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Ecosistemas singulares. I. El manglar, sus plantas y beneficios a la ecología

Working Paper · March 2016


DOI: 10.13140/RG.2.1.1771.4322

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Ministerio de Salud Pública, Cuba
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Ecosistemas singulares. I. El manglar, sus plantas y
beneficios a la ecología
Dr. José Osvaldo Kindelán Barrientos Especialista de 1er grado en Nutrición e Higiene
de los Alimentos

“Podemos ver un bosque de árboles nudosos y dentados que protruyen desde la


superficie del mar, con sus raíces ancladas profundamente en un fondo de fango
maloliente y negruzco, con sus verdes coronas en arcos hacia el llameante sol; es en
esta locación, donde la tierra y el mar se entrelazan, donde se difumina la línea que
divide el oceánico mar de la costa continental, el sitio donde el biólogo marino y el
ecologista del bosque han de esforzarse hacia los más extremados alcances de sus
respectivas disciplinas”
Rutzler K, Feller IC. Caribbean Mangrove Swamps. Scientific American, March 1996, p. 24.
I. Introducción, historia y aspectos generales
Los seres humanos siempre hemos sentido enorme fascinación por el océano y sus
costas, por ello no sorprende que desde hace más de 2000 años existan referencias
acerca de los manglares - las primeras descripciones conocidas las hicieron, a su paso
por el Mar Mediterráneo el explorador griego Nearchus en el año 325 AC, y más
tarde Theophrastus en el 305 AC atribuyéndole ambos propiedades afrodisiacas “a
las ancladas en zancos plántulas de los manglares”- sin embargo es solo en los
últimos 35 años en que se ha avanzado sustancialmente en la comprensión de los
mecanismos, importancia e interacciones existentes entre los diferentes
2

constituyentes de sus ecosistemas. Debemos enfatizar que, muy a pesar de que la


actividad humana causa y continuará causando problemas en estos tan delicados e
importantes ecosistemas, éstos aun se defienden y sobreviven, apoyados
fundamentalmente en su extraordinaria y casi inigualable productividad.
A través de los siglos los millones de seres humanos que viven en las costas de las
diversas regiones donde existen los manglares han establecido- fundamentalmente
para el uso limitado y exclusivo de sus comunidades- un nexo extraordinario de
dependencia armónica con sus árboles y sus corrientes acuosas. Los pioneros de la
exploración y los primeros habitantes de nuestras ribereñas regiones se dieron
temprana cuenta del valor, no solo de las plantas de esos entornos, sino también de la
vida salvaje coexistente en esas tan productivas regiones, pues desde entonces estas
les aportaron, además, productos de pesca y caza. Las plantas de los manglares, las
cuales denominaremos de aquí en adelante mangles, les ofrecen a los humanos una
muy resistente madera, utilizable como combustible y como material constructivo de
casas, muebles, embarcaciones, pilotes y otros útiles; de su corteza se obtiene
material de curtiduría y teñidura; las hojas fueron desde el principio un buen forraje
para el ganado y, éstas mismas ya desecadas, le sirvieron luego para hacer brevas e
infusiones. Los usos como comida, medicina y bebida pronto fueron destacados: sus
flores y savia han sido usados como endulzantes; la corteza y sus taninos se
emplearon para fabricar bebidas fermentadas, para extraer aceite de cocina, hacer
vinagre y obtener condimentos; en época de carestía en los propágalos, hojas y frutas
de la planta el hombre encontró una valiosa fuente de energía y nutrientes, y por
último, en las hojas, corteza y frutos pronto empezó a reconocerse un uso
medicamentoso, a modo de conclusión Dixon, 1989 y Lucy, 2006 plantean que los
productos de estos bosques tienen un alto valor económico debido a que sustentan
más de 70 actividades humanas siendo la más simple de todas la colección de madera
para hacer fuego. Excepto a la obtención de los productos endulzantes los restantes
usos directos de las plantas del manglar involucraron casi siempre su destrucción.
Los mangles, esos extraordinarios árboles de la interfase del mundo marino y terrestre
que alguna vez llegaron a cubrir 200,000 km² de las costas protegidas del mundo - y
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entre los cuales Alongi en 2009 reconoció la existencia de 9 órdenes, 20 familias, 27


géneros, y cerca de 70 especies- tienen varias características particulares:
i) a diferencia de los arboles de la selva tropical tienen relativa pobre biodiversidad: los
mangles exhiben un número limitado de especies y no tienen como aquellos un
sotobosque o vegetación de acompañamiento de helechos y otros arbustos
subyacentes,
ii) son las únicas halófitas facultativas perennifolias de tronco leñoso (Komiyama et
al., 2008), o sea, son plantas siempre verdes las cuales, si bien no tienen para su
crecimiento un requerimiento físico de sal, toleran, según Seacamp 1998, ambientes
salinos de hasta concentraciones de 90 partes por mil, equivalente a 90 g por litro
(gpL); de hecho se desarrollan mejor cuando el acceso al agua dulce es continuo: el
crecimiento típico de la planta se realiza en el espectro salino intermedio de la mezcla
de aguas dulce y salada teniendo este último medio como promedio 35 gpL de sal;
iii) en sus tejidos no acumulan la sal del ambiente porque la eliminan por diversos
mecanismos (excreción por sus hojas, exclusión radicular y acumulación en sus hojas);
iv) tienen adaptaciones que le permiten subsistir en ambientes anegados y anóxicos:
desarrollan raíces aéreas cubiertas por lenticelas y neumatóforos, las primeras cuando
están sumergidas no conducen el oxígeno pero la máxima conducción del necesario
gas a través de ellas se constata a los 2-3 minutos de exponerse al aire las raíces que
las contienen (Hovenden & Allaway, 1994);
v) tienen una rápida producción tanto de las ramas de su dosel, como de la biomasa
generada a partir de sus raíces, todo lo cual propicia sean el ecosistema acuático de
más alta productividad de biomasa existente ;
vi) su dura madera, de vasos estrechos y densamente distribuidos, no posee anillos
de crecimiento;
vii) poseen uno de los más eficientes mecanismos de retención de nutrientes, además
de soportar alta salinidad y otros estresores ambientales mantienen un exquisito
equilibrio de agua y de producción de carbono;
viii) una última adaptación a los ambientes inundados del manglar sería la viviparidad:
una capacidad que le permite a la semilla germinar sin la etapa de reposo o latencia
habitual, lo cual acontece aún cuando ésta se encuentra unida a la planta que la
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origina (Tomlinson & Cox, 2000). Cuando esta plántula cae al suelo anegado puede
flotar y desplazarse con la marea hasta el sitio más apropiado para enraizarse y
continuar su crecimiento (Tomlinson, 1986), este es un modo muy original de
reproducirse y propagarse en su hábitat que asegura la extensión del manglar.
El término mangle –en idioma inglés Mangrove-, originado del vocablo guaraní (del
cual más tarde se apropió el idioma portugués) Mangue, árbol torcido, fue luego
consolidado a la voz del idioma inglés Grove, que a su vez se traduce como
comunidad, describe un grupo taxonómicamente diverso de árboles y arbustos
adaptado a la vida en la frontera agua dulce - agua salada, hábitat donde estas plantas
crecen con una distribución zonal característica, y que para el caso de los llamados
mangles verdaderos, según Tomlinson (1986) debe cumplir los criterios de:
a) fidelidad absoluta al entorno del manglar,
b) tener un rol destacado en la estructura de la comunidad del manglar y la capacidad
de formar conglomerados puros de arboles,
c) poseer especializaciones morfológicas a un hábitat cambiante por las mareas,
d) disfrutar de especializaciones fisiológicas para adaptarse al ambiente hostil y,
e) aislamiento taxonómico, no tener parientes cercanos, al menos a nivel genérico.
Para Macnae (1968) el manglar – en idioma inglés Mangal- es la comunidad de
plantas, animales, microbios, hongos etc. que, al combinarse con los factores abióticos
asociados en ese tan peculiar entorno de aguas dulce y salada, constituye el
ecosistema del manglar; la peculiaridad morfológica que distingue a los árboles del
manglar resulta ser su sistema de raíces adventicias que pueden dividirse en los tipos
siguientes:
1. raíces fúlcreas, raíces zancudas o en zancos (en inglés "prop roots" o "stilt roots") -
típicas de las Rhizophora spp - se originan en forma aérea por sobre la superficie de la
tierra, en general cerca de la base del tallo, luego penetran en la tierra verticalmente y
se vuelven leñosas,
2. los neumatóforos - típicas de las Sonneratia/Avicennia spp - son raíces especiales
para absorber el aire: la mayoría de las raíces en las plantas son positivamente
gravitrópicas, es decir crecen hacia abajo siguiendo la fuerza de la gravedad, pero
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estas son negativamente gravitrópicos y crecen hacia arriba contra la referida fuerza,
por dentro sus canales de aire se conectan con el sistema de raíces sumergidas,
3. las raíces en “rodilla” (en inglés "knee roots")- que tipifican a las Bruguiera spp.-,
son aquellas que primero crecen hacia arriba, luego hacia abajo, dejando una curva
sobre el agua,
4. las raíces tabulares o tablares (en inglés "plank roots") -características de las
Xylocarpus/Heritiera spp- son raíces de zancos leñosas, engrosadas, que se originan
en la base del tronco y están un poco enterradas pero sobresalen por sobre la
superficie del suelo, alejándose horizontalmente hasta desaparecer totalmente debajo
de la tierra, se ramifican hacia el lodo donde obtienen anclaje; por sus lenticelas
permiten la difusión de gases y ayudan a la obtención de nutrientes, y por último,
5. las raíces aéreas en "contrafuertes", modalidad de raíz tabular o tablar (en inglés
"buttress roots") también verticalmente engrosadas, aunque respecto a las anteriores
se forman más arriba, en las ramas y parte alta del tallo, dejándose caer hacia el suelo;
también sirven como anclaje y permiten la difusión de gases por sus lenticelas.

Zancos Neumatóforos Rodilla Tabulares Contrafuertes


Figura (fig) 1. Los 5 tipos de raíces en las plantas del manglar

En el nuevo mundo la distribución o zonación del mar a la tierra en el manglar sería:


En la proximidad inmediata a la costa estaría el resistente mangle rojo (Rhizopora
mangle L), a continuación el mangle negro o prieto (Aviccenia germinans), luego el
mangle blanco, bobo o patabán (Laguncularia racemosa) y, mucho más alejado, un
cuarto elemento, la yana o mangle botoncillo (Conocarpus erectus) el cual en realidad
es un asociado del manglar, especie periferal o pseudo mangle: halófitas menos
resistentes que pueden prosperar fuera del manglar; adicionalmente se describe un
tercer grupo de especies menores del manglar, caracterizado por su incapacidad de
formar grupos y ocupar la periferia del hábitat.
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Fig 2. Tipo de mangles y su disposición respecto a la costa y sus mareas

Fig 3. Características de los árboles de mangle del nuevo mundo


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II. Los manglares: un hábitat poco considerado a plena vista de todos.


Resulta irónico que un hábitat de plantas tan ampliamente disperso en la comunidad
haya recibido tan poca atención científica: la bibliografía de investigación sobre los
manglares (Rollet, 1981) muestra solo 14 referencias antes de 1600, 25 y 48 en los
siglos XVII y XVIII respectivamente y un incremento de 427 en el siglo XIX. En
contraste, hubo 1500 referencias acerca de los manglares durante el período de 1900
a 1975 y 3000 entre 1978 y 1997. Según Lee 2014, solo en los últimos 50 años la
investigación sobre los manglares ha crecido exponencialmente. El número total de
publicaciones indexado por la Web of Science superó en 2010 los 8000 artículos y,
sistemáticamente, y con una brecha cada vez más amplia desde 2006, prevalece
sobre la correspondiente a los pantanos de sal.
Las razones de la “impopularidad” de los manglares, radicarían en:
1. la dificultad de su acceso: son terrenos en los que se avanza con gran dificultad, ya
sea por la presencia de obstáculos o por la naturaleza adhesiva de su terreno;
2. no ser desde el punto de vista estético sitios agradables a la vista: los manglares
bloquean la vista al mar abierto, lo cual sin dudas le resta valor de uso a tales tierras;
3. el exceso de insectos que molestan y pican como los mosquitos y la presencia de
otros aún tan temibles y mortales como los cocodrilos y serpientes;
4. en nuestro medio además de viento y olas hay allí frecuente acumulo de desechos
de origen humano, con olores y aspecto que recuerdan a los de un basurero.
De hecho las mejores cosas del manglar, según Saenger 1979, no están durante la
primera inspección, a plena vista.
El manglar no es solo un lugar inhóspito, lleno de mosquitos e incómodo para vivir,
sino también un ecosistema costero singular, con múltiples especies de la flora y la
fauna, de enorme importancia en el caso de Cuba, pues abarca la mayoría de sus
costas, representando casi el 5 por ciento de su territorio nacional: en estos hábitat se
concentra el 26 por ciento de la superficie boscosa de nuestro país; un manglar
representa una lección práctica de tolerancia, de pluralismo: es un ecosistema en el
que realidades tan distintas y al parecer irreconciliables como la tierra y el mar, el agua
dulce y la salada, se encuentran, dialogan, se aportan mutuamente y se fecundan. El
resultado es un conjunto pletórico de vida, donde múltiples especies animales de la
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tierra, del agua dulce y de la salada, del aire y de los árboles, encuentran su hábitat
durante tiempos estratégicos de su desarrollo.
Los mangles, denominados acertadamente por Saenger 1979 “ los patitos feos de la
ecología”, brindan enormes beneficios a ambos tan disímiles mundos, el acuático y
el terrestre, pero, muy a pesar de su resistencia (según Odum 1989; Bennett et al.
2005: la capacidad de adecuarse al incremento del nivel del mar, sin alterar sus
estructuras, procesos y funciones) y resiliencia ( según Carpenter et al. 2001 ;
Nystrom y Folke 2001: su potencial natural de migración, ante la elevación del nivel
marino, en dirección a la tierra de forma tal que su ecosistema amortigua todos los
efectos estresantes y se reorganiza para así mantener sus estructuras, procesos y
funciones) y al desarrollo de inmensas adaptaciones para sobrevivir en su tan
adverso entorno, en muchas regiones del mundo, por la sobreexplotación y destrucción
humana se encuentran en serio riesgo de extinción: desaparecen a un ritmo de 1-2%
por año -a mayor velocidad que lo acontecido con los corales y selvas tropicales;
según Duke 2007 de continuar en los próximos 100 años, este ritmo dejaría al mundo
sin sus invaluables servicios; a la acción depredadora antropogénica de quemarlos,
cortarlos para crear asentamientos poblacionales, sitios de recreación o de
producción hay que agregar además la destrucción por factores naturales asociados.
Los manglares son locaciones propias de las zonas costeras protegidas y estuarios de
los países cálidos que caracterizan litorales de base plana y superficie fangosa, con
aguas relativamente tranquilas y suelo con buen drenaje a pesar de estar
constantemente inundado o, cuando menos, anegado durante la alta marea. Los
manglares, aunque tienen dificultad para colonizar costas abiertas debido (según
Kathiresan & Bingham, 2001) a la intensidad de las olas allí existentes, pueden
extenderse, penetrando al interior de los territorios, siguiendo el curso de los ríos
afluentes a las costas, alrededor de las lagunas costeras y esteros en el llamado
ecotono, es decir, en la zona de contacto entre el medio acuático y el terrestre hasta el
sitio donde el agua se percibe dulce.
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Tipos de entornos costeros donde aparecen los manglares


Los manglares aunque están estrechamente ligados a los ambientes costeros en los
que se reproducen, no sólo están influidos por las condiciones físicas y químicas de su
entorno, sino que, cual hábiles ingenieros (Cheong et al., 2013), suelen ellos mismos
ayudar a crear esas condiciones. Se pueden así encontrar los árboles de mangle en
una variedad de entornos costeros tropicales como los deltas, áreas de estuarios con
sus propios deltas, lagunas, y en las franjas de los arrecifes de coral.

Fig 4. Tipos de entornos costeros donde prosperan los manglares (Kjerfve 1990)

Existen, siguiendo a Thom (1982) y Galloway (1982), 6 hábitats de manglares según


los sustratos, rango de mareas y tasa de sedimentación, a saber:
1. Grandes sistemas deltaicos, que aparecen en el rango de mareas bajas, con
sedimentos alóctonos, entiéndase no autóctonos, muy finos (p.ej. manglares de
Sundarbans, Borneo),
2. Llanuras de mareas, donde los sedimentos aluviales son retocados por las mareas;
y existe la presencia de grandes marismas para el crecimiento de manglares,
3. Llanuras compuestas, las cuales se encuentran bajo la doble influencia de las
mareas y de las condiciones aluviales (ej.: lagunas formadas detrás de barreras
erigidas por las olas, donde los manglares crecen)
4. Las barreras periféricas, con lagunas en condiciones de alta energía de las olas, con
sedimentos autóctonos de fina arena y lodo (p.ej. manglares de Filipinas),
10

5. Valles de lecho de roca inundados, (p. ej. los manglares del norte de Vietnam o
Malasia Oriental) y,
6. Arrecifes de las costas, donde los manglares crecen en la parte inferior de la arena
de coral o en la plataforma de coral (p.ej. manglares de la India, Indonesia y Singapur)
Según Lugo & Snedaker, 1974 y Woodroffe, 1992 pueden existir hasta 6 tipos
funcionales de arboles en los manglares:
1. Borde o franja. Es el tipo que se encuentra en la orilla de las lagunas costeras,
estuarios y bahías. Crecen como una franja relativamente delgada a lo largo de la
costa, están directamente expuestos a las mareas y las olas del mar y, por lo tanto,
expuestos a tormentas y vientos fuertes con alta energía; la mayoría del tiempo sus
árboles no superen una altura de 10 a 12 metros. Es un bosque dominado por
elementos de los géneros Avicennia, Rhizophora y Sonneratia. En este tipo
fisonómico, se puede observar la zonación clásica de Rhizophora mangle y/o
Laguncularia racemosa, Avicennia germinans y Conocarpus erectus.
2. Ribereño. Se localiza en los bordes de la desembocadura de los ríos y en los
canales deltaicos, es el tipo funcional más estructuralmente desarrollado y de mayor
productividad, este grupo arbóreo se caracteriza por la presencia de grandes árboles
(relacionado al amplio acceso a la abundante agua dulce) y estar situados a lo largo
de ríos que son inundados a diario por las mareas.
3. Cuenca o ensenada. Se localiza en la parte posterior del manglar tipo borde o
ribereño y se caracteriza por recibir una inundación periódica por la marea de menor
frecuencia que los manglares de borde y ribereño. Su hábitat dispone principalmente
de los nutrientes provenientes del reciclamiento de su propio detritus. En general, este
grupo funcional presenta una mayor variabilidad estructural en función de su distancia
a la orilla del río, laguna, estero o el mar, del gradiente topográfico y de la intensidad
de las mareas. Por las características funcionales de los ciclos de nutrientes y de la
materia orgánica, este tipo de manglar es aparentemente un ecosistema cerrado
(Twilley et al., 1986), sin embargo, hay evidencias de que en algunos casos, durante
la época de lluvias, hay una considerable remoción de compuestos orgánicos
disueltos, principalmente substancias húmicas y taninos, hacia los canales de mareas
de los esteros y las lagunas.
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4. Sobrelavado. Se localiza en barras, islas e islotes aislados. En general, es mono


específico (en México, la especie predominante es Rhizophora mangle) y está
constantemente afectado por las corrientes de marea. Se caracteriza por presentar una
alta tasa de remoción de su detritus debido a los flujos y reflujos de las mareas en
comparación con la tasa de producción de éste. Por ello su desarrollo estructural está
limitado por la escasa disponibilidad de nutrientes provenientes del reciclamiento de
sus desechos y depende de los nutrientes disueltos en el agua, la altura habitual de
sus árboles es de entre 2 y 7 metros. Este tipo de manglar corresponde a islotes en
canales de mareas (esteros) y lagunas costeras.
5. Manglares enanos o de matorral, son los bosques de manglares marginales que
aparecen en el clima y / o sedimentos más fríos y con poca cantidad de nutrientes. La
mayor parte de los bosques de manglares enanos de tiempo se pueden encontrar en el
norte y el extremo sur de los hábitats de manglares. El clima más frío y los días más
cortos, con menos luz solar intensa hacen que sea más difícil el crecimiento y
desarrollo de sus árboles: a veces en estas regiones se alcanzan temperaturas de
hasta 0 ° C y los manglares están cubiertos de nieve, situación en que sólo los géneros
de Avicennia marina y Kandelia candel son capaces de sobrevivir. Estos manglares
enanos también pueden aparecer en zonas tropicales donde los sedimentos no
proporcionen los nutrientes suficientes. Las plantas que crecen en los bosques de
manglares enanos rara vez crecen sobre los 1,5 metros y se pueden encontrar en el
interior de pantanos y en depresiones donde exista un lento curso de las aguas.
6. Manglares en hamaca. Resultan similares al tipo de cuenca pero radican en sitios
más elevados que estos, están más a menudo aislados, pero aún así reciben
influencia de las mareas. Durante la temporada seca, el nivel del agua en la cuenca
actúa como un estanque y por causa del flujo de agua subterránea de descarga al mar
abierto -y dada la diferencia de nivel de agua entre la cuenca y el mar abierto- sigue
disminuyendo lentamente, lo que propicia alta salinidad en el hábitat. El nivel del agua
disminuye un poco más rápido que en los bosques de manglares de cuenca en razón a
que la distancia a las aguas subterráneas es más larga y el escurrimiento de agua
más rápido. Los mangles que crecen en los bosques hamaca casi siempre se atrofian,
la razón es la poca cantidad de nutrientes y la alta salinidad, la locación más frecuente
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resulta en el interior de los pantanos o en las depresiones de drenaje donde el agua


suele estar estancada; las especies que dominan este entorno suelen ser de
Avicennia y Rhizophora.

Fig 5. Los 6 tipos funcionales de manglares

Posteriormente a lo arriba descrito se modificó (Cintron y Novelli , 1984 y Ewel,


Twilley y Ong, 1998) la clasificación a 3 grupos funcionales principales de bosques de
manglar: tipo R, ribereño (riverine), tipo F, franja o borde (fringe) y tipo B, cuenca
(basin), con 3 grupos secundarios, a saber: sobrelavado (overwashed) -como una
modalidad del tipo franja- y enanos /matorral (scrub/dwarf) y hamaca (hammock)
como variantes del tipo cuenca, todo en base a los procesos físicos dominantes: la
fuerza de la corriente del rio y las mareas, así: cuando dominan las mareas hay
flujo bi-direccional, cuando está por encima la fuerza de las aguas del rio existe un
fuerte brote / exportación de sustratos, mientras que en los casos de manglares
situados hacia el interior no existen fuerzas dominantes y se producen depósitos de
los sustratos en sus aguas y lechos. De ese modo el bosque tipo cuenca actúa
como un reservorio, que brinda sustratos según la correspondiente frecuencia de las
13

inundaciones ribereñas y la de las mareas, respectivamente, al bosque tipo rio y al


tipo borde o franja; y los bosques ribereños, a su vez, aportarían sustratos hacia los
bosques de franja o borde.

Fig 6. Tipos funcionales de manglares y flujos sustanciales, 2 concepciones:


a) Lugo & Snedaker, 1974 y Woodroffe, 1992; b) Ewel, Twilley y Ong, 1998

III. Distribución mundial de los manglares


Al no poder soportar temperaturas de congelación los manglares están ausentes de las
latitudes polares y costas europeas y tienen una distribución circuntropical: ocupan
alrededor del 75% del borde costero de las regiones peri-tropicales, se despliegan
dondequiera que exista declive suave y las temperaturas tengan un promedio de 24°C
(80° F); hay una extensión al norte de esta costa en Japón (31°22' N) y Bermudas
(32°20' N), mientras que las extensiones al sur están en Nueva Zelandia (38°03' S),
Australia (38°45' S) y en la costa oriental de África del Sur (32°59' S).
Es interesante señalar que las plantas de manglar no son nativas de las Islas
Hawaianas – solo seis especies han sido introducidas allí desde el año 1900. Los
manglares de mayor diversidad están en los países del Sudeste Asiático, región que
posee cerca de los 75 % de las especies de manglar existentes en el mundo,
concentradas como sigue: en Indonesia (45 especies), seguida por Malasia (36
especies) y Tailandia (35 especies). La India no es menos en términos del número de
14

especies de manglar (34 especies de manglares verdaderos) y, por tanto, se considera


uno de los países de mega-biodiversidad de manglares en el mundo.
El total de la cobertura mundial de los manglares ha sido diversamente estimado como
de 14 a 15 millones de hectáreas (Schwamborn y Saint-Paul, 1996), 10 millones de
hectáreas (Bunt, 1992) y 24 millones de hectáreas (Twilley et al. 1992). Spalding
(1997) dio una estimación de la cobertura global de manglares en alrededor de
18 millones de hectáreas, con el 41,4 % en el sur y el sudeste de Asia y 23.5 %
adicional en Indonesia; otras estimaciones indicaron a los manglares ocupando
aproximadamente 14, 653,000 hectáreas de costa tropical y subtropical (Wilkie y
Fortuna 2003).
Se estimaba, en el 1989, que los manglares ocupaban mundialmente 181,077 km2,
constituyendo alrededor del 75 % de las costas desde las latitudes entre los 32 grados
al norte y los 38 grados al sur, con un 41,5% en el sur y sureste de Asia, un 27.1 % en
América, un 15,5 % al Oeste de África, un 10,4% en Australasia, y el restante 5.5% en
el Este de África y Medio Oriente. Estas cifras han ido sustancialmente en descenso,
principalmente, como resultado de la acción destructiva del hombre. En Marzo de
2005, se señaló la ocupación por parte de los manglares de solo la cuarta parte total
de las costas tropicales del mundo, con una extensión de alrededor de 15.5 millones
de hectáreas: unos 6.9 millones en la región Indo-Pacifica, 3.5 millones de hectáreas
en África y 4.1 millones de hectáreas en las América, incluida nuestra área del Caribe.
Estimados de la FAO 2007 situaban el área total mundial de manglares entre 15.6 y
19.8 millones de hectáreas, calculándose cerca de un millón en la cuenca insular del
Caribe: esto es más del 5% de todos los mangles que quedarían en el mundo. El área
de máximo desarrollo mundial de manglares, con casi 600,000 hectáreas, alrededor
del delta del imponente río Ganges, está en el Sundarbans de Bangla Desh.
La estimación más reciente, Giri et al. 2011, con uso del Global Land Survey (GLS)
data y validada además con el auxilio de expertos locales y datos de muy alta
resolución (satélites QuickBird e IKONOS disponibles en la versión agrandada de
Google Earth) y que no incluye los cuerpos de agua ni las tierras baldías aledañas al
manglar, fue de 137,760 Km² de manglar en 118 países y territorios, ocupando el
0.7% de los bosques mundiales, un valor 12% inferior al de la estimación FAO 2007.
15

Tabla 1. Los 15 mayores países en áreas totales y porcentuales cubiertas con


manglares

Fig 7. Áreas mundiales según la diversidad de sus manglares, según UNEP,


2002
16

Fig 8. Biodiversidad en la distribución mundial de los bosques de manglares


presentada en 6 grupos (bosques en líneas gruesas y debajo el número de
géneros y especies, según Alongi 2002)

IV. Interrelación de la flora de los manglares con otros ecosistemas marinos


Existe una importante relación entre los manglares, los arrecifes coralinos y los lechos
de algas. Los corales poseen los más variada diversidad biológica entre los
ecosistemas del mar: sobre la faz de la tierra son solo segundos de los ecosistemas de
la selva tropical. Son sistemas de un muy delicado equilibrio, dependientes de la
interacción entre los corales blandos y duros, con esponjas, anémonas, caracoles,
rayas, cangrejos, langostas, tortugas y delfines, entre otras formas de vida marina. Las
raíces de los mangles aledaños son, para así decirlo, un asilo, jardín de la infancia o
“Kínder”- lugar de procreación, desarrollo y alimentación- de todas esas criaturas
17

marinas, sobre todo de las especies más juveniles e indefensas: allí se atrapan y se
producen los nutrientes que ellos consumen. Por demás los sistemas de raíces de los
mangles protegen a los arrecifes coralinos del exceso de sedimentos y otras formas de
contaminación; a cambio de esto los arrecifes sirven como rompeolas que protegen a
las plantas de los manglares de los fuertes impactos de las mareas.
Los lechos de algas y otras plantas acuáticas con flores constituyen una gran parte de
la cadena alimentaria del mar. Estos lechos, al igual que los manglares, son terrenos
de expansión y alimentación de múltiples organismos marinos que allí subsisten y, a su
vez, dependen del ecosistema de los manglares pues serían incapaces de sobrevivir si
estos no les libraran de la excesiva turbidez y sedimento habitual existente en esas
regiones: El mangle enlentece la velocidad y fuerza de las aguas y así impide que el
fino cieno nuble el agua e impida el paso de la luz solar, necesaria para que las algas
realicen la fotosíntesis y así engendren las flores necesarias para la producción de los
frutos/alimentos para las especies que de ellas dependen.
Puede concluirse que el proceso de protección de los lechos de algas afecta a los
arrecifes coralinos, del cual dependen los organismos marinos más jóvenes y, en su
consecuencia, al propio manglar, el cual a su vez depende de la barrera coralina.
El manglar puede ser afectado o destruido por las siguientes acciones humanas:
A. El drenaje de sus aguas (no toleran la ausencia de agua),
B. Su sumersión por construcción de represas (Un drenaje periódico es
imprescindible para que conserven su vitalidad),
C. La descarga excesiva de contaminantes (cuando estos superan su capacidad
de transformarlos),
D. Los derrames de petróleo (se ocluyen los poros de respiración en sus raíces),
E El corte indiscriminado de éste (debilita su capacidad de interacción con el
medio) y,
F. La eliminación y relleno de sus áreas para usos constructivos urbanos o
industriales.
18

V. Resumen de los beneficios ecológicos que brindan las


plantas de los manglares
Además de la ya analizada acción de limitación de la sedimentación, relacionada
con los lechos de algas, el manglar también ofrece otras oportunidades de
aprovechamiento y gran potencial, todo gracias a la rica fauna que posee (aves,
reptiles, peces) y su valor estético natural que puede redituar en lugares de recreación
y de caza o pesca deportivas de alto valor.
1. Son ecosistemas naturales de muy alta productividad económica debido a su
prominente producción de materia orgánica: según Gouda y Panigrahy 1996,
superan 20 veces a la productividad del océano, el valor monetario promedio de los
manglares ha sido estimado en 10.000 US$ por hectáreas por año, superados
solamente por lo que aportan los estuarios y los lechos de algas marinas; su valor
económico es mayor al aportado por los arrecifes de coral, las plataformas
continentales, y los productos del mar abierto. Globalmente, según cálculos
reportados en 1998 por Costanza et al., los bosques de manglares del mundo tienen
un valor estimado de US$180, 900, 000,000., a los cuales podría agregarse en fecha
futura el potencial biotecnológico en los campos de la agricultura, industria, medicina e
industria farmacéutica dependiente de la explotación de la biodiversidad microbiana de
sus ecosistemas (Lageiro et al. 2007); cualquier consideración de la productividad del
ecosistema del manglar tiene subvaloración potencial dado a que se consideran solo
los aportes directos o solo se estima el contribución de la porción visible del árbol,
no el de la parte subterránea, que puede alcanzar biomasas similares a la primera.
2. Son la base de una compleja cadena alimentaría detritus-dependiente: un ciclo
abierto y autosuficiente en la producción y uso de nutrientes cuyas implicaciones
desbordan el territorio intermareal donde se inicia -descrito en 1969 por los biólogos de
la Universidad de Miami Eric Heald y William Odum- y que comienza cuando las
hojas de los mangles caen al agua y son atacadas por los microorganismos que las
convierten, de elementos prácticamente indigeribles, a detritus ricos en nitrógeno
(plancton) que son aprovechados por los animales que se encuentran por debajo en la
19

cadena hasta llegar a los más grandes, que son los alimentos del hombre: entre el 75 y
el 90 % de las especies en la zona del Golfo del Caribe dependen de esta cadena.
3. Brindan un hábitat de desarrollo para las más jóvenes especies, tanto
acuáticas como terrestres, donde estas obtienen alimentos con relativa seguridad de
sus depredadores: son zonas de producción, refugio y alimentación de especies
marinas como el cangrejo y el ostión, y sitios de anidación y resguardo de aves
residentes y migratorias.
4. Similar a otras plantas y árboles, funcionan como “pulmones’ del medio-
ambiente porque producen oxígeno y usan el bióxido de carbono del aire, además los
manglares son altamente productivos en cantidades importantes de carbono que fijan
y almacenan en el medio (Duarte y Cebrián, 1996). Las estimaciones promedio de su
productividad primaria neta (PPN) según Alongi 2009, están en el rango de 2 a 50
Mg de C por hectárea por año lo cual rivaliza con las más productivas fuentes de los
bosques tropicales vírgenes (Clark et al. 2001). Aunque los ecosistemas del manglar
son ricos en carbono tienen la paradoja de a menudo ser muy pobres en nutrientes, un
hecho que realza la eficiencia de sus estrategias de conservación y ciclo nutrimental.

Fig 9. Comparación de la productividad: lechos de algas, pantanos de sal, selvas


tropicales vs. manglares de estuarios y de costa oceánica
20

5. El manglar en un laboratorio vegetal hundido en el agua salada, en un sistema


destilador que no emplea más combustible que los rayos del Sol : Se producen allí
procesos de filtración, asimilación de los contaminantes que se escurren hacia
las costas, además de paliar la contaminación por sedimentos, referida en el capítulo
de la interacción con los lechos de algas, a nivel del mangle se pueden eliminar
excesos de contaminantes de nitrógeno, fósforo, de productos halogenados y
derivados del petróleo todo a través del proceso de rizofiltración: las lenticelas de sus
raíces permiten que las áreas circundantes a éstas permanezcan aireadas, a pesar de
que existan condiciones anaeróbicas por saturación de los suelos. Es entonces que los
microorganismos del medio, a través de sus sistemas enzimáticos pueden lograr
desdoblar estos contaminantes posibilitando la estabilización de sustancias
potencialmente peligrosas para el entorno, verdadero tratamiento de los efluentes que
el hombre hace correr a través de los manglares, mejorando así sustancialmente la
calidad del agua costera y oceánica.
6. Acción de limitación de la sedimentación y protección de los lechos de algas.
Descrita arriba en la interrelación con otros ecosistemas marinos.
7. Valor Ecoturístico pues ofrece, gracias a la rica fauna que posee (aves, reptiles,
peces) y a su valor estético natural, lugares de recreación y de caza o pesca
deportivas de alto valor.
8. Protegen las zonas costeras de la erosión y el avance del mar.
Una preocupación en todos los países insulares es proteger sus ecosistemas costeros
fundamentales, a saber: las dunas arenosas, los abrasivos o «diente de perro» y
los ya mencionados manglares, el 12 de mayo de 2015 se anunció que Sri Lanka,
uno de los países que en el último siglo perdió más de las 2/3 partes de sus bosques
de mangle (una de las razones por las cuales sufrió seriamente las consecuencias del
Tsunami del 2004), se convirtió en la primera nación en el mundo que legisló la
protección total de sus manglares: este es un revolucionario proyecto de $3.4 millones
desarrollado con dinero de la ONG californiana Seacology que empodera a las
mujeres más pobres, les ofrece prestamos y entrenamiento a cambio de que
conserven áreas precisas de manglares en las cercanías de sus hogares.
21

Un gran problema para Cuba, como para otros estados insulares, es que con el
aumento del nivel del mar la barrera de arrecifes que antecede a la costa sería menos
efectiva en su labor de detener los trenes de olas y corrientes marinas, especialmente
en períodos de tormenta o ciclones, y éstas llegarían con más fuerza a la costa,
provocando mayor destrucción. Los mangles, cuya primera línea conformada por
mangle rojo -el cual generalmente crece dentro del agua, podrían atenuar la fuerza de
la marejada, evitando la penetración marina tierra adentro, y a su vez ayudando a
prevenir la salinización de los suelos y además actuando como barrera de contención a
la erosión costera, confirmando lo expresado por Mitra en 2013 de que esta
vegetación es la comunidad biótica más eficientemente adaptada en dar respuesta a
la expresión del cambio climático de elevación del nivel del mar.

Fig 10. Manglares cubanos y sus amenazas antropogénicas reconocidas


22

Los manglares son formadores de sustratos, y al retener sedimentos y materia


orgánica en sus raíces - según Saenger 1979 hasta 15 cm en 3 años- además de
incrementar su ya importante resistencia para adaptarse a las condiciones
cambiantes, ayudan al intercambio de sustancias que provenientes de la tierra
transitan hacia el mar, las cuales son la base sustentante de la vida de muchas
especies de la flora y la fauna, tanto costera como acuática y que de no tenerlas
morirían. Igualmente, estos sedimentos pueden ayudar a formar nueva «tierra firme»,
que sería otra barrera para frenar el avance del mar.

Fig 11. Los manglares como constructores de nueva tierra firme

En la figura anterior, según Lee et al. 2014, se ilustra el modelo conceptual de cómo
los procesos biológicos en el manglar interactúan para controlar el desarrollo vertical y
lateral de tierra firme.
23

No existe agrupación floral del reino vegetal que tenga tal organización y alto
desarrollo morfológico, biológico y fisiológico junto a tales adaptaciones ecológicas a
tan extremas situaciones como la vegetación de los manglares: mientras en el
terreno solido los bosques están expuestos a los fuegos, este hábitat singular se
encuentra protegido naturalmente por estar circundado por aguas. Para nuestras
costas, a las inclemencias de los fenómenos meteorológicos y el cambio climático
mundial, tiene que sumarse el mayor peligro que enfrentan: el hombre, el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que de este ecosistema
natural único, capaz de almacenar 1.000 toneladas de dióxido de carbono por hectárea
en su biomasa, se talan árboles a un ritmo entre tres a cinco veces mayor que otros
bosques. «La principal afectación [ecológica] no es que hayan desaparecido los
manglares, sino que se han debilitado, ya sea por la tala, por condiciones
climatológicas como la falta de lluvia, o por prácticas incorrectas como edificar sobre
estos o trazar caminos paralelos a la costa e impedir el escurrimiento de sedimentos y
agua dulce desde la tierra al mar, imprescindible para el mangle»
En contraste con la siembra de mangle exitosamente efectuada en Caimanera (una
locación de Guantánamo, Cuba), en diversas regiones del mundo donde el manglar
disminuye dramáticamente como consecuencia de su tala indiscriminada para la
producción de carbón, por proyectos de ingeniería costera, agricultura o por la
contaminación; mientras en Honduras se extraen anualmente 120 000 metros cúbicos
de mangle para su uso como leña y en Panamá, principal abastecedor de taninos para
América Latina, se obtienen 400 toneladas de ese renglón por año, según datos
reflejados en la prensa cubana a principios de este milenio, unas 150 hectáreas de
manglares habían sido sembradas o reconstruidas en las últimas tres décadas, ,
confirmando lo emitido en el estudio 2004 de Oxfam "Weathering the Storm: Lessons
in Risk Reduction from Cuba”, basado a su vez en lo dicho por Fred Goldstein de
que: “Cuba lidera al mundo en el manejo integral a los desastres naturales” y, además,
en la protección de sus recursos naturales.
24

Fig 12. Legislación de protección al hábitat de manglares vigente en Cuba

Fig 13. Planilla para ser usada por el personal de las áreas protegidas en Cuba
25

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