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Derecho administrativo

LA REVISIÓN DE OFICIO.

Introducción y antecedentes.

. En el ámbito de la revisión de oficio nos encontramos con la contraposición

de dos principios clásicos: el principio de la libre revocabilidad de actos

administrativos, encaminado a adaptar los actos a las circunstancias

cambiantes que rodean el mundo de la AP, con el principio de respeto de

los derechos adquiridos, cuya finalidad es garantizar la continuidad de las

situaciones preexistentes.

Este procedimiento excepcional, la revisión de oficio, va a permitir a la AP

volver sobre sus propios actos, por iniciativa propia, cuando se encuentren

inmersos en una causa de nulidad de pleno derecho del art. 47.1 LPAC.

El legislador, en la regulación de la revisión de oficio, tiene como objetivo

compatibilizar el respeto de dos exigencias contrapuestas: el principio de

legalidad y el principio de seguridad jurídica

La revisión de los actos administrativos firmes se sitúa entre dos exigencias

contrapuestas: el principio de legalidad, que postula la posibilidad de

revocar actos cuando se constata su ilegalidad, y el principio de seguridad

jurídica, que trata de garantizar que una determinada situación jurídica que

se presenta como consolidada no pueda ser alterada en el futuro. El

problema que se presenta en estos supuestos es satisfacer dos intereses

que son difícilmente conciliables, y la solución no puede ser otra que

entender que dichos fines no tienen un valor absoluto.


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La única manera de compatibilizar estos derechos es arbitrando un

sistema en el que se permita el ejercicio de ambos. De ahí que en la

búsqueda del deseable equilibrio el ordenamiento jurídico sólo reconozca

la revisión de los actos en concretos supuestos en que la legalidad se ve

gravemente afectada y con respeto y observancia de determinadas

garantías procedimentales en salvaguardia de la seguridad jurídica, y todo

ello limitando en el tiempo el plazo para ejercer la acción, cuando los actos

han creado derechos a favor de terceros.”

Antecedentes y regulación histórica

Antes de entrar en el análisis de la regulación de la LPAC, es interesante

hacer una breve mención a la legislación histórica del procedimiento

administrativo común. Así, el ordenamiento español puede presumir de ser

el primero en contar con una legislación específica sobre esta materia, con

la Ley de Bases de Procedimiento Administrativo, de 19 de octubre de 1889

(conocida como Ley Azcárate), que establece una serie de aspectos

relativos a la instrucción del procedimiento, plazos de tramitación o forma

de practicar sus notificaciones

La siguiente ley aprobada en materia de procedimiento común fue la Ley

de Procedimiento Administrativo de 17 de julio de 1958, una norma

fundamental en el Derecho Administrativo español, ya que sirvió para

establecer la mayor parte de las instituciones jurídicas que conforman en la

actualidad el procedimiento administrativo en España, y que tiene una gran

influencia en la legislación posterior.


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En esta norma se establecen las principales categorías del acto

administrativo: validez e invalidez, eficacia, motivación, y se introduce el

sistema de revisión de actos y de recursos administrativos

Concepto de revisión de un acto administrativo

De acuerdo a Valdez Calle, citado por Espinosa-Saldaña Barrera, aun la

Administración mejor organizada e intencionada es susceptible de incurrir

en error o, por lo menos, de dictar actos objetables por cualquier causa”.

Por esa razón, los ordenamientos jurídicos prevén la posibilidad de que se

puedan revisar los actos administrativos tanto en sede administrativa como

en el Poder Judicial.

La revisión de actos administrativos presupone la emisión de un acto

administrativo sobre el cual recaerá, posteriormente, el acto revisor, a

efectos de analizar y evaluar tanto los aspectos formales y procedimentales

que se ha seguido para su emisión así como el contenido del acto para que

no vulnere un derecho de los administrados y el interés público. El objetivo

de esta actividad es garantizar que los actos administrativos que impacten

en las situaciones y relaciones jurídicas de los administrados sean

conforme al Derecho. La revisión de los actos administrativos puede traer

como consecuencia la modificación de sus efectos jurídicos o la extinción

de estos. Esta figura se puede clasificar, en Función a los órganos, de la

siguiente manera.

LA REVISIÓN DE OFICIO
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El principio de legalidad obliga a la Administración a reaccionar de oficio

frente a cualquiera de sus actos o actuaciones que contradigan al

ordenamiento jurídico, con el fin de adecuarlos a éste. Este deber de ajuste

permanente a la legalidad no plantea problemas jurídicos graves cuando

se trata de actos que afectan al ámbito interno de la Administración, en su

estructura, organización o funcionamiento, sin limitar los derechos de los

ciudadanos. Tampoco cuando el acto es perjudicial o gravoso para un

particular, como puede ser la imposición de una sanción indebida. Pero el

panorama cambia cuando se trata de la revisión o anulación de los actos

administrativos inválidos que han creado o reconocido derechos a favor de

terceros que se encuentran además en posesión y disfrute de los mismos,

en cuyo caso los requisitos y limitaciones a que está sometida la

Administración para ejercer esa revisión y dejar sin efecto tales actos son

mucho mayores.

La revisión de los actos en la vía administrativa: Aspectos generales y su

regulación legal tiene como propósito esbozar los aspectos generales del

acto y el Procedimiento administrativo, a efectos de introducir y desarrollar

el concepto de Revisión del acto administrativo. Si bien el tema central de

la presente Guía es la institución jurídica de la revisión de los actos

administrativos, ésta no puede ser entendida a cabalidad si, previamente,

no se define lo que es objeto de la revisión: el acto administrativo.

Dado que la revisión recae tanto sobre el acto administrativo en sí mismo,

como en el procedimiento que lo originó, resulta indispensable, desde un

punto de vista
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metodológico, clarificar en primer lugar ambos conceptos a efectos de

estudiar la figura de la revisión Cabe indicar que esta será una introducción

general del acto administrativo y procedimiento administrativo, ya que estos

han sido abordados en la “Guía sobre la validez y eficacia de los actos

administrativos en el ordenamiento jurídico peruano” (en adelante, la Guía

sobre los actos administrativos), publicación que fuera editada por el

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. En ese sentido, se recomienda

acudir a la revisión de dicha Guía para absolver cualquier duda específica

en materia del alcance y la regulación legal del acto administrativo

I Revisión por órganos no administrativos. De acuerdo al tipo de vía que

se utilice para cuestionar el acto administrativo, este tipo de control se

puede subdividir de la siguiente manera:

I.a) Mediante el proceso contencioso administrativo. Esta clase de

revisión de actos administrativos es la que el Estado lleva a cabo a través

de sus órganos jurisdiccionales. Esta vía está reconocida en el Numeral

218.1 del Artículo 218 de la LPAG que indica que los actos administrativos

que agotan la vía administrativa, podrán ser impugnados ante el Poder

judicial mediante el proceso contencioso administrativo. Este proceso

encuentra desarrollado, a su vez, a través de la Ley Nº 27584, Ley que

Regula el Proceso Contencioso Administrativo

I.b) Mediante el proceso de amparo. Esta clase de revisión de acto

administrativo es la que los jueces constitucionales llevan a cabo a través

de sus órganos jurisdiccionales ante cualquier acto o hecho que

Vulnera un derecho constitucional, entre los cuales se pueden encontrar

Los actos que pueden realizar funcionarios administrativos al emitir un


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Acto administrativo. Este tipo de proceso se encuentra regulado en el

Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237, donde se establece los

Fines y requisitos de este proceso para su procedencia.

(ii) Revisión al interior de la Administración Pública. De acuerdo a la

iniciativa para revisar el acto administrativo, este tipo de revisión se puede

subdividir de la siguiente manera:

ii.a) De oficio. Esta clase de revisión es a iniciativa de la propia autoridad

sin que ninguna de las partes afectadas por el acto lo haya solicitado.

ii.b) A iniciativa de parte. En esta clase de revisión la parte agraviada por

el acto administrativo solicita su revisión.

De acuerdo al objeto de la presente Guía, no se abordará la revisión por

órganos no administrativos, sino que solo se concentrará en la revisión de

los actos administrativos al interior de la Administración Pública.

la Revisión de oficio de los actos administrativos en sede administrativa

Tal como ha sido señalado, los ordenamientos jurídicos prevén la

posibilidad de que los actos administrativos puedan ser revisados, debido

a que siempre existe la posibilidad de que, en su generación y emisión, se

cometan errores o vicios.

Este capítulo se centrará en la revisión de oficio de los actos

administrativos, figura de acuerdo a la cual la administración analiza y

evalúa en qué casos corresponde rectificar, anular o revocar un acto

administrativo que haya emitido. En el desarrollo de los temas antes

señalados, se seguirá el esquema previsto en la LPAG.


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Rectificación de errores

El Numeral 201.1 del Artículo 201 de la LPAG señala que los errores

materiales o aritméticos en los actos administrativos pueden ser

rectificados con efecto retroactivo, en cualquier momento, ya sea de oficio

o a instancia de los administrados, siempre que no se altere lo sustancial

de su contenido ni el sentido de la decisión.

De acuerdo a García de Enterría y Tomás-Ramón Fernández, el acto

rectificado seguirá teniendo el mismo sentido después de la rectificación.

La única finalidad es eliminar los errores de tipeo o de suma con el fin de

evitar cualquier equivocación. En ese sentido, se podría sostener que un

error es corregible si es que con su corrección no se afecta el sentido del

acto.

Asimismo, Morón Urbina señala, citando a Forthoff, lo siguiente:

“En términos generales parece que todo acto administrativo afectado de

irregularidad debe ser declarado defectuoso. Pero hay irregularidades

respecto de las cuales carecería de todo fundamento racional atribuirles un

efecto sobre la eficacia jurídica. Citemos por ejemplo: las erratas en la

escritura, la designación errónea del destinatario pero sin que subsista

duda sobre su identidad personal, la cita de una ley alegada con mención

equivocada del artículo o de la página del Boletín Oficial (siempre que sea

fácil determinar el sentido de lo alegado), etc. En todos estos casos se trata

de faltas sin importancia que, con arreglo al lenguaje común, habría que

llamar equivocaciones, que en ningún modo pueden convertir en


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defectuoso el acto administrativo, y cuyo efecto, por tanto, no puede ser la

inexistencia jurídica del mismo, sino la mera necesidad de corregirlas.

Tal como puede apreciarse, si el error no es esencial, esto es, no afecta el

sentido del acto administrativo, la propia autoridad que emitió el acto puede

corregirlo. No es necesario que ese pedido sea de parte, ni que se derive

el expediente al superior del órgano que emitió el acto. Ello es una

expresión del principio de celeridad, que consiste en que quienes participen

en el procedimiento realice todas aquellas actuaciones que permitan

obtener una decisión en el tiempo más breve que sea posible, evitando así

cualquier vulneración a los derechos de las partes o al interés público-

Cabe indicar que si la revisión fuese a pedido de parte, esta acción no

podría considerarse como la puesta en marcha de un recurso

administrativo, por cuanto la redacción del contenido o sentido del acto aún

no es definitivo. Recién una vez que se corrijan los errores que se hubiesen

cometido es que se tendrá un acto definitivo, fecha a partir de la cual se

empezará a computar el plazo para que el administrado pueda ejercer su

derecho de contradicción.

Asimismo, se encuentra proscrita cualquier rectificación de oficio que

corrigiendo los supuestos errores aritméticos o materiales, en realidad

modifiquen la decisión final contenida en el acto administrativo. Incluso si

el órgano administrativo competente identificara que el acto en cuestión ha

incurrido en una causal de nulidad, no puede modificar su contenido, sino

que deberá solicitar a su superior jerárquico para que este analice y evalúe

si procede declarar la nulidad de oficio de ese acto.


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Las clases de errores no esenciales señalados en la LPAG se pueden

definir de la siguiente manera:

(i) Errores aritméticos: son errores en la consignación de números o la

operación matemática o lógica de algunas unidades que no dejan lugar a

dudas de que fue un error de consignación formal.

(ii) Errores materiales: son errores de tipeo del texto, que no cambia

accidentalmente el sentido primigenio de la decisión contenida en el acto

administrativo.

De otro lado, en otros ordenamientos jurídicos, como el español, se suele

incorporar también el error sobre afirmaciones fácticas. Esta clase de

errores están caracterizados de la siguiente manera

(iii) Errores de hecho: son errores formales sobre afirmaciones fácticas, cuya

corrección no tiene que ver con su calificación jurídica ni con la

interpretación de sus alcances jurídicos. Si bien en nuestro ordenamiento

no se encuentra regulada esta figura, tal como ha sido mencionado, no se

encuentran mayores reparos para que la autoridad administrativa pueda

corregir este tipo de errores. En efecto, lo que se busca es que la autoridad

pueda corregir los errores en que haya podido incurrir al redactar su texto

y siempre y cuando la corrección de esos errores no afecte el sentido o la

fundamentación de su decisión.

Atendiendo a lo anterior, si se han cometido errores sobre afirmaciones

fácticas que no alterarán el sentido o el contenido de la decisión, dado que

son fácilmente constatables, entonces la autoridad administrativa debería


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tener la facultad de corregir esos errores, a efectos de evitar que el acto

administrativo contenga datos falsos o inexactos.

Por ejemplo, si se consigna erróneamente en los antecedentes de la

resolución que el administrado no hizo sus descargos cuando su escrito se

encuentra en el expediente, o cuando se indica que aquel no acudió a la

audiencia cuando en realidad sí lo hizo. Estas son rectificaciones que no

alteran el análisis de los hechos del caso respecto de la motivación de la

decisión o de su sentido final.

En síntesis, si la rectificación de un error no resulta trascendente sobre el

contenido o el sentido del acto administrativo, entonces la autoridad puede

corregir ese error. En caso contrario, si cambia o altera el sentido del acto,

entonces la autoridad administrativa deberá derivarlo a su superior para

que corrija el error. Para ello, deberá evaluar si el acto vulnera el interés

público

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