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Los 10 Mitos de La Escuela Argentina La Nación
Los 10 Mitos de La Escuela Argentina La Nación
Sociedad
Como pocos temas de agenda pública, las escuelas y los docentes evocan ideas equivocadas o nostálgicas,
generalizaciones y frases hechas en el sentido común argentino. Cuando falta una semana para el comienzo de clases,
se actualiza la paradoja central: la educación es a la vez causa y solución de todos los problemas del país. Qué
cuestiones de fondo, concentrados en estas creencias erróneas, no estamos mirando.
Por Raquel San Martín | LA NACION
A casi nadie se le ocurriría sugerir nuevas formas de hacer un trasplante de corazón, construir un puente, defender a alguien en los
tribunales o bajar el desempleo si no se considera un experto. Pero todos hablamos de educación. Por haber ido a la escuela, tener
hijos en ella, conocer un docente de cerca o ser alumno de algún tipo, en la Argentina la mayoría se siente habilitada a opinar sobre
contenidos, metodologías o formación docente, aunque educar requiera el manejo preciso de tecnologías y saberes igualmente
sofisticados.
En la Argentina, el sentido común sobre las escuelas -que suele, además, estar dominado por la idea de una educación "en crisis", sin
mayores precisiones- ha terminado plagado de ideas equivocadas, nostálgicas de un supuesto pasado dorado, generalizaciones y
frases hechas que, en el caso más inofensivo, dejan a todos hablando en la superficie y, en el peor, obturan mejoras de fondo, sobre
todo cuando algunos de estos "mitos" se prolongan en las voces de los funcionarios.
Así, si bien en los últimos años hay más chicos que van a la escuela en el país, sobre todo inicial y primario, los problemas continúan
para que se queden efectivamente en ella y completen su escolaridad en tiempo. Si el secundario concentra todas las críticas, muchos
adolescentes lo rescatan como espacio de crecimiento, en todas las clases sociales.
Mientras los rankings rápidos de las pruebas PISA no provocan mejoras por sí solos, sí puede hacerlo la información que ésas u otras
pruebas podrían dar a las escuelas, y que hoy no tienen. Y son tanto los salarios como las condiciones de trabajo y de carrera las que
habría que revisar para mejorar el trabajo docente.
Cuando falta una semana para el inicio formal de las clases en la Argentina -vinculado ya cíclicamente a los reclamos salariales y los
paros-, se reactualiza una creencia central y paradójica: en la Argentina, la educación es la causa de todas las desgracias (los
accidentes de tránsito, la inseguridad, la corrupción) y a la vez la solución a todas ellas. No en vano la mayoría de las diez creencias
más extendidas sobre la educación que aquí se desarrollan buscan responsables, generalizan el deterioro o exageran el entusiasmo
por lo que efectivamente se puede resolver en la escuela. Aquí, algunos mitos difundidos en los últimos años, y sus contraargumentos.
5 A las escuelas privadas van sólo los que tienen más recursos
Buscando lo que suponen más calidad, menos paros, mejores condiciones edilicias y, en algunos barrios, hasta más seguridad, cada
vez más familias de clase media baja migran con esfuerzo a las escuelas privadas. De hecho, el crecimiento significativo de la
educación privada en la Argentina, desde los 60, pero fundamentalmente desde 2003, incluye a todos los sectores sociales.
Narodowski aporta cifras: "En el quintil más pobre de los hogares argentinos, el 14% va a escuelas privadas, y en los sectores de
clase media baja, entre el 23% y el 38% van a secundarias privadas".
Otra formulación del mito es pensar que cualquier deterioro educativo que exista afecta a los pobres; que las escuelas privadas más
caras, por ejemplo, protegen de la caída. Según los expertos, el escalón social ya no es un antídoto. Según Ganimian, en las pruebas
PISA 2012, a las escuelas de nivel socioeconómico más alto de la Argentina les fue igual que a las de nivel socioeconómico más bajo
de Italia, Lituania, Estados Unidos y el país promedio de la OCDE.
La crisis permanente y generalizada, el trazo grueso de que "el 50% de los chicos no entiende lo que lee" o la
responsabilización de los maestros -o de los alumnos- como conjunto no parecen las ideas que se llevarían a una mesa
seria de discusión de cambios en las escuelas. Mientras varias ONG trabajan con los precandidatos presidenciales en
compromisos públicos sobre la educación que viene, faltaría que las charlas de sobremesa reconozcan, al menos, que la
escuela sigue haciendo algo que sólo ella puede hacer.