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All content following this page was uploaded by Jose Osvaldo Kindelan on 24 March 2016.
origina (Tomlinson & Cox, 2000). Cuando esta plántula cae al suelo anegado puede
flotar y desplazarse con la marea hasta el sitio más apropiado para enraizarse y
continuar su crecimiento (Tomlinson, 1986), este es un modo muy original de
reproducirse y propagarse en su hábitat que asegura la extensión del manglar.
El término mangle –en idioma inglés Mangrove-, originado del vocablo guaraní (del
cual más tarde se apropió el idioma portugués) Mangue, árbol torcido, fue luego
consolidado a la voz del idioma inglés Grove, que a su vez se traduce como
comunidad, describe un grupo taxonómicamente diverso de árboles y arbustos
adaptado a la vida en la frontera agua dulce - agua salada, hábitat donde estas plantas
crecen con una distribución zonal característica, y que para el caso de los llamados
mangles verdaderos, según Tomlinson (1986) debe cumplir los criterios de:
a) fidelidad absoluta al entorno del manglar,
b) tener un rol destacado en la estructura de la comunidad del manglar y la capacidad
de formar conglomerados puros de arboles,
c) poseer especializaciones morfológicas a un hábitat cambiante por las mareas,
d) disfrutar de especializaciones fisiológicas para adaptarse al ambiente hostil y,
e) aislamiento taxonómico, no tener parientes cercanos, al menos a nivel genérico.
Para Macnae (1968) el manglar – en idioma inglés Mangal- es la comunidad de
plantas, animales, microbios, hongos etc. que, al combinarse con los factores abióticos
asociados en ese tan peculiar entorno de aguas dulce y salada, constituye el
ecosistema del manglar; la peculiaridad morfológica que distingue a los árboles del
manglar resulta ser su sistema de raíces adventicias que pueden dividirse en los tipos
siguientes:
1. raíces fúlcreas, raíces zancudas o en zancos (en inglés "prop roots" o "stilt roots") -
típicas de las Rhizophora spp - se originan en forma aérea por sobre la superficie de la
tierra, en general cerca de la base del tallo, luego penetran en la tierra verticalmente y
se vuelven leñosas,
2. los neumatóforos - típicas de las Sonneratia/Avicennia spp - son raíces especiales
para absorber el aire: la mayoría de las raíces en las plantas son positivamente
gravitrópicas, es decir crecen hacia abajo siguiendo la fuerza de la gravedad, pero
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estas son negativamente gravitrópicos y crecen hacia arriba contra la referida fuerza,
por dentro sus canales de aire se conectan con el sistema de raíces sumergidas,
3. las raíces en “rodilla” (en inglés "knee roots")- que tipifican a las Bruguiera spp.-,
son aquellas que primero crecen hacia arriba, luego hacia abajo, dejando una curva
sobre el agua,
4. las raíces tabulares o tablares (en inglés "plank roots") -características de las
Xylocarpus/Heritiera spp- son raíces de zancos leñosas, engrosadas, que se originan
en la base del tronco y están un poco enterradas pero sobresalen por sobre la
superficie del suelo, alejándose horizontalmente hasta desaparecer totalmente debajo
de la tierra, se ramifican hacia el lodo donde obtienen anclaje; por sus lenticelas
permiten la difusión de gases y ayudan a la obtención de nutrientes, y por último,
5. las raíces aéreas en "contrafuertes", modalidad de raíz tabular o tablar (en inglés
"buttress roots") también verticalmente engrosadas, aunque respecto a las anteriores
se forman más arriba, en las ramas y parte alta del tallo, dejándose caer hacia el suelo;
también sirven como anclaje y permiten la difusión de gases por sus lenticelas.
tierra, del agua dulce y de la salada, del aire y de los árboles, encuentran su hábitat
durante tiempos estratégicos de su desarrollo.
Los mangles, denominados acertadamente por Saenger 1979 “ los patitos feos de la
ecología”, brindan enormes beneficios a ambos tan disímiles mundos, el acuático y
el terrestre, pero, muy a pesar de su resistencia (según Odum 1989; Bennett et al.
2005: la capacidad de adecuarse al incremento del nivel del mar, sin alterar sus
estructuras, procesos y funciones) y resiliencia ( según Carpenter et al. 2001 ;
Nystrom y Folke 2001: su potencial natural de migración, ante la elevación del nivel
marino, en dirección a la tierra de forma tal que su ecosistema amortigua todos los
efectos estresantes y se reorganiza para así mantener sus estructuras, procesos y
funciones) y al desarrollo de inmensas adaptaciones para sobrevivir en su tan
adverso entorno, en muchas regiones del mundo, por la sobreexplotación y destrucción
humana se encuentran en serio riesgo de extinción: desaparecen a un ritmo de 1-2%
por año -a mayor velocidad que lo acontecido con los corales y selvas tropicales;
según Duke 2007 de continuar en los próximos 100 años, este ritmo dejaría al mundo
sin sus invaluables servicios; a la acción depredadora antropogénica de quemarlos,
cortarlos para crear asentamientos poblacionales, sitios de recreación o de
producción hay que agregar además la destrucción por factores naturales asociados.
Los manglares son locaciones propias de las zonas costeras protegidas y estuarios de
los países cálidos que caracterizan litorales de base plana y superficie fangosa, con
aguas relativamente tranquilas y suelo con buen drenaje a pesar de estar
constantemente inundado o, cuando menos, anegado durante la alta marea. Los
manglares, aunque tienen dificultad para colonizar costas abiertas debido (según
Kathiresan & Bingham, 2001) a la intensidad de las olas allí existentes, pueden
extenderse, penetrando al interior de los territorios, siguiendo el curso de los ríos
afluentes a las costas, alrededor de las lagunas costeras y esteros en el llamado
ecotono, es decir, en la zona de contacto entre el medio acuático y el terrestre hasta el
sitio donde el agua se percibe dulce.
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Fig 4. Tipos de entornos costeros donde prosperan los manglares (Kjerfve 1990)
5. Valles de lecho de roca inundados, (p. ej. los manglares del norte de Vietnam o
Malasia Oriental) y,
6. Arrecifes de las costas, donde los manglares crecen en la parte inferior de la arena
de coral o en la plataforma de coral (p.ej. manglares de la India, Indonesia y Singapur)
Según Lugo & Snedaker, 1974 y Woodroffe, 1992 pueden existir hasta 6 tipos
funcionales de arboles en los manglares:
1. Borde o franja. Es el tipo que se encuentra en la orilla de las lagunas costeras,
estuarios y bahías. Crecen como una franja relativamente delgada a lo largo de la
costa, están directamente expuestos a las mareas y las olas del mar y, por lo tanto,
expuestos a tormentas y vientos fuertes con alta energía; la mayoría del tiempo sus
árboles no superen una altura de 10 a 12 metros. Es un bosque dominado por
elementos de los géneros Avicennia, Rhizophora y Sonneratia. En este tipo
fisonómico, se puede observar la zonación clásica de Rhizophora mangle y/o
Laguncularia racemosa, Avicennia germinans y Conocarpus erectus.
2. Ribereño. Se localiza en los bordes de la desembocadura de los ríos y en los
canales deltaicos, es el tipo funcional más estructuralmente desarrollado y de mayor
productividad, este grupo arbóreo se caracteriza por la presencia de grandes árboles
(relacionado al amplio acceso a la abundante agua dulce) y estar situados a lo largo
de ríos que son inundados a diario por las mareas.
3. Cuenca o ensenada. Se localiza en la parte posterior del manglar tipo borde o
ribereño y se caracteriza por recibir una inundación periódica por la marea de menor
frecuencia que los manglares de borde y ribereño. Su hábitat dispone principalmente
de los nutrientes provenientes del reciclamiento de su propio detritus. En general, este
grupo funcional presenta una mayor variabilidad estructural en función de su distancia
a la orilla del río, laguna, estero o el mar, del gradiente topográfico y de la intensidad
de las mareas. Por las características funcionales de los ciclos de nutrientes y de la
materia orgánica, este tipo de manglar es aparentemente un ecosistema cerrado
(Twilley et al., 1986), sin embargo, hay evidencias de que en algunos casos, durante
la época de lluvias, hay una considerable remoción de compuestos orgánicos
disueltos, principalmente substancias húmicas y taninos, hacia los canales de mareas
de los esteros y las lagunas.
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marinas, sobre todo de las especies más juveniles e indefensas: allí se atrapan y se
producen los nutrientes que ellos consumen. Por demás los sistemas de raíces de los
mangles protegen a los arrecifes coralinos del exceso de sedimentos y otras formas de
contaminación; a cambio de esto los arrecifes sirven como rompeolas que protegen a
las plantas de los manglares de los fuertes impactos de las mareas.
Los lechos de algas y otras plantas acuáticas con flores constituyen una gran parte de
la cadena alimentaria del mar. Estos lechos, al igual que los manglares, son terrenos
de expansión y alimentación de múltiples organismos marinos que allí subsisten y, a su
vez, dependen del ecosistema de los manglares pues serían incapaces de sobrevivir si
estos no les libraran de la excesiva turbidez y sedimento habitual existente en esas
regiones: El mangle enlentece la velocidad y fuerza de las aguas y así impide que el
fino cieno nuble el agua e impida el paso de la luz solar, necesaria para que las algas
realicen la fotosíntesis y así engendren las flores necesarias para la producción de los
frutos/alimentos para las especies que de ellas dependen.
Puede concluirse que el proceso de protección de los lechos de algas afecta a los
arrecifes coralinos, del cual dependen los organismos marinos más jóvenes y, en su
consecuencia, al propio manglar, el cual a su vez depende de la barrera coralina.
El manglar puede ser afectado o destruido por las siguientes acciones humanas:
A. El drenaje de sus aguas (no toleran la ausencia de agua),
B. Su sumersión por construcción de represas (Un drenaje periódico es
imprescindible para que conserven su vitalidad),
C. La descarga excesiva de contaminantes (cuando estos superan su capacidad
de transformarlos),
D. Los derrames de petróleo (se ocluyen los poros de respiración en sus raíces),
E El corte indiscriminado de éste (debilita su capacidad de interacción con el
medio) y,
F. La eliminación y relleno de sus áreas para usos constructivos urbanos o
industriales.
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cadena hasta llegar a los más grandes, que son los alimentos del hombre: entre el 75 y
el 90 % de las especies en la zona del Golfo del Caribe dependen de esta cadena.
3. Brindan un hábitat de desarrollo para las más jóvenes especies, tanto
acuáticas como terrestres, donde estas obtienen alimentos con relativa seguridad de
sus depredadores: son zonas de producción, refugio y alimentación de especies
marinas como el cangrejo y el ostión, y sitios de anidación y resguardo de aves
residentes y migratorias.
4. Similar a otras plantas y árboles, funcionan como “pulmones’ del medio-
ambiente porque producen oxígeno y usan el bióxido de carbono del aire, además los
manglares son altamente productivos en cantidades importantes de carbono que fijan
y almacenan en el medio (Duarte y Cebrián, 1996). Las estimaciones promedio de su
productividad primaria neta (PPN) según Alongi 2009, están en el rango de 2 a 50
Mg de C por hectárea por año lo cual rivaliza con las más productivas fuentes de los
bosques tropicales vírgenes (Clark et al. 2001). Aunque los ecosistemas del manglar
son ricos en carbono tienen la paradoja de a menudo ser muy pobres en nutrientes, un
hecho que realza la eficiencia de sus estrategias de conservación y ciclo nutrimental.
Un gran problema para Cuba, como para otros estados insulares, es que con el
aumento del nivel del mar la barrera de arrecifes que antecede a la costa sería menos
efectiva en su labor de detener los trenes de olas y corrientes marinas, especialmente
en períodos de tormenta o ciclones, y éstas llegarían con más fuerza a la costa,
provocando mayor destrucción. Los mangles, cuya primera línea conformada por
mangle rojo -el cual generalmente crece dentro del agua, podrían atenuar la fuerza de
la marejada, evitando la penetración marina tierra adentro, y a su vez ayudando a
prevenir la salinización de los suelos y además actuando como barrera de contención a
la erosión costera, confirmando lo expresado por Mitra en 2013 de que esta
vegetación es la comunidad biótica más eficientemente adaptada en dar respuesta a
la expresión del cambio climático de elevación del nivel del mar.
En la figura anterior, según Lee et al. 2014, se ilustra el modelo conceptual de cómo
los procesos biológicos en el manglar interactúan para controlar el desarrollo vertical y
lateral de tierra firme.
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No existe agrupación floral del reino vegetal que tenga tal organización y alto
desarrollo morfológico, biológico y fisiológico junto a tales adaptaciones ecológicas a
tan extremas situaciones como la vegetación de los manglares: mientras en el
terreno solido los bosques están expuestos a los fuegos, este hábitat singular se
encuentra protegido naturalmente por estar circundado por aguas. Para nuestras
costas, a las inclemencias de los fenómenos meteorológicos y el cambio climático
mundial, tiene que sumarse el mayor peligro que enfrentan: el hombre, el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que de este ecosistema
natural único, capaz de almacenar 1.000 toneladas de dióxido de carbono por hectárea
en su biomasa, se talan árboles a un ritmo entre tres a cinco veces mayor que otros
bosques. «La principal afectación [ecológica] no es que hayan desaparecido los
manglares, sino que se han debilitado, ya sea por la tala, por condiciones
climatológicas como la falta de lluvia, o por prácticas incorrectas como edificar sobre
estos o trazar caminos paralelos a la costa e impedir el escurrimiento de sedimentos y
agua dulce desde la tierra al mar, imprescindible para el mangle»
En contraste con la siembra de mangle exitosamente efectuada en Caimanera (una
locación de Guantánamo, Cuba), en diversas regiones del mundo donde el manglar
disminuye dramáticamente como consecuencia de su tala indiscriminada para la
producción de carbón, por proyectos de ingeniería costera, agricultura o por la
contaminación; mientras en Honduras se extraen anualmente 120 000 metros cúbicos
de mangle para su uso como leña y en Panamá, principal abastecedor de taninos para
América Latina, se obtienen 400 toneladas de ese renglón por año, según datos
reflejados en la prensa cubana a principios de este milenio, unas 150 hectáreas de
manglares habían sido sembradas o reconstruidas en las últimas tres décadas, ,
confirmando lo emitido en el estudio 2004 de Oxfam "Weathering the Storm: Lessons
in Risk Reduction from Cuba”, basado a su vez en lo dicho por Fred Goldstein de
que: “Cuba lidera al mundo en el manejo integral a los desastres naturales” y, además,
en la protección de sus recursos naturales.
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Fig 13. Planilla para ser usada por el personal de las áreas protegidas en Cuba
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