia-
nismo primitivo la tenemos en 1 Tes 1.9s. /
Los conceptos de estos dos versículos demuestran el ori-
1. CONFESIONES DE FE P E LA IGLESIA PRIMITIVA gen prepaulino de la formulación (véase G. Friedrich, Ein
Tauflied hellenistischer ]udenchristen: ThZ 21 [1965]
O. Cullmann, Die ersten christlkhen Glaubensbekenntnisse 502-516): epistréphein no lo emplea Pablo sino en este
(31954); H. Conzelmann, Was glaubte die alteste Christenheit?: lugar, y es el «término técnico» que la predicación cristia-
«Schweizer. Theolog. Umschau» 25 (1955) 61-74; W. Kramer, na primitiva utiliza en su labor misionera para referirse a
Christos, Kyrios, Gottessohn (1963); K, Wengst, Chrístologische
Formeln und Lieder des Urchristentums (1972). la conversión (Hch 9,35; 11,21; 14,15; etc.); «servir» está
asociado con la expresión «a Dios», y, en cambio, Pablo
al En la predicación se proclamaba como el Señor a en los demás lugares lo asocia con «al Señor» o bien «a
Cristo crucificado y resucitado. No se ha conservado una Cristo» (Rom 12,11; 14,18; 16,18); a Dios, siguiendo la
predicación cristiana primitiva que tenga alguna extensión. manera de hablar del Antiguo Testamento y del judaismo,
Sin embargo, las cartas del Nuevo Testamento nos permi- se le designa como «vivo» y «verdadero»; «aguardar» es
ten reconstruir, por medio de conclusiones, diversas formas un hapaxlegómenon en todo el Nuevo Testamento; «de los
de proclamación; porque la dicción viva de la predicación cielos» sólo lo emplea Pablo en esta ocasión; en otros lu-
determinó en muchos lugares el estilo de las primitivas car- gares emplea el singular «del cielo» (1 Tes 4,16; 1 Cor
tas cristianas. La carta primera a los Corintiqs se nos pre- 15,47; etc.); el participio «el libertador» sólo aparece en
senta expresamente como instrucción escrita, destinada a Pablo en la cita de Sal 14,7 que se hace en Rom 11,26;
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34 Formas y géneros de la proclamación Confesiones de je 35

la expresión «del castigo que viene» no tiene paralelos en muertos (Rom 10,9); «pues Jesús murió y resucitó» (1 Tes
el corpus paulinum. 4,14); «Cristo Jesús, que murió; más aún, que resucitó»
La proclamación cristiana primitiva enlaza con la predi- (Rom 8,34); «Cristo murió y resucitó» (Rom 14,9; véase,
cación helenístico-iudía de misión, la cual exhorta a apar- además, Rom 4,24s; 2 Cor 13,4; etc.). Con frecuencia se
tarse de los ídolos, que son naderías, y a volverse al único introduce la fórmula de fe por medio de la mención expresa
Dios verdadero. Añade el enunciado escatológico de que de «fe»-«creer».
los cristianos aguardan la parusía del Hijo de Dios, a quien El kerigma cristiano primitivo, recogido en la confesión
Dios ha resucitado de entre los muertos, y que se ha de de fe, se halla compendiado en 1 Cor 15.3-5 en expresiones
manifestar como Redentor nuestro antes del futuro juicio formuladas con esmero, y que Pablo cita como evangelio
de cólera. Quien acepta esta predicación confiesa que Jesús que él ha recibido ya por tradición.
resucitó de entre los muertos y que ha de salvarnos en el El fragmento prepaulino destaca claramente (véase J. Je-
último día. remías, Die Abendmahlsworte Jesu (41967) 95-97; H. Con-
b) El kerigma proclamado por el evangelio de la actua- zelmann, Zur Analyse der Bekenntnisformel 1. Kor. 15,
ción de Dios en la cruz y resurrección de CrislcNencuentra 3-5: EvTh 25 [1965] 1-11): en la introducción (v. Is) se
una respuesta en la homología de quienes han aceptado alude expresamente a la recepción y transmisión de la tra-
en la fe este mensaje. La contestón es declaración pública dición; «recibir»-«transmitir» (v. 3) sirven de tecnicismos
de la fe (Rom 10,9: paralelismo entre «profesar»-«creer»; para presentar la tradición. Los vv. 3-5 están redactados
Me 8,38 par.; Mt 10,33s par.; Le 12,8s; Jn 1,20; confesar según el parallelismus membrorum: dos proposiciones de
es lo contrario de negar o de avergonzarse de algo: Rom hoti, que hablan de la muerte y resurrección de Cristo,
1,16). En la confesión se proclama: este Jesús, de quien llevan como adición dos proposiciones, más breves, de hoti,
da testimonio la predicación, es mi Señor, es nuestro Señor. que tienen la finalidad de acentuar el enunciado: «y que
En el culto divino se exclama: «Señor Jesús» (1 Cor 12,3), fue sepultado/y que se apareció». La terminología de los
o bien: «Señor Jesucristo» (Flp 2,11). El «señorío» actual vv. 3-5 es prepaulina: Pablo habla del pecado según un
del Señor crucificado y resucitado se realza por contraste lenguaje personal, en singular. Y entiende por «pecado»
con los llamados dioses y señores que pudiera haber (1 Cor un poder cósmico (Rom 5,12); egegertai («resucitar de la
8,5s). Esta confesión lapidaria suena como una aclamación, muerte») aparece solamente aquí y en 2 Tim 2,8 y en 1 Cor
con un tenor parecido a aquella otra frase con la que todo 15,12ss, haciendo referencia retrospectiva a la tradición
judío confiesa su fe en el Dios de Israel como el único Dios, de los vv. 3-5; óphthé aparece sólo aquí y en 1 Tim 3,16;
Creador y Señor del mundo: «Escucha, Israel, tu Dios es con dodeka ocurre lo mismo; en otras ocasiones se habla
uno solo» (Dt 6,4). Esta exclamación se halla recogida tam- de Cefas y de los Apóstoles, pero sin especificar su número.
bién en la confesión cristiana primitiva: «un solo Dios» No podemos determinar con seguridad si los w . 3-5 se
(Rom 3,30; Gal 3,20; Sant 2,19). Tal es precisamente el derivan originalmente de un texto hebreo o arameo (Jere-
Dios y Padre que se ha revelado en Cristo. mías) o bien se expresaron desde un principio en un griego
c) La fe, al confesar a Jesucristo como el Kyrios, hace marcado por el lenguaje de los Setenta (Conzelmann). Lo
reterencía. al acontecimiento Cristo, en quien Dios actuó que está fuera de duda es que aquí tenemos una fórmula
por nosotrbxuna vez, y con ello de una vez para siempre. de fe, que se deriva de la comunidad primitiva de Jerusa-
Este contenidtxde la fe se enuncia en fórmulas de fe, que lén. El mismo Pablo alude en el contexto a este origen: los
casi siempre están redactadas en oraciones de participio, en Apóstoles primitivos («tanto ellos como yo», v. 11) y él
oraciones de relativo o en proposiciones introducidas por ofrecen una misma y única predicación que fundamenta la
hoti. Las más antiguas fórmulas de fe son breves y conci- fe: «esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creí-
sas: confiesan que Dios ha resucitado a Jesús de entre los do» (v. 11). A partir del v. 6, el Apóstol amplía y sigue
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36 Formas y géneros de la proclamación


Confesiones de fe 37
aplicando la cita para proclamar la resurrección de Cristo,
troducida con peri (sobre) está redactada en estilo de par-
que es lo que a él le interesa en su confrontación con los
ticipio, omite el artículo delante de todos los sustantivos
que en Corinto niegan la resurrección.
y se halla estructurada en dos renglones: «nacido»-«consti-
Los dos enunciados de la muerte y resurrección de Cris-
tuido» (tou genomenou-tou horisthentos). La expresión
to, que se hallan interrelacionados por medio del paralle-
«nacer de» se halla en Pablo solamente aquí y en Gal 4,4;
lismus membrorum, guardan entre sí conexión muy estre-
de la filiación davídica de Jesús sólo se habla en el corpus
cha. Puesto que Cristo ha resucitado, podemos proclamar
paulinum en 2 Tim 2,8. La antítesis «según la carne»-«se-
que su muerte aconteció «por nuestros pecados» ( = para
gún el Espíritu» la emplea Pablo únicamente aquí para
librarnos de nuestros pecados). Ahora bien, sin la cruz no
designar la esfera terrena y la esfera celestial, pero véase
entenderíamos apropiadamente el testimonio acerca de la
1 Pe 3,18; 4,6; 1 Tim 3,16. Lo de «Espíritu de santidad»
resurrección. Para fundamentar este contenido del evange-
es singular en Pablo, y aparece claramente como hebraísmo
lio se alude a las Escrituras, que testifican la verdad de
(literalmente: Espíritu de santidad = Espíritu Santo). La
esta proclamación que sirve de base a la fe.
expresión «por su resurrección de entre los muertos» sólo
d) El contenido de la fe se enunció a través de multi-
se emplea en las cartas paulinas en este lugar para referirse
tud de uros. El contexto que sigue inmediatamente a TCoT
a la resurrección de Jesús. Sin embargo, podría ser paulina
15,5-5 muestra que Pablo no se sentía servilmente vincu-
la construcción «con poder» (en dynamei), ya que el Após-
lado al texto de una «fórmula sagrada», sino que más bien
tol emplea frecuentemente el concepto de dynamis. En este
completaba la tradición y con ello la interpretaba. El Após-
caso acentuaría Pablo el hecho de que Jesús había sido
tol tiene conciencia de estar únicamente vinculado a la
siempre Hijo de Dios, pero que desde la resurrección es
tarea de proclamar el evangelio (1 Cor 9,16s). Ahora bien,
Hijo de Dios en dynamis, es decir, reina como el Exaltado.
este evangelio se hace público y se divulga a través de las
Tanto la forma como el contenido de la expresión hacen
distintas formulaciones que desarrollan el contenido de la
resaltar que se trata de una formulación judeocristiana. El
fe. Así, en Rom 4,25 la formulación del evangelio se hace
Jesús terreno era Hijo de David; ahora bien, su filiación
en una breve proposición: «Quien fue entregado por nues-
davídica queda exaltada por la filiación divina en la que
tros pecados y fue resucitado para nuestra justificación».
el Resucitado está instituido (Sal 2,7). Sin embargo, con
En el contexto, el v. 24 se refería únicamente a la resu-
la comunidad helenística Pablo afirma que no sólo el Re-
rrección de Jesús como contenido del acto del pisteuein
sucitado, sino que ya el Jesús terreno (Rom 8,32) y el
(creer). En el v. 25 se menciona la muerte y resurrección
Cristo preexistente (Gal 4,4) es Hijo de Dios. De ahí que
de Cristo en un enunciado de estructura paralelística; la
Pablo interprete la tradición haciendo preceder las siguien-
mención de la multitud de pecados corresponde al lenguaje
tes palabras: «sobre su Hijo», y añadiendo al final: «Jesu-
cristiano primitivo.
cristo, Señor nuestro». Así, pues, al principio y al fin de
En el exordio de la carta a los Romanos (Rom l,3s) cita las formulaciones judeocristianas se hallan los dos títulos
Pablo otra fórmula de fe de los albores del cristianismo. de majestad cristológica, Hijo y Señor, a los que por su
Para presentarse a la comunidad que le resultaba descono- situación se les da especial realce.
cida personalmente, hace referencia Pablo a la buena nue-
va: esa buena nueva que es objeto de fe y de confesión por
parte de todos los cristianos.
La cita prepaulina destaca claramente del contexto (véase
E. Schweizer, Neotestamentica [1963] 180-189; Kramer,
loe. cit., 105-108; H. Zimmermann, Neutestamentliche
Methodenlehre [ 2 1968] 192-202 [bibl.]). La tradición in-
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Himnos cristianos primitivos 39

2. HIMNOS CRISTIANOS PRIMITIVOS 2 Cor 11,7; 12,21, pero aplicado a las relaciones del Após-
tol con la comunidad (véase también Flp 4,12). Hipery-
G. Schille, Frübchristliche Hymnen (1962, 21965); R. Deich- psoun no vuelve a aparecer nunca más en Pablo; chari-
graber, Gotteshymnus und Christushymnus in der frühen zesthai, en los restantes pasajes paulinos, significa «perdo-
Christenheit (1967); J. T. Sanders, The New Testament Christo- nar» (Rom 8,32; etc.); es también singular lo de to onoma
logical Hymns (1971). hyper pan onoma porque en otras partes se dice: onoma
tou Kyriou, o bien Iésou Christou, etc. (1 Cor 1,2.10; 5,4;
al Los primeros cristianos emplearon himnos para en- 6,11; etc.).
salzar a Cristo como el Señor (Col 3,16; üi 5,19) y canta- El himno está dividido en dos estrofas. Los vv. 6-8 tra-
ron salmos cristianos (1 Cor 14,26). Tales himnos se citan tan de la humillación del Cristo preexistente, que tomó
íntegra o parcialmente en las cartas del Nuevo Testamento. la figura de siervo y fue obediente hasta la muerte. En los
En el Ap el autor, siguiendo el modelo de los primitivos w . 9-11 se habla de la exaltación de Cristo, a quien Dios
cánticos cristianos, formuló a su vez himnos para cantar concedió el nombre que está sobre todo nombre, de tal
las alabanzas de los redimidos por la «salvación». Lo mismo suerte que el cosmos entero aclama: «¡Jesucristo es Se-
que la confesión de fe, el himno se refiere al acontecimien- ñor!». Ahora bien, dentro del esquema de la humillación
to Cristo, pero no habla de él a la manera escueta con y exaltación, Pablo introdujo la enfática adición «muerte
que lo hace la fórmula de fe, sino que habla con expresio- en cruz» (al final del v. 8) y con ello insertó su teología
nes más prolijas acerca del acontecimiento, que a veces se de la cruz. Se cita este primitivo himno cristiano para mos-
describe también como un proceso dramático. Los himnos trar a la comunidad lo que quiere decir phronein en
están estructurados casi siempre en estrofas y su estilo es Christo, vivir en el ámbito en que reina el Kyrios (v. 5).
la locución elevada de la prosa hímnica, aunque no tienen c) Lo mismo que en las confesiones, observamos en los
el ritmo de una versificación estricta. himnos cristianos primitivos gran variedad de enunciados.
b) Un ejemplo destacado de himno cristiano primitivo En Col 1,15-20 se cita un himno que canta el señorío uni-
en honor de Cnsto lo tenemos en Flp 2^6-11. versal de Cristo.
El carácter prepaulino del himno, cuyo comienzo se re- En estos versículos aparecen muchos conceptos que no
conoce fácilmente por «el cual» (hos) del v. 6, queda de- vuelven a aparecer o que aparecen con significaciones dis-
mostrado claramente por su terminología (véase Lohmeyer, tintas en Colosenses o en todo el corpus paulinum (véase
Kyrios Jesús [1927]; E. Kasemann, Kritische Analyse von Kasemann, loe. cit. I, 34-51; E. Lohse, Die Briefe an die
Phil. 2,5-11 [1950], en Exegetische Versuche und Besin- Kolosser und an Philemon [1968], sobre este pasaje [bi-
nungen I [ 6 1970] 51-95; G. Bornkamm, Zum Verstdndnis bliografía]): «imagen de Dios» no se emplea como predi-
des Christushymnus Phil. 2,6-11, en Ges. Aufsatze I I cado cristológico, sino en la frase formularia de 2 Cor 4,4:
[ 2 1963] 177-187; R. Deichgraber, loe. cit., 118-133; «que es imagen de Dios»; en 1 Cor 11,7 se dice que el
R. P. Martin, Carmen Cbristi [1967]): morphé (forma, con- hombre es «imagen y reflejo de Dios». En el Nuevo Testa-
dición) y las expresiones «no se aferró a la categoría de mento, el término boratos (visible) sólo se emplea en este
Dios» no aparecen en otros pasajes paulinos. San Pablo em- lugar, y aoratos (invisible) se emplea raras veces (Rom 1,
plea algunas veces kenoun; sin embargo, lo hace siempre 20; 1 Tim 1,17; Heb 11,27), pero nunca por contraposi-
malo sensu, y en sentido activo únicamente en 1 Cor 9,15; ción a boratos. De los thronoi (majestades) no vuelve a
ahora bien, en nuestro pasaje kenoun se emplea en un hablarse en ningún otro lugar de las cartas paulinas; de la
enunciado positivo. Schéma no vuelve a aparecer sino en kyriotés (señorío) se habla únicamente en Ef 1,21. El in-
1 Cor 7,31; no tiene paralelos doulos empleado para desig- transitivo synestékenai (tener consistencia) no vuelve a
nar el ser del hombre; tapeinoun se utiliza también en emplearlo Pablo. En un contexto cristológico Pablo habla
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40 Formas y géneros de la proclamación Himnos cristianos primitivos 41
de aparché (primer fruto) (1 Cor 15,20), pero nunca de en que se instauró la reconciliación cósmica. En el contexto
arché (soberanía). Los verbos proteuein (tener la primacía) que sigue a continuación cambia el estilo del enunciado
y eirénopoiein (hacer la paz) son «hapaxlegómena» en el (vv. 15-20), que se convierte ahora en interpelación ( w . 21
Nuevo Testamento; katoikein (habitar) reaparece en el cor- a 23), a fin de transmitir a la comunidad la palabra de la
pus paulinum únicamente en el versículo de Col 2,9 re- reconcilación.
lacionado con el himno y en Ef 3,17; apokatallassein (re- Otro ejemplo de himno cristiano primitivo se encuentra
conciliar) vuelve a aparecer únicamente en Ef 2,16. La en V Tim 3.16."
sangre de Cristo no la menciona Pablo sino en conexión con • l J or la torma, el lenguaje y el contenido del versículo se
las expresiones cristianas primitivas, tradicionales, que ha- reconoce claramente su carácter de himno (véase E. Schwei-
blan de la muerte vicaria de Cristo (Rom 3,25; 5,9; 1 Cor zer, Erniedrigung und Erhohung bei Jesús und seinen Nach-
10,16; 11,25.27; véase también Ef 1,7; 2,13); ahora bien, folgern [ 2 1962] 104-108; Zimmermann, loe. cit., 203-213
la asociación haima tou staurou auíou (su sangre derrama- [bibliografía]; Deichgraber, loe. cit., 133-137; W. Stenger,
da en la cruz) no tiene paralelos. Der Christushymnus in 1. Tim. 3,16: «Trierer Theol.
Así, pues, tanto el lenguaje como el estilo señalan que Zeitschr.»"' 78 [1969] 324-367): las proposiciones en las
este fragmento es un texto hímnico que fue tomado de la que —conforme al estilo semítico— el verbo va en primer
tradición. Con una solemne introducción se exhorta a la término tienen estructura uniforme; por tres veces se con-
alabanza (vv. 12-14); los vv. 15-20 se hallan estructurados trapone la esfera terrestre y la esfera celestial. Los térmi-
en dos estrofas, cada una de las cuales comienza con hos nos de sarx y pneuma, lo mismo que Rom l,3s; 1 Pe 3,18;
estin (que es) (vv. 15.18b). La oración de relativo introduce 4,6, designan el ámbito terreno y el ámbito celestial. A pro-
en ambas estrofas un enunciado de majestad cristológica, pósito de ophthé (se apareció), debe compararse este pasaje
seguido en cada caso por un hoti (pues) que fundamenta con 1 Cor 15,5; dikaiousthai significa el hecho de ser reci-
el aserto. En los vv. 17 y 18a se ha añadido sendos kai bidos en el mundo celestial (véase Jn 16,8).
autos (y él mismo); en el v. 20 se ha añadido kai di'autou La introducción que precede está señalando hacia la cita
(por su medio). que viene después: «y, sin duda alguna, grande es el miste-
El himno ensalza a Cristo como el Señor de la creación rio de la piedad». La cita misma comienza por hos, ya que
y de la reconciliación. Sin embargo, el autor de Colosenses la variante Theos es secundaria ( 0 2 se convirtió en ©2).
no recogió el himno sin introducir cambios, sino que lo Los versos no guardan entre sí orden cronológico, sino ob-
interpretó en el sentido de la teología paulina. Al final de jetivo. El himno desarrolla el tema de cuál es el significado
la primera estrofa, la expresión kephalé tou sámalos (ca- de la revelación del Preexistente, de su revelación en la
beza del cuerpo) se entiende originalmente en sentido cos- carne. Y desarrolla este tema a fin de ensalzar a Cristo
mológico; soma (cuerpo) significa el cosmos dilatado por como Revelador y Redentor.
todo el universo, el cosmos cuya cabeza es Cristo. Sin em- Los escritos del NT contienen —además de los citados—•
bargo, por medio de la adición tés ekklésias (la Iglesia) se los siguientes ejemplos de himnos cristianos primitivos:
confiere al enunciado significación eclesiológica: Cristo es Ef 1.3-14: 5.14: 1 Pe 2.22-24(25): Heb 5.7-10: etc. Los
Señor del cosmos, pero su señorío universal lo ejerce él himnos en honor de Cristo, que pudieron cantarse en al-
actualmente en la Iglesia. El v. 20, en su redacción actual, gunas ocasiones, tenían primordialmente su «situación ori-
está sobrecargado: Cristo estableció la paz «con su sangre ginal» en el culto divino de la comunidad, en el que se
derramada en la cruz». Las palabras «con su sangre derra- entonaban himnos a «Christo quasi deo» (Plinto el Joven,
mada en la cruz» se reconocen como una inserción por la Ep. X 96,7).
cual el autor de la carta, siguiendo la mente de la teología
paulina de la cruz, señala la cruz de Cristo como el lugar
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Tradición litúrgica 43

3. TRADTgíQft WXVMKA. Cristo, que se entregó por ellos, son responsables los unos
3
de los otros como miembros del cuerpo de Cristo. Mien-
E. Kasemann, Liturgie im NT: RGG IV, 402-404; G. Born- tras Pablo-Lucas testifican la expresión litúrgica de las
kamm, Das Anathema in der urchristlichen Abendmahlsliturgie, palabras de la Cena tal como ésta se celebraba corriente-
en Das Ende des Gesetzes
4
(51966) 123-132; J. Jeremías, Die mente en las comunidades del territorio de la misión pau-
Abendmahlsworte Jesu ( 1967); F. Hahn, Der Gottesdienst im
NT (1970). lina, Marcos-Mateo nos ofrecen un texto en el que no se
contraponen los conceptos soma-diathéké, sino sdma-haima.
En la muerte vicaria de Cristo estriba el orden de la salva-
a) El culto divino, en el que tenían lugar fijo la predi- ción escatológica, salvación en la que se concede la remi-
cación, la confesión de fe y los himnos, se celebró al prin- sión de los pecados.
cipio en formas espontáneas y bastante diferenciadas. En La tradición sobre la Cena es anterior también a 1 Cor
los círculos iudeocristianos siguió actuando la tradición 10,16s, donde Pablo interpreta una frase tradicional real-
sinagogal, como vemos por la aceptación de determinadas zando la significación escatológica del concepto de soma.
expresiones litúrgicas: amén (1 Cor 14,16), aleluya (Ap Expresiones de impronta litúrgica se han recogido en Rom
19,1.3.6), así como también por el empleo de formas fijas 3,24-26.,
de oración (padrenuestro). En las comunidades cristianas La cita prepaulina comienza con el relativo hos en el
de procedencia gentílica eran corrientes fórmulas más li- v. 25 y destaca del contexto por su terminología (véase
bres y espontáneas, como vemos por los rasgos entusiásti- Kasemann, Zum Verstdndnis von Rom. 3,24-26 [1950-51],
cos del culto divino de la comunidad de Corinto (1 Cor en Exegetische Versuche und Besinnungen I [ 6 1970] 96 a
14). Por la primera carta a los Corintios vemos que, con 100; E. Lohse, Mdrtyrer und Gottesknecht [ 2 1963] 149
frecuencia, la proclamación de la palabra iba seguida por a 154; J. Reumann, The Gospel of the Righteousness of
la Cena del Señor. La carta del Apóstol termina con frases God: «Interpretation» 20 [1966] 432-452): hilastérion
litúrgicas que servían de introducción a la celebración de (instrumento de propiciación) es singular en Pablo; proti-
la eucaristía. El ósculo sagrado se intercambia como señal thesthai se halla también en Rom 1,13, pero allí tiene el
de perdón mutuo; se hace salir a los no creyentes (anate- significado de «proponerse», «tener la intención de»; lo
ma) y con el maranatha se entona el clamor que pide la de la «sangre de Cristo» se menciona tan sólo en las ex-
venida del Señor (1 Cor 16,22; véase Ap 22,20). presiones indicadas anteriormente (cf. p. 40); paresis
b) La celebración de la Cena del Señor está determina- (=haphesis) es «hapaxlegómenon» en Pablo; hamartéma
da por la tradición sobre la última cena de Jesús, tradición (pecados) reaparece sólo en 1 Cor 6,18 y el plural corres-
conforme a la cual debe proceder la comunidad (1 Cor 11, ponde a la manera de hablar del cristianismo primitivo;
23-25; Me 14,22-24 par.). Cuando la comunidad, reunida de la anoche (tolerancia) de Dios sólo vuelve a hablarnos
en el nombre de Cristo, come —según sus palabras— el Pablo en Rom 2,4.
pan partido y bebe del cáliz y proclama así solemnemente La tradición recogida por Pablo habla de la justicia de
la muerte del Señor (1 Cor 11,26), entonces la comunidad Dios, refiriéndose a ella como su fidelidad a la alianza, una
experimenta la actuación presente de Cristo, que se entregó fidelidad que él ha demostrado poniendo públicamente a
a la muerte en favor de todos y que congrega a los suyos Cristo como sacrificio expiatorio y perdonando los pecados
en la comunidad de la alianza escatológica. La tradición que habían acaecido durante la época de su paciencia. Pa-
sobre la Cena no la entiende Pablo como una fórmula sa- blo interpreta esta frase situando enfáticamente dia písteos
grada e inmutable, sino que interpreta las frases tradicio- (por medio de la fe) entre hilastérion (instrumento de pro-
nales, realzando por su parte el concepto de soma (1 Cor piciación) y en to autou haimati (con su propia sangre) y
11,24; 10,16s). Los celebrantes, que reciben el cuerpo de continuando en el v. 26b la tradición dada anteriormente:
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44 Formas y géneros de la proclamación Tradición parenética 45

la salvación se recibe con la sola fe; porque en el actual La redacción más antigua del texto no es trimembre, sino
«kairós» escatológico Dios muestra su justicia por el hecho bimembre (véase C.-H. Hunzinger, Neues Licht auf Lk. 2,
de justificar a quien vive «de la fe en Jesús». Puesto que 14: ZNW 44 [1952-53] 85-90; id., Ein weiterer Beleg zu
en la expresión cristiana primitiva, citada por Pablo, el Lk. 2,14 «anthropoi eudokias»: ZNW 49 [1958] 129s;
tema de la remisión de los pecados tenía especial signifi- E. Vogt, Peace among Men of God's Pleasure [1953], en
cación, creemos que su «situación original» estaba en la K. Stendahl, The Scrolls and the NT [1957] 114-117;
Cena. Pero podría pensarse también en el bautismo. R. Deichgráber, Lk. 2,14 «anthropoi eudokias»: ZNW 51
c) Hacia el bautismo y hacia el culto bautismal señala [1960] 132): «Gloria a Dios en las alturas / y en la tierra
un buen número de frases litúrgicas que hallamos en las paz a los hombres en quienes él se complace».
cartas del Nuevo Testamento; por ejemplo, 1 Cor 6,11: En esta breve frase se contraponen entre sí los concep-
«habéis sido lavados-santificados-justificados en el nombre tos: «gloria / paz - en las alturas / en la tierra - a Dios / a
del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios». El los hombres en quienes él se complace». Cuando a Dios en
bautismo se realiza en el nombre del Kyrios; el recién bau- las alturas se le tributa honor y alabanza, entonces la paz
tizado es entregado al Señor como propiedad suya. Es bau- escatológica llega sobre los hombres del beneplácito, es
tizado «en Cristo» (Rom 6,3) e integrado con ello en el decir, sobre los miembros de la comunidad de la salvación
«cuerpo de Cristo» (1 Cor 12,13). Según la formulación escatológica, a los que él ha escogido para sí (véase el giro:
—más extensa— de Mt 28,19, el neófito es bautizado «en «Hijos del beneplácito [divino]», que se emplea diversa-
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». En mente en los textos de Qumrán: 1QH IV, 33s; XI, 9;
la celebración del bautismo se pronuncia la homología «el 1QS VIII, 6).
Señor Jesús» (Rom 10,9) y se cantan himnos a Cristo como
los de Flp 2,6-11; Col 1,15-20. Por medio del bautismo se 4. TRATHCTON PARF.NETICA
funda la nueva creación, en la que el creyente vivirá de aho-
ra en adelante «en Cristo» (2 Cor 5,17). M. Dibelius, Der Jakobusbrief (1921; Dibelius-Greeven,
ni d) Al igual que hacían los judíos piadosos, vemos que "1964); K. Weidinger, Die Haustafeln (1928); A. Voegtle, Die
Tugend- und Lasterkataloge im NT (1936); S. Wibbing, Die
tambiéñ\los cristianos cantan frecuentemente alabanzas a Tugend- und Lasterkataloge im NT (1969); M. Dibelius-H. Con-
Dios. Al comienzo de las cartas encontramos a veces doxo- zelmann, Die Pastoralbriefe (41966) 41s; E. Kasemann, Grund-
logías: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Je- satzliches zur Interpretation von Rómer 13, en Exegetische
sucristo» (2 Cor 1,3; Ef 1,3); se hallan incluso en el inte- Versuche und Besinnungen II (31970) 204-222; E. Lohse, Kate-
rior de un texto (Rom 1,25; 2 Cor 11,31 y Rom 9,5; así chismus im Urchristentum: RGG3 III, 1179; id., Die Briefe an
que después de «Cristo según la carne» tiene que haber die Kolosser und an Philemon (1968)2 220-223; H. Zimmermann,
dos puntos de separación; la doxología se refiere, por con- Neutestamentliche Methodenlehre ( 1968) 165-169.
siguiente, a Dios). Además de los giros de «bendito sea»
se emplean también frecuentemente las expresiones asocia- La parénesis, es decir, la exhortación a llevar una con-
das con doxa (gloria): «a él la gloria por los siglos» (Rom ducta justa, se halla intensamente determinada en todo el
11,36; véase, además, Rom 16,27; Gal 1,5; Flp 4,20; etc.). mundo por la tradición. Así, por ejemplo, los primeros
En los textos más antiguos estas proposiciones están refe- cristianos enlazaban con los temas tradicionales, especial-
ridas siempre a Dios. Pero en los más recientes las halla- mente con la sabiduría proverbial del Antiguo Testamento
mos referidas también a Cristo, como vemos en 2 Tim 4, y con las enseñanzas morales de la filosofía helenística po-
18: «el Señor me rescatará»-«a él la gloria por los siglos pular. Del rico tesoro de la experiencia se toma todo lo
de los siglos, amén». que parece útil para la instrucción de la comunidad, con-
Una doxología hímnica la encontramos en Le 2,14. forme a aquel principio: «Todo cuanto hay de verdadero,
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46 Formas y géneros de la proclamación Tradición parenética 47

de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, cual- ciones en las que se va interpelando sucesivamente a las
quier virtud o mérito que haya, eso tenedlo por vuestro» distintas clases o estados de la comunidad: mujeres-hom-
(Flp 4,8). bres, hijos-padres, esclavos-amos. A cada cual se le dice lo
a) Los llamados catálogos de virtudes y vicios aparecen que tiene que hacer o lo que tiene que dejar de hacer, se-
con trecuencia en las partes exhortativas de las cartas del gún el lugar que ocupe: Col 3,18-4,1; Ef 5,22-6,9; 1 Tim
Nuevo Testamento. Se contraponen acciones que hay que 2,8-15; Tit 2,1-10; 1 Pe 2,13-3,12. El contenido de las
evitar y tareas que deben cumplirse, o bien listas de per- «recomendaciones familiares» se basa ampliamente en la
sonas que han obrado mal y enumeraciones de otras que tradición. La filosofía helenística popular ofrecía enseñan-
se? han portado rectamente. Estas series no se han creado zas para los hombres en las distintas situaciones de la vida
ad hoc, sino que se han recogido de la tradición parenética. en que se hallaran, y les decía cuáles eran sus correspon-
Catálogos parecidos se hallaban difundidos en la filosofía dientes obligaciones. Tales enseñanzas se daban también
popular de tipo cínico y estoico. Y desde allí llegaron tam- en la sinagoga helenística, pero describiéndose el compor-
bién a la sinagoga helenística. Por otro lado, el judaismo tamiento moral como el hecho de vivir según la Ley. Las
palestinense conoce también listas —a modo de catálogos— comunidades cristianas enlazan con esta costumbre, pero
que reseñan diversas acciones rectas y acciones malas. Las desarrollan el carácter de las exhortaciones y las convier-
encontramos, por ejemplo, en la regla de la comunidad de ten en preceptos que tienen validez «en el Señor». Con esto
Qumrán (1QS IV, 2-14). Los catálogos que aparecen en el se había obtenido al mismo tiempo una norma crítica para
Nuevo Testamento se fundan en esta extensa tradición: los discernir qué tradiciones podían aceptarse o bien debían
catálogos de vicios de Rom 1,29-31; 13,13; 1 Cor 5,10s; modificarse. La exposición de los temas parenéticos pre-
6,9s; 2 Cor 12,20s; Gal 5,19-21; Ef 4,31; 5,3-5; Col 3,5.8; sentaba intuitivamente cómo debía ser en la vida cotidiana
1 Tim l,9s; 2 Tim 3,2-4, y los catálogos de virtudes de la obediencia al Kyrios.
Gal 5,22s; Flp 4,8; Ef 4,2; Col 3,12; 1 Tim 4,12; 6,11; c) En la parénesis se expone cuál es el tectocompor-
2 Tim 2,22; 3,10; 1 Pe 3,8; 2 Pe 1,5-7. tamfento en el mundo. Las tradiciones sapienciales, que se
Por consiguiente, las virtudes o vicios que se enumeran compilaron en series de sentencias, transmiten un rico te-
no nos ofrecen información alguna sobre la situación de la soro de experiencia. Tales sentencias, acrecentadas con
comunidad correspondiente, sino que la tradición recibida enunciados tomados de la filosofía popular y de la tradición
pretende informar, a la manera de un catecismo, sobre lo cristiana de los «logia» —la cual tiene muchos paralelos en
que se debe hacer y lo que se debe evitar. A fin de actua- el Sermón de la Montaña—, quedaron recopiladas en la
lizar la tradición, es frecuente realzar tal o cual concepto carta de Santiago, que las recoge en forma de catecismo
del catálogo. Así, por ejemplo, vemos que en Rom 1,29 (cf. pp. 222ss). El comportamiento del cristiano en el mundo
el término adikia (injusticia) se halla puesto enfáticamente tenía que ser un comportamiento acrisolado, principalmente
al principio, en relación íntima con 1,18: el juicio de Dios en relación con las autoridades estatales. De ello habla 1 Pe
cae sobre toda «impiedad» e «injusticia». En 1 Cor 6,9, 2,13-17 al principio de unas «recomendaciones familiares»
pornoi (inmorales) se encuentra al principio, porque Pablo y Rom 13,1-7 le dedica un párrafo especial (véase más ade-
quiere hablar contra la porneia (inmoralidad) que hay en la lante Tit 3,1). Rom 13 no contiene ninguna instrucción
comunidad. Y en Gal 5,22 se contrapone el fruto del Es- específicamente cristiana; no se menciona ni a Cristo ni al
píritu a las obras de la carne (Gal 5,19), haciéndose hinca- amor cristiano, sino que se expone sencillamente lo que se
pié en la agapé (amor), que es el cumplimiento de la Ley considera deber de todos los que, como ciudadanos respon-
(Gal 5,13-15). sables, quieran seguir la voz de su conciencia y comportarse
b) En las llamadas Haustafeln (recomendaciones fami- de manera que su proceder halle pública aprobación. Se
liares), las cartas del Nuevo Testamento ofrecen enumera- trata, por consiguiente, de una tradición precristiana, de
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48 Formas y géneros de la proclamación Tradición parenética 49
una tradición que halló cabida en las instrucciones dadas ejemplo, en 1 Tes 4,1-12; 5,13-22, o bien en Rom 12-13.
a la comunidad. Tan sólo el contexto hace que esta tradi- En esas secciones no se dan instrucciones, suscitadas por
ción quede recogida en la doctrina cristiana. Toda la paré- determinados casos que hubieran sucedido o por consultas
nesis de la carta a los Romanos se halla presidida por la hechas por las comunidades, sino que se desarrolla sencilla-
idea de que el culto cristiano hay que realizarlo en medio mente un tema tradicional, para mostrar a la comunidad
del vivir cotidiano en el mundo (Rom 12,1-2). lo que tiene validez permanente y de qué manera debe ella
di Los catálogos de obligaciones nos indican en las comportarse.
cartas pastorales cuáles son los defierfrs^flne un minjstro
tiene que cumplir o cuáles son las condiciones con que
debe contar (1 Tim 3,1-7; Tit 1,7-9: obispos; 1 Tim 5,
17-19; Tit l,5s: presbíteros; 1 Tim 3,8-13: diáconos; 1 Tim
5,3-16: viudas). Estos catálogos se basan ampliamente en
la tradición. Con esquemas parecidos se enumeraban en el
ambiente helenístico las cualidades y obligaciones que co-
rrespondían a un stratégos, que desempeñaba un alto cargo
político o militar. Este esquema se recogió luego en la
ordenación eclesiástica y quedó modificado de manera que
contuviera los requisitos que deben exigirse a los ministros
que desempeñan funciones en las comunidades.
e) Conjuntos fijos de tradiciones parenéticas se fueron
creando va desde muy pronto, be recopiló lo que podía ser
de utilidad para la instrucción y enseñanza de la comuni-
dad. Pablo escribe en 1 Cor 4,17 que envía a Timoteo a
Corinto y que «él os recordará mis normas de conducta en
Cristo». Los caminos muestran cómo hay que caminar
(cf. el concepto judío de la halaká, es decir, sobre la ins-
trucción acerca del camino recto según la Ley). En Heb
6,ls se enumeran los capítulos principales de un catecismo
cristiano primitivo, tal como se empleaba en la instrucción
bautismal. Abarca los siguientes temas: la conversión des-
de las obras muertas, la fe en Dios, la doctrina sobre los
bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los
muertos y el juicio eterno. En esta enumeración vemos cla-
ramente cómo se seguía el modelo de la misión helenístico-
judía entre los gentiles. Conjuntos doctrinales más exten-
sos los tenemos en los llamados «catecismos de los dos
caminos» (Carta de Bernabé 18-20; Didajé 1-6). En el Nue-
vo Testamento no encontramos aún fragmentos tan exten-
sos. Sin embargo, la parénesis hace referencia frecuente-
mente a conjuntos de instrucción moral tal como se ense-
ñaban por doquier en las comunidades. Así lo vemos, por
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Carta y epístola 51

II examinar si se trata de cartas o de epístolas. Ahora bien,


puesto que las cartas auténticas de Pablo nacen de una
LA REDACCIÓN DE LAS CARTAS
situación determinada del Apóstol y hablan también a una
CRISTIANAS PRIMITIVAS
situación concreta de la comunidad, no cabe duda de que
no son epístolas, sino verdaderas cartas.
1. CARTA Y EPÍSTOLA h\ T,a redacción y composición de una carta no pueden
compararse con las de las cartas modernas. Las cartas an-
A. Deissmann, Licht vom Oslen (41923); O. Roller, Das tiguas eran, por lo general, muy breves. Contenían 250 pa-
Formular der paulinischen Briefe (1933). labras o aún menos, de suerte que toda la carta cabía en
una sola hoja de papel. La carta que, según Hch 23,26-30,
a) La carta tiene la finalidad de superar la barrera de escribe el oficial romano Claudio Lisias al gobernador
lá separación espacial y establecer contacto e intercambio Félix no abarca más que cinco versículos. Esta extensión
de ideas entre el remitente y el destinatario. La carta surge corresponde a la longitud normal de una carta privada grie-
siempre en una situación determinada y responde a circuns- ga, cuyas breves comunicaciones comenzaban con la indi-
tancias concretas de los destinatarios. No ocurre lo mismo cación del nombre del remitente y del destinatario, así como
con un escrito que no tiene más que la forma de carta y con el saludo chairein, y terminaban con el deseo erroso
que emplea esta forma como marco para una exposición (sé fuerte), es decir: «deseo que goces de buena salud».
literaria. No está dirigido a un destinatario determinado, También en el Oriente solían escribirse cartas breves, y se
sino que pretende acercar un contenido doctrinal a un sec- las introducía con una fórmula que se componía de dos par-
tor amplío de lectores. Tales son, por ejemplo, las cartas de tes. En primer lugar se mencionaba el nombre del remitente
Cicerón o las de Séneca. Para distinguirlo de la carta pro- y el del destinatario. Después venía el saludo en forma de
piamente dicha, a este género literario se le ha denominado interpelación: «¡La paz sea con vosotros!» (Dn 3,31). Las
epístola (Deissmann). Es verdad que este concepto no es cartas se escribían casi siempre de propia mano, ya que los
muy acertado, ya que la palabra «epístola» significa senci- servicios de los amanuenses solían ser caros. Una hoja de
llamente «carta»; pero esta terminología ha encontrado, no papiro servía de material, y un colorante fluido y denso
obstante, bastante aceptación. hacía las veces de tinta. Se escribía con un cálamo (pluma
Las cartas del Nuevo Testamento, ¿son verdaderas car- de caña), y las letras se sucedían en scriptio continua. Una
tas o son epístolas que ofrecen tratados teológicos? El vez terminado el escrito, se enrollaba la hoja, se ataba con
apóstol Pablo hace referencia en sus misivas a situaciones una cuerda y se precintaba con un sello. En la cara exte-
concretas de las comunidades. Y, por tanto, no puede du- rior de la hoja se anotaba la dirección del destinatario.
darse de que se trata de verdaderas cartas. Ahora bien, su Después se entregaba la carta a un mensajero.
contenido desborda la forma de una carta, ya que en ella Cuando se dictaba una carta literalmente su composición
encuentran lugar confesiones de fe, himnos, exposiciones duraba, lógicamente, largo tiempo. Cartas extensas como
a la manera de sermón, exégesis de la Escritura, parénesis Romanos o Corintios no se podían dictar en un solo día.
y tratados teológicos. Sin embargo, el contenido total de las Además del dictado literal, se conocía en el mundo antiguo
cartas está al servicio de la enseñanza e instrucción directa otro procedimiento. El amanuense anotaba en una tablilla
de una comunidad determinada. Para saber si entre las car- de cera las palabras clave, según las cuales componía luego
tas deuteropaulinas y las demás cartas del Nuevo Testa- la carta. El final de la carta lo escribía siempre, de su pro-
mento hay también «epístolas» habrá que examinar cada pia mano, el remitente, a fin de que el destinatario no tu-
caso en particular. La carta de Santiago se parece mucho a viese duda alguna sobre quién había sido el autor de la
un tratado. También respecto de Ef, 1 Jn y Heb habría que carta.
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52 La redacción de las cartas Autenticidad y pseudonimia 53

¿Cómo compuso Pablo sus cartgs? En Rom 16,22 el tal modo a la comunidad, que, indudablemente, no podría-
amanuense de la carta indica su nombre, Tercio, para en- mos atribuir a Timoteo esa manera de autoelogio. Ahora
viar un saludo a la comunidad. Por consiguiente, las gran- bien, si vemos que en esta ocasión no participó Timoteo
des cartas escritas por Pablo a las comunidades fueron en la confección del contenido de la carta, de ahí podemos
dictadas por él a un amanuense, mientras que otras más concluir respecto de las demás cartas que su contenido
breves, como Flm, probablemente las escribió de su puño debe atribuirse únicamente a Pablo. Por consiguiente. Pa-
y letra. Ahora bien, ¿qué sistema siguió Pablo para dictar? blo dictó literalmente las cartas, y un amanuense las fue
¿Iba dictando palabra por palabra, o bien dictaba las ideas poniendo por escrito frase por frase (Rom 16,22). Las úl-
clave, que luego un secretario se encargaba de desarrollar timas líneas las escribió el Apóstol de su puño y letra (Gal
y redactar en texto seguido? Roller defendió con brío la 6,11; 1 Cor 16,21). Un mensajero se encargó luego de ha-
tesis de que Pablo tuvo a su lado un secretario que, siguien- cer que la carta llegase hasta la comunidad (Rom 16,1), a
do las ideas clave transmitidas por él, se encargaba de re- fin de que se leyera en público durante la reunión para el
dactar las cartas. Para probar esta tesis hace notar Roller culto divino.
que al principio de las cartas paulinas se mencionan los
llamados corremitentes y que esta mención ocurre muy
pocas veces en la antigua literatura epistolar. De ahí saca 2. AUTENTICIDAD Y PSEUDONIMIA
la conclusión de que los mencionados colaboradores del
Apóstol eran los que participaban en la redacción de las J. A. Sint, Pseudonymitat im Altertum (1960); H. R. Balz,
cartas. Y añade otro argumento: cinco de las cartas pauli- Anonymitat und Pseudepigraphie im Urchristentum: ZThK 66
nas se escribieron en prisión (Flp, Flm, Col, Ef, 2 Tim). (1969) 403-436.
Dada la situación verdaderamente lamentable que existía
en las prisiones antiguas, Pablo no habría podido escribir a) De muy pocos escritos del Nuevo Testamento cono-
una carta de su propia mano, sino únicamente dictar las cemos con claridad el nombre de su autor. Pablo pone su
ideas principales a un ayudante, que luego se habría en- nombre con marcado éntasis al comienzo de sus cartas,
cargado de componer la carta. En la mayoría de los casos, nombre que él asocia con la gloria de ser apóstol mandata-
el secretario habría sido Timoteo. Pero en las cartas pas- rio del Señor exaltado. Con su nombre defiende él la ver-
torales debió de ser otro, porque de este modo se explica- dad del evangelio que proclama. Quien ponga en duda el
rían las diferencias de lenguaje y estilo que se observan con mandato del Apóstol ataca al mismo tiempo el mensaje
respecto a las demás cartas paulinas. ¿Qué juicio habrá que que predica (Gal). También el autor del Apocalipsis dice
dar sobre esta hipótesis del secretario? que su nombre es luán, a diferencia de la apocalíptica
Puesto que respecto a Col, Ef y 2 Tim es discutible que judía, en la cual el correspondiente autor ocultaba su nom-
Pablo sea su autor, no podremos valorar como datos histó- bre detrás del de alguna persona de otros tiempos famosa
ricamente seguros las alusiones a su situación de encarcela- por su piedad (cf. pp. 238s). En cambio, Juan sale fiador
do. Una carta breve como la de Flm bien pudo escribirla personalmente del testimonio profético dirigido por él a
Pablo, con su puño y letra, desde la cárcel. Queda, pues, las comunidades de Asia Menor (Ap 1,1.4.9; 22,8).
por examinar la carta a Flp, que se escribió en prisión y b) Además de las cartas paulinas y del Apocalipsis, que
lleva al comienzo los nombres de Pablo y Timoteo (1,1). aducen "Sxpíesgmente los nombres de quienes los redacta-
Sin embargo, el contenido de la carta muestra claramente ron, hay una sene^áe^escritos que no llevan nombre de
que Timoteo no tomó parte en la confección de la misma. autor y que tampoco ofrecen referencia alguna de la per-
En efecto, en 2,19-24 se alaba tan encarecidamente a Timo- sona que los escribió. Tales son, por ejemplo, Heb y 1 Jn,
teo como fiel auxiliar del Apóstol y se le recomienda de que contienen exposiciones a la manera de tratados, los
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54 La redacción de las cartas Cronología del cristianismo primitivo 55

Evangelios sinópticos y el Evangelio de Juan. Por el con- se recogió en las. cartas deuteropaulinas, sino también en
trario, la tradición posterior intentó atribuir estos escritos otros documentos, como 1 Pe o Ap (1,4-8). El nombre del
a un autor determinado. Puesto que la norma para que un apóstol Pablo se colocó igualmente en el encabezamiento
escrito fuera reconocido umversalmente por la Iglesia era de las cartas deuteropaulinas.
la de que tuviera como autor a un Apóstol (cf. p. 24), Apelando al Apóstol se trataba de hacer frente a la here-
se trató de aducir nombres de Apóstoles o por lo menos jía y de consolidar el orden en las comunidades. La palabra
de discípulos de Apóstoles. De este modo los escritos del Apóstol, considerada obligatoria, resonaría así con un
anónimos se convirtieron posteriormente en obras pseudó- tono completamente distinto, el de la nueva situación en
nimas: proceso que tiene abundantes paralelos en la Anti- que se encontraban ya las comunidades de la segunda y
güedad. En el mundo grecorromano los textos de medicina tercera generación. Si uno quería mantenerse fiel a la tra-
se atribuían generalmente a Hipócrates, los discursos dición apostólica tenía que esforzarse por invocar el nom-
anónimos a Demóstenes y las especulaciones filosóficas de bre y autoridad del Apóstol para hacer frente a las nuevas
contenido misterioso a Pitágoras. La tradición veterotesta- tareas que se habían planteado. Por consiguiente, no enten-
mentaria y judía atribuyó la tradición sapiencial al rey deremos objetivamente la formación de escritos pseudóni-
Salomón, que era considerado como el sabio por excelen- mos si nos limitamos a designarlos como falsificaciones y
cia. Y consideró como autor de los Salmos al rey David. los juzgamos, por tanto, de antemano en sentido negativo.
Asociándolos así con nombres de personas famosas, se tra- Más bien hay que tener en cuenta las condiciones que con-
tó de asegurar el prestigio de los escritos anónimos. dujeron a la formación de la literatura pseudónima. Esto
c) La literatura protocristiana. al igual que la literatura quiere decir que las cartas deuteropaulinas y otros escritos
antigua, conoce tamDien numerosos escritos en los que se pseudónimos del Nuevo Testamento deben enjuiciarse a
menciona ya desde un principio ál nombre pseudónimo de través de su contenido: preguntándonos si lograron retener
un autor. Es famoso el ejemplo de las cartas pseudoplató- el kerigma cristiano primitivo y le otorgaron al mismo tiem-
nicas, que se difundieron con el nombre de este filósofo po una expresión nueva.
de alto prestigio. El judaismo adujo como autores de toda
la literatura apocalíptica a personas piadosas de la Antigua
Alianza, a fin de lograr así el reconocimiento y aceptación
3. CRONOLOGÍA DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO
de tales escritos. Por eso no debe sorprendernos el que
también en la cristiandad incipiente surgieran escritos pseu- A. Deissmann, Paulus (1925) 203-225; J. Finegan, Handbook
dónimos. Así, por ejemplo, la segunda carta de Pedro de- of Biblical Chronology (1964; en breve aparecerá en castellano
pende indudablemente, en el aspecto literario, de la de en Ed. Cristiandad, Madrid).
Judas (cf. pp. 234s). El autor de 2 Pe oculta su nombre
detrás del de otra persona que goza de autoridad indiscu- al Para señalar la fecha en que se escribieron los escri-
tida en el círculo de lectores al que quiere dirigirse. Este itos del Nuevo Testamento! especialmente las cartas pauli-
prestigio se lo reconocía la Iglesia antigua a los Apóstoles nas, hay que distinguir fundamentalmente entre cronología
y a su doctrina. Quien componía un escrito para el que él, absoluta v cronología relativa. Ningún escrito del Nuevo
o el sector que le respaldaba, quería lograr aceptación uní- Testamento va provisto de una indicación exacta de fecha.
versal por parte de la Iglesia no sólo tenía que atenerse a Es verdad que en el Evangelio de Lucas y en los Hechos
esta norma en lo referente al contenido, sino que además de los Apóstoles se hace referencia a acontecimientos de la
ponía al comienzo del escrito el nombre de un Apóstol. En historia universal y en las cartas paulinas se mencionan
este aspecto, las cartas auténticas de Pablo sirvieron de determinados momentos del transcurso de la vida del Após-
ejemplo decisivo. El formulario epistolar paulino no sólo tol. Hasta pasados tres años de su conversión no entró
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56 ha redacción de las cartas


Cronología del cristianismo primitivo 57
Pablo en contacto con la comunidad primitiva de Jerusalén
menos probable, la fecha de principios del verano del 52
(Gal 1,18). Transcurridos otros catorce años, Pablo acudió
después de Cristo). Por aquel entonces Pablo tuvo que sa-
a Jerusalén al Concilio de los Apóstoles (Gal 2,1). Esto
lir huyendo de Corinto. Si, partiendo de Hch 18,11, conta-
quiere decir que desde el Concilio de los Apóstoles hay
mos hacia atrás año y medio, entonces Pablo llegó a Corin-
que contar hacia atrás unos dieciséis años hasta llegar a la
to hacia fines del 49 o comienzos del 50 d. C. Según Hch
fecha de su conversión, teniendo en cuenta que los años
18,2, Pablo encontró allí al matrimonio Aquila y Priscila,
cuyo transcurso había comenzado se contaban ya como años
que habían tenido que abandonar Roma porque el empe-
completos en el Mundo Antiguo. Los Hechos refieren que
rador Claudio había desterrado de la capital a los judíos
Pablo permaneció año y medio en Corinto (18,11) y dos
(cf. p. 83). Según el historiador Orosio, que desde
y cuarto en Efeso (19,8.10). Valiéndonos de estos datos de
luego no escribió hasta el siglo v, el edicto de Claudio con-
cronología relativa, podemos armonizar en cierto modo las
tra los judíos fue publicado en el año 49 d. C. Este dato
indicaciones que ofrecen las cartas y los Hechos. Pero una
encaja exactamente con las fechas que se han calculado a
cronología exacta sólo podremos establecerla cuando halle-
base de la inscripción de Galión.
mos un punto fiio absoluto a partir del cual podamos fijar
Partiendo del punto fijo que se ha conseguido gracias a
la cronología relativa.
la inscripción de G a l i ó n ^ e puede ahora con ayuda de la
,, b h Esta fecha la encontramos en la llamada inscripción cronología relativa seguir el cómputo hacia adelante y hacia
"he Galión. En Hch 18,12 se dice: «Era entonces procónsul atrás.
de Acaya Galión. Y, amotinados los judíos contra Pablo, lo c) Para la época anterior a la entrada de Galión en fun-
condujeron al tribunal (del procónsul)». Acaya, por ser ciones tenemos lo siguiente: antes de que Pablo llegara a
provincia senatorial, era gobernada por un procónsul, que Corinto hacia fines del 49 o comienzos del 50, visitó las
desempeñaba su función durante un año. Por consiguiente, comunidades de que se nos habla en el relato del llamado
Hch 18,12 quiere decir: cuando Galión llegó a Corinto segundo viaje de misión, de Hch 15,36-18,22. Con eso el
como nuevo procónsul los judíos arrastraron a Pablo hasta año 49 queda bastante lleno. El Concilio de los Apóstoles
su tribunal. Con ello se plantea la pregunta sobre cuándo debe situarse, por tanto, en el año 48 d. C. Partiendo de
empezó a ejercer sus funciones Galión, que era hermano esto y con los datos que nos proporciona Gal 1-2 (véase
del filósofo Séneca. Una inscripción de Delfos, que no se anteriormente, p. 56), podemos seguir nuestro cálculo
hizo pública hasta el año 1905, contiene una carta del em- hacia atrás. Si restamos los dieciséis años, entonces la con-
perador Claudio a la ciudad, en la que se confirmaban versión de Pablo debió de ocurrir en el año 32 d. C. La
determinados privilegios. En esa carta se menciona a Ga- muerte de Jesús, que fue condenado por Poncio Pilato
lión como procónsul de Acaya y se indica como momento (gobernador de Judea del 26 al 36 d. C ) , tiene lugar pro-
la aclamación imperial vigésimo sexta de Claudio. Las bablemente en el año 30 (véase J. Jeremías, Die Abend-
aclamaciones vigésimo segunda a vigésimo cuarta, que tu- mahlsworte Jesu [ 4 1967] 31-35; trad. española: La Ultima
vieron lugar después de sendas victorias militares, ocurrie- Cena. Palabras de Jesús, Ed. Cristiandad, Madrid).
ron en el año 11 del reinado de Claudio, y la vigésimo d) En lo que se refiere a la época después de la entra-
séptima tuvo lugar antes del 1 de agosto del 52. Entoíces, da de Galión en junciones pueden determinarse algunas fe-
la aclamación vigésimo sexta debe fijarse en la primavera chas. A mediados del 51 d. C. Pablo abandonó Corinto y
del año 52. En ese momento ejercía Galión sus funciones terminó lo que suele llamarse el segundo viaje misionero,
como procónsul en Acaya. Puesto que la entrada en funcio- regresando a Cesárea a través de Efeso (Hch 18,22). El
nes tuvo lugar a fines de la primavera o comienzos del ve- tercer viaje (Hch 18,23ss) no lo comenzó Pablo, por tanto,
rano, es verosímil que Galión llegara a Corinto a principios antes del 52 d. C. Visitó en primer lugar las comunidades
del verano del año 51 d. C. (sería posible también, aunque de Galacia y Frigia. Después permaneció en Efeso durante
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58 La redacción de las cartas Cronología del cristianismo primitivo 59

dos años y cuarto (Hch 19,8.10). De Efeso marchó a Co- probable que Pablo fuera ejecutado en Roma al comienzo
rinto, pasando por Macedonia. Y en Corinto, según Hch de los sesenta. Su fin no debe ponerse en relación con la
20,3, permaneció durante tres meses. Aquí escribió la carta persecución de Nerón en el año 64 d. C. Puesto que la
para Roma, antes de comenzar el viaje por barco a Jerusa- Iglesia más primitiva no conocía aún el culto a los Apósto-
lén (cf. p. 85). Los tres meses de su residencia en Co- les ni a los mártires, no se ha conservado ninguna noticia
rinto tuvieron que coincidir con el invierno, ya que el viaje concreta sobre la muerte de Pablo ni sobre l.i de Pedro.
por mar no pudo reemprenderse hasta la primavera. Por
tanto, debemos fijar la permanencia en Efeso entre los años
53-55 y la estancia en Corinto hacia el 56. Desde Corinto
se puso el Apóstol en camino primeramente hacia Mace-
donia, y se embarcó en Filipos a fin de llevar la colecta a
Jerusalén. El viaje le llevó por Tróade y Mileto a Cesárea,
y desde allí a Jerusalén. Aquí tuvo lugar la detención de
Pablo, quien fue llevado preso a Cesárea. En esta ciudad
permaneció Pablo, según Hch 24,27, en prisión durante
dos años. Si Pablo llegó a Jerusalén el año 57 d. C , enton-
ces la prisión en Cesárea debe situarse en los años 57-59
después de Cristo. Pero queda cierta inseguridad. En Hch
24,27 se dice que Festo sucedió en el cargo de procurador
a Félix. Ahora bien, este hecho no se puede fechar exacta-
mente. Félix fue gobernador en los años 52-53 d. C. Y le
sucedió Festo hasta su muerte en el año 62 d. C. No sabe-
mos con seguridad cuándo tuvo lugar la transmisión de
poderes. El encarcelamiento de Pablo en Cesárea terminó
porque él apeló al César y fue conducido a Roma para que
se decidiera acerca de su proceso. En Roma, según Hch
28,30s, permaneció Pablo en prisión durante dos años. Ni
los Hechos ni las cartas nos ofrecen más datos. El encar-
celamiento en Roma, ¿terminó con la muerte de Pablo
o volvió a verse en libertad? Si consiguió la libertad, en-
tonces pudieron ocurrir quizá en este tiempo los datos que
nos suministran las Cartas Pastorales (cf. p. 109). ¿Pudo
realizar aún Pablo su proyecto de viajar a España? (Rom
15,24). Según 1 Clem 5,7, Pablo llegó hasta lo más apar-
tado de Occidente. Pero esta afirmación podría no ser más
que una conclusión sacada de la lectura de Rom 15,24,
porque lo que un Apóstol se ha propuesto debe haberlo
cumplido. En todo caso, más allá de Hch 28,30s no posee-
mos ya fechas seguras. No existe un testimonio fidedigno
sobre el viaje de Pablo a España ni sobre un segundo cau-
tiverio en Roma. Así que habrá que suponer como lo más
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Primera carta a los Tesalonicenses 61


III
de Berea a Atenas, mientras que Timoteo y Silas permane-
LAS CARTAS AUTENTICAS DE PABLO cieron al principio en Berea; pero luego recibieron instruc-
ciones por medio de los de Berea, que habían conducido a
],. PRIMERA CARTA A LOS TESALONICENSES Pablo, de que se reunieran con él lo antes posible. Por fin
se encontraron con él en Corinto (18,5). Por consiguiente,
K.-G. Eckart, Der zweite echte Brief des Apostéis Paulus an los Hechos no dicen nada del viaje de Timoteo a Tesaloni-
die Thessdonicher: ZThK 58 (1961) 30-44; W. G. Kümmel, ca; probablemente porque en los Hechos las actuaciones
Das literariscbe und geschichtlicbe Problem des ersten Thessa- de los colaboradores quedan relegadas por completo a se-
lonicherbriefes (1962), en Heilsgescbehen und Geschichte (1965) gundo plano, en comparación con la actuación del perso-
406-416; W. Schmithals, Die T'hessalonicherbriefe ais Brief- naje principal, que es Pablo como misionero entre las na-
kompositionen, en Zeit und Geschichte, Hom. a R. Bultmann ciones.
(1964) 285-315. Timoteo trajo buenas noticias de la comunidad. Aunque
había tenido cosas que sufrir (2,14), permaneció firme y
^^^Contenido^ Los capítulos 1-3 contienen una prolija constante. Ahora bien, surgió inquietud, porque algunos
acciónele gracias, en la que primeramente se dirige una miembros de la comunidad habían muerto de repente. Es-
mirada retrospectiva a la actividad que ha tenido hasta en- tos miembros difuntos, ¿participarían o no de la salvación
tonces el Apóstol (1,2-2,16), y luego se mencionan aconte- en la parusía que se esperaba para un futuro cercano?
cimientos ocurridos después de separarse Pablo de aquella Pablo responde a esta pregunta haciendo referencia a una
comunidad (2,7-3,13). Los capítulos 4-5 responden a dos palabra del Señor transmitida oralmente, explicando que,
preguntas planteadas por la comunidad (4,13-5,11): res- cuando llegue el Señor, los que durmieron se despertarán
puesta que va envuelta en una constante parénesis (4,1-12; y, juntamente con los que viven, saldrán al encuentro del
5,12-24). Los saludos y la conclusión sirven de terminación Kyrios para darle una solemne acogida (4,13-18). Otra pre-
a la carta (5,25-28). gunta que se le hace al Apóstol se refiere también a la
bj La comunidad de Tesalonica fue fundada por Pablo. expectación escatológica. Se responde con una instrucción
Tesalonica era importante centro comercial y capital de la «acerca del tiempo y las circunstancias» (5,1). Hay'que es-
provincia romana de Macedonia. Según la descripción que tar preparados para el día del Señor. Hay que permanecer
se nos ofrece en Hch 17,1-15, Pablo predicó al principio vigilantes y sobrios.
durante tres sábados con poco éxito en la sinagoga. Pero La composición de la carta no debió de tener lugar mu-
luego, como corresponde a la exposición esquemática de cho tiempo después de la separación del Apóstol y de su
Lucas, pasó de los judíos a los gentiles, muchos de los marcha de aquella comunidad. La preocupación de que la
cuales aceptaron la fe. Entonces los judíos obligaron al comunidad pudiera dudar de que el Apóstol fuera digno de
Apóstol a partir (Hch 17,13). Puesto que él mismo no po- crédito (2,1-12) y la necesidad de continuar la instrucción
día ya regresar (2,18), Pablo envió a Timoteo (3,1.5). sobre la esperanza escatológica (4,13-5,11) nos permiten
Y, al regreso de éste, recibió de Tesalonica noticias re- ver que la carta pretende consolidar los lazos entre el Após-
cientes. tol y la reciente comunidad. La fundación de la comunidad
c) El motivo de la composición de la carta es el relato debió de ocurrir en el año 49 d. C. (cf. p. 57) y la car-
HecEoporTjxnoTeo ( i ,6). ^Sfste^fert^contraaicción entre ta debió de escribirse en Corinto en el año 50 d. C. Por
los datos de los Hechos y los ofrecidos por la carta. Según tanto, no podemos tomar en consideración un origen más
la carta, Timoteo fue enviado a Tesalonica desde Atenas, tardío, por ejemplo, durante el llamado tercer viaje misio-
y regresó adonde estaba Pablo, a Corinto (3,1.5s). En cam- nero de Pablo.
bio, los Hechos (17,14s) nos dicen que Pablo marchó solo La carta está bien construida y redondeada en cuanto al
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62 Las cartas auténticas de Pablo Carta a los Gálatas 63

hilo de las ideas. Sería, pues, equivocado pretender des- Viene luego la parte parenética (5,13-6,10) y la salutación
componer en cartas distintas esta carta que tiene en sí tan- final escrita por el Apóstol de su puño y letra (6,11-18).
ta uniformidad (Kümmel contra Eckart y Schmithals). b) La carta está dirigida a las comunidades de Galacia.
A la pregunta de dónde está Ualacia se le han dado dos
respuestas distintas: 1) Según la llamada teoría de. Galacia
2. CARTA A LOS GAT.ATAS
meridional, el Apóstol se refiere a la provincia romana.
Después de la muerte de Amintas (25 a. C ) , último rey de
W. Lütgert, Gesetz und Geist (1919); A. Oepke, Der Brief
des Paulus att die Galater (31965); H. Schlier, Der Brief an die Galacia, su territorio —situado en el centro de Asia Me-
Galater ("1965); W. Schmithals, Die Haretiker in Galatien nor— llegó a ser territorio romano. Los romanos unieron
(1956), en Paulus und die Gnostiker (1965) 9-46. Galacia con Pisidia, Isauria, Licaonia, Frigia, Paflagonia y
el Ponto para constituir una provincia, que se extendía de
a) Contenido. Por de pronto, el párrafo (1,6-9) que si- suroeste hacia nordeste, a través de Asia Menor. Abarcaba
• ^ e a T a s a r u f á c i ó n inicial (1,1-5) nos permite ver ya lo una tercera parte de Asia Menor y era conocida simple-
enconado del enfrentamiento que motivó la carta a los mente con el nombre abreviado de «Galatia». Si Galacia
Gálatas. A diferencia de las demás cartas paulinas, faltan designa a esta provincia, entonces Pablo se habría dirigido
aquí las palabras de acción de gracias. Pablo tiene que de- a las comunidades de Asia Menor, fundadas durante el lla-
fenderse contra dos acusaciones (1,10-12): 1) que su evan- mado primer viaje misionero, y que se mencionan en Hch
gelio es una predicación de inspiración humana (kata an- 13-14, y estaban compuestas principalmente por judeo-
thropon), porque él pretende granjearse el favor de los cristianos. Puesto que el Apóstol, según 4,13, estuvo dos
hombres, y 2) que ha recibido su ministerio para anthropou veces con las comunidades, la carta se habría escrito du-
y, por consiguiente, no es legítimo apóstol. rante el llamado segundo viaje misionero. Para fundamen-
En primer lugar, se enfrenta Pablo con la segunda acu- tar esta opinión se ha hecho notar, entre otras cosas, lo
sación (1,10-2,21), explicando que él no es apóstol por obra siguiente: a) por los Hechos de los Apóstoles conocemos
de hombres. Independiente de las autoridades de Jerusalén la fundación y existencia de estas comunidades; b) la ar-
(1,10-24), y más adelante reconocido expresamente por gumentación de Gal supondría que los lectores tienen
ellas (2,1-10), él defendió en Antioquía su evangelio, in- conocimientos del Antiguo Testamento como sólo podrían
cluso contra Cefas (2,11-21). poseerlos los que habían sido antes judíos; c) Pablo, al
Con un recuerdo dedicado a los tiempos iniciales de la igual que en otras ocasiones, habría preferido, al hacer in-
comunidad (3,1-5) se pasa a la defensa del evangelio pau- dicaciones geográficas, dar los nombres de las provincias
lino: defensa que se lleva a cabo por medio de dos pruebas romanas; por tanto, Galacia debe entenderse como la pro-
de Escritura, cuyos textos están tomados del Pentateuco vincia romana del mismo nombre.
(3,6-5,12). Con ellos se demuestra que todo el que lee 2) La teoría de Galacia septentrional, defendida por la
como es debido la Ley tiene que escuchar en ella el testi- mayor parte de los exegetas, entiende por «Galacia» la re-
monio en favor de la justificación por la fe. El ejemplo de gión de Galacia, que se halla en el corazón de Asia Menor
la fe de Abrahán (3,6-9) y la historia de sus dos hijos (4, y en la que se habían asentado, durante el siglo n i a. C ,
21-31) se aducen para demostrar la justificación por la fe. los gálatas, que eran oriundos de la Galia (Schlier, Oepke).
Después de la primera prueba de Escritura se habla de la No hay noticia sobre el establecimiento de comunidades
fe y de la Ley (3,10-4,7). Y se hace aplicación de ello a los cristianas en este territorio. En Hch 16,6 y 18,23 se dice
Gálatas (4,8-20). La segunda prueba lleva aneja una cues- que Pablo pasó dos veces por Galacia (cf. Gal 4,13). Según
tión y hay que elegir entre una alternativa: o la servidum- la teoría de Galacia septentrional, la carta se habría escrito
bre bajo la Ley o la libertad del Evangelio (5,1-12). durante el transcurso del llamado tercer viaje misionero.
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64 Las cartas auténticas de Pablo Carta a los Gálatas 65

En favor de la exactitud de esta opinión hablan las si- a los que califica de destructores de las comunidades y de
guientes razones: a) La interpelación directa de «gálatas» personas que invierten el sentido del Evangelio (1,6-9).
con que se dirige a los destinatarios (3,1) sería absurda Quien acepta sus doctrinas se obliga a observar toda la
si se tratara de lectores del sur de la provincia. Porque, en Ley, y con ello pierde a Cristo (5,2) y vuelve a caer en la
este caso, no pertenecerían ni mucho menos a la nación servidumbre en la que había vivido siendo pagano (4,9s).
gálata. Por consiguiente, Pablo se refiere a los moradores Si, por lo que hemos visto hasta ahora, se deduce clara-
de la región de Galacia. b) A los lectores se les habla in- mente que la polémica paulina iba dirigida claramente con-
equívocamente como a antiguos gentiles, que antes no tra judaizantes, habrá que preguntarse además si Pablo se
conocían a Dios, servían a los ídolos, que no son dioses vuelve también, al mismo tiempo, contra otras tendencias,
ni muchos menos (4,8), y estaban esclavizados bajo los es decir, si la doctrina adversaria estaba influida además
elementos del mundo (4,9). c) No es exacto que Pablo men- por otras ideas. Lütgert lanzó la tesis de que Pablo tuvo
cione en las referencias geográficas los nombres de las que enfrentarse no sólo con los judaizantes, sino también
provincias romanas. En Gal 1,21 se indican las regiones con otro grupo, determinado por ideas entusiásticas y exal-
de Siria y Cilicia (tengamos en cuenta que Jerusalén per- tadas. En las comunidades habrían existido polémicas entre
tenecía también a la provincia de Siria). Y en 1 Tes 2,14 los judaizantes y los entusiastas (5,15) y Pablo habría tra-
se hace referencia a Judea como región, no como provincia. tado a los pneumáticos (6,1) con cierta consideración, a
Por consiguiente, Pablo escribe a las comunidades funda- fin de dirigir principalmente su ataque contra los judai-
das por él en el corazón de Asia Menor. Una enfermedad zantes. Sin embargo, en 5,15 se habla seguramente de
grave, de la que no tenemos detalles concretos, obligó al rivalidades personales existentes en la comunidad. Y Pablo
Apóstol a detenerse en Galacia y le brindó ocasión para designa como pneumatikoi a toda la comunidad, no a una
llevar el Evangelio a los gálatas paganos (4,13). La primera facción de la misma. De ahí que la tesis de Lütgert sea
visita fue seguida por otra segunda —así se presupone con rechazada, y con razón, por la mayoría de los exegetas.
lo de to proteron—-. Pero luego surgieron de repente per- En forma un poco modificada, el principio de este autor
sonas que promovían agitaciones contra Pablo. Ésta fue la fue recogido por Schmithals, quien juzga que los herejes
ocasión para la carta a los Gálatas, que se compuso durante eran representantes de una gnosis judaizante. Los rasgos
el amplio transcurso del llamado tercer viaje misionero, que Lütgert dividía en dos grupos los considera Schmithals
probablemente durante la estaneja, del Apóstol en Efeso como notas características de un único grupo. Como pneu-
(aproximadamente 53-55 d. C ) . máticos que son (6,1), los herejes no sólo enseñan la Ley,
c) Desde el exterior han penetrado hereje^ en la comu- sino que hablan también de los elementos del mundo, de
nidad. T o r un lado, lomentan sospechas de que Pablo no esos elementos esclavizadores (4,9), y acentúan la libertad
es verdadero Apóstol, y por otro, atacan su evangelio (1, (5,1.13), que únicamente se concede a quien ha logrado el
10-12), y afirman que ellos son los que traen el genuino verdadero conocimiento. La tesis desarrollada por Schmit-
y completo evangelio (1,6-9). Pablo, por su pretendido hals ha encontrado aceptación en algunos exegetas y ha
afán de agradar a los hombres (1,10), habría exonerado a conducido a la sospecha de que Pablo, a falta de conoci-
los gálatas del cumplimiento de la Ley. Ahora bien, la Ley miento exacto, no comprendió bien el carácter gnóstico de
forma parte del Evangelio completo. Y, por tanto, es pre- la doctrina de sus adversarios (Marxsen). Pero seguramen-
ciso circuncidarse (5,2; 6,12), aceptar el calendario de fies- te no habrá que identificar a los herejes de Gal con los de
tas judías (4,10) y observar las prescripciones sobre la pu- Col (cf. p. 97). Y será conveniente ser cautos antes
reza y las comidas (2,11-21). No puede ser justo ante Dios de afirmar que Pablo no tuvo sino conocimiento insufi-
sino aquel que ostente las obras exigidas por la Ley. ciente de la situación. El hecho de que los judaizantes em-
Pablo se vuelve con hiriente crudeza contra los herejes, plearan también conceptos de colorido sincretista como
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66 Las cartas auténticas de Pablo Primera carta a los Corintios 67

elementos (del mundo) (4,9) no prueba realmente el ca- pectiva este hilo conductor, vemos que el Apóstol va adop-
rácter gnóstico de sus concepciones. Lo de pneumatikoi tando una postura ante las diversas noticias y consultas que
(6,1) no debe entenderse, seguramente, como designación ha recibido de la comunidad. Después de las palabras de
de los adversarios, sino como apelativo que va dirigido a introducción (1,1-9), se enfrenta primeramente contra las
toda la comunidad (véase supra). Y el concepto de liber- discordias que hay en la comunidad, de las que ha tenido
tad, en 5,1.13, está entendido en sentido específicamente noticia (1,10-4,21) por los de Cloe (1,11). No hay que divi-
paulino, sin que podamos reconocer en él trasfondo gnós- dir a Cristo (1,12). La comunidad vive únicamente del
tico. Por eso la herejía contra la que Pablo dirige sus ata- evangelio, cuyo contenido es la palabra de la cruz (1,18),
ques debe entenderse claramente como legalismo de tipo no la sabiduría humana (1,18-3,23). Por eso no debe la
judaizante. Contra la proclamación de la necesidad de la comunidad escandalizarse por la pequenez del Apóstol (4).
Ley para la salvación Pablo afirma y recalca la verdad del Los capítulos 5-6 tratan de abusos morales que hay en la
Evangelio, que no tolera añadiduras ni componendas. La comunidad: del caso del incestuoso (5), del hecho de acu-
salvación se concede únicamente por la misericordia de dir a tribunales paganos (6,1-11) y de la fornicación con
Dios y se recibe exclusivamente en la fe. prostitutas (6,12-20).
Con su carta tuvo Pablo éxito, ¡qué duda cabe! No sólo El pasaje de 7,1-11,1 responde a cuestiones morales que
lo vemos por el hecho de que se nos conservara esa carta, desde Corinto se le han dirigido al Apóstol: el problema
sino que en 1 Cor 16,1, y en relación con la colecta que del matrimonio y de la soltería (7), la cuestión de los sacri-
las comunidades cristianas gentílicas reunieron en favor de ficios idolátricos y de la carne ofrecida en ellos (8,1-11,1).
Jerusalén, Pablo menciona también a las comunidades de La sección 11,2-11,40 es una parte bastante extensa que da
Galacia. Por consiguiente, en Galacia, y según las instruc- instrucciones para las asambleas de la comunidad. Estas
ciones del Apóstol, se reunió poco después la colecta. Gra- instrucciones se refieren al velo de las mujeres durante el
cias a la confrontación, realizada en Gal quedó zanjado culto divino (11,2-16), a la debida celebración de la Cena
definitivamente el que la Iglesia no era una secta judía, del Señor (11,17-34) y a los dones del Espíritu, que deben
sino que en su calidad de pueblo de Dios —compuesto de medirse por su contribución a la oikodomé (edificación)
judíos y gentiles— daba testimonio del evangelio a todo de la comunidad (12,1-14,40). En el capítulo 15 se enfren-
el mundo. ta el Apóstol con los que niegan la resurrección. En el
capítulo 16 habla sobre cuestiones financieras y personales.
Y todo termina con el saludo final, escrito de puño y letra
3. PRIMERA CARTA A T.OS CORTNTTOS del Apóstol (vv. 19-24).
—h^ La comunidad de Corinto fue fundada por él du-
W. Lütgert, Freiheitspredigt und Schwarmgeister in Korinth rante su permanencia de año y medio en dicha ciudad, des-
(1908); J. Weiss, Der 1. Korintherbrief (1910); A. Schlatter, de fines del 49 o comienzos del 50 hasta mediados del 51
Die korinthhche Theologie (1914); W. Schmithals, Die Cnosis (cf. pp. 56s). Corinto había sido destruida por los ro-
in Korinth (1956, 21965); U. Wilckens, Weisheit und Torheit
(1959); E. Dinkler, Korintherbrieje: RGG3 IV, 17-23; J. Hurd, manos en el año 146 a. C. Pero fue reedificada por orden
The Origin of 1 Corinthians (1965); W. Schenk, Der 1. Korin- de César, y desde el año 29 a. C. era capital de la provincia
therbrief ais Briefsammlung: ZNW 60 (1969) 219-243; H. Con- senatorial de Acaya y sede del procónsul. Como centro co-
zelmann, Der erste Brief an die Korinther (1969). mercial muy bien situado, la ciudad había llegado pronto
a adquirir nueva importancia. La navegación marítima y
a) Contenido. La sucesión, no muy coherente, de las el comercio atraían hacia Corinto a muchos forasteros.
distintas secciones de esta carta se halla presidida por el Y con este motivo habían tomado enorme auge en aquella
tema de la edificación de la comunidad. Teniendo en pers- ciudad portuaria la vida licenciosa y el afán de placeres.
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68 Las cartas auténticas de Pablo Primera carta a los Corintios 69

Los Hechos de los Apóstoles nos ofrecen un breve re- Pablo no menciona en absoluto que Apolo procediese del
lato sobre los comienzos de la comunidad cristiana en grupo de los discípulos de Juan, sino que acepta y reco-
Corinto. Pablo, procedente de Atenas, llega a la ciudad y noce su actividad: «Yo planté y Apolo regó» (3,6). Esto
se pone en contacto primeramente con Aquila y Priscila, quiere decir que Apolo continuó la obra del Apóstol. Por
que habían tenido que abandonar Roma a causa del edicto eso apoya Pablo la petición hecha por los corintios de que
del emperador Claudio contra los judíos (cf. p. 83). Gra- Apolo vuelva de nuevo a ellos (16,12). En Corinto hay
cias a estas dos personas, Pablo encuentra allí trabajo personas que apelan orgullosamente a él: «Yo soy de Apo-
como artesano de tiendas de campaña (18,2s). Todos los lo» (1,12). Así como en las religiones mistéricas se juzga-
sábados enseña en la sinagoga (v. 4); Silas y Timoteo se ba que, por la consagración, quedaba una relación perma-
reúnen con él, procedentes de Macedonia (v. 5; véanse nente entre el mystes (o iniciado en los misterios) y el
pp. 60ss). Por causa de la predicación de Cristo, Pablo mystagoges (o iniciador), así también se pensaba, eviden-
entra en conflicto con los judíos (v. 5), de suerte que tiene temente, en la comunidad cristiana que el bautizado se
que abandonar la sinagoga y volverse a los gentiles (v. 6). hallaba en relación fija con la persona del bautizante: una
Pablo es acogido en casa del prosélito Ticio Justo (v. 7): relación que sería de gran significación para la vida de
¡de los judíos pasa a los gentiles! Se destaca como logro aquél. El hecho de que se llegara a la formación de estos
especial de la actividad del Apóstol el que llegara a hacerse «grupitos» no fue culpa —¡qué duda cabe!— de Apolo
cristiano el jefe de la sinagoga, llamado Crispo (v. 8; 1 Cor (ya que vemos que Pablo reconoce sus servicios: 3,6; 16,
1,14). Muchos otros corintios abrazaron también la fe y se 12), sino de sus adeptos.
hicieron bautizar (v. 8). Pero cuando los judíos intervinie- Los lemas enumerados en 1,12 nos permiten ver que,
ron contra Pablo y le arrastraron hasta el tribunal del pro- además de los partidarios de Pablo y de los de Apolo,
cónsul Galión, el Apóstol tuvo que abandonar Corinto había también personas que pretendían pertenecer a Cefas.
(vv. 12-18). En el antepuerto de Céncreas embarcó y mar- Es verdad que en 9,5 se menciona la actividad misionera
chó a Cesaren, pasando por Efeso. de Pedro. Pero no tenemos base alguna para suponer que
Esta exposición concisa queda confirmada o completada él hubiera estado también en Corinto. Entonces debieron
por los datos de la carta. Pablo fundó la comunidad (3,6; de acudir a aquella comunidad, procedentes de fuera, al-
4,15), llevando a los corintios el Evangelio (15,3-5). Con gunos cristianos de expresión semítica (empleaban el nom-
la expresión ouk oidate (¿habéis olvidado...?) se alude bre arameo de Cefas) y que acentuaban como distinción
en la carta, con bastante frecuencia, a la instrucción dada especial el haberse hecho cristianos por Pedro.
a la comunidad (3,16; 5,6; 6,2s.9.15s.l9; etc.). Los miem- Las diferentes influencias que actuaban así en la comu-
bros de la comunidad proceden, en gran parte, de los nive- nidad condujeron a que se echasen en cara mutuamente
les inferiores de la sociedad (1,26-28); hay esclavos que frases jactanciosas, como «yo pertenezco a éste, yo a aquél»,
pertenecen a la comunidad (7,21; 12,13), y también algu- y que se sintiera la arrogancia de ser —cada grupo— los
nas personas adineradas (ll,21s). La composición de la verdaderos poseedores del Espíritu. Un entusiasmo ilumi-
comunidad es muy diversa, como corresponde al cuadro nista se había apoderado de toda la comunidad (Lütgert,
ofrecido por aquella ciudad. Poco después de que Pablo Schlatter, Schmithals, Wilckens). Con la conciencia de los
tuviera que abandonar la comunidad, vino Apolo a Corin- poderes del Espíritu y de la sabiduría, los pneumáticos
to. Las noticias que sobre él nos dan los Hechos de los pensaban que el ésjaton se hallaba ya presente (4,8), de
Apóstoles son poco claras, por cuanto afirman que Apolo tal suerte que miraban con menosprecio la desmedrada fi-
no había conocido al principio sino el bautismo de Juan, gura del Apóstol (4,lss), y pensaban que ya no les impor-
que luego había trabajado en Corinto y que sólo más ade- taba para nada todo lo terreno. Lo único que interesa ver-
lante recibió también el bautismo cristiano (18,24-19,7). daderamente es la posesión del «Espíritu», sin que importe
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70 Las cartas auténticas de Pablo Primera carta a los Corintios 71

lo que se haga con el «cuerpo» y qué es lo que vaya a ser que los pneumáticos tienen de que ellos son los verdaderos
de él. Ellos hacen alarde de la libertad que se les ha conce- cristianos. Puesto que este entusiasmo se ha apoderado de
dido, una libertad según la cual todo es lícito: «todo me la comunidad entera, no de grupos aislados, Pablo inter-
está permitido» (6,12; 10,23). A estos espirituales les re- pela a todos los miembros de la comunidad y les recuerda
sulta, en último término, indiferente que uno sea un in- el evangelio que ellos han recibido y aceptado, a fin de
cestuoso (5,1-13), otros vayan con prostitutas (6,12-20) desarrollar —a partir de esa idea— lo que la comunidad
y algunos —por menosprecio del cuerpo— se decidan por es y lo que tiene que ser.
el celibato (7). Ellos comen —sin escrúpulos— carne sa- c) J(p. comPosición de esta carta ha ido ya precedida
crificada a los ídolos, porque saben, con recto conocimien- por un Intercambio epistolar. En 5,9 menciona Pablo una
to, que los ídolos no existen (8,1). Las mujeres participan carta anterior, en la que él había dicho a la comunidad que
en las asambleas de la comunidad sin cubrir su cabeza con no tuviera tratos con lujuriosos. Los corintios, obstinados,
un velo. Y en esas asambleas, con el sentimiento de que replicaron entonces con una pregunta: ¿cómo iba a ser eso
en ellas se hacen ya presentes las energías del mundo futu- posible en una ciudad como la suya? (5,9s). El Apóstol
ro, se organizan comilonas (11). El discurso lanzado en hace notar entonces que no se refiere en general a los luju-
momentos de éxtasis goza de desmedida estimación, porque riosos que hay en el mundo, sino que lo importante es que
se piensa que es fenómeno del Espíritu (12-14). Y no se en la comunidad la conducta sea transparente y no existan
desea oír nada de una futura resurrección de los muertos, en ella lujuriosos, avaros, idólatras, etc. (5,11). Esa carta
porque por la resurrección de Cristo ha comenzado ya la anterior no se ha conservado.
realidad pneumática (15). Es verdad que esta teología «co- Se han hecho diversos intentos por reconstruir la carta
ríntica» no es aún una mitología gnóstica plenamente ela- perdida. Y, así, la sucesión de ideas, no muy compacta, de
borada. Sin embargo, el orgulloso sentimiento que el pneu- 1 Cor ha brindado ocasión para desligar de ella algunos
mático tiene de sí mismo, y que le hace sentirse elevado fragmentos y atribuírselos a esa otra carta anterior, en la
por encima de todo lo terreno, tiene ya rasgos que —un que —según 5,9— se dieron enseñanzas sobre la conducta
poco tiempo después— aparecen más claramente marcados sexual recta. J. Weiss atribuyó a esa carta anterior los frag-
en la doctrina gnóstica. mentos de 10,1-22; 6,12-20; 9,24-27; 11,2-34. Dinkler lo
Posiblemente este movimiento pneumático explique hizo con los siguientes fragmentos: 6,12-20; 9,24-27; 10,
aquella breve declaración de «yo con Cristo» (1,12). La 1-22; 11,2-34; 12-14. Schmithals, que descompone las dos
interpretación de estas palabras sigue discutiéndose hasta cartas actuales a los Corintios en seis cartas, hace la si-
el día de hoy. Ahora bien, el problema no se puede resol- guiente atribución: 2 Cor 6,14-7,1; 1 Cor 6,12-20; 9,24-
ver afirmando que este giro es una glosa que se insertó 10,22; 11,2-34; 15; 16,13-24. Schenk divide la primera car-
con posterioridad (J. Weiss, Wilckens, etc.). Porque 1,13 ta a los Corintios en cuatro cartas distintas, y supone que
se halla en relación de quiasmo con la pregunta que viene a la llamada «carta anterior» pertenecieron los siguientes
a continuación: «¿Está Cristo dado en exclusiva?». Y esta fragmentos: 1 Cor 1,1-9; 2 Cor 6,14-7,1; 1 Cor 6,1-11;
pregunta supone que han precedido las palabras «yo de 11,2-34; 15; 16,13-24. Ahora bien, ninguna de estas pro-
Cristo» (véase también 2 Cor 10,7). Se ha sospechado mu- puestas puede considerarse como convincente. El hecho de
chas veces que esta expresión era el lema de un llamado que en 1 Cor se traten de manera un poco inconexa diver-
«partido de Cristo», que pretendería diferenciarse de todos sas cuestiones no se explica porque —secundariamente— se
los demás partidos, como absolutamente superior a todos hubieran refundido varias cartas, sino por la ocasión misma
ellos. Pero de semejante partido no se dice en la carta ni de la carta, como luego veremos.
una sola palabra. Más bien habría que pensar que en esta De una manera distinta intentó Hurd reconstruir la carta
arrogante declaración se encierra la orgullosa conciencia anterior, recogiendo las sugerencias que iba hallando en
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72 Las cartas auténticas de Pablo Segunda carta a los Corintios 73


1 Cor, sacando de ahí conclusiones sobre la carta anterior davía contraer matrimonio, teniendo en cuenta que se
y sospechando que en ella debió de hablarse no sólo del aproximan ya los tiempos finales; 3) acerca de la carne sa-
matrimonio, sino también de la carne sacrificada a los ído- crificada a los ídolos (8,1); 4) sobre los dones del Espíritu
los. Ahora bien, éstos serían precisamente los temas de los (12,1); 5) sobre la colecta (16,1) que las comunidades cris-
que trata el llamado «Decreto de los Apóstoles» (Hch 15, tianas gentílicas están reuniendo con destino a la comu-
23.29). De ahí se deduce después que Pablo, originalmente, nidad primitiva que reside en Jerusalén; 6) acerca de
debió de estar cerca de los entusiastas corintios, pero que Apolo (16,12). Las noticias orales y escritas que han lle-
—después del Concilio de los Apóstoles— hizo que se gado hasta Pablo condicionan el orden, no muy coherente,
aplicaran también en Corinto sus decisiones. Para ello se de las respuestas dadas por él a la comunidad en 1 Cor.
habría escrito la carta mencionada en 5,9, carta a la que Sin embargo, la multiplicidad de los problemas abordados
los corintios habrían reaccionado con protestas. La réplica
en la carta no representa una estructura nacida al azar, sino
del Apóstol la tendríamos en 1 Cor. Por consiguiente, el
que todo lo que el Apóstol explica está sustentado por la
diálogo entre Pablo y la comunidad se habría originado
por el hecho de que Pablo, por influjo de las circunstancias, gran esperanza de la resurrección de los muertos (capítu-
hubiera cambiado sus posiciones. Sin embargo, esta recons- lo 15) y es estudiado con miras a la edificación de la co-
trucción es una desfiguración total de la realidad objetiva. munidad.
Porque Pablo no sabe absolutamente nada acerca de deci- Como lugar de la composición de la carta se menciona a
siones como las que se mencionan en Hch 15,20.29 (véase Efeso en 16,8. Pablo quiere permanecer allí todavía hasta
Gal 2,1-10). Y, por tanto, no pudo cambiar de opiniones Pentecostés y ha enviado ya por delante a Timoteo en di-
en consonancia con Jas decisiones de esa reunión de los rección a Corinto (evidentemente, por vía terrestre, 4,17).
Apóstoles. La primera carta a los Corintios demuestra que Para que Timoteo sea recibido amistosamente escribe Pa-
los temas de la porncia (inmoralidad) y de la carne sacri- blo una recomendación para él en la carta que envía di-
ficada a los ídolos representaban cuestiones importantes en rectamente a la comunidad (16,10s). Puesto que 1 Cor fue
el diálogo con la comunidad. Sin embargo, no es posible escrita a principios de año y hacia el fin de la estancia
una reconstrucción de la carta mencionada en 5,9. de Pablo en Efeso (16,8), y Pablo permaneció en esta ciu-
dad desde el 53 al 55 d. C. (cf. p. 58), creemos que la
La primera carta a los Corintios se compuso por dos composición de 1 Cor hay que situarla a principios del
motivos: 1) Por los de Cloe —¿esclavos o personas de esta año 55.
familia?— Pablo recibió noticias sobre la situación de la
comunidad (1,11). Sobre ellas pasa a hablar detenidamente
en los capítulos 1-6 (5,1: akouetai [oír hablar]; véase tam- 4. SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS
bién 11,18: akouo [oigo decir]), valorando en la carta las
noticias que han llegado hasta él. 2) La comunidad escribió A. Hausrath, Der Vier Capitel-Brief des Paulas an die Ko-
al Apóstol una carta en la que le hacía una serie de pre- rínther (1870); H. Lietzmann,
,
An die Korinther I-II (31931;
guntas. Esteban, Fortunato y Acaico, que se encuentran Lietzmann-Kümmel, 1949); E. Kasemann, Die Legitimitat des
Apostéis: ZNW 41 (1942) 33-71 = 21956; R. Bultmann, Exege-
donde él (16,17), han sido —suponemos— los que traje- tische Probleme des zweiten Korintherbriefes (1947): «Exegeti-
ron la carta. En 7,1 se comienza a responder a las pregun- ca» (1967) 298-322; J. A. Fitzmyer, Qumran and the interpolated
tas planteadas desde Corinto: «Acerca de aquello que es- Paragraph in 2 Cor 6:14-7:1 (1961), en Essays on the Semitic
cribisteis». Seis puntos, introducido cada uno de ellos por Background of the NT (1971) 205-217; G. Bornkamm, Die Vor-
un peri, quedan caracterizados como consultas explícitas: geschichte
2
des sogenannten Zweiten Korintherbriefes (1961 =
1) acerca del matrimonio y de la soltería (7,1); 2) acerca 1965 = Gesammelte Aufsatze IV, 1971) 162-194; J. Gnilka,
de las vírgenes (7,25), y concretamente sobre si deben to- 2. Kor. 6,14-7,1 im Lichte der Qumranschriften und der Zwolf-
Patriarchen-Testamente, en NeutestamentUche Aufsatze für
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74 Las cartas auténticas de Pablo Segunda carta a los Corintios 75


J. Schmid (1963) 86-99; G. Friedrich, Die Gegner des Paulus Y esta vez sería la segunda. Sin embargo, fracasó el intento
im 2. Korintherbrief, en Abraham unser Vater, Hom. a O. Mi- de arreglar la situación. Ocurrió un incidente en el que un
chel (1963) 181-215; D. Georgi, Die Gegner des Paulus im miembro de la comunidad infirió una grave ofensa al Após-
2. Korintherbrief (1964); C. K. Barret, Paul's Opponents in
II Corinthians: NTS 17 (1970-71) 223-254. tol (II 2,5; 7,12). No se mencionan las circunstancias con-
cretas ni el nombre del agresor (Pablo le designa sencilla-
mente como «ofensor»). Todo esto nos resulta desconocido
a) Contenido. La carta se puede dividir en tres grandes y no podemos ya averiguarlo. En todo caso, este incidente
partes: 1-7, ii-9, 10-13. En 1-7 se dilucida la relación del hizo que fuera extraordinariamente difícil la relación con
Apóstol con la comunidad desde el aspecto del ministerio la comunidad. Pablo tuvo que abandonar Corinto y regre-
apostólico. En primer lugar se habla de las relaciones exis- sar a Efeso. Desde allí escribió una carta a Corinto —la
tentes hasta ahora entre el Apóstol y la comunidad (1,12- llamada carta intermedia o bien carta de las lágrimas—
2,13); luego se hace una extensa apología del ministerio compuesta por él, según I I 2,4; 7,8s.l2, en medio de gran
apostólico (2,14-7,4), contrastando su gloria (2,14-4,6) con tribulación interior. Tito visitó la comunidad y le llevó esta
su humillación y oprobio (4,7-6,10); por el llamamiento carta (2,13; 7,6.13s). Pablo, después de esto, no se quedó
dirigido directamente a la comunidad y por medio de noti- ya durante mucho tiempo en Efeso, donde se había visto
cias personales debe establecerse una nueva relación de en grave peligro de perder la vida (1,8-11), sino que por
confianza entre el Apóstol y la comunidad (6,11-7,16). vía terrestre se puso en camino, yendo al encuentro de Tito
Los capítulos 8-9 hablan de la colecta que las comuni- (2,12s), con quien se reunió en Macedonia (7,5ss). Tito,
dades cristiano-gentílicas reúnen para la comunidad primi- para gran sorpresa, le trajo buenas noticias. La comunidad
tiva que vive en Jcrusalén. había castigado al culpable y se había dedicado al asunto
En los capítulos 10-13 se enfrenta Pablo con los adver- de la colecta. Consolado por estas noticias, Pablo escribe
sarios, que otra vez se han alzado contra él. Y refuta sus una carta a Corinto. Si después de estos acontecimientos
calumnias (10,1-11,15). Luego el Apóstol también «se glo- cabría esperar una carta equilibrada, nos parece muy cu-
ría» (11,16-12,10) no sólo por sus sufrimientos (11,16-33), rioso que Pablo —en los capítulos 10-13— vuelva a des-
sino también por sus experiencias pneumáticas (12,1-10). atarse en durísima polémica contra sus adversarios.
Posteriormente, termina la defensa contra los adversarios r c) En Corinto han surgido adversarios de. Vahío que
(12,11-18), se anuncia la inminente visita de Pablo a Co- no formaban parte aún de la comunidad durante la com-
rinto (13,1-10) y concluye la carta (13,11-13). posición de I. Son judeocristianos que han penetrado des-
_ J ¿ ) Después de enviada 1 Cor ( = 1 ) han ocurrido una de fuera en la comunidad (11,4) y que han logrado acre-
sene '(^^acontecimientos entre el Apóstol v la comunidad ditarse ante ella gracias a las cartas de recomendación que
que han hecho que cambie la situación. El viaje, menciona- traían (10,12.18). Tienen la pretensión de hablar como
do en I 4,17, de Timoteo a Corinto ha sido —evidente- apóstoles a la comunidad (11,5.13; 12,11). Su mensaje es
mente— un viaje infructuoso. Porque la relación entre diferente del de Pablo («evangelio diferente»: 11,4), de
Pablo y los corintios debió de empeorarse tanto, que él se quien dicen que no es verdadero apóstol ni cosa parecida.
decidió rápidamente a cambiar sus planes (véase I 16,8), y Porque él no podría mostrar verdaderas credenciales de
organizó una visita intermedia a la comunidad, una visita que lo es (13,3.7). Y. ni siquiera se ha atrevido a reclamar
de la que no se nos habla en Hch. En I se presupone tan para sí el derecho que corresponde al apóstol, el derecho
sólo una estancia del Apóstol en Corinto —la época en que a pedir que la comunidad le proporcione el sustento (11,
se fundó la comunidad—; ahora bien, en I I 12,14; 13,1 se 8s). Ahora bien, en vez de eso, y como un calavera que es,
anuncia que la inminente visita es la tercera. Por tanto, ha expoliado a la comunidad reuniendo colectas para la
Pablo tuvo que estar entre tanto otra vez en Corinto. comunidad de Jerusalén (ll,8s; 12,16). En general, la im-
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76 Las cartas auténticas de Pablo Segunda caria a los Corintios 77

presión que Pablo causaba era muy curiosa. Visto de cerca, Por eso intentó Friedrich describir a esos adversarios
parecía un hombrecillo pequeño e insignificante, que se como pertenecientes al círculo de Esteban, que se mencio-
expresaba con dificultad (11,6); pero de lejos, escribe car- na en Hch 6 y 7, y que hacían valer sus experiencias de
tas muy fuertes (10,ls.9s). La comunidad, que conocía a tipo extático y visionario y actuaban como predicadores
Pablo como misionero y también como autor de cartas, carismáticos. Pero no dejará de ser una sospecha imposi-
quedó impresionada —¡qué duda cabe!—- con la aparición ble de probar que los partidarios de Esteban viniesen a
de estas personas. Ahora la comunidad tiene que discernir Corinto, y las escasas noticias que tenemos sobre el círculo
entre apóstoles verdaderos y apóstoles falsos y responder de Esteban, y que hallamos en Hch, no bastan para dar
a la pregunta sobre la legitimidad del Apóstol. verosimilitud a esas líneas de contacto con Corinto.
El problema de cómo habría que definir exactamente a Georgi ha relacionado la actuación de esos adversarios
estos adversarios de Pablo es un problema que se sigue con el fenómeno, muy difundido, de los predicadores iti-
debatiendo hasta ahora entre los investigadores. F. C. Baur nerantes, que tenían conciencia de estar dotados de poderes
pensó en judaizantes, pero no se habla ni una sola palabra divinos. Los predicadores que impresionaron a la comuni-
acerca de la Ley, del sábado y de la circuncisión, de tal dad de Corinto serían judeocristianos helenistas, que se
suerte que los adversarios son, sí, judeocristianos (11,22), apoyaban en cartas de recomendación expedidas por otras
pero no judaizantes. Lütgert (cf. p. 69), Bultmann y comunidades y que ostentaban como legitimación las ma-
Schmithals (cf. p. 69) piensan que se trata de los mis- nifestaciones eficaces del Espíritu que iban acompañando
mos adversarios entusiásticos que en I, los cuales afirma- a sus obras. Este encuadramiento explicaría no sólo el ca-
ban que eran los únicos genuinamente cristianos (10,7) y rácter judeocristiano, sino también el celo misionero de
los únicos que poseían el conocimento recto (11,6) y que aquellos llamados apóstoles.
se gloriaban de sus experiencias pneumáticas (12,íss). Pero Sin embargo, persiste cierta inseguridad en el intento de
I no presupone en ningún lugar adversarios judeocristia- definir exactamente la posición de aquellos nuevos adver-
nos, de tal suerte que para definir al grupo mencionado en sarios que surgían. Porque, en su polémica, Pablo se dirige,
II 10-13 no debe mirarse retrospectivamente a I. Se trata por un lado, contra las pretensiones de ellos, y por otro,
más bien de los llamados apóstoles, que han venido de contra los criterios de que se sirven los corintios para en-
fuera y que luego han hermanado con las tendencias entu- juiciar a los nuevos apóstoles y al apóstol Pablo. A los ojos
siásticas que había en la comunidad. de los corintios era decisivo el que se demostraran osten-
El carácter indiscutiblemente judeocristiano, así como la siblemente los efectos del Espíritu y se dieran señales del
pretensión de ser apóstoles, lo ha pretendido explicar Kase- poder divino. Desde este punto de vista, los adversarios,
mann suponiendo que se trataba de enviados de la comu- evidentemente, podían contarse entre los «superapóstoles»
nidad primitiva de Jerusalén, los cuales se apoyaban en la con mucha mayor razón que Pablo, cuyas actuaciones eran
autoridad de los Apóstoles originarios (véase también Bar- tan poco ostentosas.
ret). Esto explicaría, por un lado, la respetuosa acogida que El Apóstol polemiza con dura y enérgica defensa. El
estas personas hallaron en la comunidad, y por otro, expli- ataque contra su apostolado significa que se está predican-
caría también lo grave de aquella lucha, en la que un apos- do a otro Jesús y que se posee otro Espíritu (11,4). Si en
tolado militaba contra otro apostolado. El carácter judeo- él se echa de menos la imponente y ostentosa actuación de
cristiano y la pretensión apostólica hallarían de esta manera un pneumático (10,1-10), también es cierto que él podría
impresionante explicación; pero, de hecho, vemos que en gloriarse y mostrar ostentosamente su pertenencia a Israel
ninguna parte se hace referencia a Jerusalén: ni en la men- (11,22) y hablar de sus propias experiencias extáticas (12,
ción de las cartas de recomendación ni en orden al apos- 1-10). Pero, si de gloriarse se trata, en lo que hay que glo-
tolado. riarse es en los sufrimientos y en la debilidad. Porque Cris-
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78 Las cartas auténticas de Pablo Segunda carta a los Corintios 79

to fue crucificado por debilidad (13,4). Y a sus seguidores prepaulino que fue integrado aquí. Nos llama además la
no se les puede reconocer sino porque perfeccionan con su atención el hecho de que el problema de la colecta se es-
debilidad el poder de Cristo (12,9). Por eso el gloriarse tudie dos veces: en el capítulo 8 y en el 9. Observamos,
debe ser siempre y únicamente gloriarse «en el Señor». En finalmente, que el relato personal de 2,12s continúe en
esta confrontación con los adversarios advierte Pablo a la 7,5ss, de tal suerte que 2,13-7,4 constituye en sí un con-
comunidad que irá pronto allí para poner las cosas en or- junto armónico y uniforme (prescindiendo de 6,14-7,1).
den. No cabe duda de que esta argumentación apasionada Estas diversas observaciones las ha sintetizado G. Born-
de los capítulos 10-13 es genuinamente paulina. Sin em- kamm en una teoría probada con perspicacia acerca de I I
bargo, es discutible si, originalmente, se hallaba en una como composición epistolar. La cesura entre 9 y 10 sería
misma y única carta, a continuación inmediata de los capí- tan llamativa, que tendría que haber aquí una sutura. Los
tulos 1-9. capítulos 10-13 representan un fragmento de la «carta de
d) Desde hace tiempo se ha discutido la cuestión de si las lágrimas»: no la carta entera, ya que no se dice nada
2 Cor no representaría quizáNjna composición epistolar del «ofensor». Un compilador posterior habría colocado
hecha a base de varios fragmentos que luego se habrían este fragmento al final, porque correspondía a un topos
ensamblado. La cesura que hay entre los capítulos 9 y 10 fijo eso de advertir, al final de una carta, que se tuviera
difícilmente podrá explicarse diciendo que Pablo habría cuidado con los herejes (véase el final de Gal y de Rom,
pasado una noche de insomnio entre la composición de así como también Didajé 16). Pero tampoco el resto de la
ambas partes (Lietzmann) o que habría dictado su carta carta sería uniforme. En el relato personal de 1,8-11; 2,
con algunas interrupciones (Kümmel). El tono brusco y el 12s; 7,5-16, que se puede leer desligado del contexto, se
lenguaje de los capítulos 10-13 pensaba Hausrath que po- habría interpolado una extensa apología del ministerio
dría explicarlo suponiendo que aquí tendríamos la llamada apostólico, una apología en la que se presupone aún que
carta intermedia o carta de las lágrimas (2,4; 7,8s.l2). Esta existen relaciones cordiales con la comunidad (2,14-7,4).
sospecha ha encontrado bastante aceptación, pero también De ahí se deduciría que esta sección se habría compuesto
justificadas objeciones. Porque del «ofensor», ante cuya antes que todos los demás fragmentos de II. Después de
conducta reaccionó Pablo en la «carta de las lágrimas», no esta carta habría empeorado de nuevo la situación, de tal
se dice nada en los capítulos 10-13. (Hausrath cayó por eso suerte que llegó a ser necesaria la visita intermedia, ocurrió
en la absurda hipótesis de creer que el «ofensor» debía el incidente desagradable y luego se escribió la carta inter-
identificarse con el incestuoso de I 5). Si los capítulos 10-13 media, a la que pertenecerían los capítulos 10-13. Esta car-
tuvieran que atribuirse a la «carta intermedia», habría más ta, llevada por Tito, mejoró la situación, de forma que Pa-
fragmentos que también deberían adscribirse a dicha carta, blo envió por fin a Corinto su carta de reconciliación, que
de tal suerte que 10-13 no sería más que un fragmento contenía toda clase de noticias y comunicaciones (1-2,13;
extenso, eso sí, de ese escrito. 7,5-16; 8; 13,11-13). El capítulo 9, que comienza de nuevo
Ahora bien, la carta contiene también otras cesuras o con el asunto de la colecta, habría que atribuirlo probable-
interrupciones en el hilo de las ideas. Y esto ofrece ocasión mente a otra carta independiente.
para reflexiones críticas. En 6,14-7,1 tenemos un fragmen- En este caso, el análisis nos ofrece el siguiente orden de
to compacto y uniforme que puede muy bien desligarse del sucesión, que fue el original: apología del ministerio apos-
contexto (7,2 enlaza perfectamente con 6,13) y que por su tólico (2,14-7,4), luego la visita intermedia, el incidente
terminología no paulina, y que recuerda notablemente el desagradable, la carta intermedia (10-13), que mueve a la
lenguaje de los textos de Qumrán, destaca de manera sor- comunidad a cambiar de actitud, a continuación la carta
prendente (Fitzmyer, Gnilka). Se trata, pues, o bien de un de reconciliación (1,1-2,13; 7,5-16; 8; 13,11-13). Como
fragmento inserto secundariamente o bien de un fragmento fragmento no paulino destaca entre todo el conjunto el
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80 Las cartas auténticas de Pablo

pasaje de 6,14-7,1. Y como porción de una carta indepen- 5. CARTA A LOS ROMANOS
diente destaca el capítulo 9. Todas las partes tratan de la
esencia y legitimidad del ministerio apostólico. La apología H. Lietzmann, An die Rómer (41933); J. Munck, Paulus und
2,14-7,4 y la «carta de las lágrimas» se compusieron en die Heilsgeschichte (1954); W. Schmithals, Die Irrlehrer von
Efeso; la «carta de la reconciliación» fue redactada des- Rom. 16,17-20 (1959), en Paulus und 3die Gnostiker (1965)
pués de la reunión con Tito en Macedonia. Las cartas, que 159-173; G. Friedrich, Romerbrief: RGG V, 1137-1143; O. Mi-
fueron sucediéndose rápidamente, suponemos que se escri- chel, Der Brief an die Rómer (1955, "1966); U. Luz, Zum Auf-
bieron en breves intervalos entre los años 55-56 d. C. bau von Rm 1-8: ThZ 25 (1969) 161-181; G. Klein, Der Ab-
fassungszweck des Rómerbriefes, en Rekonstruktion und Inter-
Por lo que se refiere a la composición, que ensambló pretation (1969) 129-144; J. McDonald, Was Romans XVI a
esos fragmentos distintos, creo que habrá que decir con sepárate Letter?: NTS 16 (1969-70) 369-372; G. Bornkamm,
Bornkamm lo siguiente: los capítulos 10-13, por las razo- Der Romerbrief ais Testament des Paulus: «Gesammelte Auf-
nes que hemos indicado antes, fueron colocados al final. satze» IV (1971) 120-139; P. S. Minear, The Obedience of Faith.
En cuanto al resto del contexto, la carta de la reconcilia- The Purposes of Paul in the Epistle to the Romans (1971);
ción ofreció el marco. El capítulo 9, por razones objetivas, U. Borse, Die geschichtliche und theologische Einordnung des
fue puesto a continuación del capítulo 8. En cambio, la Rómerbriefes: BZNF 16 (1972) 70-83.
apología halló su lugar después de 2,13. El viaje que allí
se menciona, de Efeso a Macedonia, pasando por Tróade, a) Contenido. El tema de la justicia de Dios (l,16s)
parece —por- la anexión de 2,14— como el fragmento de determina el movimiento de las ideas en toda la carta. Des-
una marcha triunfal en la que Dios va conduciendo al Após- pués del encabezamiento y del saludo (1,1-7), la introduc-
tol a través del mundo. También al final se ha conseguido ción de la carta señala ya el tema (1,8-17). La primera parte
una 'buena anexión, recogiendo 7,5 el tema de la «tribula- principal trata del evangelio como poder de Dios para
ción» mencionado en 7,4. todo el que cree (1,18-8,39). Se hace un contraste entre la
De distinta manera que en I, donde la sucesión de ideas, revelación de la ira de Dios sobre gentiles y judíos (1,18-
un poco inconexa, está determinada por las noticias llega- 3,20) y la revelación de la justicia de Dios (3,21-8,39). En
das de la comunidad y por las consultas hechas por ésta, cuanto a la revelación de la justicia por la fe (3,21-31) se
vemos que las cesuras que hay en I I , según la fisonomía aduce una prueba de Escritura, señalándose el ejemplo de
que tiene actualmente esta carta (principalmente las cesu- la justicia de Abrahán, que creyó (4). A la pregunta de qué
ras entre 9 y 10, pero también entre 2,13 y 2,14), no en- es lo que quiere decir que el justo vive de la fe (1,17), se
cuentran explicación satisfactoria si no es admitiendo una responde en 5-8. En primer lugar se demuestra que la vida
composición epistolar creada secundariamente. Para con- es, sí, objeto de esperanza, pero que es también algo ya
firmar esto mismo podemos señalar también que nuestra presente (5,1-11). Si por Adán el pecado y con él la muer-
2 Cor no está atestiguada por Marción. Y, así, sospechamos te penetraron ya en el mundo, por Cristo han llegado la
que los diversos fragmentos se ensamblaron a comienzos justicia y la vida (5,12-21). Después se explica que el pe-
del siglo II, bajo la idea clave de la legitimidad del minis- cado ha perdido ya para los creyentes su señorío (6,1-7,6).
terio apostólico, a fin de poder conservar como legado del Los que están bautizados en Cristo han muerto al pecado
Apóstol la gran carta que de esta manera se obtuvo y sobre y viven ahora para Dios en Cristo Jesús (6,1-11). Por eso
todo para poder leerla públicamente en el culto divino. el pecado no debe reinar ya sobre ellos y están llamados
a la conducta obediente de los justificados (6,12-14.15-23).
Ahora se encuentran en la nueva vida del Espíritu y no ya
en la vieja vida de la letra (7,1-6). La pregunta acerca de
qué significado tiene entonces la Ley conduce a una espe-
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82 Las cartas auténticas de Pablo Carta a los Romanos 83

cié de digresión que describe la servidumbre del hombre también a los prosélitos y a los llamados «temerosos de
bajo la Ley (7,7-25). Para terminar, se habla luego de la Dios», salieron los primeros cristianos.
vida en el Espíritu y de la certidumbre de la consumación El hecho de que los inicios de la comunidad debieron de
futura (8). ser judeocristianos lo prueba el llamado «edicto de los ju-
Asimismo, la cuestión acerca del destino de Israel se díos», publicado por el emperador Claudio: «Iudaeos im-
aborda a partir del tema de la justicia de Dios. Después pulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit» (Sue-
de un reproche introductorio a Israel, se habla primera- tonio, Vita Claudii 25). En este breve informe se presupone
mente de la elección y reprobación por parte de Dios (9, erróneamente que un tal Chrestus —nombre corriente de
6-29), se establece un contraste entre ellas y la culpa de esclavos— producía agitación entre los judíos. De hecho,
Israel (9,30-10,21) y se habla, finalmente, acerca de la pro- y debido al mensaje de Cristo, hubo vivas desavenencias
mesa de Dios para Israel (11). entre los judíos. Claudio aprovechó esta ocasión para ex-
Al final, la parénesis se sitúa también dentro del tema pulsarlos de Roma. Los judeocristianos se vieron afectados
de toda la carta. La justicia de Dios exhorta a la obediencia también por el edicto dirigido contra los judíos (véase Hch
por parte de los justificados. Los capítulos 12-13 contienen 18,2). La pervivencia de la comunidad cristiana se logró
exhortaciones relativas a la conducta de los cristianos hacia gracias a sus miembros gentílico-cristianos, de tal suerte
el exterior; 14,1-15,13 ofrecen instrucciones para el com- que dicha comunidad quedó compuesta desde entonces de
portamiento en el seno de la comunidad, principalmente cristianos procedentes de la gentilidad. El emperador Nerón
en orden a la convivencia de los fuertes y de los débiles (54-68 d. C.) abolió el edicto de Claudio y permitió a los
dentro de la misma. judíos regresar de nuevo a Roma. Bastantes no tardaron en
En 15.14-16.27 sipuc el final. Se exponen los planes del hacerlo, de tal suerte que incluso la comunidad cristiana
Apóstol (15,14-33). Y termina con una larga lista de salu- volvió a experimentar una afluencia de judeocristianos.
dos (16,1-23) y una doxología (16,25-27). Ahora bien, los cristianos gentílicos siguieron siendo la
b) No tenemos noticias sobre el origen de la comuni- mayoría. Porque a ellos se les interpela especialmente en
dad cristiana en Roma. La carta a Rom presupone que en Rom 9-11, para que no olviden que fueron injertados en
Roma existe ya una comunidad cristiana, de cuya fe ha el olivo de Israel (ll,13ss). Asimismo, de otros lugares de
llegado noticia a todo el mundo (1,8). Pablo se había pro- la carta se desprende que la comunidad, que originalmente
puesto ya visitarla hacía bastante tiempo (l,10ss), pero fue judeocristiana (véase la confesión judeocristiana de 1,
hasta entonces no había podido realizar aún su propósito 3s), constaba predominantemente de gentiles en tiempo de
(15,22ss). En ninguna parte de la carta se indican nombres la composición de la carta (l,5s; 15,14-16). La sección de
de misioneros que hayan sido los primeros en llevar el 14,1-15,13 se ocupa del problema de cómo la mayoría
evangelio a Roma. No se menciona tampoco al apóstol Pe- gentílico-cristiana deberá convivir con la minoría judeo-
dro, que según la tradición posterior habría sido el pri- cristiana.
mer obispo de la comunidad romana. Es verdad que se c) Las condiciones preliminares de la composición d¿.
podría considerar como un hecho histórico el que Pablo la carta a los Romanos son distintas de las que presidieron
y Pedro, con un breve intervalo, sufrieron en Roma el mar- el origen de las demás cartas paulinas. Porque en otras
tirio. Pero ninguno de ellos fundó la comunidad. Esta nació cartas escribe Pablo a comunidades que él mismo había
por obra de misioneros anónimos y desconocidos. Segura- fundado y cuyas circunstancias conoce exactamente. En
mente desde muy pronto hubo cristianos que fueron de cambio, a la comunidad romana no la ha visto él hasta en-
Jerusalén a Roma (véase Hch 2,10) y que trajeron a esta tonces. Y, además, es la primera vez que se dirige a ella.
ciudad el mensaje acerca de Cristo. Existía en Roma una La ocasión para ello se menciona en 15,22-25. Pablo con-
gran judería. De su seno, en el que habría que incluir sidera como terminada su labor misionera en el este del
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84 Las carias auténticas de Pablo Carta a los Romanos 85

Imperio: ya han surgido comunidades que pueden mirar, y convertirla así en genuina comunidad apostólica. Sin em-
ellas mismas, por la difusión del evangelio. Y ahora Pablo, bargo, estas consideraciones de tipo polémico están lejos
después de llevar la colecta a Jerusalén, desearía marchar de la mente de Pablo. Lo que él quiere es cumplir precisa-
a Occidente. Tiene conciencia de deberse a griegos y a mente en Roma el encargo que tiene de predicar el evan-
bárbaros, a sabios e incultos (1,14). Porque tiene que tes- gelio a judíos y gentiles. Pablo habla con reconocimiento
tificar a todos la buena nueva. Antes de emprender una de la comunidad de Roma (1,8). Y guarda prudente reser-
nueva actividad en España, el Apóstol desearía entrar en va con respecto a la actividad que él mismo pretende ejer-
contacto con la comunidad de la capital, a fin de asegu- cer en Roma (1,12: «animarnos mutuamente»), Y hace
rarse el apoyo de la misma. Con su carta prepara Pablo referencia, con asentimiento, al contenido cristiano común
esta nueva etapa de su actividad, exponiendo a la comuni- de la confesión de fe, que evidentemente se aceptó en la
dad su evangelio acerca de la justicia de Dios. Pablo cuenta comunidad romana desde un principio (Rom 1,1-4). Pre-
con que la comunidad ha oído ya bastantes cosas acerca de supone que, juntamente con los cristianos que habitan en
él, y posiblemente no sólo cosas buenas. Ahora la comu- Roma, reconoce él un mismo y único Señor y que se halla
nidad tendrá ocasión, con la lectura de esta carta, de for- con esos cristianos en comunión de fe y de amor y que,
marse un juicio personal sobre su predicación. Esto explica por tanto, puede solicitar su ayuda para sus propósitos
el carácter didáctico de la carta, con una argumentación misioneros en el occidente del Imperio.
muy bien ponderada, y que a pesar de todo es una carta P. S. Minear querría explicar el origen de Rom por las
(más exactamente, una carta didáctica: Michel) y no un circunstancias reinantes en la comunidad romana, circuns-
verdadero tratado. La carta a los Romanos no es tampoco tancias que debieron de ser tales que la oposición entre las
una dogmática paulina (le falta, entre otras cosas, un tema partes en conflicto no permitía ya un acuerdo y reconcilia-
tan importante como el de la santa Cena), sino que contie- ción normales. Es verdad que Pablo, en los capítulos 14-15,
ne la exposición de cómo entiende Pablo el evangelio como alude a que en la comunidad hay diferencias de opinión,
revelación de la justicia de Dios. pero el verdadero motivo de su carta lo menciona él en
G. Bornkamm quiso describir Rom como el testamento 15,22ss.
de Pablo, que él habría querido redactar antes de su viaje La carta a los Romanos la escribe en Corinto, de donde
a Jerusalén. Sobre todo los capítulos 9-11 se comprenderían va a salir en viaje para Jerusalén a fin de llevar la colecta
muy bien teniendo a la vista la muy inminente confronta- (15,22-33). La diaconisa Febe, de la comunidad de Cén-
ción de Pablo con los habitantes de Jerusalén. Sin embargo, creas, que es el antepuerto de Corinto, se encargará de lle-
será difícil explicar precisamente los capítulos 9-11 partien- var la carta a Roma (16,1). Pablo, durante su estancia de
do de la preparación de la visita a Jerusalén. El destinatario tres meses en Corinto (Hch 20,3), halló alojamiento en casa
de la carta es la comunidad romana y no —de soslayo— de Gayo (16,23). Por consiguiente, la composición de la
también la comunidad de Jerusalén. El carácter marcada- carta, que tuvo lugar después de la correspondencia diri-
mente fundamental de Rom se explica por el motivo ex- gida a Corinto, habrá que fecharla en el año 56 d. C.
plicado por el mismo Pablo, según ya indicamos. d) Un problema especial lo constituye la cuestión de
G. Klein se hace la pregunta de cómo Pablo, contraria- la relación en c¡ue se encuenHg Rom 16 con respecto, al
mente a su principio de no trabajar en terreno ajeno, se resto de la carta. En la tradición manuscrita, la doxología
decide a predicar en Roma el evangelio. Y responde: por- final (16,25-27), que por su terminología demuestra ser
que Pablo no considera a la comunidad romana como ge- pospaulina (el Dios eterno, el Dios que es el único sa-
nuina comunidad apostólica, cimentada en el fundamento bio, etc.), se encuentra en diversos lugares de la carta. Mar-
apostólico (1 Cor 3,10). Por eso, con su vocación de após- ción termina la carta a los Romanos con 14,23. Y añade a
tol, Pablo desearía llevar el evangelio a esta comunidad continuación la doxología final. El capítulo 15 lo omitió
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86 Las certas auténticas de Pablo Carta a los Filipenses 87

Marción, evidentemente, por motivos antijudíos, ya que en totalidad de su extensión (McDonald). Por eso sería con-
este capítulo se designa a Cristo como «servidor de los cir- cebible —por principio— que Rom 16 no hubiera sido una
cuncisos» (15,8). Por Marción vino sobre la tradición ulte- carta dirigida a Roma, sino a la comunidad de Efeso, y que
rior una constante incertidumbre acerca de la posición de tan sólo secundariamente se hubiera visto asociada con
la doxología final. Varios manuscritos la presentan después Rom. El hecho de que el manuscrito más antiguo que se
de 14,23; otros, después de 15,33 (entre ellos, el p4*), y conserva, el p46, tenga la doxología final después de 15,33
otros, finalmente, después de 16,23. Es seguro que el capí- y concluya de esta manera la carta podría valorarse como
tulo 15 forma cuerpo con los capítulos anteriores. Pero hay una confirmación de esta hipótesis (Friedrich).
dificultades acerca de Rom 16. No cabe duda alguna del Sin embargo, esta tesis no es absolutamente segura. Por-
carácter paulino del capítulo. Sin embargo, los investiga- que es muy comprensible que Pablo, que no había visitado
dores discuten si la larga lista de saludos formaba parte aún la comunidad romana, estuviera interesado —por su
realmente de su contextura original. Parece un poco extra- parte— en hacer resaltar, con una larga lista de saludos, el
ño que Aquila y Priscila, que un poco tiempo antes se en- hecho de que conoce personalmente a muchos miembros
contraban en Efeso (1 Cor 16,19), estuvieran ahora en de la comunidad y que, por tanto, se encuentra ya en con-
Roma (16,3), así como también que Epéneto, primicia de tacto con la comunidad a través de ellos. Aquila y Priscila
Asia —es decir, uno de los primeros cristianos que hubo eran personas de mucho movimiento, que tan pronto esta-
en Asia Menor—, estuviese ahora en Roma (16,5). Por eso ban en Corinto como en Efeso, y que posiblemente habían
muchos especialistas han sospechado que Rom 16 era una regresado a Roma después de la abolición del edicto contra
carta dirigida originalmente a Efeso; pero que Febe habría los judíos. Un cristiano de Asia Menor, como Epéneto,
llevado consigo, separadamente, Rom 1-15 y Rom 16; de pudo muy bien, en aquellos tiempos de «Pax Romana»,
camino, habría dejado en Efeso Rom 16 y habría continua- unos tiempos que ofrecían muchas posibilidades para via-
do su viaje llevando hasta Roma los capítulos 1-15. Ahora jar, haberse trasladado a Roma. Finalmente, los demás
bien, en Efeso habrían sacado copia de Rom 1-15, agregan- nombres que se mencionan se conciben muy bien tanto
do a este texto el de Rom 16. Y, así, la redacción que ha como residentes en Efeso como en Roma, que era a la sa-
llegado hasta nosotros por la tradición, contiene Rom 1-15 zón la capital del mundo. Una breve advertencia final
juntamente con Rom 16 y se derivaría de Efeso (Friedrich contra los herejes, hecha al terminar una carta, puede ser-
y otros). Hay otros exegetas que sospechan que la asocia- vir de indicación general, aunque en la comunidad inter-
ción entre los capítulos 1-15 y 16 fue realizada en Egipto pelada no exista motivo inmediato para tal advertencia.
(Munck y otros). Si en el capítulo 16 se trata originalmente No hay, pues, prueba convincente de que Rom 16 no
de una carta breve a los efesios, entonces se comprendería haya formado parte integrante de la carta a los Romanos.
mejor que en 16,17-20 se entable de repente una breve y Lejos de eso, es muy posible que la lista de salutaciones
áspera polémica contra los herejes de tendencia gnóstica: perteneciera desde un principio a Rom y que tuviera la
una polémica que no cabría esperar en una carta dirigida finalidad de enlazar relaciones entre la comunidad y el
a Roma. Apóstol (Lietzmann, Kümmel, etc.).
Contra esta hipótesis se ha objetado que Rom 16 no se
entendería realmente como una carta independiente, tanto
más que no habría precedentes en el mundo antiguo de 6. CARTA A T.OS FTUPKNSF.S
que una carta constara casi exclusivamente de saludos
(Kümmel). Sin embargo, este argumento ha quedado refu- A. Deissmann, Licht vom Osten C1923) 204; E. Lohmeyer,
tado entre tanto. En la antigua literatura epistolar hay, de Der Brief an die Philipper (1930); W. Schmithals, Die Irrlehrer
hecho, ejemplos de cartas que contienen saludos en la casi des Philipperbriefes (1957), en Paulus und die Gnostiker (1965)
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88 Las carias auténticas de Pablo


Carta a los Filipenses 89
47-87; H. Koster, The Purpose of the Polemic of a Pauline Frag-
ment (Phil. III): NTS 8 (1961-62) 317-332; G. Bornkamfn, él se sentía muy estrechamente unido con ella. Tan sólo de
Ver Philipperbrief ais paulinische Briefsammlung (1962): «Ge- esta comunidad aceptó Pablo donativos, los que ella quiso
sammelte Aufsatze» IV (1971) 195-205; J. Gnilka, Der Philip- enviarle (4,15s). En los demás casos, se ganaba Pablo el
perbrief (1968); G. Friedrich, Der Brief an die Philipper sustento con sus propias manos, a fin de no ser gravoso a
(41970). la predicación del evangelio (1 Cor 9,18). Por las muestras
que se le dieron de estrecha adhesión, el Apóstol da las
a) Contenido. Después del encabezamiento ( l , l s ) y la
gracias con especial encarecimiento (4,10-20).
introducción de la carta (1,3-11) viene —en forma de no-
ticias y parénesis (1,12-3,1)—• primeramente un informe c) El capítulo 3 contiene una viva polémica contra los
.Qirejey, cuya posición es difícil de definir exactamente. En
sobre la situación del Apóstol (1,12-26), luego exhortacio-
3,2 se les llama perros, malos obreros y mutilados. Estas
nes a la unión y concordia en la comunidad (1,27-2,18),
palabras se refieren a personas de origen judío, que con-
que hallan su fundamento teológico en la cita que se hace fían en la carne. Se sienten orgullosos de su ascendencia
de un himno a Cristo (2,6-11). Siguen a continuación dos judía. Pablo podría también jactarse de tales ventajas.
noticias sobre Timoteo y Epafrodito (2,19-30). Y la exhor- Pero, por amor de Cristo, lo ha considerado todo como
tación al gozo, iniciada en 3,1, podría conducir al final de pérdida (3,4-11). En 3,17 se toca otra vez este tema, y se
la carta. No obstante, en 3,2 comienza insospechadamente dice que, desgraciadamente, hay muchos que viven como
una viva polémica contra los herejes, que dura hasta 4,1. enemigos de la cruz de Cristo; muchos, cuyo dios es el
Entonces es cuando se termina la carta, con exhortaciones, vientre; muchos, cuya gloria es su ignominia, y que sólo
nueva invitación al gozo y muestras de agradecimiento por tienen su mira puesta en lo terreno (3,18s). Sería difícil
los dones recibidos de los filipenses (4,2-20). Los saludos pensar en un grupo que se diferencie de los mencionados
y deseos de gracia rematan la carta (4,21-23). en 3,2ss. Parece más bien que-se trata de una caracteriza-
b) La t.-oMtffticf^ i¡c F^lf¡>os nació por la actividad de ción más detallada de ésos mismos herejes. Por tanto, no
IJablo durante su segundo viaje misionero, cuando en el pueden designarse sencillamente como judaizantes. Ni tam-
año 49 d. C. vino él a Europa (Hch 16,12-40). En esta poco los podemos identificar con los herejes de Gal (en
ciudad, favorecida por sus buenas comunicaciones y que contra de lo que piensa Schmithals). En cambio, parece
había recibido su nombre de su fundador, Filipo de Mace- que no están lejos de los adversarios contra los que tiene
donia, padre de Alejandro Magno, había muy pocos judíos. que defenderse Pablo en 2 Cor 10-13. Pero se diría que a
No tenían sinagoga, sino tan sólo un pequeño lugar de los de la segunda carta a los Corintios les faltaba la exi-
oración (Hch 16,13). En él comenzó la actividad de Pablo, gencia de la circuncisión, a la que alude Pablo en Flp 3,2.
según nos informan los Hechos de los Apóstoles. Y su pri- Así que, probablemente, los herejes de Flp deben conside-
mer éxito fue ganar para la fe cristiana a Lidia, una mujer rarse como un grupo de carácter judeocristiano y gnóstico,
comerciante en púrpuras. Cuando Pablo libró a una mucha- que a su orgullo de pertenecer a Israel unen la soberbia y
cha del espíritu de adivinación se armó un tumulto, a causa seguridad de sí mismos y una ética libertina (Koster). Por-
del cual fue encarcelado el Apóstol. El cautiverio y la libe- que la circuncisión, en su opinión, les inmuniza contra la
ración milagrosa se describen prolijamente en los Hechos pérdida de la salvación, esa salvación de la que ellos se
de los Apóstoles. Pablo menciona sólo brevemente que tuvo creen —erróneamente— seguros. En contra de todo esto,
que sufrir luchas y malos tratos (Flp 1,30; 1 Tes 2,2). Los Pablo hace notar que el cristiano, justificado por Cristo, no
nombres mencionados en la carta demuestran que la comu- ha llegado todavía a la meta, sino que está en camino. Pues-
nidad estaba compuesta predominantemente por cristianos to que el cristiano está poseído por Cristo, tiende hacia
procedentes de la gentilidad (2,25ss; 4,2s.l8). A pesar del adelante y tiene su mira puesta en la meta de la consuma-
breve tiempo que Pablo pudo permanecer en la comunidad, ción futura (3,12-14.20s).
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90 Las cartas auténticas de Pablo Carta a los Filipenses 91
á) El comienzo abrupto de 3.2 plantea el problema se enteró de la preocupación que ellos tenían por la salud
acerca de la homogeneidad de la carta (Schmithals, born- de Epafrodito y trata de tranquilizarles (2,27s). Circularon,
kamm, Cimika, Eriedrich). Prescindiendo del capítulo 3, por tanto, repetidas noticias en uno y otro sentido. No se
vemos que el resto de la carta está impregnado del tono de nos dice dónde estuvo encarcelado el Apóstol. Tan sólo se
gozo: ese gozo al que el Apóstol exhorta, a pesar de su menciona que en todo el «Pretorio» era sobradamente co-
cautiverio y del fin que posiblemente le amenaza. Ahora nocido el que Pablo se hallaba allí preso como testigo del
bien, en el capítulo 3 no se escucha ni una^ola palabra de evangelio y no como delincuente (1,13). El proceso de Pa-
gozo, sino que se pide con dureza un alejamiento de los blo puede terminar con la pena capital (1,28; 2,17); pero
herejes. Habrá que suponer, pues, con gran probabilidad él tiene esperanzas de volver a quedar en libertad y poder
que 3,2-4,3 (y suponemos también que 4,8s, como final) visitar a la comunidad (1,26; 2,24). Entre las personas que
pertenecieron originalmente a otra carta. Tal vez el párrafo envían saludos, y que son mencionadas al final, se encuen-
de 4,10-20 deba considerarse también como -parte de una tran también «los que están al servicio del Emperador»
carta independiente: de una carta dedicada a la acción de
(4,22). Según la opinión tradicional, mantenida hoy fre-
gracias, y que comenzaba originalmente por dicho párrafo
cuentemente, habría que pensar entonces en Roma como
(Bornkamm). Por consiguiente, la carta a los Filipenses, tal
como ha llegado hasta nosotros, constituye una composi- lugar de la composición de la carta. Sin embargo, contra
ción epistolar. En la carta, impregnada por el afecto del esto habla el hecho de que Pablo, según Rom 15,24.28,
gozo (1,1-3,1; 4,4-7.21-23), se insertó después la polémica tenía planes para ir de Roma a España, y en la carta a los
contra los herejes: una polémica que contiene la referencia Filipenses tiene en perspectiva una visita a la comunidad.
al ejemplo del Apóstol (3,17) y que termina con una paré- Además, la distancia entre Roma y Filipos es tan grande,
nesis correspondiente (4,8-9). que difícilmente se concibe que entre el Apóstol y la co-
munidad hubiera el intercambio de noticias al que se hace
Vemos, pues, que la correspondencia epistolar de Pablo referencia en 2,25-30. La gran lejanía habla también contra
con la comunidad de Filipos consta de los siguientes frag- la sospecha de que Pablo se encuentre en Cesárea (Loh-
mentos: A 4,10-20; B 1,1-3,1; 4,4-7.21-23; C 3,2-4,3.8s. meyer), donde había un «Pretorio», el antiguo palacio de
En el siglo n, el obispo Pol¡carpo de Esmirna, en su carta Herodes (Hch 23,35).
dirigida a Filipos, afirma que Pablo «os escribió cartas» El estrecho contacto que ha podido mantener Pablo con
(3,2). Esto podría ser indicio de que Policarpo conocía de la comunidad hace probable que el lugar de su cautiverio
hecho varias cartas dirigidas a Filipos. La redacción, contra
no esté muy alejado de Filipos. Se podría pensar en Efeso
lo que ocurrió en el caso de 2 Cor, no colocó al final la
(Deissmann y otros). Es verdad que en Hch no se habla de
polémica contra los herejes, sino que la insertó de tal for-
ma que en el capítulo 4 destaca la perspectiva escatológica un encarcelamiento de Pablo en Efeso, pero no cabe duda
(4,7) y al final la relación cordial que unía al Apóstol con de que el Apóstol estuvo frecuentemente preso durante su
la comunidad (4,10-20). actividad (2 Cor 11,23), y las alusiones al grave sufrimiento
que tuvo que padecer durante su estancia en Efeso (1 Cor
e) El tiempo v lucar de la composición no se pueden 4,9; 15,32; 2 Cor 1,8-11) sugieren la hipótesis de que tam-
fijar con alguna segundad sino para 1,1-3,1; 4,4-7.21-23. bién estuvo encarcelado durante algún tiempo en Efeso,
Pablo se halla encarcelado y da gracias a la comunidad por donde se hallaba estacionada una sección de pretorianos.
los dones que le ha enviado. Los filipenses habían oído que En las inscripciones sepulcrales hallamos nombres de per-
el Apóstol estaba en prisión y enviaron como delegado a sonas pertenecientes a la domus Caesaris, es decir, de liber-
Epafrodito para que le visitase (2,25). Mientras éste se en-
tos de la casa imperial. Según 4,22, la misión de Pablo tuvo
contraba con Pablo, enfermó gravemente; los filipenses
éxito también entre estos sectores. En este caso, \& carta
tuvieron noticia de su enfermedad (2,26s). Pablo, a su vez,
1,1-3,1; 4,4-7.21-23 debió de componerse hacia el año 55
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92 Las cartas auténticas de Pablo Carta a Filemón 93

después de Cristo en Efeso. Puesto que en 3.2-4,3.8s no se medio de la combinación arbitraria de ciertos enunciados
alude a ningún encarcelamiento, podemos pensar que este de Col con otros de Flm, y no encuentra apoyo en el texto
fragmento se escribió más adelante, posiblemente durante la mismo de esta última carta. Es verdad que en Flm ls se
estancia del Apóstol en Corinto, en el año 56 d. C. (Gnil- menciona también —junto a Filemón— a Apia, Arquipo
ka). Pero esto no pasa de ser una sospecha. El fragmento y a la comunidad que se reúne en su casa, y se les califica
de acción de gracias, 4,10-20. podría asignarse —en todo de codestinatarios de la carta, porque el asunto de Onési-
caso— al comienzo de la correspondencia epistolar entre mo afecta a toda la comunidad. Pero cuando el Apóstol se
Pablo y la comunidad de Filipos. dirige luego en singular al destinatario (vv. 2.4) no cabe
duda de que se refiere a Filemón, a quien ha mencionado
en primer lugar.
7. CARTA A FILEMON c) El tiempo v lugar de la composición de esta carta
no se pueden fijar sino con alguna probabilidad. Pablo está
J. Knox, Philemon among thc Letters of Paul (21959); E. Loh- preso (vv. 1.9s.l3.22s), pero en un lugar —evidentemen-
se, Die Briefe an die Kolosser und an Philemon (1968). te— no muy distante de la residencia de Filemón, ya que
el esclavo fugitivo pudo llegar hasta Pablo sin ser moles-
a) Contenido. Después del saludo inicial (1-3) y de la tado. Habrá que suponer entonces que también esta carta
acción de gracias (4-7), Pablo dirige a Filemón una súplica se escribió durante el cautiverio en Efeso (cf. p. 91), hacia
en favor del esclavo Onésimo, que se hallaba fugitivo. Y le mediados del año 50.
pide que vuelva a recibirlo como hermano (8-20). Al final
se encuentran breves noticias y saludos (21-25).
h) El destinatario de la carta es Filemón, cuyo esclavo
Onésimo ha escapado, buscando refugio al lado de Pablo.
El Apóstol respeta los derechos de propiedad del amo y
quiere que Onésimo regrese. Le da a éste una carta con
destino a Filemón, para que le reciba con bondad. Se hace
resaltar que el «amor» es la norma de conducta, de tal
suerte que el amo y el esclavo deben considerarse mutua-
mente como hermanos. Puesto que Col hace notar expresa-
mente, a propósito de Onésimo (4,9) y de Arquipo (4,17),
que pertenecían a la comunidad de Colosas, habrá que su-
poner que Filemón vivía también en esa comunidad.
Según Knox, no sería Filemón, sino Arquipo, el amo de
Onésimo y, por tanto, el destinatario de la carta. La carta
a Flm sería en realidad la carta a los Laodicenses, mencio-
nada en Col 4,16. Filemón, pues, sería un miembro de
prestigio de la comunidad de Laodicea. Y Pablo habría
escrito realmente a Filemón, para que él hiciera llegar la
carta a Colosas e intercediese ante Arquipo en favor del
esclavo fugitivo. A este encargo se aludiría con la mención
del «ministerio» de Arquipo, que leemos en Col 4,17. Sin
embargo, esta construcción se ha logrado únicamente por
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Segunda carta a los Tesalonicenses 95

IV es el autor de la carta (2 Tes 2,2; 3,17) no se comprendería


plenamente sino en el caso de que ésta fuera la primera
CARTAS DEUTERO-PAULINAS carta dirigida a la comunidad; finalmente, la observación
de que la comunidad no necesita ser instruida acerca de los
tiempos y los momentos (1 Tes 5,1) presupondría la ins-
1. SEGUNDA CARTA A LOS TT-SAT.ONTCKNSHS | | trucción que se da en 2 Tes 2,1-12. Sin embargo, es difícil
imaginarse que Pablo haya sostenido primeramente que la
A. von Harnack, Das Problem des 2. Thess.: SBA (1910) parusía estaba lejana y luego que estaba cerca.
560-578; J. Weiss, Das Urchristentum (1917) 217-219; H. Braun,
Zur nachpaulinische Herkunft des zweiten Thessalonicherbriefes Von Harnack propuso la idea de que 2 Tes no estaba
(1952-53), en Gesammelte Studien zum NT und seiner Umwelt dirigida a toda la comunidad, sino únicamente a su parte
(21967) 205-209; R. Bultmann, Theologie des NT (61968) 484. judeocristiana, tal y como nos permitiría inferirlo el recur-
so constante al Antiguo Testamento, cosa en la que tanto
a) Contenido. Después del saludo (1,1-2) y de la ac- contrasta con 1 Tes. Ahora bien, la dirección y exordio de
ción de gracias introductoria (1,3-12), se enseña a la co- 2 Tes 1,1 tiene exactamente el mismo tenor de 1 Tes 1,1.
munidad que la parusía no ha de llegar tan pronto como Y es muy improbable que las expectaciones apocalípticas
algunos piensan (2,1-12). En primer lugar, tiene que des- no estuvieran vivas sino en las comunidades judeocristianas.
arrollarse determinada serie de acontecimientos apocalípti- el T,a oposición objetiva que existe entre 1 Tes y 2 Tes
cos: tiene que venir la gran apostasía, ha de revelarse la no encuentra suficiente explicación sino en lahmótesisde
«impiedad en persona» (2,3) y desaparecer «lo que lo fre- ¡ ^ o W g g ^ n w g a a / j g ^ ^ ^ l ^ T w , origen en TavordeTcuaT
na» (2,6) o «el que lo frena» (2,7), por el cual se mantiene poananaducirseoosMzoriesTT) Es verdad que Pablo uti-
todavía en pie el misterio de la impiedad. Entonces hará su liza frecuentemente imágenes apocalípticas para acentuar
aparición el impío, a quien el Señor Jesús destruirá con un algunos asertos escatológicos (1 Tes 4,13-18; 1 Cor 15,
soplo de su boca (2,8). Por eso, que nadie se llame a enga- 20-28), pero en ninguna otra parte describe el drama del
ño movido por falsas predicciones o «por una carta que se fin de los tiempos. En 2 Tes 2,1-12 los temas apocalípticos
nos atribuye» y en la que se dice que «el día del Señor ha no pretenden describir la venida de Cristo, sino más bien
llegado ya» (2,2). explicar por qué la parusía queda aún un poco lejos (Braun).
Después de la sección apocalíptica viene nueva acción 2) En los demás fragmentos de 2 Tes existen bastantes re-
de gracias y exhortación a la comunidad (2,13-3,5) y unas sonancias lingüísticas de 1 Tes; una tercera parte del caudal
instrucciones de disciplina eclesiástica con respecto a los lingüístico es común a ambas cartas (por ejemplo, 1 Tes
«ociosos», que ante la idea de la inminencia del fin lo 3,11: «Que Dios mismo, nuestro Padre, y nuestro Señor
abandonan todo (3,6-16). La carta termina con una saluta- Jesús dirijan nuestra ruta hacia vosotros»; 2 Tes 3,5: «Que
ción final escrita de puño y letra del autor (3,17s). el Señor os dirija hacia el amor de Dios»). Por consiguien-
b) La relación de 2 Tes ron 1 Tes está caracterizada te, en la redacción de 2 Tes se utilizó evidentemente 1 Tes.
por una contradicción de contenido. En 1 Tes se aguarda Ahora bien, esta utilización se hizo con la intención de
la pronta parusía (4,13ss; 5,lss), pero 2 Tes enseña que el corregir malentendidos que pudieran nacer de 1 Tes. No
día del Señor no llegará tan pronto. Por eso J, Weisssos- cabe duda de que 2 Tes parece algo así como un comenta-
pechó que habría que invertir el orden de sucesión de las rio de 1 Tes: un comentario que limita la expectación del
dos cartas a los Tesalonicenses: la segunda habría sido en- fin cercano expresada en 1 Tes y que la limita señalando
tregada a Timoteo para que la llevase a la comunidad; en que antes tienen que suceder muchas cosas que no han su-
1 Tes 5,14 se volvería a aludir a los «ociosos» mencionados cedido aún (Bultmann). Por consiguiente, la enseñanza
ya en 2 Tes* 3,11. Y el énfasis con que se recalca que Pablo apocalíptica se ha envuelto en ropaje paulino, a fin de pro-
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96 Carias déutero-paulinas Carta a los Colosenses 97

yectar la luz correcta sobre la expectación escatológica. Si luego esa importancia, quedándose a la zaga de las ciudades
—según 1 Tes— cabría suponer que la parusía iba a llegar vecinas de Laodicea y Hierápolis (4,13.15s). Los miembros
pronto, ahora —gracias a 2 Tes— queda bien razonado por de la comunidad eran, en su mayor parte, cristianos gentí-
qué no ha llegado tan pronto ni va a llegar en seguida. Por licos (1,21; 2,13). El cuadro que se dibuja en la carta nos
eso sospechamos que 2 Tes se compuso hacia finales del describe con rasgos generales una comunidad obediente al
siglo i en sectores que leían e interpretaban las cartas pau- evangelio apostólico. Tiene, pues, los rasgos típicos con
linas. Como comentario auténtico a 1 Tes vemos que 2 Tes los que se muestra cómo vive una comunidad de la fe, del
encontró pronto reconocimiento y aceptación, de tal suerte amor y de la esperanza (l,4s). Con expresiones tradiciona-
que Policarpo la cita ya —en Vil. 11, 4 cita 2 Tes 3,15— les se expone cómo deben comportarse en todas partes los
y Marción le dio cabida en su canon. genuinos cristianos: deben vivir en el «amor en el Espíri-
tu» (1,8).
c) En la comunidad han penetrado herejes que, si to-
2. CARTA A LOS COLOSF.NSES
davía no han conseguido éxitos notables (2,4X20), consti-
E. Lohmeyer, Der Brief an die Kolosser (1930); M. Dibelius- tuyen un peligro contra el que hay que estar en guardia.
H. Greeven, An die Kolosser (31953); E. Lohse, Die Briefe an La doctrina de esos herejes está caracterizada principal-
die Kolosser und an Vhilemon (1968). mente por dos notas fundamentales: 1) Contiene especula-
ciones sobre los «poderes del mundo» (2,8.20), que son
a) Contenido. La acción de gracias que sigue al saludo representados como poderosos seres angélicos (2,18). Como
con que comienza la carta (1,1-2) es tan extensa que no poderes cósmicos no sólo determinan el curso del cosmos,
sólo habla del buen estado en que se halla la comunidad sino también el destino del hombre individual, quien, por
(1,3-8), sino que incluye también una alabanza y un himno tanto, debe servirles y tributarles homenaje (2,18). Si a esta
(1,12-20), sus aplicaciones a la comunidad (1,21-23) y expli- doctrina se la llama «filosofía» (2,8), esto no significa que
caciones sobre el ministerio apostólico de Pablo (1,24-2,5). se esté aludiendo al pensamiento crítico y a los juicios ra-
La parte doctrinal se presenta al servicio de una vigorosa cionales tal como éstos se entienden en la filosofía griega
polémica con los herejes (2,6-23). A la concepción herética clásica, sino que con el concepto de «filosofía» están aso-
de que hay que rendir homenaje respetuosamente a los ele- ciadas imágenes y expectaciones que se transmiten y apro-
mentos del mundo se contrapone la afirmación de que Cris- pian únicamente por medio de actos cultuales. 2) El servi-
to es Señor sobre todo el mundo (2,6-15). De ahí se saca la cio y homenaje que se presta a los elementos del mundo
conclusión de que las proposiciones defendidas por los he- incluye la secuela de determinados «preceptos» (2,14). Hay
rejes como obligatorias no pueden tener fuerza alguna para que obedecer cuidadosamente los preceptos que exigen la
obligar (2,16-23). observancia exacta de determinados días (2,16) y la evita-
La parte parenética (3,1-4,6) es introducida por la invi- ción de manjares y bebidas prohibidas (2,16.21). El lega-
tación a buscar lo de arriba (3,1-4) y va seguida por la lismo de esta doctrina recuerda claramente las exigencias
exhortación a revestirse del hombre nuevo (3,5-17) y una judaizantes, tal como las planteaban los herejes de Gal
serie de recomendaciones familiares (3,18-4,1), y todo ter- (cf. pp. 65s). Pero se diferencia de ellas en forma sig-
mina con breves exhortaciones finales (4,2-6). Las comuni- nificativa, ya que las prescripciones no se fundan en la ne-
caciones y los saludos rematan la carta (4,7-18).* cesidad de la Ley mosaica para la salvación, sino que se
bl La comunidad de Colosas no fue fundada por Pablo, ponen en relación con el culto a «los poderes del mundo».
sino por Epatras, discípulo del Apóstol (1,1; 4,12s). Colo- Por consiguiente, la herejía tiene marcados rasgos sincre-
sas, ciudad del Asia Menor, situada en la cuenca alta del tistas: recogió, entre otras cosas, el legalismo judío y lo in-
río Lisco, en otros tiempos lugar importante, había perdido sertó en la abigarrada trama de sus especulaciones.
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98 Cartas déutero-paulinas Carta a los Colosenses 99

Contra esta doctrina se hace valer que Cristo es el Señor No obstante, hay dos razones importantes que hablan en
del mundo y que, por tanto, habita en él toda la plenitud favor de la hipótesis de un origen pospaulino de la carta:
divina (1,19; 2,9). Así que el cumplimiento no viene a 1) El lenguaje y el estilo ofrecen notables divergencias
través del culto y adoración de los elementos del mundo con respecto a las cartas paulinas principales. En Col halla-
y de los poderes angélicos, sino únicamente a través de Cris- mos treinta y cuatro «hapaxlegómena» que no vuelven a
to (2,10). Por tanto, quien ha sido bautizado en Cristo y aparecer en ningún otro lugar del Nuevo Testamento: proa-
ha muerto y resucitado con él ha muerto también —junta- kouein (oír hablar) (1,5); areskeia (agrado) (1,10); pithano-
mente con Cristo— a los elementos del mundo, de tal suer- logia (discurso capcioso) (2,4); apekdysis (despojo) (2,11);
te que ni le amenazan ya los poderes del destino ni se le cheirographon (nota de cargo) (2,14); etc. Otras veintiocho
pueden exigir preceptos legales. Partiendo de la amplitud palabras aparecen efectivamente en el resto del Nuevo Tes-
cósmica del acontecimiento Cristo, se fundamenta la liber- tamento, pero no en las demás cartas paulinas: apokeisthai
tad de los cristianos, libertad por la que han sido rescata- (estar reservado) (1,5); syndoulos (consiervo) (1,7; 4,7);
dos del servicio esclavizador y tienen poder para vivir en deigmatizein (exhibir) (2,15); heorté (fiesta) (2,16); etc.
obediencia. Además, la carta a Col tiene en común una serie de pala-
d) La cuestión acerca del tiempo -v luear de la compo- bras con Ef y sólo con ella: apokatallassein (reconciliar)
sición suscita algunos problemas. Pablo —^según 4,3s.l0. (1,20.22); apallotriousthai (estar distanciado) (1,21); ri-
18— está en prisión, sin que se nos indique en qué lugar zousthai (estar arraigado) (2,7); etc. Algunas de estas pala-
se halla encarcelado. Según ia concepción tradicional, ha- bras, que se emplean raras veces, podrían haberse tomado
bría que pensar en Roma, como reza ya la subscriptio de la confrontación con la «filosofía». Algunas sí, pero no
añadida posteriormente a la carta: «escrita en Roma por todas. Por otra parte, en Col faltan algunos términos pau-
Tíquico y Onésimo» (KLal). En las discusiones recientes, linos tan importantes como dikaiosyné, dikaioun, dikaióma,
a más de Roma se ha tenido también en cuenta la ciudad dikaiosis; eleutheria, eleutheroun; nomos; pisteuein: con-
de Efeso. Empero, si Col hubiera sido escrita por Pablo en ceptos que cabría esperar en el contexto de una argumen-
Efeso tenía que ser anterior a Rom y quizá también a tación dirigida contra estos herejes.
2 Cor. Ahora bien, hay que excluir absolutamente un ori- Pero más importantes que estas divergencias de vocabu-
gen tan temprano de esta carta, ya que Col —por su teo- lario son las divergencias de estilo. Con frecuencia se aso-
logía— debe fijarse con seguridad en época más tardía que cian entre sí algunas expresiones que tienen la misma raíz,
las principales cartas paulinas. La idea de señalar a Cesárea como «fortalecidos con toda energía» (1,11) o bien «todo
como lugar de composición (Lohmeyer, Dibelius-Greeven) el cuerpo crece con el crecimiento de Dios» (2,19). Se
no la sugiere la carta ni mucho menos. Ninguno de los co- agrupan sinónimos como «rogando y pidiendo» (1,9) o
laboradores que —según 4,7-14— están junto a Pablo es bien «cimentados y firmes» (1,23). Es especialmente carac-
mencionado en el relato de Hch del cautiverio en Cesárea terística la acumulación de genitivos dependientes, como
(23,23-26,32). Por consiguiente, ni Efeso ni Cesárea pue- vemos en la frase «por la palabra de la verdad del evange-
den tomarse en cuenta como lugar de la composición de la lio» (1,5), «participación de la herencia de los santos» ( 1 ,
carta. Podría, en cambio, haber sido Roma, en donde Pablo 12) o bien «la riqueza de la gloria de este misterio» (1,27).
la pudo haber compuesto hacia el final de su vida. Con ello Finalmente, en comparación con las cartas paulinas princi-
quedaría abierta la posibilidad de que la teología paulina, pales, nos llama la atención especialmente la índole especial
después de la composición de las cartas principales, hubiera de la estructura de la frase y la secuencia de las oraciones.
experimentado cierta evolución ulterior, cuando los pensa- La carta a Col está caracterizada por un estilo de tipo litúr-
mientos del Apóstol —ya entrado en años— giraban en gico e hímnico: con sus largas frases, un miembro engrana
torno al misterio del plan divino de la salvación. con el otro, y una cadena casi interminable de construccio-
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100 Cartas déutero-paulinas Carta a los Colosenses 101


nes pletóricas de palabras van enlazándose en un contexto hacia el cumplimiento futuro, aparece ahora un pensamien-
sobrecargado. Y, así, la acción de gracias iniciada por «da- to determinado por el espacio y que distingue entre lo de
mos gracias» (1,3) no encuentra su verdadera terminación abajo y lo de arriba, entre lo terreno y lo celestial (3,1-4).
sino en 1,23. Las oraciones de relativo, las inserciones cau- Por el retroceso de la escatología, la comprensión del bau-
sales, las oraciones de participio y las observaciones secun- tismo ha experimentado un cambio que no deja de ser
darias hinchan de tal modo la proposición, que su forma muy importante. Mientras que, según Rom 6,4, el cristiano
casi revienta. Hallamos también una informe estructura de ha muerto con Cristo, pero no hace más que dirigirse hacia
oraciones en 2,8-15. La peculiaridad de lenguaje y estilo la resurrección futura, la carta a los Col afirma que nos-
de Col no puede explicarse satisfactoriamente ni refirién- otros hemos muerto y resucitado con Cristo (2,12s; 3,1).
dose a la situación creada por la controversia con la herejía Por consiguiente, la resurrección a la nueva vida ha suce-
ni por la decadencia creadora del Apóstol, que envejece. dido ya, de tal suerte que el acontecimiento futuro no se
Lejos de eso, tenemos aquí la indicación de que en Col se dice que sea la resurrección de los muertos, sino la reve-
recogió y utilizó tradición de escuela y se dio ulterior des- lación de la vida, de esa vida que se concede ya desde
arrollo a la teología paulina (Lohse). ahora, pero que aún está oculta «con Cristo en Dios» (3,3).
2) Estas observaciones se confirman comparando la teo- Por eso los cristianos deben dedicarse a «buscar lo de arri-
logía de Col con la de las cartas principales. La cristología ba» (3,1).
de Col sobrepasa los asertos de esas cartas más importantes, Estas diferencias con respecto a las cartas paulinas prin-
ya que se desarrolla su amplitud cósmica y se enseña que cipales obligan a sacar la conclusión de que Pablo no fue
en Cristo habita corponilmente toda la plenitud (2,9) y que el autor de la carta, sino que fue compuesta por un teólogo
Cristo es la cabeza tic toda soberanía y autoridad (2,10). formado en la escuela paulina. Este teólogo habría tenido
Con la cristología se halla íntimamente enlazada la eclesio- la intención de hacer que se escuchara la palabra del Após-
logía: Cristo es la cabeza del cuerpo; ahora bien, esto sig- tol en la situación creada por la aparición de los «filósofos»
nifica que Cristo es la cabeza «de la Iglesia» (1,18). Esta entre las comunidades de Asia Menor. Siguiendo el ejemplo
afirmación no se refiere, como ocurre en las cartas paulinas del Apóstol, este teólogo escogió la forma de carta y siguió
principales, a una comunidad particular, sino a la Iglesia, en sus exposiciones la tradición de la escuela paulina. Para
la cual se define como el «cuerpo de Cristo», que abarca la formación de la lista de saludos (4,7-18) enlazó con los
el mundo entero, ese cuerpo que —como tal «cuerpo»— nombres que se mencionan en Flm 23s (véase también Flm
está subordinado a su «cabeza». Ahora bien, este concepto 2.1 Os) y añadió noticias y fechas tomadas del círculo de los
de la Iglesia es explicado detalladamente en conexión con colaboradores del Apóstol. Al comienzo de la lista están
el ministerio del apóstol. El apóstol (1,24) es servidor del los saludos enviados por los compañeros (4,10-14) y luego
evangelio (1,23) y también de la Iglesia (1,25). Y la comu- los del propio Apóstol (4,15-18). Sus colaboradores tienen
nidad está obligada a su palabra. Pero la palabra apostólica que continuar su obra; por eso habla prolijamente de ellos
se dirige a la Iglesia a través de la doctrina transmitida, de y son recomendados a la comunidad como servidores del
tal suerte que la confesión de fe y el apostolado están orde- Señor, legitimados por el mismo Pablo. El hecho de seguir
nados el uno al otro y sólo pueden concebirse mutua- de cerca la tradición de la escuela paulina y la estrecha
mente. relación con los cristianos de Asia Menor sugieren que hay
En consonancia con esta acentuación de la enseñanza que pensar en Efeso como lugar de la composición. Puesto
apostólica está el hecho de que la escatología quede en que Ef presupone ya la carta a Col, no habrá que fijar
el trasfondo. Con la esperanza se piensa en el objeto de la demasiado tarde la fecha de su composición, pudiendo si-
esperanza, ese objeto que ya está preparado en el cielo para tuarse hacia el año 80 d. C.
los que creen (1,5). En lugar de la expectación orientada
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Carta a los Efesios 103

3. CARTA A LOS EFESIOS no pudo hablar Pablo a la comunidad de Efeso, a la que


tan bien conocía.
A. von Harnack, Die Adresse des Eph.: SBA (1910) 696ss; A esta observación relativa al contenido se añade un im-
E. Kasemann, Epheserbrief: RGG3 II, 517-520; H. Schlier, Der portante testimonio de la tradición textual. En el encabe-
Brief an die Epheser (1957, '1965); J. Gnilka, Der Epheser- zamiento de la carta vemos que el dato de «en Efeso» falta
brief (1971). en el manuscrito más antiguo, el p 46 ; falta, además, en el
valioso manuscrito minúsculo 1739, en Marción y en Orí-
a) Coní¡etifdnl La estructura de la carta aparece dividi- genes; en los códices mayúsculos S y B este dato fue in-
da claramente en una parte doctrinal (1-3) y otra parenética sertado por una mano posterior. Esta comprobación nos
(4-6). La doctrinal habla de la única Iglesia, compuesta por obliga a sacar la conclusión de que la dirección «en Efeso»
judíos y gentiles. Con este tema están relacionadas ya la fue añadida posteriormente y que la carta pudo no ser ori-
alabanza inicial (1,3-14) y la intercesión (1,15-23). Después ginalmente una carta dirigida a los Efesios. Pero entonces
se desarrolla la doctrina sobre la Iglesia, que es la nueva surge la pregunta: ¿quiénes fueron sus destinatarios? En
creación escatológica de Dios (2,1-10): esa nueva creación la discusión se proponen dos respuestas:
en la que se cumple la promesa de la afluencia de los gen- 1) Originalmente pudo ir dirigida la carta a Laodicea
tiles (2,11-12) y que está cimentada en las enseñanzas de y no a Efeso. Esta hipótesis la atestigua ya Marción, quien
los Apóstoles (3,1-13). Una acción de gracias pone fin a la la presenta como carta a los Laodicenses. Hasta el día de
parte doctrinal (3,14-21). hoy bastantes exegetas piensan que en Ef tenemos la carta
De la doctrina sobre la Iglesia se desprende la parénesis, dirigida a la comunidad de Laodicea, esa carta de la que se
que describe el comportamiento del nuevo pueblo de Dios. nos hace mención en Col 4,16 (Schlier). Ahora bien, ape-
En primer lugar se expone la doctrina fundamental de que nas podría explicarse por qué llegó a desaparecer el destino
hay que conservar la unidad del Espíritu en medio de la original. Von Harnack sospechó que el nombre de la comu-
gran variedad de los dones de gracia (4,1-16). Después se nidad de Laodicea se habría borrado posteriormente, por-
exhorta a despojarse del hombre viejo y revestirse del hom- que esta comunidad aparece como perezosa y tibia en Ap
bre nuevo (4,17-24). Viene a continuación una larga serie 3,14-22. Sin embargo, ¿dónde existía en el cristianismo
de exhortaciones particulares (4,25-5,21) y una prolija serie primitivo una instancia que decidiera que el nombre de
de consejos domésticos (5,22-6,9). La parénesis termina una comunidad debía borrarse? Por eso la hipótesis de Lao-
con la descripción del equipo de armamento espiritual de dicea no nos convence.
los cristianos (6,10-20), con una breve noticia sobre Tíqui- 2) Sospechamos que la carta a los Ef no se escribió para
co y un último saludo de paz (6,21-24). una comunidad particular, sino que fue una especie de
h^ El carácter de Ef responde más a un tratado teoló- carta circular, dirigida a los consagrados y creyentes en
gico que a una carta. En su estructura, bien sistematizada, Cristo Jesús. Luego podría insertarse en cada caso el nom-
se presentan largas proposiciones, henchidas de teología, bre de una comunidad a la que se quisiera dar a conocer
que describen la unidad de la Iglesia, integrada por judíos el contenido de esa carta circular. Puesto que la carta pien-
y gentiles. Es curioso que los lectores —según 1,15; 3,2ss; sa indudablemente en los cristianos de Asia Menor (Ef 6,
4,21— parece que no conocen personalmente a Pablo, sino 21s = Col 4,7), creemos que más adelante la tradición
que se les dice: «Supongo que estáis enterados del encargo posterior retendría en el encabezamiento el nombre de la
que Dios generosamente me ha dado con vistas a vosotros; comunidad más importante de Asia Menor, de tal suerte
cómo en una revelación se me dio a conocer el secreto que que la carta en cuestión se habría convertido secundaria-
he expuesto brevemente antes; leyéndolo podréis daros mente en una carta a los Efesios.
cuenta de que entiendo del secreto de Cristo» (3,2s). Así El tema de la «Una Sancta Ecclesia» se trata de tal modo
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104 Cartas déutero-paulinas Carta a los Efesios 10?


que la eclesiología se deduce a partir de la cristología. Cris- el carácter litúrgico e hímnico del estilo empleado. Lo mis-
to, la cabeza, está en el cielo; la Iglesia es el cuerpo de mo que en Col (cf. p. 100), vemos que se ha recogido
Cristo, el cuerpo que abarca al mundo entero. El tabique tradición de escuela. Y esto conduce a las maneras sobre-
divisorio que separaba entre sí a los judíos y a los gentiles cargadas de expresión que hallamos en esta carta.
ha desaparecido, de tal suerte que los dos pueblos se han 2) La carta a Ef se halla en estrecha relación de afini-
convertido en un solo pueblo de Dios. Para desarrollar esta dad con Col. Mientras Col tiene que enfrentarse con here-
doctrina emplea la carta imágenes histórico-religiosas to- jes, Ef puede desarrollar tranquilamente sus pensamientos
madas del mundo entorno: imágenes que, por un lado, pro- en plan de meditación. No obstante, entre ambas cartas hay
ceden de contextos gnósticos —como la del Anthropos muchas cosas en común: muchas cosas que se refieren no
cósmico (1,10; 2,14-18; 4,8-11) o la representación de la sólo a la terminología empleada —por ejemplo, «cuerpo»,
syzygía ( = «yugo») celestial entre Cristo y la Iglesia (5, «cabeza», «plenitud», «misterio»—, sino también y prin-
25-32)—, y que, por otro, están tomadas de la genuina cipalmente al contenido. Cristo es la cabeza de su cuerpo,
tradición judía —como la descripción del armamento espi- que es la Iglesia. Cristo triunfó sobre los poderes espiritua-
ritual (6,10-20), de la que tenemos paralelos estrechos en les; por su sangre quedó establecida la paz. En la parénesis
la pintura de la lucha de los hijos de la luz contra los hijos se hace una antítesis entre el hombre viejo y el nuevo. Y en
de las tinieblas en los textos de Qumrán—. En estos pun- las recomendaciones domésticas se interpela sucesivamente
tos no tiene la carta a los Ef por qué deslindarse polémica- a los distintos estados de la comunidad. Es posible que
mente de los herejes de tendencia gnóstica, sino que puede tales puntos comunes no se deriven de la dependencia lite-
servirse para su propia teología de las ideas tomadas del raria de una carta de la otra, sino que tengan su origen
medio ambiente y describir así las relaciones de la Iglesia en la tradición litúrgica y parenética, tradición que se ha-
con Cristo, interpretando la eclesiología en función de la bría empleado independientemente en cada una de ellas,
cristología. como piensa Kasemann. Pero esta hipótesis no basta para
, - d Ll t^olopía y el movimiento de las ideas en la carta explicar suficientemente la relación mutua entre ambas
señalan claramente el {{{/¡¡Í^LMSMJjilP0 de dicha carta. En cartas. Porque Ef 6,21s concuerda literalmente con Col 4,
favor de esta hipótesis hablarían dos razones decisivas: 7s, de tal suerte que tiene que haber relación inmediata
1) El lenguaje y estilo de Ef difieren considerablemen- entre ellas. Y, en este caso, Ef tiene que depender literaria-
mente de Col. Si comparamos las dos series de consejos
te de los empleados en las cartas paulinas principales. Mien-
domésticos (Col 3,18-4,1; Ef 5,22-6,9) salta a la vista in-
tras Pablo llama al diablo ho satanás (1 Cor 5,5), vemos
mediatamente que las fórmulas breves de Col se hallan
que en la carta a los Ef se le llama ho diabolos (4,27; 6, desarrolladas con mayor amplitud en Ef y están provistas
11). Únicamente en Ef se designa cinco veces al cielo como de razonamiento más extenso, tratando de darles un sen-
ta epourania (los cielos) (1,3.20; 2,6; 3,10; 6,12). Por otra tido específicamente cristiano. La cristología cósmica de
parte, falta una serie de conceptos específicamente pauli- Col, desarrollada para establecer una diferenciación con los
nos. En Pablo se habla del pecado, casi siempre en singular, herejes, adquiere en Ef la estructura de una doctrina sobre
como de un poder cósmico (Rom 5,12); pero en Ef se ha- la Iglesia desarrollada en forma nada polémica.
bla de los pecados en plural (2,1) y se recoge la expresión
cristiana común del perdón de los pecados (1,7). A las ob- Si se prueba que Ef se halla en relación de dependencia
servaciones acerca del distinto empleo de las palabras hay literaria con Col, queda eliminada definitivamente la posj,
que añadir la peculiaridad estilística de Ef. Largas propo- bilidad de que Ef pudiera considerarse como obra del Após.
siciones (1,3-14; 1,15-23; 2,1-10) contienen una acumula- tol, entrado ya en años (contra lo que opina Schlíer). Cree,
ción de enlaces de genitivo, construcciones de participio y mos más bien que Ef —lo mismo que Col— nació de 1^
oraciones de relativo, que permiten reconocer claramente ulterior evolución de la tradición de la escuela paulina e^
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106 Cartas déutero-paulinas


Cartas Pastorales 107
Asia Menor (Gnilka). Se mantiene la continuidad con la
teología paulina, desarrollando la doctrina de la justifica- y la dirigida a Tito. Con ello se caracteriza acertadamente
ción (2,lss), de los carismas (4,7ss) y del único pueblo de la índole de estos escritos. Porque contienen instrucciones
Dios constituido por judíos y gentiles, elaborando más las y exhortaciones para el desempeño del ministerio pastoral
ideas que sobre estos temas se hallan en las cartas paulinas en la dirección de la Iglesia. Es verdad que están dirigidas
principales. La Iglesia universal, que se halla bajo su ca- a personas particulares, pero contienen enseñanzas de vali-
beza celestial, se entiende como Iglesia constituida, edifi- dez universal sobre el recto orden en la Iglesia y la distin-
cada sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas (2, ción entre la verdadera y la falsa doctrina.
20). Los Apóstoles son denominados «santos Apóstoles» a) Contenido. En 1 Tim alternan la polémica contra
(3,5). Y entre los ministros, además de los Apóstoles, se los herejes y los preceptos de orden eclesiástico. Después
mencionan los profetas, los evangelistas, los pastores y los del saludo inicial (1,1-2) se trata primeramente de la defen-
maestros (4,11). Por consiguiente, el carisma está ordenado sa contra los herejes (1,3-20) y luego, con cierta prolijidad,
hacia el ministerio. Ahí reconocemos también una evolu- de cuestiones de orden en la comunidad (2-3). Viene luego
ción ulterior que no sólo va más allá de las cartas paulinas una nueva confrontación con los herejes (4,1-10) y después
principales, sino que sobrepasa también a Col, que todavía vuelve a hablarse de la vida y del orden comunitarios (4,11-
no dice nada sobre el orden de los ministerios. Lo mismo 6,2). El último capítulo se consagra a la lucha contra la
que en Col, la expectación escatológica orientada hacia el falsa doctrina (6,3-19), terminando con una breve exhorta-
futuro ha quedado sustituida por un pensamiento determi- ción (6,20-21).
nado por la nota del espacio, por un pensamiento en el que Estos mismos temas se tratan igualmente en la carta a
se distingue entre lo de arriba y lo de abajo, entre lo celes- Tito. Después del saludo inicial (1,1-4), viene una descrip-
tial y lo terreno. La resurrección de los creyentes ha tenido ción de las tareas de Tito en Creta, tareas que él tiene que
desempeñar no sólo instituyendo «ancianos», sino también
lugar en el bautismo (2,5), la salvación concedida por gracia
enfrentándose con los herejes (1,5-16). Luego vuelven a
es algo que ya ha acontecido y los que han resucitado de la
estudiarse cuestiones sobre el buen orden de la comunidad,
muerte se encuentran ya desde ahora en el mundo celes-
entre las cuales se enumera también al final la defensa con-
tial (2,6). tra los herejes (2,1-3,11). Los saludos y las comunicaciones
Puesto que Ef apareció después de Col, habrá que seña- terminan la carta (3,12-15).
lar como fecha de su composición la de finales del siglo i. En 2 Tim, después del saludo inicial (1,1-2), se exhorta
La carta logró muy pronto reconocimiento y aceptación prolijamente a Timoteo a confesar la fe sin temor (1,3-
universal, e Ignacio la presupone ya como conocida (Ef. 3, 2,13). Luego vuelve a polemizarse contra los herejes, cuya
4). Poco después hallamos también en la carta de Policarpo aparición se cuenta entre los fenómenos de los últimos
(1,3) una referencia a Ef (2,5.8.9). tiempos (2,14-4,8). Se trata de permanecer en la Iglesia
con fe ortodoxa y evitar las discusiones estériles. Al final
„ , , 4. .CARTAS PASTORAIJS, se describe la situación personal del Apóstol cautivo, el cual
dirige encarecidas súplicas a Timoteo para que acuda pron-
H. von Campcnhausen, Polvkarp von Smyrna und die Pasto- to a verle, antes de que sea demasiado tarde (4,9-22).
ralbriefe (1951); M. Dibelius-H. Conzelmann, Die Pastoralbriefe b) Los destinatarios de las cartas son los más íntimos
("1966); A. Strobel, Schreiben des Lukas? Zum sprachlichen colaboradores de Jfablo. Timoteo, según Hch 16,1-3, era
Problem der Pastoralbriefe: NTS 15 (1968-69) 191-210; C. Spicq,
Les Építres Pastorales (41969). hijo de madre judeocristiana y de padre pagano y oriundo
de Listra, en Asia Menor. Pablo lo tomó como compañero
Con el nombre de «Cartas Pastorales», que se emplea y auxiliar para sus correrías misioneras. Timoteo es men-
desde el siglo XVIII, se comprenden las dos cartas a Timoteo cionado a menudo en las cartas como corremitente de las
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108 Carias déutero-paulinas Cartas Pastorales 109

mismas (1-2 Tes 1,1; 2 Cor 1,1; Flp 1,1; Flm 1; Col 1,1). que pensar probablemente en Nicópolis del Epiro. 2 Tim
Como mensajero del Apóstol viajó a Tesalónica (1 Tes 3,ls. debió de componerse un poco más adelante. Pablo se en-
6), Corinto (1 Cor 4,17; 16,10) y Filipos (Flp 2,19.23). En cuentra cautivo en Roma (1,8.16s; 2,9). A su espalda que-
su compañía llevó la colecta a Jerusalén (Hch 20,4). Según dan graves y penosas sesiones de los tribunales, pero se ha
1 Tim 1,3; 2 Tim l,15ss; 4,1 lss, vive en Efeso; en sus visto salvado de las fauces del león (4,16). Casi todos los
manos está la dirección de la comunidad. Las cartas tratan hermanos le han abandonado (4,11). Timoteo vendrá muy
de darle instrucciones para el cumplimiento de esta tarea. pronto y recogerá a Marcos (4,11). Cuando venga, deberá
A Tito no se le menciona en Hch. Era cristiano proce- traer consigo la capa que Pablo había dejado hacía poco
dente de la gentilidad. Marchó con Pablo a Jerusalén en Tróade y también los libros que allí quedaron (4,13).
para asistir a la reunión de los Apóstoles (Gal 2,1); allí Se indica de pasada que Pablo estuvo también en Corinto
resistió Pablo a las pretensiones de los falsos hermanos y y en Mileto (4,20). No se nos dice dónde se encuentra Ti-
rehusó circuncidar a Tito. En 2 Cor se le menciona varias moteo. La mención de Tróade (4,13) y los saludos para
veces como auxiliar del Apóstol (2,13; 7,6ss.l3ss). Según Aquila y Priscila (4,19) sugieren que hay que pensar en
Tit 1,5 reside en Creta, donde tiene a su cargo la direc- Efeso.
ción de las comunidades. La carta trata de ofrecerle ayuda Estos datos de las Pastorales no pueden encajarse en el
para el desempeño de este ministerio. marco de las noticias que hallamos en las demás cartas
Las tareas cjue tienen que cumplir Timoteo y Tito se paulinas y en los Hechos de los Apóstoles acerca de la vida
parecen mucho a las del gobernador de una provincia. de Pablo. Según Hch 20,1, Pablo —después de dos años y
Porque en los territorios que se han puesto bajo su res- cuarto de estancia en Efeso (Hch 19,8.10)— marchó a Ma-
ponsabildad ellos tienen que desempeñar autónomamente cedonia; pero a la sazón Timoteo no se quedó en Efeso,
su ministerio, cuidar del orden, instituir ministros y cum- sino que se hallaba con Pablo, y fue enviado por él a Tróa-
plir los encargos que les da el Apóstol, del que dependen. de para que le precediera en aquella ciudad (Hch 20,4). Por
La forma literaria de que están revestidos esos encargos en eso 1 Tim no pudo componerse, ni mucho menos, durante
las Cartas Pastorales son, pues, comparables a las ordenan- el llamado tercer viaje misional. Pablo no estuvo en la re-
zas, decretos, edictos e instrucciones precisas que dictaba gión mencionada en Tit, según las demás cartas y los Hch.
en forma de correspondencia escrita la administración de Es verdad que Hch 27 nos hablan de un naufragio ante las
los gobiernos helenísticos (Spicq). En cambio, 2 Tim (a orillas de Creta. Pero es imposible que este hecho ofreciera
diferencia de 1 Tim y de Tit) está escrita en forma más ocasión para fundar y constituir comunidades. Las ciudades
personal y a la manera de un testamento. de Tróade, Corinto y Mileto, que se mencionan en 2 Tim
c) YXjori^en^osmulino de las Pastorales se comprueba 4,13.20, las visitó Pablo en el llamado tercer viaje misio-
por una sene de razones convincentes: nal (Hch 20). Pero entonces Timoteo era su compañero de
1) Los datos externos que las Pastorales contienen so- viaje, de suerte que no necesitaba instrucciones como las
bre la situación de los colaboradores de Pablo y del Após- que se dan en 2 Tim 4. Vemos, pues, clarísimamente que
tol mismo no coinciden con las demás noticias que se nos los datos externos de las Pastorales no es posible que en-
han transmitido sobre su vida y actividad. 1 Tim da a en- cajen dentro de la actividad del Apóstol, tal como esta
tender que Pablo ha colaborado hasta hace poco tiempo actividad se nos describe hasta el capítulo 28 de los Hechos.
con Timoteo en Efeso. Ahora bien, Pablo marchó a Mace- ¿Ocurrieron, tal vez, en el tiempo inmediato a un pri-
donia y Timoteo se quedó en Efeso (1,3). Según Tit, el mer cautiverio de Pablo en Roma? La hipótesis, expuesta
Apóstol estuvo en Creta, y Tito se quedó allí (1,5) hasta de diferentes maneras, de que Pablo volvió a recobrar la
que, cumplida su tarea, tiene que reunirse con Pablo en libertad y pudo realizar su plan del viaje a España no
Nicópolis, en donde ha de pasar el invierno (3,12). Habrá pasa de ser una sospecha difícil de demostrar (cf. p. 58).
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110 Cartas déutero-paulinas Cartas Pastorales 111

Además, habría que suponer que no sólo había viajado al paulinas corroboran más bien las objeciones contra la idea
Occidente, sino también de nuevo al oriente del Imperio, de que Pablo sea el autor de aquéllas.
a fin de visitar los lugares de Creta y Asia Menor mencio- 3) La confrontación con los herejes se orienta en estas
nados en las Pastorales. Al suponer que Pablo escribió las tres cartas contra el mismo grupo. Esos herejes proceden
Pastorales entre los años 63 y 67 d. C , habría que explicar de la «circuncisión» (Tit 1,10) y pretenden ser doctores de
al mismo tiempo las divergencias, nada despreciables, con la Ley (1 Tim 1,7). Sin embargo, se ocupan de mitos y de
las otras cartas paulinas; la explicación sería que Pablo preceptos de hombres (Tit 1,14) o bien de mitos y genea-
escribía siendo ya anciano y que su estilo se había modi- logías (1 Tim 1,4; 4,7) y fomentan necias especulaciones
ficado en consonancia con su edad (Spicq). Pero tales re- y polémicas en torno a la Ley (Tit 3,9). Se trata, evidente-
flexiones significan una «evasión hacia lo desconocido» mente, de disquisiciones gnósticas, que —como ocurre
(Dibelius). también muchas veces en la gnosis posterior— escogen
2) El lenguaje y el estilo de las Pastorales difieren con- temas del Antiguo Testamento y dan interpretaciones de
siderablemente del lenguaje y estilo de las demás cartas sus listas genealógicas. El origen judío de estas especula-
paulinas. El léxico de las Pastorales comprende 848 pala- ciones está indicado claramente por su apego a los ritos
bras, aparte de 54 nombres propios. De estas palabras fal- de purificación (Tit l,14s). No encontramos, con todo, ten-
tan nada menos que 306 en las demás cartas paulinas. Sur- dencias judaizantes al estilo de las que veíamos en Gálatas
ge gran número de expresiones nuevas, como, por ejemplo: (cf. p. 65), sino una curiosa mezcolanza de legalismo
sophrón, sóphronizein, sóphrosyné, sophronismos; eusebés, judío y de especulaciones gnósticas. Se glorían de poseer
eusebein, eusebeia; syneidésis agathé, o bien kathara; un conocimiento más elevado (Tit 1,14; 1 Tim 6,20), pro-
pistos ho logos; parathéke: philanthrópia; chréstotés: epi- pugnan una vida ascética, prohiben el matrimonio y no
phaneia; makarios theos. Por otra parte, faltan términos permiten tomar determinados manjares (1 Tim 4,3; Tit 1,
específicamente paulinos, como dikaiosyné theou; erga no- 14s). Evidentemente, la realidad pneumática no debe con-
mou; sarx; soma; eleutheroun; energein; kauchasthai, etc. taminarse por el contacto con la materia terrena. Porque
El léxico y el estilo de las Pastorales se hallan mucho más piensan que la resurrección ha tenido ya lugar (2 Tim 2,
cerca que las demás cartas paulinas del lenguaje helenístico 18). Con ella se le ha concedido al pneumático una salva-
elevado, tal como lo empleaban los filósofos, los literatos ción inamisible: una salvación que le eleva por encima de
y las personas de la Corte. lo terreno.
Si comprobamos la longitud media de las palabras en el Cuando 1 Tim 6,20 pone en guardia contra las «objecio-
corpus paulinum obtenemos, según los cálculos de O. Rol- nes de la falsa sabiduría», creemos con seguridad que no se
ler (cf. p. 52), el siguiente resultado para las Pastora- refiere a las antítesis de Marción. Porque al rechazar Mar-
les: 1 Tim = 5,58; Tit = 5,66; 2 Tim = 5,26 letras. En ción el Antiguo Testamento no había hecho —ni mucho
cambio, en las otras cartas paulinas, las palabras general- menos— reflexiones especulativas sobre las genealogías
mente son más cortas; el valor más bajo lo arroja Flm con veterotestamentarias. La doctrina combatida por las Pas-
4,66, y el más alto 1 Tes con 5,02. Roller pretendió expli- torales muestra más bien rasgos que parecen acercarse a
car esta diferencia por medio de su hipótesis del secretario, los de la «filosofía» que se ataca en Col (cf. p. 97).
suponiendo que -—en la redacción de las Pastorales— Pablo La confrontación con esta doctrina se lleva a cabo en las
se había servido de un secretario distinto que en la redac- Pastorales de manera distinta a como Pablo o Col lo habían
ción de las demás cartas. Sin embargo, esta hipótesis no se hecho cuando argumentaban con precisión teológica. Lo
puede mantener (cf. pp. 52s). Las considerables diferen- único que hacen las Pastorales es establecer una separación
cias que observamos en el lenguaje y estilo de las Pastora- nítida entre la doctrina falsa y la auténtica, censurando la
les con respecto al lenguaje y estilo de las demás cartas conducta liviana de los herejes y haciendo ver que su apa-
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112 Cartas déutero-paulinas Cartas Pastorales 113

rición era un fenómeno vaticinado ya por el Apóstol mis- ción de Dios en Cristo se anuncie y enseñe de manera recta.
mo: en los últimos tiempos habrá quienes renieguen de la En consonancia, pues, la tradición goza de alto aprecio. Y a
fe (1 Tim 4,1) y vendrá el tiempo en que algunos no se los destinatarios de las cartas se les exhorta a que conserven
atendrán ya a la sana doctrina, sino que buscarán maestros y guarden el depósito (la parathéké) que se les ha confiado
a su antojo para que les regalen los oídos (2 Tim 4,3). (1 Tim 6,20; 2 Tim 1,12.14; 2,2).
Quien se inclina hacia la herejía reniega de la «sana en- La expectación escatológica ha pasado a segundo plano.
señanza» (1 Tim 1,10; 2 Tim 4,3; Tit 1,9; 2,1) y vuelve Y la Iglesia de la recta doctrina comienza a instituirse en
su espalda a la Iglesia de fe ortodoxa. Por eso la herejía el mundo, desarrollando el ideal de una «burguesía» cris-
se contrapone a la ortodoxia en formación, a esa ortodoxia tiana (Dibelius). Así, por ejemplo, al presentar un espejo
que es defendida por la Iglesia constituida. de virtudes para el obispo se vuelve a echar mano —en gran
41 En las Pastorales se acentúa con énfasis la recta doc- parte— de la compilación de rectas formas de comporta-
trina. Es verdad que las Pastorales muestran una serie de miento que antes había empleado la filosofía helenística
genuinas formulaciones paulinas, hablando de la miseri- popular (1 Tim 3,1-7). Los requisitos que tiene que cumplir
cordia de Dios hacia los pecadores, entre los cuales el pri- un hombre formado filosóficamente se toman como norma
mero de todos es Pablo (1 Tim l,12ss), y de la justificación del comportamiento cristiano (cf. p. 47).
que no se alcanza por medio de las obras (Tit 3,5) y se 51 El ordenamiento comunitario de las Pastorales va
alaba la manifestación —en Cristo— de la gracia salvadora más allá del que vemos en las cartas paulinas auténticas.
de Dios (2 Tim l,10s; Tit 2,1 lss; 3,4ss). Ahora bien, la Se han formado una serie de ministerios diferenciados. Los
teología paulina siguió evolucionando merced a los progre- presbyteroi (1 Tim 5,17; Tit 1,5) son el colegio del presby-
sos de una tradición de escuela. El contenido de la autén- terion (1 Tim 4,14). La dirección de la comunidad se halla
tica piedad (1 Tim 3,15s: eusebeia) es la confesión de fe confiada al episkopos (1 Tim 3,1; Tit 1,7), cuya tarea con-
de la naciente Iglesia católica. siste en «dirigir la asamblea de Dios» (1 Tim 3,5). Los dia-
Las Pastorales no desarrollan enunciados cristológicos konoi tienen que servir a la comunidad (1 Tim 3,8-13);
propios, sino que aceptan exclusivamente expresiones for- pero la labor caritativa es llevada a cabo por las viudas
(1 Tim 5,1-16). El carisma y el ministerio están ordenados
mularias que dicen que Cristo es el mediador entre Dios y
el uno al otro. Para el ministerio de la proclamación de la
los hombres y que se entregó a sí mismo como rescate por
palabra se ordena por medio de la imposición de las manos
todos (1 Tim 2,5s). La fe, que se acentúa con tanto énfasis (1 Tím 4,14; 2 Tim 1,6; véase 1 Tim 5,22). El carisma y el
en la teología paulina, se ha convertido —en las Pastora- ministerio están ordenados el uno para el otro, de tal suer-
les— en ortodoxia, la cual se enumera ya como una de tan- te que el desempeño de los dones de gracia se efectúa por
tas virtudes cristianas (1 Tim 4,12). Puesto que con ello ha medio del ministerio (2 Tim 1,6). En la proclamación de
perdido ya la «fe» su significación central, no es de extrañar la palabra trabajan los evangelistas (2 Tim 4,5) y maestros
que, con toda espontaneidad, vuelvan a exigirse las buenas (1 Tim 4,llss; Tit 2,1.15). Comienza a formarse una jerar-
obras. En las «buenas obras» se muestra que la gracia de quía de ministerios, en la que Timoteo y Tito, como repre-
Dios ha preparado y equipado a los miembros de la comu- sentantes del Apóstol, llevan la dirección de la Iglesia y
nidad para la nueva vida (1 Tim 2,10; 5,10; 6,18: «ser rico ejercen función de vigilancia sobre todos los ministros.
en buenas obras»; 2 Tim 2,21; 3,17). Cristo se entregó Aunque las Pastorales surgieron en época pospaulina,
—así describe Tit 2,14 la finalidad de la obra de Cristo— pretenden representar plenamente la teología de Pablo.
para rescatarnos de toda «maldad» y para «purificar a un Ahora bien, la desarrollan recogiendo una tradición de es-
pueblo elegido, entregado a hacer el bien». Por eso la Igle- cuela y haciendo que el Apóstol hable en una situación que
sia —como columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, ha cambiado. Los datos personales que se dan sobre la si-
15; 2 Tim 2,19)— tiene responsabilidad de que la revela-
s
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114 Cartas déutero-paulinas

tuación de Pablo corroboran esta pretensión. La imagen V


de Pablo que nos ofrecen las Pastorales corresponde a las
ideas existentes hacia fines del siglo i y comienzos del II FORMAS Y GÉNEROS DE LA TRADICIÓN ORAL
en los sectores que trataban de conservar la herencia de la ACERCA DE JESÚS
teología paulina. La composición de las Pastorales debió
de tener lugar, creemos, en Asia Menor y sospechamos que 1. LA «HISTORIA DE LAS FORMAS»
en Efeso, donde siguió evolucionando la escuela de la tra- APLICADA A LA TRADICIÓN SINÓPTICA
dición paulina.
Sería difícil adivinar el nombre del desconocido autor 2
K. L. Schmidt, Der Rahmen der Geschichte Jesu (1919,
de las Pastorales. Sin embargo, en época muy reciente se 1964);2 M. Dibelius, Die Forrageschichte des Evangeliums
han hecho diversos intentos por averiguarlo. Von Campen- (1919, 1933, 61971); R. Bultmann, Die Geschichte der synop-
hausen ha señalado que existen estrechas relaciones entre tischen Tradition (1921, 21931, 71967; fascículo suplementario
'1971, elaborado por G. Theissen y Ph. Vielhauer); J. Schnie-
las Pastorales y la carta de Policarpo de Esmirna. Así, por wind, Zur Synoptiker-Exegese: ThRNF (1930) 129-189;
ejemplo, los «hapaxlegómena» mataiologia, egkratés, ala- G. Bornkamm, Evangelien, formgeschichtlich: RGG2 II, 747-753;
2
bólos (adj.), dilogos son comunes, y tanto en unas como en K. Koch, Was ist Formgeschichte? ( 1967); E. Güttgemanns,
otra se halla de cuando en cuando la expresión ho nyn Offene Fragen zur Formgeschichte des Evangeliums (1970).
aidn. Empero, de tales puntos de contacto no se puede
sacar la conclusión de que Policarpo sea el autor de las a) Entre la actividad pública de Jesús y la consignación
Pastorales. Puesto que Policarpo escribió con su propio escrita cle--sus hechos y palabras, tal como la hallamos en los
nombre la carta que se nos ha transmitido, no vemos por Evangelios. Eírbo. un lapso de varios decenios. Durante este
qué iba a publicar las Pastorales con el pseudónimo de Pa- tiempo se transmitieron oralmente las cosas que se sabían
blo. Y eso prescindiendo de lo improbable que resulta que acerca de Jesús. Los escasos ejemplos de citas de palabras
las Pastorales no se hubieran escrito hasta mediados del del Señor que hallamos en las cartas paulinas nos mues-
siglo II. tran que el comienzo de la tradición acerca de Jesús lo cons-
En virtud de algunas coincidencias en cuanto a la termi- tituye la frase o el relato aislado. Así, por ejemplo, dice
nología y el lenguaje entre las Pastorales y la doble obra de Pablo en 1 Cor 7,10: «A los casados les mando —bueno,
Lucas, Strobel pretendió justificar que Lucas había sido el no yo, el Señor— que la mujer no se separe del marido».
autor de las Pastorales. Son comunes a estos dos grupos de Puesto que existen palabras del Señor con respecto al pro-
escritos algunos vocablos que, por lo demás, se emplean blema del divorcio, ellas constituyen una regla obligatoria
raras veces, como agathoergein, apodechesthai, acharistos, para la comunidad. En 1 Cor 9,14 se dice como precepto
dynastés. Y no sólo dichos vocablos, sino también algunas del Señor que la comunidad está obligada a cuidar del sus-
construcciones gramaticales, como dei, edei, deon estin, y tento de los predicadores del evangelio. Por consiguiente,
el latinismo di' hén aitian. Hay, además, coincidencias en en la parénesis se aducen palabras del Señor para recoger
determinadas expresiones, como la de que Cristo vino al de ellas las instrucciones para el comportamiento de los
mundo para salvar a los pecadores (1 Tim 1,15; Le 19,10) cristianos. De ahí que Pablo, basándose en la tradición
o la de que un obrero merece su salario (1 Tim 5,18; Le sobre la Cena, argumente ante los corintios y les diga
10,7). Sin embargo, estas coincidencias no demuestran sino cuál es la verdadera forma que debe plasmar la celebración
que tanto en un caso como en otro se habla una koiné ele- de la Cena del Señor (1 Cor 11,23-25). Y a los tesalonicen-
vada. Y los puntos de contacto existentes en el contenido ses, que se hallan inquietos porque algunos miembros de
se derivan de expresiones cristianas de uso común, recogi- la comunidad han muerto antes de la parusía, Pablo les
das en el Evangelio de Lucas y en las Pastorales. responde con una palabra del Señor, por la que ellos han
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116 La tradición oral acerca de Jesús La «historia de las formas» 117

de saber que cuando venga la parusía primero resucitarán Jesús y la de sus hechos no transcurrieron de la misma for-
los que durmieron y luego la comunidad de los que viven ma, sino que fueron determinadas por condiciones distin-
se reunirá con ellos para ir, todos juntos, al encuentro del tas. Al lograr la comunidad que sus cuestiones y problemas
Señor (1 Tes 4,15-18). penetraran en la tradición, la fisonomía de la tradición so-
Estos ejemplos tomados de las cartas paulinas nos per- bre Jesús quedó marcada por ellos e incluso modificada y
miten ver que las palabras de Jesús, conservadas oralmen- ampliada. Por eso, para encuadrar una perícopa concreta
te, no se fueron transmitiendo sin cambios. Se entendieron en la historia de la tradición, hay que preguntar por la
exclusivamente como palabras del Kyrios, quien —como el situación originaria que esa perícopa tuvo en la vida de la
Señor resucitado que es— habla actualmente a su comuni- comunidad.
dad (véase 2 Cor 12,8s). La formulación de los «logia» se b) Dibelius y Bultmann, en sus investigaciones funda-
adapta a la situación de la comunidad, por ejemplo, apli- mentales, hicieron una correspondiente distinción entre la
cando al contenido de la predicación el concepto cristiano tradición de las palabras de Jesús y la de sus actos. Dibe-
primitivo de «evangelio» (1 Cor 9,14) o insertando el título lius comenzó preguntándose por las condiciones en que
mayestático de «Kyrios» en un «logion» de Jesús y ha- llegó a plasmarse la tradición acerca de Jesús. Puesto que
blando de los «muertos en Cristo» (1 Tes 4,15s). La diversa al comienzo de la vida de la comunidad se halla la predi-
situación en que se encontraba la comunidad tenía que con- cación, vemos que la formación de los distintos géneros
ducir necesariamente a reformular algunas palabras pronun- literarios habrá que entenderla a partir de la predicación,
ciadas por Jesús durante su vida y que ahora tenían que hecho» que se ve claro por una serie de ejemplos típicos.
acomodarse a la nueva situación de una comunidad que Bultmann analizó y catalogó toda la materia de los Evan-
quería vivir según los preceptos de su Señor. gelios sinópticos. Su interés se centra sobre el problema de
La tradición oral, lo mismo que las narraciones popula- cómo transcurrió la historia de la tradición sinóptica rea-
res\están sometidas a formas fijas y a leves estilísticas pro- lizada en la transmisión y plasmación de las unidades me-
pias. Así, por ejemplo, un cuento se introduce siempre con nores. Puesto que ambos eruditos tratan de dilucidar las
la expresión «érase una vez» y termina con la «moraleja»: leyes según las cuales se ha realizado la tradición oral acer-
conclusión moral que se saca del relato. La investigación ca de Jesús, vemos que sus trabajos de pioneros se comple-
emprendida por la historia de las formas, en su aplicación mentan y ofrecen criterios, al mismo tiempo, para una co-
a los Evangelios sinópticos, está dirigida siempre por el rrección mutua.
afán de hallar las leyes que determinaron la transmisión El material discursivo es estudiado por Dibelius bajo la
oral de la tradición sobre Jesús antes de que se llegase a denominación de «parénesis». Esto es un indudable acierto,
fijar por escrito ese material. La distinción de géneros porque —como vemos ya por los ejemplos tomados de las
literarios no pretende establecer un juicio estético, sino que cartas paulinas— la predicación de Jesús se transmitió pri-
debe conducir a la determinación exacta de las condiciones mariamente desde puntos de vista parenéticos. Dibelius no
en las que se fue realizando la transmisión oral de los dis- estudia todo el material discursivo que ha llegado hasta
tintos fragmentos de la tradición. Hay que considerar se- nosotros, sino que escoge una serie de ejemplos, como pa-
paradamente la tradición de la predicación de Jesús y la labras sapienciales, metáforas, parábolas, amonestaciones
tradición de sus actos: de manera semejante a como hay proféticas y preceptos más o menos breves. Bultmann, en
que distinguir entre las palabras y los hechos de la tradi- cambio, ofrece un análisis completo de ese material y esta-
ción profética (por ejemplo, en el libro de Jeremías) o bien blece los siguientes géneros: apotegmas, es decir, perícopas
entre la halaká (es decir, la instrucción sobre leyes religio- breves en las que el acento recae sobre las palabras de Je-
sas) y la haggadá (esto es, el material narrativo) en la tra- sús, como son especialmente los diálogos didácticos y los
dición rabínica. Porque la transmisión de la predicación de polémicos; palabras del Señor, que representaron fragmen-
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118 La tradición oral acerca de Jesús La «historia de las formas» 119


tos independientes de tradición, es decir, que, a diferencia Dibelius. Sin embargo, cabe preguntarse si la determina-
de los apotegmas, no contenían datos sobre la acción con ción de los distintos géneros puede hacerse tal como él la
la que estaban relacionados. El gran complejo de estas pa- hizo. El «paradigma» es una denominación tomada de la
labras del Señor se subdivide de esta forma: 1) logia, en los retórica antigua. Y la Novelle es una narración edificante,
que Jesús habla como maestro de sabiduría (por ejemplo, sin que en esta clasificación se tenga en cuenta el contenido.
Mt 6,19-34); 2) palabras proféticas y apocalípticas —como La división hecha por Bultmann parece más en consonan-
las bienaventuranzas—, entre las cuales es donde preferen- cia con la realidad: al paradigma de Dibelius corresponden
temente se hallan palabras auténticas de Jesús; 3) palabras los diálogos didácticos y los polémicos de Bultmann. Y las
preceptivas, reglas de la comunidad (por ejemplo, Mt 18, perícopas descritas como Novellen son denominadas, en
15-22), en cuya plasmación intervinieron formativamente consonancia con su contenido, como historias de milagros.
las necesidades de la comunidad; 4) palabras en primera Los otros géneros que Dibelius propuso para el material
persona, en las que Jesús desempeña un papel esencial y narrativo reciben su nombre en consideración a su conte-
en las que, por tanto, se expresa extensamente la confesión nido, pero no pueden deslindarse nítidamente. La leyenda
de fe de la comunidad, como Me 2,17 f,ar.; 5) parábolas, no es una forma literaria, sino un género encomiástico que
que constituyen un bloque sólido de tradición y en las que destaca la gran importancia de su protagonista. Así, por
se puede apreciar el estrato más antiguo y las adiciones ejemplo, en el relato de Jesús a los doce años se muestra
hechas por las comunidades, como vemos en Me 4,3-9 par., que ya al comienzo de su actuación se vislumbran las cosas
a diferencia de 4,13-20 par. Esta estructuración de todo el del final. El mito pretende narrar una actuación de reper-
material discursivo se conforma mejor al complejo acervo cusiones cósmicas. Pero sólo se emplea ocasionalmente en
de la tradición sinóptica que la integración propuesta por la tradición evangélica, como ocurre en el relato de la trans-
Dibelius de todo ese material en el solo género de la pa- figuración de Jesús (Me 9,2ss par.).
rénesis. A diferencia de Dibelius, Bultmann dividió todo el ma-
El material narrativo fue clasificado por Dibelius en los terial narrativo en historias de milagros por un lado y na-
siguientes géneros: el paradigma, que se caracteriza por su rración histórica y leyenda por otro, teniendo en cuenta
forma breve y rotunda, en la que la palabra de Jesús al- para ello que en la tradición de los hechos de Jesús la ma-
canza el punto culminante. Así lo vemos, por ejemplo, en teria tiene preponderancia sobre la forma. La amplia deno-
Me 2,23-28 par., en el relato del quebrantamiento del sá- minación de historias de milagros se subdivide —por razón
bado, cuyo centro de gravedad está en la palabra de Jesús de su contenido— en milagros de curación y milagros sobre
que leemos en el v. 27s. No muestra interés biográfico al- la naturaleza. Entre los relatos históricos y las leyendas
guno, sino que se emplea como ejemplo en la predicación, figura principalmente la historia de la pasión y también
un ejemplo que confiere especial énfasis a la palabra de algunas perícopas, como la del bautismo de Jesús o la de su
Jesús. Del paradigma se diferencia el «relato breve», que entrada en Jerusalén. Se cuentan, además, los relatos pas-
la historia de las formas denomina Novelle, y se caracteriza cuales y los referentes a la infancia de Jesús.
por su mayor amplitud de estilo. Así, por ejemplo, en el El problema de si el estudio formal de los Evangelios
ciclo de relatos de milagros, Me 4,35-5,43 par. se describe puede corregirse o precisarse con ayuda de los trabajos de
siempre detalladamente la enfermedad, y con ello se realza lingüística —como opina Güttgemanns— no admite toda-
la dificultad de la curación. Al final una especie de aclama- vía una respuesta clara y necesita ulterior clarificación.
ción coral hace resaltar que nunca se había visto nada pa-
recido. Las diferencias entre la exposición escueta, como
la de Me 2,23-28 par., y la descripción detallada, como apa-
rece en Me 5,1-43 par., han sido muy bien destacadas por
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La transmisión de la predicación de Jesús 121


2. LA TRANSMISIÓN DE LA PREDICACIÓN DE JESÚS b) Palabras de sabiduría. Su forma viene determinada
por la tradición formada ya en el judaismo. Por eso no es
Véase la bibliografía dada en el número 1. Véase, además, de extrañar que bastantes sentencias sapienciales de la tra-
G. Bornkamm, Formen und Gattungen im NT: RGG3 II, dición sinóptica encuentren paralelos en el mundo entorno
999-1001; H. Riesenfeld, The Gospel Tradition and its Begin-
nings. A Study in the Limits of «Formgeschichte» (1957); y que no pocas sentencias hayan sido tomadas de él, como
B. Gerhardsson, Memory and Manuscript (1961); H. Zimmer- la llamada regla de oro (Mt 7,12), la afirmación de que un
mann, Neutestamentliche Methodenlehre (21968) 144-152 (tra- profeta no es bien visto en su patria (Me 6,4 par.) o la
ducción española: Los métodos histórico-críticos en el Nuevo sentencia de que a cada día le basta su propia angustia
Testamento, Madrid 1969). (Mt 6,34). Ahora bien, entre los dichos sapienciales hay
también proverbios que no se habían formulado antes y
Jesús no presentó a los discípulos su doctrina como lo que se acuñaron en la predicación de Jesús, como vemos
hacía un rabí, que obligaba a sus discípulos a aprender de en el contexto de Mt 6,19-34 par.
memoria las decisiones y proposiciones más importantes, a c) Palabras preceptivas. Como tales hay que designar
fin de que éstas se fueran transmitiendo sin cambio alguno normas de la comunidad y también cláusulas de derecho
(contra lo que opinan Riesenfeld y Gerhardsson). Según el sacro, que enuncian con frases lapidarias lo que tiene vi-
testimonio unánime de los evangelistas, Jesús no enseñaba gencia absoluta y hay que cumplir, como en Me 8,38 par.;
como los escribas, sino con una «autoridad» sin preceden- Mt 7,6 o también las antítesis del Sermón de la Montaña
tes (Me 1,22.27 par.; Mt 7,29; etc.). El primitivo mundo (Mt 5,21-48). Enlazando palabras preceptivas aisladas y
cristiano entendió la predicación de Jesús como palabra formando con ellas una serie de normas se instruye a la
del Señor vivo y presente. Pero la tradición de las palabras comunidad sobre lo que debe hacer o se da ordenación a su
de Jesús, según las formas en que se enunciaba y transmi- vida, como en Mt 18,15-22.
tía, iba corriendo de manera distinta. Muchos logia del d) Parábolas. En las parábolas de Jesús se narran su-
Jesús histórico se transmitieron sin cambio alguno; a otros cesos y experiencias de la vida cotidiana. El filo de la com-
se les añadió una explicación interpretativa, y no pocos paración, con toda su plasticidad, se pone luego en relación
sufrieron una transformación considerable. De las palabras con un enunciado pertinente, como vemos en Me 4,26-29:
de los profetas del cristianismo primigenio surgieron sen- tan maravillosa como la siega es la venida del Reino de
tencias y normas; se crearon parábolas que quedaban aso- Dios. De entre la gran abundancia de parábolas transmiti-
ciadas al nombre de Jesús y que se enseñaban y reco- das podemos entresacar, con alguna seguridad, los fragmen-
nocían como instrucción suya. El amplio material de la tos que se derivan del Jesús histórico (véase J. Jeremías,
predicación de Jesús que se contiene en la tradición sinóp- Las parábolas de Jesús, trad. cast., Estella 1970). Las ela-
tica puede clasificarse concretamente de la siguiente ma- boraciones redaccionales se hallan casi siempre al principio
nera: o al final, a fin de aplicar la parábola a la situación de la
a) Palabras proféticas. La sentencia de un profeta se comunidad. En las parábolas se insertan rasgos alegóricos
distingue por su formulación breve y concisa y va precedida o bien se interpretan en forma más desarrollada, como ocu-
generalmente de la expresión: «Así dice el Señor». Jesús rre, por ejemplo, en Me 4,13-20 par. En la tradición de la
no emplea nunca esta introducción, sino que habla con la comunidad surgieron algunas parábolas nuevas, a fin de
«autoridad» que le es propia, con la que anuncia que se interpretar por medio de ellas la situación en que se hallaba
acerca la aurora del reinado de Dios (por ejemplo, en Le 6, la comunidad, como ocurre en Me 12,1-12 par.
20 par.; 10,23 par.). Ahora bien, las sentencias proféticas e) Palabras de Cristo. Las sentencias que hablan de la
pudieron surgir igualmente en el seno de la comunidad, finalidad de la misión de Jesús, y dicen: «Yo he venido»
como vemos por el ejemplo de Ap 2-3. (Me 2,17 par.), o «el Hijo de hombre ha venido» (Me 10,
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122 La tradición oral acerca de Jesús

45 par.), se deben generalmente a la comunidad, porque 3. LA TRANSMISIÓN DE LOS HECHOS DE JESÚS


contemplan retrospectivamente la obra ya terminada de
Jesús y expresan en formulaciones concisas el sentido de Véase la bibliografía mencionada en los números 1 y 2. Véase,
su venida. además, E. Lohse, Die Geschichte des Leidens und Sterbens
f) Diálogos didácticos y polémicos. En la frontera entre Jesu Christi (21967); H. Zimmermann, Neutestamentliche Me-
la tradición de los logia y ía tradición de los actos de Jesús thodenlehre (21968) 152-160 (trad. española: Los métodos histó-
se hallan las perícopas que describen primeramente la si- rico-críticos en el Nuevo Testamento, Madrid 1969).
tuación y luego ofrecen un enfrentamiento entre Jesús y sus
adversarios o bien un diálogo didáctico de Jesús con sus a) La historia de la pasión. La confesión cristiana más
discípulos. Casi siempre está introducido el diálogo por antigua testifica la muerte y resurrección de Jesucristo como
alguna pregunta a Jesús y se continúa por una contrapre- acción de Dios en favor nuestro: Cristo murió por nos-
gunta de Jesús y la respuesta de sus interlocutores, termi- otros, por nuestros pecados. La tradición sobre los sufri-
nando con una palabra final de Jesús, con la que el diálogo mientos de Jesús describe cómo se llegó al acontecimiento
alcanza su punto culminante. Un ejemplo: Me 12,13-17 par. de la muerte en cruz. La versión más antigua de este relato
En la tradición oral, algunas sentencias y relatos aisla- de la pasión podemos reconstruirla por medio del análisis
dos se agruparon ya desde muy pronto en grandes conjun- crítico de la historia de la pasión en los Sinópticos.
tos. No se narraba una sola parábola sobre el Reino de En tres sentencias se anuncia solemnemente que el Hijo
Dios, sino sucesivamente varias (Me 4,1-34 par.), y se con- de hombre ha de padecer en extremo y ha de morir y re-
catenaba toda una serie de diálogos polémicos (Me 11,27- sucitar (Me 8,31 par.; 9,31 par.; 10,33s). La tercera versión
12,40 par.). El marco del discurso del llano, en el que se es la más detallada, y anuncia que el Hijo de hombre va
agrupaba una serie de logia (Le 6,20-49), fue ampliado a ser entregado en manos de los sumos sacerdotes y de los
por Mateo hasta constituir la gran composición del Sermón escribas, que le condenarán a muerte y le entregarán a los
de la Montaña (Mt 5-7). Muchas veces se acudía al recurso gentiles, se burlarán de él y le escupirán, le azotarán y lo
mnemotécnico para enhebrar las palabras clave y formar así matarán, y él a los tres días resucitará (Me 10,33s par.).
una cadena de sentencias, como vemos en Me 9,33-50, en Detrás de esta proposición se transparenta un relato breve,
donde hallamos las siguientes asociaciones de palabras cla- que comenzaba con la detención de Jesús y narraba en con-
ve: vv. 36-37, paidion; w . 37-38, en to onomati; vv. 42. cisa secuencia las etapas más importantes de la pasión: el
43.45.47, skandalizein; vv. 48-49, pur; vv. 49-50, halisthé- prendimiento de Jesús, la condena y abandono por parte
setai-halas. de las autoridades judías, la entrega al gobernador romano,
En la transmisión oral de la tradición de logia se hicieron el escarnio y la flagelación, así como la crucifixión.
tales asociaciones a fin de que la materia se pudiera grabar Una comparación entre el relato sinóptico y el relato
mejor en la memoria. Los evangelistas ordenaron luego las joánico de la pasión confirma que su versión más antigua
palabras y relatos que habían llegado hasta ellos y les pro- comenzaba con el prendimiento de Jesús; ya el relato joá-
porcionaron un marco redaccional, por medio del cual otor- nico se inicia con la detención de Jesús (Jn 18,1). Es ver-
garon, por su parte, énfasis y realzaron lo que les parecía dad que luego el hilo del relato sigue un curso distinto que
más importante en la predicación de Jesús. en los Sinópticos, en cuanto a detalles concretos se refiere;
pero se nombran también las siguientes etapas de la vía
dolorosa: abandono por parte de las autoridades judías, en-
trega al gobernador romano, escarnio y flagelación, cruci-
fixión. La historia sinóptica de la pasión comienza antes,
con la decisión tomada por las autoridades judías de dar
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124 ha tradición oral acerca de Jesús ha «historia de la redacción» 125

muerte a Jesús (Me 14,ls par.). Vemos con ello que el pascuales. Estas perícopas fueron recibiendo más y más la
breve relato de la tradición más antigua se amplía retros- impronta de la confesión de fe de la comunidad, la cual
pectivamente, asociando con la historia de la pasión alguflos —valiéndose de rasgos legendarios— trata de describir la
fragmentos que originalmente se habían transmitido de for- gloria singularísima e incomparable de Jesús.
ma independiente. Tales son, por ejemplo, el relato de la d) Resulta difícil encuadrar la perícopa que habla del
unción de Jesús (Me 14,3-9 par.; véase Le 7,36-50) y la fin de Juan el Bautista (Me 6,17-29 par.), en la que no se
perícopa de la institución de la Cena (Me 14,22-24.25 par.; contiene ni un solo rasgo específicamente cristiano. La na-
véase 1 Cor 11,23-25), que, ampliando un poco el marco, rración, de la que tenemos también un equivalente en el
se insertó en la historia de la pasión (Me 14,12-26). Luego historiador judío Josefo (Ant. XVIII, 116-119), ha sido
volvió a ampliarse otra vez retrospectivamente, añadiéndose insertada en Me porque se había hecho mención de que
al relato la historia de la entrada de Jesús en Jerusalén Herodes Antipas había creído que Jesús era el Bautista
(Me 11,1-11 par.). Viene después el choque con los adver- resucitado de entre los muertos (Me 6,14-16 par.). Lo me-
sarios de Jesús, que deciden acabar con él (Me 11,18 par.), jor sería considerar esta perícopa como un «relato corto»
un ciclo bastante extenso de diálogos polémicos (Me 11,27- que se había transmitido independientemente y que narra
12,44 par.) y el discurso de Jesús acerca de los aconteci- —con rasgos legendarios— la muerte del Bautista.
mientos del fin (Me 13 par.).
b) Historias de milagros. En la tradición sinóptica ha-
llamos un extenso complejo de historias de milagros. Por 4. LA «HISTORIA DE LA REDACCIÓN»
un lado tenemos narraciones concisas, cuya finalidad no es APLICADA A LOS EVANGELIOS
propiamente el acto taumatúrgico, sino la palabra de Jesús,
que constituye el punto culminante de la perícopa: en día K. L. Schmidt, Der Rahmen der Geschichte Jesu (1919,21964);
H. Conzelmann, Die Mitte der Zeit (1954, 51964; trad. castella-
de sábado hay que hacer obras buenas (Me 3,4 par.). Por na: El centro del tiempo, 2 Madrid 1973); "W. Marxsen, Der
otra parte, en historias muy detalladas se cuenta todo lo Evangelist Markus (1956, 1959); J. Rohde, Zur redaktions-
sucedido; así lo vemos, por ejemplo, en Me 5,1-43 par. En geschichtlichen Methode. Einführung und Sichtung des For-
estas historias reaparecen sin cesar determinados rasgos, schungsstandes (1966).
que se mencionaban también en las historias milagrosas que
circulaban por el medio ambiente. En los relatos judíos y a) El marco que sirve para asociar las distintas histo-
helenísticos hallamos paralelos que pueden compararse no rias es un marco bastante laxo y no ofrece pie alguno para
sólo con los exorcismos y curaciones de enfermos por parte la determinación cronológica o biográfica de los fragmen-
de Jesús, sino también con los milagros sobre la naturaleza tos. Así, por ejemplo, según el orden de sucesión del Evan-
(por ejemplo, el apaciguamiento de la tempestad: Me 4, gelio de Marcos, todo el complejo de historias que apare-
35-41 par.). Al decir de Jesús que triunfaba sobre los espí- cen en los capítulos 4-5 se desarrollan en un solo día. Jesús
ritus malignos, sobre las enfermedades y sobre los poderes predica ante el pueblo y narra tres parábolas (4,1-34). Des-
de la naturaleza se pretendía poner de relieve que con Je- pués, a altas horas de la tarde, navega en barca por el lago
sús había amanecido la salvación. de Genesaret (4,35-41). La distancia de este viaje marítimo
c) has historias de Cristo. Designamos como tales las es de 8 a 10 kilómetros, de suerte que Jesús no habría po-
perícopas que, en una narración cerrada, hacen destacar la dido llegar sino de noche. Ahora bien, sin tenerse en cuenta
importancia de la manifestación de Jesús, como ocurre en lo avanzado de la hora según el marco de los acontecimien-
las historias del bautismo y de la transfiguración, al igual tos, se nos narran tres curaciones milagrosas: la curación
que en los relatos de la infancia que leemos en los Evan- de un endemoniado (5,1-20), luego el regreso por el lago
gelios de Mateo y Lucas y principalmente en los relatos (5,21) y finalmente la curación de una mujer que padecía
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126 La tradición oral acerca de Jesús El evangelio y los Evangelios 127

flujo de sangre y la resurrección de la hija de Jairo (5, y en las conexiones redaccionales creadas por ellos, demos-
21-43). Tantos acontecimientos es imposible que sucedan traron ser teólogos que, al describir la actividad de Jesús,
en un solo día. En Me 4,lss se ha hecho también un enlace pretendían lanzar un mensaje determinado. La índole pro-
retrospectivo; según 3,9, Jesús hace que le preparen una pia de los Evangelios de Mateo y Lucas aparece cuando se
barquilla, vienen luego curaciones y milagros (3,10s) y la investiga detalladamente cómo elaboran el material de Me
vocación de los doce Apóstoles (3,12-19), así como una y de la fuente Q. En cambio, la teología del Evangelio de
conversación polémica con los fariseos (3,20-25). Jesús, Marcos no se puede obtener comparándolo con una fuente,
después, según 4,ls, enseña desde la barca, a orillas del mar. sino exclusivamente por el análisis de las introducciones y
Vemos, pues, clarísimamente que el marco que da cohesión cláusulas finales —compuestas por él— de las perícopas,
a las distintas historias no sirve más que para enlazarlas así como por los resúmenes y asertos redaccionales que se
unas con otras, pero no nos ofrece datos históricos. derivan de dicho evangelista.
En el Evangelio de Mateo los distintos fragmentos de
tradición se han agregado generalmente en grandes compo-
siciones, de tal suerte que al Salvador de la palabra, tal
5. EL EVANGELIO Y LOS EVANGELIOS
como lo describe el Sermón de la Montaña (5-7), se ha
contrapuesto el Salvador de la acción, que actúa en una
J. Schniewind, Evangelion I, 1927; II, 1931; G. Friedrich,
serie de historias de milagros (8-9). Y en el Evangelio de eüayyÉ^iov: ThW II, 705-735; G. Bornkamm, Evangelien, form-
Lucas la masa de los fragmentos que no proceden de Me geschichtlich: RGG3 II, 749-753; P. Stuhlmacher, Das pauli-
se ha agrupado en la pequeña inserción (6,20-8,3) y en la nische Evangelium, I. Vorgeschichte (1968).
gran inserción (9,51-18,14). Por consiguiente, ninguno de
los tres evangelistas sinópticos ofrece un relato fidedigno a) La palabra «evangelio» significa originalmente la re-
—desde el punto de vista geográfico y cronológico— de la compensa por una buena noticia y luego viene a significar
actividad de Jesús, sino que el proyecto y exposición uti- la buena noticia en sí misma. En el Antiguo Testamento
lizados por los evangelistas están determinados en cada sólo se emplea el verbo «evangelizar» en sentido teológico
caso por puntos de vista teológicos. para designar la noticia gozosa de que Yahvé ha comenzado
b) El análisis redaccional de los Evangelios considera a reinar (Is 52,7). El mensajero de nuevas alegres trae a
la obra de los evangelistas y dirige principalmente su aten- los desgraciados la buena noticia y proclama el año de gra-
ción hacia los enlaces redaccionales con los que ellos agru- cia del Señor (Is 61,ls). El Nuevo Testamento afirma que
paron y ordenaron las tradiciones. Si la investigación his- este mensajero de alegrías prometido en la Escritura es Je-
tórico-formal de los Evangelios condujo primeramente al sús. El lee públicamente en la sinagoga las palabras de
juicio de que los evangelistas «no habían sido escritores Is 61,ls y añade la breve frase: «Hoy, en vuestra presencia,
sino en mínima parte y que principalmente habían sido se ha cumplido este pasaje» (Le 4,16-21). Con esto han
compiladores, transmisores y redactores» (Dibelius), ahora llegado a hacerse realidad las palabras de la Escritura y ha
esta perspectiva se ha modificado considerablemente. Por- comenzado el tiempo de gozo.
que, con la labor de ordenación y redacción de la materia El concepto de «evangelio» no es extraño en el entorno
tradicional, los evangelistas van poniendo, a su vez, acen- del Nuevo Testamento y fue empleado principalmente en
tos, resaltan los motivos principales y señalan cómo hay el antiguo culto al soberano. Desde los tiempos de Alejan-
que entender las palabras y acciones de Jesús. dro Magno, el soberano era venerado en el mundo helenís-
Por consiguiente, la actividad de los evangelistas no se tico como epifanía de la divinidad. Esta veneración se le
limitó a compilar y transmitir las tradiciones, sino que por tributó después al Emperador romano en las provincias
la parte que tuvieron en la coordinación de los materiales orientales del Imperio, y, así, se dice en una inscripción de
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128 La tradición oral acerca de Jesús El evangelio y los Evangelios 129

Priene, en Asia Menor, del año 9 a. C , que el natalicio del en labios de Pedro: «Vosotros sabéis muy bien el aconteci-
dios había sido para el mundo el comienzo de las buenas miento que ocupó a todo el país de los judíos, empezando
nuevas («evangelios») que por él se habían difundido. Des- por Galilea, después que Juan predicó el bautismo. Me
pués del natalicio vienen otros «evangelios», como la de- refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza
claración de mayoría de edad, la entronización y los éxitos del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando
del soberano, que eran alabados en todo el Imperio. a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
A diferencia del concepto de «evangelio» y «evangelizar» Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de
que existía en el mundo helenístico, la comunidad cristia- los judíos y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un
na proclama que no hay más que un solo evangelio (Gal 1, madero, pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se
6-9), el mensaje sobre el Cristo crucificado y resucitado dejara ver no de todo el pueblo, sino de los testigos que él
(1 Cor 15,3-5), quien es proclamado como el Hijo de Dios había designado...» (Hch 10,37-40). Si el comienzo coin-
y el Kyrios (Rom l,3s). Con el nombre de «evangelio» se cide con el bautismo de Juan y el final con la cruz y re-
designa no sólo el contenido, sino también el acto mismo surrección, este marco, fijado por los acontecimientos, se
de la proclamación, como vemos claramente por la yuxta- llena ofreciendo las tradiciones sobre las palabras y hechos
posición de ambas significaciones en 1 Cor 9: «Vivir del de Jesús siguiendo puntos de vista objetivos y no según el
evangelio» (v. 14) significa vivir del hecho de proclamar orden cronológico o biográfico (cf. p. 125).
el evangelio; «el derecho que me confiere el evangelio» El Evangelio de Marcos puede designarse como una his-
significa la autoridad que tiene el mensajero del evangelio toria de la pasión con un prólogo bastante extenso (M. Kah-
(v. 18b). Ahora bien, cuando Pablo dice «predicar el evan- ler). Ahora bien, los Evangelios de Mateo y Lucas, que han
gelio ofreciéndolo de balde» (v. 18a) entonces —lo mismo tenido como modelo al de Marcos, tienen mayor amplitud
que en la expresión «anunciar el evangelio» (v. 14)— se y comienzan con los relatos del nacimiento y de la infancia
está refiriendo al contenido de la buena nueva, que no debe y narran una historia continuada de Jesús. El Evangelio
involucrarse ni gravarse con ninguna otra cosa. Por consi- de Juan comienza antes aún, glorificando con el himno ini-
guiente, el evangelio no sólo proporciona información de cial al Logos preexistente. Pero los cuatro Evangelios están
acontecimientos pasados, sino que proclama la presencia de acuerdo en situar el centro de gravedad de la exposición
de la salvación y es, por tanto, acontecimiento de salvación. en la pasión y en la pascua. Se narra la actividad de Jesús,
b) A la vinculación del kerigma con la tradición de su pasión, muerte y resurrección para llamar e invitar a la
Jesús, tal como se estableció por vez primera en el Evan- fe (Jn 20,30s). Por eso la forma literaria del evangelio es
gelio de Marcos, se llegó en virtud de la reflexión teológica una creación genuinamente cristiana, de la que no existen
de que el evangelio, que da noticia del acontecimiento de modelos directos en la literatura antigua. Cuando en el si-
salvación, está indisolublemente unido con la historia de glo II d. C. son llamados los Evangelios por Justino «re-
Jesús. Cuando se agruparon bajo el tema principal del cuerdos de los Apóstoles» (Apol. I, 6), se está pensando
evangelio las tradiciones en las que se narraban los sufri- —evidentemente— en que los Evangelios contienen memo-
mientos de Jesús y sus palabras y acciones, entonces toda rias de los Apóstoles. Pero, de hecho, no se pueden compa-
la tradición acerca de Jesús quedó sellada con la impronta rar con el género literario de las memorias, que tan difun-
del kerigma. Muy consecuentemente, Marcos introduce su dido estaba en el mundo antiguo, porque en los evangelios
obra con las siguientes palabras: «Comienza la buena noti- falta toda indicación que ofrezca puntos de partida para
cia de Jesús, el Cristo» (1,1), y con ello indica que la buena diseñar una «vida de Jesús».
nueva tiene un determinado comienzo, que coincide con el c) El testimonio desarrollado por los Evangelios es un
principio de la actividad pública de Jesús. Este principio único evangelio. Cuando, al compilar el canon, se proveyó
corresponde también al esbozo que el autor de Hechos pone de epígrafes a los distintos libros, se dijo consecuentemen-
9
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130 La tradición oral acerca de Jesús

te: Evangelio según Mateo, según Marcos, según Lucas, se- VI


gún Juan. El único evangelio según un cuádruple testimo-
nio: un testimonio que cada uno de los cuatro evangelistas EVANGELIOS SINÓPTICOS
ofrece a su manera. La empresa del sirio Taciano de com- Y
poner con los cuatro libros una armonía de los Evange-
HECHOS DE LOS APOSTÓLES
lios (cf. p. 259) fue una empresa movida por la viva per-
suasión de que no existe más que un solo evangelio. Sin
embargo, con la aparición de los llamados evangelios apó- 1. LA CUESTIÓN SINÓPTICA
crifos, a partir de mediados del siglo II, se desplazó el in-
terés, al asociar a los materiales transmitidos por los evan- A. Huck-H. Lietzmann, Synopse der drei ersten Evangelien
gelios canónicos anécdotas legendarias, palabras apócrifas ("1970); K. Aland, Synopsis Quattuor Evangeliorum ('1971);
de Jesús, historias presentadas al estilo de memorias y mu- P. Benoit-M.-E. Boismard, Synopse des quatre évangiles en fran-
chas otras cosas, de suerte que quedó relegado el carácter gais (1965); J. Alonso-A. Sánchez Ferrero, Evangelio y evange-
de proclamación y surgió una tradición sobre Jesús creada listas (1966).
libremente. La Iglesia antigua, al no reconocer esas obras
ni aceptar en el canon más que los cuatro Evangelios, a) El problema sinóptico consiste en que los tres pri-
adoptó, por tanto, una decisión muy bien fundada. meros Evangelios muestran bastantes puntos en común,
pero al mismo tiempo revelan considerables diferencias. La
En el siglo n se operó un cambio en la manera de expre- mutua relación entre los tres primeros Evangelios resalta
sarse, ya que Justino, Ireneo y otros no sólo hablaban del claramente cuando yuxtaponemos su texto en columnas pa-
único evangelio, sino que también llamaban evangelios a ralelas y hacemos una comparación detallada con ayuda de
los escritos que informaban acerca de la predicación, pasión una sinopsis (o «visión conjunta»).
y resurrección de Jesús, de suerte que desde entonces se
1) Los puntos en común aparecen primeramente en la
empezó a hablar de cuatro Evangelios. Y con ello se empleó
proyección: la actividad de Jesús comienza después del
el concepto de «evangelio» para designar a los cuatro libros
bautismo de Juan, vienen luego actos taumatúrgicos y pre-
recibidos en el canon, como testimonios que son de la his-
dicaciones en Galilea, más adelante la entrada en Jerusalén
toria de Jesús.
y finalmente el relato de la crucifixión y resurrección de
Jesús. Por el bosquejo que nos ofrecen los Evangelios si-
nópticos recibimos la impresión de que la actividad pública
de Jesús debió de durar un año. Por el contrario, en el
Evangelio de Juan el escenario de los acontecimientos cam-
bia varias veces de Galilea a Jerusalén y el espacio de tiem-
po parece que se extiende a unos tres años.
Coincide, asimismo, muchas veces el orden de sucesión
de las perícopas. Así, por ejemplo, en los tres Evangelios
se habla sucesivamente de la curación del paralítico, de la
vocación del publicano, del banquete en casa del publicano
y del diálogo sobre el ayuno (Me 2,1-22 = Mt 9,1-17 = Le
5,17-39). De los dos conflictos en torno al sábado, que Me
describe después, nos habla también Le a continuación in-
mediata del discurso precedente (Me 2,23-6,6 = Le 6,1-11),
pero en Mt no se habla sino en 12,1-14.
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132 Evangelios sinópticos ha cuestión sinóptica 133

Aparece, además, sorprendente afinidad dentro de cada 2) Las diferencias aparecen primeramente en la proyec-
una de las perícopas, en las cuales hallamos proposiciones ción: sobrepasando a Me, los Evangelios de Mateo y Lucas
que coinciden literalmente. Así, por ejemplo, los tres sinóp- ofrecen historias de la infancia, las cuales, no obstante, no
ticos ofrecen con el mismo tenor literal las palabras de Je- coinciden entre sí. Mt comienza con un árbol genealógico,
sús dirigidas al paralítico: «Pues para que veáis que este que con 3 X 14 eslabones conduce desde Abrahán hasta
Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados»; Jesús (Mt 1,1-17), mientras que Le no presenta sino más
ahora bien, la frase comenzada no termina, sino que vuelve adelante el árbol genealógico, y hace que desde José hasta
a comenzar de nuevo: «Dice (legei; Le: eipen) al paralítico: Adán parta una cadena con 77 eslabones (Le 3,23-38). Con
Escúchame, tú; ponte en pie, carga con tu camilla y vete a respecto al Sermón de la Montaña, de Mt 5-7 no encontra-
tu casa» (Me 2,10s par.). Acerca de la petición hecha por mos en Me nada comparable y en Le aparece sólo un para-
José de Arimatea, que solicitó que se le entregara el cadá- lelo considerablemente más breve (Le 6,20-49). Un buen
ver de Jesús, se nos informa las tres veces con idénticas número de parábolas centrales de Jesús (por ejemplo, la
palabras: «Le pidió el cuerpo de Jesús» (Me 15,43 = Mt del samaritano compasivo, la del hijo pródigo, la del admi-
27,58 = Le 23,52). Y la sentencia de quien quiere salvar nistrador injusto, la del hombre rico y de Lázaro pobre)
su vida, la perderá, pero que el que está dispuesto a per- aparecen únicamente en Lucas, sin que hallemos paralelos
derla por amor de Jesús (y del evangelio) la salvará, apa- en Marcos ni en Mateo. Mientras que los tres evangelistas
rece las tres veces con la misma redacción (Me 8,35 = Mt nos informan acerca del descubrimiento del sepulcro vacío
16,25 = Le 9,24). Hay también coincidencias sorprenden- (Me 16,1-8 = Mt 28,1-10 = Le 24,1-11), vemos que en Mt
tes en perícopas que sólo se encuentran en dos Evangelios, viene a continuación la historia de la aparición del resuci-
faltando un paralelo en el otro, como vemos, por ejemplo, tado ante los discípulos en Galilea (Mt 28,16-20), mientras
en la reproducción del discurso de Juan el Bautista: Mt 3, que en Le leemos las apariciones en los alrededores de Je-
7b-10.12 = Le 3,7b-9.17. rusalén y en Jerusalén misma (Le 24,13-53).
Finalmente, nos llama la atención que citas del Antiguo Observamos también considerables divergencias en el
Testamento tengan muchas veces el mismo tenor literal en orden de sucesión de las perícopas. Así, por ejemplo, en
los tres Evangelios, incluso cuando se aduce la cita con una Me 6,1-6 ( = Mt 13,53-58), se nos narra la actuación de
formulación distinta de la que tiene en el Antiguo Testa- Jesús en su ciudad natal, Nazaret, y el consiguiente rechazo
mento o en la versión de los Setenta. Así ocurre en Me 1, de que fue objeto; en cambio, en Le, al comienzo de la
3 = Mt 3,2 = Le 3,4: eutheias poieite tas tribous autou actividad pública de Jesús, se nos habla ya de una primera
(a saber: del Kyrios = Jesús), mientras que en LXX Is 40, predicación en Nazaret (Le 4,16-30). En Me (1,16-20 = Mt
3 dice así: eutheias poieite tas tribous tou Theou hémon. 4,18-22) se habla con breves palabras de la vocación de los
Estas coincidencias, de las que podríamos aducir muchí- primeros discípulos; en cambio, en Le la vocación de Pedro
simos otros ejemplos, demuestran suficientemente que la viene después de la pesca milagrosa (5,1-11). Si en Me se
afinidad entre los tres Evangelios sinópticos no puede ser trata primeramente de la gran afluencia hacia Jesús y de
resultado de una casualidad —porque los tres Evangelios las curaciones obradas por él y luego se trata de la voca-
informaran sobre los mismos acontecimientos y por eso ción del grupo de los Doce (Me 3,7-12.13-19), vemos que
hubieran escogido las mismas expresiones—, sino que tiene en Le el orden de sucesión es inverso (Le 6,12-16: vocación
que haber una relación de dependencia literaria. Ahora del grupo; 6,17-19: afluencia y curaciones). Y en Mt faltan
bien, para definir exactamente cuál es esa relación hay que en esta sección los trozos correspondientes (véase, no obs-
tener en cuenta que, a pesar de numerosas coincidencias, tante, Mt 12,15-21; 10,1-4). Un gran número de sentencias,
existen también divergencias considerables entre los tres que en Mt se hallan encuadradas en el Sermón de la Mon-
Evangelios. taña (Mt 5-7), no tienen paralelos en Me y en Le se hallan
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134 Evangelios sinópticos La cuestión sinóptica 135

dispersas por los capítulos 6-16 (véase, por ejemplo, el Pa- fue sostenida por Lessing, nuestros Evangelios son distintas
drenuestro: Mt 6,9-13; Le 11,2-4). traducciones y extractos de un antiguo escrito apostólico
También dentro de las mismas perícopas existen muchas redactado en arameo: el Evangelio de los Nazarenos. De
veces intensas diferencias. En la parábola de la gran cena, este Evangelio debieron de existir varias elaboraciones.
que leemos en Mt 22,1-14 y en Le 14,15-24, se ve que en Y esto explicaría las diferentes redacciones de los tres
ambos pasajes se está presuponiendo, evidentemente, el Evangelios. Pero esta explicación no consistía más que en
mismo tema. Pero en Le se describe un gran convite, y, en conjeturas indemostrables.
cambio, en Mt una fiesta nupcial que un rey organiza para 2) La hipótesis de los fragmentos o diégesis. Esta hipó-
su hijo. En la historia del joven rico, que habla a Jesús tesis no presupone la existencia de un evangelio primitivo
llamándole «Maestro bueno», las palabras que Jesús le res- continuo, sino de variadas anotaciones hechas por los dis-
ponde rezan así, según Mt 10,18 ( = Le 18,19): «¿Por qué cípulos y los Apóstoles acerca de algunos acontecimientos
me llamas bueno», y, en cambio, según Mt 19,17: «¿Por de la actividad de Jesús. Schleiermacher suponía que, a
qué me preguntas acerca de lo bueno?». Aunque el trans- base de esas breves anotaciones o apuntes ( = diégesis), se
curso de la historia de la pasión es, en gran parte, el mis- habían compuesto luego los correspondientes Evangelios.
mo en los tres Evangelios, hallamos que las últimas pala- Es verdad que se tuvo la idea acertada de que, en los
bras de Jesús muestran divergencias. Según Me 15,34 Evangelios sinópticos, se emplearon colecciones de muy di-
( = M t 27,46), Jesús pronuncia aquella frase del salmo: versa índole. Pero no quedaban explicadas las coincidencias,
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Pero las cuales no se dan únicamente en historias aisladas, sino
en Lucas falta esta frase. Y en vez de ella encontramos que afectan también especialmente a la estructura del con-
otras tres palabras pronunciadas por Jesús en la cruz (Le junto.
23,34.43.46). 3) La hipótesis de la tradición se basa en la intuición
Por consiguiente, la relación de los tres Evangelios si- de Herder de la gran importancia que corresponde a la
nópticos entre sí está caracterizada por un amplio margen tradición oral. Al principio debió de existir un Evangelio
de coincidencias y un considerable número de pequeñas y transmitido oralmente, del cual se derivarían luego los di-
grandes divergencias. versos Evangelios. No cabe la menor duda de que la trans-
En los viejos intentos de solución se trataba de respon- misión oral desempeñó un papel decisivo en la prehistoria
der a la pregunta de cuál era la relación mutua entre los del material que hallamos en los Evangelios. Sin embargo,
Evangelios según Mateo, según Marcos y según Lucas. Pero el complicado problema de las concordancias y de las di-
el problema no llegó a captarse claramente sino en la época vergencias entre los Evangelios sinópticos no puede resol-
de la Ilustración. Hasta entonces se había aceptado gene- verse sin suponer que haya habido relaciones literarias.
ralmente la opinión de san Agustín de que Me era un Mt 4) La hipótesis de la dependencia literaria se basa en
abreviado, cuyo relato se consideraba como el escrito más que entre los sinópticos hubo mutuas relaciones de influen-
importante y antiguo entre los Evangelios. Por lo demás, cia. Griesbach, hacia finales del siglo x v m , sospechaba que
la Edad Media y la época de la Reforma procuraron ar- Me conoció no sólo a Mt, sino también a Le, y los utilizó
monizar lo más posible los enunciados de los tres Evange- para componer una versión abreviada. Así, por ejemplo, la
lios. La vieja ortodoxia protestante dedicó mucha agudeza frase que leemos en Me 1,32: «Al atardecer, a la puesta del
a eliminar las contradicciones entre los evangelistas. Pero sol», debería explicarse como una asociación de Mt 8,16:
la Ilustración no podía ya contentarse con tales explicacio- «al atardecer», y de Le 4,40: «a la caída del sol». Esta hi-
nes. Entonces empezó a conocerse por vez primera la cues- pótesis tiene algunos adeptos, incluso en el día de hoy-
tión sinóptica y se buscaron caminos para su solución. Entre ellos, últimamente, W. R. Farmer (The Synoptic
1) Según la hipótesis del evangelio primitivo, tal como Problem, 1964). Según ella, Mt habría sido el Evangelio
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136 Evangelios sinópticos La cuestión sinóptica 137

más antiguo. Y luego habrían aparecido Le y finalmente 17-39 (cf. p. 131). Pero después Mt sigue su propio ca-
Me, los cuales habrían utilizado los Evangelios ya existen- mino (9,18-11,30). Le 6,1-19 corresponde a Me 2,23-3,6,
tes. Sin embargo, a ello se opone la prueba, aducida prime- pero en Mt el paralelismo con Me no se vuelve a alcanzar
ramente por Lachmann (De ordine narrationum in evange- hasta 12,1-14. Le, hasta 6,19, sigue el orden de Me, pero
liis synopticis: ThStKr 8 [1835] 570ss), de que Me es el se aparta de él desde 6,20. El material del llamado discurso
más antiguo de los tres Evangelios sinópticos (véase infra). del llano (Le 6,20-49) lo presentó ya Mt en otro lugar an-
Además, la relación que existe entre los sinópticos no se terior, en el Sermón de la Montaña (Me 5-7). Esto quiere
puede explicar únicamente por la hipótesis de que existió decir: Mt abandona una vez el orden de Me, pero Le coin-
una utilización mutua. Porque entre Mt y Le hay también cide con él. Después Le se aparta de Me, pero Mt sigue
numerosas relaciones, incluso en las partes en que no tu- por el mismo camino que Me. Ahora bien, Mt y Le nunca
vieron el modelo de Me. La complicada relación de las representan juntos un orden de sucesión distinto al de Me.
coincidencias y divergencias entre los sinópticos no halla Por eso Me tiene que ser el más antiguo de los tres Evan-
una solución satisfactoria sino con la llamada «teoría de gelios sinópticos y debió de servir como modelo a los otros
las dos fuentes», que hoy día ha encontrado aceptación casi dos.
universaL Casi todo el material de Me aparece de nuevo en Mt. De
c) La teoría de las dos fuentes afirma: 1) El Evangelio los 666 versículos que comprende el texto de Me vemos
de Marcos es el más antiguo de los tres sinópticos y fue que más de 600 se encuentran en Mt. Puesto que Mt abre-
utilizado como fuente tanto por Mt como por Le. 2) Pero, via y da permanentemente mayor concisión al estilo más
además del Evangelio de Marcos, creemos que Mt y Le difuso de Me, ello significa que, con pequeñas excepciones,
—con independencia el uno del otro— utilizaron una se- todo el material del Evangelio de Marcos ha sido recogido
gunda fuente que contenía casi exclusivamente palabras de por Mt. En cambio, en el de Le no se han recogido más que
Jesús, la llamada fuente Q o «fuente de los logia». La prue- unos 350 versículos de Me. Una serie de perícopas de Me
ba fundamental en favor de esta teoría fue aducida princi- tienen en Le paralelos de distinta estructuración (por ejem-
palmente por H. J. Holtzmann (Die synoptischen Evange- plo, la predicación de Jesús en Nazaret, Me 6,1-6; Le 4,
lien, 1863) y por P. Wernle (Die synoptische Frage, 1899). 16-30). Todo el conjunto de Me 6,45-8,26 falta en Le
1) La afirmación de que el Evangelio de Marcos tiene (cf. p. 139). Lucas eliminó las tradiciones dobles por un
que ser el más antiguo de los tres sinópticos se demuestra lado y se nutrió más intensamente de tradición no proce-
convincentemente por las siguientes razones: en primer lu- dente de Marcos por otro. Los únicos pasajes que no tienen
gar, el esquema de los Evangelios muestra que Me tuvo paralelos en Mt y Le son: Me 4,26-29; 7,31-37; 8,22-26,
que servir como modelo a los otros dos evangelistas. En así como los versículos 1,1; 3,20s; 7,3s; 12,33s; 14,51s;
sus relatos de la infancia, Mt y Le difieren considerable- 15,44s. Este pequeño resto no menoscaba en nada el resul-
mente entre sí, pero coinciden en el relato sobre Juan el tado: el material del Evangelio de Marcos sirvió de modelo
Bautista, es decir, en el lugar precisamente en que comienza para los evangelistas Mt y Le y fue reelaborado por ellos.
Me. Lo mismo ocurre al final: hasta el punto a que nos Asimismo, la comparación del contenido nos lleva a la
lleva Me 16,8 alcanzan también las coincidencias entre Mt conclusión de que la versión de Me sirvió de modelo a Mt
y Le. Pero desde allí muestran ya divergencias en sus rela- y Le. Así, por ejemplo, según Me 8,29, la confesión de Pe-
tos pascuales. De ahí se sigue que el Evangelio de Marcos dro reza así: «Tú eres el Cristo», mientras que en Mt 16,
les sirvió de fuente. 16 se dice: «el Cristo, el Hijo del Dios vivo», y en Le 9,20:
Esta conclusión se confirma si investigamos el orden de «el Cristo de Dios». Por consiguiente, la formulación breve
sucesión de las distintas perícopas. Así, por ejemplo, el de Me ha sido ampliada o comentada, tanto en Mt como
conjunto Me 2,1-22 coincide con Mt 9,1-17 y con Le 5, en Le, por una correspondiente adición. Según Me 15,39,
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138 Evangelios sinópticos La cuestión sinóptica 139
dice el capitán pagano al pie de la cruz: «Verdaderamente, Me 7,31-37 y 8,22-26 se trata de historias de milagros, pa-
este hombre era Hijo de Dios». Vemos que Mt 27,54 dice recidas a las que se encuentran en otros lugares de los
así: «Verdaderamente, éste era Hijo de Dios». Con esto se Evangelios. El conjunto de Me 6,45-8,26 pudo ser omitido
evita llamar a Jesús «hombre». En cambio, según Le 23,47, conscientemente por Le a fin de evitar repeticiones y sos-
el capitán dice: «Realmente, este hombre era inocente», layar pasajes que presuponen circunstancias específicamente
porque habría sido difícil que un pagano hubiera hecho, judías. Por consiguiente, estas omisiones no son un punto
sin más, una auténtica confesión de fe cristiana. Mientras de arranque convincente para suponer que el modelo del
Mt, por consideraciones teológicas, introduce un cambio, Evangelio de Marcos utilizado por Mt y Le difería esencial-
vemos que Le, llevado por interés histórico, trata de des- mente del que ha llegado hasta nosotros. Así que queda
cribir más exactamente la situación. en pie la primera proposición de la teoría de las dos fuen-
Finalmente, el lenguaje y el estilo demuestran también tes: la proposición que afirma que el Evangelio de Marcos
la prioridad del Evangelio de Marcos. En efecto, Me escribe es el más antiguo de los tres sinópticos y que fue utilizado
en estilo sencillo, yuxtaponiendo casi siempre las oraciones como fuente por Mt y por Le.
por medio del kai-kai y no intentando construir períodos 2) Prescindiendo de las coincidencias con el Evangelio
literarios. El «presente histórico», de carácter popular, pre- de Marcos como modelo de los otros dos, vemos que Mt
domina en su Evangelio. En cambio, Mt modifica muchas y Le tienen también en común una parte considerable, una
veces el legei de Marcos por un eipen, y en Le casi no apa- parte que consta de unos 200 versículos y que comprende
rece el presente histórico. Mientras Me 2,11 emplea el tér- casi sin excepción palabras del Señor. Esta parte hay que
mino vulgar krabatos para designar la camilla del paralítico, derivarla de la fuente Q, la fuente de los logia. Tales ele-
Mt utiliza el vocablo Miné (9,6) y Le el de klinidion (5,24). mentos se hallan en Mt, principalmente en las grandes re-
A la pregunta de cómo era el texto de Me utilizado por construcciones de 5-7; 10; 13; 18; 23-25. Y en Le los en-
Mt y Le, muchos eruditos responden que debió de tratarse contramos en los siguientes fragmentos: 3,7-4,13; 6,20-7,35;
de un proto-Marcos más breve. Para defender esta tesis no 9,51-13,35. Estos puntos de contacto no se explican por
sólo se ha señalado aquel material peculiar de Me que no medio de la hipótesis de que Mt dependería de Le o de que
tiene paralelos en Mt ni en Le, sino que se han indicado Le dependería de Mt. Porque ¿cómo se explicaría entonces
también lugares en los que Mt y Le coinciden en contra de que Le hubiera dispersado por muchos capítulos la compo-
Me. Así, por ejemplo, en Me 6,14 se llama basileus a He- sición del Sermón de la Montaña? ¿O cabría suponer que
rodes Antipas, mientras que Mt y Le le designan como Mt no hubiera tomado de Le 15 las tres parábolas de cosas
tetraarchés. En Me 10,30 se habla de hekatontaplasiona perdidas y que en vez de eso hubiera presentado únicamen-
(cien veces más), y, en cambio, en Mt y Le se habla de te la parábola de la oveja perdida en versión modificada?
pollaplasiona (mucho más). Ahora bien, Herodes Antipas (Mt 18,12-14). Hay que excluir tanto lo uno como lo otro.
no poseía el título de rey, de suerte que Mt y Le corrigen Más bien las coincidencias entre Mt y Le que sobrepasan
acertadamente. Las coincidencias textuales que Mt y Le los elementos comunes procedentes del Evangelio de Mar-
tienen contra el texto de Me podrían explicarse en muchos cos tienen que derivarse de un modelo empleado indepen-
lugares por el hecho de que el texto del Evangelio de Ma- dientemente por cada uno de los dos evangelistas.
teo, que predominaba con mucho en el empleo eclesiástico, El material que tienen en común Mt y Le, y que sobre-
debió de influir en la redacción del texto de Le. Por lo que pasa el modelo ofrecido por el Evangelio de Marcos, abarca
se refiere al material especial, lo más probable es que esos esencialmente los siguientes fragmentos: la predicación de
escasos lugares marquianos hayan sido omitidos por Mt y Juan el Bautista, la tentación de Jesús, un gran discurso del
Le, con independencia el uno del otro. En efecto, en Me Señor (discurso en el llano o el Sermón de la Montaña),
4,26-29 se menciona una parábola de la simiente más. Y en la historia del capitán de Cafarnaún, sentencias sobre el
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140 Evangelios sinópticos La cuestión sinóptica 141

Bautista, un discurso de misión, el Padrenuestro, sentencias ción que no hablaba de la pasión ni tampoco del Hijo de
sobre los discípulos, la parábola del grano de mostaza y de hombre que había sufrido, muerto y resucitado, sino que
la levadura, la de la gran cena, exhortaciones escatológicas, consideraba a Jesús como el Maestro y el Hijo de hombre
la parábola de los talentos. Por consiguiente, al principio que habría de venir y que se manifestaría en el último día
se halla la tradición sobre Juan el Bautista y al final la para juzgar (véase H. E. Tódt, Der Menschensohn in der
instrucción sobre los novísimos. Una historia de la pasión synoptischen Überlieferung [ 2 1963] 215-245; D. Lühr-
no formó parte de la colección de logia de Jesús presupues- mann, Die Redaktion der Logienquelle [1969]).
ta por Mt y Le. Porque en la historia de la pasión ofrecida ¿Fue Q realmente una fuente escrita de logia? Princi-
por los Evangelios de Mateo y de Lucas no hallamos ras- palmente J. Jeremías (Zur Hypothese einer schriftlichen
gos comunes en pasajes que se aparten de Me. Logienquelle Q [1930], en Abba [1966] 90-92) ha lla-
Puesto que en Mt las sentencias de Jesús se han combi- mado la atención sobre las siguientes observaciones: 1) Las
nado en grandes composiciones oratorias, podemos afirmar divergencias en cuanto al texto —por ejemplo, en las
lo siguiente con respecto a la fidelidad a la tradición de los bienaventuranzas o en el Padrenuestro— son, en parte,
logia: el orden de sucesión de los logia en Q se ha conser- considerables, de tal suerte que apenas podríamos suponer
vado más bien en Le. En cambio, en el aspecto lingüístico que los evangelistas hubieran tenido un modelo escrito con
vemos que las redacciones de Mt permiten reconocer mucho variantes tan intensas. 2) Mt y Le muestran en bastantes
mejor la primitiva forma semítica que no las redacciones lugares un orden de sucesión completamente distinto de los
de Le, en las que los logia han experimentado una heleni- logia. Así, por ejemplo, a Le 13,22-30 le corresponden en
zación mucho más intensa. Puesto que Papías de Hierápolis, Mt los siguientes paralelos: 7,13s; 25,10-12; 7,22s; 8,lls;
en el siglo n d. C , informa que «Mateo compiló en hebreo 19,30 (20,16). Vemos que en Mt 5-7 hay paralelos no sólo
los logia y cada cual los tradujo como pudo» (Eusebio, del discurso del llano de Le, sino de muchos otros pasajes
H. E. I I I , 39, 16) se ha sospechado que Papías podría refe- dispersos por la obra de este evangelista. ¿Cómo iba a
rirse a la llamada «fuente de los logia». Pero tales consi- existir un modelo común escrito? 3) Los logia se hallan
deraciones no tienen fundamento. El modelo de logia uti- parcialmente dentro de distintas agrupaciones regidas por
lizado por Mt y Le tuvo que estar redactado ya en lengua distintas palabras clave; ahora bien, las agrupaciones regi-
griega. Porque sólo en esta hipótesis hallan explicación las das por una palabra clave son indicio de tradición oral. Así,
extensas coincidencias que encontramos en el texto de es- por ejemplo, a Mt 5,15 (alumbrar) le sigue el v. 16 con la
tos dos evangelistas. Papías, seguramente, no se refería a palabra clave luz-alumbrar; ahora bien, el logion paralelo
la fuente Q, sino al Evangelio de Mateo (cf. p. 154). en Le 11,33 se halla dentro de un conjunto completamente
Para establecer una comparación habría que acudir a las distinto. El vaticinio de la destrucción de Jerusalén apare-
colecciones de sentencias que hallamos en la tradición sa- ce en Mt 23,37-39 al final del discurso de juicio contra los
piencial y en la tradición de frases de rabinos célebres. Un fariseos; pero en Le la sentencia paralela viene después
paralelo muy aleccionador, pero que no llegó a componerse de la afirmación de que un profeta forzosamente tiene que
sino más tarde, lo ofrece el Evangelio de Tomás, de carác- morir en Jerusalén (Le 13,33.34s).
ter gnóstico-cristiano y que contiene exclusivamente pala- Estas observaciones nos obligan a ser muy circunspectos
bras de Jesús (véase J. M. Robinson, LOGOI SOPHON. en cualquier intento de reconstruir la fuente Q y a contar
Zur Gattung der Spruchquelle Q [1964], en H. Koster- con la posibilidad de que unas veces un evangelista y otras
J. M. Robinson, Entwicklungslinien durch die Welt des el otro hayan omitido algo de la fuente Q. Y no sólo eso,
frühen Christentums [1971] 70-106). Aquella compilación sino que hay que contar también con la posibilidad de que
de sentencias de Jesús estaba respaldada por una determi- el modelo de logia empleado por Mt y el utilizado por Le
nada interpretación teológica de su misión: una interpreta- no hayan sido completamente idénticos. Sin embargo, no
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142 Evangelios sinópticos Evangelio de Marcos 143

basta considerar a Q únicamente como un sólido nivel de [1941]), que habrían sido reelaboradas por los sinópticos
tradición que se fue transmitiendo oralmente, sino que hay (véase la crítica de M. Lehmann, Synoptische Quellenanaly-
diversas razones que abogan en favor de que Q era un mo- se und die Frage nach dem historischen Jesús [1970]).
delo escrito: 1) A pesar de bastantes divergencias de deta- Ahora bien, antes de Me y Q no hay otros documentos
lle, reconocemos tanto en Mt como en Le una proyección escritos, sino únicamente la tradición oral de la comunidad:
armónica de la tradición de logia, desde la predicación del una tradición cuya esencia y características han sido diluci-
Bautista hasta las enseñanzas escatológícas de Jesús. 2) Sólo dadas por el análisis formal de la tradición sinóptica. Por
en la hipótesis de una gran fuente cristiana Q encontrarán eso la historia de las formas y la teoría de las dos fuentes
explicación satisfactoria las llamadas «dobles tradiciones». no se contradicen entre sí, sino que más bien se completan,
Mt y Le han tomado bastantes sentencias, una vez de Me haciéndonos comprender mejor el curso de la tradición so-
y otra de la fuente Q. Así ocurre, por ejemplo, con el logion bre Jesús, desde los orígenes hasta la fijación literaria de di-
de ganar o perder la vida, que se halla primeramente en cha tradición por obra de los evangelistas (véase K. Grobel,
Me 8,35 = Mt 16,25 = Le 9,24 y que luego aparece tam- Formgeschichte und synoptische Quellenanalyse [1937]).
bién en Mt 10,39 = Le 17,33, o también la sentencia de
que a quien tiene se le dará y que a quien no tiene se le
quitará incluso lo que tiene: sentencia que aparece, por un 2. EVANGELIO DE MARCOS
lado, en Me 4,25 = Mt 13,12 = Le 8,18, y que, por otro,
aparece también en Mt 25,29 = Le 19,26. Estas dobles tra- 4
W. Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien (1901,
diciones, a las que podríamos añadir un buen número de 1969); M. Werner, Der Einfluss paulinischer Theologie im
ulteriores ejemplos, tienen que derivarse del hecho de que Markusevangelium (1923); W. Marxsen, Der Evangelist Markus
(1956, 21959); H. Conzelmann, Geschichte und Eschaton nach
Mt y Le no tuvieron delante una sola fuente escrita, sino Mk 13: ZNW 50 (1959) 210-221; U. Luz, Das Geheimnismotiv
dos —Me y Q—, y que bastantes logia los encontraron en und die marhinische Theologie: ZNW 56 (1965) 9-30; K. Nie-
ambos modelos y de ellos los tomaron. Aunque la fuente derwimmer, Johannes Markus und die Frage nach dem Verfasser
Q, como modelo de Mt y Le, no se puede determinar con des zweiten Evangeliums: ZNW 58 (1967) 172-188; E. Schwei-
la misma precisión que el Evangelio de Marcos, sin embar- zer, Das Evangelium nach Markus (1967).
go, la necesidad de tener que reconstruir la fuente Q no
altera para nada el hecho de que también deba considerarse a) Contenido. El Evangelio de Marcos informa sobre
como probada la segunda proposición de la teoría de las la actividad de Jesús en Galilea (1-10) y sobre su vía dolo-
dos fuentes, a saber: además del Evangelio de Marcos, cree- rosa en Jerusalén (11-16). Puesto que las distintas seccio-
mos que Mt y Le —independientemente el uno del otro— nes se van sucediendo de manera un tanto inconexa, es
emplearon un segundo modelo que contenía casi exclusiva- difícil señalar una estructuración exacta.
mente logia de Jesús. Al principio se describe el comienzo de la actividad de
Aparte de esto, cada uno de los dos evangelistas utilizó Jesús (1,1-13), luego su primera manifestación pública en
lo que llamamos materiales propios, es decir, materiales Cafarnaún y sus alrededores (1,14-45). Se van enhebrando
que no se hallaban ni en Me ni en Q (cf. pp. 156 y 161). relatos de conflictos, en los que Jesús choca con los fari-
Pero no debemos suponer que, además de Me y Q, existie- seos y los escribas (2-3). Se narran parábolas de Jesús (4,
ra alguna otra fuente escrita. Es verdad que se ha intentado 1-34) y luego un ciclo de actos taumatúrgicos (4,35-5,43).
constantemente presentar como probable la hipótesis de Vienen luego relatos aislados (6,1-33): Jesús es rechazado
que los evangelistas utilizaron un mayor número de fuen- en Nazaret (6,1-6) y envía sus discípulos (6,6-13), los cua-
tes. Así, por ejemplo, E. Hirsch postula nada menos que les regresan poco después (6,30-33). Entre tanto, las pala-
once fuentes escritas (Frühgeschichte des Evangeliums bras de Herodes acerca de Jesús (6,14-16) van seguidas por
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144 Evangelios sinópticos Evangelio de Marcos 145

la historia del fin de Juan el Bautista (6,17-29). Luego se presentando tales sospechas. Sin embargo, carecen de fun-
ofrecen dos secciones que tienen una proyección que trans- damento suficiente. Porque, de hecho, Mt y Le no conocie-
curre bastante paralela (6,34-7,37; 8,1-26): la historia del ron el modelo de Me sino hasta 16,8. Desde ese punto, cada
alimento proporcionado a las multitudes (6,34-44; 8,1-9), uno de los dos evangelistas sigue por su propio camino.
Jesús caminando sobre las aguas (6,45-56; 8,10), la discu- Resulta en extremo improbable que ya en los tiempos más
sión (7,1-15; 8,11-13), la instrucción de los discípulos (7, remotos, antes de que el Evangelio de Marcos fuera cono-
17-23; 8,14-21), Jesús y la mujer cananea (7,24-30, sin cido por Mt y Le, se hubiera perdido el fragmento final. El
paralelos en 8), historia de curación (7,31-37; 8,22-26). evangelista puede terminar con 16,8, porque ya se ha pro-
Los tres anuncios de la pasión de Jesús (8,31; 9,31; 10, clamado el mensaje pascual, que no necesita ninguna otra
32-34) determinan todo el contexto, que se halla centrado demostración. Ahora bien, la acción inaudita de Dios, que
enteramente sobre el vaticinio de la pasión (8,27-10,52). ha resucitado de la muerte al crucificado, despierta en los
La confesión de Pedro en Cesárea de Filipo va seguida por seres humanos temor y temblor.
la primera predicción de la pasión (8,27-33), así como Sin embargo, desde muy pronto se sintió como una defi-
por una instrucción sobre el seguimiento de los discípulos ciencia el hecho de que el Evangelio de Marcos no ofreciera
en lo que al sufrimiento se refiere (8,34-9,1); luego ocurre historias de apariciones. Y se trató de completarlo en con-
la transfiguración de Jesús juntamente con un diálogo al secuencia. El final secundario de Me (16,9-20) apareció ya
descenso del monte (9,2-13) y la curación del muchacho en el siglo n y presupone el conocimiento de los relatos
epiléptico (9,14-29). Después de la segunda predicción de pascuales ofrecidos por los otros tres evangelistas (versícu-
la pasión (9,30-32) vienen diálogos con los discípulos (9, lo 9s: Jn 20,11-18; v. 12s: Le 24,13-35; v. 14: Le 24,
33-50) y un pequeño conjunto a la manera de catecismo 36-49 + Jn 20,19-29; v. 15: Mt 28,18-20; v. 19: Le 24,
(10,1-31: acerca del matrimonio, de los hijos y de las pro- 50-53). La complementación ulterior falta en los antiguos
piedades). La tercera predicción de la pasión (10,32-34) va códices S y B, al igual que en Clemente de Alejandría y en
seguida por el diálogo de Jesús con los hijos del Zebedeo Orígenes. Una versión más breve del final viene después
(10,35-45) y por la curación de un ciego (10,46-52). del v. 8 en los manuscritos L *¥ y 099, y en este final abre-
En los capítulos 11-13 se describen los últimos días de viado se dice que las mujeres notificaron a Pedro y a los
Jesús en Jerusalén; en primer lugar, su entrada en la ciu- discípulos la resurrección y que el resucitado mandó que
dad (11,1-10), la purificación del templo (11,11.15-19) y la se pregonara en el mundo entero el kerigma de la salvación
maldición de la higuera (11,12-14.20-26), luego un ciclo eterna. Finalmente, el códice W ofrece una adición entre
de diálogos polémicos (11,27-12,44) y finalmente el dis- los w . 14 y 15, el llamado «logion de Freer», en el que se
curso apocalíptico de Jesús (13). Del 14,1 al 16,8 se ex- habla de las relaciones del resucitado con los discípulos.
tiende la historia de la pasión y resurrección, que termina Estos distintos complementos demuestran que, ya desde un
de repente con la frase de que las mujeres huyeron asusta- principio, se sintió como un problema la terminación del
das del sepulcro vacío y, angustiadas por el temor, no dije- Evangelio de Marcos. Pero, de hecho, su exposición termi-
ron a nadie lo que habían visto. En 16,9-20 hallamos, como na en 16,8.
final más tardío, una serie de apariciones del resucitado.
c) El evangelista Marcos no sólo pretende con su libro
b) Con esto surge la cuestión de cuál fue el primitivo transmitir la tradición de Jesús que ha llegado hasta él, sino
final del Evangelio de Marcos. En él se anuncia, claro está, que —por medio de las tradiciones compiladas por él—
la aparición del resucitado, que iba a tener lugar en Galilea trata de dirigir un determinado mensaje, el evangelio de
(14,28; 16,7). Pero no se nos relata nada de ella. ¿Se ha- Jesús, el Cristo. Por eso lo que se cuenta sobre la actividad
blaría originalmente de esta aparición en algún final del terrena de Jesús está orientado hacia el kerigma de la cruz
libro que se haya perdido? Constantemente se han estado y de la resurrección. Para ello se sirve el evangelista espe-
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146 Evangelios sinópticos Evangelio de Marcos 147

cialmente del motivo de la mesianidad oculta. Se nos refie- del Reino de Dios (l,14s) es el contenido y objeto de la
re constantemente cómo Jesús cura enfermos, expulsa de- buena nueva (1,1). Y el evangelista quiere transmitir este
monios y realiza actos extraordinarios. Pero luego se añade mensaje no sólo entre los judíos, sino también entre todas
siempre que Jesús había mandado guardar silencio sobre las naciones (13,10).
ello (1,24.34; 3,12; 5,43; 7,36; 8,26.30; 9,9). Wrede, que d) El Evangelio de Marcos no menciona el nombre del
fue el primero en reconocer la importancia de este motivo, autor. El mensajero se retira por completo al fondo, para
pensaba que el secreto mesiánico debía explicar una con- dejar paso al mensaje que él tiene que dirigir. Faltan tam-
tradicción. La comunidad primitiva, que después de Pascua bién indicaciones indirectas que pudieran aludir a él. Es
confesaba su fe en Jesús como el Mesías, tendría a pesar de verdad que se ha pensado que detrás de la mención de
todo conciencia clara de que el Jesús terreno no había ac- aquel discípulo que iba detrás de Jesús después del pren-
tuado como Mesías. Se habría procurado salir de esta apo- dimiento y que luego escapó de ser apresado, dejando el
ría afirmando que Jesús había sido ya el Mesías por aquel vestido en manos de sus perseguidores (14,51s), pudiera
entonces, pero que guardaba aún en secreto su dignidad esconderse una secreta alusión al autor de este Evangelio.
mesiánica. Sin embargo, esta explicación no acierta, segu- Pero tales sospechas carecen de todo fundamento.
ramente, con la verdad. Porque en el cristianismo primitivo
La antigua tradición cristiana atribuye este Evangelio
no hallamos jamás una tradición que no entendiera en sen-
a Marcos, colaborador de Pedro. Papías de Hierápolis (de
tido mesiánico la actuación de Jesús. Lejos de eso, el co-
mienzo de la tradición cristiana se halla presidido por la mediados del siglo n ) informaba, según Eusebio (H. E.
afirmación: Jesús es el Mesías. El propio evangelista nos I I I , 39, 15): «Marcos, que había sido el hermeneuta de
indica por qué escribe un libro de las «epifanías ocultas» Pedro, escribió exactamente, aunque no con orden (ou
(Dibelius), ya que en el último pasaje en el que se expresa mentoi taxei), todo lo que recordaba de las palabras y
el precepto del silencio explica el sentido del mismo: los acciones del Señor. Porque ni había oído al Señor ni le
discípulos no deben hablar de la gloria de Jesús sino cuando había seguido, sino que más tarde, como dije, [había segui-
el Hijo de hombre haya resucitado de entre los muertos do] a Pedro. Dio sus instrucciones según las necesidades
(9,9). Por consiguiente, de la revelación divina no se puede del momento, pero sin hacer una composición ordenada de
hablar sino contemplando toda la actividad de Jesús desde las sentencias del Señor. Así, en nada faltó Marcos ponien-
el punto de vista de la cruz y la resurrección. Por consi- do por escrito algunas de aquellas cosas, tal como él las
guiente, la serie de epifanías secretas está señalando hacia recordaba. En efecto, sólo tuvo una preocupación: no omi-
la única revelación de Dios en la cruz y en la resurrección tir nada de lo que había oído, no decir nada que fuese
de Jesús. Vemos, pues, que el misterio mesiánico excluye falso».
una interpretación del jesús histórico que no esté orientada Estas frases pretenden defender, evidentemente, al Evan-
por la confesión de fe en el Cristo crucificado y resucitado gelio de Marcos contra dos acusaciones: 1) Contra la obje-
(Luz). De ahí que no haga falta aludir en la historia de la ción de que en él no todo está escrito con exactitud, de que
pasión al secreto mesiánico. Porque entonces ya no hay hay falta de orden, de que se han omitido bastantes co-
duda posible de que Jesús confiesa ser el Mesías y el Hijo sas, etc. Contra todo esto se aduce que Me se basó en las
de Dios (14,61s), el Crucificado y el Resucitado. enseñanzas de Pedro y que, por tanto, no dispuso más que
de un modelo oral y no de una fuente escrita. Aquí es muy
Así, pues, toda la exposición de la actividad de Jesús se acertada, seguramente, la alusión a la tradición oral que
halla bajo el signo de la cruz (3,6). La predicación de Jesús sirvió de base, de suerte que ello justifica sobradamente lo
no puede ser comprendida sino por aquellos a quienes se de que no se hayan escrito las cosas con orden, ou mentoi
ha confiado el secreto del Reino de Dios (4,10-12), es decir, taxei. 2) La acusación de que el autor del Evangelio no era
por aquellos que saben que el mismo que anuncia la aurora un Apóstol se rechaza con el argumento de que era discí-
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148 Evangelios sinópticos Evangelio de Marcos 149


pulo de un Apóstol y podía basarse en la tradición petrina. en las indicaciones geográficas sobre Palestina y en las in-
Lo que no está claro es qué significa eso de «hermeneuta formaciones que se nos dan sobre las costumbres judías
de Pedro». ¿Necesitaba Pedro un intérprete cuando quería (Niederwimmer, Schweizer). Por eso el Juan Marcos de
expresarse en griego? ¿O lo que quiere decírsenos es que Jerusalén no debió de ser el autor de Me, sino un cristiano
Me fue el reelaborador de Pedro? Pero ¡en el Evangelio que, por lo demás, nos es desconocido, un cristiano de la
de Marcos apenas vemos nada que pertenezca específica- segunda generación, que llevaba quizá el nombre de Marcos.
mente a la tradición petrina! Es verdad que se menciona Así como no encontramos vestigios de una teología pe-
expresamente a Pedro en algunas perícopas (por ejemplo, trina, tampoco aparece una estrecha relación con Pablo. Es
en 1,29-39; 8,27-33; 14,53-72); pero de ahí no se sigue, ni verdad que de cuando en cuando se emplea el concepto de
mucho menos, que el Evangelio de Marcos pudiera basarse euaggelion (Me 1,1; 1 Cor 15,1-5; etc.), la exclamación abba
efectivamente en las enseñanzas de Pedro. Más bien el frag- ho patér (Me 14,36; Gal 4,6; Rom 8,15) y se habla de la
mento de Papías pretende realzar el prestigio del Evangelio muerte vicaria de Cristo (Me 10,45; 1 Cor 15,3-5). Pero
de Marcos relacionándolo con el Apóstol-roca. Puesto que estos puntos de contacto se derivan de la tradición paleo-
no se podía aducir como autor el nombre de un Apóstol, cristiana común, que tanto Me como Pablo recibieron, de
sino que había que atenerse al nombre de Marcos, ello po- tal suerte que no podemos hablar de que la teología pauli-
dría ser una tradición histórica de que, efectivamente, el na haya tenido influencia sobre el Evangelio de Marcos
Evangelio en cuestión fue escrito por alguien cuyo nombre (Werner).
era Marcos. El autor de Me escribe en un estilo sencillo y popular.
En el Nuevo Testamento se menciona repetidas veces a Va enhebrando por medio del kai-kai breves proposiciones
un Juan Marcos, que procedía de la comunidad primitiva o bien continúa con un euthys el hilo de la narración. Fal-
de Jerusalén (Hch 12,12), que acompañó primeramente a tan períodos o párrafos literarios. Se prefiere casi siempre
Bernabé y a Pablo en el llamado primer viaje misional (Hch la forma verbal del presente. Y se habla en lenguaje directo.
12,25; 13,5), pero que luego se separó de ellos (Hch 13,13; A veces se emplean incluso expresiones vulgares (2,11:
15,37s). Parece que más tarde volvió a encontrarse en com- krabatos) y en un versículo se emplea tres veces un mismo
pañía de Pablo (Flm 24; Col 4,10; 2 Tim 4,11). Y en 1 Pe vocablo (4,1: thalassa). En bastantes lugares se ha conser-
5,13 se le menciona entre los que rodean a Pedro en Babi- vado incluso la base lingüística aramea de la más antigua
lonia ( = Roma). Sin embargo, apenas podemos imaginarnos tradición acerca de Jesús, como ocurre, por ejemplo, en
que un varón de Jerusalén haya sido realmente el autor del 5,41: Talitha kumi; 7,34: Hephata; 14,36: Abba; 15,34:
Evangelio de Marcos. En 11,1 se dice que Jesús y sus dis- Eloi, Eloi, lama sabachtani.
cípulos habían llegado a las cercanías de Jerusalén, por Bet- e) Acerca del tiempo y lugar de la composición, la an-
fagé y Betania, junto al monte de los Olivos. Ahora bien, tigua tradición cristiana —en Ireneo (Adv. haer. I I I , 1,1)
Betfagé quedaba de hecho inmediatamente al costado orien- y en el llamado prólogo antimarcionita al Evangelio— afir-
tal de la ciudad, y, en cambio, Betania estaba un poco ma que Me se publicó poco después de la muerte de Pedro.
alejada de Jerusalén, junto a la ladera sudeste del monte Podría ser exacta esta indicación de la fecha de publicación.
de los Olivos. El camino, por aquel entonces, pasaba de En el Evangelio de Marcos no se halla alusión alguna —y
largo por Betania, que quedaba a la izquierda, e iba direc- tampoco en el discurso apocalíptico del capítulo 13— sobre
tamente a Betfagé y a la ciudad de Jerusalén. Por consi- la destrucción de Jerusalén. Es verdad que, a pesar de todo,
guiente, la indicación de los lugares es incorrecta y tuvo bastantes exegetas consideran posible que el Evangelio de
que ser escrita por alguien que no conocía las circunstan- Marcos no se compusiera sino después del 70 d. C. Pero
cias de lugar que había en Jerusalén y sus alrededores. Tam- debe considerarse como más probable la opinión de que
bién en otras ocasiones hallamos frecuentes inexactitudes se compuso poco antes del año 70. Marxsen cree que se
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150 Evangelios sinópticos Evangelio de Mateo 151

redactó en Palestina durante la guerra judía (66-70 d. C.) gelium (1967); P. Bonnard, El Evangelio según sen Mateo
y que está henchido de la esperanza escatológica cristiana (Ed. Cristiandad, 1975).
de que la inminente parusía iba a ocurrir en Galilea (14,
28; 16,7). Ahora bien, el libro ni está inspirado por una a) Contenido. El Evangelio de Mateo puede definirse
inmediata esperanza escatológica (en el capítulo 13 se ha- compon " g a n g l i o de Marcos ampliad/?, un evangelio que
bla, más bien, de una serie de acontecimientos apocalípti- va más allá de Me principalmente por haber agrupado la
cos que han de suceder antes del fin) ni destaca por un ca- tradición de los logia en grandes discursos y por haber
rácter palestinense. El lenguaje y la teología están deter- recogido materiales especiales, como vemos, por ejemplo,
minados generalmente por el ambiente helenista. Por eso en la historia de la infancia. Los capítulos 1-2 contienen la
sería muy posible que, según se creía en los albores de la historia de la infancia de Jesús, en primer lugar el árbol
Iglesia, Roma haya sido de hecho el lugar de la composi- genealógico (1,1-17), luego los relatos de su nacimiento en
ción. Esto, claro está, no se puede demostrar, ni siquiera Belén (1,18-25), la adoración de los magos (2,1-12) y la
basándose en algunos latinismos que en él aparecen, como huida a Egipto, la matanza de los inocentes en Belén y el
modios (4,21); legión (5,9); speculator ( = mensajero) (6, regreso a Nazaret (2,13-23).
27); census (12,14); quadrans (12,42); praetorium (15,14); to, ,capíflA>s 3.1-4.11 descrita el iwksm de la, aqú-
centurio (15,39.44s); cuatro guardias nocturnas, corres- YJdad de Tesifa: Juan el Bautista, el bautismo y la tentación
pondientes a los cuatro tiempos de vigilancia nocturna que de Jesús y la preparación de su actividad pública (siguiendo
existían en el ejército romano (6,48; 13,35). En 10,lls se principalmente a Me).
presupone, conforme al derecho romano —no al derecho Los.capítulos 4.12-13.58 tratan de la actividad de Tesús
judío— que una mujer puede divorciarse de su marido. en Galilea,. Se nos cuenta su primera manifestación (4,
Ahora bien, todos estos rasgos son, sin excepción, latinis- 12-17) y luego se nos habla de la vocación de los primeros
mos que los soldados romanos habían llevado consigo a discípulos (4,18-22). Un breve sumario, que trata de la ac-
todas las partes del Imperio. Por eso no constituyen un tuación de Jesús con palabras y hechos (4,23-25 = 9,35),
punto de partida seguro para determinar el lugar de la com- encuadra el gran conjunto que ofrece primeramente las pa-
posición. Por consiguiente, lo único que se puede afirmar labras de Jesús (Sermón de la Montaña: 5-7) y luego sus
es que el Evangelio de Marcos apareció poco antes del hechos (historias de milagros: 8-9). Viene después el dis-
año 70 d. C. en el ámbito de la cristiandad helénica. curso de misión dirigido a los discípulos (9,36-11,1), una
contraposición entre Jesús y el Bautista (11,12-19) y a
continuación unas imprecaciones sobre las ciudades de Ga-
lilea (11,20-24), la exclamación de júbilo y la invitación
G. D. Kilpatrick, The Origins of the Gospel according to salvadora de Jesús (11,25-30). El capítulo 12 vuelve a re-
St. Matthew2 (1946,21950); K. Stendahl, The School of St. Mat- coger el hilo del Evangelio de Marcos (Me 2,23-3,35). El 13
thew (1954, 1968); W. Trilling, Das wahre Israel (1959,31964); contiene una gran composición formada por siete parábolas
G. Bornkamm-G. Barth-H. J. Held, Überlieferung und Ausle- y después se nos habla de que Jesús fue desechado en Na-
gung im Matthausevangelium (1960, 61970); J. Kürzinger, Das
Papiaszeugnis und die Erstgestalt des Matth'áusevangeliums: zaret (13,53-58 = Me 6,1-6).
BZ NF 4 (1960) 19-38; J. Munck, Die Tradition über das Mat- El pasaje de 1^.1-20.34 está enmarcado por el cuadro.
thausevangelium hei Papias, en Neotestamentica et Patrística, que nos muestra a Tesús caminando: primeramente por Ga-
Hom. a O. CuUmann (1962) 249-260; G. Strecker, Der Weg lilea y por las regiones vecinas (14,1-16,12 = Me 6,14-8,21)
der Gerechtigkeit (1962, 31971); R. Hummel, Die Auseinander- y luego camino de Jerusalén. Lo mismo que ocurre en Me,
setzung zwischen Kirche und ]udentum im Matthausevangelium la confesión de Pedro y la predicción de la pasión marca
(1963, 21966); R. Walker, Die Heilsgeschichte im ersten Evan- una clara cesura. Se emprende el camino a Jerusalén (16,
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152 Evangelios sinópticos Evangelio de Mateo 153
13s). Mt 16,13-18,9 corresponde ampliamente al modelo en una larga serie de citas de reflexión: «Y esto suce-
del Evangelio de Marcos (Me 8,27-9,50). En el capítulo 18 dió para que se cumpliera lo que se había dicho por medio
se agrupan diversos logia y se les da el carácter de discurso del profeta» (1,22; 2,15.17.23; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35;
dirigido a la comunidad. Los capítulos 19-20 recogen el 21,4; 26,56; 27,9). Se tiene en cuenta exactamente la rela-
material de Me 10,1-52, limitándose a insertar la parábola ción que hay entre el vaticinio y el cumplimiento, a fin de
de los obreros de la viña (20,1-16). demostrar en cada caso que se han realizado las palabras
Los capítulos 21-25, describen los últimos días de Jesús proféticas (véase, por ejemplo, 21,7: Zac 9,9). Puesto que
en Jerusalén. Los capítulos 21-22 siguen esencialmente a Jesús es el Mesías de Israel, prometido en las Escrituras,
Me 11-12. Al ciclo tradicional de las discusiones se añade se coloca al principio del Evangelio su árbol genealógico,
luego la última gran composición discursiva: en el capítu- el cual —a través de tres grupos de catorce eslabones cada
lo 23 el discurso contra los fariseos y los escribas, en 24-25 uno— conduce desde Abrahán, pasando por David y la
el discurso sobre los novísimos (a propósito del capítulo 24, generación del destierro, hasta José y Jesús (1,1-17). Jesús
véase Me 13; el capítulo 25 contiene tres parábolas). es el Hijo de David, el Rey de los judíos (2,2), que nació
Termina con la historia de la pasión y resurrección de en Belén (Miq 5,1: 1,18-25). Jesús da cumplimiento a la
Tesús (26-28). Ley y los Profetas (5,17-20) e interpreta la Tora con auto-
b) El mensaje_jd^lEvangelio de Mateo resalta clara- ridad, como el nuevo Moisés que es (5,21-48). Sus actos
mente, sobre tocto en~Ias~g¡randes composiciones discursivas, taumatúrgicos son señales de que las palabras de los Pro-
que concluyen siempre con el giro: «Y sucedió que, al ter- fetas se han realizado ahora (11,2-6). Como Mesías, es Je-
minar Jesús estas palabras...» (7,28; 11,1; 13,53; 19,1; sús, al mismo tiempo, el Siervo sufriente de Dios, tal como
26,1). El carácter didáctico del libro conduce, por un lado, fue descrito en Is 53 (8,17; 12,18-21).
a que se traten con brevedad las historias de milagros, a Ahora bien, ha ocurrido lo incomprensible. Tesús es el
fin de que resalte siempre en modo extremo la palabra de Mesías de Israel, ñero su pueblo le ha rechazado. El pagano
Jesús (Held). Así, por ejemplo, Me 2,1-12 se ve abreviado Poncio Pilato se lava las manos para acentuar que él no es
hasta convertirse en ocho versículos (Mt 9,1-8). Y Me 5, culpable de la muerte de Jesús. Y los judíos exclaman:
1-20 se ve constreñido a una concisión aún mayor (Mt 8, «iNosotros y nuestros hijos respondemos de su sangre!»
28-34). Por otro lado, los diálogos polémicos de Jesús se (27,24s). A pesar del rechazo de que ha sido objeto por
amplían por la incorporación de otros logia o por citas • parte de los judíos, Jesús sigue siendo el Mesías a ellos
tomadas del Antiguo Testamento, de tal suerte que Me enviado, el Mesías que muere en la cruz como Rey de Israel.
2,23-3,6, por ejemplo, se convierte en el conjunto más ex- El Evangelio de Mateo está profundamente enraizado en
tenso de Mt 12,1-14. Por consiguiente, para este evangelis- la herencia judía. De la Lev no puede pasar ni una sola
ta la enseñanza de Jesús debe ocupar el primer plano de la jota ni una tilde (5,18s). Y lo que interesa es hacer la jus-
exposición. Y al final del Evangelio se recalca una vez más, ticia (5,20). También los judeocristianos guardan la Ley y
con encarecimiento, la doctrina de Jesús. Hay que instruir observan el sábado (24,20), dan limosnas, oran y ayunan
a todos los pueblos para que observen cuanto Jesús ha en- (6,1-18) y respetan el templo y los sacrificios (17,24-27;
señado (28,19s). 5,23s). Lo que dicen los escribas afecta también a los cris-
En lo que atañe al contenido de la doctrina, tal como Mt tianos (23,2), aunque los escribas no cumplan lo que ense-
la desarrolla, nos llama la atención la constante referencia al ñan. El encargo de Jesús iba dirigido a Israel. Jesús tenía
Antiguo Testamento. Frente a la Sinagoga, hay que mani- conciencia de haber sido enviado a las ovejas perdidas de
festar claramente que, en Jesús —el Mesías de Israel—, se Israel (15,24). Y, por este motivo, no envió sus discípulos
han cumplido las Escrituras y que, por tanto, la comunidad hacia los gentiles y los samaritanos, sino hacia la casa de
cristiana es heredera de las promesas. Esta prueba se ofrece Israel (10,5s). Ahora bien, el Señor resucitado envía ya sus
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154 Evangelios sinópticos Evangelio de Mateo 155

discípulos a todo el mundo, a fin de ganar a todos los pue- 4) menciona la tradición de que Mateo escribió en hebreo
blos por medio del bautismo y de la enseñanza (28,19s). el Evangelio para los judeocristianos. El mismo Eusebio
La comunidad del Evangelio de Mateo, a pesar de la viva piensa de la misma manera (H. E. I I I , 24, 6): «Mateo, que
polémica contra la Sinagoga, se esforzó por mantener el primeramente había predicado entre los hebreos, quiso ir
diálogo con los judíos (Hummel). Ahora bien, la Iglesia a predicar también a otros pueblos. Y por eso escribió en
—Mt es el único Evangelio en que aparece el término ek- su lengua materna el Evangelio anunciado por él, deseando
klésia (16,18; 18,17)— necesita instruirse en la Escritura compensar con el escrito lo que perdían aquellos de los
y en la palabra de Jesús para obrar en consecuencia. El ca- que tenía que separarse». En este punto están de acuerdo
mino de Israel se está presentando constantemente ante los los datos de la tradición, que se derivan totalmente del
ojos de la Iglesia como una advertencia (21,43), para que testimonio de Papías. Su peso ha sido decisivo durante mu-
logre pasar la prueba. Es verdad que la venida del Reino cho tiempo, incluso para el decreto de }a Pontificia Comí;
de Dios puede dilatarse aún bastante tiempo, pero la Iglesia sión Bíblica de 19 de junio de 1911, de que el apóstol
tiene que estar dispuesta en cualquier momento (25,1-13). Mateo fue el primero en escribir su Evangelio, redactado
Por eso la parénesis contiene siempre la referencia al iuicicj en lengua hebrea o aramea, y que este Evangelio se identi-
final, a ese juicio en el que se ha de ver quién edificó sii fica quoad substantiam con el Evangelio canónico de Ma-
casa sobre arena y quién la cimentó bien sobre la roca (7, teo. Sin embargo, desde que se hizo general 1^ teoría de
24-27). Entonces se hará la separación entre la cizaña y el lfls dos fuentes, vemos que incluso la ciencia bíblica católi-
trigo, entre la mala hierba y el grano (13,24-30.36-43). Y se c á ^ a abandonado en gran parte la opinión tradicional.
apartará a los peces buenos de los malos (13,47-50) y a las La nota ofrecida por Pipías —al igual que ocurre con la
ovejas de los cabritos (25,31-46). Vemos, pues, que en el que nos proporcjo»«rípropósito del Evangelio de Marcos—
Evangelio de Mateo la eclesiología y la escatología se hallan pretende-^edcléntemente. defender al Evangelio de Mateo
íntimamente relacionadas (Bornkamm). de las acusaciones hechas contra su fisonomía lingüística.
c) Como autor del Evangelio de Mateo menciona la Papías no se refiere tan sólo a que el evangelista manifiesta
tradición eclesiástica" antigua al discípulo v apóstol Mateo, una mentalidad hebraica (como opina Kürzinger), sino que
cuya vocación se cuenta en 9,9 y cuyo nombre se indica en piensa indudablemente en una redacción primitiva en len-
10,3 como «Mateo el publicano». Sin embargo, el propio gua hebrea o aramea. Sin embargo, esta indicación no co-
Evangelio no indica ni con una sola sílaba que haya sido rresponde a la realidad objetiva, porque el Evangelio de
él el autor. Como en el Evangelio de Marcos, vemos que Mateo —como prueba la teoría de las dos fuentes— no se
en el de Mateo el nombre del mensajero queda completa- deriva de un texto primitivo semítico. Por eso la noticia
mente oculto tras el mensaje que ese Evangelio pretende de Papías no puede ofrecernos información fidedigna sobre
dirigirnos. su origen, sino que sospechamos que lo que pretende es
La tradición eclesiástica antigua comienza con ej testi- explicar determinadas diferencias de Mt con los demás
monio de Papías, un testimonio que data de mediados del Evangelios. De ahí que debamos desechar el testimonio de
siglo II (Eusebio, H. E. I I I , 39, 16): «Mateo compiló en Papías en cuanto al autor se refiere. Este testimonio nos
lengua hebrea los logia y cada cual los tradujo como pudo». permite comprender más bien un punto más de la coordi-
Indudablemente, Papías se refiere aquí al Evangelio de Ma- nación de los Evangelios y de los comienzos de la forma-
teo y no a una colección de palabras del Señor o incluso a ción del canon (Munck).
una fuente de logia. En lo sucesivo se irá difundiendo la Ff| propio Evangelio de Mateo contradice claramente la
indicación hecha por Papías. Y, así, Ireneq (Adv. haer. I I I , afirmación de que su autor fuese discípulo de Jesús y tes-
1, 1) afirma que Mateo escribió su Evangelio entre los he- tigo ocular de su actividad. Porque el evangelista no escribe
breos y en su lengua. Y prfgenes (Eusebio, H. E. VI, 25, basándose en experiencias propias, sino que utiliza fuentes
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156 Evangelios sinópticos Evangelio de Mateo 157
—Me y Q— y se inspira también en la tradición que ha cen. Así, por ejemplo, en 15,2 (y a diferencia de Me 7,1-4)
llegado hasta él —en lo que se llama el material propio no se explica por qué los judíos se lavan las manos antes de
de Mt— y lo aglutina todo en una obra bien planeada. El las comidas. Y en 23,5 se mencionan las filacterias y los
modelo de Me lo sigue él aun en los casos en que una cita flecos (de las vestiduras de los escribas), sin que se nos
del Antiguo Testamento se halla redactada en forma que explique qué eran esas cosas. Por consiguiente, autor y lec-
difiere de la versión original, como ocurre, por ejemplo, en tores están familiarizados con las costumbres judías. Mane-
Me 1,3 = Mt 3,3. También en otros casos en los que Me jan corrientemente la Escritura y conocen su interpretación,
cita otras palabras de la Escritura vemos que Mt se atiene como vemos por la configuración de los diálogos didácticos
a su modelo, como en Mt 19,4 = Me 10,6 (Gn 1,27); 19,
y polémicos y por la larga serie de citas en relación con el
5 = Me 10,7s (Gn 2,24). Ahora bien, cuando el evangelista
tema. Aunque es difícil deducir de ahí que detrás del Evan-
acude directamente al Antiguo Testamento sin permanecer
ligado al Evangelio de Marcos o a la fuente Q, entonces gelio de Mateo se halle una escuela cristiana que, al igual
—en la mayoría de los casos— no cita según la versión de que los rabinos, había llegado a desarrollar una determina-
los LXX, sino que sigue de cerca el texto original. Así que, da tradición interpretativa (Stendahl), no cabe la menor
por la utilización que hace del Antiguo Testamento, vemos duda de que el autor de este Evangelio es un judeocristiano
también que el evangelista depende de fuentes y las utiliza. que había recibido formación bíblica v sabe utilizar la Es-
critura, como «escriba instruido en las cosas del Reino de
El lenguaje del Evangelio de Mateq aparece generalmen- Dios» (13,52), para desplegar el mensaje de Cristo y funda-
te más cuidado que el del Evangelio de Marcos, y en bas- mentarlo frente a las objeciones judías.
tantes lugares contiene expresiones de estilo elevado, como
pelagos tés thalassés = «el fondo del mar» (18,6); palig- Ahora bien, recientemente, y contra esta opinión, se ha
genesia — «regeneración» o «renovación de todas las cosas» defendido la tesis de que los elementos judeocristianos del
(19,28); battologein = «ser machacón» (6,7), y los juegos Evangelio de Mateo deberían atribuirse exclusivamente a la
de palabras, como aphanizousin... hopos phanosin = «ocul- tradición utilizada por el evangelista. Mt mismo no habría
tan su rostro para hacer ostentación ante los hombres de sido judeocristiano, sino paganocristiano (Trüling, Strecker),
que ayunan» (6,16); kakous kakós apolesei = «acabará de para quien, una vez destruida Jerusalén, habían terminado
mala manera con esos malvados» (21,41); kopsontai kai los tiempos de Israel habiendo sido desechado definitiva-
opsontai = «se lamentarán y verán» (24,30). mente (Walker). Es verdad que el evangelista no restringe
Por consiguiente, la utilización y aprovechamiento de las ya a Israel, ni mucho menos, el encargo de predicar el
fuentes de que disponía el evangelista, así como la fisono- evangelio, sino que tiene conciencia de que los discípulos
mía lingüística de su obra, nos obligan necesariamente a la han sido enviados a todas las naciones del mundo (28,19s).
conclusión de que el autor no podía proceder del círculo Pero esto no patentiza un rechazo del encargo dirigido a
de los doce discípulos. Es evidente que, ya desde muy Israel, ese pueblo al que se consagró la actividad de Jesús
pronto, se asoció el nombre de Mateo, que había sido pu- durante su vida terrena, sino que acentúa el cambio funda-
blicano y se menciona en 9,9 y 10,3, con el primer Evange- mental producido con la resurrección y exaltación de Cris-
lio, a fin de poder adjudicar a un Apóstol su composición. to. Por tanto, el evangelista no propugna un iudeocristianis-
Pero, de hecho, el nombre del autor es desconocido. Por el mo limitado estrechamente a Israel, sino que pertenece a
propio Evangelio sólo podemos inferir que su autor proce- los sectores judeocristianos, que, por un lado, tratan de
día del iudeocristianismo. El empleo que hace de la Escri- conservar la herencia de Israel, pero que reconocen, por
tura y su enraizamiento en la tradición judía indican clara- otro, la existencia de la Iglesia gentílica, y están persuadi-
mente este origen. No se explican las costumbres y usanzas dos por ello de que el mensaje de Cristo se dirige al mundo
judías, sino que se presupone que los lectores ya las cono- entero. Precisamente Mt se aferra a la Ley y a los Profetas,
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158 Evangelios sinópticos Evangelio de Lucas 159


porque sabe que éstos no han pasado ni caducado, sino la infancia de Juan el Bautista y la de Jesús realza siempre
que han encontrado en Cristo su cumplimiento. la magnitud de Cristo. En 3,1-4,13 se describe el comienzo
d) El tiempo y lu^ar de la composición se pueden de- de la actividad de Jesús, la predicación del Bautista, el bau-
terminar en virtud de las siguientes reflexiones. El Evan- tismo de Jesús, su árbol genealógico y su tentación. En
gelio de Mateo presupone el de Marcos; por consiguiente, 4,14-9,50 se expone la actividad de Jesús en Galilea. En
tuvo que escribirse después que éste. En 22,7 —la parábola esta sección observamos que Le sigue ampliamente a Me,
de las bodas reales— se dice que el rey se enfureció porque exceptuada una breve inserción en 6,20-8,3. En esta colec-
habían rechazado su invitación y maltratado a sus mensa- ción se halla primeramente el discurso del llano (6,20-49),
jeros y que «envió sus ejércitos y arrasó aquella ciudad». luego la historia del capitán de Cafarnaún (7,1-10), la re-
Con estas palabras se alude inequívocamente a la destruc- surrección del joven de Naín (7,11-17), unas palabras de
ción de Jerusalén en el año 70 d. C. Según el Evangelio de Jesús acerca del Bautista (7,18-35), el relato sobre Jesús y
Mateo, las comunidades cristianas aparecen realmente en- la mujer pecadora (7,36-50) y la mención de que había mu-
frentadas con las sinagogas, pero todavía no se encuentran jeres que seguían a Jesús (8,1-3).
separadas definitivamente de ellas. Por eso habrá que se- En 9,51-19,27 viene el llamado relato del viaje, que
ñalar como fecha de su composición los alrededores del año muestra a Jesús camino de Jerusalén. Forma parte de él
90 d. C. Siria es el lugar más probable de su composición, el fragmento 9,51-18,14, que constituye la grande y única
ya que en este país cristianos y judíos vivían en estrecha inserción de elementos no contenidos en Me, algunos de
vecindad, y en la Iglesia del Evangelio de Mateo existen los cuales son tan importantes como las perícopas de los
numerosos cristianos de origen judío y una cristiandad gen- samaritanos hostiles (9,51-56), de diversos seguidores de
tílica en rápido crecimiento. Jesús (9,57-62), de la misión y regreso de los setenta dis-
cípulos (10,1-20), la parábola del samaritano compasivo
(10,25-37), palabras dirigidas contra los escribas y fariseos
4. EVANGELIO DE LUCAS
(11,37-54), las tres parábolas de cosas perdidas (15), las
parábolas del administrador injusto, del hombre rico y del
B. H. Streeter, The Four Gospels (1924); E. Schweizer, Eine pobre Lázaro (16), el relato de la samaritana agradecida
hebrahierende Sonderquelle des Lukas?: ThZ 6 (1950) 161-185; (17,11-19), las sentencias acerca del Reino de Dios y de la
H. Schürmann, Quellenkritische Unfersuchung des lukanischen venida del Hijo de hombre (17,20-37), las parábolas del
Abendmahlsberichtes 5I-III (1953-57); H. Conzelmann, Die juez injusto y del fariseo y el publicano (18,1-14). En 18,15
Mitte der Zeit (1954, 1964; trad. española: El centro del tiem- se recoge otra vez el hilo del Evangelio de Marcos: la ben-
po, Madrid 1973); E. Lohse, Lukas ais Theologe der Heils- dición sobre los niños, el joven rico, las tres predicciones
geschichte: EvTh 14 (1954) 226-275; A. Strobel, Lukas der de la pasión y la curación del ciego de Jericó (18,15-43).
Antiochener. ZNW 49 (1958) 131-134; F. Rehkopf, Die luka- Vienen después la historia de Zaqueo el publicano (19,1-10)
nische Sonderquelle (1959); G. Klein, Lukas 1,1-4 ais theolo- y la parábola de los talentos (19,11-27).
gisches Programm (1964), en Rekonstruktion und Interpreta-
tion (1969) 237-261; H. Flender, Heil und Geschichte in der En 19,28-21,38 se describe la actividad de Jesús en Je-
Theologie des Lukas (1965). rusalén, siguiendo ampliamente a Me: en primer lugar, la
entrada en Jerusalén (19,28-38), el lamento sobre la ciudad
a) Contenido. El esquema del Evangelio de Lucas está (19,39-44), la purificación del templo (19,45-48); la conca-
caracterizado por una división tripartita: actividad de Jesús tenación de diálogos polémicos (20) corresponde luego a
en Galilea, el viaje, Jesús en Jerusalén. Me 11,27-12,40 y el discurso sobre los novísimos (21) a
Los capítulos 1-2 contienen las historias del nacimiento Me 13. En el relato de la pasión, muerte y resurrección de
y de la infancia, en las que la antítesis entre la historia de Jesús (22-24) Le depende parcialmente de Me, ya que reco-
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160 Evangelios sinópticos Evangelio de Lucas 161

ge en parte otras tradiciones, principalmente en lo que se hallamos principalmente en los fragmentos 3,7-4,13; 6,20-
refiere al relato de Pascua (24,13-53: discípulos de Emaús, 7,35; 9,51-13,35. No podemos decir con seguridad si la
aparición del resucitado en Jerusalén y ascensión). fuente Q utilizada por Le era semejante al modelo de dicha
b) La cuestión sobre las fuentes del Evangelio de Lucas fuente Q utilizado por Mt (cf. p. 141), ya que es muy
se ha discutido extensamente y ha recibido diversas respues- concebible que la fuente Q circulara en varias versiones.
tas por parte de los investigadores. En primer lugar, obser- Pero es posible también que algunos fragmentos lucanos
vamos que Le ha recogido en grandes bloques el material de los que no hallamos paralelos en Mt procedan también
de Me: de Q o de la versión de Q de que dispuso Le.
4,31-6,19 (exceptuando 5,1-11) = Me 1,21-3,19 Prescindiendo de Me y de Q, vemos que Le empleó tam-
8,4-9,50 = Me 4,1-9,41 bién en considerable extensión materiales específicos suyos.
18,15-43 = Me 10,13-52 Los fragmentos de los que no hallamos paralelos ni en Me
19,45-22,13 = Me 11,15-14,16 ni en Mt constituyen casi la mitad del Evangelio: historia
de la infancia, frases de la predicación del Bautista, genea-
Dentro ya del material de Me se han omitido algunos logía de Jesús, la predicación inicial en Nazaret y además
fragmentos que trataban de cuestiones específicamente ju- partes bastante extensas en la pequeña inserción (6,20-8,3)
días (Me 7,1-37); pero, principalmente, lo que se ha hecho y en la grande (9,51-18,14), fragmentos de la historia de la
es pulir y mejorar el estilo. Un kai del Evangelio de Marcos pasión —la tradición sobre la Cena se aleja, en parte, de
es sustituido frecuentemente por un de. En muchos lugares Me— y relatos pascuales. Si al material específico se le
el verbo se traslada del principio al fin de la frase. Se pulen añaden las secciones procedentes de Q, observaremos que
las transiciones entre las perícopas, sustituyendo la yuxta- estas partes, a diferencia de los fragmentos procedentes de
posición, nada literaria, con euthys o palin por una cons- Me, no sólo son considerablemente más extensas, sino que
trucción de participio o una oración subordinada. forman grandes conjuntos: 1-2; 3,1-4,30 (en lo esencial);
Sin embargo, Le se atiene fundamentalmente al orden de 6,20-8,3; 9,51-18,14; 19,1-44 (con excepción de los ver-
sucesión de las perícopas en Me, con dos pequeñas excep- sículos 28-38); 22,14-24,52 (en lo esencial, pero con excep-
ciones: en 6,12-19 se sitúa la elección de los Doce antes de ción, por ejemplo, de 24,1-12).
manifestar en forma concisa la afluencia de gente y las cu- De estas observaciones sacó Streeter la conclusión de que
raciones, a fin de que aparezca el público correspondiente las secciones que no proceden del Evangelio de Marcos
para escuchar el discurso del llano, y en 8,16-21 la frase constituyeron un evangelio independiente en sí (con ex-
acerca de quiénes son los verdaderos parientes se sitúa al cepción de los capítulos 1 y 2) y que en este marco no ha-
final del discurso de la parábola y antes de la historia de bría insertado Le sino secundariamente los fragmentos de
la tempestad, de tal suerte que los verdaderos parientes Me. El material propio + Q constituyen, según Streeter,
aparecen como los genuinos oyentes de la parábola. Por el llamado proto-Lucas (L), que habría sido la fuente pri-
consiguiente, Le elaboró redaccionalmente el material de maria de nuestro Evangelio de Lucas, mientras que Me no
Me, pero respetó la sucesión de las perícopas tomadas de constituiría sino la segunda fuente. En apoyo de esta teoría,
él en grandes bloques. se hace notar —entre otras cosas— que en Le faltan una
El procedimiento que observamos en Le para utilizar el serie de perícopas de Me para las que en otros lugares hay
material de Me habrá que suponer que se empleó también paralelos tomados de otra tradición, como ocurre, por
para recoger y redactar la tradición de Q. Esto quiere decir ejemplo, con la predicación inicial de Jesús en Nazaret (4,
que la tradición de logia fue recogida por Le esencialmente 16-30) en vez de Me 6,1-6; la unción de Jesús (7,36-50)
en el mismo orden en que había llegado hasta él, pero que en vez de Me 14,3-9; la pregunta de cuál es el mayor man-
refundió redaccionalmente las fórmulas. Las sentencias las damiento (10,25-37) en vez de Me 12,28-31. Streeter expli-
11
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162 Evangelios sinópticos Evangelio de Lucas 163

caria este estado de cosas lanzando la hipótesis de que Lu- lista. El extenso material especial debió de llegarle por
cas se había atenido más que nada al proto-Lucas, y que en medio de tradición oral. Sin embargo, algunos exegetas
los casos en que aparecían dos redacciones distintas de una opinan que para la historia de la pasión dispuso Le además
misma perícopa —una en Le y otra en Me—, supone que de una fuente propia (Schürmann, Rehkopf), ya que, por
se había dado preferencia al proto-Lucas omitiendo la ver- ejemplo, en el relato de la institución de la Cena hay, en
sión del Evangelio de Marcos. parte, divergencias considerables con respecto a Me. Cabe
Sin embargo, contra esta teoría del proto-Lucas hay que que esta hipótesis esté en lo cierto, pero no se nos impone
objetar que los materiales de esta cantera especial son de de manera convincente, ya que las divergencias con respecto
índole muy variada y que en el texto de Le no encontra- a Me podrían derivarse también del evangelista, que habría
mos absolutamente ninguna indicación de que, antes de que intervenido en sus modelos con labor de redacción a fin de
dichos materiales hubieran sido recogidos en él, hubiesen realzar el mensaje que él quiere dirigir con su obra.
estado asociados con fragmentos de Q para formar una c) El mensaje del Evangelio de Lucas se compendia es-
fuente escrita. Pero hay más: desde el punto de vista esti- cuetamente (Klein, Lohse), como un programa, en el proe-
lístico, el Evangelio de Lucas está tan marcado por la mano mio que Le hizo preceder a su obra (1,1-4). Cuando el
del evangelista, que los criterios estilísticos no ofrecen base evangelista, a modo de introducción, da cuenta de las fuen-
alguna para hacer esta distinción de fuentes. Esta objeción tes, el método para la utilización de las mismas y la fina-
afecta también el intento emprendido por E. Schweizer lidad que se propone su obra sigue una costumbre usual
para descubrir una fuente especial hebraizante. Los hebraís- entre los escritores helenísticos. En primer lugar se men-
mos se derivan extensamente del estilo bíblico de nuestro ciona a los predecesores que han escrito ya un relato acerca
evangelista, que ha aprendido su lenguaje de la traducción de los acontecimientos transmitidos por los testigos ocu-
griega del Antiguo Testamento. Pero esos hebraísmos no lares y los servidores de la Palabra. El hecho de que se diga
pueden valorarse como indicio para llevar a cabo la sepa- que tales escritores fueron «muchos» responde a la manera
ración entre fuentes. El hecho de que Le, efectivamente, de expresarse de tales proemios, sin que nos permita sacar
toma como punto de partida el modelo Me —y no un pro- ninguna conclusión retrospectiva sobre el número de fuen-
to-Lucas reconstruido hipotéticamente— se demuestra, en-
tes utilizadas por Le.
tre otras cosas, porque las tres manifestaciones de Jesús
sobre la pasión, que en Me se suceden poco más o menos En cuanto a su obra, hace resaltar luego Le dos princi-
a la misma distancia, vemos que en Le han quedado muy pios metódicos: 1) El ha investigado con exactitud todos
distanciadas entre sí por haber sido incorporados exten- esos sucesos desde su origen (anóthen) (v. 3). Cuando se
sos fragmentos de Q y del material especial: Le 9,22.43ss- mencionan en primer lugar los que desde el principio fue-
18,31ss. Lucas, al recoger muchas tradiciones de Q y del ron testigos oculares (v. 2), creemos que lo de arché se re-
material especial, modificó considerablemente el modelo fiere evidentemente, conforme a la tradición, al principio
Me y amplió especialmente la división bipartita Galilea-Je- de la actividad de Jesús (Me 1,1; cf. p. 128). Con lo de
rusalén hasta convertirla en la división tripartita de su anóthen se señala probablemente que Le quiere, por su par-
obra: Galilea - el viaje - Jerusalén. Le aprovechó cuidadosa- te, remontarse más todavía a los orígenes, y por eso ofrece
mente sus fuentes, pero las acopló muy bien en una obra la historia de la infancia (1-2). 2) El se determinó a escri-
en la que imprimió el sello de su teología. birlos todos exactamente por su orden (kathexés) (v._3).
Le no trabajó como un historiador moderno que quisiera
Por eso, a la pregunta acerca de las fuentes de Le hay determinar el transcurso que de hecho tuvieron los aconte-
que responder con la teoría de las dos fuentes, haciendo cimientos, sino que trató de restablecer un comprensible
ver que únicamente Me y Q pueden considerarse con segu- orden de sucesión de los fragmentos ofrecidos por la tradi-
ridad como los modelos escritos utilizados por el evange- ción, puliendo las transiciones entre las distintas perícopas
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164 Evangelios sinópticos Evangelio de Lucas 165

y llamando la atención sobre el gran contexto de la historia directamente— de un Apóstol sea una tradición que tenga
dirigida por Dios, ese contexto que, a través del pueblo de origen más antiguo. Porque cuando Marción incluye en su
Israel y por medio de la actividad de Jesús, llega hasta el canon (cf. p. 22), además de diez cartas paulinas, el
presente de la Iglesia. solo Evangelio de Lucas, sospechamos que Marción ya co-
Al comenzar el Evangelio de Lucas con una escena en nocía esta tradición de que Le, compañero de viaje de
el templo de Jerusalén y terminar con otra en el mismo Pablo, fuera el autor de este Evangelio. El llamado «pró-
lugar está realzando el progreso ininterrumpido de la his- logo antimarcionita» se expresa más detalladamente, dicien-
toria de la salvación. En 1,1 nos ofrece Le el tema de su do: «Lucas es sirio, oriundo de Antioquía, médico de pro-
exposición, que consiste en informar «de los hechos que se fesión, discípulo de Apóstoles; más adelante acompañó a
han verificado entre nosotros». Esto significa que se va a Pablo hasta que éste fue martirizado. Después de haber
hablar de acontecimientos que han sido cumplimientos en servido al Señor en una vida en la que no tuvo extravíos,
la historia de la salvación: no sólo en la historia de Jesús, no contrajo matrimonio y no tuvo hijos, durmió a los ochen-
sino también «entre nosotros», es decir, en la Iglesia. Esta ta y cuatro años de edad, en Beocia, lleno del Espíritu San-
determinación del tema se repite luego de diversas mane- to. Puesto que ya había Evangelios •—el de Mt en Judea y
ras durante el curso de la exposición. Así, por ejemplo, la el de Me en Italia—, él, impulsado por el Espíritu Santo,
llamada gran inserción comienza con las siguientes palabras: escribió todo este Evangelio en los alrededores de Acaya,
«Cuando iba llegando el tiempo de su elevación» (9,51). manifestando en el prólogo del mismo que antes de su
Con la «elevación» se entiende, al mismo tiempo, su cami- Evangelio se habían escrito ya otros (Evangelios) y que
no hacia Jerusalén y la exaltación en la ascensión a los hacía falta exponer a los fieles procedentes de la gentilidad
cielos. Así, pues, todo el relato de este viaje se halla bajo un relato fiel de cómo se llevó a cabo la salvación, a fin de
el epígrafe de que se realiza el cumplimiento de la historia que ellos no se vieran arrastrados de un lado para otro por
de la salvación. El hecho de que esta historia de la salva- mitologías judías ni fueran engañados por fantasías heré-
ción continúa en la Iglesia queda acentuado especialmente ticas y hueras y para que así no llegaran a errar en cuanto
en Hch 2,1: «al llegar el día de Pentecostés», es decir, a la verdad». Para la apreciación crítica de estos datos de
«cuando alboreó el día de Pentecostés, que había sido fija- la tradición eclesiástica antigua habrá que examinar si en la
do en la historia de la salvación». Por consiguiente, en el doble obra lucana hay puntos de apoyo para concluir que
prólogo del Evangelio de Lucas se alude ya a Hch, ya que Lucas, que fue médico y durante algún tiempo colaborador
los Hechos constituyen juntamente con el Evangelio una de Pablo (Flm 24; Col 4,14; 2 Tim 4,11), fue el autor de
única obra en dos volúmenes. La historia de Jesús es «el este Evangelio. En relación con todo esto debemos hacer-
centro del tiempo» (Conzelmann), un centro hacia el que nos dos preguntas de especial significación:
afluía el tiempo de la promesa y del que procede el tiempo 1) ¿Habría indicios de que el autor del Evangelio y de
de la Iglesia. los Hechos fue médico? Algunas veces se nos dan con ma-
d) El nombre del autor no se menciona en ningún lu- yor exactitud los datos de algunas enfermedades. Se nos
gar de la doble obra lucana. No se ha conservado testimo- dice, por ejemplo, en Le 4,38 que la suegra de Pedro había
nio alguno de Papías, a diferencia de lo que ocurre con Me caído enferma con mucha fiebre, o en Le 5,12 que un hom-
y Mt. La tradición eclesiástica antigua no comienza sino con bre cubierto de lepra se encontró con Jesús. Véase, además,
la indicación hecha por Ireneo de que Lucas, compañero de Le 8,44; 13,11; Hch 28,9s. Mientras que en Me 5,26 se
Pablo, puso por escrito en su libro el Evangelio predicado dice, a propósito de la mujer que padecía flujo de sangre
por éste (Adv. haer. I I I , 1, 1). Es probable que esta tradi- y que había gastado todo su dinero en médicos, que a pesar
ción que pone en conexión a Le con Pablo y que, por tan- de todo le iba cada vez peor, vemos que en Le 8,43 falta
to, hace que el tercer Evangelio se derive —al menos in- esta observación. El autor de Le ¿sería realmente médico
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166 Evangelios sinópticos Hechos de los Apóstoles 167


y no querría hablar contra los de su profesión? Ahora bien, rodeen de trincheras, te sitien, aprieten el cerco, te arrasen
de hecho, las descripciones de enfermedades no sobrepasan con tus hijos dentro y no dejen piedra sobre piedra, porque
nunca la medida de las descripciones que hallamos en la no reconociste la oportunidad que Dios te daba». Por con-
literatura helenística de la época. Además, en el Mundo siguiente, el Evangelio de Lucas tuvo que componerse des-
Antiguo no existía aún un lenguaje especializado de la me- pués del año 70. Puesto que el evangelista escribe quizá al
dicina. Por consiguiente, no se puede demostrar que el mismo tiempo que Mt —aunque con independencia de
autor de la doble obra lucana fuera médico. él—, habrá que señalar los alrededores del año 90 d. C.
2) Más importante es la pregunta de las relaciones de como fecha de su composición.
Le con la teología paulina. Habrá que dilucidar más ade- No podemos averiguar cuál fue el lugar en que esto ocu-
lante el problema de si en los Hch se encuentran influencias rrió. El llamado prólogo antimarcionita hace mención de
de la teología del Apóstol (cf. p. 175). Pero por lo que Acaya. Pero de la lectura misma del Evangelio no podemos
respecta a Le no hay nada que delate indicios de ideas pau- colegir sino que su composición se realizó en alguna parte
linas. Ni la parábola del hijo pródigo (15,11-32) ni la del dentro del ambiente del cristianismo helenístico.
fariseo y el publicano (18,9-14) nos dan a conocer una co-
nexión directa con la doctrina de Pablo acerca de la justi-
ficación.
5. HECHOS DE LOS APOSTÓLES
El dato de la tradición eclesiástica antigua de que el
autor de Le era oriundo de Antioquía difícilmente repre-
J. Jeremías, Untersuchungen zum Quellenproblem der Apostel-
sentará una tradición independiente (como piensa Strobel), geschichte (1937), en Abba (1966) 238-255; Ph. Vielhauer, Zum
sino que podría haberse originado más adelante, deducien- Faulinismus der Apostelgeschichte (1950), en Aufsatze zum NT
do de Hch 11,28 D y del relato en primera persona del (1965) 9-27; M. Dibelius, Aufsatze zur Apostelgeschichte (1953,
plural que el autor de la doble obra fuera antioqueno. Por "1961); R. Bultmann, Zur Frage nach den Quellen der Apostel-
eso los datos de la tradición eclesiástica antigua no pueden geschichte (1959), en Exegetica (1967) 412-423; J. Dupont, Les
confirmarse por medio de un examen crítico a fondo del Sources du Livre l5des Actes (1960); E. Haenchen, Die Apostel-
Evangelio de Lucas y de los Hch. La obra lucana, conside- geschichte (1956, 1968); G. Klein, Die zwólf Apostel (1961);
rada en sí misma, no nos permite reconocer sino que su U. Wilckens, Die Missionsreden der Apostelgeschichte (21963);
autor era un paganocristiano de formación helenística, H. Conzelmann, Die Apostelgeschichte (1963) [cf. la reseña de
este libro por Ph. Vielhauer en GGA 221 (1969) 1-19];
quien por medio de su exposición de la historia de Jesús Ch. Burchard, ,Der dreizehnte Zeuge (1970).
y de los comienzos de la Iglesia quería llevar hasta el mun-
do helenístico el mensaje cristiano.
a) Contenido. Los capítulos 1-12 tratan de la difusión
e) Por lo que se refiere al lugar y tiempo de la compo- de la palabra en Jerusalén y Palestina. Se describe en pri-
sición, el Evangelio de Lucas se redactó con seguridad des- mer lugar la vida de la comunidad primitiva en Jerusalén
pués del Evangelio de Marcos. El logion apocalíptico de (1-5): introducción del libro, ascensión de Jesús (1,1-14),
Me 13,14 se reproduce en Le 21,20 con clara alusión a la elección del apóstol Matías (1,15-26), historia de Pentecos-
destrucción de Jerusalén, acaecida ya: «Cuando veáis a tés (2,1-41), resumen de la vida de la comunidad primitiva
Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su de- (2,42-47), Pedro cura a un paralítico y predica en el tem-
vastación». Y unos versículos más adelante se dice: «Y Je- plo (3,1-26), Pedro y Juan ante el Consejo (4,1-31), resu-
rusalén será pisoteada por los paganos, hasta que la época men sobre la vida de la comunidad primitiva (4,32-37),
de los paganos llegue a su término» (v. 24). También en Ananías y Safira (5,1-11), curaciones milagrosas obradas
19,43s se alude inequívocamente a la destrucción de la ciu- por los Apóstoles (5,12-16), los Apóstoles ante el Consejo,
dad: «Porque va a llegar un día en que tus enemigos te
recomendación de Gamaliel (5,17-42).
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168 Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles 169

En la sección siguiente (6.1-8,3) se habla de la institución En la segunda mitad de Hch hay algunos párrafos donde
de los siete (6,1-7), la acusación contra Esteban, su discurso se narra en primera persona de plural, de tal suerte que
de defensa y su muerte (6,8-8,la) y la persecución contra era obvia la hipótesis de pensar en una fuente que se po-
la comunidad (8,lb-3). Luego se describe la misión en Pa- dría llamar la fuente-nosotros. Así, vemos que 16,10 co-
lestina y Siria (8.4-12.25): los comienzos de la misión en mienza de repente con la siguiente frase: «Buscamos salir
Samaría (8,4-25), Felipe y el alto funcionario de Etiopía inmediatamente para Macedonia». Hasta 16,17 se habla,
(8,26-40), la conversión de Saulo (9,1-30), Pedro en Lída por tanto, en primera persona de plural. Después de una
y Jope (9,31-43), Pedro y el capitán Cornelio en Cesárea interrupción bastante prolongada, vuelve la forma «nos-
(10,1-11,18), los primeros cristianos en Antioquía (11, otros» en 20,5-15 (de Filipos a Mileto) y también en 21,
19-30), persecución de la comunidad por obra del rey He- 1-18 (de Mileto a Jerusalén) y, finalmente, en 27,1-28,16
redes Agripa (12,1-25). (de Cesárea a Roma). ¿Se basarían estos párrafos en los
En los capítulos 13-28 se nos cuenta la difusión de la apuntes tomados por algún compañero de viaje? Para en-
palabrapor el mundo helenístico hasta llegar a Roma. El juiciar estos fragmentos en primera persona de plural con-
llamado primer viaje misional lleva a Pablo hasta Chipre, viene tener en cuenta que no se diferencian ni por el len-
Antioquía de Pisidia, Iconio y Listra (13-14). En Jerusalén guaje ni por el estilo del resto de los Hechos. De ahí se
se reúnen los Apóstoles (15,1-35). El llamado segundo viaje sigue que los fragmentos del «nosotros» tienen el mismo
misional le lleva por Asia Menor hasta Tróade, para pasar autor que el resto del libro. ¿Se hallará detrás de Hch al-
a Europa, luego a Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas, Co- gún colaborador de Pablo? Esta conclusión no puede dedu-
rinto, y ya en el camino de regreso, otra vez hacia Antio- cirse de los fragmentos en primera persona de plural. Por-
quía, pasando por Efeso (15,36-18,22). En lo que respecta que en las novelas cortas y en los relatos de la literatura
al llamado tercer viaje misional (18,23-21,14) se mencionan helenística se empleó muchas veces el recurso estilístico de
las siguientes etapas: Apolo en Efeso (18,24-28), Pablo en pasar, en medio del relato, a la primera persona de plural,
Efeso (19), viaje a Macedonia y Grecia. Continuación del a fin de dar mayor viveza intuitiva a la narración. Y, así,
viaje a Mileto, pasando por Tróade (20,1-16), discurso de vemos que en la segunda mitad de Hch se emplea varias
despedida de Pablo dirigido a los ancianos de Mileto (20, veces la forma «nosotros», pero se abandona cuando Pa-
17-38), continuación del viaje y estancia en Cesárea (21, blo actúa solo: en Filipos, Mileto, Jerusalén y Roma.
1-14). Por consiguiente, el «nosotros» no permite sacar nin-
Luego se habla extensamente sobre el viaje de Pablo a guna conclusión retrospectiva sobre alguna fuente de Hch,
Jerusalén y su prendimiento y cautiverio en Cesárea: se nos sino que esta forma la emplea el autor de Hch siempre que
cuenta en primer lugar su llegada a Jerusalén y la visita que quiere dar mayor viveza plástica a la descripción de las ac-
hace a la comunidad primitiva (21,15-26), luego la deten- tividades de Pablo (Dibelius, Haenchen, Dupont). Por tan-
ción de Pablo (21,27-40), su prolijo discurso de defensa to, para la segunda parte de Hch no dispuso el autor, cree-
(22,1-29), su comparecencia ante el Consejo (22,30-23,11), mos nosotros, sino de una lista de las etapas recorridas por
la confabulación de los judíos contra Pablo (23,12-22), su Pablo en su viaje (Dibelius). Pero no es posible una re-
traslado a Cesárea (23,23-35) y su encarcelamiento en esta construcción exacta de este itinerario. Sin embargo, podría-
ciudad (24-26). Pablo embarca hacia Roma y llega final- mos suponer que el autor de Hch no sólo pudo utilizar
mente a la capital del mundo, para predicar en ella con materiales aislados, sino también una breve relación de los
toda franqueza y sin obstáculos —aunque en la condición viajes (Vielhauer). Porque algunos lugares sólo se mencio-
de cautivo— el mensaje cristiano (28,17-31). nan sin que se cuenten detalles sobre la estancia en ellos
(14,24-26; 17,1; 20,13-15). Por eso si el autor de Hch en-
contró ya previamente la enumeración de las etapas del
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170 Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles 171

viaje pudo utilizar dicha enumeración como base para mar- Pablo (9; 22; 26) no hemos de derivarlas de modelos es-
car el itinerario de su exposición. critos, sino que el autor,de Hch recogió la tradición del
En lo que respecta a la primera parte de Hch, muchos hecho y la narró tres veces de manera diferente, siguiendo
investigadores han sostenido la opinión de que se ha em- puntos de vista edificantes, acentuando así la gran impor-
pleado una fuente homogénea. En 6,1 hay, en cierto modo, tancia de esta conversión para la historia del cristianismo
un nuevo comienzo, ya que se habla por vez primera de naciente (Burchard). Por consiguiente, el autor de Hch no
mathétai y se mencionan los helenistas de la comunidad tuvo ante sí, ni mucho menos, una multitud de tradiciones,
primitiva. Según Jeremías, que enlaza con las reflexiones sino sólo un escaso número de ellas. Y demostró su arte
de Von Harnack, el conjunto de 6,1-8,4 tiene su continua- narrativo combinando hábilmente las noticias y datos co-
ción en 9,1-30, porque aquí se cuenta qué es lo que le nocidos, enhebrando con hábil mano en una narración se-
sucedió luego a Saulo, perseguidor de Esteban. En 11,19-30 guida las historias sueltas que se le habían transmitido.
se describe la difusión de la palabra hasta Antioquía. Y en g_L Los Hechos de los Apóstoles están al servicio de la
12,25-14,28 y 15,35ss se habla de la labor misional que tarea de dirigir un determinado mensaje. La tradición ulte-
tiene como punto de partida Antioquía. Así que esta fuen- rior quiso dar nombre a este mensaje poniendo al frente
te, a la que se ha dado en llamar «fuente antioquena», del libro el titule de Praxeis apostolon. En el Mundo An-
abarcaba —según Jeremías— 6,1-8,4; 9,1-30; 11,19-30; tiguo existía abundante literatura de praxeis que ofrecía
12,25-14,28 y 15,35ss. También a Bultmann le agrada la (a menudo con ropaje novelístico) relatos acerca de varones
idea de contar con una fuente antioquena, a la que asigna egregios, como Heracles ( = Hércules), Alejandro Mag-
los siguientes fragmentos: 6,l-12a; 7,54-8,4; 11,19-26; 12, no, etc. Ahora bien, los Hch no contienen de jacto una
25; 13,2. Pero estas tesis no se pueden demostrar, porque, exposición de los hechos de los Apóstoles, sino que narran
desde el punto de vista lingüístico, los Hechos tienen es- la actividad de Pedro y luego la de Pablo, a quien (con
tructura muy homogénea, de tal suerte que carecemos de excepción de 14,4.14) no se le llama nunca «apóstol». La
argumentos de crítica estilística para deslindar una fuente. Iglesia antigua conoce también otras denominaciones para
Podría ocurrir, pues, que Haenchen tuviera razón al supo- los Hch además de ésta. Así, por ejemplo, leemos en Ire-
ner, adhiriéndose a Dibelius, que no existía ninguna gran neo el título de «Lucae de apostolis testificatio» (Adv. haer.
fuente escrita para Hch, opinando que su autor sólo pudo I I I , 31, 3), y en Tertuliano, «Commentarius Lucae» (De
utilizar tradiciones aisladas como las listas de nombres ieiunio 10). Es evidente que la obra se transmitió sin título
(1,13: los doce Apóstoles; 6,5: los siete; 13,1: profetas y alguno en los tiempos más antiguos.
maestros en Antioquía) y breves indicaciones procedentes En la introducción a Hch se hace referencia al prólogo
de la comunidad primitiva (l,18s: acerca del final de Judas; del Evangelio de Lucas: el «primer libro» trataba «de todo
5,1-5: sobre Ananías y Safira, etc.). lo que hizo y enseñó Jesús desde el principio» (1,1) hasta
Los discursos que aparecen en los capítulos 2, 3, 4, 5, 10, su ascensión a los cielos. Ahora se pasa a exponer la difu-
13 y 17 recogen sin duda expresiones tradicionales (véase sión de la palabra por el mundo entero, enunciándose en
p. 33), pero han sido plasmados por el autor de Hch 1,8 como tema de la obra: «Recibiréis una fuerza, el Espí-
(Wilckens) a tenor del contexto en que, respectivamente, ritu Santo, que descenderá sobre vosotros para ser testigos
se hallan. Algo distinto ocurre con el de Esteban en el ca- míos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los
pítulo 7, para el que podemos suponer que existe una confines del mundo». Este tema determina el curso de la
fuente continua, ya que algunas frases —como 7,58b. exposición: en primer lugar se habla de la comunidad pri-
59a; 8,1.3— no pueden explicarse satisfactoriamente sino mitiva en Jerusalén, luego de la difusión de la palabra por
como interpolaciones en un texto previamente dado (Viel- Palestina y Samaría y, finalmente, por el mundo entero. La
hauer, etc.), Las tres descripciones de la conversión de imagen que el autor quiere proyectar queda redondeada al
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272 Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles 173

poder mostrarnos que Pablo está en Roma, «predicándoles a ser el kyrios y sotér, de tal suerte que en su nombre se
el reinado de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor concede salvación a todo el mundo (4,12). Para recibir esa
Jesucristo con toda libertad, sin estorbos» (28,31). No en- salvación hace falta penitencia y conversión (2,36; 3,19) y
cajaría en el tema señalado hablar también del martirio de es necesario también el bautismo (2,38; etc.). Quien perte-
Pablo, porque el curso de la predicación cristiana había nezca a Jesús será salvado en el juicio venidero (10,42;
alcanzado ya la capital del mundo antiguo. Con ello llega a 15,11; 17,31), porque, como «principio de la vida» que es,
su término la obra de Lucas, que ha querido hablar «de los Jesús conduce a la vida eterna (3,13; 5,31).
hechos que se han verificado entre nosotros» (Le 1,1). Esta orientación universalista del mensaje cristiano deter-
Se halla en consonancia con el tema el que todos los mina también la postura de Hch con respecto a judíos y
predicadores dirijan un mismo y único anuncio. Los Hch gentiles. Los misioneros acuden primero a las sinagogas y
no conocen diferencias entre la doctrina de Pedro y la de predican a los judíos. Pero ordinariamente se les rechaza.
Pablo; no se dice ni una palabra del agudo conflicto que Y entonces se vuelven a los gentiles (13,46; 18,6; 28,
enfrentó a ambos en Antioquía (Gal 2,11-21). La vida de 28; etc.). Los cristianos saben que se han cumplido las pro-
la comunidad primitiva se describe como comunión pacífica mesas del Antiguo Testamento y no anuncian sino lo que
de todos los que a ella pertenecen. Y cuando surge algún se halla en Moisés y en los Profetas (26,22). Están de
problema, como el de la asistencia y manutención de la acuerdo con los fariseos en cuanto a la resurrección de los
parte helenística de la comunidad primitiva (6,1), ese pro- muertos (23,8), y también los paganocristianos cumplen
blema se arregla en seguida, gracias a la unanimidad de las exigencias legales mínimas (15,20.29; 21,25). Por eso
todos. Lo mismo que Pedro y Santiago, vemos que Pablo los cristianos pretenden —y con razón— que se les consi-
es también fiel observante de la Ley heredada de los pa- dere como verdaderos israelitas y quieren beneficiarse de la
dres. Pablo circuncida a Timoteo (16,3), acude a Jerusalén protección de las autoridades romanas.
para asistir a las festividades judías, se somete de buena Ahora bien, con el mensaje cristiano se cumple también
gana a los que presiden la comunidad primitiva y acepta el la esperanza de los gentiles. Porque el Dios desconocido a
coste del sacrificio de algunos nazireos (21,15ss). Cuando quien ellos estaban buscando se ha dado ahora a conocer
se nos relata el Concilio de los Apóstoles, no se dice una (17,22-31). Pablo actúa como testigo de Cristo ante los
palabra de que Pablo se negó a circuncidar a Tito (Gal funcionarios y gobernadores romanos que quieren escuchar-
2,3). En la exposición de la actividad de Pablo no se men- le. El rey Agripa queda tan impresionado por sus palabras,
ciona tampoco lo que tuvo que luchar para salvaguardar que llega a decir que Pablo ha estado a punto de conven-
la libertad del evangelio, que no tenía que estar sujeto a la cerle de que se haga cristiano (26,28). Habrían podido li-
Ley. Lejos de eso, Pablo y los Apóstoles primitivos perma- brar a Pablo de su encarcelamiento si él no hubiera apelado
necen unidos y trabajan en la tarea común de difundir la al César (26,32). De esta manera el mensaje llega a todo el
palabra. mundo, pasa de los judíos a los gentiles y es tenido en
El contenido del mensaje cristiano se enuncia a través cuenta hasta por personas de alta posición.
de una cristología sencilla: Dios acreditó a Jesús por me- d) El valor histórico de Hch se puede dilucidar clara-
dio de sus acciones milagrosas (2,22). A pesar de esto, los mente en los lugares en que disponemos de material com-
judíos le rechazaron y le clavaron en la cruz (2,23), mien- parativo. Así, por ejemplo, los datos sobre la actividad de
tras que Pilato había querido liberarle (3,13). En la muerte Pablo pueden examinarse críticamente en algunos puntos
de Jesús se cumplió lo que se había profetizado en el An- comparándolos con enunciados auténticos. Mientras Pablo
tiguo Testamento acerca de la muerte y resurrección del no habla de su conversión sino en una frase incidental (Gal
Mesías. Por la resurrección Dios le exaltó y le hizo sentarse l,15s), dicha conversión se describe prolijamente tres ve-
a su derecha (2,36; 5,31; 13,23). Con ello ha llegado Jesús ces en el texto de Hch (9; 22; 26). Con respecto al itine-
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174 Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles 175

rario seguido por él ulteriormente, Pablo —invocando a nos (15,20.29). Pablo, en cambio, acentúa —en Gal 2,6—
Dios— asegura la credibilidad de lo que él afirma en Gal que las autoridades de Jerusalén no le hicieron imposicio-
(1,20). Su primera visita a Jerusalén no tuvo lugar sino tres nes. De ahí se sigue que el llamado «Decreto de los Após-
años después y sólo duró dos semanas, y no visitó sino a toles», tal como aparece en Hch 15,20.29, no pudo ser
Pedro y a Santiago, el hermano del Señor (l,18s). Tan sólo adoptado en el Concilio de los Apóstoles, sino que el autor
catorce años más tarde regresó a Jerusalén para asistir al de Hch utilizó un documento que originalmente no había
Concilio de los Apóstoles (2,1). Ahora bien, es distinta la tenido validez más que en las comunidades de Antioquía,
descripción que se hace en Hch: después de su conversión Siria y Cilicia (Hch 15,23), y lo engastó como colofón y
se dirige Pablo de Damasco a Jerusalén y es introducido conclusión final de las deliberaciones habidas en Jerusalén.
por Bernabé en la comunidad primitiva (9,26ss). La segun- Por consiguiente, la descripción del Concilio de los Após-
da visita a Jerusalén la hicieron Bernabé y Pablo como toles está desarrollada según puntos de vista de edificación,
delegados de la comunidad de Antioquía (11,30), a fin de mientras que en Gal 2 tenemos el relato históricamente
proporcionar ayuda a la comunidad, que padecía necesida- exacto.
des. Finalmente, viajan otra vez de Antioquía a Jerusalén En los restantes capítulos sobre la predicación y activi-
para tomar parte en el Concilio de los Apóstoles (15,lss). dad de Pablo no aparece conocimiento de la teología pau-
Aquí hay, pues, una clara contradicción. Mientras Pablo lina ni de las cartas de Pablo. El autor no conoció, eviden-
asegura con énfasis que entre su conversión y ese Concilio temente, los escritos de Pablo y no tuvo de su doctrina sino
no ha visitado sino una sola vez a la comunidad primitiva, ideas muy generales. Ha quedado olvidada la lucha en tor-
vemos que —según Hch— ha estado allí dos veces. Los no a Cristo como final de la Ley. No se habla ya de la jus-
Hch hacen que Pablo, recién convertido, se ponga en con- tificación por la sola fe. Pablo es, más bien, un misionero
tacto en seguida con Jerusalén, porque el mundo cristiano y predicador de la «Una Sancta Ecclesia» (Vielhauer). Tan
procedía de allí, y Pablo —como instrumento elegido por sólo los representantes de esta Iglesia que vienen de la
Dios— tiene que entrar en contacto rápidamente con la Ciudad Santa traen el recto mensaje. Por este motivo los
comunidad inicial. Ahora bien, con esto no reflejan los comienzos de la misión entre los samaritanos tienen tam-
Hch la realidad histórica, sino que desarrollan la concep- bién que inspeccionarse y legitimarse posteriormente desde
ción teológica de la continuidad que hay en la historia de Jerusalén (8). Finalmente, por lo que se refiere al cuadro
la salvación. Por eso el curso efectivo de los acontecimien- que se nos pinta de la época de la comunidad inicial cree-
tos no debe cimentarse en Hch, sino únicamente en Gal 1-2. mos probable que el autor dispuso tan sólo de escasas
A propósito de Hch 15, podemos hacer una comparación noticias, de algunas listas y de la tradición de expresiones
con Gal 2,1-10. Pablo acentúa que en Jerusalén se había formularias de la predicación cristiana primitiva. Las citas
llegado a un acuerdo sobre la repartición de la tarea misio- del Antiguo Testamento se hacen generalmente según la
nera y con respecto a una colecta de los cristianos gentílicos versión de los LXX y, por tanto, no se basan en una tradi-
en favor de la comunidad primitiva. Los Hch ofrecen una ción antigua que se remonte a los principios de la cristian-
descripción detallada de la reunión celebrada en Jerusalén, dad palestinense. Así, pues, la realidad de las cosas nos
con largos discursos de Pedro y del hermano del Señor. En obliga a afirmar que Hch no ofrecen un relato histórica-
su discurso cita Santiago Am 9,11 según la versión de los mente exacto, sino que proyectan una imagen de la difu-
LXX (no según el texto hebreo, como cabría esperar, tra- sión del mensaje cristiano, que corresponde a la imagen
tándose de un judeocristiano de Jerusalén) y aboga por que que, en la época de su composición, se tenía de los prime-
a los gentiles no se les imponga sino el mínimo de exigen- ros tiempos de la Iglesia.
cias en cuanto a la observancia de la Ley, a fin de hacer e) La composición cíe Hch debe estudiarse en relación
posible la convivencia entre judeocristianos y paganocristia- 'íntima c o n l a aparición" del Evangelio de Lucas. La tradi-
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176 Hechos de los Apóstoles Hechos de los Apóstoles 177

ción atribuye su redacción, lo mismo que la de Le, a «Lu- de los ídolos, la sangre ( = el homicidio) y la fornicación.
cas, el médico amado». Puesto que este dato no es real- Recientemente se ha llegado a clarificar básicamente el
mente exacto por lo que se refiere al Evangelio, habrá que problema de cuál es la relación que existe entre el texto
notar además, con respecto a Hch, que un autor que poseía egipcio-alejandrino y el texto occidental (Dibelius, Haen-
tan escasos conocimientos de la teología paulina no pudo chen). Es verdad que habrá que examinar en cada caso
ser compañero del Apóstol en sus viajes. Los Hch vieron concreto cuál es la redacción original del texto. Pero en la
la luz, seguramente, después del Evangelio de Lucas, pero mayoría de los casos las redacciones del texto occidental
no deben distanciarse mucho de este último, porque el pró- demuestran ser alteraciones secundarias, ampliaciones o
logo de Le 1,1-4 alude ya a Hch (cf. p. 164). No puede adornos del texto original. En el siglo n no se había fijado
demostrarse que el autor haya conocido la obra del histo- aún el texto de Hch inmutablemente como texto sagrado,
riador judío Josefo, que publicó sus Antigüedades Judías sino que estaba sujeto todavía a cambios. El texto occiden-
en la ciudad de Roma durante los años 93-94 d. C. Es ver- tal, cuyos principios se remontan —con seguridad— a esos
dad que se han hecho diversas cabalas a fin de rebajar la tiempos primitivos, tiene en muchos lugares interpretacio-
fecha de la composición de Hch hasta los años 120-130 nes o adaptaciones a la situación del momento, notable-
(Klein) y de encuadrar esta obra en el frente antimarcioni- mente cambiada desde la aparición de Hch. Así, por ejem-
ta, pero sería muy difícil fijar tan tarde la fecha de su plo, la inserción de la primera persona del plural, en 15,28,
composición. Porque esta obra no conoce todavía una mar- servía para dar mayor plasticidad. Y la transformación del
cada concepción protocatólica de la Iglesia y no propugna Decreto Apostólico en una suma de mandamientos éticos
tampoco la idea de una «successio apostólica» (Conzel- pretende demostrar que los Apóstoles se interesaron no por
mann). Por eso lo mejor será señalar como fecha de com- cuestiones legales relativas al culto, sino por preceptos
posición los finales del siglo i. Al igual que ocurre con el morales con validez para toda la Iglesia. También en otros
Evangelio de Lucas, no podemos determinar con seguridad lugares encontramos cambios o adiciones que pretenden
el lugar de composición de Hch. Lo único que podemos adornar o explicar, como en 6,8: Esteban hacía grandes
decir es que debió de tener lugar en el ámbito del pagano- señales y prodigios ante el pueblo, D: + «en el nombre del
cristianismo helenista. Señor Jesucristo», expresión que recoge una fórmula litúr-
f 1 El texto de Hch ofrece algunos problemas particula- gica; 12,10: Pedro es librado de la cárcel por el ángel,
res, ya que el texto egipcio-alejandrino y el texto occidental quien le hace salir fuera, D: + «y descendieron los siete
—representado por D y E, así como por p38-41-48 y por las escalones».
traducciones latinas antiguas— difieren entre sí conside-
rablemente en muchos lugares. Así, por ejemplo, D hace
que el relato en primera persona de plural comience ya en
11.28, cuando se describe con las siguientes palabras la
situación de la comunidad antioquena, después de la llega-
da de los profetas de Jerusalén: «Y reinaba gran gozo.
Y cuando estábamos reunidos, habló uno de ellos, llamado
Agabo». El texto del llamado Decreto Apostólico, en 15,
20.29, está abreviado y en vez de una redacción de cuatro
miembros posee una redacción trimembre: ya no se habla
de «animales estrangulados» —es decir, de la carne no sa-
crificada según las prescripciones rituales—, sino únicamen-
te de mandamientos de sentido ético: se prohibe el culto
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Evangelio de Juan 179


VII Jesús con el mundo incrédulo: curación del enfermo de
EVANGELIO Y CARTAS DE JUAN Betesda (5), el pan de la vida (6), Jesús en Jerusalén (7-8),
curación de un ciego de nacimiento (9), el buen pastor (10,
1-18), Jesús en la fiesta de la dedicación del templo en
1. EVANGELIO DE JUAN Jerusalén (10,19-39), transición (10,40-42), resurrección de
Lázaro (11), unción de Jesús en Betania (12,1-11), entrada
J. Wellhausen, Erweiterungen und Ánderungen im 4. Evan- de Jesús en Jerusalén (12,12-19), Jesús y los griegos (12,
gelium (1907); E. Schwartz, Aporten im 4. Evangeliutn: NGGW 20-36), mirada retrospectiva a la actividad pública de Jesús
(1907-1908); H. Windisch, Jobannes und die Synoptiker (1926); (12,37-50).
E. Hirsch, Studien zum vierten Evangeliutn (1936); id., Stil- La segunda parte principal tiene como tema la revelación
kritik und Literaranalyse im vierten Evangelium: ZNW 43 de la gloria de Jesús ante sus discípulos: la última Cena de
(1950-51) 128-143; E. Schweizer, Ego Eimi (1939, 21965); Jesús con los discípulos (13,1-30), el discurso de despedida
j . Jeremías, Johanneische Literarkritik: ThBl 20 (1941) 33-46;
R. Bultmann, Das Evangelium des Jobannes (1941, 181964) = (13,31-16,33) y la oración sacerdotal (17).
RGG3 III, 840-850; E. Ruckstuhl, Die literarische Einheit des Los capítulos 18-20 tratan de la pasión (18-19) y de la
Joh.-Ev. (1951); C. H. Dodd, The Interpretaiion of the Fourth resurrección de Jesús (20). El relato joánico de Pascua
Gospel (1953; la trad. española aparecerá en breve en Ed. Cris- nos cuenta el descubrimiento del sepulcro vacío (1-10) y
tiandad); id., Some Johannine «Herrenworte»: NTS 2 (1955-56) las apariciones del resucitado a María Magdalena (11-18),
75-86; id., Historical Tradition in the Fourth Gospel (1963; a los discípulos (19-23) y al incrédulo Tomás (24-29). Al
aparecerá en breve en castellano en Ed. Cristiandad); B. Noack, final, una breve conclusión para todo el libro (30s).
Zur johanneischen Tradition (1954); W. Wilkens, Die Entste- El capítulo 21 constituye un epílogo en el que se habla
hungsgeschichte des vierten Evangeliums (1958); E. Haenchen, de las apariciones de Jesús en Galilea: la aparición del
Johanneische Probleme (1959), en Gott und Mensch (1965)
78-113; S. Schulz, Komposition und Herkunft der johanneischen resucitado junto al lago Tiberíades (1-14) y su encuentro
Reden (1960); E. Lohse, Wort und Sakrament im Johannes- con Pedro y con el discípulo amado (15-24), finalizando
evangelium: NTS 7 (1960-61) 110-125; R. Schnackenburg, Das con una sentencia de conclusión (25).
Johannesevangelium I, 1965, 21967; II, 1972; H. Braun, b) La relación del Evangelio de luán con los sinópticos
Qumran und das NT II (1966) 118-144; J. Becker, Die Ab- "está caracterizada, por un lado, por algunas cosas en común,
schiedsreden im Johannesevangelium: ZNW 61 (1970) 215-246; y por otro, por notables diferencias. Lo mismo que los
F. Schneider-W. Stenger, Jobannes und die Synoptiker (1971). sinópticos, Jn nos habla también, al principio, de Juan el
Bautista. Y, al final, de la pasión y resurrección de Jesús.
a) Contenido. El capítulo 1 precede como introducción: Entre el comienzo y el final hay algunas perícopas que son
él prólogo u , i - i 8 ) con la proposición temática del v. 14, comunes a Jn y a los sinópticos:
luego el testimonio del Bautista (1,19-34) y los primeros
discípulos (1,35-51). 2,13-22 purificación del templo Me 11,15-17 par.
La primera parte principal describe la revelación de la 4,43-54 curación del hijo de un fun-
gloria de Jesús ante el mundo (2-12). En primer lugar se cionario real Me 8,5-13;
expone el comienzo de la actividad pública de Jesús (2-4): Le 7,1-10
bodas de Cana (2,1-12), purificación del templo (2,13-22),
transición (2,23-25), Jesús y Nicodemo (3,1-21), otro testi- 6,1-13 Jesús da de comer a cinco
monio del Bautista (3,22-36), Jesús y la samaritana (4,1-42), mil personas Me 6,32-44 par.;
curación del hijo de un funcionario real (4,43-54). 8,1-10 par.
6,16-21 Jesús camina sobre las aguas Me 6,45-52 par.
Los capítulos siguientes describen el enfrentamiento de
12,1-8 unción de Jesús en Betania Me 14,3-9 par.
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Evangelio de Juan 181


180 Evangelio y cartas de Juan
compadece de los pobres y desgraciados, pero en Jn los
12,12-16 entrada de Jesús en Jeru-
actos de Jesús son demostraciones de su doxa. Donde más
salén Me 11,1-10 par.
vigorosamente lo vemos es en la resurrección de Lázaro,
13,21-30 designación del traidor Me 14,18-21 par.
que llevaba ya tres días en el sepulcro (11,39).
13,36-38 predicción de la negación de
Más visible aún que en las perícopas que relatan los he-
Pedro Me 14,29-31 chos de Jesús, la diferencia entre Jn y los sinópticos se hace
patente en los discursos del Salvador. Los sinópticos ofre-
En algunos lugares encontramos incluso formulaciones
cen generalmente breves sentencias y parábolas de Jesús,
idénticas en algunas frases o elementos de frases. Así, por
en las que se anuncia la venida del Reino de Dios. Pero, en
ejemplo, la traición de Judas se anuncia en Jn 13,21 = Me
cambio, en Jn encontramos largos discursos, que tienen
14,18 con las palabras: «Sí, os lo aseguro: uno de vosotros
siempre el mismo contenido, a través de meditaciones que
me va a entregar». El texto de Jn 12,8 coincide literalmen-
a veces se hacen monótonas: Jesús ha sido enviado por el
te con Mt 26,51 (véase Me 14,7); lo mismo ocurre con el
Padre; quien le recibe en la fe tiene el pan de la vida, la
texto de Jn 5,8 en comparación con Me 2,9.11 par.
luz del mundo, la resurrección y la vida, el camino, la ver-
Este dato podría sugerir la hipótesis de que, en todos
dad y la vida, etc.
estos casos, Jn depende de los sinópticos. Si Jn conocía
Finalmente, en cuanto al esquema del Evangelio de Juan,
los sinópticos, ¿por qué escribió su Evangelio? ¿Pretendió
diremos que es considerablemente distinto del de los sinóp-
completarlos o quiso sustituirlos y desplazarlos? (Windisch).
ticos. Mientras, según los sinópticos, parece que debemos
Ahora bien, esta pregunta no podemos planteárnosla sino
pensar en una actividad pública de Jesús de un año aproxi-
cuando hayamos esclarecido si Jn depende o no, literaria-
mado de duración, actividad en la que el Maestro se mani-
mente, de los sinópticos.
fiesta primeramente en Galilea y luego marcha a Jerusalén,
Para resolver este problema tenemos que hacer un con- vemos que en Jn el escenario de la actividad de Jesús
traste entre los puntos en común entre Jn y los sinópticos cambia varias veces entre Galilea y Jerusalén. Se habla
y las diferencias que existen entre los mismos. Estas dife- tres veces de una fiesta de Pascua (2,13; 6,14; 11,55),
rencias aparecen, en primer lugar, en el hecho de que un cuatro veces se pone Jesús en camino hacia Jerusalén (2,
considerable número de perícopas ofrecidas por el cuarto 13; 5,1; 7,10; 12,12). Según los sinópticos, la última Cena
Evangelio no encuentran paralelos de ninguna clase en los de Jesús con sus discípulos tuvo lugar dentro del marco de
sinópticos. Es verdad que también Jn habla en el capítu- una cena pascual (Me 14,12-26 par.); en cambio, según Jn,
lo 20 del descubrimiento del sepulcro vacío. Pero todos los Jesús muere como el verdadero cordero pascual, y su muer-
demás relatos de Pascua son elementos especiales suyos te tiene lugar antes de la fiesta, en la hora misma en que
no sólo en el capítulo 20, sino también en el capítulo 21, se inmolaban los corderos pascuales (Jn 18,28; 19,14).
donde la pesca milagrosa podría realmente compararse con
Las diferencias y las coincidencias entre Jn y los sinóp-
Le 5,1-11. También en el relato de la pasión va muchas
ticos obligan a un juicio diferenciado en la cuestión de si
veces el cuarto Evangelio por sus propios caminos. Dentro
el cuarto evangelista utilizó los sinópticos. En primer lugar,
de la exposición de la actividad de Jesús, veamos las perí-
podemos afirmar con decisión que el Evangelio de Juan pre-
copas que son exclusivas de Jn: bodas de Cana (2,1-12),
supone la tradición sinóptica. Las coincidencias existentes
Jesús y Nicodemo (3,1-21), Jesús en Samaría (4,1-42), cu-
demuestran con claridad que el evangelista conocía la tra-
ración del ciego de Betesda (5; pero compárese con Me 2,
dición sinóptica. Sin embargo, las considerables diferencias
1-12 par.), Jesús y sus hermanos (7,1-10), curación del que
que existen entre Jn y los sinópticos sugieren que estos
había nacido ciego (9), resurrección de Lázaro (11), Jesús
puntos de contacto se derivan de la tradición —transmitida
y los griegos (12,20-36), lavatorio de los pies (13,4-11).
oralmente— de que dispuso el cuarto evangelista. Deter-
Los sinópticos ofrecen relatos breves de cómo Jesús se
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182 Evangelio y cartas de Juan Evangelio de Juan 183
minadas frases que se graban fácilmente pueden reprodu- rentes en Jn y en Mt, fue tomado de la tradición oral c
cirse con los mismos términos, aunque no haya dependencia integrado por cada uno de esos dos evangelistas en contex-
literaria inmediata. Para dilucidar la relación mutua que tos muy distintos.
hay entre Jn y los sinópticos es importante comparar algu- Tanto el examen detenido de todo el conjunto de la tra-
nas palabras del Señor (Noack, Dodd), como, por ejemplo: dición como la investigación en detalle conduce al resultado
de que el Evangelio de Juan no se halla en dependencia
Jn 13,16 «Un criado no es más que su amo literaria directa de los sinópticos. Es de suponer, claro está,
ni un enviado más que el que lo envía». que el evangelista —por la lectura pública que se hacía en
el culto divino— tuviese conocimiento, al menos, de algu-
Le 6,40 «Un discípulo no es más que su maestro». no de los Evangelios sinópticos. Porque, de lo contrario,
difícilmente se explicaría cómo ha llegado a la forma lite-
Mt 10,24 _ «Un discípulo no es más que su maestro raria de su Evangelio: esa forma en la que todas las his-
torias sobre la actividad de Jesús desembocan en el relato
ni un criado más que su amo». de su pasión y resurrección, que se halla al final como cul-
minación y meta de todo el conjunto. En algunos lugares
(cf. Jn 15,20 «Un criado no es más que su amo»). se han conservado en Jn tradiciones históricas que no se
encuentran en los sinópticos (Dodd); por ejemplo, sobre
La antítesis «criado»-«amo» no aparece sino en Jn 13,16; el dato de que los primeros discípulos de Jesús procedían
15,20 y en Mt 10,24. En Mt-Lc la antítesis reza «discípu- del círculo del Bautista (l,35ss) o en cuanto a la exacta
lo»-«maestro» y, en cambio, únicamente en Jn hallamos descripción de Betesda (5,2).
la antítesis «enviado»-«el que envía». Los puntos en común La peculiaridad del Evangelio de Juan, que resalta clara-
y las diferencias indican que esta sentencia proverbial se mente al compararse con los sinópticos, la describió así hace
tomó de la tradición oral. mucho tiempo Clemente de Alejandría: Jn se dio cuenta
O bien de que lo exterior (ta somatika) de la actividad de Jesús
había sido expuesto ya suficientemente en los otros Evan-
Jn 20,23 «A quienes les perdonéis los pecados les que- gelios. Por eso escribió un pneumatikon euaggelion (Evan-
darán perdonados; a quienes se los imputéis, gelio espiritual) (Eusebio, H. E. VI, 14, 7). Hasta aquí las
ideas de Clemente Alejandrino. Sin embargo, no creemos,
les quedarán imputados». ciertamente, que la diferencia entre Jn y los sinópticos
Mt 16,19 «Lo que ates en la tierra quedará atado en el pueda reducirse a la fórmula «somático-pneumático». Por-
cielo y lo que desates en la tierra quedará des- que también Jn cuenta cosas «somáticas» y los sinópticos
atado en el cielo». no renuncian, ni mucho menos, a lo «pneumático». Más
bien lo que ocurre es que el cuarto evangelista desarrolla
Mt 18,18 «Todo lo que atéis en la tierra quedará atado el testimonio de Cristo tal como se revela ante la fe en la
en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra manifestación de la gloria del Señor. Por eso en Jn no se
quedará desatado en el cielo». dice nada sobre una revelación oculta, sino que desde un
principio aparece Jesús como el enviado de Dios ante el
En Mt se contraponen los términos atar-desatar/tierra- mundo, como el Hijo del Padre, que se manifiesta ante los
cielo. Pero en Jn se emplea otra terminología distinta: suyos. La majestad de Jesús se consuma por el hecho de
perdonar-imputar, no se habla del cielo y la tierra. Por con- que él entrega voluntariamente su vida (10,18). Las pala-
siguiente, también este logion, que tiene redacciones dife- bras y los hechos de Jesús se interpretan mutuamente. Los
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184 Evangelio y cartas de Juan Evangelio de Juan 185

hechos son señales por las que se reconoce la gloria de Je- escrito básico, que estaba libre de espíritu judío, dataría de
sús y que hacen referencia a su predicación. Ahora bien, los alrededores del año 100 d. C ; un teólogo de Asia Me-
las palabras de Jesús, que establecen de manera inequívoca nor, hacia los años 130-140, habría hecho una redacción
el sentido de sus hechos, proclaman que en él, y sólo en él, eclesiástica. En forma ya distinta, W. Wilkens ha recogido
hay salvación y redención. de nuevo esta cuestión acerca del escrito básico y de su
c) La crítica literaria se propone dilucidar la cues- reelaboración: un evangelio básico habría contenido una
tión de si Jn, en la lorma con que ahora lo conocemos, serie de «señales» hechas por Jesús; ese evangelio se ha-
constituye o no una unidad literaria. Cuando examinamos bría ampliado luego con fragmentos de discursos que pre-
las cosas detenidamente aparecen en bastantes lugares in- tendían interpretar las «señales», y, finalmente, todo el
terrupciones en su línea expositiva. Así, por ejemplo, el conjunto se habría transformado hasta adquirir la estruc-
fragmento 7,53-8,11 se separa claramente del contexto. tura de evangelio de la pasión. Sin embargo, y a diferencia
Y aparecen sorprendentes diferencias entre los discursos de las teorías más antiguas, el evangelio básico y los nive-
reiterativos y los hechos de Jesús narrados concisamente, les añadidos ulteriormente se atribuyeron a un mismo y
como vemos en 2,1-12; 4,43-54; 12,1-8, cuya forma sucinta único autor. Esto tiene en cuenta una realidad indiscuti-
recuerda más bien las perícopas sinópticas. Después de fi- ble, a saber: que Jn constituye, tanto lingüística como esti-
nalizar el libro en 20,30s, viene luego el capítulo 21 con lísticamente, una unidad y que, por tanto, no disponemos
un final propio (21,25). En 14,31 se dice: «¡Levantaos! de criterios lingüísticos y estilísticos para deslindar entre
¡Vamonos de aquí!». Pero, de hecho, ni Jesús ni los discí- el escrito básico y las redacciones ulteriores. Ahora bien,
pulos se van, sino que las palabras de despedida continúan si se admite que el Evangelio de Juan surgió a base de ni-
en los capítulos 15-16. Vemos que en 6,1 se nos cuenta: veles superpuestos, pero que todos esos niveles se derivan
«Algún tiempo después salió Jesús para la orilla opuesta del mismo autor, entonces eso equivale a renunciar de he-
del lago de Galilea (o de Tiberíades)». Esto presupone que cho al intento de distinguir entre un escrito básico y su
Jesús pasó de la ribera occidental a la oriental. Ahora bien, elaboración.
hasta finales del capítulo Jesús permanecía en Jerusalén. A lo largo de todo el Evangelio de Juan se hallan deter-
En 7,15-24 se hace referencia de nuevo al conflicto en torno minadas notas estilísticas que caracterizan al evangelista
al sábado: ese conflicto que se había producido por la cura- (Schweizer, Ruckstuhl), como: 1) La posposición del pose-
ción del enfermo de Betesda. Y en 10,19-21 se vuelve a sivo acompañado del artículo: el amigo se goza con el es-
hablar otra vez de la curación del ciego, de la que se había poso, «ésta es, pues, mi alegría (he eme), que ha alcanzado
hablado en el capítulo 9. Ahora bien, entre los dos se halla su plenitud» (3,29). 2) Es típica de Jn la oración de hiña
el fragmento 10,1-18. epexegético: «mi alimento es hacer la voluntad (hiña poié-
Estas discrepancias características tenían que invitar ne- so) del que me envió» (4,34). 3) Es especialmente frecuente
cesariamente a crear una hipótesis que explicara estas in- el empleo de ekeinos como pronombre singular: «entonces
crustaciones en el Evangelio de Juan, suponiendo que había Jesús tomó la palabra y les dijo: Pues sí, os lo aseguro, el
habido fuentes y una ulterior elaboración de las mismas. Hijo no puede hacer nada de por sí, primero tiene que
Se ha intentado repetidas veces distinguir entre un escrito vérselo hacer a su Padre. Lo que hace aquél (ekeinos), eso
básico y su reelaboración. Así, por ejemplo, Wellhausen y lo hace también igualmente el Hijo» (5,19). 4) Nota carac-
Schwartz supusieron que en el cuarto Evangelio había un terística del Evangelio de Juan es el doble amén que pre-
escrito básico, esencialmente más breve, que luego habría cede a la frase (5,19). Estas y otras características joánicas
sido ampliado. En el escrito básico 14,31 continuaría inme- se hallan diseminadas por todo el Evangelio —con una ex-
diatamente con 18,1; todo lo del medio habría sido añadido cepción: en 7,53-8,11 no hay ni una sola de sus peculiari-
posteriormente. Según E. Hirsch (que escribía en 1936), un dades estilísticas—. Por consiguiente, esta perícopa cons-
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186 Evangelio y cartas de Juan Evangelio de Juan 187

tituye un cuerpo extraño en Jn, una hoja arrastrada por el miento del pensamiento de esa fuente. Y lo hace comentan-
viento, y que procede quizá del Evangelio a los Hebreos do, a su vez, en sentido cristiano la fuente, con un modo
(Eusebio, H. E. I I I , 39, 17). En bastantes manuscritos del de hablar basado en el Antiguo Testamento.
Nuevo Testamento se halla inserta detrás de Le 21,38. El agudo análisis bultmanniano de las fuentes ha sido
La observación de que el Evangelio de Juan tiene im- discutido a fondo por los investigadores. Donde más acep-
pronta homogénea desde el punto de vista lingüístico y tación encontró fue en la tesis de que, para los relatos de
estilístico es importante para enjuiciar los intentos de bus- milagros, debió de disponer quizá el evangelista de un mo-
car en este Evangelio diferentes fuentes. Todas las hipótesis delo. Las observaciones que se hacen en 2,11 y 4,54, así
antiguas han quedado superadas últimamente por los traba- como el estilo conciso con que se expone generalmente el
jos de R. Bultmann. Según él, tuvo el evangelista ante sí acontecimiento mismo del milagro, podrían señalar efecti-
fuentes escritas y las elaboró: 1) Hacia la llamada «fuente vamente la existencia de un modelo escrito. Por eso la hipó-
de semeia» señalan las anotaciones que se hacen en 2,11 al tesis de una fuente de semeia es muy posible, pero no pasa
dejar constancia de la primera señal de Jesús, y en 4,54 de ser una hipótesis (Schnackenburg). Concebiríamos per-
cuando se recoge la segunda. El comienzo de esta fuente fectamente, aunque no podríamos demostrarlo, que el evan-
se halla en 1,35-50 y pertenece luego a ella lo fundamental gelista se hubiera basado para su redacción de la historia
de las historias de milagros: las bodas de Cana, la curación de la pasión parcialmente en un relato escrito que no se
del hijo de un funcionario real, la curación del paralítico identificara con ningún relato de los sinópticos. Ahora bien,
de Betesda, la multiplicación de los panes y el milagro de lo que sigue siendo muy problemático es la hipótesis de
caminar sobre las aguas, Jesús y sus hermanos, la curación que el evangelista haya utilizado una fuente de discursos.
del ciego de nacimiento, la resurrección de Lázaro, así como Bultmann fue consciente de la dificultad que para ello su-
también (quizá) la unción de Jesús y la entrada en Jeru- pone el que todo el Evangelio tenga homogeneidad lingüís-
salén. La fuente terminaba con la mirada retrospectiva que tica. Este investigador quiso hacer frente a tal dificultad
vemos en 12,37s y con el epílogo de 20,30s. 2) El evange- afirmando que la unidad lingüística se derivaría del conte-
lista utilizó, además, una segunda fuente que contenía ma- nido característico de los discursos y del hecho de que el
terial narrativo y nos permite reconocer cierta afinidad con evangelista escribiera imitando y continuando ese estilo
los relatos sinópticos, pero que no se identifica con la ver- peculiar de su modelo. Quiso justificar su análisis basán-
sión de ninguno de los Evangelios sinópticos: la purifica- dose en el prólogo, en el cual pueden deslindarse claramen-
ción del templo, la confesión de Pedro, (quizá) la unción te el modelo y su elaboración, principalmente por la inter-
de Jesús y la entrada en Jerusalén, el lavatorio de los pies calación en prosa de los vv. 6-8 y 15. Ahora bien, puesto
y partes de la historia de la pasión. 3) A la fuente de los que el prólogo se deriva de un prólogo antiguo compuesto
llamados discursos de revelación se le atribuyen, en total, en forma de himno y constituye, por tanto, un fragmento
157 versículos: el prólogo original, la conversación con Ni- sui generis, su análisis no puede tener fuerza probativa para
codemo, fragmentos de los capítulos 4 y 5, el discurso sobre el resto del Evangelio. Los discursos mismos no están es-
el pan, partes del discurso acerca de la luz del mundo, del critos en estructura rítmica, de forma que pudiéramos ali-
buen pastor, la palabra sobre la resurrección y la vida, frag- nearlos en versos, sino que están redactados en prosa poé-
mentos del capítulo 12 y principalmente los discursos de tica. Por consiguiente, no hay criterios lingüísticos y esti-
despedida y la oración sacerdotal de Jesús. Los discursos lísticos ni características formales claras para determinar
dogmáticos llevan la impronta histórico-religiosa de una un modelo en el resto del Evangelio. De ahí que debamos
gnosis oriental, tal como suponemos que existió en los sec- considerar como improbable que el evangelista utilizara
tores bautistas, es decir, se trata de un modelo precristiano. una fuente escrita de discursos. Más bien lo que hizo fue
El evangelista Juan piensa y escribe continuando el movi-
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188 Evangelio y cartas de Juan Evangelio de Juan 189


desarrollar y estructurar los logia que habían llegado has- doble final que en él leemos (20,30s; 21,25). Ahora bien,
ta él. esta redacción, como Bultmann ha hecho notar, no sólo
Para eliminar las cesuras que se observan en Jn introdu- añadió un complemento con el capítulo 21, sino que inter-
jo Bultmann en el Evangelio numerosas transposiciones, vino también en otros lugares y adecuó más intensamente
tratando de restaurar así el orden de sucesión pretendido los enunciados del Evangelio a las concepciones cristianas
originalmente por el evangelista. Se trasladan también unos de índole universal. Se introdujeron alusiones a la escato-
cuantos versículos o incluso partes de versículos sin que logía futura (5,28s) y a los sacramentos del bautismo y de
pueda explicarse por qué han llegado a ocupar el puesto la cena (3,5; 6,51b-58; 19,34b.35). Estas adiciones redac-
que ocupan actualmente. Habría que proceder, con todo, cionales pueden deslindarse claramente, por medio de ob-
con mucha mayor cautela. En la transmisión de la literatura servaciones lingüísticas y de contenido, del contexto y de-
antigua ha habido algunas veces transposiciones de textos mostrar, por tanto, que son secundarias (Lohse).
debidas al trueque de hojas. Así, por ejemplo, Sir (=Eclo) d) No es fácil definir el trasfondo histórico-religioso
33,13b-36,16a se halla, en todos los manuscritos griegos, del Evangelio de luán. Se presuponen como conocidos los
entre 30,24 y 25. Y vemos también que Jn 7,53-8,11 ha preceptos de la Ley judía, como el mandamiento del des-
sido integrado por la tradición ulterior en diversos lugares canso sabático (5,9s; 7,22-24). El evangelista y sus lectores
del Nuevo Testamento. Si nos basamos en que una hoja de están familiarizados con la expectación mesiánica del judais-
papiro contiene unas 760 letras, podremos hacer el siguien- mo, tanto por lo que se refiere a los títulos mesiánicos (1,
te cálculo: capítulo 5: 3.795 = 5 X 759 letras = 5 hojas; 20ss) como a las ideas acerca del Mesías oculto (7,27), de
6,1-59: 4.619 = 6 X 770 letras = 6 hojas; 7,15-24: 763 le- que el Mesías procedería de Belén o descendería del linaje
tras = 1 hoja; 10,1-18: 1.495 = 2 X 748 letras = 2 hojas; de David (7,42). Se alude repetidas veces a fiestas de los
10,19-29: 775 letras = 1 hoja (Schweizer). Si el Evangelio judíos y a costumbres en los días de fiesta (2,13; 6,4; 7,2s.
de Juan se escribió al principio en hojas sueltas, sería muy 8.37; 10,22; 18,28; 19,31.42). Con asombrosa exactitud se
concebible que, al coleccionarlas (¿el compilador?), algunas hacen indicaciones geográficas sobre lugares de Palestina:
hojas se hubieran desplazado de su situación original. Con se alude al pozo de Jacob en Sicar (4,6), a Betesda (5,2), a
esta hipótesis podríamos situar el capítulo 6,1-59 antes del la situación en que se hallaba Getsemaní (18,1), etc. En
capítulo 5, y 7,15-24 podríamos asociarlo —como termina- muchos pasajes se transparenta la tradición palestinense, a
ción— con el capítulo 5, y podríamos poner 10,19-29 antes pesar de la abrupta separación con respecto a la Sinagoga
de 10,1-18. Sin embargo, de esta manera no se puede solu- (9,22; 12,42; 16,2), separación que ha conducido a que los
cionar el problema que se ofrece en 14,31 con los discursos judíos se representen como un bloque compacto, que sinte-
joánicos de despedida. Aquí hay que aceptar que la redac- tiza al mundo que permanece en la incredulidad.
ción puso, a continuación el uno del otro, dos esbozos pa- El trasfondo palestinense de Jn queda esclarecido más
ralelos de esos discursos, o que un fragmento originalmente todavía por los textos de Qumrán. La doctrina de la co-
más breve, y que llegaba hasta 14,31, se vio enriquecido munidad de Qumrán está caracterizada por un marcado
con las ampliaciones posteriores de los capítulos 15-16 dualismo. Los hijos de la luz están separados de los hijos
(Becker). Ahora bien, prescindiendo de los discursos de de las tinieblas; la verdad se halla contra el delito, y la obe-
despedida, la hipótesis del trueque de hojas podría ayu- diencia a la Ley contra su desobediencia y menosprecio.
darnos a encontrar un camino para eliminar, al menos, las Muchas proposiciones de Jn están redactadas en términos
dificultades de mayor relieve en la composición del libro muy parecidos a los que se emplean en los textos de Qum-
(Schweizer). rán. Así, por ejemplo, en 1QS I I I , 18ss se dice que los
Que el Evangelio experimentó otra redacción que le dio hijos de la justicia caminan por los caminos de la luz, y los
la última forma es un hecho que se deduce claramente del hijos del delito por el camino de las tinieblas. Y Jn 8,12
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190 Evangelio y carias de Juan Evangelio de ]uan 191

escribe: «Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no escritos algún tiempo después. El centro del testimonio cris-
andará en tinieblas, tendrá la luz de la vida». Los hijos tológico lo constituye el Hijo enviado por el Padre. El ha
de la luz no son, según Jn, los que guardan la Ley, sino estado junto al Padre desde la eternidad (1,1; 17,5). El
los que creen (12,36). Tanto aquí como allá no se entiende Padre le envió al mundo (17,21). El vino al mundo (1,10),
por verdad un conocimiento teórico, sino que la verdad como del mismo (3,19; 12,46). En todo ello ha seguido
hay que realizarla. El dualismo, en el Evangelio de Juan lo siendo una sola cosa con el Padre (8,16; 10,30). En la tie-
mismo que en la doctrina de la comunidad de Qumrán, no rra actúa él con la autoridad del Padre (5,27; 17,2). Trae la
está concebido en sentido cosmológico, sino ético: «El jui- vida (5,21ss) y saca de las tinieblas a la luz (3,19; 8,12).
cio consiste en esto: en que la luz vino al mundo y los Se revela como quien es: el pan de la vida (6,35.48.51), la
hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus accio- luz del mundo (8,12), el buen pastor (10,11), el camino,
nes eran malas. Todo el que practica lo malo detesta la luz la verdad y la vida (14,6s). El mundo le aborrece y le per-
y no se acerca a la luz para que no se descubran sus accio- sigue (7,7; 15,18.24). El se marcha, regresa al Padre y es
nes. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca exaltado (3,14; 8,28; 12,32.34). Sube allá de donde había
a la luz para que se vean sus acciones, porque están hechas venido (6,62; 8,14; 16,28), lleva consigo a los suyos y los
como Dios quiere» (Jn 3,19-21). En la comunidad de Qum- saca de la tierra (12,32). Les prepara una morada en la casa
rán la verdad se comprende también como obligación para del Padre (14,2) y les señala el camino (14,6). De la actitud
obrar rectamente, obligación que se patentiza en la obser- que adopten frente a él depende para los hombres el vere-
vancia de los mandamientos de la Ley. Por el contrario, el dicto que se pronuncie sobre ellos en el juicio final (3,17.
espíritu de la corrupción conduce a obras malas. Quien 21; 12,47s).
camina en el mal espíritu será visitado por muchas plagas Este esbozo de la cristología joánica no puede explicarse
y caerá en la perdición eterna (1QS IV, 12). Ahora bien, como desarrollo ulterior de una cristología plasmada ya en
aunque es verdad que hay una innegable estructura para- los Evangelios sinópticos. Más bien lo que se hace es seguir
lela de dualismo en los textos de Qumrán y en el Evange- desarrollando los comienzos que se encuentran ya en los
lio de Juan, también hay considerables diferencias. En la himnos cristianos primitivos, como Flm 2,6-11 o bien 1 Tim
doctrina de Qumrán el dualismo no está asociado con la 3,16. En todo ello se recogen del mundo ambiental diversos
expectación mesiánica, mientras que en el Evangelio de motivos: especulaciones judías sobre la sabiduría celestial
Juan las antítesis luz-tinieblas, verdad-mentira, vida-muerte que descendió a la tierra, no encontró morada y ascendió
están determinadas partiendo siempre de la cristología. La de nuevo al mundo superior; expectaciones apocalípticas
luz del mundo, la verdad y la vida no es nadie más que acerca del celestial Hijo de hombre, que —al fin de los
Cristo y Cristo sólo (8,12; 9,5; 14,6). Pero en la doctrina días— ha de manifestarse para juicio; representaciones mi-
de la comunidad de Qumrán no se habla en ninguna parte tológicas sobre un enviado celestial que llega como redentor
de algún enviado de Dios que hubiera descendido del cielo. al mundo, a fin de librar a los hombres y elevarlos hasta el
Así, pues, los textos de Qumrán contribuyen, sin duda, a mundo superior: representaciones e ideas que luego, en los
dilucidar el trasfondo palestinense del Evangelio de Juan, sistemas gnóstico-cristianos del siglo n , adquieren forma y
pero teniendo en cuenta las considerables diferencias que estructura y se vinculan fijamente con el nombre de Jesu-
existen entre ambos, en modo alguno pueden designarse cristo,
como la base histórico-religiosa del Evangelio de Juan Se discute hasta el día de hoy la cuestión de si la gnosis
(Braun). precristiana conoció ya una figura de redentor. En los tex-
A diferencia de los sinópticos, la cristología de Jn está tos de los mándeos (una secta gnóstica bautista, cuyos es-
caracterizada por los rasgos de un sincretismo antiguo tar- critos no se encuentran hasta los siglos vii-vm) aparece un
dío: rasgos que reaparecen en bastantes textos de la gnosis mito, desarrollado ya, acerca del redentor celestial. Sospe-
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192 Evangelio y cartas de Juan Evangelio de Juan 193

chamos que la comunidad de los mándeos se originó en Pa- habían abierto a influencias sincretistas. Aunque Jn se sir-
lestina y que luego —hacia finales del siglo i o comienzos ve de tales representaciones para describir la obra redentora
del n — emigró a Mesopotamia. Con el correr de los siglos de Cristo, sin embargo, a sus pensamientos les da un filo
sus tradiciones se fueron ampliando con bastantes elemen- agudamente antignóstico. Porque el Logos divino no sólo
tos, entre ellos con tradiciones también de origen cristiano. vino disfrazado al mundo, sino que se hizo carne (1,14).
Es verdad que sus comienzos se remontan poco más o me- Los hombres, como correspondería al pensamiento gnósti-
nos a la misma época inicial del cristianismo. Pero el mito co, no están hermanados en identidad sustancial con el
del redentor no llega a formarse sino en época cristiana y, redentor, sino que viven en la mentira, en las tinieblas y
por tanto, no pudo ser un modelo directo para la cristología en la muerte. Pero él los conduce a la salvación, porque
del Evangelio de Juan. Sin embargo, los textos mándeos sólo él es la verdad, la luz y la vida.
demuestran que, ya en los tiempos del Nuevo Testamento e) El problema acerca del autor se enjuicia hasta el día
y al margen del cristianismo, se habían formado grupos de hoy de diversas maneras. Por lo que respecta al testimo-
gnósticos en cuyo mundo de ideas habían penetrado bastan- nio que da de sí mismo el Evangelio de Juan, vemos que
tes influencias sincretistas. el propio texto ofrece ciertas indicaciones. En el epílogo se
Nos sorprende ver que en el Evangelio de Juan se hace dice: «Este es el discípulo que da testimonio de estos he-
referencia a menudo al movimiento bautista. Los primeros chos; él mismo los ha escrito y nos consta que su testimo-
discípulos de Jesús procedían del círculo del Bautista (1, nio es verdadero» (21,24). ¿A quién se refiere? En el ca-
35ss). Ahora bien, el evangelista expresa con claridad que pítulo 21 se hace una contraposición entre el discípulo
Juan no era más que precursor y que de ningún modo amado y Pedro. El texto acentúa también en 19,35s la cre-
era el redentor mismo venido del cielo (1,6-8). El Bautista dibilidad de lo que el discípulo amado ha testificado. Según
no tenía otra misión que la de dar testimonio de la luz. Al el relato joánico de la pasión, se trata del discípulo íntimo
ser interrogado por una delegación de los judíos acerca de de Jesús, del discípulo que en la última Cena se recuesta
si él era el enviado escatológico, el Bautista lo niega tres sobre su pecho (13,23), el discípulo a quien el crucificado
veces y asegura que él no es sino la voz de alguien que cla- encomienda su madre (19,26) y que es testigo del sepulcro
ma en el desierto (l,19ss). Juan da testimonio señalando vacío (20,lss). Sin duda se trata aquí de la figura ideal de
hacia Jesús e indicando que él es el cordero de Dios (1,29. un discípulo, de una figura, empero, que no puede palparse
36) y confesándole como el Hijo de Dios (1,34) y anun- históricamente. A diferencia del evangelista, el redactor tra-
ciando que Cristo debe crecer y que él debe menguar ta de proporcionar rasgos más claros al discípulo amado.
(3,30). Por eso Jesús es incomparablemente superior al Bau- Los sinópticos mencionan tres discípulos de Jesús que fue-
tista (5,36; 10,41). Con estas frases se hace un deslinde ron sus más íntimos: Pedro, Juan y Santiago. Y entonces
polémico frente a los partidarios del Bautista, los cuales se ha argumentado muchas veces diciendo que Pedro era
le consideran evidentemente no sólo como un profeta, sino distinto del discípulo amado. Y puesto que Santiago fue
que quieren ver en él al salvador escatológico (véase Hch ejecutado en el año 44 d. C. (Hch 12,2), seguiríase de ahí
18,14-19,7). Así que el Evangelio de Juan muestra clara- la identificación del discípulo amado con Juan. Ahora bien,
mente, por un lado, que hay conexiones con el movimiento el capítulo 21 no hace esta equiparación. Y en ninguna
bautista, pero hace al mismo tiempo una distinción, negan- parte de Jn se presenta, como en los sinópticos, el grupo de
do que Juan sea el redentor escatológico y reclamando más los tres discípulos más allegados a Jesús. Por eso lo único
bien para el Bautista la función de precursor y testigo de que podremos afirmar es que la redacción, en el capítu-
Jesús. lo 21, desearía quizá dar más perfil a la figura del discípulo
Por consiguiente, el trasfondo histórico-religioso del amado, pero que a pesar de todo no la asocia con ninguna
Evangelio de Juan lo constituyen sectores judíos que se figura histórica.
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194 Evangelio y cartas de Juan Evangelio de Juan 195


Tan sólo la tradición eclesiástica antigua, pero de índole retirar sus tesis. Pero la crítica volvió a dejar oír su voz
más tardía, realizó esta identificación. Esta tradición la en- muy pronto. F. C. Baur y su escuela aseguraron que el
contramos por vez primera en Ireneo (Adv. haer. I I I , 1,1), Evangelio de Juan no se había escrito sino hacia el año 170,
hacia el año 180: Juan, el discípulo amado, habría publi- y presuponía las luchas en torno a la gnosis y al montañis-
cado su Evangelio en Efeso, siendo ya de edad avanzada. mo. Jn constituiría la síntesis que superaba las oposiciones
Ireneo, para probar su afirmación, se basa en el obispo en el cristianismo primitivo, y sería, por tanto, la corona
Policarpo de Esmirna, quien sufrió el martirio en el y consumación del mismo (cf. p. 15). Desde entonces
año 155, a los ochenta y seis años de edad. El (Ireneo) no ha enmudecido ya la crítica contra la afirmación de que
había conocido de joven a Policarpo «y había oído de éste el Evangelio de Juan se deriva de un Apóstol.
cómo refería sus relaciones con Juan y con los demás que Los críticos se basan principalmente en observaciones
habían visto al Señor, cómo mencionaba sus palabras y las tomadas del texto mismo del Evangelio, observaciones de
cosas que les había oído decir sobre Jesús, sus milagros y
las que deducen que un discípulo y testigo ocular no pudo
su enseñanza» (transmitido por Eusebio, H. E. V, 20, 6).
haberse expresado de esta manera. Ahora bien, para apo-
¿Qué solidez tiene esta cadena: Ireneo-Policarpo-Juan? Es
verdad que Ireneo opina que se trataba del apóstol Juan. yar sus argumentos, buscaron también vestigios en la tra-
Pero, de hecho, no se habla más que de un tal Juan, sin dición eclesiástica antigua que estuvieran en contradicción
que se mencione título alguno ni se indique una conexión con la opinión mencionada por Ireneo. En relación con esto
con la composición de Jn. Por tanto, la tradición que surge se llamó la atención sobre dos tradiciones. El dato de un
con Ireneo acerca de la composición del Evangelio de Juan temprano martirio del apóstol Juan aparece en una anota-
por el discípulo Juan no puede remontarse hasta tiempos ción de Papías, si bien ésta aparece atestiguada por prime-
muy antiguos. Frente a ella surgió pronto la tesis contraria ra vez el año 430 en Felipe de Side y vuelve a surgir de
de los llamados «álogos», que atribuyeron los escritos pá- nuevo en el siglo ix, esta vez atestiguada por Georgios
nicos al gnóstico Cerinto (cf. p. 247). Con ello se en- Hamartolos. Además, el martirologio sirio menciona en el
frentan hacia el año 200 contra los montañistas, los cuales, día 27 de diciembre a los apóstoles Juan y Santiago. ¿Será
para fundar sus doctrinas sobre el Espíritu, se apoyaban que Juan, hijo del Zebedeo, murió de temprano martirio
principalmente en las sentencias sobre el Paráclito que lee- juntamente con su hermano Santiago? Los Hechos de los
mos en el Evangelio de Juan. Pero la polémica de los «álo- Apóstoles nos cuentan (Hch 12,2) que Santiago perdió la
gos» prueba también, por su parte, que hacia finales del vida en tiempos del rey Herodes Agripa. Pero no se men-
siglo II el Evangelio de Juan se atribuía a Juan, el hijo del ciona para nada a Juan. Sin embargo, se creyó que la pala-
Zebedeo., bra de Jesús en Me 10,39 par. debía considerarse como un
«vaticinium ex eventu», que apoyaría la tesis de un tem-
Esta opinión de que Jn fue compuesto por un Apóstol prano martirio común para ambos hermanos (Schwartz).
no se puso en duda sino a principios del siglo xix. El su- Ahora bien, el testimonio de la Iglesia antigua es tardío
perintendente general de Gotha, Bretschneider, comparó y débil, y Me 10,39 no puede considerarse como prueba
en el año 1820 los discursos del Evangelio de Juan con los de que ambos hijos del Zebedeo sufrieran el martirio en
Evangelios sinópticos, y llegó al resultado de que un testigo común. Lejos de eso, Gal 2,9 prueba que Juan, hijo del
ocular no podía haber hablado así. Halló acalorada oposi- Zebedeo, tomó parte en el Concilio de los Apóstoles y que,
ción principalmente por parte de Schleiermacher, quien ar- por tanto, vivió más que su hermano. De ahí que no pueda
gumentaba a su vez que la fisonomía espiritual del Evan- probarse la sospecha de que el hijo del Zebedeo muriera
gelio de Juan hablaba en favor del hecho de que en él se mártir. Luego por este camino no se puede aclarar la cues-
estaba narrando algo vivido personalmente. Las voces de tión de quién es el autor de Jn.
oposición resonaron tan alto, que Bretschneider tuvo que
En cambio, es más importante una tradición eclesiástica
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Evangelio de Juan 197
196 Evangelio y cartas de Juan
pleada en Jn se remonta al apóstol Juan, pero que hay que
antigua, según la cual hubo un tal presbítero ]uan. En una
observación conservada en Eusebio nos informa Papías de distinguir entre él y el evangelista que se encargó de trans-
Hierápolis sobre sus felices esfuerzos por conseguir noti- mitir la tradición joánica y elaborarla teológicamente, de
cias auténticas acerca de la actividad y palabras de Jesús: tal suerte que el evangelista sería, por un lado, comuni-
«Cuando venía alguien que había sido discípulo de los an- cante de la tradición y predicación del apóstol Juan, y por
tiguos yo le preguntaba acerca de las palabras de los anti- otro, teólogo y predicador para los lectores a quienes diri-
guos: 1) sobre lo que había dicho Andrés o Pedro o Felipe gía la palabra (Schnackenburg). No hay ningún punto de
o sobre lo que (habían dicho) Tomás o Santiago o ]uan o apoyo en el Evangelio de Juan para semejante hipótesis.
Mateo o cualquier otro de los discípulos del Señor, y 2) qué Aunque es verdad que no podemos averiguar nada más
es lo que dicen discípulos del Señor como Aristión y el sobre el nombre del evangelista, sin embargo, de su obra
presbítero Juan» (Eusebio, H. E. I I I , 39, 4). Evidentemen- podemos deducir algunas cosas sobre su manera de pensar,
te, se está hablando de dos figuras que llevan el nombre de su lenguaje y su estilo. El evangelista es un cristiano de
Juan. Al primero se le menciona juntamente con otros origen judío, cuyo estilo griego está determinado claramen-
miembros del grupo de los Doce, que han dicho algo, es te por la mentalidad de las lenguas semíticas. Es verdad
decir, que ya no viven; pero el otro Juan está diciendo ac- que Jn no fue escrito originalmente en arameo y luego
tualmente algo, es decir, vive todavía. Se presupone, pues, traducido al griego. Esto es seguro. Pero la estructura lin-
que el hijo del Zebedeo ha muerto, pero se distingue entre güística semítica se transparenta en muchos lugares de este
él y el presbítero Juan como una personalidad que todavía Evangelio a través de su estilo griego. Mencionemos algu-
vive y a la que se pueden hacer preguntas. Sin embargo, nos ejemplos: 1) En vez del sufijo semítico se utiliza el
no se establece relación alguna con el Evangelio de Juan, pronombre pospuesto, como «el testimonio de él» (3,32);
sino que lo único que se dice es que ese presbítero Juan era «en la mano de él» (3,35); etc. 2) Las lenguas semíticas
también discípulo del Señor y había destacado de manera no tienen ningún término para designar el concepto de
especial como vehículo de la tradición antigua. Puesto que «nadie» y lo sustituyen con una negación: ««o tengo hom-
el Apocalipsis se deriva de un autor llamado Juan (1,1.4.9; bre para que... me meta en la piscina» (5,7); «un hombre
22,8), a quien se designa no como Apóstol, sino como pro- no puede coger nada» (3,27); «no... en los siglos» (4,14)
feta y reconocido testigo de Jesús, podríamos pensar en re- = «jamás». 3) El llamado casus pendens, es decir, el pro-
lacionar a este Juan con el presbítero (cf. pp. 209 y 249). cedimiento de realzar un concepto poniéndolo al principio
Empero, no pasa de ser una sospecha que no podemos de- de la proposición y volviendo luego a repetirlo, lo vemos,
mostrar esta hipótesis que identifica al presbítero Juan, de por ejemplo, en «el que me ha curado, él me ha dicho»
quien habla el testimonio de Papías, con el autor de Jn. (5,11). 4) Es típico del estilo semítico comenzar la frase
Así, pues, después de un examen crítico de todos los por el verbo: «díjole entonces Jesús» (4,48). 5) Está en
enunciados de la tradición eclesiástica antigua, lo único consonancia con el estilo semítico la concatenación asindé-
que podemos comprobar es que hacia el año 180 d. C. el tica de las proposiciones. No ocurre como en griego, donde
Evangelio de Juan se atribuía ya a Juan, el hijo del Zebe- se enlazan literariamente las frases por medio de conjun-
deo. Con ello podía afirmarse, al mismo tiempo, que el ciones, partículas, etc., sino que se va yuxtaponiendo una
cuarto Evangelio tenía también por autor a un Apóstol. frase junto a la otra. Véanse, por ejemplo, los numerosos
Ahora bien, puesto que ni el propio Evangelio ni alusio- asíndetos que hay en el prólogo (1,1-18). 6) A menudo el
nes antiguas de la tradición contribuyen a dilucidar la cues- único lazo que hay entre las oraciones es un simple kai;
tión del autor, sigue siendo desconocida la persona del
por ejemplo: «en el principio la Palabra existía, y (kai) la
cuarto evangelista. Nada podrá cambiar en todo esto la pro-
Palabra estaba con Dios, y (kai) la Palabra era Dios» (1,1).
puesta conciliadora de quienes creen que la tradición em-
En las lenguas semíticas vemos con frecuencia que, junto
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198 Evangelio y cartas de Juan Primera carta de Juan 199

a una parataxis formal, hay verdadera hipotaxis o subordi- antes del año 125 (suponemos que hacia los años finisecu-
nación lógica, es decir, un enunciado va gramaticalmente lares). La pequeña hoja del papiro p 52 ha refutado muchas
coordinado con el otro, pero lógicamente está subordinado sospechas manifestadas anteriormente, que pretendían fijar
a él. Así, por ejemplo: «Todavía no tienes ni siquiera una época mucho más tardía para la composición del cuarto
cincuenta años, ¿y pretendes haber visto a Abrahán?» (8, Evangelio.
57). En muchas ocasiones el kai tiene significación adver-
sativa; por ejemplo: «la luz brilla en las tinieblas, pero 2. PRIMERA CARTA DE TUAN
(kai) las tinieblas no la vencieron» (1,5). 7) En bastantes
lugares aparece el parallelismus membrorum como caracte- E. von Dobschütz, Johanneische Studien I: ZNW 8 (1907)
rística literaria de la poesía semítica; por ejemplo: «El que 1-8; R. Bultmann, Analyse des 1. Johannesbriefes (1927), en
cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me envió» Exegetica (1967) 105-123; id., Die kirchUche Kedaktion des
(12,44s); «Quien cree en el Hijo tiene vida eterna; quien ersten3 Johannesbriefes (1951), en Exegetica (1967) 381-393 =
RGG III, 836-839; id., Die drei Johannesbriefe (1968);
se niega a creer en el Hijo no gozará de esa vida; no, la ira C. H. Dodd, The First Epistle of John and the Fourth Gospel:
de Dios pesa sobre él» (3,36). BJRL 21 (1937) 129-156; E. Kasemann, Ketzer und 6Zeuge
f) El lugar y tiempo de la composición hay que averi- (1951), en Exegetische Versuche und Besinnungen I ( 1970)
guarios por ios datos del propio üvangelio. ül autor escribe 168-187; H. Braun, Literar-Analyse und theologische Schichtung
para comunidades cristianas, ante las cuales desarrolla la im ersten Johannesbrief (1951), en Gesammelte Studien zum
plenitud del testimonio de Cristo. A sus lectores les explica W£ und seiner XSmwelt (21967) 210-242; H. Conzelmann, Was
von Anfang war, en Neutestamentliche Studien für R. Bultmann
las expresiones aramaicas o palestinenses, como «Rabí, que (1954, 21957) 194-201; W. Nauck, Die Tradition und der Cha-
significa Maestro» (1,38; cf. 20,16); «Mesías, que quiere rakter des ersten Johannesbriefes (1957); E. Haenchen, Neuere
decir Cristo» (1,41); «Siloé, que quiere decir Enviado» (9, Literatur zu den Johannesbriefen (1960), en Die Bibel und wir
7); «Tomás, llamado el Mellizo» (11,16); Jesús es condu- (1968) 235-311; J. C. O'Neffl, The Puzzle of 1 John (1966);
cido hacia el lugar llamado «la Calavera», «que en hebreo G. Klein, «Das wahre Licht scheint schon». Beobachtungen zur
se llama Gólgota» (19,17). Ha tenido ya lugar la separación Zeit- und Geschichtserfahrung einer urchristlichen Schule:
entre la comunidad cristiana y la Sinagoga (9,22; 12,42; ZThK 68 (1971) 261-326.
16,2). Hay que fortalecer las comunidades, tanto en su
enfrentamiento con el judaismo como en su definición y a) Contenido. En 1 Jn vuelven una y otra vez, en cons-
claro deslinde frente a la gnosis (1,14). Siria es el país tante alternancia, los dos temas de la exhortación al amor
donde creemos que se dio más esta situación, donde los fraterno y del rechazo de los herejes, de tal suerte que ape-
cristianos entraban en contacto frecuentemente con el am- nas podemos señalar una disposición clara. El prólogo (1,
biente judío y el sincretista. El Evangelio de Juan se com- 1-4) introduce un primer orden de ideas que describe la
puso ciertamente después que el Evangelio de Mateo, el comunión con Dios como acto de caminar en la luz (1,5-
cual no presupone todavía la ruptura definitiva con las 2,17): comunión con Dios (1,5-2,2), conocimiento de Dios
sinagogas (cf. pp. 153s); es decir, que debemos considerar y observancia de los mandamientos (2,3-11), exhortaciones
como terminus post quem los alrededores del año 90 d. C. a mantenerse apartados del mundo (2,12-17).
El terminus ante quem ha quedado fijado por el importan- Luego viene el rechazo de los herejes y la insistencia
te hallazgo de un papiro. La hoja de papiro p 52 , que llegó a sobre el mandamiento del amor fraterno (2,18-3,24): ad-
conocerse en el año 1935, y que contiene algunos versículos vertencia contra los herejes (2,18-27), esperanza que los
del capítulo 18 de Jn, procede de Egipto y fue escrita cristianos tienen de la salvación (2,28-3,3), parénesis que
±125 d. C. (cf. pp. 257s). El Evangelio de Juan no se encarece vivamente que hay que romper con el pecado y
compuso con seguridad en Egipto. Y tuvo que aparecer observar el mandamiento del amor fraterno (3,4-24).
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200 Evangelio y carias de Juan Primera carta de ]uan 201

Sigue a continuación la comparación entre apartarse del son cosas que se hallan indisolublemente unidas (vv. 8-10).
mundo por la fe verdadera y el amor a los hermanos (4,1- Esta serie de tesis sería comentada luego, en estilo homilé-
5,12): el espíritu de la verdad y el espíritu del error (4, tico, por el autor de la carta en 2,ls. Mientras que en 1,6-10
1-6), el amor como nota característica de los que son naci- se exhorta paradójicamente a caminar en la luz y entender-
dos de Dios (4,7-21), el amor a Dios y el poder vencedor se a sí mismo, al propio tiempo, como pecador, vemos que
de la fe (5,1-12). Al final se hace una breve síntesis (5, en 2,ls se expresa un consuelo para los pecadores: Cristo
13-21). es el defensor. Con ello se corrige la serie de tesis, en el
bO Es difícil definir la índole propia de 1 Jn. Desde el sentido de una dogmática de la comunidad: el cristiano no
"punto de vista de la rorma, laltan casi por completo los debe pecar. Pero si peca puede consolarse con la interce-
rasgos epistolares: no hay ni prae-scriptum ni post-scriptum; sión de Jesucristo.
sin embargo, observamos que se hacen referencias a la si- La explicación de la sección l,5b-2,2 ofrece los criterios
tuación de los lectores (cf. pp. 204-205). No se trata, para el ulterior análisis de la carta. Se va haciendo distin-
pues, ni de un tratado religioso ni de un manifiesto dirigido ción entre el modelo y el estilo homilético y de glosa propio
a toda la cristiandad, sino más bien de una carta de exhor- del autor. Al modelo se le atribuyen (prescindiendo de los
tación dirigida a un círculo de comunidades, a las que hay medios versículos y de las pequeñas partes de versículo):
que advertir del peligro de una herejía y exhortar al cum- 1,5-10; 2,4.5.9-11.29; 3,4.6-10.14-15.(24); 4,7.8.12.16; 5,
plimiento fiel de los mandamientos (Bultmann). 1.4; 4,5 (¿6?); 2,23; 5,10.12. El modelo corresponde, en
c) Teniendo en cuenta las varias repeticiones de los cuanto al estilo y mundo de ideas, a los discursos dogmáti-
temas del amor fraterno y de la recta fe, que se van suce- cos que hallamos en el Evangelio de Juan (cf. pp. 186s);
diendo en movimientos circulares, se plantea la pregunta es decir, según Bultmann, hay una fuente gnóstica, original-
sobre la homogeneidad de 1 Jn. ¿Se basa esta carta en mente no cristiana, que habría sido elaborada ulteriormen-
fuentes elaboradas por el autorr1 Von Dobschütz hacía no- te por el autor cristiano de 1 Jn.
tar que en la sección 2,29-3,10 aparecen una serie de dísti- Aunque acepta básicamente el análisis de Bultmann,
cos, cuyos miembros tienen exacta correspondencia mutua: Braun introduce importantes correcciones: en la sección 1,
5-10 se emplea dos veces, en el v. 9, el concepto de pecados
la = 2,29 «Todo el que obra la justicia ha nacido de él». en plural. Este enunciado sería inconcebible en un modelo
b = 3,4 «Todo el que comete pecado quebranta tam- gnóstico, ya que la gnosis no conoce ese concepto. Por con-
bién la Ley». siguiente, la base tiene que constituirla una fuente cristiana.
2a = 3,6 «Todo el que permanece en él no peca». En 2,ls se corrige dicha fuente en el sentido de una mane-
b = 3,6 «Todo el que peca ni le ha visto ni conocido». ra de pensar protocatólica, ya que se atenúa la paradoja de
2,ls. Lo mismo ocurre con 2,9-11: la adecuación entre ca-
Véase, además, 3,7.8/9.10. minar en la luz = amor fraterno hace inverosímil que este
En virtud de estas observaciones, sostuvo Von Dob- fragmento proceda directamente de concepciones gnósticas
schütz la tesis de que el autor había comentado un modelo dualistas. Por el contrario, en otros lugares hay que contar
que poseía tales proposiciones antitéticas. con motivos gnósticos, como ocurre en la locución de haber
Este principio fue desarrollado ulteriormente por Bult- nacido de Dios. De ahí se sigue que los fragmentos señala-
mann en su análisis de 1 Jn, tratando de hacer un deslinde dos por Bultmann como de una fuente no pueden reducirse
entre una fuente y su elaboración. El pasaje de l,5b-10 a contenido homogéneo. Contienen tradiciones cristianas
estaría formulado en proposiciones antitéticas, las cuales (es decir, que sólo mediatamente son gnósticas), pero tam-
tratan de que la comunión con Dios y el caminar en la luz bién tradiciones dualísticas gnósticas.
(v. 6s), así como la verdad y la confesión de los pecados
Contra los intentos de deslindar fuentes y distinguir así
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202 Evangelio y cartas de Juan Primera carta de Juan 203

entre el modelo y la elaboración se han presentado obje- dándoles un sentido cristiano y procurando demostrar que
ciones basadas tanto en la homogeneidad lingüística de la se habían cumplido en Cristo. No cabe duda de que en
carta como en la estructura del curso de las ideas. Kase- esta teoría hay observaciones atinadas acerca de las tradi-
mann impugnó el análisis hecho por Bultmann de l,5b-2,2: ciones empleadas en 1 Jn (véase infra), pero la construc-
en 2,ls se hace referencia a 1,8-10; pero no con falsa exé- ción como tal no pasa de ser una sospecha sin pruebas.
gesis de un modelo, sino ampliando antitéticamente el cur- En las tradiciones recogidas por 1 Jn tenemos, por un
so de las ideas. En l,8ss se exhorta a que uno no se confíe lado, elementos helenísticos gnósticos, como, por ejemplo,
en brazos de una imaginaria carencia de pecado. Esta exhor- la idea de haber nacido de Dios (3,9), y por otro, existe
tación tiene luego su continuación en 2,1a, donde se amo- herencia judía, la cual muestra sorprendentes paralelos con
nesta a tomar en serio la lucha contra el pecado. Quien se los enunciados de la comunidad de Qumrán. El dualismo,
gloríe de estar sin pecado no será capaz de tomar en serio lo mismo que en Qumrán, no se entiende en sentido físico
esta lucha. Pero ¿qué ocurre en semejante lucha? 2,1b y metafísico, sino en sentido histórico y ético. La luz y las
consuela: para quien sucumba en esta lucha hay un perdo- tinieblas, la verdad y la mentira se hallan frente a frente.
nador: Cristo. Es decir, la advertencia contra la imagina- Ahora bien, hay que dar pruebas de que uno se ha decidido
ción de que uno está sin pecado hace posible exhortar a la por la parte recta. Las series de antítesis establecen separa-
lucha contra el pecado. Ahora bien, esta exégesis echa por ción entre la ortodoxia y la herejía y se hallan formuladas
tierra los criterios de contenido que sirvieran para hacer un en sentencias apodícticas, de manera parecida a las senten-
deslinde entre una fuente y su elaboración ulterior. cias del derecho divino recibido por tradición del Antiguo
Puesto que parece que no es posible valerse de criterios Testamento. Así como la comunidad de Qumrán se aparta
estilísticos para fundamentar el análisis de una fuente, de las gentes de la mentira, así también la carta 1 Jn quiere
Nauck quiso atribuir a un mismo autor no sólo la fuente, separar de la herejía a la comunidad. Con especial énfasis
sino también el comentario de la misma. Se habría com- se citan en 1 Jn las proposiciones cristianas primitivas de
puesto un texto, más antiguo, para rechazar a los gnósticos. confesión de fe y se las interpreta (2,22; 4,15; 5,1-5; etc.).
Y después el autor lo habría refundido de nuevo, en época Así, por ejemplo, se aduce en 4,2 como contenido de la fe
más tardía, a fin de consolidar a las comunidades en la la confesión de que Cristo ha venido en carne, y con ello
época en que éstas se veían amenazadas por herejes. Ahora se traza un marcado frente contra la gnosis.
bien, puesto que en esta teoría se atribuye el modelo y la Como en el Evangelio de Juan (cf. p. 188), Bultmann
elaboración a una misma mano, se renuncia prácticamente sostuvo también —con respecto a 1 Jn— la tesis de que
a deslindar una fuente. la carta había sido reelaborada por una redacción eclesiás-
Por eso podríamos constatar —como resultado de la dis- tica. El redactor habría insertado alusiones a la escatología
cusión— que no puede contarse con fuentes escritas para futura (2,28; 3,2; 4,17) y a la muerte vicaria de Cristo
la carta 1 Jn, sino que más bien el autor recogió y utilizó (1,7.9; 2,2; 4,10b), y con ello habría adecuado las ense-
diversas tradiciones. ñanzas de esta carta con la doctrina cristiana común. Sin
O'Neill ha presentado un nuevo intento de explicación embargo, contra lo que ocurre en el Evangelio de Juan,
de 1 Jn: la primera carta de Juan constaría de doce seccio- estas expresiones se hallan siempre firmemente ancladas
nes diferentes, y cada una de ellas se basaría en un texto en la estructura de las sentencias. El pasaje de 5,13 nos
judío, escrito poéticamente, tal como pudo ser compuesto causa la impresión de que el autor ha llegado al fin: «Me
o utilizado por alguna secta judía de la diáspora, por alguna he propuesto con esta carta que vosotros, los que creéis
secta cuyo pensamiento estuviera influido por la tradición en el Hijo de Dios, estéis ciertos de que tenéis vida eter-
de Qumrán (cf. los Testamentos de los doce Patriarcas). na». El pasaje de 5,14-21 tiene aire de ser una ampliación
El autor de 1 Jn habría reelaborado estos textos judíos secundaria: una ampliación en la que se hace efectivamente
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204 Evangelio y cartas de Juan Primera carta de Juan 205


una síntesis, pero en la que vuelve a surgir una nueva idea, tal suerte que no se hace seguidor suyo sino aquel que
ya que en el v. 16 aparece el concepto del pecado que lleva también «pertenece al mundo». En la confrontación con los
a la muerte. Resulta difícil tomar una firme decisión, pero anticristos (2,18ss; 4,lss) se llevará a cabo la separación
debemos contar con la posibilidad de que 5,14-21 haya sido entre el espíritu del error y el de la verdad (4,6) y se des-
añadido con posterioridad. Por lo demás, la carta, tanto enmascara a los falsos profetas, quedando bien en claro lo
por su lenguaje como por sus ideas, tiene estructura homo- que son.
génea. Cuando hay diferencias de estilo (por ejemplo, en Con la falsa cristología se halla en conexión íntima la
las proposiciones formuladas antitéticamente) estas diferen- ética y la práctica de los herejes. Puesto que los gnósticos
cias están motivadas por el hecho de dar cabida a tradicio- no toman en serio la corporeidad, tienen una cristología
nes anteriores, no por fuentes escritas. de tipo doceta (4,2) y no guardan los mandamientos (2,3s;
di Contra los herejes a quienes se combate en 1 Jn se 5,2s), sobre todo no observan el mandamiento del amor
hacen dos graves acusaciones: su ética es reprobable y su fraterno (2,9-11; 3,10.14s; 4,8.20; 5,2). Ahora bien, des-
cristología es falsa. En contra de la cristología de carácter atender el amor fraterno es tanto como cometer homicidio
docético, se recalca que Cristo vino en la carne (4,2s), por (3,12). El autor de la carta acentúa, por su parte, la unidad
medio del agua y de la sangre (5,6), es decir, en el bautis- de la fe y de la acción. Y, en consonancia, insiste mucho
mo y en la cruz. En Asia Menor, hacia finales del siglo i en las exigencias éticas, a fin de consolidar a las comunida-
y comienzos del siglo n , Cerinto propugnaba una cristología des contra la influencia de los herejes.
doceta, afirmando que «Jesús no había nacido de la Virgen, el No se menciona el nombre del autor. En todo caso,
sino que descendía de José y María y era su hijo, a la ma- tiene que tratarse de una personalidad de gran prestigio.
nera como todos los hombres son hijos de sus padres; sólo Puesto que resalta claramente la proximidad de 1 Jn al
que Jesús había sido más justo y más sabio. Después de su Evangelio de Juan, la tradición eclesiástica antigua identi-
bautismo descendió sobre él —en forma de paloma— el ficó al autor de 1 Jn con el cuarto evangelista.
poder dominador del Cristo, y luego él predicó al Padre Las coincidencias entre 1 Jn y el Evangelio de Juan no
desconocido e hizo milagros, y finalmente el Cristo se ha- sólo se refieren al léxico, sino también al movimiento de
bría separado de Jesús, y Jesús habría sufrido y experimen- las ideas y al estilo. Véase Jn 1,1: «Al principio ya existía
tado la resurrección, mientras que el Cristo —como ser la Palabra»; 1 Jn 1,1: «Lo que existía desde el principio...
espiritual— habría permanecido sin sufrimiento» (Ireneo, hablamos de la Palabra, que es la vida». Tanto en una
Adv. haer. I, 26, 1). Estas aseveraciones muestras rasgos como en otra obra se inculca el amor fraterno (Jn 13,34s;
muy parecidos a los de la herejía que se combate en 1 Jn, 1 Jn 4,20); se enseña que el que cree tiene la vida (Jn 3,
pero no puede identificarse sin más con ella, principalmen- 36; 1 Jn 5,2); que el gozo de los discípulos de Jesús es
te porque no podemos deducir la posición de los adversa- completo (Jn 3,29; 15,11; 16,24; 1 Jn 1,4), y que se ha
rios si no es por la vaga polémica que se entabla contra ganado la victoria sobre el mundo (Jn 16,33; 1 Jn 5,4s), etc.
ellos en la carta. Por eso parece que es obvia, realmente, la suposición de
Por su parte, el autor de 1 Jn desarrolla con toda insis- que ambos escritos deben atribuirse al mismo autor.
tencia la confesión cristológica: Cristo es el Hijo de Dios, Sin embargo, al examinar las cosas más de cerca, apare-
venido en carne (4,2s), murió una muerte expiatoria (1,7; cen también algunas diferencias considerables entre 1 Jn
2,2; 4,10) y es el «Salvador del mundo» (4,14). Con ello y el Evangelio de Juan. Así, por ejemplo, en Jn 1,1.14 el
se rechaza el ataque de los herejes contra la cristología, concepto de «Logos» aparece empleado en sentido absolu-
ataque que es mucho más peligroso porque esos herejes to, mientras que en 1 Jn 1,1 se dice «del Logos, que es la
han brotado en la propia comunidad (2,19). Ahora bien, vida», o bien en 1 Jn 2,14, «el Logos de Dios». En Jn 14-16
su doctrina demuestra que «pertenecen al mundo» (4,5), de el Paráclito se identifica con el Espíritu de la verdad, mien-
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206 Evangelio y cartas de Juan Primera carta de Juan 207

tras que en 1 Jn 2,1 se refiere al Cristo exaltado. En 1 Jn del transcurso del tiempo (Klein). La relación de 1 Jn con
1,3-7 aparece cuatro veces la expresión «estar en comunión el Evangelio de Juan puede compararse generalmente con
con», y, en cambio, en el Evangelio falta por completo tal la relación que existe entre las Cartas Pastorales y las car-
expresión. Por otra parte, en 1 Jn no aparecen conceptos tas auténticas de Pablo, de tal suerte que 1 Jn podríamos
tan importantes como doxa, doxazein, y los términos em- designarla muy bien como una carta pastoral joánica (Con-
pleados en cristología como katabainein-anabainein. El zelmann), que acentúa mucho más intensamente que el
Evangelio, a su vez, no conoce palabras como chrisma (2, cuarto Evangelio la significación de la tradición para la
20.27), sperma (3,9). De los anticristos sólo se habla en vida y acción de la Iglesia (1,1-4).
1 Jn (2,18.22; 4,3; véase 2 Jn 7), pero no en el Evangelio. f) Basándonos en estas reflexiones sobre el problema
Si tenemos en cuenta también el movimiento de las ideas del autor, podemos determinar el luear y tiempo de la
hallamos algunas diferencias no despreciables entre 1 Jn y composición de 1 Jn. La controversia con ios herejes gnós-
el Evangelio de Juan (Dodd): 1) Mientras que en el Evan- ticos podría señalarnos hacia Asia Menor (¡Cerinto!). La
gelio se realza intensamente una escatología presente (3,18; cercanía objetiva que existe con el Evangelio de Juan por
5,24s) y el redactor completa la escatología futura (5,28s; un lado y con las cartas de Ignacio de Antioquía por otro
6,39.40.44.54), vemos que en 1 Jn se describe la expecta- podría hablar en favor de Siria. Pero no es posible decidir
ción de la parusía con expresiones cristianas comunes: «pa- nada con certeza. Habrá que considerar como época de la
rusía» (2,28; véase también 3,2), «día del Juicio» (4,17). composición los comienzos del siglo II. 1 Jn debió de com-
Con ello, 1 Jn se halla más cerca que el Evangelio de la ponerse después del Evangelio de Juan, pero su fecha no
escatología corriente. 2) En 1 Jn las alusiones a la muerte debe fijarse mucho después que la de éste, porque dicha
expiatoria de Cristo no deben atribuirse a un redactor, sino carta es citada ya, probablemente, por Policarpo de Esmir-
al autor mismo (1,7.9; 2,2; 4,10; 5,7s). En cambio, en el na (7,1 como referencia a 1 Jn 4,2; 3,8; etc.) y con segu-
Evangelio el redactor subraya que de la herida del costado
ridad por Justino Mártir (Dial. 123, 9: 1 Jn 3,2).
de Cristo manó sangre y agua y que, por consiguiente, los
sacramentos del bautismo y de la cena se fundan en la g) Un problema especial lo constituye el llamado Com-
muerte de Cristo (19,34b.35). 3) Asimismo, la pneumato- ma lohanneum. En la traducción latina de la Biblia el pa-
logía de 1 Jn se mantiene también dentro del marco de las saje 5,7.8 tiene una redacción ampliada, en la que los con-
ideas cristianas comunes. No existe la idea del Paráclito ceptos de Espíritu, agua y sangre están explicados con las
como Espíritu de la verdad. 4) Mientras .que, según el siguientes palabras: «Quoniam tres sunt, qui lestimonium
Evangelio, el tiempo presente está determinado por la opo- dant in térra, spiritus [et] aqua ct sangiu's, el lii tres unum
sición entre la luz y las tinieblas (l,4s; 3,19-21; 12,35.46), sunt in Christo Iesu. Et tres sunt, qui lestimonium dant in
y se dice que Cristo es la luz del mundo, y que los creyen- coelo, pater, verbum ct spiritus, ct h¡ tres unum sunt».
tes han pasado de las tinieblas a la luz (8,12), vemos que En toda la tradición textual griega sólo cuatro códices mi-
en 1 Jn se contemplan la luz y las tinieblas en sucesión núsculos presentan esta redacción del texto, que falta en
temporal: «Se van disipando las tinieblas y la verdadera todos los demás testimonios griegos. Esta ampliación del
luz brilla ya» (1 Jn 2,8). El enunciado cristológico (Jn 8, texto, que en la Iglesia occidental se consideró como prue-
12) se ha transformado en un enunciado acerca de Dios: ba neotestamentaria de la doctrina de la Trinidad, no es
«Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). Por sino una antigua variante del texto latino: una variante que
consiguiente, 1 Jn presupone el Evangelio de Juan y trans- surgió por la aplicación alegórica de los tres testigos a la
forma su teología, ya que con la calificación escatológica del Trinidad. Hoy día se reconoce umversalmente, y con razón,
tiempo presente, tal como está desarrollada en el Evange- que el «Comma lohanneum» representa una adición secun-
lio, no se había dominado aún suficientemente el problema daria al texto de 1 Jn (véase W. Reich, Beobachtungen
zum Comma lohanneum: ZNW 50 [1959] 61-73).
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Segunda y tercera cartas de Juan 209

5. SEGUNDA Y TERCERA CARTAS DE TTTAN comulgado por la teología de matiz gnóstico defendida por
él. El presbítero, estigmatizado como hereje, se habría
Véase la bibliografía indicada en el número 1. Véase, además, puesto a la defensiva en la carta I I I . Precisamente este
G. Bornkamm, ThW VI, 670-672; R. Bergmeier, Zum Verfasser- presbítero sería no sólo el autor de I I I , sino también de las
problem des II. und III. Johannesbriefes: ZNW 51 (1966) demás cartas joánicas y principalmente del Evangelio de
93-100. Tuan, el cual, por tanto, como hereje excomulgado, sería el
testigo de los escritos joánícos.
a) Contenido. 2 Tn (— II) comienza con un encabeza- Sin embargo, esta construcción no es sostenible. Porque
miento de saludo (1-3); luego viene la parte principal, con ni se dice una palabra de que por la teología sostenida por
una exhortación a observar firmemente los mandamientos, el presbítero se haya llegado al conflicto con Diotrefes ni
principalmente el del amor fraterno, y una advertencia con- se menciona excomunión alguna lanzada por el tal Diotre-
tra los herejes, que niegan la realidad de la encarnación fes. El título de presbítero no se emplea como designación
(4-11). Para terminar, se anuncia la pronta visita del autor de un ministerio en una comunidad local, en la que ese
y se envían saludos (12s). presbítero fuera uno de los ancianos de un colegio presbi-
Después de un breve encabezamiento de saludo (1), ve- teral, sino que el presbítero ejerce un ministerio supra-
mos que en la parte principal de 3 Tn ( = III) se alaba al comunitario, al que Diotrefes opone resistencia en una co-
destinatario por caminar en la verdad y por ser hospitalario munidad local (Bornkamm). Por consiguiente, hay que en-
con los misioneros que van de paso (3-8). Viene a conti- tender el conflicto como un enfrentamiento de derecho
nuación una dura crítica contra Díotrefes, que ambiciona eclesiástico en el plano de una comunidad local. Diotrefes,
el primer puesto y rechaza a los hermanos (9s). En cambio, como dirigente de esa comunidad, no quiere recibir leccio-
se da un buen testimonio de un tal Demetrio ( l i s ) . Al nes de fuera.
final se notifica que el autor ha de llegar pronto y se en- c) Al autor se le designa en ambas cartas como presbí-
vían saludos (13-15). tero. iNo se trata, ciertamente, de una denominación que
b) El ¿notivo v la finalidad se deducen claramente de se le aplique por su edad, sino que es más bien un título
las cartas mismas. Ambas son breves: cada una tendrá la de honor. Puesto que al presbítero se le considera como
extensión de una hoja de papiro. Ahora bien, no se trata garante de la tradición apostólica, parece sugerirse la opi-
de cartas privadas, sino de correspondencia oficial del pres- nión, muchas veces defendida, de que este presbítero se
bítero, dirigida a una comunidad (II) o a una persona par- identificaría con el presbítero Juan del fragmento de Papías
ticular (III). La carta I I va dirigida a la señora elegida (cf. p. 196). Sin embargo, el nombre de Juan no se men-
y a sus hijos. No se trata de una dama venerable, sino que ciona ni en I I ni en I I I . Y, por tanto, esta opinión no pue-
por esta expresión hemos de entender a la comunidad con de considerarse sino como mera sospecha.
sus miembros. Hay que estimularla a observar firmemente Salta a la vista que II y I I I se asemejan mucho por su
los mandamientos y rechazar a los herejes. La carta I I I lenguaje y su contenido a la carta I. La carta II recoge
menciona como destinatario a Gayo. La comunidad a la los dos temas que se estudian constantemente en la carta I:
que él pertenece se ve tiranizada por un tal Diotrefes, que la exhortación al amor fraterno y la advertencia contra los
se rebela contra el presbítero. herejes. Ahora bien, por otro lado existen ciertas diferen-
A este incidente con Diotrefes le dio Kasemann (véase cias con respecto a la carta I. Las cartas I I y I I I se distin-
p. 202) la siguiente interpretación: Diotrefes sería obispo guen de la carta I por el formulario epistolar que en ellas
monárquico y como tal el representante de la dirección se emplea. Las palabras philopróteuein (III 9), phlyarein
oficial de la Iglesia. Habría excomulgado al presbítero, que (III 10), melan (II 12; I I I 13) no aparecen en el Evange-
sería ministro de alguna comunidad local. Y le habría ex- lio de Juan ni en la carta I. Otros conceptos recuerdan más
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210 Evangelio y cartas de ]uan

bien las expresiones sinópticas o incluso paulinas, como VIII


echaren lian (II 4; I I I 3); blepete heautous (II 8); misthon LAS RESTANTES CARTAS
pléré apolabéte (II 8); synergoi ginometha (III 8); ho aga-
DEL NUEVO TESTAMENTO
thopoión (III 11) (Jülicher). El término alétheia no se
emplea en I I y I I I en el mismo sentido en que se utiliza
en I, a saber: como antítesis dualista a pseudos o a plañe, La carta a los Hebreos fue generalmente considerada en
sino que sirve para designar la doctrina recta o la verdadera la Iglesia antigua como carta paulina y, por tanto, ocupó
fe y el verdadero ser cristiano (Bergmeier). en la mayoría de los manuscritos su lugar a continuación
Bultmann no sólo desearía deslindar de la carta I las de las cartas paulinas a las comunidades y antes de las
cartas I I y I I I , sino que querría hacer distinción entre las Cartas Pastorales y de la carta a Flm —en p46 se halla
cartas II y I I I : la forma epistolar de I I no podría ser más entre Rom y 1 Cor—. La carta de Santiago, las dos cartas
que una ficción, en la que el autor habría utilizado tanto de Pedro, las tres de Juan (cf. pp. 199-209) y la de Judas
la carta I como la carta I I I . El final de la carta, v. 12s, reciben el nombre de Cartas Católicas (o universales).
sería una imitación de I I I 13s. Y la designación del autor El número siete de las Cartas Católicas se fue completan-
de la carta con el sencillo nombre de «presbítero» no sería, do a lo largo de la historia hasta el cierre del canon (véanse
seguramente, sino una imitación de I I I 1. (En RGG 3 ve- las siete cartas circulares del Apocalipsis). El reconocimien-
mos, en cambio, que Bultmann ha considerado todavía II to canónico de algunas de ellas fue objeto de discusión du-
y I I I como verdaderas cartas, pero cuyo autor no podía rante bastante tiempo, hasta la decisión de la carta pascual
identificarse con el de I). de Atanasio (cf. p. 26). El título de «católicas», empleado
Por un lado, la breve extensión de I I y I I I no ofrecen por vez primera hacia fines del siglo n por el apologeta
base suficiente para poder emitir un juicio seguro fundado Apolonio para designar una carta (Eusebio, H. E. V, 18,
en apreciaciones estilísticas. Por otro, los argumentos que 5), significa que ese tipo de carta va dirigido a la Iglesia
acabamos de mencionar nos exhortan a ser cautelosos. No universal.
cabe duda de que I I y I I I se aproximan innegablemente Dionisio de Alejandría llama a 1 Jn «la carta católica»
a I, pero de ahí no se sigue absolutamente la identidad de (Eusebio, H. E. VII, 25, 7). Lo hace, evidentemente, por-
autor. Por eso no podremos afirmar sino que I I y I I I na- que en 1 Jn no se menciona ningún destinatario y, por
cieron en la misma escuela teológica que I. tanto, podría uno pensar que esa carta había sido dirigida
d) El lunar -y tiempo de la composición habrá que fijar- a toda la cristiandad. En sentido estricto, esta designación
los en las proximidades de la carta 1, es decir, suponemos no es aplicable a 1 Tn, porque, aunque falta el nombre del
que las cartas se compusieron en Siria —o también en Asia destinatario, se presuponen determinadas circunstancias que
Menor— a comienzos del siglo ri. circunscriben a una comunidad (cf. pp. 204s). Menos aún
podríamos designar como «católicas» a 2-3 Tn/ porque en
cada uno de estos dos casos se indica claramente el desti-
natario (cf. p. 208). 1 Pe se dirige a los cristianos de
Asia Menor, indudablemente un círculo muy amplio de
lectores, pero que todavía no es la ecumene. Lo más apro-
piado sería aplicar el nombre de «católicas» a Sant, que
está dirigida a las doce tribus de la dispersión; a 2 Pe. cu-
yos destinatarios «han obtenido una fe tan preciosa como
la nuestra por la justicia de nuestro Dios y salvador Jesu-
cristo», y a Tds, que va dirigida a «los llamados, que ama
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212 Las restantes cartas del NT Carta a los Hebreos 213

Dios Padre y custodia Jesucristo». Estas indicaciones son ción», la advertencia contra la apostasía, ya que no es po-
de índole tan general, que por ellas se puede entender la sible una segunda penitencia (5,11-6,20; parénesis). A con-
cristiandad entera. tinuación viene el desarrollo de la doctrina de que Jesús es
Eusebio es el primero que habla de las siete Cartas Cató- el verdadero pontífice (7,1-10,18): Jesús es el perfecto sumo
licas (H. E. II, 23, 24s). En Occidente fueron denominadas sacerdote según el orden de Melquisedec (7), Jesús es el
también «epistulae canonicae». porque se trata de escritos sumo sacerdote en el santuario celestial y el mediador de la
que han sido reconocidos umversalmente como apostólicos nueva alianza (8), el sacrificio del sumo sacerdote (9), la in-
y que, por tanto, se han incluido en el canon. Por los ma- suficiencia de los sacrificios del Antiguo Testamento en
nuscritos griegos vemos que en Oriente se asigna casi comparación con el sacrificio de Cristo (10,1-18).
siempre a las Cartas Católicas uX lugar acontinuación in- Después de la parte doctrinal, más extensa, viene el frag-
mediata de Hch, ya que dichas cartósse atribuyeron a los mento parenético más largo, el llamamiento a la fidelidad
Apóstoles primitivos; mientras queNen Occidente las car- con respecto a la fe (10,19-13,17): mantenerse firme en la
tas paulinas suelen ir delante, y luego vienen las siete epís- confesión (10,19-39), homilía sobre la fe (11), instrucciones
tolas católicas. para la comunidad (12,1-29), exhortaciones particulares (13,
1-21) y final (13,22-25).
b) La tarea de determinar cuál es el carácter literario
1. CARTA A LOS HEBREOS de tieb se hace difícil por el hecho de que la carta carece
de introducción y sólo al final hay un epílogo de carta con
A. von Harnack, Probabilia über die Adresse und den Ver- saludos y concisas noticias personales. Queda excluido el
fasser des Hebr.: ZNWu 1 (1900) 16-41; O. Michel, Der Brief que se perdiera un prae-scriptum de carácter introductorio.
an die Hebraer (1936 1966); E. Kasemann, Das wandernde Porque el período de 1,1-4, bien construido literariamente,
Gottesvolk (1939, "1961}; Y. Yadin, The Dead Sea Scrolls and representa indudablemente el comienzo de la carta. La car-
the Epistle to the Hebrews: «Scripta Hierosolymitana» 4 (1958)
36-55; H. Kosmala, Hebraer-lisscner-Christen (1959); E. Graszer, ta a los Heb se señala por su estilo homilético y pretende
Der Glaube itn Hehriicrbricf (1965); G. Theissen, Untersuchun- ser «palabra de exhortación» (13,22). Hace que vayan si-
gen xum Hebriierbricj (1969). guiéndose sucesivamente la instrucción y la parénesis, de
tal suerte que el movimiento de las ideas adquiere su punto
a) ContenidowLa carta a los Heb no se divide en parte culminante en una interpelación directa a los lectores. Por
doctrinal y en parte exhortativa, sino que pn varios lugares consiguiente, en la carta a los Heb se nos han transmitido
contiene una interpelación directa a los lectores en forma fragmentos de predicación cristiana primitiva, puestos por
de parénesis. La primera parte principal describe la ex- escrito para que pudieran leerse en público en las comuni-
celsitud de la revelación de Dios en el Hijo (1,1-4,13): el dades (Michel). La predicación gira en torno a textos del
Hijo como portador de la revelación definitiva (1,1-14), la Antiguo Testamento: Sal 8 en el cap. 2; Sal 95 en los
magnitud de nuestra responsabilidad (2,1-4; parénesis), la caps. 3-4; Sal 110 en el cap. 5 (salmo que vuelve a reco-
humillación temporal del Hijo como condición previa para gerse en el cap. 7); Jr 31 en el cap. 8; Sal 40 en el cap. 10..
el ejercicio de su ministerio pontifical (2,5-18), la elevación El estilo nos recuerda la predicación en las sinagogas hele-
del Hijo incluso por encima de Moisés (3,1-6), la exhorta- nísticas, tal como nos ha sido transmitida por Filón de Ale-
ción a no perder el prometido descanso en Dios (3,7-4,13). jandría o por el libro cuarto de Macabeos. El carácter de
La segunda parte principal trata de Jesús como del ge- predicación nos hace entender el comienzo con el proemio
nuino sumo sacerdote (4,14-10,18): el cumplimiento de las en 1,1-4, así como la interpelación directa a la comunidad
condiciones previas para el ministerio pontifical de Jesús y los rasgos epistolares que se hallan al final. El autor no
(4,14-5,10), la conversión hacia la «Palabra de consuma- escribe un tratado ni un estudio teológico, sino que se diri-
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214 Las restantes cartas del NT Carta a los Hebreos 215

ge más bien a una comunidad determinada, cuyos proble- lectores a quienes iba dirigida esta carta eran judeocristia-
mas conoce, y a la que pretende ayudar con sus exhorta- nos. En favor de esta opinión, que es compartida también
ciones y enseñanzas. hoy día por algunos exegetas, se hace valer el derecho de
En Heb se realza la incomparable magnitud de la reve- que la carta presupone un conocimiento bastante exacto
lación que ha tenido lugar en Cristo. La salvación conse- del Antiguo Testamento, así como del culto sacerdotal en
guida por Cristo se describe en contraste con la Antigua el templo. Puesto que la comunidad de Qumrán, además
Alianza. Los sacrificios y el culto no se presentan desde un del Mesías rey, esperaba también un Mesías sacerdotal, se
punto de vista personal, sino ajustándose exclusivamente ha sostenido recientemente la opinión de que la cristología
al Antiguo Testamento. Y con elio se demuestra que Cristo pontifical de Heb sugeriría que, entre los lectores, existía
es incomparablemente superior a todo ello. Cristo ofreció un grupo de miembros de la comunidad de Qumrán que
el sacrificio válido de una vez para siempre. A continuación habían pasado al cristianismo (Yadin) o un grupo —que
de esta prueba, que se basa en la Escritura, viene la paré- todavía no creía en Jesús— del movimiento religioso naci-
nesis. Los lectores, evidentemente, se hallan en peligro de do de la secta del desierto (Kosmala). Sin embargo, la doc-
parálisis o de apostasía. Por eso se les dice: el que se ha trina del sumo sacerdote apenas muestra rasgos en Heb que
desviado no puede ya hacer penitencia de nuevo; hay un puedan compararse con las ideas de la comunidad de Qum-
arrepentimiento que se lamenta inútilmente (6,4-6; 10,26; rán. Y la forma y el contenido de Heb tienen índole gene-
12,17). La advertencia de que es imposible una segunda ralmente helenística. En efecto, la carta a los Heb no ofre-
penitencia sirve para encarecer a la comunidad que nadie ce ningún punto de apoyo para suponer que tengamos que
apostate y ninguno pierda la «salvación». Cristo ha abier- buscar sus lectores en Palestina o en Jerusalén. Según 6,10,
to el camino, como el «pionero de la salvación» (2,10) que estos lectores han ofrecido frecuentemente ayuda a cristia-
es, como el «precursor» (6,20), el «pionero y consumador nos necesitados, mientras que la comunidad de Jerusalén
de la fe» (12,2); en pos de él tiene que ir el pueblo de Dios -—muy pobre— tenía que aceptar ayuda de otros. Según
en peregrinación (Kásemann). Se exhorta a beneficiarse de 2,3, vemos que los lectores no habían oído a los que habían
la posibilidad inaugurada por la muerte de Cristo y que se sido testigos de la predicación de Jesús: «Esta salvación
ha asimilado por el bautismo y a entrar —con obediencia fue anunciada al principio por el Señor, y los que la escu-
creyente— en el santuario abierto por Cristo, a fin de re- charon nos la confirmaron a nosotros». Esta afirmación no
cibir misericordia y gracia (4,16; 10,19). se ajustaría a la comunidad de Jerusalén, que fue la pri-
c) E,n la introducción de la carta no se indica quiénes mera en la que se predicó el evangelio. En 10,32ss se habla
eran los\ destinatarios. Y no se nos dice porque faltan el de una persecución que los lectores tuvieron que sufrir
saludo inicial y la dirección. Tan sólo con posterioridad se poco después de su conversión. Ahora bien, la comunidad
puso al frente de la carta el título de «a los Hebreos». Con de Jerusalén tuvo que sufrir más de una persecución. Por
ello se pretendió, evidentemente, determinar quiénes eran consiguiente, si quisiéramos ver en los lectores a judeo-
los destinatarios, de manera semejante a como se determi- cristianos habría que buscarlos más bien en alguna locali-
nan en las cartas paulinas. El empleo tipológico y alegórico dad fuera de Palestina. Pero es problemático que los lec-
que se hace del Antiguo Testamento en esta carta influyó tores hayan sido realmente judeocristianos.
en que se escogiera este nombre de «hebreos» como desti- En la exégesis más reciente se sostiene preferentemente
natarios. El epígrafe «a los Hebreos» aparece ya hacia el la opinión de que los lectores de Heb eran paganocristia-
año 200 d. C , primeramente en Panteno (según Eusebio, nos. Cuando en 6,1 se nos dice que se ha recibido instruc-
H. E. VI, 14, 4), luego en Clemente de Alejandría, en el ción sobre el arrepentimiento de las obras muertas y acerca
manuscrito o46 y en Tertuliano. de la fe en Dios, vemos que se mencionan los elementos
En la Iglesia antigua predominaba la idea de que los fundamentales de la misión dirigida a los gentiles. En 9,14
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216 Las restantes cartas del NT Carta a los Hebreos 217
se dice que la sangre de Cristo purificará de obras muertas 1) En favor de la opinión tradicional de que Pablo es
nuestra conciencia, para que rindamos culto al Dios vivo. su autor hablaría en primer lugar el hecho de que el final
Si se tratara de antiguos judíos sería imposible caracterizar de la carta contiene noticias personales, saludos y exhorta-
al pasado precristiano como «obras muertas». Cuando se ciones, lo mismo que las cartas paulinas. Timoteo, a quien
cita prolijamente el Antiguo Testamento y vienen después se menciona en 13,23, se contaba entre los más íntimos
largas explicaciones, no quiere decir necesariamente que se colaboradores del Apóstol. Luego se podría hacer valer el
trate de antiguos judíos (véase, si no, la carta a Gal y Rom). hecho de que la teología de Heb puede compararse en mu-
Porque también los paganocristianos estudiaban la Escritu- chos rasgos con la de Pablo. La Nueva Alianza se funda en
ra y conocían su interpretación. Lo que se expone acerca la muerte expiatoria de Cristo: esa Nueva Alianza que ha
del templo y del culto no presupone jamás un conocimiento venido a sustituir a la Antigua (7,18ss; 8,6ss: 2 Cor 3,6ss).
directo de las circunstancias que existían en Jerusalén, sino Como mediador de la creación, Cristo poseía ya la gloria
que son nociones que se derivan exclusivamente de la Es- divina, aun antes de su encarnación (l,lss: 1 Cor 8,6; Flp
critura. Por consiguiente, los destinatarios debieron de ser 2,6-11). En Heb se anuncia, en orden a la ley cultual, que
paganocristianos, a los que había que poner en guardia con- Cristo es el final de la Ley; en Pablo se anuncia lo mismo,
tra el peligro de apostasía y había que exhortar a perma pero con respecto a la Tora en general.
necer firmes en la confesión de la fe. Sin embargo, mucho más que ciertos rasgos de compara-
¿Dónde habrá que buscar a estos lectores paganocristia- ción pesan las diferencias que hay entre Pablo y Heb. a) El
nos de la carta a los Heb? El epígrafe «a los Hebreos», lenguaje y estilo de Heb son considerablemente diferentes
añadido posteriormente, no puede arrojarnos luz sobre este de los de Pablo. En Heb encontramos 168 «hapaxlegóme-
punto. Hay algunos indicios que señalan hacia Italia, inclu- na» que no tienen paralelos en los demás escritos del Nuevo
so hacia Roma. En la primera carta de Clemente, que se Testamento, y además hallamos 124 palabras que no apare-
compuso en Roma hacia finales del siglo i, se cita ya Heb cen en Pablo. El griego de Heb corresponde al lenguaje
(17,1; 36,2-5) (véase infra). En Heb 13,24 envían saludos elevado. 1,1 comienza con una aliteración artística: poly-
los de Italia. Los cristianos que, como el autor, tienen que meros, polytropos, palai, patrasin, prophétah; en 5,8 vemos
permanecer separados de la comunidad, quieren consolidar un juego de palabras: emathen aph' hon epathen. Mien-
—con los saludos— su vinculación con la comunidad. Por tras Pablo presenta algunas veces anacolutos, es decir, deja
eso podríamos pensar en que algunos cristianos de Italia las frases sin terminar, la carta a los Heb construye las
envían saludos a la comunidad de Roma. La persecución frases de manera regular y bien equilibrada, b) Las cartas
de Nerón pertenece ya al pasado, pero son inminentes nue- paulinas se dividen casi siempre en una parte doctrinal y
vas tribulaciones. otra parenética; en cambio, la carta a los Heb —respon-
d) Quién pudo ser el autor de la carta a los Heb es diendo más bien a la costumbre homilética— se halla entre-
algo que no se nos indica en la carta, bn Úñente. Ja carta verada de parénesis que comienzan por doquier, c) Las
a los Heb se consideró desde antiguo como paulina. En citas tomadas del Antiguo Testamento no se introducen
Occidente fue realmente conocida desde antiguo, pero has- nunca con las fórmulas habituales en Pablo, como «está
ta aproximadamente el año 350 no se la reconoció como escrito», «la Escritura dice», etc., sino que se indica: Dios,
paulina ni se la admitió en el canon. Tan sólo por influen- su Hijo, el Espíritu Santo, alguien dice, etc. El Antiguo
cia de la Iglesia oriental, y entre los años 350 y 400, aceptó Testamento se cita siempre según la versión de los LXX
el Occidente la carta a los Heb como escrito paulino y la y nunca de memoria, d) Según 2,3, el autor se cuenta entre
recibió en el canon. los que han sido instruidos por los testigos auriculares de la
Para averiguar el nombre del desconocido autor pode- predicación de Jesús, es decir, por los discípulos de Jesús.
mos echar mano de las siguientes posibilidades: En cambio, Pablo acentúa su independencia con respecto
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218 Las restantes cartas del NT Corta a los Hebreos 219
a los Apóstoles primitivos de Jerusalén (Gal 1-2). e) Tam- cripción del culto del Antiguo Testamento. Empero, esta
bién en la cristología son considerables las diferencias. El proposición no pasa de ser mera sospecha.
título de «sumo sacerdote» (o «pontífice»), que se atribuye 5) No ocurre otra cosa con la idea que se ha estado
a Cristo, es un título que jamás emplea Pablo. En vez de presentando sin cesar de que Apolo podría ser el autor de
hablar de la resurrección, Heb habla principalmente de la Heb. Como alejandrino que era, Apolo poseía seguramente
ascensión de Cristo, por la cual él llegó a ser sumo sacer- formación retórica y bíblica (Hch 18,24ss; 1 Cor 1,12; 3,
dote. En Heb falta la fórmula «en Cristo», f) Mientras 4ss; 16,12). Pero esto no prueba que Apolo esté detrás de
Pablo habla en Rom 10,4 de Cristo como final de la Ley, las exposiciones de Heb, tan ricas en erudición bíblica.
de tal suerte que la Ley queda excluida de una vez para 6) Finalmente, tan original como fantástica es la pro-
siempre como camino de salvación, la carta a los Heb no puesta de Von Harnack de que el matrimonio Águila y
tiene en cuenta más que las prescripciones cultuales de la Priscila compusieron la carta a los Heb. Por eso el escritor
Ley. No se plantea ya el problema de la significación de —los escritores— hablarían en primera persona de plural.
la Ley para la salvación, porque esta carta entiende la Ley Ahora bien, puesto que el nombre de una mujer como
como un grado inferior de revelación, como un grado que autora suscitaría escándalo, desde muy pronto se habría
ha quedado ya atrás como etapa superada (10,1). g) En hecho desaparecer el prae-scriptum, con el fin de silenciar
Heb no se habla de la iustificatio impii, aunque Hab 2,4 el hecho de que esta carta se debiera a una mujer.
se cita en Heb 10,38. Ninguna de estas hipótesis fue capaz de resolver el enig-
Por este contraste deducimos que Heb ni directa ni in- ma. Jamás averiguaremos, seguramente, el nombre del
directamente puede atribuirse a Pablo (o a un discípulo de autor. Por eso tendremos que resignarnos a repetir la afir-
Pablo). Lutero sintió vivamente la contradicción que había mación de Orígenes de que sólo Dios sabe quién escribió la
con Pablo. Y en su prólogo a la «Biblia de Septiembre», carta a los Pleb. Sin embargo, resalta con toda claridad
del año 1522, declaró clamorosamente que la negativa de la posición teológica del autor, el cual pretende ayudar a la
una segunda penitencia estaba en contradicción con todos segunda generación cristiana en contra de la tentación y de
los Evangelios y cartas de Pablo. Aunque, por lo demás, la fatiga. Y para ello hace un esbozo teológico en el que
admitió que Heb era una epístola maravillosa que hablaba trata de explicar que la fe es, por excelencia, el hecho de
magistralmente y con solidez del sacerdocio de Cristo ba- ser cristiano (Graszer).
sándose en la Escritura. e) La fecha de la composición de Heb puede determi-
2) En Clemente de Alejandría encontramos ya la sos- narse, poco más o menos, de la siguiente manera. La des-
pecha de que Lucas fuera el traductor de una carta escrita cripción del culto del templo no presupone necesariamente,
por Pablo en hebreo (Eusebio. fí. E. VI. 14. 2s). Ahora ni mucho menos, que exista todavía el templo. Porque se
bien, esta opinión no tiene razón de ser, porque la carta a argumenta constantemente a base de la Escritura y no de
los Heb no puede considerarse, ni mucho menos, como tra- la experiencia de un ejercicio de culto. Así que por las dis-
ducción de un texto original hebreo. quisiciones del autor no se puede decidir si la carta fue
3) Orígenes conoció ya la hipótesis de que Clemente escrita antes o después del año 70. Por otro lado, la carta
Romano había escrito la carta a los Heb. En este caso, la a los Heb se conoce ya hacia finales del siglo i. Es verdad
primera carta de Clemente, en la que se cita a Heb (véase que no es indiscutible que en la primera carta de Clemente
supra), y Heb habrían sido escritas por el mismo autor; sin se cite a Heb (véase supra), porque podría tratarse de la
embargo, no existe motivo para esta hipótesis. simple acogida de tradición oral (Theissen). Sin embargo,
4) Desde Tertuliano se considera también que Bernabé las resonancias de formulaciones de Heb son tan intensas,
haya sido el autor. Puesto que Bernabé era un levita de que debe de tratarse de citas directas de Heb. El autor y
Chipre, se creyó que se le podría atribuir la detallada des- los lectores pertenecen a la segunda generación cristiana
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220 Las restantes cartas del NT Carta de Santiago 221


(2,3). Por eso habrá que considerar sobre todo que la fe- filosofía popular helenística y logia protocristianos: todo
cha de su composición tuvo lugar entre los años 80 y ello se ha entretejido en abigarrado ramillete. En la serie
90 d. C. de Jas exhortaciones no se menciona el nombre de Jesu-
cristo sino en dos lugares: al comienzo de la carta (1,1) y
2. CARTA DE SANTIAGO en 2,1. Sin embargo, no está en lo cierto la sospecha ma-
nifestada en algunas ocasiones de que, si quitamos de am-
M. Dibelíus, Der Brief des Jakobus (1921; Dibelius-Greeven, bos lugares el nombre de Jesús, tendríamos un escrito que
"1964); A. Meyer, Das Ratsel des Jakobusbriefes (1930); originalmente sería puramente judío. Porque, en primer
G. Kittel, Der geschichtliche Ort des Jakobusbriefes: ZNW 41 lugar, la exposición que se hace en 2,14-26 sobre la relación
(1942) 71-105; id., Der Jakobusbrief und die apostolischen entre la fe y las obras no se entendería desde un presupues-
Valer: ZNW 43 (1950-51) 55-112; E. Lohse, Glaube und Wer- to meramente judío. Por el contrario, plantea el desarrollo
ke. Zur Theologie des Jakobusbriefes: ZNW 48 (1957) 1-22. de la discusión en el plano de la teología paulina (véase
infra, p. 224)._ Además, en muchos lugares de Sant halla-
a) Contenido. La carta de Sant contiene, en sucesión mos resonancia's y puntos de contacto con palabras de Jesús
no muy coherente, sabiduría proverbial y parénesis: saludo que se han transmitido también en la tradición sinóptica
introductorio (1,1), acerca de las tentaciones (1,2-18), acer- (cf. infra, pp. 222s). Por consiguiente, la carta de Sant
ca del oír y del obrar (1,19-27), el respeto a las personas es, claramente, u n escrito cristiano que emplea, no obstan-
(2,1-13), la fe y las obras (2,14-26), el peligro de juzgarse te, en gran escala tradición parenética de origen judío y
maestro y el poder de la lengua (3,1-12), contra la manía helenístico.
de disputar (3,13-4,12), contra los comerciantes de sentir El problema acerca de los elementos de tradición judía
mundano y contra los ricos (4,13-5,6), palabras de consuelo en Sant trató de resolverlo A. Meyer lanzando la hipótesis
y exhortación (5,7-12), normas para diversas situaciones de que Sant había sido la refundición de un escrito básico
de la vida (5,13-20). judío; un «testamento de Jacob», en el que el Patriarca
b) La índole literaria de Sant está caracterizada por la habría transmitido un legado a cada uno de sus doce hijos
parénesis que otrece (. l Jit-ioiiiis). i\n 1,1 se comienza con un (véase Gn 49). El nombre de Santiago (Iákobos), en 1,1,
saludo, pero al final no hallamos ninguna terminación epis- habría significado originalmente Jacob (lakob). Y luego
tolar. En Sant se dirige la palabra a las doce tribus de la vendrían, como podríamos ver por relaciones alegóricas,
dispersión (1,1). Puesto que en la parénesis no se dilucidan alusiones sucesivas, primeramente a Isaac ( = chara: 1,2),
cuestiones específicamente judías, sino que únicamente se Rebeca (hypomone: 1,4) y a las luchas y tentaciones de
desarrollan normas de conducta general, vemos que, evi- Jacob (l,12ss). A partir de 1,18 se interpelaría a los hijos
dentemente, los destinatarios no son judíos, sino cristianos de Jacob: Rubén (aparché: 1,18), Simeón (akouein: 1,19),
que viven como el Israel de Dios en el mundo. El saludo Leví (thréskeia: 1,21), ate. Las alusiones que se harían a
inicial chairein está enlazado con el versículo siguiente por Jacob y a sus hijos podrían parecer discutibles en algunos
la asociación con una palabra clave (charan: v. 2). Por lugares, pero se repiten vigorosamente con bastante fre-
consiguiente, la introducción epistolar se ha puesto al prin- cuencia, como ocurre, por ejemplo, en la argumentación
cipio de esta carta a fin de caracterizar a Sant como carta de 2,14-26, cuando se dice que la fe sin obras es muerta,
circular dirigida a toda la cristiandad. y se alude de manera alegórica a la esterilidad de Raquel.
En las instrucciones que se dan para el comportamiento Según Meyer, este escrito básico judío habría sido reela-
de los cristianos en el mundo se han recogido con gran borado en época pospaulina.' Ahora bien, el alto grado de
abundancia elementos de la tradición. Sabiduría judía y artificiosas alegorías que, según esta teoría, constituyen el
veterotestamentaria, tradición proverbial, sentencias de la fondo de Sant, suscita la objeción de por qué la sencilla
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222 Las restantes cartas del NT Carta de Santiago 223

parénesis iba a estar revestida de una forma tan difícil de igual que Jesús prohibió a sus discípulos el juramento, en
entender. Por eso no nos convence la sospecha de que se Sant se prohibe también a los cristianos y se les manda que
trata aquí de un testamento judío. Pero una cosa hay acer- su «sí» sea «sí» y «no» su «no» (Mt 5,34-37; Sant 5,12).
tada en esta teoría: que en Sant se recogen muchos elemen- La promesa cierta de que la oración será escuchada la en-
tos de tradición judía. contramos en labios de Jesús (Mt 7,7) y en Sant 1,5. El
Los paralelos más cercanos con la carta de Sant los en- Sermón de la Montaña termina con la exhortación encare-
contramos —dentro del Nuevo Testamento— en las seccio- cida a cumplir las palabras de Jesús (Mt 7,24-27); en Sant
nes parenéticas de las cartas paulinas (1 Tes 4,1-12; Rom 1,22 se nos dice: «Llevad a la práctica el mensaje y no os
12-13; Col 3-4) y en el Sermón de la Montaña o en el dis- inventéis razones para escuchar y nada más». Jesús y Sant
curso del llano, por lo que a los Evangelios se refiere. La prohiben de la manera más rigurosa juzgar al hermano (Mt
parénesis de estos fragmentos y de Sant se caracteriza por 7,ls; Sant 4,lis). Estos puntos de contacto, de los que
las notas típicas de este género literario (Dibelras): 1) El podrían seguir aduciéndose muchísimos más, no son fórmu-
eclecticismo. Se hallan entretejidas sentencias de origen las que por casualidad tengan un tenor parecido, sino que
diverso —judío, helenístico, cristiano primitivo—, senten- la parénesis de Sant acogió conscientemente palabras del
cias que han sido muy escasamente «cristianizadas» o no Señor. Además, la distinta redacción de las sentencias de-
lo han sido en absoluto. 2) Falta conexión. Los diversos muestra que no existe ninguna relación de dependencia
fragmentos no se hallan enlazados, en la mayoría de los literaria, sino que tradiciones parenéticas, transmitidas oral-
casos, sino muy débilmente, a veces por la simple alinea- mente, fueron recogidas en el Sermón de la Montaña o en
ción de las palabras clave, como ocurre, por ejemplo, en el discurso del llano por un lado y en la carta de Sant por
chairein-charan: 1,1.2; leipomenoi-leipetai: 1,4.5; diakrino- otro, constituyendo en ambos casos conjuntos a la manera
menos dos veces: 1,6; peirasmon-peirazomenos: 1,12.13; de catecismos.
thréskeia dos veces: 1,26.27; etc. 3) Puesto que el orden Existen bastantes paralelos entre Sant y las secciones pa-
no ha seguido más que criterios de forma y no de conteni- renéticas de la restante literatura epistolar. Veamos un
do, vemos que el mismo motivo reaparece con frecuencia ejemplo: Pablo ofrece en Rom 5,3-5 un sorites o raciocinio
en distintos lugares. En 1,21 y 3,13ss se exhorta a la man- en cadena: «Estamos orgullosos también de las dificultades,
sedumbre; en 1,26 y en 3,3ss se hace una advertencia con- sabiendo que» —y ahora viene la cadena de conceptos—•
tra los pecados de la lengua; en 1,2-4.12 y en 5,7ss se «que la dificultad (thlipsis) produce entereza (hypomoné),
anima a permanecer firmes en medio del sufrimiento; en la entereza calidad (dokimé) y la calidad esperanza (clpis)».
l,9ss; 2,lss y 5,7ss se habla contra los ricos. 4) Falta una El punto culminante se alcanza con la esperanza, que re-
determinada situación. El elemento parenético tiene validez presenta el fruto más hermoso que puede conseguirse en
y aplicación en todo tiempo. Por eso la polémica contra los las «dificultades». Una cadena parecida la encontramos en
ricos no nos permite sacar conclusión alguna retrospectiva 1 Pe 1,6-7: «Por eso saltáis de gozo, si hace falta ahora
sobre la situación de una comunidad determinada. sufrir por algún tiempo diversas pruebas (peirasmois poi-
c) El lunar teológico de Sant podemos determinarlo con kilois); de esa manera los quilates (to dokimion) de vuestra
bastante precisión si comparamos esta carta con enuncia- fe resultan más preciosos que el oro perecedero que, sin
dos paralelos que se hallan en otros escritos del Nuevo Tes- embargo, se aquilata a fuego y alcanzará premio, gloria y
tamento. En primer lugar, nos llama la atención hallar bas- honor cuando se revele Jesucristo». Aquí, pues, se dice:
tantes puntos de contacto con palabras del Señor de los en las pruebas que los cristianos tienen que padecer es
Evangelios sinópticos. Ahora bien, estas palabras no se in- donde se demuestra la autenticidad de su fe. Sant 1,2-4
troducen ni se citan en ninguna parte, sino que están entre- ofrece una cadena de ideas que se halla muy cerca de Rom
tejidas sencillamente con la trama de las exhortaciones. Al 5 y 1 Pe 1. Se hace a los lectores la siguiente exhortación:
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Carta de Santiago 225


224 Las restantes cartas del NT

«Teneos por muy dichosos, hermanos míos, cuando os veáis época muy temprana (Hch 12,2). Con esto se nos plantea
asediados por pruebas de todo género (poikilois peiras- el problema de si Santiago, el hermano del Señor, compuso
mois), sabiendo que esa prueba de toque (to dokimion) la carta. En el Nuevo Testamento se cuenta que el resuci-
de vuestra fe engendra constancia (hypomonén katergaze- tado se le apareció (1 Cor 15,7) y que él se adhirió luego
tai). Que la constancia acabe su obra, para que seáis hom- a la comunidad primitiva (Hch 1,14) y más adelante se
bres logrados y cabales, sin deficiencia alguna». Lo mismo hizo cargo de la dirección de la misma (Gal 2,1-10). En
que en Rom 5, se habla de la hypomoné como fruto de las Hegesipo se nos ha transmitido la noticia de que Santiago
tentaciones, al igual que de su fuerza preservativa. Ahora gozaba de gran prestigio, incluso entre los judíos, y que
bien, mientras Pablo utiliza el concepto de thlipseis, vemos finalmente fue condenado a muerte por el sumo sacerdote
que 1 Pe emplea juntamente con Sant el término de poiki- Anas y lapidado (Eusebio, H. E. II, 23, 4ss). La tesis de
loi peirasmoi. 1 Pe, al emplear este término, piensa en la que este Santiago fue efectivamente el autor de nuestra car-
situación de persecución; en cambio, Sant se refiere a las ta —aunque con la participación de un secretario (a pro-
fatigas y tribulaciones cotidianas que hacen suspirar al cris- pósito de la tesis del secretario, cf. pp. 51s)— fue de-
tiano. Ahora bien, el cristiano debe aceptar tales dificulta- fendida principalmente por Kittel con los siguientes argu-
des, porque con ellas se consolida la hypomoné, y ésta pro- mentos: 1) La sencilla denominación que el autor hace de
ducirá los valiosísimos frutos de la perfección y de irrepro- sí mismo como siervo de Dios y del Señor habla en favor
chable conducta. Por consiguiente, la comparación de Sant de la antigüedad de la iglesia en la que Santiago ejercía la
1,2-4 con Rom 3,3-5 y 1 Pe l,6s muestra que los conceptos función de dirigente de la comunidad primitiva. 2) De este
y asociaciones de conceptos proceden, en los tres casos, de puesto suyo se derivaría el derecho a escribir una carta a
la tradición oral. Pero Sant ha puesto el elemento tradi- las doce tribus en la diáspora. 3) Los numerosos puntos de
cional bajo la idea directriz de la perfección a que el cris- contacto con palabras del Señor señalaban cercanía con
tiano debe aspirar. respecto al Jesús histórico. 4) En la carta se patentizaría
La sección 2,14-26 se destaca de entre la guirnalda de la tradición palestinense, por ejemplo, en 1,5.17, etc., cir-
instrucciones y aparece como argumentación de síntesis para cunscribiendo el nombre de Dios por medio del empleo de
fundamentar teológicamente la parénesis. Se desarrolla la la voz pasiva. Kittel se inclinaría a fijar la fecha de su
tesis de que la fe sin obras no puede salvar, desarrollándola composición aun antes del Concilio de los Apóstoles, es
en confrontación con ideas que flotaban en el ambiente, decir, antes del año 48. En tal caso, la polémica de 2,14-26
detrás de las cuales se halló originalmente, con seguridad, no iría dirigida contra las cartas paulinas principales, que
la teología paulina. Sin embargo, en esas ideas no se recoge todavía no se habían escrito, sino contra rumores y noti-
el concepto paulino de la pistis ni se trata de la cuestión cias que habían llegado a oídos del autor.
decisiva acerca de la Ley. No se argumenta, pues, sobre la No obstante, estos argumentos no convencen: 1) La auto-
base de un conocimiento exacto de la teología paulina, sino denominación de «servidor» nada dice en lo que a la fecha
que únicamente se descartan malentendidos que se deriva-
se refiere. 2) Con el nombre de las doce tribus no se dirige
ron de consignas paulinas. Y se hace para realzar la coope-
la palabra únicamente a los judeocristianos, sino a todos
ración que debe existir entre la fe y las obras y que ha de
conducir a la meta de la perfección. los cristianos. 3) Hasta muy entrado el siglo n existió tra-
dición oral de palabras del Señor, principalmente en con-
d) Como nombre del autor se menciona en 1,1: «San- textos parenéticos (la Didajé). 4) Además de tradición pa-
tiago, servidor de JJios y del Señor Jesucristo». Puesto que lestinense, que indudablemente existe, se han recogido
estas palabras se refieren a una personalidad de gran pres- también tradiciones helenísticas procedentes de la diatriba
tigio, no puede tratarse sino de Santiago, el hermano del entre cínicos y estoicos (por ejemplo, en 3,2-4). Una data-
Señor. Porque Santiago, el hijo del Zebedeo, pereció en ción muy temprana -—antes incluso que las cartas pauli-
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226 Las restantes cartas del NT Primera carta de Pedro 227

ñas— es algo que no se puede mantener si tenemos en mundo cristiano se le puso como autor el nombre de San-
cuenta 2,14-26 (véase infra). tiago, hermano del Señor, que había gozado de gran presti-
La composición de la carta por Santiago, el hermano del gio entre cristianos y judíos y que se había esforzado como
Señor, se excluye por las siguientes razones: 1) El lenguaje ningún otro por alcanzar y realizar la meta a la que se
y el estilo nos permiten reconocer un griego sorprendente- aspiraba, la perfección cristiana que reconoce a Dios como
mente bueno, propio de la koiné más culta. En muchos justicia.
lugares aparecen incluso juegos de palabras; por ejemplo: e) Como época de la composición habrá que señalar el
phainomené-anaphanizomené: 4,14; diekrithéte-kritai: 2,4; rinal del siglo i, ya que quedan bastante atrás los años de
adiakritos-anypokritos: 3,17; chairein-charan: l , l s ; ergon- la actividad del apóstol Pablo. La índole de la parénesis
argé: 2,20. Repetidas veces se emplea la aliteración: pei- de Sant, que no hace referencia a circunstancias concretas,
rasmois peripeséte poikilois: 1,2; mikron melos-megala: sino que ofrece normas de conducta con validez en todos
3,5. En 1,14 hallamos rima: exelkomenos kai deleazomenos, los tiempos, no nos permite sacar ninguna conclusión re-
en 1,17 encontramos un hexámetro (¿debido quizá a la ca- trospectiva sobre el lugar de la composición.
sualidad?). La influencia de los LXX explica los hebraís-
mos que aparecen a veces; por ejemplo: poiein eleos: 2,13;
potetes logou: 1,22; potetes nomou: 4,11; prosopon tés 3. PRIMERA CARTA DE PEDRO
geneseos: 1,23, o bien el empleo de sustantivos en sustitu-
ción de adjetivos: akroatés epilésmonés: 1,25; he euché tés R. Perdelwitz, Die Mysterienreligion utid das Problem des
I. Petrusbriefes3 (1911); E. G. Selwyn, The First Epistle of
písteos: 5,15; etc. En cambio, no se emplean aramaísmos: St. Peter (1946, 1949); F. C. Cross, I Peter. A Pascbal Liturgy
prueba de que el lenguaje de Sant es griego culto que ha (1954); E. Lohse, Paranese und Kerygma im 1. Petrusbrief:
experimentado la influencia de los giros bíblicos de la ver- ZNW 45 (1954) 68-89; C. F. D. Moule, The Nature and Pur-
sión de los LXX. El ropaje enteramente helenístico de la góse of I Peter: NTS 3 (1956-57) 1-11; M.-E. Boismard, Une
carta de Sant se opone a la hipótesis de que Santiago, el Liturgie Baptismale dans la Prima Petri: RB 63 (1956) 182-208;
hermano del Señor —o también un secretario que le ayu- 64 (1957) 161-183.
dase—, hubiera compuesto la carta. 2) La relación con la
teología paulina, tal como podemos deducirla de las decla- a) Contenido. Al saludo inicial (1,1-2) sigue una ala-
raciones que se hacen en 2,14-26, no deben considerarse banza (l,í-í¿). Luego se exhorta en una primera sección
como una polémica reciente del hermano del Señor contra a llevar una conducta digna, porque la redención por Cris-
las noticias que le llegasen acerca de la incipiente actividad to ha tenido ya lugar (1,13-2,10).
de Pablo, sino que de lo que se trata en la carta de Sant es Vienen luego exhortaciones relativas al comportamiento
de corregir y poner en claro algunas falsas conclusiones de los cristianos en los diversos estados: exhortaciones que
que se habían deducido injustamente de la teología pauli- se desarrollan siguiendo la forma de una prolija amonesta-
na. La época de Pablo queda ya muy atrás. Y se ha olvi- ción familiar (2,11-3,12). A continuación se describe cuál
dado la lucha acerca del final o de la vigencia de la Ley. debe ser el recto comportamiento de los cristianos en me-
Más bien lo que ocurre es que se habla despreocupadamen- dio del sufrimiento y se señalan como modelo los sufri-
te de la ley de la libertad (1,25; 2,12) como de la nova lex mientos de Cristo (3,13-4,11).
de la comunidad cristiana. Finalmente, en un nuevo curso de ideas vuelve a hablar-
Por lo que sugiere Sant 3,1, el desconocido autor a quien se del sufrimiento de los cristianos (4,12-5,11). Un breve
se cita por su nombre debió de ser un maestro que reunió epílogo le sirve de final (5,12-14).
la tradición parenética y la compiló en un manualito de ins- b) Se indica como destinatarios de la car(a a los que
trucciones éticas (Lohse). A esta carta dirigida a todo el viven como extranjeros en la dispersión: en el Ponto, Ga-
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228 Las restantes cartas del NT Primera carta de Pedro 229

lacia, Capadocia, Asia y Bitinia (1,1). Es verdad que las portamiento del cristiano en el sufrimiento. Ahora bien,
denominaciones de «emigrantes dispersos» y «diáspora» las exhortaciones tienen siempre ante la vista la situación
podrían sugerir la hipótesis de que se trataba de judeo- de padecimiento en que se hallan los cristianos y están
cristianos. Ahora bien, por «diáspora» (o «dispersión») cimentadas por la referencia al ejemplo del sufrimiento
puede entenderse también la vida de los cristianos en me- paciente de Cristo (2,18-25; 3,18-22), ejemplo que hay que
dio del mundo, que no es la patria del pueblo de Dios seguir para llegar por medio del sufrimiento hasta la gloria.
(véase Sant 1,1). El abundante uso del Antiguo Testamento d), Se ha planteado de diversas maneras la tesis de si
a lo largo de la carta no nos obliga necesariamente a dedu- en 1 Pe se ha elaborado un modelo. Perdelwitz lanzó la
cir que los lectores debían de ser judeocristianos. Más bien tesis de que 1 Pe se basa en i , > 4 , I I , en un sermón bau-
algunos enunciados muestran con claridad que la carta va tismal de los albores del cristianismo (véase la referencia
dirigida a paganocristianos. El pasado precristiano de estas al bautismo en 1,3.23; 2,ls). Este discurso bautismal se
personas estuvo determinado por «codicias» que les domi- habría ampliado luego con una introducción epistolar ( 1 ,
naban «en la ignorancia» (1,14). Esto no habría podido ls) y un apéndice un tanto largo (4,12-5,14). Mientras que
decirse de judíos, como tampoco se habría podido afirmar en el discurso bautismal no se hablaría del sufrimiento sino
de ellos que habían sido rescatados de la conducta heredada hipotéticamente, a partir de 4,12 adquiere el sufrimiento
de sus padres (1,18). Los lectores habían sido antaño ove- el carácter primordial. Esta opinión ha encontrado bastante
jas extraviadas (2,25). Y a las mujeres de la comunidad se aceptación y hasta se ha desarrollado con nuevos matices.
les dice que se habían convertido en hijas de Sara (3,6). Unas veces se ha pensado en una homilía bautismal; otras
Finalmente, se indica a la comunidad que, durante largo en la celebración del bautismo; otras, finalmente, en una
tiempo, en época ya pasada, se había obrado según el sentir liturgia pascual. La relación con la Pascua no sólo quedaría
de los paganos, practicando, entre otras cosas, la idolatría marcada, según Cross, por la designación de Cristo como
(4,3s): un reproche que, en ninguna circunstancia, podría cordero (l,18s), sino también por la resonancia de pascha
haberse hecho a lectores procedentes del judaismo. Por en paschein, por el recurso repetido a la tradición del Éxo-
consiguiente, los lectores son paganocristianos que viven do (1,13: Ex 12,11; 2,9s: Ex 19,4ss) y el empleo de mate-
en el ámbito del antiguo territorio paulino de misión. rial catequético para la instrucción. Sin embargo, en 1 Pe
c) El motivo y finalidad de la carta se mencionan cla- no hay, de hecho, indicios que permitan concluir retrospec-
ramentc al tinai: «Xo quería exhortaros y confirmaros que tivamente que esta carta fue antes una homilía pascual,
ésta es la verdadera gracia de Dios: apoyaos en ella» (5,12). tanto más que el término «Pascua» ni siquiera aparece en
Se trata, pues, de una carta de aliento y exhortación que ella.
pretende consolidar a los lectores ante los sufrimientos que Tampoco convencen los repetidos intentos por conver-
pesan sobre ellos. Las persecuciones, evidentemente, no tirla en una liturgia bautismal (Boismard). Las alusiones
dimanan de las autoridades estatales, sino de la población al bautismo y a la regeneración se limitan esencialmente a
pagana. Se calumnia a los cristianos, se les afrenta y se les la sección 1,3-2,10. En las cartas paulinas se hace referen-
lleva ante los tribunales (2,12.15; 3,14ss; 4,12ss). Se les cia frecuentemente también al bautismo, a fin de cimentar
reprocha que no participen ya en las andanzas paganas el imperativo de la parénesis en el indicativo de la promesa
(4,3ss). Deben procurar los cristianos no atraer sobre sí de salvación. Además, el tema general de la carta no es el
padecimientos por delitos propios. Tan sólo el sufrimiento bautismo, sino el sufrimiento del cristiano, y esto no sólo
por amor de Cristo puede recibirse con buena conciencia. a partir de 4,12, sino desde el principio (véase especial-
En su parénesis utiliza 1 Pe en gran escala elementos cate- mente 2,18-25; 3,13-22; 4,12ss). Por eso no es sostenible
quéticos, incluso aquellos elementos que —como los con- la teoría de que 1 Pe represente la ampliación de un ser-
sejos familiares— no tienen relación inmediata con el com- món bautismal protocristiano. Y no es defendible esta
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230 Las restantes cartas del NT 'Primera carta de Pedro 231

teoría tanto por el contenido de la carta como por el mate- caracterizada por el hecho de darse cabida a elementos de
rial que en ella se emplea. Tampoco puede convencernos tradición de diversa índole: parénesis, expresiones formu-
el intento de descomponer 1 Pe en dos cartas distintas: larias, confesiones de fe, himnos. Por consiguiente, la carta
2,11-4,11; 5,12-14 y también 1,10-2,10; 4,12-5,11, cartas no está en los orígenes de la tradición cristiana primitiva,
que luego se habrían compuesto en una sola gracias a la sino que presupone tales orígenes. 3) El lenguaje y el estilo
intervención de un redactor (Moule). de la carta se hallan expresados en una koiné fluida; en
En 1 Pe se han empleado más bien en gran escala ele- 3,14.17 se emplea incluso el optativo, que había caído en
mentos de tradición transmitidos oralmente (Selwyn, Loh- desuso en el griego helenístico. 4) En 1 Pe reconocemos
se), como vemos claramente, entre otras cosas, por las re- claramente en bastantes lugares relaciones con la teología
comendaciones familiares (2,13-3,12). En la parénesis se paulina. Así, por ejemplo, fuera del corpus paulinum no
han recogido citas del Antiguo Testamento, proverbios ju- se halla sino en 1 Pe la expresión «en Cristo» (3,16; 5,
díos y también expresiones procedentes de la filosofía 10.14); el concepto de «gracia» (charisma) (4,10) recuerda
popular helenística. Por tanto, la carta no nació de uno o el empleo paulino que se hace del mismo, y tanto en Pablo
varios modelos, ni de una homilía, ni de una liturgia, sino como en 1 Pe encontramos el verbo kalein en la significa-
que diversas tradiciones se han subordinado al tema del ción de «llamar» (a una vocación). Estos puntos de contacto
sufrimiento de los cristianos. La parénesis se ve asociada no indican dependencia literaria, sino que se explican más
con formulaciones kerigmáticas de credos e himnos proto- bien por la pervivencia de la tradición de la escuela pau-
cristíanos, de tal suerte que se pone en estrecha relación lina, tradición que, pasando por las deuteropaulinas, encon-
el sufrimiento del cristiano con el de Cristo (l,18s; 2, tramos también en escritos como 1 Pe y la primera carta
21-25; 3,18-22). Con esto adquiere la parénesis su verda- de Clemente. 5) La situación de las comunidades presupo-
dera fundamentación. Porque por las llagas de Cristo se ne que ha pasado ya la época paulina.
produjo la curación, de suerte que los creyentes han que- Para dilucidar la cuestión del autor hay que tener en
dado libertados para la nueva vida (2,24). El sufrimiento cuenta la observación que se hace en 5,12: «Por mano de
de los cristianos se comprende como una participación en Silvano, hermano de toda confianza —que por tal lo ten-
los sufrimientos de Cristo (4,13). Por eso reina el gozo en go—, os escribo esta breve carta». Esto podría significar
medio de las comunidades perseguidas (l,6s; 4,13s). Pero que Pedro la había dictado a Silvano (cf. Rom 16,22). Pero
al mismo tiempo hay que tomar doblemente en serio la sería extraño que Pedro hubiera ido dictando palabra por
obligación de observar una conducta santa. palabra una carta redactada en buen griego de la koiné.
e) Como autor de la carta se señala a «Pedro, apóstol ¿O tal vez el versículo quiere decirnos que Silvano había
de Jesucristo» (.1,1 J, a quien (en 5,1) se le llama también servido de secretario a Pedro, recibiendo de éste las direc-
«responsable y testigo de la pasión de Cristo». Puesto que trices generales de la carta y redactándolas después con un
la ciudad de Babilonia —de acuerdo con la tradición apo- desarrollo en griego correcto? (Selwyn). Ahora bien, las
calíptica— sirve como clave para designar a Roma, la carta dificultades fundamentales contra la hipótesis del secretario
pretende que se la entienda como una misiva enviada por tienen validez aquí también (cf. pp. 51s). Apoyándose
el Apóstol-Roca desde la capital del mundo. Sin embargo, en esta hipótesis, no se puede probar tampoco que el após-
surgen graves objeciones contra la suposición de que el tol Pedro haya sido, indirectamente, el autor de la carta. Lo
apóstol Pedro fuera efectivamente el autor de la carta: impiden las consideraciones que antes hemos hecho. Parece
1) Fuera de lo que se dice en 5,1 no encontramos ninguna más bien que la alusión a Silvano debió de hacerla el autor
clase de referencia a que el autor haya sido personalmente anónimo de 1 Pe para dar a comprender la cercanía que
discípulo de Jesús; falta cualquier alusión a la actividad existe con respecto a la teología paulina. Porque si un an-
o a las palabras del Señor. 2) En vez de eso, la carta está tiguo colaborador de Pablo (1 Tes 1,1; 2 Tes 1,1; 2 Cor
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Carta de Judas 233


232 Las restantes cartas del NT
h) La ocasión que hizo que se escribiera Jds fue la de
1,19; Hch 15,22ss) se ponía ahora a ayudar a Pedro, no 'salir ai paso a los herejes, que no se han separado todavía
parecería extraño que hubiera resonancias de expresiones de las comunidades (22s), sino que toman parte en los
paulinas. Por lo demás, las observaciones finales de 1 Pe ágapes (12). Pretenden ser «pneumáticos» (espirituales),
no nos dan a conocer sobre Pedro nada más que lo que ya pero en realidad son «psíquicos» (de pensamientos terre-
conocíamos. Pedro se encontraba en Roma y Marcos estaba nos) (19). Esta distinción muestra que se trata de gnósticos.
a su lado (cf. p. 148). Niegan al único soberano y señor Jesucristo (4), hacen
f) A propósito de la fecha v lugar de la composición alarde de tener ensueños y revelaciones (8) y llevan vida
podremos afirmar lo siguiente, para terminar: un cristiano licenciosa y desenfrenada (4,lls.l6.18s). Para fortalecer a
desconocido, hacía finales del siglo i, y utilizando diversos los lectores contra esta herejía gnóstica, se señalan ejemplos
elementos de tradición, escribió una carta de consuelo a aleccionadores tomados del Antiguo Testamento (5-7). Se
los cristianos de Asia Menor, que estaban sufriendo. Enca- dice que sobre esta herejía caerá el juicio que cayó sobre
bezó la carta (que tiene claras influencias de teología pau- Caín, sobre Balaán y sobre los que perecieron en la rebe-
lina) con el nombre de Pedro, expresando con ello el hecho lión de Coré (11). Y se recuerda cómo en otros tiempos
de que, según la interpretación formada en la Iglesia hacia Henoc profetizó el castigo que había de caer sobre los pe-
finales del siglo i, habían enseñado unánimemente en el cadores (14s). Aunque no podemos determinar exactamente
mundo entero el único evangelio y lo habían confirmado quiénes eran esos herejes gnósticos, sin embargo, resaltan
en medio del sufrimiento (véase Hch, 1 Clem 5). Como con claridad los rasgos fundamentales de sus enseñanzas:
lugar de la composición, y basándonos en la alusión que herejía cristológica y libertinismo moral.
se hace en 5,13, podríamos señalar la ciudad de Roma.
La carta se halla atestiguada en época ya temprana; el c) Como autor de Jds se menciona a «Judas, siervo de
autor de 2 Pe llama expresamente a su carta «la segunda Jesucristo y hermano de Santiago» (1). Esto significa que
carta» (3,1), y con ello demuestra que conoce ya 1 Pe. se trataría de Judas, el hermano del prestigioso hermano
del Señor (cf. Me 6,3; Mt 13,55). Hegesipo nos ha trans-
mitido que hacía finales del gobierno del emperador Do-
4. SI'.tniNDA CARTA DI'. I'HOTO Y CARTA DE TUDAS
miciano dos nietos de Judas, el hermano del Señor, cayeron
en sospecha de ser davídidas, fueron interrogados personal-
E. Kásemann, Bine Apologic dcr tirchristlichen Eschatologie mente por el Emperador y puestos de nuevo en libertad,
(1952), en Exegetischc Versuchc und licsinnungen I (61970) como personas no peligrosas. Habrían sido luego presiden-
135-157. tes de comunidades y habrían vivido hasta los tiempos de
Trajano (Eusebio, H. E. I I I , 20, 1-7). Judas, el hermano
1. Carta de ludas del Señor, que vivió probablemente en Palestina, ¿pudo
ser el autor de la carta de Jds?
a) Contenido. La carta de Jds comienza con una direc- Contra esta hipótesis hablan, en primer lugar, las obje-
ción de carácter general y que tiene como destinatarios a ciones que ya pusimos contra la idea de que Santiago fuera
todos los cristianos (ls). Termina con una doxología (24s). el autor de Sant. Por otra parte, resalta claramente de la
En la parte principal se hace una encarecida advertencia carta misma el hecho de que fue compuesta en época tar-
contra los herejes que penetran en las comunidades (3s).
día. Se recuerda a los lectores «las cosas predichas por los
Se señalan ejemplos tomados del Antiguo Testamento (5-7)
Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo» (17); los lectores
y se polemiza contra las actividades de los herejes en las
deben «edificarse sobre su fe santísima» (20), «que fue
comunidades (8-19). Para terminar, se exhorta a los lecto-
res a permanecer fieles y rechazar a los herejes (20-23). transmitida de una vez para siempre al pueblo santo» (3).
En estas frases está hablando un representante del catoli-
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234 Las restantes cartas del NT Segunda carta de Pedro 23?


cismo incipiente, una persona para quien la «fe» (pistis) ya la oscuridad de las tinieblas (2,17: Jds 12s). Profieren
representa la fe ortodoxa, que es enseñada por la Iglesia discursos ampulosos (2,18: Jds 16), etc.
como guardiana de la ortodoxia. Se plantea, pues, la cuestión sobre cuál de los dos frag-
d) Por eso hay que señalar como fecha de la composi- mentos sirvió de modelo para el otro. En Jds 5-7 se men-
ción los comienzos del siglo n. El autor se apoya en el cionan tres ejemplos tomados del Antiguo Testamento y
nombre de Judas, el hermano del Señor, para dar énfasis a en los que se puede ver que Dios castiga a los malvados
la polémica contra los gnósticos. Puesto que en Jds se citan impíos. Los ejemplos se citan en el siguiente orden: Israel
todavía sin dificultad libros apócrifos del Antiguo Testa- en el desierto, los ángeles caídos, Sodoma y Gomorra. En
mento —la Ascensión de Moisés (9) y los libros de Henoc 2 Pe vemos que estos tres ejemplos se han puesto en su
(I4s)—, no podremos fijar en época muy tardía la fecha orden histórico: ángeles caídos (2,4), diluvio (2,5 en vez
de la composición. El testigo más antiguo en favor de Jds de Israel en el desierto), Sodoma y Gomorra (2,6). El ejem-
es 2 Pe, que utiliza a su vez a Jds (véase infra). plo del diluvio se ha recogido evidentemente porque es
un ejemplo que en 3,6 se saca a relucir también contra los
negadores de la parusía. Parece, pues, que Jds fue el mo-
2. Segunda carta de Pedro delo para 2 Pe. Esta observación se confirma con el hecho
de que las citas de escritos judíos no canónicos (véase
a) Contenido. Simón Pedro escribe en forma de carta p. 234) faltan en 2 Pe. Mientras que en Jds los herejes se
redactada como testamento y dirigida «a los que han obte- consideran como peligro actual para la comunidad, vemos
nido una fe tan inapreciable como la nuestra gracias a la que 2 Pe ofrece la apariencia de que —con visión profética
equidad de nuestro Dios y Jesucristo salvador». anticipada— se estuviera hablando de la futura aparición
Después del saludo con que se encabeza la carta (1,1-2), de los herejes (2,ls). Ahora bien, aunque la descripción de
se hacen exhortaciones introductorias (1,3-21): hay que los herejes comienza en futuro, el autor vuelve a utilizar
conservar firmemente los preciosos dones de la salvación luego el presente (2,10.12ss.20) e incluso el tiempo preté-
(1,3-11). Antes de su muerte, el Apóstol quiere corroborar rito (2,15.22).
una vez más ante sus lectores la fidelidad de la palabra c) El motivo de la carta no es la polémica contra los
profética (1,12-21). herejes, que esta tomada de Jds y pertenece ya a la sus-
Viene a continuación una extensa advertencia contra los tancia tradicional de un testamento, sino el problema de la
herejes (2,1-22): se anuncia la aparición de esos herejes escatología, dilucidado en el capítulo 3 (Kasemann). Los
(2,1-3); les amenaza el juicio (2,4-11); se describen sus herejes gnósticos, a los que alude ya el capítulo 2, aban-
andanzas libertinas (2,12-22). donan la esperanza escatológica. Después de hablar breve-
Luego se habla de la parusía de Cristo (3,1-13): la afir- mente en l,12ss acerca de la esperanza en la parusía de
mación de que la parusía no se. ha producido (3,1-4) es Cristo, vemos que en el capítulo 3 se dilucida el verdadero
refutada haciendo notar que Dios tiene una medida del problema de la carta. Algunos preguntan despectivamente
tiempo que es distinta de la de los hombres (3,5-13). En qué ha sido de la promesa acerca de la parusía de Cristo.
las exhortaciones finales se anima a dar buena cuenta de sí «Nuestros Padres murieron y desde entonces todo sigue
por medio de una conducta moral irreprochable (3,14-18). como desde que empezó el mundo» (3,4). Contra las ob-
b) Entre 2 Pe 2 y Tds hay relación de detendencia lite- jeciones, el autor de 2 Pe defiende la escatología primitiva.
rana, ¿.n ambas cartas hallamos la misma polémica contra Y lo hace con la siguiente argumentación: ante el Señor,
los herejes: éstos niegan a nuestro Señor Jesucristo y llevan mil años son como un día. Por eso el tiempo que ha trans-
vida licenciosa (2,ls: Jds 4). Los herejes son nubes sin currido hasta ahora no cuenta, no tiene importancia. No
agua, empujadas por el viento, y para las que está reservada cabe la menor duda de que el Señor va a cumplir su pro-
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236 Las restantes cartas del NT

mesa. El día del Señor vendrá como ladrón en la noche IX


(3,9s). De ahí que haya que estar preparados para la re- EL APOCALIPSIS DE JUAN
pentina aurora de ese día. Y la manera de estar preparados
es observar una conducta irreprochable.
di El autor de 2 Ve, según 1,1, sería Simón Pedro, «ser- Como la denominación misma de «Apocalipsis» o reve-
vidor y apóstol de Jesucristo». Esta pretensión se mantiene lación indica, este libro contiene la revelación que describe
también en el curso de la carta. El autor habla como testi- el transcurso de los novísimos (o «últimas cosas»), desde
go ocular de la transfiguración de Jesús (l,16ss). Y a Pablo la resurrección y exaltación de Cristo hasta su segunda ve-
le llama «amado hermano» y se considera colega suyo nida y la instauración de su reinado en todo el mundo.
(3,15s). En el Nuevo Testamento no encontramos ningún otro
Sin embargo, queda absolutamente excluido el que Pedro libro que posea tal contenido. Sólo algunos fragmentos
haya escrito efectivamente esta carta: 1) 2 Pe depende lite- breves, dispersos por los Evangelios y las cartas, contienen
rariamente de la carta de Jds, escrita tardíamente. 2) El textos que pudieran compararse con los del Apocalipsis
lenguaje y mundo de ideas de 2 Pe están intensísimamente (Me 13 par.; 1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,1-12; 1 Cor 15,
helenizados: en 1,3 se aplica a Dios el término arete; en 20-28; etc.).
1,5 el de pistis. En 1,4 se dice que los lectores deberían Pues bien, en los sectores piadosos del judaismo de en-
llegar a ser partícipes de la naturaleza (pbysis) divina, hu- tonces se hallaba viva la esperanza del cercano fin del mun-
yendo de la corrupción existente en el mundo por la con- do y del comienzo de un nuevo cosmos de Dios. Esta espe-
cupiscencia. Podríamos continuar con la serie de ejemplos. ranza se condensó en la literatura apocalíptica, de amplias
El lenguaje y estilo son considerablemente distintos de los ramificaciones.
que hallamos en 1 Pe; tan sólo escasa parte del vocabulario
es común para ambas cartas. 3) 2 Pe presupone que existe 1. LA APOCALÍPTICA
ya una compilación de caitas paulinas (3,15s). 4) Final-
mente, la apología de la cscatología cristiana primitiva que P. Volz, Die Eschatologie der jüdischen Gemeinde im neu-
hallamos en el capítulo 3 señala claramente que se dan las testamentlicben Zeitalter (1934 = 1966); O. Plbger, Theokratie
circunstancias del siglo n. Por consiguiente, 2 Pe es un tes- und Eschatologie (21962); Ph. Vielhauer, Die Apokalyptik, en
tamento fingido. El apóstol Pedro vuelve a dejar —así se Hennecke-W. Schneemelcher, Neutestamentliche Apokryphen
desarrolla el hilo del pensamiento— una especie de legado II (31964) 407-421; H. H. Rowley, Die Apokalyptik. Ihre Form
und Bedeutung zur biblischen Zeit (31965); W. Harnisch, Ver-
para la Iglesia, a fin de inculcarle bien la recta doctrina. h'ángnis und Verheissung der Geschichte (1969); P. v. d. Osten-
El cristianismo protocatólico, que tiene su expresión en Sacken, Die Apokalyptik in ihrem Verh'áltnis zur Prophetie und
2 Pe, pertenece a mediados del siglo n. Y, por tanto, habrá Weisheit (1969); J. M. Schmidt, Die jüdische Apokalyptik. Die
que considerar que la segunda carta de Pedro es el escrito Geschichte ihrer Erforschung von den Anfangen bis zu den
más reciente de todo el Nuevo Testamento. Textfunden von Qumran (1969); E. Lohse, Umwelt des NT
(1971) 37-51.

a) La apocalíptica judía pretende ser la heredera de la


profecía del Antiguo Testamento, tratando de anunciar
nuevamente el mensaje profético. La apocalíptica no sólo
contempla el curso de la historia de Israel y de los pueblos
vecinos, sino que su perspectiva abarca también la marcha
de la historia universal, a la que ve encaminarse con rápi-
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238 El Apocalipsis de Juan La apocalíptica 239

ilos pasos hacia su fin. Este mundo se desmorona en medio Abrahán, Jacob y sus hijos, Moisés, Baruc, Daniel, Esdras
de terribles catástrofes. Ahora bien, el mundo de Dios des- y otros se ocultan los autores anónimos de los apocalipsis
cenderá del cielo y hará que retorne la gloria del paraíso. judíos. Ponen palabras en labios de los hombres de Dios
El vivo contraste entre este mundo y el otro se formó y les hacen vaticinar el curso de la historia. Desde los días
valiéndose de imágenes iranias asociadas con la fe en un en que vivía el Profeta veterotestamentario hasta el mo-
solo Dios, que dirige el curso de la historia. Sobre el mun- mento de la composición del libro apocalíptico se describe
do que se halla bajo el gobierno de poderes satánicos caerá la historia ya pasada como si el hombre de Dios hubiera
un tiempo supremo de horrores. Guerras, carestía y enfer- previsto detalladamente el curso de la misma. Así como la
medades asaltarán a los hombres. La tierra se negará a dar visión profética se ha cumplido exactamente hasta aquel
el fruto, las mujeres dejarán de tener alumbramientos, el momento («vaticinia ex eventu»), así también se cumplirán
orden del cosmos se desquiciará, de tal suerte que los as- las demás profecías que se refieren a los acontecimientos
tros no seguirán ya su curso regular. del fin.
Ahora bien, en estos «dolores de parto mesiánicos» se Estos acontecimientos se pintan con abigarradas imáge-
anuncia ya la cercanía del fin. Cuando la calamidad llegue nes y abundante fantasía. Puesto que Dios ha fijado exacta-
hasta el extremo y el tiempo haya transcurrido intervendrá mente el curso de la historia y los plazos de los tiempos,
Dios. Los acontecimientos se irán desarrollando en un orden los números desempeñan un papel importante en la expo-
determinado, en un orden fijado por Dios. Los muertos re- sición apocalíptica. Así, por ejemplo, el número siete des-
sucitarán, los sepulcros se abrirán, todas las personas com- cribe la plenitud santa. Siete épocas del mundo se van suce-
parecerán ante el tribunal en el que ocuparán tronos Dios diendo unas a otras en el curso de la historia. El número
y el Mesías-Hijo de hombre. En libros se leerán cuáles doce está determinado por la amplitud cósmica; porque
fueron las acciones de los hombres. Y se pronunciará sobre bajo los doce signos del zodíaco va siguiendo el mundo su
ellos el veredicto, que es irrevocable y decide la salvación curso ordenado. Ahora bien, en último término, este mundo
o la condenación eternas: Después del juicio hará Dios que pasará. Por eso la exposición del fin del mundo y la des-
en lugar del mundo antiguo surja un mundo nuevo. En él cripción de la nueva creación constituyen el final de la
habitarán los bienaventurados y Dios permanecerá en me- abigarrada secuencia de escenas.
dio de ellos por toda la eternidad. Las personas piadosas del Antiguo Testamento favoreci-
El conocimiento de este plan histórico lo han adquirido das con tales visiones cerraron y sellaron sus escritos, para
los apocalípticos por medio de una revelación secreta. En que algún día —en época de crisis— éstos se abrieran y
medio de sueños, en medio de arrobamientos y visiones leyesen. El presente en el que los apoca lint icos escriben
extáticos se contempla el acontecer futuro. Mientras que está dominado por la expectación de un fin cercano. Se
los Profetas del Antiguo Testamento recibían el mensaje de transmite el contenido de los escritos apocalípticos a la
Dios principalmente en la palabra, para transmitirlo tam- comunidad a fin de consolarla en medio de la tentación.
bién por medio de la palabra, vemos que —en la apoca- Porque la comunidad sabe entonces que viene el fin y co-
líptica— las imágenes y los símiles, que han de ser inter- noce la gloria prometida. Cinicias n este conocimiento, la
pretados, sirven para transmitir instrucciones divinas. Si comunidad se siente fortalecida a fin de permanecer fiel,
los Profetas predicaban antaño directamente a las personas seguir cumpliendo el mandamiento divino y perseverar
de su época, los apocalípticos componen ahora obras lite- hasta el último día.
rarias. Envuelven su mensaje en el velo del misterio, para b) Textos apocalípticos aparecen en algunos escritos
que actúe de manera especialmente atractiva, y ofrecen los más modernos del Antiguo Testamento; por ejemplo, en
libros apocalípticos con el nombre de alguna persona pia- Is 24-27. El libro apocalíptico más antiguo se nos ha trans-
dosa de la Antigüedad. Detrás de los nombres de Henoc, mitido bajo el nombre de Daniel y fue compuesto en la
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240 El Apocalipsis de Juan El Apocalipsis de Juan 241

época de la opresión bajo el rey de Siria Antíoco IV Epí- in der Apokalypse: ZNW 26 (1927) 128-151; M. E. Boismard,
fanes (167-164 a. C ) . El libro de Daniel fue incorporado L'apocalypse ou les apocalypses de S. Jean: RB 56 (1949)
507-541; E Lohse, Die alttestamentliche Sprache des Sebers
aún entre los escritos del Antiguo Testamento. Ahora bien, Johannes: ZNW 52 (1961) 122-126; A. Strobel, Abfassung und
de los muchos libros apocalípticos que surgieron poco des- Geschichtstheologie der Apokalypse nach Kap. XVII: NTS 10
pués ninguno alcanzó ya prestigio canónico. Como obras (1963-64) 433-445; E. Lohse, Die Offenbarung des Johannes
de Henoc se han transmitido dos libros en lenguaje etiópi- (31971).
co y eslavo. La Ascensión de Moisés, que se ha conservado
en latín, reproduce un discurso tenido por Moisés hacia el a) Contenido. El esbozo del libro corresponde al en-
fin de su vida. En los Testamentos de los Doce Patriarcas cargo que recibe el vidente (1,19) de poner por escrito
cada uno de los doce hijos de Jacob pronuncia, antes de lo que él ha visto ( = la manifestación del Cristo exaltado:
morir, un discurso para sus descendientes. Con el nombre 1,9-20), lo que sucede ahora ( = las siete misivas: 2-3) y lo
de Esdras (4 Esdras) y de Baruc (en siríaco y en griego) es- que ha de suceder luego (4-22). El capítulo introductorio
criben en el siglo i d. C. algunos apocalípticos judíos que comprende el prólogo (1,1-3), el encabezamiento a la ma-
luchan con el problema (que parece insoluble) de por qué nera de carta (1,4-8) y la visión inaugural (1,9-20). En las
Dios ha desechado a su pueblo y ha permitido que la Ciu- siete partes principales se desarrolla luego el mensaje
dad Santa se derrumbe en escombros y cenizas (70 d. C ) . del Ap.
Pensamientos apocalípticos se condensaron también en gran Las siete misivas están dirigidas a siete comunidades de
medida en los escritos de la comunidad de Qumrán. El he- Asia Menor (2-3). Vienen luego las siete visiones selladas
cho de que los textos apocalípticos no se conserven muchas (4,1-8,1). Hay al principio un preludio celestial en el que
veces en la lengua original, sino en traducciones, indica que al vidente se le permite contemplar el salón del trono ce-
el judaismo —en época ya cristiana— se separó de la apo- lestial (4,1-11) y la entrega del libro de siete sellos que se
calíptica, porque los cristianos dotaban a los textos judíos le da al Cordero (5,1-14). Después se describen las prime-
de referencias al cumplimiento en Cristo, de la esperanza ras seis visiones selladas (6,1-17) y un interludio que mues-
escatológica y leían entonces esos textos como libros de tra cómo son sellados los ciento cuarenta y cuatro mil y
edificación cristiana. Así que muchos escritos se han con- cómo hay una gran multitud ante el trono de Dios (7,1-17).
servado únicamente en traducciones que circulaban entre Con la apertura del séptimo sello comienza un gran silencio
los cristianos. en el universo (8,1).
Aparte de ello, en los sectores cristianos surgieron tam- La serie de las siete visiones de trompetas (8,2-11,19)
bién nuevos escritos en los que, utilizando las tradiciones tiene una estructura parecida a la de las siete visiones de
apocalípticas, se enunciaba la esperanza cristiana en el al- los sellos. Después de una breve sección preparatoria (8,
borear de un mundo nuevo. El Apocalipsis de Juan, que 2-6), vienen las cuatro primeras visiones de trompetas (8,
fue el único escrito apocalíptico cristiano que halló cabida 7-12), luego se describen de manera más extensa las visiones
en el canon del Nuevo Testamento, bebe en la rica corrien- quinta y sexta (9). Un intermedio habla de un ángel con un
te de las tradiciones apocalípticas y las pone al servicio del libro abierto, y de la medición del templo, y de los dos
despliegue del mensaje de Cristo. testigos (10,1-11,14). La séptima trompeta señala el himno
del triunfo escatológico (11,15-19) y conduce al núcleo
central del libro: el dragón y el cordero (12-14). En primer
2. EL APOCALIPSIS DE JUAN lugar aparece el trasfondo mítico: la persecución de la mu-
E. Vischer, Die Offenbarung Jobannis, eine jüdische Apoka- jer por parte del dragón, la milagrosa preservación de la
lypse in christlicher Bearbeitung (21895); W. Bousset, Die Offen- mujer en el desierto y la caída del dragón desde lo alto
barung Jobannis (21906 = 1966); L. Brun, Die rómischen Kaiser del cielo (12). Luego se desarrolla el sentido actual de este
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242 El Apocalipsis de Juan El Apocalipsis de Juan 243

tema (13). Sucesivamente van subiendo dos bestias, que contenido significativo de la tradición que confiere un sig-
son criaturas del dragón; la primera de ellas con una herida nificado definido a tales enunciados. Por consiguiente, el
mortal que había vuelto a sanar (12,18-13,10); la segunda vidente Juan no se limita sencillamente a describir en su
como profeta que hacía propaganda de la primera (13, libro sueños y visiones que él haya experimentado, sino
11-18). A continuación se ofrece una perspectiva de la que utiliza motivos y elementos tradicionales y los articula
futura victoria de Cristo: la visión del Cordero y de los en una serie de enunciados cristianos, enlazándolos con la
suyos (14,1-5) y el anuncio y preparación del juicio (14, fe de la comunidad en el Señor crucificado, resucitado y
6-20). exaltado y que ha de venir. Esta transformación y nueva
Otro ciclo de siete visiones describe la intensificación de versión de la apocalíptica fue llevada a cabo por un varón
los horrores (15-16). Después de un preludio celestial (15), que, como servidor de la Palabra, habla con autoridad pro-
se derraman sobre la tierra las siete copas (16). Luego se fética a las comunidades. El conocimiento que se le ha
describe detalladamente la caída de Babilonia (17,1-19,10). concedido lo reúne él en una obra literaria que ha de ser-
Se pronuncia el juicio sobre la gran ramera, Babilonia (17), vir como libro de consuelo y exhortación a las comunidades
cantado por una lamentación entonada por un coro a va- que están sufriendo la tentación.
rias voces (18). Pero su caída es objeto de júbilo en el cielo Por consiguiente, la forma y el contenido del Ap hay que
(19,1-10). La venida de Cristo y la consumación se exponen interpretarlos desde el trasfondo de la apocalíptica judía.
en la última parte principal (19,11-22,5). Cristo vence a la Ahora bien, si examinamos las cosas más de cerca, veremos
bestia y a su ejército (19,11-21), reina mil años con los que no sólo hay estrecha afinidad con las ideas y represen-
suyos y juzga a Satanás (20,1-10); luego se celebra el juicio taciones de esa apocalíptica, sino que el Ap de Juan se dis-
universal (20,11-15). Vienen después el nuevo cielo y la tingue también de manera muy significativa —como libro
nueva tierra (21,1-8) y la Jcrusalén nueva (21,9-22,5). cristiano— de ella: 1) El Ap de Juan no es una obra pseu-
Como terminación y refrendo del libro (22,6-21) se pide dónima. El vidente Juan no se oculta detrás de alguna figu-
una vez más la pronta venida de Cristo. ra piadosa del Antiguo Testamento, sino que menciona su
b) Si contrastamos y comparamos este apocalipsis con propio nombre (1,1.4.9; 22,8). 2) Juan no escribe para
los apocalipsis judíos resalla claramente su carácter cristia- generaciones posteriores, sino que se dirige a un círculo
no. En primer lugar, hay que destacar los puntos en común determinado de lectores. En las siete comunidades de Asia
que el Ap de Juan tiene con la apocalíptica judía. Así como Menor se está dirigiendo la palabra realmente a toda la
en los apocalipsis judíos las breves palabras proféticas fue- Iglesia. 3) El Ap de Juan no se sella para ser leído en
ron sustituidas por prolijas imágenes, así también en Ap tiempos ulteriores (22,10), sino que es entregado inmedia-
la contemplación y las visiones se van sucediendo en abi- tamente a las comunidades como mensaje profético. Por
garrada secuencia. Los apocalípticos judíos experimentaron eso no se desarrolla tampoco ninguna profecía retrospectiva
en medio de sueños y visiones cómo iba a transcurrir la en forma de «vaticinia ex eventu», sino que el contenido
historia hasta el fin de este mundo. El vidente Juan cae en del Ap abarca exclusivamente el acontecer escatológico, que
éxtasis (1,10; 4,1) y es arrobado (17,9ss; 21,9ss) para re- se ha iniciado ya con la cruz y resurrección de Cristo y
cibir revelación secreta. Esta revelación comprende un acon- que con su parusía hará que amanezca un nuevo mundo.
tecer de amplitud cósmica. Satanás, los poderes demonía- 4) Dentro del libro se hace referencia constante a la situa-
cos, los seres angélicos, los ejércitos tenebrosos y los ción de las comunidades; la Iglesia celestial está unida con
poderes funestos actúan en el drama, que a rápidos pasos las comunidades que sufren en la tierra, entonando con
se precipita hacia su fin. Los rasgos con que se dibuja cada ellas la alabanza de Dios y del Cordero. Aunque el autor
una de las escenas proceden de la tradición apocalíptica. del Ap está profundamente enraizado en la tradición apo-
Las imágenes, que se suceden vertiginosamente, toman su calíptica, no se citan en ningún lugar escritos apocalípticos.
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244 El Apocalipsis de Juan El Apocalipsis de Juan 245

En cambio, se cita constantemente el Antiguo Testamento, El motivo para estos intentos de distinguir fuentes lo
cuyas expresiones se retienen aun en los casos en que di- brindan algunos lugares del Ap que parece que no encajan
chas expresiones no son capaces de expresar plenamente fácilmente en el contexto. Así, por ejemplo, en 11,ls se
lo que el vidente, por su parte, quisiera decir (Lohse). encarga al vidente que mida el templo, pero que deje el
Puesto que la secuencia de las últimas cosas —de los noví- atrio exterior porque está entregado a los gentiles, que han
simos— está fijada en el decreto de Dios, el vidente del de pisar durante cuarenta y dos meses la Ciudad Santa.
Ap considera que el lenguaje del Antiguo Testamento es la Con ello se supone claramente la situación durante el ase-
única expresión adecuada para testificar que la revelación dio de Jerusalén por los romanos en el año 70. Se espera
de Jesucristo descansa en la promesa de la Escritura y la que el lugar santo haya de permanecer incólume en medio
lleva a su cumplimiento y consumación. de todos los horrores. Pues bien, ¿se habría compuesto este
La exégesis del Ap tiene que preguntarse retrospectiva- fragmento en el año 70 d. C ? Esta hipótesis falla por el
mente, en sentido de la historia de la tradición, cuál es en hecho de que el vidente Juan recoge indudablemente en el
cada caso la índole de las tradiciones y la aplicación que capítulo 11 una tradición más antigua y la encaja en otro
de ellas hace el vidente. En todo ello hay que tener en contexto. Porque el vidente no se interesa por el templo
cuenta la orientación escatológica de la obra, ya que la ple- como tal, sino que la idea del templo la aplica, en sentido
nitud de las imágenes está orientada hacia el día venidero figurado, a la comunidad, que ha de ser preservada por
en que el Señor se ha de manifestar. Sin embargo, no se Dios.
salta el presente, en el que se encuentran tanto el autor Ofrece también dificultades 17,10: de los siete reyes
como los lectores, sino que ese presente es entendido como ( = emperadores), cinco han caído, el sexto está todavía
parte del acontecer escatológico que ya ha comenzado. Esta y el séptimo ha de venir aún. Cuando llegue, permanecerá
referencia al presente hay que constatarla por medio de las poco tiempo, porque la bestia, que era y no es, es incluso
alusiones que se hacen a la historia contemporánea (véase, el octavo (17,11). ¿Qué quiere decir eso? Si comenzamos
por ejemplo, el capítulo 13). la serie con Augusto, dicha serie rezaría así: Augusto, Ti-
c) Se ha hecho repetidas veces la pregunta de si el Ap berio, Calígula, Claudio, Nerón-Vespasiano. Entonces ten-
es una obra homogénea. ¿Se utilizaron fuentes escritas? dríamos posiblemente un fragmento de la época de Vespa-
Después de ¡ntcniar E. Vischcr juzgarlo como un escrito siano. ¿O habrá que partir del supuesto de que el Empe-
judío básico que habría experimentado luego una refundi- rador que está todavía es Domiciano y de que hay que
ción cristiana, se han hecho diversas propuestas para reali- partir de él para echar la cuenta atrás? (Strobel). Sin em-
zar un deslinde entre las fuentes y la redacción de las mis- bargo, no hay en el texto ninguna indicación que apoye
mas. Sin embargo, a todas estas propuestas se oponía su tales consideraciones, sino que el vidente depende también
uniforme estructura tanto desde el punto de vista de la en este lugar de antiguas tradiciones que contemplan el
lengua como del estilo. Finalmente, trató Boismard de tener curso del mundo bajo el dominio de siete soberanos y em-
en cuenta este estado de cosas, suponiendo la existencia de plea estas tradiciones para dilucidar el momento presente
dos ramales de fuentes que se derivarían del mismo autor: en que se encuentra la comunidad. 1.a mirada del vidente
un apocalipsis más antiguo, escrito durante la persecución está dirigida únicamente hacia adelante, hacia la manifesta-
de los cristianos por Nerón y que constaría esencialmente ción del octavo soberano de horrores, esa manifestación que
de 12-16 y de partes de 17-22, y otro más reciente, que se aguarda para un futuro próximo. Con esta manifestación,
dataría de la época de Domiciano y abarcaría principalmen- el reino del mundo que es hostil a Dios alcanzará su punto
te 4-9 y otras partes del libro, principalmente de 17-22. culminante y llegará con ello a su fin. Por consiguiente, el
Finalmente, las misivas serían el fragmento más reciente vidente no está interesado en saber si el número de los
de la obra y se habrían compuesto hacia el año 95 d. C. mencionados reyes coincide de hecho con el curso que han
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246 El Apocalipsis de Juan El Apocalipsis de Juan 247

seguido las cosas, de tal suerte que 17,10s no constituiría d) Como autor del Ap se menciona el nombre de Juan,
ningún punto de apoyo para la hipótesis de que el fondo siervo de Dios y hermano de los cristianos, a quienes dirige
del Apocalipsis lo constituiría alguna fuente o fragmento la palabra (1,1.4.9; 22,8). Como predicador y profeta (19,
de la época de Vespasiano. 10; 22,8s), disfruta de gran prestigio en las comunidades
Diversas tradiciones recogidas por el autor de Ap han de Asia Menor. Se halla retenido en Patmos —quizá con
sido vinculadas por él en una obra que posee estructura un arresto dictado por las autoridades romanas— y no pue-
homogénea por su lenguaje y por su estilo. El autor escribe de dirigirse directamente a las comunidades; por eso les
en griego, pero piensa en gran parte movido por leyes del dice por escrito lo que desea transmitirles. Puesto que en-
lenguaje hebreo. El verbo se halla con frecuencia al co- tiende que el nombre de judío es una distinción especial,
mienzo de la frase y las proposiciones se van alineando y un nombre que la Sinagoga usa injustificadamente (2,9;
enhebrando muy a menudo por una simple conjunción co- 3,9), el autor debió de proceder del judaismo, quizá de los
pulativa y. En 1,4 se dice «de parte de (apo) aquel que es sectores judeocristianos de Palestina. En ocasiones se citan
y que era y que va a venir» no porque el vidente no su- palabras hebreas que, no obstante, se explican a los lecto-
piera que la preposición apo pide genitivo, sino porque res, como Abaddón (9,11) y Harmaguedón (16,16). ¿Quién
con la inmutabilidad de la denominación divina pretende fue ese Juan?
darse a entender que Dios es y permanece inmutablemente La tradición eclesiástica antigua, tal como comienza a
él mismo. Hallamos un marcado hebraísmo en 3,8, que dice mediados del siglo u , ve en ese Juan al apóstol Juan, el
acerca de la puerta: hen oudeis dynatai kleisai autén; ve- hijo del Zebedeo, que pertenecía al grupo de los Doce. Sin
mos que autén sería superfluo en griego, pero se pone por- embargo, esta afirmación, que se encuentra en Justino
que en hebreo la oración de relativo necesita añadir un mártir, en Ireneo y en otros, se ve contradicha hacia el
sufijo al verbo a fin de señalar la relación exacta. Véase año 200 por la tesis de los llamados «álogos» (es decir, por
también 12,6: h mujer huye al desierto, hopou echei ekei los adversarios del evangelio del Logos), que afirmaban
topón. Se siente predilección por el recurso de enfatizar una que los escritos joánicos eran una falsificación debida al
palabra colocándola desligada, como casus pendens, al co- gnóstico Cerinto. Con esta afirmación se vuelven contra
mienzo de la frase, como vemos, por ejemplo, en ho nikón- los montañistas, a fin de quitarles de las manos los escritos
dósd auto, en vez de decir: tí> n'tkonli dosó (2,26; 3,12.21). joánicos, en los que se basan preferentemente para defender
El participio y el verbo en forma personal se suceden su doctrina del Espíritu (cf. p. 194). Por consiguiente, los
inmediatamente, sin diferencia alguna de significado; por «álogos» niegan —por razones dogmáticas— la autoridad
ejemplo, la mujer Jezabel he Ic^oitsa hcauten prophétin apostólica de los escritos joánicos. Sin embargo, tampoco
kai didaskei kai plana tous emous doulous («la cual se dice la tradición, testificada ya a mediados del siglo II, de que
a sí misma profetisa y enseña y seduce a mis siervos», 2, el vidente Juan se identificaba con el apóstol Juan, se
20). Los géneros gramaticales se emplean a menudo con basa en pruebas históricas, sino que representa también
variaciones que podrían parecer arbitrarias; por ejemplo: una afirmación dogmática. Porque si un Apóstol ha escrito
zoa, hen kath' hen auton echón (4,8), es decir, el participio el Apocalipsis queda garantizado con ello su prestigio ca-
del género masculino se halla donde esperaríamos que es- nónico. Así, pues, tanto los partidarios como los adversa-
tuviese el neutro. Los ejemplos de esta índole, tal como van rios del libro no han sabido decir acerca del autor sino lo
apareciendo a cada paso en el Ap, demuestran que su len- que podían deducir del libro mismo. Ahora bien, ¿hay
guaje y estilo están constituidos de manera tan caprichosa fundamento en el Apocalipsis para probar que su autor
como homogénea. El estilo semitizante confiere a sus pa- fue el apóstol Juan?
labras un aire de solemnidad que se halla en consonancia En primer lugar, hay que esclarecer la relación del Apo-
con el contenido singularísimo de su mensaje profético. calipsis con el Evangelio de Juan, Evangelio que según
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248 El Apocalipsis de Juan El Apocalipsis de Juan 249

la tradición eclesiástica antigua habría sido escrito igual- apenas se siente ya nada de la predicación del apóstol Pa-
mente por Juan, el hijo del Zebedeo (cf. pp. 193ss). Ahora blo, quien fue el que antaño fundó las primeras comunida-
bien, si examinamos las cosas detenidamente, vemos que des cristianas en aquella tierra (capítulos 2-3). Por consi-
hay notables diferencias entre ambos escritos no sólo en guiente, cuando el autor se presenta a sí mismo con el
cuanto al contenido, sino también con respecto a la forma. nombre de Juan no debemos entenderlo como si pretendie-
Es verdad que tanto en uno como en otro se habla de la ra ser discípulo y apóstol del Señor. La identificación con
vida y la muerte, del testimonio y de la acción de testificar, el hijo del Zebedeo la hizo más adelante la tradición ecle-
de la victoria y de la superación. Pero mientras que en el siástica tardía, que quería asegurar en la Iglesia un presti-
Evangelio hallamos frecuentemente los conceptos de luz, gio y reconocimiento universal para el libro.
verdad, amor, paz, Hijo unigénito del Padre, Paráclito, el En virtud de los datos que nos ofrece el Apocalipsis
mandamiento nuevo, etc., vemos que estas expresiones e mismo, lo único que podemos afirmar es lo siguiente: el
ideas faltan casi por completo en el Apocalipsis. El Evan- autor fue un profeta del cristianismo incipiente, un profeta
gelio anuncia a Jesús como la resurrección y la vida (11, que gozó de gran autoridad entre las comunidades de Asia
25s); quien cree en él ha pasado de la muerte a la vida Menor. Sería concebible que este Juan se identificara con
(5,24s), ha escapado ya del juicio (3,18). En cambio, en el el presbítero Juan, de quien habla el testimonio de Papías
Ap se presenta una sucesión de acontecimientos escatológi- (cf. p. 196; Bousset). Pero no podemos comprobar nada
cos que han de desarrollarse hasta que tengan lugar el fin, seguro sobre esta cuestión.
el juicio y el mundo nuevo de Dios. Si el mensaje del Evan- e) Podemos determinar claramente el lugar y fecha de
gelio de Juan está orientado plenamente hacia el «ahora», la composición del Ap. Se nos dice claramente que el libro
ese «ahora» en el que sucede la crisis escatológica, vemos fue compuesto en Asia Menor, concretamente en Patmos
que en el Ap se narra un drama apocalíptico. En el Evan- (1,9-11). Ireneo nos informa que el Ap se escribió hacia
gelio no se ofrece una cita del Antiguo Testamento sino finales del gobierno del emperador Domiciano (81-96 d. C.)
raras veces; en cambio, el lenguaje del Ap está empapado (Adv. haer. V, 30, 3). Este dato se halla confirmado por el
—casi en todos y cada uno de sus versículos— de expre- libro. Ha habido ya persecuciones (6,9-11), pero son inmi-
siones bíblicas, lisias profundas diferencias nos obligan a nentes nuevos sufrimientos y un grave conflicto con las
la conclusión de que el autor del Ap no puede identificarse autoridades del Estado, que exigen que se tribute culto
con el cuarto evangelista. divino al Emperador (13). El vidente trata de fortalecer a
En ningún lugar de su libro nos da a entender el vidente las comunidades de Asia Menor para que hagan frente a
que haya sido testigo ocular y Apóstol de Jesús. No se nos este conflicto. Por consiguiente, el Ap se compuso en el
cuenta nada acerca de la actividad de Jesús en la tierra. Tan último decenio del siglo i en Asia Menor.
sólo se mencionan con bastante frecuencia la cruz, la resu-
rrección y la parusía, de acuerdo con el sentir de los cris-
tianos. En 21,14 se habla de los doce Apóstoles como de
un círculo cerrado, pero no se hace la más mínima indica-
ción de que el autor mismo perteneciera a ese círculo. En
18,20 se menciona a los Apóstoles juntamente con los san-
tos y Jos profetas, todos los cuales han de entonar —como
perfectos bienaventurados— el himno de triunfo que va a
celebrar la ejecución del juicio sobre Babilonia. El tiempo
de los Apóstoles y de los santos y de los profetas queda
ya unos decenios atrás. En las comunidades de Asia Menor
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III
EL TEXTO DEL
NUEVO TESTAMENTO
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E. Nestle-E. von Dobschütz, Einführung in das griechische


NT (41923); H. Lietzmann, An die Romer (41933) 1-18: Ein-
führung in die Textgeschichte der Paulusbriefe; F. G. Kenyon,
The Text of the Greek Bible (1937 = 31958), edición alemana:
F. G. Kenyon-A. W. Adams, Der Text der griechischen Bibel
(1961); H. Greeven, Erw'águngen zur neutestamentlichen Texí-
kritik: NTS 6 (1959-60) 281-296; id., Der Urtext des NT (1960);
id., Text und Textkritik der Bibel, II: Neues Testament:
RGG3 VI, 716-725; B. Metzger, The Text of the NT (1964);
edición alemana: Der Text des NT2 (1966); H. Zímmermann,
Neutestamentliche Methodenlehre ( 1968) 31-82 (trad. castella-
na: Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento,
1969, 21-79).

1. TAREA DE LA CRITICA TEXTUAL


DEL NUEVO TESTAMENTO

a) Los ejemplares originales de todos los escritos del


Nuevo Testamento se han perdido. Su texto se nos ha
transmitido únicamente a través de copias. Sin embargo,
ningún otro documento literario de la Antigüedad posee
tantos y tan buenos testimonios manuscritos como el Nue-
vo Testamento. Muchos escritos antiguos se nos han trans-
mitido únicamente a través de manuscritos medievales, de
tal suerte que media más de un milenio entre su composi-
ción y el manuscrito más antiguo que se conserva. En cam-
bio, los testimonios del Nuevo Testamento nos conducen
hasta el interior del siglo n , de tal forma que no hay sino
unos cien años entre la aparición de los escritos del Nuevo
Testamento y los testimonios manuscritos más antiguos que
poseemos. La tarea de la crítica del Nuevo Testamento con-
siste en examinar críticamente la tradición manuscrita y
sopesar y comparar bien las variantes, a fin de restaurar
el texto original perdido. Para cumplir esta tarea hay que
tener ideas claras sobre la índole y disposición de los ma-
nuscritos antiguos, sobre posibles fuentes de errores que
pudieron conducir a alteraciones del texto, así como acerca
de la antigüedad y valor del material de que disponemos.
b) En la Antigüedad se escribía sobre papiro, un mate-
rial de escritura muy perecedero que se obtenía de la medu-
-la de la planta del papiro, cortándola en tiras, dejándola
secar y aglutinándolas unas con otras. El lado en el que las
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254 El texto del NT Tarea de la crítica textual 255

tiras corren paralelas horizontales se denomina «recto», y son, con mucho, los más importantes. Porque hay que par-
el lado en el que las tiras se hallan situadas verticalmente tir de los manuscritos más antiguos para reconstruir el texto
se denomina «verso». Luego las hojas se ensamblan unas original perdido de los escritos del Nuevo Testamento.
con otras hasta formar rollos, cuya longitud media era de c) La historia del texto del Nuevo Testamento está in-
unos diez metros. Pero los había que alcanzaban longitudes crustada en la historia de la Iglesia incipiente. En los pri-
hasta de treinta metros. Puesto que los textos del Nuevo meros tiempos del cristianismo los escritos protocristianos
Testamento se escribieron en rollos, era imposible que no se consideraban todavía como sagrados, de tal suerte
todo el canon de los escritos del Nuevo Testamento cupie- que podían introducirse modificaciones en el texto. Las
ran en uno sólo. Esto explica ya que la historia textual de comunidades cristianas primitivas eran pobres. Con fre-
las distintas partes del Nuevo Testamento no transcurra cuencia no podían retribuir sino los servicios de malos
homogéneamente. Cada hoja estaba escrita ordinariamente amanuenses. Y muchas veces sólo poseían unos cuantos
a dos columnas, y los rollos sólo contenían texto por uno rollos. En las épocas de persecución fueron destruidos bas-
de sus lados. Se escribía seguido, con scriptio continua, sin tantes manuscritos; algunas regiones de la Iglesia quedaron
dejar separación entre las palabras ni entre las frases y sin separadas de las demás, a menudo durante bastante tiempo.
poner signos de puntuación. Se han conservado bastantes Por eso se explica que la historia del texto no haya trans-
papiros antiguos entre las arenas de los desiertos de Egip- currido de igual manera en todas las partes del mundo
to. Pero los papiros, ordinariamente, perecían muy pronto. cristiano.
Hay que distinguir entre el rollo, que era la forma más d) Al copiar un texto puede haber diversas fuentes de
usual, y el libro en forma de códice. En los tiempos del errores. La crítica textual tiene que contar con la posibili-
Nuevo Testamento no se empleaba el códice sino para hacer dad de que el copista haya introducido intencionadamente
anotaciones, llevar cuentas o escribir borradores, pero no algunas modificaciones o haya alterado el texto por descui-
para fines litevatios. Sin embargo, los cristianos empleaban do. Veamos algunos ejemplos:
para sus escrituras el códice, cuyas hojas se podían pasar 1) Alteraciones del texto introducidas por descuido. Al
y en las que, por tanto, se podía escribir por ambos lados. dictar una palabra, el que escucha puede entender mal y
Mucho más costoso que el papiro era el pergamino, lla- cometer errores de audición; así, puede entender o en vez
mado así por la ciudad de Pérgamo, situada en Asia Menor, de 6, Rom 5,1: eirénén echomen en vez de echomen; o
y que era famosa por su biblioteca. El pergamino se fabri- puede oír e en vez de i, Hch 11,26: chrestianous en vez
caba a base de pellejos de animales, con los que se obtenía de christianous (el llamado «itacismo» hacía que la e, en
un material de escritura bastante duradero. Desde la época el griego helenístico, se pronunciara siempre i). En la scrip-
del emperador Constantino, el pergamino fue empleado tio continua se pueden cometer errores de grafía, como
también por los cristianos para confeccionar manuscritos ocurre en Rom 6,5: ALLÁ puede convertirse por error en
bíblicos. Puesto que se trata de un material de escritura AMA. El ojo del copista podía pasar de un final de frase
caro, sucedió con bastante frecuencia que se borrase un a otro parecido que viene más adelante y omitir lo escrito
escrito en pergamino para volver a escribir sobre ese per- entre medias (el llamado «homoioteleuton»); en 1 Cor 7,2
gamino otro texto (los llamados «palimpsestos»). La inves- se puede pasar inadvertidamente del primer echetó al se-
tigación moderna ha logrado muchas veces que vuelva a ser gundo. Si, por descuido, se escribía una letra dos veces, se
legible el texto más antiguo de uno de esos palimpsestos. incurría en la llamada «ditografía»; en 1 Tes 2,7 egenéthé-
A partir del siglo XIII comienza a utilizarse también el men épioi se convierte, por duplicación equivocada de la n,
papel, que vino al Occidente desde el Lejano Oriente. Para en egenéthémen népioi. Inversamente, cuando se sucedían
la crítica textual del Nuevo Testamento los textos más an- dos sílabas o dos letras de sonido parecido podía omitirse
tiguos —los papiros y los primeros códices de pergamino— por error una de ellas, como ocurre en 1 Tes 1,5: en la
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256 El texto del NT Los manuscritos del NT 257

expresión egenéthémen en vemos que en bastantes testi- tro», o bien «ministro y colaborador de Dios», reflejan la
monios de la tradición manuscrita falta el en. Puesto que multitud de respuestas que se dieron a este problema. Con-
en la scriptio continua no se ponían signos de puntuación, sideraciones de orden cristológico condujeron a borrar en
podían surgir dudas acerca de la separación entre oraciones. la frase de Mt 24,36 («Nadie conoce ni aquel día ni aquella
De la respuesta que se dé a ese problema pueden depender hora: ni los ángeles de los cielos ni el Hijo») las palabras
importantes decisiones en materia de exégesis. Así, por «ni el Hijo», porque Cristo es ciertamente omnisciente, lo
ejemplo, si en mitad de Rom 9,5 se pone una coma, la mismo que el Padre. La doctrina de la Trinidad se conden-
segunda mitad de la frase debe referirse a Cristo, a quien só en la adición a 1 Cor 8,6, añadida como tercer miembro:
se menciona en la primera, y entonces el texto está aplican- kai hen pneuma, en ho ta panta kai hémeis en auto. Sobre
do a Cristo el título de «Dios». Pero, seguramente, Pablo el problema del llamado Comma lohanneum véase la p. 207.
pretendió hacer una separación más intensa entre ambas La investigación crítica de la tradición manuscrita tiene que
partes de la frase, ya que es frecuente que designe a Cristo descubrir tales alteraciones del texto, eliminar las lecturas
como Hijo de Dios, pero nunca como Dios. De ahí que en secundarias y dejar así expedito el camino para llegar hasta
mitad del versículo tengamos que poner un punto o punto el texto original.
y coma (cf. p. 44).
2) Alteraciones intencionadas del texto. En bastantes
lugares los copistas hicieron correcciones de tipo estilístico; 2. LOS MANUSCRITOS DEL NUEVO TESTAMENTO
por ejemplo, en Me 2,27 egeneto se convirtió en ektisthé,
o bien en Mt 6,1, donde dikaiosynén se convirtió en un K. Aland, Kurzgefasste Liste der griechischen Handschriften
des Nt I (1963); id., Die griechischen Handschriften des Neuen
eleémosynén más comprensible. Con muchísima frecuencia Testaments. Erganzungen zur «Kurzgefassten Liste», en
en los manuscritos de los Evangelios hallamos una asimila- K. Aland (ed.), Materialien zur neutestamentlichen Hand-
ción mutua de las redacciones ofrecidas por los distintos schriftenkunde I (1969) 1-53; id. (ed.), Die alten Übersetzungen
evangelistas; así, por ejemplo, en Me 3,14 tenemos en nu- des Neuen Testaments, die Kirchenvaterzitate und Lektionare
merosos manuscritos la adición bous kai apostolous ekale- (1972).
sen (tomada de Le 6,13). Esta influencia paralela o «con-
formación» ha seguido principalmente la tendencia de ha- La crítica textual del Nuevo Testamento dispone como
cer que el texto del Evangelio de Mateo, que en la Iglesia material de papiros, códices mayúsculos, códices minúscu-
antigua fue el que tuvo mayor difusión y el que más se los, traducciones antiguas del Nuevo Testamento y citas
empleó, influyera en el texto de los demás Evangelios. En neotestamentarias en los Padres de la Iglesia.
algunos lugares se añadieron más tarde algunas palabras de a) Los papiros. Como papiros más importantes hemos
explicación, como vemos, por ejemplo, en los diversos com- de destacar: datan de principios del siglo n i los papiros
plementos añadidos a Jn 7,39: a aupó gar én pneuma se le Chester Beatty; el p45 comprende graneles partes de los
añadió la explicación hagion, dedomenon, hagion ep' autois, Evangelios y de Hch; el p46 contiene las cartas paulinas y
o bien hagion dedomenon. Heb (no enteramente, porque faltan las cartas pastorales);
Tienen especial importancia las alteraciones del texto el p 47 contiene diez hojas de texto del Ap. El testimonio
que afectan a su contenido. Así, por ejemplo, el enunciado textual más antiguo qi'e poseemos del Nuevo Testamento
de 1 Tes 3,2, en el que Pablo llama a Timoteo «colaborador es el Papyrus Rylands-Greek p*2, que data de principios del
de Dios en el evangelio de Cristo», suscitó el problema de siglo II, y en el que podemos leer algunos versículos de
si un hombre podía ser o no colaborador de Dios. Las dis- Jn 18. En época más reciente hemos llegado a conocer al-
tintas variantes «colaborador y ministro de Dios», así como gunos textos más extensos escritos en papiros: el Papyrus
las combinaciones «ministro de Dios y colaborador nues- Bodmer II p 66 ofrece un manuscrito casi completo del Evan-
17
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258 El texto del NT Los manuscritos del NT 259

gelio de Juan, que data de los alrededores del año 200; el Hch. El otro manuscrito se denomina Claromontanus (06),
Papyrus Bodmer XIV-XV p 75 pertenece igualmente a la por el monasterio de Clermont, en Francia, y contiene las
época de los alrededores del año 200 y contiene la mayor cartas paulinas. Además de estos testimonios, de gran im-
parte de los Evangelios de Lucas y Juan. portancia para la crítica textual, hemos de dar también
b) Los códices mayúsculos. Hasta aproximadamente el especial realce —entre los códices mayúsculos— a otros dos
año 1000 d. C. se escribió con mayúsculas ( = códices ma- manuscritos de los Evangelios: el Freerianus W (032), de
yúsculos) el texto griego del Nuevo Testamento. Después los siglos iv-v (y que se encuentra ahora en la colección
se impuso umversalmente la escritura en minúsculas (— có- Freer, de Washington), y el Koridethianus 0 (038), que se
dices minúsculos). Para designar a los códices mayúsculos llama así por el monasterio de Koridethi, en el Cáucaso, y
empleamos letras mayúsculas o bien un número con un 0 que fue escrito probablemente en el siglo ix.
antepuesto. El Sinaiticus S (01) data de principios del si- c) Los códices minúsculos. De entre la multitud ingen-
glo iv y fue descubierto por C. von Tischendorf en el mo- te de estos manuscritos, más recientes, que se designan con
nasterio del monte Sinaí. Este manuscrito no sólo contiene números arábigos, no habrá que tener en cuenta para la
el Antiguo y el Nuevo Testamento, sino también la carta crítica textual sino aquellos que se pueda probar que son
de Bernabé y el Pastor de Hermas. El S, que posee estrecha copias de testimonios antiguos y buenos. Merecen especial
afinidad con B, es un testimonio valiosísimo del texto grie- atención dos grupos de códices minúsculos: el Ferrar
go y halló, con razón, especial aprecio por parte de la crítica (tp = 13, 69, 124, 346, 543, etc.), que se llamó así por su
textual. El Alexandrinus A (02) se escribió a principios del descubridor, W. H. Ferrar, y el Lake (X = 1, 118, 131,
siglo v en Egipto, y comprende, además del Nuevo Testa- 209, etc.), señalado por K. Lake. Junto a los numerosos
mento, las dos cartas de Clemente. El códice se llamó así códices minúsculos hay que mencionar también los leccio-
por el lugar de su procedencia y fue regalado por el pa- narios, que no ofrecen un texto completo, sino que contie-
triarca Cirilo Lukaris al rey Carlos I de Inglaterra. Su tes- nen únicamente lecturas destinadas para su uso en el culto
timonio no ¡guala en valor al del S ni al del B. El Vaticanus divino (se designan: l lect , etc.).
B (03) alcanza, lo mismo que S, hasta principios del si- d) Las traducciones. Las traducciones primitivas del
glo iv y contiene el Antiguo y el Nuevo Testamento hasta NT tienen un gran valor por razón de su antigüedad. Re-
Heb 9,14; el final se ha perdido. Se conserva desde antiguo presentan un testimonio indirecto del texto griego que tu-
en la Biblioteca Vaticana. El códice, confeccionado con mu- vieron a su disposición los traductores. Es evidente que en
cho esmero, ofrece —junto con S— el testimonio importan- la traducción no se pueden reconocer todas las precisiones
tísimo de un texto egipcio muy antiguo. El Codex Ephrae- del texto griego, como los distintos tiempos del pretérito
mi rescriptus C (04) es un palimpsesto. El texto bíblico, o el diverso uso de preposiciones (apo/hypo). Para la crí-
que se escribió en el siglo v, fue sobrecubierto en el si- tica textual revisten especial importancia las traducciones
glo x n por unos tratados del Padre sirio de la Iglesia san siguientes:
Efrén. Del Antiguo Testamento se ha conservado poca cosa; 1) Traducciones siriacas. En los comienzos de la Biblia
del Nuevo Testamento, aproximadamente las cinco octavas siríaca se halla el diatesarón (Eusebio, H. E. IV, 29, 6: to
partes. Se logró que el texto del Nuevo Testamento volviera dia tessarón [¿armonía de cuatro?]), que es una armonía
a ser legible y pudiese utilizarse. Se designan con la letra D evangélica compuesta por Tiiciano hacia los años 170-180.
dos manuscritos de los siglos v-vr, que además del texto Esta traducción se hallaba muy difundida en la Iglesia siria.
griego ofrecen la traducción latina. El primero de estos dos Sin embargo, en el siglo v se eliminó el diatesarón y no se
manuscritos se denomina Bezae Cantabrigiensis (05), ya le utilizó ya en el culto divino, llegándose incluso a des-
que Teodoro Beza, sucesor de Calvino, se lo regaló a la truir los ejemplares existentes, de suerte que esta armonía
Universidad de Cambridge, y comprende los Evangelios y evangélica se ha perdido. Su forma no podemos reconstruir-
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260 El texto del NT Los manuscritos del NT 261

la sino por traducciones posteriores. Ni siquiera podemos gua traducción latina. Sin embargo, el texto establecido
decidir con certeza si el diatesarón se escribió originalmen- por Jerónimo, y que se empleó generalmente como Vulgata
te en griego o en siríaco. En Dura-Europos, en la frontera ( = versión divulgada), no logró imponerse en todas partes
del Imperio Romano, junto al Eufrates, se descubrió un y volvieron a penetrar poco a poco bastantes variantes de
fragmento griego de la historia de la pasión según el dia- las antiguas traducciones latinas. Por eso en el año 1546,
tesarón, que data del siglo n i . Ahora bien, como este frag- en la sesión cuarta del Concilio de Trento, se decretó la
mento no comprende más que catorce líneas no podemos preparación de una edición auténtica de la Vulgata. En el
sacar conclusiones muy amplias. El diatesarón se difundió año 1590, bajo el pontificado del papa Sixto V, se publicó
en lengua siria y ejerció una influencia no menospreciable una versión oficial de la Vulgata; pero esta versión estaba
sobre la historia ulterior del texto griego. llena de faltas y tuvo que ser sustituida rápidamente por
Además del diatesarón, existieron ya en época temprana una nueva edición, publicada en el año 1592 bajo el ponti-
los llamados evangelios de los separados, es decir, traduc- ficado del papa Clemente VIII. Empero, tampoco este
ciones siríacas de los cuatro Evangelios. En el siglo II se texto era plenamente satisfactorio. La tercera edición de
compusieron dos antiguas traducciones: el Siro-curetoriano la Vulgata Clementina, del año 1598, se convirtió luego
(syr cur ), q u e e s t ¿ testificado por un manuscrito que data en el texto oficial de la Biblia para la Iglesia católica
del siglo v, y la traducción descubierta en el monasterio romana.
de Santa Catalina del Sinaí y que se denomina el Siro-sinaí- 3) Las traducciones copias. En Egipto, el Nuevo Testa-
tico (syr sin ), cuyo manuscrito se remonta al siglo v o al iv. mento se tradujo en época ya muy temprana a diversos dia-
En el siglo v, fomentada principalmente por el obispo lectos de la lengua popular: el copto. En el alto Egipto
Rábbula de Edesa, se impuso en toda la Iglesia siria una apareció, en el siglo n i , la traducción sahídica (sa), cuyo
traducción de la Biblia, la llamada «Peshitta» ( = la senci- texto se halla cerca del S y del B; en el bajo Egipto se con-
lla, es decir, la Vulgata), que contenía los cuatro Evange- feccionó en el siglo n i o iv la llamada versión bohaíri-
lios. En época ya más avanzada surgieron otras dos versio- ca (bo).
nes del Nuevo Testamento en siríaco: la revisión de la 4) Otras traducciones del Nuevo Testamento que fue-
Peshitta llevada a cabo en el año 508 por el obispo Philoxe- ron apareciendo más adelante no pueden compararse en
nus de Mabug y que se llamó la versión Philoxeniana (sy ph ), importancia con las que acabamos de citar. Son: la arme-
la cual, cien años más tarde, fue revisada de nuevo en Egip- nia, la etiópica, la georgiana, la árabe, la persa, la paleo-
to por el obispo Tomás de Harkel ( = Heraclea) y se llamó eslava. Estas traducciones fueron hechas a base de un texto
la Heracleensc (sy h ). griego tardío o sobre el modelo de otras traducciones (como
2) Traducciones latinas. Las traducciones latinas más la siríaca), de tal suerte que su importancia para la crítica
antiguas se confeccionaron ya en el siglo n. Sin embargo, textual es escasa. Hay que mencionar, además, que Ulfilas
las distintas versiones de estas traducciones (ítala o Vetus compuso en el siglo iv una traducción gótica, cuyo testimo-
Latina; sus manuscritos se designan mediante letras mi- nio más famoso es el Codex argenteus, que se conserva en
núsculas: a, b, c, d, etc.) diferían tanto entre sí en algunas Upsala y data del siglo vi.
partes que se hacía necesaria una revisión. El obispo Dá- e) Citas de los Padres de la Iglesia. En los escritos de
maso de Roma (366-384) encargó su ejecución al erudito los Padres de la Iglesia se cita con bastante frecuencia el
san Jerónimo. Mientras que éste revisó en parte la traduc- Nuevo Testamento. Las obras de Clemente de Alejandría
ción latina del Antiguo Testamento y en parte hizo una y de Orígenes presuponen un antiguo texto egipcio. Sin
nueva traducción partiendo del texto original, vemos que embargo, al echar mano de las citas de los Padres de la
—en lo que se refiere al Nuevo Testamento— hizo una Iglesia hay que tener en cuenta dos cosas: con frecuencia
revisión, basándose en los mejores testimonios de la anti- los copistas ulteriores de las obras patrísticas recompusie-
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Historia del texto impreso 263


262 El texto del NT
b) Las impresiones del Nuevo Testamento griego que
ron las citas bíblicas según el texto que era corriente en su se fueron publicando sucesivamente tenían como base el
época. Por eso para la crítica textual del Nuevo Testamento texto de Erasmo, en el que se habían introducido algunas
no pueden emplearse sino ediciones críticas de los Padres correcciones, pero sin hacer cambios fundamentales. El im-
de la Iglesia. Pero hay más. Y es que muchas veces no presor parisiense Stephanus publicó en el año 1551 una
podemos decidir con certeza si el correspondiente Padre de edición que dividía el texto en versículos, división que
la Iglesia cita el Nuevo Testamento teniendo a la vista un pronto encontró aceptación universal. (La división corrien-
modelo o bien lo cita de memoria. Por eso hay que tener te en capítulos procede de Stephan Langton [1206], que
cierta cautela cuando se aducen citas del Nuevo Testamento más adelante fue arzobispo de Canterbury). También Teo-
tomadas de los Padres de la Iglesia para decidir cuestiones doro Beza siguió en Ginebra el texto de Erasmo, aunque
de crítica textual. disponía del códice D y podía utilizar sus variantes. En
1633, Elzevier, editor e impresor de Leiden, preparó una
edición en cuyo prólogo hacía notar lo siguiente: «Textum
3. HISTORIA DEL TEXTO IMPRESO DEL ergo habes nunc ab ómnibus receptum, in quo nihil immu-
NUEVO TESTAMENTO tatum aut corruptum damus». Por sugerencia de esta fra-
se, el texto en cuestión recibió la denominación de textus
a) Después de la invención de la imprenta por Juan receptus y fue aceptado universalmente sin discusión. Aun-
Gutenberg, se imprimió la Biblia, pero al principio sólo que este texto había nacido de manera harto problemática,
en el texto de la Vulgata. En España se preparó una prime- la vieja ortodoxia protestante lo consideró como inspirado.
ra edición del Nuevo Testamento griego, la llamada Biblia c) En el siglo XVIII siguió imprimiéndose el textus
Políglota Complutense. Esta magna empresa, llevada a cabo receptus. Pero algunos eruditos comenzaron a coleccionar
por iniciativa del cardenal Jiménez de Cisneros, abarca no variantes y añadírselas al texto del Nuevo Testamento, a fin
sólo el Nuevo Testamento, sino también el Antiguo. El de que el lector pudiera formarse su propio juicio. En su
texto del Nuevo Testamento griego estaba terminado en el Gnomon Novi Testamenti (1734), Joh. Albrecht Bengel
año 1514, pero el permiso pontificio para su publicación presentó bastantes variantes y emprendió el intento de
se hacía esperar. Entonces Froben, editor y librero de Ba- reunir en grupos o en familias los testimonios de la tradi-
silea, se enteró de esta labor que se estaba llevando a cabo ción textual. Joh. Jakob Wettstein publicó en los años
en España y decidió adelantarse a ella con una edición pro- 1751-1752, como fruto de largos años de estudio, un No-
pia. Para sus propósitos consiguió la colaboración del fa- vum Testamentum graecum... cum lectionibus variantibus.
moso erudito Erasmo de Rotterdam, quien se puso a tra- El sistema elegido por él para denominar los códices ma-
bajar en el año 1515, y con los escasos manuscritos que yúsculos (letras mayúsculas) y los minúsculos (cifras arábi-
tenía a su alcance preparó una edición del Nuevo Testa- gas) se ha impuesto desde entonces universalmente. Joh. Ja-
mento griego. Para el Áp sólo dispuso de un único manus- kob Griesbach enlazó con los trabajos de estos dos eruditos
crito, que además terminaba bruscamente en 22,16. Erasmo y trató de repartir los manuscritos entre tres recensiones o
salió de apuros retrotraduciendo del latín al griego los últi- grupos. Sin embargo, a pesar de estos principios, empren-
mos versículos. En la primavera del año 1516 aparecía ya didos para establecer un texto con base crítica, el textus
la primera edición del Nuevo Testamento griego, de la que receptus permaneció imbatido también en el siglo xvm.
el propio Erasmo confesaba que la había preparado dema- d) Tan sólo en el siglo XIX se consiguió romper el
siado de prisa («praecipitatum verius quam editum»). La dominio del textus receptus. El filólogo clásico Lachmann
segunda edición de esta obra, impresa en el año 1519, fue propuso el convincente principio de que los métodos de la
la que sirvió de modelo a Lutero para traducir al alemán filología clásica debían aplicarse también a la crítica textual
el Nuevo Testamento.
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264 El texto del NT Estado actual de la crítica textual 265

del Nuevo Testamento. Para ello no habría que partir del muchas veces el parecer de Von Soden, principalmente en
textus receptus, sino que habría que fijarse la meta asequi- los casos en que los otros tres editores no ofrecían una
ble de restaurar el texto que se empleaba en la Iglesia hacia lectura unánime. Por consiguiente, el texto impreso por
el año 380. Si Lachmann había sido muy prudente al seña- Nestle no presenta el testimonio de ningún manuscrito,
lar esta fecha, pronto se vio que la reconstrucción del texto sino la fisonomía textual que se obtenía por el cotejo de
llegaba a una fecha todavía anterior, ya que volvieron a las ediciones críticas existentes. En las ediciones ulteriores,
descubrirse muchos manuscritos antiguos. El investigador que corrieron a cargo de Eberhard Nestle y de su hijo Er-
que tuvo más éxito como descubridor y coleccionista de win Nestle, fueron mencionándose más y más en el aparato
manuscritos fue Constantin von Tischendorf. Para su edi- crítico las variantes de los manuscritos importantes. No se
ción magna del Nuevo Testamento prefirió el códice S, podía mantener ya el viejo principio de ofrecer un texto
descubierto y editado por él. Por su abundantísimo aparato basado en las grandes ediciones críticas. El progreso de la
crítico, su editio octava I 1869, II 1872, I I I 1894 (Grego- crítica textual y el refinamiento de sus métodos no lo per-
ry) sigue siendo imprescindible hasta el día de hoy. Además mitían. K. Aland, que se ha hecho cargo ahora de la edi-
de esta edición, surgieron pronto otras ediciones críticas. ción del Novum Testamentum Graece, renunció al viejo
Los ingleses Westcott y Hort prefirieron B como testimo- procedimiento, y ofrece ahora un texto elaborado crítica-
nio del texto, que llamaron «neutral» (1881). También mente, con un aparato crítico más extenso que recoge las
B. Weiss creyó que B era el mejor manuscrito (1894-1900, variantes más importantes, y que, por tanto, ofrece al estu-
2
1902-1905). Poco después de principios de siglo, Hermann dioso la posibilidad de contrastar críticamente la decisión
von Soden publicó una extensa edición crítica del Nuevo adoptada por el editor y formarse a su vez un juicio crítico
Testamento, para cuyo aparato introdujo un nuevo sistema propio. La edición vigésimo sexta del Nestle-Aland amplia-
de siglas que pronto se vio que era muy complicado y, en rá aún más el material ofrecido en el aparato crítico.
consecuencia, no logró imponerse. Los manuscritos se re-
partieron según tres grandes recensiones: la de Hesiquio
en Egipto, la de Luciano de Antioquín para el texto bizan- 4. ESTADO ACTUAL DE LA CRITICA TEXTUAL
tino (o texto de la koiné) y la de Panfilo para el llamado DEL NUEVO TESTAMENTO
texto jerosoliinitano. Es verdad que hay que contar con
que el texto del Nuevo Testamento griego fue trabajado J. Duplacy, Oü en est la critique tcxtucllv du Nouveau Testa-
cuidadosamente por buenos filólogos de Antioquía. Pero menta (1959); K. Th. Schafer, Der llrtray, der textkritischen
no se puede hablar de que el texto del Nuevo Testamento Arbeit am NT seit der Jahrhundertwendc: BZ NF 4,(1960) 1-18.
haya tenido tres recensiones, y no existió nunca un texto
jerosolimitano. a) Los esfuerzos emprendidos desde hace doscientos
e) Para reunir en una edición manual del Nuevo Testa- años por reunir los manuscritos en grandes grupos han
mento griego los resultados obtenidos por estas grandes edi- conducido a un amplio consenso por parte de la investiga-
ciones científicas, E. Nestle adoptó como norma el siguien- ción moderna. Cuando se habla de una familia textual no
te procedimiento: en vez de investigar personalmente los debemos entenderla en el sentido de un grupo rígido. A ve-
manuscritos, fijó un texto a base de las grandes ediciones ces, uno u otro de sus miembros va por sus propios cami-
ya existentes. Cuando Tischendorf, Westcott-LIort y Weiss nos. Según el estado actual de la crítica textual del Nuevo
están de acuerdo aceptó ese texto uniforme. Si dos editores Testamento, podemos distinguir los siguientes grupos:
estaban contra uno, aceptaba el parecer de la mayoría. En 1) El texto egipcio-alejandrino. Se encuentra represen-
el año 1898 se publicó por primera vez su Novum Testa- tado por la mayoría de los papiros y además por los códices
mentum Craece. En ediciones posteriores se adujo también mayúsculos S y B (A y C ofrecen un texto mixto), así como
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266 El texto del NT Estado actual de la crítica textual 267


por los Padres de la Iglesia Clemente de Alejandría y Orí- crítica textual? Primeramente debe hacerse la critica exter-
genes y las traducciones sahídica y bohaírica. Generalmen- na, es decir, hay que examinar la edad y el valor de los
te, el texto representado por estos testimonios es muy bue- manuscritos y hay que determinar a qué familia textual
no; pero ni ofrece el texto neutral, como pretendían West- pertenecen. Sin embargo, aun el mejor manuscrito no siem-
cott y Hort, ni puede considerarse como representante del pre tiene razón cuando se trata de determinar cuál de las
texto primitivo. distintas variantes responde al original. Porque ninguno
2) El texto de Cesárea. Este grupo, que se halla muy de los numerosos manuscritos que han llegado hasta nos-
cerca del texto egipcio-alejandrino, puede mostrarse —con otros ofrece el texto original. En cualquier copia se pueden
alguna seguridad— en lo que se refiere al Evangelio de deslizar errores. O bien hay que contar con la posibilidad
Marcos. Sus testimonios son: p 45 , W, ©, X, <p. Se escogió de que el copista haya introducido de cuando en cuando
el nombre de «texto de Cesárea» porque es posible que alteraciones en el texto. Por eso la crítica externa tiene que
Orígenes llevara consigo esta versión desde Egipto a Cesa- completarse con la crítica interna. En ésta hay que exami-
rea (Palestina). nar cuáles son las razones objetivas que hablan en favor de
3) El texto «occidental». Este grupo se halla represen- una variante y en contra de la otra. Para esto ofrecen cierta
tado en el occidente del Imperio Romano principalmente ayuda dos reglas de experiencia, que se han ido formando
por los dos manuscritos D, que, además del texto griego, con la labor de crítica textual.
tienen también el latino; está atestiguado además por las La primera dice así: lee fio difficilior probabilior. Es un
traducciones latinas y los Padres de la Iglesia occidental. principio señalado ya por Bengel. Este principio dice que la
Algunas veces este texto se aparta sorprendentemente de expresión más difícil tiene mucha más probabilidad de ser
las demás tradiciones, como ocurre sobre todo en Hch la original. Porque pudo haber dado motivo para que al-
(cf. pp. 176s). Las investigaciones recientes han demostrado guien tratara de pulir la aspereza del texto introduciendo
que bastantes lecturas occidentales aparecen ya en Egipto modificaciones. Así, por ejemplo, en el caso citado en la
en época temprana. Por eso no hay que tomar en sentido página 256, tomado de 1 Tes 3,2, el texto original se halla
demasiado estricto la denominación «occidental». seguramente en las palabras con que Pablo designa a Ti-
4) El texto de la kuiné o texto imperial. Este texto moteo como «colaborador de Dios en el evangelio de Cris-
es el que ofrecen la mayoría de los manuscritos. Tuvo am- to». Es verdad que estas palabras sólo se hallan atestigua-
plia difusión gracias a Constantinopla. Constituye el resul- das por D 33 d e Ambst Pelag, es decir, predominantemente
tado de una larga evolución que, por influencia del texto por testimonios occidentales. Pero todas las otras variantes
empleado en Siria, condujo a limar las asperezas lingüísticas podrían explicarse como «enmiendas» posteriores de la ex-
y a presentar una faceta mejor del griego. Por eso el texto presión que parecería chocante, de que el hombre Timoteo
imperial es de menor valor para la crítica textual que los fuera un colaborador de Dios. B borra «de Dios» y dice
textos de otros grupos, aunque en este grupo textual, que únicamente «colaborador»; S A P 424 2 vg syh sustituyen
es más reciente, se encuentran también lugares en los que «colaborador» por otro término que no ofrece problemas:
pudo conservarse la lectura original, en contra del testimo- «ministro», de tal suerte que ahora se dice: «ministro de
nio de las otras familias. El texto imperial se halla atesti- Dios»; koiné pl syp hacen confluir ambas expresiones:
guado por muchos códices mayúsculos (A y C: texto mixto; «ministro de Dios y colaborador nuestro»; G no hace más
véase supra) y por la mayoría de los minúsculos. Sin em- que anteponer la palabra «ministro», de tal suerte que la
bargo, el número de los manuscritos no decide sobre el fórmula dice así, en este caso: «ministro y colaborador de
valor de las variantes ofrecidas por ellos, sino únicamente Dios».
el peso objetivo de su testimonio. La otra regla enseña: lectio brevior potior. Por consi-
b) Pues bien, ¿cómo habrá que proceder en la labor de guiente, si hay que decidirse entre dos lecturas variantes,
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268 El texto del NT Estado actual de la crítica textual 269

habrá que estudiar si la versión más breve no representa cuenta la exégesis del texto: una exégesis que estudie bien
quizá el texto original. La razón es que esa versión más el lenguaje del autor, el hilo de sus pensamientos y su teo-
breve parecería reclamar una explicación o complemento a logía. Si después de cuidadoso examen se ha adoptado una
fin de eliminar cualquier malentendido. Así, por ejemplo, decisión crítica, entonces hay que hacer la contraprueba:
en los lugares ya citadas en otra ocasión (cf. pp. 256s) deberá considerarse como texto original aquella variante a
de Jn 7,39 y 1 Cor 8,6 vemos claramente que las versiones partir de la cual todas las otras variantes puedan entender-
más breves son las originales. En la frase oupd gar én pneu- se como alteraciones intencionadas o no intencionadas del
ma, que se refiere a unas palabras de Jesús antes de su glo- texto original.
rificación (Jn 7,39), se echaba de menos una explicación
que concretase de qué espíritu se estaba hablando. Y por
eso se añadió hagion (p66* S K S f pe) o bien se esperaba
una nota aclaratoria sobre el don divino del Espíritu; en
consecuencia, se completó la frase con el participio dedo-
menon (lat sy Eus). Expresiones más extensas las hallamos
en D f got: hagion ep' autois; B e q: hagion dedomenon.
Y cuando en 1 Cor 8,6 se habla de la confesión de fe en
el único Dios, el Padre, de quien todo procede y para quien
somos nosotros, y en el único Señor Jesucristo, por quien
son todas las cosas y por quien somos nosotros también,
un copista posterior pensó que aquí faltaba algo, porque la
confesión trinitaria tendría que hablar de las tres personas.
En consecuencia, se añadió un tercer miembro de carácter
análogo: kai hen pneuma hagion, en ho ta panta kai hé-
meis en auto (0142 460 pe Grcg naz ). Empero, aquí tampoco
cabe duda alguna de que la formulación bimembre, más
breve, ofrece el texto original.
En la mayoría de los casos, con ayuda de las críticas
externa c interna, se puede lograr un resultado cierto, de
tal suerte que conste cuál es el texto del Nuevo Testamento
griego. En cambio, se pisa un terreno incierto cuando, va-
liéndose de conjeturas, se intenta reconstruir el texto ori-
ginal. Porque las conjeturas no pueden basarse en ningún
testimonio escrito, sino que únicamente manifiestan una
mera sospecha de la formulación del texto original. Puesto
que con frecuencia se ha visto, al conocerse mejores testi-
monios de la tradición textual, que tales suposiciones eran
falsas, habrá que ser por principio muy reservados con res-
pecto a las conjeturas.
Cuando se adoptan decisiones en materia de crítica tex-
tual no sólo hay que sopesar bien el correspondiente testi-
monio de la tradición manuscrita, sino que debe tenerse en
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índice onomástico 271

ÍNDICE ONOMÁSTICO Hort, F. J. A.: 264 Metzger, B.: 253


Huck, A.: 76 Meyer, A.: 220
Dinkler, E.: 66, 71 Hummel, R.: 150, 154 Michaelis, J. D.: 15
Adams, A. W.: 253 Hunzinger, C. H.: 45 Michaelis, W.: 16
Aland, K.: 131, 257, 265 Dobschütz, E. von: 199, 200,
Hurd, ].: 66, 71 Michel, O.: 81, 84, 212
Alonso, J.: 131 253 Minear, P.: 81, 85
Dodd, C. H.: 178, 182, 183, Jeremias, J.: 35, 42, 57, 121, Moule, C. D. F.: 227, 230
Balz, H. R.: 53 199, 206 Munck, J.: 81, 86, 150, 155
Duplacy, J.: 265 141, 167, 170, 178
Barrett, C. K.: 74, 76 Jülícher, A.: 16, 210.
Barth, F.: 16 Dupont, J.: 167, 169
Nauck, W.: 199, 202
Barth, G.: 150 Kasemann, E.: 19, 22, 42, 45, Ncstle, E.: 253, 265
Baur, F. Chr.: 15, 76, 195 Eckart, K.-G.: 60, 62
Eichhorn, J. G.: 15 73, 76, 102, 105, 199, 208, Niederwimmer, K.: 143, 149
Becker, J.: 178, 188 212, 214, 232, 235 Noack, B.: 178, 182
Belim, J.: 16 Kenyon, F. G.: 253
Bengel, J. A.: 263, 267 Farmer, W.: 135 Kilpatrick, G. D.: 87
Fascher, E.: 16 Oepke, A.: 62, 63
Benoit, P.: 131 Kittel, G.: 220, 225 O'Neill, J. C : 199, 202
Bergmeier, R.: 208 Feine, P.: 16 Klein, G.: 81, 84, 158, 163, Ostcn-Sacken, P. von d.: 137
Boismard, M.-E.: 131, 227, Ferrar, W. H.: 259 167, 176, 199, 207
229, 241, 244 Finegan, J.: 55
Knox, J.: 92 Pcrdelwitz, R.: 227, 229
Bornkamm, G.: 38, 42, 73, Fitzmyer, J.: 73, 78 Koster, H.: 21, 88, 89, 140
81, 84, 88, 90, 115, 120, Flender, H.: 158 PloRcr, O.: 237
Friedrich, G.: 33, 74, 77, 86, Kosmala, H.: 212, 215
127, 150, 154, 208, 209 Kramer, W.: 32, 36
Borse, U.: 81. 87, 88 Rehkopf, F.: 158, 163
Kümmel, W. G.: 13, 16, 19, Rcich, W.: 207
Bousset, W.: 240, 249 60, 62, 73, 78, 86
Braun, II.: 94, 95, 178, 190, Georgi, D.: 74, 77 Reumann, J.: 43
Gerhardsson, B.: 120 Kürzinger, J.: 150, 155 Riesen ícld, H.: 120
199, 201
Bretschncider, K. G.: 194 Gnilka, J.: 73, 78, 88, 90, 92, Robinson, J. M.: 140
Brun, I...: 240 102, 106 Lachmann, K.: 136, 263 Rolulc, I.: 125
Bultmann, R.: 60, 73, 76, 94, Griisser, E.: 212, 219 Lake, K.: 259 Rollcr, Ü.: 50, 52, 110
95, 115, 117, 119, 167, 170, Grceven, H.: 45, 96, 98, 220, Lehmann, M.: 143 Rowlcv, II. II.: 237
178,186,188, 189,199, 201, 253 Lessing, G. E.: 135 Ruckstulil, E.: 178, 185
202 Grcgory, C. R.: 264 Lietzmann, H.: 73, 78, 81, 87,
Buschard, Ch.: 167, 171 Gricsbach, J. J.: 135, 263 131, 253 Síínchc/ Fcrrcro, A.: 131
Grobel, K.: 143 Lohmeyer, E.: 38, 87, 91, 96, Sandcrs, J. T.: 38
Campenhausen, H. von: 19, Güttgemanns, E.: 115, 119 98 Schafcr, ÍC. Th.: 16, 265
22, 106, 114 Lohse, E.: 39, 43, 45, 92, 96, Sclicnk, W.: 66, 71
Conzelmann, H.: 32, 35, 45, Ilncnchen, E.: 167, 177, 178, 100, 123, 158, 163,178, 189, Sdiillc, G.: 38
66, 106, 125, 143, 158, 164, 199. 220, 227, 230, 237, 241, 244 Schlnticr, A.: 66, 69
167, 176, 199, 207 Hahn, F.: 42 Lührmann, D.: 141 Schldc-rmacher, F. D.: 15, 135,
Cross, F. C : 227, 229 Harnack, A. von: 94,102,103, Lütgert, W.: 62, 65, 66, 69, 194
CuUmann, O.: 32, 150 170, 212, 219 76 Sdilicr, II.: 62, 63, 102, 103
Harnisch, W.: 237 Luz, W.: 81, 143, 146 Sdimult, T. M.: 237
Deichgraber, R.: 38, 41, 45 Hausrath, A.: 73, 78 Schmull, K. L.: 115, 125
Deissmann, A.: 50, 55, 87, 91 Held, H. J.: 150, 152 Martin, R. P.: 38 Sdim'ulihals, W.: 34, 62, 65,
Dibelius, M.: 45, 96, 98, 106, Herder, J. G.: 135 Marxsen, W.: 16, 65, 143, 149 66, 69, 76, 81, 87, 90
110,113,115,117,119,126, Kirsch, E.: 142, 178, 184 McDonald, J.: 81, 87 Schnackenburg, R.: 178, 187,
146,169,177, 220, 222 Holtzmann, H. J.: 15, 136 Meinertz, M.: 16 197
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272 índice onomástico

Schneemelcher, W.: 237 Vischer, E.: 240, 244 ÍNDICE ANALÍTICO


Schneider, F.: 178 Voegtle, A.: 45
Schniewind, J.: 115, 127 Vogels, H.: 16
Schürmann, H.: 158, 163 Vogt, E.: 45 Alogos: 194, 247 Epístola: 50-53
Schulz, S.: 178 Volz, P.: 137 Apocalíptica: 95, 230, 237- Evangelio de Tomás: 140
Schwartz, E.: 178, 184, 195 249
Schweizer, E.: 36, 41,143, 149, Apócrifos: 23, 24, 25, 26, 28, Fórmulas de fe: 34
158, 162, 178, 185, 188 Walker, R.: 150, 157 130, 140 Fragmentos de Papías: 147,
Selwyn, E. G.: 227, 230, 231 Weidinger, K.: 45 Autenticidad: 53-55
Weiss, B.: 264 148,154,155,195,196,209,
Semler, J. S.: 15 249
Sickenberger, J.: 16 Weiss, ].: 66, 70, 94 Bautismo: 44, 101, 204, 229
Wellhausen, J.: 178, 184 Fuente de ios «logia»: 139-143
Simón, R.: 14 Burguesía: 113
Sint, J. A.: 53 Wengst, K.: 32
Werner, M.: 143, 149 Canon: 19-28 Gnosis: 65, 66, 70, 76, 89, 98,
Soden, H. von: 264 104,111,186,190,191,192,
Spicq, C: 106, 108, 110 - Wernle, P.: 136 Carta: 50-53
Westcott, B. F.: 264 198,201,203,205,209,233,
Stendahl, K.: 45, 150, 157 de las lágrimas: 75 234, 235
Stenger, W.: 41, 178 Wette, W. M, L. de: 15 pascual: 26
Strecker, G.: 150, 157 Wettstein, J. J.: 263 Catálogos de virtudes y vi-
Streter, B. H.: 158, 161 Wibbing, S.: 45 cios: 46 Haggadií: 116
< Strobel, A.: 106, 114, 158, Wikenhauser, A.: 16 Catecismo: 46, 144 Ilalaká: 116
Wilkens, U.: 66, 69, 70, 167 Cautiverio de Pablo: 58, 90, Herejes: 64, 65, 66, 76, 77,
241, 245 Wilkens, W.: 178, 185 8'), 97, 104, 105, 111, 112,
Stuhlmacher, P.: 127 91, 92, 98
Windisch, H.: 178, 180 Cena: 42 204, 232-236
Wrede, W.: 143 Colecta: 73, 75 Himnos: 38-41
Theissen, G.: 115, 212, 219 Comma Johanneum: 207 Hipótesis de partición: 62, 71,
Tischendorf, C. von: 258, 264 Composición de una carta: 78, 78, 79, 90
Tódt, H. E.: 141 Yadin, Y.: 212, 215 Hipótesis del secretario: 52,
Trilling, W.: 150, 157 79, 90, 93
Concilio apostólico: 72, 174, 110, 131, 225
Zahn, Th.: 16 175, 195, 225 Historias de milagros: 118,
Vielhauer, Ph.: 115, 167, 169, Zitnmcrmann II.: 36, 41, 45, Confesiones de fe: 32-37, 203, 119, 124
175, 237 120, 123, 145 204, 231 Historia de la pasión: 123-124
Crítica Homología: 32-36
literaria: 184-189, 200-204,
244-246 Itinerario: 169
textual: 253-269
Cronología: 55-59 Judaizantes: 64, 65, 66, 76,
Cuestión sinóptica: 131-143 89, 97, 111
Decreto apostólico: 72, 175,
176 Kcrigma: 33, 34, 35, 230
Diatesarón: 27, 259
Doxologías: 44 Latinismos: 150
Lenguaje y estilo: 99, 104,
Edicto contra los judíos: 83 110-111, 138, 185, 186, 197-
Enlace por palabras clave: 198,217,226,231,236,246
122, 141, 222 Leyenda: 119, 125, 130
Entusiasmo: 69, 71, 76 Liturgia: 42-44, 99, 105
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274 índice analítico

Mándeos: 191, 192 Protolucas: 161, 162 NUEVO TESTAMENTO


Material especial: 138, 142, Protomarcos: 138
161, 162 Pseudonimia: 53, 54
Memorias: 129 Traducción de
Movimiento bautista: 192 Relato breve: 118,119,125 JUAN MATEOS
Palabras del Señor: 20, 21, 66, Relato en primera persona del y
116,117,118,121,122,221, plural: 169
LUIS ALONSO SCHOKEL
222, 223
Papiros: 21, 51, 198, 199, 253, Secreto mesiánico: 146
257, 258 Sincretismo: 65, 97, 190, 192 Introducciones y comentarios de
Parábolas: 118, 120, 121 JUAN MATEOS
Paradigma: 118, 119
Parénesis: 45-49, 117, 220, Tablas domésticas: 46, 105,
221, 222, 228, 229, 230 227-230 781 págs. Ene. en skivertex
Partido de Cristo: 70 Textos de Qumrán: 45, 46,
Predicación: 32, 33 104, 189, 190, 202, 2.15, 240
Prólogos a los evangelios: 14, Tradición de escuela: 100, 101,
149, 165 105, 112, 113, 114, 231
Protoca tolicismo: 176, 201, Tratado: 28, 102, 200, 213 Dos máximos especialistas realizaron esta nueva versión
233-234 Trueque de hojas: 188 de los escritos del Nuevo Testamento. Trabajaron en ella a
lo largo de doce años e hicieron de la misma seis redaccio-
nes. No se trata, por tanto, de una traducción precipitada
o improvisada.
Por vez primera se aplican en ella los más depurados cri-
terios de la actual exégesis y los más recientes métodos de
la lingüística y la estilística. Cada uno de los escritos que
integran el Nuevo Testamento fue sometido a un riguroso
estudio semántico y estilístico, como no se había realizado
hasta ahora en ningún idioma. De ahí que parezcan textos
nuevos y que el lenguaje resulte popular en los Sinópticos,
sentencioso en Juan, retórico y tajante en Pablo, fluido y
elocuente en Hebreos, poético en el Apocalipsis.
Lo más trascendental, sin duda, es la versión de las car-
tas de Pablo. Palabras y expresiones ininteligibles en ante-
riores traducciones, resultan claras y diáfanas en ésta, y
cualquier lector, sin especial formación bíblico-teológica,
las podrá comprender. ¡Qué nueva y actual resulta así la
gran lucha del Apóstol por la libertad cristiana y su doctri-
na sobre la salvación!

EDICIONES CRISTIANDAD

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